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La lenta destrucción del Patrimonio Urbanístico

Patrimonio Urban Stico

Esta constituido por las estructuras urbanas que dan identidad a cada Pueblo y Ciudad. Se considera muy puntualmente a todos los conjuntos urbanos de especial importancia como: Los Barrios, Plazas, Jardines, Parques, Calles, Callejones, porque son referencias únicas de la personalidad de cada espacio.

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Se consideran además dos conceptos de suma importancia: El Paisajístico y el Ambiental, que conforman el entorno donde están inmersos aquellos conjuntos urbanos y en sumatoria global, le dan el carácter de identidad, personalidad, impacto visual y los hacen únicos.

Estos elementos son también muy frágiles, porque cualquier cambio o adición/supresión, los perjudica notoriamente y les hace perder partes de su personalidad, dejando despojos irreversibles.

Este Patrimonio, sufre constantemente la inducción de intervenciones por parte de la autoridad, con el menosprecio a su propio carácter y va dejando secuelas de perdida de identidad e integración al contexto de los Pueblos y Ciudades.

Igualmente las acciones civiles, el comercio ambulante, las prestaciones de “servicios comunales” mal entendidos, perjudican enormemente éste Patrimonio.

El caso especial de la Capital del Estado de Guanajuato, cobra enorme relevancia porque la ciudad ostenta el Título de Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad otorgado por la UNESCO.

Ante ese nombramiento, se hace de vital importancia el valorar con exactitud todos los bienes urbanísticos con los que aún cuenta la ciudad en todo su entorno y territorio, considerando desde la poligonal que sirvió de base para la declaratoria, así como todos los elementos que dan toques singulares a la belleza de la ciudad.

Esas consideraciones por sus enormes alcances, deben partir de un verdadero, real y actualizado levantamiento de inventario que proporcionen una imagen completa de los legados y tesoros con los que aún cuenta la ciudad.

En este inventario, deben participar todos los actores de diferentes ramas profesionales que sean necesarios, a fin de considerar todas las opiniones que respalden una adecuada valoración de cada bien urbano completamente desglosado, para tener finalmente, uno o varios tomos de información fidedigna para considerar el rango de importancia que el propio bien patrimonial tenga en el contexto citadino.

Es vital entonces, que se provoquen estos trabajos a la brevedad, debido a la destrucción que poco a poco sufren cada uno de ellos, pues están expuestos al rigor de cientos de factores adversos, que los debilitan.

Esos factores son determinantes en el grado de deterioro que muchos -por no decir todos- los bienes del patrimonio urbanístico y vienen a constituirse en una radiografía del riesgo que cada pieza tiene. Entonces. sí es necesario conocer exactamente todos los factores de riesgo para elaborar diagnósticos apegados a la realidad para cada una de las piezas inventariadas.

No bastan los deseos, ni las decisiones de escritorio o de café, se requiere impulsar con toda vehemencia estos trabajos porque el tiempo apremia y cobra muy caras facturas por el descuido al Patrimonio.

Los cambios en el entorno donde se encuentren todos los bienes urbanísticos, son determinantes para entender los procesos de preservación y conservación que se requieran, considerando todas las afectaciones que inciden en su bienestar a fin de dotarlos de las mejores condiciones.

Al Patrimonio Urbanístico, hay que estudiarlo, entenderlo y mirarlo como un tesoro en custodia, por esas razones, es que se deberán implementar todos los trabajos necesarios para mantenerlo en perfecto estado, no a medias, no al “más o menos”, porque ese simple conformismo nos delata como pésimos custodios de su verdadera importancia histórico-patrimonial.

El caso de la ciudad Capital del Estado de Guanajuato es significativo del descuido, desapego y desconocimiento, de lo que el patrimonio urbanístico ha significado para la ciudad.

Por un tiempo bastante largo, varias administraciones municipales, han ocasionado desde descuido hasta pésimas intervenciones en varios bienes patrimoniales que muchos consideramos perversidades que para nada han ayudado al mantenimiento de hermosos ejemplares y si los han perjudicado de manera brutal.

Debemos reconocer la nula dedicación de los servidores públicos en tareas patrimoniales, dejando en consecuencia que el descuido se apodere de invaluables ejemplares La política y el Patrimonio Cultural no se llevan; mientras que en la política, los políticos solo se aseguran de su propio bienestar generando infinidad de maneras de lograr esos beneficios aún a costa de los demás; trampas, robos, disposiciones de recursos públicos, lujos, abusos, son banderas del día a día, dejando totalmente de lado, programas y atención expedita a la ciudadanía; son estas las razones de gran peso, que dejan completamente vulnerable al Patrimonio Cultural.

Como lo expresé, los trabajos en el tema Patrimonial, no les rinde beneficios ni económicos ni de “imagen” así que no tienen ningún interés en molestarse desarrollando programas de atención al Patrimonio.

El Patrimonio Urbanístico de Guanajuato Capital ha sufrido estos desmanes de la autoridad, sin que nadie les ponga el alto. Veremos algunos ejemplos recientes:

El parque Florencio Antillón, es producto de un proceso histórico urbanístico de la ciudad que inicia en la década de 1870, cuando se determina edificar un Templo cuyo proyecto tenía al menos 20 años esperando ser realizado, por aquellos años se concretan las oportunidades y se otorga a una Junta Menor el encargo de la dirección de los trabajos a realizar; dicha Junta Menor la componían El Presbítero Don Lucio Marmolejo, Don Marcelino Rocha y Don José

Antonio Solís. -Efemérides de L. Marmolejo-.

En esa área, que era parte del río original, se encontraba ya la Cortina de la Presa y había colocada una fuente en el terreno. Se determina que ese sería el sitio para el Templo.

Para 1871 el Gobernador Don Florencio Antillón, determina construir un gran túnel para abovedar el río y llevar las aguas a la ciudad, quedando en la parte superior un enorme terraplén que sería utilizado posteriormente y la construcción del Templo estaba justo en esa parte, por ello determinaron cambiarlo de lugar. En 1872 dan inicio los trabajos y se demuele la casa de la Señora Gila Jiménez y se comienzan las perforaciones para los cimientos del gran túnel de la Presa de la Olla.

El 23 de noviembre de 1872, queda completamente embovedado una buena parte del río y entre 1873-1878 prácticamente se concluye con el terraplén sobre el túnel de la Presa de la Olla. 1880 se empieza a plantar un jardín en la gran plaza de la Presa....

Con toda esta historia, quiero destacar que dicho espacio luego Jardín de la Presa de la Olla y finalmente Parque Florencio Antillón que fue edificado y plantado durante el auge de la construcción de cerca de 30 años en la ciudad y que por obvias razones dejó su impacto en la historia misma de Guanajuato y por otra parte la más contundente, recordemos que en la clasificación del Patrimonio se especifica puntualmente que:

“Se consideran Patrimonio Histórico todos los bienes muebles e inmuebles hasta el año de 1900”; bajo esta premisa, al disponer la “intervención” asignada a un contratista, el ayuntamiento de Guanajuato cometió una grave perjuicio contra la ciudad y sus habitantes, contra todas las entidades relacionadas con el patrimonio y peor aún, dañó irremediablemente el concepto de Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Según datos conocidos y proporcionados por las autoridades, el costo fue de 25 millones de pesos o más que también son un daño del erario público y además destrozaron todo el mobiliario urbano del parque, que en una evaluación somera, rondaría los 350 millones de pesos, por su propia importancia y significado.

Los trabajos se contrataron sin percatarse de la nula capacidad del proveedor y su total desconocimiento de la historia misma de la ciudad y el Parque en cuestión. Prueba de aquello se constituyeron en demandas judiciales que el Municipio emprendió en contra del contratista al que le fue asignada la obra.

Para todos los ciudadanos, el daño está hecho y sabemos que es irreversible, puesto que se destrozó todo cuanto se tenía en ese sitio y si lo analizamos por su historia casi 150 años tirados a la basura; por la parte de valor patrimonial, casi 350 millones de pesos hechos trizas; por su impacto visual y estético 150 años de orgullo ancestral convertido en chatarra actual.

Otros ejemplos: ahora el ayuntamiento se ha dado a la tarea de “intervenir” varias Fuentes consideradas como Patrimonio Urbanístico de la ciudad y los resultados se manifiestan en el mismo tenor, destrucción y pésimos tratamientos a los elementos que las conforman, porque se ha contratado a manos inexpertas -no sé, si baratas o no- pero intuyo que sin la preparación y capacidad para afrontar una remodelación, una restauración o sencillamente un mantenimiento y esas manos inexpertas finalmente han destrozado igualmente, elementos como las canteras, los frisos, los finos tallados, con tratamientos invasivos y devastadores nada recomendables y esas acciones solo significan incapacidad, desconocimiento y negligencia, tanto del ayuntamiento como del contratista.

No se percibe cambio alguno en las políticas al respecto, solo menciones y amenazas, silencio y graciosa huida, ningún solo responsable; mientras el patrimonio ha sufrido el ataque feroz de la incomprensión y el desconocimiento oficial.

Aquí cabe otra reflexión relacionada con el valor de los bienes patrimoniales urbanísticos: como son bienes que ahí estuvieron, están y estarán, tanto la ciudadanía como sus autoridades, los ven todos los días y se han mimetizado con el entorno, esto es que, estamos tan acostumbrados a verlos que ya no los miramos u observamos, solo vemos el bulto, pero no su presencia, mucho menos su esencia y por obvia razón no tienen valor significativo ni económico para muchos y aquello es una pieza más del entorno, que incluso la gran mayoría desconoce su función primordial.

El valor patrimonial, está determinado por varios factores que lo componen, haciendo que supere con mucho la expectativa, por ejemplo: una pieza de 1890 que costó 27,000 pesos de aquellos días, hoy con todos los componentes agregados, tendría un valor patrimonial de entre 80 a 100 millones de pesos. Y se devalúa con las pésimas intervenciones, el poco o nulo mantenimiento y los ataques por vandalismo que sufre día con día.

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