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JUAN FRENTE AL VILLORO DEL PASADO
Para el escritor mexicano, los libros son como los hijos: hay que dejarlos ir. A 25 años de Materia dispuesta, el autor descubre nuevas capas en la novela.
Jonathan Saldaña
¿Qué le pasa a un autor que se encuentra de nuevo con un texto?
Es como volver a una casa donde viviste y darte cuenta de que las cosas han cambiado; es encontrar un hijo perdido que durante 25 años no has visto, tiene tu cara, tus facciones, pero al mismo tiempo ideas totalmente diferentes y una vida independiente.
En el prólogo también hablas de los libros como hijos ¿abandonas a tus hijos?
Es inevitable, una de las cosas más difíciles de la paternidad es soltar, es un proceso en donde tienes que valorar su independencia. Lo mismo ocurre con las novelas: las dejas. Es como perder un hábito, como dejar de fumar. Nunca he fumado, pero me imagino que deja una sensación de vacío entonces necesitas comer dulces, mascar chicle, hacer otra cosa.
Tu ‘mascar chicle’, ¿es seguir escribiendo?
Si la escritura es la heroína, la metadona que te cura de la heroína también es la escritura.
¿Qué cambió en estos años?
Ciertas discusiones hoy son más contemporáneas. Por ejemplo, mi personaje tiene una orientación erótica bastante difusa. Algunas personas se desconcertaron por esto. Hoy se habla de sexualidad no binaria, género fluido; situaciones donde el erotismo es visto más como una gestualidad, como algo que asumes voluntariamente, que como una determinación fatal.
¿Hubo tentación de corregir el texto?
Tenía una gran energía estilística, trataba de lucirme. Desde la modestia de mi tercera edad, tenía que decir “quisiste poner una cereza en el pastel que ya era rico”. También quité dos descripciones gráficas sobre la sexualidad infantil, eran situaciones que pueden interpretarse como de abuso infantil normalizado. Quise verme muy valiente.
Nuevas Masculinidades
En manos de Almadía, esta reedición de la novela de Villoro aterriza en un momento social donde se discuten las masculinidades, un tema que al autor le inquietaba ya en los años 90 donde, señala, “el valiente era este personaje de la lotería que tiene un puñal ensangrentado, que conquista un sinfín de mujeres a las que abandona sucesivamente”.
¿No es censura contemporánea? La pregunta es muy válida. Acabo de escribir un artículo sobre la censura que ha sufrido Roald Dahl; una exageración absurda. Pero, también hay una responsabilidad ética. Si tú te haces responsable de lo que escribes y no quieres condonar la normalización de un abuso, vale la pena hacerlo. Tampoco se trata de descafeinar la literatura y que entonces ya todo tenga que ser neutro.
Por último, en este momento que describes como sobre la sexualidad y la identidad, ¿que papel juega el lenguaje? El lenguaje está en transformación continua. Se habla mucho de la necesidad, que me parece muy correcta, de ‘desmasculinizar’ el lenguaje, se habla del lenguaje inclusivo. No sabemos si es una etapa transitoria, será la gente la que lo decida. Justamente la novela se vuelve a publicar en un momento en el que está en cuestionamiento, lo cual me parece muy interesante.