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PRESENTACION Esta edición es obra formalmente cristalizada, casi en su totalidad, de la praxis académica del Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS en Mazatlán. De las aulas a las indagaciones de campo; de los cubículos y la teorización a la observación; de las reflexiones, el intercambio analítico y la discusión metodológica a la concreción, registro y ordenamiento de avances y resultados de las investigaciones de los muy activos y críticos estudiantes de la Maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales; de todos estos aspectos y espacios han surgido los trabajos que integran el número 29 de ARENAS. Los textos pueden mirarse y entenderse acaso como esbozos, lineamientos o puntualizaciones de un trabajo científico aún en desarrollo; quizá como reflexiones, notas y apuntes teóricos que van de la cultura, la sociedad y la política a la particularidad de los estudios de caso, lo importante es el involucramiento intelectual de una sólida generación de maestrantes con las problemáticas diversas del entorno regional. De modo que estos escritos de tipo ensayístico son producto sintético, en realidad, de un curso de vertiente metodológica impartido de forma intensiva y especial al novel grupo de la Maestría. De hecho los propios estudiantes, cuando concluyeran sus estudios, planeaban proponer la confección de una revista especial con trabajos suyos como legado. Antes de que lo siguieran planeando, en ARENAS 29 pensamos que era conveniente adelantarnos y he que aquí está una muestra colectiva del esfuerzo de toda una generación que estudia y reflexiona y que también produce. Por razones de espacio, fundamentalmente, sólo pudimos incluir en esta ocasión, nueve trabajos de nuestros estudiantes, a quienes agradecemos su vocación universitaria. De cualquier modo, la revista seguirá abierta para posteriores colaboraciones. En este marco, y como una colaboración muy especial que cierra la presente edición, mas no la discusión, participa con nosotros el doctor Carlos Maya Ambia, notable y prestigiado investigador y 7
catedrático de la Universidad Autónoma de Sinaloa, cuyo sólo nombre evoca e invoca al rigor y a la profundidad de la academia, con un trabajo que versa precisamente sobre los fundamentos y los alcances epistemológicos y metodológicos de las disciplinas científicas como las ciencias sociales y la historia, sus realidades, sus mitos y sus retos.
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REFLEXIONES SOCIAL
TEORICAS
SOBRE
LA
EXCLUSION
Leopoldo GARCÍA RAMÍREZ •
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Economista. Estudiante de la maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales de la Facultad de Ciencias Sociales. 9
La exclusión social se presenta como un elemento dicotómico, como el reverso y el anverso de una relación social. Como las dos caras de una misma moneda. Como exclusión niega y bloquea, derechos, accesos y oportunidades. Al mismo tiempo que permite, que otros- los incluidos- obtengan ventajas y condiciones de privilegio en el acceso a las oportunidades sociales. Inclusión y exclusión como efectos de un mecanismo social reciclador de desigualdades. Es precisamente esta función de la exclusión social, como mecanismo generador, como factor de reciclaje social, lo que hace pertinente su estudio. Lo que ha llamado la atención de los investigadores sociales como herramienta de análisis teórico, capaz de aportar un mayor abanico explicativo de hechos como desigualdad, pobreza y marginación. 1 Hoy el concepto de exclusión social cobra plena vigencia al ser incorporado como una categoría analítica en los estudios de la realidad social. El concepto como herramienta teórico-analítica, está presente en trabajos de muy diversos investigadores y especialidades 2 Cfr. Fernando Cortés afirma: “En resumen, la marginación en su versión más abstracta intenta dar cuenta del acceso diferencial de la población al disfrute de los beneficios del desarrollo. La medición se concentra en las carencias de la medición de las localidades en el acceso a los bienes y servicios básicos, captados en tres dimensiones: educación, vivienda e ingresos” (Cortés F.2006. Pág. 75). Y agrega que la marginalidad es un concepto que se sitúa dentro de la teoría de la modernización, según la cual las sociedades “subdesarrolladas” se caracterizarían por la coexistencia de un segmento tradicional y otro moderno, siendo el primero el principal obstáculo para alcanzar el crecimiento económico y social auto sostenido. El mismo autor refiere que el concepto marginal hacía referencia al lugar que ocupaban las relaciones sociales de producción respecto al modelo de acumulación; estas podían ser centrales o marginales (Cortés F. 2006. Pág.76). 2 Luengo, J 2005, Tezanos J.M, Jiménez M 2009, Subirats J 2005, Stavill J 2003, (España); Littlewood P, Herkommer S, Koch M 2005, Inglaterra; Silver H Francia; Pérez JP, Mora M, 2006, Cortéz F, 2006, Fleury S, 2004, Sunkel O 1999, Saraví G 2004, Minujin A 2001, Nun J 2001. América latina. 1
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como economía, sociología, educación o espacios urbanos 3. El hecho de que cada vez más investigadores lo estén usando, muestra que es una herramienta muy útil, capaz de responder en forma adecuada a los nuevos fenómenos sociales. Sin embargo, es conveniente aclarar que el término exclusión --sin el apellido, social, laboral o educativa-- forma parte del habla común. Como doxa, casi. Es decir, la palabra exclusión tiene uso en el orden cotidiano, cuyo significado designa múltiples formas en las que se expresan acciones de discriminación. Este uso cotidiano y común del término, es referido a las relaciones personales, tendiendo a una noción de carácter general. En este uso, se puede excluir a alguien desde el saludo, hasta la invitación a departir en un convivio, pasando por una negativa amorosa, etc. En su acepción más común diría Perogrullo: es excluido todo aquel que no es incluido. En cualquiera de los aspectos de la vida cotidiana. Esto puede conducir a no especificar la diferencia, entre el término como doxa y la categoría de análisis. Si bien ambos pueden expresar actos o acciones negatorias, es en el ámbito de los derechos sociales donde se expresa la exclusión como fenómeno propiamente social. En el proceso de su construcción como categoría social de análisis, se han delimitado los ámbitos de acción en que se expresa; se le ha relacionado con alguno de los paradigmas, se ha venido rastreando su historia y su relación con las diferentes disciplinas. En el presente ensayo abordamos algunos de estos presupuestos con la finalidad de establecer una aproximación al concepto. Comenzamos con algunos antecedentes y luego retomamos la discusión desde los paradigmas de las ciencias sociales, los ámbitos en que se expresa y por último, en específico, algunas definiciones.
Por la variedad de temas, y por ser sobre nuestro país. De especial interés resulta el libro coordinado por, Rolando Cordera, Patricia Ramírez Kuri, Alicia Ziccardi. 2008. Pobreza, Desigualdad y Exclusión Social en la Ciudad del Siglo XXI. Edit. Siglo XXI. 3
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ALGUNOS ANTECEDENTES El concepto es relativamente nuevo y ha estado unido a los estudios sobre la desigualdad y la marginación. La exclusión social deviene en una barrera poderosa que impide que las políticas sociales contra la pobreza, por ejemplo, puedan rendir frutos positivos. Se expresa en la gran variedad de formas de la desigualdad. De hecho desde sus inicios, englobaba a toda forma de desigualdad social, capaz de convertirse, bajo determinadas circunstancias, en un “hándicap” para la inclusión social. La utilización del concepto con fines de análisis social, se le atribuye a la sociología francesa. Veamos ahora algunos antecedentes históricos, que le han dado su configuración actual. Como concepto analítico se le atribuye a René Lenoir, con la publicación del libro “Les exclus: un Francais sur dix” (1974); (Pérez J.P. Mora M. 2006) (Jiménez, M. Luengo, J. Taberner, J. 2009). Quien era Secretario de Acción Social del Gobierno de Francia, se dice que utilizó el término para señalar un conjunto de desigualdades sociales, expresadas en una variedad de situaciones que van desde: los drogo dependientes, madres solteras, incapacitados físicos, desempleados. Todos eran englobados en la misma categoría; por tanto le dio un uso muy general. Sin embargo representa la aplicación del concepto como categoría en el reconocimiento a las diversas formas de la desigualdad social. Antes, Max Weber, en su libro Economía y sociedad publicado por primera vez en alemán en 1922 4, había utilizado el concepto “cierre social” para referirse al fenómeno mediante el cual un grupo social --o segmento-- establece criterios de raza, origen social, idioma, religión, cultura o estatus, para “cerrarse” y monopolizar determinadas ventajas sociales, derechos, oportunidades y ventajas económicas. En Weber lo limitado o finito de las “probabilidades económicas” genera una competencia por la obtención de las mismas, lo que conlleva a dejar fuera de estos beneficios sociales a los segmentos o grupos no Se toma como dato cronológico, ya que citamos la séptima reimpresión en español del Fondo de Cultura Económica, de 1984.
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afines. Se trata de beneficiarse de una condición monopólica, en provecho propio, o de grupo. Con la finalidad de mantener su posición de clase o estatus. Así, el número creciente de quienes compiten “en comparación con las posibilidades adquisitivas acrecienta el interés de los partícipes en limitar su número de algún modo. La forma como esto suele ocurrir es que se tome algún carácter exteriormente comprobable de los competidores (reales o potenciales), por ejemplo, la raza, el idioma, la religión, el lugar de nacimiento, la clase social, el domicilio, etc., para basar sobre él la exclusión” (Weber, 1984: 276). Lo de menos es el motivo, siempre habrá alguno. Lo importante es la utilización del factor clase, o el estatus social, con la finalidad de obtener ventaja, en la competencia por las probabilidades económicas. Se trata de utilizar la fuerza organizada de un grupo, segmento o clase social, en interés propio. Por lo tanto, el cierre social es concebido como un mecanismo que funciona en provecho de mantener los espacios en la estratificación social. Weber le llama cierre social al mecanismo que permite el usufructo monopólico de los beneficios sociales, ya que se encuentra analizando las relaciones económicas “abiertas” y “cerradas”, entre los diferentes agentes económicos. Aun y cuando se le denomine de forma diferente, “cierre social”, es un mecanismo de exclusión social. En su análisis de los agentes económicos, este autor localiza e identifica el mecanismo mediante el cual se mantiene el usufructo monopólico de un grupo, clase social o segmento, en detrimento de otro. Con anterioridad Engels escribió sobre el mismo mecanismo y sobre los “superfluos” como su producto natural. Veamos. El proceso de industrialización de Inglaterra fue puntualmente documentado y visto por Federico Engels en su estudio La situación de la clase obrera en Inglaterra. El texto, escrito en 1845, cuando Engels contaba con apenas 24 años de edad, representa una de sus obras tempranas. Es un estudio sociológico en el que se da 13
seguimiento al proceso de formación de un nuevo modo de producción, justamente en su forma más representativa. Una nueva forma de organización social y económica de la que no se tenía ejemplo alguno. Federico Engels, con minuciosidad, registra el surgimiento de la moderna industria, de los capitalistas, y de los asalariados. Poseedores y desposeídos. La gran ciudad como el escenario de las nuevas formas de la pobreza y desigualdad. Una nueva forma de organización social, con una ciudad capitalista moderna. La pobreza urbana, la desigualdad moderna, las nuevas caras de la miseria humana. La riqueza del texto del brillante compañero de Marx es axial, ya que registra y denuncia el momento histórico de formación y desarrollo del modo de producción capitalista. Más allá de las implicaciones metodológicas a la investigación sociológica, representa un estudio clásico sobre la pobreza, en un lugar y momento dado. Propone, pues, que la moderna pobreza es fruto de la explotación del modo de producción capitalista; y que la desigualdad social es también una característica intrínseca a ese modo de producción, y que, por ende, es una forma de organización social, productora de desigualdad y de pobreza. En el mismo texto da cuenta de la existencia de una sociedad dividida en clases sociales. En la que los obreros pese a las condiciones de explotación a las que son sometidos, tienen empleo. Y mediante esta vía, incluidos socialmente. Explotados, sí, pero incluidos. Citando al autor: “Y si hay más trabajadores de los que la burguesía estima necesario ocupar, si después, al término de la lucha de competencia, resulta superfluo un número de obreros que no encuentran ningún trabajo, estos obreros deben morirse de hambre; porque la burguesía no les dará trabajo, probablemente, si no puede vender el producto con utilidad”
(Engels, 1974: 111). La competencia por los puestos de trabajo, aunada a las crisis de sobreproducción, conlleva a que un número de trabajadores no encuentre empleo, y que se mantengan como una 14
masa de personas que le son superfluas al sistema 5. Que no le resultan de utilidad. Esta masa pasa a depender de las instituciones de asistencia social, a vivir de crédito o de la ayuda de los demás trabajadores, de no ser así, …cada crisis acabaría, ciertamente con gran cantidad de “superfluos” (Engels 1974: 122).
Con lo anterior el autor se refiere a la cantidad de individuos que son prescindibles socialmente, aquellos que no tienen empleo alguno y que merced a esta condición resultan superfluos a los capitalistas, dejándolos a su suerte. Excluyéndolos. Weber y Engels encuentran grupos, segmentos o clases sociales que monopolizan derechos o beneficios en provecho propio, excluyendo al resto, manteniendo mediante esta vía condiciones de privilegio. Así, hemos visto tres autores que representan tres momentos fundacionales de la categoría de la exclusión social. Ahora ¿cuál sería la utilidad del concepto en la realidad de América Latina? EL CONCEPTO EN AMÉRICA LATINA. El uso del concepto ha cobrado plena vigencia en los países europeos, y ha tenido como epicentro a la sociología francesa --su lugar de origen-- el cual se ha visto enriquecido por un intenso debate sobre su validez. Es debido a este origen, por lo que se asocia la exclusión social como un concepto útil sólo para las sociedades desarrolladas. Y ligado a los países que experimentaron determinados beneficios sociales producto del llamado Estado de Bienestar, que los países, europeos y los Estados Unidos, lograron implementar como “Los superfluos”-tal como los llama- Engels, es la masa de individuos, que el sistema laboral no puede incluir, de hacerlo, reduciría su margen de ganancias. Dejándolos en condición de exclusión laboral. Con posterioridad Marx, se refiere a ellos como el lumpenproletariado. El llamado “ejército industrial de reserva” lo constituyen los obreros desempleados, que compiten por ser incluidos laboralmente y presionan a la baja los salarios. Como se verá posteriormente en la tesis de Jaime Osorio. 5
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parte de su proceso de desarrollo económico y social en el periodo de pos guerra. El Estado de Bienestar 6, permitió garantizar a amplios sectores de la población derechos relativos a la seguridad social, educación, salud, seguro de desempleo. Beneficios hoy en declive y cuestionados por el neoliberalismo. Lo anterior ha llevado a autores, como Pérez Sáinz, Juan Pablo y Mora Salas a señalar las especificidades y características que en América Latina, asumió el Estado de Bienestar. Para los autores esta forma de Estado tomó su forma más desarrollada en países como Uruguay y Costa Rica (2006: 443), y para el resto de países de la región asumió características particulares, pero muy diferentes en cuanto a la fortaleza y profundidad de los modelos europeos. Dos son los rasgos característicos que en América Latina tendría la exclusión social según los autores; la exclusión laboral y el acaparamiento de oportunidades (2006: 459). Pero ambas formas de exclusión social constituyen la base de la generación de las desigualdades sociales en la región. Resalta que los autores destaquen a la exclusión laboral como la característica central en nuestra región, e incorporen el “acaparamiento de oportunidades”, como rasgos distintivos. Pero si bien los autores analizan a la exclusión social desde la dimensión económico-laboral, el “acaparamiento de oportunidades” puede relacionarse con la exclusión educativa. Las políticas públicas expresan decisiones políticas convertidas en oportunidades, susceptibles de ser En algunos países (los escandinavos constituyen el caso más conocido), los Estados del bienestar de la posguerra fueron obra de socialdemócratas; en otros –en Gran Bretaña, por ejemplo- el “Estado de seguridad social” representaba en la práctica poco más que una serie de políticas pragmáticas destinadas a aliviar la condición de los desfavorecidos y a reducir los extremos de riqueza e indigencia. En cualquier caso, tuvieron un éxito destacable en poner coto a la desigualdad. Si comparamos la brecha que separa a los ricos de los pobres, tanto si se mide por el patrimonio como por la renta anual, vemos que en cada país de Europa continental, así como en Gran Bretaña y Estados Unidos, se redujo espectacularmente después de 1945.Tony Judt. (2010). Pág. 59. 6
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acaparadas por determinados sectores sociales. De esta manera cobran pertinencia las propuestas de Juan Pablo Pérez Sáinz y Minor Mora Salas cuando señalan las especificidades de la exclusión social, en particular el referido al “acaparamiento de oportunidades” cercano al concepto weberiano de “cierre social”. Resulta útil para entender la exclusión social en el terreno educativo. Este “cerramiento social” o “acaparamiento de oportunidades” tiende a expresarse en los accesos desiguales, según el origen social o estatus socioeconómico, a las oportunidades, sean de carácter laboral, educativo o social. De suerte que se asoman figuras como el compadrazgo, el influyentismo o el nepotismo, comunes en la realidad latinoamericana. EXCLUSIÓN Y PARADIGMAS EN LAS CIENCIAS SOCIALES El concepto de exclusión social no se encuentra exento de las definiciones ideológicas derivadas de los paradigmas centrales en el campo de las ciencias sociales. Esto aparece reflejado en los diferentes enfoques explicativos del fenómeno y en las propuestas correctivas, a través de mecanismos de inclusión. Así, encontramos en los diferentes discursos sobre el concepto, la adscripción a alguno de los paradigmas en las ciencias sociales. Silver (1994) establece tres paradigmas en la utilización del concepto y que estarían en relación directa con los alcances, alternativas y causas de la exclusión; el paradigma de solidaridad, basado en la teoría de Durkheim, sobre la solidaridad orgánica y la división social del trabajo; el paradigma de especialización anclada en el liberalismo angloamericano, muy relacionado con la competencia individual y el mercado; el paradigma del monopolio/clase social, de base weberiana y marxista, retomado posteriormente, con matices y diferencias, por Parkin y Bourdieu; este paradigma parte del reconocimiento de los derechos sociales, supone el monopolio y el encerramiento social, Como elementos importantes en la estratificación social. Los paradigmas de las ciencias sociales terminan por expresarse en políticas públicas de inclusión, que ponen el acento, ya sea en los 17
valores individuales o en el mercado y la competencia, así como en el carácter de clase, que ejerce su dominación sobre el resto de la sociedad. Determinar el grado de responsabilidad social sobre los excluidos es importante en el debate, sobre sus causas y posibles soluciones. Se puede partir de la culpabilidad, individual o grupal. Para alguno de los paradigmas no existen responsabilidades sociales. Se trataría más bien de leyes del mercado o en su defecto de cuestiones de índole natural. Sin responsabilidad aparente al sistema. Como vimos, Weber y Engels identifican el control monopólico con la escasez de las oportunidades económicas y la competencia generada por el acceso privilegiado a las mismas. La exclusión usada en provecho de una clase, para favorecer su condición de dominación. En la propuesta de Hilary Silver se ubica la exclusión social en tres paradigmas: de solidaridad; del liberalismo angloamericano, y el de monopolio/clase social. Esta visión es cuestionada por diversos autores 7, sobre todo proponiendo que se deben agregar otros paradigmas. Al mismo tiempo que resulta limitado conjuntar en un mismo paradigma las tesis de Weber y de Marx, denominándolo como paradigma del monopolio/clase social, no sólo por las diferencias en cuanto a la conceptualización de las clases sociales, por ambos pensadores, sino también porque en torno a ambos teóricos se han constituido corrientes de pensamiento sólidas y enfrentadas. Conviene comentar aquí la propuesta del autor Jaime Osorio, que basado en la categoría de la revalorización del capital, propia del marxismo, analiza la exclusión social rescatando el concepto de totalidad en los análisis de la sociedad latinoamericana. Señala en sus conclusiones:
Littlewood, Herkommer y Koch, (2005: 24) citando a (Virtanen, 1996: 150) “…necesitamos reconocer otro cuarto paradigma, evidente en la obra de autores tales como Bauman, Beck, Giddens, Touraine, Lash, Wacquant y otros, y conceptualizar los significados clave de integración como de reflexividad”. 7
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“La exclusión…no es sino la cara de una existencia incluida en la lógica del capital” (Osorio, 2010). La visión que se desprende de asumir la exclusión desde la perspectiva del paradigma marxista, es una visión que retoma el concepto de totalidad en el análisis y por lo tanto, la exclusión social se concibe como una relación de poder entre las clases. Engels mantiene la postura, considerando a los “superfluos” como elementos prescindibles en tanto que no útiles en el proceso productivo directo. Sin embargo los considera producto del sistema social. Desde este enfoque marxista se puede construir una visión de la exclusión social claramente definida y al margen de la teoría weberiana. El paradigma basado en la teoría de sistemas es ilustrativo de esta limitante 8. El esquema planteado por Silver, que hemos comentado con anterioridad, debe al menos abrirse. LOS ÁMBITOS EN QUE SE EXPRESA LA EXCLUSIÓN SOCIAL. Siempre que se alude a la exclusión social, se refiere a una condición, que tiende a ser dinámica. Se puede estar excluido en un momento dado, mientras que se puede invertir esta situación siendo incluido; se trata, pues, de un proceso de carácter temporal, pero La teoría de sistemas de Luhmann usa la inclusión social en el análisis del sistema social, en la relación sistema/entorno, como elemento de cohesión del sistema, y como contrario a la exclusión. “Inclusión no significa entonces, ser miembro de la sociedad, sino el acceso de todos a todos los sistemas funcionales bajo la modalidad de una membresía regular” (Luhmann, 1993: 45). Y también en El glosario sobre la teoría social de Luhmann, en torno a el concepto de inclusión/exclusión, se advierte: “Si el sistema parcial no tiene ningún motivo para excluir a alguien, la organización formal no puede hacer a todas las personas miembros y esta diferencia entre el sistema parcial y organización formal proporciona una versión moderna de la distinción entre inclusión y exclusión” (Corsi, Esposito, Baraldi, 1996: 94).
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según sea el caso, puede devenir en permanente. La educación escolarizada es un ejemplo. Por otra parte, se considera que la exclusión tiene también un carácter relacional, es decir, se es excluido de algo. Al mismo tiempo que se puede ser incluido en otro ámbito. Se puede ser excluido del sistema educativo escolarizado, al mismo tiempo que estar incluido laboralmente. Por lo anterior, se han venido discutiendo los ámbitos de exclusión que resultan centrales en la conformación de la condición de excluido. Veamos. En un intento por sistematizar los ámbitos en que se puede expresar la exclusión social se han hecho aportes significativos, como el de Tezanos 1999, citado por; (Jiménez, M. Luengo, J. Taberner, J. 2009, p.18). Señala cinco dimensiones o ámbitos: laboral, económico, cultural (incluye ahí la educación), personal y social-relacional. Desglosando en cada uno de los puntos un número de factores de exclusión, y contraponiendo su correspondiente de inclusión. Presenta todo como un continuum temporal que oscila entre la exclusión y la inclusión, destacando el elemento procesal. (Tezanos 1999: 75-89). El autor sostiene que el elemento central en la inclusión social lo determina el acceso al trabajo. De tal suerte que tener empleo o no tenerlo, desencadena la posibilidad de estar incluido o excluido. Es por eso que se considera la inclusión laboral como el lazo de integración social más fuerte. Aunque debemos de tomar en cuenta que incluso, con empleo, se puede estar en condiciones de sobrevivencia, por lo bajo de los salarios. De igual manera Joan Subirats, Gomá, Brugué, proponen ocho ámbitos en los que se expresa la exclusión social, que a su juicio permitiría construir una matriz de elementos capaces en un momento dado de convertirse en indicadores de medición. Serían: el laboral, el económico, el formativo, el socio-sanitario, de la vivienda, relacional, político y, el contexto espacial (Subirats, Gomá, Brugué, 2004, p. 19).
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Como se puede observar al comparar ambas propuestas (la de Tezanos y la de Subirats y otros), podemos observar una coincidencia al menos en cuatro de los ámbitos. Al mismo tiempo hay tres ámbitos: el político, el socio-sanitario y el de vivienda, que como tales, no se encuentran en la propuesta de Tezanos. Comparativamente, ambas propuestas le atribuyen un papel destacado a lo económico y lo laboral. En la lógica de que estos dos ámbitos son los que permiten una mayor posibilidad de inserción o de exclusión. Ambos funcionan como elementos básicos y determinantes en esta dinámica social. Recientemente se ha destacado 9 el riesgo de exclusión social, debido a la brecha tecnológica, es decir, la inclusión de sectores de la población al acceso a las nuevas tecnologías, en particular a los recursos informáticos, incluyendo el internet. De forma más pronunciada en el sector educativo. No limitándose al hecho de tener los equipos, sino también al dominio de las habilidades. Con el debate sobre los ámbitos en los que se expresa la exclusión social --al margen de cualquier consenso--, es importante destacar cómo se va perfilando y clarificando el concepto, al mismo tiempo que va adquiriendo un estatus epistemológico propio. Construyéndose como una herramienta conceptual de manifiesta utilidad.
Autores como, Jesús Martín Barbero, destacan los efectos de este ámbito de la exclusión social, poco abordado desde esta perspectiva. Señala el autor: “Por el acceso a la información pasa a la vez una de las posibilidades estratégicas de democratización de nuestras sociedades y una de las formas de exclusión social más decisivas ya que ese acceso se juega al mismo tiempo sobre el orden económico –posibilidades económicas de conectarse a la red- y el cultural: saberes, lenguajes, hábitos y destrezas mentales”. (Martín-Barbero, 2001: 54). 9
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NOTAS SOBRE CAMBIO SOCIAL Y CULTURA Celso Iván OLIVARRÍA NÚÑEZ ∇ INTRODUCCIÓN
En el entorno en que nos desenvolvemos cotidianamente existen situaciones, hechos y fenómenos que son parte de nuestra vida social, los cuales tienen relación con otros hechos que se van encadenando entre sí. Poseen una forma real. Se pueden observar, están ahí, vivos y tienen forma de identificación: migraciones, crímenes, luchas por el poder, desempleo, pobreza, desintegración familiar, etc. Para su comprensión honda se requiere más que una simple sugerencia, intuición superficial, o argucias sin relación con la praxis y la teoría. Se trata de entender en sustancia los hechos sociales, sus raíces. Y en la interpretación soslayar y prescindir de los juicios de valor que resultan, las más de las veces, vagos y de tan subjetivos que oscilan entre la simple creencia y hasta la ficción. Por ejemplo, en la antigüedad se decía que la tierra era el centro del universo y que todo cuerpo giraba en torno a ella. Era una idea que partía de una concepción de la imaginación, la fantasía y la creencia, y que, sin embargo, tenía una aceptación en el pensamiento hegemónico de esos tiempos, hasta que Copérnico estableció que la tierra giraba en torno al sol, fincando su argumento en la “observación” del movimiento de los cuerpos celestes; es decir, una nueva idea, pero sustentada. La premisa de Durkheim (1986) es considerar a los hechos sociales como cosas. Bajo esta lógica, planteaba alejar la realidad de los juicios vagos, de ideas sin sustento y a lo que él llamó prenociones. Las prenociones son afirmaciones carentes de sustento científico, que ∇
Economista. Estudiante de posgrado en la maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales. 25
parten de ideas individuales o colectivas, propias de la “razón subjetiva”. Como cuando se sustenta todo fenómeno en “deidades”. Considerar a los hechos como cosas remite a encontrar interpretaciones visibles. Enfatizaba el autor que “las cosas sociales sólo se realizan a través de los hombres; son producto de la actividad humana”. La identificación de los hechos sociales admite su observación continua, puesto que son resultado de la actividad humana y, por tanto, hay que establecer métodos que nos lleven a interpretaciones objetivas, con fundamentos, al tiempo que se parte de definiciones concretas. La razón estriba en que mientras un objeto no sea definido se caerá en el yugo de las prenociones. La función del sociólogo no es sólo estudiar a las sociedades sino entender su funcionamiento. Las sociedades no existirían sin las colectividades, que son moléculas dentro del tejido social y dentro de ese tejido se dan las más extensas manifestaciones de los individuos ataviados de costumbres, valores, reglas, penas y castigos. Para entender un hecho social o fenómeno, hay que definirlo antes de abordarlo y en lo sucesivo hacer las explicaciones adecuadas. DURKHEIM Y LOS HECHOS SOCIALES En un mundo que se compone también de ideas y sentimientos, las definiciones son variadas, lo que lleva a múltiples interpretaciones. De suerte que se corre el riesgo de tropezar con ambigüedades conceptuales que no permitirían contemplar al objeto de estudio como una “cosa” sino como algo “subjetivo”. Por ello Durkheim plantea la “definición” del hecho y pone algunos ejemplos: el crimen, el suicidio o la familia. Pero ¿qué son estas concepciones sino “ideas” que emanan del interior del individuo y/ o en todo caso de la colectividad, partiendo de premisas subjetivas? La respuesta es compleja. Se puede tener una “noción” de lo que representan estas concepciones pero no una “definición” formal. La definición adquiere forma en cada lugar, en cada sociedad, en cada individuo (pero es 26
aquí donde nace el fantasma de la subjetividad, en el seno mismo de un ser natural, preconcebido por la naturaleza, “por y para”). La educación desempeña un papel importante en las sociedades. Sin embargo, existen individuos que forman parte de esas sociedades y carecen de ella; son seres envueltos en colectividades y sociedades complejas y desiguales. Y cuando se habla de complejidad es porque cada sociedad es un entramado tan amplio y diverso de relaciones, como una “telaraña” de factores, hechos y significados. En El Suicidio (1998), de Durkheim, se pueden sustraer elementos que nos ayudan a aclarar parte de la problemática. En sí, la idea del suicidio estriba en que para identificarlo hay que tener una definición de “qué es” y no de lo que se “piensa que es”. El hecho está ahí, tangible, visible, cualquiera puede expresar y decir por qué alguien se suicida pero no define al concepto. Es importante señalar cuándo tal acto se convierte en hecho social, por lo que Durkheim marca la pauta al “recabar datos” estadísticos y establecer una “magnitud” y un impacto. Entonces se dice que un hecho social posee una definición, una aceptación o negación y un impacto general. En El Suicidio se establece un método para la interpretación de los hechos sociales que tienen que ver con la definición y el desarrollo del concepto (si es colectivo, individual, económico, etc.), la recopilación de datos y su interpretación. La temática sobre el cambio (social) es demasiado amplia, pero recurrimos a los aportes de Robert Nisbet (1979), George M. Foster (1988), Clifford Gertz y Daniel Bell. Por un lado, Nisbet hace un balance conceptual del cambio, al tiempo que establece con rigor, los procesos, antecedentes y resistencias que están implícitos en él. Foster alude a las barreras al cambio, donde acota que estas son culturales, sociales y psicológicas y que se desarrollan en todas las sociedades. En el caso de Geertz, él ve al cambio desde una perspectiva antropológica, estudia sus características y sus resistencias y pone de ejemplo el caso javanés. Por último, Bell establece una distinción entre modernismo y posmodernismo, donde figuran resistencias y laxitudes al cambio. Muestra cómo la cultura ha sido permeada por corrientes 27
contraculturales, pero desde las motivaciones del capitalismo que ha condenado a la cultura a un artículo de bazar. Aunque en este ensayo la cultura es la que más sobresale, la identidad persiste y se resiste al cambio. EL CAMBIO SOCIAL Nisbet (1979) advierte:
“El cambio social […] supone siempre el cambio de algún elemento o estructura de la conducta humana en la sociedad” al mismo tiempo que el cambio posee algunas manifestaciones empíricas donde se puede apreciar “la influencia de la tecnología sobre la estructura social, en la innovación de los roles y status sociales, en el conflicto de instituciones determinadas, en las crisis en la historia de las ideas o en esa área inmensa, compleja y vital para nuestro siglo que denominamos modernización”.
En esencia se trata del problema del cambio social y el autor señala que “el cambio es una sucesión de diferencias en el tiempo en identidad persistente [en tanto que] la observación de la diferencia, o diferencias, es el principio de toda conciencia de cambio”. Ante esto, la dimensión temporal no debe quedar aislada de este concepto pues la línea del tiempo es la que nos permite apreciar con mayor claridad las diferencias entre un hecho y otro, de tal suerte que “un mero conjunto de diferencias no constituye un cambio; sólo se trata de diferencias. Para que éstas constituyan un cambio, por así decirlo, han de ser sucesivas en el tiempo”. Al hablar de identidades persistentes, Nisbet se refiere a los “sujetos”, “cosas” o “hechos” que perduran en el tiempo y en el espacio, de tal forma que lo que cambia es sólo su estructura más no su composición interior. La tesis de Nisbet es que con el cambio social se hace “referencia a sucesivas diferencias en el tiempo de alguna 1 relación, norma, función, status o estructura social”. Y por tanto, Por ejemplo: la familia, la iglesia, la nación, la propiedad, el rol de la mujer, el status del padre, la comunidad aldeana.
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“para que haya cambio – o cualquier otro hecho social-, tiene que haber un área determinada; esto es, un lugar”. Es obvio que existen ambigüedades en torno al concepto de cambio, mismas que aclara en el desarrollo de sus aportes. “Cambio no equivale –o al menos no necesariamente- a mera interacción, movimiento, movilidad y variedad”. Hace hincapié en la naturaleza de la persistencia, los procesos, las continuidades y discontinuidades y, sobre todo, algunas resistencias que se oponen al cambio. Es necesario añadir que el propio autor no descarta las crisis y los conflictos, así como la de personas que él llama héroes, como elementos importantes que inducen el cambio. En el caso de la persistencia, argumenta que la cultura es una de las identidades que más persisten en el tiempo y que ésta misma representa una fuerte barrera. Los cambios no se dan por sí solos. Requieren de “algo” que los provoque, que los motive y sobre todo de la rapidez con que se dan. Es decir, se necesita de una inyección de velocidad dado que “los 2 cambios suelen ser inducidos por fuerzas externas o externas”. El argumento evidencia lo que Daniel Bell (2004) analiza sobre Las contradicciones culturales del capitalismo. En este caso, la cultura se ve trastocada por la dinámica del capitalismo, que busca la ganancia a toda costa sin importar que sea lo que se lleve por delante. Las revoluciones son agentes que inducen velocidad al cambio, de manera abrupta. DE TRADICIONES Y CAMBIOS George M. Foster (1988), en su obra Las culturas tradicionales y los cambios técnicos, trata el tema de las barreras, las cuales están latentes en todas las sociedades. Dentro de su clasificación, se enfoca a “Puede ser que el hábito, la tradición o la costumbre se vean trastocadas por intereses superiores. Esto explicaría la modernización de muchas zonas del mundo y el atraso de otras”
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tres barreras: culturales, sociales y psicológicas. Cada una de ellas encierra sus particularidades y se aprecia una correlación complicada. Así, las barreras al cambio constituyen sólo parte de la complejidad que las envuelve. En este sentido, las barreras culturales encierran nudos ligados a la conducta y los valores, los cuales son propicios para oponerse al cambio, rasgos fundamentales pero no aislados en la estructura cultural de cada individuo o una colectividad. Otro rasgo lo constituyen las “consecuencias imprevistas de la innovación planificada”. Por citar un ejemplo: la tradición. Para Foster constituye un elemento que no permite la entrada de lo moderno en la estructura social. El fatalismo constituye un elemento esencial de las barreras culturales. Foster alude a las fuerzas de la tradición como el eje de influencia. No es raro pues que el fatalismo esté íntimamente ligado a la tradición. En el caso de las resistencias sociales, Foster habla de cuatro rasgos que de igual forma, constituyen una seria oposición al cambio. Ello se refleja en los conflictos, los centros de autoridad (enraizados sobre todo en todas las estructuras de la sociedad, desde el núcleo familiar hasta el sistema político), entre otras como la tiene que ver con la solidaridad del grupo. Clifford Geertz (2005) brinda un estudio del cambio social visto desde otro escenario, en una comunidad australiana. Ahí se enfoca sobre todo en los aspectos culturales que prevalecen en el interior de una comunidad y de cómo estos patrones están fuertemente enraizados y que llegan a ser un conflicto a la menor provocación externa. Geertz plantea que “uno de los modos más útiles –pero desde luego no el único- de distinguir entre cultura y sistema social es considerar la primera como un sistema ordenado de significaciones y de símbolos de la interacción social misma” 3. En “Ritual y cambio
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Clifford Geertz cita en este caso a T. Parsons y E. Shils. 30
social: un ejemplo javanés”, el antropólogo marca la premisa: un escenario. Este escenario es un funeral en una pequeña ciudad de Java Central Oriental, llamada Modjokuto. Una persona muere, la ceremonia que sigue al muerto es el eslabón que desata el problema; tratan de imponerse los rituales funerarios por un lado y por otro; las diferencias son marcadas entre los funerales de la ciudad y la de los campesinos. Para este estudio, Geertz hace uso de un enfoque sociológico. A ello agrega la utilización del enfoque psicosociológico (de Frazer y Tylor) el cual “pone de manifiesto lo que la religión hace en favor del individuo: satisface sus exigencias tanto cognitivas como afectivas de un mundo estable y comprensible y permitirle conservar una seguridad interior frente a las contingencias naturales”. Alude a la teoría funcional y la adecua a su estudio en tanto que le permite 4 entender el funcionamiento de la cultura como cohesionadora social. Al mismo tiempo argumenta que son las continuidades y discontinuidades las que promueven el cambio. Geertz parte de una integración causal funcional para analizar el caso javanés; es decir, “que es lo que provoca que”. En este sentido, por integración causal-funcional la entiende como “la clase de integración que hallamos en un organismo en el cual todas las partes están unidas en una urdimbre causal; cada parte es un elemento de una cadena casual que “mantiene el sistema en marcha”. El caso ejemplifica lo que Nisbet plantea sobre la definición del cambio. De ahí que el escenario de Geertz implique un lugar, un tiempo y un
“Aunque separables sólo conceptualmente, cultura y estructura social podrían verse entonces con la capacidad de múltiples y amplios modos de integración mutua, de los cuales el simple modo isomórfico no es más que un caso límite, un caso común solamente en sociedades que han sido estables durante un periodo de tiempo tan extenso, que les fue posible un estrecho ajuste entre los aspectos sociales y los culturales”. 4
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hecho (identidad persistente), así como los sucesos que desencadenan las diferencias entre grupos en torno al hecho (como un funeral). 5 En el análisis histórico de la tradición religiosa de Java, encuentra rasgos muy particulares de combinación de elementos de otras religiones. Sin embargo, el común denominador que mantiene cohesionada a la población de esa región es el slametan. Fiestas “que se dan sólo con ligeras variaciones en cuanto a forma y contenido en casi todas las ocasiones de significación religiosa […] se celebran con la intención de otorgar ofrendas a los espíritus y de reforzar mecanismos de integración social entre los vivos”. De ahí que Geertz analice un conflicto en una región determinada. En su trayecto, se encuentra con fuertes lazos cohesionadores en el interior de esa comunidad; el problema que da cuenta de su estudio estriba en un funeral. En éste se evidencian las disputas culturales que se reflejan en el rito. Mientras que el slametan los une, el funeral pareciera provocar la división del grupo. Bell (2004), por su lado, arguye que la cultura no implica necesariamente la tradición, los hábitos, las costumbres, los valores colectivos o individuales. La cultura personifica otras cualidades: música, literatura, pintura, tan relevantes que permiten cohesionar a la sociedad. Estas han cobrado importancia a través de los personajes que se han estigmatizados en cada una de ellas. Por ello sostiene que “hoy la cultura ha adquirido suprema importancia; lo que el artista se representa en la imaginación anuncia, aunque sea ocurrente, la realidad social de mañana”. El artista, el creador es a quien se debe el mérito. “La muerte, en lugar de ser seguida por las habituales ceremonias funerarias javanesas metódicamente eficaces y por las prácticas del entierro, inició un extendido periodo de pronunciada tirantez social y de grave tensión psicológica. El conjunto de creencias y ritos, que durante generaciones había guiado y tranquilizado a incontables javaneses en el periodo posterior a la muerte, dejó repentinamente de producir sus acostumbrados y benéficos efectos” 5
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En la apreciación de Bell, la cultura se ve permeada por nuevas tendencias que llevan a la “cultura pura” a un vacío, el cual no tiene límites y que ve su expresión reflejada en los bazares y aparadores. Esta razón es la que el autor percibe en el posmodernismo, un enemigo de la cultura. Es ahí donde las contradicciones culturales, promovidas por el sistema capitalista, encuentran su nicho, es decir, se condena a la cultura a un simple artículo de segunda mano. Bell retoma el caso de la sociedad norteamericana en la que pasar de una fase que era cohesionadora de toda una sociedad, implicó el abandono y entierro de dos corrientes ideológicas que por años mantuvieron unida e identificada a esta sociedad: por un lado, la visión del mundo, de un Johnathan Edwards, que separaba los temperamentos mundanos del cielo prometido y por otro, el de un Benjamín Franklin que hallaba en el trabajo y el esfuerzo la gratificación individual, siendo la frugalidad y el ahorro, las bases conspicuas de una sociedad que se rindió en la década de los primeros años del siglo XX, al aparecer los nuevos “inventos sociales”: el automóvil, el crédito y el marketing. Bell sitúa la cultura en otro escenario y con otro rostro. El cambio se percibe en el tiempo y con una velocidad que es aplicada por las nuevas tendencias, alentadas por el sistema capitalista. 6 Pareciera que su obra se centrara en un estudio casi espontáneo de cultura, toda vez que los matices que adquiere en el corto tiempo le infunden una dualidad. Por un lado, la cultura pura –provista de tradición, de costumbre, de riqueza estética-, por otro lado una Dice Bell que “La cultura, para una sociedad, un grupo o una persona, es un proceso continuo de sustentación de una identidad mediante la coherencia lograda por un consistente punto de vista estético, una concepción moral del yo y un estilo de vida que exhibe esas concepciones en los objetos que adornan a nuestro hogar y a nosotros mismos, y en el gusto que expresa esos puntos de vista. La cultura es, por ende, el ámbito de la sensibilidad, la emoción y la índole moral, y el de la inteligencia, que trata de poner orden en esos sentimientos”.
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cultura de carácter banal –la contracultura o tendencias sin objetivo-. Así, Bell pone de manifiesto las contradicciones culturales del capitalismo. Sus observaciones y análisis se centran a partir de la cultura norteamericana y de cómo ha sido socavada por un marcado consumo desde inicios del siglo XX. Es la oposición a la cultura identitaria del norteamericano promedio el que se pone bajo los reflectores de Bell. Modernismo y posmodernismo, dos corrientes emanadas como tendencias culturales, que se matizan en el tiempo y el espacio. En tanto la cultura norteamericana estuvo representada por dos figuras públicas con distintas formas de ver el mundo, ambas sucumbieron a los embates abruptos de modificaciones que implicó la aparición de los inventos sociales del siglo. Hoy todo es consumo. El arte se convirtió en un artículo más, la cultura se impregnó de valor de cambio. En función de ello, las contradicciones son el resultado de las innovaciones en los patrones más elementales de la cultura y el arte. La televisión, el cine, el automóvil, el crédito, el marketing se volvieron sustitutos inmanentes que obligó a replegarse a los artistas, pero a no morir. El posmodernismo linchó los lazos de cohesión e introdujo formas de individualización cada vez más marcados. BIBLIOGRAFÍA Bell, Daniel (2004). Las contradicciones culturales del capitalismo. Alianza Universidad, Madrid, España. Durkheim, Emile (1986). Las reglas del método sociológico. FCE, México. ----------- (1998). El suicidio. Acal, Madrid Foster, George (1988). Las culturas tradicionales y los cambios técnicos. FCE, México. Geertz, Clifford (2005). La interpretación de las culturas. Gedisa, Barcelona , España. Nisbet, Robert (1979). Cambio social. Alianza Universidad, Madrid.
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APUNTES EN TORNO SOCIOCULTURAL
A
LA
INTEGRACION
Lidia Verónica LIZÁRRAGA VÁZQUEZ ♥ ♥
Comunicóloga. Estudiante de la maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales. 35
INTRODUCCIÓN
Compartir una cultura e identidad es elemental para que un
individuo forme parte de una sociedad y a su vez se encuentre integrado socioculturalmente en la comunidad que habita. Pero debemos reflexionar sobre si individuos ajenos territorialmente a una comunidad, son aceptados dentro de ésta sólo con cumplir con esas particularidades. Es necesario precisar qué elementos deben influir para que un nuevo habitante en la comunidad se integre con plenitud o la comunidad lo mantenga al margen. En las últimas décadas la emigración ha crecido. La situación económica en los países subdesarrollados ocasiona que a diario miles de personas determinen salir de sus territorios y de formas legales e ilegales, convencionales o no, busquen ingresar a otros países con el fin de intentar mejores condiciones de vida. Pero, a su vez, individuos, familias y grupos de personas de países desarrollados, también han decidido emigrar, no por malas condiciones económicas sino para encontrar un lugar más agradable o tranquilo, alejados de la vida agitada de sus países de origen, entre otras causas. Ante estos comportamientos y transformaciones de la sociedad, es justo reflexionar sobre tales fenómenos. GLOBALIZACIÓN Y MIGRACIONES Con la globalización grandes grupos de personas se mueven de un lugar a otro, ya sea en busca de un mejor sitio para vivir, porque en su lugar de origen tienen problemas económicos y en otros casos porque les resulta más atractivo mudarse a un territorio con un clima agradable, y bajo costo de inmuebles y comodidades. La conectividad carretera, aérea, así como los tratados de libre comercio y tránsito que existen en algunas regiones facilitan tales cambios radicales en los modos de vida de millones de individuos en el planeta.
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Anota un estudioso: “La mundialización es el proceso a través del cual se intensifican las conexiones entre las economías, las sociedades y las culturas” (Ramírez, 2006. P. 30). Los tratados o convenios económicos y políticos han existido entre ciertos países desde hace siglos, pero a fines del siglo XX los nexos entre las naciones se consolidaron y produjeros cierta interdependencia. Saskia Sassen en Una sociología de la globalización, apunta que ésta no sólo es un tópico donde se involucran transnacionales o las naciones para pactar asuntos económicos. La globalización conlleva a mucho más, pues es a partir de estos flujos de información y de personas que se procesan cambios Guibernau (1996) anota que la “globalización aplicada a la cultura” permite ampliar el conocimiento de los individuos en relación a una sociedad distinta. En el caso de personas que se trasladan de países desarrollados a naciones en desarrollo, viajan con acervos o prácticas novedosas de tecnologías o de pensamiento, pero a su vez les inducen a adaptarse a nuevas propuestas, hábitos y formas de vida. Esta influencia se presenta principalmente cuando la cantidad de personas que llegan a una nación o ciudad es grande y se ven mezcladas las tradiciones de los nativos con quienes arriban por unos meses o de manera permanente. Algunos investigadores enfatizan que la globalización trae como resultado una mayor movilidad de personas, pero esto se determina en función de los factores económicos de sus países de origen. Un ejemplo es la gran movilidad que se registra entre profesionales. Son enviados por sus compañías a diversas partes del mundo. En ciudades identificadas como globales es común encontrar inmigrantes de cualquier país y se encuentran ahí debido a su formación académica y profesional. La contracara es la migración ilegal de millones de personas a países desarrollados en busca de un mejor sustento y destino. Aún cuando una sociedad se resista a modificar sus prácticas o conductas, si en ella convive un grupo representativo de personas de otros países, la mezcla de culturas se dará, tal vez no de una forma 37
inmediata, pero si paulatina y las más de las veces de manera imperceptible. Ronald Inglehart y Wayne E. Baker en Modernización, cambios culturales y la persistencia de los valores tradicionales, dicen que la economía es la que guía a las sociedades por rutas comunes pero preservando de forma independiente sus herencias culturales. Enfatizan que en apariencia la cultura en las sociedades es cada vez más homogénea. En el mundo hay profesionales, empresarios y otros que por placer radican en países distintos al de su origen. Pero eso, dicen, no es factor único para que se dé la homogenización cultural, no al menos en un futuro próximo. En el estudio que realizan Inglehart y Baker en 65 sociedades del mundo advierten que las sociedades no se homogeneizarán por perseguir un desarrollo económico o llegar a una etapa post industrial. En el contacto con diversas culturas o con las aportaciones culturales de individuos de distintos lugares, es importante que cada uno preserve su identidad como algo único; y aunque tengan un idioma en común o manejen la misma tecnología como resultado de la globalización y la innovación técnica, eso no significa que permea la identidad o el origen que cada persona tiene. Un cambio notorio es que desde hace ya un buen tiempo que se registra a grupos de extranjeros que deciden vivir en países por ejemplo latinoamericanos. Aún no existe una definición específica para nombrar a estos grupos de personas que viven por largos periodos fuera de su lugar de origen. Pero para las dependencias de turismo son turistas con una segunda residencia; hay quienes los llaman transmigrantes. Y para las oficinas de migración en México son extranjeros residentes. El hecho es que cada vez más crece la población de inmigrantes de primer mundo que se interesan por permanecer alrededor de seis meses o más del año en playas u otras ciudades de los países subdesarrollados. Y no sólo es por la vida descansada en sus nuevos sitios de residencia, sino también porque su moneda les rinde mucho más, y pueden vivir de una manera más holgada, aún cuando no hablen su mismo idioma o la mayoría de la población no comparta 38
por ejemplo su religión. Pero tales inmigrantes ¿pueden integrarse socioculturalmente de forma plena a una sociedad diferente? INTEGRACIÓN SOCIOCULTURAL Para analizar el concepto de integración sociocultural es prudente referirnos a los conceptos asimilación e integración. Cuando grupos humanos migran de un sitio a otro, por ejemplo los españoles que llegaron a México exiliados, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Pese a tener su cultura bien cimentada, al llegar a México adoptaron tradiciones como celebrar el día de la Independencia, usar expresiones locales y modificar su habla. Esto posiblemente al ver incierta la posibilidad de regresar a su nación, debido al régimen dictatorial existente en esos años en España. En relación con la teoría de la asimilación, que sociológicamente deriva del paradigma funcionalista, se aplica a minorías extranjeras inmigradas como lo menciona Garreta y es consecuencia de una inestabilidad social ocasionada por el choque entre valores y normas culturales diferentes; los individuos que atraviesan por esa situación absorberán lo más posible las tradiciones y comportamientos de la nueva sociedad, para no sentirse diferente en relación con la nueva comunidad donde ahora habitan. Con frecuencia la asimilación se presenta cuando una persona sale de su lugar de origen, sitio donde acostumbraba vestir de manera peculiar y hablaba por ejemplo algún dialecto. Al llegar al nuevo territorio tiende a adoptar el comportamiento cultural y social imperante, evitando en lo posible volver a sus antiguas costumbres. La asimilación se da con frecuencia por ejemplo en quienes migran hacía Estados Unidos y al regresar a sus lugares de origen han transformado sus prácticas, hábitos y comportamientos o signos que los hagan identificarse de nuevo y plenamente con su comunidad. A la integración Garreta (2003) la describe como “un concepto susceptible de interpretaciones y no tiene el mismo significado social que político”. Por lo que la integración busca incluir, interactuar con 39
actores ajenos a una comunidad, sin que ello implique que olviden o nieguen su pasado o el origen de sus antepasados, esto es pertenecer a un lugar sin perder por completo la identidad. Carlota Solé, en Garreta (2003 P.86), dice que la integración es “como una unión –no uniformación- de la diversidad: Para conseguir dicha unión se hace necesario una serie de condiciones; el inmigrante, al penetrar en una estructura social mediante la estructura ocupacional –estratificación, movilidad, etc.- y la política –afiliación sindical, participación política, voto, etc.- debe ser susceptible de aceptar elementos culturales, -por ejemplo la lengua-, símbolos e instituciones”. Al observar los diferentes aspectos que pueden involucrarse en la integración sociocultural es posible valorar su importancia en la sociedad. Integración sociocultural puede entenderse como la formación o constitución de un todo dentro de la actividad cultural en una sociedad. Esto es participar de forma activa en las actividades o acciones realizadas en una sociedad donde persisten sus tradiciones e identidades. De modo que la integración sociocultural se realiza a partir de que un individuo llega a una nueva comunidad con la finalidad de estar de forma permanente o por un periodo largo de tiempo. Es básico que el individuo al momento de entrar en contacto con una nueva comunidad se interese por formar parte de ella. Así podrá identificarse y tener el reconocimiento de la comunidad local. Garreta señala que un extranjero al integrarse debe tener conocimiento de la lengua del nuevo lugar, aceptar costumbres, símbolos, tradiciones, instituciones, para poder competir al igual que los nativos, por ejemplo por un trabajo, además de integrarse en la sociedad receptora.
Se sabe que muchos de los inmigrantes de primer mundo que habitan en México participan en actividades sociales y culturales, si bien adolecen de limitaciones como participar en elecciones, encabezar mítines o dirigir asociaciones civiles, aunque de forma 40
paulatina se realizan modificaciones de tipo constitucional para darles mayores derechos y garantías. Como individuos que vienen de otro territorio y otra cultura, las formas como se involucran son importantes de observar e identificar. En las diferentes sociedades se registra cada vez una mayor movilidad, no sólo al interior de su país, sino también al exterior. Ante esa necesidad del individuo de buscar mejores sitios para residir ya sea por situaciones económicas o sociales o culturales, es que las naciones deben estar preparadas para las transformaciones que vienen. “La integración transnacional favorece la apertura de las sociedades y lleva a aceptar nuevos marcos conceptuales para transformarlas” (García, 1999, P. 98). De forma más intensa el flujo de personas se dio a mediados del siglo XX, en algunos casos a partir de que el turismo tuvo un auge, pero también a partir de los lazos comerciales entre las diferentes naciones. Pero fue en la última década del siglo pasado cuando el flujo de personas aumentó no sólo en el interior de las naciones sino también al exterior, ocasionando con ello que las perspectivas de la movilidad se modificarán. En las ciudades más grandes del mundo es fácil distinguir significativos grupos de personas de varias nacionalidades sin que sus nativos se sorprendan. Se trata de un cambio paulatino y las instituciones políticas deben estar listas para estas modificaciones. “Las sociedades narran sus cambios y los conflictos entre los grupos que las forman, así como entre los nativos y migrantes, imaginando mitos y estereotipos. También a través de las políticas culturales de ciudadanía. A fin de decir quiénes pertenecen a una nación, o quiénes tienen derecho a ser ciudadanos, hay que imaginar rasgos comunes para gentes con lenguas y modos de vida diversos, maneras de pensar que no coinciden pero pueden ser convergentes” (García, 1999, P. 107). Integrar a quienes estén dispuestos a compartir un mismo espacio, no implica que deban ser iguales, pero sí tener un fin o puntos de encuentro social y cultural.
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BIBLIOGRAFÍA
Garreta, J. (2003). La integración sociocultural de las minorías étnicas: gitanos e inmigrantes. España: Anthropos. García Canclini, N. (1989). Culturas hibridas, estrategias para entrar y salir de la modernidad. México. Editorial Grijalbo García Canclini, N. (1999). La globalización imaginada. México. Editorial Paidós.
García C., N. (2004). Diferentes, desiguales y desconectados. Buenos Aires. Ed. Gedisa. Guibernau Montserrat, (1996), Los nacionalismos. Barcelona, Ed. Ariel Sassen Saskia, (2007), Una sociología de la globalización. Argentina, Katz editores.
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CULTURA, IDENTIDAD COLECTIVA Y RESISTENCIA: EL CASO DE LA PRESA “PICACHOS”
Sibely CAÑEDO CÁZAREZ ♠
La magnitud de la presa Picachos, ubicada entre los municipios de Mazatlán y Concordia al sur de Sinaloa, podría verse en el ♠
Comunicóloga. Estudiante de la maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales. 43
desplazamiento de seis pueblos que quedaron sumergidos bajo el agua y con ellos más de 150 años de identidad, tradiciones y culturas locales. La reacción a las políticas públicas de desarrollo, que se implementaron de forma autoritaria y excluyente, propició la formación de una identidad colectiva sobre la cual se fundó la resistencia política para exigir indemnizaciones justas, mejores condiciones de vida y un proyecto reinvindicativo de las propias comunidades. Los momentos más álgidos de la lucha se dieron en febrero de 2006, mes del arranque de la obra hidráulica. El movimiento continuó un arduo camino de tomas, marchas y protestas. Ahora la batalla de los comuneros es por la adaptación y por la reconstrucción de una identidad desarticulada entre la transformación radical del estilo de vida de los desplazados, la mayoría dedicados a la agricultura y a la ganadería hasta antes de la reubicación a los nuevos pueblos. La fallida negociación con los afectados por parte de los gobiernos estatal y federal, así como la falta de un plan equitativo para el reasentamiento, pusieron una vez más de manifiesto que las acciones públicas en México se realizan sobre la base de una visión centralista y sectorial, que acentúa la exclusión social. Así, discernimos aquí sobre las acciones de un pueblo desplazado y sus afanes por reconstituir su identidad para mostrar y demostrar que también existe ese pueblo. La acción política no es exclusiva de los grupos tradicionales de poder, sino que la resistencia es un proceso de dinamismo y los actores colectivos cobran mayor fuerza cuando logran cimentar una identidad, sobre una base social e histórica firme. Por el contrario, un pueblo que pierde sus rasgos identitarios fundamentales corre el peligro de desaparecer como sujeto social. ANTECEDENTES El momento de la reconstrucción social y urbana ha llegado para los seis pueblos desplazados por la obra: San Marcos, Puerta de San Marcos, Los Copales y El Placer, del municipio de Mazatlán, así como Las Iguanas y Casas Viejas del municipio de Concordia. 44
La presa Picachos, proyecto hidráulico de gran envergadura y parte del plan Baluarte-Presidio en la región, ha sido estandarte de los gobiernos federal y estatal que —de acuerdo al discurso oficial— promete ampliar la cobertura de riego para tierras agrícolas y dotar de agua a Mazatlán durante las próximas cinco décadas. Sin embargo, la factura en términos sociales ha sido muy alta. Desde su proyección en la década de 1980, y de manera manifiesta durante el banderazo de la obra, el 7 de febrero de 2006, cuando no hubo una sola mención a las comunidades desplazadas, fue notorio que los impactos culturales, ecológicos y sociales no fueron una prioridad para las autoridades, lo que desencadenó un conflicto social pero también una reacción colectiva organizada. En 2007 comenzaron las presiones oficiales por acelerar el desalojo bajo un ambiente de tensión e inconformidad por parte de los comuneros, respecto a las indemnizaciones y al reasentamiento, a cargo del Gobierno del Estado, principal ejecutor del proyecto. Un largo historial de marchas, plantones y manifestaciones de protesta ha marcado la problemática y al mismo tiempo la convirtieron en un asunto de la opinión pública al llevar sus demandas a las calles de Mazatlán y Culiacán. Las lluvias del 2009 marcaron el inicio de la fase más intensa de la movilización hacia los llamados “nuevos pueblos”, asentamientos construidos por el Gobierno del Estado en terrenos aledaños para reinstalar a los pobladores afectados. El desplazamiento llevó consigo no únicamente la reubicación geográfica de las comunidades, sino además la necesidad de conservar su herencia cultural. En este contexto, intentan edificar no sólo los nuevos espacios para la subsistencia, sino la preservación de su identidad, un proceso acumulativo de las vivencias de sus antepasados durante décadas y generaciones que arroparon el sentido de pertenencia a una comunidad y a un territorio vivido y experimentado. A este conglomerado de significados y símbolos, ya de por sí trascendentes, es necesario sumar la experiencia de cada individuo a lo largo de su vida, la biografía particularizante muchas veces con anclaje a un 45
territorio, al terruño, o la matria, diría el historiador Luis González y González. En la búsqueda de preservar su identidad cultural, su manera de ser y de ver las cosas, los desplazados cargaron consigo tejas, canceles, puertas y todo lo que significara proteger la memoria colectiva y los enlace afectivamente a sus recuerdos, acciones que perpetraron en los duros momentos en que desmantelaban las casas que habitaron durante años. En la coyuntura de la reubicación, la adscripción identitaria territorial cobra mayor vigor, y se puede observar el cambio de percepción de una identidad san marqueña a una nueva identidad, “Los Picachos”, surgida de la lucha social. A más de cinco años del arranque de la obra, los pueblos construidos no han sido terminados, padecen el desabasto de agua potable, deficiencias en la energía eléctrica y el proceso de indemnizaciones continúa inconcluso. Otras de las denuncias son que las calles y los caminos se encuentran en pésimo estado y algunas casas se ubican junto a cerros en peligro de deslave. Con las primeras lluvias en los nuevos poblados, salieron a relucir fallas estructurales en las viviendas, por lo que los comuneros aseguran que el Gobierno del Estado no cumplió el compromiso de facilitar una vida digna a los pobladores desplazados. En este caso resulta significativa la particularidad de la “muerte” de su territorio original. A diferencia de otros desplazados, los afectados por la presa ven su lugar de origen “ahogarse” bajo el agua y, desde luego, esto conlleva la fatal certeza de que jamás regresarán a él. Sólo quedarán para la remembranza algunos objetos físicos como fotografías, videos, artesanías, artefactos agrícolas e infinidad de artículos personales, pero sobre todo su propia evocación, la reconstrucción mental que cada uno de los habitantes, y quizá también en forma colectiva, se formule del Viejo San Marcos, el cual posiblemente se convierta en paisaje idílico o mitológico: una postal psíquica, construida desde la memoria y hacia la nostalgia. El conflicto ha sido el modelador de una nueva identidad y una percepción más consciente y manifiesta sobre al apego al territorio y 46
todo lo que éste significa. El propósito del presente ensayo es mostrar las estrategias de sobrevivencia y de negociación que los grupos sociales considerados subalternos desarrollan para enfrentar las decisiones gubernamentales, impuestas de forma vertical y arbitraria, ya sea con el fin de modificar las políticas públicas o las condiciones en que éstas se llevan a cabo. En este trabajo se retoma el espíritu de los estudios culturales de Stuart Hall, que concibió a la cultura no sólo por su valor descriptivo o etnográfico, sino por su importancia para la investigación social y política al ser el terreno empírico donde se libran las pequeñas batallas cotidianas de los grupos subordinados y las clases dominantes. Hall, a su vez influido por la concepción gramsciana, inauguró una forma de abordar la cultura como categoría de análisis pero también como práctica política. La hegemonía, según Gramsci, funciona como aparato amortiguador de la resistencia a través de la negociación, incorporación y concesión, más allá de la simple represión gubernamental a través del aparato de la fuerza de las armas. Para lograr la hegemonía, el Estado necesita primero conseguir el consenso y la legitimidad, y esto se consigue en el ámbito de la cultura, donde se legitiman los ejercicios del poder o crecen fuerzas antagónicas de oposición que negocien esa supuesta hegemonía. Estas relaciones de poder se expresan también en las identidades. No hay identidad que no exprese una correlación de fuerzas y más que eso, es a través de la identidad que se confronta el poder de los distintos grupos sociales y se pactan las condiciones en que se ejerce la supremacía. En el caso de las poblaciones desplazadas, la identidad socioterritorial puede convertirse en una auténtica arma de resistencia política. UNA ARRAIGADA TRADICIÓN DE EXCLUSIÓN SOCIAL Lo que pasó con la presa Picachos y otros poblados desplazados forma parte de una larga tradición mundial de exclusión social, adoptada en la política de desarrollo nacional para la construcción de grandes represas, concebidas como la panacea para lograr el despegue 47
económico de cualquier país. En México, por varias décadas las presas hidroeléctricas fueron pieza clave de una estrategia nacional para lograr la autonomía en materia energética, en un contexto histórico donde se vivía un clima profundamente nacionalista. En el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940) se creó el Departamento de Recursos Hidráulicos —más tarde la Secretaría de Recursos Hidráulicos— y se expropió parte de las instalaciones eléctricas extranjeras formando lo que hoy es la Comisión Federal de Electricidad (CFE). En ese sexenio, en 1937, se construyó en el norte de Durango la primera presa de control de irrigación. La década de 1940 se considera la primera etapa intensa de inversión material y humana en un sistema nacional de irrigación y presas hidroeléctricas, cuya instalación comenzó a expandirse en el territorio nacional. El gobierno federal aplicaba el derecho de expropiación con la justificación del interés público, desplazando principalmente a comunidades indígenas, con una concepción capitalista del desarrollo en que los “sacrificios” de ciertos grupos de la sociedad son un mal necesario. La validez del proyecto hidroenergético se aceptó sin discusión durante varios sexenios más. Hasta 1980, México fue el país con la mayor población desplazada por irrigación y presas hidroeléctricas. A partir de 1982, con el estallido de la bancarrota del Estado mexicano durante la administración de José López Portillo, el partido dominante, el PRI, comenzó a perder legitimidad y se diversificó el ambiente político. Las acciones del gobierno comenzaron a enfrentar el rechazo social y fue el caso de la construcción de presas. A consecuencia de esto, la CFE canceló en 1983 el proyecto de la presa de Itzantun, Chiapas, después de una cuantiosa inversión y de una movilización social que no se conocía hasta el momento. Tres años más tarde, por primera vez una comunidad de disidentes se rehusó a obedecer el plan de reasentamiento del gobierno en el proyecto de la presa Caracol y por primera vez se interpuso una demanda contra la CFE y obligó a ésta a negociar con los inconformes una nueva indemnización, ya que la original se había hecho con los valores de 1981 antes de la espiral 48
inflacionaria que comenzó en el año siguiente. Otra presa cancelada por la inconformidad de los pobladores fue la de San Juan Tetelcingo, Guerrero, en 1992. Pero uno de los hechos que más impactaron en la conciencia de las comunidades rurales fue el desalojo de cerca de 25 mil chinantecas en el estado de Veracruz, con la presa Cerro de Oro, que se dio en varias etapas entre 1975 y 1988. Se considera uno de los reasentamientos más trágicos del país y un etnocidio inducido. Fue el primer caso ampliamente documentado y ventilado en la prensa de forma contundente. El arrasar con localidades marginadas fue una práctica gubernamental por mucho tiempo socialmente tolerada, donde la noción de desarrollo industrial arrastra conceptualmente con el desarrollo del campo, una ideologización proveniente de las teorías de la modernización, donde lo más natural y deseable era que la urbanización y las fábricas absorbieran a las zonas rurales e indígenas, por considerarse aún como parte de un pasado vergonzoso, un lastre para el progreso. De ahí deriva, en parte, la escasa relevancia otorgada por parte de los gobernantes a las poblaciones desplazadas, excluidas muchas veces de los planes de reasentamiento que afectarían directamente su futuro 1 El largo historial de ocultamiento de algunos pueblos y culturas para favorecer la supuesta modernización del país, ha resultado evidente también en el caso de la presa Picachos. Aparece la política del olvido: la negación de la historia como una forma de combatir la memoria colectiva. Llama la atención que los discursos oficiales sobre el proyecto de la presa jamás mencionaron a los comuneros que serían desalojados. Las ponencias enfatizaban las bondades de la presa, los beneficios en irrigación, almacenamiento y dotación de agua, pero los pueblos que quedarían bajo el agua, también quedaron ocultos en un El historial de los desplazamientos forzados en México provocados por presas fue tomado del reporte que presentó el investigador Scott Robinson a la Comisión Mundial de Represas, como parte del diagnóstico global en la problemática de los reasentamientos. 1
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discurso totalmente unilateral. De acuerdo a la Comisión Mundial de Represas, organismo de la Organización de las Naciones Unidas para la evaluación de los grandes proyectos hidráulicos a nivel global, ésta es la tendencia generalizada entre los desarrolladores. Como si la sola mención fuera una especie de invocación que haría aparecer al monstruo de la participación social. Aun sabiendo cuáles serían las zonas y poblados devastados, no se levantó ninguna investigación de tipo cultural que registrara las características particulares de los lugares condenados a desaparecer. Durante las detonaciones en la sierra del río Presidio, trabajadores de la constructora “Andrade Gutiérrez” encontraron petroglifos, los cuales fueron reportados al Instituto Nacional de Antropología e Historia, pero sólo por el interés de algunos pobladores y de los propios obreros de la construcción, autores del hallazgo. El Archivo municipal no cuenta con ningún trabajo académico u oficial que sirva de testimonio para las futuras generaciones sobre la vida de los poblados de la sierra y sus usos y costumbres, sólo textos periodísticos o escritos aislados. La tarea del registro de las formas culturales de los pueblos es más bien una tarea marginal, realizada por unos pocos ciudadanos sin muchos recursos y sin apoyo del gobierno. Adrián García Cortés, cronista secretario del Instituto de Investigaciones Históricas y Archivistas “La Crónica de Sinaloa”, señala que la desmemoria histórica se ha convertido en un problema grave en el estado; “porque distorsiona la identidad o la anula, y al paso del tiempo genera ausencia total de participación social”. 2 Otra forma de exclusión o de aniquilamiento de la memoria, es la destrucción de las formas anteriores de vida, como la arquitectura, el estilo de urbanización, los espacios físicos que sirven de base y facilitadores para una organización cultural determinada. Este es el fundamento de la topofilia, pues la interacción social y toda la socialización simbólica y significativa se desarrolla en un espacio físico Valenzuela Ortiz, Judith et al (2009). Picachos. Los caminos del desarraigo y la resistencia. UAS. Mazatlán, Sinaloa. P. 131 2
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concreto, el cual a su vez alimenta el sentimiento de identidad con una comunidad. En la transición del viejo al Nuevo San Marcos, se presenta un cambio drástico de un ambiente campirano a un poblado semiurbano con viviendas tipo Infonavit. Los investigadores René Armando Llanes Gutiérrez y Servando Rojo Quintero destacan los valores de la arquitectura vernácula sinaloense encontrada en los ahora pueblos extintos bajo el embalse de la presa: “…donde se integran como un todo los valores culturales de los usuarios, el objeto urbano-arquitectónico y el medio físico circundante (entorno)”. 3
Los viejos pueblos eran localidades de gran antigüedad y tradición (al menos de 150 años), algunas mencionadas en 1877 por Eustaquio Buelna en su Compendio histórico, geográfico y estadístico, o como la Puerta de San Marcos, que vio el paso del controvertido héroe Heraclio Bernal y donde dejó su Plan de Conitaca en tiempos revolucionarios. En una visita anterior al hundimiento, Llanes y Rojo describen así los antiguos poblados y su entorno sociourbano: …La arquitectura y los espacios urbanos son producto de una respuesta a las condiciones climatológicas, culturales y de los recursos disponibles en el entorno. Por ejemplo, sus anchos muros son de adobe, los techos de vara blanca, lodo y teja; si los materiales usados ayudan a mitigar las altas temperaturas, la disposición de sus espacios (con una superficie construida de doscientos metros cuadrados en promedio) también responden a esta necesidad. Sus amplios portales permiten la libre circulación del aire, pero también son el espacio por excelencia donde se desarrolla la convivencia social: el externo es el de las “buenas tardes o días”, el del saludo cotidiano con el transeúnte, el amigo o el vecino; el interno, el de la convivencia familiar. El lote es una extensión de la vivienda bajo la sombra de sus árboles, los moradores lo mismo descansan de la inclemencia de los 3
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rayos del sol, como también alberga los lavaderos y otras actividades. 4 Si las construcciones particulares cumplían con ciertas funciones sociales y colectivas de convivencia, lo mismo era en el resto de la ciudad. Los pueblos desplazados contaban con la infraestructura urbana para actos colectivos, como las casas comunales, iglesia, plaza de armas con su típico kiosco. Además la vegetación y los jardines eran algo que le proporcionaba una identidad campirana a los pueblos y algo que los pobladores disfrutaban de forma rutinaria. En contraparte, en los llamados nuevos pueblos las casas que intentan reemplazar a las antiguas distan mucho de las casas a las que los pobladores desplazados estaban acostumbrados. Las superficies construidas son menores en promedio a las antiguas. Las nuevas viviendas cuentan sólo con una recámara para toda la familia, un cuarto para sala-comedor y una pequeña cocina. Sin mencionar que los materiales no corresponden a las condiciones climatológicas de la región. Además, el techo de asbesto es un peligro ya que es un material prohibido en varios países por considerarse cancerígeno. De acuerdo al diagnóstico de arquitectos de la Universidad Autónoma de Sinaloa, los nuevos asentamientos se localizan en terrenos inestables, y al estar ubicados en colinas y faldas de cerros, se corre el riesgo de deslaves, erosiones y derrumbes, los cuales se presentaron en los primeros meses después de la reubicación. En la visita más reciente realizada al Nuevo San Marcos se detectaron personas que aún no contaban con una nueva vivienda asignada, y el número de personas en esta situación era aproximadamente sesenta, según testimonios levantados en el lugar, incluso en algunos puntos de los viejos pueblos que no se terminaban de inundar permanecían resistiendo unas catorce familias, que antes de las lluvias del 2011 se negaban a abandonar su lugar de origen. Se pudo observar que después de la relocalización, los pobladores del Nuevo San Marcos han ido modificando las casas que les fueron 4
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entregadas por el gobierno, tratando de adaptarlas a su antiguo estilo de vida, con jardines coloridos y de gran variedad de vegetación, así como con el tradicional porche y el patio para labores domésticas, aunque no todos han contado con la posibilidad de realizar estas remodelaciones, ya que se requiere una inversión económica fuerte y a la que destinaron gran parte de lo que habían recibido por concepto de compensación económica. En cuanto a vialidades, pasaron de contar con amplias avenidas de terracería o empedrados a un entorno semiurbano, con avenidas principales pavimentadas y el resto aun con terracería, pero con terrenos escarpados e intransitables. La falta de árboles aumenta el calor en el verano, con una sensación térmica de hasta 40 grados centígrados, aunque las altas temperaturas son naturales en la zona. Pero ahora carecían de la sombra de los árboles y estaban lejos de algún arroyo o cuerpo de agua. Después de casi dos años de reubicación, los servicios básicos como agua potable y luz no terminan de regularizarse. Algunos vecinos manifestaron que el cambio en la disposición de los espacios había afectado su vida cotidiana y laboral; acostumbraban ir caminando hacia las milpas o a los terrenos donde engordaban el ganado, lo que ahora es difícil porque quedaron lejos y el pago del transporte encarece los costos de producción. Sobre las actividades económicas, aún prevalece la incertidumbre ya que muchos pobladores no cuentan con una fuente de ingresos segura luego de vender sus tierras agrícolas para la obra de la presa. Además se pudo advertir el peligro de la desarticulación comunitaria, porque muchos pobladores sólo pasan los fines de semana en el Nuevo San Marcos y el resto de la semana en Mazatlán, sin contar otro porcentaje que ha emigrado hacia otras ciudades del país o de Estados Unidos. Otro aspecto que está abonando a la desintegración poblacional es la violencia que se vive en la región, ya que de acuerdo a los testimonios, operan grupos armados que amenazan a la gente para que abandonen el territorio. Muchos han resistido a pesar de todo. Han resistido a la exclusión social por parte del gobierno, a los grupos de la delincuencia organizada pero también han resistido al olvido, el principal enemigo de la identidad. 53
Hay evidencias para asegurar que la política del olvido provoca el desarraigo en los pueblos, al desintegrar los lazos sociales y territoriales que unen a las comunidades. No obstante, el arma silenciosa de los grupos dominantes enfrentó la reacción de los hombres y mujeres de la presa Picachos. ESTRATEGIAS DE RESISTENCIA DESDE LA IDENTIDAD TERRITORIAL
Las irregularidades que se percibieron desde 2005, cuando iniciaron las negociaciones para la expropiación de los terrenos de los seis poblados para dar lugar a la obra, desataron suspicacias entre los comuneros, quienes al poco tiempo se organizaron en un movimiento colectivo cuyos elementos de cohesión fueron el dolor por la tierra perdida y las exigencias de mejores condiciones de reasentamiento. El territorio fue central en las demandas, ya que el gobierno, de acuerdo al avalúo del Instituto Nacional para la Administración de bienes nacionales asignó un valor de 45 mil pesos por hectárea, equivalente al de una simple transacción comercial, cuando en realidad se trataba de un desalojo involuntario para beneficio del bien público. El representante de los comuneros en ese entonces, Pérez Virgen, explotó con amplitud los elementos identitarios del espacio físico. Los valuadores del Estado no tomaban en cuenta particularidades como altura de techos, tipo de materiales, estilos de ventanales, portones, tampoco los árboles y los espacios de uso común y de valor intangible en muchos de los casos, como el paisaje y la naturaleza por sí mismos. Todo esto hacía una enorme diferencia entre lo que pedían los comuneros y lo que ofrecía el Gobierno. Desde el inicio de la movilización de los desplazados, la bandera de la identidad territorial fue una de sus armas más poderosas, sobre todo al involucrar a la opinión pública a través de un hábil manejo de medios. Los periodistas jugaron un papel de testigos activos en el movimiento, ya que a través de sus cámaras y sus escritos la sociedad se involucró en el conflicto y subió a la mesa del debate público la disyuntiva: pueblos o agua; desarrollo o preservación. 54
En la historia reciente abundan ejemplos de cómo la cultura y las identidades locales son el fundamento de los movimientos sociales reactivos contra la potencia del sistema económico y en ocasiones contra la lógica de absorción del capitalismo. Castells apunta: Junto con la Revolución tecnológica, la transformación del capitalismo y la desaparición del estatismo, en el último cuarto de siglo hemos experimentado una marejada de vigorosas expresiones de identidad colectiva que desafían la globalización y el cosmopolitismo en nombre de la singularidad cultural y del control de la gente sobre sus vidas y entornos (Castells, 1999: 23).
Esta hipótesis enfatiza que la construcción de las identidades siempre se presenta enmarcada en un contexto determinado de relaciones de poder, de lo que se pueden desprender tres formas y orígenes de la construcción de la identidad: identidad legitimadora, identidad de resistencia e identidad de proyecto. La primera es introducida por las instituciones dominantes, la segunda es promovida por aquellos actores que se encuentran en posiciones devaluadas o estigmatizadas; y la tercera, se presenta cuando los actores sociales, basándose en los materiales culturales de los que disponen, construyen una nueva identidad que redefine su posición en la sociedad (Ibíd). No se descarta que como parte de la movilidad social, la identidad de resistencia pueda desarrollarse hasta invadir los linderos de la identidad del proyecto, al plantear una nueva propuesta de identidad, o incluso puede llegar a convertirse en identidad legitimadora si la lucha por la resistencia resulta triunfante. Los pobladores desplazados desarrollaron una especie de emblema de resistencia: “Los Picachos”, pues buscaban legitimarse y en todo momento hicieron de la falta de territorio su nueva marca identitaria. La identidad gozó de pronto de una asimilación plausible en la región, al entrar a la discusión pública incluso sin ser una idea mencionada de forma expresa. Nadie dijo jamás abiertamente estar defendiendo su identidad. Sin embargo, estaba latente en el discurso el derecho inherente y sin lugar a discusiones, como una condición 55
natural de cualquier ser humano, de contar con una identidad tanto individual como colectiva, relacionada a un territorio muy específico. La identidad es un concepto estratégico en Ciencias Sociales, del que paradójicamente no se empezó a hablar sino hasta mediados del decenio de 1980. Su importancia radica en que sin ella no sería posible la interacción social, ya que esta se basa en la percepción que tienen los actores sociales de sí mismos y de los otros, que orienta el sentido de su acción. Además, la construcción de la identidad —tanto individual como colectiva— se encuentra indisolublemente ligada a la cultura, porque precisamente las identidades sólo pueden formarse a través de un conjunto de recursos culturales y sociales que el individuo y la colectividad encuentran a su disposición. La identidad como sustancia o esencia es acaso inadvertida, pero siempre está presente, como sucedió en el conflicto de los pobladores desplazados, quienes utilizaron su pérdida territorial como un argumento incontestable, por el cual tanto los ciudadanos ajenos al movimiento como la parte oficial de cierta forma les daban la razón y los funcionarios aceptaban dialogar y negociar. Con esto se logró modificar en parte la manera en que iban a ser indemnizados por la desterritorialización. Quedaba claro a nivel simbólico que no se trataba de una simple transferencia comercial de terreno, sino que había elementos afectivos, culturales y sociales que estaban en juego y no podían ser soslayados tan fácilmente, más allá de los intereses sólo económicos aunque, claro, estos también jugaron un papel clave. En el conflicto de los “Picachos”, el recurso de la identidad territorial y su pérdida, se jugó en dos bandas: una ante el Gobierno y otra ante la sociedad, a través de la prensa escrita y de forma contundente de los diarios locales, quienes dieron seguimiento al movimiento de protesta y a las exigencias de los desplazados, cosa que no ocurrió en los medios televisivos nacionales, que dieron atención esporádica a las acciones de protesta. A la cobertura se sumaron la televisora Grupo Pacífico a través del Canal 7 y la mayoría de los noticieros radiofónicos de Mazatlán, además de diarios de circulación nacional como La Jornada. El sitio 56
de Internet http://picachospueblos.blogspot.com/, sirvió de puente ante medios informativos y ciudadanos interesados al presentar contenidos multimedia con los momentos más significativos de la movilización de los pueblos desplazados. El uso de la Red contribuyó a acrecentar el interés de investigadores y comunicadores. Cabe destacar el cortometraje Venecia Sinaloa, realizado por una alumna del Centro Universitario de Estudios Universitarios (CUEC), Betzabé García Galindo, oriunda de Mazatlán, quien detalló que se trata de una historia de ficción con raíz documental. El estreno se realizó en la Ciudad de México y aborda la forma de vida de los pobladores de San Marcos. El film será difundido en festivales, escuelas y en poblaciones que atraviesen por circunstancias parecidas. Trabajos como éste, así como otras investigaciones académicas contribuirán a preservar y activar la memoria colectiva y la reflexión social sobre el caso, considerando asimismo la proyección de estos testimonios como un logro de la política comunitaria de resistencia. Por ello, los representantes de los medios de comunicación eran parte infaltable en cualquier acción de protesta. Sin ellos no se daba un paso de ninguna marcha. Los dirigentes advirtieron que la mano de Gobierno sería menos dura para evitar el repudio social, en caso de que se hicieran públicas las imágenes de una represión violenta. Además también utilizaban a los medios de comunicación para solicitar el respaldo de la ciudadanía y la comprensión por las molestias ocasionadas durante las tomas de las calles o plantones en oficinas de gobierno, entre otros actos. Parte de la estrategia era mantener un contacto directo y constante con los periodistas y atendiendo todas las inquietudes de los reporteros con gran diligencia. En todas las manifestaciones se contaba con viáticos para los periodistas a quienes se les brindaba, al igual que a los propios manifestantes, agua y alimentos para que soportaran las intensas jornadas de protestas, que en ocasiones eran de varios días. “Se les hace un atento llamado a la gente de que nos apoye, hemos tenido pérdida de vidas humanas, hemos perdido muchas cosas, nuestro hábito de vivir, estamos sacrificando mucho, y yo creo 57
que Gobierno no ha tenido tacto para tratar la situación de la Picachos y nos ha marginado bastante”, expresó en entrevista María del Rosario Alapizco Páez, líder del movimiento junto con Octavio Atilano Román, quienes ocuparon tal posición después del retiro forzado de Pérez Virgen, el primer representante legal de los comuneros. Es importante mencionar que los liderazgos constituyen los ejes principales a través de los cuales se dirime el conflicto y se organizan las comunidades. Según Max Weber, quien encontró relaciones de poder en todas las interacciones sociales, los tres tipos principales de dominación son: burocrático-legal, carismático y por tradición. En la lucha de los comuneros, el poder burocrático (oficial) es representado por los gobernantes, tanto el mandatario estatal como el presidente municipal y los comisarios, además de otros funcionarios. No obstante, los líderes carismáticos ejercen un mayor peso sobre los comuneros ante el descrédito en que han caído los políticos, a quienes los inconformes se refieren como “rateros” o “abusivos” en el mejor de los casos. Estos líderes carismáticos son Atilano Román y Rosario Alapizco, portavoces de los pueblos desplazados y los principales interlocutores en los “jaloneos” con “Gobierno”, como ellos personalizan al poder público o como “Gobierno bandido”, la leyenda de cientos de pancartas en los múltiples actos de inconformidad. En el liderazgo carismático, ha sobresalido el empoderamiento de las mujeres a lo largo de la resistencia. Al principio como una estrategia, ancianas, mujeres adultas y jóvenes con sus niños en brazos fueron enviadas al frente con la idea de complicar a los policías el uso de la fuerza. Después, las manifestantes mostraron su gusto por tales acciones, buscando imprimir un toque particular en cada protesta con nuevas frases y con el uso de símbolos, como el colocar flores en los escudos de los granaderos, enarbolar machetes en la toma de calles o el llevar los féretros de sus muertos errantes por las calles de la avenida del Mar, la vía más turística de la ciudad de Mazatlán. Una imagen ilustrativa se captó el 13 de julio de 2009, cuando las comuneras se careaban con los agentes antimotines que desalojaban por la fuerza a los desplazados, quienes bloqueaban y obstaculizaban la construcción 58
de la presa. Un momento álgido del movimiento, al igual que otro episodio donde los desplazados cargaban con sus muertos, exhumados de sus camposantos originales, ya que aún no se asignaba un lugar en las nuevas comunidades para los panteones. Fue también en el verano de 2009 cuando los periódicos locales dieron cuenta del drama de los difuntos “deambulando” por las calles, lo cual desató una oleada de críticas contra el gobierno estatal, que abonó a la crisis de legitimidad de la gestión del entonces gobernador Jesús Aguilar Padilla (2004-2010), a quien se le calificó de insensible y negligente, al igual que a su equipo de trabajo. “Cómo es posible que se juegue con los sentimientos de la gente, con una ancestral tradición de enterrar a los muertos, de tener su panteón, un lugar donde rezarles…”, escribió Jesús Antonio Ríos Rojo, colaborador del semanario estatal Ríodoce. Lo anterior se sumó a las acusaciones de corrupción contra funcionarios estatales sobre las indemnizaciones y a la ineficiencia para la planeación del reasentamiento. La crónica de Feliciano Castro Meléndrez, publicada en el libro Picachos. Los caminos del desarraigo y la resistencia, relata sobre la tarde del 19 de julio cuando la procesión de los “muertos” atravesó la avenida Camarón Sábalo, en la Zona Dorada de Mazatlán: “La procesión de los difuntos y sus dolientes son almas en pena que claman justicia, almas –huesos-ataúdes que andan en los pies de los vivos, hacen ruido y dejan ecos, almas en pena que porfían en este bregar político, y sus silencios son voces, argumentos. Silencios en albórbolas por la justicia. El gobierno con el desatino de la injusticia hizo hablar hasta los muertos y ahora están en la calle. Y la gente murmura sólo Dios sabe porqué los levantó. Tienen sus temores. Son cosas sagradas, es la cristiandad…”. La opinión pública veía así entremezclados lo profano y lo sagrado. Los bienes materiales y los intangibles, dando un matiz diferente a la manifestación de los desplazados, despertando simpatías entre la población, aunque con opiniones divididas. Había quienes reprochaban el caos vial y los inconvenientes de las protestas masivas, 59
pero también se levantaron voces de apoyo y empatía hacia los que se quedarían sin sus pueblos. Aunque el movimiento no logró todos sus objetivos y los inconformes enfrentan aún una difícil etapa de adaptación a los nuevos pueblos, los comuneros de la Picachos sentaron un precedente de resistencia en el sur de Sinaloa y lograron sentar a negociar a los gobernantes que en un principio los habían ignorado de forma sistemática. Como resultado, logró los siguientes compromisos del Gobierno del Estado, si bien la mayoría de ellos se encuentran aún en espera de cumplimiento: construir entre 50 y 60 viviendas más, destinar 25 millones de pesos para ampliación de casas, hacer la urbanización de los nuevos pueblos organizando un programa de empleo temporal para los comuneros, otorgar a los pobladores afectados la concesión para explotar la pesca deportiva en la presa, entrega de cinco lanchas equipadas con motor, restituir a la comunidad de San Marcos sus calles pavimentadas, la cancha, el quiosco el cobertizo, iniciar un programa de reforestación de árboles frutales que serán plantados por los mismos beneficiarios, entre otros tendientes a restablecer el orden público y mejorar el nivel de vida de los habitantes con mejores servicios y oportunidades. En resumen, las claves de la resistencia se pueden enumerar así: a. El estandarte del apego socioterritorial. b. El involucramiento de la opinión pública y el manejo de medios. c. La participación de líderes carismáticos. d. El uso de símbolos para provocar un mensaje de impacto. e. La deslegitimación del gobierno. REFLEXIONES FINALES La experiencia del desplazamiento suele ser una experiencia traumática porque, como hemos visto, el territorio se vuelve parte importante de la propia conciencia humana. En el caso del Nuevo San Marcos, la población, de una conformación heterogénea ya que está compuesta por diferentes niveles generacionales y de clases sociales, 60
hombres, mujeres, niños, lo que hace el conflicto que lleva más de tres años por lo que llaman “justa indemnización”, repercuta de forma distinta en cada uno de los miembros de la colectividad. Cada quien sintió de forma diferente la ofensa de ver “ahogado” su territorio. Cuando se abandonan las actividades económicas habituales —la ganadería y la agricultura en los seis pueblos desplazados—, cuando se deja la tierra donde se nació y se vivió por varios años o décadas, cuando se deja de forma abrupta parte del referente cultural heredado por los ancestros y se abandona la forma particular de relacionarse con el otro y con lo otro, y, en fin, cuando cambian las condiciones geográficas unidas a su referente cultural, crece la posibilidad de pérdida de una identidad cultural, pero en contraparte surge la posibilidad de reavivar la identidad territorial al verse obligados a defenderla. Vale apuntar que para que exista una identidad territorial es necesaria una voluntad colectiva, un sentimiento de cohesión a la comunidad y a una región específica, así como un reconocimiento de la historia común y, por tanto, la memoria, que suele ser la ideación activa del pasado, según definición de Durkheim. El caso de la Picachos ilustra la importancia actual del territorio y sus implicaciones sociales para el desarrollo regional, pero sobre todo de considerar a los habitantes como actores sociales y no como entes pasivos a quienes se les puede desplazar fácilmente. Otra enseñanza que nos deja este tema sobre la identidad es sobre su poder para incitar a la movilización ciudadana y la participación activa de los pobladores para incidir en las decisiones del gobierno. Esto se advierte a través de los elementos afectivos, como es la topofilia y la nostalgia que de alguna manera fortalecieron la legitimidad del movimiento al contar con el apoyo de gran parte de la población ajena al conflicto. La resistencia civil de los pueblos expulsados es un testimonio de que la política se puede mover a todos los niveles y no sólo en el campo de los grandes intereses o las instituciones políticas tradicionales, como los partidos políticos o las instancias gubernamentales.
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BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS: Castells, Manuel (2009). La era de la información. Economía Sociedad y Cultura. El poder de la identidad, Vol. II. Siglo XXI Editores, México, pp. 28-34. Giménez, Gilberto (2007). Estudios sobre la cultura y las identidades sociales, CONACULTA, México, pp. 25-50; 115-147; 149-172. Reinhard, Bendix. 1979. Max Weber: el retrato de un intelectual. Argentina. Amorrortu. Freund, Julien. 1966. Sociología de Max Weber. Argentina. Lotus Mare. Ramírez, Jesús (2008). La construcción de la presa Picachos: una visión histórico-socioambiental, CONACYT, México, pp. 5574. “Tensión en el aeropuerto por protesta de comuneros”. Diario El Debate. Mazatlán, Sin. Agosto 06-08-2009. “Desalojan la Picachos”. Diario Noroeste. Mazatlán, Sin.14-07-2009.
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UN ACERCAMIENTO A LA CULTURA Y EL TURISMO
Karina OCHOA LEYVA ♣ INTRODUCCIÓN
Abordamos aquí una doble temática interrelacionada: la cultura
y el turismo. De entrada pensamos a la cultura como parte del ♣
Licenciada en Turismo y estudiante de la maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales de la Facultad de Ciencias Sociales. 63
desarrollo de una sociedad, a través, entre otros aspectos, de la presencia de las tradiciones y costumbres, donde los actores locales desempeñan una acción fundamental. De suerte que, en este caso, la cultura como fenómeno se exhibe también a través de la actividad turística. Como una forma ad hoc para exponer, conocer y valorar. Y tratamos al final, en especial, el turismo gastronómico como sub segmento del turismo cultural, donde pueden mirarse distintas maneras culinarias, formas y estilos de vida por vía de tal actividad.
CULTURA Y TURISMO Cuando oímos la palabra cultura, de inmediato surgen o se asoman imágenes de museos, teatros, historia, plazuelas y artesanías. Se trata de un concepto, representación, idea, noción o idea. Claro, como formulación conceptual es muy simple. Empero, hablar de cultura es mucho más; es una multiplicidad de aspectos. No sólo son representaciones visibles, sino las distintas expresiones, acciones, obras y significados como partes peculiares de una sociedad. Infinidad de estudiosos han abonado aportes sobre la concepción de cultura. Pero muy trascendente ha sido Clifford Geertz, quien expone:
La cultura denota un esquema históricamente transmitido de significaciones representadas en símbolos, un sistema de concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas por medios con los cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida (2003:88).
Elementos claves son, en primera instancia, los esquemas históricamente transmitidos; se refieren a las actitudes, percepciones y formas de vida de cada individuo. Es el acervo de una sociedad donde se comparten rasgos, creencias y actitudes similares, transmitidos de generación en generación. Estas herencias culturales están llenas de significados, que fueron creados de acuerdo a un contexto, un espacio 64
y un tiempo; lo que para una sociedad parece fuera de lo común o algo dañino en la existencia, para otras puede ser valioso. De acuerdo con el autor, estos sistemas simbólicos son los que muestran una interpretación de las relaciones sociales y la forma de convivir del individuo. Exponen las distintas maneras que el hombre crea y ejecuta de acuerdo al entorno en el que vive, generando un conocimiento que ayuda a mejorar ciertas prácticas sociales, e incluso construir y realizar nuevas formas para enfrentar la vida. Es un proceso siempre en producción, actualización y transformación, debido a que la cultura se va creando día a día. Nuestras formas de pensar y actuar son el reflejo de la cultura en la cual estamos insertos: valores, normas, tradiciones, lengua, formas de vestir, entre otros ítems culturales que fueron interiorizados. La existencia y la evolución del ser humano consisten tanto en procesos biológicos como en procesos culturales. El hombre requiere transformar la naturaleza para sobrevivir. No vive en un ambiente sólo natural, sino que lo recrea. Para hacerlo, utiliza su inteligencia que le permite organizarse adecuando los instrumentos que le ayudan a trabajar. Este nuevo ambiente creado por el hombre no es solamente material 1, sino simbólico 2 y ambos constituyen la cultura (Lozano Andrade, 2000: 141). Esto explica cómo el proceso de adaptación del individuo en su espacio natural, lo lleva a realizar una serie de actividades con características peculiares, las cuales son desarrolladas con base a la región geográfica y a los elementos 3 existentes del entorno. De modo que se identifican dos indicadores obvios que forman parte de la cultura: lo material y lo simbólico, que representan las distintas formas de expresar sus rasgos culturales y al mismo tiempo su importancia y significado. Instrumentos de trabajo, maquinas, edificios, medios de comunicación, utensilios diversos, artesanías, recipientes, muebles, vestidos, etc. 2 Ciencia, arte, idioma, valores, instituciones, creencias, tradiciones, ritos, etc. 3 Personas, recursos naturales, recursos económicos, instituciones, etc. 1
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La cultura puede mostrase ante el mundo, también, a través de una forma sustentable, con la combinación exacta y armoniosa de la inteligencia del individuo y su capacidad de transformar los recursos presentes en su medio. Explica, por su lado, Gilberto Giménez que la cultura
puede influir en el desarrollo social y económico de una región sólo por mediación de la identidad. Por consiguiente, la identidad constituye una dimensión importante del desarrollo regional. Sin identidad no hay autonomía, y sin autonomía no puede haber participación de la población en el desarrollo de su región. Lo que equivale a decir que no puede existir un desarrollo endógeno sin identidad colectiva (2007:142).
Giménez, coordinador del Seminario de Representaciones Sociales y Teoría y Análisis de la Cultura del IIS de la UNAM, arguye que la cultura es fundamental en el desarrollo de los pueblos. A través de ella se manifiestan los múltiples rasgos característicos de una sociedad, o bien se muestra una identidad que da autonomía a los actores sociales y que pueden mostrar una actitud efectiva para desarrollar y organizar sus potencialidades; no para acabar con ellas, sino para crear un desarrollo sustentable para futuras generaciones. De modo que la cultura juega un papel crucial en la economía de una región, un papel que, por ejemplo, no todos los economistas alcanzan a ver. Es por medio de políticas y lineamientos que la diversidad cultural se puede promover y en ello mantener vivo el patrimonio cultural de una localidad. Pero hay un gran problema: el establecimiento adecuado de las políticas que beneficien a la mayoría de los habitantes, para tener un desarrollo equitativo. Sobre esta línea de desarrollo endógeno ha trabajado, por su parte, Antonio Vázquez Barquero, quien expone la secuencia de este tipo de desarrollo, el cual considera que en los procesos de desarrollo intervienen los actores económicos, sociales e institucionales que forman el entorno en el que se desarrolla la actividad productiva. Todo esto con la finalidad de formar un sistema de relaciones productivas, comerciales, tecnológicas, culturales e institucionales, 66
cuya densidad y carácter innovador, va a favorecer los procesos de crecimiento y cambio estructural (Barquero, 1999:21). En este tipo de desarrollo, los actores de distinta índole cuentan con un rol en las funciones y planificaciones, ya que es un desarrollo de adentro hacia afuera de la sociedad. La innovación aparece como punto clave para fortalecer las relaciones productivas ya existentes y las próximas por aparecer. Esto crea un sistema de relaciones entre los distintos sectores, que coadyuvan a la generación de redes, que a consecuencia de los avances tecnológicos generan con mayor facilidad un acercamiento con el mercado y la sociedad. Sin dejar a un lado su identidad que hace que los actores sociales tengan una actitud participativa para su mejoramiento. Aunque la política de desarrollo local la forman los actores sociales con base en iniciativas y estrategias, con el aprovechamiento sustentable de los recursos con que cuentan, también se realizan sobre la base de sus valores y virtudes. Como señala Giménez, autor del libro Estudios sobre la cultura y las identidades sociales:
Una política sensata de desarrollo cultural en el plano regional implica poner en juego conjuntamente tres tipos de acciones: abrir la región al mundo, cultivar su especificidad histórica y cultural, y, finalmente, estimular la participación de los habitantes, ya que se trata de un desarrollo endógeno autosustentado. (2007:147)
Estas tres acciones son cuestiones sustantivas en el desarrollo sostenible de una comunidad, debido a que se tiene que conocer y tratar de mantener lo propio de la historia y la cultura, lo autóctono, la identidad que brinda esa conexión entre cultura y diferencia, así como la participación de los actores locales a través de la cooperación y de lo que mejor saben desarrollar. Y en la acción de presentarse ante el mundo por distintos medios, los avances tecnológicos coadyuvan a crear redes que impulsan y miran hacia los resultados que se han obtenido con base al desarrollo endógeno. En tal sentido, una actividad que impulsa el acercamiento, conocimiento y mantenimiento de la cultura es precisamente el turismo. Con ella, entre otras, el ser humano tiene la oportunidad de 67
conocer y adquirir experiencias nuevas de otras culturas, lo cual puede generar respeto y admiración por la sustancia misma de la diferencia y de las formas de vida. Dentro de las múltiples facetas de esta actividad conocida como la “industria sin chimeneas”, se encuentran el turismo de sol y playa, de negocios, ecoturismo, turismo cultural, turismo de aventura, etc.. Respecto del turismo cultural, que tiene por objeto el conocimiento del patrimonio y la experimentación de otras formas de manifestación de la cultura, no sólo engloba museos, galerías y muestrarios del patrimonio histórico, sino también modos de vida, y aspectos como idioma, creencias, cocina, costumbres, hábitos, ritos y vestimenta (Correa, 2010:50). El turismo cultural es un vehículo idóneo para mostrar al mundo las características socioculturales de alguna región. El perfil de este tipo de turista es exigente, ya que su interés es conocer y aprender de las distintas culturas existentes en el mundo, no es turista que guste andar en masa, sino lo contrario, es selectivo para su acompañamiento, y sobre todo cuenta con la actitud de observar, respetar y admirar la experiencia que ha adquirido durante su viaje o sus periplos por el mundo. En la actualidad en México se tiene un vínculo entre OMT, INAH y UNESCO para fortalecer y mantener la identidad, la cultura y la naturaleza, a través de programas de vasto alcance, donde lugares, tradiciones, costumbres y hábitos son realzados y expuestos ante el mundo, para ser visitados y admirados. Tal es el caso de la comida mexicana, declarada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO en noviembre del 2010 4, con la finalidad de salvaguardar el patrimonio intangible de la sociedad mexicana, como otros casos más alrededor del planeta.
Información obtenida el 29 de septiembre 2011, desde: http://www.jornada.unam.mx/2010/11/17/index.php?section=politica&articl e=002n1pol
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Este tipo de acciones ayudan a la valoración y conservación de muchas costumbres, tradiciones, lugares, patrimonios, etc. que están llenos de riquezas culturales, y son estos medios una alternativa para ser conocidos y respetados. Cabe mencionar que el turismo cultural por sí solo no es un elemento que influya lo suficiente en el desarrollo económico, debido a que se necesita la aportación de los distintos actores locales, el conocimiento de sus habilidades, actitudes de respeto y admiración, entre otros factores. Ana Correa señala:
(…) es necesario tomar en consideración el contexto social e histórico de las localidades, para evitar que se reproduzcan en el consumo del turista cultural los factores que impiden el desarrollo armonioso de las ciudades o regiones. Es decir, si la oferta está determinada y seleccionada por inversores ajenos a la realidad local, la misma se tornará tan artificial como carente de eficacia para la integración social. (2010:53)
Resulta importante la intervención de los actores locales; son claves para impulsar y estudiar su entorno. Son precisamente quienes juegan un rol específico en ese contexto. Así como las instituciones y organizaciones encargadas de regular esta actividad, las cuales deben contribuir a la formación de políticas que ayuden a mantener y resguardar el patrimonio natural y cultural, y a su vez analizar e investigar adecuadamente los futuros productos turísticos culturales, los cuales deben contar con una identidad propia, rasgos culturales generados en esa localidad, y no incrustar de manera forzada elementos socioculturales que no son adaptables a esa sociedad. Sin olvidar que el respeto a la identidad y a las diferentes culturas brindan un mejor conocimiento para el ser humano, una mejor manera de ser, un observador participativo en su conservación y sobre todo reconocer que la autenticidad de una cultura está en su mantenimiento y los individuos que hacen que ésta no se pierda o se diluya con el paso del tiempo. El investigador Quesada Castro señala que en el turismo cultural hay sub-segmentos como el turismo religioso que tiene presencia en 69
sitios como Lourdes en Francia; la Meca en Arabia Saudita; y el Vaticano en Italia. En el turismo gastronómico destacan Francia, Italia, México o Perú. Respecto del turismo folclórico, resaltan el Festival Internacional del Mariachi de Guadalajara; los festivales de música reggae en Jamaica; el carnaval de Rio de Janeiro en Brasil, entre otros. Esta diversidad de prácticas sociales y culturales resulta crucial y significativa de la relación cultura-turismo.
El abanico de posibilidades para la práctica del turismo es enorme, pues cada país o pueblo posee su propio legado cultural, que se manifiesta de muy diversas formas y por doquier en su territorio. Por eso, cada nación como sus habitantes son distintos, por sus características físico-ambientales, socioeconómicas y etnográficas que le confieren su típico carácter e identidad. El conocimiento adquirido cuando se viaja a un país distinto al de origen o residencia, coadyuva en la valoración de lo autóctono como de lo foráneo (…). (2007: 102)
Sin duda, la cultura abre distintas vertientes de actividades sociales que pueden ser expuestas hacia individuos ajenos a la sociedad anfitriona. Es el caso de la atención y promoción de la gastronomía, que puede ser una vía más para conocer la vida de una comunidad, reflejada en sus manifestaciones culinarias. Ávila Aldapa señala que el oficio culinario es parte de la segmentación del turismo cultural, y la cocina mexicana posee gran riqueza que puede ser aprovechada. Un ejemplo es Tabasco donde se promueven los platillos típicos como parte de la oferta turística (2007: 68). De modo que el turismo gastronómico es una manera de presentar y acercarse a los distintos elementos presentes en actividades como cultivar, procesar, cocinar y degustar, conformadas por distintas técnicas y significados. Para entender un poco más la propuesta de turismo gastronómico, existen algunas aportaciones puntuales, como la que señalan Millán Vázquez de la Torre y Agudo Gutiérrez, quienes definen a este tipo de turismo como el medio para recuperar la alimentación tradicional de cada zona. Y anotan que durante los últimos años tal tendencia turística adquiere mayor importancia, pues 70
se ha convertido en una pieza central para el posicionamiento de los alimentos regionales (2010:92). Así, el turismo gastronómico se entiende como el viaje que se realiza con el fin de conocer lo relacionado con la gastronomía de un determinado destino: conocer desde el cultivo del alimento, y su proceso de transformación, hasta saber y experimentar si cuenta con algún significado para la sociedad, sea en la preparación, la degustación, la producción o el cultivo de las materias primas. El turismo gastronómico tiene como principales funciones mostrar las prácticas culinarias y de producción de los alimentos para atraer visitantes; en algunos casos son realizados con materia prima originaria del mismo territorio. Aunado a esto, se promueven lugares históricos, folclóricos, naturales y significativos de la localidad anfitriona, aunque considerándolos como elementos adicionales. La gastronomía y los elementos que la integran son parte de la cultura, y es vista como un aspecto digno de mostrar y presumir. La actividad turística es la mejor manera de conocer y mantener los elementos culturales de una sociedad, generando un rico acervo que ayuda a la protección y respeto de la cultura. Cuando hablamos de cultura hablamos de múltiples factores de la vida cotidiana, del contexto y el espacio. Quizás con el paso de los años estas culturas se ven transformadas pero no erradicadas, ya que debemos tener claro que somos resultado de la mezcla de distintas concepciones y percepciones, teniendo como rasgo identitario a una sociedad culturalmente híbrida en sus diversificados ámbitos de tipo social, cultural, religioso, económico y político. Por ello la relación existente entre turismo y cultura es muy compleja, ya que a través de los productos turísticos se ofrecen los recursos naturales y culturales de una sociedad determinada. Cabe mencionar que, desafortunadamente, existe la noción de explotar y no precisamente desarrollar dichos recursos. Un aspecto importante de esta relación es la manera de cómo se ofrece la historia de la localidad. Esta nos ayuda a comprender comportamientos y tradiciones. Es a través de las distintas animaciones y acciones como se logra captar la 71
atención del turista. Un caso ejemplar lo representan los tours que se realizan en el centro de la ciudad de Querétaro. Son realizados a través de personificaciones de los antepasados, creando un ambiente donde el turista se transporta a las gestas históricas que tuvieron que ver con el camino y acaso la odisea cultural, y por supuesto colectiva, de un destino. BIBLIOGRAFÍA Ávila Aldapa, R.M. (2007).Turismo cultural en México: alcances y perspectivas. México: Trillas. Correa, A. (2010). Ciudades, turismo y cultura. Argentina. La crujía. Geertz, C. (2003). La interpretación de las culturas. España. Gedisa. Giménez, G. (2007). Estudios sobre la cultura y las identidades sociales. México. CONACULTA & ITESO Lozano Andrade, J.I. (2000). Introducción a las Ciencias Sociales. México. Plaza y Valdés. Millán Vázquez de la Torre, M.G. & Agudo Gutiérrez, E.M. (2010). “El turismo gastronómico y las Denominaciones de origen en el sur de España: Oleoturismo. Un estudio de Caso”. PASOS Revista de turismo y patrimonio cultural. España, pp. 91-112. Quesada, Castro, R. (2007). Elementos del turismo. Costa Rica: EUNED. Vázquez, Barquero, A. (1999). Desarrollo, redes e innovación. España: Pirámide.
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TEACAPAN: PARTICIPACION SOCIAL Y POLITICA TURISTICA
Adriana RODRÍGUEZ CABO DORIA ♥ INTRODUCCIÓN
El
tema de las políticas públicas reviste una gran importancia
principalmente en el momento en que se analiza la participación de la ♥
Estudió Ingeniería Industrial y la especialidad en Desarrollo Sustentable. Es alumna de la maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales. 73
ciudadanía en la elaboración e instrumentación de las mismas. Para poder realizar un análisis completo sobre estas políticas es necesario abordar temas relacionados al funcionamiento de la sociedad y sus instituciones, al término de democracia, modelos de desarrollo y participación social. Es primordial conocer cuáles son los mecanismos de participación existentes en la legislación nacional para el diseño e instrumentación de las Políticas Públicas, los mecanismos gubernamentales de fomento a esta participación e identificar si esta participación se traduce en la inclusión de las propuestas en la definición y ejecución de estas políticas. Considerando que el proyecto materia de este estudio es el Centro Integralmente Planeado (CIP) Playa espíritu, o CIP de Teacapán, se reflejará a lo largo del mismo un enfoque particular hacia la cuestión ambiental, pues dicho proyecto se encuentra en un humedal costera de alta importancia para el país, Marismas Nacionales. Esto ha provocado además que la participación social para incidir en el proyecto, se dé en los márgenes de la legislación ambiental, pues el concepto general del mismo o Plan Maestro, está sujeto a evaluación en materia de impacto ambiental, por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y la normatividad que aplica a dicho proceso contempla órganos y mecanismos de participación social que han sido utilizados por los interesados en incidir en su fondo y su forma. LAS POLÍTICAS PÚBLICAS Para poder comprender desde un inicio el tema al que hacemos referencia, comenzaremos señalando que para que una política pueda ser considerada como pública, es indispensable que se haya generado en el espacio público, en el entendido de que al elaborarse se incluyeran los tres sectores: el gubernamental, la empresa y la sociedad civil; ya que de lo contrario estas políticas, dejarían de ser Públicas para ser Políticas de Estado. Enfatizamos también el hecho de que al implementarlas, entran en juego bienes o recursos de toda la 74
comunidad, y que pueden afectar o favorecer a determinados individuos o grupos. Para hacer un análisis un poco más claro sobre la participación social en las políticas públicas, haremos mención de diferentes definiciones que se han dado para este tipo de políticas, con la intención de explicar de manera clara el enfoque que le daremos a este concepto. Lahera define el concepto de políticas públicas, de la siguiente manera:
Las políticas públicas son cursos de acción o flujos de información relativos a un objetivo público. Estos son desarrollados por el sector público con la frecuente participación de la comunidad o el sector privado. Las políticas pueden incluir orientaciones o contenidos, instrumentos o mecanismos, así como aspectos institucionales (Lahera Parada:2002)
En el mismo estudio se reconstruye el concepto en sus tres variables: 1). Son cursos de acción para alcanzar objetivos públicos; 2). Son instrumentadas por el sector público, pero no deben excluir otros sectores; y 3) Pueden incluir orientaciones o contenidos, que deben reflejar con claridad el objetivo común que se pretende alcanzar. De la Rosa Rodríguez (2004) señala las diferentes aproximaciones que se dan al tema desde las distintas vertientes teóricas de las ciencias sociales. Menciona que algunos autores centran el análisis en el papel del Estado para la elaboración e instrumentación de las políticas públicas y acota que, desde el enfoque funcionalista, se pone el énfasis en el individuo y se considera al Estado “(…) como una ventanilla encargada de atender las demandas sociales.” En el segundo enfoque mencionado por el autor, el Estado pasa a ser instrumento de una clase o grupo en el poder, y en un tercer grupo de estudios se encuentran los que ubican un espacio de mediación entre el Estado y la sociedad y que se traduce en las políticas públicas. Cualquiera que sea el enfoque que se utilice para el estudio de las políticas públicas, el común denominador es la interacción del Estado (ejecutor de la política pública) con la población (receptora de los beneficios o consecuencias negativas de la misma), ya sea mediante 75
una clase social que lo instrumentalice para su beneficio, los individuos o ciudadanos en abstracto, o las clases sociales contrapuestas con distintas fuerzas que provocan la orientación final de las políticas públicas. Es decir, la parte fundamental residen en que se trata de flujos de información pública por definición, que debieran estar al alcance de todos, y que cuando se concretan en acciones específicas, impactan la vida de regiones enteras. Hasta aquí podemos observar que existen principalmente dos enfoques: la visión desde arriba, que considera que la acción pública está centrada en el gobierno, se privilegia el trabajo de los expertos y los decisores, dejando en un segundo o hasta tercer plano el punto de vista y opinión de los pobladores locales. La política nace del desempeño técnico y legal de las burocracias en el que la sociedad asume un papel pasivo y condescendiente. Por otro lado se encuentra la versión conocida como desde abajo, a la que Canto Chac (2008) atribuye a la democratización en diferentes partes de América Latina principalmente en los años posteriores a la década de los setenta y que supone que las políticas públicas se originan de una serie de demandas sociales “en el corazón del conflicto de intereses” de los diferentes actores. La ventaja de este tipo de acciones es que el gobierno actúa en función de las presiones de los grupos sociales en un “juego de suma positiva”, en la que todos los actores resultan ganadores. Para efectos de este estudio la aproximación hacia las políticas públicas se dará desde el enfoque que considera que dichas políticas son diseñadas por el Estado que responde a los intereses de ciertos grupo dentro de las clases sociales dominantes, pero que, al pasar a la concreción, y una vez que la información llega a todos las clases sociales, puede provocar movimientos de resistencia u oposición, que determinan la interrupción de la acción o su modificación. En el caso que nos ocupa, se cuenta además con el cumplimiento de las tres variables que se señalan en los párrafos precedentes: la construcción de los Centros Integralmente Planeados (CIP) por parte de FONATUR, es un curso de acción definido desde hace décadas, y está enfocado a alcanzar el objetivo común que sería la generación de 76
empleos, tema recurrente en la campaña de prensa implementada por el gobierno federal; es instrumentada por FONATUR, organismo descentralizado del sector turismo, que depende de la Secretaría del ramo, pero su papel se limita a lo que se conoce como “desarrollo horizontal”, es decir, a construir la infraestructura de urbanización y los principales atractivos del proyectos (marinas y campos de golf) y sentar las condiciones para la inversión privada en el “desarrollo vertical” (hoteles y condominios); y por último, contiene orientaciones planteadas en la Manifestación de Impacto Ambiental, en la que se señala de manera reiterada el número de empleos que se generarán, así como la supuesta congruencia del proyecto con el desarrollo sustentable. LA PARTICIPACIÓN SOCIAL La participación social, puede incluir dos vías. La vía institucional, en la que se utilizan los órganos y mecanismos que la legislación contempla, y la vía que se da por fuera de los cauces institucionales específicos, pero haciendo uso de los derechos inalienables que se consagran en la Constitución, el derecho a la libre manifestación de las ideas, y la libertad de asociación. Estudiaremos esta última intervención que se da por fuera de los cauces institucionales bajo la óptica de la participación social, entendida como “(…) un tipo diferente de hacer política, que se ve como una compensación a la crisis de representatividad de los partidos políticos, en contraste con la participación en política electoral por parte de los ciudadanos, en donde el papel intermediario lo realizan los partidos” (Rendón Corona, 2004). Como podemos advertir, en cualquiera de las definiciones arriba citadas, la participación de la población es indispensable en la elaboración de las políticas, las variantes se dan en cuanto al grado de injerencia de esa participación. Diversos son los factores que impulsan o limitan dicha participación. Algunos autores consideran que la concientización de la importancia del involucramiento en la resolución de los problemas de la comunidad, va construyendo 77
paulatinamente la idea de sociedad civil entendiéndola como la define Norberto Bobbio (1997) para quien sociedad civil es
“la esfera de las relaciones entre los individuos, los grupos y las clases sociales, que se relacionan fuera de las relaciones de poder que caracteriza a las instituciones estatales”. Menciona también que esa sociedad, “es la base de las demandas a las que el sistema político está obligado a dar respuesta”.
Al participar los ciudadanos irrumpen en el espacio público para satisfacer las necesidades que no ha logrado el Estado. Cabrero Mendoza (1996), al respecto nos comenta que esta relación entre el espacio público y la participación ciudadana es una ampliación de lo que tradicionalmente, conoceríamos como esfera de acción pública, Es decir, anteriormente, los asuntos públicos por definición eran considerados competencia únicamente del gobierno y sus organizaciones, sin embargo el creciente interés de los grupos civiles organizados han demostrado que lo público es un espacio más grande que lo puramente gubernamental, reiterando que lo público afecta en las decisiones gubernamentales Bajo esta perspectiva en los últimos años se ha dado un mayor peso a la participación ciudadana como componente esencial de la democracia. Autores como Luz del Carmen Martí, Joan Font e Ismael Blanco, consideran que una escala menor de gobierno (municipio) facilita el desarrollo de instrumentos participativos por ser el espacio de poder más cercano a los ciudadanos y al mismo tiempo, los asuntos que se desprendan de las políticas locales los tocan de manera más próxima; por lo que en esos niveles se encuentra mayor disposición de los ciudadanos a involucrarse.(Perry et al, 1992; en Joan Font et al, 2010). La participación ciudadana hace referencia a las formas de inclusión de la ciudadanía y de las organizaciones en los procesos decisorios representando intereses particulares pero no individuales. En este entendido, el gobierno promueve la participación equitativa, institucionalizada y autónoma, buscando así conocer su opinión sobre determinados temas que interesan a la ciudadanía, en el diseño de las
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políticas públicas o en el seguimiento y control de sus acciones (Zicarrdi, 2005). Sin embargo, es conveniente señalar que la participación social no pasa por la mera agregación de preferencias individuales, si no que tiene su eje central en la discusión informada, en la deliberación pública. Especial relevancia adquiere en este contexto el concepto de ciudadanía, superando las visiones que la conceptualizan como un status legal que reconoce la igualdad de todos ante la ley, como menciona Landau (2008:8). El mismo autor señala que desde el principio mismo del nacimiento del concepto liberal de “ciudadanía” se le criticó. Por lo tanto, el concepto de ciudadanía que se empleará, transita por la discusión planteada por Tamayo (2006) quien señala que más allá de lo legal, el acercamiento al término pasa por “La existencia de relaciones desiguales y la distribución diferencial de los recursos y el poder (que) promueve prácticas diferenciadas de ciudadanía” (Tamayo, 2006:15). En este trabajo se utilizarán principalmente dos ámbitos analíticos: lo referente a los derechos, en tanto análisis de los espacios de participación que permite la legislación sobre políticas públicas, y el ámbito relativo a la participación, en tanto construcción de espacios para la toma de decisiones, que surgen del conflicto y permiten una mayor democratización (en el sentido amplio del término) de la sociedad. Es decir, estaremos abordando los procesos de construcción de ciudadanía. POLÍTICAS PÚBLICAS Y TURISMO Para discutir los aspectos relacionados con el turismo y la participación social que se da en torno a este fenómeno, es necesario tener una perspectiva que profundice en sus significados y que devele el papel que esta actividad juega en el desarrollo del capitalismo global, tal como lo señala Arnaiz (2010:13). Para ello es indispensable considerar lo que sobre el turismo plantea la misma autora, cuando señala que cualquier estudio sobre este tema, debe considerar que el 79
turismo es un servicio y un producto de manera simultánea. De igual forma, se parte de la base de que las perspectivas que han venido abordando el tema y que son enumeradas por la autora, resultan incompletas para los fines de este trabajo. El enfoque tradicional resulta limitado respecto a los aspectos comerciales del turismo, lo que no permite indagar sobre los efectos sociales; la visión parte desde una perspectiva macroeconómica basada en la planificación estatal que pretende tener una mirada más amplia del fenómeno turístico, cuando en realidad deja de lado los aspectos sociales asociados al fenómeno. Afortunadamente, al ser los CIP una política pública de tiempo atrás, se cuenta con los elementos y estudios que han analizado sus consecuencias en las regiones en las que se asientan. Ahondando en lo señalado, las políticas públicas de referencia al turismo, la de los centros integralmente planeados (CIP`s) tiene una historia que viene desde el último cuarto del siglo XX hasta la actualidad. Como su nombre lo indica, está basado en la idea de polos de crecimiento o polos de desarrollo tal cual los definió Francios Perroux, citado por García (2007: 487) entendiendo estos polos como: Un conjunto de empresas o industrias que constituye un campo de influencia o fuerza respecto a las otras. De esta forma, el crecimiento de los sectores no sucede de manera simultánea ni uniforme, por el contrario, aparece con diferente intensidad en ciertos polos de desarrollo o industrias impulsoras, se difunde por diversos canales y tiene diferentes efectos para el conjunto de la economía. Es decir, ciertas unidades productivas presentan un poder de liderazgo en el proceso de desarrollo, ya sea por su dimensión, valor añadido o naturaleza estratégica de su actividad y, constituyen, por lo tanto, las actividades centrales de la economía.
En esta última perspectiva se basa la definición de las políticas públicas del estado mexicano que se concretan en proyectos como los CIP`s. Estos polos de desarrollo concebidos como centros integralmente planeados, tienen su antecedente en Cancún, cuya construcción comenzó en 1970 y dio servicio por primera vez en 1975. Este primer 80
polo turístico dentro del modelo CIP contiene ya sus rasgos fundamentales, como señala Molina (2007): es creado específicamente para sus fines en lugares en donde no existe previamente nada, y que se distinguen por ser aéreas de rezago económico y social y pretenden generar desarrollo en la región; así mismo están ideados como mecanismos para el fomento de la inversión privada, ya que FONATUR asume el papel de urbanizador y los inversionistas privados son los desarrolladores verticales, y por último, están orientados hacia el mercado exterior. Por lo tanto, cumplen con todos los requisitos para ser considerados como modelos de desarrollo exógeno, opuesto a los paradigmas del desarrollo económico local, concebido este último como un proceso de crecimiento que aprovecha las potencialidades del territorio y es liderado por las comunidades locales, (Varisco, 2008:130). Los modelos de desarrollo basados en iniciativas locales están en crecimiento, por que actualmente muchos turistas prefieren llegar a lugares en el que el impacto a la naturaleza sea menor. Como corresponde a su carácter de intervención ajena a las comunidades, los centros integralmente planeados, han tenido efectos negativos para las regiones en donde se han localizado: inflación regional, alteración de las estructuras económicas, especulación del valor del suelo, presión sobre los recursos naturales, migración hacia los polos de desarrollo, lo que provoca mayor demanda de servicios público y generan conflicto sobre el uso y tenencia de la tierra (Molina, 2007: 36). Dentro de los impactos positivos que se han documentado, se encuentran efectivamente la generación de empleos, pero hacen falta estudios que ahonden en el análisis respecto a la calidad y estabilidad de dichos puestos de trabajo generados. Otro aspecto importante que se ha asociado a Cancún como CIP, es la entrada de divisas al país. Pero entonces ¿Por qué si los impactos negativos de los CIPS son los arriba mencionados, se continúa con su desarrollo e implementación? En materia turística, desde la década de los sesenta se comienza a considerar al turismo como una estrategia para promover el desarrollo 81
de la economía, por lo que se elaboran documentos normativos en los que se establecen tanto sus objetivos como la orientación de la misma; entre ellos tenemos el Plan Nacional de Desarrollo Turístico 1963 en el que se registra la posición estratégica del turismo en el ámbito nacional y se sientan las bases para la creación de infraestructura y la creación de nuevos centros turísticos con la finalidad de fomentar la inversión, el Plan Nacional de Turismo 1978 consolida la posición estratégica del turismo en la vida económica del país y contempla la planeación física de los centros turísticos con el propósito de evitar la contaminación y el deterioro al medio ambiente, el Programa Nacional de Turismo 1984-1988 con énfasis en la descentralización de la promoción turística y al crecimiento de la planta turística hotelera, el Programa Nacional de Modernización del Turismo 1991-1994 menciona por primera ocasión la preocupación de integrar el ámbito local a los posibles beneficios de la actividad turística, formulándose los programas regionales como el de la Frontera Norte, Ciudades Coloniales y Mundo Maya, el Programa de Desarrollo del Sector Turismo 1995-2000 orientado hacia el fortalecimiento de la competitividad y en el que se hace mención a la preocupación por la sustentabilidad de la actividad turística, el Programa Nacional de Turismo 2001-2006 ratifica la prioridad del sector elevándola a política de estado y se enfoca a crear condiciones adecuadas para dinamizar la actividad turística, atendiendo aspectos como la mejora regulatoria, la información estratégica, la competitividad, el desarrollo estatal, municipal y regional y la sustentabilidad, y finalmente lo formulado por la actual administración federal consignado en los lineamientos estratégicos del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 en el que se incorpora como parte de su estrategia al sector turismo como prioridad nacional , considera el incremento de la oferta turística y contempla el enfoque sustentable. Al respecto, se establecen dos estrategias para fomentar el turismo: por un lado, para impulsar los centros de playa ya existentes otorgar créditos a la construcción de infraestructura, por otra parte, se implementó una estrategia de mayor alcance consistente en la construcción de Centros Turísticos Integralmente Planeados (CIP’s) 82
con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y bajo el mando de el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR), surgiendo de esta forma Cancún, Ixtapa, Loreto, Los Cabos, Bahías de Huatulco y recientemente Nayarit (Litibú). BIBLIOGRAFÍA Arnaiz Burne, S. M., & Cesar Dachary, A. (2010). Turismo y desarrollo.: Universidad de Guadalajara. Puerto Vallarta p. 95 Bobbio, N. (1997). Estado Gobierno y Sociedad por una teoria general de la política. (J. F. Fernandez Santillan, Trad.) México D.F., México: Fondo de cultura económica. Cabrero Mendoza, E. (2003). Políticas públicas municipales una agenda en construcción. México, D.F., México: Miguel Ángel Porrua. .(2010). Mecanismos de participación ciudadana en la toma de desiciones locales: Una visión panoramica. En M. Canto Chac, Participación ciudadana en las políticas públicas (págs. 56-104). México: Siglo XXI. Canto Chac, M. (2007). Participación ciudadana: la gobernanza de las sociedades complejas. En J. L. Calva, Democracia y gobernabilidad (Vol. 15, págs. 140-159). Méxcio D.F., México: Miguel Angel Porrua. De la Rosa Rodríguez, J. J. (2004). ¿Quién elabora las políticas sociales en México? Sociológica, Políticas públicas en México, (54), 249257. Font, J., Blanco, I., Goma, R., & Jarque, M. (2010). Mecanismos de participacion ciudadana en la toma de desiciones locales: una visión panoramica. En M. C. Chac, Participación ciudadana en las políticas públicas (Vol. 04, pág. 56). México, D.F., México: Siglo XXI editores. 83
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CAPITAL SOCIAL Y TURISMO EN MAZATLÁN
Patricia GAMBOA MORA • “Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada”
José Saramago INTRODUCCIÓN
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Es Licenciada en Docencia y maestra en Ciencias del Turismo. Es estudiante de la maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales de la Facultad de Ciencias Sociales. 85
Este trabajo se fundamenta en el estudio sobre la participación de la comunidad anfitriona en el ámbito turístico mazatleco, e intenta explicar desde la perspectiva del turismo nacional, cómo interactúa y qué comportamiento tiene tal comunidad, qué grado de confianza tienen hacia los prestadores de servicios, cómo refleja su conducta cívica, cooperatividad y asociatividad, al desempeñar su labor de servicios turísticos. Nos basamos en diferentes autores y en sus propuestas teóricas, que nos permiten comprender el desarrollo de la actividad turística en Mazatlán, atendiendo la opinión del turismo nacional del verano de 2011 respecto de la comunidad anfitriona. En la primera parte planteamos uno de los conceptos centrales: la comunidad anfitriona o comunidad receptora. Luego nos referimos al capital social, de acuerdo a los teóricos James Coleman, Bernardo Kliksberg y Robert Putnam. Y la tercera parte tiene que ver con la interpretación del trabajo de campo, realizado durante el lapso del 18 de julio al 6 de agosto de 2011, en los espacios de la Plazuela Machado. LA COMUNIDAD ANFITRIONA EN EL CONTEXTO TURÍSTICO ¿Qué es la comunidad anfitriona?, ¿quiénes la conforman? Con estas preguntas y sus respuestas se intentan explicar los elementos que integran esta comunidad. Aclaramos que el significado de comunidad es utilizado como sinónimo de locales, residentes, nativos. Estos términos se aplican de acuerdo al discurso y al contexto de la vida ordinaria. A los actores o individuos de la comunidad local, se les nombra como residentes. Se compone por características sociales, culturales, económicas y políticas. Estos actores de la comunidad están relacionados de una forma directa e indirecta con el turismo. Además de reconocer que los residentes locales o comunidad local son un componente esencial del desarrollo de la actividad turística.
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La comunidad anfitriona está conformada también por diversos agentes de la población turística. Por un lado, el profesional anfitrión, 1 o turistero; éstos desempeñan sus labores como operadores en las diferentes ramas del turismo: hoteleros, restauranteros, comerciantes formales e informales, agentes de viajes, guías turísticos, funcionarios públicos del sector y empresarios; y por el otro, la población local o la comunidad de recepción, que la constituyen todos los habitantes locales. La comunidad anfitriona es crucial en la actividad turística. Es la que desarrolla las labores elementales que se ofrecen en el turismo. Krippendorf señala: “… los efectos sociales son muy significativos, es por eso que deberían ser estudiados antes que otras cosas”, y propone que la “investigación debería ser más explícita para determinar las percepciones y actitudes de la comunidad anfitriona ante la presencia y comportamiento de los turistas, y si los habitantes locales tienen este contacto, quizás es posible identificar el significado real de cualquier cambio” (Brunt y Courtney, 1999:498). El autor se refiere a la interacción de la comunidad anfitriona con los turistas, que influye de varias maneras en el comportamiento de los visitantes. Brunt y Courtney profundizan en la clasificación que Krippendorf aporta, que dividen en cuatro tipos. El primero incluye a los operativos que directamente tienen contacto con los turistas; son trabajadores dependientes del turismo, conocidos como contacto directo/in direct contact. El segundo serían los locales, como propietarios de empresas; no tienen contacto regular con los turistas y el turismo es visto como comercio; están en negocios no relacionados/in unrelated business. El tercero abarca a los locales que tienen contacto directo y frecuente con los turistas, pero adquieren sólo una parte de los ingresos de la actividad. El cuarto tipo comprende a los locales que no tienen contacto con los turistas o sólo Individuos que desarrollan su trabajo en diferentes actividades del turismo. Pueden ser profesionales, técnicos, funcionarios públicos o solamente personas que están insertadas en el turismo. 1
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los ven pasar; ya sea con aprobación o rechazo, interés o indiferencia, siendo lo último lo más común; son los sin contacto/no contact (Íbid.:499). Pero la comunidad anfitriona no sólo es un grupo de individuos ofreciendo bienes y servicios. Es necesario que proyecten el profesionalismo en el desarrollo de sus oficios, y que transmitan, compartan, se relacionen de manera solidaria, amistosa, con confianza y asociatividad entre la misma comunidad anfitriona receptora para que los visitantes encuentren un destino hospitalario. Orduña y Urpí citando a Ezequiel Ander-Egg (1989:236), resumen esta percepción:
Cada persona, en lo más profundo, siente necesidad de ser tratada como ‘alguien’, no como “algo”, como un “objeto”. Cada uno de nosotros lo experimentamos: nos sentimos como personas, cuando los otros nos tratan como centro de dignidad y valor (Orduña y Urpí, 2010:90).
Consideramos que la comunidad local se convierte en anfitriona o receptora cuando tiene relación directa e indirecta con la actividad turística. Esta comunidad se puede subdividir en, primero, todos aquellos actores que planean y ofrecen sus servicios o bienes al turismo; pueden ser los trabajadores operativos del campo de la hotelería, recepcionistas, porteros; de alimentos y bebidas, meseros, cajeros; comerciantes formales e informales; transportistas de autobuses urbanos, taxis, pulmonías, aurigas; funcionarios públicos como coordinadores de los diferentes departamento de la Secretaría de Turismo, así como funcionarios de gobierno estatal, municipal y privados, agentes de viajes y guías turísticos. La otra parte la constituyen los residentes/habitantes del lugar receptor, los cuales no necesariamente tienen una relación directa para ofrecer bienes y servicios al turismo. Esta parte de la comunidad anfitriona tiene contacto espontáneo, libre, puede tener relación directa en algún área en que coincidan y tener comunicación muy breve, como dar un saludo, proporcionar direcciones, sugerencias o consejos que necesite en ese momento un turista. 88
Los elementos de esta comunidad, colaboran y gestionan los diferentes servicios, para ofrecer un destino competitivo. Se necesita de una buena interacción y disposición de cooperación, confianza, asociatividad, amabilidad, solidaridad, conducta cívica y respeto todos estos son elementos del capital social-. En el conjunto de todos estos actores, es importante determinar el nivel del capital social para hacer factible el desarrollo del turismo. EL PAPEL DE CAPITAL SOCIAL La participación de la comunidad anfitriona en el ámbito turístico es posible analizarla a partir de la teoría del capital social. Se intenta explorar la presencia concreta en las realidades, cómo se presentan las interrelaciones y el comportamiento de la comunidad anfitriona y que establecen estos grupos e individuos, en relación con el contexto en que ellos mismos se desarrollan; así como sus valores, comportamiento de cooperatividad, solidaridad, que son elementos centrales del enfoque teórico de James Coleman, Bernardo Kliksberg y Robert Putnam. Se retoman las definiciones planteadas por los precursores del capital social y los organismos internacionales, tratando de establecer sus coincidencias y diferencias. El concepto de capital social fue utilizado en 1916 por Lyda Judson Hanifan. Decía:
“Las realidades tangibles que son importantes en la vida ordinaria de las personas: confiar en la buena voluntad de los otros, compañerismo, la empatía y relaciones sociales entre los individuos y las familias, que sirven para construir una unidad social…” (Hanifan, citado en Arellano, 2008:8).
Es decir, una vez que se conocen a los individuos de una comunidad, se tratan socialmente, se reúnen, se ponen en contacto con otros vecinos, cooperan entre sí. Es entonces cuando el capital social surge y puede ser dirigido para una mejora general del bienestar de esa comunidad. 89
En particular, James Coleman basó una parte de sus estudios sobre el capital humano, y desarrolló su propia teoría del capital social. Para este autor éste “constituye una clase particular de recurso disponible para un actor” y está definido por sus propias funciones (Coleman, 1999:16). El teórico expone que ese capital se evalúa para facilitar ciertas acciones que serían tanto útiles como peligrosas para otros, por ejemplo, el crimen organizado. Y plantea que el capital social se puede identificar en ciertos aspectos de la estructura social de los actores, como recursos que ellos pueden usar para obtener provecho a sus propios intereses (Íbid., 19). Respecto a mecanismos de generación de la acción colectiva, Coleman distingue cinco formas de capital social. Primero, el uso de amigos y conocidos como fuentes de información; segundo, las relaciones de autoridad; tercero, las organizaciones sociales pueden usar su propio capital social disponible en su estructura para la consecución de objetivos diferentes y adicionales a los fines organizativos; cuarto, el establecimiento de obligaciones y expectativas de reciprocidad; y quinto, el desarrollo de sistemas de normas y sanciones dentro de una comunidad (Coleman, citado en Arellano: 8). Las dos últimas son las que Coleman estudia con más cuidado y llega a la conclusión de que, para que exista el capital social es importante el peso de las redes sociales. Por eso, a partir de la llamada posmodernidad, se ha impulsado el estudio de dicha influencia como recurso en los países subdesarrollados. De modo que Coleman vincula el concepto de capital social al de “bien público”; establece la diferencia de otras formas de capital, por ejemplo el físico o el financiero, en el que sólo se beneficia directamente quien invierte en ellos (Íbid.). Por otro lado, en el capital social, todas las personas que se encuentren incorporadas en una estructura social, se beneficia del mismo. Kliksberg retoma a Coleman al decir que el capital social “se presenta tanto en el plano individual como en el colectivo”. El grado de integración social de un individuo y su red de contacto, involucra 90
relaciones de reciprocidad, confianza, y se mejora la actividad privada que da como resultado un bien colectivo. Plantea un ejemplo, en el que si todos en un vecindario practican normas sobrentendidas de preocupación por los demás y de no agresión, los niños podrán caminar a la escuela con seguridad y el capital social estará produciendo orden público (Kliksberg, 1999: 3). Coleman manifiesta que el capital social se genera promoviendo o reforzando algunas estructuras sociales, en donde por ejemplo la familia y las iglesias juegan un papel importante en la formación de lazos sociales de calidad. Según Kliksberg, en los años de 1980 Pierre Bourdieu, el gran teórico francés, se apoya en los conceptos de capital cultural y simbólico, para construir el de capital social. Se interesa en los mecanismos por los que ciertas élites sociales reproducen sus posiciones de poder. Su análisis plantea los beneficios que estas élites logran de su participación en determinados grupos y el interés que tienen en la creación de relaciones sociales con el propósito de asegurar ventajas posteriores. Bourdieu señala que el capital social es
el agregado de los recursos reales o potenciales que se vinculan con la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de reconocimiento mutuo (Íbid.:9).
Bourdieu expone que desde esta perspectiva, el capital social funciona para reproducir la desigualdad social. Y advierte que el concepto no se puede someter al capital económico o cultural. Otro precursor es el sociólogo Robert Putnam. Su trabajo ha analizado el papel de las instituciones de una comunidad civil, participativa y viva (Rist Gilbert, 2000:140). Kliksberg rescata a Putnam quien define que
este capital está conformado fundamentalmente por el grado de confianza existente entre los actores sociales de una sociedad, las normas de comportamiento cívico practicadas y el nivel de asociatividad” (Íbid.).
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Estos elementos muestran la riqueza y fortaleza del lazo social. La confianza por, ejemplo, actúa como un ahorrador de conflictos potenciales…
las actitudes positivas en materia de comportamiento cívico, que van desde el cuidado de los espacios públicos al pago de impuestos, contribuyen al bienestar general (Íbid.).
De acuerdo a lo mencionado, debemos entender que nuestro estudio se hace en el contexto del turismo, la comunidad anfitriona y el capital social, siendo todos ellos objeto de estudio. El capital social tiene que ver, en suma, con las relaciones e interacciones que los actores de un grupo de individuos o comunidad desarrollan, de acuerdo a los niveles de confianza, cooperatividad, asociatividad, respeto, conciencia cívica, solidaridad, normas, reglas, y participación ciudadana en un destino competitivo, con un modelo de desarrollo a largo plazo y calidad ambiental. COLOFÓN Para comprobar lo que plantean los principios teóricos de capital social y el concepto de comunidad anfitriona, se realizó un análisis estadístico como prueba piloto, con el objetivo de generar información acerca de la comunidad anfitriona, mediante la aplicación de una encuesta dirigida durante el período de vacaciones de verano de 2011. El cuestionario consistió en una serie de preguntas cuyas respuestas permitieron determinar el grado de confianza, asociatividad, solidaridad, que la comunidad anfitriona presenta al estar ofreciendo sus servicios turísticos, para observar la percepción del turismo nacional hacia esta comunidad.
El área de estudio se integró con los turistas nacionales que visitaron la Plazuela Francisco I. Madero, conocida como Plazuela Machado, en el centro histórico del puerto.
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Se realizó trabajo de campo mediante una encuesta dividida en tres secciones. La primera parte consiste en datos generales para conocer el perfil de los turistas que asisten a la Plazuela Machado; la segunda parte contiene preguntas sobre el criterio de servicio que reciben por parte de la comunidad anfitriona; la tercera parte es sobre el criterio de comunidad anfitriona. Entre otros datos sobre seguridad, clima de violencia, confianza y calidad de la atención y los servicios recibidos por la comunidad anfitriona y por los trabajadores del turismo, llaman la atención los lugares de procedencia de los turistas nacionales. Corresponde el más alto porcentaje al estado de Chihuahua con un 21.6%, siguiendo poblaciones del propio estado de Sinaloa con 19.6% y la Ciudad de México con un 11.8%. De acuerdo a las diferentes respuestas que emitieron los turistas, que visitaron este destino de sol y playa, desde diferentes entidades del país, podemos deducir que el servicio y nivel de confianza, así como la interacción de los trabajadores entre ellos mismo es un resultado significativo. El estudio muestra que la comunidad anfitriona tiene aceptación del comportamiento, nivel de confianza y de servicio. BIBLIOGRAFÍA Arellano Yanguas, Javier (2008). Capital Social: ¿Despolitización del desarrollo o posibilidad de una política más inclusiva desde lo local? Gobierno de España y el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. Disponible en internet: http://www.eclac.cl/publicaciones/SecretariaEjecutiva.pdf/>, fechadeconsulta,8dediciembrede2010 Brunt Paul y Courtney Paul (1999). “Host perceptions of social cultural impacts”. En Revista Annals of Tourism Research, No. 3, Vol. 26 pp. 493-515
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MIGRACION Y VIOLENCIA: UNA PROPUESTA TEORICA DE INVESTIGACION
Roberto Carlos LÓPEZ LÓPEZ ♣
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Comunicólogo y Sociólogo. Alumno de la maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales. 95
El municipio de Tecuala, en la primera mitad del siglo XX, al igual que otros del norte de Nayarit, tuvo una captación de población que llegó de otros estados aledaños, a partir de la repartición de tierras en la mitad de la década de 1930. Sobre todo durante la Reforma Agraria cardenista hasta principios de la década de 1950. Sin embargo, de 1950 a 1980, el crecimiento poblacional empezó a disminuir, y durante la década de 1980-1990, la población descendió en números absolutos debido al éxodo de sus habitantes, según los Censos de Población y Vivienda de 1980, 1990 y 2000, así como de los Conteos de Población y Vivienda de 1995 y 2005 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Para 1980, Tecuala tuvo una población de 46,341 habitantes; en 1990, 45,793; en 1995 fue de 44,973 personas; en 2000 tuvo 42,237; en 2005 llegó a 37,234; y en 2010 aumentó a 39,756 habitantes, pero no más que la que había en 1980; es decir, este resultado está dentro del comportamiento decreciente de su población. En 2008, hubo dos sucesos importantes que pudieron haber provocado una creciente migración. Uno de ellos fue el estallido de la crisis económica (financiera), originada en Estados Unidos de Norteamérica y que luego se extendió a otros países como México. El segundo fue el considerable aumento de la violencia en el occidente y noroeste mexicano, generada por el narcotráfico y por la guerra emprendida por el gobierno federal. Nos preguntamos: ¿cómo afectan estos fenómenos sociales a la emigración de ese municipio? Queremos indagar y examinar algunas teorías de la migración que expliquen en contextos semejantes a Tecuala, para posteriormente usarlas como marco teórico o de referencia para la investigación. Así, las teorías de la migración efectúan un papel en la explicación de los patrones contemporáneos y en los procesos de migración internacional. Cada uno de los planteamientos teóricos puede tener mayor importancia y significación para explicar los flujos migratorios en situaciones particulares, y las diversas explicaciones tienen una importancia específica distinta en las regiones del mundo, en base a 96
las circunstancias históricas, políticas y geográficas locales (Durand y Massey, 2003). Habrá teorías que expliquen la migración pero que estén alejadas de las características de un lugar en particular, por lo tanto, se debe tomar en cuenta si es una región rural o una urbana, si pertenece a una región desarrollada o subdesarrollada, sus particularidades históricas, políticas y geográficas, o si estamos hablando de inmigración, emigración o migración interna. Considerando las condiciones de la experiencia empírica en la región en estudio, se toma en cuenta las teorías y conceptos que creemos necesarios para explicar las causas de la migración relacionadas con el empleo, las oportunidades, la estructura económica, la atracción, la dependencia, las redes sociales y la cultura por una parte, y por la otra, utilizamos conceptos que ayudan a explicar los fenómenos sociales como la crisis económica y la violencia, probablemente implicados en la migración. Cabe señalar, que las teorías que trataré, en general, centran sus explicaciones en los movimientos migratorios, y para ahondar en el fenómeno, nos ayudará la posible interacción de las explicaciones teóricas. La globalización es un contexto del fenómeno migratorio, por los cambios estructurales que acompañan la inserción de una nación en el mercado global o bien, la migración internacional es una consecuencia estructural de la expansión de los mercados en la jerarquía política global. Además, la globalización crea lazos materiales, ideológicos y culturales, con los Estados Unidos de Norteamérica, promovidos por el mercado mismo, por los medios de comunicación y electrónicos, incentivando la migración internacional (Sassen, 2007). Un ejemplo de esto, es que los estilos de vida difundidos a países como el nuestro crea deseos de alcanzarlos o igualarse con ellos, en razón de que se crean lazos que envuelven al proceso migratorio, interno o internacional. Por su parte, el enfoque histórico-estructural permite explicar la migración del campo a las ciudades dentro de un país o fuera de él, ya que las migraciones son históricamente condicionadas, resultando de un proceso global de cambio, del cual está relacionada. Es decir, este 97
enfoque explica la migración debido a las fuerzas que la impulsan, como las relaciones de dependencia entre países o regiones, en que áreas más desarrolladas requieren recursos y mano de obra barata para la industria y los servicios, los cuales provienen de áreas menos desarrolladas (Singer, 1991). Con este enfoque, podemos decir que la relación de dependencia entre los Estados Unidos de Norteamérica y México ocasiona que muchos mexicanos emigren a ese país para emplearse y buscar un mejor sueldo, en los puestos de trabajos que por lo general, son requeridos en la industria, la agricultura y los servicios. También, podemos utilizar la teoría económica neoclásica como valor analítico para relacionar las diferencias estructurales y económicas entre el sector tradicional y el moderno, para explicar la migración laboral interna, de áreas rurales a urbanas, en el proceso de desarrollo económico de los países. Este modelo pone atención en el crecimiento del empleo en el sector moderno industrial. Hay un sector agrícola de mano de obra excedente y un sector industrial urbano al que se le trasfiere la mano de obra del sector tradicional o agrario. Ambas cosas, son producidas por la expansión de la producción en el sector urbano industrial. Este modelo de W. Arthur Lewis, parte del supuesto de que los salarios son mayores y constantes en el sector moderno o industrial, que los salarios en el sector tradicional, lo que induce a la emigración de trabajadores, del campo a áreas urbanas industrializadas, con la esperanza de obtener una mejor ganancia neta de su salario. No obstante, a este salario urbano constante se considera que la oferta de mano de obra rural es perfectamente elástica (Todaro, 1991). Decíamos que utilizaremos esta teoría como valor analítico, porque corresponde a la experiencia de occidente, ya que Michael Todaro afirma que las premisas básicas de este planteamiento guardan mucha distancia con las realidades de los países del subdesarrollo y con la migración misma. En estos países como México, en las ciudades no hay pleno empleo y que sean, todos, mejor pagados que en el sector rural, hay desempleo en ambos sectores. 98
Además, la mano de obra en el sector rural no es infinita y es poco especializada, y en el sector industrial para aumentar la productividad se incorpora tecnología que desplaza puestos de trabajos. Así, la migración en la lógica del modelo Lewis, para los países subdesarrollados no es tan clara como en regiones desarrolladas. A pesar de ello, podemos destacar que las personas deciden emigrar a las ciudades porque tienen la esperanza de lograr una mejor ganancia neta de su salario. En síntesis, tanto el enfoque histórico-estructural como la teoría económica neoclásica explican las fuerzas que impulsan la emigración desde los países desarrollados o la atracción de inmigrantes de países menos desarrollados. Por otro lado, podemos utilizar la interacción de varias modalidades o factores socioeconómicos que describe la teoría de la causalidad acumulada. Así, esta teoría establece que la migración internacional, con el tiempo, adquiere el carácter duradero y dinámico, es decir, se mantiene a sí misma en formas que hacen probable más migraciones a través de una serie de procesos socioeconómicos o de una interacción de variables. Douglas Massey dice que:
La causalidad se acumula en tanto que cada acto de migración altera el contexto social dentro del cual se toman subsecuentemente otras decisiones para migrar, típicamente en formas que hacen más probable el traslado adicional (Massey et al., 2000: 30).
Una de esas modalidades es la expansión de las redes, que en una etapa madura, la migración tiende a auto perpetuarse, y así con el tiempo se forja la tradición migratoria. Los migrantes potenciales tienen a su alcance una serie de recursos, información y personas para que el proceso migratorio se repita con mayor facilidad que el de los primeros migrantes de su comunidad. Dos, la modalidad de la distribución del ingreso dice que las personas también pueden emigrar para mejorar el ingreso relativo respecto al de otras familias en su barrio o comunidad, ya que experimentan la sensación de privación relativa, debido a que es 99
extrema la desigualdad del ingreso. Por lo que, las personas emigran porque creen poder obtener los recursos necesarios para igualarse o superar a otras familias de su barrio o localidad, que significa lograr mejores ingresos, adquisición de objetos, inmuebles o tierras, y estatus social. Tres, la modalidad de la distribución de la Tierra indica que algunos individuos que emigraron de sus comunidades rurales, tuvieron como meta la compra de tierras de cultivo en sus lugares de origen para destinarlas posteriormente al retiro, pero, mientras tanto, las tierras generalmente permanecen ociosas o sin producir ingresos o trabajo, por lo que un número de campesinos al no poder explotarlas, se ven obligados a emigrar por no poseerlas para producir, ni para trabajar o simplemente, por no poder obtener los recursos económicos necesarios para la subsistencia propia o de sus familias. Cuatro, la modalidad de la organización de la producción agraria está relacionada con la anterior variable, en relación de que cuando familias migrantes cultivan sus tierras están más predispuestas a implementar métodos intensivos de producción como maquinaria, herbicidas, irrigación, fertilizantes y semillas mejoradas, que ocasiona más desplazamiento de mano de obra campesina, aumentando la presión para emigrar para obtener un trabajo y un ingreso. Las personas y las familias emigran para buscar mejores oportunidades y condiciones de subsistencia. Cinco, la modalidad de la cultura de la migración dice que los migrantes tienen como meta ganar dinero en un primer momento, pero después adquieren el concepto de movilidad social, un grado por el consumo y estilos de vida que difícilmente pueden obtener en su lugar de origen por lo que se vuelven propensos a emigrar nuevamente. La migración se vuelve parte de los valores de la comunidad, se vuelve un rito de madurez para los jóvenes y en muchas situaciones también para las mujeres. Así la cultura y la tradición hacen de la migración perdurable y una manera de vivirla. Seis, en la modalidad de la distribución regional del capital humano señala que la acumulación de mano de obra de migrantes en 100
el país receptor ocasiona una disminución de capital humano en el lugar de origen, y más la reducción de capital o inversiones, agrava el estancamiento de la comunidad, por lo que aumenta las condiciones para que la migración ocurra. Siete, la modalidad de etiqueta social apunta que en los países receptores algunas ocupaciones son etiquetadas como “empleo de inmigrantes”, como en la industria, la agricultura o en los servicios, y los trabajadores nativos no desean ocuparlos porque son trabajos que no les corresponden, por lo que se refuerza la demanda estructural de inmigrantes del país receptor. En la teoría de la causalidad acumulada, si bien la interacción de estos procesos socioeconómicos hace mantener dinámica la migración, las decisiones de emigrar están relacionadas con las oportunidades, la atracción, las redes, la cultura y la tradición migratoria. Y para explicar los lazos estructurales que conectan las áreas de origen con las de destino, podemos utilizar la teoría del capital social. Pierre Bourdieu fue quien señaló su importancia para la sociedad en general, y dice que:
(El capital social es) la suma (o el conjunto) de recursos reales o virtuales (o potenciales), los cuales se relacionan a la posición de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizada de conocimiento y reconocimiento mutuo —en otras palabras, la membresía al interior del grupo— la cual provee a cada uno de sus miembros con la protección de su capital colectivo, como una “credencial” la cual les da derecho a crédito, en los varios sentidos de esta palabra (Bourdieu, 2002: 286).
En el campo de los estudios migratorios, Douglas Massey fue quien identificó la migración como catalizador para el cambio en la naturaleza de las relaciones sociales (Massey et al., 1990). Es decir, una vez que el sujeto ha emigrado y que es miembro de una red, sus relaciones cotidianas de amistad y parentesco se transforman en un recurso muy importante disponible para acceder u obtener un trabajo, tener asistencia alimentaria, una habitación e información de cómo permanecer con documentos o sin ellos en el extranjero, entre 101
otros. Es el capital social. Cabe aclarar, que el capital social puede tener efectos tanto negativos como positivos para el individuo, pero, comúnmente se subrayan el papel positivo que cumple en la adquisición y acumulación de otras formas de capital, como económico, financiero y cultural. Se entiende que cada suceso migratorio produce capital social entre los sujetos con los que el nuevo emigrante se relaciona y conoce, incrementando las posibilidades de la migración posterior. En otras palabras, las redes migratorias conectan migrantes y no migrantes en las áreas de origen y destino, y las conexiones de la red constituyen una manera de capital social para beneficiarse de otras formas de capital. En cuanto a los efectos negativos, por ejemplo, podemos señalar que cuando el migrante accede al capital social por la inserción a una red social, podría adquirir o aceptar códigos relacionados con la violencia y reproducirlos con delitos y crímenes, dada su situación socioeconómica y legal en otro país; así, el crimen organizado los puede incorporar a sus filas con mayor facilidad, aunque otros migrantes son obligados por ser, también, un blanco fácil para que participen en delitos, homicidios y extorsiones. Ahora bien, si la decisión de emigrar es por motivaciones de orden psicológico, como el deseo de aventura, la audacia o la aspiración por el logro de nuevos valores culturales que no se encuentran en el lugar de origen, la teoría de la modernización ayuda a explicar la posible complejidad del proceso psicológico como el peso decisivo, de todas las condiciones, de la acción de emigrar o no (Germani, 1969). En el modelo de Germani, los factores estructurales están presentes, pero son los mecanismos psicosociales conscientes o no, los que dan el peso decisivo o los que en última instancia explican por qué las personas emigran o dejan de hacerlo. El peso decisivo de los procesos psicosociales de la acción de emigrar esta en concordancia con el análisis weberiano, cuyo propósito son las acciones sociales, en la que intervienen factores objetivos más factores subjetivos, al mismo tiempo, y que están estructurados, por lo que podemos aplicar este análisis a los 102
fenómenos migratorios: primero, podemos decir que en términos objetivos, Migración es el movimiento de personas que se van de la localidad A a la localidad B; podemos decir su periodicidad, la tipología del migrante y las causas, que probablemente estén relacionadas con la estructura económica, con pocos empleos y recursos, y tienen que emigrar porque en la localidad A, no les da para cubrir esas necesidades. Pero, en términos de las orientaciones subjetivas, podemos plantear que dos individuos, que son hermanos gemelos, con las mismas características objetivas, de recurso, de necesidades, uno de ellos decide emigrar mientras el otro decide quedarse, la cuestión sería ver cuáles eran los motivos de uno de quedarse y del otro de irse. Es decir, qué lo orienta subjetivamente a quedarse, que pueden ser “el amor a la tierra”, por sus costumbres y por los roles que practican y mantienen; y por qué el otro decide emigrar que quizás sea para cubrir sus necesidades económicas y porque tiene aspiraciones a valores y roles que difícilmente encontraran en la localidad donde permanecen. Pero, si la causa de la emigración es por violencia física —y el homicidio como indicador medible— más allá de causas económicas, de empleo o de orden psicológico, ya que los crímenes y delitos con violencia son recurrentes en una región en particular. Para ello se debe distinguir entre violencia y agresión, entre violencia física y violencia no física, y entre terrorismo y crimen organizado. Según José Sanmartín, la Violencia es la consecuencia de alterar mediante elementos socioculturales una conducta innata, la agresividad, que se despliega y se inhibe automáticamente ante ciertos estímulos. Por el contrario, la violencia no es automática, es intencional y aprendida, es decir, la violencia no la llevamos en nuestros genes. Y Jean–Claude Chesnais dice que la violencia física es la ofensiva directa, corporal contra las personas que es brutal, externa y dolorosa. Así, lo que la define es el uso material de la fuerza, la rudeza voluntariamente cometida en perjuicio de alguien. Así, la violencia física y el homicidio en una sociedad pueden causar, entre otras cosas, una posible emigración de personas para refugiarse o continuar con sus vidas en 103
otro lugar que les garantice seguridad y subsistencia. Cabe aclarar, que no se niega que otras violencias pudiesen incidir en la migración. Por su parte, la utilización de estadísticas del delito en correlación con el monto de la migración, además de entrevistas a profundidad e historias de vida de migrantes nos podrían reflejar este tipo de causa de emigración. A esta propuesta teórica se agrega el papel que desempeña el Estado, debido a que sus políticas públicas y migratorias tienen influencia para determinar el tamaño, la composición y la orientación de los flujos migratorios, y en la investigación corriente se toma en cuenta, por ejemplo, las políticas migratorias de los Estados Unidos de Norteamérica porque hipotéticamente, es el país de destino internacional de los emigrantes mexicanos. También, habría que decir que en los primeros niveles de análisis consideraremos las medidas económicas y políticas que impactan la estructura productiva nacional y regional; en el análisis local, se tomará en cuenta la relación entre sociedad y recursos naturales, y las características culturales específicas de la comunidad. De esta manera, el propósito ha sido obtener una explicación teórica satisfactoria de la migración internacional y de la migración interna, que tenga un tratamiento de las fuerzas estructurales que promueven la emigración hacia los Estados Unidos de Norteamérica, o una caracterización de las fuerzas estructurales que atraen migrantes hacia ese país, por una parte, y por la otra, tomar en cuenta las motivaciones, objetivos y aspiraciones de los migrantes. Además, se considera la violencia como una causa de emigración porque ocasiona miedo e inseguridad, privada y pública, ante los crímenes y delitos recurrentes. Finalmente, se toma la crisis económica como un problema económico y social que agrava las condiciones estructurales, sociales, económicas y culturales de las zonas de origen y destino de la migración. Así, la crisis económica puede interactuar de alguna manera, con los conceptos de los modelos económicos que explican la migración, y en relación con la violencia misma, al ocasionar problemas sociales de gravedad como la migración forzada. 104
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MIGRACION, REMESAS Y DESARROLLO
Karen Olivia HEREDIA TRASVIÑA ♥ INTRODUCCIÓN
La globalización
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ha impulsado cambios en el ámbito político,
económico, cultural y social. En el caso de las migraciones en diversas partes del planeta, éstas se han acelerado, tanto que constituyen ♥
Estudió Relaciones Comerciales Internacionales. Es estudiante de la maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estudios Regionales. 1 La globalización es la condición en la cual la información y el impacto de los sucesos que ocurren en alguna parte del mundo se comunican rápidamente a muchos otros puntos saltando fronteras nacionales y barreras ambiental (Adams, 1994; citado por Lizarra, 2004:104). 107
alrededor del 3% de la población mundial (ONU, citado por Rodolfo García y Xochiquetzally Sánchez, 2007: 79). Aunado a los flujos migratorios crecientes crece la importancia de las transferencias enviadas por los migrantes a sus comunidades de origen. Las remesas son de suma importancia para millones de personas que dependen vitalmente de ellas. En el caso de los países de América Latina, en 1994 éstos recibieron alrededor de 10 mil millones de dólares; en el 2008 recibieron poco más de 64 mil millones de dólares (Banco de México, 2011). Con estos datos se muestra el rápido crecimiento de los montos de remesas; en tan sólo 12 años la cifra se incrementó a más de 50 mil millones de dólares. Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo (2011) estima que cada año los emigrados de América Latina y el Caribe realizan alrededor de 250 millones de transferencias de dinero a sus países de origen. El monto promedio es de alrededor de unos 300 dólares por cada una. Hace aproximadamente quince años en la mayoría de los países latinoamericanos, en especial México, no había certeza de la cantidad de dinero que ingresaba por concepto de remesas que enviaban los migrantes (Lozano Ascencio, 2004). Es decir, no se le daba la importancia a la entrada de dinero de las familias de los emigrantes, dado que el monto de la migración no era tan significativo como en la actualidad. Hoy las remesas constituyen una parte sustancial de divisas. Según el BID, el monto total de esas remesas supera con holgura al de todas las fuentes de ayuda externa para la región y en varios países constituye más de 10% del PIB. Esto es una parte muy importante para los países subdesarrollados y del bienestar material de su población. En el caso mexicano, por ejemplo, los autores Alejandro I. Canales y Alejandra Carrizales mencionan que el dinero enviado por los migrantes ha alcanzado volúmenes que las sitúan como la segunda fuente de divisas para el país, sólo por debajo de las ganancias derivadas del petróleo (Canales y Carrizales, 2009). De ahí que en los últimos años, los diversos organismos multilaterales, y los gobiernos 108
nacionales, hayan puesto especial atención a la contribución de las remesas, como instrumento de reducción de la pobreza y alentar el desarrollo de los países de origen de la migración internacional. Vicente Fox, en el sexenio 2000-2006, en reunión del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (7-XI-2003), inclusive llegó a exclamar:
…Si alcanzamos la cifra [de remesas] que está estimada para este año, estaremos hablando ya del renglón número uno de ingreso de divisas a nuestro país; más que el petróleo, más que el turismo, más que la inversión extranjera directa. Que Dios se los pague con creces, porque sus familias hacen un excelente uso de ese dinero.
Acaso magnificada la importancia de las remesas, pero se implementaron políticas de cortejo 2 y vinculación con los migrantes. Como la creada por el mismo Fox: la Oficina Presidencial para la Atención de Migrantes en el Extranjero; aunque dos años más tarde se disolvió para dar paso a instancias como el Consejo Nacional para los Mexicanos en el Exterior, integrado por once secretarías de Estado y encabezado por el jefe del ejecutivo; el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) de la Secretaría de Relaciones Exteriores; el Consejo Consultivo del propio IME, formado por 152 miembros, representantes de la comunidad mexicana y méxico-americana en EU (Lozano Ascencio, 2004). Además, el gobierno apoyó la formación de instancias como la Asociación de Prestadores de Servicios de las Remesas Familiares y de varios convenios entre instituciones financieras mexicanas y norteamericanas para el envío de remesas (ibíd.). RELACIÓN ENTRE MIGRACIÓN Y DESARROLLO No podemos separar la relación que existe entre migración y desarrollo. La mayoría de los estudios que se efectúan en esta Las políticas de cortejo son aquellas que buscan integrar a los migrantes en las políticas nacionales con objeto de que tengan una participación en la economía local de sus comunidades. 2
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perspectiva, hacen mayor hincapié en el primer elemento (la migración) como si los movimientos migratorios determinaran las posibilidades de desarrollo o no desarrollo. En este contexto, existe una perspectiva propuesta por Raúl Delgado Wise y Humberto Márquez Covarrubias, que consideran a la migración como un aspecto del problema del desarrollo y visualizan a éste como un campo cuyas dinámicas estructurales y practicas estratégicas tienen como escenario los planos global, nacional, regional y local, y que trastoca la visión de los países subdesarrollados que expulsan migrantes (Delgado y Marquez, 2011:6). Es decir, los autores analizan el fenómeno migratorio como causa y efecto de los problemas de desarrollo; y se rechaza que la migración genere desarrollo. Por consiguiente, los autores señalan que es preciso situar el problema de la migración internacional en la esfera de la dinámica de la migración (ibíd.:6). Para esto, plantean que la perspectiva teórica de abordaje del vínculo entre desarrollo y migración, desde tal dinámica y percepción de los países subdesarrollados, se delinea bajo el enfoque analítico de la economía política del desarrollo. LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL DESARROLLO Y LA MIGRACIÓN Según Delgado y Márquez (2007), la economía política del desarrollo provee una serie de instrumentos para abordar la cuestión: a. El amplio espectro de relaciones que entraña la dinámica norte-sur, sin perder de vista la relación que hay al interior de cada uno de los polos de la relación. b. La interacción entre diferentes niveles espaciales (local, nacional, regional y global) y dimensiones sociales (económica, política, cultural, ambiental). c. Una visión transdiciplinaria que concita la unión critica de varias disciplinas en la reconstrucción de la realidad y la reflexión teórica, contrariamente al estereotipo del economicismo y estructuralismo. 110
d. Una noción que rebasa las concepciones normativas y descontextualizadas, al considerar la urgencia de la transformación social, que implica el orden estructural, estratégico e institucional, en aras de generar mejores condiciones de vida para la población. El proceso debe operar bajo un proyecto encausado por una amalgama de actores, movimientos, agentes e instituciones sociales que operan en distintos planos y niveles (ibíd). Tomando en cuenta la magnitud de las diferencias entre los países industrializados y los subdesarrollados, deben considerarse los niveles del espacio y las dimensiones sociales particulares. En cuanto a las formas de abordaje de la compleja problemática, se trata de articular una visión que logre unir las aportaciones de distintas disciplinas para reconstruir una reflexión teórica y apegada concreta y objetivamente a la realidad. Y, por supuesto, rebasar las concepciones normativamente descontextualizadas, e impulsando las transformaciones sociales de fondo, que tienen que ver con el orden estratégico y estructural de la sociedad. Esto significa una visión de desarrollo que vaya más allá de lo que percibimos como normativas y concepciones tecnocráticas y sin contexto. Es más que evidente la necesidad de la transformación social, que envuelve una serie de cambios en la estructura, en las estrategias o en las instituciones, con la meta esencial de mejorar el bienestar y la vida de los individuos, las familias y por ende de la sociedad. Por tanto, habría que impulsar un gran proyecto transformador al involucrar actores e instituciones en diferentes entornos (local, nacional, regional y global). Asimismo, la relación entre la migración internacional y el desarrollo según Delgado y Márquez (2007), adquiere una interacción dialéctica que se despliega en algunos planos analíticos y que superan la visión dominante y unidireccional. Describen los autores: El subdesarrollo produce migración forzada hacia los países desarrollados. El tipo de relaciones que tienen los países centrales con los periféricos profundizan el subdesarrollo. En esa disyuntiva, los 111
países subdesarrollados producen reservas de población redundante o sobrepoblación que no cuenta con un empleo que les permita vivir con plenitud. Dada estas condiciones se precipita la migración forzada, entendida como, “la movilidad poblacional derivada de la cancelación de condiciones de vida y trabajos dignos y suficientemente remunerados o detonados por conflictos políticos y sociales que ponen en peligro la vida de la población” (ibíd.:9). La migración forzada genera una perdida poblacional que se puede traducir en despoblamiento relativo o en su defecto, absoluto. Además, la brecha entre fuerza de trabajo calificada y no calificada está relacionada con el abandono de las actividades productivas y pérdidas de riqueza potencial. En este sentido, a. Los migrantes contribuyen al desarrollo del país receptor. Las personas que emigran hacia los países centrales apoyan su desarrollo, debido a que éstos demandan grandes cantidades de mano de obra barata calificada o no, amén de fuerza de trabajo indocumentada, debido a su gran flexibilidad y desvalorización. b. Los migrantes contribuyen al sostenimiento de la precaria estabilidad socioeconómica del país de origen. Ya con empleo los migrantes, una fracción de su salario se destina a la subsistencia de los familiares que radican en el país de origen. En menor medida las remesas se destinan a financiar pequeños negocios de subsistencia. Una parte también es enviada por organizaciones de migrantes que se destinan principalmente para mejorar la infraestructura de sus comunidades. c. El desarrollo como transformación puede contener la migración forzada. Los gobiernos de los países de origen dicen: la migración es inevitable. Y se conforman con la sumatoria de la captación de remesas. Incluso se exhiben triunfalistas y hasta parecen invocar “estirar la cuerda hasta que se rompa”. Pero Delgado y Márquez (2007) citando a Harvey (2007) y Bello (2006) advierten que “un verdadero 112
proyecto de transformación social que haga participe a los sectores sociales migrantes y no migrantes no sólo está llamando a contener la caudalosa migración forzada sino también a revertir los procesos de degradación social propios del subdesarrollo que ponen en predicamento incluso la existencia humana (ibíd.:11). De manera general, Delgado y Márquez (2007) mencionan que: La sumatoria de las remesas rinde buenos frutos a los gobiernos neoliberales, que sin preocuparse de generar alternativas de desarrollo, se sirven de las remesas como una fuente de divisas que coadyuda al sostenimiento de la endeble“estabilidad económica”, incluso se llega al punto de emplear el rubro de las remesas como garantía para la contratación de deuda externa (ibíd.:10).
En suma, las remesas juegan un papel significativo en los países en vías de desarrollo. Es un ingreso que contribuye a la sobrevivencia de las comunidades de origen de los migrantes. Y pese a que los gobiernos no satisfacen las necesidades de tales comunidades, las remesas son un sostén para intentar equilibrar la estabilidad económica. A partir de estas consideraciones, es claro que la migración internacional deviene de los problemas del desarrollo y que no se puede estudiar de manera independiente. LAS REMESAS Y EL DEBATE DE SU IMPACTO EN EL DESARROLLO La importancia que han adquirido las remesas en los últimos años colocan a México como el principal receptor, superando a países como la India, China, Francia y Filipinas (Canales y Carrizales, 2009). México es el captador número uno de remesas en el mundo. Por eso la inquietud del papel de las remesas en el desarrollo de las comunidades de origen, y por ende, su participación en la reducción de la pobreza y el bienestar social.
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Stephen Castles y Raul Delgado Wise señalan que en el último tramo del siglo pasado y en lo que va del presente, la relación entre migración y desarrollo se ha tornado un tema central en el debate académico y político a escala internacional. Desde distintos miradores y en atención a múltiples intereses, han tomado parte en la discusión organismos internacionales, gobiernos de los países emisores y receptores de migrantes, centros de investigación, organizaciones de migrantes, organismos no gubernamentales, medios de comunicación y otros sectores (Castles y Delgado, 2007). Canales y Carrizales coinciden con los investigadores anteriores. Mencionan que desde la segunda mitad de la década de los noventa, diversos organismos internacionales de ayuda al desarrollo han puesto una creciente atención en los flujos de remesas (Canales y Carrizales, 2009). Mat Bakket advierte al respecto:
Ha crecido el interés de las transferencias monetarias de los migrantes en las instituciones financieras globales- entre ellas el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo- así como su esfuerzo por generar instrumentos de política para canalizar las remesas en direcciones que fortalezcan el potencial para el desarrollo de esos flujos (Bakket, 2007).
Por supuesto que se ha incrementado el interés del tema de las remesas y su contribución en el desarrollo de las comunidades de origen. Esto, debido al incremento de los flujos de la migración desde la década de los años noventa del siglo pasado a nuestros días, como lo señalan Durand y Massey: “el periodo actual 3 del fenómeno
Según Jorge Durand y Douglas Massey (2003), las etapas de la migración son básicamente cuatro; 1. El período mercantil de 1500 y 1800, compuesto por los movimientos migratorios básicamente de europeos, como efecto de los procesos coloniales y el crecimiento económico; 2. El período industrial. Este período inició a principios del siglo XIX, y tuvo sus comienzos en el creciente desarrollo del continente europeo y la industrialización paulatina de las antiguas colonias del Nuevo Mundo; 3. El período de migración
3
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migratorio se convirtió en un fenómeno global y que surgió, desde la década de los noventa” (Durand & Massey, 2003, pág. 11) En torno a este incremento de los flujos migratorios, el investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas, Rodolfo García Zamora, menciona que también crece el debate sobre los impactos de la migración internacional (Garcia Zamora, 2003). En efecto, las remesas son el resultado y una característica importante de las migraciones. Aunado a ello, están las nuevas habilidades que adquieren los migrantes y el desarrollo de redes sociales. En tal sentido, se ha dejado de lado la discusión de ver a la migración como una fatalidad 4, que arranca a la población joven de sus pueblos de origen. García Zamora enfatiza, sin embargo, que al ser lo más positivo de la migración, las remesas se deben aprovechar, es decir, la absorción de remesas de las localidades de origen, pueden influir en el propio desarrollo económico de las comunidades. Se puede destinar una parte de ellas a la inversión productiva. Sin embargo, se piensa que este planteamiento ha sido poco significativo. Según la CEPAL, en 2006, (cit. por Canales y Carrizales, 2009) las remesas productivas siguen siendo escasas, no sólo en relación con el volumen global de remesas, sino también con el volumen global de la inversión productiva privada y social, incluso en ámbitos locales. De ahí que buena parte de las remesas se destinen básicamente para el mantenimiento de la familia o para el patrimonio familiar,
posindustrial. Esta fase inició en la década de los sesenta e implicó una ruptura con las características de las migraciones. Y 4. El periodo actual. 4 Este punto de vista negativo de la emigración se explica cuando este fenómeno se compone de familias enteras, los efectos acumulativos de despoblamiento generados por la migración son más probables. Las familias enteras rara vez regresan y los trabajadores migrantes tienen menos incentivos para enviar grandes remesas o realizar inversiones notables en los lugares de origen cuando sus cónyuges e hijos ya no viven en el terruño. 115
más que para invertir en negocios, como subraya Meyer (cit. por Canales y Carrizales, 2009):
Las familias receptoras de remesas utilizan dichos recursos en gastos corrientes, incluyendo comida, vestido y gastos médicos. Construir y remodelar vivienda, adquirir terrenos o ganado y la adquisición de bienes de consumo duradero son otras formas de utilizar dichos recursos (Canales y Carrizales, 2009)
Delgado y Knerr coinciden con Meyer: el principal uso de las divisas por parte de las familias receptoras está representado, independientemente del sexo del remitente, “en el rubromantenimiento de la familia que agrupa a gasto corriente en alimentación, vestido, salud, transporte, renta, escolaridad, entre otros” (Delgado y Knerr, 2005). Asimismo el Banco de México (Banxico) dice que las remesas han constituido una fuente importante de recursos para familias receptoras, en especial para el consumo y manutención incluyendo el gasto en salud y educación (Banxico, 2011). En general, las remesas resuelven problemas de necesidades básicas y poco se invierte en negocios. A pesar de todo, las familias receptoras están en mejor situación que muchas otras familias no receptoras. Sin embargo, las remesas dan beneficios inmediatos a los individuos involucrados. Por ello, es lógico que una familia cuyas necesidades básicas no llegan a cubrirse, usen los ingresos de las remesas para sufragarlas (Calling, 2007). Así, las remesas sirven como paliativo de la pobreza, aun cuando no tengan un efecto sostenido. En sí, los efectos positivos de la migración se originan en su capacidad para compensar las imperfecciones del mercado, permitiendo a las familias participar en actividades productivas. Aún cuando las remesas se gastan en el consumo directo, se dice que generan efectos multiplicadores, en tanto inciden en una renovada demanda de bienes y servicios de producción local. Pero como ya se ha señalado, ha sido poco el impacto de las transacciones monetarias de parte de los migrantes en el desarrollo productivo local. Esta contribución económica de la migración a nivel local, ha sido 116
evaluada negativamente, desde una visión pesimista respecto al uso de las remesas. Las remesas, junto con la organización por ejemplo de redes sociales y familiares, trabajo familiar y comunitario, entre otros, son recursos con los que cuentan los migrantes y que, empleados de forma adecuada, les permitirían superar sus condiciones de vulnerabilidad social y precariedad económica, aun cuando las condiciones del entorno estructural en el que viven no les sean nada favorables. La mayoría de los países exportadores de fuerza de trabajo no disponen de un proyecto de desarrollo nacional y, en contrapartida, hacen descansar ciertas expectativas de desarrollo –particularmente en el plano local o regional– en la contribución de los migrantes a través de las remesas. En el caso de México, no se dispone de una política integral y sustentable de migración y desarrollo y sus políticas migratorias siguen una lógica adaptativa a través de programas inconexos y abocados a cubrir aspectos parciales de los efectos del fenómeno migratorio. En suma, la pretensión básica del gobierno sería garantizar que la migración cumpla pasivamente su funcionalidad en el equilibrio macroeconómico y la estabilidad social (Delgado y Marquez 2007). BIBLIOGRAFÍA Adams, R. (1994). Las etnias en una época de globalizacion. García Canclini. Bakket, M. (2007). el discurso de las remesas como impulsoras de desarrollo y la agencia colectiva del migrante colectivo. Migracion y Desarrollo. Perspectivas desde el sur . Banxico, B. d. (2011). http://www.banxico.org.mx. Recuperado el 17 de noviembre de 2011, de http://www.banxico.org.mx/politicamonetaria-e-inflacion/material-de-referencia/basico/fichassobre-politica-monetaria-e-inflacion/analisis117
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CIENCIAS SOCIALES, HISTORIA, MITOS Y RETOS Carlos Javier MAYA AMBIA ∇ ADVERTENCIA El concepto de ciencias sociales es más resultado de un acuerdo que una exacta expresión de la realidad; en otras palabras, las ciencias sociales son una construcción histórica (Wallerstein 1996). De hecho todas las ciencias pueden considerarse como sociales por dos razones. La primera es que sus objetos de estudio cobran relevancia por la relación que tienen con los seres humanos, seres inevitablemente sociales. La segunda es que toda ciencia es una práctica social, en tanto resultado del quehacer de una comunidad, una comunidad científica. Aunque para fines prácticos debemos admitir las fronteras marcadas por la tradición y respetar las tres divisiones principales del conocimiento: humanidades, ciencias naturales y ciencias sociales. Así, clasificaremos como sociales disciplinas como sociología, economía, antropología, historia, psicología, geografía, politología, lingüística y las especialidades híbridas. Lo cual no es universalmente admitido, pues habrá quien prefiera agregar la filosofía a las ciencias sociales, o bien remitir la lingüística a las humanidades. Más aún, es necesario dirigir nuestra atención sólo a las ramas generales de cada una de las mencionadas ciencias, pues éstas se han fragmentado en una gran cantidad de subdisciplinas, sea por hibridación (por ejemplo historia económica o economía matemática), o por delimitación del objeto de estudio (economía del desarrollo, sociología de la religión). De hecho, la fragmentación especializante y la hibridación son dos fases de un mismo proceso (véase Dogan y Pahre 1993). ∇
Catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UAS. Profesor. Estudió la Licenciatura en la UNAM y la Maestría y Doctorado en la Universidad Libre de Berlín Autor de varios libros y es profesor. visitante en el Departamento de Estudios del Pacífico de la Universidad de Guadalajara. 121
Por otra parte, es pertinente recordar que, sobre todo en las últimas décadas, ha sido evidente la necesidad de acudir a diversas disciplinas sociales para lograr mejores explicaciones de los fenómenos estudiados, de tal suerte que no siempre es posible trazar una clara frontera entre un estudio puramente económico y uno puramente sociológico, para mencionar una ejemplo. Agréguese a lo anterior que en no pocas ocasiones los científicos de tal o cual disciplina se ven obligados a echar mano de resultados de investigación procedentes de otros campos. Lo cual veremos ilustrado más adelante. Para los propósitos del presente texto nos interesa identificar dos cosas. La primera corresponde a los grandes problemas sociales que a nuestro juicio (personal, sesgado, arbitrario, como son todos los juicios) merecen ser estudiados. La segunda se refiere a los temas sobre los que se está investigando y cuyos resultados aparecen en las revistas más prestigiadas a nivel internacional. LOS GRANDES ENIGMAS EN LAS CIENCIAS SOCIALES HOY Comencemos con la primera cuestión, aclarando previamente que los problemas o enigmas dignos de atención se definen a partir de nuestro contexto histórico, social y cultural. En este caso debemos pensar necesariamente en los problemas sociales que enfrenta México y en particular Sinaloa, pero sin olvidar el contexto dado por la actual globalización económica. El problema central de las ciencias sociales es actualmente porqué el crecimiento económico y las instituciones sociales y políticas que lo promueven y sostienen, no han sido capaces de proporcionar empleo a todas aquellas personas que lo requieren, con la deplorable consecuencia de que la distribución del ingreso y la riqueza, no sólo entre países, sino incluso entre regiones y grupos sociales al interior de los países, se ha hecho más desigual. La consecuencia ha sido que cada año existen más pobres en el mundo y más problemas derivados de la pobreza y de las estrategias de supervivencia que tienen que poner en práctica quienes no se resignan a morir de hambre. 122
Junto con lo anterior e igualmente relevante es el hecho de que las sociedades contemporáneas no han encontrado otro tipo de crecimiento económico o modernización para hablar en términos más allá de la mera economía, que conserve los recursos naturales. Por el contrario, su deterioro y destrucción constituyen la más seria amenaza para las generaciones futuras de la humanidad. Dentro de las múltiples polarizaciones generadas por la sociedad moderna se encuentran las inter e intra-regionales, las étnicas y, muy especialmente, las de género. Estas se han convertido en un problema de enorme relevancia en tanto que la mitad de la humanidad, es decir, las mujeres, son objeto de algún tipo de desigualdad discriminatoria. En un esfuerzo esquemático y sintetizador podría decirse que todos los demás problemas sociales más relevantes se derivan de los antes mencionados, de su combinación, o bien de las estrategias adoptadas por diversos actores sociales para contrarrestar sus efectos y de las complicaciones surgidas al adoptar estrategias erróneas. Desde luego que lo anterior no quiere decir que los problemas aludidos sean reconocidos como tales por las comunidades de científicos sociales. Esto es así por múltiples razones. Una de ellas es que la reflexión siempre llega tarde. Otra es porque en ciencias sociales es constante la presencia de condicionantes políticas e ideológicas así como de sesgos derivados de ella. LOS GRANDES TEMAS ACTUALMENTE INVESTIGADOS Para tener una idea de cuáles son los temas actualmente investigados hemos realizado una somera revisión de las revistas norteamericanas más prestigiadas en las ciencias sociales tradicionales: economía, sociología, ciencia política, antropología, psicología, ciencias de la educación. Este ejercicio nos permite esbozar el siguiente panorama. Existe una enorme cantidad de revistas en cada disciplina, correspondiendo con el grado de especialización o fragmentación alcanzado. Un estudio sobre las revistas de economía de mayor 123
prestigio, medido éste por su impacto, registra 42 de ellas y las clasifica en interés general, teoría y método, recursos naturales, economía internacional, historia y sociedad, trabajo y economía del sector público (véase Pieters y Baumgartner 2002). En el caso de las demás ciencias sociales, la especialización reflejada en la cantidad de revistas dedicadas a ramas específicas, no es menor. De lo anterior se desprende que cierta cantidad de artículos en las publicaciones referidas abordan temas que aunque puedan ser de interés para ciertos lectores, difícilmente podrían considerarse como los grandes temas de la disciplina. Hablando de economía, podemos encontrar algún artículo sobre la reventa de boletos para espectáculos o bien, en el caso de la sociología un trabajo sobre la inestabilidad de los nombres andróginos (American Journal of Sociology, vol. 105, No. 5, marzo del 2000) y en el terreno de la sicología puede leerse una investigación sobre el coqueteo a través de Internet, llamado “cyberflirting” (Theory & Psychology, Vol 13, No. 3, junio de 2003). Una cantidad probablemente mayor de artículos se refiere a temas clásicos o que siempre pueden ser de actualidad. Por ejemplo, nuevas interpretaciones del pensamiento de los grandes fundadores de la disciplina, o de sus autores consagrados como clásicos. Lo mismo puede decirse de ciertas cuestiones clave en cada campo del saber, como la personalidad en sicología, las clases y estratos sociales en sociología, la democracia en ciencia política, la determinación de los precios en economía, por mencionar ejemplos notorios. En el primer caso podríamos estar frente al surgimiento de nuevos objetos de estudio, cosa que sólo con el tiempo podrá constatarse. En el segundo, podríamos ser testigos de la emergencia de nuevos paradigmas, pero igualmente, se trataría de un fenómeno constatable sólo a posteriori. Un tercer tipo de artículos, que son los de interés en esta reflexión, son los que más fielmente expresan la frontera del conocimiento en cada disciplina. Ellos muestran cuáles son los temas valorados como relevantes por las comunidades científicas. De acuerdo con esto y a partir de la exploración ya mencionada, encontramos en las revistas de economía la siguiente gama de temas 124
abordados: precios, mercados financieros, recursos humanos, productividad, pobreza, importancia de las instituciones en los hechos económicos, desigualdad, recursos naturales, competencia, empleo, concentración, ciclos, crecimiento, globalización. Hay temas de permanente interés, como precios y competencia, pero hay otros cuyo interés por parte de los investigadores está muy bien fechado, como la globalización, los recursos naturales y la desigualdad. Otros han sido abordados en distintas épocas y desde diferentes perspectivas y métodos, como ha sucedido con los ciclos, el crecimiento económico y la productividad. El tema de la pobreza merece mención especial porque en los últimos años los organismos internacionales lo han reconocido quizá como el problema económico más importante de nuestros días, del cual se derivan muchos otros dignos de estudio. Una exploración de las publicaciones internacionales en ciencia política arroja como temas de actual interés los siguientes: terrorismo, pobreza, desigualdad, opinión pública, guerra, género, democratización, derechos humanos y violencia doméstica. Aquí podrían hacerse reflexiones análogas a las relacionadas con Economía. Hay temas clásicos, como democracia y democratización, junto con otros de innegable actualidad, como terrorismo. Pero también encontramos otros más que también son objeto de interés por otras disciplinas, como lo son la pobreza y la desigualdad. En revistas generales de sociología los temas detectados son: género, etnicidad, desigualdad, desempleo, estratificación y clases sociales, globalización. Se observan de nuevo temas de interés para otras disciplinas, como la globalización y las cuestiones de género. Tratándose de otras disciplinas, como sicología, educación y antropología, no nos fue posible identificar tendencias o temas preponderantes. Esto dada la gran cantidad de temas tratados en las revistas consultadas y el grado de especialización alcanzado, sin que pueda constatarse en una primera aproximación, qué es lo que hoy por hoy preocupa a la mayoría de los practicantes de dichas ciencias. Por último, deseamos referirnos al grado de intercomunicación entre las principales ciencias sociales, expresado por las referencias 125
cruzadas, esto es, analizando el flujo de citas entre los artículos de las revistas de mayor impacto en economía, ciencias administrativas y financieras, politología, antropología, sociología y psicología. El siguiente diagrama, tomado de Pieters y Baumgartner (2002: 500) muestra ciertos hechos interesantes.
Citador FINANZAS a
CONTABILIDAD
ECONOMIA
NEGOCIOS-IO-SI
ADMON.EM
POLITOLOGIA
MARKETING
ANTROPOLOGÍA
SOCIOLOGÍA
PSICOLOGÍA
Puede constatarse que las investigaciones en antropología no sirven de insumo a estudiosos de ninguna otra disciplina, mientras que las de economía son aprovechadas por especialistas en finanzas, ciencia política, contabilidad sociólogos y otras ciencias empresariales. A la sociología acuden politólogos, antropólogos, sicólogos y especialistas en administración, pero extrañamente no lo hacen los economistas. 126
A continuación dirijamos nuestra atención a los que consideramos como problemas sociales más relevantes de Sinaloa, aunque probablemente también en otras latitudes lo sean. 1 PROBLEMAS SOCIALES (NO SÓLO) DE SINALOA Y SU TRATAMIENTO
En Sinaloa y no sólo aquí, sino en buena parte del país (lo cual no es disculpa, sino agravante), los problemas de índole social integran un enorme catálogo: violencia, inseguridad, corrupción, pobreza, desigualdad, desempleo, narcotráfico y un pesado etcétera conocido y sufrido con amplitud. Corriendo conscientemente el peligro de ser esquemáticos, pero con un afán de simplificación analítica, sugeriríamos que buena parte de los malestares que aquejan a la sociedad sinaloense tiene su punto de partida, raíz o causa en un reducido número de factores, que se derivan de los grandes problemas antes mencionados, pero que en la región y quizá en el país, asumen características propias. Éstos serían los siguientes: i) Una extendida cultura de la irresponsabilidad (no rendición de cuentas). ii) Un profundo individualismo egoísta agresivo (falta de respeto de los derechos de los demás). iii) Desprecio por el trabajo (aspiración al logro fácil). iv) Afán de lucro y ostentación. Como ejercicio, podríamos tomar cualquier problema de índole social reconocido como relevante y veríamos que se explica a partir de los elementos antes señalados, bien sea aislados o combinados. Por lo que toca a la producción de los académicos de las ciencias sociales en Sinaloa, constatamos que los problemas apuntados no han constituido directamente su objeto de estudio, si bien es cierto que existen en dicha producción algunos elementos para profundizar en lo señalado. Aludimos sobre todo a los trabajos de historia, economía y educación, producidos en su mayor parte en la Universidad 1
Estas ideas se apoyan parcialmente en Maya 2000. 127
Autónoma de Sinaloa, pero ahora también en otras instituciones. Una lectura de esas contribuciones, orientada o motivada por lo que antes hemos sugerido como problemas de fondo de la sociedad sinaloense, arrojaría sin duda interesantes resultados. Veríamos por ejemplo que el manejo patrimonialista y clientelar de los recursos sociales por parte de políticos y administradores públicos no es reciente; que el uso de dichos fondos para el enriquecimiento propio y familiar no es fenómeno de nuevo cuño y que ha sido favorecido por el culto al caudillo y al cacique, quienes tienen un supuesto derecho a todo por ser, aparentemente, garantes de la seguridad, de la estabilidad y del progreso, del estado, del municipio, de la institución o dependencia a su cargo. Estos temas esperan ser abordados por los historiadores y nos referimos a ellos en primer lugar porque los estudios históricos son los de más larga tradición en la entidad, tradición que arranca desde Nakayama, Gil y otros conocidos. Una lectura crítica y abierta de lo que se ha avanzado, mostraría con seguridad que los problemas centrales de Sinaloa, los que enturbian la vida de todos, han tenido una larga gestación. Pero los esfuerzos por conocerlos, explicarlos y propuestas para resolverlos han sido pocos y de bajo rendimiento. Dirijamos nuestra mirada sobre ciertos vacíos. Entre las grandes ausencias tenemos la pobreza. No existe un estudio sobre la pobreza en Sinaloa. Los trabajos sobre los jornaleros agrícolas, sobre la cultura de los inmigrantes, sobre sus dificultades de adaptación, sobre las rupturas culturales y psíquicas que experimentan, son escasas; acaso sólo periodísticos o definitivamente ausentes. Peor es aún la situación que guardan los estudios científicos de las etnias indígenas de Sinaloa. Aquí existe un enorme hueco en el terreno de la antropología (disciplina que no se ofrece en ninguna de la media docena de instituciones universitarias que ya funcionan en la entidad). En la misma situación se encuentran las pesquisas en otras áreas esenciales como medio ambiente, salud pública y medicina social, desarrollo urbano, religión, iglesias y sectas, comunidades extranjeras (chinos, japoneses, griegos), estudios de género, estudios 128
sobre los niños y los ancianos, para sólo mencionar algunos objetos de investigación de relevancia. Al hablar de vacíos no contamos con estudios ni de la historia, ni de la situación actual que guardan los fenómenos fundamentales apuntados y menos aún con avances de tipo prospectivo. La existencia aislada e inconexa de uno que otro trabajo sobre alguno de estos temas sólo evidencia, por su calidad de excepción, la gravedad de las ausencias detectadas. En el terreno de la economía tampoco contamos con obras de gran alcance sobre la inserción de Sinaloa en la economía mundial. Existen trabajos parciales, limitados en cuanto a período de observación y temática tratada. Los publicados por el gobierno del estado sobre la economía de la entidad durante la gestión de Francisco Labastida, si bien útiles, eran muy breves, tuvieron poca difusión y no han sido actualizados. Asímismo, no disponemos todavía de una historia económica de la agricultura sinaloense que nos sirva de base para estudios actuales o de coyuntura. Temas como el narcotráfico y la corrupción son sin duda graves problemas sociales, pero su estudio es de tal riesgo y el acceso a las fuentes tan difícil y peligroso, que los estudios sociales sobre esta temática deberán esperar todavía largo tiempo para ser emprendidos con mayor profundidad que la exigida por una nota periodística. ¿Y LA HISTORIA? El lector atento podría preguntarse porqué razón hasta ahora no hemos mencionado a la historia y más específicamente por la relación entre historia y ciencias sociales. Para aclarar este punto, agregamos las siguientes reflexiones. Si recordamos los rudimentos de lógica aprendidos en las aulas preparatorianas, sabemos que si decimos A y B, esto implica que existe A por una parte y que existe B por otra; que A y B son distintos, esto es, que A no es B y viceversa. De acuerdo con lo anterior, el enunciado “historia y ciencias sociales” nos está diciendo que existe algo llamado historia y otro algo llamado ciencias sociales. Para poder 129
hacer comparaciones entre uno y otro términos del enunciado, es claro que no estamos hablando de la historia como hechos pasados, sino de una disciplina, de un cuerpo de conocimientos, prácticas, reglas y demás, que caracterizan a las disciplinas llamadas ciencias. Así, tenemos por una parte eso llamado historia, que probablemente sea una ciencia o por lo menos algo similar, para que pueda entrar en el enunciado. Y, por la otra, algo que podemos denominar ciencias sociales. Si estamos de acuerdo con lo anterior, vale la pena continuar con esta exposición, porque la intención es advertir que este enunciado es falso; o, por lo menos, pensar en la posibilidad de tal falsedad. Para lograr este impúdico cometido, presentaremos solamente cuatro argumentos. Primer argumento: decir ciencias sociales es un pleonasmo y lo que llamamos erróneamente ciencias sociales en realidad son ciencias históricas. Como seguramente se recuerda de la lectura de La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas S. Kuhn, lo que llamamos ciencias, incluyendo las que se ocupan de los fenómenos de la naturaleza, como la biología, la química o la física, se definen como tales a partir de la actividad y el consenso de ciertos grupos de personas que se constituyen en comunidades científicas; comunidades que hablan un mismo lenguaje, siguen los mismos métodos, se enfrentan a los mismos problemas o enigmas, publican en las mismas revistas, leen los mismos libros y, sobre todo, son reconocidas por sus sociedades como comunidades científicas. Toda ciencia es, por lo tanto, el producto de una práctica colectiva, de una práctica social. Esto parece mucho más importante que el objeto de estudio, pero, si queremos hablar de objetos de estudio, encontraremos que todos son, también, de índole social, mejor dicho humana. Esta afirmación podría sorprender a algunos. Evidentemente las ranas y los quasares no son humanos, como no lo son los triángulos o los gases contaminantes, pero, en estricto sentido tampoco lo son los precios del petróleo. Sin embargo, tanto los reptiles, como los objetos 130
estelares y todo lo demás que puedan ustedes imaginar como objeto de estudio científico, no existe por naturaleza como objeto de estudio científico, sino que se constituye como tal a partir de preocupaciones, de interrogantes, de problemas y hasta de esperanzas de los seres humanos. En ese aspecto lo que estudia toda ciencia es un constructo y no algo dado. Ese objeto construido es producto de una mirada selectiva, que va preñada de preocupaciones humanas. Todavía no he sabido de caballos que se interesen por los logaritmos, ni de perros que se preocupen por la estructura del átomo. Los logaritmos y los átomos, como objeto de una práctica, ahora llamada científica, son a la vez punto de partida y punto de llegada de una reflexión humana, pero, además de humana, colectiva y por ende social. Si lo dicho es correcto, entonces hablar de ciencias sociales es redundante, pues no hay ciencia que no sea social. Podría alguien no estar de acuerdo, sosteniendo que se llaman sociales porque su objeto de estudio es la sociedad. En contra de esta idea nos remitimos a las deslumbrantes reflexiones de Immanuel Wallerstein en Impensar las ciencias sociales (Siglo XXI ed., México, 1998). Wallerstein recuerda que lo que hoy llamamos ciencias sociales responde a un uso bastante reciente. En el siglo XIX la triunfante ideología liberal establece una clara frontera entre Estado y Sociedad, entre lo político y lo económico. Así, para estudiar el mercado está la economía, para estudiar el funcionamiento de las instituciones estatales está la ciencia política, y para abordar todo aquello que es inexplicable por una y otra, aparece la sociología. Por añadidura, como existen seres exóticos, habitantes de lejanas tierras y que no encajan en los patrones de conducta europeos, tiene que aparecer la antropología. No es necesario repetir todo lo demás que entraña el concepto de ciencias sociales en términos de la disputa metodológica entre ciencias idiográficas y ciencias nomotéticas, sino habría que reflexionar con detenimiento en torno al texto de un autor que debería ser fundamental. Para complementar lo anterior, también deberíamos recordar las obras, de lectura nada fácil, pero ciertamente imprescindible, de Michel Foucault, donde queda claro que los temas 131
de estudio hoy claramente ubicados en el terreno de tal o cual ciencia, no siempre han estado ahí y que no pocos, antes ni siquiera se consideraban dignos de escrutinio científico. Pasamos ahora a argumentar la idea de que las ciencias llamadas sociales en realidad son, como apunta Wallerstein, ciencias históricas. Hay que recordar que algunas décadas antes de que aparecieran los textos del autor de Más allá del liberalismo, Antonio Gramsci, a lo largo de sus cuadernos carcelarios, contrapone los conceptos de histórico y metafísico. Esta distinción es importante porque a menudo se olvida que los fenómenos estudiados por las llamadas ciencias sociales son de carácter histórico y no metafísico, es decir, no son eternos ni inmutables. Por ejemplo, cuando en la escuela a los economistas nos enseñan que nuestra orgullosa ciencia (la más dura de todas sus hermanas y primas), estudia la oferta, la demanda, el mercado, la fijación de precios, etc., pocas veces se advierte que se habla de abstracciones, de simplificaciones de complejos fenómenos que en cierto momento han llegado a presentarse en forma más o menos parecida a como la teoría lo presenta. El mercado, por ejemplo, tiene su propia historia, que en distintas sociedades ha funcionado de manera diferente y que su desenvolvimiento no puede separarse de influencias culturales, religiosas, ideológicas, psicológicas. Quien lo dude debería leer, por lo menos, ese precioso cuento de B. Traven titulado “Canastitas en serie”, incluido en Canasta de cuentos mexicanos; y quien tenga más tiempo e interés, debería estudiar a fondo La gran transformación, de Karl Polanyi, obra escrita hace más de sesenta años pero hoy con más vigencia que nunca. Tener en cuenta lo anterior es relevante cuando se pretende que la tarea de las ciencias sociales es formular leyes. Tales leyes resultan castillos de naipes cuando se enfrentan a fenómenos cambiantes en el tiempo y en el espacio o, para decirlo de otra manera, debemos tener presente que todo concepto y en particular los conceptos científicos, tienen su historia y su geografía. Segundo argumento: en el enunciado “Historia y Ciencias Sociales” van implícitas las siguientes ideas equivocadas: historia es memoria y 132
ciencia es raciocinio, o bien, en forma un poco más sofisticada, historia es descripción y, deseablemente, comprensión del pasado; en tanto que ciencia es explicación del presente y predicción del futuro, o bien, historia se refiere a lo particular, único e irrepetible y ciencia a lo general, repetible, sujeto a regularidades, a leyes y, por lo tanto, susceptible de predicción y manipulación. La primera versión de esta equivocada concepción se derrumba si reconocemos que, como el cerebro humano no es una cámara fotográfica, ni un escáner, toda memoria es selectiva y en el proceso de selección intervienen factores de diversa índole, como pueden ser éticos, estéticos, lúdicos, morales, políticos, y un largo etcétera. Tales factores cambian con el tiempo, lo cual explica que cada generación reescriba la historia de los mismos hechos. En palabras de Gramsci, la historia siempre es contemporánea. Esto significa que ningún hecho histórico es algo acabado, no es algo de lo que podamos decir “así fue y se acabó”. Tratándose de las acciones humanas nada acaba y nada fue, sino que vuelve a ser y vuelve a ser interpretado de distintas formas. Estas interpretaciones toman sus parámetros de distintas fuentes, como ya se dijo y, desde luego también de lo que las comunidades científicas han definido como relevante. Dirigiendo nuestra atención hacia el otro elemento del binomio, podemos observar que el raciocinio no es ni universal ni eterno. Para expresarlo en términos de Saint Exupery en El principito, nosotros no miramos con los ojos sino con el corazón. Esto es, la razón aprende a mirar, aprende a dirigir su atención a ciertos aspectos de lo que tiene enfrente y ese aprendizaje no es el mismo en todas partes, ni en todas las épocas. Esto se refleja claramente en el lenguaje. Si los inuits (malamente llamados esquimales) tienen más de una docena de vocablos para designar el hielo, mientras que nosotros solamente tenemos uno, esto se explica porque su mundo es de hielo, su vida, su alimentación, su sustento y hasta sus sueños dependen del hielo. Ellos ven lo que para nosotros es invisible. O bien, para expresarlo en términos de la epistemología genética de Jean Piaget y Rolando García, “un hecho es, siempre, el producto de la composición entre 133
una parte provista por los objetos y otra construida por el sujeto” (Psicogénesis e historia de la ciencia, Siglo XXI ed., México, 1982, p. 24) En suma, el supuesto raciocinio, la lógica que impera en las ciencias, es producto de una historia o quizá del entrecruzamiento de muchas historias y con esto pasamos al siguiente argumento. Tercer argumento: Cuando decimos “Historia y ciencias sociales” estamos uniendo dos sustantivos con una conjunción. Esto es falso, pues la historia no es un sustantivo, sino un adjetivo. Mi idea es que no existe “la” historia, sino que siempre se trata de la historia de algo o más precisamente, de una historia de algo. Aquí hay varios elementos que merece la pena destacar. Por una parte, subrayamos que es siempre una historia, con lo cual queda abierta la puerta a nuevas interpretaciones, lo que concuerda con el hecho de que cada generación vuelva a escribir sobre los griegos, la Revolución Francesa, la Independencia de los Estados Unidos, las guerras napoléonicas, etc.. También ha ocurrido que en un mismo momento se enfrenten distintas historias de un mismo hecho. Piénsese por ejemplo en las distintas historias de la Revolución Mexicana. Por otro lado, ese algo de lo que se escribe una o varias historias, se inserta en un universo de posibles objetos de estudio. Este universo no tiene siempre los mismos elementos. En el catálogo de objetos de estudio de los historiadores durante mucho tiempo encontramos sólo reyes y reinas, generales y batallas, edictos y condenas, ocasionalmente amantes y cortesanas. Por fortuna ese catálogo se ha ampliado para incluir clases y movimientos sociales, fenómenos económicos y, desde no hace mucho tiempo, vida cotidiana de personas comunes y corrientes; mereciendo, entre ellas, mención especial las mujeres, durante siglos sencillamente ignoradas por los historiadores. Ignorancia que no se explica porque las mujeres no existieran, sino porque no existían conceptualmente. La razón es que, como apunta Foucault en La arqueología del saber (p. 81), los discursos (y las ciencias son cierto tipo de discursos), son “prácticas que forman sistemáticamente los objetos de que hablan”. 134
Lo anterior hace evidente que hay una pluralidad de sujetos de la o de las historias, que estos sujetos pueden cambiar, algunos desaparecer y surgir nuevos, realmente nuevos como las empresas multinacionales, los partidos políticos y los movimientos guerrilleros, o conceptual e ideológicamente nuevos, como las mujeres, los y las trabajadoras, los migrantes y los indígenas, por mencionar algunos ejemplos notables. Si esto es así, entonces debemos concluir que no existe historia en abstracto, ni que el objeto de los estudios históricos sea siempre el mismo, pero sí en cambio, que tal objeto u objetos son los que definen el surgimiento de su historia. En otros términos, los sujetos de la historia no aparecen por el simple devenir histórico, sino por razones que pueden ser políticas, económicas, religiosas y demás. Esto quiere decir que tales sujetos primero deben hacer evidente e insoslayable su presencia con sus propias acciones y, sobre todo, cuando no sólo tienen presencia, sino voz. No quiero profundizar en el tema de la voz, pero vale la pena leer a Albert Otto Hirschman. Cuarto argumento: Hablar de historia y de ciencias sociales sólo es válido como una convención para designar lo que en realidad son campos de investigación, relativamente y sólo por razones prácticas, de forma separada y distinta. Para exponer esta idea quisiera hacer una distinción entre dos momentos de las actividades científicas. Una corresponde al proceso de investigación o creación de conocimientos. La otra corresponde al proceso de docencia o transmisión de conocimientos. Empecemos por el segundo. Cualquier bibliotecario conoce las dificultades que entraña clasificar una obra y saber con precisión a qué disciplina corresponde. Además, un mismo texto puede corresponder a distintas disciplinas. Eso explica el que a Marx, por ejemplo, lo estudien (o hayan estudiado en mejores tiempos) tanto economistas, como politólogos, sociólogos, filósofos y hasta lingüistas. Al elaborar el plan de estudios de una carrera, los encargados se enfrentan también a no pocas dificultades al elegir a los autores que habrán de estudiarse. Sin embargo, con aciertos y errores será el consenso de la comunidad científica en cuestión el que decida que los economistas tienen que estudiar a Ricardo, los sociólogos a 135
Durkheim, los psicólogos a Freud y los historiadores a Tucídides. Lo cual no impide que unos y otros en cierto momento intercambien aulas y con gran provecho un economista estudie a Freud y un psicólogo a Marx, con resultados a veces positivos y sorprendentes. Pero a pesar de todos estos claroscuros, después de unos años el estudiante obtendrá su título de Historiador, de Psicólogo o de Economista y hasta llegará a creer que de veras lo es. Más compleja es la situación en el terreno de la producción del conocimiento. El investigador generalmente se enfrenta a un objeto de estudio del cual quiere desentrañar ciertos enigmas, tratando de explicarse su surgimiento, sus transformaciones, sus regularidades, etc. Para el logro de sus propósitos, con frecuencia el investigador se ve obligado a saltarse las barreras disciplinarias y para entender un fenómeno en apariencia ubicado en tal o cual disciplina, tendrá que echar mano de los hallazgos de estudiosos pertenecientes a otros campos científicos. Por ejemplo, cualquier economista interesado en agricultura, aprenderá muchísimo de los sociólogos rurales y si se limitara a considerar sólo hallazgos de colegas economistas, su aportación con seguridad será bastante mediocre. De manera análoga, el politólogo interesado en el sistema político mexicano, tendrá que empaparse de las investigaciones de antropólogos y hasta navegar entre ensayos literarios, entre muchos otros, para poder arrojar luz sobre su objeto de estudio. Estos ejemplos, sólo ilustrativos y que podrían ampliarse, sólo indican la dificultad de trazar una línea divisoria entre una ciencia y otra, si bien es cierto que el manejo de ciertos paradigmas y el uso de determinado lenguaje nos ayuda a identificarnos como miembros de tal o cual comunidad. En realidad, llega un momento en el cual ya no sabemos, y quizá sea irrelevante saberlo, si lo que estamos haciendo es economía, sociología o ciencia política. En todo caso, lo importante no es tanto qué se hace, sino hacerlo bien. Y si la aspiración es ser estudiosos, más que estudiantes y llegar a cultivar decorosamente la pequeña parcela del conocimiento que se haya elegido para dar sentido a una vida profesional, entonces, probablemente los argumentos que hemos presentado, coadyuvarán a 136
formular muchas más preguntas, a fortalecer su espíritu inquisitivo y a dudar, cartesianamente, de todo cuanto existe. OBSERVACIÓN FINAL El propósito de estas reflexiones es tener una idea del desfasamiento que existe entre la investigación en curso en ciencias sociales en el estado de Sinaloa con respecto, por una parte, a la que se está llevando a cabo en los principales centros mundiales de producción de conocimientos en estas disciplinas y, por otra, frente a los desafíos que lanza la realidad social de la entidad. Para completar el cuadro sería preciso hacer un inventario más detallado de los proyectos de investigación en curso en nuestra universidad, no solamente de los registrados formalmente en la Coordinación General de Investigación y Posgrado, sino los que efectivamente están desarrollándose, así como una revisión de los avances que en los últimos años han presentado los responsables de tales proyectos. Con estos elementos podríamos avanzar hacia la definición de las líneas de investigación que deben ser prioritarias en nuestros programas de posgrado, así como aquellas que en atención a los recursos humanos disponibles, son viables. La identificación de las primeras nos servirá para definir en prospectiva hacia dónde queremos llegar. La ubicación de las segundas nos permitirá saber con qué contamos y qué podemos hacer hoy.
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BIBLIOGRAFÍA Dogan, Matei y Robert Pahre 1993. Las nuevas ciencias sociales. México: Editorial Grijalbo. Maya, Carlos 2000. “Consideraciones sobre el estado que guarda la investigación en ciencias sociales en Sinaloa” en Revista del Doctorado en Ciencias Sociales, año IV, No. 8, octubre, http://uas.uasnet.mx/dcs/revista.html. Pieters, Rik y Hans Baumgartner 2002. “Who Talks to Whom Intraand Interdisciplinary Communication of Economics Journals”, en Journal of Economic Literature, Vol. XL, junio 2002, pp.483509. Wallerstein, Immanuel (coordinador) 1996. Abrir las ciencias sociales. Informe de la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales. México: Siglo XXI editores
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ARENAS Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 29 Se terminó de imprimir el día 31de Octubre de 2011 con un tiraje de 500 ejemplares en los talleres Gráficos Once Ríos Editores, Rio Usumacinta No. 821 Col. Industrial Bravo Culiacán, Sinaloa Tel. 667-7122950