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Cultura, Paz, Territorio Y Radiofusión: Caso San Jacinto

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Tejiendo Cultura

Tejiendo Cultura

Escrito por:

Gustavo Adolfo Carreño Jiménez

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En las tierras biodiversas de la pava congona, la gallineta, el Juan Polo, el suiri y el mochuelo, los cantos de las aves silvestres son la musa espontánea de gaiteros, verseadores, repentistas, poetas, decimeros, acordeoneros, compositores, descompositores y hasta dicharacheros, inspirados en gajos de vivencias y sentimientos, traducidos en cantos nacidos del corazón y la profundidad del alma montemariana.

En la comarca mágica donde las arañas tejen sus redes sobre dorados estilizados como lo canta Landero, y en símil, las manos virtuosas de artistas del tejido entretejen en filigrana de lana e hilo hamacas, mochilas, suéteres, bolsos, pellones, fajas y demás activos y valores culturales en medio de la cotidianidad de su existencia. Es de tal calidad y sofisticación el tejido de San Jacinto que su “molde” de tejeduría está protegido con el sello de denominación de origen.

En este marco rico y majestuoso del caribe sabanero e interiorano, golpeado por múltiples formas de violencia ligadas al asunto del uso y tenencia de la tierra profundizadas a finales del siglo pasado, el territorio, la cultura y la paz de los Montes de María y del municipio de San Jacinto en particular encuentran en las emisoras de paz un medio, un aliado, una vitrina y una ventana para difundir la cultura, potenciar el desarrollo del territorio, transmitiendo las voces de las comunidades.

Con la llegada, por primera vez de una nueva emisora pública, comunitaria, se revaloriza la cultura, la paz y el territorio Montemariano y Sanjacintero, lo cual es un valor agregado de los acuerdos de paz de la Habana . El acontecimiento marcó un hito el pasado 13 de agosto, con la inauguración de las ondas hertzianas de tres nuevas emisoras de paz (sistemas de medios públicos RTVC): Convención (Nte. de Santander), Fonseca (Guajira) y San Jacinto (Bolívar). Estos nuevos canales de comunicación buscan promover la acción común o común unidad en medio de la diversidad cultural, social, económica de estas localidad y subregión, privilegiando el diálogo la riqueza cultural, los emprendimientos productivos en comunidades afectadas por el conflicto armado, parafraseando a Zapata Olivella en su año cultural, estamos ante pueblos marcados con la “carimba” de la pobreza, exclusión, ausencia de Estado y la falta de oportunidades.

En este sentido, estudios referentes a la erradicación de la pobreza, calidad y estándar de vida en el municipio de San Jacinto, dan muestra de la necesidad de superar las barreras al desarrollo centrado en el ser humano. Por ejemplo, para el año 2005 persistían índices de condiciones de vida (ICV) del orden del 56,2%, Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) cercanas al 96% (Acosta, 2016) .

De igual manera, escandalizan los hallazgos de (Aguilera, 2013) en lo relacionado con la miseria y pobreza multidimensional. La miseria es una agudización de NBI, medido para el mismo año del estudio anterior en 48.5%, superado solo por el 54.4 % del Carmen (Bolívar), triplicando la miseria nacional ubicada en 10.5%. El IPM o Índice de Pobreza Multidimensional se ubica en (92%) para toda la subregión de los Montes de María, encontrándose las mayores deficiencias en empleo formal, logros educativos (nivel de escolaridad) y acceso a los servicios públicos domiciliarios y condiciones de la vivienda.

Es por ello que la puesta en marcha de las emisoras de paz está en alineación con la implementación de los Planes de Desarrollo con enfoque Territorial (PDTs), consagrado también en los acuerdos de La Habana, su atributo principal es ser reparador de las víctimas directas, individuales y colectivas del conflicto interno en Colombia, transformando las condiciones oprobiosas de vida de dichas comunidades, interviniendo y financiando planes de reparación, con el concurso de las autoridades territoriales, priorizando las iniciativas de las comunidades en la reconstrucción del tejido social.

Las emisoras de paz son también un valor agregado de los acuerdos de La Habana, materializado en el punto 6.5 del acuerdo, allí se establece a partir de estas herramientas “técnicas de difusión y comunicación , hacer

pedagogía sobre los contenidos del acuerdo final, dar a conocer los avances en su implementación, promover la convivencia, la reconciliación y la construcción de paz”, comprometiendo al Estado Colombiano a "establecer 20 emisoras en FM, de interés público, clase C, en las zonas geográficas afectadas por el conflicto armado” .

Como se trata de medios públicos, será el sistema de medios públicos (RTVC) quien administrará las emisoras, financiados en su totalidad por el Estado, con una programación de interés público en la que participarán en la definición de contenidos los actores más representativos de la

sociedad, así: Las organizaciones de las víctimas del territorio (1/3 parte), las organizaciones comunitarias del territorio (1/3 parte) y Ecomun (1/3 parte). Esta última participación corresponde a las empresas de economía solidaria de exguerrilleros y exguerrilleras de las Extintas Farc-Ep, creadas para cristalizar los emprendimientos productivos en el tránsito y reinserción a la vida civil.

La llegada de la emisora de paz debe significar el fortalecimiento de los procesos identitarios locales y regionales, impulsar las industrias culturales, encadenamientos productivos, afianzar las organizaciones sociales y comunitarias, el empoderamiento de los saberes y tradiciones, al tiempo que se cultiva la diversidad de pensamiento, el pensamiento crítico, la democratización de la información, la tolerancia, la proscripción de toda forma de violencia en el ejercicio político y la estigmatización por pensar diferente.

Ha llegado un aliado invaluable dentro del territorio para apalancar lo que (Martinell, 2014) denomina vida cultural, esta no es más que convivencia, y se manifiesta en diferentes formas, acciones, lenguajes, comportamientos, sistemas y ámbitos del interrelacionamiento de un colectivo humano, en San Jacinto se vive una rica y dinámica vida cultural.

Múltiples organizaciones, actividades y eventos lo confirman, los carnavales, fiestas patronales, un museo comunitario a la altura de los mejores del país, petrograbados en la parte alta del municipio, el festival del “corronchismo”, el “festival cultural de la calle 19” , el “Festival Nacional Autóctono de Gaitas de San Jacinto, Toño Fernández, Nolasco Mejía y Mañe Mendoza”, la revista cultural “lampazos”, el club socio cultural y deportivo “Los maestros” (Clusydem) y el “Festival del pensamiento”, espacio de diálogo y reflexión crítica en las letras, arte, poesía, folclor e identidad culturales montemarianos, con el cual se inicia la agenda cultural de Colombia y la Subregión. Para finalizar, son muchos los retos y expectativas que deberán superar las emisoras de paz, en principio trabajar con, para y por las comunidades, consolidar la diversidad y autonomía culturales, conformar redes de trabajo con las demás emisoras presentes en el territorio para capitalizar experiencias y superar escollos, incorporar a la sociedad civil, elaborar parrillas de contenido pertinentes, constructivos, dinámicos, novedosos e incluyentes, brindar condiciones de seguridad a los operarios, periodistas y todo el personal que en ellas labore y, garantizar las condiciones de sostenibilidad legal, financiera y técnica.

Esta última condición es muy relevante, dado que en principio el tiempo de vida de las emisoras son dos años, prorrogables por 4 años más, luego de funcionar por 6 años su existencia empieza a difuminarse, entonces el “Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones -MINTIC, a partir del concepto de la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final (CSIVI), podrá prorrogar las licencias de interés público clase “C” hasta por cuatro años más, en las mismas condiciones en que venían funcionando” .

De esta manera lo único que puede “blindar” la existencia de vida a mediana y largo plazo de las emisoras de paz es garantizar el cumplimiento de los acuerdos paz, poniéndolos en marcha, llevándolos a la práctica, con recursos y el apoyo decidido del gobierno de turno, pues, si bien es cierto fueron firmados por Juan Manuel Santos, la responsabilidad trasciende a su gobierno al tratarse de un compromiso del Estado Colombiano, representado por Santos en su momento, sí en definitiva estos acuerdos se “hacen trizas” o se desvirtúan y desdibujando en sus alcances, la sociedad colombiana habrá perdido una vez más, en este caso sepultando los PDTs y las emisoras de paz.

Sin duda alguna, San Jacinto es un centro cultural, artesanal, folclórico, musical, con una vocación agrícola arraigada, con capacidades y agenciamientos innatos muchas veces desconocidas o subvalorados por nativos y forasteros de todas las latitudes, se trata entonces de un pueblo trabajador, emprendedor, resiliente, con el coraje suficiente para persistir en las luchas simbólicas y materiales por anidar en su territorio una paz estable, justa y duradera.

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