Generación Consciente, Número 1. Junio de 1923

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PRIMERA COLECCIÓN

NUM. 1

40 CTS.

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Presentación, E7 Grupo editor.—Necesidad de la procreación consciente y limitada, doctor Luís Fita Nuñez.—Confidencias sexuales, Gil de la Ría. —Familia numerosa , Silverio (practicante).—Palabras de Sócrates.—La bestia humana (dibujo).—El cuerpo humano, doctor J. Garcés.—Del amor libre, Casquivano.—La receta, Felipe Trigo.—Lñ educación y la higiene, E. Q.—Las enfermedades venéreas, (Necesidad de divulgar los medios higiénicos preventivos. — Cómo se contraen.—Cómo se evitan.—Cómo se curan), P. V.


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GENERACIÓN CONSCIENTE PUBLICACIÓN MENSUAL

REVISTA ECLÉCTICA

Redacción y Administración: Nueva, 4 — ALCOY

Año I

Junio de 1923

Núm. 1

PRESENTACIÓN

No lloremos las degeneraciones: la prostitución, el asesinato, y el robo; la tisis, la neurastenia y la depauperación, son nuestra obra, obra que elaboramos inconscientemente,.

Para criar animales se buscan buenas razas y buenos antecedentes; para criar seres humanos, se bastan un macho y una hembra, tísico y sifilítica, respectivamente,

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cambio tan ayunos de realidades tangiLECTOR: . Es de ritual en toda nueva publicación bles , nosotros romperíamos con esa presentarse al lector atiborrándole de vieja y torpe costumbre. promesas, halagándole con fantásticos De la utilidad y valor educativo de esproyectos, siempre a realizar, pero po- ta revista podrás formarte idea, cuando cas veces realizables; trazándose nor- la hayas leído detenidamente, por las mas y conducías que suelen quedar in- enseñanzas que en ella adquieras, y no cumplidas, y ofreciendo a cambio de por las palabras con que nosotros la cazar suscriptores, adornemos, pues ya acatamientos y serse sabe que el amor vicios incondicionapaternal induce PROLETARIO: Si tu aspiración les que niegan la essiempre a prodigar es la felicidad universal sintetizapontaneidad y el lialabanzas y a ensalda por el amor y la belleza, en vez bre desenvolvimiende reproducirte en g~an número zar las cualidades inconscientemente, aumentando tu to, tan indispensadel hijo. miseria y creando otras nuevas, bles a toda publicaLéela pues, y medebes elevar tu educación física y ción moderna salida dita. Si por su labor moral para saber combatir lo inial estadio cultural se hace merecedora cuo y lo inhumano, cuanto de tripara aportar al code tu aprecio, recovial y tonto, de puerco y degenocimiento de los mienda su lectura y nerante existe en esta sociedad que sepan comprensü estudio a tus secorrompida. derle, que suelen ser mejantes. Si no es los menos , cuanto así, recházala. de elevado y digno produzca el intelecto De una o de otra forma te quedará humano. siempre agradecido. Por todo ello, y porque de promesas El Grupo Editor estamos todos tan hartos , estando en


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NECESIDAD DE LA PROCREACIÓN : CONSCIENTE Y LIMITADA : Por el DR. LUIS FITA NUÑEZ

Los fanáticos políticos y religiosos, los devotos moralistas de una depresión intelectiva y de ün pudor torpe y falso, han viste siempre en el neo-malthusianismo a un enemigo a quien no han podido jamás combatir razonablemente, pues la idea y los medios de limitar a voluntad la maternidad, no solo esgrime contra sus adversarios las armas de la voluntad y la libertad imprescriptibles, sino poderosísimas e inexpugnables razones morales, científicas y sociales, contra las que se han declarado impotentes. No será necesario hacer una extensa exposición de las condiciones de vida actuales, de verdadera angustia para la clase trabajadora, del pauperismo y la miseria, de las enfermedades de todo género que sufre la humanided, para reconocer la necesidad de que la procreación, principalmente entre las clases obreras sea limitada, y que los hijos que nazcan de las uniones amorosas, como indica el sentido común, además de el interés muy humano y muy digno, como complemento y fruto del amor, sean robustos y predestinados a una existencia menos dolorosa y amarga que la de sus padres. El instinto de reproducción es natural en todas las especies. La realización del coito es una necesidad fisiológica a la que nadie puede sustraerse. Precisamente por todas estas razones, si bien e! ser humano no debe privarse de este goce

en el que halla la mayor justificación de su vida, debe por lo tanto procurar que esa su satisfacción no tenga consecuencias en prejuicio de la voluntad y del porvenir del nuevo ser engendrado. Así pues, obrando sensatamente, no debería procrearse siempre que no puedan asegurársele al niño una alimentación sana, una buena educación, una higiene adecuada y suficiente, y todos aquellos placeres y goces necesarios para una vida feliz y hacerle apreciable la existencia—que es lo menos que puede exigir el hijo de los padres, ya que éstos tuvieron el placer de echarle al mundo,—hasta tanto esté en condiciones de ganarse la vida por sí mismo, hasta la edad de los dieciséis años cuando menos. Pero hoy no solo no se hace esto, sino que la abulia y la inconsciencia con que se procrea toma caracteres verdaderamente criminales. He dicho criminales, y tal vez haya quien me califique de exagerado o sectario. Procuraré demostrar la lógica de mi afirmación: Pueden verse a toda hora malrimonios cargados con cuatro, cinco, seis o más hijos. Tanlo el hombre como la mujer que se ven forzados a alimentar, sin conseguirlo suficientemente, a tan numerosa prole, aparecen fatigados por el trabajo abrumador y mal remunerado, enclenques, pálidos, demacrados, faltos de vigor y de salud, atacados muchas veces por la anemia, consecuencias todas de

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A tí mujer, víctima propiciatoria y callada de la brutalidad y la hipocresía ancestral de los hombres, dedico especialmente estas líneas.


una mala alimentación, dz los desvelos y sufrimientos de una vida inquieta y desesperada. Los hijos de tales padres no pueden ser otra cosa que seres desgraciados, plagados de deformidades y defectos físicos, pacto de la miseria y el pauperismo horrible. ¿Y no es esto un crimen, Un verdadero crimen cometido inconscientemente contra esas criaturas que se ven puestas indefensas y escuálidas frente al terrible dilema de la vida, propensas siempre, por falta de medios económicos y de educación, a morir de hambre o a ser devoradas por el lupanar o el presidio? ¿Acaso no fuera mucho mejor y más humano que esos mismos padres engendraran un solo hijo a quien sin duda podrían alimentar e instruir mejor que a cuatro o cinco? Veamos otro aspecto de la cuestión: Las estadísticas necrológicas arrojan u a contingente verdaderamente aterrador de partos funestos en los que por la constitución anormal de la mujer, sucumben la madre y el niño. ¿A qué es debido esto? A la conformación hereditaria, o a la deformación física, debida al uso del corsé y demás cintajos opresores, aberraciones impuestas por la moda y la estúpida vanidad de la mujer, efectos debidos a la ignorancia general. Ninguna mujer debe exponerse a la preñez sin antes hacerse reconocer del médico y someterse a la pelvimeíría, es decir, medir la amplitud del bacinete. Cuando éste es inferior a diez centímetros, cuando menos, entiéndase bien, debe sustraerse a procrear, pues en caso de parto son de temer funestas complicaciones tanto para la madre como para el niño; no se pierda de vista este importantísimo detalle. Cuando la capacidad del bacinete es de seis a nueve centímetros, será preciso o destruir el feto, lo cual es ya de por sí un crimen, o practicar la sinfioseolemia, y aún en los nue-

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ve centímetros el parto será penoso y habrá que recurrir muchas veces a esta última operacián, o a la aplicación del fórceps, lo cual también arroja una estadística de 20 por 100 de infantes muertos, y los que sobreviven son en general sujetos mediocres, a causa de la asfixia y las lesiones sufridas en el curso de la operación. Por debajo de seis centímetros, se hace imprescindible la operación cesárea, con grave riesgo de la vida de la parturienta y el niño, es decir, un horrible y fatal desenlace. Véase pues, si no constituye ün verdadero crimen, la negligencia y la imprevisión con que se procede en esta importantísima cuestión. Insistamos en la necesidad de divulgar los conocimientos y los medios dz evitar la maternidad no deseada, pues nadie puede poner en duda la libertad de la mujer a ser madre cuando le plazca, siempre que por cualquiera de las causas apuntadas no corra peligro su vida y la del ser concebido, en cuyo caso, un embarazo equivale a ün suicidio, o cuando menos a una temeraria y arriesgada imprudencia. Esta propaganda debe ser secundada, despreciando torpes convenciona'ismos de una moralidad nefasta y ridicula, por lodos los hombres científicos de una moral bien definida. La mujer debe dignificar su sexo disponiendo de sí misma, eligiendo ella el momento y la conveniencia de engendrar h'jos conscientemente y a completa voluntad. Desarrollemos nuestro plan hümanista lo más extensamente posible: S cclón instintiva y racional de las parejas en sus relaciones sexuales. Preparación consciente por la educación deb'da para la procreación. Higiene moral y física de la mujer embarazada. Cultura del n'ño, para el desarrollo de su personalidad integral. A todo esto debernos dedicar

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nuestra propaganda y nuestros esfuerzos para la verdadera marcha hacia las sublimes aspiraciones de la ciencia y del amor: la felicidad del género humano. Que los médicos, que los hombres de pensamiento regenerador, verdaderos benefactores de la humanidad, secunden esta tarea profundamente renovadora, digna y elevada. No miremos indiferentes y escépticos, ese suicidio fisiológico y ético a que se entrega actualmente la humanidad en el paroxismo de su inconsciencia y su locura... No permanezcamos impasibles ante la miseria espantosa que nos rodea y lo que es peor aún, la que diariamente surge, producto de la inconsciencia y el abandono en que se tiene a esa multitud ilota, hambrienta de conocimientos elementales e indispenables para dignificarse en la lucha por la vida. La designación facultativa de los reproductores debe ser tarea que incumbe principalmente al médico, quien debe aconsejar la abstinencia del embarazo cuando observe un peligro inminente en la mujer, recomendando los medios conocidos para evitarlo, y también cuando vea que los pretendientes a padres no reúnen las debidas garantías de salud

Confidencias sexuales Al iniciar la divulgación científra de los diversos aspectos del problema sexual, ya sabemos que la Lujuria y la Hipocresía desatarán contra, nosotros la

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física y moral. Harán así un inmenso bien a la causa humana y progresiva, a la vez que iniciarán la superación y la belleza de una raza robusta y fuerte. Y ahora, mujer que me lees, si por una de las causas que en este trabajo dejo expuestas no te hallas en condiciones de poder concebir un hijo, después del reconocimiento facultativo que te asegure que un embarazo te sería peligrosísimo o acaso mortal, debes, en primer lugar prescindir del corsé y de toda clase de fajas que te opriman el cuerpo, pues no hay mejor corsé ni que más embellezca que el que naturalmente forman los músculos turgentes y sanos, y a fin de evitar la preñez, siempre que realices el coito, que debe ser siempre que tu organismo te exija esta necesidad fisiológica y natural, debes recurrir a emplear la irrigación vaginal antiséptica cuando menos, pero sobre todo debes consultar al médico, o atenerte a las fórmulas que recomienda el gran hümanista y científico Jean Marestan, en su libro «La Educación sexual», libro que debes leer con la atención debida, procurando instruirte y capacitarte concienzudamente.

ponzoña que alberga esa ridicula pudibundez de ciertas gentes asustadizas e histéricas; y no será extraño, pues que verán aparecer en estas páginas la imagen oculta de sus vicios y aberraciones inmorales, imagen depravada y estúpida que ya Barbusse descubre en su magistral obra «El Infierno», descorriendo el velo de esa moral indecente con que cubre las apariencias. No nos arredremos sin embargo, por ello. Aspiramos a formar una educación sexual consciente y sana q fin de,

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que toda la purulencia que en este orden nos infecta y nos ahoga pueda encontrar el corrosivo higiénico que lo cauterice y lo elimine, evitando así que esta generación nuestra se hunda más en el cieno de la depravación; y muy poco podrá contra este ideal altamente humano la bellaquería de los impúdicos, enemigos de la verdad desnuda. William Draüger, Barbüsse, Marestan, Robín, Bülffi, Chaügui, Sütor y cuantos al estudio de la cuestión sexual, tan importante desde los diversos puntos de vista individual, familiar, moral y social dedicaron sus esfuerzos generosamente con miras al mejoramiento y bienestar de la humanidad, ya sufrieron las fulminaciones del cretinismo imperante, la calumnia y la persecución de los interesados en mantener las tinieblas en los cerebros aún a costa de las mayores atrocidades. Vamos decididos pues, a emprender nuestra obra, sin hacer caso de la gritería que contra nosotros pudiera levantar la moral del disimulo y el melindre, generadora de vicios de una brutalidad refinada.

5 las e indignas conveniencias de esta sociedad que pervierte los más puros sentimientos, y así podemos ver cómo ün joven que siente su inclinación amorosa por una mujer bella por la cual se abrasa de deseos, no puede tener con ella relación alguna porque sus padres quieren sacar partido de so belleza, y la guardan para algún matrimonio provechoso aunque sea con un sexagenario. Y recíprocamente, en este orden podríamos citar infinidad de anormalidades tenidas hoy por lo más natural, que como no entra en nuestro propósito tratar aquí dejaremos de lado.

Es de observar que este instinto se manifiesta en el hombre casi siempre con mayor pujanza e intensidad que en la mujer, a quien por esta razón se la califica de elemento pasivo. Pero si generalmente se observa esta mayor iniciación en el hombre, no cabe duda también de que a el!o contribuye poderosamente esta moral burguesa que llena el mundo de pervertidos y los burdeles de carne joven, pues que este ambiente absurdo y coactivo que ahoga a la mujer, la impide manifestar sus deseos con la franqueza y la sinceridad que en buena Instinto de reproducción.—Empecelógica debería, como una función fisiomos por lo que se ha dado en llamar lógica y natural. El ardor y el deseo en ley de vida. Todos los seres vivientes, la mujer, si bien se encuentra más deobedeciendo a este imperioso instinto, primido y sujeto por ese fatídico «qué sienten la necesidad invencible de satisdirán», no por eso es menos vivo y rafacer el apetito sexual en cuanto los órcional, y a esa depresión nefasta se deganos generadores adquieren el desben multitud de aberraciones y vicios arrollo que determina la pubertad. Este sexuales que iremos estudiando en suinstinto es el que induce, tanto al hombre cesivos trabajos. como a la mujer, a poner en práctica, para la asociación del amor y de la beMientras tanto, permítasenos hacer la lleza, ün sentimiento de selección muy siguiente afirmación: Contra lo que proracional y logizo que determina el apa- clama y acepta todo ün mundo de perrejamiento de dos seres de sexos distin- versión y sarcasmo, el apetito sexual no tos, atraídos por afectos íntimos. puede determinarse simplemente con el Hoy esa tendencia natural es brutal- amor conyugal, pues la historia de los mente violada muchas veces por ridicu- pueblos y de las edades, si no fuera ya

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suficiente para corroborar nuestro aserto, el instinto de selección sexual libre y espontáneo, nos demuestra que la única ley a que se han sometido siempre las

uniones amorosas ha sido la afinidad y el estímulo de la naturaleza, el deseo de satisfacer una necesidad fisiológica. GIL BE LA RÍA

Familiajnumerosa

cia descorriese el velo que cobre la realidad, ¡qué de náuseas sentiríamos ante la fami ia numerosa que siempre dispuesta a engrilletarse entre sí, muere antes de nacer! Para hacer hijos, que sean pocos y buenos, y no muchos y malos. ¡Esta es la razón que aconseja el sentido común! SILVERIO (Practicante)

Uno de los problemas más trascendentales y que más atención merece en su estudio psíquico, es el problema de la generación. Al hablar de generación, es poca, por mucha que sea, la admiración que deberíamos prestar a la función más importante que en la vida ejecutamos. El origen de la vida, partiendo de la célula que más tarde formará su membrana, es la base del ser que, como complemento, integrará la sociedad humana una vez pasados sus nueve meses de gestación. Por mucho que seleccionáramos la fecundación del ser que nos ocupo, dejaríamos ün descubierto en nuestro cometido ante función tan genial; y sin embargo, causa dolor amargo ver cómo inconscientemente se procrea. Se procrea si, ¿pero qué se procrea? La humanidad unánime responde a esta interrogación sin darse cuenta, analizándose ella misma. Causan pavor las estadísticas que ante mi desfilan, cuyos autores, médicos estadistas, justifican en sus cifras una degeneración inconmensurable. Por millones se cuentan los tuberculosos, por miles de millares los anémicos y neurasténicos; los desgraciados afectados d'¿ males venéreos y alcohólicos forman el sumando mayor en los productos parciales; diríase que la humanidad se halla predestinada a una monstruosa apocalipsis. Si analizáramos las coadiciones físicas, morales y materiales de que somos poseedores, si nuestra supina ignoran-

Supongamos, decía, un hombre que quiera pasar por buen tocador de flauta sin serlo en efecto: ¿qué será preciso que haga? que imite a los buenos tocadores de flauta en todo ¡o que constituye el exterior de su arte. Tienen excelentes instrumentos, llevan, tras sí, a mucha gente; pues los imitará en eso: numerosos encomiadores celebran sus talentos; se procurará, pues, gran número de encomitdores. Pero que nunca trate de tocar la flauta, o desde el primer momento queda cubierto de ridículo y convicto de ignorancia y presunción. Y si gasta mucho, si no gana, si pierde reputación, ¿no vivirá miserablemente y expuesto sin provecho a la burla? Oíro quiere pasar por buen general o por hábil piloto, y no io es; imaginemos lo que le sucederá. Si desea la reputación de un hombre hábil en esta materia, y no persuade de que lo es, es desgraciado; si persuade de ello, es más desgraciado aún. Propuesto para el mando de un ejército o para la dirección de ün barco, perderá a las gentes que quisiera salvar y renunciará vergonzosamente a su cargo.

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El ridículo homo sapiens acata sumiso y humilde las leyes, deberes y mandatos que' por el puñal y la mordaza le impone un semejante suyo, más osado, astuto y malvado. ¡No puede el ser supremo del universo, vivir sin fronteras rencores y odios de raza! Mientras en el espacio inconmensurable, en la frondosa selva y en la inmensidad del océano, viven felices las fieras con las fieras, repartiéndose los bienes de Natura, sin necesidad del mandarín ni del tirano

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LA BESTIA HUMANA


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ESTUDIO ELEMENTAL DEL CUERPO HUMANO Por el Dr. J GARCES

Es preciso que sepamos cómo está compuesta esta máquina complicada que llamamos nuestro cuerpo, para hacer un buen uso de ella. Para ello es necesario conocer sos partes (anatomía), cómo funcionan éstas (fisiología), y, además, acaso lomas importante Esqueleto humano con sus principales huesos comprender lo que debemos hacer para su conservación {higiene), pues no hay duda que de estos conocimientos dependen multitud de consecuencias patológicas. Observando superficialmente una de nuestras extremidades, una pierna, ün brazo, nos damos perfecta e inmediata cuenta de que por debajo de la piel y las partea

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Es indudable que los conocimientos científicos, aún los más elementales y de mayor utilidad para la vida orgánica del hombre, encuentran cierta aversión entre la generalidad de las gentes. Se explica esta aversión por la falta de preparación para asimilarse estos conocimientos y reconocer la trascendencia física y moral de los mismos. Este estudio primario que me propongo vulgarizar desde estas columnas, va dirigido principalmente a los hombres del trabajo manual; a esos hombres que al esfuerzo de la intensidad de la producción, única riqueza social positiva, ofrendan sus músculos generosamente. Que sepan pues cuál es la función de ¡os órganos del cuerpo humano en el ejercicio diario. Que se acojan estas simples y modestas nociones con el cariño con que yo las expongo. Hoy, acaso sea entre los obreros donde menos haya que buscar al vulgo.


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la base de la nariz, a través del cual pasan los nervios del olfato, desde el cerebro a la nariz. Los huesos de la cara son en número de catorce, que son los que le dan la forma al rostro; eslos están todos soldados menos el maxilar inferior que es movible y se articula convenientemenie con los temporales; el maxilar superior y los dos palatinos son los que forman la bóveda del paladar, y los dos de las mejillas llamados mofares son, especialmente en las razas llamadas mongoles, muy característicos por su prominencia. Los grabados con que ilustramos este nuestro sencillo y somero estudio son muy importantes para la más fácil comprensión, pues en ellos basamos el complemento de los mismos.

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blandas de nuestro cuerpo se encuentran los huesos, el conjunto de los cuales en número de unos doscientos forma un armazón sólido sobre el que se sostiene todo nuestro organismo y que llamamos esqueleto. Sin éste, nuestro cuerpo no podría guardar su forma y mucho menos tenerse en pié. Divídese el esqueleto humano en tres partes, denominadas, cabeza, tronco y extremidades. Estudiemos ahora los huesos de estas partes respectivamente: Los huesos de la cabeza son los del cráneo y ios de la cara. Es nuestro cráneo una especie de caja ósea, formada por ocho piezas sujetas, es decir, privadas de movimiento (los niños muy pequeños no los tienen sujetos, pues hasta cierta edad no están soldados) denominadas un frontal, dos parietales, dos temporales. Un occipital, un esfenoides y un etmoides, los cuales sirven de concha o armadura protectora al cerebro y oíros órganos sensibilísimos y extremadamente delicados, de los que ya h a b l a r e m o s . El hueso fronía!, en el que están enclavados los ojos, ofrece un aspecto majestuoso a la fisonomía de nuestra raza; los parietales protegen el cerebro por su disposición arqueada en forma de bóveda; el occipital tiene un agujero por el cual se h3lla atravesada la médula espinal; el esfenoides forma una parte de la base del cráneo, y el etmoides se encuentra entre ios huesos del Principales huesos del cráneo y de la cara cráneo y los de la cara a


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A los huesos del íronco pertenecen los de la columna vertebral, los de las costillas y el esternón, de los cuales los primeros (los de la columna vertebral) forman un hermoso conjunto de veintiséis vértebras superpuestas, constituyendo de por sí la base, es decir, la columna que sostiene el edificio representado por el organismo humano. Esta columna vertebral no es recta; tiene hermosas curvas que contribuyen a darle más resistencia y una muy conveniente elasticidad, ofreciendo así cavidades que albergan a otros órganos importantísimos. Las vértebras contienen entre una y otra Dnos cuerpos muy elásticos y resistentes llamados cartílagos que impiden el roce de una vértebra con otra, prestando así a la columna vertebral su elasticidad y sü resistencia además de proteger al cerebro de los choques o golpes. Las veintiséis vértebras se dividen en: siete cervicales, doce dorsales, cinco lumbares, un sacro y un coxis. Sabemos pues la importancia exlrema de esta columna, base de nuestro organismo, pues protege y contiene la médula dorsal y sirve de punto de apoyo a los músculos que mantienen al cuerpo en posición erguida. A las doce vértebras dorsales van articuladas les costillas; éstas, en número de veinticuatro condicionadas en doce pares, van unidas: dizz pares a las vértebras dorsales, es decir, por detrás, y diez más al esternón, es decir, por delante; quedando dos pares flotantes. El esternón es e! hueso piano de! pecho, que puede verse en el grabado, y sobre él se articulan las costillas que protegen a su vez los órganos del pecho, formando así lo que llamamos caja torácica. (Continuará)

Vértebras que , ¡untas, constituyen la co-

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Jamás agradeceremos bastante al Dr. Garcés la atención lumna verlebraldispensada a esta nuestra modesta publicación con el obsequio de este ameno e instructivo compendio anatómico, coya utilidad y valor no dudamos reconocerán nuestros lectores, ya que entre los trabajadores a quienes van dedicadas estas páginas tan carentes estamos y tan provechosos nos son estos conocimientos. En nombre de éstos damos al Dr. Garcés la expresión de nuestra gratitud más sincera. Ojalá imiten su ejemplo otros hombres de ciencia. Al presente estudio que finalizará con los primeros diez números de GENERACIÓN CONSCIENTE, seguirán otros de diferentes ramos del saber humano, que tenemos solicitados y que galantemente se nos han ofrecido.—La Redacción.


Del amor libre Hay por esos mundos una mesnada de pazguatos y melindrosos cofrades que de cantar a la hipocresía y a la maldad llenan la andorga, cuya mentalidad de cuco no puede concebir que dos jó venes inteligentes, considerando muy sensatamente que en cuestión de amor el que hace tres estorba, decidan unirse libremente sin más ley que ¡a voluntad y la reciprocidad amorosa para con sus relaciones sexuales. Su misión en estos casos, como hijos del engendro convencional y disgustado (prostitución legal), determinado tan solo por el amor al dinero aportado por una de las partes contrayentes (vendida), es dirigir sus torpes y manidas catilinarias a los que prescinden del cura, a quien nada le importa, para dar satisfacción a sus naturales deseos amorosos. De todos modos, hoy ya no pueden tomarse en serio esas razones de sacristía que huelen a garbanzos, y el ejemplo debe ser el más rotundo mentís a esta moral de adúlteros y pervertidos. La juventud, y más la juventud que milita en las avanzadas del pensamiento, debe declarar y ejercer sus pasiones amorosas completamente libres, sin someterse jamás a las mojigaterías de la Iglesia y del Estado. El amor, la más sublime aspiración de los seres vivientes, el más intenso y dulce éxtasis de la vida, de las alegrías todas de nuestra

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existencia, se basta a sí mismo, pues que no perjudica a nadie y satisface una necesidad fisiológica de la que depende la armonía de las funciones todas del organismo humano, sin necesidad por lo tanto de ninguna sanción religiosa o legal, ni siquiera del permiso de un individuo aunque vista con una banda tricolor. Si hay propiedad alguna que no represente un usufructo y un atentado a la colectividad, si existe un derecho exclusivo e inmanente del individuo que no sea en detrimento del semejante, es el de disponer de sí mismo tanto el hombre como la mujer, y por lo tanto de determinar Hbiemente sus relaciones sexuales y satisfacer sus apetitos amorosos, sin más condición ni ley que la reciprocidad del deseo. Debemos afírmar muy alto pues, nuestro derecho imprescriptible a sustraerse a toda intervención insolente en nuestras relaciones sexuales, como todos los seres que pueblan la tierra. ¡Libres debemos ser para amar a quien nos plazca, rompiendo definitivamente con ese inmoral y estúpido trato carnal llamado matrimonio legalizado! Y para esto, puesto que en la mujer subsisten con mayor fuerza los prejuicios atávicos de una sociedad y una educación brutales, hemos de regenerar a la mujer elevándola a la categoría de ser pensante y libre, enseñándole y proporcionándole los medios factibles para que sepa utilizar su sexo conscientemente y no como vil mercancía, para que pueda practicar la libertad de la maternidad, es decir, el derecho y la posibilidad de ser madre a consciencia y cuando le convenga. Como corolario a la libertad de amar hemos de proclamar la libertad de la mujer a evitarse los embarazos no

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deseados, sin lo cual será pura teoría ¡a libertad del amor. *EI deber de ser madre* y demás pataratas con que adornan sus arengas bucólicas los moralistas... del buche, quédese para las clases privilegiadas,

CASQUIVANO

RECETA

Terminada la consulta, pude entrar en el despacho, donde mi buen amigo el doctor se ponía el abrigo y el sombrero. Pero el criado entreabrió la puerta. —¿Más enfermos? ¡Estoy harto! Que vuelvan mañana. —Trae esta tarjeta,—contestó el criado entregándola. Y debía ser decisiva, porqne Leandro la tiró sobre la mesa, voivió a quitarse el gabán y gritó malhumorado: —Que pasen. Dirigiéndose a mí, que me disponía a dejarle solo, añadió: —No: espera ahí tras la mampara. Concluiré a escape. La mampara ocultaba un amplio sillón de reconocimiento. Me senté y saqué un periódico, temiendo que el concienzudo médico alargara la visita a pesar de su promesa. Eran señoras. Con ellas inundó el despacho un fuerfe olor a heliotropo, que se sobrepuso al de! ácido fénico. Sus voces bien timbradas ras distraían, y no pudiendo leer, escuché. Se habían sentado. —Doctor, mi hija está cada día más delgada, sin saber por qué. Come poco, duerme mal y va quedándose blanca como la cera. Se cansa, se cansa esta ni-

na, que era antes infatigable. Reconózcala bien, y dígame con claridad lo que padece. Estoy dispuesta a seguir ün plan con el rigor necesario... —¿Qué edad tiene usted? —Veintitrés años,— replicó tímida la joven. Y, francamente, al oírla yo, me entró un vivo deseo de mirarla, a fin de comprobar si delante de los médicos, en cuestión de edades, no mienten las mujeres. Enfilé un resquicio entre dos hojas del paravent... ¡Oh qué deliciosa criatura! ¡Qué hermoso pelo de ébano bajo el sombrerito de paja! Alta y esbeltísima, muy pálida, con los dientes como perlas entre los labios purpúreos pintados sin duda. Si mentía, merecía disculpa en gracia á su hechicero aspecto y por mi parte diré que mi curiosidad en cierto modo psicológica, quedó borrada por mi admiración en cierto modo artística. La contemplé buen rato sin parar mientes en el interrogatorio, a que contestaba la madre casi siempre... Pero comprendí de improviso que no debía seguir mirando... Su mamá habíale quitado el sombrero y la pelerina, ayudándola a descorchetar el corpino de seda, tirándole de las mangas después, en tanto que el feliz doctor—¡felices los doctores que pueden ver estas cosas!-^-

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que son precisamente las más estériles, a quienes conviene la carne de explotación y de martirio para continuar este barbero festín capitalista...


distraíase discretamente preparando el estetoscopio... ¡Qué diablo, perdóneseme la indiscreción! Resolví quedarme... ¿Tenía yo la culpa? —Cuando guste,—avisó la madre. Al quitárseme de delante, vi a la joven en corsé, un pequeño y coqüetón corsé de raso de color de cobre, desajustado como ¡a cintura de la falda, al aire los brazos y desabrochado en el hombro izquierdo el canesú de encejes. Una garganta ideal, un escote divino... La seductora enferma, ruborosa y con una mano extendida sobre el pecho, no conseguía así más que revelar la exuberancia da sus senos hundiendo entre ellos la finísima tela blanca. ¡Delgada decían! Aunque si: era una de esas mujeres pasionales delgadas, con de gadez flexible hecha para el amor, de los brazos finos y seguramente de muslos más gruesos que la cintura... El médico se acercó y empezó a ausculfar'a con atenta indiferencia, oprimiendo de Un modo que me parecía brutal en !a carne de nieve, el negro caucho de! aparato, escuchando en todas partes mientras que la joven entornaba los ojos y entreabría la boca, respirando con creciente,adorable angustia. Contestaba rápida las breves preguntas del doctor, y éste, interesado de pronto por a!go anómalo que quería percibir mejor en la parte del corazón, separó la camisa pa*ra volver a aplicarle a la madre: «imbécil, tu hija no tiene el estetoscopio»... Por encima surgía redondo y desnudo un belísimo seno de estatua. Ella cerraba ¡os ojos, c?ída al espaldar la cabezi, en languidez que a mí, profano, sienio de enferma, se me antojaba de amante... El cerraba los ojos también, atento siempre, inmutable..., si bien hubiese yo jurado que hubo mo-

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mento en que le vi sonreír con maliciosa piedad. —¿Es aquí donde más sufre? —Sí,—gimió, sintiendo que el joven doctor le posaba en el corazón la mano. Y alzó a él los ojos con fijeza de suplicio, casi extravieos. —Puede usted vestirse. Inmediatamente fue a tomar notas en su diario de consulta, hasta que la señora concluyó de ayudar a su hija. Tornó entonces a sentarse cerca. —Van ustedes a dispensar que me informe de algunos detalles. —Un médico es un confesor, caballero,—apuntó la dama, completamente ganaia por la actividad beaiífica de Leandro. —¿Tiene novio? — Sí. ¡Cosas de muchachos! Ha tenido novio... se vistió de largo muy joven, a los quince años... y lo tiene ahora, según creo; pero esto no la preocupa, que'yo sepa, cuando menos... ¿Verdad, Purita? ¿Te da disgustos Marcial? —No, mamá, ninguno; tú lo sabes. —¿Por qué, pues, se desvela? ¿Tiene usted a'gún deseo no realizado? ¿Hay en sus ensueños alguna idea fija, dominante? ¿Qué suele soñar? —¡Oh, nada! Tonterías... Mamá dice que es por la debilidad. La cariñosa madre intervino nuevamente: —Se acuesta tarde. Noches, de dejar a las amigas a las tres, después de bailar como una loca. Yo creo que la desvela el mismo cansancio, porque no hay otro motivo, y en casa no se le da el disgusto más leve. Siente un delirio por el baile, la chiquilla. —¿Y quiere mucho al novio? Aquí sonrió Purita, por una respuesta.

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—¿Son antiguas las relaciones? —Tres años. —¿No quiere usted casarse? ¿Por qué no se casan? —¡Bah, no doctor!—saltó la madre. ¡No piense usted que la apena eso! Mi hija es una chiquilla completa, que no se separará de sus padres por nada del mundo, y prefiere su casa y su piano y su espejo a todo. Y, además, hay tiempo. Su novio es un trasto, como ella, un chico de veinticuatro años, que tardará cuatro o seis años en llegar a capitán siquiera. Sería locura pensarlo. —Sin embargo, puede que sü hija por respeto... —¡Oh, no, no!—interrumpía testaruda la madre.—Sobre esto, doctor, quede tranquilo. Nada influye en la enfermedad, que, por el contrario, sería ahora un obstáculo más para la boda. Mi hija, y su novio igualmente, es'án demasiado hechos a las comodidades de sus casas para tomar otra que no podría ser, hoy por hoy, un palacio con treinta y siete duros al mes... Pjr segunda vez advertí en mi amigo una'sonrisa, más francamente amarga al alejarse de las darnos. Entregó luego una receta, diciendo displicente: —Se trata de un procedimiento funcional de puro desequilibrio nervioso. Anemia... Quince gotas de este elixir a cada comida, ejercicio, aire libre... pero

nada de campo ni aislamiento para esta señorita; sería peor... y... a su edad no hay inconveniente en casarla, señora. Todavía tres docenas de palabras entre cumplidos, seguridades acerca de que la enfermedad íenía sano el corazón y el pecho, y concluyó la consulta. Yo salí alborotadamente en cuanto se cerró la puerta: —¡Bendita carrera que te permite contemplar tan hermosas obras! Y contra lo que esperaba, contestó indignado el médico: —¡No! ¡Mildita carrera que me obliga a contemplar tales miserias! ¡Esa divina criatura morirá tísica antes que su novio ascienda!... Yo he podido decir falta de vida, sino vida que le sobra, que la abrasa, que la ahoga una y mil veces desde los quince años, agitándola enloquecida de ansias de amar al volver del baile a su lecho solitario de odiosa virgen, contemplando su hermosura inútil... mientras que el novio que la enciende va a concluir la noche encima de una querida. Y como lo ves, hierro, gotas de hierro, y cobrar dos duros; porque si yo diese !a verdadera receta a las madres para estas pobres vírgenes... y mártires, ya hace tiempo que pasaría por un loco sinvergüenza, y no vendría nadie a mi consulta. ¡Oh, qué sosa es la vida!

La educación y la higiene

para con el fia pedagógico racional. La actual escuela dista mucho de ser la escuela ideal que ha de llenar sü misión de educación integral. Aferrados a las viejas normas de enseñanza, el maestro o profesor actual cree su misión cumplida con transmitir a. la comprensión del niño los conocí-

En materia educativa, se descuida mocho la influencia de la salud del niño

FELIPE

TRIGO

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es una de las enfermedades más generalizadas en las agrupaciones escolares, porque de ella derivan machas afecciones que influyen totalmente en el temperamento, tales como gingivitis, piorreas, abeesos y fístulas dentales, sínüsitus, ramelitis, adenitis sübmaxilares y cervicales, pelada, amigdalitis, afecciones de los ojos y oídos, etc. Todo dolencias evitables con la higiene, y que, sin embargo, las estadísticas mundiales dan un porcentaje aterrador que varía entre ¡un 75 y un 98 por 100! Si un padre tiene un solo hijo, podrá atender a todas sus necesidades. Si tiene muchos, no logrará otra cosa que perpetuar la esclavitud. Si se estima la pedagogía racional como conjunto de conocimientos psicológicos, fisiológicos, históricos, artísticos, científicos y literarios, no puede abandonarse esta importantísima cuestión, a la que seguiremos dedicando otros trabajos. E. Q. No debiera procrearse sin la garantía natural de las necesidades cubiertas para todos: los procreadores y los procreados. Esta sería la razón más contundente y la moral más acertada.

LA MORAL Nuestra moral es para el salón, para las relaciones sociales; una moral para andar entre gentes, fabricada a medida del público. Cuando damos vuelta a la llave y nos vemos solos a dos, lejos del mundo, sin que nadie pueda expiarnos, ¿dónde queda nuestra pobre moral? — BLASCO IBAÑEZ.

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mientos elementales, dejando abandonados por ejemplo la formación del temperamento y la conciencia, la educación y desarrollo de la voluntad impulsiva, cualidades éstas que hay que crear en el niño, sino se quiere que sea eterna esta generación de indiferentes y gregarios... Así se explica que las tremendas injusticias, que las monstruosas iniquidades se sucedan ante la visfa de las actuales multitudes como ante un inmenso cementerio donde apenas se oye el rumor del silencio. Esta educación ética, que radica en la conciencia y en la voluntad, debe ser desarrollada por la pedagogía moderna, que parece darse cuenta de su trascendental misión para con la vida y para con los destinos del progreso humano. Pero es necesario que además de esto, se integre a la moderna pedagogía la plena misión cultural, que abarque todo el conjunto de conocimientos indispensables a la formación del hombre integral, para que tanto en el orden físico como en el moral, pueda alcanzar la máxima aspiración qae reclama el des arrollo progresivo de la ciencia educatriz. La pedagogía que ha de preparar a las nuevas generaciones para su ^ g e neración social, no puede descuidar la educación de la salud del niño, piies es la base del éxito de la labor del maestro. El maesíro debe exigir de los padres del niño puesto a su custodia moral, q le el niño sea llevado a la escuela en condiciones higiénicas. Nada tiene que ver con la higiene que el niño lleve sus vestidos inferiores o deteriorados, pero sí que estos estén limpios y bien asesdos. Por su parte, el profesor debe mirar si el discípulo viene con los dientes bien limpios, y ello por razón sobre todas las demás, porque la carie dentaria

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Las enfermedades venéreas turaleza) una continencia mística, en los que no han tenido aún más contacto sexual que el de la primera noche de amor, entre la sencilla desposada, y, en fin, hasta en la tierna criatura incapaz de Yo no podría explicarme, si no tuviera imaginar que existen relaciones sexuales en cuenta la poderosa influencia que tie- pueden aparecer de improviso síntomas ne la hipocresía en todos los órdenes venéreos de los cuales estén sus padres de la vida y en todos los actos humanos exentos de culpa. ¿Y no es una crueldad —¡consecuencias abominables de una horrible, un absurdo inhumano consideeducación y una moral puestas de es- rar merecederos de tal tormento y tratar paldas a la realidad!—cómo aún dentro despreciativamente a estos enfermos? de esta sociedad de intereses y convenLo más prudente será, sin duda, abscionalismos nefastos, el mundo científitenerse de efectuar el coito con las moco presta tan poca atención al estudio zas del lupanar que se entregan a vade las enfermedades venéreas, ese forrios clientes a! día. Pero ello no garanmidable azote de la humanidad que tantizará la inmunidad en absoluto, ya que tas vidas devora. este terrible virus puede hacer 3ü nefasAsustan las estadísticas. La labor del ta demostración en personas inocentes temible virus es llenar los hospitales y de abuso excesivo en funciones genésianiquilar a nuestra especie. Y si bien cas, y como s? ha dicho, no están libres h ~>y se conocen por lo menos los medios tampoco los cónyugues, aunque sean de preservarse de esas enfermedades, moderados, si no observan la debida por e! hecho de que erróneamente se las pulcritud higiénica. ha calificado de vergonzosas, algo así No hay razón alguna, que no sea un como ün castigo mere» ido impuesto al obtuso fanatismo, plegado de superstitrato carnal, esos medios de preserva- ciones y atavismos, pñra no considerar ción y evitación de tan ferrib'e iicra so- a estos enfermos los mismos derechos cial, no se divu'gan y se pregonan has- al auxilio de la ciencia, y además, por ta la popularidad como d?barí3 hacerse, razones morales y sociales, si no se pues es indudable que con ello se con- quiere tener en cuenta la elevada misión seguiría aminorar sus efectos destruc- humana que ello representa, debemos, tores. los que no podemos hacer otra cosa, Es necesario que repitamos insisten- vulgarizar ¡os conocimientos preventitemente, para hacer desaparecer el error vos que de dichas enfermedades tengaque hace más desgraciados a estos en- mos, y quédese para los más autorizafermos, que el morbo venéreo no es ex- dos en la materia, para los doctos y clusiva fabricación del burdel y del co- competentes, la responsabilidad de no mercio de prostitutas, como se cree co- hacerlo por motivos que juzgamos puemunmente. riles. P. V. No es exatraño encontrar individuos (Continuará) atacados de mal venéreo entre los que por sus creencias practican (contra na- Imp. B. Inaa. Nueva 4 (baioa)—ALCOY

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Necesidad de divulgar los medios higiénicos preventivos. — Cómo se contraen.—Cómo se evitan.—Cómo se curan.


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CONSULTORIO MEDICO DE

GENERACIÓN

CONSCIENTE

Con el fin de que los lectores de GENERACIÓN CONSCIENTE, en iodos los casos de índole privada y de anormalidad fisiológica, puedan recurrir al tratamiento y a la orientación de aquellos hombres que a sus conocimientos científicos unen sus ideales de regeneración física y moral de la humanidad, inseríamos a continuación los nombres de los doctores que forman ya parte del Consultorio Médico de GENERACIÓN CONSCIENTE, y a los cuales pueden consultar nuestros lectores personalmente o por correspondencia:

Dr. I S A A C P U E N T E

Dr. Roberto Remartínez

MlÍDICO

MÉDICO FlSIATHA

MAESTU

(ÁLAVA)

CONDE SALVATIERRA, 19-VALENCIA

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Núm.

3 — 1.° Agosto 1923

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