El puente -conexiones del psicoanálisis- Nº 3

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Staff Asesor Enrique Acuña Dirección Damián Leikis Dirección adjunta Ariel Scherman Desgrabaciones Carlos Trujillo Correcciones Martín Gómez Corresponsales Posadas: Lorena Daneluk La Plata: María Inés Urcola Córdoba: César Mazza Río Gallegos: Mariana Filippo Buenos Aires: Ana Mayol Paraná: Marcela Romero Diseño: Mariana Durruty Ilustraciones: Internet: fotografías antiguas, fotografías Diane Arbus, etc. Impresión: CREATIVA. Av. Lavalle 4052. Posadas Misiones El Puente - Conexiones del psicoanálisis ISSN 2362-5147 Publicación de la A.C.I.D Corrientes-Chaco del Instituto Oscar Masotta Buenos Aires 1427 - C.P. 3400 - Corrientes Edición Nº 3 - Agosto 2014


Sumario EDITORIAL ¿Qué lugar para el psicoanálisis en la ciudad? En busca de un materialismo discursivo DAMIÁN LEIKIS ..................................................................................................... 7 FUNDAMENTOS El psicoanálisis y las terapias milagrosas. GERMÁN GARCÍA.................................................................................................. 10 Las bodas con la pulsión ENRIQUE ACUÑA.................................................................................................... 19 El psicoanálisis, el inconsciente y lo abyecto EMILIO VASCEHTTO............................................................................................. 27

Los puentes del amor VIVIANA FRUCHTNICH....................................................................................... 33 Una época con sed de sentido MARCELO ALE........................................................................................................ 38 Yo, Flor retórica IGNACIO PENECINO............................................................................................. 43 Historizar el psicoanálisis DAMIÁN LEIKIS....................................................................................................... 48 BIBLIOTECA Revista escrita, una instalación de la vía Masotta CÉSAR MAZZA ....................................................................................................... 54 Lacan y la Fotografía. ALEJANDRA DE LAS M. FERNÁNDEZ ............................................................. 58 Borges x Piglia MÓNICA KREHIBON.............................................................................................. 63 Sobre las coordenadas de la época actual -Una lectura de la revista EstrategiasANA MAYOL ............................................................................................................ 65 Jepotá MARTÍN GÓMEZ ................................................................................................... 68


CLINIC(a) El malestar feminizado FÁTIMA ALEMÁN.................................................................................................. ¿Cómo ser allí donde no se és…? - La Mujer y las mujeres entre el deseo y los ideales sociales CARLA MOLINAS MAÑANES ............................................................................ La cuestión del objeto: dimensiones y resto MARÍA ISABEL D´ANDREA................................................................................. Acerca de la culpa y la responsabilidad en la entrada en análisis FERNANDO KLUGE ............................................................................................. Lo posible: psicoanálisis en el discurso de la salud mental CARLOS TRUJILLO................................................................................................. ¿En el lenguaje o en la lengua? Hacia un psicoanálisis posible con sordos EVELINA SAN MARTÍN .......................................................................................

74 80 84 87 92 96

LITORAL Jacqes Lacan en escena MARTIN ALVARENGA ........................................................................................ 102 Entrevista a José Gabriel Ceballos............................................................ 103 Un día perfecto para el pez subjetivo PABLO BLACK.......................................................................................................... 107 Cuando me muera quiero que me toquen cumbia MARTHA BARDARO ............................................................................................ 111 Danza en el Viento (Ntonaxac) - Memoria y resistencia qom G ELIZABETH BERGALLO ................................................................................. 116 El club de la pelea o la episteme del caos ADRIANO DUARTE .............................................................................................. 121 Marcas en la caverna. Reflexiones sobre la escritura creativa. MAIA EIRIN............................................................................................................ 125 El tesoro de la lengua guaraní FABIÁN YAUSAZ .................................................................................................... 129 INSTITUCIONAL cursos breves, BIBLIOTECA, MÓDULOS DE INVESTIGACIÓN................................................................................................... 134


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Editorial

¿Qué lugar para el psicoanálisis en la ciudad? En busca de un materialismo discursivo DAMIÁN LEIKIS

Para darse de cabeza contra la pared no es necesario, decía Lacan, conocer el plano de la casa Jean-Claude Milner La obra clara. Lacan, la ciencia, la filosofía

E

n el tercer número de El Puente: conexiones del psicoanálisis, continúa, no sin cortes, un camino emprendido con vistas a establecer un lugar para el discurso psicoanalítico en nuestro medio. El psicoanálisis como referencia bibliográfica, saber universitario o inclusive práctica “secreta” de los consultorios privados (imposible no escuchar aquí las resonancias de la crítica foucaultiana al psicoanálisis que hace de este el sucedáneo laico de la confesión religiosa), tiene circulación en nuestras ciudades desde hace décadas. Ahora ¿qué lugar tiene en la composición discursiva de nuestro espacio social? ¿Podemos asegurar que existe como un referente conceptual que no se valide en las identidades profesionales (psicología, psiquiatría, etc)? ¿Se puede definir al psicoanálisis con sus propiedades singulares por fuera de las condiciones de posibilidad locales?

La relación del discurso psicoanalítico con la ciudad -entendida ésta como espacio de producción socio-cultural- reviste características complejas que merecen ser revisadas. Siguiendo la propuesta freudiana, Lacan definió al psicoanálisis en posición extra-territorial con respecto a la cultura, es decir, forma parte de ella a condición de ubicarse en sus márgenes. La doctrina del inconsciente que creó Freud se gestó en la escucha de sujetos que relataban lo que no andaba en sus vidas. Eso que denominamos el síntoma en psicoanálisis encierra la cifra de un tropiezo singular que circunscribe un recorrido colectivo del malestar en la cultura. Sufrimientos personales se mezclan y barajan con modalidades de época conformando un espacio reversible entre la cultura y los cuerpos que la sostienen y la producen. Lo revolucionario del descubrimiento freudiano fue introducir en el mismo cuerpo social un elemento “éxtimo” 7


EDITORIAL

-íntimo y extraño a la vez, según el neologismo propuesto por Lacan- que puede introducir allí una pregunta por “lo que no anda”. De esta manera el psicoanálisis y las ciudades en las que este vive no pueden pensarse por separado ni en relaciones que no sean de inclusión-excluyente.

como esos cuerpos, por su disposición lateral,

Siguiendo a Jean Claude Milner existen dos formas de reconocer la figura de un objeto (psicoanálisis): una es partir del interior del objeto, y estableciendo sus leyes o particularidades definir su contorno; así procede el lingüista construyendo una gramática. La otra es recorrer los lados del objeto prestando atención al exterior “…tomar en cuenta la presencia de cuerpos vecinos; establecer el modo

El camino iniciado con

8

determinan la forma de un espacio en el que

se aloja el objeto. De esta manera proceden los ríos y las ciudades, materialmente organizados por los obstáculos que los rodean y

los ignoran.” A esta segunda manera el au-

tor la denomina “materialismo discursivo”. esta revista adopta la

segunda de las posibilidades mencionadas Milner,

por en

tanto entendemos el

que

discurso

psicoanalíti-

co en nuestro

contexto es re-

sultado de cier-

tos relieves exterio-

res con los cuales este

tropezó y, a los cuales, también

fue empujando. La pluralidad de voces que forman parte del contenido de la re-

vista testimonia acerca de esta elección.


Fundamentos


FUNDAMENTOS

El psicoanálisis y las terapias milagrosas (*) GERMAN GARCÍA (**)

L

e livre noir de la psichanalyse , de varios autores, incluye un artículo de Filip Buekens, quien se pregunta por qué Jacques Lacan es oscuro. Es verdad que Jacques Lacan escribió que el inconsciente habla en cualquier figura de retórica y que suele ser preciosista, pero nunca identificó su estilo como enunciado por esa instancia. Cuando dijo “yo, la verdad, hablo” se trató de una prosopopeya que personifica a la verdad. Con eso no está todo dicho. El 19 de enero de 1985 Jacques-Alain Miller, al realizar la apertura del Campo Freudiano en Barcelona, concluyó con un análisis del tema de la verdad donde, entre otras cosas, dice: “Esto es lo que yo he traducido para ustedes en términos de la verdad de la adecuación, que está del lado del discurso, y la verdad de la palabra, que está del lado de la palabra creadora”. Esa palabra creadora no es la revelación, en el sentido religioso, sino la resonancia (resón). En esa resón se cruzan, para decirlo al modo de Leo Strauss, “Jerusalen y Atenas” – un decir entre “revelación” y razón. Pero esa revelación, vaciada de su sentido trascendente se convierte en la resón, mientras que

10

la razón para Lacan se escribe en fórmulas. No se trata, como imagina Filip Buekens, de duplicar los procedimientos del inconsciente, sino de provocar resonancias que apuntan al vacío constitutivo del decir. La oscuridad de Jacques Lacan, más que una imitación de esa retórica que habla sola mientras el sujeto piensa, es un manejo consciente de la lengua que puede remitirse a lo que propone Kojeve en su reflexión so-

bre el emperador Juliano y el arte de escribir. Por su parte, el arrepentido Mikel BorchJacobsen – en el mismo libro – se asombra de que Jacques Lacan sea diferente de Sigmund Freud, pero más se asombraría si entendiera (como lo hizo Jacques-Alain Miller) que también es diferente de sí, que su enseñanza contiene su contra-enseñanza. Dejemos a Filip Buekens quien, después de todo, dirige su crítica a las elucubraciones que otros hicieron sobre el estilo de Jacques Lacan ( Judith Gurevich, S. Barnard, Malcolm Macmillan, J.P. Muller, W.J. Richardson, Benvenuto y Roger Kennedy, Madan Sarup, S. Weber,


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

M. Bowie, etcétera) y pasemos a lo que

ri realizó un experimento con doce vo-

das de un retorno del conductismo en una

seis cristianos practicantes. Era el año

importa, a esas terapias milagrosas surgi-

alianza alusiva con las ciencias cognitivas.

ren caduca la noción de milagro, mientras que otros se muestran ávidos de maravillas. Pero el milagro

el título “Neurotheology: The working

Brain and the Work of Theology”. la

mente

del ateo como la del

las leyes naturales,

creyente?

también tiene un

Era

la

pregunta de Nina

carácter de signo:

Azari: “El estu-

“Esta subordina-

dio muestra que

ción del milagro a

los ateos presen-

la palabra distin-

tan una reacción

gue los verdade-

emocional ante la

ros milagros de las

lectura de canciones

operadas

infantiles, que se mani-

por los magos y los fal-

fiesta en una alta actividad

sos profetas” (Éxodo 7, 12…). Pascal, por su parte, afirma: “Los midoctrina

recido en la revista de ciencia Zygon con

¿Funciona

no es sólo un desafío a

disciernen

Ashbrook (del Seminario teológico Ga-

mino “neuroteología”, en un artículo apa-

No es raro que algunos cristianos conside-

lagros

2000, hacía dieciséis años que James B. rret de Evanston) había acuñado el tér-

El milagro del síntoma

artimañas

luntarios: seis se declararon ateos y otros

la

discierne

doctrina, y

los

la

milagros”.

“Bases neurológicas de la religiosidad”, es el título de un artículo de Hans-Ferdinand Angel y Andreas Krauss publi-

cado en la revista Mente y cerebro (ver-

sión castellana, Barcelona, junio 2005). Allí se cuenta que la neuróloga Nina Aza-

de su sistema límbico, es decir, de la

zona de nuestro cerebro que es competente

en el campo de nuestros sentimientos. A los cristianos, por el contrario, […] recitar

el salmo los situaba en un estado religioso, como ellos lo llamaban”. En este caso traba-

jaban con intensidad otras zonas cerebrales muy diversas: el circuito frontal-parietal de la corteza. “De lo que se deduce que, en las

experiencias religiosas, parece que se trata

fundamentalmente de un proceso mental”. 11


FUNDAMENTOS

La doctora Azari cayó en la cuenta de que la diferencia está en el valor que el “sistema religioso” tiene para los creyentes, experiencia que no existe en los ateos. Pero el experimento dice que los religiosos eran indiferentes a las canciones de los ateos, pero se olvida de lo que pasaba – si se hizo la prueba – con los salmos, en caso de ser recitados por ateos. De cualquier manera, lo que se prueba es que la inmersión o, si se prefiere, la evocación de diferentes juegos de lenguaje activa zonas diversas del cerebro. Estamos en la resón.

ataque especialmente grave y se convirtió

Los neuroteólogos, siempre tratando de descifrar las bases neurobiológicas de la religiosidad, recordaron que Hipócrates (siglo V a.C) llamaba a la epilepsia “enfermedad sagrada”. Y qué decir de Mahoma, a quien Alá le habló de un genio tutelar, o de Juana de Arco, a quien una voz divina le ordenó librar a Francia de los ingleses. San Pablo es sospechado de epilepsia: “[…] yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía ‘Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?’. Él respondió: ‘¿Quién eres, señor?’. Y él: ‘Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero, levántate, y entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer’” (Hechos de los Apóstoles, 9, 3-6). Los autores del artículo se preguntan: “¿En el caso de San Pablo, se trata de un paciente neurológico que, en el camino de Damasco, sufrió un

ción del bacilo de Koch es suficiente para

12

así en el pionero de la expansión del cristia-

nismo más allá de las fronteras de Israel?”. La neuroteología me inspiró el título, pero

volví a encontrar el término en un dossier de la revista Sciences Humaines (n 168, fe-

brero 2006, París). Se trata de la “hiperacti-

vité”, en particular de los niños. Un familiar

dice que la Ritalina es un “miracle”: disminuye la agitación, aumenta la concentración

y sus efectos se registran en quince días. ¿Qué es la hiperactividad? La identificaun diagnóstico de tuberculosis, pero con la

hiperactividad las cosas son más difíciles. Las primeras descripciones clínicas, al parecer, son las de Desiré J. Bourneville, en

1897 y las de J. Demoor en 1901. Es decir, no se puede tirar el niño con el agua de la bañera para oponerse a la medicación con

Ritalina. No es una enfermedad inventada por los americanos. Como en tantas otras

cosas, explotan algo que se descubrió pri-

mero en Francia, y después en Alemania. El DSM IV habla de “trastorno deficitario de atención con hiperkinesia” (TDAH) y

describe varios rasgos: el niño no escucha cuando se le habla, se distrae con facili-

dad, se olvida con frecuencia, se levanta en la clase, habla mucho, interrumpe a los

otros. Distingue un subtipo con predominio

de

hiperactividad-impulsividad.


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En el adulto desaparece la hiperactividad motriz, pero permanecen la falta de atención y la desorganización de las actividades. Esa descripción sugiere los más variados diagnósticos: traumatismo, falta crónica de sueño, depresión, exigencias excesivas del entorno, familiares que viven en condiciones difíciles, la consabida falta de lí-

mites. Para el diagnóstico se atiende la historia de vida y la historia personal. El DSM IV tiene como condición suplementaria: aparición del síntoma antes de los siete años de edad, una duración superior a los seis meses, una aparición al menos en dos ámbitos diferentes (escuela, trabajo, juegos, deportes, etc.) y pruebas de manifestaciones clínicas en la vida social. Se agrega un examen para detectar otras perturbaciones: dislexia, angustia, depresión. Se trata de matices, ya que no existe una frontera entre hiperactividad y actividad “normal”: están en juego la tolerancia del medio y las exigencias de la sociedad. Pero tolerancia y exigencia suponen la relación a alguna autoridad. No falta el equipo de antropólogos que teorizan la hiperactividad prehistórica como una ventaja de cazadores, vuelta obsoleta en una sociedad sedentaria. Los psicoanalistas que trataron del tema (Winnicott, Diatkine, Bergés, Misés) hablaron sucesivamente de fallas en el lazo con la madre, de defensas maníacas contra la depresión, de alguna per-

turbación en el desarrollo corporal, del

predominio de una relación de duelo, de una falta de seguridad interna. Es de-

cir, por “algo” aparece el milagro de este

síntoma. Por el otro lado, la imaginería

médica propone las anomalías de la estructura cerebral, cuya causa sería el metabo-

lismo de un neurotransmisor, la dopamina. También habla de la carencia de ferriti-

na. Los estudios cognitivos agregan un defecto en la inhibición de la respues-

ta, que perturba la función ejecutiva. La genética, mediante el estudio de ge-

melos y de niños adoptados sitúa entre el 60 y el 98 por ciento la evidencia de

genes sospechosos, ligados al metabo-

lismo de la dopamina. Pero no ha iden-

tificado el gen de la hiperactividad. Lo que queda del conductismo sospecha del entorno, del contexto familiar y

la educación, del desarrollo psíquico, del tabaquismo de la madre durante el em-

barazo. Por el contrario, los colorantes alimenticios, bajo sospecha durante mu-

cho tiempo, se han declarado inocentes. En conclusión, la abundancia de causas ma-

nifiesta la ausencia de causa. Frente a esto, la terapia cognitiva-conductual, acompañada de medicamentos, se propone como

una solución. Es decir, la sugestión con-

ductora y la acción de los medicamentos. El niño hiperactivo tiene energía, viva13


FUNDAMENTOS

cidad y no le falta imaginación. Sufre la lentitud de los otros, no soporta la “clase”. Otras clases Ian Hacking escribe: “Podemos asimilar bastante bien cómo nuevas clases crean nuevas posibilidades de acción y de elección. Pero el pasado, como es obvio, ¡es algo que ya está fijo! No es así. Tal como diría Goodman, si se seleccionan clases nuevas, entonces el pasado puede tener lugar en un mundo nuevo. Los sucesos que han tenido lugar durante una vida se pueden ver ahora como sucesos de una nueva clase, una clase que tal vez no ha estado conceptualizada cuando se tuvo experiencia del suceso o se realizó el acto. Aquello de lo que tuvimos experiencia se recuerda otra vez y se piensa en unos términos en los que se podría haber pensado en aquel momento. Las experiencias no sólo se describen de otro modo, sino que se sienten de otro modo. Esto añade una notable profundidad a la visión de Goodman de que se hacen mundos al hacer clases”. Esta observación, si bien sólo vale para lo que John Searle llama “mundo en primera persona”, aquí puede despertar algunas observaciones. La hiperactividad del Marqués de Sade se trataba con la cárcel, la de los niños del siglo XIX con la flagelación (según era usual en los colegios ingleses, pero no solamente allí) la de los niños actuales se intenta tratar con Ritalina y/o vaselina terapéutica de cualquier tipo. 14

Hacer otra clase donde hiperactivos, superdotados, interesados en otras cosas formen un extraño mundo pos-familiar y pos-escolar, podría arrojar interesantes resultados. Porque, después de todo, el conductismo que se hace llamar “cognitivo” no hace otra cosa que aceptar los síntomas producidos por ciertas “clases” y trata de eliminarlos sin alterar las reglas de juego. La adaptación es el criterio, algunas veces subyacente y otras veces explícito. En este sentido, el llamado trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) está dibujado a medida para las terapias cognitivo-conceptuales (TCC): la obsesión cognitiva y la compulsión conductual (con los cruces que convengan). Pero ¿dónde están las “ciencias cognitivas”? Una cartografía En el año 1988 Francisco Varela publicó Cognitive Science. A cartography of Current Ideas, libro traducido bajo el título Conocer. La cartografía de Francisco Varela incluye, de manera destacada, la Inteligencia Artificial y el cognitivismo. Agrega las neurociencias, la lingüística, la epistemología y la psicología cognitiva. Como dijo Fodor, hablar de ciencias cognitivas sin la máquina de Turing, es como representar Hamlet sin el príncipe de Dinamarca. De ahí el lugar destacado de la Inteligencia Artificial, cosa que no se le


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escapó a Jacques Lacan en su conferencia “Psicoanálisis y cibernética” de 1955. Incluso en 1973 podemos leer: “Admito que la computadora piense, pero ¿quién puede decir que sabe? Pues la fundación de un saber es que el goce de su ejercicio es el mismo que el de su adquisición”. Entre los argumentos que A.M. Turing refuta, en la polémica sobre el pensamiento de las máquinas, se encuentra uno que llama solipsista, expuesto por el profesor Jefferson en 1949: “Ningún mecanismo podría experimentar placer, etc., etc.” Turing responde que la única manera de estar seguro de que la máquina piensa consiste en ser la máquina y sentirse uno mismo pensar: “En vez de argumentar continuamente sobre este punto, se suele mantener el cortés convenio de que todo el mundo piensa”. En la discusión se trata del pensar consciente y Turing define la conciencia como disposiciones y desplaza el asunto hacia la simulación, que llama “juego de la imitación”. Hilary Putnam, uno de los “epistemólogos” de la cartografía de Francisco Varela, se re-

fiere a la década del cincuenta en la Universidad de Princeton: “En aquella época, tenía por costumbre explicar la idea de la ‘máquina de Turing’ en mis cursos de lógica matemática. Me llamaba la atención el que en la obra de Turing, como en la teoría computacional actual, los ‘estados’ del ordenador imaginado (la máquina de Turing) fueran descritos de una manera muy distinta de la que es habitual en la ciencia física”. La llamada filosofía de la mente sacaría de aquí la metáfora de que los estados mentales son estados computacionales del cerebro: se abstrae el hardware y se focaliza el software. Con lápiz y papel, con una antigua computadora mecánica o una electrónica moderna, se puede estar en el mismo estado computacional. La metáfora rescata la imagen chomskiana del lenguaje como sistema recursivo que, en principio, puede reducirse a un código computacional. Las funciones recursivas, expuestas por Alonzo Church y Alan Turing en la década de 1930, no eran desconocidas en el campo freudiano. 15


FUNDAMENTOS

Jacques-Alain Miller, en un artículo que no habría que olvidar, muestra en que difieren los “algoritmos” del psicoanálisis de los que proponen estos autores: “Por qué llamar algoritmo al matema de las dos S superpuestas? Porque define su procedimiento automático que acepta cualquier signo como dato inicial y lo parte inevitablemente en dos. Opera, y con éxito, pues todo lo que es significante resiste de inmediato a la significación; prueben ustedes y se persuadirán de que un lenguaje se define por no comprenderse. Por ese este algoritmo es de una especie que no aparece en Church, Turing o Harkov: no ofrece ninguna solución salvo la de la continuidad entre S y s; sólo ofrece preguntas: convierte en problemáticos a todos los signos”. Las terapias cognitivas-conductuales, en las antípodas, rescatan un lenguaje unívoco ya puesto en reserva en el año 2000 por uno de los propios. En efecto, Jerry Fodor escribe: “[…] la historia contada por Turing acerca del carácter computacional del conocimiento funciona especialmente bien en este tipo de casos. Pero parece como si alguno de los determinantes de la función que desempeña un pensamiento en los procesos mentales no encajasen en este paradigma; en particular, no parecen hacerlo las propiedades de un pensamiento sensible a los sistemas de creencia en que

se inserta”. La crítica de Fodor a la teo16

ría computacional de la mente (TCM) se

extiende desde la metáfora de la máquina

de Turing, hasta el innatismo de Chomsky y la psicología computacional y (neo)

darwinista de Pinker y Plotkin, entre otros. La abducción, según Fodor, desafía a las

ciencias cognitivas y explica el fracaso de

la robótica. Además, Fodor se pregunta: “¿Por qué habría de ser verosímil suponer

que un sistema computacional modular, de ámbito específico y encapsulado po-

dría detectar intercambios sociales? (Uno

de los grandes asuntos tratados por la literatura moderna es conocer el grado de

dificultad que supone comprender cuál es ‘la situación’ – de qué son capaces los nati-

vos, si es que son capaces de algo –. Kafka,

Melville (1977) y Martin Amis (1984), por no hablar de Lewis Carroll, nos brin-

dan diversos ejemplos. Los teóricos de la modularidad masiva tendrían que hojear este tipo de obras de ficción para afinar

la sensibilidad de las yemas de los dedos”. Para volver a Jacques Lacan, el saber como “abducción” es irreductible al pensamiento

de la máquina de Turing y su descendencia.

Células, neuronas, cerebro Aceptamos, como orientación general, que el siglo XIX fue el de las células, el

XX el de las neuronas y el XXI será el de la investigación del cerebro. Pero, por eso


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mismo, no aceptamos que “ha emergido un gran consenso para considerar que los defectos funcionales en el circuito estríato-tálamo-cortical definen el TOC” . En especial, porque entre esta explicación y el salto a la práctica, se pierde lo mismo que se dice: “El sujeto asigna un significado a su pensamiento en términos de valor, importancia e implicaciones. Este es el proceso de valoración que puede actuar como generador de ansiedad o no”.

técnicas de adiestramiento (conductis-

Neurociencia y conducta, un manual redactado bajo la dirección de Eric Kandel, Thomas Jessell y James Schwartz, afirma en uno de sus prólogos: “Ya que la neurociencia está asumiendo un papel cada vez más central tanto en la biología como en la psicología, en la actualidad su docencia se ha extendido a muchas facultades universitarias. En el futuro, una introducción a las bases biológicas de la mente probablemente jugará un papel importante en el currículum troncal de las instituciones que forman en las profesiones liberales, puesto que la neurobiología es un nexo natural entre las humanidades y las ciencias naturales […]. Al enfatizar la interdependencia de la neurobiología y la ciencia cognitiva, hemos pretendido específicamente ofrecer un texto para los cursos introductorios a la biología de la conducta” .

Sabemos que Jacques Lacan introdujo esto

Llegamos a la biología de la conduc-

les expresa genes específicos que gobier-

ta, a lo que se traduce en la práctica en

tas) que se combinan con medicación. Es decir, la terapia cognitiva-conductual. El capítulo sobre la conducta advierte que lo que se hereda es el ADN y que la conducta emerge por el impacto de factores

medioambientales que comienzan in utero. Sigue un resumen de los trabajos de los zoólogos, entre ellos Konrad Lorenz y Nicolás

Tinbergen, sobre ontogenia y evolución. en su enseñanza y mantuvo algunas des-

cripciones etológicas hasta el Seminario XI. Luego de los saludos al pasado los autores definen: “Todas las conductas se modelan

por la interacción de los genes con el en-

torno […], otras conductas más plásticas, como el lenguaje, se ven restringidas por

factores innatos”. El conductismo se com-

bina aquí con el innatismo de Chomsky. Después viene Darwin, quien “[…] pos-

tuló, por primera vez, que las variaciones

en la conducta pueden ser, en parte, debidas a la selección natural”. Pero ahora

está claro que los genes no codifican para la conducta de una manera directa “[…]

la conducta se genera a través de circuitos nerviosos que requieren la participación de muchas células, cada una de las cua-

nan la producción de proteínas concretas”. 17


FUNDAMENTOS

La esquizofrenia y los trastornos bipolares serían enfermedades poligénicas. A partir de esta afirmación la descripción se vuelve conjetural. Es decir que representarse las cosas en términos de inteligencia artificial y de neurociencia no orienta la intervención terapéutica que se realiza a partir de interrogatorios verbales, cuestionarios y tareas que se imponen. “Para concluir, ¿dónde estamos en nuestra valoración del programa de investigación cognitivista? Bien, ciertamente no he demostrado que sea falso. Podría suceder que fuese verdadero. Pienso que sus oportunidades de éxito son casi tan grandes como las oportunidades de éxito del conductismo hace quince años. Es decir, pienso que sus oportunidades de éxito son prácticamente cero”. Los milagros realizan lo que significan, mediante los signos de su eficacia, por eso son reveladores del poder al que algunas técnicas sirven. Ese poder, para el psicoanálisis, se encuentra en el lenguaje y es velado por las palabras. Es lo que la transformación del signo de Saussure en el algoritmo S/s, propuesta por Jacques Lacan enseña, y lo que las intervenciones analíticas muestran.

18

(*) Resumen del curso breve de enero 2006, dictado en el Centro Descartes de Buenos Aires y de la conferencia realizada el jueves 2 de febrero del mismo año en la Biblioteca del Campo freudiano de Barcelona. (**) GERMÁN GARCÍA. Psicoanalista. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Analista miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Director de Enseñanzas de la Fundación Descartes. Pertenece al Consejo Institucional de la EOL. Escritor

Referencias • • • • • • • • • • • • •

Hacking, Ian. ¿La construcción social de qué? p. 216. Buenos Aires: Paidós, 2001. Varela, Francisco. Conocer. Barcelona: Gedisa, 1998. Lacan, Jacques. El Seminario, Libro 2: El yo en la teoría de Freíd y en la técnica psicoanalítica. Barcelona: Paidós, 1983. Lacan, Jacques. Le Seminaire, Livre XX: Encore. p. 89. París: Seuil, 1975. Putnam, Hilary. 50 años de filosofía vistos desde adentro. Buenos Aires: Paidós, 2001. Miller, Jacques-Alain. “Algoritmos del psicoanálisis”. En: Ornicar, n 2, Ed. Petrel, Barcelona, 1981. Fodor, Jerry. La mente no funciona así. Madrid: Siglo XXI, 2003. Ïbid. p.102 Tomas, Joseph, et.al. Tratamiento cognitivoconductual de los trastornos obsesivos-compulsivos. Barcelona: Ed. Laertes, 2004. Íbid . p.35 Kandel , Eric, Thomas Jessell y James Schwartz dirs. Neurociencia y conducta. Madrid: Prentice Hall, 2000. Íbid . p.595., 598, 599. Searle, John. Mentes, cerebros y ciencia. Madrid: Cátedra, 1994.


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Las bodas con la pulsión (*) Enrique Acuña(**)

Señalo que como siempre los casos de urgencia me enredaban mientras escribía esto. Escribo sin embargo, en la medida en que creo deber hacerlo, para estar al día con esos casos; para hacer con ellos el par. Jacques Lacan

“L

a angustia siglo XXI” es un tema que pusimos en juego en el programa de las “Conferencias hospitalarias” el año pasado porque hay una permanencia de temas freudianos y lacanianos en relación a diagnosticar la situación de cada “época”. La angustia es un antecedente a este segundo eje que vamos a tomar este año que es la pulsión. La angustia siglo XXI, podría matizarla con la vieja pulsión y el accionar del psicoanálisis frente a ella. Cómo se responde frente a esto que uno podría definir de entrada como un “hecho vacío de palabras”, pero que tiene en tanto hecho, una estructura posible, potencial de articularse a lo inconsciente.

vernos, lo hace como persona que es parte

¿Vivir la época o Vivir la pulsión?

Estos nombres son un listado de clasifi-

En el programa del curso la pulsión aparece al final con relación al síntoma porque pensamos en el recorrido de la experiencia con el analizante. Se comienza por sacar a un sujeto de su pertenencia a una masa, como individuo, y que no es sujeto del inconsciente aún. Porque cuando viene alguien a

ciones, etc. Son atribuciones del yo, pero

de un colectivo social con determinados ideales, con una teoría de lo que va a ocu-

rrir en el análisis, ya están moldeados, por la significación social en la medida que el psi-

coanálisis ya fue incorporado por la cultura. El analista extrae al sujeto de esa masa de individuos, por eso el tema de la segunda

clase es “La sociedad angustiada”. Luego

seguimos con “Los nombres del yo: la falsa

identidad” que se refiere a que esos individuos vienen ya nombrándose con respecto

a que hacen un diagnóstico de su malestar, pero se nombran en tanto yo, con los nom-

bres que el otro social le da a su malestar. caciones como ataques de pánico, adicson falsas identidades, por eso requiere distinguir la identificación a otra cosa, ello

supone algo que es un resultado, una ope-

ración de nombrar. Luego la cuarta clase “Los nombres del Otro -una creencia que sabe”- quiere decir, que a este sujeto ex19


FUNDAMENTOS

traído de la sociedad que había sido individuo y que ahora es sujeto del inconsciente, se le supone una creencia en el inconsciente que permite descifrar ese malestar.

de un relato significante que des-angustia.

La última clase se trata de la experiencia del fin, de la articulación del síntoma con la pulsión, del síntoma en tanto es un nombre del otro del inconsciente, no es el nombre del otro social. Se toma el vacío pulsional de un modo diferente, y hay que ver si reduce la pulsión. Es el problema de si la pulsión es una reducción, un resto al final de la experiencia en tanto des-imaginariza el teatro yoico y causa un desmontaje de la pulsión. Quiere decir que se ha montado en la entrada en la creencia con el Otro, se ha dicho algo de ese hecho vacío, y luego se ha desmontado, se ha perdido el brillo de ese montaje.

lo mortífero es vivificante según de donde

El Otro barrado: angustia o síntoma Titulé la primer clase “Presentación y orden de razones: el Otro barrado”. Se trata de cómo se juega una dialéctica entre un primer momento sin sentido: es la angustia causada por el movimiento de la pulsión alrededor de un vacío. Luego el montaje 20

¿Qué es la pulsión en una determinada

época? Lacan lo dice irónicamente “¿cómo vive una época la pulsión?”, de modo que uno lo mire y se disuelve así la idea de que

el modelo pulsional freudiano es oposición entre pulsión de vida y pulsión de muer-

te. Mejor se traza como una banda de Moebius donde se disuelve el dualismo, vida y muerte

son un verso y reverso. En

nuestros

quemas

es-

didácti-

cos, pensamos el modelo pulsional

como un sistema

dualista que im-

plica formulaciones

de opuestos. Mien-

tras que en un sistema

topológico como el que in-

tenta localizar Lacan por ejemplo con

un ocho interior donde el objeto es exter-

no e interno a una cadena; se trata de la

construcción de un sujeto que está dentro y afuera según la perspectiva. De ese

modo pulsión de vida y pulsión de muer-

te se juntan en la frase “vivir la pulsión”. La segunda pregunta es si puede haber

síntoma sin inconsciente. Es correlativa a un desarrollo que hace Laurent acerca


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

de que nuestra época es delirante porque se plantea como normal que puede haber conflictos sin interpretación, se ha perdido el espíritu crítico del conflicto. En un artículo titulado “El delirio de un inconsciente sin síntoma”, retoma aquello de Lacan que todo el mundo está loco, que todo el mundo delira, porque el conflicto no es interpretable, significa que hay mo-

mentos en la historia de las ciencias donde las respuestas al conflicto empiezan a ser otras que no sea la interpretación del síntoma por el lado de un Otro que descifre. La subjetividad de una época no está determinada por las condiciones del psicoanálisis, sería confiar demasiado en el discurso analítico. Existe la producción del sentido por otros discursos. En “Una fantasía”, conferencia incluida en el libro Punto Cenit- Política, religión y el psicoanálisis- de J.-A. Miller, diagnostica la época en la que no hay una prevalencia de los ideales por sobre los sufrimientos y satisfacciones de cada uno. Esta era la confianza freudiana en el malestar en la cultura, que el aparato cultural iba a producir símbolos que domestiquen las pulsiones. Miller toma como contrapunto a esta idea freudiana un texto de Lacan, de los años ´70, “Televisión”, donde dice que lo que caracteriza a la época es la famosa elevación al “cenit social del objeto a”. Ahora, en la época de la tecno-ciencia; para todos hay objetos técnicos que dan satisfacciones sustitutivas.

FREUD:

LACAN:

Ideal del Otro

Cultura

Pulsión

Malestar

objetos (a) Ideal del Otro

Lacan invierte el planteo freudiano y la pulsión como objeto “a” pasa a prevale-

cer sobre el ideal, objeto “a” en términos

de un objeto técnico que viene a suturar cualquier división. El psicoanálisis se debe adecuar a esto. Ya no hay un analista

simbólico como el freudiano que domes-

ticaría con palabras el agujero de la pulsión, ni tampoco un analista solamente imaginario que daría sentido a todo. Un analista debería responder desde lo real, es

decir desde lo que no está aún nombrado. Si bien Miller plantea esta época comandada por objetos técnicos, no pierde de vis-

ta que perdura el síntoma, entonces hay un analista que responde como sinthome, que pone en juego tanto lo simbólico, lo imagi-

nario como lo real, que tiene que manejarse con los objetos técnicos. Ejemplo es que un

analista no puede prescindir de la posibili-

dad de que su analizante, a veces, recurra a los

psicofármacos, y tiene que responder a eso. Si es verdad que es una época en la que

hay un empuje, hay que ver por qué se utiliza esa palabra. Freud usa la palabra drang para esto. ¿Por qué habría un empu-

je a consumir estos objetos técnicos? ¿Por

qué Freud diferenciaba el trieb pulsional, 21


FUNDAMENTOS

el Instinct del instinto, del drang del empuje que tiene el movimiento pulsional? La balanza de los nombres sinsentido Se puede situar y diagnosticar esta época como balanza. Una balanza que oscila entre el empuje a un infinito sentido, y un efecto reaccionario a ese infinito. La reacción a este empuje es la época de la evaluación, que podría tener dos ejes; el de las clases y el de las leyes en el sentido jurídico, son dos formas de limitar ese empuje en donde el sentido podría desencadenarse al infinito. Este infinito del sentido no es “tengo más objetos técnicos”, es “tengo infinitos sentidos” como algo que yo puedo usar ad hoc, a disponibilidad. Como si hubiera una estructura cuya disponibilidad significante fuera infinita. De modo que nuestra época oscila como un péndulo dialéctico entre:

nibles que no necesariamente son las sustancias, la droga, sino el consumo del sentido. Pero resulta que el mismo dispositivo del psicoanálisis puede favorecer ese goce de sentido como un bla, bla, bla. A contragolpe surge “la ideología de la Evaluación” ( Jean-Claude Milner) que complementada por las clases y las leyes jurídicas, le dice al sujeto “este es tu nombre” y la economía del mercado que ello satisface. Objetos disponibles quiere decir para mi centro de invención del lenguaje, no uno para cada uno, sino cualquier sentido disponible al infinito. Es un problema porque la feminización del universo actual sería como disponer de infinitos sentidos que permitirían goces infinitos, una paleta de muchos colores para poder gozar. Frente a ello está la jaula del lenguaje clasificatorio que viene de una suerte de ciencia. Si a la multiplicidad de goces

y sentidos se oponen la multiplicidad de nombres, se podría decir que hay una relación simétrica y especular entre el infinito femenino y las infinitas clasificaciones. Hacer pareja con la pulsión

Por un lado, existe este universo del “infinito femenino” que supone la ilusión que hay goces muy diversos sin límites. Por eso es una época cuyo paradigma sería “adictivo” porque ofrece infinitos sentidos como los objetos técnicos dispo22

Lacan ha tomado muchas veces la palabra urgencia, como “urgencia subjetiva” que se caracteriza por la ruptura de una cadena simbólica, o sea que alguien que había vivido su vida más o menos con un cierto tempo narrativo de sí mismo, como


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

una psicopatología cotidiana, irrumpe en un silencio, corte de un antes y un des-

pués, un agujero que rompe su narración. En el “Prefacio a la edición Inglesa del Se-

minario 11” va a decir que hay un inconsciente transferencial, significante y otro

real, a partir del Es, pulsional freudiano. La estructura significante esta comandada

no por el significante sino por el objeto. En el capítulo “La sexualidad en los desfiladeros del significante”, del Seminario 11 presenta el Es pulsional freudiano como la realidad sexual del Él

inconsciente. es pulsional

ocupa un lugar,

se puede escribir,

por eso el sujeto es

una topología de un

ocho interior, es un bor-

de de lo que queda por decir

y a la vez una representación opaca. Si hay un inconsciente real y un inconsciente transferencial, el real aparece en la transferencia como obstáculo. Freud lo

describió sin representación. Lacan pue-

de homologar la estructura de la pulsión con esa topología del sujeto, por lo que va a decir que Freud nunca habló ni de la pulsión como un instinto, ni tampoco como un trauma, sino que le dio más impor-

tancia al trieb del que dice que tiene un punto de partida y una meta, trayecto en el que hay un orificio y un borde, y que lo que empuja es el drang que lleva a encontrar nada. Lo que interesa en esa meta al bordear eso, crear un espacio vacío. Todo eso genera un vacío, como el que hace el

alfarero cuando crea el borde de un espacio. Si alguien quiere satisfacerse en lo pleno, apenas se vuelve pleno resulta que es necesario volver al vacío para mantener el deseo vivo. Lo que sabe un adicto es que cuando no hay más droga hay una satisfacción paradójica, a la que tiende ese movimiento pulsional, que va de lo pleno a lo vacío y hace que la pulsión se satisfaga en su recorrido y no en el objeto logrado. Cuando Lacan plantea la “urgencia subjetiva”, dice que el inconsciente es un espacio del laps, que él encontró que lo urgente en un psicoanálisis tiene que ver con eso, con que alguien hable dividido. Estamos en un mo-

mento de la enseñanza de Lacan en el que se trata de hacer el par, quiere decir entenderse y estar de acuerdo, al fin por ejemplo, síntoma y pulsión. El fin supone el acuerdo 23


FUNDAMENTOS

del síntoma con esa pulsión, aceptar que puedo ser pareja de mi síntoma, lograr un cierto acuerdo con eso que parecía su horror.

uno entra a un análisis y en la parte inferior

De ahí también el problema del valor de ese hecho pulsional, porque si me pongo de acuerdo con la pulsión, no la justifico, acepto que fui cómplice de haber gozado de eso, pero no se domestica nada, porque eso sí sería estar del lado de la evaluación, de las leyes, etc. Si acepto que ese infinito con el cual soñaba que me provocó el síntoma, es “un par” con el cual tengo un acuerdo, hay un artefacto acordado.

Llamé S(A) tachado a esta primera cla-

La pulsión como tesoro significante “Subversión del sujeto...” es un escrito que alegoriza en el grafo del deseo el recorrido de un análisis. Acá se comienza, acá se termina, se pasa por la angustia, se pasó por el S (A) tachado, etc. El título de la clase “S (A) tachado” tiene que ver con el modo en que Lacan va a mostrar en ese grafo, como se atraviesa la pulsión y la angustia. Hay dos indicaciones interesantes, la primera es que en el grafo tres dice que alguien se hace preguntas durante un análisis y encuentra respuestas, más o menos dolorosas y sufrientes, o sea que la pregunta que puede hacer alguien en un sueño tiene una respuesta en un fantasma a veces; entonces pone del lado derecho del grafo las preguntas y del lado izquierdo las respuestas. En la parte superior ubica lo que ocurre cuando 24

lo que ocurre cuando uno está como indivi-

duo en la masa, apretado por el ideal social.

se porque un análisis comienza cuando

un sujeto cree en el inconsciente. Pero si esto queda en el primer piso del grafo es

una psicoterapia, inmediatamente va hacia un ideal social. Un análisis puede em-

pezar cuando alguien habla, desprende

un significante y el inconsciente empieza a responder con algo enigmático que

es un deseo. Y este deseo como enigma,

se transforma en una demanda pulsional. En “Subversión del sujeto...”

hace un

grafo tres, en donde al enigma del deseo se responde con un fantasma y otro grafo

completo donde dibuja la demanda pulsional a la que se responde con el S (A)

tachado. Si vivo alegremente la moda de

la época, S(A) tachado es angustia, si estoy en análisis S(A) tachado es la expe-

riencia de la falta de un significante que

nombre a todo el conjunto de significantes. Podríamos leer ese momento de La-

can a partir de las dos vías posibles de la experiencia del S(A) tachado: como una

experiencia de la falta de significante en el análisis, y como la experiencia de la an-

gustia. La experiencia de la falta de signi-

ficante –impotencia- termina en angustia.


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Luego dice: “el grafo inscribe que el deseo se regula sobre la fantasía así establecida, homólogo a lo que sucede con el yo respecto a la imagen del cuerpo”. O sea que ese fantasma está regulando el deseo como se regula el yo con la imagen del cuerpo. Pero lo único que se puede hacer si no se introduce el deseo del analista como diferencia -para que no respondan con el cuerpo y la imagen, ni el deseo igual fantasma- es psicoterapia. Continua: “Digamos para proseguir la metáfora de Damourette y Pichon sobre el yo gramatical aplicándolo al sujeto al que está mejor destinada, que la fantasía, es propiamente “paño” de ese yo (je) que se encuentra primordialmente reprimido por no ser indicable sin el fading de la enunciación (...) Se concibe mejor en nuestra deducción que haya habido que interrogarse sobre la función que sostiene al sujeto del inconsciente, al observar que es difícil designarlo en ninguna parte como sujeto de un enunciado, por consiguiente como articulando, cuando no sabe ni siquiera que habla, de donde el concepto de la pulsión donde se la designe por una ubicación orgánica, oral, anal, etc. que satisface esa exigencia de estar tanto

más lejos del hablar cuanto más habla”. El psicoanálisis como un par Si uno está en análisis todo enunciado pue-

de remitirse a una enunciación, a otra cosa que no está dicha. De modo que toda exi-

gencia de sentido va a ser imposible de sa-

tisfacer porque ya el lenguaje está duplicado entre enunciado y enunciación. Es decir

que en análisis se experimenta que la exigencia pulsional de la demanda, su sed de sentido, no va a ser satis-

fecha: hay algo lógi-

camente imposible. Termina dicien-

do: “Pero si he

hecho

un

gra-

fo completo nos

permite situar a la

pulsión como tesoro

de los significantes”. Lo

llamativo es que cuando todos

creíamos que el tesoro del significante era el A, es la pulsión donde está el tesoro del

significante pero en la medida en que reduzco el goce a la castración, o sea limi-

to la exigencia de la pulsión, su anotación

como S tachado ($) rombo demanda (D). La división del sujeto frente a la exigencia de la demanda pulsional, supone que esa D pide más y por lo tanto divide. Por eso la demanda pulsional no es solamente demanda 25


FUNDAMENTOS

de decir sino de hacer; la compulsión lo dice en la frase “no puedo dejar de hacerlo”. “No puedo dejar de decirlo” sería un segundo momento. Finalmente sería “No puedo dejar el análisis”, cuando el análisis se vuelve esa alteración de sentido adictiva.

Entonces, el famoso diagnóstico de la época como adictiva, hay que pensarlo no solo por el lado de sustancias químicas, sino por la sed de sentido, que se limita porque en el fin, se cambia de discurso como se cambia de raza: se satisface con el psicoanálisis como un nuevo par.-

(*) Clase inaugural del Curso de Verano ¿Síntomas sin inconsciente? El psicoanálisis no sin el Otro -Clínica de la angustia al deseo- dictada el miércoles 6 de febrero en la Asociación de Psicoanálisis de La Plata (APLP) bajo el título: “Presentación y orden de razones. El Otro barrado.” Establecimiento Marcelo Ale (**) ENRIQUE ACUÑA. Director de la A.C.I.D corrientes-Chaco e interlocutor de la Delegación posadas del IOM2. Director de enseñanzas de la Asociación de psicoanálisis de La Plata. Miembro del Centro Descartes, de la Escuela de la orientación Lacaniana (E.O.L) y la Asociación Mundial de Psicoanálisis (A.M.P). Escritor y cineasta.

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

El Inconsciente, el Psicoanálisis y lo Abyecto 1 Emilio Vaschetto 2

E

l hombre moderno El discurso analítico no es fruto de una teoría ni de una con-

cepción del mundo, sino lo que resulta de una práctica efectiva, del efecto de haber atravesado la experiencia de un psicoanálisis. Ahora bien, ¿cuál es el alcance de este discurso en una época en donde el rechazo del inconsciente es moneda corriente, en donde las palabras y los cuerpos están francamente divorciados, donde los efectos de discurso poseen una resonancia efímera? Modernidad, posmodernidad, hipermodernidad, ultramodernidad… ¿qué más da? La condición trágica ha tomado un nuevo relevo, haciendo del sujeto actual, no un enfermo sino el portador de una pregunta que nos concierne. Lo que se llama psicoanalista ciudadano es una cuestión de lectura, es el impulso (el deseo) de poner sobre la mesa el malvivir. Recordemos aquí que si la práctica ana-

lítica ha demostrado alguna pertinencia en el concierto de los diferentes discursos sobre el sufrimiento humano, ha sido por asumir el riesgo de ocuparse de esas “subjetividades marginales” (Lacan, Escritos), haciendo surgir de manera inédita la dimensión deseante en el sujeto del pathos y en el que aloja el decir sobre eso. Ahora bien, suele decirse que lo que no ingresa por la puerta finalmente entra por la ventana. Nosotros lo reproducimos bajo la célebre fórmula lacaniana “lo rechazado de lo simbólico retorna en lo real”. Vemos en las consultas médicas de urgencia, en las guardias de los hospitales, clínicas o sanatorios, en los diferentes servicios de salud, el retorno patético de aquellas ofertas provistas por la ciencia actual y que se hacen presente de manera paroxística en los cuerpos. Los cortes, superficiales o profundos (¿qué diferencia hay?) y la ingesta abundante de psicofármacos, bajo el predicado a esta altura eufemístico de “intento de

Texto corregido y modificado del aparecido en el Aperiódico “Inconscientes” bajo el título “Lo abyecto”, Año 2013. 2 EMILIO VASCHETTO. Médico psiquiatra y psicoanalista. Miembro de la EOL, la AMP y el Centro Descartes. Profesor universitario, Facultad de Medicina UBA. 1

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FUNDAMENTOS

suicidio”, vienen acompañados del leitmotif “no pensar”, “desenchufarme”, “desconectarme”. ¿No es acaso el retorno en lo real de la promesa de rectificar el cuerpo mediante la cirugía –dicha estética- o de hacer con el objeto pharmakon3 una dependencia confortable o un blindaje libidinal? La más de las veces son cortes que no cortan nada verdaderamente; en otras, la anulación de la vigilia acarrea la anulación del sujeto que despierta ante la angustia. Por fuera de la urgencia tenemos otra manifestación: aquella que junto a la declinación de la idea de conflicto (de la cual el psicoanálisis ha extraído la noción misma de sujeto) ha intentado sortear la falta en ser mediante la imposición de una patología de la insuficiencia, una inhibición del cuerpo y del pensamiento, la depresión. Así el deprimido se ha transformado en un hombre atascado –como refiere A. Ehrenberg (1998), pero en su posibilidad subjetiva. Es decir, la falta que introduce al sujeto en la vía del deseo o del bien decir, se encuentra omitida o reemplazada hacia por una retórica de la disfunción4. Finalmente, los discursos sobre género y las políticas de anulación de la diferencia sexual suele ser en algunos casos otra de las formas que adquiere el rechazo del inconsciente. La “asunción” performativa del

sexo (para decirlo en términos de Judith Butler), es decir, la declaración (consciente) del sexo más allá del destino anatómico del portador, junto a los efectos en nuestro país de una “ley de identidad de género” no han sido calibrados aun por el psicoanálisis. Pero el futuro es hoy, y cabe anticipar una posición en donde el psicoanálisis propone una ética de la diferencia, allí donde se imponen todo tipo de hegemonías uniformizantes, sean éstas hétero, homo, trans, intersex, @ o como se quiera llamarlo. En tanto la declaración del sexo es, para nosotros, inconsciente, las políticas de anulación de las diferencias terminan siendo congruentes con la época del rechazo del inconsciente. Ahora bien, es conocido que Lacan aborda el concepto de inconsciente junto al de “presencia del analista”, al punto de decir que “La propia presencia del analista es una manifestación del inconsciente”. Pero en particular, es menester señalar una mención lateral que realiza en el año 64’, donde anuncia cierta tendencia hacia el rechazo al inconsciente. La respuesta que da Lacan en ese año es por demás interesante: si hay rechazo del inconsciente pues hay que integrarlo al concepto de inconsciente (!). Es decir, si la presencia del analista debe incluirse en el concepto de inconsciente,

Vocablo que introduce Platón en “Fedro”, donde se conjugan la idea de remedio tanto como la de veneno. Para un examen detallado ver: Jacques Derrida, “La farmacia de Platón”, en La diseminación, Fundamentos, Madrid 1975. 4 Vaschetto E. (comp.) “Depresiones y psicoanálisis. Insuficiencia, fatiga, cobardía moral, dolor de existir”. Buenos Aires, Grama, 2006. 3

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

también debe incluirse cuando hay rechazo de inconsciente. Si en el orden del deseo, de la decisión, el analista está ahí, el Otro sitio es posible –a pesar de su rechazo. De tal manera es imprescindible ubicar la dimensión política del rechazo cuando se pluraliza la figura del analista: “los psicoanalistas –dirá Lacan en su escrito, Posición del inconsciente- forman parte del concepto de inconsciente, puesto que constituyen aquello a lo que éste se dirige”. El rechazo será, en consecuencia dirigido hacia esta presencia, que deberá saber golpear esa caverna –desde adentro- para que surja la síncopa que marca el contratiempo de la causa. Ablehnung Lacan le pide a Jacques-Alain Miller que el índice de términos en alemán de los Escritos, comiencen con la palabra Ablehnung (abyección, rechazo). Este término se encuentra evidentemente contenido en el volumen de dicha obra al menos cuatro veces, pero su mención más importante, a mi modo de ver, es la que se encuentra en el escrito Variantes de la cura tipo, donde hablando del análisis del psicoanalista y de su fin, traduce esa Ablehnung como una resistencia a atacar, la del “demasiado poco para mí”. “Este término, comenta Miller, tenía un alcance polémico: Lacan se amparaba en la idea de que él se enfrentaba con la

abyección de sus colegas psicoanalistas, y a esto apunta la utilización de la palabra…” Lacan ubica al psicoanalista a favor o en contra de este término, en la posición de objeto a, que como él señala es abyecto y a su vez, realiza un tratamiento de lo abyecto, del mal, allí donde “… el goce hunde sus raíces en la abyección”. No dejaremos pasar por alto que Freud, en el testamento que constituye su “Análisis terminable interminable” (1937), hacia el final del escrito ubica lo abyecto como el “rechazo a la feminidad” (Ablehnung des Weiblichkeit)5. Lo interesante de este legado es que este rechazo a la feminidad es algo con lo que tienen que arreglárselas ambos sexos. La relación al Otro sexo. La abyección del cuerpo “ Y aún en la propia tontería y en el desprecio, los despreciadores del cuerpo sirven al propio sí-mismo. Yo les digo: ‘También el símismo quiere morir y se aleja de la vida’. Ya no es capaz de hacer aquello que más desea, crear por encima de sí mismo. Eso es lo que más quiere, en eso consiste todo su ardiente deseo. Y sin embargo, para llevarlo a cabo, es ya demasiado tarde para él, por ello el sí-mismo quiere sucumbir en su propio ocaso, despreciadores del cuerpo. ¡Sucumbir en su ocaso quiere el sí-mismo de cada uno de ustedes, y por ello se transformaron ustedes en los despreciadores del cuerpo!” (F. Nietzsche, Así habló Zaratustra)

En la traducción de Strachey figura como “desautorización a la feminidad”. Freud S. “Análisis terminable e interminable”. Buenos Aires, Amorrortu XXII, 1987, p. 253.

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FUNDAMENTOS

Comenzamos hablando de la época del rechazo del inconsciente, luego de lo abyecto como política y finalmente lo abyecto en relación al otro sexo.Ahora hablemos del cuerpo. Es menester señalar que para Freud el inconsciente no es sin el cuerpo, no hay por qué despreciar el cuerpo. La biología freudiana es, propiamente hablando, la respuesta al modo en que se apuntala en ese cuerpo la sexualidad humana, que por sí sola (y hasta donde tenemos noticias) se sostiene mal (Masotta, 1979). El cuerpo como sede de satisfacciones, sitio donde los placeres emergen de sus pliegues y se condensan en sus orificios, se encuentra hoy trastornado bajo un modo de rechazo muy particular, el rechazo anoréxico. Aquí, la dimensión de alteridad que posee el cuerpo, el Otro cuerpo, sostenido por las leyes del lenguaje, se subordina al signo de la pulsión de muerte (aquello que Freud ubicaba como “más allá del principio del placer”). Todo gira en torno al cuerpo pero en un circuito autoerótico, evitando pasar por Otro. La clínica de la anorexia propone una clínica del silencio del cuerpo, del goce silencioso del cuerpo, “del cuerpo que asume la forma no de un teatro sino de un muro” (D. Cosenza, Il muro dell’anoressia)6. La abyección del cuerpo sexuado resulta ser conservadora, el eje de su pasión es conservar un cuerpo indiviso, sin contacto con la castración, indiferenciado del Uno. Elidida

a su vez la dimensión del deseo, la dinámica libidinal se inscribe en términos polares entre lo vacío y lo lleno, entre el comer hasta reventar y el morir de inanición (si pensamos en la alternancia bulimia-anorexia). “Si como y vomito, me hago mal; quizás lo mejor sea dejar de comer del todo”, dice Cielo Latini en su libro autobiográfico Absurdah, dando cuenta de esta alternancia, en donde la falta que instaura el deseo, está excluida y es reemplazada por el goce alternante del todo o nada. Freud no hace referencia al rechazo del cuerpo sino que en contraposición a esta idea utiliza el término “complacencia somática”. Es un término que bien dice de la docilidad del cuerpo en la histeria, en donde la relevancia sexual acordada al órgano es leída en términos metafóricos, vale decir, responde a una estructura de lenguaje. Esto constituye, según Freud, “un factor determinante en la ‘elección de neurosis’”. La antecedencia del término “complacencia somática” puede ser encontrada en los “Estudios sobre la histeria” (1895) en donde expresa cierta “proclividad” en el cuerpo de algunos individuos para padecer los fenómenos somáticos de conversión. Ya avanzada la teoría psicoanalítica, hacia el final del artículo “Perturbación psicógena de la visión” (1910), Freud se refiere explícitamente a la solicitación o complacencia

D. Cosenza, Il muro dell’anoressia, Roma, Astorlabio, 2008. Ver también: M. Recalcatti, L’uomo zensa inconscio, Milán, 2007.

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

somática como la predisposición a contraer perturbaciones neuróticas y principalmente histéricas; término que, a pesar de todo, toma una designación “provisional”. En 1912 (Contribuciones para un debate sobre el onanismo) donde discute con Stekel por ser “demasiado psicogénico” y refiere: “ Yo sigo viendo las cosas como se me aparecieron al comienzo, hace más de quince años: las dos neurosis actuales –neurastenia y neurosis de angusitia (quizá se les deba agregar, como tercera neurosis actual, la hipocondría en sentido estricto)prestan la solicitación somática para las psiconeurosis, les ofrecen el material de excitación que luego es psíquicamente seleccionado y revestido (umkleiden), de suerte que, expresado en términos generales, el núcleo del síntoma psiconeurótico- el grano de arena en el centro de la perla- está formado por una exteriorización sexual somática.” (Freud, EA XII, p. 257). Ahora bien, Lacan coloca como siempre su grano de sal al asunto y refiere: “A propósito de la histeria, dice Lacan, se habla de complacencia somática- Aunque el término sea freudiano, ¿no podemos darnos cuenta de que es bastante extraño y que se trata más bien de rechazo del

cuerpo? Al seguir el efecto del significante amo, el sujeto histérico no es esclavo.” ( Jacques Lacan, El reverso del psicoanálisis) Este párrafo nos ayuda a pensar un aspecto del cuerpo cuando la dimensión del deseo no está metaforizada o bien cuando algo escapa al dominio del cuerpo mismo, una suerte de rebelión. Miller ubicará el fenómeno de complacencia somática y rechazo del cuerpo articulados, como dos caras de un mismo fenómeno “según se lo refiera al significante amo o al deseo”. Decir que sí al cuerpo (sumisión del cuerpo al deseo), decir que no (al discurso del amo). (“Embrollos del cuerpo”, 2012). Dos vertientes dialécticas que se articulan según se refieran éstas a la libido progresando a través de un tejido de equívocos o bien produciendo acontecimientos del cuerpo. A este respecto podemos entender que así como el histérico rechaza su cuerpo, en el fenómeno psicosomático es el cuerpo el que rechaza a sujeto. Otro tanto diremos de la angustia, donde en los años 70’ Lacan la sitúa en relación al miedo, pero un miedo del cuerpo, un miedo 31


FUNDAMENTOS

a ser reducidos a nuestro propio cuerpo. La experiencia del pánico señala el sorpresivo colapso de aquellas defensas que permiten darle al hombre la ilusión de una cierta consistencia. Cuando irrumpe en la escena del sujeto, demuestra palmariamente que hay algo que no permite estar alojado en la imagen narcisista del propio cuerpo. El panic attack que hoy adquiere dimensiones epidémicas, es un testimonio abierto de la contribución que realiza el exilio simbólico del cuerpo al malestar en la cultura. Cómo evitar la psicología El rechazo del inconsciente es una expresión del año 73’ que se encuentra en Lacan en un texto hablado para la radiotelevisión francesa (Otros escritos, 2012), precisamente en una época donde el inconsciente es definido como real. El inconsciente como real, es decir en tanto que su incidencia es sobre el cuerpo que goza. En dicho texto menciona la depresión como una cobardía moral y por lo tanto rechazo del inconsciente. Sin entrar en la complejidad del parágrafo del cual nos ahorraremos tanto su transcripción como su exégesis, diremos en primer lugar que hay una oposición entre cobardía moral y orientarse en el inconsciente y en segundo lugar, que el rechazo del inconsciente no es patrimonio exclusivo

32

de la psicosis sino que puede estar presente en otras estructuras (y más allá, responder a toda una época, como expusimos ab origine). Posición de rechazo del inconsciente es la de aquél que no se presta a la lógica significante, o donde, por ejemplo, no hay admisión de la pregunta sobre “¿qué quiere decir?”. Asimismo puede darse en la no constitución de un síntoma analítico, es decir, aquél que se presenta ante otro (analista) sin implicarse subjetivamente en el sufrimiento, puesto que entrar en la transferencia es, de alguna manera, aliviar el rechazo del inconsciente. Para concluir, diremos que el rechazo del inconsciente se acerca mucho a la tesis de Lacan en su última enseñanza cuando habla de “contrapsicoanálisis” (L’insu…, 1974), en el sentido de que la elaboración inconsciente y la promesa de significación que es propia del psicoanálisis, lleva al análisis interminable y es justamente donde es necesario que se produzca un corte, un corte equivalente a lo que Lacan enuncia como un “contrapsicoanálisis”. En último término, ir en contra del sentido, “frustar” (Versagen) y no gratificar, poner en suspenso la comprensión y escuchar el significante. Esto evita la religión (o la psicología).


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Los puentes del amor Viviana Fruchtnicht (*)

C

orrían los años sesenta y Lacan hablaba para algunos –no cualesquiera- en calidad de refugiado en la Escuela Normal Superior de Paris. Había sido “excomulgado” el año anterior de la IPA, por sus pares y aún por algunos de sus analizantes. Es ahí que Lacan se pregunta qué es el psicoanálisis y qué deseo anima a su operador. Pregunta mochuelo la primera, pregunta que atraviesa de punta a punta el seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis1 la segunda, sobre el trasfondo de lo que Lacan define como proyecto radical permanente, el que va de la pregunta “¿El psicoanálisis es una ciencia? a: ¿Qué es una ciencia que incluya al psicoanálisis?2 . Exilado y refugiado, excomulgado o desterrado, no bebió la cicuta aunque el trago haya sido amargo. Como sea, su deseo –como el de Sócrates- alcanzó para atravesarnos, y atravesar a la cultura toda.

seado por un Alcibíades borracho la figura del agalma. Joya preciosa que, como el feti-

Acaso por eso cuatro años antes había abrevado de El Banquete de Platón, para indagar la transferencia -¿qué sería –agrego- una ciencia que incluya el amor? Ubica ahí, en la figura de un Sócrates hirsuto de-

ferencia en dos vertientes: la libidinal que

che, no entra en la circulación de los bienes de intercambio, esto es, no tiene valor de

cambio. Detalle no menor para pensar el

lugar del analista en una civilización donde

absolutamente todo es intercambiable en la

economía de mercado. Banquete con reglas, donde cada uno en determinado orden hacía un elogio del amor, del amor-deseo, el

saber sobre el amor, lo simbólico del amor. Y cuando le toca el turno a Sócrates, él, que

decía que de lo único que sabía era del amor

le pasa la palabra a Diótima, la hechicera, la que había mantenido la peste a raya durante diez años en Tebas. Y Diótima dirá que

el amor es un asunto de pragma, de praxis, de doxa, de la opinión verdadera. Una

fémina –no-todo brujas- viene a marcar la

hiancia en el saber sobre el amor. Transmarca la entrada dionisíaca de Alcibíades, y la epistémica, de cuyos límites se encarga de poner en evidencia Diótima. Signifi-

cante y goce, si preferimos. Dos vertientes

Lacan, Jacques: El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós ed. Buenos Aires, 1987 y siguientes reimpresiones. 2 Lacan, Jacques: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Reseña del Seminario de 1964”. 1965. En Otros Escritos. Editorial Paidós. Buenos Aires. 2012. Pg. 205 1

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FUNDAMENTOS

que Lacan en el Seminario La transferencia

no empalma aún. Lo hará en el 64 en la rue d’Ulm, cuando haga de la crisis una

oportunidad para iluminar lo abrupto de lo real3 eligiendo los cuatro conceptos que

juegan en la subversión producida en el sujeto

del saber una función originaria4, fundante. Ahora bien, ¿En qué clave leer Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis?

Una clave posible es el empalme, o puente -para hacerle honor a la revista que acoge este trabajo y a quienes en las dos orillas del Puente General Belgrano detentan un saber hacer en acto con los empalmes. Anudamiento de estos cuatro conceptos por una topología que los sostiene en una función común5, para lo cual Lacan debe redefinirlos. Lo primero que quiere empalmar Lacan, a esta altura de su enseñanza, es el inconsciente y la pulsión. Para ello modifica radicalmente el concepto de inconsciente. De haberlo pensando hasta acá en términos de cadena significante, S1-S2, lo define ahora como quiebre, como hiancia, como agujero que se abre y se cierra en una topología de borde, como la boca infernal y larvaria de lo no-nato, de lo no realizado. Abertura infernal goethiana, ombligo del sueño en Freud. El modelo para este concepto de

inconsciente son las zonas erógenas de la pulsión. Zonas de borde que devienen esquema de la nasa que se abre y cierra en una pulsación temporal. El inconsciente como un cesto de pesca que se abre… desde adentro, mientras Lacan es mirado por el brillo reflejado en una lata que flota en el Sena, cuestiones de pequeños objeto a que no estarán ausentes en este seminario. Cierre que se producirá por la presencia del analista en su aspecto más real, con todo el peso pulsional del sujeto y del analista, en la que el inconsciente y el analista constituyen la misma superficie topológica. Pero esta analogía conceptual no alcanza para el empalme en esta topología de borde. Requiere modificar también algo del concepto de pulsión, y Lacan lo hace modificando el de repetición. Y para poder modificarlo requiere separarlo de la transferencia. Para ello abreva, esta vez, en La Física de Aristóteles. Tyche y automaton, dos términos que denotarán el encuentro siempre fallido con lo real el primero y la repetición en la cadena significante el segundo. Hoy, última enseñanza de Lacan y Jacques-Alain Miller mediante, podemos ubicar la iteración de goce para el primero de estos términos y la repetición para el segundo. Pero ¿qué es lo que Lacan modifica del concep-

Lacan, Jacques: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Reseña del Seminario de 1964”. 1965. En Otros Escritos. Editorial Paidós. Buenos Aires. 2012. Pg. 205 4 Ibidem 5 Ibidem 3

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

to freudiano de repetición? Sabemos que Freud, en su segunda tópica, conceptualiza a la repetición ligada a la pulsión de muerte, y también conocemos que muchos post-freudianos rechazaron el concepto de pulsión de muerte, quedándose solo con el repetición como cáscara vacía. También conocemos del apotegma freudiano de su primera tópica, de que aquello que no se recuerda se repite. El texto princeps para esto es Recordar, repetir y reelaborar6 . Pues bien, Lacan, que formula el inconsciente estructurado como un lenguaje, vuelve sobre esto, no se dirige al lenguaje natural sino al lenguaje formal, como el de la cibernética, como el de las computadoras –en esto es una excelente guía el texto de Eric Laurent Entre transferencia y repetición7 - un sistema binario de combinaciones de 0 y 1. Lacan formula la repetición como secuencia numérica de ceros y unos. Automaton es la repetición del 1 del significante, un Uno que se repite una y otra vez, más la repetición conjunta del cero. Cada 0 (cero) inscribe en la cadena significante el silencio pulsional,

el 0 inscribe en la cadena simbólica el silencio de la pulsión acéfala, de la pulsión de muerte. A su vez Lacan ubica que la mnesis, que la memoria no es del sujeto, es en lo real del viviente, quizá –podemos pensaren lo real del aparato neuronal que Freud aborda en El proyecto. No se repite, pues, lo que no se recuerda. Se repite lo que no es, lo no-nato, lo no realizado. Razón por la cual, la repetición queda del lado del inconsciente, incluyendo el silencio pulsional y no del lado de la transferencia (como en la versión freudiana de lo que se repite en la transferencia con el analista de las imagos parentales). Y la iteración de goce, tyché, del lado del encuentro –siempre contingente, siempre imposible, siempre fallido- con lo real. ¿Cómo define entonces a la transferencia? Primero la define en su vertiente libidinal como la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente. Realidad y sexual son términos antinómicos, el primero está del lado del proceso secundario freudiano y

Freud, Sigmund, Recordar, repetir y reelaborar. 1914. Obras completas, Tomo XII, p. 45. Amorrortu ed., 1º edición en castellano,1982. 7 Éric Laurent, Entre transferencia y repetición, Ed. Atuel, Buenos Aires, 1994. 6

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FUNDAMENTOS

es por definición desexualizado (fantasma

en Lacan) y el segundo está del lado del proceso primario y es sexualizado en tanto está regido por el principio del placer-

displacer y atañe al deseo. Para Lacan la transferencia es la puesta en acto en el aquí y ahora con el analista, de la realidad sexual

del inconsciente. ¿Cómo empalma estos dos términos antinómicos? El empalme

lo produce el deseo, pero no el del sujeto, sino el del analista. Después la define en su

vertiente epistémica como Sujeto supuesto Saber, lugar que encarna el analista porque el analizante se lo atribuye. ¿Cómo empal-

ma las dos vertientes? Nuevamente con el

Deseo del analista pero en su encuentro con el deseo del analizante. Y cuando se empalma hay un efecto: el amor de transferencia. ¿qué valor tiene? Es el amor es su

faceta más resistencial. El amor de transferencia es resistencial en tanto produce

el cierre del inconsciente, como antes ha-

bíamos visto. Indicación clínica de Lacan: hay que esperar a este momento para interpretar. La transferencia es entonces siem-

pre actual y –en los términos tradicionales

freudianos de positiva y negativa- siempre negativa. ¿Y cómo define al Deseo del ana-

lista? Como el deseo de obtener la diferencia absoluta… entre el Ia y el a, entre el

significante y el goce. Pero hay un agregado: a condición de que no sea puro, porque Lacan está pensando en el deseo puro kan-

tiano que empuja al sacrificio a los dioses 36

oscuros. Esto es una condición ética sine qua non para el analista, de la que seguramente Freud se anotició lamentablemente a destiempo con El hombre de los lobos. Ahora bien, ya no estamos en los sesenta, entramos de lleno al S XXI y entramos con los ideales caídos y sin la función paterna operando en la civilización. No es sin consecuencias en la clínica, todos los analistas sabemos de los nuevos síntomas, de los síntomas contemporáneos, de los desanudados del Nombre del padre que llegan a la consulta. ¿Sabemos también cómo y desde donde operar para seguir siendo eficaces? Es evidente que debemos repensar todas las categorías psicoanalíticas, no alcanza con conocer la última enseñanza de Lacan, hay que repensar desde ella todo nuestro aparato conceptual y repensarlo sin alejarnos un ápice de la clínica. Incluidas las categorías tratadas en este trabajo, que suponen una legalidad del inconsciente en tanto anudado al N-del-P, un real con ley, donde concomitantemente el lugar del analista se puede pensar, en los términos más generales, como subrogado del Nombre del Padre. ¿Cómo pensar el lugar del analista cuando el sujeto no está anudado por el Ndel-P, cuando tratamos con un real sin ley? ¿Cómo pensar el deseo del analista? ¿Cómo pensar la transferencia? ¿Cómo pensar la repetición? ¿Cómo perturbar la defensa? Respecto a la primer pregunta personalmente he podido verificar en mi clínica lo


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

que Lacan enuncia en el Seminario XXIII8 respecto a que el psicoanalista –no el psicoanálisis- es sinthome, pero tratarlo acá excede los límites de extensión de este trabajo. Respecto a la segunda Jacques-Alain Miller ha redefinido el deseo del analista como “el deseo de obtener, de llevar a alguien a su real, despojándolo de todo sentido” y agrega nuevamente “a condición de que no sea puro”. Es a pensar y a trabajar. Cuestiones estas que señalo solo a grandes pinceladas, a guisa de dejar una marca de que no se pueden tratar cuestiones como las trabajadas en este pequeño escrito (que tiene como referencia el curso dado por mí en el CID Corrientes-Resistencia del

Padre. De que los analistas podamos seguir

tener en cuenta que son a repensar a la luz

La Orientación es el síntoma. Clínica, episteme, ética, política. Grama ed. 2009.

IOM el 30 de agosto del presente año) sin

de la clínica actual. Tenemos una guía permanente y no perecedera: la orientación a lo real en el síntoma. La cuestión fundamental hoy es –en mi opinión- como per-

turbar la defensa cuando el síntoma no está anudado al significante del Nombre del

siendo eficaces depende el porvenir del psicoanálisis en la civilización. No será sin los puentes del amor. Y no será –hoy más

que nunca- sin que estos puedan apensar-

se9 más allá –o, con más precisión, en con-

tra- del significante del Nombre del Padre.

(*) Viviana Fruchtnicht: Psicoanalista. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Autora de: El psicoanálisis, la modernidad, la posmodernidad. Eticas de lo Ideal, ética de lo real. Grama ed. 2004.

Otras publicaciones (Revistas, diarios). Coautora de: Una práctica de la época. El psicoanálisis en lo contemporáneo. Grama ed. 2005. Compiladora: Alejandra Glaze. Docente del IOM2. Integrante del Consejo Editorial de Virtualia, Revista digital de la EOL. Integrante de la Red de la EOL.

Lacan, Jacques, El Seminario, libro XXIII, El Sinthome. Paidós ed., Bs.As., 2006, “Se piensa contra un significante. Este es el sentido que he dado a la palabra apensamiento. Uno se apoya contra un significante para pensar”. Jacques Lacan, El Sinthome, bibliografía citada, pg. 8 9

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FUNDAMENTOS

Una época con sed de sentido Marcelo Ale (*)

E

l malestar entre pulsión y discurso

Sigmund Freud llamó malestar a la expresión subjetiva del retorno de aquello que el sujeto debió ceder para entrar en el campo del Otro y ser parte del rebaño, y definió a la cultura en una de sus acepciones, como el lugar en el que se crean las formas de satisfacer la pulsión. También, y a los fines de desarrollar el título del primer apartado, podríamos definirla como una trama discursiva que desembarca sobre la subjetividad en cada época. Se trata de avizorar las maneras en los que los discursos se encarnan y afectan los modos de vida en cada momento y lugar. Los discursos determinan la manera de vivir, de vestirse, de gozar y hasta de morir. Alguien puede considerar que su cuerpo es la cárcel del alma, la sede de los pecados, una máquina funcionando o un medio para obtener placer o sufrimiento. Se trata de ver de qué manera cada cuerpo es penetrado por los discursos en las distintas maneras de vivir la pulsión.

El psicoanálisis introduce una nueva manera de considerar la afectación del cuerpo por los discursos, y por lo tanto de su “tratamiento”. De ese modo podemos acercarnos a una teoría del malestar que pendule entre pulsión y discurso Hoy podríamos decir que trama discursiva, puede definir lo que llamamos el campo de la cultura como ese paisaje que nos invita a formularnos las siguientes preguntas: ¿Que relaciones mantenemos los analistas con los otros discursos que merodean en la época en la que vivimos, con esos otros discursos que incitaron a Freud a promover su “Múltiple interés del psicoanálisis? ¿Por que a los analistas nos interesa la cultura, su actualidad y sus variaciones? Si Freud fue hijo de su época, el psicoanálisis que inventó debe trascenderla, y si a los analistas nos interesa la cultura es porque su trama discursiva desciende a los divanes incidiendo sobre la práctica analítica. Esa trama cambia, por lo tanto también varían las formas de satisfacción

(*) MARCELO ALE. Psicoanalista. Miembro de la Asociación de Psicoanálisis de la Plata. Autor de “La clínica analítica y las referencias” y “Pasión y encanto en la experiencia analítica”. Publico en numerosos artículos en revistas de psicoanálisis

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

-modo de vivir la pulsión- que determina. De este modo la relación pulsión-cultura se establece en tanto esta se erige creadora y continente a la vez de sus objetos.

Valores que rigen la acción

La cultura de hoy no es la misma en la que Freud escribió su texto “El Malestar

En el Escritorio Clínico de investigación en la APLP que coordinamos con Fátima Alemán sobre el tema “Valores estéticos/ valores éticos, hemos leído por sugerencia de Enrique Acuña, el artículo de Oscar

Cada teoría del malestar depende de la época en la que nos toca vivir, y los analistas nos anoticiamos de ese malestar por su mensajero; el síntoma, que además de su cara significante -como buen Dios Jano- tiene otra que es la pulsional que se pone en juego en la pregunta lacaniana ¿Cómo vive una época la pulsión? Pregunta que puede comenzar a esclarecerse a partir de la manera en la

Lo interesante de destacar es que cuando Masotta distingue el Superyó del Ideal del yo, no lo hace a partir de una teoría de las identificaciones sino a partir de una teo-

en la cultura”, por lo tanto las hipótesis sobre las causas del malestar tampoco son iguales, es decir que el malestar actual ya no puede explicarse por el modelo de la represión como bien lo hacía ya antes de ese texto en “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna” de 1908

que cada sujeto responde a la demanda de satisfacción de nuestra cultura. En el tercer apartado titulado Época de balanceo: un péndulo dialéctico, retomaré esta pregunta

Masotta que lleva ese nombre incluido en su libro Lecturas de psicoanálisis Freud-Lacan. En ese texto, que corresponde al establecimiento de una clase dictada en Barcelona a mediados de los años 70, explica el malestar en la cultura a partir del modo en el que cada sujeto se apropia de los valores sociales, de la manera en la que estos se vinculan con los significantes de la cultura. En ese artículo introduce la problemática del valor en psicoanálisis y su incidencia en el síntoma.

ría del valor. Tanto el Ideal del yo como el Superyó se apropian de significaciones y valores sociales. Afirma que: “esa apropiación en el Ideal del yo, tiene una dimensión 39


FUNDAMENTOS

estética, son valores con los cuales me invisto para vestirme con ellos”.En cambio, en el caso del Superyó, la apropiación del valor es desde una dimensión ética: “En lo que se refiere al Superyó diremos que, igual que en el Ideal del yo hay apropiación de significaciones y valores sociales. Pero la función varía; ahora es ética, hay una recomendación con respecto a la acción”. Las dos caras del síntoma aparecen ligadas a las dos formas de relación que tiene el sujeto con los valores -los estéticos y los éticos- de los que se apropia. Los primeros están vinculados a la envoltura formal en tanto constituyen su I(A) y aportan una vestimenta con la que se presenta ante el Otro que lo contempla. Se trata de una estética del síntoma en el Ideal del yo, y de una ética del goce en su núcleo en el Superyó, en quien también se trata de apropiación de valores, pero no ya de esos que visten al sujeto ante la contemplación del Otro –por eso una estética- sino de aquellos que rigen su acción -por eso una ética-. Tanto la estética del Ideal como la ética del Superyo dependen de la apropiación de valores sociales que van a comandar tanto la exposición al Otro como la acción del sujeto. Época de balanceo: un péndulo dialéctico Al inicio del corriente año en la Asociación de Psicoanálisis de La Plata dictamos un Curso 40

bajo el título “¿Síntomas sin inconsciente?El psicoanálisis no es sin el Otro” En la revista “Microscopía” Nro 120, se puede leer un texto de Enrique Acuña titulado “Las bodas con la pulsión” que reseña la clase inaugural que dictó de ese curso, en el que planteó entre otros temas, la pregunta “¿Cómo se responde en cada época frente a esto que uno podría definir de entrada como un “hecho vacío de palabras”?, frente a esa acción que rige la pulsión? podríamos agregar Los modos de manifestación de la pulsión a los que debemos responder- acting out, pasaje al acto por ejemplo- han sido además los ejes temáticos tanto del Seminario de Investigación Analítica (SIA) como así también del Programa de Investigaciones Clínicas-Ejercicio Clínico (PIC) en la APLP Para responder a esta pregunta que nos reintroduce al tema del “Malestar en la cultura y su futuro anterior”, tomaré el siguiente pasaje del texto antes mencionado “Las bodas con la pulsión” en el que nuestra época aparece definida como una balanza: “Una balanza que oscila entre el empuje a un infinito sentido, y un efecto reaccionario a ese infinito. La reacción a este empuje es la época de la evaluación, que podría tener dos ejes; el de las clases y el de las leyes en el sentido jurídico, son dos formas de limitar ese empuje en donde el


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

sentido podría desencadenarse al infini-

to. Este infinito del sentido no es “tengo

más objetos técnicos”, es “tengo infinitos sentidos” como algo que yo puedo usar ad hoc, a disponibilidad. Como si hubiera una

estructura cuya disponibilidad significante fuera infinita. De modo que nuestra época

oscila como un péndulo dialéctico entre:

Hay varios modos de leer los compo-

nentes que están de un lado u otro de la balanza y sus relaciones, uno de ellos es

ordenarlos según lo que podría concebirse como el camino de un análisis, por donde se empieza, donde se sigue y don-

de se concluye: Este fue el eje que ordenó las clases de aquel Curso de verano

Al inicio tenemos la manera en la que se presenta la pulsión hoy bajo su cara de de-

manda en las formas que adquiere el malestar hoy. Podemos partir de los “goces

diversos” -ya que asistimos a una época en la que estos aparecen sin límites- Lo que

se trata de dirimir es si esos goces son solo

exhibicionistas o conllevan una demanda, y de ser así de qué. Si aceptamos que es de

sentido, esperan encontrar a su partenaire que, bajo distintos nombres, está agazapa-

do del otro lado de la balanza para dárselo.

El Otro está esperando en su lugar, para hacer uso del vector de la retroacción que introduce el sentido al vector significante de la demanda. Hay una demanda, expresada en ese malestar, que como S1 llama al S2 como sentido que el Otro, del otro extremo de la balanza con sus clases, leyes y nombres, está dispuesto a proporcionar. Podríamos leer como demanda a los elementos del lado izquierdo de la balanza y como respuesta a los del lado derecho... pero entre una y otra queda un resto que el sentido no alcanza a captar, y como resto de goce llama a la creación de una nueva clase que lo nombre....y así al infinito como se puede leer en las cada vez más largas listas de nombres que aparecen en los DSM. Del lado de la demanda los malestares que vehiculizan goces diversos, del lado del Otro la “evaluación”, las “clases y las “leyes” y el “ este es tu nombre “ a la espera. Demanda y respuesta hacen pareja, ¿hay complementariedad entre ellas, o como Aquiles y la Tortuga, los interminables nombres de las clases siempre nuevas y por venir, no alcanzan esos “goces diversos” que al ir siempre un paso adelante mantienen un resto inclasificable? En que deriva entonces la promesa y tendencia de nuestra época de nombrar los goces para homogeneizar satisfacciones? De que manera entramos en juego los analistas para desequilibrar esta balanza cuando no se trata de clasificar, in41


FUNDAMENTOS

ventar nombres ni de colmar sentido? Clasificar es tomar cada caso como un ejemplo de una clase omitiendo su particularidad, tiende a homogeneizar a los sujetos, curarlos de sus síntomas y permitirles adaptarse alienándose a los significantes amo de la época. Clasificar supone homogeneizar, por lo tanto no hay resto y el conjunto se mantiene.

Bibliografía •

Acuña, Enrique: “Las bodas con la pulsión” “Microscopia” Nro 120. APLP. Marzo 2013

“Desclasificar. Un destino para lo singular” en Resonancia y Silencio-Psicoa nálisis y otras poéticas. EDULP 2009

Freud, Sigmund:“La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna” 1908

“El Malestar en la cultura” 1927

evaluación que nombra y no deja de nom-

Laurent, Eric: “El sentimiento delirante de la vida”

aislamiento de la heterogeneidad para que

Masotta, Oscar: “Valores estéticos/ valores éticos” en Lecturas de psicoanálisis Freud-Lacan

Miller, Jacques-Allain “Una fantasía” en Punto cenit-Política, religión y psicoanálisis

Lacan, Jacques: “Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis

“Radiofonía y televisión”

“Subversión del sujeto y dialéctica del de-

Podríamos plantear que a esta tendencia a la homogeinización clasificatoria de la brar, hay que responderle con el empuje al pueda surgir el sujeto en su particularidad, justamente allí donde la tendencia evaluadora no llega a eclipsarlo cuando lo iden-

tifica con los otros de la clase en la que lo incluye. Para que esto suceda, es necesario

que haya desbalanceo, y que la respuesta

introduzca un resto donde la clasificación no llega, un resto no captado en la signifi-

cación que mantenga viva la sed de sentido.

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Yo, flor retórica Ignacio Penecino (*)

“¿Soy como yo creo ser o como los demás creen que soy? Aquí es donde estas líneas se vuelven una confesión, en presencia de mi yo desconocido e incognoscible, desconocido e incognoscible para mí mismo. Aquí es donde creo la leyenda tras la cual me oculto” Unamuno

S

í coincidimos en que la experiencia analítica se caracteriza por estar relacionada a la palabra dicha, por estar obligado a hablar. Es decir que el analizante pasa por un desfiladero de significantes hablando de sí mismo a un analista. Sí coincidimos en que Jacques Lacan llevo adelante una reformulación del psicoanálisis, en donde “El inconsciente está estructurado como un lenguaje” es el enunciado que lleva a resaltar la dimensión semiótica de la experiencia analítica. Entonces también podremos coincidir en que reflexionar acerca del Yo y de la noción de defensa en la obra de Jacques Lacan también va estar supeditada a las conceptualizaciones de la lingüística. Hacia la última parte de su enseñanza, más precisamente en el seminario que transcurre entre los años 1976 y 1977, Lacan resalta en torno al método de tratamiento la in-

dicación de perturbar, molestar, la defensa

del sujeto. En la clase del 11 de enero del 77 dice: “No hay medio de hacer otra cosa que recibir de un psicoanalista lo que molesta la defensa”. Venia de decir, en esta misma clase, que “el inconsciente, es que en suma uno habla — si es que hay parletre — solo. Uno habla sólo porque uno no dice jamás sino una sola y misma cosa — salvo si uno se abre a dialogar con un psicoanalista”1. Es sabido que Lacan tempranamente se interesa acerca de la noción del yo2 que circulaba en el campo semántico del psicoanálisis, y formula sus propias tesis que se diferencian de las de Freud mismo, que colocaba al yo centrado sobre el sistema percepción-conciencia – recordemos los trabajos del Dr. Lacan en torno a las alucinaciones: perceptum y percipiens-; y de los analistas de la segunda generación que lo

(*) IGNACIO PENECINO. Lic. en Psicología, Miembro del la Fundación René Descartes de Buenos Aires y de A.A.D.F., Docente en la Cátedra II Psicopatología (Facultad de Psicologia - U.B.A.), supervisor en el Servicio de Salud Mental del Hospital Central de San Isidro. 1 Lacan, J. Seminario 24, 1976-1977, inédito 2 El 2 de mayo de 1951 Jacques Lacan realiza una conferencia en la British Psychoanalytic Society “Some reflections on the Ego” publicada originalmente en el International Journal of Psychoanalysis (1953) –se puede encontrar versión en Español en revista Uno por Uno nº 41 con el título “Algunas reflexiones sobre el Yo”

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FUNDAMENTOS

prendían bajo el régimen del “principio de realidad”. Las influencias de Rimbaud, la óptica lo ayudaron a poner en forma las funciones de desconocimiento y anticipación. También en aquellas conceptualizaciones podemos encontrar una génesis de la noción de sujeto que Lacan supo forjar –la diferencia entre Je y Moi. Ahora bien, esas formulaciones también tocaron la práctica del psicoanálisis, entre ellas el trato sobre la defensa. Freud diferencia en su texto Inhibición, síntoma y angustia la defensa de la represión, en donde el primero es más amplio e incluye al segundo: “Me refiero al término «proceso defensivo» («Abwehrvorgang»). Después lo sustituí por el de «represión» (esfuerzo de desalojo), pero el nexo entre ambos permaneció indeterminado. Ahora opino que significará una segura ventaja recurrir al viejo concepto de la «defensa» estipulando que se lo debe utilizar como la designación general de

todas las técnicas de que el yo se vale en sus conflictos que eventualmente llevan a la neurosis, mientras que «represión» sigue siendo el nombre de uno de estos métodos de defensa en particular”3. Es una vuelta de Freud sobre su propio recorrido, sobre las primeras publicaciones psicoanalíticas4 . El año pasado Germán García en su Curso anual, Psicoanálisis: Registros de una experiencia, Anacronismo y anticipación, comenzó trabajando estos textos de Freud, y resaltó que en los distintos tipos clínicos hay un conflicto psíquico y sus diferentes defensas. De esta manera Freud separa aguas, no dentro de las neuropsicosis de defensa, sino entre este grupo y los otros cuadros clínicos –neurastenia y néurosis de angustia. En el conflicto psíquico esta la estampa del sujeto dividido. Es con los textos de Anna Freud5 y Otto Fenichel6 que Jacques Lacan dedica particular atención y con los cuales trabaja sobre

Freud, S. (1998). Inhibición, síntoma y angustia. (1926 [1925]). En Obras completas: Presentación autobiográfica. Inhibición, síntoma y angustia y otras obras (Vol. XX). Buenos Aires: Amorrortu. pp. 152/3 4 Ver el tomo III de la edición de Amorrurtu. 5 Freud, A. (1973). El Yo y los mecanismos de defensa. Buenos Aires: Paidós. 3

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

la noción de defensa. El texto de la hija de Freud le sirve para diferenciar la defensa de la resistencia, para descentrar una cuestión crucial: el sujeto del verbo no es el yo. Esto último, en otras palabras, lo asevera Lacan en aquel texto especialmente técnico que es Variantes de la cura tipo; y en donde afirma que “el Yo se forma de los mismos momentos que un síntoma”7. Con respecto

al libro de Otto Fenichel nos interesa detenernos en un cita en particular del texto La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud: “Esta es la razón de que un agotamiento de los mecanismos de defensa, tan sensible cómo nos lo muestra un Fenichel en sus problemas de técnica, porque es un practicante (mientras que toda su reducción teórica de las neurosis o de las psicosis a anomalías genéticas del desarrollo libidinal es la chatura misma), se manifieste, sin que él de cuenta de ello, y sin que ni siquiera se de cuenta, como el reverso del cual los mecanismos del inconsciente serían el derecho. La perífrasis, el hipérbaton, la elipsis, la suspensión, la anticipación, la retractación, la negación, la digresión, la ironía, son las figuras de estilo (figurae sententiarum de Quintiliano), cómo la

catacresis, la litote, la antonomasia, la hipotiposis son los tropos, cuyos térninos se imponen a la pluma cómo los más propios para etiquetar a estos mecanismos. ¿Podemos acaso no ver en ellos sino una simple manera de decir, cuando son las figuras mismas que se encuentran en acto en la retórica del discurso efectivamente pronunciado por el analizado?”. La cita es amplia, pero sirve para entender que muy tempranamente Lacan supedita a los mecanismos de defensa a las ciencias del lenguaje. Por un lado los mecanismos del inconsciente –la metáfora y la metonimia figuras también de la retórica pero que Lacan circunscribe al inconsciente- y por el otro aquellas figuras que hacen a la retórica del paciente. Formulaciones que sostiene todavía entrado su último periodo de enseñanza. En el seminario Aun, en la clase titulada Aristóteles y Freud. La otra satisfacción, vuelve: “el yo moi puede ser también flor de retórica, que crece en la maceta del principio del placer, que Freud llama Lutzprinzip, y que defino como lo que se satisface con el blablablá”8 . Para Quintiliano, como para los antiguos, las figurae sententiarum, deriva de la pala-

Fenichel, O. (1984). Teoría psicoanalítica de las neurosis. Barcelona, Buenos Aires, México: Paidós. 7 Lacan, J. (2008). Variantes de la cura-tipo. En Escritos 1. Buenos Aires: Siglo Veintiuno. pp. 322 8 Lacan, J. (2006). Aristóteles y Freud. La otra satisfacción. En El seminario, Libro 20, Aun (1972-1973). Buenos Aires - Barcelona - México: Paidós. pp. 71. 9 Quintiliano, M. F. (1916). Libro Octavo. En Instituciones Oratoria. Madrid: Librería de Ranz. http://fama2.us.es/fde/ocr/2008/instituciones_Oratorias_Quintiliano_T1.pdf 6

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FUNDAMENTOS

bra sensa en el mismo sentido que sensus es los sentidos del cuerpo. Están los conceptos del alma (lo que vulgarmente se llama sentimientos) y las sentencias que son los dichos que “se comunican a luz de un discurso”9 . El tropo queda más del lado de la

palabra, en cambio la figura al sentido de las palabras. En el centenario caso El hombre de las Ratas podemos encontrar un buen ejemplo de de la elipsis. Para Quintiliano la elipsis, o sinécdoque, se agrupa en las “figuras que se hacen por disminución, tienen principalísimamente su origen de la brevedad y novedad”… “cuando alguna palabra que se ha quitado”. Sigmund Freud destaca en la participación de la elipsis en la edificación tanto de las ideas obsesivas como del Witz: “Una de sus ideas obsesivas más antiguas y predilectas (cuyo valor era el de una admonición o advertencia) rezaba, por ejemplo: «Si yo me caso con la dama, a mi padre le sucede una desgracia (en el más allá) ». Intercalando el eslabón intermedio que se ha saltado, y que conocimos por el análisis, la ilación de pensamiento reza: «Si mi padre viviera, mi designio de casarme con la dama lo enfurecería tanto como aquella vez en la escena infantil, y yo vol-

vería a ser presa de la ira y le desearía toda clase de males, los que no podrían menos que cumplirse en él en virtud de la omnipotencia de mis deseos». He aquí otro caso de resolución elíptica, de igual modo una

advertencia o una prohibición ascética. Tenía una deliciosa sobrinita, a quien amaba

mucho. Un día le vino la idea: «Si te permites un coito, a Ella le sucederá una desgra-

cia (se morirá)». Introduzcamos lo omitido: «A cada coito, aun con una extraña, no podrás menos qué pensar que el comercio

sexual en tu matrimonio nunca producirá un hijo (la esterilidad de su amada). Eso te

pesará tanto que te pondrás envidioso por la pequeña Ella y no le consentirás el hijo

a tu hermana. Y estas mociones de envidia por fuerza provocarán la muerte de la

pequeña».”10 En este extracto del caso no

solo podemos apreciar como Freud recupera la dimensión de las pasiones, el odio

y la envidia11, también muestra una narración. La ilación de pensamientos que reza

se conoce en la experiencia del análisis. Recapitulemos. El yo en la obra de Jacques Lacan tiene una retorica y los llama-

dos mecanismos de defensa corresponden

Freud, S. (2003). A propósito de un caso de neurosis obsesiva (1909). En Obras Completas: Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el «Hombre de las Ratas») (1909). (Vol. X). Buenos Aires: Amorrortu. pp. 177. 11 Germán García trabaja especialmente en su Curso de las pasiones y en La clínica y el lenguaje de las pasiones estas figuras y tropos; y los relaciona con las pasiones. Del primero, un curso breve de enero de 1999, hay versión transcripta por Alicia Alonso. Del siguiente, dictado a lo largo del mismo año, está publicada la clase en particular del tema tratado, a la que remitimos, en la revista Conceptual Estudios de Psicoanálisis Nº 11, año 10. 10

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

mutatis mutandi a las figuras de estilo y los tropos definidos por Quintiliano en su Instituciones Oratoria. Y este yo no se en-

cuentra al servicio del principio de realidad, sino bajo el régimen del principio de placer. El yo y el síntoma son de la misma generación, son contemporáneos, nacen en

el mismo momento. Síntoma y defensa están relacionados desde ese alumbramiento que ocurre cuando la pulsión llega a uno

de sus destinos. Para Freud había cuatro destinos de la pulsión: El trastorno hacia lo contrario, La vuelta hacía la persona propia, La represión, La sublimación. Jacques Alain Miller en la clase del 26 de marzo de 200812 de su Curso retoma el problema de

técnica que estamos tratando, es decir: la defensa. Problema que se ubica del lado de la satisfacción de la pulsión, no con el problema del desciframiento del inconsciente.

http://wapol.org/es/orientacion/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=13& intEdicion=5&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=1240&intIdiomaArticulo=1 También podemos encontrar otras elaboraciones de Miller sobre el tema en La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Buenos Aires: Paidós. 12

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FUNDAMENTOS

Historizar el psicoanálisis: Una

reflexión sobre la autoridad analítica en Corrientes y Resistencia Damián Leikis (*)

H

istorizar o hacer historia Para poder presentar una reflexión sobre algunos aspectos

históricos del psicoanálisis en nuestras ciudades es preciso aclarar qué entendemos por historizar una sucesión de hechos. Historizar no es lo mismo que “hacer historia”. Si la historia es concebida como la suma concatenada de sucesos en una línea de tiempo cronológica, la vertiente continua resulta insuficiente en tanto que no registra las líneas de fuerza que constituyeron las puntuaciones, escanciones y disputas que determinaron la instauración de un cierto relato. Enrique Acuña en el artículo Declinaciones de un sobreviviente. Psicoanálisis frente a la dictadura, propone: “Cuando se relata la historia como un segmento de acontecimientos, se hace necesario articular las escansiones que la organizan. La puntuación, la fecha, incluso el silencio, van generando interpretaciones de aquello

que se dice cuando un corte interrumpe el flujo continuo del tiempo cronométrico.” Esta cita introduce una concepción de la “historización” que no deja afuera al sujeto que organiza e interpreta la historia en función de los cortes y puntuaciones que establece en la cronología. La historización subvierte a “La historia” en tanto que hace agente partícipe al historiador implicándolo en el relato que produce. La dimensión del tiempo también encuentra una torsión en tanto que introduciendo al pasado en el presente, este relanza una dirección de sentido hacia el futuro. En palabras de E. Acuña:“Es la realización de una cierta memoria inconclusa, siempre por venir”. La historización en psicoanálisis produce un texto poroso, no homogéneo ni completo que conserva el valor del lapsus y del olvido en los relatos y los eleva a la categoría de una función que recupe-

(*) Damián Leikis. Psicoanalista. Secretario de la ACID Chaco-Corrientes. Coordinador local del CID Corrientes-Chaco del IOM2

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

ra el resto caído y, por su intermedio, un

saber sobre la verdad histórica (propia). Siguiendo el mismo texto dice Acuña que el relato se hysteriza, es decir que la histo-

riación divide al autor entre lo reprimido y lo que retorna. Es decir no excluye la marca que representa el inconsciente como falla en el saber. El efecto de la hysterización que introduce

coanálisis “La

el

psien

historia”

determina

que

dujo la entrada del discurso psicoanalítico? ¿Fue por el rasgo de las disciplinas profesionales (psiquiatría, psicología)? ¿Fue por medio de lecturas de intelectuales y personas de la cultura que no ejercieron el psicoanálisis como práctica clínica? ¿Cómo se establecieron las transferencias de los analistas locales con aquellos de ciudades más grandes? ¿Qué modalidades de organización fueron tomando los grupos de analistas?

ferentes sujetos. No hay enunciados

Una hipótesis guía estas preguntas: “La modalidad particular de inserción y organización del psicoanálisis en una ciudad determina su posterior validación en la misma”.

Una investigación y una hipótesis

Datos preliminares para un poco de historia

ya no podemos hablar

de

minos

absolutos, a

historia”

en

“La

tér-

su lugar vienen histori-

zaciones particulares de di-

históricos sin una enunciación singular.

En la ACID Corrientes-Chaco este año comenzó a trabajar un módulo de inves-

tigación llamado “Psicoanálisis e Historia” en donde se iniciaron las bases para una investigación que historice la entrada y los

avatares del discurso psicoanalítico en las ciudades de Corrientes y Resistencia. Al-

gunos de los aspectos que se tomaron en cuenta para investigar son: ¿comó se pro-

Si bien hay registros de que existieron textos de Freud en bibliotecas públicas y privadas desde mediados del siglo XX, no se evidencian testimonios de la práctica del psicoanálisis hasta la década del setenta, en consultorios privados, a través de algunos psiquiatras y los primeros psicólogos que vinieron a Corrientes y Resistencia luego de haber realizado su formación 49


FUNDAMENTOS

en ciudades más grandes como Buenos Aires, Córdoba y Rosario principalmente La tendencia teórica predominante, en esos años, fue la proveniente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, tendencia que determinaba la modalidad de la práctica (setting ortodoxo). La presencia de estos profesionales no se plasmó en la organización de ninguna institución filial de la A.P.A en la región. En los años ochenta, comenzó a ingresar el discurso lacaniano por medio de psicólogos formados en las ciudades antes mencionadas. Cabe mencionar que en ese momento no estaban claramente diferenciadas las distintas corrientes dentro del lacanismo dentro de los grupos de analistas locales, y estos participaban de instancias de formación que provenían de variadas filiaciones dentro del movimiento psicoanalítico nacional. Situación que se mantuvo hasta la década del noventa cuando los analistas ya se habían dividido en dos grupos bien diferenciados, uno adherente al Campo Freudiano y después a la Escuela de la Orientación Lacaniana, y otro con referencias hacia la École Lacanienne de psychanalyse que nunca tomó el camino de organizarse en una institución. A fines de la década del ´80 y principio de la del ´90 analistas cordobeses pertenecientes al Campo Freudiano organiza50

ron una serie de seminarios y espacios de control con cierta regularidad en la ciudad de Resistencia, al que asistían analistas de Corrientes, y como producto de este movimiento se fundó el Círculo Psicoanalítico del Chaco, institución que luego se afilió a la Escuela de la Orientación Lacaniana. En el año 1995 una visita de Enrique Acuña a Corrientes propició la organización de un grupo de analistas que invitaron al año siguiente a Germán García a dar una conferencia y, con el resultado de la fundación de hecho de la Biblioteca Analítica Corrientes (B.A.C). Fernando Abelenda y Luís Polo fueron quienes encabezaron este proyecto. En el año 2000 se creó en Argentina el Instituto Oscar Masotta (IOM), que es presidido por Jacques-Alain Miller y tiene como objetivo establecer una enseñanza propedéutica del psicoanálisis en el interior del país. Fue entonces cuando se fundó el Centro de Investigación y Docencia (CID) Corrientes-Chaco del Instituto Oscar Masotta, sede que reúne en un trabajo conjunto a analistas de las dos ciudades. Sus integrantes originales fueron miembros del Círculo Psicoanalítico del Chaco y la Biblioteca Analítica Corrientes. En el año 2011, y bajo la iniciativa de Enrique Acuña director del CID se tramitó la personería jurídica y el CID Corrientes-Chaco se transformó en Asociación


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Civil (ACID), este movimiento produjo una renovación dentro de la institución con cambios en la coordinación local.

de la dignidad humana. El amo enfren-

En la actualidad, en las dos ciudades existen actividades de formación en psicoanálisis tanto de la ACID como de la BAC, el Círculo psicoanalítico del Chaco y de la École Lacanienne de psychanalyse. Mien-

La autoridad del jefe es tomada de la filoso-

tras que también, cabe destacar, que se registra importante presencia de analistas en instituciones públicas (salud, educación, justicia) y en las facultades de psicología privadas que funcionan en la región. Historizar es autorizar Marcela Romero en su artículo Reflexiones sobre la autoridad plantea algunas líneas para pensar el concepto de autoridad en psicoanálisis. La autora hace referencia a un libro de Alexandre Kojève llamado La noción de Autoridad en donde Kojève distingue cuatro formas de autoridad, estas son: • La autoridad del Padre • La autoridad del Amo • La autoridad del Jefe • La autoridad del Juez La autoridad del Amo la remite a la teoría en Hegel de la relación entre el amo y el esclavo. La dominación del amo nace de la lucha por el reconocimiento

ta la lucha y el esclavo no domina su te-

mor, reconoce al vencedor y se somete a él. fía de Aristóteles. El jefe es quien concibe

un proyecto, dirige y ordena. En la filosofía de Platón encuentra la autoridad del juez ya que, según este, toda autoridad se basa en la

justicia y la equidad. Por último la autoridad

del padre es referida a la teoría teológica, donde esta es de esencia divina pues pro-

viene de Dios por transmisión hereditaria. La autora plantea que dentro del discurso del psicoanálisis podemos pensar que, selectivamente, se utilizan la autoridad del

amo, la del jefe y la del padre, teniendo en cuenta que esta última no se la entiende

como de orden divino, sino más bien en el sentido “del que crea algo”. También cabe

señalar que el psicoanálisis es un discurso

que promueve un lazo social que no se apoya en los ideales de grupo, por lo tanto la

autoridad del analista debe entenderse en el

uno por uno con cada analizante, pero donde indefectiblemente juegan factores socia-

les de nuestra época y también históricos. Germán García refiriéndose a este tema, en el artículo “¿Dónde fundar la autoridad analítica? Publicado en el libro D´Escolar hace referencia a cómo juega el nombre propio del analista en la ciudad

para fundar su autoridad en lo exotérico 51


FUNDAMENTOS

de la sociedad y lo interno de la comunidad analítica: “…La autoridad de cada uno se hace legible y visible en sus actos, y la autoridad de la comunidad analítica se define intramuros por la permutación en torno al pase y al cartel y hacia afuera por hacer valer el discurso analítico en lo que Lacan llamó “mercado del saber”, sin olvidar la dimensión del síntoma en los desplazamientos de discurso. Esta elegía sincrónica transcurre en una historia…” García se refiere a la noción de autoridad y destaca un entrecruzamiento entre la sincronía de los efectos de saber singular que se producen como resultado de la experiencia del inconsciente en un análisis personal, su transmisión en una comunidad analítica (pase), y la diacronía de la historia. En nuestras ciudades no estamos en la situación de tener una escuela, pero podemos proponer que desde nuestras instituciones definimos políticas extramuros como la de tener una publicación que conecta al psicoanálisis con otros discursos de la ciudad, establecer un programa de en-

señanza de teoría psicoanalítica y módulos

de investigación abiertos a la comunidad y, desplegar un trabajo en red con otras ins-

tituciones y amigos dentro y fuera del país. Continuo con la cita de García: “…O,

como bien lo subrayo Françoise Regn-

ault en su comentario sobre la política

de Descartes, la autorización actual no consiste en decir al sujeto que el incons-

ciente es en realidad historia, sino que su

historia fue en verdad el inconsciente.” Volvemos, entonces a la función de la

historización en psicoanálisis. Existe una comunidad topológica que advierte la co-

nexión entre historización y autoridad en tanto que la autorización del discurso ana-

lítico en una ciudad, y de los psicoanalis-

tas en singular (cada quien con su nombre propio), se revela como efecto del entrecruzamiento entre, el saber que se obtiene del inconsciente en un análisis mediante la historización de cada vida que este pro-

picia, y las políticas institucionales que, siguiendo esta misma lógica, se sostienen.

Bibliografía • Freud, Sigmund. Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Amorrortu Ediciones. 2010 • Lacan, Jaques. De nuestros antecedentes. Escritos 1. Siglo XXI editores. 2000 • García, Germán. ¿Dónde fundar la autoridad analítica? D´Escolar. Atuel. 2000 Acuña Enrique. Curso anual. Inconsciente político –Una h(y)istoria del psicoanálisis en la Argentina- Clase 1 y 2. Inedito. • Romero Marcela. Reflexiones sobre la autoridad. El Puente: conexiones del psicoanálisis Nº 2. ACID Corrientes-Chaco. 2012

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Biblioteca


BIBLIOTECA

Revista escrita1, una instalación de la vía Masotta. César Mazza (*)

“Son los conceptos lacanianos del acto analítico, del discurso analítico y de la conclusión del análisis como pase a analista, los que nos han permitido concebir al psicoanalista como objeto nómada y al psicoanálisis como una instalación móvil, susceptible de desplazarse a nuevos contextos” ( J.A. Miller)

E

l psicoanálisis entró en Argentina como un visitante extranjero. En la ciudad de Córdoba primero fue una cita de avanzada en intelectuales que protagonizaron la Reforma Universitaria de 1918 (Arturo Capdevilla, Deodoro Roca y Juan Filloy). Luego una referencia teórica de la psiquiatría de la década del ’30 (S. Freud y J. Lacan son citados por Gregorio Bermann y Emilio Pizarro Crespo). También aparece tempranamente como práctica terapéutica de la psiquiatra Ignacia Aliaga Moyano. Recién en las décadas del ’70 y del ‘80 se inicia en el movimiento de institucionali-

zación que abarca desde los grupos de estudio hasta las primeras fundaciones. De las cuatro vías de ingreso de Lacan a Córdoba, el nombre de Oscar Masotta se destaca por constituirse en un precedente fundamental de escrita. De forma imprevista, este recienvenido, irrumpe en la trama cultural de la ciudad con la publicación del artículo “Jacques Lacan o el inconsciente en los fundamentos de la filosofía” en la Revista Pasado y Presente (1965, año III, Nº 9). Este artículo se constituye en una pieza importante en la inscripción de la referencia de Lacan2 en la Argentina. Masotta, teórico del pop-art, happenista, introduc-

(*) César Mazza Psicoanalista de la ciudad de Córdoba. Miembro de la EOL y la AMP. Adherente del CIEC. Director de la revista Exordio. El psicoanálisis en la Cultura. Director de la pag. Web: www.sinthomaycultura.com 1 Desagregada de la actividad académica y con una marcada confluencia entre la literatura y el psicoanálisis lacaniano entre el `80 y el `86 se publica en Córdoba la revista escrita. Este texto es un fragmento del estudio preliminar de la edición facsimilar de la revista escrita (Eduvim, editorial de la Universidad Nacional de Villa María, Córdoba) de pronta aparición. 2 Las vías de ingreso formalizadas son: Masotta, Althusser, Francheri y Cafferata. Cf. Ordóñez, Pilar y colaboradores, “Relatos de la Historia del psicoanálisis en Córdoba” en revista Temas de Historia de la Psiquiatría Argentina Nro. 31. Ed Polemos Bs.As. 2012. Asimismo, este artículo retoma la tesis de las “vías de ingreso” de Rosa López en su libro El estilo en la transmisión del psicoanálisis. Ed. Topía Editorial, Bs.As.2000.

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grupo toma la decisión de constituirse como la Escuela Freudiana de Córdoba. Todos los autores coinciden en que luego de un lapso de dos días pasan a denominarse Ateneo Psicoanalítico de Córdoba4 (Enrique Torres -1995-, Raúl Giordano -1995- y María Esther Novotny de López -1996-, otros).

tor de Lacan, vuelve a incursionar en octubre del ’66 con la conferencia “Qué es la vanguardia?” en el Primer Festival Argentino de Formas Contemporáneas3. En el ’78, la vía Masotta se precipita en una secuencia de fundación y refundación. Los testimonios y documentos indican que los alumnos y analizantes de Osvaldo Francheri terminan por desvincularse de A.P.A. (Asociación Psicoanalítica Argentina). El

Finalmente, en 1980 se refunda la Escuela Freudiana de Córdoba con Germán García y Antonio Oviedo entre sus miembros. La novedad fue precedida por Fichas Freudianas (F/F, 1978), donde se encuentran dos textos de Jacques-Alain Miller: “Elogio de Lacan” (F/F-Nro. 3) y “U o no hay metalenguaje” (F/F-Nro.1)5 . En ocasión de la refundación se organizan las Jornadas Oscar Masotta y se publica la revista “Conexiones del Psicoanálisis” dedicando su Nº 1 al tema de la formación del analista e incluyendo el acta de refundación de la Escuela.

Cf. Las Bienales de Córdoba en los ’60. Arte, Modernización y Guerra Fría (Rocca, Cristina Córdoba: Ed. Facultad de Filosofía y Humanidades. UNC. 2005) y “Nosotros desmaterializamos. Conversación con Roberto Jacoby” en Exordio. El psicoanálisis en la cultura Nro.3. Ed. Cizalla ediciones, Córdoba 2011. 4 Según Giordano (Giordano R. El lacanismo en Córdoba. Revista Analítica del Litoral. Santa Fé 1995. N° 5. Pág. 25-36.1995) con este nombre (Ateneo Psicoanalítico de Córdoba) se diferenciaban de la Escuela Freudiana de Buenos Aires fundada por Oscar Masotta en 1974. Como así también, según Novotny (Novotny M. “Apuntes acerca de las particularidades de una historia” en Revista Analítica del Litoral. 1996. N° 6. p.60) se resguardaban del significante Freud, riesgoso para la época y el momento que vivía el país: “El paso de Germán García por Córdoba, no fue sin consecuencias, que van mucho más allá de las renuncias. Fue el primer Grupo lacaniano de Córdoba con maestro reconocido, a cara descubierta. La ‘pluralidad’ del Ateneo, incluía la prohibición del líder, a cambio del cual usábamos el nombre. Conmovió entre nosotros y entre nuestros alumnos certezas y lugares instituidos, que hacía a lo que llamaría nuestra ‘prudencia infatuada’” (María Esther Novotny de López, Op.Cit.). 5 Asimismo, a través de un texto enviado desde Barcelona García plantea que “Esto quiere decir: no esperar nada, no mendigar nada, no hacerse esperanza de nada. No ser pedagogo, no ser terapeuta. Ser un analista, una especie surgida del texto de Freud. Pero como dice J.A. Miller, quien supone ser un analista siempre no lo será nunca. A la inversa, quien nunca lo supone suele serlo muchas veces” (García, Germán “Salutación” en Revista Conexiones del psicoanálisis Nro.1, Córdoba, junio de 1980). 3

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BIBLIOTECA

Seguidamente sale a escena la Revista Conexiones del Psicoanálisis y en diciembre del ’81, la Revista del Ateneo Psicoanalítico. Eduardo Grüner rescatará la diferencia de escrita al afirmar su excentricidad, jugando con el equívoco de los términos: “¿cómo puede ser que esta publicación excéntrica venga del interior? Paradojas de un uso territorial de la lengua” (Grüner, Eduardo, escrita 2/3).

Tal es el caso de “Elogio de la casuística” de Phillippe Sollers publicado originalmente en Tel Quel 77, “performativo-constativo” de J. L. Austin y el poema de John Donne “El éxtasis” traducido por E.L. Revol. Asimismo, hay una constelación de autores próximos a la enseñanza de Lacan tales como los de Roland Barthes, Jean Genet, Michel Leiris, Jukio Mishima e Yves Bonnefoy.

En el contexto de las primeras revistas lacanianas en Córdoba 6 escrita es una avis rara donde,como diría Masotta,todo es diferencia.

La cita de Jacques Lacan continúa a medida que avanzan los números de la revista, sumando a quienes confluyen en las profundidades del gusto: Celan, Kafka, Walser, Borges, Musil, junto con los poemas de Daniel Vera, Orlando D. Zapata, Oscar del Barco, J. P. Bischop y J. V. Foix traducido por Miquel Bassols.

¿Cuál es la terra incógnita que se abre con la publicación de escrita? Es la tierra de un transnacionalismo activo, eximido de mimesis lingüística y de patéticos localismos. En ella se concreta una torsión topológica y lo más lejano se vuelve lo más próximo, permitiendo la irrupción de Jacques Lacan con un capítulo de su Seminario Encore7 . Alejada de los círculos concéntricos del saber predigerido, la publicación se configura en un faro cuyos destellos alcanzan tanto al analista como al escritor y al crítico. De esta forma, Lacan se instaura como núcleo de referencias donde convergen no solamente su citación sino también su background.

El médium Pero, ¿de donde viene escrita? En la única Nota editorial en el primer número encontramos un breve texto donde las referencias conceptuales se funden en el trazo personal del firmante. Esa Nota testimonia el acto de una conversación en la que Germán García8 precipita el nombre y la publicación: “En una de esas pausas que inevitable-

Cf. la investigación que lleva adelante Diego Isso en el Comité de Redacción de la Revista Exordio. El psicoanálisis en la cultura en una apartado denominado “De a una” en los números 3 y 4 respectivamente. 7 Se trata de la clase “La función de lo escrito” del Seminario Aún. En ese entonces sólo circulaba una versión artesanal del Seminario de Jacques Lacan, es en estas condiciones que se publica. 8 Escritor, ensayista y psicoanalista, discípulo de Oscar Masotta, reside en España entre 1979 y 1985 donde prosigue su formación viajando a París con analistas de la Escuela de la Causa Freudiana. Ya radicado en España realiza un par de viajes a la Argentina. En agosto de 1980 es invitado por la Escuela Freudiana de Córdoba a dar una conferencia que llevó por título “Malentendido”. 6

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mente hacen a la conversación se presentó el nombre para una revista. (...) Germán García, que estaba presente y había advertido desde el comienzo (tal como nosotros lo demostraríamos más tarde) el aplazamiento casi invencible que suele alimentar la aparición de una publicación, sugirió -y de esta sugerencia no podemos excluirnos pues ella también se abría paso en nuestras palabras- que podía llamarse escrita” (Oviedo, Antonio “Nota”, escrita 1. Ed. Escrita, Córdoba 1980). La palabra escrita llega, se produce en el dispositivo de la conversación interrumpida. Dispositivo, como en la tradición filosófica, donde el diálogo es capaz de encender el logos. La palabra viene de la experiencia de Literal y de la presencia de García en la enseñanza del psicoanálisis lacaniano en Córdoba a mediados de los ’709 . En cuanto a la primera, consideremos la publicación de Oviedo y Oscar del Barco en la revista Literal (Bs. As. 19731977). Asimismo, se pueden ubicar algunas comparaciones: en Literal se publica la clase “Sobre El barroco” del Seminario Encore de Lacan y su poema “Hiatus irrationalis” de 1929, versión establecida por Masotta. En escrita además de la clase “La función de lo escrito” de Lacan se publica el poema “Soledad” de Masotta.

Tal vez por eso, cuesta creer que el escenario de esta conversación en el bar del Hotel D* responda a un mero azar. Los supuestos locales se vuelven ahora visitantes de su propia tierra. Inédita combinatoria donde los convidados se transforman en recién llegados. Ellos no se ponen a mostrar postales o a vender copias de segunda mano, sino que instalan en la ciudad una nueva conversación. Es ésta la diferencia entre aquellos que sólo importaron a La cañada ideas parisinas y quienes supieron apropiarse de un discurso. En la intemperie mediterránea de entonces escrita se instala como una conversación insoslayable. Sin embargo, su singular manera de ubicarse en el discurso del psicoanálisis no terminará en una sólida pertenencia societaria. “Un libro no llega solo, sino que es el mensaje que alguien nos trasmite: este mediador suele convertirse en parte del libro.” (García, Germán “Gombrowicz: cómico de la lengua”, escrita 1). Es el mediador, entonces, quien instaura la referencia, un proceder que tomará la forma de transferencia en el sentido analítico. Germán García es el médium (extranjero y cercano a la vez) por el que el texto y la cita de Jacques Lacan llegan a escrita.

Cf. Fitó, José Luis. “Para una historia del Psicoanálisis en Córdoba” en Revista El psicoanálisis en el siglo N° 2, Córdoba, 1993 y Nro. 4, Córdoba. 1995. y en “De a una. Primeras revistas lacanianas en Córdoba” en Revista Exordio Nro.3. Ed. Cizalla ediciones, Córdoba 2011. 9

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BIBLIOTECA

Lacan y la Fotografía

ALEJANDRA DE LAS MERCEDES FERNÁNDEZ (*)

“Ni ser, ni no-ser” (Lacan; J. Del sujeto a la certeza)

L

a fotografía es de todas las artes la más filosófica. Supone una actividad indagatoria de un sujeto que expresa esta intención en la arbitrariedad de presentar “una parte”, cuya manifiesta imposibilidad de “ver realmente así” queda por detrás de la contundencia de “lo que se ve”. Así, la fotografía es siempre una presencia de dos ausencias. La primera ausencia es la de quien toma la imagen. La segunda ausencia es la del espacio y las cosas representadas en el encuadre, que pese a estar fijadas ya no se hallarían sino mediante una serie de operaciones externas a la foto. En la definición lacaniana sobre el arte queda de manifiesto que la acción de plasmación es una forma de “organización del vacío”; la certeza del sujeto depende de

que éste sea llamado, evocado. La foto-

grafía cumple evocando la ausencia, y por ello el temple que le corresponde es originariamente la angustia. Y sujeto y deseo

nacen de y en la mirada. La fotografía se-

ría el espejo que funciona como pantalla para el sujeto que se mira siendo mirado

(“mirándose” en la imagen fotográfica) Este artículo tiene por objetivo establecer

un vínculo entre la forma de representa-

ción fantasmática que la fotografía comporta y algunos de los tópicos asentados por Lacan, relativos a la imagen y su(s)

significado(s).1 Pretendo darle pues un carácter estético y antropológico y no psicoanalítico ni clínico. Es más bien una excusa para pensar la fotografía como ampli

in antis, para ampliar arquitectónicamente

(*) Alejandra de las Mercedes Fernández. Profesora por Concurso en la Cátedra “Estética” y Subdirectora del Instituto de Filosofía (Fac de Humanidades, UNNE). Miembro de la Society for Phenomenology and Media (Univ. De San Diego, California). Participante de la edición de la Revista internacional Glimpse. 1 En adelante nos referiremos a las obras lacanianas de referencia: Seminario 11 : El inconsciente y la repetición como IR, La anamorfosis como An, El ezquicio del ojo y la mirada como Ez, La línea y la luz como L; Seminario 10: La Angustia como SA, Escritos 1 como E1. Todos ellos en: www.agrupaciondco.com.ar

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

su significado actualmente naturalizado. La obra fotográfica originariamente es el producto de la implicación material de la luz en un proceso de absorción y fijación de la imagen como contraste sobre un fondo en principio blanco (analógica).2 Reunir en el presente significa en alguna medida, ejercer dominio sobre la ausencia y el olvido. Pero a su vez, toda ejecución del presente es la pérdida de referencia de un más allá que lo mostrado3. La imagen fotográfica La fotografía nos pone en el camino de la certeza: creemos que lo que se ve es testimonio de lo real. Pero inmediatamente se encuentra desmentida en aquello que esperamos nos revele la fotografía. El hacer del fotógrafo se constituye en un auténtico acto revelador de existen-

cia pues parte de un acto de creencia que se transforma en certeza (“la certeza de lo visto”), pero que a la vez señala en la dirección posible de lo que ha quedado fuera de lo expuesto (inconsciente o deseo). Ausencia detrás de la presencia; existencia como incógnita, hueco de lo real que se expide sobre “lo que hay”. No hay fotografía sino después del arrancamiento originario hacia el campo del Otro4. La imagen fotográfica “parte siempre de un punto ciego que es el cuerpo viviente del fotógrafo, punto denso de existencia que se arraiga en un espacio desde el cual emplaza un conjunto de saberes, mecanismos, técnicas y experiencias pasadas y presentes, e intenciones conscientes e inconscientes”5. “Lo óntico, en la función del inconsciente, es la ranura por donde ese algo,… sale a

Asimismo resulta válido para la fotografía digital esta concepción de que la imagen es tal porque puede verse en ella “bordes”, superficie iluminada o coloreada con valores y matices. Aunque el principio físico originario esté eliminado, sustituido por píxeles (es decir, un proceso de cálculo), el efecto para la visión tiene que ser equivalente. 3 En: http:/arte.elpais.com.uy/una-estetica-sobre-la-ausencia-kritz “Una estética sobre la ausencia. La antropología de la imagen fotográfica de Matías Kritz”. Publicado en diario “EL PAÍS” de Montevideo 08/9/13. 4 L, pág. 102 – 103. 5 En: http:/arte.elpais.com.uy/una-estetica-sobre-la-ausencia-kritz Ob. Cit. 2

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la luz un instante, sólo un instante, porque el segundo tiempo, que es de cierre, da a esta captación un aspecto evanescente”6 Paráfrasis autorizada: la fotografía bien puede ser ese “segundo tiempo” que opera entre la fijeza y la evanescencia. Es el lugar desde el cual podemos dudar de todas las certezas del mundo. No hay nada para ver, y sí para mirar, pues es la mirada la dadora de sentido y de centralidad al sujeto, y la fotografía es la superficie refractaria desde la cual nos miraríamos en tanto este sujeto concreto que somos. Hay un “fuera” de la foto (extrañamiento) que amenaza lo que puede verse; en realidad se convierte en su propia condición fáctica (fotograficidad, como lo define Soulages). La fotografía se pone en el lugar de la prohibición, al mostrar explícitamente: revela así una parcela de intimidad, una fascinación en estar viendo, pero no esto o lo otro sino “el ver mismo”. Es decir la reversión de la visión: “mirada”7 , que opera par contre un Otro.8 El sujeto “revistado” La imagen visible pone en presente la existencia de lo humano como condición de posibilidad de toda posibilidad. Lo “fuera de obra” es lo que

la imagen “reclama” al espectador, incluida su presencia en primer término. Sin claridad no hay fotografía, aunque en ella predominaran las sombras no podría haber objetos sin contornos. El resultado (la foto) se convierte en el testimonio del exceso de la objetividad sobre los sujetos, avalados por la creencia de que ver es conocer. El “ojo devorador” aniquilaría al sujeto, para lo cual el encuadre del fotógrafo se constituye en el límite del deseo. Y esto pone la acción del fotógrafo en el hecho del “primer deseante”: que algo sea, y para ello debe sesgarlo. El fotógrafo permanecerá ya para siempre en el acto fundacional de la mirada, instituido mediante un acto cuya violencia significa determinar desde la imagen la incondicionalidad de quien pretenda “mirar”. El aparente exceso que la fotografía comportaría queda desmentido por el fantasma de lo que hay “detrás” de ella, por lo que no forma parte de su cuadratura. La esquizia “constituye la dimensión característica del descubrimiento y de la experiencia analítica, que nos hace aprehender lo real;…como algo que llega siempre en mal momento”9 ¿Qué significa entonces este mal momento? Remitir imperiosa-

IR, pág. 39. Cfr. Ez, pág. 80 y ss. 8 Cfr. E1. El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. México, Siglo XXI, 1971. 9 Ez, pág. 77. (Las negrillas me pertenecen) 6 7

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Obra fotográfica: “Una relación sutil” Serie: El borde entre dos espacios (Hospital mental “Braulio Moyano”, 2013) en: www.matiaskritz.com | Artista: Matías Kritz

mente a algo que equivale a la búsqueda de la verdad. Verdad que no está en la fotografía, sino en el propio sujeto que mira la obra. Constituye el “primer momento”. El “segundo momento” dicho por Lacan no es sino el de la ambigüedad del que mira, el momento en que la interpelación del mundo se hace carne. La fotografía como pasaje El acto de interpretación estética se emplaza en la “postura del analista”, en un esquizo

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que bordea siempre el cumplimiento. No hay interpretaciones finales, aunque el in se de la fotografía sea su irreversibilidad.10 La subjetividad evocada en la espera (el que “mira”) señala el pasaje entre dos ausencias hacia lo único real, el sentido vívido de lo que se da (“algo” sobre sí mismo, pergeñado en y por la angustia)11 . La imagen fotográfica es siempre un sesgo un “más allá del borde” del encuadre (límite material y virtual) aunque sea su fijeza la que nos convence de que verdaderamente es una huella de algo.

SOULAGES, FRANÇOIS. Estética de la fotografía. Buenos Aires, 2010, pág. 135. Cfr. SA, 1-3.

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BIBLIOTECA

Las fotografías dan cuenta de la convicción lacaniana de que “el fin de algo es siempre un falso fin; hay un resto importante en el cual se juega el deseo, que es siempre equívoco…un juego de espejos sin fondo” 12. La condición de posibilidad de la fotografía

será siempre el emplazamiento entre lo visible (objetivo) y lo invisible (inapresable). Una hiancia, una presencia des- saturada de presencia (imagen), pero que por lo mismo, convoca a las existencias concretas a presentarse y asumirse éticamente en un lugar eminentemente estético.

BIBLIOGRAFÍA: • FERNÁNDEZ, ALEJANDRA. “Una estética sobre la ausencia. La antropología de la imagen fotográfica de Matías Kritz” En:http:/arte.elpais.com.uy/una-estetica-sobre-la-ausenciakritz. Publicado en diario “EL PAÍS” de Montevideo 08/9/13. • LACAN, JACQUES. Seminario 10.La angustia. Barcelona, Paidós. 1978. Seminario 11. Los cuatro conceptos del Psicoanálisis. Barcelona, Paidós. 1978. Escritos 1. México, Siglo XXI, 1971. • MILLER, JACQUES- ALAIN. La angustia lacaniana. Buenos Aires, Paidós, 2007. • RECALTTI, MASSIMO y OTROS. Las tres estéticas de Lacan. (Psicoanálisis y arte). Bs. As. Ediciones del Cifrado. 2006. • SOULAGES, FRANÇOIS. Estética de la fotografía. Bs. As., La Marca editora, 2010.

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Citado por J-A. Miller en La angustia lacaniana. Buenos Aires, Paidós, 2007.


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Borges x Piglia Monica Kreibohm (*)

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legir a Jorge Luis Borges para iniciar un ejercicio del pensamiento de la literatura argentina no es inocente: el ciego es el escritor que mejor condensa una experiencia con el lenguaje contemporáneo, la tradición y la historia, el ser nacional y la construcción del “personaje escritor”. Claro que esto no es un producto de mi pensamiento, sino del análisis lúcido e irreverente de Ricardo Piglia en las clases magistrales de la Biblioteca Nacional, que se emitieron por la TV Pública. Borges por Piglia, nombre del programa, se inicia con una pregunta que guía los cuatro programas: qué significa ser un buen escritor. El autor de Plata Quemada sostiene que lo que hace de Borges un buen escritor es la perfección con la que se acercó a la idea del escritor que quería ser y como sería su obra. Ustedes mejor que nosotros, los literatos, comprenderán la dimensión de ese anhelo: el querer ser. En este viaje, que es un movimiento inverso al desnudarse, vamos a ir colocando una a una las ropas de este maniquí que es Borges, comenzando por entender la elección del estereotipo de escritor escindido que creó: hablaremos

de la construcción de su personaje escritor. El Borges Real imagina al Borges Escritor: en ese juego especulativo y conceptual se determina su imagen como escritor; su obra y la mirada a su tiempo. El Borges Real imagina que el Borges Escritor es un hombre dividido entre dos tradiciones: está el mundo de la palabra y los libros de la sangre inglesa de su padre; y está el mundo de la barbarie y la gauchesca de su madre. Desde esa grieta se puede mirarlo y mirar cómo el mira a su tiempo. Y este juego es muy similar al que plantea Sigmund Freud en La novela familiar: el niño enaltece en su fantasía al padre; de quien el Borges Escritor hereda los libros y la palabra; y humilla a la madre, de quien al Borges Escritor le quedan el amor por esta patria de compadritos a cuchillo y la decadencia de la sangre Acevedo. De esta forma se resuelve la cuestión más importante para el Borges Real: el lugar desde donde mirar la cultura y la escritura; un lugar fragmentado y desde el sesgo de la tradición como lo es el lugar

que ocupa Argentina. No somos el inmigrante puro ni el aborigen y mucho menos la síntesis del gaucho: la identidad nacio-

(*) Monica Kreibhon. Periodista de la ciudad de Resistencia. Docente.

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BIBLIOTECA

nal está atravesada por la civilización y la barbarie. Las elecciones en la literatura no son inocentes: los personajes Acevedo de los cuentos de Borges son los compadritos, la tradición gauchesca; los personajes de nombres ingleses, irlandeses o judíos son los eruditos, la tradición inmigrante.

nal morir por el cuchillo: elige su destino de barbarie antes que la cobardía de la palabra y el pensamiento. “Mi vida de hombre es una serie de mezquindades, yo quiero que mi vida de hombre sea un poco más digna”, dice Borges y con esto cumple con esa perfección de acercarse a lo que imaginó.

Esa ubicación en la encrucijada del Borges Escritor le permitirá desarrollar una obra que condensa el absurdo que plantea El Aleph: la totalidad del universo vive en un departamento del sur de Buenos Aires y para acceder a él, hay que bajar a un sótano y acostarse de determinada manera, como la hace Carlos Argentino Daneri. El oxímoron es exquisito: por más que Daneri tenga acceso a la totalidad de la cultura, que es quizás la aspiración de todo escritor, escribe cosas espantosas porque no puede enfrentar todo el peso de la cultura. Daneri no sabe elegir su lugar para “leer”, “escribir” y “soportar” esa cultura que se le viene encima.

La misma suerte se tira en Poema Conjetural:

En El Sur es mucho más clara la construcción de la novela familiar del Borges Escritor: allí Juan Dahlmann, un bibliotecario, se encuentra con su destino en una pulpería de la provincia de Buenos Aires, casualmente al sur de ésta. Este cuento es la biografía que el Borges Real escribió para el Borges Escritor. Y Dahlmann, a quien le fueron dado los dones de los libros, elige como fi-

Yo, que estudié las leyes y los cánones, yo, Francisco Narciso de Laprida, cuya voz declaró la independencia de estas crueles provincias, derrotado, de sangre y de sudor manchado el rostro, sin esperanza ni temor, perdido, huyo hacia el Sur por arrabales últimos. La pulsión que el Borges Real imagina para el Borges Escritor es que el intelectual siempre muere en manos del bárbaro y eso tiene un sentido: la gran pregunta es cuál es este sentido y para quién. Es de ñoño maravillarse con la lucidez con que Ricardo Piglia disecciona a Jorge Luis Borges en estas cuatro clases magistrales. El tamaño de esta felicidad sólo es comparable con la alegría con la que el Borges Real, en la oscuridad de ese departamento de Maipú, ve terminada su obra.

Borges por Piglia en la TV Publica: http://www.tvpublica.com.ar/programa/borges-por-piglia/

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Jepotá

Martin E. Gómez (*)

Esta especularidad que esfuma la identidad del seducido, da testimonio de la tensión que instaura lo que podría ser identificado como deseo. Esta demanda sin representación, proviene del animismo y atraviesa el ritual para instaurar un orden simbólico eficaz que haga lazo con la cadena significante de la cultura Mbya y evite transgresiones en sus miembros no iniciados.1

Observar con ojos extraños las producciones significantes de una cultura distinta implicó el primer paso de extrañamiento que nos sugirió la escritura de estas líneas. En un artículo anterior2 seguimos las labores del significante en los discursos míticos de los Mbya-Guaraníes, con la intención de poder guiarnos en la exuberante narrativa mitológica de este pueblo. La posibilidad de lo irreductible en la cultura instaura una determinada manera de elaboración del significante. En el caso de este grupo humano, el relato mítico se sirve de este material para crear una red de sentidos que sostienen su cosmovisión. Para el caso de nuestro lugar en la cultura nos interesa indagar sobre el valor de interrogación que los paradigmas culturales ofrecen a nuestra necesidad de comprender otras miradas. Nuestra hipótesis es que los interrogantes presentes en otros entramados culturales encuentran su lugar de emergencia en la

elaboración de la “materia” significante que los plasma. Esta labor y su “eco” en otros sistemas significantes se gesta en la transposición flotante de otras escenas que tienen como función saldar deudas de sentido. La inminencia de una metamorfosis que no se produce Una manera de considerar el valor cultural del Jepotá es teniendo en cuenta los valores que le son asociados en los dichos de los propios sujetos de la cultura Mbya-Guaraní. Punición mitológica, sublimación de lo sexual, locura, son algunos de los significantes que estructuran los sentidos del Jepotá. Como es de esperar en la cultura Mbya, el animismo organiza las relaciones y tensiones que surgen frente al fenómeno de la metamorfosis. Los relatos míticos admiten una deriva en suspenso de sus elementos, que podrán ser incorporados a los relatos que tramiten lo irreductible en sus múltiples versiones3. Para los casos que tratamos

(*) Martín E. Gómez. Profesor de Francés (Instituto Sup. Josefina Contte. Corrientes) Miembro participante de la ACID Corrientes-Chaco. 1 Artículo inédito “Ecos de la Sombra” a publicarse en la revista Conceptual Nro. 14 2 Ibídem p. 4.

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en el documental “La Sombra del Jaguar” de Enrique Acuña, es apreciable el estilo de cada narrador en la forma de referir el texto de un mismo mito. Encontramos la interpretación del relato mítico en versiones idiosincráticas bilingües, escandidas por la circulación de los significantes que irradian los sentidos de este objeto cultural: “El jepota’a es un animal que se presenta en un persona, un muchacho o una chica (…) parece igual que una persona. Por eso copulan, en el camino, por la chacra, por el arroyo; si andan por el monte saltando por ahí…Antes no se usaba sal, no se usaba grasa; tampoco ninguna clase de cosa de criollo. Por eso entonces se copulaba con un animal.”4 La posibilidad de jepotar pone en tensión los significantes amos de su cultura, develando la dinámica existente entre los siguientes elementos: el animismo como sistema estructurante, la ética y la normativa del seren-el-cuerpo Mbya guaraní y el valor que se le reconoce a la tradición que instituye la cosmovisión. Existe una instancia de significación asociada a la animalidad primordial que instaura lo liminar en función de una normativa de vida. La inminencia

de este estado denuncia los límites a ser respetados y los rituales que lo rigen ponen a raya las derivas del comportamiento. La potencialidad de una metamorfosis en el horizonte cultural subvierte la escena cultural y nos invita a preguntarnos: ¿Fenómenos como el Jepotá, son una instancia en la que se trata con la alteridad? ¿Se lo puede considerar como una instancia punitoria que marca el lugar del otro en la cultura y que en determinados casos encarna su propio vacío? ¿Qué deudas de sentido se saldan en el tratamiento de lo irreductible? El testimonio transcrito supra nos descubre la función cohesiva del significante inscripto en Jepotá: La animalidad primordial hace serie con la persona Mbya, la alteridad de lo criollo se hilvana en el movimiento que se desdobla en lo potencial de la metamorfosis. Llama la atención el clivage que introduce el componente criollo, que arriesgamos, opera en antítesis a la posibilidad arcaica5 de la comunión sexual con un animal. Como vemos el trámite de lo irreductible tiene un sentido que yace en el propio tratamiento del significante por las formas culturales; la trama simbólica que sostiene

Tanto los autores que consultamos (Levi-Strauss, Bartolomé, Prates) como el documental “La Sombra del Jaguar”, valoran la existencia de múltiples versiones-traducciones idiosincráticas de un mismo texto mítico. Este material discursivo a menudo nos llega en forma de traducciones “balizadas” por palabras en la lengua aborigen. La mera transposición a otra lengua, de dichos textos orales -concebidos para ser rememoradosimplica modificaciones en la forma (léxico, orden sintagmático, prosodia, etc.) que estarían en el origen de deslizamientos semánticos que de alguna manera aportan a la actualización de estas expresiones significantes. 4 Testimonio de María González -Aldea Mandarina- (2012), en “La Sombra del Jaguar” de Enrique Acuña. 5 Nos referimos al mito que involucra a Jacy, a los jaguares y a los Mbya en un linaje rizomático de alto valor significante para la cultura Mbya Guaraní. Cf. Bartolomé (2009) y Prates (2009). En el trabajo de Prates p. 65, se refiere a la naturaleza incestuosa de las relaciones socio-cosmológicas que actualizan los significantes de la corporalidad Mbya; en particular lo concerniente al cuerpo de la mujer, la menstruación y el Jepotá. 3

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

al mito y al ritual, va delimitando la escena cultural que lo contiene. El temor a Jepotar, está implícito en la cultura y demanda a la conciencia mítica el ejercicio de la memoria que recupere los orígenes del grupo, valide el pacto comunitario y las normas bioéticas. La otra escena: “Las sombras caminan en la oscuridad amenazante” Lo que describimos en la frase “Las sombras caminan en la oscuridad amenazante”6,es un temor. Un temor al avance de lo que aún no fue colmado de sentido; ni en nosotros, ni en nuestra cultura. Pensar esa otra escena, donde habitan las sombras de nuestro miedo, es abrir la puerta a lo que no recordamos, a lo ominoso de nosotros mismos, eso que preside la existencia del hombre7. En esta escena habita la nuda vida8 ancestral, que en el Tekoa guaraní, encuentra su resignifica-

ción bio-ética en rituales como el Ñengué (rito de iniciación sexual), que preservan a los jóvenes de los significantes que abren una instancia de hiato en la cadena significante de la cultura. No debe sorprender entonces que esta apertura del inconsciente cultural demande la intervención animista -de la otra escena- para saldar la significación de la alteridad que habita la propia cultura. Surgen preguntas en torno a la complejidad de los relatos que nos contamos a nosotros mismos y que erigimos frente a los otros. Tales preguntas relacionadas con las formas de tratar con lo real nos interpelan y nos hacen volver la mirada hacia nuestro lugar en la cultura; nuestra propia relación con el entramado de relaciones simbólicas que nos sostienen y que sostenemos en nuestra avidez de significación.

Cf. C. Spivak (1988[2011]) pp. 76-79. En ¿Puede hablar el subalterno? la autora propone una isomorfismo conceptual -que toma prestado de “Pegan a un niño” de Freud-, para dar cuenta de la situación de subalternidad de la mujer india; en palabras de la autora: “me siento fascinada por el modo en que Freud presupone una historia de represión que conduce a la producción de la frase final. Es una historia con doble origen, uno oculto en la amnesia de la niña y otro alojado en nuestro pasado arcaico, donde se presupone de modo implícito un espacio preoriginario en el que el ser humano y el animal no se hallaban todavía diferenciados”. 7 La resonancia de esta paráfrasis es el efecto de una recomendación bibliográfica, que hemos explorado previamente. Norberto Maicas en su excelente prólogo a América Profunda de Rodolfo Kusch, presenta así las claves de la experiencia Kuschiana de la alteridad americana, y explora la sensibilidad intelectual (del filósofo y el antropólogo) frente al excedente (experiencial) que se da en el cruce de miradas. 8 Cf. G. Agamben (2010[1995]): pp.9-23. 6

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BIBLIOTECA

Sobre las coordenadas de la época actual -una lectura de la revista Estrategias (*)Ana Mayol (**)

E

n el presente artículo se tratará de realizar una lectura de las coordenadas actuales a partir del discurso de la época. Resulta necesario situar el contexto del siglo XXI el cual se ha caracterizado por lo que Michel Foucault conceptualizó como “Biopolítica”, relación existente entre la Política y la Biología, entendida como una herramienta de poder utilizada por el Estado para ejercer el control sobre los cuerpos. Se basa en la aplicación de acciones concretas sobre poblaciones ampliadas. Es decir, que la interpretación de los casos será a partir de una masa poblacional y no interpretación del uno por uno. Giorgio Agamben retoma el concepto foucaltiano para plantear la “situación de excepción”, propia de la época actual y reflejada en los campos de concentra-

ción y en los Estados totalitarios donde la regla era mantener segregado un elemento que pasaba a estar situado como excepción y por fuera de los derechos ligados a la democracia. Entonces el derecho contempla esta excepción y ésta a su vez es aquello que agujerea a la norma. El “para todos” universal está agujereado por un particular negativo donde se contempla un lugar en donde no hay derechos. Voy a realizar una breve reseña acerca de la revista “Estrategias” del servicio de docencia e investigación del hospital “Dr. Rodolfo Rossi” de la ciudad de La Plata y en particular de un artículo de Enrique Acuña titulado “Un inconsciente entre Leyes y clases”. En dicha publicación el autor refiere acerca de la reglamentación de la nueva Ley de Salud Mental, los avan-

(*) Revista “Estrategias –Psicoanálisis y Salud Mental”- Publicación del Servicio de Docencia e Investigación del hospital “Dr. Rodolfo Rossi” de la ciudad de La Plata. (2013) Dirección: Cecilia Fasano.D.Adjunto: Inés Garcia Urcola. Escriben en este número: German García; Analía Regairaz; Verónica Cruz; Macarena Sabin Paz; Anibal Goldchuk; Enrique Acuña; Emilio Vaschetto; Leonardo Gorbacz; Lilián Alvarado; Paola Boccalari; Iván Pelitti; Cecilia Fasano; Elena Levy Yeyati; Gabriela Rodriguez; Inés García Urcola; Marcela Reichert; Leticia Garcia; Clara Weber Suardiaz; Claudia Orleans; Laura Klein; Daniel Martucci y Antonio Di Benedetto. (**) Ana Mayol. Lic en Psicología. Psicoanalista. Psicóloga concurrente del Hospital J.T.Borda.

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

ces en términos de progreso respecto a leyes previas como también los síntomas que se presentan en la inter-fase entre el campo de la salud mental y el psicoanálisis. Acuña refiere acerca del término Salud Mental y su relación con el mantenimiento del orden público. Salud Mental entendida como una máxima universal en donde se promulga la Salud/ Bienestar para todos. Retoma a Eric Laurent en su libro “Psicoanálisis y Salud Mental” planteando que si la salud para la medicina es el silencio de los órganos, esto mismo aplicado al campo de la democracia conlleva a un silencio del orden público, por lo que la función de la salud mental sería la de asegurar el silenciamiento del Otro. Este orden responde al derecho, a su paradigma actual, el cual sería el de los “Derechos Humanos” (para todos x). El orden público se establece en una jurisprudencia. En el campo de la Salud Pública confluye el campo de la ciencia (medicina) y el del derecho organizando un Ideal normativo de lo que debería ser el bienestar social.

Toda ficción jurídica se define por ser una ficción útil. Si las ficciones jurídicas poseen una eficacia creadora de realidades, esta nueva ley tendrá efectos reales sobre los lazos sociales. La creación de esta ley de salud mental ha generado modificaciones, no sólo semánticas, sino también en relación a quién decide la verdad de un acontecimiento.

La nueva ley de salud mental intentaría abolir los S1 producto de contextos sociales anteriores (encierro, medicalización, manicomialización, etc ). Por lo que se piensa esta ley como progresista teniendo en cuenta algunos de los puntos en los cuales ha generado modificaciones: • Modificación del término “Enfermedad” por el de “Sufrimiento Mental”, lo cual ubicaría al padecimiento o la locura como una construcción social, de la “mirada médica” al relativismo social. • Ya no se define al loco por su “exclusión” sino que se trata de incluirlo socialmente. Se positiviza la capacidad de juicio, de decisión, de hacer lazo social. 69


BIBLIOTECA

• La adicción ya no es un problema de ilegalidad. Toxicómanos-consumidores (problemática del consumo en una sociedad caracterizada por el consumismo). • El poder de decisión pasa a los equipos interdisciplinarios los cuales serían portadores de un saber decisivo por la sumatoria de saberes. • Las internaciones llevan la connotación de posibles “privaciones de la libertad” y los factores para indicar la misma pasan de la noción de “peligrosidad” a la de “riesgo para sí o para terceros”. • También respecto a la evaluación, previamente ejercida por el conjunto médico-jurídico, se abre lugar a la “autoevaluación” del paciente con la intervención periódica del equipo interdisciplinario. Es evidente que las modificaciones que genera la nueva ley en salud mental son superadoras de leyes previas con carácter

represivo creadas en un contexto de dictadura militar. Pero ante estos avances, cabe la pregunta acerca del psicoanálisis y su lugar en este debate actual. Para Enrique Acuña, la función del psicoanálisis es la de leer el goce que existe detrás de cada Ideal. Los psicoanalistas deben considerar cuál es el “excedente” – lo que sobrepasa- al universal “derechos humanos para todos”. La particularidad de cada sujeto del inconsciente se hace oír más allá de los ideales 70

propuestos como máximas universales. Si todo Ideal puede generar un efecto paradojal, habrá que dar lugar a quienes tal vez no quieran ese Ideal de Bienestar, lo cual conlleva a una pregunta acerca del posicionamiento ético del psicoanalista dentro de una Institución de Salud Mental, por ejemplo. Quienes nos encontramos realizando nuestra práctica en un hospital público nos vemos en diversas ocasiones ante esta encrucijada, en esta inter-fase entre diferentes campos. Encarnamos síntomas de la articulación de dos campos de discurso. Nos encontramos en nuestra división en donde cabe la pregunta por la posición del psicoanalista y a la vez topándonos con las dificultades que se desprenden en el des-encuentro con otros posicionamientos éticos. El autor lee como síntoma en la inter fase del campo de la Salud Mental y el psicoanálisis, la problemática en la implementación de la nueva ley y la correspondiente proliferación de clasificaciones, traducidas en el manual estadístico DSM. De lo que se trata es de ver si existe el sujeto dividido debajo de este discurso, ya que tanto la Ciencia Médica como la Ciencia del Derecho de lo que tratan es de olvidar al sujeto, pero este, de algún modo u otro, siempre retorna. El artículo lleva la siguiente hipótesis: “más derechos (nueva ley, derechos humanos) más clases (DSM-V)”. Si la Nueva ley de Salud Mental intenta abolir ciertos


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

S1 propios de momentos sociales anteriores, también inscribe nuevos S1 propios de la época actual. Refiere que habrá nuevas presentaciones sintomáticas imbuidas de este nuevo discurso jurídico relacionado con los derechos humanos, la libertad, etc. Es interesante el aporte de Paul Laurent Assoun que se refiere a la “clínica

social del trauma”. La paradoja de los derechos humanos implica que para constituir la defensa de un derecho es necesario que previamente se constituya una “víctima”. Refiere en este punto a la articulación entre la figura del perjudicado y el prestador, en donde “si el rasgo del perjudicado está bien dicho, el prestador se hace al perjudicado.” Y vemos la proliferación de especialistas que tratan “Adolescentes en situaciones de crisis”, “Adictos a internet”, “Adictos a las cirugías estéticas”, etc. y las consecuentes prolongaciones sintomáticas por la identidad que otorga a cada cual el refugio de los nombres para cada goce. Los manuales estadísticos colaboran en este hipernominalismo, se patologiza la vida cotidiana, se le otorga una nominalización al estilo de vida para

posteriormente recetar el psicofármaco que responderá a medida. Al estilo “dime de qué sufres, te diré qué pastilla tomar”. Acuña se pregunta: “¿es verdad que el siglo XXI será una época donde, paradójicamente, ante tanto derecho, se pierda el derecho a la palabra?”. Nuevamente, los efectos pa-

radojales que puede generar el Ideal. Recordemos que en la nueva ley no habría explícitamente un lugar para el discurso psicoanalítico, El “usuario” puede solicitar muchas cosas que atañen a sus derechos, como por ejemplo “la terapéutica más adecuada”, “abogado”, su autoevaluación, etc..., pero no un psicoanalista. Por lo que se podría considerar que ante esta nueva modalidad clasificatoria, el analista no debe dejar de escuchar lo singular que cae de cada caso. Apuntar al retorno del sujeto, al sujeto de deseo que está debajo de las nominaciones yoicas: “soy adicto”, “soy anoréxico” ,como también a aquello que no puede ser reducido a leyes y reglamentos, considerar al excedente de esta operatoria ya que la acción verdadera, la del deseo, está más allá de la aplicación de la regla. 71



ClĂ­nic(a)


CLÍNICA

El malestar feminizado Fátima Alemán(*)

D

esde hace algunos años los psi-

coanalistas lacanianos venimos

insistiendo con la frase conver-

tida casi en slogan de “la feminización del mundo”. La misma fue lanzada hace más

de diez años por J.-A. Miller y Eric Laurent en su seminario conjunto “El Otro que no existe y sus comités de ética”, se-

minario pronunciado entre los años 1996

y 1997 en el contexto de una reinterpre-

tación de la civilización actual que ya no se definiría como “freudiana” sino como

“lacaniana”. Con civilización freudiana hacen referencia a lo plasmado por Freud en

su texto “El malestar en la cultura”, donde

la renuncia a la satisfacción pulsional lleva la marca del “nombre del padre” como ley

“para todos” que además hace las veces de ideal. Es decir, el padre muerto de “Totem

y tabú” le permitió a Freud establecer la ba-

ses de una función universal que dio lugar a

la ley de la prohibición. La época lacaniana, en cambio, sería la que introduce Lacan a

partir de su Seminario fallido sobre “Los

nombres del padre” en 1963, donde la plu-

ralización de los nombres del padre permite definir a la época no ya regida por un ideal único y universal sino por una serie de nombres donde se demuestra la inexistencia del Otro, es decir, donde el Otro de la ley ya no es garantía última sino un semblante más entre otros que se escribe como S (Ⱥ). Como dice Miller: “La inexistencia del Otro inaugura verdaderamente lo que llamaremos la época lacaniana del psicoanálisis -que es la nuestra- la época de los desengañados, la época de la errancia”. (1) De este modo, la época que se define por “el Otro que no existe” hace entrar un régimen distinto al régimen edípico establecido por el todo y la excepción. La época actual se concibe entonces por el régimen del no-todo, el que corresponde en la lógica de la sexuación desplegada por Lacan en los años 70 con la posición femenina. Es lo que anticipa Miller en su curso del 92 titulado “De la naturaleza de los semblantes”: “A este binario [homogeneización/excepción de la lógica edípica] se opone del lado que Lacan llamó femenino, la serie, la enume-

(*) FÁTIMA ALEMÁN. Miembro de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata, de la EOL y de la AMP. (1) Miller, J.-A. y Laurent, E.: El otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, 2005, p. 10.

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

ración, lo múltiple, que no forma un todo y es a la vez cada uno para sí”(2). La subjetividad contemporánea puede definirse entonces como femenina. Ello no se refiere únicamente al protagonismo de las mujeres que acceden a profesiones antes reservadas a los hombres ni a las virtudes femeninas que dan un nuevo aire a la política y los lugares de poder, sino a lo que el mismo Freud supo enunciar en la conferencia de 1932 sobre “el carácter disocial de las mujeres” que garantiza las relaciones sexuales. Dice Laurent: “Quizá la verdadera feminización del mundo sea que las damas son quienes están más cómodas (contrariamente a lo que pensaba Freud, dada la estructura del Otro de su época) con el estado actual del Otro que no existe, ya sea en la vertiente de saber envolverlo con la dulzura o en la de saber mantener una orientación cuando todo el mundo está muy perdido”.(3) Ahora bien. Antes de desarrollar el malestar actual a partir de su “feminización”, veamos por qué Lacan realiza un cambio de

paradigma: ¿qué es lo que lo lleva efectuar el pasaje de un Otro de la ley, consistente y garante de sentido, a un Otro barrado que se sitúa con la caída del Nombre del Padre? La angustia y los nombres del padre El punto de viraje se encuentra en la única clase del Seminario interrumpido, el de Los nombres del Padre, publicada en el año 2005, clase del 20 de Noviembre de 1963. En la misma Lacan presenta el tema que ya había anunciado al finalizar su Seminario sobre La angustia: “Anuncié que este año hablaría de los nombres del padre”. En aquella oportunidad se había referido al motivo: cuestionar el valor del mito freudiano del padre y abrir la siguiente pregunta: “¿Acaso no hay allí una contradicción obvia con el hecho evidentemente dado por la experiencia de que por esta vía es muy distinto lo que se produce, o sea, la normalización del deseo en las vías de la ley?”(4). Lacan señala una contradicción porque todo el desarrollo de

Miller, J.-A.: La naturaleza de los semblantes, Paidós, 2002, p. 65. Miller- Laurent: ob.cit., p.109. (4) Lacan, J.: El Seminario Libro X La angustia, Paidós, 2006, p. 364. (2) (3)

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CLÍNICA

la angustia -retomando la matriz freudiana de “Inhibición, síntoma y angustia” y el objeto comprometido en dicha experiencia (la angustia no es sin objeto)- le permite afirmar que “en la manifestación de su deseo, el padre, sabe a qué a se refiere dicho deseo”. Por lo tanto, contrariamente a la propuesta freudiana del mito del nombre del padre (desarrollado con el complejo de Edipo, Totem y Tabú y Moisés y el monoteísmo) para Lacan el padre “no es causa sui”, es decir no es causa de sí mismo, porque el padre desea algo. Esta es la gran ruptura con el paradigma anterior, desarrollado ampliamente en el Seminario sobre Las Psicosis, en relación al significante del nombre del padre, reprimido en la neurosis y forcluído en la psicosis. Dice Lacan en 1956: “El complejo de Edipo significa que la relación imaginaria, conflictual, incestuosa en sí misma, está prometida al conflicto y a la ruina. Para que el ser humano pueda establecer una relación más natural, la del macho y la hembra es necesario que intervenga un tercero. (…) Hace falta una ley, una cadena, un orden simbólico, la intervención del orden de la palabra, es decir el padre. No es el padre natural, sino el nombre del padre”. (5) Entonces si el padre no es causa sui esto quiere decir que a partir de su concepto no

puede inferirse su existencia. Por más que Dios, dice Lacan, se defina como Ego sum qui sum (Soy el que soy), se defina como idéntico al Ser, nada “hay más absurdo cuando se trata del Dios que habla a Moisés en la zarza ardiente” (6), el Dios de Isaac, Abraham y Jacob. El recurso al sacrificio de Abraham (tomado por Kierkegaard) muestra que Dios no es allí un sujeto supuesto saber (el Dios de los Filósofos) sino un Dios que desea y un Dios que goza (el carnero como ancestro animal capturado en el totem). Por ello Lacan otorga un valor distinto a la definición de Dios como “soy el que soy”, no como el Otro del significante sino como un real sin concepto, el ‘a’ como nombre de goce. De este postulado deducimos entonces que el padre es uno de los nombres del padre entre otros (la mujer, el falo tambien pueden serlo) y lo que importa es la función, la función de nominación. Entonces el cambio de paradigma que realiza Lacan cuestionando el universal a partir de la excepción al “todos homogéneo” se debe a sus desarrollos sobre la angustia, donde valiéndose de la referencia a Kierkegaard puede afirmar “la angustia es el signo o el testimonio de una hiancia existencial”(7). La angustia como excepción permite entender que el deseo no se funda en la Ley y en su transgresión (como lo

Lacan, J.: EL Seminario, Libro III Las psicosis, Paidós, 1993, p. 139. Lacan, J.: De los nombres del padre, Paidós, 2005, p. 77. (7) Idem, p.75. (5) (6)

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

postula en el Seminario 7) sino en el objeto perdido freudiano, el objeto ‘a’ que “cae” en la relación del sujeto con el deseo del Otro. Dice Lacan que “en la angustia el sujeto se ve afectado por el deseo del Otro: d (A), se ve afectado de una manera inmediata, no dialectizable” (8) y dicha experiencia solo ocurre para un sujeto que habla, para un sujeto que está determinado por el significante.

ser sustraída, y el padre freudiano, como el Dios del monoteísmo, no es sino el revestimiento, la cobertura de esa entropía”(9). Por eso es posible decir –como lo sugiere Miller– que allí donde Freud se detuvo en la genealogía de Dios, Lacan avanza y coloca en el lugar del Padre a La mujer, con su goce suplementario.

Este paradigma de una causa que no es significante sino que parte del objeto (el objeto a que cae del sujeto en el instante de la angustia pero que tambien es la causa del deseo como agalma) y que inaugura el Seminario sobre Los cuatro conceptos fundamentales, desarma el aparato simbólico de la ley significante aportada por el padre a partir de la evidencia del montaje pulsional que introduce la hiancia entre el deseo y el goce. Como dice Miller en “La lógica del gran hombre”: “es el goce mismo el que produce un agujero, una hiancia, comporta una parte excesiva que debe

Ya adelantamos que es en la conferencia 33 sobre “La feminidad” donde Freud nos da la pista para entender el malestar contemporáneo ligado a lo femenino. Allí encontramos el argumento más elaborado al cual supo llegar Freud sobre el enigma femenino: “llegamos al convencimiento de que no se puede comprender a la mujer si no se pondera esta fase de la ligazón-madre preedípica”. (10)

El no-todo de la sexualidad femenina

Ponderar esta fase implica para Freud localizar allí la ambivalencia del amor/odio que adquiere el lazo madre-hija, el cual no tiene parangón con lo que ocurre en

(8) Idem, p. 70. (9) Miller, J.-A.: Punto cenit. Política, religión y el psicoanálisis, Diva, 2012, p. 126. (10) Freud, S.: Obras Completas, Tomo XXII, Amorrortu, p.111. (11) Ver la clase VIII del Seminario 20 Aún de J. Lacan, “El saber y la verdad”, Paidós,1995. (12) Freud, S: Obra citada, p.113.

77


CLÍNICA

cambio de zona erógena (del clítoris a la vagina) y el cambio de objeto sexual (de la

madre al padre) complican irremediablemente la salida hacia la feminidad, pero

ello transcurre en medio de una batalla pa-

sional calificada por Lacan con un neologismo brillante, el odioenamoramiento, que plantea justamente que no hay amor sin

odio (11). Freud se pregunta: “¿A raíz de qué se va a pique esta potente ligazón madre-hija?”. La respuesta es contundente: “El extrañamiento respecto de la madre se produce bajo el signo de la hostilidad, la ligazón-madre

acaba en odio” (12)

Los reproches ha-

cia la madre que

se escuchan en los

relatos de analizantes

mujeres son una mues-

tra cabal de la presencia del odio,

el cual -advierte Freud- se desplazará

en la elección amorosa al primer marido. Y es justamente la consecuencia de esta pasión vivida en el transcurso del complejo

de Edipo y en el encuentro con la castración, la que nos permite entender la sintonía de la posición femenina con la época de la inexistencia del Otro. Si Freud nos alerta sobre las fijaciones duraderas de la ligazón-madre preedípica ello se apoya en una conclusión que, como bien lo presenta Eric Laurent, anticipa la famosa fórmula lacaniana “no hay relación sexual”. Dice Freud: “Para la niña la situación edípica es el desenlace de un largo y difícil proceso, una suerte de tramitación provisional (…) en la relación del complejo de Edipo con el de castración, nos salta a la vista una diferencia entre los sexos, probablemente grávida en consecuencias”.(13) ¿Cuáles son dichas

consecuencias? Por un lado, una formación del superyó en la mujer que no se condice bien con su subrogado cultural (la ley); por otro, una lógica de la vida amorosa marcada por el odioenamoramiento que lo conduce a Freud a sostener el “ca-

idem, p. 119. Ver el interesante desarrollo sobre los efectos sociales de la homosexualidad femenina que presenta Enrique Acuña en su texto “El muro –entre cataros y preciosas”, publicado en el libro Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas, Edulp, 2009. (15) Lacan, J.: Escritos 2, “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina”, Siglo XXI editores, p. 710. (13) (14)

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

rácter disocial” que hace de las mujeres

por la vía que abre el “tabú de la virginidad”

Es decir, la feminidad no se conjuga ar-

el suplemento de lo femenino a lo masculi-

“las garantes de las relaciones sexuales”

(14).

moniosamente con los intereses ni con los ideales sociales, por ello Freud llega a decir

que “es menor su aptitud para la sublimación pulsional”. Las mujeres demuestran una relación a la pulsión que no está del

todo mediatizada por la represión, que las

acerca mucho más al objeto que al ideal. Los desarrollos lacanianos sobre la sexuali-

recordar el consejo freudiano de “no reducir

no al complemento del pasivo al activo” (15). En todo caso es como un goce suplementario, “un goce envuelto en su propia con-

tigüidad para realizarse a porfía del deseo”, un goce suplementario al goce fálico, como

será definido en los 70 el goce femenino, en el marco de la lógica de la sexuación. Si la

mujer es Otra para sí misma y el papel de

dad femenina de los años 60, presentes en

la mascarada sirve bien a estos fines, es por-

aún en “Ideas directivas para un congreso

la sitúa en una distancia crítica con la Ley

de la posta que toma Lacan respecto al le-

te al objeto de la pulsión bajo el tinte del

ración teórica que esclarezca el misterio de

puede pensarse como “un nuevo amor más

falo en el desarrollo libidinal” le permite a

que la solución al malestar universal impli-

lico presentes en el complejo de Edipo, y

y aislar el goce no-todo en su singularidad.

los escritos “La significación del falo” y más

que su posición con respecto a la castración

sobre la sexualidad femenina”, dan muestra

y sus ideales, y la aproxima asintóticamen-

gado freudiano para avanzar en una elabo-

“amor erotómano”. Si el amor femenino

lo femenino. Retomar “la posición clave del

cercano al fin de un análisis” (16), ello es por-

Lacan despejar lo imaginario de lo simbó-

(16)

ca tomar a la palabra en su particularidad

Laurent, E.: “¿Un nuevo amor para el siglo?” en revista El Caldero de la Escuela nº 18, 2012.

79


CLÍNICA

¿Cómo ser allí donde no se es…? La Mujer y las mujeres entre el deseo y los ideales sociales Carla Molinas (*) CAMINOS DEL ESPEJO “…Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto. Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia. Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral. Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste. Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla. Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo? Deseaba un silencio perfecto. Por eso hablo. Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz…” Alejandra Pizarnik- Argentina

E

ntender la complejidad de la demanda que un sujeto enuncia, en el contexto de un análisis, permite constatar al analista, quien hace las veces de ese oyente del sufrimiento de la falta en ser del sujeto, los modos en que los efectos de sentido capturan al hablanteser.

complejidad de la demanda en el análisis va más allá de lo que suena como queja, de las “causas traumáticas” y “de los fenómenos” que fascinan al resto. La época actual posee rasgos que ponen al sujeto a actuar con inmediatez, y sus reglas colorean las formas de gozar al modo de un imperativo de turno.

Sentidos singulares que nombran padecimientos, estilos de vida, géneros y actos; requieren además, una lectura que contextualice al sujeto en la época, lo cual no puede quedar a un lado para el analista.

Se trata también de una época que evidencia la feminización del sujeto (hombremujer) en donde soportar la falta, una vez que se la encuentra, no resulta fácil. Es por ello que el Otro social puede venir a aliviar y subsanar con sus respuestas al sufriente pero transformando las palabras

Sin dudas se debe tener presente que la

(*) Carla Molinas: Lic. en psicología. Miembro de la ACID Corrientes-Chaco del IOM y docente del seminario anual del IOM. Coordinadora del Módulo de Investigación: “La sexualidad femenina” de la ACID Corrientes-Chaco del IOM

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

de ese Otro social en ideales a alcanzar. “Hay una acción del significante que obliga a una actividad y hay un apasionarse por eso, pero también una desgracia del ser qué es la demanda, refiere Germán García en Fundamentos de la clínica analítica(1). Se observa que en la cultura lo femenino se traduce como un complemento: estético, intelectual, económico, y así puede extenderse la serie de semblantes que seducen en este aspecto, que aggiornan a la mujer. En psicoanálisis lo femenino anuncia otra condición: la de su relación con la falta en ser. Y esto ¿qué efectos tienen en la mujer de la época? “Vengo a que me diga qué tengo que cambiar, cómo tengo que ser”, “No soy…lo que los demás esperan de mí”, frases que señalan el modo en que una mujer declaraba la intención de iniciar un análisis. En el ámbito del “derecho para todos”, la mujer ha logrado estar en igualdad de

condiciones sociolaboral, económicas con el otro sexo: con posibilidades de ocupar lugares de poder, status y reconocimiento, etc. Sin embargo, no parece que el reconocimiento de los derechos, por más necesario y legítimo que sea, se traduzca en una reducción del sufrimiento planteado en lo infinito de la demanda, que se ahoga en sí misma. Ian Hackin dice “… ocurre que hay contingencias de la historia donde aparecen nuevos entes, es probable que antes existían algunas mujeres refugiadas, pero ahora gracias a que hay democracia, globalización y derechos de la mujer, existen determinadas cate(2) gorías…” . Cada nueva vulneración de derechos que se traduce en el reconocimiento del mismo, genera una nueva clasificación de sujetos que es necesario proteger, generando una pareja indisoluble donde el nombre del síntoma como identificación nombra al sujeto, borrando el resto… su particularidad, y desde luego nuevas clasificaciones: mujeres refugiadas, mujeres golpeadas, y el etcétera significante.

(1) German Garcia (2005) “ Fundamentos de la clínica psicoanalítica”. Editorial Otium (2)Acuña, Enrique ( 2012) ¿ Sujeto supuesto social? Revista Conceptual N° 13

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CLÍNICA

¿Qué quiere una mujer? Freud responde “el deseo de tener un hijo”, mientras que Lacan eleva la apuesta e interroga ¿Cómo goza una mujer? En 1931 Freud escribe un artículo al que llamó “Sobre La sexualidad femenina”, donde articula este devenir mujer con su elaboración del complejo de Edipo, que le lleva a constatar la disimetría entre los dos sexos (3). Lacan indica que hay una antinomia en la asunción del sexo, tanto para el hombre como para la mujer, ya que (lo que sigue, ¿es una cita?) No pueden gozar de su órgano en tanto que hombre y en tanto mujer más que bajo la amenaza de quitárselo o de privárselo(4). Freud descubre los diversos efectos que puede tener el complejo de castración en la mujer, y explica que ésta adopta una actitud bi-escindida ante el hecho de la castración: De esa actitud bi-escidinda de la niña derivan tres orientaciones del desarrollo. La primera lleva al universal extrañamiento respecto de la sexualidad. La segunda retiene la masculinidad amenazada, y la esperanza de tener alguna vez un pene persiste hasta épocas increíblemente tardías. Complejo que puede terminar en una elección de ob-

jeto homosexual manifiesta. Un tercer desarrollo que implica sin dudas rodeos, desemboca en la final configuración femenina que toma al padre como objeto y así halla la forma femenina del complejo de Edipo. Lo que Lacan designa como “la ficción macha” es que “se es lo que se tiene” y que “se tiene lo que se es”, lo cual implica que “no se es lo que no se tiene”. Lo que organiza la sexuación de los pronombres es el falo: él no es sin tenerlo; ella es sin tenerlo”(5). Esto nos remite a dos modalidades del ser y del deber ser. Como lo destaca Lacan, “sé un

hombre”, pero no se dice “sé una mujer”. Mujer, en términos freudianos, hay que hacerse. Las mujeres y los ideales El ¿Cómo ser? Opera como un interrogante al oráculo del Ideal Social, pregunta que a los analistas no debe perdernos, en tanto que en el ser se juega algo de lo real, del saber del sujeto, de lo indecible que el discurso amo no puede nombrar. Colett Soler en su libro Lo que Lacan dijo de las mujeres refiere: la civilización de la ciencia ha cambiado la realidad de las mujeres. El análisis lo constata, eso no les da necesariamente felicidad: las acompañan la angustia, la inhibición, la culpabilidad, los

Freud, S (1931) “ Sexualidad femenina”. Edito Amorrotu Lacan (1958) “Significación del falo” Escritos II . Siglo XXI (5) Assoun P ( ) Lecciones psicoanalíticas sobre Masculino y Femenino (3) (4)

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

sentimientos de falta de cumplimiento(6). Fue Joan Riviere, quien descubre la mascarada y supone que si las mujeres sienten a veces que les está prohibido el goce fálico, es porque tienen miedo de perder su feminidad. La máscara es entonces un nombre posible de la identificación sexual. Esto de alguna manera permitiría entender lo que Lacan decía respecto a que “La Mujer” no existe, entendiéndose la mujer toda, completa, pero si existen los semblantes que de alguna manera la inventan. Fátima Alemán explica en su artículo “Las máscaras de lo femenino” que el semblante es una categoría que pone en juego la dimensión de la verdad, la función primaria de la verdad en la medida que el semblante se hace pasar por lo que es. Si el semblante tiene que ver con un parecer, si se hace pasar por lo que es, esto tiene una conexión con la verdad y “con la verdad se oculta”. Se podría decir que si la verdad no puede ser dicha toda, el semblante pone en juego una “alegoría de la verdad”. El semblante hace creer que hay algo allí donde no lo hay(7). Finalmente, ¿qué lugar para la sexualidad femenina frente a las exigencias de la época? Si los discursos sociales como los discursos psi, ofrecen una diversidad de objetos,

significados y “soluciones” a las necesidades y malestares que en términos de eficacia, rapidez y medición, tras los avances de la ciencia, se ubicarían a la altura de las nuevas demandas. Pero el psicoanálisis indica -por su parte- la preexistencia de un inconsciente que resiste a las palabrerías de los discursos. Queda como tarea pendiente pensar de qué manera realizar el pasaje del “Cómo ser…”, que se plantean las mujeres en la actualidad, a la captación (en el marco de un análisis) de la propia intimidad del saber sobre la posición que asume cada uno frente a lo que desea, a lo que fracasa en la vida erótica, en su relación con los otros y el Otro. Como refiere Enrique Acuña en su texto “Alguien habla: poética analítica o desierto de la ciencia”, publicado en su libro Resonancias y silencios: “…Un análisis es de hecho un varamiento del buen yo que requieren los procedimientos filosóficos con la verdad… Apela a una candidez inicial para equivocarse en las palabras que nombren los objetos de amor y deseo bajo la semántica del fantasma. Esa realidad es otra cosa que la significación social…”(8) El psicoanálisis delega la palabra al sujeto, mediante algo llamado acto analítico que permite a un sujeto escuchar…la voz de su deseo, algo desconocido para el sujeto y olvidado por lo social.

Soler, C ( 2006) “ Lo que Lacan dijo de las mujeres”. Edit Paidós Aleman Fátima (2012) “ Las máscaras de lo femenino” Revista Frixiones (8) Acuña, Enrique ( 2009) “ Resonancia y Silencio”, Edito Edulp (6) (7)

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CLÍNICA

La cuestión del objeto: dimensiones y resto MARÍA ISABEL D`ANDREA (*)

L

Se registra tempranamente en su obra, en las cartas a Fliess, específicamente en la carta 52 cómo Freud hace un primer esbozo de un aparato anímico.

Es mi intención aquí hacer una primera aproximación al tema, abordándolo desde el recorrido de la noción de objeto que hace Freud articulando con la noción de goce.

Esto es para Freud la estructura del funcionamiento del deseo: la búsqueda del objeto perdido. Tanto es así, que si no está, se lo alucina.

a cuestión del objeto en Psicoanálisis es una temática que puede ser abordada desde diversas aristas.

Enrique Acuña señala varias paradojas respecto del mismo, en el libro del cual es compilador: “Las paradojas del objeto en Psicoanálisis”. Define aquí a la paradoja como un enunciado que en su contradicción logra un efecto de verdad.

Dimensiones del objeto en Freud En la obra freudiana se pueden delimitar tres dimensiones del concepto de objeto. El primero que se puede visualizar es el objeto de deseo para Freud. Es el objeto perdido de la experiencia de satisfacción alucinatoria. Dicha vivencia no es la descripción de un acontecimiento, sino que establece el modo en que se constituye el desear.

Aparecen aquí unas primeras huellas mnémicas o signos perceptivos, las cuales conllevan la idea de marca indeleble que nunca se hace conciente, y por otro nos remite a la pérdida de objeto.

En 1900, en “La Interpretación de los sueños”, en el capítulo VII, Freud sostiene que el yo anhela su objeto como placer. Aquí aparece una paradoja del sueño, sosteniendo que hay una exigencia a descargas el displacer por la satisfacción, pero que esto no es algo directo, sino que se requiere de un rodeo. Y en este recorrido implica una diferencia, una vuelta que es la identidad de percepción: la huella mnémica. Aparece aquí la paradoja de que el

(*) MARÍA ISABEL D`ANDREA. Docente CID IOM Corrientes-Chaco. Docente Universidad de la Cuenca del Plata

84


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

deseo se satisface de modo alucinatorio, según el mecanismo del sueño, y se insatisface en el mismo movimiento que va de la necesidad a la demanda y al deseo. En los años 20 con la introducción de la pulsión de muerte, se reproduce un momento de la teoría de Freud de mayor conceptualización de un sujeto, que en la búsqueda de su objeto repite y se pierde, se divide por la repetición fraccionada con ese objeto. R e t o m a n do nuestra presentación sobre el objeto en Freud, encontramos una segunda dimensión en la obra freudiana: la del objeto parcial. La sexualidad infantil, perversa y polimorfa, depende de la estructura de la pulsión parcial y es inseparable de la misma. La pulsión parcial se organiza con el autoerotismo y el placer de órgano, vinculado con la zona erógena. Freud en el capítulo “El Hallazgo de objeto”, en su obra “Tres ensayos para una teoría sexual”, dice: “Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba todavía conectada con la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo propio. Lo perdió más tarde. De

tal manera que el hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro. En esta conceptualización del objeto, el mismo aparece como inalcanzable, perdido y sostiene una búsqueda imposible por estructura. La tercera dimensión del objeto en Freud, es la del objeto de amor. Ya en Schreber Freud indicaba que el desarrollo de la libido implica un paso del autoerotismo al amor objeto. Del autoerotismo dice que es cuando la pulsión no está dirigida a otra persona y se satisface en el cuerpo propio. La búsqueda es de placer y el objeto es el instrumento para alcanzarlo. Entonces así como la pulsión parcial se articula en torno a un objeto instrumental que se despliega entre la variabilidad y la fijación, la elección de objeto de amor, se despliega entre elección narcisística y anaclítica. Cuando Freud introduce la fase fálica, todo esto queda reducido a una operación simbólica que da cuenta de que el falo puede faltar en hombres y mujeres, lo cual constituye el complejo de castración. 85


CLÍNICA

En Freud toda idea evolutiva queda cuestionada. La introducción de un elemento faltante hace que todas las etapas evolutivas queden reducidas a que cada una de ellas se las tenga que ver con la falta de objeto. Objeto y goce Hay una producción del goce, y como tal entraña pérdidas y ganancias. En Tres Ensayos se puede desprender de su lectura, que el goce es inseparable de la sexualidad, y no un goce de las necesidades biológicas. Para Freud la energía libre escapa a la regulación del proceso primario, quedando fuera de las leyes de los mecanismos de condensación y desplazamiento. Lacan observa que el goce no es metáfora ni metonimia. Sin embargo, hay una circulación de goce, un plus que excede a la energía ligada que se produce en el proceso primario del inconsciente. A esto Freud llamó Lustgewinn, ganancia de placer, que Lacan traducirá por plus de gozar. Ese goce siempre corporal, ni metafórico ni metonímico existe porque no hay goce sexual todo. Lo pulsional se puede correlacionar con esta causa producida a posteriori

como resto no simbolizable o Das Ding. Freud en sus obras advierte que la exigencia de la pulsión se inscribe como demanda. Cualquier recorrido pulsional se hace en relación a un borde, como la zona erógena. Una superficie con orificios que funcionan como señuelos o aparejos del cuerpo. Freud descubre que a cada zona erógena le corresponde una pulsión que en términos de objeto nunca es absoluta, sino parcial, porque el recorrido implica una zona localizada y porque su fin está profundamente alterado. Vamos introduciendo así la concepción del objeto como real en Lacan, lo cual puede vislumbrar siguiendo textos freudianos. Este objeto real ligado a la angustia, como lo que no engaña. La angustia, dice Miller, es la vía que permite acceder a lo que es anterior al deseo y su objeto. Lacan opone entonces la vía del amor y la vía de la angustia. La vía del amor da acceso al objeto simbólico, el deseo como deseo del Otro. Mientras que la vía de la angustia conduce al objeto real, con una satisfacción que no es del orden de la necesidad, sino del goce.

BIBLIOGRAFÍA: • ACUÑA, ENRIQUE (COMP): “Las paradojas del objeto en Psicoanálisis”. Edit Edulp, La Plata, 2007. • FREUD, SIGMUND: “Proyecto de una psicología para neurólogos”· “Tres ensayos para una teoría sexual” · “Pulsión y destinos de pulsión” · “La interpretación de los sueños”· • LACAN, JACQUES: Seminario 4 “La relación de objeto” · Seminario X “La Angustia”. • MILLER, JACQUES ALAIN: “La angustia lacaniana”. Ed. Paidós, Bs. As., 2007.

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Acerca de la culpa y la responsabilidad en la entrada en analisis Fernando Kluge (*)

V

oy a abordar la cuestión de la culpa y la responsabilidad en el psicoanálisis orientado por las siguientes preguntas: ¿es la culpa lo mismo que la responsabilidad en psicoanálisis? Y ¿Sobre qué recae la responsabilidad?. Finalmente lo articularé con la entrada en análisis y la rectificación subjetiva.

En Freud voy a situar brevemente algunas elaboraciones sobre la culpa. En “Los actos obsesivos y las prácticas religiosas” remarca que los actos obsesivos responden a que el individuo se conduce bajo la soberanía del sentimiento de culpa, entonces la percepción interior de la tentación lo lleva a la expectación angustiosa de acontecimientos penosos. Por ello recurre a ceremoniales y rituales como manera de evitar que sucedan dichos acontecimientos, a la vez que son una defensa contra la tentación. En “Tótem y tabú”, el sentimiento de culpa juega un rol esencial en la constitución de las socieda-

des humanas: aquí la culpa por el asesinato

del padre aparece como lo que engendra

los dos tabúes fundamentales del totemismo (respeto por el animal totémico y pro-

hibición del incesto) que coinciden con los deseos reprimidos del Edipo. Freud también confiesa su sorpresa al descubrir que el

sentimiento de culpa puede hacer criminal

a un hombre y que podría encontrar alivio ligando ese sentimiento de culpa inconsciente a algo en el plano de la fáctico: la

comisión de un delito, esto se encuentra en el texto: “Varios tipos de caracteres descubier-

tos por la labor analítica”. Freud además liga

este sentimiento de culpa con la reacción terapéutica negativa y con la satisfacción en la enfermedad. Este punto de vista ilumina

una importante paradoja de la culpa, aque-

lla por la cual la culpa no se aplaca por la rectitud y el respeto a la ley dado que, como

Freud lo subraya especialmente en “El malestar en la cultura”, cuanto más virtuoso

(*) Fernando Kluge. Miembro de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones. Docente de la Delegación Posadas del IOM2

87


CLÍNICA

moralmente es el individuo, más oprimido está por el sentimiento de culpa. Aquí lo

que ubica es que existe una erogenización de la conciencia moral, donde un impera-

tivo categórico se transforma en un goce. Hecho este breve recorrido cabe la pregun-

ta de si la culpa refiere a una implicación del analizante. La respuesta es no y hay varias

vías para fundamentarlo. Tomando la for-

mulación del “ Yo y el ello” donde Freud ubi-

ca al sentimiento de culpa como un efecto de la servidumbre del yo -que en este caso

es al supero yo-, podemos encontrar que allí

la culpa se encuentra en una vía imaginaria: la imagen del yo distanciada del ideal del yo, constituyendo como consecuencia una

condena al yo. Allí Freud también destaca a la reacción terapéutica negativa como

un considerable obstáculo para la clínica. Con esto podríamos ubicar a la culpa puntuando dos cuestiones: tanto como efecto

de un retorno de lo real del goce encarnado en un imperativo categórico, a la vez que

efecto de la distancia imaginaria yo – ideal. Entonces tomar la culpa como sinónimos de implicación del sujeto corre el riego de avalar el goce del reproche y de orien-

tar la clínica hacia una terapéutica del yo, buscando adaptarlo y reafirmando la ilu-

sión de completud de un yo adaptado a lo que la norma exige, cuando sabemos que

los principios del poder en la dirección 88

de la cura son los de la palabra. La culpa y el reproche aparecen como obstáculos en tanto obturan la causa y por el ende el implicarse en una experiencia analítica donde las palabras giran en torno la causa como vacío. Antes que preguntarse por la causa haciendo de la ignorancia un deseo de saber, lo cual favorece la entrada en análisis, el sujeto se culpa, se reprocha por sus conductas y por la ineficacia de su yo. Siguiendo con este recorrido freudiano podemos diferenciar a la culpa de la responsabilidad. En el texto de 1925 llamado “La responsabilidad moral por el contenido de los sueños” Freud expone que considerar a las formaciones del inconsciente, en este caso el sueño, como producto de una actividad perturbada carente de sentido no elimina la posibilidad de asumir algún tipo de responsabilidad. Donde hay que situar la cuestión es al nivel de los contenidos inconscientes y

al deseo reprimido tras la fachada del sueño. Entonces ahí Freud aborda la cuestión de qué ha pasado con la censura, por qué no ha funcionado si hay sueños con contenido inmoral manifiesto. Plantea que o eran sueños inocentes que no decían la verdad o son realmente expresiones de impulsos sádicos, violentos y sexuales donde el sujeto se despierta angustiado, lo cual testimoniaría del fracaso de la censura. La otra posibilidad es que dichos contenidos sádicos o sexuales se correspondan con intenciones del sujeto de su vida despierta.


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Freud hace una pregunta crucial ¿es preciso asumir la responsabilidad por el contenido de los sueños?. Cito la respuesta: “Desde luego que es preciso asumir la responsabilidad de sus impulsos oníricos malvados. ¿Qué otra cosa podría hacerse con ellos? Si el contenido onírico –correctamente comprendido- no ha sido inspirado por espíritus extraños, enton-

ces no puede ser sino una parte de mi propio ser. Si pretendo clasificar de acuerdo con cánones sociales, en buenas y malas las tendencias que en mi se encuentran, entonces debo asumir la responsabilidad para ambas categorías y si, defendiéndome, digo que en cuanto en mi es desconocido, inconsciente y reprimido no pertenece a mí, me coloco fuera del terreno psicoanalítico, y no acepto sus revelaciones y me expongo a ser refutado por la crítica de mis semejantes, por las perturbaciones de mi conducta y por la confusión de mis sentimientos. He de experimentar entonces que esto, negado en mí, no solo está en mí, sino que también actúan ocasionalmente desde mi interior” (1). O sea que hay responsabi-

lidad en las formaciones del inconsciente, en el retorno de lo reprimido, en lo extimo que habita en el sujeto. Un retorno en el registro simbólico diferente al goce superyoico del imperativo. Para Freud la cuestión del sentido de los sueños hace que se plantee el problema de la responsabilidad sobre su contenido. El sujeto no es sólo responsable por lo que dice que quiere, sino que es responsable por lo que desea (que no es lo mismo que afirmar que algo se quiere). Vale para ello la diferenciación de enunciado y enunciación, en tanto este último alude a que hay un deseo puesto en juego en el enunciado y ante lo cual el sujeto toma un posicionamiento. Así hay un sujeto ético que responde sobre sus dichos desde el lugar de la enunciación. Enrique Acuña alude a ello con una pregunta que vale recordar: “¿qué se hace con lo que se dice?”(2) Retomando los casos freudianos (Dora y Hombre de las ratas) vemos allí que la

Freud, Sigmund. “La responsabilidad moral por el contenido de los sueños”. Obras Completas. Tomo . Pág. 2894. Trad: Luis López Ballesteros. Biblioteca Nueva. Madrid. (2) Acuña, Enrique. “Que se diga. Hacia un Nuevo silencio” pág. 12, en “Resonancia y Silencio – Psicoanálisis y otras poéticas” (1)

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CLÍNICA

cuestión de la responsabilidad se evidencia de maneras distintas: en Dora, la bella indiferencia, a partir de la cual Lacan, en “La dirección de la cura….”, enfatiza la rectificación freudiana con la siguiente pregunta: ¿Cuál es tu participación en lo que te quejas?. O que también podríamos plantear como ¿Cuál es tu responsabilidad en lo que denuncias?. En el caso del Hombre de las Ratas, E. Laurent, en “Síntoma y nominación”, plantea sobre cómo se da la rectificación subjetiva en este caso a diferencia de Dora. Porque el H. de las ratas, por el contrario, se apresura a decir cuál es su parte en el desorden de la realidad, se presenta como aquel que tiene una deuda. Sin embargo, Laurent, retomando los apuntes originales del caso que había redactado Freud, dice que él implica igualmente al H de las ratas preguntándole continuamente “¿y usted?” o “¿de qué va a hablar hoy?”. Entonces hay rectificación en tanto Freud busca la “ubicación de su posición en lo real”, lo cual implicaría ubicar un sujeto. Laurent dice que hay un llamado al sujeto (del inconsciente y la enunciación) pero considerando que en ambos casos hay 90

un goce diferente: el goce del peso y del

tormento de las ratas (H. de las ratas) y el de la queja en Dora. Entonces el crédito que Lacan saca de estos casos es que Freud

hace ahí una intromisión del sujeto, que

es ese lugar vacío, lugar de las enunciaciones como posición ante lo que se dice y el deseo que se pone en juego allí. Entonces

ese lugar del sujeto del inconsciente coin-

cide con el de la responsabilidad. Si no se ubicara una di-

ferencia clínica entre culpa y responsabilidad ¿Qué rectificación

subjeti-

va se haría en el caso del obsesivo?

En tiempos de los

trastornos

como

efecto de causas socio-

ambientales que desres-

ponsabilizan al sujeto, el ana-

lista opera implicándolo en aquello por

lo que sufre, de otra manera jamás se podría

hablar de singularidad como apuesta de la clínica psicoanalítica. Entonces para referirme a la entrada en un análisis planteo

que ese período de entrevistas preliminares permite que exista un pasaje del sufrimien-

to hacia la queja de sí mismo, promoviéndose así una demanda de análisis. Con ello afirmo que en el inicio de un tratamiento

hay principio de responsabilidad subjetiva.


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Allí también puedo situar la responsabilidad del analista en tanto realiza, según el

término utilizado por Miller, una “Avaluación” que implica avalar o no la deman-

da de análisis traída por quien consulta. Es la responsabilidad en el acto analítico del analista que responde a una ética, la cual difiere de una moral, sea cual sea.

Bibliografía: • Freud, Sigmund. “La responsabilidad moral por el contenido de los sueños”. Obras Completas. Tomo III. Trad: Luis López Ballesteros. Biblioteca Nueva. Madrid. - “Totem y Tabú”. Obras Completas. Tomo II. Trad: Luis López Ballesteros. Biblioteca Nueva. Madrid. - “Los actos obsesivos y las prácticas religiosas”. Obras Completas. Tomo II. Trad: Luis López Ballesteros. Biblioteca Nueva. Madrid. - “Varios tipos de caracteres descubiertos en la labor analítica”. Obras Completas. Tomo III. Trad: Luis López Ballesteros. Biblioteca Nueva. Madrid. - “El yo y el ello”. Obras Completas. Tomo III. Trad: Luis López Ballesteros. Biblioteca Nueva. Madrid. • Acuña, Enrique. “Que se diga. Hacia un Nuevo silencio” “Resonancia y Silencio – Psicoanálisis y otras poéticas”. Edulp. La Plata. Bs As. Argentina. • Lacan, Jacques. “La dirección de la cura y los principios de su poder”. Escritos 2. Editorial Siglo XXI. Bs As. Argentina • Laurent, Eric. “Los dichos de Freud en los cinco psicoanálisis según Jacques Lacan”. En “Síntoma y Nominación”. Colección Diva. Bs As. Argentina. • Miller, Jacques Alain. “Introducción al método psicoanalítico”. Paidós. Bs As. Argentina

91


CLÍNICA

Lo posible: psicoanálisis en el discurso de la salud mental Carlos R. Trujillo (*)

L

a demanda

Desde Elizabeth Von R. hasta Dora, pasando por Emy o el Hombre de las ratas, los historiales clínicos de Freud se inician con las coordenadas de un encuentro entre el médico y el paciente. Sea este encuentro producto de un límite en el saber científico de la época que, impulsado por una derivación llega a su consultorio; o sea a mil metros de altura, donde Freud mismo se sorprende del florecimiento de una neurosis en los Alpes en el caso Catalina, el motivo del encuentro es el sufrimiento en un síntoma. Expresiones dolientes de un síntoma al que Freud hace hablar. En cada síntoma un mundo, una historia, un modo de goce, un cuerpo. ¿Podemos decir, hoy en el siglo XXI, que este encuentro se juega bajo las mismas coordenadas? Y en el tema que nos convoca, el psicoanálisis como apuesta posible en la práctica hospitalaria, ¿Cómo se articula el sufrimiento que se hace escuchar en los escenarios hospitalarios y sus códigos? El campo de la Salud Mental, entendiendo

a éste ligado espacialmente a las instituciones monovalentes tipo psiquiátricas (con su implícito futuro de desmantelamiento), a los servicios específicos en hospitales polivalentes o a Centros de Atención Primaria en Salud, se rige bajo la premisa de la Salud como Bien ofrecido desde una lógica del “para todos” conforme a su lugar en las políticas de la Salud Pública. De esta manera la demanda se pronuncia sobre los cimientos de una atención integral y pública, encontrando así un objeto ya pre-establecido por el Otro de la Salud. Un cierto tipo de armonía, que dividiré en tres registros, sella el encuentro entre el que sufre y el que se posiciona en el lugar planteado por el Otro asistencial. Primer registro de armonía: El sufrimiento articulado en la demanda cae en el “buen lugar” donde lo que exige se encuentra predeterminado y al alcance de “todas” las manos: La Salud. Si para el psicoanálisis, el deseo del que habla aparece como resto allí donde la demanda desfallece, en el desfasaje siempre incolmable de lo que se obtiene en lo que se pide, el primer registro de la

(*) CARLOS TRUJILLO: miembro de la ACiD Corrientes-Chaco. Lic. en Psicología. Coordinador del módulo de investigación Psicoanálisis y Salud Mental. Residente de la R.I.S.A.M Hospital J.C Perrando Rcia. Chaco

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

armonía es un obstáculo a la apertura de un deseo inconciente por fuera del sentido.

erigen como los receptores de una demanda que se cristaliza en una solicitud de atención.

Segundo registro de armonía: Las palabras de la época, que van moldeando cada sufrimiento, arrastran a ese real particular hacia una ditmensión del Otro colectivo que, haciendo signos de las fricciones de un cuerpo que goza, lo envían hacia un código cuyo mayor representante es la seguidilla de compendios DSM. Allí los trastornos forman sus propios campos de acción en el nombramiento del sufrimiento y de eso que se fuga de un orden público esperable. Es la época en la cual se produce el viraje del “tener” un síntoma, donde hay un nombre particular de goce, al “ser” parte de una comunidad de perjudicados, en un torbellino clasificatorio que usufructúa, de la metonimia, su vicio.

J.A. Miller anoticia del estado de las cosas, en un fragmento de su texto Respuesta del psicoanálisis a las Terapias Cognitivo Conductuales: “Ahora tenemos un Otro colectivo, generalizado, que demanda. ¿Cómo debemos tratar esa demanda? ¿Cómo tratar al Otro financiero, o al Otro burocrático, que demanda y comanda, que no cede sino que nos da órdenes? ¡Diría que es una nueva clase de paciente! ¿Cómo debemos tratar este nuevo paciente?”

Tercer registro de la armonía: Así, hecho de signos, el sufriente en el punto de partida de la codificación, sabe dónde dirigirse. Y este saber implica una nueva posición de demandar. En el punto de llegada, una especialización y especialistas, semblantes de la garantía de la restitución de un estado anterior de Salud o posibilitantes de una ascensión a nuevos estados de Bienestar, se

El paciente ordena desde el Saber del Otro colectivo una eficacia y eficiencia en el tratamiento que despojando a la demanda de un equívoco que la desnude, la eleva al nivel de la necesidad de atención. Allí, mi pregunta es, ¿hay creencia en un más allá posible para eso que se dice o la creencia deviene confianza, contrato, comunicación, rapport con el terapeuta? Ciertamente son los postulados de las terapias cognitivo conductuales. Entre armonías y obstáculos, el lugar del psicoanálisis en el Hospital como institución asistencial se debate. Si en la transferencia, sus dos vertientes: la epistémica 93


CLÍNICA

como la instauración del Sujeto supuesto Saber y la libidinal como el terreno del agalma en relación al analista, el empalme se produce por la función del deseo del analista. ¿Cómo pensarla o efectuarla en las coordenadas de las que hablamos? La transferencia El lugar del Sujeto supuesto Saber se obnubila como el lugar del “Prestador-Obligado-a-Atender” como efecto del discurso del Otro en cuestión. Más el lugar agalmático se diluye en la serie de cuerpos que intervienen (por ejemplo en la interdisciplina), donde el (a) no opera, perpetuando la identificación con el discurso del prestador movilizado por un Ideal social. La transferencia se suspende en el protocolo, donde lo programado “amansa” los espacios de unaequivocación-inconciente (l´une-bévue lacaniano en el unbewuste freudiano). Así las comunidades de goce, al decir de Enrique Acuña se presentan como el claro efecto de esta lógica. Donde hay un elemento que entre en el código de Violencia de Género hay a su vez un prestador especializado en esta “nueva problemática”. Identificación lateralista signada desde el Otro social sobre un evento que pierde así sus coordenadas particulares, enviadas a un programa de atención. La urgencia Pero lejos de mediatizar la articulación Psicoanálisis – Salud Mental en un ring donde 94

la exclusión aparece como un ilusorio escenario, mi intención es gestar ciertas cuestiones preliminares a todo tratamiento posible del psicoanálisis en el discurso de la Salud Mental. Retomo lo expuesto por Millas: “Que el psicoanálisis es posible en el hospital es algo que se ha demostrado y se demuestra cotidianamente por vías siempre contingentes. Lo que no requiere demostración, eso que está desde siempre y constituye una evidencia, es que no es necesario.” No es necesario en tanto el programa anda solo. En tanto no hay lógica significante del chiste en un tratamiento donde el Ideal es la productividad y el reforzamiento del Yo. Donde la compulsión a la repetición, las reacciones terapéuticas negativas o las nuevas modalidades del síntoma no se abren a una cuestión inconciente sino que se sitúan en la categoría de “un paciente difícil” o irónicamente, “ya sin remedio en su no adherencia al tratamiento”. En donde las Psicosis no se presentan como una ironía de un lazo social que siempre trastabilla, de eso que no se quiere saber aunque estalle, sino más bien como algo descabellado de un proceso mórbido. Así empero es posible la interpelación a cada profesional a repensar el lugar al que es llamado por la institución, haciendo uso de su semblante en pos de instaurar algo de lo que se pueda decir: “hay inconciente”, “hay deseo” La transferencia al Hospital no debe ser dejada de lado en muchos casos y en particular en la época en la que vivimos donde


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

la fragmentación es la nueva ley. El Hospital auspicia una garantía cuando los referentes desfallecen, testigo de esto el cuerpo en urgencia. Guillermo Belaga trabaja ésto sobre los operadores de Alienación – Separación: “Así, la Alienación, considerada como la confrontación con una identificación (S1) y la inscripción del sujeto en el Otro, tiene evidentes manifestaciones en la clínica del Hospital. Su eficacia se debe a la tendencia “natural” del sujeto a identificarse, también por el hecho que la identificación aliena al sujeto al lugar del Otro en la búsqueda de su ser. Obteniendo en este caso un saldo terapéutico que proporciona un capitonado en un momento de indeterminación subjetiva.” Aquí estamos en el campo anterior a una demanda, donde la urgencia se vive como la irrupción de la pulsión sin poder concatenarse en una cadena significante. De esta manera la urgencia comanda el encuentro contingente con el límite real donde lo simbólico no puede responder y se quiebra la consistencia del imaginario; donde el grito no es grito significantizado por el Otro. Silencio que emerge e indemne es llevado por el cuerpo que lo pronuncia o por los terceros a los que no puede acudir, a un Hospital en busca de algún amarre. Es allí donde la escucha analítica puede propiciar otro camino que un destino sellado por un programa de atención cimentado en un nombre-catálogo, que en algunos casos colma de sentido el momento del vacío sin remisión a una historia con el camino posible que hemos deslindado anteriormente.

Se trata, a mi entender, de buscar ese momento único que posibilita el encuentro al inconciente sosteniendo en él, la función del deseo del analista como una diferencia absoluta en tanto no sea pura, para no convertirse en un Ideal más. Esto nos posiciona en un final que, en realidad, se confunde con el principio de cualquier tratamiento posible del psicoanálisis en el campo de la Salud Mental, a saber, el dispositivo analítico y su propia Ética.

Bibliografía. •

Acuña, E.: “Dialéctica del perjudicado y el prestador”. Microscopia n°71. APLP Biblioteca freudiana. Diciembre de 2007.

Acuña, E: “Un inconciente entre leyes y clases”. Conferencia 7 de Julio de 2012. APLP

Belaga, G.: “Respuestas a lo impolítico de las urgencias subjetivas”. En página web de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) http://virtualia.eol.org.ar. Trabajo presentado en el Colloque “POLITIQUES ET SUBJECTIVITES” organizado por la asociación franco-argentina de psiquiatría y salud mental -París 10 de junio de 2009-.

Miller, J.A.:“La respuesta del psicoanálisis a las terapias cognitivo-conductuales (TCC)” En Diario Página 12, publicado Jueves 11 de Agosto de 2005. Versión online: http://www.pagina12.com. ar/diario/psicologia/9-54891-2005-08-11.html

Millas, D.: “Psicoanálisis aplicado a las instituciones asistenciales”. En www.eol.org.ar/ jornadas/jornadas_eol/011/textos/millas.doc

Clase de Viviana Fruchtnicht dictada en Seminario Clínico Anual del IOM2 “De la sugestión a la transferencia como saber: transferencia y representación, captación de la angustia por el síntoma”. Corrientes, 30 de Agosto de 2013. Inedito.

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CLÍNICA

¿En el lenguaje o en la lengua? Hacia un psicoanálisis posible con sordos Evelina San Martín (*)

“… Es en el campo de la demanda donde el puro y simple Otro dicta toda la ley de la constitución del sujeto… por el hecho de que su madre es un ser hablante. No sólo hay frotecitos, masajes con agua de colonia para constituir una relación con la madre; es preciso que la madre le hable… Una nodriza muda no dejaría de tener consecuencias bastante visibles en el desarrollo del niño de pecho…“ (Lacan, Seminario 5)

F

unción y campo de la palabra:

Si partimos del discurso como lo hizo Lacan en Función y Campo de la Palabra, se distinguen dos tipos de palabra: plena y vacía. “ Ya se dé por agente de curación, de formación o de sondeo, el psicoanálisis no tiene medium: la palabra del paciente. La evidencia del hecho no excusa que se la desatienda. Ahora bien, toda palabra llama una respuesta“. Por lo este artículo propone un recorrido para repensar las practicas psicoanalíticas, hacia un dispositivo en analizantes que demandan un análisis pero en quienes su articulación discursiva se presenta bastante comprometida. Sería muy complejo pensar un psicoanálisis en ausencia de la “palabra” ya que, al mismo tiempo, todo comportamiento tiene estructura de palabra, y toda palabra llama a una respuesta, aunque esta implique el silencio, que es una respuesta en sí mismo. 96

La sordera prelocutiva como su nombre lo indica es la que sobreviene por múltiples factores antes de adquirir el lenguaje oral, si continuamos con Lacan en su Escrito de Función y Campo de la Palabra, el puro silencio no existe para el ser que habla, porque remite inexorablemente a una dimensión de pregunta. Todo este movimiento presupone la presencia del Otro que desde los primeros momentos de la vida, acude a la llanto, simbolizándolo. Es así que siempre que hay un llamado se espera una respuesta porque la palabra en primer lugar viene del Otro: desde que nace el niño está inmerso en el lenguaje, es hablado incluso antes de nacer, se habla de él, se le habla. Por lo que el llamado se relaciona con el hecho de que toda palabra tiene una función evocativa, una función creadora: la palabra no reproduce el pensamiento ya que no hay pensamiento sin palabras.


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Entonces no se puede negar que hay una organización alrededor de la palabra, pero probablemente el acceso en el caso del niño no oyente puede ser mediado por la madre y por el Analista. El discurso científico ha avanzando mucho acompañando las demandas de la discapacidad, llegando a crear implantes cocleares que funcionan como ventanas al mundo Oyente. Pero la Ciencia en cuanto análisis de su Objeto no presupone las lesiones a nivel estructural que provoca el diagnóstico tardío del déficit auditivo. Por lo que cabe interrogarse sobre cómo accede un niño, ha quien se le detectó tan tardíamente el déficit, al lenguaje, y cómo pensar un inconsciente estructurado a partir de la sordera. ¿Es posible un psicoanálisis con sordos? Ana Guzman, en su artículo ¿Puede el psicoanálisis escuchar al sordo?, dirá de entrada que sí, siempre que haya un analista dispuesto a hacerlo y un sujeto que demande análisis, pero se hace preciso pensar en ciertos conceptos claves en el sujeto del inconsciente estructurado a

partir de la sordera, es decir, de la posibilidad o no de apropiarse del lenguaje. Es posible observar muchas veces que estos sujetos están en un discurso de alienación, en el que predomina un código de miradas, caricias y gestos, reducido a un universo dual entre el niño y su madre; frente al cual el padre queda en un lugar de no comprender, no poder intervenir, de no sentirse autorizado para operar como corte entre el niño y la madre. Quedando, muchas veces, referido, luego, todo el saber hacia los profesionales que toman contacto con el menor, desplanzándose a los padres de sus funciones. Es así, como la ley que se instaura en el sordo es una ley fallida, caprichosa, alienada al significante del Otro, faltando, al mismo tiempo, la ley del lenguaje; esto es así, porque el descubrimiento fundamental de que las palabras no tienen un solo significado, que son ambiguas; que posibilitarían la separación del sujeto, en el sordo no se dan, o al menos, no se dan a tiempo, por lo que inevitablemente queda alienado al saber materno, al mandato materno, quedando el deseo del Otro 97


CLÍNICA

inscripto como un mandamiento; por lo cual se hace necesario, que opere otra ley, la ley del lenguaje, al mismo tiempo que acontece la ley del padre, que posibilite des - sujetarse de la voluntad del Otro. Precisamente, aquellos por lo que padece el sordo, ya sea que esté oralizado mediante la adquisición del lenguaje por rutinas o se maneje con lengua de señas; no es por no poder escuchar, sino, principalmente, por no poder hablar, lo que equivaldría a no poder pensar, no poder elegir, no poder jugar con los significantes despegándolos de un único sentido, que le daría un mejor armado a la estructura psíquica y le permitiría posicionarse como sujeto. En la medida, en que esto no pueda lograrse, seguirá siendo una marioneta de ese gran Otro que mueve sus hilos: siendo hablado por sus padres, docentes, profesionales, entre otros. Ana Guzman, sostiene que, muchas veces, se define al sujeto desde su negación, desde lo que no tiene, instalándose una falta constitutiva desde el imaginario paterno, dejando así una impronta en el psiquismo. Al nombrarlo o hacer hincapié en aquello que no es, implícitamente se habla de lo que debería ser. Recién en el encuentro con otros sordos y en el compartir la lengua de señas podrá quizás revertir esa condición en la cual fue constituido por otra donde se lo define por lo que es: “sordo“; lo cual le permitiría espejarse es decir, pasar de ser un sujeto hablado, por un sujeto hablante; así como también, la ilusión de ser amo de la 98

lengua y no esclavo del discurso del Otro. La división del sujeto en el sordo se operaría en relación a dos lenguas: lengua oral, lengua materna, que lo haría volver a la condición de interpretado, muchas veces enseñada, lo cual no es sinónimo de adquirido; y la lengua de señas, como lengua de dominio, natural, que le permite emerger en su dignidad de ser humano. También, es importante tener en cuenta otra particularidad en estos sujetos, y son las referidas a las nociones de tiempo y espacio, que acarrea sus propias cuestiones, ya que su mundo se encuentra estructurado básicamente a través de la mirada, por lo cual, el tiempo es global y no lineal; más precisamente, cuando no se ha producido una apropiación del lenguaje, ya sea por lo tarde en que se ha detectado el déficit, la noción de tiempo es percibida como inmóvil y el espacio, como todo en el mismo lugar. Es preciso, por todo esto, que el psicoanalista sea un oyente, que tenga en cuenta dichas particularidades, y al mismo tiempo, pueda ordenar los modos de goce a partir de los significantes amos que se vayan produciendo a lo largo de cada experiencia analítica; como así también que el sujeto pueda constituir un síntoma propio y una identidad que no quede limitada al ser sordo. Asimismo, que pueda interrogarse por la estructura del deseo en un inconsciente estructurado a partir de la sordera.


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

…Algo puede decir... Amanda tiene tres años cuando llega a la consulta, derivada por la audióloga tratante quien diagnostica hipoacusia profunda y la considera una posible candidata a implante coclear. Concurre junto con sus padres, quiénes no salen de la conmoción por el diagnóstico; Paula, su madre, refiere sentirse culpable por no haberse dado cuenta: “ yo nunca lo sospeché ni siquiera, por ahí yo veía que cuando la llamaba no venía pero pensaba que se hacía la pilla, la duda le surgió a mi marido. Un día él llegó de trabajar y vio que ella estaba de espaldas, la llamó varias veces y bastante fuerte y vio que Amanda no se daba ni siquiera vuelta, ahí fue cuando él empezó a dudar, incluso de por qué no hablaba; consultamos a la pediatra y nos derivó a la fonoaudióloga para que le hicieran los estudios, Amanda no respondía casi a los sonidos, yo me siento muy culpable por no haberme dado cuenta antes, sé que voy a hacer todo para que ella pueda hablar y escuchar, ahora va a usar audífonos, esperemos que con eso funcione y o sino habrá que ir a un implante, ya me explicaron”. La posibilidad de una lengua de señas no se contempla y a partir del diagnóstico, comienzan a suscitarse nuevas dificultades en la madre para dirigirse a su hija: “… quiero que Amanda deje los pañales pero no sé cómo hacer, no sé cómo explicarle, porque ella no escucha… tampoco quiere repetir lo que la fonoaudióloga le dice, la otra vez en la sesión no dijo nada de nada, salimos del instituto y así de la nada repitió lo que la fonoaudióloga trabajó… En la reunión

del jardín algunos padres hablaban de lo que sus hijos comentaban, de las amistades que hacían, yo no sé nada de eso, porque Amanda no puede decir nada...” Sin embargo, durante las sesiones que transcurren Amanda juega a tapar los oídos de las muñecas con masas, paradójicamente, cada vez que su madre sostiene que Amanda no puede decir nada. Quizás por creer que Amanda algo dice en su juego y que algo más tiene para decir, que se la puede acoger como sujeto y pensar en un posible psicoanálisis con ella, sin perder de vista sus particularidades…

(*) Evelina San Martín. Lic. En Psicología. Miembro de la ACID. Coordinadora del Módulo de Investigación Infancia: niños y niñas. El autismo entre nuevas modalidades y nuevas leyes. Bibliografía: •

Guzmán, A. (2009) ¿Puede el psicoanálisis escuchar al sordo? En Lugar Editorial. Mitos en torno a la sordera (pp. 131 - 140). Argentina: Bs. As.

Lacan, J. (1953) Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En Siglo XXI (Ed.). Escritos 1. Argentina: Bs. As.

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Litoral


LITORAL

Jacques Lacan en escena -cuento-

MARTÍN ALVARENGA (*)

U

n prestigioso pensador invitó a Lacan a dar una disertación acerca de su mirada sobre el mundo y sus métodos terapéuticos. Eso, hasta el momento, era previsible para el anfitrión, acerca de quien diera tanto que hablar en Francia, especialmente por su reformulación novedosa y polémica sobre el psicoanálisis.

-Si bien es cierto que todos dicen que está ahí y, a veces, yo mismo me lo creo. Pero si le tengo que ser sincero a usted y a sus discípulos -agregó-, yo no pienso con la cabeza sino con los pies; con los pies siempre me siento más seguro. Haciéndolo así puedo caminar siendo coherente con el malentendido de la realidad, desanudando todas mis neuronas plantales.

El invitado desarrolló su teoría frente a una nutrida cantidad de alumnos que colmaba el aula de la universidad, a lo largo de aproximadamente cuarenta minutos. Esa platea, seducida y asombrada, tenía los ojos fijos en el disertante.

Nadie nunca dejó constancia oral o escrita de lo que sucedería inmediatamente después, si hubo risas o llantos o ambas cosas u otro tipo de emociones o reacciones.

De pronto, su colega le interrumpió preguntándole si por qué el pensamiento estaba alojado en el cerebro. Lacan se detuvo y volteó la cabeza en dirección a su anfitrión, con mirada penetrante hurgando en su interioridad, meditó velozmente para contestar. -¿En la cabeza? -dijo extrañado, como si estuviera en otro lugar y en otro tiempo. Su colega asintió y Lacan continuó: 102

La conjetura más consensuada: el silencio que sobrevino -a posteriori- duró muchísimo más de lo que se esperaba.

(*) MARTÍN ALVARENGA. Oriundo de Corrientes, Argentina. Escritor, pensador, dramaturgo. Es autor de una trilogía filosófica sobre el trópico sur, Latinoamérica comienza en Corrientes, enmarcada en el pensamiento latinoamericano y de una propuesta narrativa que ha sedimentado en la configuración de una serie que se denomina Travesura fantástica, objetivada hasta ahora en tres novelas y un libro de cuentos. Ha incursionado en todos los géneros. Próximamente la editorial Sediento EdicionesD.F.México dará a conocer su última novela: Confesiones de un demente melancólicamente cuerdo.


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Entrevista a José Gabriel Ceballos

¿C

ómo fueron sus comienzos en la literatura?

-Con la poesía. Mejor di-

cho, con versos, porque aquello no podía

tiva que prevalece hasta ese momento y

cambia el curso de los acontecimientos. ¿Qué consideración tiene para con lo disruptivo dentro de una historia?

ser llamado poesía, y en la adolescencia.

En realidad, casi siempre ese elemento de

abuela crédula que vislumbraron para mí

concibe. Claro, por lo general se lo concibe

Después hubo un tío medio editor y una un futuro con copiosos laureles en la alta poesía, y me publicaron un libro, cuando

yo tenía diecisiete años. Pudrieron todo, porque el librito, su contenido, sólo sirvió

quiebre es lo medular, lo que primero se

con algo de la historia ya adherido, con los

datos principales de la anécdota, digamos. O al revés, todo empieza con una anécdota o

parte de ella que uno conoce por ahí o ima-

para llenarme de culpa y vergüenza al poco

gina y que lleva pegado el elemento esen-

mano en los textos y sólo consiguió trans-

bajando con la historia de un tipo que aquí

bles enchastres. La consecuencia fue que

a enterarse de las noticias actuales para po-

fui a estudiar a Corrientes, a la universidad,

porteños, que entonces llegaban con dos y

nes de la bohemia literaria y me pareció

Podía haber un terremoto que el hombre

las dudas, enseguida me pasé a la narrativa.

lo contaran sus diarios. Hasta allí sólo hay

Una característica que resalta en sus cuen-

envuelto al tema, lo medular: el tema del

tiempo. Para peor, el tío en cuestión metió

cial, el tema. Por ejemplo: ahora estoy tra-

formar aquellos versitos ingenuos en horri-

en el pueblo, hace muchos años, se negaba

me propuse dejar de escribir, pero cuando

der disfrutar de la lectura de los periódicos

empecé a frecuentar a algunos especíme-

hasta tres días de retraso, por ferrocarril.

que estaba bueno seguir con la cosa. Y por

se enojaba si se lo contabas antes de que se

tos es la aparición dentro del relato de un elemento que quiebra la dinámica narra-

anécdota. Pero ese dato anecdótico ya trae tiempo, nada menos, el tiempo en cuanto

construcción subjetiva. Y es probable que 103


LITORAL

de acá saldrá el resto de la historia: el tipo llega al mundo de la revolución tecnológi-

ca de las comunicaciones, internet y todo eso, pero sigue marcado por un tiempo que atrasa, su balero ya no puede conectarse con

la actualidad del mundo, y etcétera etcétera. Flor de historia podés sacar de allí, podés

inventar. Ya ves, el tema, la idea medular, generará casi toda la historia a narrar, pero

probablemente aparecerá como factor dis-

ruptivo en la narración, como decís. Bueno, esto que te dije resulta muy esquemático, pero vale para demostrar que el factor de quiebre no funciona sólo para sorprender al

lector, funciona por lo general ya en la gé-

nesis misma del texto, en lo pre-escritural. Otra temática recurrente en su obra es la del rescate de historias de pueblos pequeños y sus paisajes casi “costumbristas” que sin embargo encontraron amplia recepción en otras regiones y países. ¿Qué podría decir sobre la relación entre lo local y lo global?

Cuando volví a vivir a Alvear, el pueblo donde nací, por el terrorífico mandato fa-

miliar de trabajar en el campo, sentí la ne-

cesidad de encarar una temática aldeana, para subsistir literariamente. Imaginate: no

podía estar viviendo por largo tiempo en Alvear y escribir lo que venía escribiendo

mientras vivía en Corrientes, la ciudad de Corrientes, sobre temas totalmente urba104

nos. Y bueno, empecé a experimentar con la atmósfera local, y eso desembocó en la veta de Buenavista, ese pueblo ficticio muy semejante a Alvear que hoy ya tiene más de cien cuentos publicados. Después, Buenavista tiñó un poco de lo que hice en novela, y hasta tuve que volver a trabajar con temas urbanos para evitar el autoplagio, porque lo aldeano se me volvió demasiado fácil, no sólo porque le tomé el pulso al espacio ficcional sino porque además yo estaba adentro del espacio, yo era parte del cuento. Pero lo cierto es que más tarde fui comprendiendo que el tal mandato familiar ya estaba cumplido y yo seguía dándole manija a Buenavista, a lo poblano, y hasta terminé sospechando que detrás de aquella imposición externa había una imposición interna de meterme en Alvear para escribir lo que escribí. Así que le saqué mucho jugo al pueblo chico, y tal vez por esa intensidad la cosa pudo gustar en algo afuera, y bastante lejos. Por otra parte, creo que el pago chico es un excelente observatorio para espiar al bicho humano, porque éste anda allí como más suelto, menos loco y menos a la defensiva, por lo cual se muestra más, se deja ver más en profundidad. Y, obviamente, el bicho humano es el mismo en cualquier parte, aunque los ropajes a veces hagan parecer lo contrario. En uno de sus cuentos presenta la figura del “oidor” ¿Nos podría comentar sobre


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

ella y, a su entender, la función de la “escucha” en nuestra sociedad?

¿Concuerda con la idea de que en su último libro de cuentos, “Lo difícil que es par-

tir de Buenavista”, plantea algo del éxodo

La función de oidor es la primera que hay

de cada persona de su lugar, pero a la vez

ser tan necio y creer que todo lo hará la

el origen?

que desarrollar en este oficio. No hay que imaginación. Las historias casi siempre empiezan en los otros, en la gente, la gente te las dicta, por lo menos en estado

embrio-

nario, y la imaginación realiza

el desarrollo, el

despliegue. Y en

lugares como Alvear

se debe aprender a es-

cuchar a menudo el silen-

cio, porque los habitantes de los

pueblos pequeños no andan cacareando sus historias, sino que ellas fluyen como en sordina. Girala Yampey suele llamarme el Oidor de Alvear, y a veces el Oidor de Bue-

navista, y ese paraguayo sabe lo que dice. En realidad, el escritor de historias debe

ejercer de oidor en todos lados. Y no sé qué

es más trabajoso, si oír a través del excesivo ruido como en las grandes ciudades, o a través del silencio o del murmullo, como suele

ser necesario en Buenavista. Pero siem-

pre hay que andar con el oído muy atento.

un “eterno retorno” que puede transformar

-Sí. Hay allí, por ejemplo, un cuento que se llama “Ejercicios

noctur-

nos” y que admite dos diferentes lecturas.

Desde

un punto de vis-

ta, digamos, su-

perficial, es un

retrato medio en

joda de los argenti-

nos, en cuanto siem-

pre andamos echando la

culpa de nuestros males a un

enemigo externo. Pero una mirada más ac-

tiva nos lleva, por cierto, a la cuestión del eterno retorno, porque esos tipos que salen

a deambular por la noche siempre vuelven a su punto de partida, a sus casas, a sus camas, su viaje resulta siempre circular. Y aquí el texto se conecta con otros del libro. Pero tal vez la idea subyacente no es la del eter-

no retorno como una dinámica transformadora, sino más bien la del éxodo como

una ilusión de transformación. O sea: si yo te digo que es ilusorio partir a cualquier

parte porque la naturaleza humana implica 105


LITORAL

siempre volver al punto de partida, vos me

como algo conjetural, y segundo porque si

y transformando el origen. Pero entonces

determinó nuestro viaje. En fin, me parece

dirás: bueno, pero se regresa transformado se alza la duda de si hacemos eso último o

no; si hay verdaderamente transformación. Por lo pronto, porque no hay parámetros

para comprobar transformación alguna, toda transformación interna y externa se

ve como una hipótesis sin asidero concreto,

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hubo transformación nunca sabremos si la conveniente sustituir la idea de transformación por la de movimiento: partimos

o anhelamos partir por el viaje en sí mismo, porque nuestra vida, nuestra naturaleza nos exige eso, por más que sospeche-

mos que el viaje resultará circular e inútil.


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Un día perfecto para el pez subjetivo Pablo black (*)

E

stamos en París, en 1975. Es de noche y un hombre y una mujer conversan en una habitación de hotel. Hablan en castellano y lo hacen distendidamente, en confianza como quien dice, aunque al tipo se lo nota contrariado, por momentos molesto, pese a que intenta disimularlo. La mujer, llamémosla Rithée Cevasco, es joven y hermosa, con seguridad no sobrepasa los veintiséis años, y ahora, en este preciso momento, se retira de la habitación. Se va, pero antes de atravesar la puerta se detiene para hacer un último comentario. Son palabras alentadoras, destinadas a cambiarle el ánimo al hombre, a poner paños fríos. El tipo le agradece la preocupación, y con una sonrisa sesgada, un gesto inconfundiblemente suyo, la despide hasta mañana. Una vez solo, el hombre se apura a encender un cigarrillo. O mejor y más probable: una vez solo, el hombre enciende un nuevo cigarrillo con el anterior, habida cuenta que fumar, y hacerlo con devoción, ha sido desde siempre otro gesto inconfundiblemente suyo. Luego se sienta a un pe-

queño escritorio y, mal predispuesto, muy mal predispuesto, comienza a revisar unas hojas mecanografiadas. El hombre, llamémosle Oscar Masotta, ya no es joven, tiene exactamente cuarenta años, y si consideramos que morirá en cuatro, habría que decir que se encuentra en el final de su vida. Pero eso, claro, él no lo sabe. Y tampoco viene a cuento. Al contrario, el momento en que nos encontramos condensa o va a condensar algunas de sus líneas vitales más intensas, así que nada que ver con la muerte. El texto que revisa fue escrito por él y lleva uno de esos títulos horribles y extensos que tanto parecen gustarle: “Comentario para la École Freudienne de Paris sobre la fundación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires”. Por lo demás, se trata de un buen texto; incluso, visto en perspectiva, se diría que de los mejores que ha escrito, un texto de pura cepa masottiana. Sin embargo, en esta noche parisina de 1975, representa un verdadero problema, un dilema hecho y derecho. Masotta debe leerlo mañana frente al doctor Jaques Lacan y a su séquito de la Escuela

(*) Pablo Black. Lic. En Psicologia. Escritor. Director de la revista Cuna (Resistencia Chaco)

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Freudiana de Paris, a fin de que éstos, pero sobre todo aquel, den por buena la escuela de psicoanálisis que ha fundado en Buenos Aires junto a otros secuaces. Hasta ahí todo bien. No es que necesiten la aprobación de Lacan, pero la verdad es que sí, la necesitan. Y para eso hay que esperar a mañana. Pero resulta que el trámite se complicó de antemano. Por ese celo propio de quien tiene mucho que perder, Lacan pidió echar un ojo al texto antes de su lectura pública, y al parecer no le gustó, o no quedó conforme, o como sea que exprese descontento la gente quisquillosa como Lacan. No le gustó y además se encargó de transmitirle sus objeciones a Rithée Cevasco, para que ésta, a su vez, se las transmitiera a Masotta. Rithée, olvidamos decirlo, es francesa y psicoanalista y también, dado que habla muy bien castellano, la traductora de Masotta en esta ocasión. De ahí su visita al hotel. Fue, como se deducirá, a ponerlo al tanto de las opiniones del doctor: “Quiere que corrijas el texto”, dijo Rithée, “dice que hablás demasiado de vos”. Pongámonos en situación. La crítica ya lastimaría si la inflingiera cualquier hijo de vecino —pocas cosas hieren más el amor propio como que nos acusen de excesivo ego—, pero proveniente de Lacan, el tipo que más y mejor lapidó a las psicologías del yo, bueno…, resulta directamente demoledora. Por lo demás, no hay vuelta que darle, el doctor tiene razón: Masotta habla demasiado de sí mismo, tanto más si con108

sideramos que el texto es o debería ser el testimonio de la fundación de una escuela, una experiencia esencialmente colectiva. Lacan tiene razón, decíamos, pero se queda corto, muy corto. No es que Masotta hable mucho de sí, Masotta no hace otra cosa. Y eso por lo menos desde los primeros años de la década del 60. Entonces sufrió uno de esos derrumbes personales que incluyen al mundo entero, a todos y cada uno de los fantasmas de una época. Un derrumbe digno de Francis Scott Fitzgerald. Y basta leer sus textos “Roberto Arlt, yo mismo” y “Seis intentos frustrados de escribir sobre Arlt” para saber de qué hablamos. Sí, es cierto, el tipo que aparece allí desnudo y hecho flecos es Masotta, pero de su derrumbe han participado multitudes: una generación de intelectuales, una clase social vergonzosa, la geografía (ser un pequeño intelectual latinoamericano), la familia, el dinero, las teorías, la política, Sartre, la literatura y todo cuanto se nos ocurra. Pero, claro, por supuesto, también está la historia personal, el cuerpo y el sujeto que han colapsado; el señor Oscar Abelardo Masotta, digamos. ¿Y quién era ese hombre antes del derrumbe? Buena pregunta, Masotta se la hizo una y mil veces, todavía se la está haciendo… Lo único cierto, lo único de lo que Masotta puede dar fe al mirar atrás, es que se trataba de un tipo con grandes expectativas que nunca veía realizadas, un tipo que se la había pasado de aquí para allá, comenzando y abandonan-


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

do vidas, destinos, formas de ser, un tipo que no había hecho más que tantear, siempre provisorio, siempre inconcreto… En fin, un tipo desorientado, que había marchado tras la zanahoria llamada sí mismo hasta que un bendito día cayó extenuado. Masotta había tocado fondo y estaba roto. Su nombre no le representaba nada. Había fracasado y estaba desahuciado y vacío (“soy un hombre seco y vacío al que sólo le interesa el análisis”). Y cualquiera en su lugar probablemente hubiera barajado dos alternativas: o bien decir adiós mundo cruel, o bien intentar un cambio radical, convertirse en otro... Pero estas no eran opciones para él. La idea de volverse otro sólo podía ser un chiste, dado que hasta entonces no había intentado otra cosa; en cuanto a matarse…, bueno, la verdad es que probó hacerlo, y en tres oportunidades, pero fracasó también en eso. Así

y

todo

encontrará

la

salida.

Puede que no haya fracasos ejemplares, y menos aún edificantes, pero hay quienes obtienen una lúcida sobrevida de ese infierno. Quizás Masotta tuvo que quedarse sin nada, incluso sin alternativas, para poder levantar

cabeza, para darse cuenta de quién era. ¿Y quién era? Pues nadie más que el que había sido, un hombre al tanteo, un tipo desajustado, inconcluso. Eso era y eso había sido. Entonces, en vistas de las circunstancias, no le quedará otra que hacer de tripas corazón. Con una capacidad de resiliencia que sólo cabe admirar, Masotta montará el segundo acto de su vida sobre la matriz de su fracaso, y sin cambiar absolutamente nada, no siendo más que el que es, en adelante hará de la precariedad y lo provisorio la condición de todo lo que toque. Pensar, escribir, la vida misma… todo adquirirá su forma inconclusa y transitoria. Más aún, transformará su propia intimidad, su espacio subjetivo, en el escenario donde lo público y lo privado, las teorías y la historia personal se mezclan hasta volverse indiscernible como pis y mierda de gallina. De ahí que en sus intervenciones no tenga el menor empacho en poner sobre la mesa la fragilidad de sus argumentos, el carácter subjetivo de sus ideas, los titubeos y las contradicciones… De ahí que corregirse se vuelva una de sus grandes pasiones, y que sus textos abunden en tachados, 109


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revisiones, salvedades y llamados al pie. En cierta forma Masotta ha descubierto las ventajas del making of, y no ha dudado en hacer de éste su estilo. Un estilo riesgoso —Alberto Giordano lo describe como un hombre en peligro—, que va a contrapelo de cierta paquetería de críticos e intelectuales, esa que exige borrar toda evidencia de los derroteros, como quien patea la escalera después de haber subido por ella: “Yo sé que es de mal gusto referirse a las barreras que no se han podido franquear”, ironiza en “Roberto Arlt, yo mismo”. Pero regresemos a París, a 1975. Habíamos dicho que Lacan se quedaba corto, ahora creemos que directamente se equivoca, o que más bien no tiene idea. Convengamos que queda medio pavote reprocharle a un pez gordo subjetivo que hable demasiado de sí mismo. Y ni qué decir de mandarlo a corregir… Es casi casi una provocación, como decirle a ver, a que no nadás. Masotta continúa sentado en el escritorio. Lleva ya un buen tiempo dándole vueltas al asunto. Ha revisado su texto unas diez veces y aún no encuentra por dónde empezar con

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los retoques.Tiene dudas. No sabe qué hacer. Lo único seguro es que quedan pocos cigarrillos y la noche apunta para larga. Quizás lo mejor por ahora sea bajar a comprar más. Epílogo: Masotta acaba de leer el texto frente a la Escuela Freudiana de París. Lo leyó tal cual, no corrigió ni una coma. Al público pareció gustarle, a juzgar por la atención y el buen ánimo con que lo escucharon. De hecho estamos en el cóctel y algunos integrantes de la Escuela se acercan a felicitarlo. Ahora Masotta conversa con Rithée Cevasco, y lo hace notoriamente más distendido que la noche anterior. La conversación, supongamos, versa sobre los temas más peregrinos, aunque probablemente, ya sabemos cómo es esto, no hablen de otra cosa que de psicoanálisis. Sólo resta un detalle para que todo sea perfecto, y ese detalle comienza a caminar en dirección a Masotta. Y ahí están, uno frente al otro. Jaques Lacan lo saluda y luego dice: “En público suena muy bien…”, y puede incluso que le sonría. Una vez más no ha cambiado nada, pero Masotta comienza el tercer y último acto de su vida.


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

Cuando me muera quiero que me toquen cumbia Los pibes chorros Martha Bardaro (*)

Cuando me muera quiero que me toquen cumbia, y que no me recen cuando suenen los tambores, y que no me lloren porque me pongo muy triste, no quiero coronas ni caritas tristes; sólo quiero cumbia para divertirme 1.

E

l 6 de febrero de 1999 moría un adolescente de 17 años, Víctor Vital, y nacía un santo villero, el “Frente Vital”, al que los pibes chorros le ruegan antes de salir a hacer sus “trabajos”. ¿El imaginario villero lo convirtió en santo por su vida o por su muerte?

Antes de entrar en otras consideraciones, digamos brevemente que el Frente Vital era un ladrón muy especial. Lo que robaba (pese a los denodados esfuerzos de su madre por lograr que estudiara, como la escuela lo aburría, salía con sus amigos a chorear), lo repartía entre la gente de la villa: los amigos, las novias, los hombres sin trabajo, los niños. Ésa fue su vida. La disfrutó tanto como pudo. Fue solidario y querible. Su muerte corrió por cuenta del sargento Sosa, “El Paraguayo”, que le disparó 1

cinco balazos, aunque Víctor salió con las manos levantadas en señal de rendición diciendo: ¡No tiren que me entrego! Por eso mi pregunta del comienzo: ¿fue su generosidad, su simpatía, su preocupación por la gente de su villa, lo que lo convirtió en santo, o fue lo injusto de su muerte, una más en la larga lista del gatillo fácil? Cristian Alarcón, autor del libro cuyo título es el mismo que encabeza estas incompletas reflexiones, adelantó su contenido en artículos que fue desgranando en el diario Página 12. Allí aparece una testigo del asesinato del frente Vital. Es Laura, una de las vecinas, que dolorida e indignada cuenta: “(…) pude ver cómo lo sacaban y cómo los hijos de puta se reían y gozaban de lo que habían hecho. Los vigilantes lo sacaron destapado, como mostrándoselo a todo

En: Alarcón, Cristian: Cuando me muera quiero que me toquen cumbia. Bs. Bs., Norma, 2003. p. 30

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el mundo... no lo sacaron como a cualquier cristiano. Yo lo vi, vi las zapatillas que en la planta tenían grabada una ‘V’ bien grande.’ Era la marca que Víctor le había hecho a las zapatillas, la misma V que ahora dibujan los creyentes en las paredes descascaradas del conurbano junto a los cinco puntos que significan ‘muerte a la yuta’, muerte a la policía” 2. “El odio a la policía es quizá el más fuerte lazo de identidad entre los chicos dedicados al robo. No hay pibe chorro que no tenga un caído bajo la metralla policial en su historia de pérdidas y humillaciones.” 3 Yo conocía la historia del Frente Vital desde hace tiempo, gracias a los artículos que Alarcón fue publicando en Página 12. Incluso traté el tema en alguno de los cursos que desarrollé. Lo que ignoraba era que Sabina, la madre de Víctor, empecinada en que sus hijos estudiaran — ya que tuvo una vida muy dura a la que le puso el cuerpo sin desfallecer— nació y vivió sus primeros años aquí en nuestro Chaco, cerca de Las Palmas. Su padre trabajaba en el Ingenio Azucarero de los Hardy. Ella y sus hermanos varones debían caminar varias leguas, descalzos, para llegar a la escuela. Ahora, años después del asesinato de su hijo, Sabina sigue poniéndole el cuerpo y las ganas a los desafíos. Creó una ONG llamada Organización por la vida, que mantiene un merendero, una salita para los más pequeños, y acaba de inaugurar un aula para adultos, 2 3

Alarcón, Cristian: Op. cit. p. 27. Alarcón, Cristian: Op. cit. p. 28

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a la que en algunos casos concurren madre e hijo juntos para aprender a leer a escribir. No termina allí la actividad de Sabina, sino que también se extiende a la cárcel cada vez que hay un chico golpeado o cualquier otra emergencia. Por pertenecer al Consejo Consultivo de Transparencia, puede entrar a la cárcel cuando es necesario, controlar al personal penitenciario, a la Policía Bonaerense y hasta a la seguridad privada. Leyendo el libro de Alarcón me surgen preguntas, muchas preguntas, que por ahora se quedan sin respuesta. No puedo darlas yo sola. Necesitaríamos juntarnos en un equipo interdisciplinario integrado por docentes, sociólogos, asistentes sociales, psicólogos, defensores de los DD.HH.… “El cura párroco de Dock Sud, Jorge Alberto Debenedetti, a quien todos llaman ‘el padre Tocho’, está sorprendido por su minuto de fama. La prensa lo entrevistó durante todo el día de ayer por una corrida suya, de dos cuadras y media, que terminó con la detención de un chico de 13 años que había hurtado un monedero vacío y varios regalos por el Día del Padre, que estaban en dos autos. ‘El problema no es el chico. El problema son las instituciones, los políticos, la Iglesia, la familia, las escuelas. Los adultos somos los que no hacemos nada por estos chicos. Y si seguimos sin hacer nada, en un año o en un tiempo más, este mismo chico aparece asesinado,


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

tirado en el campo, y nadie se hace cargo de esa muerte.’ El sacerdote confiesa que al principio se arrepintió de haberlo hecho detener por la policía. ‘Pero tampoco puedo hacerme el distraído —reflexiona—. Creo que el chico ya está en libertad, y me alegro de que eso haya ocurrido, pero lo que tenemos que hacer ahora es hacernos cargo de él. Los curas, la escuela, los asistentes sociales, los psicólogos. No podemos dejar que siga así, sin que nadie le preste atención’.”4 De alguna manera el Padre Tocho responde por mí. Concuerdo con él en que la clave del problema no son los chicos, somos los adultos —ya sea que seamos independientes o trabajemos en alguna institución—. Concuerdo con él en que si seguimos mirando para otro lado muchos de esos pibes chorros aparecerán asesinados o por bandas rivales o por la policía, “tirado en el campo, y nadie se hace cargo de esa muerte.” Es un tema que lastima, y provoca pena y bronca escuchar a algunos opinólogos proponer la fácil y no lo suficientemente reflexionada solución 4

de bajar la edad de imputabilidad. En el documento Proteger a nuestros niños/ as para no protegernos de ellos, firmado por cientos de organizaciones de derechos humanos, gremiales y sociales, se destaca que bajar la edad de imputabilidad, además de no constituir una real solución, es inconstitucional y contradice todos los pactos de Derechos Humanos firmados por nuestro país ¿Estoy sosteniendo que hay que dejar que los pibes sigan choreando? ¿O que sean detenidos y salgan a las pocas horas? NO. Lo que estoy intentando es que tomemos en cuenta nuestra responsabilidad, porque este fenómeno es un producto de una sociedad enferma, enferma de individualismo, de falta de solidaridad, de “Sálvese quien pueda”. Por cierto no asumo la idea de que TODOS somos igualmente responsables. Todos lo somos, pero en distinta medida. Hay una responsabilidad fundamental que le cabe al Estado, a sus tres Poderes y a todos sus funcionarios. Ellos tienen en sus manos recursos materiales, personal idóneo, y si no conocen la solución a este drama tienen

Rodríguez, Carlos. En: Página 12. 19/ 06/ 07 – Destacado en negrita mío -

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la obligación de asesorarse debidamente. Y nosotros, colegas docentes, podemos colaborar desde nuestro humilde puesto de trabajo que es la escuela, el instituto, la facultad, concienciando a nuestros alumnos. Otra vez para que no se malinterprete: no estoy diciendo “Bajemos línea”. Eso no sólo es anti-pedagógico sino anti-ético. Lo que quiero expresar es que ampliemos las perspectivas de nuestros alumnos fomentando el espíritu crítico y contribuyendo a quitarles las anteojeras que les impiden ver, sentir, escuchar, oler, la realidad —anteojeras que la mayoría de las veces han sido construidas por el perverso academicismo que el neoliberalismo ha impreso en la educación—, enseñándoles con el ejemplo y no con discursos, a valorar al otro diferente. El problema no termina ahí. Silvia Kremenchutzky, socióloga, directora de Crisol Proyectos Sociales, afirma algo que muchas veces pensé, aunque en otro contexto. Acá está lo que dice Silvia: “‘Yo no digo que vivo en la villa’ —me comentaba días atrás un joven cartonero de Ciudad Oculta— ‘Apenas lo decís la gente cree que sos un chorro’. La secuencia de asociaciones entre jóvenes, pobreza, delincuencia, drogadicción, alcoholismo, parece tener hoy más fuerza que nunca. Mientras se agita el fantasma de la inseguridad, toma cuerpo la profecía autocumplida. Si cuando un joven —un pobre, un ‘paragua’, un ‘bolita’, un cartonero, un limpiador de 5

parabrisas— nos mira, nosotros vemos un chorro y le devolvemos esta percepción, nuestra mirada alimenta su autoimagen y afianza su identidad en este rol”5. Lo que está diciendo Silvia desde la sociología, está avalado por la psicología, sobre todo en una de las corrientes que más conozco por la aplicación que tiene en educación, y que es el Análisis Transaccional, elaborado por Eric Berne. También Berne describe la profecía autocumplida. Alguien que tenga baja la autoestima —y nuestros pibes chorros la tienen— ante la mirada desconfiada del otro, se siente amenazado y puede reaccionar agresivamente. Pero esa reacción la provocamos nosotros, con nuestra desconfianza —cuando no nuestro desprecio— hacia el otro diferente. Queda muchísimo para decir sobre el tema, y más que decir, pensar. Pero el espacio se acaba y quiero cerrar estas breves reflexiones con algunos datos sobre la cumbia villera que tanto disfrutaban Víctor Vital y sus amigos. La estrofa que encabeza este artículo era justamente su preferida. Los memoriosos que recuerden las canciones de protesta de los ‘60 y ‘70 notarán de inmediato una diferencia con la cumbia villera: en ella no hay utopías ni proyectos de cambios políticos. Sólo intenta pintar en toda su crudeza la situación de los pobres, sus modos de ejercer la revancha contra los que lo tienen todo,

Silvia Kremenchutzky: El color de la piel. Página 12 - 02/ 06/ 08

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

y la utilización del paco, droga barata y mortífera pero que les permite por un rato escapar a la realidad sin horizontes. El grupo emblemático de este subgénero de la cumbia es Damas Gratis, cuyo líder es Pablo Lascano. Otro de los grupos, Meta guacha, decía al presentar su disco Lona, cartón y chapa: cantamos “para que aquellos que no viven en las villas sepan cómo vivimos, qué sentimos y qué cosas necesitamos. Quizá de esta ma-

nera logren entender que somos iguales a cualquier ser humano, que trabajamos, muchas veces explotados por una sociedad corrupta, y que las pocas monedas que nos dan alcanzan para mortadela, queso y si algo queda nos sirve para lona, cartón y chapa, materiales con los que construimos nuestras dignas pero precarias viviendas”. El autor del artículo sobre la cumbia villera lo cierra con esta sugerente frase: “El sonido de los barrios, o cómo intentar pasarlo bien cuando se tiene todo en contra”.

(*) Martha Bardaro. Nació en Resistencia. Chaco. Profesora en Filosofía y Ciencias de la Educación de la UNNE. Ejerció la docencia en los niveles secundario, terciario y universitario. Actualmente, jubilada, sigue dictando clases, conferencias y cursos. Varios de ellos están destinados a los internos de la U7, cárcel de máxima seguridad de Resistencia, desde al año 2008. Esta actividad se complementa desde el 2010 con un programa radial donde los internos debaten sobre los temas filosóficos tratados en los cursos. Es autora de numerosos artículos publicados en revistas especializadas de Resistencia, Bs. As., La Plata, Méjico y Chile, y de los libros “¿Qué es la Antropología Filosófica? Introducción a una filosofía de lo cotidiano.”-que ya va por su 4ª edición-, “Las coplas de Meloni nos enseñan a filosofar. Filosofía escondida en la copla”, “Desde lejos… hasta hoy. Filosofía de lo cotidiano II”, “Filosofía y poesía en Eduardo Fracchia Una mirada filosófica a las Anti115


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Danza en el Viento (Ntonaxac) Memoria y resistencia qom G Elizabeth Bergallo (*)

“El mundo es hermosura antes de ser Verdad” Gastón Bachelard

E

n este ensayo (3ª edición) se exponen desde una perspectiva antropológico-social las características de un movimiento indígena qom (toba) originado a mediados del siglo XIX, en el este de la región chaqueña. Algunos de sus integrantes estuvieron vinculados al Ingenio azucarero de las Palmas y a las luchas por el reconocimiento de sus derechos. Si bien el texto se desarrolla a partir de una historia de vida, es un caso paradigmático pues posibilita una visión en profundidad de los conflictos y choques con intereses coloniales, que implicaban, además, otra visión del mundo. El significado de las ceremonias indígenas y su histórico cuestionamiento mueven a centrar la atención en las condiciones que se produce la ideación de la realidad y como se da este proceso en situaciones de opresión. El interrogante acerca de los modos en que el hombre es capaz de vivir y significar su realidad o generar condiciones para vivir una existencia más plena, nos mueve a dis116

tintos interrogantes, de orden ¿epistemológico? ¿político? ¿será la ciencia la única forma de pensar el mundo? ¿la única verdad que puede dar cuenta de una única realidad? El saber surge como un intento de explicación de la realidad, derramándose y cubriendo sus intersticios; como fuente de poder; como verdad y elitización de quienes lo producen. Saber positivo que se institucionaliza como cultura y se hace hegemónico, produciendo un imaginario social que retroalimenta ese orden de conocimiento. Como consecuencia, la producción de saberes disidentes será estigmatizada, rechazada en tanto singular, y convertida por los custodios de las “definiciones oficiales” de la realidad en analogía de demonización o locura. O aniquilada por constituir el lado sombrío que amenaza la realidad lúcida. La ciencia puede ser una más de las formas de pensar el mundo, de organizar significados, pero no la única. Hay mecanismos que subyacen a un deter-


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

minado modo de producción de realidades

consecuencias, una respuesta que no sea

do o haciendo invisibles las diferencias,

El mundo encontraría quizás otra salida.

que como “agujeros negros” van devoransuprimiendo las emociones, la capacidad

de percibir, pensar, significar, soñar. ¿No es

real también aquello que juega un rol importante en la clase de vida que uno quiere vivir, que uno encuentra

aceptable?

Lo religioso, aunque esta categoría remite a la tradición

cristiana

occidental, ¿tie-

ne que ver con esa

capacidad

del ser humano

de decidir lo que

es significativo, de vi-

virlo como significativo,

desde la clase de vida irracional,

la de la religión de la economía mundial.

El violento proceso colonizador en el in-

terior del chaco argentino (uno de los últimos espacios americanos que to-

davía se mantenía en poder de los indígenas) pro-

ducido especialmente a fines del siglo XIX y en las pri-

meras décadas de

este siglo, obligó

a estos pueblos

a modificar sus

modos de vida, a

partir del control

económico del espacio,

del tiempo y de sus cuer-

pos. La explotación del azúcar,

subjetiva, idiosincrásica que se desea vi-

el tanino y el algodón fue la razón que

real? No era una trampa la alternativa que

mico internacional, quedando sujeta a las

vir, hacia lo que ha de considerarse como oponía de un lado la religión y del otro la

razón, la ciencia, la crítica, como si lo uno no pudiera sino acabar con lo otro?1 Será

necesario indagar decía Gadamer2 si otros

mundos culturales pueden dar a la univer-

salidad de la ilustración científica, y a sus

articuló esta región al escenario econódemandas de los centros de poder, provo-

cando cambios sociales, ecológicos y cul-

turales que modificaron irreversiblemen-

te la historia de los antiguos habitantes, si bien se desarrollaron movimientos de

resistencia de características peculiares.

Jacques Derrida: “Las dos fuentes de la ‘religión’ en los límites de la razón.” En: Derrida, J. y G. Vattimo (dir.) La religión, pp. 7-106, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1997, p. 13 2 Hans-Georg Gadamer: “Conversaciones de Capri.” En: J. Derrida y G. Vattimo (Dir.) La religión, pp. 277-291, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1997, p. 283 1

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El rasgo dominante actual entre los qom,

pilagá, y moqoit del nordeste argentino fue, y es, un movimiento que reacciona frente al proceso colonizador con expresiones particulares en distintas zonas. Tales expresiones tienen la característica de haber apropiado y, en algunos aspectos, resignificado ele-

mentos de la sociedad y cultura dominante. Luego de las movilizaciones de resistencia de los caciques Cambá, Inglés y Meguesoxochi a fines del siglo pasado, se produjo una secuencia de movimientos que fueron violentamente reprimidos3. Luego del alza-

miento moqoit de 1905, se sucedieron Napalpí en 1924, Zapallar en 1931 y Pampa del Indio en 1933. Hubo manifestaciones de descontento en todo el territorio por las condiciones de trabajo impuesta a los indígenas, y por la represión de sus ritos. A partir del contacto con misioneros pentecostales, en la década del cuarenta se desarrolló en un sector de la población un movimiento que se mantiene hasta la actualidad. Algunas de sus expresiones tenían que ver con pautas chamánicas tradicionales4. La indagación sobre el origen de ciertos aspectos de algunos cultos qom me condujo al conocimiento de un movimien-

to que se inició a mediados de la década del cincuenta del siglo XX, coincidiendo, en el tiempo, con la organización autónoma de una iglesia qom en la provincia del Chaco. Miller5 había registrado testimonios de cultos independientes que no buscaban apoyo de ninguna Iglesia oficial, y destacado entonces la presencia de Mateo Quintana, un visionario qom, que desarrolló un movimiento de resistencia y para el cual la danza era un aspecto central del culto, como también el éxtasis, la expresión e interpretación de los sueños, el uso de señales, entre otras características. Este proceso se desarrolló en la zona de lo que fue “el feudo” de una empresa inglesa, propietaria de un ingenio azucarero instalado en la zona del actual departamento Bermejo, en la provincia del Chaco. La trayectoria de vida en los retazos de memoria de quienes lo conocieron, el análisis de los ritos, su historia y contexto, posibilitan la aproximación al origen y sentido de ese movimiento. M.Q. sostenía que el mensaje, en términos de conocimientos y poder, venía directamente a los qom sin mediación de los blancos, a quienes acusaba de rechazar el éxtasis

Leopoldo Bartolomé: “Movimientos milenaristas de los aborígenes chaqueños entre 1903 y 1933.” Suplemento antropológico [Asunción] 7 (1-2): 107-120, 1972 4 Elmer S. Miller: Los tobas argentinos: armonía y disonancia en una sociedad. México, Siglo XXI, 1979, p.116 6 Elmer S. Miller: 1967: Pentecostalism among the Argentine Toba. Ph. D. Dissertation in Anthropology. University of Pittsburgh, 1967, pp. 127-128 e ibid, pp.142-144 3

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EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

(ntonaxac)6 y de prohibir, por tal motivo, la danza. Asimismo anunciaba que la voz del espíritu hablaba a través del viento, de las nubes, de los pájaros. Estas expresiones de los cultos fueron consideradas por los misioneros como paganizadas expresiones de la fe. Para el cuestionamiento a las ceremonias indígenas se levantaron históricamente razones económicas, religiosas y científicas generalmente entrelazadas. Se buscaron causas como enfermedad, se explicaron como evasión, como expresión del pensamiento primitivo. En lo profundo, ese cuestionamiento tiene que ver con el dualismo con el que la civilización occidental estigmatizó facetas profundas de la vida social e individual en sus relaciones con la naturaleza y lo sagrado. Los estudios más recientes sobre chamanismo intentan una doble vía para comprenderlo: en tanto expresión de un sistema social y en tanto proceso cognitivo específico. Este modo de conocimiento lleva a centrar la atención en aspectos tales como la intuición, la magia, el simbolismo, en la construcción de la realidad. Existen ciertos espacios rituales o narrativos en los que se construye la memoria social que desmisti-

fican el paradigma textual del conocimiento. Para culturas como las nuestras, muy acostumbradas a la textualización, parece difícil imaginar que la memoria también pudiese ser articulada como mapas donde se conjugan códigos o imágenes complejas, como memoria viva, en ceremonias, lugares, elementos simbólicos, el cuerpo. Por otra parte, en muchos grupos que viven situaciones de opresión el almacenamiento del pasado apela a modalidades clandestinas que, en ocasiones adquieren formas sincréticas, y que pueden expresarse no precisamente en la lógica discursiva sino en esos otros espacios mencionados. Lo cual conduce a replantear el dilema entre ciencia versus otros modos de producción de conocimiento, la tensión existente entre la comprensión hermenéutica y la comprensión histórica, sus posibilidades, su complejidad y sus límites éticos. La espiritualidad popular y la lengua, como decía Rosenzvaig7, se

mixturaron como una rebelión en silencio. Los tobas, quienes se denominan a sí mismos qom o nam com8 han sido el grupo do-

minante entre los Guaycurú (que también incluyen a los Pilagás y Moqoit , y a los hoy extinguidos Abipones, Mbayás y Pa-

Esta expresión se refiere al poder asociado con la danza. Eduardo Rosenzvaig: Etnias y Árboles. Historia del universo ecológico Gran Chaco. La Habana, Editorial Casa de las Américas, 1996, p. 467 8 En el trabajo de la lengua escrita se emplea la grafía de Albert Buckwalter, Vocabulario Toba. Buenos Aires, Talleres Grancharoff, 1980 6 7

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yaguás). El Mataco-Mataguayo (o wichi) y Guaycurú constituyen los grupos lingüísticos que en la región del chaco argentino han tenido mayor relevancia numérica y política, desde el contacto con los europeos. La mayoría de los qom puede localizarse actualmente en la zona centro-oriental del

Chaco, los wichi y moqoit en las zonas occidental y meridional respectivamente. Los qom han sido quienes históricamente más se han resistido a la colonización, ésta es una de las razones por las cuales parte del Chaco fue uno de los últimos espacios americanos en ser colonizado. Las historias escritas poco se han ocupado de casos o movimientos particulares que vinculen el estado de la sociedad argentina y la perspectiva y reacción de determinados grupos a la colonización, como es el caso de los qom chaqueños orientales vinculados al ingenio azucarero. Asimismo existe un desfasaje entre la importancia

que para algunos pueblos tienen los ritos,

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el simbolismo y lo que acontece en determinados estados de conciencia y la poca importancia que les han atribuido algunos estudios antropológicos, debido al reduccionismo existente en los modelos de análisis. Por lo general se ha tendido a no dar importancia a la lectura que hacen los actores mismos de su historia y su situación. El rito es un almacén de memoria, es un espacio estratégico de construcción de cultura, pero siempre el conflicto está presente, y los pueblos lo resuelven de diferente modo, muchas veces resistiendo, resignificando y reconstruyendo su realidad.

(*) G Elizabeth Bergallo. Mgter y Doctoranda en Antropología Social, docente de la UNNE, ha publicado varios libros de ensayos, cuentos y poesía, algunos de los cuales han sido premiados.


EL PUENTE - conexiones de psicoanálisis

El club de la pelea o la episteme del caos Adriano Duarte (*)

1

. El empacho del consumo

En esencia, El club de la pelea (Dir. David Fincher, 20th Century Fox, 1999) nos habla del hartazgo. No sólo en el sentido de aburrimiento, sino también en el de saturación. Este hartazgo es consecuencia de un exceso. En efecto, el protagonista de la película (que carece de nombre, pero que en el guión del film recibe el nombre de Jack) está empachado de tanto consumir comida rápida, productos por catálogo, drogas recetadas, terapia grupal. Todos sus deseos e insatisfacciones hallan desahogo en el acto de consumir. Y no sólo eso: cada aspecto de su vida se ajusta a las normativas del consumo. A tal punto, que al hojear un catálogo de muebles, a fin de elegir el más conveniente, se pregunta: “¿Qué juego de comedor me define como persona?”. Este nivel de alienación empuja al protagonista al desdoblamiento de su personalidad. De este modo es como Tyler Durden, su doppelgänger, aparece. Él es quien, a la manera de un maestro de ascetismo, ayuda a Jack a comprender el sentido de

aquella pregunta sobre el juego de comedor, enseñándole de manera categórica que “Las cosas que poseés acaban poseyéndote”. 2. Proyecto Caos Tal como puede intuirse, este juego de desdoblamiento de la personalidad entraña un juego de inversión del orden del discurso. Tyler apuesta a distorsionar los dogmas, las normativas, las instituciones a las que Jack se apegaba y en las que éste se asentaba con comodidad. Todo ello, siguiendo el principio ascético de que las cosas que poseés acaban poseyéndote. La lógica de este ejercicio consiste en invertir el signo del discurso, ejecutar una subversión de sus valores. Lo cual, siguiendo a Foucault1 , significa romper sus cauces ordinarios y arrastrarlo hacia ese espacio marginal en el que se devela su episteme. Por cierto que ello tendrá directas implicancias en el orden de lo real, ya que no sólo la legitimidad de ese orden quedará expuesta en su total desnudez, sino que también su vigencia en cuanto orden

Cfr. Foucault, M. Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. Trad. Elsa C. Frost. Bs. As., Siglo XXI, 2002. 1

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se pondrá en cuestión y abrirá camino al desorden. Por la subversión del orden del discurso se siembra, en consecuencia, la semilla del caos en el orden de lo real. Esta ruptura puede ejemplificarse citando cuatro momentos fundamentales del film. 2.1. Vivir como ocupas El episodio que abre este juego es la explosión del departamento de Jack. Cada rincón de ese lugar es la copia exacta de un catálogo. Allí, la historia de cada objeto consiste en la descripción del material con que está construido, su país de origen, sus medidas; su identidad se remite a una marca de prestigio y a un precio. Sin que él lo sospeche, Tyler hace estallar ese templo dedicado al consumo y lo lleva a vivir con él a una casa a punto de ser demolida en la que ambos viven como ocupas, como usurpadores ilegítimos de esa propiedad. 2.2. ¿Querés ver sufrimiento? Otro aspecto digno de destacarse es el modelo institucional que asume el club de la pelea y ante el cual funciona como su imagen deformada. Incapaz de soportar por más tiempo el insomnio, Jack acude a un médico para exigirle que le recete alguna droga. El médico, por

el contrario, le recomienda “sueño natural y saludable” prescribiéndole raíz de valeriana y más ejercicio. “Estoy sufriendo” le ruega entonces Jack. A lo que el médico le contesta: “¿Querés ver sufrimiento? Andá a ver a los tipos con cáncer testicular. Eso es sufrimiento”. De este modo, Jack accede a las reuniones de terapia grupal en las que distintos pacientes comparten sus padecimientos: cáncer testicular, alcohólicos anónimos, grupos de sobrevivientes al incesto, tuberculosis… En esas reuniones, sin embargo, Jack adopta el típico comportamiento de un consumidor: elige horarios convenientes, grupos terapéuticos de acuerdo a lo atractivo de su título, y participa de las terapias como si se trataran de espectáculos. Acaba, de este modo, convertido en un adicto, un “turista” en el pleno sentido de la palabra. El club de la pelea asume el modelo de la terapia grupal. Pero, al contrario de ésta, sus miembros son consumidores de diversa índole y carecen de padecimientos sobre los cuales compadecerse. “We’re designed to be hunters and we’re in a society of shopping. There’s nothing to kill anymore, there’s nothing to fight, nothing to overcome, nothing to explore. In that societal emasculation, this everyman is created”2, declaró el cineasta David Fincher en una entrevista acerca del espíritu del film. Los

http://edward-norton.org/fc/articles/filmcom.html: “Estamos diseñados para ser cazadores y vivimos en una sociedad de compradores. Ya no hay nada que matar, nada contra lo cual pelear, nada que superar ni que explorar. En esta castración social es donde se crea este hombre común y corriente” (la trad. es nuestra). 2

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participantes del club de la pelea no tienen motivo alguno para sufrir. Deciden, por lo tanto, reunirse para infligirse dolor. Diversas escenas de la película muestran el dolor como una sensación intensa que rescata a los personajes del letargo del consumo. “¡Este es el mejor momento de tu vida y te lo estás perdiendo!” le recrimina Tyler a Jack cuando éste intenta evadirse del dolor de una quemadura con ácido que Tyler le está provocando. Y, de hecho, el club de la pelea se inaugura con la riña de Tyler contra Jack. Pelea que, vista desde otra perspectiva, consiste en Jack propinándose puñetazos a sí mismo hasta caer rendido. 2.3. Así se ve un hombre Una de las herramientas más eminentes de la publicidad es el slogan. Funciona como un estribillo que, a fuerza de repetición, se atornilla a la memoria del consumidor sin que su voluntad intervenga y le inspira el deseo de obtener el producto asociado. El slogan suele ser una frase concisa y tajante. Como tal, conserva cierto rasgo de la sabiduría proverbial. A lo largo del film, Tyler apela al slogan

como arma. Ejerce sobre ella una inversión de su orden para aniquilarla, reducirla a una paradoja que, al mismo tiempo, revela un significado proverbial. Contemplando los cuerpos esculturales de una publicidad de ropa interior, Jack pregunta: “¿Así se ve un hombre?”. A lo cual, Tyler responde: “La autosuperación es masturbación”. En otro momento, Tyler mira a la cámara y dictamina: “No sos tu trabajo. No sos la cantidad de dinero que tenés en el banco. No sos el auto que manejás. No sos lo que guardás en tu billetera. No sos tus putos pantalones caquis. Sos la mierda feliz y radiante del mundo”. 2.4. La fábrica de jabón El jabón es un símbolo de lo estético. La sociedad de consumo lo eleva más allá de su mera utilidad higiénica a la categoría de cosmético. Se convierte en un bien de lujo que a su vez tiene efectos estéticos sobre el cuerpo: disimula los defectos de la piel y la rejuvenece. Tyler no lo ignora. Como tampoco ignora que la materia prima del jabón es la grasa. En este sentido, fabricar jabón para Tyler es una manera de hacer la arqueología de 123


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la cosmética. Llega hasta la episteme de este discurso y ejerce allí su tarea de distorsión. Por ello es que ingresa de contrabando a las clínicas de cirugía estética y se roba las bolsas de grasa de las liposucciones. “La grasa más rica y cremosa del mundo. ¡La grasa de la patria!” festeja Tyler al encontrar las bolsas en los contenedores. Del procesamiento de esa grasa obtiene dos productos opuestos: jabones de tocador y nitroglicerina para dinamita. El jabón se convierte así, por obra de una inversión del discurso, en un objeto subversivo. “Con suficiente jabón ––se jacta filosóficamente Tyler–– uno puede volar cualquier cosa”. 3. Conclusión: Alterar el orden público Si, como bien ilustra Foucault en Las palabras y las cosas, el campo de lo real se organiza a partir del orden que el discurso establece, no es casualidad, entonces, que Mayhem Proyect (Proyecto Caos) constituya el objetivo final de lo que en el film comienza como Fight Club (club de la pelea). O, expresado de otro modo: provocar el caos en lo real atentando contra el orden del discurso. En efecto, si nos remitimos a su uso jurídico, Mayhem puede traducirse como “alteración del orden público”3 . Es decir, que lo que Jack busca al desdo-

3

blarse en Tyler es quebrar el orden del discurso que se anticipa a sus palabras y habla por él mismo: el discurso del consumo. Y, como corolario, a lo que Tyler aspira es detonar el orden de lo real: la sociedad de consumo.

(*) Adriano Duarte. Corrientes 1977. Estudió Filosofía en la Facultad de Humanidades de la UNNE. Dio a conocer sus primeros escritos en las antologías de TANAYPO de 1996 y 1998. En SADE Corrientes estuvo a cargo de la edición de autores correntinos y la revista “La Gaceta”. En 2000 fundó LOGOMAQUIA, agrupación de escritores y artistas. Fue dos veces finalista en el Concurso de Poesía “Premio Roemmers” organizado por el Centro Cultural Borges y segunda mención en Poesía en el Premio Provincial de Corrientes. Reside en Buenos Aires desde 2003. Es autor de El intruso (Corrientes, 2003) y la colección de formas breves Arrepentimientos (Buenos Aires, 2007), obra en la que se basa la performance del mismo nombre estrenada en el ciclo “Poesía y otros lenguajes” en la Casona Cultural Humahuaca del barrio del Abasto (Buenos Aires) en 2007.

Cfr. http://forum.wordreference.com/showthread.php?t=143886&langid=5.

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Marcas en la caverna. Reflexiones sobre la escritura creativa Maia Eirin (*)

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n la necesidad de los pueblos de conservar aquellos datos cotidianos que necesitan esfuerzo extra para ser recordados, nace la escritura. Como un mecanismo para impedir el olvido, como un esfuerzo tendiente a la permanencia. En primer lugar para dar cuenta de las cantidades: Cuántas naranjas se recolectaron, cuántas fibras se trenzaron, cuántos granos se guardaron... Después la cantidad se extiende al qué, cómo, dónde, por qué. Entonces el mundo se empieza a nombrar y a deslizar por la piedra/ papiro/ cuero/ papel para quedar guardado en la memoria de los que están por llegar, de la descendencia. Que sepan de qué se trata, que conozcan, que recuerden. Para eso es necesario tantear en la oscuridad del todo caótico que nos rodea, fraccionarlo y recrearlo con el fin de nominar esa segmentación. Recién después, unir cada segmento en el intento de construir un mundo ya otro en sí mismo: El texto. Los que vienen toman el legado y agregan lo propio, suman su mirada a la mirada antigua y anotan. Se anotan. Dejan su marca en una descripción de la realidad que se vuelve comunitaria y resulta la argamasa de reunión e identificación entre los que

conforman, conformamos, un tejido social. Ahora, después de mucha historia, la escritura poética (entendiendo por poética la escritura literaria) es la que recrea esa intención original de la escritura: crear nombres al mundo que nos rodea. Nominar y dejar asentado, escribir; sigue siendo una actividad que nos convoca. Digo nominar porque el poeta (entendiendo por poeta a aquél que busca crear desde la palabra, aún cuando escriba narrativa) parte de una materia confusa y es su ponerle palabras lo que la transforma en reconocible o conocida. Dice José Ángel Valente en Las palabras de la tribu (Tusquets, 1994): “Todo momento creador es en principio un sondeo en lo oscuro. El material con el que el poeta se dispone a trabajar no está clarificado por el conocimiento previo que el poeta tenga de él, sino que espera precisamente esa clarificación. El único medio que el poeta tiene para sondear ese material informe es el lenguaje: una palabra, una frase, quizá un verso entero (ese verso que según se ha dicho nos regalan los dioses y que, a veces, debemos devolverles intacto). Ese es el precario comienzo. Nunca es otro.” 125


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Nominar por hacer, por estar haciendo el mundo en el poema. Como agrega el mismo Valente: “Todo poema es, pues, una exploración del material de experiencia no previamente conocido que constituye su objeto. El conocimiento más o menos pleno del objeto del poema supone la existencia más o menos plena del poema en cuestión. De ahí que el proceso de creación poética sea un movimiento de indagación y tanteo en el que la identificación de cada nuevo elemento modifica a los demás o los elimina, porque todo poema es un conocimiento haciéndose”. Casi como al principio. Escribimos para saber cuánto, qué, cómo, dónde, por qué. Lo hacemos desde la exploración porque las respuestas son previas a nuestras preguntas. Transcurrir el interrogante es el hacer que nos va a permitir llegar al nombre. Un nombre imperfecto que es posible tenga más que ver con quien nomina que con lo nominado, pero que nos remite a un puente a lo otro, a lo insondable de la ajenidad. Pero también escribir para legar, para rescatar del olvido. Porque escribir hoy, continúa siendo una danza entre memoria y olvido. Aunque a un ritmo distinto del de la antigüedad. Dice Gregorio Kaminsky en Escrituras interferidas (Espacios del saber, 2000): “Para los antiguos, el olvido es fundante porque el olvido nunca es la pura y simple ausencia de memoria o de saber; se trata de la mayor caída en el vacío y la im –permanencia, despeñarse en el vértigo infinito, mientras que la memoria nos pone al resguardo del mal de lo evanescente, es poseer las llaves del universo porque retie126

ne las cosas ante la línea de lo irrevocable.” En la actualidad, globalizados y rebasados de soportes posibles todos, la memoria se nos satura y se nos vuelve vacua en la larga extensión de tiempo y espacio que recorre la palabra escrita. Ya protestaban Baudelaire -“Tengo más recuerdos que si tuviera mil años”-, Montale – para quien la conciencia es “un montón muerto de memorias” – y Flaubert – “el pasado nos devora en exceso”. Y los remeda Kaminsky cuando afirma que “la memoria histórica se convirtió en la simple acumulación originaria del recuerdo, esa inteligencia despoblada, que nos abandona en la frenética carrera hacia el futuro, oasis del horror.” Mezclados y atravesados por tantas memorias, perdemos el rumbo y el sentido. La escritura poética busca, entre el futuro y el pasado, entre el recuerdo y el olvido; instalar un presente que signifique y nos signifique; que nos nomine. Lo hace con sus propios mecanismos, interpelando al lenguaje para alejarlo de su sentido cotidiano y volverlo a poner en el lugar de su origen: nombrar por primera vez. Claro que siendo imposible desarticular lo que el lenguaje significa cotidianamente, el resultado es una tensión desde la que se construye el sentido del texto poético. . “El texto”, dice Roland Barthes en El placer del texto (Siglo XXI editores, 2000), “es atópico si no en su consumo al menos en su producción. No es un habla, una ficción, en él el sistema está desbordado, abandonado (ese desbordamiento, esa defección es la significancia). De esta atopía el texto toma


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y comunica a su lector un estado extraño: simultáneamente incompatible y calmo. En la guerra de los lenguajes pueden existir momentos tranquilos, y esos momentos son los textos. Entre dos asaltos de palabras, entre dos presencias de sistemas, el placer del texto es siempre posible no como una cesión sino como el pasaje incongruente – disociado – de otro lenguaje, como el ejercicio de una fisiología diferente.” La disociación, el olvido en medio de la memoria, que produce la palabra poética en los sistemas de habla en los que estamos inmersos– de la ficción, acotaría Barthes –; nos permite ingresar en un plano de significancia relevante. Lo expresa Barthes cuando continúa: “En el momento que nombro soy nombrado: capturado en la rivalidad de los nombres. ¿Cómo el texto puede salir de la guerra de las ficciones, de los sociolectos? Por un trabajo progresivo de extenuación. En primer lugar el texto liquida todo meta – lenguaje, y es por esto que es texto: ninguna voz (Ciencia, Causa, Institución) está detrás de lo que él dice. Seguidamente, el texto destruye hasta el fin, hasta la contradicción, su propia categoría discursiva, su referencia sociolingüística (su género); es lo cómico que no hace reír, la ironía que sujeta el júbilo sin alma, sin mística (Sarduy), la cita sin comillas. Por

último, el texto puede, si lo desea, atacar las estructuras canónicas de la lengua misma (Sollers): el léxico (exuberantes neologismos, palabras multiplicadoras, transliteraciones), la sintaxis (no más célula lógica ni frase). Se trata, por transmutación (y no solamente por transformación), de hacer aparecer un nuevo estado filosofal de la materia del lenguaje; este estado insólito, este metal incandescente fuera del origen y de la comunicación es entonces parte del lenguaje y no un lenguaje, aunque fuese excéntrico, doblado, ironizado.” La palabra escrita configurada en ese espacio, en esa “tregua” del habla; es la que nos permite saber de nosotros, la que nos establece y nos ordena. Esta palabra primigenia no se restringe a la palabra editada. La escritura callejera o la canción o cualquier otra manera no convencional de escritura, pueden formar parte de ese universo. Muchas veces con más éxito porque suele buscar en la dirección correcta sin caer en lo que Gregorio Kaminsky llama “sepulcros semánticos” cuando dice: “ (…) quien busca sentidos cree (ficciona) y seguro encuentra para cada discurso baldazos y chapuceos de lengua, baldones y chapoteos de representación. Regios significantes. Lenguajes que apuntan en direcciones ¿precisas o precipitadas?, ¿magmas o sentidos o (des) ilu127


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siones? Lenguajes en sepulcros semánticos, puras anatomías abandonadas.” La palabra primigenia, la de la poesía, es factible de ser explorada por todos y no sólo por “los poetas” más o menos oficializados. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de remedar aquellas marcas de la caverna, atravesando el sondeo de la oscuridad del silencio de nuestra lengua de origen. Girala Yampey cuenta (Yampey, Girala, Mitos y leyendas guaraníes, Resistencia, Universidad Nacional del Nordeste, 2006, págs. 63-65 El ombligo de la tierra.) que los guaraníes transitaban la búsqueda de “la tierra sin mal”. En ese peregrinar estaban cuando se toparon con el mar. El mar resultó imposible de ser atravesado, detuvo la marcha y con ella la posibilidad de llegar al paraíso anhelado. Entonces prendieron el fuego sagrado, se reunieron a su alrededor y deliberaron sobre la causa de ese obstáculo insalvable entre ellos y la tierra prometida. Concluyeron que era un mensaje de los dioses. Un mensaje contundente e irrevocable: No se podía avanzar porque algo estaba mal hecho desde el inicio de la marcha. Había un error y debía ser enmendado. Para poder encontrar la tierra sin mal, era menester desandar lo hecho y volver al punto de partida. La escritura se nos ha vuelto inexpugnable. A pesar de la profusa circulación, nos dice apenas –tan apenas como quien tienta el mar con una balsa precaria - y mucho menos les dice a las generaciones venideras. 128

Quizás ya es tiempo de reconocer, como los guaraníes, que nuestra marcha por la palabra escrita trae aparejado el error. Ese error, de alguna manera, ha constituido un mar imposible de ser atravesado. Sólo en ese reconocimiento podremos encender el fuego sagrado para reflexionar y entender, tanto el recorrido hecho como el que nos queda por hacer. Pero ¿cómo volver al origen de la escritura? Vuelvo a traer a Kaminsky quien de alguna manera aproxima una respuesta posible desde la imagen del habitante de la caverna, como el cazador del lenguaje, cuando propone: “pintar con la lengua otros colores, otras músicas, apuntar hacia otras sonoridades. Hacer arpegios, tañidos corporales, sonoridades de la singularidad. Trabajo de buril, no de caligrafía. La rehabilitación del lenguaje es asistir a la sonoridad de la escritura. Musicalidad sin intérprete fijo, pura intensidad deseante, impersonal; anónima singularidad. Piratería de fuerzas, tensiones, música repercusiva y resonante. Una máquina de vibración. Es posible que el camino sea diferente, que las palabras vengan solas; invocadas, evocadas, equivocadas... Todas voces que se disponen como ellas mismas lo pro-ponen.

(*) Maia Eirin. Prof. en Letras de la UNLP, docente de la UNNE. Coordi-

nadora de talleres de escritura creativa.


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El tesoro de la lengua guaraní Fabián Yausaz (*)

E

l franciscano Diego de Landa ha tenido el triste privilegio de ser recordado por la Historia como el principal responsable de la destrucción de la mayor parte de los escritos mayas. En efecto, el 12 de julio de 1562 tuvo lugar el Auto de fe de Maní, aciago evento en el que se incineraron piedras labradas, vasijas y códices con signos jeroglíficos mayas porque, en palabras del franciscano “Hallámosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio”. El Auto de Maní privaría a la posteridad de gran parte de la documentación escrita producida por una cultura precolombina y, acaso, de una de las bibliotecas más importantes de la antigüedad. La ignominia del fraile Landa contrasta con la proeza intelectual llevada a cabo por el jesuita Antonio Ruiz de Montoya. Este cura peruano plasmó el trabajo de toda una vida en dos obras capitales: Tesoro de la lengua guaraní (1639) y Arte, y vocabulario de la lengua guaraní (1640); las mismas, a la

postre, serían reconocidas como los primeros trabajos de este tipo que en la historia de la humanidad dotaron de una gramática y una escritura a una lengua indígena1. No creo exagerar cuando califico de “proeza” a la sesuda labor del jesuita. Pongamos en contexto su trabajo. A partir del siglo XV los reinos europeos comenzaron a sis-

tematizar las lenguas “de estado” para diferenciarlas de los distintos dialectos. La gran difusión de textos impresos requería de lenguas normalizadas, no sometidas a la variación que supone el uso oral. Este largo proceso desembocó en las lenguas europeas tal como las conocemos hoy. Para poner en perspectiva el trabajo de

Montoya quizá valga mencionar que las primeras gramáticas, diccionarios u obras literarias importantes desempeñaron un papel crucial en esta normalización. La Gramática Castellana (1492) de Antonio de Nebrija fue la primera obra de este tipo realizada en Europa con una lengua vulgar. La obra de Shakespeare y la produc-

Montoya se inscribe en una tradición de lingüistas hispanistas que comenzará con la edición del primer diccionario español-mexicano(náhuatl) llevado a cabo por el lexicógrafo franciscano Alonso de Molina. 1

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ción masiva de textos impresos impulsada por William Caxton en territorio británico en los siglos XV y XVI, fueron dos de los hechos que confluyeron para que el inglés tomara la forma que hoy le conocemos. Recién en el año 1694, a instancias del cardenal Richelieu, se editó el primer diccionario francés. Es decir que se había redactado una gramática del guaraní antes que se hiciera lo propio con el francés y el inglés. No obstante, a mi juicio, la originalidad del trabajo del Ruiz de Montoya, no sólo radica en su anticipación, sino en vislumbrar que el uso del guaraní se encuentra en el corazón de una cultura. De hecho, mientras la corona española se desvelaba por transformar en doblones los tesoros americanos, este cura supo ver que la lengua era uno de los tesoros entrañables gestado en suelo americano. Este descubrimiento se traducirá en lo que, de aquí en más denominaré, un programa de acción cultural2. El trabajo de Ruiz de Montoya ha tenido una influencia crucial para que, a partir del siglo XVIII, el guaraní fuera una lengua hablada por población criolla. Los sociólogos estiman que, hasta la guerra de La Triple Alianza, la mayor parte de la población del Paraguay y el

nordeste argentino reservaba el español para usos muy formales o administrativos y utilizaba el guaraní cotidianamente. Mientras el Paraguay fue una intendencia del virreinato del Río de la Plata y luego de su independencia, la lengua guaraní desempeñó un papel clave en la conformación del estado paraguayo. El Doctor Rodríguez de Francia que construye Roa Bastos en Yo el Supremo se subleva contra esos intelectuales que “Cuanto más cultos quieren ser, menos quieren ser paraguayos”. El supremo dictador perpetuo alterna una escritura en un español pletórico de retruécanos propios de Quevedo con órdenes como “Ko´ã pytaguá tekaká oñemosé vaêrã jaguaicha” 3. Hasta tal punto la lengua

guaraní estuvo presente en cuestiones oficiales del Paraguay que en 1867, en plena guerra, el mariscal Francisco Solano López convocó el “Congreso de Grafía” instancia que modificó escritura del guaraní establecida por Ruiz de Montoya en el siglo XVII. El fin de la guerra de La Triple Alianza modificará los hábitos lingüísticos de la población correntina. Si durante la primera mitad del siglo XIX los lazos comerciales y culturales de Corrientes fueron más fluidos con Asunción que con Bue-

Desde ya que este programa no era ingenuo ni desinteresado, la revalorización de la lengua se asociada a mejorar la eficacia de las acciones de evangelización. 3 “Estos gringos de mierda deben ser echados como perros”. Respeto la ortografía del original aunque difiera de la normalizada actualmente en territorio paraguayo. 2

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nos Aires, la derrota del ejército de Solano López cambiaría las reglas del juego. El proyecto de nación moderna de la generación 80 supuso la conformación de un estado unilingüe. En este contexto, la escuela pasó a ser un engranaje clave para disciplinar lingüísticamente a los alumnos, futuros ciudadanos de una nación “civilizada”. La escuela formal tendría una ardua tarea por delante en la provincia de Corrientes: lograr que los alumnos hablaran un correcto español no contaminado por las guarangadas locales. Así como durante la guerra de la Triple Alianza los correntinos enterraron sus bienes en el patio para preservarlos del saqueo; luego de finalizada la misma, muchos aprendieron también a ocultar su lengua. El guaraní pasó a ser una lengua de uso privado, reservada para ciertas situaciones y para algunos interlocutores. Aquí surge un nuevo programa de transmisión cultural, el tesoro de la lengua se adquiere clandestinamente, de boca en boca, en espacios alejados de la familia y de la escuela. Veamos algunos ejemplos, Andrés es oriundo de un paraje cercano a Santa Rosa. Su padre era capataz de estancia y su ma-

dre profesora. Aunque el padre de Andrés utilizaba cotidianamente el guaraní en su trabajo, la familia prohibía que sus hijos lo hablaran en el hogar. A su vez, el director de la escuela a la que asistía Andrés castigaba a los que hablaban guaraní. Andrés debía recorrer a pie o a caballo 10 kilómetros para llegar a su escuela, en ese trayecto conversaba en guaraní con sus compañeros. Por ese sendero descubrió el tesoro de su lengua. Mónica es una maestra oriunda de San Luís del Palmar, en su casa también estaba prohibido hablar guaraní, excepto en la sobremesa del domingo. En ese momento los adultos echaban a los niños al patio y conversaban entre ellos en esta lengua. Los niños, a hurtadillas, se apropiaban del sonido de su lengua. Nilda es una mujer nacida en San Miguel, en su casa y en la escuela se prohibía que los niños hablaran en guaraní. Nilda y sus amigas obviaban la obligación de dormir la siesta. A esa hora se alejaban para ponerse al día de sus cuitas y abordar temas secretos. El tratamiento de tópicos clandestinos requería de una lengua prohibida, así fue como Nilda dominó el guaraní. 131


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Muchas veces escuché a hablantes correntinos de guaraní contar historias parecidas4

en todas hay argumentos que se repiten: los adultos no favorecen la adquisición de la lengua y esta prohibición se justifica en los problemas de aprendizaje escolar. Hay otra idea que en general se transmite de manera velada: “queda mal hablar una lengua que usan los tapes o los poriahu5 .” En el año 2004 se sancionó la ley provincial 5598 que declara a la lengua guaraní “idio-

ma oficial alternativo dentro del territorio de la provincia de Corrientes”. Hasta la fecha esta ley ni siquiera ha sido reglamentada. Desde entonces las iniciativas provinciales de “revitalización del guaraní” han sido peregrinas y desafortunadas. No obstante, un denominador común a todas es que ignoran los conocimientos con que efectivamente cuentan los hablantes correntinos. Las escasas propuestas emprendidas por las autoridades políticas oscilaron entre pretender enseñar a hablar guaraní a niños que lo dominan desde la cuna

o bien dictar cursos destinados que resaltan la poca competencia que poseen los hablantes correntinos nativos. Tal vez sea tiempo de diseñar un programa cultural que, al igual que el trabajo de Ruiz de Montoya o las formas clandestinas de transmisión de la lengua vuelva a sacar a la luz este tesoro. Una propuesta de este tipo implicaría, a mi juicio, conocer cuántos hablantes hay en la provincia, en qué zonas viven, qué tipo de dominio tienen sobre esta lengua, a qué grupos etarios pertenecen, en qué ámbitos comunicativos la utilizan o en qué zonas es urgente poner en funcionamiento propuestas escolares que utilicen el guaraní como lengua de enseñanza y enseñen el español como segunda lengua. Saber más sobre la situación de esta lengua quizá sea el primer paso para luego diseñar un programa de política cultural que ayude a que los hablantes de guaraní se sientan personas con competencias bilingües que heredaron de su cultura un tesoro ancestral y no un lastre.

(*)Fabián Yausaz: Lic. en Psicología. Dr. en Lingüística. Especializado en temas de lenguaje. El trabajo etnográfico Carolina Gandulfo (2007) Entiendo pero no hablo. Usos y significaciones del guaraní en una escuela rural correntina analiza detalladamente este fenómeno. 5 Pobres 4

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Institucional


INSTITUCIONAL

Institucionales

Creación de la ACID La Asociación Centro de Investigación y Docencia del Instituto Oscar Masotta, obtuvo la personería jurídica el día 19 de agosto del año 2011, con la resolución Nº 109 de la Inspección General de Personas Jurídicas de la pcia. de Corrientes. La ACID es una asociación civil que tiene como objetivos sostener y difundir la enseñanza y la investigación en psicoanálisis en las ciudades de Corrientes y Resistencia.

Las actividades que la asociación propone son:

dades de Corrientes y Resistencia y son dictados por miembros de la asociación.

PIC: Programa de Investigaciones Clínicas: Se trata de un programa de estudio sistemático de casos clínicos que tiene como objetivo promover la investigación y el debate en relación a diferentes aspectos relacionados a la clínica, no solo desde la perspectiva del psicoanálisis sino también desde la de otros discursos y praxis que habitan el campo de la salud mental en el ámbito publico. Consiste en la exposición de un caso clínico a cargo de un profesional que trabaja en alguna institución pública, para luego abrir el debate con el público en referencia al caso produciendo un cruce de saberes entre el psicoanálisis y los otros discursos.

Biblioteca: La ACID cuenta con libros específicos de la disciplina y otros afines al psicoanálisis que están a disposición para uso de los miembros y participantes de la asociación.

Cursos breves: Desde el año 2012 la ACID organiza cursos breves acerca de diversas temáticas relacionadas al psicoanálisis. Los cursos se realizan en las ciu134

Módulos de Investigación: • Infancias: niños y niñas: Autismo. Entre nuevas leyes y nuevas clasificaciones La pregunta que propone el módulo de investigación, gira alrededor de estas “clasificaciones” médicas que ocupan una referencia central y constante en la psiquiatría según Michel Foucault. Este último dato no es una novedad pero nos ubica en un discurso que poco lugar otorga a la Infancia, y si se quiere al declinar de la misma frente a Otro ordenador que ya no existe.


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Otro dato fundamental es el impacto de la tecnociencia y su relación con el mercado, se han ido configurando y fortaleciendo nuevas ramas del saber médico: tal como lo plantea Paula Sibila (2009), desde la naciente e - medicine y sus prometedoras terapias genéticas, hasta la biónica con sus prótesis teleinformáticas y la nueva generación de drogas psicotrópicas simbolizadas por el Prozac. Estamos frente a una sociedad atravesada por la información digital mientras que el código genético parece estar ocupando aquel lugar de preeminencia antes ocupado por el sexo en las sociedades industriales, tal como lo destacaba Foucault en el primer volumen de la Historia de la sexualidad. Cualquier tipo de malestar es entendido como una disfunción, un desvío al tratamiento del discurso organizador, tomando fundamental relevancia la psicofarmacología y los tratamientos conductivos - conductuales, que buscan disipar las congojas propias del emerger de los síntomas que no pueden acallar. En este panorama se configuran nuevos

modos de subjetividad y no ajeno a ello, nuevos modos de concebir la infancia, con sus consecuentes modalidades de presentación en la clínica analítica, tomando particular interés la masividad de los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD) de acuerdo a la clasificación vigente del DSM IV, considerándose una epidemia. A la vez que se lo considera y se multiplican los certificados por discapacidad recluyendo a los niños inevitablemente a tratamientos reeducativos y desentendiendo de la participación del sujeto en un funcionamiento que no fija un destino. Teniendo en cuenta que en el mes de febrero del corriente año se reglamentó en la provincia de Corrientes, la Ley Provincial 5809 “Protección Integral a las Personas con Autismo“, sancionada el 21 de noviembre de 2007,y siendo la segunda provincia en reglamentarla luego de Chubut, en la cual se propone como modelo de abordaje la psicofarmacología y los tratamientos cognitivos - conductuales acompañando la creencia, difundida por diversas asociaciones, de que el psicoanálisis culpabiliza a los padres por la enfermedad de sus hijos. Cuando en realidad éste modelo de abordaje solo reduce la problemática a un simple déficit neurobiológico. 135


INSTITUCIONAL

Por lo que cabe preguntarse, constituyendo la propuesta inicial de la investigación, cuál es el lugar del psicoanálisis en estos tiempos, y en especial, en la clínica de la infancia. Asesor: Enrique Acuña Coordinadora: Evelina San Martín Responsable: Mariana Ramirez • Psicoanálisis y Salud Mental “La felicidad, considerada en el sentido limitado, cuya realización parece posible, es meramente un problema de la economía libidinal de cada individuo. Ninguna regla vale para todos. Cada uno debe buscar por sí mismo la manera en que pueda ser feliz…” “El malestar en la cultura” - S. Freud. En épocas donde los discursos vigentes abren sus compuertas a la inclusión, la Salud se vive como una máxima que estructura un orden público capaz de procurarse este Bien preciado en términos de un derecho “para todos”. Aquí el psicoanálisis en su lugar de manifestación sintomática, al decir de Enrique Acuña, renueva el debate del dentro y fuera de la norma implicando al discurso jurídico y al discurso médico en sus nuevas formas de enlace. Este módulo de investigación se plantea adentrarse en los nuevos territorios producidos por los discursos, la jurisprudencia de la nueva ley de Salud Mental y la suposición de un Estado igualitario democrático donde se aplique la misma tratando de asir 136

con eso que escapa a la norma, la excepción, el malestar, lo inclasificable. Y una vez más preguntarse, con Freud, sobre los problemas de una regla que valdría para todos. Asesor: Ines Garcia Urcola Responsable: Ariel Scherman Coordinador: Carlos Trujillo • La Sexualidad femenina En estos tiempos: ¿Que decir acerca de la sexualidad femenina? Germán García refiere en su clase de noviembre de 1985 dictada en Tucumán (Fundamentos de la clínica psicoanalítica, 2007) ¨Lacan plantea que la dificultad consiste en que no hay el significante LA Mujer. Y de eso Freud se dio cuenta porque en el articulo la pulsiones y sus destinos dice que en el inconsciente no existe un significante para hombre y otro para mujer. Entonces aparece el lugar de la mujer más bien como la ausencia de significante, por eso si quiero crear


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un todo significante, un todo discursivo, tendré que saber que, cuando aparece la femineidad, aparece una ausencia en ese todo”. Nos encontramos en una época donde la mujer tiene a su alcance la posibilidad de gozar de libertad de expresión y acción, de ocupar lugares de poder y de reconocimiento social. Son nombres que la representan y por los cuales se representa. Ahora bien ¿en este mar de nombres como ubicar la marca de ausencia que la femineidad revela? Jaques Lacan llamó mascarada a la posición femenina por tener que dar algo a ver desde la falta de significante. ¿Cómo se revela la mascarada femenina en nuestra época? Lêda Guimaraês, siguiendo una propuesta de Jaques-Alain Miller en el seminario El Hueso de un Análisis (1998) plantea que ya no es por el costado del romanticismo y el amor como las mujeres hoy día muestran su femineidad, ese rol tradicionalmente asumido fue dejando lugar en la sociedad actual a mujeres que siguen ideales como la independencia, autonomía, etc. Transformación social que trae como efectos de retorno lo que esta autora propone como “… la nueva mascarada de la femineidad solo se mantiene desde una íntima articulación al imperativo superyoico”. ¿Cómo articular amor, deseo y goce en la experiencia femenina? Para responder a esta pregunta como a otras tantas suscitadas, buscaremos en primer lugar en los conceptos del psicoanálisis aportados por Freud, Lacan y otros autores algo que nos permita pensar algunas hi-

pótesis respecto al tema. Luego, nos propondremos problematizar estas ideas para motorizar la investigación sobre el lugar y los significantes que circulan en torno a la sexualidad femenina actual. Asesor: Fatima Alemán Coordinador: Carla Molinas Responsable: Damián Leikis

Contacto: ACID: Asociación Centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco del IOM Mail: cidcorrienteschaco@gmail.com Facebook: Acid Corrientes-Chaco del Iom Blog: http://elpuentecidiom.blogspot.com/

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El Puente -conexiones del psicoanรกlisisISSN 2362-5147 Publicaciรณn del A.C.I.D Corrientes Chaco del Instituto Oscar Masotta Ediciรณn Nยบ 3 - Agosto 2014



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