2 minute read

Yo, ¡Un Llanero Olvidado

Next Article
Tejiendo Cultura

Tejiendo Cultura

Escrito por:

» Guillermo Nieto Molina

Advertisement

Allí estaba él abandonado a su suerte, archivado al olvido, como historia sin vida, o vida sin historia. Debo anotar que cuando entré al recinto no lo vi, a lo mejor el sol del medio día es también patrocinador del olvido.

Cuando lo vi le noté su personalidad imponente, su fuerza indestructible, su coraje. Les confieso que no me equivoqué. Al primer contacto visual recibí una ráfaga de viento en mi rostro: eran los doce quince minutos del medio día en San Jacinto Bolívar, era imposible que la brisa a esa hora soplara tan refrescante; el arrullo de la brisa me susurró al oído.}

—Estoy abandonado, pero no vencido, si mis pies no estuviesen en esas condiciones ya no estaría en este lugar, no fui hecho para estar encerrado; rodaría buscando el barro más lodoso para divertirme un rato de este estado de postración y secuestro

No me dejó decirle nada, trataba de interrumpir su telepatía transportada por la brisa mensajera de recuerdos y de notas musicales que se añoran. —Prosigo —me dijo. —Dale —contesté mentalmente. —Tengo mucha historia por contar, transporté el progreso de esta región, toneladas de ñame, y de tabaco, y ni hablar de la yuca, que hasta en el techo cargué. Pero llegó la violencia, a cada rato dañaban mis pies, --los humanos le llaman llantas- colocaban tachuelas y algunos amigos fueron quemados. Por ráfagas de balas murieron muchos humanos, a bordo de algunos amigos que también rodaban por estos lares, creo que casi todos me han olvidado, escucho sus pitos en la distancia, pero no tengo batería para contestarles; por lo menos para que sepan que aquí estoy yo, de pronto pueden hacer algo por mí y lograr la libertad, el tener mis pies (llantas) malas me está torciendo el chasis (alma) se me está volviendo torcida, como el humano que aparece en mi cédula como propietario. Lo acompañé toda la vida recién se graduó de maestro, apenas se pensionó me archivó y se anotó en otra cédula como propietario de un tal Toyota Prado. Qué extraña costumbre de los humanos: te usan te explotan, después te archivan o te apartan al olvido, lo que han hecho conmigo es la misma historia que hacen con sus abuelos y hasta padres.

Telepáticamente en un momento de pausa le pregunté.

—¿Porque me cuentas tu historia? La brisa fue más suave en una voz muy tenue le escuché.

—He escuchado que este fin de semana se reúnen muchos poetas y Escritores en una Fiesta que llaman Fiesta del Pensamiento. Yo desde el año pasado me había prometido romper el silencio y buscar a quien contar mi sentir.

—¿Por qué no lo hiciste? — Pregunté.

—Nadie se acerca como lo has hecho tú, así harán con sus abuelos y abuelas, viven secuestrados, libres y condenados al olvido

Por el micrófono del alto parlantes se escuchó al presentador. “Damos inicio al evento”.

En una brisa coqueta justo en el oído, escuché que me decía.

—Por lo menos escribe, alguien puede venir a rescatarme y volver a rodar —Prometido —le dije —¿cómo te llamas? —Willy Llanero, nací en el año 1976. —Lo escribiré, ojalá pueda servir y logres tu libertad —le contesté mentalmente.

This article is from: