CENTRO CULTURAL SAN PABLO
Sobre arte, agua y otras formas de espejos Jorge Contreras
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omo se sabe, la mirada humana es un artefacto histórico, contingente y funcional, así que probablemente, el mundo que trae a colación esté tejido de historias que son simulacros y reflejos.1 Quizá por eso, en la Antigüedad, el augur delimitaba con su bastón un espacio que llenaba con agua para observar el paso de las aves o de las estrellas, ese espacio se designaba como Templum —de donde proviene la palabra contemplar— y se le consideraba como un lugar sagrado, pues ahí se practi1
Calasso, Roberto. (2016). Ardor. Barcelona: Anagrama.
caba la observación del cielo buscando tener acceso a lo que los dioses o la naturaleza no dicen. Y quizá también por ello, la mirada revela una falta primordial humana: tener acceso a lo que no puede observarse ni decirse o pensarse; acceder a una conjunción que nos revela y nos abarca.2 El deseo de dejar aparecer la mâya, no la ilusión y la apariencia que observamos, sino el tejido del que está hecho eso que llamamos realidad, mantiene una doble relación con el mundo, al mismo tiempo Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. (1985). El Anti Edipo. Capitalismo y Esquizofrenia. Barcelona: Paidós.
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Espejo de agua en el Claustro del Centro Cultural San Pablo, Oaxaca. BOLETÍN DIGITAL DE LA FUNDACIÓN ALFREDO HARP HELÚ OAXACA • NÚMERO 01 • SEPTIEMBRE-OCTUBRE DE 2020 25