Revista Arenas No. 9

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ARENAS Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 9 Publicación trimestral de la Maestría en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Autónoma de Sinaloa. Otoño del 2006. Mazatlán, Sinaloa. EL DISCRETO ENCANTO DE LAS ELECCIONES. • arturosantamaría. • rigobertoocampo. • ernestohernández. • sergiomiguelhernández. • luisantoniomartínez • pedrobrito • joséluisfranco . Ciencia . Teoría. . Interpretación . Ensayo . Creación

Crónica de un naufragio (fotografías, octavioocampo)


ARENAS Revista Sinaloense de Ciencias Sociales DIRECTORIO M.C. Héctor Melesio Cuen Ojeda.Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Lic. Renato Palacios Velarde. Secretario General. Mtro. Víctor Morales Parra. Director de la Facultad de Ciencias Sociales. Dr. Segundo Galicia Sánchez. Coordinador de la Maestría en Ciencias Sociales. Consejo Académico de la Maestría: M.C. Pedro Brito Osuna. Dr. Arturo Lizárraga Hernández. Dr. Arturo Santamaría Gómez Consejo Editorial: M.C. Pedro Brito Osuna; Dr. José Luis Beraud Lozano; Dr. Nery Córdova Solís; Dr. Segundo Galicia Sánchez Dr. Ernesto Hernández Norzagaray; C. Dr. René Jiménez Ayala; Dr. Arturo Lizárraga Hernández; Dr. Rigoberto Ocampo Alcántar; Dr. Arturo Santamaría Gómez; Dra. Lorena Schobert Lizárraga. Dirección Editorial: Nery Córdova Solís. Subdirección: José Luis Franco Edición y Diseño: Humberto Rioseco Gallegos. Fotografía: Octavio Ocampo (Una selección de su obra “De mar, barcos y soledades”) oatoup@hotmail.com Arenas, número 9, publicación trimestral de la Maestría en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales. UAS. Otoño del 2006. Tel: (669) 981 – 97 – 62 y 981 – 21 – 00. revistaarenas@yahoo.com.mx

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Índice Presentación

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Las elecciones presidenciales del 2006: de lo local y regional a lo nacional. Arturo SANTAMARÍA GÓMEZ.

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Representación política y poderes regionales. Rigoberto OCAMPO ALCÁNTAR.

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¿ P r es i d en ci a l i s mo b a j o u n g o b i e rn o se mipa rla m enta rio? Ernesto HERNÁNDEZ NORZAGARAY.

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El sistema político y la transición. Sergio Miguel HERNÁNDEZ MEDINA.

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Alternancia política en Mazatlán. Luis Antonio MARTÍNEZ PEÑA.

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Entre el poder y los medios: el TRIFE no da sorpresas. Pedro BRITO

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Dos viejas canciones al son de las elecciones. José Luis FRANCO

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Presentación Arenas (número 9), especializada en las ciencias sociales en Sinaloa, es un esfuerzo para contribuir en el estudio, la interpretación y el análisis rigurosos sobre los problemas de nuestro tiempo, tanto en las cuestiones nacionales como regionales. Participan de esta tarea investigadores, académicos y estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa y particularmente de la Maestría en Ciencias Sociales, pero desde la premisa de ser una revista abierta a otras disciplinas y enfoques, bajo el criterio de la pertinencia teórica, la inteligencia y la creatividad. En esta entrega, que se gesta en el contexto de las elecciones presidenciales de julio del 2006, las más competidas en la historia contemporánea de México, sin duda que una institución educativa como la nuestra debía responder a las exigencias de la problemática. El contexto y la realidad política, las aspiraciones y las inquietudes sociales, las expectativas, la atención de observadores e investigadores, los intereses inmediatos de los mexicanos, planteaban de antemano la necesidad de abordar el asunto de manera urgente. El tratamiento tenía que realizarse desde una óptica que fuera un poco más allá de los elementales coros y corrillos de la doxa, aunque incorporándolos y reinterpretándolos, que se reproducen en este caso, a través de los medios masivos de comunicación. De éstos que tuvieron, y aún tienen, una injerencia decisiva en el proceso electoral del país. De manera que los ensayos y artículos que integran el presente número exponen, exhiben y escudriñan con las herramientas teóricas y analíticas específicas, entre los cimientos y los fundamentos del sistema político, de alguna manera como precedente y antesala de lo que devendría en torno al proceso del 2 de julio, que se ha investido como un acontecimiento inédito en México, y que sin duda cimbró las estructuras nacionales, puso en movimiento a todos los sectores sociales y generó una intensa agitación social y acaso hasta crisis en la ideología y la conciencia de la sociedad. 4


Arturo Santamaría Gómez abre la discusión y se inmiscuye entre los recovecos del poder y de los grupos y sus representantes y aborda con profusión y diligencia el impacto electoral que ha puesto en efervescencia, en vilo y al filo del abismo a la Nación. Rigoberto Ocampo Alcántar y Ernesto Hernández Norzagaray efectúan en sus aportes respectivos una mirada teórica, y cuantitativa, a la textura electoral, los poderes regionales, la representación, el presidencialismo y sus alternativas, y bajo la lupa de sus enfoques le siguen la huella a los hilos de las expresiones del sufragio y su impacto regional y nacional. Salta a la vista la inquietud: son tiempos, los de México, de cambio político formal. Son textos, los tres, que expresan el oficio y la solidez conceptual y teórica de sus autores. Sergio Miguel Hernández, comunicólogo, se remite hacia la fortaleza del sistema y destaca los frágiles rasgos de la transición; y en su caso Luis Antonio Martínez, economista, rememora la historia reciente de Mazatlán en torno a los acontecimientos políticos. Cierran la revista un trabajo de obligada urgencia de Pedro Brito respecto de las resoluciones últimas, que se preveían, de los tribunales electorales del país. Y desde su peculiar estilo literario José Luis Franco le echa en cara a quien se ponga el saco las paradojas y las contradicciones en las actitudes de los militantes políticos, en donde las oscilaciones parecen formar parte, ya, de la cultura política nacional. Van, pues, estas contribuciones teóricas, y empíricas, sobre “el discreto encanto de las elecciones”. Nery Córdova

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Elecciones del 2006: de lo local y regional a lo nacional Arturo SANTAMARÍA GÓMEZ*

I No es aventurada la reflexión de que para estudiar a la política mexicana, o al menos algunas de sus coordenadas, es necesario acuñar conceptos singulares que intenten explicar una racionalidad y dinámica heterodoxas, casi bizarras. Sobran casos para ilustrar esta afirmación. Por ejemplo, cuando se hablaba del PRI antes de 2000, se decía que era un partido de Estado “casi único”, para explicar su origen y su dominio casi absoluto en la esfera pública. En referencia al presidencialismo mexicano, se decía que era “metaconstitucional”(Jorge Carpizo, dixit.) para explicar sus atribuciones no legales sino afincadas en la costumbre. Para describir la selección de los candidatos a algún puesto de elección popular, y en especial la Presidencia, se hablaba del “dedazo” y del “tapado”, términos nada conceptuales pero sí muy gráficos. Desde hace varios años, politólogos, periodistas, historiadores, sociólogos y militantes políticos han hablado de la transición mexicana a la democracia. Para unos analistas o exfuncionarios electorales tan destacados como José Woldenberg y Héctor Aguilar *

Profesor e Investigador de la Facultad de Ciencias Sociales. Miembro del SNI 6


Camín, ésta ya concluyó y, por tanto, estamos ya instalados en la democracia. Para otros más, en cambio, como Lorenzo Meyer, la transición no ha terminado. Los estudios clásicos o más influyentes sobre las transiciones democráticas en el mundo, como los de O´Donell y Schmitter o el de Samuel P. Huntington, o en México, los de César Cansino, Julio Labastida o Lorenzo Meyer, entre otros, hablan de condiciones políticas e institucionales para lograrlo pero no dan plazos fijos para establecer la construcción de un sistema político democrático. Sin embargo, ejemplos concretos como el español, portugués, chileno, griego, brasileño o argentino, revelan temporalidades relativamente cortas. En todos los casos anteriores, las transiciones democráticas se dieron de regímenes militares dictatoriales a sistemas políticos pluripartidistas abiertos y de constante alternancia. En cambio, las transiciones de regímenes de partidos de Estado únicos, como en el bloque soviético, o casi únicos, como en México, no han terminado de consolidarse o simplemente debemos de llamar de otra manera a estos procesos de lenta y accidentada reconstrucción sistémica. ¿Habrá un concepto singular que nos ayude a entender las características de la transformación política en México? En Rusia, eje territorial y simbólico del sistema político que imperó en la ex Unión Soviética, el Partido Comunista aunque debilitado en extremo no desapareció, y en México, el PRI, la fuerza centrípeta de un sistema corporativo y presidencialismo autoritario, se mantuvo hasta julio del 2006 como una manifestación política electoral poderosa. No deja de llamar la atención cómo es que en México el PRI pudo recuperar hasta el 2005 gran parte de la fuerza perdida en 2000, a pesar de ser la encarnación misma de las prácticas más autoritarias que hayan existido en los últimos 76 años. Y, en cambio, el Partido Comunista Soviético, a pesar del caos social y económico en Rusia, no lo ha logrado. El periodo donde el PRI estará en verdad a prueba será durante el sexenio 2006-2012. La fuerza del presidencialismo en el viejo sistema político era tal que muchos consideramos que, al perder la silla presidencial, el PRI se desgranaría de manera irremediable. No ha sido así. Sin embargo, la actual crisis que está experimentando en su interior pareciera que le puede causar un golpe tan grande o aún mayor que haber perdido las 7


elecciones del 2000. No es posible adivinar cómo va a concluir la más reciente crisis política tricolor. La turbulencia está arrastrando tanto lodo que ningún pronóstico es seguro. Por otro lado, la candidatura de Roberto Madrazo confirmó y recuperó a plenitud la cultura autoritaria del PRI. El tabasqueño acumuló poder en su instituto a través de un manejo preciso y fiel de la conducta política priísta más tradicional. Este fue el principal factor que explicó su permanencia hasta el 2 de julio. La mayoría de los tricolores no está acostumbrada al juego democrático interno y se siente más segura dentro de las negociaciones irregulares, las reglas no escritas y la línea del “hombre fuerte”. Madrazo llenó, con las medidas exactas, el mejor ejemplo de esta cultura política. La enorme habilidad para mentir, simular, ocultar, tranzar y engañar que encarna Madrazo fue vista por el grueso de los nietos de Plutarco Elías Calles como el mejor recurso que tenían para intentar el regreso a la silla presidencial. Sin la presidencia de la república en la mano, Roberto Madrazo representaba el placebo que simulaba el regreso de la necesaria figura autoritaria con la que el PRI se siente seguro y competitivo. Seis años más fuera del poder y habiéndole apostado todo a su militante más duro, que representa más genuinamente la cultura política prototípica del PRI, podría abrir después del 2006, ahora sí, las condiciones para que el tricolor sea reducido a una actuación cada vez más simbólica, tal y como ha sucedido con el Partido Comunista en Rusia. El dinosaurio “que todos llevamos dentro” Domesticar al dinosaurio y al priista “que todos llevamos dentro”, dijo Felipe Calderón al llegar a Culiacán durante la campaña interna del PAN. Seguramente lo dijo porque el remordimiento no lo dejaba después de lo que hicieron sus huestes y las de Santiago Creel en Mérida, el 2 de octubre de 2005. En la capital yucateca, los panistas no pudieron resistir más y dejaron libre al priista que llevan dentro: compraron votos, acarrearon gente (al igual que en las elecciones de noviembre de 2004, en Sinaloa), entregaron despensas con propaganda, etc., todo ello videograbado y documentado por los seguidores de Creel. 8


En Mérida, una de las primeras ciudades que experimentó un triunfo panista a principios de los sesenta, apareció un conjunto de las más típicas prácticas políticas ilegítimas del dinosaurio tricolor, pero no ha sido la única vez que eso ha sucedido así, y tampoco ese es el único rasgo de una cultura política indeseable que ha imitado. Más grave aún que comprar votos con tamales es el hecho de utilizar información confidencial del Estado para desacreditar, difamar o atacar a un contrincante político, tal y como lo ha hecho reiteradamente el gobierno de Vicente Fox a lo largo de su administración. Y tan grave como lo anterior es utilizar los recursos y la influencia del poder presidencial para beneficio privado, tal y como, entre el escándalo, lo han hecho entre los hijos de Martha Sahagún de Fox. Es decir, el dinosaurio no ha sido domesticado. Es lamentable que el PAN nos demuestre que, a mayor poder político, más cercano está a las prácticas políticas del PRI. El blanquiazul ha seguido una trayectoria democrática inversamente proporcional a su poder: a menor poder en el pasado era más democrático; a mayor poder en el presente es menos democrático. El partido de Manuel Gómez Morín es, en efecto, el partido con una vida política más abierta y sana del espectro nacional, pero se está alejando cada vez más de sus principios y del ideal democrático. El ejercicio del poder lo ha seducido y desgastado. El PRI, por su carácter autoritario y casi único en el escenario político nacional, utilizaba la información del Estado y a los aparatos de espionaje político para reprimir o chantajear, pero el gobierno de Vicente Fox los ha manipulado para desacreditar y estigmatizar a sus enemigos a través de los medios masivos de comunicación. El presidente de la era priísta y los priistas de más poder utilizaban información confidencial para “quemar” o eliminar a sus contrincantes en las luchas políticas internas, porque la competencia por el poder no provenía de afuera sino de los propios intestinos del sistema. En el periodo de Fox se ha utilizado la información confidencial y oficial de los organismos del Estado para debilitar a los oponentes. Y así como se utiliza información confidencial y recursos públicos para combatir a un rival partidario, se utilizan los mismos para favorecer a familiares y allegados de la “pareja presidencial” y a otros familiares de los 9


integrantes del gabinete, tal y como lo hizo Calderón, cuando fue Secretario de Energía, con su cuñado “incómodo”. En cuanto a la corrupción de la familia de la señora Fox y de la misma “pareja presidencial”, los panistas han reaccionado de forma similar a cómo lo hicieron los priistas durante décadas: guardan silencio o en forma abierta y descarada defienden a sus compañeros “incómodos” de partido. Nada diferente a la cultura política que ha imperado por mucho tiempo. Otra práctica priísta que otrora fuera muy criticada por los panistas es que los funcionarios de gobierno utilicen recursos y tiempos oficiales de trabajo para apoyar y asistir a actos partidarios. Pues ocurre que los blanquiazules no dejan de imitar a los priistas porque, al menos un amplio número de funcionarios blanquiazules de los municipios del sur sinaloense, abandonó sus quehaceres para asistir a un acto partidario a favor de Felipe Calderón. El alcalde mazatleco, Alejandro Higuera, lo justificó con su muy peculiar estilo: “…el Alcalde es Presidente Municipal (sic) hasta cuando tiene la visita conyugal, entonces no hay asunto que interfiera”. Poco, pero muy poco han cambiado los usos del poder en México bajo el primer gobierno de alternancia. Esto es lo que no entendió Felipe Calderón, a pesar de su inteligencia y agudeza política, cuando opina que Andrés Manuel López Obrador no hablaba de “cosas serias” al decir que no utilizaría aviones privados para las giras presidenciales o que seguiría llevando una vida austera. “Que no se azote”, dijo Calderón de AMLO en Culiacán. “A todos nos gusta el poder, el dinero, el placer, todos somos tambor del mismo cuero – añadió Calderón -, pero debemos dominar ese apetito con ética y con los valores”. El olfato del candidato del PAN no le permitió oler que una de las demandas históricas más expresadas por el común de los mexicanos es la austeridad de sus gobernantes, porque toda ostentosidad está asociada con la corrupción; porque los excesos, como los de la señora Fox, porque los altos salarios, como los de todos los gobernadores panistas y los legisladores, son insultantes en un país como el nuestro. Sin duda que a López Obrador le apetece el poder, si no fuera así no sería político profesional, pero no ha demostrado mayor debilidad ante el dinero, objeto que sí le gusta a Calderón aunque, como dice él, bien 10


habido. Pero muchos funcionarios panistas creen que dotarse de altísimos salarios bajo el amparo de su autoridad es legal y legítimo. Claro que no debiera ser así. Podrá estar permitido por un reglamento, mas en una sociedad sumida en un mar de desigualdad, un salario así (similar en monto a la de un funcionario de un país rico) que proviene de los recursos públicos es ilegítimo y carente de toda ética. La derechización del espectro político Entre 1932 y 1939, Carl Schmitt, estudioso de la vida política alemana en la época de ascenso del nazismo, escribió una serie de ensayos sobre el “concepto de lo político” que con el tiempo se han convertido en clásicos. Como suele ocurrir entre los estudiosos de lo social, Schmitt no pudo liberarse de la atmósfera de su contexto histórico ni de manifestar, aun de manera inconsciente, sus preferencias filosóficas e ideológicas. Schmitt, al vivir en el epicentro mismo del nazismo la poderosa dinámica de la Segunda Guerra Mundial, encontró una perspectiva muy original en la observación y teorización de lo que denominó como “lo político”. El ascenso de la guerra y la peculiaridad de percibir de los alemanes, lleva a este singular ensayista a ver la política como un campo donde sólo existen “amigos y enemigos”. Dice: “El antagonismo político es el más intenso y extremo de todos y cualquier otra contraposición concreta es tanto más política cuanto más se aproxima al punto extremo, el del agrupamiento en base a los conceptos de amigo-enemigo”. El enfrentamiento bélico, sin duda, es el recurso extremo de la política a la que han llegado en general todos los pueblos de la tierra en algún momento de su existencia para dirimir sus diferencias y establecer el predominio de un signo político, al cual normalmente acompañan intereses sociales y económicos. Sin embargo, no siempre es el estallido de la guerra o sus prolegómenos los que impulsan a los actores políticos, más que a los estudiosos de la política, a ver la política como un campo irreconciliable donde solo hay amigos o enemigos. En México, sin que nadie medianamente cuerdo pueda ver el estallido de una guerra en el futuro inmediato, el encono social y las contradicciones políticas han llevado a los principales actores del país 11


a ver la lucha política actual como una arena donde sólo existen “los amigos y los enemigos”. En este contexto la política no se ve como un arte; es decir, la capacidad de crear, seducir y convencer. Se mira más bien como una guerra; como la capacidad de destruir y vencer. En un contexto de guerra o de profundo encono, Schimitt puntualiza: “todos los conceptos, las expresiones y los términos políticos, poseen un sentido polémico; tienen presente una conflictualidad concreta, están ligados a una situación concreta, están ligados a una situación concreta, cuya consecuencia extrema es el agrupamiento en la polaridad amigo-enemigo ( que se manifiesta en la guerra y en la revolución), y devienen abstracciones vacías y desfallecientes si esa situación deja de existir. Términos como Estado, república, sociedad, clase, y otros: soberanía, Estado de derecho, absolutismo, dictadura, plan, estado neutral o total y otros, son incomprensibles si no se sabe quién en concreto será atacado, negado y enfrentado a través de esos mismos términos”. Si podemos llamar transición democrática a lo que experimentamos en México en la búsqueda de un nuevo pacto social y político, una de sus características es, como se ha visto, un creciente encono y enfrentamiento donde solo parece existir amigos y enemigos. Dentro de los actores políticos institucionales, Vicente Fox, Felipe Calderón y el PRI, por un lado, y Andrés Manuel López Obrador y el PRD, por otro, se vieron en la lucha política como amigos y enemigos, lo cual dificultó dar un nuevo paso en la transición democrática porque predominaron enfrentamientos, desacuerdos e interpretaciones discrecionales, caprichosas, tramposas y convenencieras de la ley. No pudo haber acuerdo político, ni habrá en lo que resta del sexenio de Fox, porque los diferendos, las divergencias y las diferentes ideas para construir un nuevo pacto institucional se llevaron al esquemático campo de los amigos y enemigos. Cuando la política se ve como guerra o como terreno irreconciliable, se procede, entonces, a la destrucción del oponente. López Obrador pudo equivocarse de forma rotunda cuando vio complots por todas partes, pero quien niegue que al ex Jefe de Gobierno de la Ciudad de México se le ha visto como un enemigo al que hay que destruir a toda costa, es un ingenuo o revela una óptica política de dogmas partidarios. En un sistema político donde la 12


vigencia del Estado de derecho es prácticamente una costumbre de las instituciones y los ciudadanos, donde no hay duda de que los gobernantes acatan la ley, donde las trayectorias de los principales actores políticos están apegadas a la ley y a la democracia, donde sus estilos, recursos, tácticas y estrategias para llegar al poder fueron del todo legítimas y sin mácula, entonces, las acusaciones que se le hacían a López Obrador hubiesen sido creíbles y su castigo necesario para que continuara imperando el Estado democrático de derecho. ¿Pero qué es lo que se observa en México? Ni uno solo de sus principales acusadores y críticos, incluyendo en primer lugar el Presidente Fox, el ministro Mariano Azuela, el ex Procurador General de la República, Rafael Macedo de la Concha, el ex Secretario de Gobernación, Santiago Creel, y Felipe Calderón podían presumir de una trayectoria plenamente apegada a un Estado democrático de derecho. En el momento en el que se encuentra la construcción de un nuevo sistema en México, que se desea democrático, no hay personaje o actor político alguno que pueda invocar a una reserva ética, jurídica y política en sustancia limpias como para excluir y condenar a uno de los individuos centrales en la vida política de nuestros días. Y no lo hay porque sus oponentes y críticos lo ven como un enemigo, pero no del Estado de derecho, sino de la lucha por el poder. Para ellos, AMLO era el único actor que podía encabezar una fuerza social y política que detuviera la profundización de un modelo de sociedad salvaje y excluyente como la que se ha venido construyendo desde Miguel de la Madrid. En el fondo, la disputa que padece México no es una mera lucha por el poder político, sino una fiera contienda por proyectos societales donde se profundiza la exclusión social o donde se busca una mayor inclusión, no tan sólo de los que menos tienen sino de los sectores medios que caen cada vez más en el terreno de los de abajo. Esta y no otra, es la percepción de los que en las encuestas se inclinaban en la mayor parte del país por López Obrador. Algo inexplicable para quienes ven lo político desde un esquema formalista, irreal y por si fuera poco, aniquilador.

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El PAN y el corporativismo empresarial Los militantes del PAN y el PRI se ven distantes entre sí, y así los ven la mayoría de los ciudadanos mexicanos, pero el grueso de los empresarios, sobre todo los más grandes, contemplan las cosas de otra manera. Salvo notables excepciones, en las elecciones de los últimos cinco años los hombres de negocios han apostado por el PRI o el PAN, dependiendo del tipo de las elecciones y de la correlación de porcentajes electorales. Antes del año 2000, la situación era menos ambivalente porque los dueños del dinero casi siempre se inclinaban por el tricolor. La explicación es muy elemental: por norma apuestan con quien tiene el poder y responde a sus intereses inmediatos. En estas elecciones del 2 de julio, un amplio número de los hombres con cuentas bancarias muy grandes, viendo la declinación de la vieja maquinaria priísta, empezó a otear en el suelo blanquiazul. En Sinaloa, el comportamiento de los grandes capitales en las elecciones presidenciales de 2000 se inclinó, por conveniencia y paisanaje, hacia Francisco Labastida Ochoa, y en los comicios para gobernador de 2004 favoreció a Jesús Aguilar Padilla, aunque es cabal precisar que hubo algunos que jugaron en dos pistas. A pesar de lo anterior, no eran muchos los empresarios que manifestaran de manera abierta sus preferencias; si acaso firmaban desplegados periodísticos y ya. En Sinaloa, de los empresarios relevantes que expresaron su respaldo a López Obrador se cuentan pocos. Entre ellos Enrique Lichter, en Culiacán, y Julio Berdegué, en Mazatlán. En cambio, el apoyo a Madrazo fue abundante y el que se entregó a Felipe Calderón aún mayor, pero el que le brindó Enrique Coppel Luken, uno de los 14


cien hombres más ricos de México, fue audaz y al clásico estilo corporativo. Pocos capitales sinaloenses tienen un alcance nacional como el de las empresas de Coppel Luken, lo cual nos habla de su poder económico e influencia. En los comicios para elegir gobernador de Sinaloa en 2004, Coppel decidió apoyar a Jesús Aguilar Padilla, y como paradoja, en las presidenciales de 2006 se inclinó por Felipe Calderón. El distinguido empresario culiacanense no parece militar en partido alguno pero, como muchos electores, cambia de preferencia según las circunstancias e intereses. En una carta abierta dirigida a “todos” los empleados de sus tiendas y fechada en abril de 2006, extendió la argumentación de su posición política: “Por primera vez voy a hacer algo que nunca había hecho, exponerles algunas razones por las cuales creo deberíamos todos de votar por Felipe Calderón y por los (candidatos) a Diputados y Senadores del PAN. No está de más recordarles que el voto es secreto y cada quien votará con toda libertad, (sin embargo), lo que deseo es con todo respeto, intentar convencerlos, para que cada uno, usando su libertad, elija, porque así lo cree, a los miembros del PAN, y les pido a los que ya estén convencidos, que ayuden a dar razones a sus familiares o amigos para que también voten así”. “Hasta ahora, parece que la competencia estará cerrada entre el PRD y el PAN, vamos a decir que el PRI-Madrazo ya no tiene probabilidades de ganar, y que un pequeño porcentaje de votos que se inclinen por el PAN o el PRD van a marcar la diferencia. Piensen que somos en Coppel 25,000 (imaginamos que se refiere a empleados) y que si cada uno de nosotros podemos convencer a tres clientes, tres amigos y tres parientes, ya hablamos de 250,000 votos. ¡Podemos hacer la diferencia!”. Para el propietario de las tiendas Coppel Felipe Calderón era “el más capaz, actual y de nivel” y junto con su esposa formaban “una pareja estable…bien avenida…Tienen una buena formación moral, familiar. No hay duda de su honestidad. Sobresalen en relación a los otros candidatos”. 15


La carta de Enrique Coppel, como él mismo dice, fue una carta larga, pero lo más sobresaliente es el método que adoptó para favorecer a Felipe Calderón. Al margen de que Coppel Luken pensaba en una nueva “pareja presidencial”, no abundaba en las virtudes de su candidato preferido, sino en los defectos y peligros que él veía en López Obrador y el PRD. Para este poderoso hombre de negocios, el candidato a vencer era AMLO y por ello, para convencer como en toda propaganda partidista, falseó la realidad, incluso al extremo de lo cómico, como igualar la China de la era de Mao Tse Tung con la propuesta del PRD. Una responsable y elemental actitud para tales afirmaciones hubiese sido leer una historia mínima de la China comunista y conocer las propuestas de gobierno del perredista. Recurrir al método de infundir temor es muy común en la lucha propagandística y política, pero carecer de argumentos y tergiversar la realidad, además de empobrecer una contienda electoral, linda con la manipulación y el dogmatismo. Coppel sostenía que “cada quien es libre de votar por los candidatos que a su modo de ver serían quienes mejor pudieran desempeñar su papel”, pero en su carta con frecuencia utiliza un lenguaje no liberal sino corporativo: “¿Por qué no apoyar al PRI?, se pregunta Enrique Coppel y responde: “En Sinaloa estamos colaborando muy activamente con los gobiernos estatales y municipales que son del PRI, tenemos buenas personas del PRI, capaces, dedicadas, positivas, PERO a nivel nacional si apoyamos al PRI va a ganar el PRD, y entre Roberto Madrazo y Felipe Calderón preferimos a Felipe”. La pregunta es inmediata, cuándo dice “en Sinaloa estamos colaborando muy activamente con…” ¿se refería a él en lo particular, a su familia, a sus ejecutivos, o a él y al conjunto de los 25,000 empleados de las tiendas Coppel?¿Es válido hablar en política a nombre de los empleados de una empresa?¿Qué tan políticamente liberal es un hombre que espera que 25 mil personas, sus empleados, al unísono voten por el candidato que les propone, y que además se conviertan en activistas de su preferido?

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Sería inimaginable escuchar a los rectores de la UAS, del Tec de Monterrey o de la UNAM solicitarles a los profesores, empleados administrativos y alumnos votar por fulano o zutano candidato. ¿Por qué un hombre de empresa se da el lujo de pedirles a sus empleados que opten por los candidatos de sus preferencias? Es cierto que Coppel Luken no amenazó a nadie y sólo “opinaba y recomendaba”, pero no debía olvidar que era el patrón de decenas de miles de empleados y que, por tanto, encarnaba el poder en su empresa. Por supuesto que Coppel Luken, como cualquier ciudadano libre, podía convidar sus puntos de vista e invitar de manera personal a sus amigos, familiares y colaboradores a que apoyaran a su candidato, pero ¿porqué utilizar las estructuras de su empresa, y todo el peso de su autoridad y propiedad, para invitar a todos los empleados de sus negocios a que entregaran su voto a Calderón? En México el corporativismo no es exclusivo del PRI, del PRD capitalino, del sindicalismo o de gobiernos municipales del PAN, sino también de muchos empresarios. Es una forma de pensar y actuar propia de sociedades tradicionales dentro de las cuales está aun inscrito nuestro país. Fue un lugar común de numerosos columnistas y analistas decir que el país cayó en una polarización a raíz de los enfrentamientos entre el Presidente Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador. En efecto, la confrontación ideológica y política entre estos dos actores centrales de la vida del país existió, pero vistas bien las cosas no es esa la polarización más peligrosa para México sino, por lo menos, otras dos. Una de ellas es la polarización del ingreso y la distribución de la riqueza; otra, es la derechización extrema del PAN y del PRI. ¿Y mientras…? En el sistema de partidos, la derecha mexicana ha ido radicalizando sus posiciones, mientras que la izquierda las ha moderado. Mientras la izquierda se corre al centro, la derecha se dirige aun más a su propio extremo.

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Programáticamente, mientras la izquierda electoral mexicana ha abandonado sus banderas socialistas y comunistas, tales como la desaparición de la propiedad privada o la preservación del Estado como el principal actor económico de la sociedad, la derecha plantea la desaparición de toda forma de propiedad estatal y la reestructuración de las instituciones públicas que atienden la salud, la educación y la cultura. Mientras la izquierda acepta la reforma fiscal y administrativa de la industria petrolera y eléctrica, la derecha plantea su privatización. Mientras la izquierda propone diversas formas de propiedad, señalando la prioridad de la privada, la derecha propone el imperio exclusivo de la propiedad privada. Mientras la derecha iguala el concepto de libertad al imperio de la propiedad privada, la izquierda lo entiende como el ejercicio para que el mayor número de gente posible viva dentro de la democracia y la justicia. Mientras la izquierda adopta el principio liberal de defensa de las libertades individuales en relación al aborto y las preferencias sexuales, la derecha reniega y los niega. Mientras la izquierda sostiene su principio de privilegiar a los que menos tienen, la derecha no reconoce que privilegia a los que tienen más.. Mientras la izquierda no oculta sus fines programáticos, la derecha los oculta. Mientras los cuadros de la izquierda que militaron en la guerrilla u otras organizaciones de derecha no ocultan su origen político, el Yunque sí. Mientras la izquierda que lucha en el sistema de partidos abandonó la clandestinidad, la derecha se empecina también en el cuasiclandestinaje. Mientras el PRD y el PT, con todo y sus incontables errores políticos, han mantenido un claro perfil de centro izquierda, muy semejante al que exhiben sus congéneres en Brasil, Chile, Uruguay o Colombia, el PRI y el PAN tienden cada vez más a una derecha 18


radicalizada, como sucede en Italia o Estados Unidos. Esta polarización ideológica y política del PAN y del PRI es la que debería preocupar a los mexicanos. En el PAN, el arribo de Felipe Bravo Mena significó el primer gran triunfo de la derecha radical, pero pudo ser paliado por el arribo al poder del Estado de una derecha pragmática y democrática que acompañó a Vicente Fox a ganar las elecciones presidenciales. Pero una vez que se debilitó el foxismo y la derecha democrática tradicional del blanquiazul, la ultraderecha volvió a ganar la dirección del PAN en mejores condiciones para profundizar su programa histórico. El triunfo de Manuel Espino Barrientos en el PAN, además de adoptar los métodos políticos priistas para ganarse adeptos y votos, ha sido la consolidación del Yunque como la principal corriente política dentro del partido que fundara Manuel Gómez Morín. El Yunque, tal y como lo revelan los importantes testimonios de Manuel Díaz Cid, quien fuera columnista del diario Noroeste y fundador de esa organización clandestina, penetró en Acción Nacional con un agenda que aparentemente subsume los principios de ese partido, pero en realidad lo que hace es sepultarlos. Los testimonios de Díaz Cid, revelados en el nuevo libro de Álvaro Delgado “El Ejército de Dios”, no ocultan en ningún momento sus convicciones derechistas pero lo hace acaso con honestidad. Y al igual que la revelaciones de otros ex militantes del Yunque, demuestran que para esta organización el PAN es solo un medio para imponer en el país “la verdad” del Ejército de Dios, tal y como sus miembros se autonombran en los documentos secretos de tal organización. El senador por Jalisco, Jesús Vicencio Álvarez, hijo del ex presidente del partido Abel Vicencio Tovar, en la presentación del libro El Yunque, en agosto de 2003, expresó: “…hay algunos rasgos de la organización ( El Yunque) que inquietan, pues niegan la posibilidad misma de ese ámbito democrático…Mencionaré tres:

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“Intolerancia. El extremismo en el pensamiento lleva al aislamiento; el aislamiento incapacita para entender al otro y termina por llevar a la intolerancia.” “Primordialidad…es inaceptable que una organización instrumentalice a un partido que de buena fe abre sus puertas a todos los que estén dispuestos a compartir sus objetivos… En quienes afirman nutrirse de la doctrina cristiana, no puede encontrarse justificación de ninguna especie para tratar a las personas como medios”. “Reserva. El secreto no es buen amigo de la democracia. En los albores del siglo XXI no hay justificación para que exista en nuestra sociedades una organización honorable que deba ocultar su presencia y propósitos”. A pesar de estas opiniones y preocupaciones de un miembro destacado de una de las familias históricas que fundaron y han dirigido al PAN, la ultraderecha que penetró a este instituto los ha ido despojando de sus planteamientos fundadores y de su conducción. Una prueba contundente de tal hecho, no es tan sólo que haya ratificado en la presidencia de Acción Nacional a uno de sus militantes sino que lo hizo en medio de claras evidencias de la cercanía de Manuel Espino con Nahúm Acosta, el cuadro que metió al narco en Los Pinos, lo que revela el firme control que ya tienen sobre el aparato del partido las huestes del Yunque, y que en Acción Nacional el apego a los principios de honestidad y legalidad han quedado rebasados por el brutal pragmatismo de la hegemonía ultraderechista. La nueva conducta política del PAN y su presidente ultraderechista se afirma en un contexto donde las tesis neoliberales del PRI, propuestas desde principios de los ochenta por un equipo que encabezaba Carlos Salinas de Gortari, dan un paso más hacia el abandono total de su programa histórico y consolidaban, antes de julio de 2006, la fuerza de Roberto Madrazo, prototipo del político inescrupuloso, demagógico y cínico.

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La ultraderecha no quiere un país donde la alternancia, propia de un sistema político democrático, posibilita que cualquier programa partidario sea electo por las mayorías y con él se gobierne, incluyendo el de la izquierda. Lo que quieren es el eufemismo de “la verdad de Dios”, para que gobierne por encima de la verdad democrática de los ciudadanos. ---Lillian Hellman, una de más grandes novelistas y dramaturgas estadounidenses del siglo XX, escribió hace unos treinta años “Tiempo de Canallas”, testimonio que recuerda los procesos iniciados por el senador Joseph McCarthy a principios de los cincuenta contra los militantes de la izquierda norteamericana. Para Hellman, la persecución que inició el gobierno de Estados Unidos contra todas aquellas personas que profesaran ideas de izquierda por considerarlas enemigas de su país y aliadas de la Unión Soviética, fue un atentado y una canallada a las libertades civiles de sus ciudadanos. McCarthy pasó a la historia de la infamia mundial cuando su apellido sirvió para conceptuar conductas persecutorias y atmósferas intolerantes, conocidas en los diccionarios de sociología y ciencia política, como macartistas. Lillian Hellman y muchos de los procesados por McCarthy, en cambio, han pasado a la historia como personajes célebres del mundo de las artes, la ciencia y las libertades civiles. A lo largo de su historia, México ha vivido numerosos tiempos de canallas, pero el que padecimos a lo largo de 2006 es uno de los más infames y peligrosos. El tiempo de canallas o macartismo, es un periodo histórico en el que el Estado de Derecho y la democracia sólo sirven como invocaciones para en realidad atentar contra ellos. Los canallas hablan de legalidad y libertad cuando lo que buscan es instaurar un régimen donde sólo sus intereses gobiernan. Jamás en la vida de México se habían llenado tanto la boca los hombres del poder hablando de legalidad y democracia, cuando es más urgente defenderlas de ellos mismos. La repetición propagandística e incesante de las palabras legalidad y democracia a 21


través de los medios electrónicos no hace sino recordar la estrategia gobellsiana de repetir mil veces una mentira para que se convierta en verdad. Los comerciales políticos de la Presidencia de la República, la Secretaría de Gobernación, el Consejo Coordinador Empresarial y del PAN se pusieron al servicio de una lucha facciosa por el poder que encabezaron de inicio Santiago Creel y Vicente Fox, y luego Felipe Calderón y varios de los más fuertes empresarios del país. Justo cuando México da sus primeros pasos en la construcción de un real Estado de Derecho y aspira a consolidar la democracia, la decisión de, primero, enjuiciar a Andrés Manuel López Obrador y, después, realizar una elección con visos fraudulentos hacen retroceder muchos años la construcción de la democracia. La selectividad que aplicó el gobierno de Fox en sus criterios judiciales fue una negación rotunda de la noción democrática de justicia. Intentar aplicar todo el peso de la ley a AMLO, por una causa difusa, llena de confusiones y contradicciones, como fue el intento de desafuero. En tanto que en otros casos, como el del corrupto líder petrolero Carlos Romero Deschamps, se le protegió e incluso se le honró desde la misma Presidencia. Además, Carlos Cabal Peniche y Manuel Rodríguez “El Divino”, que saquearon y defraudaron a miles de ahorradores e inversionistas, fueron absueltos por los tribunales mexicanos, para mencionar sólo tres ejemplos. Se trata de un falso Estado de Derecho. El PAN también ha actuado con criterios selectivos cuando se trata de aplicar la ley. Podría pensarse que la corta estatura intelectual y política de Fox explicaría la torpe e infame decisión de desaforar a López Obrador, pero por desgracia es mucho más que eso. El presidente nunca dejó de verse como un gerente o un empleado de grandes empresarios, y no pudo transformarse en un Jefe de Estado. Se confirmó, con las elecciones fraudulentas de 2006, que Fox no fue más que un instrumento de poderosos grupos empresariales para sustituir al PRI, que ya no les resultaba funcional. Pero en pos de ese objetivo, Fox y

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sus amigos no han marchado solos porque se les subordinó el PAN en manos de la ultraderecha. EL PAN tradicional, cegado por su temor histórico a la izquierda, salvo momentos excepcionales como cuando el Maquío Clouthier se alió a Rosario Ibarra y Cuauhtémoc Cárdenas para denunciar el fraude de 1988, terminó por entregarse al Yunque y renunció a construir un sistema político democrático. Pretender que la democracia sólo puede funcionar con dos partidos de derecha es un sinsentido histórico. No hay lugar en el mundo, aún en Estados Unidos, donde no haya un flanco izquierdo en el espectro político, incluso dentro de un mismo partido. Toda sociedad moderna alberga un sistema de partidos en el que no pueden estar ausentes los diferentes signos ideológicos y políticos que representan distintos intereses sociales, económicos, políticos y culturales. Así que, un Estado moderno y un Jefe de Estado democrático no pueden enfrentar con argucias legaloides y mucho menos impedir que una expresión política diferente a sus intereses llegue al poder a través de las urnas. Actuar en sentido contrario es adoptar una postura contraria a derecho y a la democracia. Y esto es, por lo visto, lo que han intentado Fox, el PAN, con el PRI a la cola. En el intento para desaforar a López Obrador, el PAN con su dirigencia fascistoide se alió con uno de los grupos priístas más antidemocráticos de la historia del PRI. El paso que intentaban dar ambos no tan sólo pretendía eliminar a López Obrador y excluir a la izquierda de una competencia real, sino que socavaban, desde entonces, los aún endebles cimientos de la democracia mexicana. Su corta visión de Estado les hacía creer que AMLO y el PRD representaban una expresión política ocasional que puede ser, además de humillada, sometida a corto plazo con golpes legaloides y mediáticos. Creían que una simple guerra ideológica eliminaba a una profunda corriente histórica, presente en todas las sociedades modernas. Su eliminación autoritaria de los marcos institucionales inevitablemente orillaría a que, como en toda lucha política, los 23


actores políticos no representados en un sistema legal, sean empujados a encontrar otros medios de participación. Este es el sinsentido con el que la derecha pone en riesgo a corto y mediano plazo no tan sólo la viabilidad de un sistema político democrático sino la paz social de México. En la corta historia de las campañas electorales en verdad competitivas en nuestro país no se había visto tal ferocidad en la lucha por el poder como la que observamos atónitos en el primer semestre de 2006. Es cierto que en 1988, tanto Clouthier como Cárdenas fueron convertidos por la mayoría de los medios de comunicación al servicio del PRI y por el mismo Estado, en los enemigos de la decencia, la democracia, la justicia, la honradez y todo lo que pudiera sonar a enemigos de la patria. Y también es cierto que en 1994 se repitió la historia contra los candidatos del PRD y el PAN. En la campaña del año 2000 hubo algunas circunstancias relevantes que impidieron un escenario idéntico al de las dos contiendas electorales mencionadas: La emergencia del IFE como un organismo ciudadano que puso ciertos límites a los excesos del PRI y del Estado en la manipulación de los medios y organizaciones sociales. Y un contexto internacional favorable, sobre todo en Estados Unidos, para que Fox fuera el primer presidente de la alternancia. Influyó la participación nacional e internacional de observadores electorales. Además, una mayor independencia de los medios electrónicos y de algunos medios impresos en su relación con el régimen político vigente. Y, la más importante de todas, entre otras más, el hartazgo de las mayorías ciudadanas frente a un largo dominio político antidemocrático y corrupto. La propuesta electoral de Vicente Fox y del PAN, alternativa en lo político pero coincidente con la del PRI en el impulso del mismo proyecto económico neoliberal, supo concitar simpatías electorales disímiles, incluyendo las provenientes de sectores identificados con las izquierdas porque éstos últimos, y millones de ciudadanos más, consideraban que la prioridad histórica era sacar al PRI de la presidencia de la república. 24


Para debilitar al PRI, los estrategas de Fox atinaron en utilizar la personalidad y la espontaneidad de su candidato para minar el estilo político de los priistas, centrados en el culto solemne a la personalidad pétrea del presidente de la república y sus candidatos presidenciales. Ante la figura almidonada y rígida de los líderes priistas Vicente Fox, entre espontánea y conscientemente, echó mano de instrumentos antes no operados en campañas presidenciales y que él mismo había utilizado en corta trayectoria política tanto en la Cámara de Diputados como en la gubernatura de Guanajuato. En efecto, antes de Vicente Fox nadie había hecho mofa de la figura presidencial en un recinto oficial, como él lo hizo en la Cámara de Diputados en 1989, al fabricarse unas enormes orejas de papel sobre las suyas y simular la apariencia de Carlos Salinas de Gortari. Ya estaba el antecedente de las interpelaciones de Porfirio Muñoz Ledo durante el primer informe de gobierno que, sin bien desacralizaba la solemnidad broncínea del presidente, no hacía escarnio de la envestidura presidencial. Más tarde, durante la campaña presidencial de 2000, Vicente Fox profundizó su estilo de ridiculizar a los contrincantes políticos. Las burlas y agresiones que le endilgó a Francisco Labastida Ochoa no tenían parangón en la historia política mexicana. En repetidas ocasiones lo llamó “mariquita”, “mandilón”, chaparro, etc. Pero además de lo anterior, al guanajuantense le celebraban las “tepocatas, alimañas y víboras prietas” que identificaba con los militantes del PRI. En el contexto de repudio mayoritario al PRI y de hambre por la alternancia, muy pocos comentaristas llamaron la atención sobre los excesos de Vicente Fox. Sin duda que, como parte de la transición democrática y la libertad de expresión dentro de ella, se desmoronó la vieja imagen del presidencialismo autoritario y del conjunto del sistema político de partido casi único antes los embates de la sociedad civil y los partidos políticos opositores. Vicente Fox arribó a la presidencia en ese nuevo contexto en el que él había contribuido estelarmente a desacralizar y 25


desmontar. Pero en el pecado llevaron la penitencia. En ese desmontaje del viejo régimen y sus anacrónicos símbolos, el conjunto de los actores civiles y políticos se siguió de largo, empalagado con la crítica a las instituciones partidarias y se arribó a la irreverencia total con la que se ha debilitado al Estado y no tan solo al viejo presidencialismo. Tanto el presidente Fox como sus críticos contribuyeron al debilitamiento de la figura presidencial y la calidad de la política. El presidente no se dio a respetar y sus opositores entraron en esa peligrosa pendiente. Es por lo anterior que, en la lucha por el relevo sexenal en la presidencia de la república, los principales actores políticos, y más en particular, los candidatos a sustituirlo se enfrascaron en una guerra sin cuartel para ver quien descalificaba y encontraba más defectos en el otro. Pero más importante aun es que tras los vituperios, descalificaciones y agresiones estaba la batalla por ver qué políticas económicas y sociales se iban a impulsar en los siguientes seis años. Tras los proyectiles que se lanzaban estaban en lo sustancial dos grandes estrategias: la que intenta que continúe el mismo proyecto económico, social y político de los últimos 24 años o se establecían severos reajustes y reorientaciones para intentar un nuevo rumbo de la nación. A la primera estrategia respondían en lo fundamental, ciertamente con diferencias lógicas en el manejo del poder, el PRI y el PAN, y a la segunda estrategia daba respuesta la coalición que encabezaba el PRD con Manuel Andrés López Obrador. En la intensa disputa por el rumbo de la nación que se ha sostenido en los años mencionados, la economía del país ha sufrido grandes quebrantos, pero el Estado y el conjunto de la política también. Ambas restauraciones son inaplazables para consolidar un sistema político democrático y una distribución de la riqueza mucho más justa. Dentro de esta recuperación del Estado, pero ahora democrático, la figura presidencial no puede seguirse deteriorando.

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Ha sido en extremo fanática la opinión de que el principal responsable del deterioro de la figura presidencial fue López Obrados. No fue ni su iniciador ni el conductor de él. Ese decaimiento ha sido un producto colectivo de largo plazo en el que los titulares del Poder Ejecutivo han sido, con su incumplimiento e irrespeto a sus ofertas de campaña y a los ciudadanos, los principales causantes, si los hay a título individual, del profundo desgaste de las instituciones públicas de la nación. Fue muy desafortunado que en la contienda electoral del 2 de julio de 2006, como en podría decir que todas las que han sido competitivas, no hayamos aprendido todavía a participar con pasión, si, pero con inteligencia y respeto a las instituciones. Las posiciones en la mayoría de los casos fueron ciegamente partidarias, exaltadas y fanáticas. No es el tiempo de las hogueras sino de la consolidación de las instituciones democráticas. Las izquierdas y la campaña de AMLO La izquierda electoral mexicana se distingue del resto de las izquierdas de América Latina porque gran parte de ella se ha constituido con desprendimientos del viejo partido en el poder. En cualquier otro país latinoamericano las opciones electorales de izquierdas han cuajado mediante otras formas. De manera destacada en Brasil, Uruguay y Bolivia, las izquierdas llegaron a la titularidad del gobierno a través de una larga travesía de movimientos sociales y organizaciones 27


políticas de izquierda socialista y liberalismo social que se coaligaron para triunfar. En Chile una coalición de partidos democrático liberales y socialistas moderados hizo posible el fin de la dictadura y la titularidad del Partido Socialista ahora refrendada por Michelle Bachelet. En Argentina, Kirchner se convierte en presidente enfrentando al neoliberalismo de su propio partido, encabezado por el expresidente Menem. Y es que en el peronismo caben corrientes ideológicas y políticas que con frecuencia se enfrentan entre si. Con Kirchner regresó la izquierda del partido y desplazó a la derecha neoliberal. En Venezuela, el populismo chavista en gran medida es resultado de la radicalización de un sector de las Fuerzas Armadas de este país y del fortalecimiento de un movimiento popular. Uno de los aspectos más singulares de la tortuosa transición democrática mexicana es que corrientes y grupos del viejo partido de Estado desprendidos de él han sido sus principales demoledores. Una condición sine qua non de la construcción democrática en México pasa, en forma necesaria, por la desaparición de toda forma de partido de Estado. Mientras esto no se logre no habrá sistema democrático alguno. Pues bien, en este proceso, lento y accidentado, nadie ha contribuido más que los propios cuadros políticos que han roto y siguen rompiendo con el PRI. La pregunta obvia, y más importante, ante esta singular circunstancia es si el viejo sistema de partido de Estado se puede reciclar a través del PRD, principal beneficiario o receptáculo de las fugas priistas. La respuesta tentativa es no, porque el partido de Estado en México, es decir el PRI, se construyó desde la cúspide del poder estatal y en circunstancias históricas muy distintas a las actuales, y el PRD, además de forjarse por fuera del poder, accedería a la titularidad del Poder Ejecutivo Federal a través de la lucha electoral democrática en un sistema político competitivo, los poderes legislativo y ejecutivo claramente diferenciados, y un corporativismo sindical en quiebra. Ahora bien, si el primer liderazgo del PRD estuvo encabezado por un desprendimiento de la izquierda priista y lo sigue estando ahora con López Obrador, los más recientes arribos expriistas al sol azteca 28


nada tienen que ver con la izquierda tricolor y si con la primera ola neoliberal del PRI. La cohabitación de las izquierdas socialistas de origen movimientista e independiente y la izquierda ex priista en el PRD se ha inclinando cada vez hacia una alianza del sector más pragmático de esa izquierda de origen priista, lidereada por el Peje, y ex priistas de origen neoliberal cuyas cabezas más visibles son Manuel Camacho, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal. El actual proceso electoral suma, prácticamente todos los días, a priistas de corte neoliberal al PRD. Es muy posible que conforme avancen las campañas y se debilite Roberto Madrazo se observarán más desprendimientos tricolores que en la mayoría de los casos llegarán al PRD. En la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador y en los más recientes triunfos electorales del PRD, los estrategas principales han sido Manuel Camacho y Ricardo Monreal, pero no tan solo eso sino que también se están convirtiendo en los nuevos ideólogos del sol azteca. Si en la etapa cuauhtemista, ese papel lo desempeñaron Adolfo Gilly, un intelectual de formación marxista, Julio Moguel, otro intelectual socialista, en un primer momento Porfirio Muñoz Ledo, y el mismo Cuauhtémoc Cárdenas, máximo exponente del cardenismo contemporáneo, rodeando a López Obrador sobresalen prominentes cuadros políticos que rompieron con Carlos Salinas de Gortari. Si bien Andrés Manuel López Obrador, líder indiscutible del actual PRD, ideológicamente abreva en el cardenismo histórico, su pragmatismo político lo ha llevado a desplazar aun más a la izquierda de origen independiente y a rodearse de ex priistas sin ninguna trayectoria de izquierda. En algunas ciudades del país, viejos cuadros de la izquierda que no ingresaron al PRD son quienes encabezan las redes ciudadanas de apoyo al Peje, pero están articulados a nivel nacional por Socorro Díaz y otros prominentes ex priistas neoliberales. En esta coalición pragmática e informal de intereses y objetivos, más de corto que de largo plazo, las izquierdas están siendo devoradas 29


por el entrismo y la invasión de expriistas neoliberales y centristas desfigurando ideológicamente el origen perredista. El perfil de izquierda del actual PRD lo define la defensa nacionalista de PEMEX y la CFE, las políticas sociales que propone Andrés Manuel López Obrador, sus propuestas de austeridad del personal de la administración pública federal, el impulso al mercado interno y una posición de mayor autonomía en política exterior ante Estados Unidos; no más, pero tampoco menos. Mientras López Obrador sea el principal líder del sol azteca podría garantizarse este programa, pero las presiones reales de los grandes empresarios, la derecha política, el gobierno de Estados Unidos y el capital internacional lo más seguro, tal y como ha sucedido con el conjunto de los gobiernos de izquierda de Brasil, Uruguay y Bolivia, lo harán, si llega al poder, contraerse más de lo que desea. Además de las presiones externas que sufriría el político tabasqueño estarían las propias de la cada vez más poderosa corriente de ex priistas de origen neoliberal. En realidad, no es por razones ideológicas sino por factores políticos que muchos militantes están abandonando al PRI y yéndose a otros partidos, sobre todo al PRD. El desplazamiento que han sufrido a manos de Roberto Madrazo y antes de Salinas de Gortari, el exiguo oxígeno que hay en el juego político interno y el enorme desgaste de la imagen priista han orillado a cientos de cuadros a buscar una nave de reemplazo con la cual transitar en las nuevas aguas de la política mexicana. Aunque el programa, los estatutos y la plataforma electoral del PRD sean, en cuestión ideológica, distintos a los intereses de los priistas que están ingresando al sol azteca, la debilidad organizativa de las corrientes socialistas y su ineficacia electoral, les ha permitido a los ex priistas ir controlando las estructuras de este partido. Son casos excepcionales, la mayoría en el Distrito Federal o más recientemente en Zacatecas, donde los militantes con origen en las organizaciones de izquierda socialista han exhibido eficacia electoral. Un ejemplo de esta pobreza política lo observamos en Sinaloa donde, con la excepción relativa de la campaña de Rubén Rocha Moya, los 30


resultados electorales de los candidaturas de militantes que procedían de la izquierda socialista fueron magros. Por inexperiencia electoral, carencia de penetración en la sociedad, falta de recursos económicos, pobreza de estrategias, desconfianza de la sociedad hacia ellos, etc., los electores no le extienden su crédito a los candidatos de raigambre izquierdista y en cambio si le han concedido más apoyo a los que proceden de los sectores empresariales, del PRI o de otras atmósferas sociales, como fue el caso del locutor Jorge Rodríguez Pasos, en Mazatlán. La encuesta más reciente de El Debate, confirma como los precandidatos propios del PRD atraen pocas opiniones favorables; aun sus cuadros más experimentados y probados, como José Antonio Ríos Rojo, reciben poco apoyo La ausencia de magnetismo de los militantes de la izquierda real impele a que en la búsqueda de eficacia electoral ex priistas y empresarios sean más convincentes. A fin de cuentas, una de las razones por la cual el PRD ha ido girando su perfil hacia posiciones más centristas es la persecución de más votos, alimento sin el cual perecen los partidos políticos. II Chile, con la candidatura de Ricardo Lagos, en Venezuela con la de Hugo Chávez, en Brasil con la propuesta de Lula y en Uruguay con la de Tabaré Vázquez, la izquierda ganó las últimas elecciones presidenciales en cada uno de los países mencionados. En Argentina, con Kirchner, sin una definición ideológica de izquierda pero, en los hechos, con un programa de ajuste a las políticas neoliberales, similar en algunos aspectos a los que se observan en los anteriores países, se completa el conjunto de países que dan un claro aviso de que el ciclo de neoliberalismo salvaje no puede ir ya más lejos de lo que ha empujado en América Latina a menos que quiera destruir todo equilibrio social. En Nicaragua el Frente Sandinista de Liberación Nacional, aun y con todos los errores del pasado, se presenta como una de las dos opciones más sólidas para ganar las elecciones presidenciales que 31


podrían adelantarse para noviembre de este año; y en Chile, la candidata del Partido Socialista, Michelle Bachelet, según las encuestas, se encuentra muy por arriba en las preferencias electorales en su país. Es decir, en los países más importantes de América Latina, continúa un ciclo en el que las opciones electorales de izquierda y centro izquierda siguen atrayendo a las mayorías ciudadanas. Es en este contexto de agotamiento de neoliberalismo extenuante y excluyente, y de un renovado ciclo político triunfal para las izquierdas latinoamericanas que, en México, Andrés Manuel López Obrador aparece como la opción más firme para limar las puntas más hirientes de un modelo económico y social que ha sido entronizado a lo largo de 23 años. No ha sido, entonces, tan solo la incapacidad política del PAN y de Vicente Fox la culpable de que el partido blanquiazul no pueda renovar su confianza electoral en el 2006, sino que las políticas públicas imperantes desde 1982 , afiladas con Carlos Salinas de Gortari y continuadas por Ernesto Zedillo y Vicente Fox, han anegado de tal manera a la mayoría de los hogares y empresas mexicanas que resulta natural buscar opciones de gobierno que propongan válvulas de sobrevivencia. Para las mismas grandes empresas de Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela y México orientadas al mercado interno, resultan más convenientes programas económicos y sociales que fortalezcan el salario de las mayorías, se incremente el consumo, se invierta en obras de infraestructura, en educación, desarrollo científico y tecnológico, protejan los recursos naturales, etc., que seguir una política de fortalecimiento indiscriminado del mercado. Y este tipo de programas lo ofrecen los partidos de centro izquierda e izquierda socialdemócrata. Muestra de lo anterior es que los países con el mayor crecimiento económico durante el último semestre son aquellos dirigidos por gobiernos de centro izquierda. Y quizá lo más sorprendente para muchos es que sea la Venezuela de Hugo Chávez, la que más creció

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en 2004 y que el gobierno socialista de Lagos entregue el poder el próximo año con la economía más estable y sólida de América Latina. Uno de los ejemplos más recientes y afortunados de un programa de centro izquierda lo presentó Tabaré Vázquez en Uruguay en las elecciones presidenciales de este año. Para ejemplificar lo que intenta aplicar en su país el gobierno del Frente Amplio-Nueva Mayoría, encabezado por el Doctor Vázquez, y que se asemeja a lo que propone el conjunto de la nueva izquierda electoral latinoamericana, aquí se entregan unas gotas de su filosofía política y social: “Los uruguayos creemos firmemente en la democracia, pero nos sentimos insatisfechos con el funcionamiento de la nuestra y, por ende, creemos que es necesario y posible mejorarla. Los progresistas no tenemos una visión negadora de la democracia uruguaya. No la tenemos por dos grandes razones: 1. Porque somos sustancialmente demócratas. 2. Porque en la construcción de la democracia uruguaya no somos invitados, somos protagonistas. Pero tampoco tenemos una visión autocomplaciente de la democracia uruguaya. Sin desconocer el camino recorrido, creemos que el Uruguay tiene un buen trecho para recorrer en términos de derechos y responsabilidades ciudadanas, de relacionamiento entre la sociedad y el Estado, de fortalecimiento de la dimensión social del Estado, de calificación del sistema político .... en fin, la democracia no es perfecta pero es perfectible. Siempre es posible democratizarla un poco más. Democratizar la democracia lejos de ser un dilema moral o virtual , es un desafío concreto y que debemos resolver desde la política, porque la razón de ser de la política, es organizar la convivencia en libertad, en democracia y con justicia. Sin transparencia no hay posibilidad de que un país progrese, su democracia se fortalezca y se generan las condiciones para un auténtico proceso de integración social. A la transparencia, más que invocarla hay que practicarla. Y tal práctica ha de empezar en uno mismo. 33


En relación con lo anterior, ajustaremos y aplicaremos el régimen de incompatibilidades para los cargos de gobierno, directores de Entes Autónomos y empresas públicas y miembros de los órganos de control del Estado con el fin de evitar conflictos de interés en el desempeño de los mismos. Después de tantos gobiernos de ajuste económico, es necesario un gobierno que ajuste su gestión a criterios de transparencia. La ética administrativa del gobierno es indispensable. Pero no es suficiente por sí sola. También es necesario que la sociedad uruguaya en su conjunto, que todos y cada uno de nosotros no perdamos de vista ni por un instante que no es lo mismo tolerancia que hacer la vista gorda; que no es lo mismo solidaridad que cierto tipo de gauchadas; que no es lo mismo inteligencia que cierta viveza criolla; que una cosa son los negocios y otra los negociados; que no hay crecimiento económico sano sin combate frontal al gran contrabando y a la evasión fiscal. Ya lo hemos dicho antes: no hay desarrollo productivo sostenible sin un Estado que lo estimule y articule. Ello implica, necesariamente, redefiniciones importantes en la concepción, organización, funcionamiento y distribución de recursos presupuestales del Estado. El Uruguay democrático implica rescatar la dimensión política del Estado como factor de democracia; implica un Estado que recupere su capacidad de pensar en la sociedad y proteger a la gente; un Estado que cree las condiciones para la más plena inclusión social; un Estado que sea capaz de generar ciudadanía en términos de derechos y responsabilidades políticas, sociales y civiles; un Estado que favorezca el desarrollo productivo. Construir un Estado democrático menos pesado pero más vigoroso supone trabajar sobre la base de un diseño necesariamente participativo, interactuando con la sociedad en la búsqueda del más pleno desarrollo de la persona humana. Para lograrlo deberán procurarse los siguientes objetivos: 1. Democratizar las estructuras estatales y de la administración pública, desarrollando la creatividad nacional y permitiendo la 34


captación de necesidades, la recepción de demandas así como la atención a los distintos actores sociales. 2. Construir los espacios de funcionamiento y actuación de los agentes económicos. En tal sentido reiteramos lo que ya hemos dicho: promovemos un diseño institucional que posibilite un funcionamiento más adecuado de los mercados. Tal regulación ha de establecer reglas de juego sólidas, transparentes y equitativas enfocadas a preservar los intereses de los consumidores y respetar debidamente los derechos de propiedad.” (Documento: “Una Transición Responsable”, Dr. Tabaré Vázquez, Montevideo, 20 de septiembre de 2004.) Las campañas presidenciales en Sinaloa Si tomáramos como criterio la cantidad de gente que asistió a los primeros actos proselitistas de Felipe Calderón en Navolato y López Obrador en Culiacán, diríamos que en este primer duelo el blanquiazul quedó muy atrás. Es cierto, de los tres principales partidos políticos del país, el PAN es quien tiene menos experiencia y capacidad para movilizar grandes contingentes. Como su discurso ideológico y político se concentra en las clases medias y altas, su capacidad para imantar a las clases populares suele ser menor que la del PRI y PRD. La manera en que el PAN atrae el voto no es por lo general a través de movilizaciones y concentraciones populares sino más bien mediante la propaganda de los medios electrónicos, la persuasión personal y, por supuesto, a través de las acciones positivas que como partido gobernante pueda realizar. Ha quedado escrito que, con la campaña de Manuel Clouthier del Rincón a la presidencia de la república, el PAN por primera vez en su historia logró grandes concentraciones de masas en el conjunto del país, y que en Sinaloa las primeras manifestaciones tumultuosas las acuerpó alrededor de Humberto Rice en 1983, pero a pesar de lo anterior el partido más tradicional de la derecha mexicana no recurre

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con frecuencia a este tipo de acciones ni tiene gran capacidad para hacerlas porque su mercado político tampoco es muy afecto a ellas. En cambio, la izquierda mexicana, ya fuere a través del PSUM, el PMS o ahora el PRD podía tener muy poca presencia electoral pero muy probada capacidad para reunir seguidores en una plaza pública. En Sinaloa, solo Cuauhtémoc Cárdenas, en 1988, y Andrés Manuel López Obrador, en 2006, lograron atraer a varios miles. Felipe Calderón se sintió desolado por menos de mil personas que lo acompañaron en Navolato en abril de 2006, municipio gobernado por el PAN. En esa primera etapa de la campaña, Calderón no levantaba porque no había recurrido a la campaña negativa. Hasta el momento, los encuentros con las multitudes han sido menos afortunados para Roberto Madrazo y Felipe Calderón. A diferencia del pasado, cuando éstas eran por entero controladas por el PRI o tenían temor de expresarse, había muy poco riesgo de un desaire o una crítica abierta, pero en una sociedad más informada y abierta como, la que se está forjando en México, se abren muchas posibilidades a la irreverencia, el desencuentro, el reclamo, la crítica e incluso la befa. La presencia de las masas hace pensar hasta al más escéptico que algo se mueve en el subsuelo. Las masas son denostadas por los espíritus aristocráticos, pero aquellas, por obra y gracia de la democracia, son quienes en una lucha electoral, deciden quien gobernará. El acto multitudinario del Peje en su primera visita a Culiacán suscitó, según declaró Imelda Castro, la presidenta del PRD sinaloense, el acercamiento o por lo menos el interés de empresarios que antes mantenían reservas del abanderado del sol azteca. La entrevista que sostuvo López Obrador con Joaquín López Dóriga días antes, seguramente había reforzado la impresión de que el candidato perredista es un político muy seguro y hábil, con la agudeza de escoger el momento preciso para impactar con propuestas concretas, tal y como sucedió con los nombres de tres personalidades que tienen un gran reconocimiento en sus diferentes campos. 36


En efecto, el que López Obrador aireara a Rogelio Ramírez de la O, José María Pérez Gay y José Ramón de la Fuente como posibles miembros de su gabinete ideal, generó mucho más reacciones positivas que negativas. El primero es un connotado economista, académico y consejero empresarial, quien asesoró al tabasqueño en algunas políticas públicas adoptadas en la Ciudad de México y quien encabezó la elaboración del programa económico de López Obrador. Pérez Gay, además de diplomático es uno de los escritores y ensayistas más respetados en el mundo intelectual mexicano y el Rector de la UNAM es uno de los líderes académicos más importantes del continente. Entre sus muchos logros ha colocado, según analistas ingleses, a la universidad pública más importante de México como la primera de Latinoamérica y una de las cien mejores universidades del mundo. El recibimiento al Peje en su primera gira a Sinaloa como candidato a la presidencia fue una mezcla de rencor grupuscular, por un lado, y entusiasmo masivo, por otro. Aarón Flores, Rodríguez Pasos y Armando Zamora, políticos locales, fueron los líderes de los manifestantes que en Culiacán y Mazatlán le dejaron ver su ira y frustración porque no fueron considerados por la Coalición por el Bien de Todos para ser candidatos de esta fórmula en la contienda para las cámaras de diputados y senadores. Sus allegados insultaron al candidato del PRD en el aeropuerto de Culiacán y ellos mismos estuvieron porfiados en Mazatlán. En los inicios de su distanciamiento con la coalición partidaria acusaron a la presidente del PRD, Imelda Castro, de ser la responsable de su exclusión. Luego se perfilaron contra la dirección nacional del PRD, su delegado en Sinaloa, Adrián Chávez y a la Diputada Dolores Gutiérrez, representante en la misma entidad de las coordinadores nacionales de las redes de apoyo al Peje. Conforme se acercaba la gira de López Obrador decidieron concentrar sus críticas, o más bien, sus ataques al candidato perredista. Flores y Zamora pasaron del reclamo y la crítica al vituperio y la descalificación de su candidato presidencial quien no tenía nada que ver con las decisiones 37


para elegir a los candidatos. Pasos, sin ser miembro de ese partido, asumió la misma posición. La respuesta rotunda, que confirmaba lo que ya se había dicho, la dio Leonel Cota, presidente del PRD, a través de Radio Fórmula en el tramo de Ciro Gómez Leyva: Pasos no podía ser candidato por ser golpeador de mujeres y Aarón Flores tenía que aclarar cuentas de su gestión como alcalde en Rosario, mientras tanto quedaba invalidado como candidato. Aarón Flores, Rodríguez Pasos y Zamora optaron por la confrontación con López Obrador, e ingenua y soberbiamente, que con frecuencia es lo mismo, quisieron medir fuerzas con el Peje. Llevaron su protesta al ataúd político que cargaron consigo. La inmensa mayoría de los asistentes al acto de Mazatlán los repudió. La prensa nos informó que López Obrador les ofreció dialogar y los protestantes en un principio se negaron; luego reconsideraron y se entrevistaron con él al día siguiente. El candidato presidencial ofreció llevar su caso a la dirección nacional de su partido y los inconformes se comprometieron a apoyar su campaña Para interpretar la importancia del debate del 6 de junio una pregunta obligada era ¿qué tanto influyó en los electores, particularmente en los indecisos, para decidir por quién votarían para Presidente de la República el 2 de julio? En los ciudadanos convencidos de una u otra fórmula el debate no gravitó en la órbita de su decisión. Los duros de cada signo no podían resentir ningún embate político, propagandístico o mediático. 38


Están decididos desde hace varios días, meses o años. Lo interesante e importante, entonces, era imaginarse si el debate había movido la incertidumbre de los indecisos y la inclinó para algún lado. ¿Cuántos de los indecisos vieron el debate? Esta pregunta no tiene respuesta, porque ni las mismas encuestas podrían resolver el enigma, aunque si nos podrían despojar parcialmente la duda si disminuye el número de personas sin definición. Hablando de indecisos, éstos eran muchos en el Octavo Distrito, con sede en Mazatlán: 24%, pero a pesar de ello López Obrador aventajaba con el 2% a Calderón según reveló una encuesta elaborada por el profesor de la UAS, Saúl Sánchez Villela y presentada a los medios locales. Según la misma, Carlos Felton, candidato a diputado por el PAN, y Ricardo Michel Luna, exhibían una caída en picada de más de 13%, para el primero, y de más de 23%, para el segundo (tomando en cuenta la encuesta de El Debate del 29 de abril), mientras que Julio Lemmen Meyer, de la Coalición por el Bien de Todos, era el único que aumentaba, situándose a poco más de 8 puntos debajo de Felton. El formato del debate, tal y como lo señalaron la mayoría de los observadores profesionales, incluyendo a los mismos participantes, no permitió que se profundizara en la explicación de las propuestas ni en el cómo se podrían concretar. En realidad, el encuadre de los debates presidenciales que se ha utilizado desde 1994 ya se agotó. No podrá seguirse manteniendo para una próxima contienda y para ello el IFE tendrá que desempeñar una función más de ejecutivo que de árbitro en cuánto a las reglas de la discusión. Al margen de los necesarios cambios al formato, lo cierto es que ese encuentro al igual que el anterior, así como el posdebate, este mucho más colectivo, extendido, razonado y detallado, y también muchas veces apasionado, si influyeron en una franja del electorado menos decidido e influido por las posiciones partidarias. Qué tan grande era esa franja es otro cantar. No obstante, en el marco de una competencia muy reñida, esa capa sin duda era muy importante, por más delgada que fuera. 39


Las estrategias de los tres principales contendientes fueron muy claras aunque su nivel de eficacia haya sido distinto. Roberto Madrazo fue en esa ocasión mesurado y más propositivo que beligerante, a diferencia del 25 de abril. Se quitó la sobreactuación de su anterior comparecencia. Fue muy metódico en su exposición, pulcro y con pocas distracciones efectistas. Se presentó como el candidato del centro, y aunque teatral al cierre de sus intervenciones con un letrerito infantil, quiso dejar la impresión de que él se situaba por encima de los enconos de sus rivales. Sin embargo, el gran problema de Roberto Madrazo es que su trayectoria era tan negra y la imagen de su partido estaba tan dañada que su credibilidad solo alcanzaba a ser saboreada por sus partidarios duros. Si hubiésemos separado el discurso de Madrazo de él mismo podríamos haberlo calificado de sólido y creíble, pero en boca del priista perdía casi toda su fuerza. Tan es así, que en las encuestas de varios medios, aunque la mayoría de ellos eran proclives a Calderón, muy pocos lo vieron como ganador y le concedieron un porcentaje muy bajo, incluso menor que el que le conceden las encuestas que miden la carrera presidencial. Si tomamos en cuenta las formas, el orden y el número de propuestas Madrazo fue menos ofensivo y más aportante que Calderón y López Obrador. Pero, en el contexto político actual eso ya no le contó al abanderado del PRI. Felipe Calderón pensó que conservando el ánimo belicoso de su anterior presentación saldría arrollador, y no fue así. El 25 de abril agarró de sparring a Roberto Madrazo, con la ayuda de su second Roberto Campa, y sacó buenos dividendos porque el priista no supo eludir los golpes. El 6 de junio se olvidó de Madrazo y quiso noquear a López Obrador con un vulgar volado a Nico, el ayudante del tabasqueño, pero lo único que provocó fue un tremendo golpe al hígado con el expediente de su cuñado incómodo. Va a ser muy difícil que demuestre que la fortuna de su pariente político no fue ganada con influyentismo. Calderón con el contragolpe que recibió no pudo evitar que el rostro se le desfigurara y que tal hecho se convirtiera en el principal tema del postdebate. El PAN recurrió a la propaganda 40


negativa como principal instrumento de campaña y lo que logró fue que el PRD le respondiera de la misma manera, pero en el momento más oportuno para el hombre de Macuspana. Pero al margen de los golpes efectistas del Peje y del Hijo Desobediente, los cuales desafortunadamente son definitivos para un amplio número de electores, Calderón no se presentó como el candidato del partido en el gobierno sino como un crítico implícito de él. Nadie se podía presentar como “el candidato del empleo” sino considerar que, vaya paradoja, eso es lo que no ha habido para millones de mexicanos. Es decir, el lema electoral de Calderón era un reclamo al gobierno de Fox. Pero, además, el panista no se presentaba como el candidato del partido del gobierno sino como el opositor del gobierno de López Obrador en la Ciudad de México. Ante la presencia del abanderado de la Coalición por el Bien de Todos, Calderón perdió el temple y trastabilló. Las propuestas de Calderón por lo general atrajeron a las clases medias conservadoras y a los sectores de más altos recursos del país, sobre todo cuando hizo énfasis en el uso de la mano dura de la autoridad, pero fue poco seductora para la mayoría de las personas de bajos recursos de la sociedad mexicana. Justo por lo anterior, es que el discurso de López Obrador fue más atrayente para los pobres de México, la mayoría de los habitantes del país. El candidato de la Coalición por el Bien de Todos, para contradecir la imagen de rijoso empedernido, ofreció un talante mesurado y relajado, pero no dejó escapar los golpes que le intentó dar Calderón. No replicó la crítica que le hizo el panista acerca de la incorporación a su campaña de priistas que aprobaron el Fobaproa, pero le revelación del enriquecimiento inexplicable de su cuñado fue un golpe que no se pudo quitar. López Obrador, más que presentar un conjunto amplio y metódico de propuestas, lo que hizo fue simplificar un discurso político dirigido al electorado que le interesaba ensanchar. El candidato del PRD-PTCD se dio el lujo de reiterar su crítica a los empresarios que han sido

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favorecidos por el poder político, sabiendo de antemano que no contaba con su voto. Quizá la propuesta más importante que hizo Andrés Manuel López Obrador fue la de llamar a un nuevo pacto social en el que intervinieran no tan solo los partidos políticos, los sectores empresariales y sindicales, sino también, y esto lo más valioso, los grupos que por tradición han sido excluidos de los grandes acuerdos nacionales. La participación de las comunidades y pueblos indígenas, de los campesinos y pescadores, obreros, comerciantes en pequeño, empresarios, obreros, mujeres, minorías sexuales, etc., le darán una solidez y dimensión histórica a la relación Estado-Sociedad Civil que no ha habido en la historia de México, porque a diferencia de los pactos corporativos, el nuevo se daría en una sociedad más abierta, crítica y democrática. Son numerosos los analistas y periodistas que llamaron a que no se diera por muerto a Roberto Madrazo, pero lo cierto es que a pesar de su buen desempeño en el debate la gran mayoría de los electores lo ignoró. El posdebate confirmaba que la pelea estaba entre Calderón y López Obrador, pero el entusiasmo de las clases populares se inclinó, en su gran mayoría, por el Mesías del Trópico, como burlona, pero con poco acierto, lo adjetivó Enrique Krauze. III Para nadie es un secreto que la Coalición por el Bien de Todos, y más en particular el PRD, elevó los bonos de sus constituyentes por la inyección que le brindó el arrastre popular de Andrés Manuel López Obrador. Si el negroamarillo y sus aliados consiguieron la votación más alta de su historia a nivel nacional y a nivel particular, en Sinaloa, fue porque el hombre de Macuspana les proyectó gran parte de su fuerza. El enorme arraigo en la cultura política mexicana de la figura presidencial, como un hombre omnipotente y casi providencial, refuerzó el atractivo de individuos carismáticos como López Obrador. En las elecciones del año 2000 eso sucedió con Vicente Fox y se 42


repitió con el tabasqueño. La diferencia radica en que el guanajuatense fue el candidato de la derecha , y Obrador lo fue de la centro izquierda democrática. Pero de que, tanto como Fox como Andrés Manuel, han sido candidatos con características de caudillos carismáticos ni quien lo dude. Y si no hubiesen tenido esas características no habrían llegado a los sitios donde están. De Felipe Calderón no se puede afirmar lo mismo. Su virtud no es el carisma, si caso la agilidad mental para debatir y responder a preguntas incómodas. La fuerza de la candidatura de Calderón se la otorga su partido y el poderío de los empresarios que lo apoyan, situación de la que, hay que recordar, también gozó Vicente Fox. No parece que la personalidad del Hijo Desobediente le haya sumado votos a los candidatos del PAN al poder legislativo. Si Calderón creció mucho en mayo fue por el uso de la estrategia negativa de medios y los errores de López Obrador. Una vez que El Peje recurrió a la misma estrategia negativa de medios apoyándose en la corrupción del cuñado incómodo, se acabó el ascenso del michoacano y se inició su caída. Tal y como lo han dicho los expertos en estudios de la comunicación y propaganda políticas, en la actualidad, particularmente a través de los medios electrónicos, los partidos y candidatos no buscan llegar a la razón sino a las emociones de la gente. Los comerciales del PAN, PRI, y PRD, sobre todo de los dos primeros, en un sentido positivo o negativo, buscaron tocar las fibras de la emoción no de la razón. Sin embargo, esta estrategia no es arbitraria ni carente de fundamento pues parte del convencimiento de que las grandes mayorías, las urbanas, en particular, tienen una educación videográfica y emocional que domina a la educación reflexiva y analítica. En México, más a nivel de la intuición que de la medición, se ha concluido que las campañas “negras”; es decir, las que enfatizan los lados negativos de la lucha política y recurren incluso a la calumnia, la mentira, el chantaje, los insultos, etc., tienen un efecto real sobre los electores, sobre todo en los menos informados; pero tanto en nuestro 43


país como en otros, no deja de haber razones profundas que llevan a los ciudadanos a preferir a un candidato y a un partido. IV Viendo de cerca las cosas, son los candidatos locales, la estructura partidaria, y los recursos de los gobiernos municipales y estatales los factores que mantienen en pié la candidatura presidencial del tricolor. Si pasamos a las localidades sinaloenses confirmaríamos lo anterior. Madrazo obtuvo un porcentaje de votos inferior a los candidatos priistas a senadores y a diputados. A pesar de que Sinaloa es un granero priista, Roberto Madrazo quedó a la zaga de López Obrador y Calderón. Hablando de otros aspectos de la dimensión local y regional de las elecciones federales, pueden verse simbologías, estilos y contenidos contrastantes. Por ejemplo, en la propaganda radial el PAN, en boca de Heriberto Félix Guerra, recurrió a un lenguaje de “virilidad tradicional” o machismo, cuando asemeja la “conquista de la democracia” a la “conquista de las mujeres” que debe ser “todos los días”. Los publicistas del PAN deben conocer muy bien a su mercado electoral porque juegan con una simbología muy tradicional que sería rechazada por un electorado feminista, pero con toda seguridad aceptado por mujeres más tradicionales, las cuales son mayoría en México. El mismo PAN con frecuencia recurrió a un lenguaje homofóbico cuando quería descalificar a Francisco Labastida y a Mario López Valdéz, los candidatos priistas al Senado. El PRI, por su parte, en la propaganda expropió los esfuerzos de otros y ocultó sus desgracias. Por ejemplo, cuando habló de los logros de Francisco Labastida en Mazatlán, le concedió el mérito de la reconstrucción del teatro Ángela Peralta cuando ello fue resultado de una larga lucha de la sociedad civil local que fue reforzada por los gestiones de José Ángel Pescador y su esposa Ifigenia Hernández, en la que Labastida solo apuntaló con recursos estatales y federales. La propaganda también presumió la construcción de la marina como un 44


logro de Labastida, pero no fue así porque además de habérsela entregado al grupo jaliciense Sidek, quitándosela al empresario local Julio Berdegué, su construcción no se concluyó en su sexenio. Y para terminar, Francisco Labastida favoreció el desarrollo de Topolobampo en perjuicio del puerto de Mazatlán. No habría que regatearle a Francisco Labastida otros méritos, pero de las medallas que le colgaron no todas eran ciertas o solo le correspondían en parte. La política, nos dicen los clásicos, es entre otras cosas, el arte del engaño y la simulación. Quienes no dominen esas artes son malos políticos, como también lo será un militar que no separa engañar a sus enemigos y simular sus pocas o muchas fuerzas. La propaganda política, sobre todo la electoral, contienen verdades pero también engaños. El critico y el ciudadano debe saber distinguirlas, desmenuzarlas y desenmascararlas, y después de tal tarea votar, a pesar de todo. En el proceso electoral de 2006, como en ningún otro, los ciudadanos votaron en un ambiente de pasión y ,en algunas regiones, de encono, pero millones de ellos lo hicieron con un razonamiento más cuidadoso, a tal grado que dividieron sus preferencias entre dos y hasta en tres partidos. En Sinaloa las encuestas revelaron y las pláticas callejeras confirmaron que miles de ciudadanos cruzaron sus preferencias. Miles de priistas beneficiaron a Andrés Manuel López Obrador, aunque la mayoría de ellos votaron por Labastida y Mario López. En cambio, el voto de los panistas fue más homogéneo. Aun con todo y las nebulosidades que encapotaron las campañas presidenciales, la república es ya más madura. Los ciudadanos son más plurales y democráticos, y distinguen con más claridad los intereses y fuerzas de lo local, lo regional y lo nacional. V Mientras la lucha por el poder entre el PRD y el PAN continuaba en su modalidad postelectoral a través de la movilización social, por un lado, y la ofensiva mediática, por otro, el PRI intentaba llenar la 45


ausencia de dirección que dejó la aplastante derrota de Roberto Madrazo, en medio de una profunda lucha intestina por el liderazgo del partido y de sus bancadas en la próxima legislatura. En medio de una nebulosa y amarga etapa de la vida política del país, donde ha entrado en duda la consolidación del sistema democrático, el PRI, quien fuera la expresión política más importante de México durante el siglo XX, ha sido arrojado a la posición más difícil en toda su historia. Por un lado, obtuvo la votación más baja desde su nacimiento, situándolo en tercer lugar dentro de la repartición de los espacios del sistema político, y por otro, la mayoría de sus gobernadores, líderes regionales del archipiélago priista, se inclinaron por aliarse al PAN, pero ahora de manera subordinada, a diferencia de lo que sucedió en 1988, cuando ellos sujetaron al blanquiazul. Si a partir de 1988 el PRI necesitó de alianzas con el PAN para mantener su hegemonía, en la actual situación se ve en la tesitura de continuar con esa alianza para no desaparecer. Los gobernadores del PRI, sino todos si una mayoría querían sellar una etapa de acuerdos políticos de largo plazo con el PAN. Como parte de una clase política que busca mantener el mismo modelo económico y la preservación de las mismas reglas del juego para acceder al poder, el PRI intentará sobrevivir en cohabitación subordinada con Acción Nacional. Aun expulsada del tricolor, Elba Esther Gordillo, la lideresa real del SNTE, ejercía la suficiente influencia sobre varios gobernadores, diputados y senadores del PRI para que éstos inclinaran la balanza en el establecimiento de un acuerdo político con Felipe Calderón. La estrecha relación que ha guardado la profesora Gordillo con el Presidente Fox y ahora con el conjunto del PAN, le confieren un poder de negociación dentro del Revolucionario Institucional que nadie goza en ese partido. Los votos que promovió desde el PRI para Felipe Calderón le concedieron la confianza del PAN para negociar por ellos con lo que resta del PRI. Una muestra de lo anterior es que el Gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, promovió la carta de respaldo a Calderón, disfrazada de un apoyo a las instituciones 46


electorales “porque los comicios fueron limpios y legales…y porque los votos son sagrados”, mientras que intentaba, infructuosamente, evitar la expulsión del PRI de Elba Esther Gordillo “porque no (era) el momento de sacar cuchillos”. En cuanto a ideología, las cúpulas priistas están más cercanas al PAN que al PRD. Desde 1982 han compartido el mismo modelo económico. Los programas de los gobernadores del PRI y el PAN no difieren mucho en sus políticas públicas. Pero, además, en los cálculos políticos que hacen los gobernadores del tricolor, conocedores a fondo de las instituciones establecidas y de las maniobras para preservar el poder, los lleva a decidir que es más conveniente aliarse con quien lleva las reglas del juego y tiene mejores relaciones con los hombres del dinero. Es en este contexto que el Gobernador de Sinaloa, Jesús Aguilar Padilla, pronunció con anticipación que él sería de los priistas que establecieran acuerdos con el PAN y Felipe Calderón. Y lo mismo dijo Francisco Labastida Ochoa, quien renació de sus cenizas. El priismo en Sinaloa se reafirmó como una de sus expresiones regionales más perdurables, a pesar de que en la contienda presidencial fuera relegado al tercer lugar. El triunfo de su fórmula para el Senado y la victoria de seis de sus candidatos a diputados le obsequiaron banderines para disputar liderazgos nacionales. En este nuevo panorama, es válido preguntarse quién es ya o quién será a corto plazo el verdadero líder del priismo estatal. Si hasta el momento parecía que Aguilar Padilla se empezaba a desprender del tutelaje de Juan S. Millán, con la victoria de Francisco Labastida la pregunta es si éste establecerá una alianza con el gobernador para conducir conjuntamente al priismo sinaloense o más bien intentará desde el Senado y con una presencia más nacional desplazar a Aguilar Padilla y a Millán. En este reacomodo de piezas, Mario López Valdéz, senador electo, como una de las cartas más fuertes de su partido a la gubernatura para el 2010, tendrá que definir a corto plazo con qué personajes y corrientes establecerá acuerdos para esa fecha.

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Heriberto Félix Guerra, también senador electo, pero por el PAN, ya se dio cuenta que la vida no es igual año y medio después. Si Heriberto y los panistas daban por hecho su triunfo y con ello su candidatura para el año 2010, con decenas de miles de votos menos que Labastida y Mario López tendría que hacer un serio examen de sus posibilidades a futuro. Con Jackson y Labastida la presencia sinaloense parece recomponerse dentro del PRI nacional. Todo lo anterior se daba en el contexto de una intensa lucha por aclarar los resultados de las elecciones en México. A pesar de que Andrés Manuel López Obrador tiene en contra todo el peso del Gobierno Federal, de los principales grupos empresariales y de la mayoría de los medios de comunicación, así como de las cúpulas priistas, la movilización social y una consistente argumentación legal y política lo sostienen como un líder político que nadie puede dar como derrotado, por lo menos de esta fecha a septiembre. Esta coyuntura de profunda crisis política, puede llegar a ser constitucional, dice el ideólogo cardenista y crítico del lopezobradorismo, Adolfo Gilly, si los senadores y diputados electos, no toman posesión de sus cargos hasta que un conteo total de los votos legitime de manera plena las elecciones. Tal medida extrema, pero dentro de los cauces legales, demandaría un compromiso total y uniforme de los militantes de la Coalición por el Bien de Todos que se antojaba difícil pero no imposible. Si a eso se hubiese llegado, López Obrador habría demostrado que goza de un liderazgo excepcional, pero también que el país entraría a una de las crisis políticas más profundas de la historia posterior a la Revolución Mexicana.

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REPRESENTACIÓN POLÍTICA Y PODERES REGIONALES

Rigoberto OCAMPO ALCÁNTAR∗

A partir del 2 de julio de 2000, el sistema político mexicano tuvo un cambio muy importante y significativo. Por supuesto no es verdad que la era democrática inició con la alternancia en la Presidencia de la República, ni tampoco las instituciones políticas y sociales del país surgieron como hongos después de esa elección, ni mucho menos se puede dejar de reconocer la construcción de muchos aspectos del México moderno durante los sexenios del régimen autoritario. Entonces, ¿dónde se ubica ese cambio fundamental en el sistema político? En el nuevo rol que juegan los poderes regionales, muy especialmente representados en la figura de los gobernadores y los grupos de interés regionales. En la teoría sociológica contemporánea hay una corriente que sostiene que vivimos una modernidad radical, en contraste con otra que enarbola una visión posmoderna para analizar la sociedad. En la

Profesor e Investigador de la Facultad de Ciencias Sociales. Miembro del SNI. Presidente del Consejo Estatal Electoral 49


modernidad radical encontramos, entre otros de sus principales exponentes, a Anthony Giddens, Ulrich Beck y Georges Ritzer. Giddens plantea la idea de que la sociedad actual es un “juggernaut”, lo cual es descrito por este autor como “… un motor de enorme potencia desbocado que, colectivamente como seres humanos podemos conducir, pero que también amenaza con perder el control y hacerse pedazos”†. Es decir, hay un cierto orden pero también la posibilidad de que se pierda el control. Por su parte, Beck ha propuesto una sociología del riesgo para describir la modernidad actual. En ella, se plantea que los mecanismos de creación de riqueza de la sociedad moderna producen riesgos para la misma sociedad, en particular, la industria y sus efectos colaterales: “La historia de la distribución del riesgo, como la riqueza, sigue una pauta clasista, sólo que inversa: mientras la riqueza se acumula arriba, los riesgos lo hacen abajo”‡. Según este autor vivimos una sociedad donde el riesgo es el elemento determinante de las relaciones sociales debido a las consecuencias que tiene ambientalmente el desarrollo industrial (peligro nuclear, desequilibrio ecológico, cambio climático, etc.). Finalmente, el tercer teórico de la modernidad radical que señalamos es Ritzer, quien plantea que hay una “MacDonaldización” de la sociedad. Entendiendo por esto un proceso moderno de racionalidad formal. Misma que describe y disecciona de la manera siguiente: “La racionalidad formal tiene cuatro dimensiones – la eficiencia, la previsibilidad, un acento sobre la cantidad en lugar de la calidad y un control mediante la sustitución de la tecnología humana por la no humana – y esta forma de racionalidad tiende a acarrear con ella la irracionalidad de la racionalidad”§. Lo que ha construido Ritzer es una aproximación teórica para describir los proceso de †

Giddens Anthony ,The Consequences of Modernity,Cambrdge,1990, New York p.139. ‡ Beck Ulrich, Risk Society: Toward a New Modernity, Saga ,London, 1992, p.35. § Ritzer George, Teoría Sociológica Moderna, Mcgraw-Hill/Interamericana, Madrid, 2002, p.534. 50


globalización de la sociedad moderna así como la consecuente primacía de los medios de consumo. Estos tres enfoques teóricos confluyen en la explicación de que las relaciones sociales actualmente son procesos en donde se tiende a la unificación, aun con el consabido riesgo que implica, y al mismo tiempo, se avizora pero contemporiza con la posibilidad de una explosión. Por ejemplo, la globalidad económica en el consumo no ha impedido que se dé la amenaza del fundamentalismo islámico, ni la beligerancia de Israel frente a los palestinos, en particular, y el mundo musulmán, en general. Asimismo, esa globalidad económica tiene a su vez una expresión en el agotamiento de recursos energéticos y las reservas existentes en el oriente medio, sitio donde se desarrolla la guerra, principal elemento de riesgo en sí y por sus derivaciones terroristas en otras latitudes. Ahora bien, ¿cómo atraer este enfoque teórico hacia el asunto de la elección de 2006, el poder regional y los grupos de interés? La globalización ha producido una serie de modos de consumo que se explican a partir de la MacDonaldización, pero también están los riesgos ecológicos que no sólo se observan en la contaminación de la Ciudad de México, sino en nuestras playas y lagunas. Baste observar los sistemas lagunarios del sur de Sinaloa, los ríos de Culiacán y los valles agrícolas del centro y norte del Estado para constatarlo. Luego, encontramos cohabitando con el gran capital y las modernas cadenas de consumo a más de veinte millones de mexicanos en extrema pobreza. Del mismo modo, tenemos un sistema político en donde no sólo hay gobernabilidad y estabilidad política, sino que se consolida un régimen democrático. Pero, siguiendo a Giddens, nadie pudiera asegurar cuándo esa máquina, que es la sociedad mexicana, va a explotar e irse contra ella misma: tomar un rumbo descontrolado. O, recuperando términos del siglo pasado: si volverá a alzarse la bola, como aquel 20 de noviembre de 1910. Desde esta perspectiva, la visión de la modernidad radical puede encajar para explicar y buscar salidas a los problemas de la interacción social de nuestros días.

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Durante los 70 años del régimen posrevolucionario, los gobernadores y los grupos de interés en los estados y el Distrito Federal eran sujetos de intermediación de la figura presidencial, básicamente a través del Secretario de Gobernación. Sin embargo, después del año 2000 se abrió la posibilidad de que cualquier partido pudiera llegar al poder vía la “alternancia” presidencial, convirtiéndose ésta en un medio para la transición a la democracia. Norberto Bobbio define democracia de la siguiente forma: “Es la forma de gobierno en la que rigen normas generales, las llamadas leyes fundamentales, que permiten a los miembros de una sociedad, por numerosos que sean, resolver los conflictos que inevitablemente nacen entre los grupos que enarbolan valores e intereses contrastantes sin necesidad de recurrir a la violencia recíproca”**. Esta definición trae implícito el concepto de representación, por lo que implica la existencia de una democracia representativa más que una directa. Luego, el mismo Bobbio plantea la necesidad de tres instancias para el surgimiento de la democracia: 1. De un pacto de no agresión públicamente negativo entre individuos y grupos en conflicto, consisten en el compromiso de excluir el uso de la fuerza en sus relaciones 2. De un segundo pacto positivo a partir del cual los mismos contrayentes concuerdan en establecer reglas para la solución pacífica de las controversias futuras. 3. Un contrato subsecuente, para evitar posibles violaciones a los pactos, por medio del cual, los mismos contrayentes, coinciden en atribuir a un tercero por encima de las partes la capacidad de hacer respetar, respaldado por la fuerza, los acuerdos de los dos primeros pactos.†† Estos tres elementos se fueron consolidando en México durante la década de los noventa para llegar, en el 2000, a sustentar la alternancia **

Bobbio Norberto, “Democracia”, en Norberto Bobbio: el filósofo y la política, Fernández Santillán., José (comp.), FCE, México, 1996, pp. 229238. †† Idem. 52


en la Presidencia de la República dentro de marcos de estabilidad y gobernabilidad. Es decir, más allá de las características del Presidente Vicente Fox, la consolidación de la posibilidad de alternancia es lo que ha hecho que los poderes regionales tengan una nueva connotación: los gobernadores y los grupos de interés en los estados no pueden saber quién va a ganar las elecciones presidenciales. Están, como cualquier ciudadano, en la incertidumbre democrática. Schmitter y Karl, señalan que hay dos principios que hacen posible la democracia: la obediencia del mandato y la incertidumbre en la elección‡‡. De ahí pues la construcción democrática mexicana al consolidarse la posibilidad de alternancia así como la incertidumbre en las elecciones. Un elemento que muestra estos dos elementos en los procesos electorales mexicanos son las diversas encuestas de preferencias electorales, en donde lo que predomina es la coincidencia en la incertidumbre y la posibilidad de alternancia. Sin duda, un grupo empresarial o un gobernador puede mandar a hacer una encuesta, pero el resultado que tendrá será el mismo que repiten las que dan a conocer los medios de comunicación impresos y electrónicos nacionales, como se señala en la siguiente tabla, la cual muestra las tendencias electorales rumbo a la elección presidencial.

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Schmitter Philippe y Karl Terry; “Lo que es democracia ... y lo que no es”, en Teoria del Neocorporatismo, Ensayos de Philipe Schmitter, Ocampo Alcántar Rigoberto (comp.), Ed. de la Universidad de Guadalajara, México, 1992, pp. 487-505. 53


Tendencias electorales en los meses de abril y mayo rumbo a la presidencia de México del año 2006 Principales empresa encuestadoras

Fuentes: REFORMA www.gruporeforma.reforma.com Consultado el 02 de junio de 2006, disponible en línea en www.gruporeforma.reforma.com/graficoanimado/nacional/navgador5%elect oral. MILENIO. Citado en: Periódico El Debate de Culiacán, Estado, Alcanza Roberto Madrazo empate técnico con AMLO y Calderón. Culiacán, Sinaloa. 30 de mayo de 2006, 15-A EL UNIVERSAL www.eluniversal.com.mx Consultado el 02 de junio de 2006, disponible en línea: (http://www.eluniversal.com.mx/graficos/animados/presidmayo06.html´600,400 MITOFSKY. www.briefblog.com.mx/archivos/2006/05/03/984.php. www.briefblog.com.mx/archivos/category/encuestas. Consultado 02 de junio de 2006. GEA-ISA www.isa.org.mx, consultado el 02 de junio de 2006, disponible en línea en: www.isa.org.mx/contenido/encuestas.html

Por otro lado, el voto corporativo que existió en otras épocas ya no puede garantizarse para nadie. Ni los líderes sindicales o empresariales, y tampoco un gobernador, pueden asegurar un número específico de votos. El razonamiento no es “naif”, por supuesto que tienen poder los gobernadores. Es más, uno mucho mayor que el que tuvieron en el pasado. Sólo que la expresión de éste no pasa necesariamente por la 54


arena electoral. Claro que cada uno de los 31 Gobernadores y el Jefe de Gobierno del Distrito Federal tienen intencionalidad política y partidista, pero los 32 se van a cuidar mucho de violar la ley y cometer delitos electorales, y de ser indiciados por la Fiscalía Especializada para Delitos Electorales (FEPADE) de la PGR. Por su parte, los grupos de interés tampoco tienen, a pesar de los recursos con que pudieran disponer, la seguridad de que el candidato con el que simpaticen logre ganar la elección. Por ejemplo, un empresario de la pesca, un agricultor o un dueño de una cadena de tiendas, por más que su preferencia electoral fuese para un candidato o partido particular, estarán al pendiente, primero, de que sus aportaciones económicas estén en los límites de la ley, y segundo, van a medir hasta su presencia política en las campañas de los candidatos. Al final de cuentas, ellos representan sus intereses, no la exclusividad con un candidato. Bien lo decían los marxistas: el dinero no tiene patria ni sentimientos, es sólo la mercancía de intercambio general. Además, ya lo dijo el Papa Pío XI que para el dinero “la patria está donde se está bien”§§. Inclusive insiste más enfáticamente el Papa Pío XI en esta encíclica: “Desde luego no se podría admitir que ciudadanos provistos de rentas abundantes, provenientes de los recursos y de la actividad nacional, las transfiriesen en parte considerable al extranjero, por puro provecho personal sin preocuparse del daño evidente que con ello infligirían a la propia patria”***. Los gobernadores en México son de diversos signos partidistas. En algunas ocasiones los partidos políticos han formado alianzas o coaliciones para llegar a gobernar, como pasó en Baja California Sur, Chiapas, Colima, Tlaxcala, Nuevo León, Oaxaca y el Distrito Federal. En las siguientes gráficas el lector podrá conocer el origen partidista de los Gobernadores y Jefes de Gobierno, el porcentaje de gobernadores que cada partido político ostenta hasta el mes de mayo §§

Papa Pio XI, Enciclica Quadragesimo Anno, En reconstrucción del Orden Social, 15 May 1931 *** Ibídem. 55


de 2006, así como entidades que en este año tendrán elección a gobernador. Origen partidista de los Gobernadores y Jefes de Gobierno de la República Mexicana. Mayo 2006.

No.

Estados

Partido Gobernante

Periodo

1

Aguascalientes

PAN

2004-2010

2

Baja California

PAN

2001-2007

3

Baja California Sur

PRD-PT

2005-2011

4

Campeche

PRI

2003-2009

5

Coahuila

PRI

2005-2011

6

Colima

PRI- PVE- PT

2005-2009

7

Chiapas

PRD-PT-PAN-PVEM

2000-2006

8

Chihuahua

PRI

2004-2010

9

Distrito Federal

PRD-PT-CD

2005-2006

10

Durango

PRI

2004-2010

11

Estado de México

PRI

2005-2011

12

Guanajuato

PAN

2000-2006

13

Guerrero

PRD

2005-2011

14

Hidalgo

PRI

2005-2012

15

Jalisco

PAN

2001-2007

16

Michoacán

PRD

2004-2010

17

Morelos

PAN

2000-2006

18

Nayarit

PRI

2005-2011

19

Nuevo León

PRI– PVE- FC

2003-2009

20

Oaxaca

PRI- PVEM- PT

2004-2010

21

Puebla

PRI

2005-2011

22

Querétaro

PAN

2003-2009

23

Quintana Roo

PRI

2005-2011

24

San Luis Potosí

PAN

2003-2009

25

Sinaloa

PRI

2004-2010 56


26

Sonora

PRI

2003-2009

27

Tabasco

PRI

2001-2007

28

Tamaulipas

PRI

2005-2011

29

Tlaxcala

PAN-PT

2005-2011

30

Veracruz

PRI

2004-2010

31

Yucatán

PAN

2001-2007

32 Zacatecas PRD 2004-2010 Fuente: Páginas electrónicas de los gobiernos de los estados Origen partidista de los Gobernadores y Jefes de Gobierno de la República Mexicana. Mayo 2006.

PRI- PVE- PT 3.13% PRD-PT-PAN-PVEM 3.13%

PAN-PT 3.13%

PRI– PVE- FC 3.13% PRI- PVEM- PT 3.13% PAN 25.00%

PRD-PT-CD 3.13%

PRD 9.38%

PRD-PT 3.13% PRI 43.75%

Pero sin importar su filiación partidista, los 32 gobernantes (así como los cuatro que serán electos el 2 de julio) saben que independientemente de quién sea el ganador de la elección presidencial la noche del 2 de julio, el 1° de diciembre estarán presentes en el acto de investidura presidencial en el palacio legislativo de San Lázaro. Y van a continuar gobernando sus estados con quien ese día se convierta en el nuevo Presidente de la República, sin importar porqué partido llegó a la presidencia.

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Entidades federativas con elección a gobernador 2006: Entidades

1 2 3 4 5 6

Distrito Federal Guanajuato Jalisco Morelos Chiapas Tabasco

Fecha de elección 2 de Julio de 2006 2 de Julio de 2006 2 de Julio de 2006 2 de Julio de 2006 20 de Agosto 2006 15 de Octubre 2006

Fuente:http://www.consulta.com.mx/interiores/99_pdfs/11_elecciones_pdf/C alendarioElectoral2006.pd, Consultado el 31 de mayo de 2006.

De igual manera, los empresarios van a seguir haciendo sus negocios en la agricultura, pesca, turismo y comercio, sin importar quién sea el nuevo titular del ejecutivo federal. Las campañas electorales seguramente se intensificarán al llegar a las últimas etapas, los candidatos y sus equipos seguirán muy de cerca el resultado de monitoreos de medios que realiza el IFE, para utilizar el mayor número de spots publicitarios, sobre todo en los medios electrónicos como televisión. Una muestra de esta alta competencia en la elección de Presidente de la República la da el monitoreo de medios que el IFE ha publicado en su página Web, ahí se da cuenta de los siguientes resultados, referidos a los promocionales de los candidatos de esta contienda en televisión.

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Promocionales por candidatos a Presidente de la República del 19 de enero al 30 de abril de 2006 Televisión Promocionales Candidatos Número Felipe Calderón Roberto Madrazo Andrés Manuel López Patricia Mercado Roberto Campa Total

6,711 3,837 4,914 53 1,172 16,687

Segundos Cantidad % 155,389 41.73 99,565 26.74 92,917 24.95 1,060 0.28 23,422 6.29 372,353 100.00

PROMOCIONALES

Patricia Mercado 0,28%

Andrés Manuel López 24.95%

Roberto Campa 6,29%

Felipe Calderón 41,73%

Roberto Madrazo 26,74%

Fuente: http://www.ife.org.mx/portal/site/ife/menuitem.14a8165b603a022ea4 3b30ef100000f7/

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Promocionales por candidatos a Presidente de la República del 19 de enero al 30 de abril de 2006 Televisión nacional por tipo de horario.

HORARIO ESTELAR NACIONAL Patricia Mercado 0,36%

Roberto Campa 6,91%

Andrés Manuel López 21,61%

Felipe Calderón 49,92% Roberto Madrazo 21,20%

HORARIO REGULAR NACIONAL Patricia Mercado 0,33%

Roberto Campa 2,15% Felipe Calderón 35,03%

Andrés Manuel López 29,59% Roberto Madrazo 32,90%

Fuente: http://www.ife.org.mx/portal/site/ife/menuitem.14a8165b603a022ea43b30ef1 00000f7/ 60


Promocionales por candidatos a Presidente de la República del 19 de enero al 30 de abril de 2006 Televisión local por tipo de horario.

H O R A R IO E S T E LA R LO C A L Patricia M ercado 0,28%

Roberto Campa 7,93%

Andrés M anuel López 16.46%

Felipe Calderón 43,47%

Roberto M adrazo 31,86%

HORARIO REGULAR LOCAL

Patricia Mercado 0,20%

Roberto Campa 6,55%

Felipe Calderón 36,12% Andrés Manuel López 32.78% Roberto Madrazo 24,35%

Fuente: http://www.ife.org.mx/portal/site/ife/menuitem.14a8165b603a022ea43b30ef1 00000f7/ 61


A partir de estos cuadros se puede hacer una comparación que ilustra la importancia de los medios locales en las regiones y entidades federativas del país frente a la de los medios nacionales, demostrándose la creciente presencia de este tipo de medios en las campañas, así como el peso específico que le están dando los candidatos y partidos a las regiones y sus grupos de interés en la política electoral. A continuación se muestran los resultados de las comparaciones de los promocionales y segundos de tiempo aire de las campañas en la televisión nacional y local. Comparativo de Promocionales de candidatos a Presidente de la República según cantidad de spots por tipo de televisora Candidatos Felipe Calderón Roberto Madrazo Andrés Manuel López Patricia Mercado Roberto Campa Total

TV Nacional Cantidad %

Cantidad Total 6,711 3,837 4,914 53 1,172 16,687

2,735

40.75

1,783

46.47

2,186

44.49

29

54.72

431

36.77

7,164

42.93

TV Local Cantidad % 3,976 2,054 2,728 24 741 9,523

59.25 53.53 55.51 45.28 63.23 57.07

PROMOCIONALES

TV Local 57.07%

TV Nacional 42.93%

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Fuente: http://www.ife.org.mx/portal/site/ife/menuitem.14a8165b603a022ea43b30ef1 00000f7/

Comparativo de Promocionales de candidatos a Presidente de la República por segundos de transmisión en spots televisivos

SEGUNDOS TRANSMITIDOS

TV Local 55.40%

TV Nacional 44.60%

Fuente: http://www.ife.org.mx/portal/site/ife/menuitem.14a8165b603a022ea4 3b30ef100000f7/ El debate de junio y su posdebate pudieran ser un punto de inflexión, pero la capacidad de respuesta de cada uno de los contendientes será también importante. Ante este escenario vuelve a quedar claro la incertidumbre en que se encuentran las figuras que estamos revisando, ¿qué pueden hacer los gobernadores o los empresarios regionales para definir el debate entre candidatos presidenciales? Nada, punto. Además, el fin del voto corporativo fue el simple y sencillo

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cumplimiento de aquello que durante décadas sólo fue un lema de escritos oficiales: el sufragio efectivo. Finalmente, resta dejar en claro dos cosas: primero, por el hecho de estar inmersos en la incertidumbre democrática, los gobernadores y grupos empresariales regionales no dejan de ser representantes de poder, y segundo, seguramente todos los candidatos van a buscar atraerlos a su esfera de influencia o granjearse su apoyo. Sin embargo, el trabajo político más importante quizá sea el que inicie a partir del 2 de julio, después del cierre de las casillas en Baja California: construir un escenario de gobernabilidad y estabilidad política en el país. Y ahí los interlocutores privilegiados van a ser precisamente los gobernadores. Pero antes, y el día del debate de candidatos presidenciales de junio, los 32 gobernantes van a estar frente a una pantalla para conocer los detalles de las encuestas de salida y atentos del teléfono para atender o hacer las llamadas necesarias. Y esa incertidumbre, es una muestra de la consolidación de la democracia mexicana.

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¿Presidencialismo bajo un gobierno semiparlamentario?* Dr. Ernesto HERNÁNDEZ NORZAGARAY***

Intentar dar respuesta a la interrogante de si el Presidencialismo semiparlamentario es “¿un sistema alternativo para el México contemporáneo?”, obliga a quien busca una respuesta más o menos coherente, dar un paseo teórico sobre lo que representa este tipo de forma de gobierno, para desde ahí argumentar sobre la viabilidad de ese diseño institucional, que en el caso de acordarse y ponerse en práctica en México en los años siguientes, en la hipótesis de que se

* Ponencia presentada en el Seminario Binacional México-Estados Unidos, Presidencialismo-Parlamentarismo, “Dos sistemas: un destino”, Culiacán Sinaloa, 25 de Mayo de 2006. **

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor- Investigador de la Facultad de Ciencias Sociales y del Doctorado Interinstitucional de Ciencias Sociales de la UAS. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores-Conacyt. Consejero Ciudadano del Consejo Estatal Electoral y Consejero Electoral del Instituto Federal Electoral en Sinaloa 2000-2009. Autor de varios libros sobre política en México y colaborador de revistas especializadas y analista del periódico Noroeste.

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genere un buen clima para los acuerdos después del dos de julio, buscaría sobre todo resolver problemas derivados de la crisis de representación por la que atraviesan los partidos políticos en México y ofrecer salidas a un presidencialismo que ha perdido la otrora vitalidad que lo caracterizó en la fase del sistema hegemónico. Este ensayo se divide en tres grandes apartados: uno, la dicotomía presidencialismo-parlamentarismo; dos, el híbrido semipresidencialismo-semiparlamentarismo y, por último, discutimos las posibilidades de adoptar el semiparlamentario como alternativa a la forma de gobierno que hemos adoptado desde la Constitución política de 1917 y que hoy es insuficiente para procesar los problemas políticos de una sociedad necesitada de una nueva forma de organización del poder. Menos concentrada por su ineficiencia, más abierta por la urgencia de los acuerdos que pongan a punto al sistema político. Presidencialismo versus parlamentarismo Como es del dominio académico, el sistema presidencialista tiene como aspecto central de su lógica la elección popular y quien es ungido como ejecutivo desempeña las funciones de Jefe de Estado y Jefe de Gobierno -esta forma de gobierno tendría en Estados Unidos de Norteamérica la expresión más acabada pero es el estilo de los gobiernos de América latina-. Este poder bicéfalo que detenta una persona tiene el agregado que no puede ser destituido por el Congreso, como tampoco éste puede disolver al legislativo. De ahí, pues, que el Presidente tenga prácticamente control total sobre el Ejecutivo y éste dirija al gobierno. Ahora bien, al ser unipersonal el gabinete de secretarios sólo asesora al Presidente para que este tome las decisiones, lo que en alguna forma le exime de responsabilidades políticas. Luego, entonces, los secretarios sólo son responsables ante el presidente que en todo momento puede, en el caso de que se modifiquen compromisos políticos, promoverlos o en su caso destituirlos para salir al paso de las crisis del sistema. No obstante, sus poderes, aparentemente ilimitados, están acotados por un régimen de 66


separación y equilibrio de poderes, lo que garantiza en experiencias exitosas estabilidad y gobernabilidad. En cambio, el sistema parlamentario que experimentan especialmente las democracias europeas, se caracteriza con una variedad de especificidades históricas (Llijphart 2000), porque la jefatura de Estado y de gobierno están separadas; hay un jefe de Estado y un jefe de Gobierno, donde la vía de acceso a la primera es por sucesión, designación o elección no popular, mientras tanto la segunda emana de la pieza fundamental del sistema: el Parlamento. La experiencia histórica enseña que en condiciones de democracias competitivas el procedimiento funciona de la siguiente manera: el sistema de partidos concurre a las elecciones para formar el Poder legislativo, esa participación genera mayorías legislativas por la vía de triunfos uní partidarios o la integración de gobiernos de coalición, es decir, el partido más votado pero que no llega a obtener los diputados suficientes para formar por sí solo gobierno, suma a una o varias formaciones políticas, que, habiendo logrado cuotas de diputados, están dispuestas a pactar un programa de gobierno durante el tiempo que dure la legislatura. La figura política central es el primer ministro o jefe de gobierno, que llega a compartir o controlar la acción estatal por el camino colegiado, donde el gabinete toma decisiones y sus ministros deben apoyarlas, sobre todo porque estos, a diferencia del presidencialismo, son responsables ante el Parlamento, que lo mismo puede dar un voto de confianza o una moción de censura, lo que obliga a un ejercicio productivo. Es decir, el ministro debe tener un adecuado rendimiento para mantener la confianza que le permitió acceder al cargo, de lo contrario puede ser destituido, como cualquier otro compañero de gabinete. No obstante, el Primer Ministro, no cualquier ministro del gabinete, puede recomendar al Jefe de Estado la disolución del Parlamento y convocar a la formación de un nuevo gobierno. Esto, como veremos más adelante, es moneda corriente en ese modelo de sistemas democráticos. Ciertamente hay algo o mucho de conveniencia política en este tipo de decisiones, pero por igual hay 67


mucho de riesgo cuando no se ha cumplido el programa de gobierno. Y no es seguro: que los ciudadanos vayan a votarle de nuevo sobre todo cuando el voto es el arma de estos frente a gobiernos improductivos. El sistema semiparlamentario Luego de esta explicación apretada y genérica de los sistemas políticos presidenciales y parlamentarios, pasemos a ese híbrido llamado sistema semiparlamentario, el cual tiene sus fundamentos en los criterios anteriores y que encuentra su expresión más acabada en Francia. En esos criterios constitucionales, como hemos explicado para el parlamentarismo, el legislativo concentra los poderes fundamentales y conserva la representación del Estado en la figura de Presidente de la República, quien puede cumplir funciones amplias, simbólicas o sólo protocolarias (Linz y Valenzuela: 1997, 106). Esta imagen pública, casi siempre, incluye prestigio social y permite jugar tanto el papel de representante del Estado, como el de símbolo de la unidad nacional. Ahora bien, en el caso del sistema semiparlamentario, el Presidente sigue siendo Jefe de Estado, quien asume el cargo por elección popular y la de jefe de gobierno es ha propuesta del Ejecutivo y debe ser el congreso el que determina o no su aceptación. Así, el jefe de gobierno está obligado a rendir cuentas al legislativo y está sujeto a mantener el voto de confianza de la mayoría de los parlamentarios. Más aún, el Presidente llega a dirigir el Ejecutivo compartiéndolo con un primer ministro, jefe de gobierno o canciller, según sea la figura jurídica adoptada, de la misma forma el gabinete de ministros comparte responsabilidades políticas. Y, en esa lógica, el legislativo puede sostener o destituir gabinetes contra la voluntad del presidente, lo que pudiera dar pie a situaciones donde el Ejecutivo lo comparten un primer ministro de un partido y un jefe de Estado de otro; ello que da como resultado la experiencia de una cohabitación política donde las partes están obligadas por razones políticas a la cooperación entre los niveles de gobierno. 68


Finalmente, cabría la posibilidad de que el Presidente pueda disolver el congreso y convocar a nuevas elecciones, cuando así convenga a sus intereses políticos o partidarios. Ya dependerá de las modalidades que asuma el diseño constitucional, Un agregado, adicional, no menos significativo, es que este tipo de sistema adopta como mecanismo para generar mayorías en circunstancias de alta competitividad electoral, donde a los partidos más grandes aun obteniendo grandes tajadas del pastel de la representación, no logran obtener la mayoría absoluta, lo que se salva mediante el sistema de dos vueltas, a fin de dotar al ganador de la debida fuerza y la legitimidad para proponer al parlamento el nombre de un primer ministro, producto frecuente de una coalición. En el resto de sus funciones políticas y de acuerdo al modelo, la operación es muy similar a la del sistema parlamentario puro, siendo el primer ministro, canciller o jefe de gobierno, el verdadero depositario del poder real, junto con un gabinete de ministros, que adquiere un status diferente al que se tenía bajo el sistema presidencialista, en cuanto asume éste es el cargo bajo las coordenadas de los triunfos mayoritarios unipartidarios o las coaliciones de gobierno. Puede, incluso, ser producto de un triunfo distrital o si fuera el caso de la listas de RP, como ocurre en el Reino Unido y las colonias británicas, aunque siempre a condición de que así sea siempre (Lijphart: 2000, 125). Más todavía, los funcionarios del gabinete son responsables frente al parlamento, por lo que están sujetos tanto al voto ratificatorio, como a la moción de censura, por su desempeño en el cargo. En el diseño constitucional inglés y español, por ejemplo, los jefes de Estado son 69


los monarcas (rey español y reina inglesa, respectivamente) y, los primeros ministros los jefes del gabinete y de gobierno. La duración de estos gobiernos regularmente no exceden de cinco años, pero el primer ministro, en el caso inglés, y el presidente del gobierno, para el de la monarquía española, tienen la facultad de pedirle al jefe de Estado el llamado a elecciones generales dentro de ese lapso de cinco años, lo que resulta más conveniente para buscar un mandato adicional en el mejor momento de su gobierno. En ambos casos, no hay límite para buscar mandatos sucesivos. O mejor dicho, el único límite no viene de la normativa sino de la clave por excelencia democrática, la de que al partido gobernante le sigan votando mayoritariamente los ciudadanos y, esto, sólo puede ser posible si existe una buena valoración de su desempeño y ofrece una mejor oferta política, o en otro sentido, que aunado a una cantidad suficiente de votos, pueda formar un gobierno de coalición con las oposiciones minoritarias. Ahora bien, como hemos visto durante los últimos años, luego de la invasión aliada a Irak, puede que venga el castigo de los ciudadanos a un partido bien calificado en su rendimiento interno, pero descalificado en su política exterior, lo que en un escenario de acciones terroristas como las del 11-M, cuando los ciudadanos informados viven incertidumbre y miedo ante lo inesperado, es previsible un desenlace electoral como el que se vivió en las últimas elecciones generales españolas o en las municipales del Reino Unido del 2004, cuando fueron derrotados los partidos en el gobierno, independientemente que en el primer caso hayan sido los conservadores que encabezaba el gobierno de José María Aznar y en el segundo, los laboristas del carismático Tony Blair. En esas circunstancias, poco o nada dicen las identidades ideológicas o el rendimiento en la función de gobierno, sobre todo cuando lo que determinan ese tipo de acciones antisistema, son decisiones que están lejos de la vida cotidiana de las personas, lo que frecuentemente vale menos que la atención de un problema comunitario. 70


En suma, para el politólogo italiano Giovanni Sartori el semiparlamentarismo-semipresidencialismo, cuyo origen está en la Constitución de Weimar en 1919, tiene las siguientes características institucionales: a) el jefe de Estado (el presidente) es electo por el voto –ya sea directa o indirectamente – para un periodo predeterminado en el cargo; b) el jefe de Estado comparte el Poder Ejecutivo con un primer ministro y son los que se establece una estructura de autoridad dual cuyos tres criterios definitorios son: 1) El presidente es independiente del Parlamento, pero no se le permite gobernar solo o directamente, y en consecuencia, su voluntad debe ser canalizada y procesada por medio de su gobierno; 2) De la otra parte, el primer ministro y su gabinete son independientes del presidente porque dependen del Parlamento; están sujetos al voto de confianza y/o al voto de censura, y en ambos casos requieren del apoyo de una mayoría parlamentaria, y 3) La estructura de autoridad dual del semipresidencialismo permite diferentes balances de poder, así como predominios de poder variables dentro del Ejecutivo, bajo la rigurosa condición de que el ‘potencial de autonomía’ de cada unidad componente del Ejecutivo subsista (Sartori: 1996, 149). Es decir, estos sistemas políticos, diferentes tanto al sistema presidencial que frecuentemente concentra esa bipolaridad de poder (jefe de Estado y jefe de gobierno), como al sistema parlamentario puro o el esquema de Westminster, como se le conoce en la teoría política al modelo inglés, controla el parlamento, las funciones de la asamblea nacional y las del ejecutivo. El Ejecutivo de hecho dimana de la asamblea nacional. La gente vota por sus diputados y el partido que obtenga la mayoría de los escaños tiene la facultad de encabezar al gobierno. El líder del partido mayoritario se convierte en el primer ministro, y en el caso inglés y en el español, que son monarquías constitucionales, el papel del monarca es clave para hacer este nombramiento en estricto apego a la voluntad popular expresada en las urnas.

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Presidencialismo mexicano. Ahora bien, el semiparlamentarismo ha sido una tentación permanente en muchos países de América Latina para resolver las crisis y en mucho esto se explica porque es un sistema donde el que gana se lo lleva todo y esto significa que la oposición partidaria no tenga incentivos políticos para cooperar con el partido en el gobierno. La lógica de este rechazo tácito es muy sencilla: si de la cooperación del presidente con las oposiciones las cosas salen bien, las palmas seguramente se las llevara el partido en el gobierno, mientras si las cosas van mal y no se obtienen los resultados esperados, los costos políticos podrían pagarlo todos. Esta dinámica ha sido visible en México, con la falta de acuerdos en las últimas legislaturas, lo que impide tener políticas de Estado que estén más allá de las coyunturas electorales. En el caso de escenarios de baja participación electoral y triunfos de mayoría relativa, es decir, sin apoyos amplios como ocurrían en el pasado de partidos hegemónicos es casi un axioma la crisis de representación en prácticamente todos los países de la región. Los partidos en el gobierno no son capaces de responder a las expectativas que tienen unas sociedades frecuentemente sobrecargadas de demandas y esto genera que las variables socioeconómicas se deslicen por los caminos de la ingobernabilidad. Más aun, cuando en nuestros países la aplicación de los recetarios neoliberales no sólo ha polarizado individuos y regiones entre pobres y ricos, sino por extensión ha sucedido lo mismo con la política. La experiencia reciente de lo que se ha dado a llamar el ascenso al poder de la izquierda latinoamericana en muchos sentidos tiene que ver con el fracaso del neoliberalismo. Lamentablemente, el ideario de muchos de 72


los nuevos liderazgos está sostenido, no en el diseño de políticas de corte socialdemócratas, con su carga de políticas de bienestar, sino en figuras fuertes que inhiben el fortalecimiento de las instituciones políticas. El Caso de Hugo Chávez y ahora el de Evo Morales, son emblemáticos de este tipo de gobierno, lo que pudiera significar, como ya viene ocurriendo en Venezuela, que el sistema de partidos se desdibuje en perjuicio del desarrollo de la democracia. México, metido en ese circuito de perturbaciones estructurales desde el último tercio de los noventa, vive un presidencialismo alicaído y diferente al que dominó al país a lo largo de sesenta años. La omnipresencia del llamado tlatoani se desvaneció frente a nuevos poderes emergentes que con extrema rapidez disputaron espacios que llevaron a languidecer el otrora poder del sistema de partido hegemónico (Sartori, 1980) y, entonces, tuvo que aprender a compartir el ejercicio del poder con una generación de gobernadores venidos de las oposición política y vivir la ignominia no de no tener la mayoría en el congreso federal, lo que lo llevó en esos años a la enseñanza de pactar con las oposiciones e, incluso soportar lo impensable, como ocurrió en 1997, cuando las oposiciones tradicionales hicieron mayoría y la Ley de Ingreso y el Presupuesto de Egresos llevaba su sello partidario. Este parteaguas era muestra de que el presidencialismo de antaño no volvería a ser el mismo. Luego vendría la derrota del PRI en el 2000 y la silla presidencial tuvo que ser entregada al panista Vicente Fox, con lo que se cerró el ciclo del presidencialismo omnipresente y la inauguración de la alternancia democrática, que provocó una gran euforia, sobre todo en los sectores más lastimados por la crisis del sistema financiero que estalló en mil pedazos en la víspera de la Navidad de 1994. Sin embargo, la experiencia de la alternancia en el Poder Ejecutivo no significó una conversión del presidencialismo mexicano, porque la sucesión se había llevado a cabo sin un pacto que democratizara el poder y garantizara una nueva distribución del mismo. Los esfuerzos que realizara Ernesto Zedillo en enero de 1995, con el Pacto de Los 73


Pinos, con el fin de definir una agenda para la Reforma del Estado, de donde saldría como único producto la reforma electoral de 1996, se reanudaron en el gobierno de Vicente Fox, siendo Porfirio Muñoz Ledo, quien por cierto había sido una pieza clave del primer periodo en su calidad de Presidente Nacional del PRD, sin embargo, tampoco pudo ser posible que culminara en acuerdos entre las fuerzas políticas. La formación de gobiernos divididos durante las LVII, LVIII LIX legislaturas y la escasez de acuerdos políticos demostraron que el presidencialismo tenía dos alternativas que hasta ahora podríamos afirmar que está en el nivel académico: Una, que introdujera políticas que descentralizaran el poder hacia otras esferas, de tal suerte que el país tuviera una nueva distribución del poder o, propiciar, un paulatino desmantelamiento del presidencialismo por la vía de la adopción de un sistema semiparlamentario. No hubo ni lo uno, ni lo otro: El país siguió su curso y la lucha por el poder fue diáfana, sin que mediara una estrategia de acuerdos que dieran tersura y madurez a los cambios de la transición mexicana. Hoy, por ejemplo, el estilo de las campañas presidenciales es muestra clara del tipo de relación que existe y amenaza a continuar luego del dos de julio del 2006. El sistema político requiere de nuevas fórmulas de reparto de responsabilidades y nuevos compromisos políticos, para de esa forma enfrentar con mayores posibilidades de éxito los estancamientos institucionales de un país tan desigual como el nuestro, que está generando demandas crecientes y están sin ser atendidas, pero que bajo el sistema constitucional vigente, al parecer no pueden ser satisfechas y esto provoca perturbaciones y tensiones de distinto calibre en el sistema político. Eso explica que en la última década se hable cada día con mayor insistencia a un cambio de forma de gobierno, donde el nuevo diseño cuente con mecanismos más eficaces para procesar demandas y generar productos institucionales que la sociedad está planteando en las distintas esferas de la vida pública, pero en los estados y municipios.

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Sin embargo, el presidencialismo actual en México, aunque hay quienes señalan que todavía puede dar más de sí, que en la situación actual ha sido incapaz de atenuar la crisis de gobernabilidad, todavía cuenta con márgenes de actuación con reglas e incentivos que faciliten el tránsito hacia regímenes proclives a la concertación, la construcción de mayorías y el establecimiento de un sistema de coaliciones (Arias: 2004, 37) En ese sentido, la idea de un presidente y un gabinete en las funciones de gobierno, donde éste rinda cuentas de sus decisiones al Congreso de la Unión, no al presidente en turno, constituye en sí mismo una apuesta a la renovación en cuanto significa un avance en el desarrollo de las instituciones políticas mexicanas pues no sólo el primer ministro o jefe de gobierno, es responsable del buen funcionamiento de la administración pública, sino sobre todo del buen manejo de las relaciones con el resto de actores sociales y políticos. Sistema de partidos El sistema semiparlamentario, sin embargo, no es una varita mágica para solucionar los problemas políticos. Es, en todo caso, una posible vía para facilitar los acuerdos y la gobernanza en este tipo de sociedades complejas y múltiples demandas (Aguilar, 2006, 7-17). Por ejemplo, no elimina los problemas del sistema de partidos, por el contrario, es la relación de los partidos la que determina el fracaso o el éxito del sistema. Y esto depende, en mucho, del grado cohesión o fraccionalismo que en él exista. Se sabe que los sistemas parlamentarios, con frecuencia, tienen un sistema de dos o tres partidos fuertes y esto permite con mayor facilidad generar mayorías legislativas; en cambio, en sistemas multipartidistas, con diferentes pesos electorales, es un verdadero galimatías construir acuerdos estables entre las fuerzas políticas. Viéndolo más en frío, no tiene las mismas posibilidades de éxito un gobierno donde el presidente detenta el cargo de dirigente de su partido y cuenta, además, con la mayoría en el parlamento. O en las antípodas, que la integración del gobierno se de en condiciones tales 75


que el sistema de partidos se encuentre “sin estructura, con multipartidismo polarizado y con un gran fraccionamiento de partidos” (Linz y Valenzuela: 1997, 110-113). Es decir, sin las condiciones mínimas para construir acuerdos estables interpartidarios que permitan la acción de gobierno. La existencia de tres partidos fuertes que cuentan con presencia nacional plantea un punto de partida para la construcción de acuerdos políticos, tanto en elecciones federales como locales y puede ser considerado un activo para los compromisos a largo plazo. Sin embargo, esto lleva a una siguiente dimensión que tiene que ver con los incentivos que necesitan los partidos para pactar una forma de gobierno diferente. La respuesta desde el punto de vista de generación de mayorías es que son jugosos, pues dadas las circunstancias de gobiernos sin mayoría legislativa, ha provocado una parálisis legislativa recurrente que está obligando a llegar a un nuevo tipo de acuerdos entre los partidos. En ese sentido, se abre una vía más expedita para la construcción de coaliciones de gobierno de manera que no solo los partidos grandes tienen incentivos para coaligarse, sino por igual los pequeños, que pueden llegar a constituirse tanto en el ámbito federal, como local, en partidos “bisagra” que permitan la formación de gobierno y el diseño de políticas públicas de hondo calado social. La formación de este tipo de gobiernos de coalición pasa, entonces, por la aprobación de un programa de gobierno, con la corresponsabilidad de parte de los partidos que participan de ella. No se trata sólo de hacer pactos electorales, donde una vez transcurridas las elecciones, cada partido recoge sus ganancias –o, pérdidas, según sea el caso- y se va a lo suyo, sin tener ningún compromiso con el desempeño de la coalición que animó a llegar al gobierno. En este caso, las coaliciones son por lo que dura la legislatura y pueden renovarse, en un siguiente periodo, pero igual llega a romperse si el programa que dio forma a la coalición si no se está cumpliendo en actos de gobierno y tiene que buscar ampliar el respaldo de este

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gobierno o, de plano, cambiarlo por uno que logre mayor apoyo social. Esto es factible en un sistema semiparlamentario donde los partidos con mayor influencia electoral, pero sin capacidad de formar por si mismo gobiernos de mayoría, incluso, en un sistema semipresidencial, donde el presidente electo forma su gabinete y lo somete a la ratificación de alguna de las cámaras legislativas. En ese momento, la coalición gobernante y legislativa, por la vía de una mayoría absoluta queda sellada, a la hora de hacer el diseño, la construcción y la ratificación del gabinete entre los partidos integrantes de la coalición que logre conformar una mayoría estable. Sólo, por último, una mención sobre el sistema electoral y la segunda vuelta. Veamos, no se pueden hacer las modificaciones constitucionales para un cambio en el sistema de partidos, sin implicar los mecanismos electorales. Si lo que se busca es potenciar al sistema de partidos, lo que nos dice la experiencia, especialmente la proveniente de la Quinta República Francesa, (Linz y Valenzuela: 1997, 106), es que se deben introducir cambios que permitan avanzar en la formación de mayorías únicas o coaligadas, de ahí pues la importancia en un sistema de alta competitividad, como el nuestro, significaría un sistema mayoritario de dos vueltas. Es decir, si en la primera vuelta, ningún partido es capaz de alcanzar la mayoría absoluta, en una siguiente ronda van los partidos con más alta votación, con el apoyo de otros partidos. Semiparlamentarismo: ¿Un sistema alternativo para el México contemporáneo? La posible respuesta a esta interrogante, para que tenga sentido político e institucional, debe asociarse tanto como por la posibilidad de construir acuerdos, como por la eficacia para atender la sobrecarga de demandas que tiene el sistema político o la incapacidad de generar productos institucionales oportunos que está generando problemas de gobernabilidad, cuando vemos que sectores sociales y políticos que no

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reconocen o se conducen por los cauces institucionales, por la desconfianza que se tiene de los gobiernos. Las experiencias de Salvador Atenco y, antes Tláhuac, son expresiones extremas aunque por fortuna aisladas de la escasa confianza que se tiene en las instituciones y la percepción de que no están funcionando para desactivar el conflicto social. Constituye una muestra de la crisis del sistema presidencial, que es incapaz de responder a un ambiente interno e internacional hostil y, frecuentemente se encuentra limitado para atender los problemas sociales, producto de la marginalidad, la pobreza y el abandono. Pero, yendo al punto de la interrogante, son al menos tres dimensiones y otros tantos efectos que pudiera traer una situación ideal de esta combinación de presidencialismo con parlamentarismo: 1. En el terreno de la representación política este tipo de diseño constitucional significa la posibilidad de generar estabilidad por la vía de los triunfos de mayoría absoluta o el de coaliciones de gobierno, que no sólo tendrían un efecto en términos electorales, sino animaría la formación de gobiernos estables, con plataforma para toda una legislatura e, incluso, la continuación en el gobierno, ya sea por la vía de la reelección, que lleva implícita una reforma constitucional o, mediante otras reformas que permitan una renovación de mandato popular. 2. La diferencia entre el Presidente y, el primer ministro o jefe de gobierno, supone varias arenas de intermediación política que no necesariamente son contradictorias, pues las mayorías regularmente son unipartidarias, lo que convoca a los diferentes agentes en un mismo propósito político, incluso, en circunstancias tales, donde el primer ministro es de una oposición beligerante y poco dispuesta a la negociación y al acuerdo político. Queda el recurso constitucional de una convocatoria de elecciones para generar una nueva mayoría legislativa que permita superar el impasse de gobernar sin acuerdos estables. 3. No obstante, si la línea de gobierno es unipartidaria y la relación con la oposición es fructífera, es de esperar que la 78


gobernabilidad garantice estabilidad con políticas sociales y económicas que desactiven, neutralicen o realinien las zonas de conflicto social optimizando la administración de los recursos escasos. En suma, un equilibrio de este tipo traería como consecuencia un avance de los indicadores de calidad de la democracia: Gobierno de leyes, cuanto supone el acuerdo político y un mayor rendimiento legislativo que podría traer como consecuencia que se ponga sobre la mesa la agenda de la Reforma del Estado, lo que produciría un ambiente propicio para que el país se beneficie del acercamiento de las oposiciones políticas en juego. Rendición de cuentas, en cuanto supone que el gabinete depende del legislativo y está obligado a refrendar confianza con los tres niveles: rendimiento institucional eficaz, manejo eficiente de los recursos financieros escasos y atención a las demandas ciudadanas. Por último, sostener reciprocidad entre las demandas de la sociedad y las políticas de los gobiernos†††. El escenario de las elecciones del 2 de julio, si nos vamos por las encuestas más serias, es que estamos ante un sistema de tres partidos no sólo de ganar la elección presidencial, sino sobre todo que tienen, como diría Giovanni Sartori, capacidad de chantaje y de formación de coaliciones, lo cual abre un espacio que puede servir para una mayor polarización política, como también para entrar a una fase nueva de hacer política en México de lo contrario es muy probable que reeditemos un sexenio perdido y eso dependerá de cómo resulten las candidaturas y el talante del nuevo gobierno. Si se asume que esta forma de gobierno es la más idónea quien lo haga seguramente no †††

Aquí adoptamos las tres dimensiones procedimentales desarrolladas por Leonardo Morlino (2005): “Calidad de la democracia, notas para su discusión, en Metapolítica, núm. 39, vol. 8, pp. 37-53, en donde reconoce como parte inherente de ella el Gobierno de la ley (rule of law), la rendición de cuentas (accountabability) y la reciprocidad (responsiveness) o correspondencia de las decisiones políticas a los deseos de los ciudadanos y la sociedad civil. Además, la idea de la rendición de cuentas es favorecida por el texto de Philippe C. Schmitter, “Las virtudes ambiguas de la rendición de cuentas”, Metapolítica, num. 39, Vol. 8, pp. 61-73 y para el caso de la calidad de la democracia el de G. Bingham Powell Jr. “Calidad de la democracia: reciprocidad y responsabilidad”, Metapolítica, núm. 39, vol. 8, pp.77-86. 79


estará tendiendo un puente para construir acuerdos y generando condiciones para otra forma de organización del poder. Es decir, un gobierno que pasa por el reconocimiento de las oposiciones y la contribución que éstas pueden hacer al desarrollo democrático. No hacerlo, significará seguramente que estamos ante un callejón sin salida y ante la necesidad de que sean atendidas las demandas de la sociedad. En este sentido, evolucionar a un sistema semiparlamentario es una alternativa en el México democrático. Bibliografía. - Powell Jr, G. Bingham (2005): “Calidad de la democracia: reciprocidad y responsabilidad”, Metapolítica, núm. 39, vol. 8, pp.77-86. -Espinoza, Ricardo (1999) Sistemas Parlamentario, Presidencial y Semipresidencial, Cuadernos de Divulgación Política del IFE, N°.20, México. -Lijphart, Arend (2000) Modelos de Democracia, Formas de gobierno y resultados en treinta y seis países, Ariel. -Linz, Juan J. y Arturo Valenzuela (1997) La crisis del presidencialismo I. Perspectivas comparativas, Alianza Universidad, Madrid. -Morlino, Leonardo (2005) “Calidad de la democracia, notas para su discusión”, en Metapolítica, núm. 39, vol. 8, pp. 37-53 - Sartori, Giovanni, (1996) Ingeniería constitucional comparada, FCE. México. -Schmitter, Philippe C. (2005) “Las virtudes ambiguas de la rendición de cuentas”, Metapolítica, num. 39, Vol. 8, pp. 61-73.

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El sistema político mexicano y la transición política sexenal.∗ Sergio Miguel HERNÁNDEZ MEDINA

Introducción: Este ensayo se basa específicamente en la situación actual del país, a partir de un modelo sistémico con el cual se pretende definir los elementos que afectan y generan tensiones al interior del sistema político mexicano. La transición política por la que atravesamos es producto de diferentes circunstancias y elementos que hoy en día no terminan por concretar de manera clara cuál es el limite o momento en que el sistema político se estabilizara de nuevo, y más aún, cuando la alternancia de la política sexenal ofrecía, otra vez, la posibilidad de acceder al poder ejecutivo en una situación similar a la del 2000, aunque en este caso se contemplaba un viraje hacia la izquierda, cual fue el caso de hace seis años, cuando el cambio vino de la derecha.. Los elementos que el sistema ha generado a lo largo de su evolución (desde el porfiriato), vuelven a ser factores determinantes ∗

MCS. Sergio Miguel Hernández Medina. Coordinador de la carrera de sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa. 81


para que las actividades de los partidos y los candidatos recurran de nuevo a las viejas premisas de los años 60,70 y 80s en donde el sistema se volvía parte y medio para acceder al poder y los votos y ciudadanos solo eran espectadores. Se observan cambios que son paulatinos para el propio régimen, no obstante existen tendencias fuera y dentro del sistema que han incurrido a que esta oportunidad electoral no vuelva a desperdiciarse.. I.-Definición sobre sistema político. Para entender y analizar lo que es el sistema político mexicano, primero hay que precisar qué se entiende por sistema y sistema político. Von Bertalanffy, el iniciador de la teoría de sistemas; lo define así: “el sistema es un conjunto de elementos interconectados”. Por su parte, David Easton aplica esta definición a lo político: “el sistema político es el sistema de interrelaciones de cualquier sociedad, mediante el cual se deciden y ejecutan asignaciones obligatorias y autorizadas” Existen otras definiciones que entienden por sistema político al conjunto de instituciones gubernamentales y no gubernamentales que cumplen funciones de dominación, dirección política y administración social, así como al personal directivo que las sostiene y las utiliza. Es decir el concepto incluye tanto a las organizaciones que han permanecido en el tiempo, así como a la clase gobernante; y a la vez no se limita a las acciones de coerción; sino que incluye las de legitimación y de administración social que han resultado de creciente importancia para los países en desarrollo En este sentido el concepto de sistema político resulta adecuado porque dirige su atención al espectro total de las actividades políticas. Y como principal punto de partida propone al uso legitimo de la fuerza o de la coacción física como el hilo que recorre en la acción del sistema político otorgándole su carácter, importancia y su coherencia como sistema y define al sistema político como un proceso que implica la interdependencia de sus partes constitutivas y un límite específico entre él y su entorno. El principal reto de un sistema 82


político es subsistir, conservar la estabilidad, lo cual puede hacerlo manteniendo un buen nivel de conversión de los insumos en productos, como diría David Easton. Un sistema que no tiene la capacidad de procesar las demandas entra en crisis de legitimidad. Estas ideas tienen un elemento que se refieren a la vinculación de diferentes piezas cuyas relaciones son fijadas por un orden preestablecido. El propósito de un sistema es la estabilidad. Estabilidad que, valga decirlo, no debe confundirse con sosiego, a lo que Easton nos dice: “La idea de las persistencia de los sistemas va mucho mas allá del mandamiento de los mismos; se orienta a la exploración del cambio y de la estabilidad, ambas características pueden ser interpretadas como instrumentos alternativos para enfrentar la tensión” El sistema político es, también, una categoría que debe servirnos para dar cuenta y razón de la última instancia de todas las relaciones sociales existentes, es decir, de la estructura del poder político. Los sistemas políticos hacen referencia al campo en donde cristaliza la lucha y la confrontación política de los diversos grupos sociales. Estas reflejan los intereses específicos de las clases sociales, respecto a todo el sistema económico y social II.-El cambio en el sistema político mexicano. Una definición del sistema político mexicano resulta tan complicada, como ambigua es la naturaleza del mismo. Se podría decir que desde 1928 se empiezan a forjar las bases del sistema político y legal, y se podría decir, socialmente instituido. Siguiendo la tradición de comparar a un sistema político o al Estado con algún animal (zoología política) desde el Leviatan de Hobbes hasta el Ogro filantrópico de Paz, muchos tienen a comparar al estado mexicano con un Ornitorrinco: autoritario pero civil, no competitivo pero con (demasiadas) elecciones periódicas, hiperpresidencialista, pero con una larga tradición institucional, corporativo pero inclusivo. Se le ha comparado, incluso, con un Puercoespin, es una criatura repleta de pelos, compleja y en ocasiones absurda. Siempre a la defensiva, 83


hipersensible que vuelve complicada la situación más sencilla, esto por hablar en términos de política exterior (la “doctrina Fox” del “comes y te vas”, por mencionar un caso) El estado mexicano esta constituido como un sistema abierto y altamente sensible a las perturbaciones; de ahí, él compararlo con un puercoespín, que en ocasiones es tan sensible que se cierra ante las demandas o es incapaz de enfrentar de forma rápida y eficiente a estas. En cuanto a sus estructuras, aunque el panismo gobernante ha buscado –sin éxito- nuevos modelos corporativos, prevalece la que tramó durante 70 años el otrora partido hegemónico. De esa tradición surgieron siglas conglomerantes como lo son SNTE, CROM, CROC, ONG, además de partidos políticos, lideres mesiánicos, etc. La confrontación entre estos grupos no era mas que el asegurar el acceso al poder, o el acceso a los mecanismos de la toma de decisiones. Dentro del PRI había diversas corrientes constante lucha por alcanzar la función de "la toma de decisiones". Además, siempre buscaban resultar beneficiados de este sistema, ya sea en conjunto o como sujetos participantes de la vida política. En México se sublimó como en ningún otro país esta monserga y dio origen a los llamadas facciones partidistas, y a los "dinosaurios", personajes políticos dependientes de la ubre del gobierno paternalista y filántropo. Inclusive, estos dinosaurios llegaron a ser parte inherente del sistema y elementos con influencia en la institución presidencial. Así pues, el sistema no era autónomo; tenia una gran influencia de agentes internos. No era, entonces, un gobierno democrático, ya que solo representaba los intereses de diversos sectores sociales. Con esto, se entiende por qué es tan incapaz el de procesar demandas sociales y, peor aun, cree asimilarlas. El proceso de cambio en el país no ha sido uniforme ni inevitable, pero rápidamente se vuelve estructural. La sociedad tiende hacia una creciente diversidad en donde las fuentes de poder surgen de diversos lugares geográficos y sectoriales. Los grupos de poder han olvidado la absurda y terrible centralización reinante en el pasado, ahora se ramifican.. Es de esperarse que esta descentralización venga 84


acompañada de mecanismos de contrapeso, tales como organismos civiles organizados, ese seria un caso, otros tendrán que emanar de él. En un país como el que México aspira a convertirse, la descentralización, llevada al pie de la letra, rompe muchas estructuras corporativistas nacionales y con seguridad romperá todas las que sobrevivan en los próximos años. El problema más grande del sistema político, y que afecta prácticamente a todos los partidos por igual, es el de la representación. ¿Qué significa para el ciudadano común el ente político? ¿qué le representa? Dicho un forma llana, un personaje que tomó el camino fácil para acceder al poder. El sistema político ha dejado de constituir un mecanismo de representación y participación de la sociedad para convertirse en una interminable burocracia de intereses sectarios. Evidentemente no todo el sistema es así ni todos los partidos están igualmente sumidos en el marasmo burocrático, pero… III.-Las tensiones dentro del sistema. Por su naturaleza, el problema del PRI es distinto al de los partidos en la oposición. El PRI nunca ha sido estrictamente un partido; más bien, ha sido un sistema sumamente desarrollado de control político, aunado a una poderosa maquinaria electoral. El PRI nació en 1929 para institucionalizar el conflicto político entre los líderes, jefes militares y políticos que habían triunfado en la Revolución. El PNR fue creado para dirimir disputas sin llegar a la violencia que había caracterizado a la primera década posrevolucionaria.. El PRI, a la fecha, sigue siendo sin duda un aparato trascendental en el sistema político, particularmente en su espectro de control, aunque ya no tiene la capacidad de institucionalización y resolución de conflictos, que fueron la causa de su creación. El sistema creado en torno al partido oficial fue una respuesta oportuna y una feliz solución para su época, donde prevalecían condiciones de virtual anarquía como resultado de la revolución. Empero, el régimen se solidificó con el paso del tiempo: construyó instrumentos y prácticas aptos para operar bajo la realidad en la que había nacido, y no pudo ponerse al 85


día para servir como contenedor a las nuevas demandas de los grupos y sectores emergentes. Su herencia más perdurable tiene que ver con el apogeo de conflictos de diversa índole. Por ejemplo: inestabilidad, elevada delincuencia, ausencia del aparato estatal en cada vez mayores áreas de la vida nacional. Las señales de una creciente ingobernabilidad en el país son inocultables. Los actores principales están ante una clara incapacidad para llegar a acuerdos sustanciales sobre el futuro de los asuntos públicos, legado del autoritarismo del que apenas salimos. Desde finales de la década de los treinta el país vivió largo tiempo de estabilidad política y social. Esto fue posible por el establecimiento de reglas claras y perfectamente conocidas —y reconocidas- por todos. La base de todo ello fue una presidencia de la República muy fuerte y sin contrapeso alguno, y un partido oficial en cuyo seno se integraban de forma corporativa prácticamente la totalidad de los sectores organizados, que a su vez, resultaban representativos del conjunto social, acompañado por un complejo tejido institucional capaz de controlar o desarmar cualquier conflicto y las demandas de los diferentes grupos sociales. El presidente y el partido eran concebidos como la totalidad. Eran la Patria, la Nación, el Estado, e inclusive... la vida misma. Representaban la unanimidad y el universo nacional. Este pacto empezó a sufrir tensiones a partir de que los resultados económicos no fueron del todo satisfactorios. Primero se presentaron de forma más o menos sutil, después fueron aumentando de nivel, toda vez que los logros comenzaban a palidecer, hasta que, a partir del surgimiento de severas crisis económicas, la ola de inconformidad fue creciendo hasta hacerse incontenible. El pacto creado durante el sexenio de Miguel de la Madrid con los sectores industriales, bancarios y políticos, se rompió a partir de 1982, cuando estalló la crisis económica, lo cual impidió la reproducción de las condiciones que lo hacían posible. Estos problemas no implicaron solamente la impopularidad de los dirigentes políticos, sino que fueron mucho más allá. Significaron la erosión del 86


régimen y de sus instituciones. La sociedad comenzó a darse cuenta de que la solución no pasaba por un simple recambio de liderazgo de hombres, sino que era algo mucho más profundo: el problema radicaba en el sistema como un todo, como un Frankestein caduco. Así, el consenso autoritario comenzó un largo y tortuoso declive. La insurrección electoral que empezó a darse en esos años es la muestra más palpable. El PRI, en tanto brazo electoral del régimen, perdía adeptos, los cuales iban a parar, primero, a las filas de los inconformes y, después, como son los sonados casos de Efigenia Martínez, Cardenás, Muños Ledo, entre otros, a la oposición. Era, en realidad, la emergencia de una sociedad lastimada por las crisis económicas, que mostraba mayor complejidad y se reconocía incómoda e incapaz de insertarse en el corsé priísta. Debido a su heterogeneidad, simplemente no cabía dentro de una sola institución política establecida, por más flexible e incluyente que ésta fuera. En la nueva coyuntura, estos grupos y actores emergentes — mucho más educados y exigentes— se dieron cuenta que el sistema político mexicano, no contaba con la capacidad para dar cabal cumplimiento a sus demandas: resultaba insuficiente y hasta anacrónico. A lo largo de la década de los ochenta las dislocaciones de la sociedad respecto al régimen se fueron ampliando, entre otras razones, por la insatisfacción con los resultados del proceso de ajuste económico y las políticas de austeridad. La crisis representó, entonces, el principio del fin de lo que hasta ese momento resultó una fórmula política de gran éxito. Un sistema sui generis La transición política vivida en México se ha caracterizado por desafiar los modelos que la literatura especializada ha construido a partir de otras experiencias de democratización. El punto de partida resulta sui generis: el antiguo régimen era todo un coctel autoritario, acompañado de amplio apoyo social, una fuerte institucionalidad, y como un elemento prácticamente irrepetible, el reconocimiento, al menos formal, de los procesos y mecanismos propios de cualquier 87


sistema democrático. El proceso de mutación política ha resultado igualmente peculiar: la apertura se ha caracterizado por una serie de avances y retrocesos, de estiras y aflojas; ha sido un híbrido en el que se han ido mezclando etapas y síntesis, que han llevado a la confusión a muchos de los propios actores políticos y a varios de los más avezados observadores de dicha transformación. Durante más de 70 años el sistema político mexicano estuvo sustentado en el Presidente y el partido de Estado , ya que el PRI siendo el partido que surge de la revolución mexicana y como partido de masas supo manejar durante todos esos años su poder de persuasión, colocándose como el partido oficial, y casi único de nuestro país. Sin embargo, al paso del tiempo y para los 80 el poder del PRI y su credibilidad se empezó a debilitar, perdiendo votos en el norte del país y teniendo que volver a las viejas tendencias de fraude para asegurar su poder y victoria en el momento de las elecciones. Pero no fue sino hasta el proceso del 2000, cuando el candidato del Partido Acción Nacional, Vicente Fox,, gana las elecciones presidenciales y rompe con una dictadura de partido, por así decirlo, de 70 años. Después de la asunción al poder por parte de la derecha, las cosas en nuestro país empezaron a pasar de un extremo a otro, limitando más, o en gran parte, las facultades metacontitucionales del presidente de la República, rompiendo con los elementos principales del sistema político mexicano del siglo pasado.. En la actualidad, ya no existe un partido oficial que gobierne al país y que sea controlado por el presidente de la República, ya que los tres partidos más fuertes (PRI, PAN, PRD) tienen grandes zonas de influencia en México y, ningún partido político poseé mayoría en el Congreso, como sucedía en tiempos pasados, es decir, ya no estamos en la época en donde el presidente controlaba al Congreso y podía hacer lo que quisiera sin que nadie limitara su poder. Sin embargo, la transición se ha vuelto laberíntica, interminable. No ha sido producto de un evento (o de una serie de éstos) cuyo efecto haya sido instantáneo. No ha habido ningún acto que pueda catalogarse como un 88


parteaguas dentro de la transición, algo revolucionario o un derrumbe del propio régimen. Nada más alejado de la realidad: ni siquiera las elecciones de 1988 o las del 2000 pueden ser concebidas de esta manera. Así, dicho proceso debe ser clasificado, si cabe el término, como una evolución, lenta y paulatina, hacia la democracia. La transición, pues, debe ser concebida como un proceso de mejora progresiva; una serie de reformas que de manera, desigual, frágil y precaria iban acercándose a la meta: la democracia política. Sin embargo, en este ensayo se sostiene la necesidad, primero, de instaurar un nuevo modelo, es decir, un nuevo sistema político democrático que, posteriormente, permita afrontar con renovados instrumentos y legitimidad los problemas de fondo. Las reglas que durante años rigieron la vida política nacional fueron diseñadas en un escenario diferente al de la actualidad. Bibliografía Oran R. Young, (1972) “Sistemas de ciencia política”, Editorial, Fondo de Cultura Económica, México, capítulos I-IV, pp 12 a 130. David Easton; (1969) “Categorías para el análisis sistémico de la política”, en Albert Batll, Comp Diez Textos básicos de ciencia política, Editorial, Ariel Barcelona , pp37-76. Rubio, Luis: El sistema político mexicano ¿cambio y evolución? www.cidac.org/vnm/libroscidac/mexico-cambio/Cap-12.PDF . Camacho, Manuel, 1990 “Los nudos políticos del viejo sistema mexicano” Editorial Diana y Centro de investigación para el desarrollo, serie alternativas para el futuro, Cosío Villegas, Daniel; (1986) El Sistema Político Mexicano; Editorial Joaquín Mortiz; México, D. F. López, Villafañe, Víctor; (1986) La Formación Del Sistema Político Mexicano; Editorial Siglo Veintiuno; México, D. F.; Jaime Castrejon Diez (1995) “La política según los mexicanos” Editorial. Océano, México. pp 13 a 95.

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Alternancia política en Mazatlán. Luis Antonio MARTÍNEZ PEÑA∗

La lucha en contra del fraude electoral y en pro de elecciones transparentes, por el respeto al voto de la ciudadanía y la alternancia política como su derivado inmediato, ha tenido curiosos registros en Mazatlán, lo cual nos ha permitido abrir capítulos interesantes para analizar como se concibe esta situación. A partir de 1983 los resultados políticos electorales expresados por la ciudadanía mazatleca en las urnas se miden con el pulso de los grandes acontecimientos y tendencias políticas nacionales. Sin embargo, y a favor de la sociedad mazatleca participante en las elecciones, hay que abonar un claro interés por buscar entre la oferta política a fieles interpretes de sus requerimientos sociales y políticos para satisfacer así viejos anhelos de equidad y justicia social.

Profesor e Investigador de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Sociales. M.C. con estudios de doctorado por la Universidad Autónoma de Zacatecas. 90


La rebelión electoral de los años 80 en varios estados del norte de la república se manifestó en Mazatlán de manera exponencial en el proceso electoral de 1983, en las elecciones intermedias para la renovación de poderes municipal y legislativo en el segundo trienio del gobierno estatal de Antonio Toledo Corro. En las elecciones de 1983 participó Humberto Rice García como candidato a la presidencia municipal por el Partido Acción Nacional en contra del arquitecto Quirino Ordaz Luna candidato del Partido Revolucionario Institucional. En consonancia con la ruptura empresarial impulsada por Manuel J. Clouthier del Rincón en 1982, en contra del régimen priista los empresarios locales Humberto Rice García y Emilio Goicoechea Luna personificaron la ruptura de la elite porteña con el sistema, cuando decidieron pasar a las filas del PAN y desde ahí obtener puestos de representación política que les eran vedados en el PRI. El desafío empresarial tuvo eco y levantó los ánimos ciudadanos y populares en la participación electoral. Prestos a no cambiar y a mantener la rigidez y el control político sobre el municipio mazatleco, las autoridades electorales, por orden del gobierno del estado de Sinaloa, negaron el triunfo a Humberto Rice, aun cuando a posteriori encabezó una vigorosa jornada de movilización ciudadana sin precedente en la historia de la ciudad. No valió la protesta multitudinaria de la ciudadanía que el 20 de noviembre de 1983 se volcó al malecón de Mazatlán en son de protesta siguiendo el recorrido del desfile cívico y deportivo que conmemoraba la gesta la gesta revolucionaria de 1910 y observados por helicópteros que sobrevolaban Olas Altas, además de camionetas ubicadas en las bocacalles, que hacían pensar que en cualquier momento se podría convertir en un callejón sin salida. Pese al manifiesto descontento popular, las autoridades electorales de Sinaloa, al servicio del gobierno del Estado, sólo aceptaron a regañadientes el triunfo de Alfredo López Arregui candidato panista a diputado por el populoso Distrito Electoral XVI venciendo a Miguel

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Ángel García Granados del PRI, quien había deslizado una critica al accionar de Toledo Corro. Para entender mejor la situación se debe observar que el distrito XVI ocupa espacialmente la zona más poblada de la ciudad de Mazatlán y la mayor parte del área rural al norte del municipio. Por otro lado, es habitado, también, por la mayor parte de la ciudadanía con mayores niveles de desarrollo en educación y condiciones generales de vida. Por tal razón y para la mayoría de los ciudadanos resultaba inadmisible la derrota de Humberto Rice, pero para el gobernador Antonio Toledo Corro pesaba más el hecho de ser derrotado en la ciudad de la que alguna vez fue presidente municipal y diputado local. Las enseñanzas arrojadas por el proceso de 1983 en Mazatlán fueron inmediatamente aprendidas por el priismo local y en las elecciones de 1986 se esmeraron por obtener “el carro completo” con el profesor José Ángel Pescador Osuna como candidato a la presidencia, apoyado por dos candidatos a diputados locales de los sectores duros del priismo mazatleco: el profesor Gilberto Juárez Carvajal, proveniente de las filas del magisterio y del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, y el dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Construcción, Manuel Rodríguez Sáenz, de la CTM. El PAN les puso enfrente a una fórmula que combinaba la corriente neo y la tradicional: como candidato a la presidencia al Lic. Alejandro Camacho, y como aspirantes a diputados a los ciudadanos Víctor Zataráin y César Kelly Ibarra. En esta contienda el PAN y sus candidatos mantuvieron el nivel de desafío, pero no se reflejó en resultados contundentes que arrasaran con los márgenes de sospecha y vicios electorales propios de la época en que descaradamente se acuñó el concepto de fraude “patriótico”. La permanencia del PRI en el poder era la primera tarea, la democracia era un asunto para después. El de 1989 fue un año electoral caliente en Sinaloa, los plantones panistas frente a los consejos electorales se hicieron permanentes y la campaña culminó con el saldo de un muerto y el incendio parcial de la 92


alcaldía de Culiacán, atribuido a las huestes de Rafael Morgan Ríos, candidato panista a la presidencia. El marco donde se insertan las elecciones locales de 1989 no podía ser el mejor para que los resultados fueran cuestionados. Esta contienda se realizó un año después de la controversial elección presidencial de 1988, cuando en medio de sospechas de fraude Carlos Salinas de Gortari, del PRI, se impone sobre Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, del Frente Democrático Nacional y del panista Manuel de Jesús Clouthier del Rincón. En el plano local la contienda de 1989 daba paso a la segunda mitad de gobierno de Francisco Labastida Ochoa. El resultado era de pronóstico abierto y en medio de un proceso controversial, salpicado de dudas y con la suspicacia de la negociación en las alturas. El Lic. Humberto Rice, candidato a la presidencia municipal de Mazatlán por el PAN fue proclamado vencedor, siendo acompañado en la victoria por Alejandro Higuera Osuna como diputado por el XIX distrito. Derrotando en la contienda a los candidatos priístas Arq. Raúl Darío Cárdenas Duarte y el dirigente petrolero José Jacinto Santiago, respectivamente candidatos a presidente y a diputado local. El PRI Tan sólo mantuvo el distrito XX con el biólogo pesquero Jorge Abel López Sánchez. La pesada y oscura sombra del resentimiento recayó sobre el priismo porteño, mismo que incluyó en su vocabulario la palabra “concertacesión” , una palabra yuxtapuesta que incluye los verbos concertar y ceder, palabreja fruto de los tiempos. El rumor más fuerte en los mentideros políticos de Sinaloa era que desde Los Pinos, residencia oficial de la presidencia de la República, el presidente Carlos Salinas de Gortari había negociado con la dirigencia panista nacional la alcaldía de Culiacán, para el PRI y la de Mazatlán para el PAN. Medida que dejaba inconformes a los panistas de Culiacán comandados por el rijoso Rafael Morgan Ríos y a los priístas de Mazatlán. Esta suposición nadie la ha comprobado aun cuando prevalece fresca en la memoria del priismo Mazatleco y en el panismo culiacanense varios lustros después.

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En 1992 el panismo sinaloense, y en particular el mazatleco, se encuentran a la baja. Humberto Rice García en la presidencia municipal se convierte en un buen administrador, pues lo es de oficio, pero en un gobernante que no cubre la expectativa. Sus bonos se deterioran. Además, la de 1992 fue una elección que se dio en el marco de la sucesión del gobierno del estado y en la que el PRI mazatleco en elecciones locales alcanzó por última vez “el carro completo” teniendo como ganador a Martín Gavica Garduño y en las diputaciones al notario público Joel Bouciéguez y al biólogo pesquero Armando Zamora Canizalez. En estas elecciones los candidatos de Acción Nacional a la presidencia, Alfredo López Arreguí, y a las diputaciones, Concepción de Rice y Faustino Sánchez, procedían de una controversial convención municipal en la que se impuso al notario público Ivo Aguirre, quien finalmente renuncia al PAN y terminó postulado candidato a la presidencia municipal por el Partido de la Revolución Democrática, sin tener ningún peso electoral en la contienda. Como ingrediente sentimental explotado ampliamente por el PRI, se dio también el sorpresivo fallecimiento en plena campaña de su candidato a la presidencia, el carismático notario público Jesús Arnoldo Millán Trujillo, hecho que entristeció a la ciudadanía mazatleca, por darse en un marco de confrontación electoral. Millán Trujillo se desempeñaba como Diputado Federal y abandonó su curul en San Lázaro para contender por la presidencia municipal y vino a perder vida tras un infarto. La pasión es un rasgo fuerte en las débiles fibras emocionales de los mazatlecos y el sentimiento de duelo se encauzó a favor del tricolor. El CP Martín Gavica Garduño poseía imagen electoral, ex diputado federal, con experiencia en las filas del PRI, fue llamado para que asumiera la candidatura a la presidencia municipal, misma que ganó con holgado margen, convirtiéndose en el último presidente municipal del PRI hasta el presente. A mediados de la década comprendida entre el noventa y el dos mil el PAN de Mazatlán alcanzó una fisonomía popular. Ya no sería más el partido testimonial de los setenta. Alejandro Camacho 94


Mendoza y Alejandro Higuera Osuna, son prueba de la fuerza juvenil del partido, dos militantes provenientes de las clases medias y con popularidad al seno del PAN y la sociedad. Estos dos personajes después de Humberto Rice y Emilio Goicoechea Luna, son los protagonistas centrales del neopanismo mazatleco de los últimos 25 años. En las elecciones de 1995 el PAN recupera su presencia electoral con Alejandro Camacho en la candidatura presidencial y con Refugio Martínez, quien ganó por primera vez el XX distrito, derrotando en la contienda al priísta Arturo Angulo Lizárraga. Alejandro Camacho se impuso a Joel Bouciéguez Lizárraga, ex diputado local priísta. En esta elección el peso de la crisis económica y la gran devaluación fueron la clave para que el electorado mazatleco trasladara sus preferencias al blanquiazul. El XIX distrito electoral fue ganado por última vez por el empresario Melesio Gaxiola del PRI al médico José Mario González Ramírez del PAN. La administración de Alejandro Camacho transcurrió sin pena de gloria, incluso con más pena si me piden definir, pero los panistas logran por vez primera repetir en el inmueble de la calle Melchor Ocampo, contra esquina de la Catedral porteña. En las elecciones de 1998 Alejandro Higuera Osuna, quien presumía en su palmarés el triunfo de 1989, cuando ganó la diputación local por el XIX distrito. Higuera fue postulado candidato la presidencia municipal por el PAN, elección difícil que se dio en el marco de la campaña a gobernador de Juan S. Millán por el PRI. Enfrentó a Melesio Gaxiola, mismo que en periodo anterior se desempeñaba como diputado local. En el PRI se justificó la derrota de Gaxiola con el rumor de una supuesta amistad entre Alejandro Higuera y el gobernador priísta, rumor que en los hechos tendía a desacreditar el ejercicio público del popular “diablo azul”, como se le empezó a llamar en los mentideros políticos. Con Higuera fue como candidato por el XIX Distrito Martín Salvador, que derrotó a la priísta Edna Aguirre y el XX distrito se

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“recupera” para el PRI con la candidatura del Arq Raúl Darío Cárdenas Duarte, quien venció a Salvador García del PAN. Este toma y daca entre el PRI y el PAN se acabará en la elección de 2001 cuando Jorge Alberto Rodríguez Pasos, candidato de la coalición compuesta por los partidos del Trabajo, Convergencia y Barzonista Sinaloense, sorprende con el triunfo a sus adversarios Carlos Felton González del PAN y a Raúl Darío Cárdenas Duarte del PRI. El XX Distrito lo mantiene Miguel Ángel García Granados del PRI, por encima de Dino Durán del PT y del Salvador García Salazar del PAN, quien entró a la competencia por segunda ocasión. Sin embargo, las preferencias tradicionales al PAN y al PRI regresaron en 2004, cuando de nueva cuenta Alejandro Higuera se postula y gana la presidencia municipal acariciando la gloria de la reelección constitucionalmente permitida y de la que muy pocos políticos mexicanos en los últimos 25 años (fuera del PRI) se pueden jactar. Con Higuera en 2004 gana la diputación Carlos Felton González por el XIX distrito y Gonzalo Figueroa del PRI obtiene de nueva cuenta el XX distrito. Los perdedores del PRI fueron Miguel Ángel García Granados, Irma Tirado candidata a diputada por XIX distrito y Nadia Vega del PAN por el XX. El Acibarado sabor de la derrota. Es a partir de las elecciones de 1995 cuando el PRI del Mazatlán pierde la presidencia municipal y disminuye su peso en la política local. Hasta la fecha han transcurrido cuatro procesos electorales consecutivos sin que el electorado mazatleco le retorne al tricolor su voto y confianza. En las elecciones de 1995 el licenciado Alejandro Camacho venció al notario público Joel Bouciéguez candidato del PRI. En el plano local el priismo sólo mantiene su dominio en el Distrito XX, mismo que abarca un área de fachada rural y de tradición corporativa con centro de poder en el viejo Mazatlán y la ciudad de Villa Unión; mientras que El XIX Distrito electoral local y VIII

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federal, con cabecera en el casco urbano de Mazatlán y con gran peso demográfico e importancia electoral lo tiene perdido desde 1997. Sin embargo, al seno del PRI han crecido militantes que han aprendido a participar en el escenario de la alternancia, perdiendo y ganando, como el licenciado Miguel Ángel García Granados, Raúl Darío Cárdenas Duarte, Fernando Pucheta y Jorge Abel López Sánchez, este último hasta el momento no conoce personalmente el sabor de la derrota. JALS resultó electo diputado local por el XX distrito en 1989 y luego diputado federal en 2003 por el VI distrito y actualmente desempeña el cargo de Senador de la República por la vía plurinominal al que arribó después de que Natividad González Parás resultó electo gobernador de Nuevo León en 2003 siendo Jorge Abel su suplente en el Senado. JALS es un amigo con buena estrella aunque para la mayoría de los priístas mazatlecos sea un advenedizo y causante de los males reales y ficticios que padece el PRI. Como Senador mantiene un perfil bajo. Pero le da utilidades para mantenerse como aspirante a la presidencia municipal para el 2007. La tenue luz del sol. La ciudadanía mazatleca en materia electoral no sólo orienta su voluntad mayoritaria hacia el PAN. Las jornadas del Frente Democrático Nacional con la candidatura a la presidencia del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988, renovaron el interés en la creación de un nuevo partido nacional que aglutinara en uno solo a las expresiones de izquierda y a las nacionalistas revolucionarias provenientes del PRI, siendo así como nació el Partido de la Revolución Democrática. En Mazatlán como en muchas partes del país, la presencia del partido del Sol Azteca está permanentemente eclipsada por los conflictos internos de sus corrientes de interés; prueba de ello es que no ha forjado una imagen socialmente aceptable con militantes, líderes y candidatos propios. En Mazatlán no tienen participación en ningún tema de los muchos que afectan a la ciudadanía.

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Aun así, los fenómenos nacionales impactan favorablemente para el PRD atrayendo el interés del electorado mazatleco. Así se manifestó en las elecciones federales intermedias de 1997 cuando el arquitecto Armando Galván Garzón, candidato del PRD por el VIII distrito, se beneficia de la campaña exitosa de Cuauhtémoc Cárdenas por la jefatura de Gobierno en el Distrito Federal. Acontecimiento que repercutió positivamente a favor de muchos candidatos postulados por el PRD en el interior del país, pero que en Mazatlán le brindó al PRD la oportunidad de oro para alzarse con el triunfo. Dejando el papel testimonial que habían jugado los candidatos de la izquierda a través del Partido Comunista Mexicano, mismo que posteriormente evolucionó a Partido Socialista Unificado de México y Partido Mexicano Socialista hasta que en 1989 se convirtió en PRD. Cuando el arquitecto Galván gana la diputación en 1997 ni su representante ante el consejo electoral del distrito la creían cierta. Posteriormente la presencia del PRD en Mazatlán se mantendrá con altibajos donde las rencillas internas impiden un mejor posicionamiento electoral. Pasos al caos. Fenómeno aparte es el de Jorge Alberto Rodríguez Pasos, locutor y candidato ciudadano que compitió por la diputación federal del VIII distrito con las siglas del PRD en 2000, en medio de una elección en que la mirada analítica se centraba en la pugna entre PRI-PAN por la presidencia de la República, donde sus candidatos Vicente Fox y Francisco Labastida fueron los personajes centrales y por la jefatura de gobierno del Distrito Federal destacaba Andrés Manuel López Obrador. Aca, en el plano local, se tejía otra historia en donde el actor principal era Jorge Alberto Rodríguez Pasos, candidato a diputado federal por el PRD y conductor del programa de radio EN LA MIRA, este personaje había alcanzado niveles máximos de popularidad que pasaron inadvertidos para los contrincantes de Acción Nacional, Refugio “El Cuco” Martínez y la bióloga Esperanza Kazuga, del PRI todos candidatos del VIII distrito electoral federal . 98


Desde su programa JARP había llevado a cabo una gestión social sin precedentes. Una llamada a EN LA MIRA servía para todo, desde denunciar los abusos y corruptelas de la autoridad, la decidía de los trabajadores de aseo y limpia, fugas de agua, vecinos no gratos, policías abusivos, hasta aliviar los dolores de cabeza de una humilde viejecita, mediante la donación de unas pastillas de paracetamol. Mediante esta promoción penetró en todas las conciencias, ya fuera de las personas que viven en las zonas residenciales o, de manera preferente, entre las que habitan en rincones populares del puerto. Al arribar a la presidencia puso en ejercicio el popular programa de ayuda económica a las personas de la tercera edad y que no se encuentran inscritos a ningún programa de pensión. Llamar a EN LA MIRA fue también una de las maneras favoritas de desfogar el creciente resentimiento social, que embargaba a la ciudadanía, producto de políticas socioeconómicas ineficientes y carentes de equidad. El material social estaba a la mano y el medio para acrecentar la imagen del locutor converso a político no pudo ser el mejor. La radio sigue y seguirá siendo el más popular de los medios masivos y recientemente el menos prejuiciado en materia de comunicación de masas. El fenómeno de periodismo radiofónico de denuncia sigue siendo en Mazatlán el que alcanza mayores puntos de audiencia y popularidad. Entre la ciudadanía a Jorge Rodríguez Pasos no se le recuerda como diputado federal, una vez en San Lázaro decide romper con el PRD y pasar a las filas de los diputados independientes a cualquier lineamiento partidario en el quehacer legislativo. A JARP se le recuerda por su elevado nivel de aceptación entre los ciudadanos mazatlecos con más de cincuenta mil votos en el proceso electoral del 2001. Resultado que lo llevó a convertirse en presidente municipal y al ingeniero Gerardo Rosete Ramírez en diputado local por el XIX distrito y en darle momentáneamente un posicionamiento masivo a la coalición postulante compuesta por el Partido del Trabajo, Partido Barzonista Sinaloense y Partido Convergencia. 99


La elección de JRP tuvo un resultado sin precedente en la historia política porteña, pero más lo tuvo su escandaloso y folklórico paso por la presidencia municipal. Como en una comedia televisiva de malgusto, durante su breve gestión un póster del equipo de fútbol América se exhibía en una pared de la oficina a espaldas del sillón de la presidencia. En el lugar donde por lo general destaca la fotografía del gobernador o el de algún símbolo patrio. Su afición americanista llevada al extremo evidenciaba de cuerpo entero la calidad cívica de quien terminó desaforado por razones que en su momento llenaron de vergüenza, indignación e incertidumbre a la ciudadanía. Epílogo. A manera de colofón, puntualizo que la alternancia política ha sido asumida culturalmente por la sociedad mazatleca y difícilmente cambiará de parecer. El elector premiará y castigará a la vez que exigirá más a los contrincantes. Este comportamiento dará a las elecciones locales ese toque de sana incertidumbre a los procesos. Hasta no ver la constancia de mayoría en sus manos los candidatos darán por terminada la contienda. Haciendo eco a la célebre frase beisbolera de: “esto no termina hasta que se acaba”. Como resultado tangible, la pluralidad en la representación política de todo tipo es uno de los rasgos distintivos de nuestra sociedad y para muestra observe con detenimiento los cuadros que acompañan a este documento y notará que desde 1996 los partidos no se llevan el anhelado “carro completo”. Los analistas han reconocido que en materia electoral Mazatlán, encabezando la zona sur de la entidad, e irradiando su influencia a los municipios vecinos de Concordia, El Rosario y Escuinapa, posee una personalidad política diferente al escenario más o menos homogéneo que se presenta en el resto de la entidad. Lo cual contribuye a que la oferta y competencia entre los partidos y de los candidatos se matice y se haga más atractiva.

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(Cuadro 1) PRESIDENCIA MUNICIPAL Y DIPUTADOS LOCALES. PERIODO

PRESIDENTE DIPUTADO MUNICIPAL DISTRITO XIX*

1984-1986

QUIRINO ORDAZ LUNA (PRI)

1987-1989

JOSÉ ÁNGEL PESCADOR OSUNA (PRI)

1990-1992

HUMBERTO RICE GARCÍA (PAN)

1993-1995

MARTÍN GAVICA GARDUÑO (PRI)

1996-1998

ALEJANDRO CAMACHO MENDOZA (PAN) ALEJANDRO HIGUERA OSUNA (PAN)

1999-2001

ALFREDO LÓPEZ ARREGUI (PAN)

GILBERTO JUÁREZ CARVAJAL (PRI) ALEJANDRO HIGUERA OSUNA (PAN) JOEL BOUCIÉGUEZ LIZÁRRAGA (PRI) MELESIO GAXIOLA (PRI) MARTÍN SALVADOR (PAN)

2002-2004

JORGE RODRÍGUEZ PASOS (PT-PCPBS)

GERARDO ROSETE RAMÍREZ (PT)

2005-2007

ALEJANDRO HIGUERA OSUNA (PAN)

CARLOS FELTON GONZALEZ (PAN)

DIPUTADO DISTRITO XX** GERMÁN ALEJANDRO BRITO NORIEGA (PRI) MANUEL RODRÍGUEZ SÁENZ (PRI) JORGE ABEL LÓPEZ SÁNCHEZ (PRI) ARMANDO ZAMORA CANIZALEZ (PRI) REFUGIO MARTÍNEZ (PAN) RAÚL DARÍO CÁRDENAS DUARTE (PRI) MIGUEL ÁNGEL GARCÍA GRANADOS (PRI) GONZALO FIGUEROA (PRI)

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NOMENCLATURA: PAN, Partido Acción Nacional.PBS, Partido Barzonista Sinaloense. PC, Partido Convergencia.PRI, Partido Revolucionario Institucional.PT, Partido del Trabajo. *Para la elección del 6 de noviembre de 1983 era el distrito electoral XVI. En 1992 cambió a XIX. Comprende parte de la ciudad de Mazatlán , alcaldía central, las sindicaturas de Mármol, El Quelite, El Habal, La Noria, El Recodo y Siqueros. **Para la elección del 6 de noviembre de 1983 era el distrito electoral XXIII. En 1992 cambió a XX. Comprende Parte de la ciudad de Mazatlán, Alcaldía Central y las sindicaturas de Villa Unión y El Roble. Fuente: Hemeroteca del Archivo del H. Ayuntamiento de Mazatlán. (cuadro 2) DIPUTADOS FEDERALES. PERIODO 1985-1988 1988-1991 1991-1994 1994-1997 1997-2000 2000-2003 2003-2006

DISTRITO VIII* JOSÉ ÁNGEL PESCADOR OSUNA (PRI) MARTÍN GAVICA GARDUÑO (PRI)

DISTRITO VI** DIEGO VALADÉS RÍOS (PRI)

JUAN RODOLFO LÓPEZ MONRROY (PRI) JESÚS ARNOLDO JUAN SIGFRIDO MILLÁN TRUJILLO MILLÁN LIZÁRRAGA (PRI) (PRI) JORGE ABEL LÓPEZ JESÚS MANUEL SÁNCHEZ (PRI) MELÉNDEZ FRANCO (PRI) ARMANDO RAFAEL GALVÁN (PRD) OCEGUERA RAMOS (PRI) JORGE ALBERTO JAIME BARRÓN RODRÍGUEZ PASOS FONSECA (PRI) (PRD) ALEJANDRO JORGE ABEL HIGUERA OSUNA LÓPEZ SÁNCHEZ (PAN) (PRI)

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*Siendo V DISTRITO tenía como demarcación territorial la zona norte de la ciudad de Mazatlán partiendo de la Ave. Manuel Gutiérrez Nájera contenía el área rural norte del mismo municipio y la totalidad de los municipios de San Ignacio, Elota y Cósala. Para la elección de junio de 1997 cambió a VIII DISTRITO y engloba únicamente la zona urbana de la ciudad de Mazatlán y en el actual proceso se le incluye la zona urbana de Villa Unión y El Roble. **Siendo IV DISTRITO tenía como demarcación el casco urbano de Mazatlán partiendo de la Avenida Manuel Gutiérrez Nájera al Sur y junto a su zona rural y la totalidad de los municipios de Concordia, El Rosario y Escuinapa. A partir de 1997 el cambia a VI DISTRITO y engloba en su totalidad a la zona rural del Municipio de Mazatlán, y los municipios de Cosalá, Concordia, Elota, Escuinapa, El Rosario y San Ignacio. Fuente: Memoria del Proceso Electoral Federal 1991;1994 y 1997. Vocalía de Capacitación Electoral y Educación Cívica de la Junta 06 DEL INSTITUTO FEDERAL ELECTORAL. MAZATLÁN y Hemeroteca del Archivo del H. Ayuntamiento de Mazatlán.

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Entre el poder y los medios: el TRIFE no da sorpresas

Pedro Brito∗

No hubo sorpresas para nadie con la entrega del fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sobre las elecciones presidenciales realizadas el pasado y controvertido dos de julio. Los magistrados ya habían mandado señales de por dónde irían sus resoluciones cuando no aceptaron abrir los paquetes electorales para realizar el conteo de los votos. Corrigieron el cómputo a partir de incorporar los resultados parciales de la revisión que hicieron en menos del 10% de las casillas instaladas. Dieron los números finales de votos válidos para cada uno de los candidatos luego de anular casi los mismos sufragios de la diferencia entre el primero y el segundo lugar. Evaluaron las llamadas causas de nulidad abstracta y desecharon las demandas correspondientes, no sin antes reconocer que algunas participaciones de actores poderosos fueron negativas para el proceso aunque no determinantes para el resultado, lo que les permitió

Maestro Investigador de Tiempo Completo, de la Facultad de Ciencias Sociales. Miembro del Consejo Académico de la Maestría en Ciencias Sociales. 104


declarar válida la elección y dictaminar que el presidente electo es Felipe Calderón. Se afirma que tal dictamen es inapelable e inatacable debido al carácter de instancia máxima de dicho tribunal. No obstante, es necesario discutir el contenido, sobre todo por los efectos políticos que puede generar en el país. Resulta pertinente aclarar las dudas que subsisten en una parte de la ciudadanía y analizar la consistencia lógica del fallo. En él aparecen dos afirmaciones que llaman la atención por la contradicción manifiesta entre las premisas y la conclusión. Vean si no. Por un lado los magistrados reconocen que el presidente Fox tuvo una participación indebida en el proceso electoral, consideran que su injerencia puso en riesgo la calificación de validez de los comicios, entre otras razones por no mantener la neutralidad institucional como presidente de la república, por participar a través de declaraciones tendenciosas contra un candidato y por gastar dinero público en promoción de sus obras de gobierno a través de la difusión de miles de mensajes pagados en la televisión y en la radio. No obstante esta premisa negativa los magistrados asumieron que esta irregularidad no fue determinante para alterar los resultados del proceso. Por otra parte, el TEPJF en su dictamen reconoció que hubo participación indebida en el proceso electoral del Consejo Coordinador Empresarial, a través de la difusión en los medios masivos nacionales de “spots” televisivos y radiofónicos dedicados a atacar con propaganda negra a AMLO. En este caso a pesar de que los magistrados reconocieron que hubo influencia negativa de dicho organismo empresarial sobre el proceso electoral, concluyeron que esa injerencia no fue determinante para incidir sobre el sentido de los resultados. En ambos casos el resolutivo del tribunal genera dudas. ¿Cómo saben los magistrados que tales participaciones ilegales y negativas de 105


estos poderosos actores políticos y empresariales no fueron determinantes en los resultados del proceso electoral?, sobre todo si se toma en cuenta que la diferencia en votos entre los dos candidatos punteros fue tan pequeña. A decir verdad, los magistrados no aportan argumentos fundados para convencer a los ciudadanos de que se puede descartar el impacto negativo de las acciones de Fox y el CCE sobre el juego de suma cero de estas elecciones. Es evidente que la aseveración del tribunal en el sentido de que dichas injerencias no fueron determinantes sobre los resultados constituye una contradicción lógica, no se sostienen sus dichos porque no se aportan hechos que comprueben que tales actuaciones no fueron determinantes. Se podría interrogar por ejemplo: ¿cuántos ciudadanos fueron influidos y convencidos de no votar por un determinado candidato a partir de las declaraciones del presidente Fox respecto al populismo y los peligros que le endilgaba al candidato AMLO? Es evidente que muchos electores se vieron influidos por este tipo de declaraciones. Por otra parte, es importante considerar los gastos que hizo la presidencia de la república en propaganda a lo largo del proceso electoral para difundir la obra de gobierno. Fueron millones de pesos dedicados a esta tarea que, de suyo obvia, influyeron sobre los votantes y de paso rompieron con el principio de equidad que debe prevalecer en la competencia electoral. El TEPJF no pudo negar tampoco la influencia que tuvo el llamado Consejo Coordinador Empresarial por su intromisión en el proceso al atacar con sus “spots” a AMLO y beneficiar a Felipe Calderón. Decir que la propaganda del CCE fue influyente pero no determinante no es un razonamiento serio a menos que se demuestre. Sin duda, muchos ciudadanos fueron manipulados por este tipo de propaganda negra contratada ilegalmente por esta agrupación empresarial.

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En el análisis de políticas públicas se afirma que es importante desde la perspectiva de la consolidación de los sistemas democráticos que los ciudadanos, partidos y autoridades deban cuidar los procesos públicos para tener buenos productos que permitan mejorar la gobernabilidad. Ahí se sostiene que un proceso legislativo bien llevado debe producir leyes respetables; que los procesos de la administración gubernamental producen mejores políticas públicas útiles para la sociedad; que los procesos judiciales pulcramente llevados dan como resultado sentencias claras e inapelables y que los procesos electorales conducidos con neutralidad y transparencia por parte de sus autoridades y actores políticos producen autoridades legítimas. Evidentemente que tales ideales no se están cumpliendo en México, un ejemplo es este proceso electoral que registró notables irregularidades donde se acumularon acciones negativas y se puso en duda la neutralidad no sólo de las autoridades electorales sino también la de los gobernantes en turno. Tales situaciones anómalas minan los principios de equidad, certeza y transparencia que deben tener las elecciones por lo que aumentan las dudas, disminuye la credibilidad en las instituciones electorales y se genera ilegitimidad en los resultados. Por eso, aún y cuando ya está dicha jurídicamente la última palabra sobre el proceso electoral, crece el descontento ciudadano en grandes franjas de la población que consideran que la competencia no termina con la entrega de la constancia de presidente electo a Felipe Calderón, en virtud de que aparece como un presidente espurio al que se debe cuestionar. La creencia sobre la ilegitimidad del candidato ganador puede crecer, sobre todo si no se aclaran, con argumentos sustentados, las dudas que tiene la ciudadanía sobre la equidad del proceso. La oposición al dictamen emitido por el TEPJF no debe verse como un asunto de malos perdedores; es claro que en una democracia seria con 107


procedimientos institucionales claros, los perdedores terminan por levantar la mano de los triunfadores en virtud de que tuvieron elecciones limpias. En cambio, cuando no hay certeza sobre la transparencia y neutralidad de las autoridades electorales, los resultados pueden ser vistos como una imposición fraudulenta, más que como el producto legítimo de una elección democrática. En el año 2000 se dio un trascendente paso hacia la democracia con la inauguración de la alternancia; en 2006 más que consolidar la transición lo que se observa es un retroceso. La polarización que provoque esta cuestionada elección puede costarle mucho al desarrollo del país. El fallo del TEPJF, en lugar de restañar las heridas que dejaron las elecciones de julio, hace más anchas y profundas las brechas de la división nacional.

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Dos viejas canciones al son de las elecciones José Luis Franco*

El Tatatiu Tatatiu regresa al Hit Parade Increíble, pero cierto. Esa es la muletilla que usamos cuando lo inusitado se apodera del panorama de nuestra realidad. Antes de entrar en materia, debo decir a mis lectores, q∗ue se reducen a una quinta de básquetbol sin banca, en la que muevo el balón, de ahí que el número real queda en cuatro, que lo que me orilla a vomitar la expresión es algo a lo que le he dado más vueltas que un perro antes de echarse. Gracias a Ernesto Zedillo, quien se atrevió a jugar una democracia sin apellidos: él le puso Jorge al niño y no Fox, al que algunos despistados insisten en ver como el parturiento de la alternancia cuando está más que visto que ahora que le tocaba demostrarlo la situación se le complicó a tal grado que el producto se pasmó. Pero agarré monte, de manera que vuelvo al carril. Gracias a Zedillo, y no es reproche sino honesto reconocimiento, tuvimos oportunidad de vivir un sexenio clownesco en el que todo podía ocurrir y cualquier

Escritor. Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y coordinador de la Feria del Libro de Mazatlán, Sinaloa 109


tontería o exabrupto se podía escuchar. Nos dio la chanza de sentirnos gobernados por un preparatoriano de medio pelo. ¿Quién no gozó cuando se le ocurrió la balandronada de inventar un escritor llamado José Luis Borgues? En un curso elemental de literatura hubieran mandado a ese alumno de smoking y botas de charol a una esquina con tamañas orejas de burro. Para su fortuna la dijo en el escenario de la Real Academia, en España, por lo que, dicho de una manera amable, el asunto no tuvo mayor consecuencia. Cierto, el dislate nos situó en un lugar bajísimo en el ranking de conocimientos literarios. En comparación, el lugar que le dio FIFA a la selección tras el mundial es de privilegio. En eso le debe dar las gracias al entrenador “Volpe”, aunque el pueblo mexicano lo acuse de mariquita al decirle La. Lo que si es que eso le dio a Jorge Luis Borges una razón más para descansar en paz: ni una línea de los discursos foxistas tienen su influencia, eso está comprobado. Con Carlos Fuentes no tuvo dificultad. Dijo el nombre correctamente. Se nota que lo admira, pero en forma tan desmedida que en otro acto público de gran nivel le otorgó, por sus puras botas picudas, un premio que nunca ha ganado: el Nóbel. De nuevo al banquillo de la ignominia. Su política externa tuvo tintes de una genialidad muy al estilo de Beto el Boticario, el popular magazo, cuyo atractivo consistía en mostrar el lado oculto del truco al ritmo de tatatiu, tatatiu. Así, en esa usanza, millones de mexicanos escuchamos desde nuestras respectivas perspectivas el affaire telefónico con Fidel Castro. Parecía un guión de Ionesco, el padre del teatro del absurdo. Uno hacía el papel de un viejo dictador con un retorcido colmillo político que trataba con absoluto respeto a su interlocutor, aunque este se dirigiera a él de una manera tan campechana que sonaba a irrespetuosa. El Mostachón era a leguas más propio cuando regañaba al Wash and Wear. El asunto culminó en una frase para los bronces: “comes y te vas”. Me gusta para nombre de restaurante de comida cubana. 110


Si un niño se equivoca en un examen con la fecha de la expropiación petrolera no pasa nada. A lo mejor es su único error y pasa con nueve. Pero que un Presidente de la República, especialista en exterminar de tepocatas (a la fecha no las conozco) y víboras prietas (solo esas), diga en cadena nacional, el día de la conmemoración, que fue el 18 de marzo de 1936 y no de 1938 … como que no ¿verdad? Debo acotar que no soy de los que piensan que el Presidente debe ser el centro de acopio del conocimiento universal, el pararrayos de toda sabiduría. Para nada. Es un mortal con sus debilidades y fortalezas y debe reconocer cuáles son unas y otras para rodearse de las personas indicadas para que tapen el lado flaco y saquen a relucir el otro. Es fácil. Si usted no sabe de electricidad, puede quedar electrocutado al intentar quedar bien con la vecina, que se morirá de risa, pero si sabe de carpintería, puede ser que le saque una cita. Fox fue muy listo para decirnos, repetirnos, volvernos a decir y a repetir que él no lo era. Así, nos cerraba el paso del asombro. Se presentaba, con su estatura, su vestimenta, el bigote anacrónico, las manazas, como un personaje que el Chavo del Ocho descartó por no dar el ancho. Vaya, como la idea original del que luego sería el profesor Jirafales. Nos negaba la posibilidad de soltar un “increíble pero cierto”. En junio, con el tono de las elecciones a nivel de discusión de cantina, se avienta la puntada de nombrar a Cuauthémoc Cárdenas como Coordinador General de la conmemoración del bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución. Sonaba raro. Los bonos del hijo de Lázaro, el de la expropiación en el 36, digo, en el 38, bajaron en el bando de la izquierda en manera proporcional a su alza entre la derecha. Muchos se preguntaron el por qué de tanta antelación, si dichos festejos no le tocarían como Presidente de la República. ¿Para qué dejar una herencia de ese tipo? Lo único que

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quedó en claro es que el despojado en 1988 no simpatizaba con Andrés Manuel. Luego, el 29 de junio, a escasos tres días de que los mexicanos participaran en “las elecciones más transparentes”, como dice ese spot televisivo que parece diseñado por Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Adolfo Hitler, experto en convertir en verdad una mentira, Vicente Fox se anima, en un aparente desliz de candor, a sugerir una segunda vuelta en las elecciones presidenciales “para dar más credibilidad al ganador”. ¡Tres días antes lo avistaba! ¿Entonces? Me atrevo a decir que desde el miércoles 5 de julio los medios de comunicación nos han llevado a pensar que vivimos en dos países diferentes. Los electrónicos, en definitiva los de mayor alcance, se fueron sobre la yugular de López Obrador y alzar la mano de Calderón. Lo objetividad salía sobrando. Un llamado a la conciencia, en el que mencionó a la familia de Calderón, fue tomado por la tele y la radio como una amenaza. Por favor. Otro país nos lo dan los medios impresos. Algunos han sido bastante vehementes al ofrecer pruebas contundentes de una elección amañada al viejo estilo de nuestra democracia con adjetivos, pero aquí nadie lee “Las elecciones más transparentes” han sido de pesadilla. Otra cosa que han hecho los medios electrónicos es acusar a López Obrador de querer anular las elecciones en México. No se ha cansado de decir que quiere que se cuente voto por voto al extremo de la necedad, pero de igual forma, con goebbeliana constancia, los “lideres de opinión” insisten en que es él quien quiere anular las elecciones. Si esto ocurre, si el voto por voto de López Obrador se convierte por obra y magia del Trife, los medios electrónicos y cierta injerencia del presidente Fox en la anulación de las elecciones, el Congreso tendría que decidir, entre una terna, un presidente sustituto. Sobre este respecto, hoy martes 25 de julio aparece en una caricatura de José Hernández en la que con toda ironía sintetiza un rumor que empieza a generalizarse. La titula “encrucijada” y en ella 112


nos plantea dos escenarios: “voto por voto”, y aparece una mano depositando su sufragio en una urna. El otro es “bato x bato” y aparece un mono que parece Fox dándole un patadón trasero a otro que parece Calderón, mientras mantiene en su derecha un monigote inerte con un fuerte aire a Cuauthemoc Cárdenas. La neta que se me enchinó el cuero cuando la vi. Increíble, pero cierto, pensé desde el primer momento y hasta ahora no he cambiado de opinión. Increíble, pero cierto: Cárdenas, la propuesta de una segunda vuelta, “las elecciones más transparentes”, cambiar el voto por voto por la anulación de las elecciones, Cárdenas como carta secreta. Increíble, pero cierto. Fox se empeña en seguirle los pasos a Beto el Boticario. Dónde estarán los amigos de ayer En el 2000 mis compañeros universitarios descubrieron una fórmula que días antes había salido de los cerebros de Jorge Castañeda y Adolfo Aguilar Zinser: el voto útil. No puedo decir que lo tomaron como si el sol naciera, porque el eufemismo llevaba la plena intención de ocultar al sol azteca. Se había descubierto que el PRI llevaba setenta años en el uso del poder, que el PRD había fallado asumiendo una actitud sumisa tras el fraude del 88 y que Fox tenía un carisma capaz de derrumbar la hegemonía de partido y abrir el sendero de la alternancia. La mesa puesta. Luchadores sociales, estudiosos del marxismo, miembros fundadores de partidos políticos de izquierda, integrantes del coro del pueblo unido jamás será vencido, en su afán de ver morder el polvo al decrépito partido tricolor no les temblaba ni la voz al virar su discurso a favor de quienes han sido por siempre los que han mantenido sometido a este pueblo. Esos que viven en un territorio en el que en lugar de un sol amanece un dólar, como dice Rubén Blades. Producía una curiosa mezcla de sensaciones escucharlos. Para resumirlas tendré que recurrir a otra canción popular, ésta de Pablo 113


Milanés: “dónde estarán los amigos de ayer” Toda su integridad, inteligencia y decoro puesta al servicio de un empresario fanfarrón para el que el caso Chapas (hace unos días descubrió que es Chiapas) era cosa de unos quince minutos que a la fecha no han llegado. Mis amigos no lo vieron así. No vieron que ese personaje dueño de una increíble capacidad para construir neologismos, pero no por su vasto conocimiento del idioma sino todo lo contrario, cometía la irresponsabilidad de declararse apto para armar un rompecabezas de quinientos años de fracturas en quince minutos. Su venta del voto útil surtió efecto en varias conciencias. En el argumento venía incluido el envejecimiento del caudillo perredista, el célebre hijo del Tata (aunque a estas alturas su desgaste obliga a cambiar la sintaxis: “el hijo del célebre Tata”). Era absurdo. Cárdenas es dueño de un físico que nos hace pensar que nació viejo, así como Cortazar siempre ofreció la imagen de ser un adolescente eterno y Vargas Llosa produce la impresión de ser un niño camino a su primera comunión. Las ideas liberales jamás chochean por ello más parecía que los que hubieran envejecido eran ellos. Me recordaban la máxima de Chasquinti, poeta que solía despachar en el viejo Doney de la 5 de mayo: “de niños prodigio a viejos pendejos”. En el caso particular me daba erisipela seguirles el juego. Por ello sesionamos en diversas ocasiones en las mesas al aire libre del otrora entrañable Café Pacífico. No llegábamos a nada, ellos en su postura, y yo en la mía, pero qué bien la pasábamos. El encanto de la posibilidad de la alternancia daba el toque especial a las charlas. Cierto que me calaba encontrar que el coro que entonaban había caído al nivel de “sacaremos a ese buey de la barranca” y que su filosofía social había tocado el techo de “no les regales un pescado, enséñales a pescar”, nunca deje de tenerles respeto. Bueno, solo a ratitos. Finalmente se salieron con la suya. Gracias al voto útil el hombre de las botas se encaramó al poder después de que un IFE dirigido por José Woldenberg Karakowsky, que por sus apellidos parecía más un 114


cosmonauta ruso que un doctor en Ciencias Políticas por la UNAM, lo declaró vencedor sin mayor trámite y con un Ernesto Zedillo sonriente que sacrificó pasión partidista por respeto a la opinión popular. Francisco Labastida Ochoa, que había soportado el elevado nivel discursivo de su contendiente, quién lo había señalado en un debate como “mariquita” y le había cambiado el nombre por La vestida, se fue a su esquina con su ignominioso pase a la historia en el bolsillo por ser el primer candidato priista que pierde una elección presidencial. La hora del cambio había llegado. No pasó mucho tiempo para que los afanosos promotores del voto útil hicieran un nuevo y atroz descubrimiento. La reversa también es cambio, y vaya que lo estamos viendo. Desilusionados, se sumarían a las filas de los desencantados con el memorable lamento nerudiano: “es tan corto el amor y es tan largo el olvido”. Jamás lo olvidarán, aunque no se les haya ocurrido acuñar la frase de “2 de julio de 2000 no se olvida”. No estrellé sus cabezas contra la burlesca lápida del “se los dije”, porque la verdad sea dicha, nunca imaginé que su “voto útil” iba a producir tantas fisuras en el país. Fisuras de todo tipo que hoy que se hace el balance del sexenio están creciendo al extremo de provocar una falla espantosa, peor que la de San Andrés, que tiene a México dividido literalmente en dos mitades. Recuerdo que al lograr la alternancia en el país Zedillo se desmarcó de los reflectores de una manera natural e inteligente. Prueba de su calidad como mandatario lo significa la escasez de chistes hechos a sus costillas. Triste, pero cierto, cuando los mexicanos nos queremos cobrar la factura de un mal gobierno lo atascamos de chistes, como una prueba más que somos unas chuchas cuereras del humor negro. Fox no ha podido hacer lo mismo que su sabio antecesor, cuya imagen crece con cada caótico día de este inédito conflicto postelectoral.

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Hace seis años y meses, cuando perseguían a toda velocidad la zanahoria del “voto útil”, como si estuvieran en un galgódromo, le hacía la segunda voz a Pablo Milanés para preguntarnos dónde estarán los amigos de ayer. Hoy, a más de un mes de las elecciones más transparentes de la historia de México (¿lo dirán en serio, se la creerán?), a seis años y un mes de las que en verdad lo fueron y sin mayor cacareo, los he vuelto a encontrar. Van y vienen a México, me platican de los plantones, de las concentraciones, en fin, no se cansan de implorar por todos los rumbos el “voto por voto, casilla por casilla”. Ellos han vuelto a ser los pibes de siempre, dijera Mafalda, pero este país, al parecer, y me encantaría estar muy equivocado, no volverá a ser el mismo. Y eso me da tanta tristeza como reescuchar la canción de Pablo. Cuánto gané, cuánto perdí, Cuánto de niño pedí, Cuánto de grande logré Qué es lo que me ha hecho feliz Qué cosa me ha de doler.

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