2C. Construcción de la ciudad. Número 1. Segundo trimestre 1972

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CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD

Director:

SUMARIO

José Dalmau Salvia Redacción: Antonio Armesto Aira Juan Francisco Chico Contijoch Antonio Ferrer Vega Carlos Martí Arís Alejandro Marín-Buck Albacete Juan Carlos Theilacker Pons Salvador Tarrago Cid Diseño gráfico: Juan Llopis Edita: A.T.E. Alicante, 27, bajos. Barcelona-6

Publicidad: Teléfono: 247 91 33

Este número contiene un desplegable del Plan Cerda Construcción de la Ciudad 2C autoriza la reproducción parcial o total de sus textos y originales gráficos, siempre y cuando se cite su procedencia.

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Fotos portada:

Editorial 7 Conversación con Aldo Rossi 8 Barcelona como modelo de ciudad capitalista 15 Los planes de Barcelona (1): El Plan Cerda y la realidad del Ensanche 25 Defensa del patrimonio 39 Declaración de Praga 40 Declaración de Palma de Mallorca 42 Concurso en Santiago de Chile 44

Imprime: Gráficas VÍCTOR Rosendo Arús, 27 - Barcelona • 14

Depósi'o Legal: B. 26743- 1972

Precio de un número: 50 pesetas Suscripción por una año: 200 pesetas.

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EDITORIAL — Por otra parte, pretendemos denunciar la irracionalidad predominante en las actuales formas de trabajo profesional y contribuir al análisis de todas las aportaciones que tiendan a desarrollar la máxima racionalidad operativa a través de la instrumentalización cada vez mayor de los niveles científicos y técnicos como método del quehacer arquitectónico. — Finalmente nos interesa la elaboración de una teoría de la ciudad desde el punto de vista específico de su dimensión arquitectónica, de espacio construido, y la determinación de los vínculos existentes entre la arquitectura y la realidad física global en la que se inserta, o sea, el hecho urbano concreto que determina. En otras palabras, se trata de proceder al estudio de las relaciones entre análisis urbano y proyectación arquitectónica. Como puede verse nada esencialmente nuevo aportan estas consideraciones, las cuales deben servir en todo caso para situar nuestra TENDENCIA, con amplio margen, dentro de una determinada orientación. Pero poco más cabe añadir aquí, por cuanto la validez de este discurso dependerá tan solo del trabajo que a través de la revista se vaya desarrollando. En gran medida la consecución de nuestros objetivos está en función del papel a jugar por los lectores. Por lo pronto de ellos depende nuestra continuidad. Pero en este sentido nuestra pretensión va más lejos: esperamos dar cabida a una relación activa y abierta. Dice Borges que, leer es una actividad posterior a la de escribir: más resignada, más civil, más intelectual. Es preciso, pues, encontrar los caminos de comunicación y colaboración por los que pueda desarrollarse esta fuerza potencial, ya que para nosotros prescindir de la función crítica y actuante del lector significaría malograr de partida toda vía de operatividad. Por último nos interesaría subrayar que la motivación de la entrevista con Aldo Rossi, que a continuación trascribimos, tiene una mayor significación que la de aprovechar la actualidad de su reciente estancia en Barcelona y habría que buscarla más bien en el valor del estímulo y clarificación que su obra ha tenido para nosotros. En este sentido, la capacidad de definición y puntualización que muestra Rossi en la entrevista, con la que nos sentimos en gran parte solidarios, nos libran a nosotros en estas líneas introductorias de muchas esforzadas y problemáticas aproximaciones.

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Nuevos planteamientos y consideraciones pugnan constantemente por abrir brecha dentro de la actual situación de crisis ya crónica, en que se debate la cultura arquitectónica. En relación al Movimiento Moderno, últimamente han empezado a elaborarse contestaciones globales a la pervivencia tanto del racionalismo como de sus críticas (organicismo, brutalismo, etc.), por la vía de las metodologías neopositivistas o de la radicalización de las implicaciones políticas que todo hecho arquitectónico comporta. Sin embargo, la consecuencia que se deriva de estas actitudes es a menudo la negación de la arquitectura y la exigencia de eliminar el problema para solucionarlo, cuando por el contrario, la primera condición de toda alternativa está en el reconocimiento de la naturaleza específica del hecho arquitectónico. La historia última nos ha enseñado a sospechar tanto de la actividad intelectual que se pretende incontaminada de todo condicionamiento en relación al sistema desde el que se ejerce, como del revolucionarismo programático y redentorista proclamado a menudo desde campos estrictamente culturales. Estas posiciones confunden el desfase histórico de los valores e intereses del mundo pequeño-burgués al que pertenecen, con los de la cultura humana en general, la cual por el contrario, se caracteriza por su vitalidad y su futuro. Y este futuro, que pertenece a la clase social emergente y por el que ya es preciso trabajar hoy, no será fruto de una invención repentina, surgida espontáneamente con las nuevas situaciones, sino que deberá aparecer como el desarrollo del conjunto de conocimientos que a través de la historia han elaborado todas las clases sociales. En esta dirección CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD se propone la elaboración teórica de aquellos aspectos de nuestra rea lidad profesional que puedan determinar una definición de la arquitectura y del papel social del arquitecto. Ciertamente algunas opciones sustanciales están ya tomadas. Sin ellas no hubiese sido posible reunir el impulso necesario para emprender la aventura. — Partimos de la valoración de la dialéctica como concepción teórica general para la formulación de una metodología profesional adecuada, y de la pretensión de conferir a la historia en general, y a la historia de la arquitectura en particular, un papel estructurante y activo en el proceso de la praxis arquitectónica.

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CONVERSACION CON ALDO ROSSI

2C: Construcción de la Ciudad. Elucidar las relaciones e implicaciones entre ideología, teoría y praxis en el campo arquitectónico es una difícil tarea. A menudo este es el origen de equívocas y reiteradas discusiones que en definitiva impiden todo avance. ¿Cómo puede afrontarse este problema en vistas a la definición de unas bases objetivas y operativas de discusión? ¿En qué medida puede hablarse del carácter progresivo de la arquitectura? 8

Aldo Rossi: Creo que no se puede resolver la cuestión de las relaciones entre ideología, teoría y praxis mediante una transposición mecánica que pretenda derivar directamente un proyecto a partir de una posición ideológica, aunque ésta sea clara. El proyecto se deduce de una serie de mediaciones y es importante analizar precisamente estas mediaciones. Creo que una vez definido esto, puede ya aceptarse una posición racionalista dentro de la arquitectura, descartando siempre las pretensiones de derivación mecanicista, que como vosotros sabéis, conducen a deducir —directa e inmediatamente— tanto en urbanismo como en arquitectura, una solución de una serie de estudios. Se trata de descartar posiciones como ésta, así como cualquier visión irracionalista de la arquitectura como puro hecho artístico y, por el contrario, aceptar el método dialéctico en su sentido total. Creo también que cualquier intento de aproximación a estas cuestiones que no analice los proyectos, y no sólo los de nuestra época, sino también toda la aportación histórica de la arquitectura, es totalmente estéril. Es decir, el intento se reduce entonces a una cuestión literaria o de historia del arte. Creo que la comprensión, el estudio y el análisis de la historia pueden usarse como material del que nos servimos incluso en el proyecto. Esta posición pone en crisis a la postura moralista, sostenida por Benévolo o por otros, que presuponen un salto, una ruptura muy fuerte entre la historia de la arquitectura y la arquitectura moderna, como si hasta cierto

punto, apareciese automáticamente un cambio cualitativo en la arquitectura. Creo que esto es falso y ha dado origen hoy a una serie de equívocos e incluso a la presunción de la esterilidad de la enseñanza de la arquitectura por parte de aquellos que tienen miedo de hablar o de usar de los elementos de la arquitectura del pasado. Esta postura es típica de la parte regresiva del Movimiento Moderno. Sabéis, por ejemplo, que este tipo de historia de la arquitectura, que yo llamo moralista, había dicho que las columnas de la casa de Adolf Loos en la Michaelerplatz de Viena habían sido añadidas por los nazis, porque Adolf Loos era un arquitecto moderno y por lo tanto no podía poner columnas en sus edificios. Aquí el fanatismo se convierte, en ignorancia. El hecho de introducir columnas en su arquitectura es uno de los temas de fondo en la poética de Adolf Loos, una poética muy compleja, acaso con puntos de ambigüedad, pero que forma parte de su personalidad artística. Esto es común, por otra parte, a todas las contradicciones de artistas tan complejos como, por ejemplo, Gaudí, que como otros, no pueden ser reducidos a términos simplistas, a aquello que es cómodo a los críticos. 2C: Sin embargo, es evidente que la introducción de nuevos programas definidos por el Movimiento Moderno ha significado una aportación y un enriquecimiento en la historia de la arquitectura así como el nuevo lenguaje, derivado de una nueva concepción del espacio y del método racionalista, ha supuesto un cambio cualitativo muy importante también

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Aldo Rossi estuvo en Barcelona el pasado mes de febrero, invitado por el Colegio de Arquitectos. Aprovechamos esta oportunidad para mantener con él una larga sesión de trabajo dentro de la cual sostuvimos la conversación que sigue. Se partía de una serie de cuestiones a plantear, escogidas tanto en función de su urgencia y la necesidad de encontrarles una respuesta, como en función de nuestra voluntad de hablar de determinados temas, lo cual implicaba ya una elección que creíamos podía tener un cierto valor definitorio. Tras repetidas audiciones de la conversación grabada se confeccionó un escrito que fue enviado a Rossi, quien llevó a cabo los últimos retoques y correcciones. Así mismo tuvo la amabilidad de mandarnos el material gráfico que publicamos, incluyendo su último proyecto todavía inédito.


dentro de la historia de la arquitectura. La aportación de Le Corbusier, por ejemplo, que se forma a partir del conocimiento de la arquitectura histórica en sus viajes por Turquía, Italia y Grecia, permite dar un salto en la historia de la arquitectura, que desde el renacimiento se movía dentro de una concepción escenográfica, y definir la concepción espacial de la arquitectura dentro de una tradición nueva, la cubista.

Rossi: Es evidente que si se acepta el método del concreto histórico, cada paso hacia adelante es un gran avance; evidentemente, ahora más que nunca vemos a través de los ojos de ciertas conquistas. Después de Giotto, no vemos ya con los ojos con que veían los pintores bizantinos. Cuando vemos una arquitectura gótica o renacentista tenemos en cuenta algunos procesos aprendidos de la lección cubista, que en su modo propio de ver y dividir los planos representó un tipo de conquista muy precisa. Pero no es una conquista que se separa del mundo del arte, sino que lo lleva hacia adelante. Creo que esta es la posición del materialismo dialéctico frente a la historia. Marx valoriza y enfatiza las conquistas de la burguesía, y por tanto de la ciudad burguesa. Los países socialistas son los que más publican a Thomas Mann, precisamente porque a través de su posición histórica se llega poco a poco al socialismo, al comunismo, en contraposición a las teorías nihilistas que parten del vacío. Creo que en esto existe un paralelismo con el arte; por ejemplo, el significado que puede darse a la ciudad histórica desde

un punto de vista progresivo, es muy distinto del significado que pueda darse desde un punto de vista sentimental y conservador dentro de un cierto sistema, que cuida la cornisa pero destruye un barrio entero. Creo que el problema de la ciudad histórica es un argumento bastante importante. Respecto al problema del carácter progresivo de la arquitectura, creo que es muy importante definir los límites de la misma. No se trata de hacer un razonamiento limitativomasoquista, decir, por ejemplo, «yo soy arquitecto, tú dentista y no hay nada más que hablar». No, nosotros somos arquitectos y podemos dar soluciones y respuestas generales, pero teniendo presente que no es la arquitectura la que hace la revolución, la que crea los sentimientos. Se puede ser feliz y amarse en una fea casa especulativa y se puede ser infeliz y estar solo y triste en una bella casa de Le Corbusier. De esto estoy plenamente convencido. La arquitectura no puede llegar a modificar los sentimientos de los hombres, y sobre todo no puede nunca llegar a modificar las cuestiones económicas y políticas. La arquitectura es una técnica que se plantea como arte y que tiene incluso una profunda implicación social dentro de los límites que le son impuestos por la sociedad. Aquí la cuestión está muy clara: cuando, desde las teorías de Morris y de los utopistas, los que adoptan las posturas que yo llamo moralistas, o del socialismo romántico, identifican la belleza o la función con la moral, no aciertan en nada. Según ellos, el que bebe café con leche en una bella taza es un progresista.

2 C : Un tema que recorre insistentemente tu obra teórica es la voluntad de definir la arquitectura como un hecho autónomo y de analizar la ciudad de manera autónoma, como dato último, como hecho construido. ¿De qué modo puede esto constituir la base de una alternativa, de una tendencia? En todo caso es preciso acotar los límites de esta autonomía. Rossi: En lo que concierne a la autonomía de la arquitectura, creo que queda bastante comprendido en vuestro razonamiento; sobre todo al final de la pregunta, cuando decís que es preciso acotar los límites de esta autonomía.

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Aldo Rossi. Proyecto para un edificio de viviendas en el barrio Gallaratese de Milán. 1970.

El caso del Metro de Moscú, bastante típico dentro del escándalo de la arquitectura rusa, evidencia el equívoco que se ha dado en la arquitectura moderna. Aunque no soy un técnico en transportes, me parece uno de los mejores metros del mundo, y sin embargo, las estaciones están hechas con la mezcla de los estilos de las distintas regiones de la URSS. Creo que el carácter progresivo de la arquitectura se da cuando existe una coincidencia con una situación política bastante clara, pero esto es una atribución que yo doy a la tendencia. Creo que cuando la arquitectura se plantea el objetivo de poder ser transmitida, de poder interpretar las situaciones de la realidad y se sitúa dentro del proceso histórico racional, está en condiciones de tener carácter progresivo. Es difícil decir algo más que esto. Pero si la arquitectura está basada, por ejemplo, en el principio de la irracionalidad como fin en sí mismo, evidentemente no tiene carácter progresivo, porque atribuye los valores de la arquitectura a un "hecho irracional que en sí no es transmisible. No niego que esto pueda tener un interés, pero lo transmisible significa que si yo puedo venir aquí, a un país extranjero, y discutir con vosotros sobre el Plan Cerda, es que existe un tipo de cultural racional que nos incumbe a todos y que es llevada hacia adelante entre todos. Es un cierto tipo de adelanto histórico de la arquitectura y es por tanto un hecho progresivo. No es algo que os incumba sólo a vosotros porque sois catalanes, porque estáis aquí, etcétera..., es una cuestión que atañe al desarrollo de la humanidad social y en este sentido tiene un carácter progresivo intrínseco. Naturalmente el discurso se vuelve cada vez más complejo y aquí podríamos abrir una discusión sobre los artistas, como por ejemplo Gaudí, en los que la valoración de progresivo no puede ser descartada a priori. Es ciertamente una investigación compleja, ya que se mueve en una personalidad y en una situación histórica muy difícil de definir y aún más difícil de transmitir. Al límite puedo decir que aunque no nos conocemos personalmente, nos conocemos por lo que leemos y lo que hacemos. Hay que tener el coraje de ser esequemático y de traducir con obstinación lo que se piensa, porque —y esto es un defecto particular de la arquitectura y de la crítica italiana— si se quiere ser siempre muy complejo y decirlo todo, se acaba por no decir nada.

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Rosaldo Bonicalzi y Gianni Braghieri. Unidad de habitación en Pavía, Proyecto fin de carrera 1969/70; relator Giorgio Grassi Politécnico de Milán Grupo de investigación dirigido por Aldo Rossi. Perspectiva con montaje del dibujo de Antolini.


hablar de cine: es interesante intentar comprender por qué es más importante (por lo menos para mí) una película de Rossellini que una de Visconti, o por qué me parece ambiguo un film de Rosi, etc.. Como podéis ver, hay algunos proyectos realizados por mis estudiantes en los que se han intentado experimentos de este tipo. Por ejemplo: el montaje de perspectivas con cuadros de De Chirico o la perspectiva de las viviendas para Pavía con el dibujo de Antolini; creo que definen de una manera más precisa, aunque sectorial, la tendencia. 2 C : Cuando tu defines una tendencia ¿te refieres concretamente a una opción estilística?, es decir, a una definición personal, como autor, de cara a un resultado arquitectónico. O bien ¿le das a la tendencia una definición más amplia que englobaría una alternativa dentro de la herencia, correctamente entendida, del materialismo dialéctico? Es decir una alternativa de la cultura marxista, entendida sin los esquematismos sociologistas o neopositivistas, que potencialmente permite la expresión de corrientes estilísticas diversas e incluso contrapuestas.

Rossi: Yo pienso que existe un tipo de tendencia más general, de carácter ideológico y arquitectónico, en la cual se pueden incluir personas bastante distintas en cuanto a tendencia estilística. Aunque aquí vale también lo dicho sobre la autonomía: es preciso acotar los límites. Si hablamos de cine, el carácter de la tendencia puede aglutinar a varias personas, en cuanto está claro que estamos a favor de una determinada elección y no de otra. Cuando pasamos a la arquitectura, supongamos que tomamos la elección del Racionalismo-realismo. Se pueden hacer ulteriores diferenciaciones pero podemos poner dentro de esta tendencia proyectos de Giorgio Grassi por una parte y de Cario Aymonino por otra. Yo creo que Grassi, Aymonino y yo pertenecemos a una misma tendencia. Tenemos en común el racionalismo, la situación en Italia, nos interesamos en determinados problemas, incluso puede decirse que trabajamos juntos. Hemos colaborado en las cuestiones de carácter tipológico y morfológico y en esto representamos un tipo de tendencia precisa en la arquitectura de hoy. En un escalón sucesivo —el de la tendencia estilística— creo que nos dividimos y nos dividiremos cada vez más claramente; simplemente porque el artista expresa en el proyecto algo suyo y el arte es también autobiografía. Ésto está claro hasta en los arquitectos del Movimiento Moderno en los que el carácter común de la tendencia es muy fuerte. Aunque nuestras definiciones estilísticas son* bastante distintas, creo que estamos en un mismo marco de tendencia más general. El proyecto que habéis hecho sobre el desarrollo de Barcelona, o los que hacemos sobre Milán y Pavía, o los que hacen los estudiantes alemanes sobre Dresde, Berlín, etc., están dentro de un hecho de tendencia; mientras que —para dividir de una forma un tanto esquemática— los proyectos que parten de estudios sociológicos sobre el territorio o de modelos combinatorios, o bien toman el ob-

jeto como punto de partida, definen otra tendencia claramente diferenciada. Creo haber aclarado algo sobre la tendencia, pero hay que entenderla siempre como una elección, y hasta cierto punto incluso como un hecho de imaginación en el sentido fundamental que Bretón da a esta palabra en el manifiesto del surrealismo. 2 C : Existe una contradicción entre la voluntad de afrontar el planeamiento de la ciudad de un modo global (entendido a la manera de Le Corbusier) y la exigencia metodológica que tú propones de operar sobre una parte de la ciudad (es decir, de utilizar el método de la división de la ciudad por partes desde el punto de vista da la intervención). ¿Qué validez atribuyes pues a las propuestas urbanas que pretenden dar una directriz global a las ciudades? ¿Dentro de qué limites las consideras compatibles con el método de la división de la ciudad en partes?

Rossi: Esta es una pregunta de carácter más técnico, más específico. En todo caso, creo que no existe una contradicción en lo que decís. Incluso diría que la explicación que me habéis dado del Plan Cerda me da bastante la razón. El Plan Cerda no es un proyecto de la ciudad, sino que es una interpretación de la ciudad —en el fondo, por extenso que sea el Plan Cerda es siempre una parte de la ciudad, la cual, con el proyecto del G.A.T.CP.A.C. se convierte en otra cosa— que se concreta de una manera bastante dialéctica, de modo que permite opciones muy diversas. Por tanto, creo que estoy de acuerdo en que debe darse una directriz global, como decís, a la ciudad. Pero esto no está en contradicción con la caracterización de cada una de las intervenciones, incluso diría que los mejores planes ven esta necesidad de desarrollo y en consecuencia permiten distintas soluciones; es el caso del Plan del Gran Berlín, en el que se dan proyectos como el de la Alexanderplatz que constituye una parte de la ciudad y da lugar a una serie de propuestas distintas. En este punto, la parte de la ciudad se presenta con características propias de naturaleza histórica, arquitectónica, sociológica, etc., que requieren un cierto tipo de intervención, y esto es, en cierta medida, una cuestión específica del proyecto. Por ejemplo, una persona que se pasea por las Ramblas, la Diagonal, el puerto, la Barceloneta, etc., se encuentra frente a situaciones que, en efecto, forman parte del mismo contexto, pero están siempre extremadamente diferenciadas. 2 C : Tomando el ejemplo de las propuestas de Le Corbusier para París, podemos ver que de una propuesta inicial de una ciudad de 3.000.000 de habitantes se llega a concreciones sucesivas, como la de la manzana insalubre, etc. Son referencias a una situación general que se va concretando sucesivamente. Es en este sentido que no existe contradicción; cuando el esquema general es flexible a las intervenciones de concreción, adaptándose y revisándose en función del análisis y de los nuevos datos que se tengan en cada momento. ¿Crees tú que tiene sentido hoy en día una remodelación a fondo de la ciudad en la manera que la entendía Le Corbusier, que respe-

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Cuando hablo de la autonomía me gusta referirme a la técnica y al oficio entendido en el sentido ilustrado, en el sentido de Diderot y Voltaire. Hasta cierto punto las artes son oficios, son actividades que comportan su propia autonomía. Evidentemente es una autonomía relacionada. En el caso de la arquitectura podemos decir que no es cuestión de la razón sino del buen sentido. La autonomía de la arquitectura es una autonomía muy condicionada porque requiere un proceso para realizarse no necesario a las otras artes. El cine es un arte paralelo a la arquitectura en más de un motivo, porque si alguno de vosotros es un gran director pero no encuentra a un productor y no tiene la técnica a su alcance, no puede realizar el film. Evidentemente existe un tipo de técnica que choca contra la realidad. Por lo tanto, podríamos decir: Autonomía en la formación disciplinaria y sobre todo en los momentos de transmisión de la formación disciplinaria, y no, ciertamente, autonomía respecto al contexto económico, político y social en el que se mueve la arquitectura. Existe, sin embargo, otra forma en la que yo considero la autonomía: El intentar derivar la proyectación desde dentro de la arquitectura. En este sentido vuelve a aparecer de nuevo el discurso de la tipología en cuanto existe una respuesta a cuestiones que no conciernen sólo al arquitecto pero que forman parte de la técnica de la arquitectura; por ejemplo: El plantear un edificio de viviendas es un problema que se refiere a la autonomía de la arquitectura. Investigar la solución de una «Hof», de una «pianta a corte» o de una casa con corredor y anilizar unas relaciones antes que otras son cuestiones que conciernen al arquitecto y no pueden ser resueltas por políticos y menos aún por el hombre de la calle, simplemente porque no pueden ser competentes en asuntos que exigen unos conocimientos de los que ellos carecen. Este caso vale también para la Universidad. Las posiciones más serias del movimiento estudiantil de la Facultad de Arquitectura de Milán rechazaban a los profesores que proponían a los estudiantes que hiciesen los programas de estudio, hasta cierto punto hacer los programas y enseñar es una labor del profesor. Frente al oportunismo y a la demogogia de posiciones pseudo-democráticas que dicen: ¿Qué queréis, que nosotros lo haremos?; los profesores deben tener una cierta autonomía ligada a su propio oficio para ejercer la enseñanza. Admito que cuando yo hablo de tendencia doy a menudo una definición desde dentro de una determinada poética. Creo que esto es inherente a la tendencia. La tendencia, está constituida —además de todo lo que hemos dicho— de una serie de elecciones, incluso personales, que deben ser coherentes con el proceso lógico establecido por uno mismo. Por ejemplo, si yo tomo la referencia de los escritos de André Bretón, o de los cuadros de De Chirico, creo que estas referencias (Bretón o De Chirico) expresan un poco la tendencia de un modo de hacer arquitectura. Existe un proceso que día a día afina la tendencia definida dentro de una elección artística. Pienso que para aclarar esto se puede

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Aldo Rossi y Gianni Braghieri colaborador Concurso para el municipio de Muggio 1972. Maqueta y perspectiva.


Rostí: Creo que ha cambiado bastante la situación. Yo creo que los límites de la división de la técnica, el discurso urbanístico, el discurso del «planning» tiene una cierta validez. En la época de los CIAM, el arquitecto asumía estos hechos. Hoy en día la situación es bastante distinta; el arquitecto no tiene una preparación específica para realizar un plan territorial. El realizar el Plan Regulador de una gran ciudad no es un discurso interdisciplinario en un sentido abstracto. Es un discurso concreto. Creo que como en todos los campos existen especialistas. Por ejemplo: hoy el problema de la vialidad es un problema específico; requiere una cierta técnica que pienso no se da en la Facultad de Arquitectura, porque es un problema de ingeniería, como hacer puentes o hacer minas. Es necesario un grado de especialización en la técnica moderna; yo no creo que supiese proyectar una autopista o el sistema viario de una ciudad, porque no es mi oficio. Creo por tanto que la situación ha cambiado bastante desde los principios del racionalismo. El estudio del territorio requiere un tipo de análisis que no corresponde al arquitecto, como tampoco le corresponde el diseño industrial, que es otro oficio, incluso en lo referente a la técnica. Diseñar una lámpara es muy distinto de diseñar una casa o diseñar una autopista. No sé como está aquí la situación, pero en Italia uno de los mayores equívocos es este: hay personas que son «designers», arquitectos que hacen de todo. 2 C : Nos interesaría mucho que nos hablaras de los trabajos de tu grupo encaminados a la construcción de una teoría racional de la arquitectura, basada en el estudio de las relaciones entre análisis urbano y proyectación arquitectónica. ¿Cómo se han desarrollado concretamente estas experiencias?

Rossi: Aquí lo mejor sería ver los proyectos. El procedimiento es bastante parecido al que habéis seguido vosotros. Como experiencia de escuela Cario Aymonino y yo iniciamos en Venecia esta actividad hace casi 5 años, con estudios sobre la forma de la ciudad y la tipología. Las primeras aplicaciones aparecieron en el libro: «La Cittá de Padova»; posteriormente yo he continuado esta experiencia en el Politécnico de Milán, donde he enseñado proyectación. Hemos realizado estudios sobre Venecia —un caso anómalo y bastante difícil— y también sobre Milán y Pavía. Los estudios se realizan a partir de un análisis del material histórico, contenido en planos y del levantamiento de las manzanas para poder dibujar la planta de la ciudad a nivel del suelo; lo que revela la forma de la tipología respecto a la forma de la ciudad. Paralelamente a estos trabajos se intentaban elaborar tablas clasificatonas de las tipologías de las viviendas. Con estos trabajos se intentaba dar un carácter histórico y técnico de la arquitectura, comprendiendo los principios de una introducción

al diseño. Una vez adquiridos estos conocimientos de la ciudad, se iniciaba el proyecto sobre una de sus partes. Estos estudios se acompañaban de lecciones y discusiones sobre arquitectura, sobre la tendencia, en las que intervenía todo el grupo. Naturalmente, no os escondo que estas experiencias, aparte de las condiciones externas difíciles en que se realizaban, se veían limitadas por la tendencia muy natural de los estudiante, de los arquitectos, de dividirse sobre estas cuestiones. En nuestro grupo han habido tutores, especialistas del análisis urbano —gente verdaderamente absorbida por este tipo de trabajo, que pasa mucho tiempo en archivos ocupándose de análisis comparados de ciudades, etc.— que se alejaban bastante del proyecto; mientras que había otros que quemaban las etapas anteriores al proyecto, ampliando el estudio de la proyectación a cuestiones puramente formales referidas a la arquitectura, al arte figurativo, etc. Esto creo que es, en parte, un límite de la enseñanza, pero es también una alternativa debida a las distintas personalidades, lo cual es bastante correcto. Naturalmente todo esto era muy difícil debido a las características objetivas en las que se encuentra hoy la Facultad de Arquitectura.

Se que los problemas de este tipo son complejos y se clarifican con el tiempo, pero hoy existen argumentos inmediatos y concretos: yo he escrito —a propósito de una polémica sobre la Facultad de Arquitectura de Milán— que antes que nada la Universidad necesita aulas, mobiliario, docentes y también reformas auténticas y posibilidad de trabajar. La Universidad debe absorber cada vez más las tareas de una Universidad de masas; la Escuela de Arquitectura debe impartir una enseñanza racional, técnica, precisa. No hay necesidad de misioneros, sino de técnicos. A la pregunta personal —¿Qué es lo que a ti te interesa de la actividad pedagógica?— respondo de manera personal. No tengo particular interés por la actividad pedagógica. Como estudiante puedo decir que los años pasados en la Universidad han contado muy poco; únicamente alguna enseñanza científica ha incidido en mi formación. La experiencia de docente ha sido ciertamente útil; pero no decisiva. Actualmente estoy muy interesado en proyectar; particularmente hay algunos aspectos de la proyectación que quiero desarrollar.

2 C : A. Fernández Alba decía, no hace mucho, que el profesional de la arquitectura se ve en estos momentos reducido a ser «un notario de los estereotipos formales» y un «depositario de responsabilidades civiles». A este sentimiento generalizado se une el del carácter excepcional que dentro de este panorama puede tener el trabajo desarrollado en la Universidad. Pero la crisis (y de un modo muy directo) también afecta a la universidad. ¿Qué es lo que a ti te interesa de la actividad pedagógica? ¿Qué dimensión puede tener la actividad universitaria en el contexto general de la profesión?

Rossi: A esta pregunta creo que se debe responder desde un punto de vista general, de política cultural, porque hoy más que nunca la Universidad es un gran problema para el desarrollo de un país moderno. Quien trabaja hoy en la Universidad debe trabajar con plena dedicación, y debe entender que su trabajo es como un oficio específico que tiene específicos deberes y derechos; por otra parte esta es una cuestión de moralidad pública que en los países más avanzados se da por descontada. La relación con la profesión es imposible cuando nos encontramos frente al «profesionalismo» cuya consecuencia es la enseñanza «profesionalista»; me refiero a un tipo de actividad ligada simplemente al provecho propio. El «profesionalismo» en este sentido no significa «ejercitar la profesión»; y sobre la confusión de estos términos se especula con mala fe. Nosotros sostenemos que el arquitecto debe proyectar, construir, sumarse a la construcción del país donde vive y no convertirse en una especie de animal académico; pero si el arquitecto está en la Escuela su actividad debe estar ligada estrechamente a la institución Universidad, no debe ser un hecho privado.

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tando los elementos esenciales, los elementos primarios de la ciudad, se concretaba en las zonas de residencia donde la caracterización de la zona degradada es más homogénea y extensa?

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Tres perspectivas aéreas correspondientes a sendas propuestas sobre Barcelona: 1.878 Proyectos de iluminación eléctrica de la Muralla de Mar de An tonio Gaudí; 1.933 Plan Maciá de Le Corbusier y 1.971 Plan TorresClavé. La mayor altura del punto de vista y profundidad del campo visual década uno de ellos, conlleva un cambio cuantitativo y cualitativo de escala así como un progresivo dominio y conocimiento de la ciudad. 14


BARCELONA C O M O MODELO DE CIUDAD CAPITALISTA

UNA DEFINICIÓN EXACTA DE BARCELONA Barcelona en su totalidad, por sus gentes, por su historia, por sus contradicciones, así como por su arquitectura y emplazamiento geográfico ha sido querida desde Cervantes por muchos grandes hombres. Esto es ya un tópico, pero no por ello es menos cierto que Barcelona ha tenido capacidad de despertar sentimientos profundos más allá del cumplido como lo confirman, por ejemplo, esta declaración de Le Corbusier: «Permítaseme decir aquí cuánto quiero a Barcelona, ciudad admirable, ciudad viva, intensa; ese puerto de mar abierto al pasado y al porvenir» (1). Este destino de gran ciudad, que comparte con otras muchas (París, Roma, Praga, etc.}, no se fundamenta sólo en su tamaño demográfico, o en su posición económica, sino sobre todo en los valores conjugados de su historia y de su marco físico que tan b¡en sintetizó Le Corbusier en 1932: «Barcelona, lugar geográfico obligado de una capital y esplendor natural conjugados. La intensidad de esta ciudad, la juventud de espíritu de sus gobernantes, permitían todas las esperanzas: en fin, en un punto viviente de la tierra, los tiempos modernos encontraron asilo» (2). Pero la Barcelona de 1932 no es la Barcelona de 1972. Las amplias posibilidades que habían aún en aquella fecha debido al alcance limitado de la expansión desordenada de la ciudad, en nuestros días ya no existen; 40 años de destrucción sistemática de la ciudad, de crecimiento caótico y desordenado, es mucha historia para poder sobrevivir. Ha sido otro francés, esta vez geógrafo, Pierre George, quien ya en 1961 explicó esta situación. «En las ciudades españolas se produce un fenómeno típico y generalizado: el éxodo de los excedentes de la población agrícola de las regiones meridionales, donde el índice de natalidad es elevado y el latifundio retrasa el progreso económico; y el de los pobladores de las comarcas montañosas de noroeste, si bien en grado menor. En Barcelona, amasijos de casas miserables (barracas) invaden las vertientes de la colina de Montjuich, las playas del Somorrostro y del Campo de la Bota. Viven en ella los parados forzosos, habituales o estacionales, el lumpen proletariat, y la intemperie los somete a destrucciones periódicas... Con todo, en virtud de un fenómeno de renovación incesante, las barracas, lejos de reducirse, tienden a extenderse» (3). Después de analizar la estructura urbanística de Barcelona-

capital definida por su casco antiguo, el centro de la trama Cerda, los barrios de gran lujo y las zonas de barracas, y por último el inmenso suburbio obrero, P. George termina sintetizando: «Debido a su estructura y a la diversidad de sus barrios populares, Barcelona ocupa un puesto intermedio entre las grandes ciudades de economía industrial, con las cuales comparte los tipos de crecimiento, y las ciudades de país subdesarrollado, pues a la par que éstas, experimenta la presión de la economía y la demografía rurales, en pugna con la capacidad de absorción del mercado de trabajo» (4). La correspondencia urbanística con esta dicotomía sería el centro urbano altamente cualificado, como es la parte central de la trama Cerda (creación burguesa por excelencia de finales del XIX y principios del XX), y el suburbio obrero que lo circunscribe totalmente (excepción hecha de la isla del sector oeste de la ciudad). Este caos urbano que en conjunto es Barcelona, que ya hoy día abarca una escala intercomarcal de 30 Km. por 30 Km. con tres millones de habitantes; estructurada a escala metropolitana según un radiocentrismo limitado por el mar y la franja montañosa prelitoral; altamente cohesionada por una densidad de relaciones e intercambios que sin embargo, se desarrollan sobre una precaria e inconexa red de comunicaciones; y con una modalidad de organización y de desarrollo capitalista propia, sin parangón con su mezcla de irracionalidad, ineficacia y colonialismo; este pequeño centro urbano burgués y su amplísimo cinturón obrero, decimos, es un caso concreto de un tipo de ciudad capitalista, la que justamente se sitúa en una posición intermedia entre el desarrollo y el subdesarrollo.

2.

LAS CARACTERÍSTICAS DE UNA CIUDAD CAPITALISTA La ciudad como espacio social tiene una definición precisa dentro de los términos de sociedad capitalista que todo el mundo conoce cuando menos por propia experiencia, es decir, a través de haberlo vivido, padeciendo sus consecuencias inmediatas, aisladas, que forman nuestra cotidianidad. La segregación social y física, la absolescencia y degradación en todos los órdenes, la incomunicabilidad y el aislamiento, el individualismo, etc., no son más que los aspectos concretos en que se manifiesta el enfrentamiento de intereses en la vida urbana de una ciudad del tipo que estamos analizando.

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1.

15


^L Siglo XII

La apropiación que la propiedad privada del suelo urbano hace de las plusvalías de los terrenos que la sociedad globalmente genera con su esfuerzo y trabajo, y que se concreta en el aumento del precio de los solares que de forma vertiginosa éstos registran, no es más que el aspecto económico de aquel enfrentamiento de intereses que la ciudad engloba en su seno. El proceso especulativo como razón de ser del crecimiento • y de la vida urbana, determina toda la dinámica de los diversos grupos que actúan sobre la ciudad, desde la acción impune de las fórmulas monopolistas de especulación del suelo hasta la pléyade interminable de pequeños propietarios y rentistas mi sérrimos, pasando por todos los tamaños intermedios de poder económico-inmobiliario. Pero si analizamos la ciudad desde su dimensión física, como espacio construido por el trabajo del hombre que es la que a nosotros nos corresponde más propiamente, la configuración urbanística (fruto de un proceso histórico preciso), se caracteriza en su forma más general por un amasijo desordenado y caótico que se polariza en torno a los grandes ejes de comunicación. Este amasijo, urbanísticamente, se define como aglomeración y por la misma se entiende el conjunto formado por la ciudad central y su zona suburbana que en cuanto a su forma general y en su modalidad de crecimiento ha sido denominado MANCHA DE ACEITE. Estos conceptos de aglomeración, amontonamiento, mancha de aceite, y sus equivalentes de caos urbano, crecimiento anárquico, anarco-urbanismo, suburbanización, desorden urbanístico, etc., no son más que caracterizaciones de la ciudad capitalista (5), aunque no quiere decir que sólo sean exclusivo patrimonio de ésta, pero al menos es en ella donde adoptan su más precisa expresión y desarrollo. En efecto el crecimiento en forma de mancha de aceite, que muchos eufemística y tecnocráticamente han pretendido definir 16

Siglos XIII-XVIII

1890

Representación ¡sométrica de las isorentas de la ciudad de Topeka

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J Barcelona siglo


1970

como MODELO ESPONTANEO DE DESARROLLO a fin de ignorar su verdadero significado, no es más que la sujeción total del valor de uso del espacio urbano por el valor de cambio. La mercantilización del suelo urbano como expresión directa de nuestra economía capitalista adquiere su expresión más acabada a través de la representación gráfica de los precios de los solares a modo de un plano topográfico. Las isorentas, que así se llaman esas nuevas curvas de nivel, configuran una enorme montaña que teniendo como base todo el perímetro de la aglomeración urbana levanta un pico afiladísimo que coincide con el centro urbano mismo. Estos valores centrales determinados por la acción conjugada de su posición y emplazamiento geográficos óptimos, accesibilidad, superequipamiento, representatividad, valores históricos, residencia del poder, etc., asume como espacio fundamental de dominio y control de la clase dirigente la representatividad propia del sistema frente al suburbio o periferia inaccesible, subequipada, segregada, indefensa, etc., que como contraposición del centro se define por sus caracteres negativos. Esta contraposición entre centro y periferia es sólo una de las contradicciones que al plantearse la problemática de la ciudad burguesa aparecen; pero como ya hemos visto, la misma contraposición está ligada con todo una serie de pares dialécticos que conjuntamente la definen: la accesibilidad y la incomunicación; la expansión urbana y la remodelación; el dominio social del espacio y, por otro lado, la total desposesión del propio cobijo; el superenquipamiento y el nivel neolítico de los servicios, etc. Pero es indudable que en tanto en cuanto no seamos capaces de desarrollar científicamente este tipo de discurso dialéctico global, que sólo se hará posible con la construcción de la ciudad socialista, el correcto proceso metodológico continúa siendo el análisis sectorial disciplinario bien por funciones urbanas (residencia, trabajo, transporte, etc.), bien por zonas o áreas homogéneas (el centro, el suburbio, zonas in-

2000

dustriales, etc.), o según cualquier otro tipo de variable urbana.

3.

UN EJEMPLO: EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA Analicemos con cierto detalle y sólo a modo de ejemplo uno de los aspectos fundamentales de la ciudad burguesa: el problema de la vivienda. Como es sabido, el derecho a la vivienda es un punto programático incluido en toda constitución democrática de cualquier país, por cuanto ya ha quedado definitivamente establecido que tal derecho constituye un aspecto fundamental de todo programa de seguridad social a que cualquier ciudadano del mundo tiene inalienable derecho. Concebir la vivienda como servicio, constituye la única forma racional de plantear el problema, de la misma manera que se plantea el derecho a la jornada de 8 horas, al salario justo, a la asistencia sanitaria, etcétera. A pesar de todo, en nuestro país continúa planteándose esta cuestión como se hacía en el siglo pasado, dejando a la iniciativa privada que solucione fundamentalmente el problema de la vivienda, acudiendo los programas oficiales a apoyar en parte la financiación de esta iniciativa privada, así como a rellenar de forma incompleta las necesidades reales. Refiriéndonos a Barcelona ciudad, diremos que los déficits de vivienda van creciendo de año en año, en vez de irse enjugando, siendo esto un proceso general que como una moderna plaga estamos sufriendo desde la década de los 20. De un estudio que realizamos en 1966 (6) se deducen los datos siguientes que siguen siendo válidos todavía, ya que desde aquella fecha no se han producido cambios importantes.

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1930

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CUADRO 1 NECESIDADES

20% 30% de la población, no tiene vivienda

278.000 80.000 40.000 550.000 145.000 realquilados quilados

viviendas

barraquitas

personas en viviendas absoletas

viviendas

de la población necesita nueva vivienda

OFERTA

70% 25% 5% clase baja

clase media

SALDO

clase alta

CONCLUSIÓN

5-10% 10-20% 55-60% 30% 40.000 3540% 6070% clase baja sin vivienda

La oferta sólo satisface el

clase baja

clase media sin vivienda

clase media

viviendas de lujo que no se venden

clase alta

varios miles de dobs. viviendas

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de las necesidades


A la vista de estos números que demuestran: a) que la industria de la construcción no destina para resolver las necesidades reales de vivienda más que un 30 % de su producción (y aún sólo los de la burguesía y una parte de la aristocracia obrera), mientras que el 70 % restante responde a fines exclusivamente especulativos (con un saldo de 40.000-50.000 viviendas de más de un millón de pesetas y 200.000 m.2 de oficinas y locales comerciales sin vender), y b) que las necesidades de la vivienda afectan al 50 % de la población de Barcelona (puesto que para bastantes municipios-dormitorios de la comarca del 53 llega a afectar hasta el 80 % de la población); está claro que la única solución racional del problema, a la que debería tender toda política social es: LA APROPIACIÓN SOCIAL DEL SUELO URBANO Y DE LA PROPIEDAD INMOBILIARIA.

Más argumentos que se pueden dar para esta medida son los siguientes: 1." La modalidad de venta constituye la forma mayoritaria de un 75-90 % de la ocupación de los pisos. Teniendo en cuenta el bajo nivel de ingresos de la mayoría de la población necesitada de vivienda, se comprende perfectamente porque sólo los obreros cualificados pueden acceder a tal propiedad, las cuales a cambio de hipotecas, créditos, anticipos, etc., pierden durante muchos años su única fuerza real: la libertad de trabajo. 2.° El sistema de empresas constructoras de viviendas que concentran en una misma unidad económica la producción y financiación (caso de las inmobiliarias), produce beneficios del orden del 100 % y aún mayores en los años de máxima expansión, y del 40 % en años de crisis. 3.° Mientras según cálculos efectuados por la CRPC de CU en 1965, eran necesarias 3.000 Ha. de suelo urbanizado en las ciudades del área metropolitana de Barcelona para poder atender a las necesidades inmediatas de crecimiento y remodelación, la iniciativa privada había urbanizado fuera de las ciudades de dicho ámbito y a sus expensas, la misma superficie en forma de urbanizaciones privadas (de las que sólo de un 30 a 40 % llegan a construirse y se especula con el resto).

El grado de distorsión económica y social que en nuestra situación social estos hechos comportan, queda completada a manera de resumen en un cuadro general de déficits que según nuestra información presenta Barcelona. Dicho cuadro es sumamente incompleto para una relación exhaustiva, pero pensamos que ofrecerá una visión de conjunto suficiente en una primera aproximación.

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4.° La superficie urbana en proceso de urbanización y en la que se está construyendo es cuanto menos 10 veces más grande que la que exigiría una programación racionalizada del crecimiento urbano.

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CUADRO 2 Barcelona-Ciudad

Comarca del 53

Área Metropolitana

ESPACIOS VERDES Estándar teórico en zona edificada Existe realmente (1) Son necesarios crear (1) Sustracción por especulación desde 1953 (1)

20 m.Vhabitante 0,94 m.Vhabitante 3.400 Ha. 1.300 Ha.

DÉFICITS URBANÍSTICOS Superficie urbanizada necesaria (2) Sup. urbanizada por la iniciativa privada en urbanizaciones (2) Sup. depauperada de las áreas edificadas destinadas a viviendas (2) Déficits en infraestructuras pts., de 1965 (2) Pérdidas por las últimas inundaciones 1971 en toda Cataluña (3)

?

3.000 Ha. 3.000 Ha.

54,5 %

37,5 % 7

125.000.000.000 Otas. 7.600 a 9.200.000.000 ptas.

ENSEÑANZA Déficits de plazas escolares (4): Parvulario Primera enseñanza Bachillerato

17.670 103.127 50.167

? ? ?

100.000 30.000 160.000

? ? ?

?

SANIDAD Déficits camas hospitales Déficits camas asistencia psiquiátrica (4) Enfermos alcohólicos (5)

7 7

?

TRABAJO Parados por mes (5) Accidentes de trabajo por año (5) Pérdidas en ptas. por accidentes (6)

31.166 ?

.

? ?

225.000 heridos 13.600.000.000 ptas.

TRAFICO 7

? 6-8.000 heridos 30 muertos 100 turismos/1.000 habitantes 80 t/1.000 h. Doble para los ciudadanos motorizados respecto a los que no lo están

Fuentes: (1). — «Estudio del equipamiento deportivo y espacios libres para equipos de ocio». Arquitectes Associats. (2). — Comisión para la Revisión del Plan Comarcal. «Memoria del Esquema del plan Director» y «Estructura de las tramas urbanas de la Comarca del 53». (3). — «Or i flama», número dedicado a las inundaciones, 1972. (4). — C A U , n.° 10, «La Gran Barcelona» 1971. (5). — «La problemática de la marginalidad social en Barcelona», IRES, 1970. (6). — De los totales nacionales deducidos proporcionalmente a la población activa. I.N.P.

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Accidentes tráfico por año Grado de motorización en el año 1970 (2) Capacidad de mobilidad (4)


UNA TEORÍA DIALÉCTICA DE LA CIUDAD Las situaciones desequilibradas se hacen reversibles, como ha puesto de manifiesto el análisis del problema de la vivienda, en cuanto su solución se enfoca desde una perpectiva dialéctica. Siempre los errores y las injusticias en nuestra época presente, a la vez que son fruto de la ignorancia o de una explotación de clase, generan una respuesta {que no por pasiva e impotente la mayoría de las veces es menos real y dramática) que lleva implícita la solución del problema. Por esto, toda actuación urbanística que quiera resolver realmente, de una vez por todas, los problemas urbanos, no debe partir del vacío, ni inventar un mundo de posibilidades y condicionantes que no existen, sino que a partir de las situaciones reales, concretas, superar las limitaciones y contradicciones que frenan su desarrollo. Según sea la valoración de las situaciones reales, diversos serán los modos de actuación e intervención urbanísticas, por lo que llegados a este punto surge de nuevo el problema de la concepción de lo real. Si la concepción de la ciudad se fundamenta en formas ideológicas de pensamiento que la conciben en términos ahistóricos, determinada por leyes metafísicas indominables que sólo muy parcialmente, y por métodos indirectos la hacen controlable, es comprensible que de tal idea de ciudad derive, por ejemplo, la justificación de las situaciones dadas (sea cual fuere su grado de degradación), en función de las razones de rentabilidad capitalista de las inversiones hechas; o por el contrario, cree el paradigma del crecimiento ilimitado de la ciudad, en función de las economías externas que aparentemente ésta genera, sin tomar en consideración una valoración científica del fenómeno de expansión urbana que obligaría al desarrollo de una ciencia económica digna de tal nombre, que aún hoy por hoy se impone como objetivo primordial. Una concepción acrítica de la ciudad actual, que la acepte resignadamente como producto ya dado, indeformable, es lo contrario de un pensar dialéctico que concibe la ciudad como producto histórico, al propio tiempo que la considera hacedora de la historia, como subjeto-objeto de ésta. La comprensión de la ciudad como unidad de la producción y del producto, de la teoría y de la práctica, de la génesis y de la estructura, es la consideración de la ciudad como totalidad concreta, concepción ésta que pretende ser onmicomprensiva de la realidad urbana. «La totalidad concreta como método dialéctico-materialista de conocimiento de lo real significa un proceso indivisible cuyos elementos son: 1." La destrucción de la pseudoconcreción o formas ideológicas del pensamiento, es decir, de la aparente y fetichista objetividad del fenómeno. 2.° El conocimiento del carácter histórico del fenómeno, en el cual se manifiestan el modo peculiar de la dialéctica de lo singular y lo general humano, y 3.° El conocimiento del contenido objetivo y del significado del fenómeno, de su función objetiva y del lugar histórico que ocupa en el seno de! todo social» (7). De este conocimiento preciso, y como uno de sus formas de existencia, derivan las formas de actuación urbanística, como valor ordenador, creador y positivo inherente a aquella concepción dialéctica y materialista de la ciudad. Por otro lado, el descubrir esta consubstancialidad entre la teoría y la práctica, no requiere ningún esfuerzo, si como hemos dicho tal discurrir teórico se fundamenta en la historicidad de los procesos urbanos. Una comprensión correcta de la formación de los hechos urbanos descubre, al propio tiempo, su estruc-

tura, con lo que se pone de manifiesto la interdependencia entre los instrumentos adecuados para hacer la ciudad, y la ciudad misma como resultado de estos instrumentos, es decir, entre la teoría y los modos de realizarla. Al mismo tiempo, esta comprensión unitaria del pensamiento teórico y de sus medios de lograrlo, que reiteradamente pregonamos, fundamenta las dos dimensiones esenciales de la ciudad: la histórica y la artística. Esta dualidad fundamental de lo urbano, definida ya por los romanos con los conceptos de civitas (significado político de la ciudad, al que los griegos denominaban polis) y urbs (designación de la ciudad físicamente, como construcción), se funda tanto en la naturaleza objetiva de los hechos urbanos como en los modos específicos en que estos son apropiados, es decir, las actividades que son desarrolladas para conseguirlos. Para la comprensión de la ciudad como producto social y expresión y creación del modo de producción dominante en un . momento concreto, es decir, de los aspectos históricos, sociales y económicos de la ciudad, solamente a través del desarrollo de las ciencias propias como son la historia, la sociología y la economía marxistas es como llegaremos a descubrir la estructura tematizada de la realidad urbana. Sobre la dimensión arquitectónica, y por extensión artística de la ciudad, y la fundamentación de los principios únicos que ordenan la ciencia urbana (la dialéctica de los elementos singulares, la permanencia del plano, la relación entre la morfología urbana y la tipología edificatoria, las áreas de residencia, etc.), el contenido del libro «La arquitectura de la ciudad» constituye la elaboración más acabada.

5.

LA DUALIDAD DE LOS PLANES DE BARCELONA Del desarrollo histórico de la urbanización de Barcelona, sobresalen, como hitos fundamentales que estructuran su evolución urbana, siete planes generales que forman como una dicotomía que jalonan todo su proceso de crecimiento. Los planes Cerda (1859), Maciá (1933) y Torres Clavé (1971) (8), estructurados sobre unos ciertos puntos comunes que podríamos definir por: su carácter profundamente transformador de la realidad urbana, su progresismo, su utilización de los medios tecnológicamente más avanzados respecto a su época, su carácter democrático, su mejor adaptación y definición a la estructura urbana-topográfica-geográfica de Barcelona, etc., se contraponen a los planes de Rovira i Trías (1859), de Jaussely (1905), de Rubio i Tudurí (1929), y Plan Comarcal del 1953 y plan Porcioles (1971) (9). Estos últimos trazan otra tradición más conservadora, de planteamientos técnicos más académicos, como formas legalizadores de actuaciones urbanísticas ya consumadas, y como expresión de una idea de ciudad burguesa por excelencia. De un modo más general, sería la contraposición entre los planes que conciben Barcelona con un sentido directriz dominante (eje Gran Vía) en contra de los que la ven como mancha de aceite de forma radiocéntrica. Que el desarrollo anárquico de la ciudad parezca que sea consecuencia de una falta de control y de previsión urbanizadora, es sólo una fácil conclusión a la que podríamos llegar en una primera aproximación al problema. Pero, como ya apuntamos anteriormente, debido al carácter unitario de la práctica urbanística con la teoría, toda acción urbanizadora por aislada, confusa y parcial que parezca, comporta, implícitamente, una ¡dea de ciudad que se realiza con tal acción.

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4.

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La construcción capitalista de nuestra ciudad desde 1750 a esta parte, ha correspondido a unos mismos criterios casi constantes que podemos caracterizar de la siguiente manera: a) La idea de conjunto de ciudad surge a partir de la visión aislada, inmediata y directa del propio perímetro y emplazamiento del solar, y como resultado de la lucha feroz de los intereses individualistas de la propiedad privada que como entidades aisladas, opuestas y autónomas no se conceden tregua. b) Las situaciones anárquicas, INCONTROLADAS, son el modelo ideal de la ciudad para el especulador nato. Por el contrario todos los intentos de racionalización o control son vistos e interpretados como leyes socialistas. c) La única racionalidad que impera es la ley de la jungla: vence el más fuerte. Los dictados del capital monopolista de Estado son los determinadores (cuando pueden superar las contradicciones internas del sistema) de las únicas formas posibles de acción urbanística. d) No hay punto de la ciudad que esté a salvo, libre de toda determinación especulativa. e) La máxima formulación de ciudad burguesa para todo especulador la constituye las grandes avenidas radiales con altos edificios pantalla para cada solar, y enormes plazas que como enormes monas de pascua estén adornadas de jardincitos raquíticos y fuentes monumentales. Las formulaciones urbanísticas sobre Barcelona de la línea conservadora que hemos apuntado, no son más que la quintaesencia de estos planteamientos definidores del urbanismo capitalista, a los que tratan de racionalizar desde dentro del sistema para poderlos justificar técnicamente. Esto debería quedar suficientemente claro en adelante para que la historia sea progresiva, es decir, para que la experiencia histórica sirva para dirimir planteamientos esquemáticos y capciosos que tratan de esconder o ignorar la naturaleza de nuestra realidad urbana. El lema del plan de Rovira y Trías para el concurso convocado por el Ayuntamiento para el Ensanche de Barcelona, que rezaba «El trazado de una ciudad es más obra del tiempo que de arquitecto», se contrapone a la resolución dialéctica de la contradicción fundamental de la ciudad capitalista anunciada por Cerda: «Urbanizar el campo y ruralizar la ciudad». La cita de Rovira i Trías se apoya en una comprensión pasiva y conservadora tanto de la ciudad como de la historia misma, al concebir ésta como una forma de naturalismo, fatalismo, etc. La historia como simple naturaleza, o el hombre a merced de fuerzas incontrolables (y como máximo al dictado de una providencia), son los preámbulos para una aceptación de los hechos consumados como una justificación histórica. Es esta concepción quietista y conservadora la que subyace bajo la ideología urbanística de los planes que hemos alineado según la categoría de conservadores. Por el contrario, la capacidad crítica que contienen los proyectos Cerda y Maciá, se apoyan en un conocimiento profundo de la historia y de la realidad urbana, en una voluntad transformadora de la ciudad incivilizada, que pretende ordenarla según las exigencias más cualificadas de cada momento histórico y como toda acción revolucionaria, han sido propuestas críticas que ponían en cuestión la sociedad misma a la que querían servir. El carácter de avanzado a su tiempo, y los planteamientos radicales de estos planes han sido fácilmente explicados como planteamientos utópicos, irrealizables, que sólo podrían tener sentido en su propio vivir teórico. Pero tal explicación, acorde con los supuestos conservado-


res de quienes los formulan, no puede aclarar nada por cuanto el problema de que se discute está planteado en otros términos. Los planes urbanísticos de Cerda y Maciá es evidente que contienen ciertos caracteres moralistas e idealistas( son defectos propios que conlleva la procedencia social y la ideología de sus autores), pero estos planes exigían unas formas de gestión propias, una opción política específica para ser llevados a la práctica. Con grado distinto en el plan Cerda que en el Maciá, existe cierto desconocimiento de las leyes económicas que rigen una economía de mercado, que son causa de ciertos defectos en el enunciado de las formas de gestión, pero ello no es menoscabo para que su fracaso pueda imputarse a tal desconocimiento. Su fracaso es exterior a los mismos, es imputable a las fuerzas políticas de la burguesía y pequeña burguesía que con unos intereses distintos y una propia idea de ciudad, desarrollaron una acción destructora de dichos planes, que se caracterizaban por su homogenidad y democratización. El éxito o fracaso de un plan urbanístico, no reside en la propia bondad o incoherencia, sino en la feliz coincidencia de un momento histórico creador con un plan urbanístico igualmente cualificado o en la falta de correspondencia entre situación política y plan. Lo que sí está claro es que con el desarrollo moderno del capitalismo en nuestro país desde unos 200 años, las formas urbanísticas posibles han sido aquellas que han correspondido con sus propias leyes e intereses generales, y en este sentido los planes de Rovira i Trías, de Jaussely, de Rubio i Tudurí, Plan Cocarcal 53, y plan Porcioles, no son más que las expresiones urbanísticas de aquella situación más general. La contradicción entre propuestas progresistas y sus destrucciones en cada etapa histórica (dado que los planos urbanísticos conservadores no son más que en definitiva el intento de liquidación de aquéllas), es la contradicción de la historia urbanística de Barcelona, siempre entre una propuesta cualificada que respondía a las exigencias de su tiempo y la acción destructora que la realización burguesa de la ciudad ha conllevado. Al mismo tiempo, esta dicotomía constituye la dialéctica que el proceso de desarrollo urbano barcelonés nos ofrece para enmarcar y comprender el sentido y las posibilidades de cada vía y de cada alternativa. Plan Maciá. - Plan Rubio i Tuduri. - Plan

1. Le Corbusier, J. Gomis y J. Prats Valles: «Gaudí: fotoscop», Barcelona, RM, 1958. 2. Le Corbusier: «La Ville Radieusse». 3. Pierre George: «Compendio de geografía urbana», pág. 151. Ediciones Ariel, Barcelona 1964. 4. Ibid., pág. 152. 5. Que la ciudad en su forma general sea expresión del sistema capitalista y la configure físicamente, no nos ha de llevar a confundir que esta caracterización de mancha de aceite diluya o contradiga otros análisis morfológicos que a escala más concreta y específica configuran la ciudad. Después de los trabajos de síntesis de Rossi sobre la ciencia urbana, no cabe CQnfundir ya la escala y relación de niveles y de los campos de estudio que al analizar el hecho urbano debemos tener. 6. «Las necesidades de viviendas en el Área Metropolitana» y .Análisis cualitativo de las viviendas de protección oficial (1956-64)». CRPC de CU 1965 y 1967. 7. Karel Kosic: -La dialéctica de lo concreto», pág. 74. Editorial Grijalbo, S. A. México 1967. 8. El plan Torres Clavé es el esquema urbanístico que propusimos como respuesta a las formulaciones oficiales de cara a la Exposición Universal de 1982 9. Denominamos plan Porcioles al esquema propuesto para la Revisión del plan general de Barcelona y que constituye la base de los folletos publicitarios del Ayuntamiento de Barcelona, denominados «Barcelona año 2000» y «Exposición Universal 1982», aparecidos ambos en 1971.

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Plan Cerda - Plan Rovira i trias. Torres Clavé. • Plan Porcioles.

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«Y entonces, comparando tiempos con tiempos, costumbres con costumbres y elementos con elementos, comprendí que la aplicación del vapor como fuerza motriz señalaba para la humanidad el término de una época y el principio de otra, y que al presente nos encontramos en un verdadero estado de transición, estado que podrá ser más duradero o más corto, según el carácter que tome la lucha que percibí comenzada ya, entre lo pasado con sus tradiciones, lo presente con sus intereses creados, y lo porvenir con sus nobles aspiraciones y arranques.»

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(Ildefonso Cerda, Teoría general de la urbanización, Tomo I).

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LOS PLANES DE BARCELONA • 1 I.

EL PLAN CERDA Y LA REALIDAD DEL ENSANCHE

Coordenadas económicas y políticas La anterior frase de Cerda (1816-1876) nos refiere ya a una situación concreta, caracterizada por el primer desarrollo industrial en Cataluña, que polarizado en Barcelona provocó unas fuertes corrientes migratorias hacia la ciudad. En efecto, de los 116.000 habitantes en 1830, se pasó a los 250.000 en 1877, llegándose en el último año del siglo a los 533.000. El aumento de densidad de población que esto provocó constituye, evidentemente, una de las causas inmediatas de la aparición del Ensanche. Barcelona empezaba, pues, a convertirse, a mediados del siglo XIX, en un floreciente núcleo industrial (1). La incorporación de los avances técnicos encontraba, con frecuencia graves impedimentos, entre ellos la todavía poderosa organización gremial. Ejemplifican esta situación las vicisitudes de la organización denominada «Comisión de Fábricas», creada por los industriales, la cual se veía obligada a defenderse por una parte de las repercusiones provocadas por la importación del liberalismo económico (libre concurrencia a los mercados nacionales de otros países más industrializados, contrabando incontrolado...), y por otra parte, de las intempestivas disposiciones de Fernando Vil (unas veces en el sentido de reinstaurar la organización gremial y otras en el de privilegiar los intereses de la industria extranjera, francesa en especial). En 1866 se desencadena la crisis económica más importante del siglo XIX. Durante este año el mundo bancario e industrial barcelonés estuvo en más de una ocasión al borde del colapso. Superada la crisis, el relativo orden que trajo consigo la Restauración y el triunfo del proteccionismo, dieron lugar a una mayor prosperidad. Este momento de afirmación de la potencia industrial coincide con un mayor aflujo de capitales traídos por los españoles que emigraban de las antiguas colonias y con una fuerte inversión inmobiliaria. Son los momentos de la llamada «fiebre del oro» (1876-1886), de la pujanza del catalanis-

mo burgués, de los inicios del modernismo, en los que el Ensanche recibe su auténtico primer impulso. En 1883, se abre la Gran Vía desde la Universidad hasta Sants; en 1888 se celebra en el Parque de la Ciudadela la Exposición Universal; en 1900 se construye la casa Amatller en el Paseo de Gracia; en 1902 se comienza la construcción dal Hospital de San Pablo: había empezado ya de un modo irreversible la ocupación del llano de Barcelona. Junto a estas circunstancias económicas, determinados hechos políticos (especialmente los ligados a las vicisitudes del derribo de las murallas) fueron determinantes en el proceso de concreta realización del Ensanche. Por el hecho de ser Barcelona plaza fuerte militar, estaba bloqueada la posibilidad de modificación del recinto amurallado y por tanto de expansión de la ciudad. Sin embargo, el progresivo aumento de la población, al dar lugar a densidades globales del orden de 860 habitantes por hectárea (cifra realmente desmesurada habida cuenta de la poca altura de las edificaciones), originó un fuerte movimiento reivindicatorío, ampliamente compartido, en relación al problema del recinto amurallado. Hacia 1839, se producen las primeras iniciativas del Ayuntamiento, para derribar las murallas, que cuentan con la adhesión de figuras tan dispares como Agustín Vila, Jaime Balmes y Manuel Duran y Bas. Por su parte, el destacado médico e higienista Pedro Felipe Monlau publica en 1841 un folleto titulado «Abajo las murallas» que obtiene una amplia repercusión popular. En realidad las manifestaciones de todo tipo favorables a la expansión de Barcelona no cesan a partir de entonces hasta ver consumado su propósito (2). Un acontecimiento decisivo a este respecto lo constituye el pronunciamiento del general Leopoldo O'Donell el 28 de junio de 1854. Esta fecha señala el comienzo del llamado «bienio liberal», etapa marcada por una distinta orientación política en lo referente a la estrategia militar de la nación. De este modo, el 12 de agosto del mismo año se dicta la Real Orden por la que se autoriza el derribo de las murallas de Barcelona que miran a tierra; esto da lugar a que el Gobernador Civil Cirilo Franquet encargue a Cerda el levantamiento del plano topográfico de los alrededores de la Ciudad. Sin embargo, sólo con la Real Orden del 9 de diciembre de 1858 se confirma la autorización del Gobierno de Madrid para llevar a cabo el ensanche ilimitado de Barcelona. La explicación detallada de las peripecias que siguieron a esta resolución excede la voluntad de estos párrafos de esbozar esquemáticamente la situación (3). Basta recordar que el Ayuntamiento barcelonés ( que en abril de 1858 había aprobado el anteproyecto de ensanche de Garriga y Roca) convocó de

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Publicamos en este número el primero de los dos artículos que bajo este título pretenden analizar la moderna historia urbana de Barcelona, a través del estudio de las propuestas urbanísticas que de algún modo han incidido en la construcción de la ciudad. Este primer capítulo abarca aproximadamente la etapa 18501930, mientras que el segundo se centrará en los años que van de 1930 a 1970.

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Vista a «vuelo de pájaro» de la ciudad en el momento que se está llevando a cabo el derribo de las murallas. Foto AHUAD.

Entronque de Cerda con la cultura de su época La conciencia del cambio social que en muchos aspectos se estaba operando con el nacimiento de la nueva era industrial, es la característica sobresaliente de la avanzada cultura de mediados del siglo XIX. Las repercusiones de este cambio en el aspecto físico de las ciudades constituyó un tema de preocupación en frentes muy diversos, desde el reformismo burgués al primitivo socialismo. Una aportación fundamnetal a este respecto la constituyen las propuestas de los llamados socialistas utópicos, especialmente Robert Owen (1771-1858) y Charles Fourier (1772-

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1837). Este último llegó incluso a elaborar un modelo espacial muy definido para sus propuestas sociales: el Falansterio. Probablemente la teoría urbana de Cerda no pasa por el aspecto más significativo de las elaboraciones de los socialistas utópicos: la prefiguración, frecuentemente abstracta, de un tipo socialista de ciudad, o más concretamente, de modelos de residencia comunitarios. Pero como ellos, parte de la conciencia del arcaísmo de la ciudad del primer desarrollo industrial. En su «Teoría general de la urbanización» escribe, «vi clara y distintamente que este organismo (el de la ciudad de la época) con los defectos capitales de que adolece, incompleto en sus medios, mezquino en sus formas, siempre restrictivo, siempre compresor, aprisiona y mantiene en constante tortura a la humanidad... (que) forcejea sin cesar para romper esas tiránicas cadenas de manipostería que la aprisionan.» Cerda pone, pues, el acento, en la contradicción entre la ciudad existente, que responde a una superada organización social, y la nueva concepción del mundo que puede derivarse de los avances técnicos y científicos. Su formación técnica (como es bien sabido Cerda era Ingeniero de Caminos, Canales y Puentes) le induce a plantearse el problema de la ciudad basándose en la investigación «acerca de las exigencias de la nueva civilización cuyo carácter distinto es el movimiento y la comunicatividad» y en el estudio de las posibilidades que ofrecen los nuevos medios de locomoción, ejemplificados entonces por la máquina de vapor.

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inmediato un Concurso de Planos de Ensanche del que resultó vencedor el arquitecto Antonio Rovira y Trías, pero la decisión del jurado había sido invalidada dos meses y medio antes por una Real Orden fechada el 7 de junio de 1859 por la que se aprobaba el proyecto de Ensanche estudiado por el ingeniero Cerda. A pesar de las muchas protestas que se originaron, el gobierno ratificó definitivamente esta decisión por medio del Real Decreto del 31 de mayo de 1860. Del estudio comparativo de los diversos proyectos de Ensanche que hemos mencionado, se deduce que la imposición resolutiva del poder central resultó en este caso más progresiva que la actitud de las corporaciones locales. He aquí un hecho paradójico aunque no del todo infrecuente.


Falansterio de Fourier. Plan Haussman para París.

Ringstrasse de Viena.

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Este entusiasmo maquinista era en aquel momento compartido por muchos intelectuales de formación socialista. Pensemos, por ejemplo, en Narciso Monturiol (que dedicó los últimos años de su vida a los trabajos e investigaciones sobre el submarino), fundador de diversos periódicos socialistas, y traductor en 1849 del libro «Le voyage en Icarie» del socialista francés Etienne Cabet. Sin embargo, Cerda, por muchos motivos ligado al socialismo pequeño-burgués de los proudhonianos y al socialismo romántico de los utopistas al modo de Owen o Fourier, contiene en su propia obra algunos aspectos que trascienden estas posiciones de partida. En efecto, el lúcido análisis que Cerda realiza sobre los elementos de progreso contenidos en la expansión capitalista y su voluntad de elaboración de una teoría racional sobre su campo práctico específico, le acercan en gran medida al socialismo científico. Su «Teoría general de la urbanización», que se adelantó en veintiséis años al «Der Stadteban» de Stübbens tenido por algunos como el primer tratado sobre urbanismo, constituye la primera teoría científica sobre el fenómeno urbano. A mediados del siglo XIX, cuando el impacto de la primera revolución industrial ha comenzado a desencadenar las grandes inmigraciones hacia los centros fabriles, gran número de ciudades europeas emprenden vastos planes de remodelación y extensión. La mayor parte de ellos se producen en ciudades cercadas por antiguas murallas, las cuales precisaban con mayor urgencia de los efectos expansivos y regularizadores de la planificación. El primer plano de Haussmann para París data de 1854, lo mismo que el proyecto, más reducido, de Ferrocarril Metropolitano de Londres. El año 1859 coinciden el proyecto de Ludwig Fórster para la Reingstrasse de Viena y el plan de Ensanche de Cerda para Barcelona. Poco después tiene lugar el plan de remodelación de la ciudad de Florencia. Leonardo Benévolo, en un conocido ensayo, subraya el carácter preferentemente técnico de todas estas propuestas y echa a faltar en ellas el trasfondo ideológico que atribuye al pre-urbanismo socialista de la primera mitad del siglo XIX. Habla Benévolo de una cierta coincidencia observable en los primeros socialistas entre los niveles urbanístico y político de sus propuestas. «Esta coincidencia, dice, es cierta, sin embargo, hasta el 48 en que el movimiento obrero no está todavía organizado en contraposición a los partidos burgueses; efectivamente, en las experiencias urbanísticas de este período confluyen diversas corrientes ideológicas, desde el comunismo igualitario de Cabet al neo-catolicismo francés. Marx y Engels imprimen después al movimiento obrero el cambio decisivo y el socialismo marxista, ocupado en explicar la revolución del 48 y su quiebra, en términos estrictamente políticos, pone en evidencia las contradicciones de los movimientos anteriores, pero pierde de repente la conexión entre instancias políticas y urbanísticas, que aunque formulada de modo simplista se había hasta entonces mantenido tenazmente» (4). Pensamos que pueden formularse algunas objeciones a esta tesis de Benevelo, las cuales pueden aclarar el significado que para nosotros tiene la propuesta urbana de Cerda. Benevelo elabora su tesis en torno al tema siempre recurrente y fundamental de la relación entre urbanismo y política, pero incurre en las mixtificaciones propias de toda forma ideológica de pensamiento. En primer lugar, no es justamente valorada la aportación del socialismo científico en cuanto a poner en evidencia el romanticismo de muchos planteamientos anteriores. Al desvelar los resabios moralistas de las propuestas de los socialistas utópicos, Marx y Engels no degradaron aquellas concepciones re-

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duciéndolas a una mera instrumentalización de los fines (que es como Benévelo entiende la actividad política), sino que establecieron las bases para la elaboración de nuevas propuestas urbanísticas centradas en su propia especificidad. En segundo lugar, y en estrecha relación con este primer aspecto, vale la pena subrayar un hecho que el propio Benévelo se plantea aunque tangencialmente: se trata de lo que Rossi llama «el destino técnico» de las diversas soluciones proporcionadas por los utopistas o por los técnicos burgueses, es decir, la capacidad de estas propuestas de contradecir o recuperar sus móviles ideológicos de partida, a tenor de otra serie de determinaciones externas a la propia propuesta. En efecto, podemos constatar «como el Falansterio se convierte en el auténtico modelo de la moderna casa de alguiler y como reaparece en Le Corbusier, como la ciudad jardín se presta óptimamente a iniciativas de especulación alto o medio burguesas, y como la máquina hausmanniana anticipa un tipo de técnica de intervención sobre la ciudad totalmente moderna» (5). Ciertamente el Plan Cerda en un período histórico concreto se convirtió en elemento de especulación en manos de la burguesía catalana. Pero las modificaciones experimentadas

por el Ensanche en el proceso dinámico de la realidad urbana, no deben hacernos olvidar el valor permanente de su incidencia en la construcción de la ciudad. De este modo el Ensanche se constituye en elemento primario, cuyo estudio y reconsideración deben ser fundamental para toda concepción urbana progresiva referida a Barcelona. Este es un punto en el que deberemos insistir más adelante. Análisis del plan propuesto por Cerda Para abordar el análisis del plan y con la idea de entenderlo en su globalidad, utilizaremos una metodología de acercamiento progresivo, de «zoom» cinematográfico, que de un plano general pase progresivamente a un primer plano del hecho urbano. Establecemos a este fin los siguientes criterios: — Asentimiento territorial. — Morfología urbana — Distribución de funciones — Tipologías edificatorias los cuales nos permitirán realizar ordenadamente el análisis sincrónico del plan.

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Topográfico del llano barcelonés levantado por I. Cerda. Foto IMH.

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a)

Asentamiento territorial

El Plan Cerda se asienta en el llano de Barcelona y toma esta condición topográfica como dato configurador. De este modo sus límites son: — la línea de la costa, en su parte inferior — la montaña de Montjuich, en el margen izquierdo — el río Besos, en el margen derecho — y la antigua vía romana (hoy Traveseras) situada aproximadamente sobre la cota 50 mts., en su parte superior. Una de las características más remarcables del Plan Cerda es la estructura ortogonal de su malla. Las direcciones de los elementos de esta malla vienen condicionadas por algunos hechos geográficos: — la dirección de los ríos Besos y Llobregat: N.O. — S.E., y de sus rieras (Horta, Gimena, Bagatell, Blanca...), es decir, la dirección de la pendiente montaña-mar: N.O. — S.E. — Las líneas paralelas de la costa y de la cadena montañosa, perpendiculares a las anteriores: S.O. — N.E. — la orientación más favorable para las condiciones de vida de las direcciones mencionadas (N.O. — S.E. y S.O. — N.E.) (6). — las direcciones de las salidas naturales hacia la comarca del Valles (las actuales Meridiana y Paralelo — carretera de Sants) que forman 90° entre sí y 45° con las direcciones de la malla ortogonal. Todos los datos que hemos mencionado junto con la concepción democrática de Cerda (7), se expresan en el carácter geométrico de la malla ortogonal, tan relevante y sorprendente en comparación con el urbanismo de trazados y arabescos característico de todo el XIX. Morfología urbana

La absoluta modernidad del Plan Cerda no es comprensible sin atender a la dimensión cultural, científica, universalista y visionaria de su personalidad. La comparación de su propuesta con otras dos propuestas de Ensanche que ya hemos mencionado (la de Garriga y Roca y la de Rovira y Trías), nos ofrece algunos puntos de reflexión. Obsérvese en la propuesta de Cerda: — la homogeneidad estructural, — la importancia atribuida a la movilidad, — la continuidad lineal de los viales de tráfico, — la anchura de las calles (20 mts.), — el carácter esponjado de la edificación (la manzana está sólo constituida por dos lados), — la relación constante entre viales y patios de manzana, concebidas como zonas de uso peatonal, — la regularidad geométrica de los cruces de calles (octógonos de 20 mts. de lado), — la capacidad del Ensanche, referida al número de habitantes previstos. Por todo ello, puede decirse que en Cerda se da un auténtico salto cualitativo en la concepción de la ciudad. Ya hemos hablado del entusiasmo de Cerda por la máquina de vapor, que le conducía a una exaltada y romántica visión del ferrocarril, a una auténtica mitología de la máquina. Cerda conserva en su propuesta la mayor parte del trazado ferroviario existente, lo cual le obliga en algunos puntos a una delicada operación de ajuste. Más adelante veremos la importancia de esta elección de Cerda referida a la vía férrea, para el posterior desarrollo de la ciudad.

Cuadro comparativ<) de los planes de 13arcelona,

Dimensión máxima trazado ciudad. Longitud máxima de calle recta. Distancia entre cruces. Vías rápidas. Anchura calles. Anchura calles rápidas. Tipología manzana. Pasos peatonales. Altura máxima. Capacidad.

Garriga ¡ Roca

Cerda

Rovira y Trías

2.000 m.

7.500 m.

5.000 m.

1.200 m.

7.500 m.

2.180 m.

200-140 m. cada 600 m. 10 ni.

113,3 m. todas 20, 30 y 60 m.

100 m. cada 1.200 m. 10 m.

20, 30 y 60 m. 20 m. edificada totalmente edificada sólo a sin patio central 2 lados entre manzanas algunos 16 m. 105.000 habitantes 800.000 habitantes

12 m. edificada a los 4 lados con patio ce ninguno 19 m. 280 000 habitantes

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b)


c)

Aparte del trazado del ferrocarril, aparecen en el Plan tres vías oblicuas con respecto a la malla: la Meridiana y el Paralelo, que coinciden, como indicábamos, con los caminos de salida hacia la comarca del Valles a través de los valles del Besos y Llobregat, y la Diagonal, que funciona como colector de los municipios que rodeaban el casco de la antigua ciudad y, de algún modo, como punto de referencia de todo el Ensanche. En este sentido Cerda no respetó (y posiblemente su decisión era correcta, en el marco de coherencia que su estructura urbana proponía, algunas vías circulatorias de gran tradición (como la Carretera de Sarria y las actuales Pedro IV y Avenida Mistral), pero éstas, debido a su necesidad de utilización durante el desarrollo parcial y fragmentario del Plan, emergieron definitivamente sobre la malla ortogonal. Con respecto a los elementos de dicha malla es preciso indicar: — la existencia de un gran eje longitudinal (la calle Corts, hoy Gran Vía) que atraviesa toda la ciudad y sugiere su posible dirección de crecimiento lineal. — la jerarquía y mayor anchura atribuidas a tres de las calles verticales: dos de ellas (Urgel y Paseo de San Juan) tangentes al casco antiguo, y la tercera (Paseo de Gracia, auténtico eje central del crecimiento) apoyada en la prolongación del eje primitivo de las Ramblas. — la incorporación del casco antiguo al Ensanche por medio de la prolongación por aquél de tres vías de 20 mts., dos en dirección montaña-mar (vías A y B) y otra perpendicular a ellas (vía C).

La posición de Cerda se manifiesta claramente contraria a la idea de privilegiar algunas zonas de la ciudad. Esto se ve sin esfuerzo observando el plano de equipamientos previstos (8): — todo el Ensanche está estructurado en núcleos vecinales que se aglutinan en torno a una especie de pequeño centro cívico compuesto de Iglesia, escuelas, guarderías... — la distribución de los mercados es también homogénea en toda la ciudad (y aparece uno por cada cuatro de los centros anteriormente descritos), — asimismo es dispersa la localización de los edificios administrativos y de los parques urbanos. Hay por tanto, una clara voluntad de homogeneizar toda la malla. En cuanto a los grandes equipamientos urbanos provistos por Cerda cabe señalar: — la localización más arriba del límite superior de la zona edificada de tres centros hospitalarios que sirven a franjas verticales de ciudad aproximadamente iguales. — la ubicación de los colectores de transporte y núcleos de abastecimiento en la franja costera, barrida por el ferrocarril, según una norma centralizadora. — la existencia de un gran parque urbano en el margen derecho del Besos que funciona como pulmón de la ciudad y como protector de la edificación en caso de riadas. Con respecto a la ubicación de las zonas industriales no hay ninguna referencia explícita en el Plan, lo cual resulta sorprendente, habida cuenta de la formación económica y técnica de Cerda. Puede pensarse en una posible localización homogénea en la malla de las industrias de tipo artesanal (todavía predominantes), mientras que las grandes industrias quedarían segregadas del área urbana localizándose, por razones de fun : cionamiento, junto al mar y a los ríos Besos y Llobregat; pero la falta de alusiones claras en relación a este tema sigue, en definitiva, inexplicada. Esta consideración no debe conducirnos, sin embargo, al equívoco que se manifiesta en algunas interpretaciones del Ensanche planeado por Cerda que lo conciben como zona de ubicación exclusiva de las clases burguesas. Resulta difícil, en efecto, que la burguesía poseyera por sí sola el suficiente potencial como para ocupar una nueva ciudad de más de 500.000 habitantes. De las conclusiones que en el análisis hemos ido estableciendo puede deducirse por el contrario la ideología comunitaria de Cerda: sus principales fuentes de datos las obtuve entre la clase obrera y más de una vez se vio comprometido en las luchas populares reivindicatorías que se gestaron en su época. d)

En el cruce de dos grandes vías oblicuas (Diagonal y Meridiana) y del eje longitudinal, surge la Plaza de las Glorias. ¿Hasta qué punto había en Cerda la idea de establecer en ella un nuevo centro urbano? Consciente de la potencialidad central y de la gran tradición popular del Paseo de Gracia, tal vez intentara trasladar el centro de gravedad de su Ensanche hacia el río Besos. Pero es posible que la Plaza de las Glorias tuviera para Cerda solamente propiedades geométricas. En realidad, ¿hasta qué punto podía sospecharse el valor de la centralidad desde el entorno amurallado de la antigua ciudad? ¿No es suficientemente significativa la palabra Ensanche? 30

Tipologías edificatorias

No se conoce ningún escrito de Cerda que hable explícitamente de la tipología de vivienda en el Ensanche. Posiblemente hubiese planteado este tema en el tercer tomo de la «Teoría general de la urbanización» que quedó sin escribir a causa de su muerte acaecida en 1876. No obstante a través del análisis de las tipologías precedentes y contemporáneas a Cerda, puede deducirse el planteamiento de este problema contenido implícitamente en su propuesta. Retrocediendo a la casa artesanal del siglo XVIII anotemos los elementos constantes de su conformación:

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Plan Cerda: estructura viada.

Distribución de funciones


iglesias, escuelas, guarderías

mercados

edificios administrativos

parques

Plan Cerda: equipamiento.

— el patinejo central de ventilación, — el aumento de altura en las edificaciones, generalmente hasta planta baja y 4 pisos, — la reducción de la vivienda al pasar de una vivienda de 2 plantas a 2 viviendas por planta, — el desarrollo más regular de las manzanas, a causa de la mayor distancia y paralelismo que se establece entre las calles que las limitan. Estos elementos observados y analizados por Cerda, como veremos, configuran en gran medida su propuesta tipológica. Dos años después de la aprobación de su Plan, Cerda vio con preocupación que éste no prosperaba y lo atribuyó en gran medida a la falta de acuerdo entre los diversos intereses especulativos y a las dificultades derivadas de la antigua parcelación territorial. Propuso entonces un detallado método de reparcelación, dirigido a regularizar al máximo las parcelas edificables. Entre otras limitaciones fijó Cerda la anchura mínima apta para la edificación de 8,60 mts., cifra inequívocamente derivada de la tipología de la casa arteanal. Lo mismo puede decirse de la profundidad edificable prevista (unos 20 metros)

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— anchura de 6-8 metros, debida a la tradicional parcelación de los terrenos, — profundidad edificada de unos 10 metros (excepto el núcleo central de servicios, todas las estancias están ventiladas) , — disposición en dos plantas y desván, — crujías de 4 metros, — conformación de la manzana en función directa de la estructura parcelaria. Posteriormente y hasta mediados del siglo XIX, la explosión demográfica y las limitaciones de las murallas obligan a una superdensificación de la ciudad, la cual da lugar a la aparición de la casa de vecinos de 5 plantas de altura entre medianeras. En todo este proceso permanecen invariables: — la anchura de la parcela, — y la distancia entre crujías (4 metros). Por el contrario aparecen nuevos conceptos: — una mayor profundidad edificable (de 20 a 24 metros), — el acceso independíente a las viviendas mediante la escalera con puerta propia en fachada,

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la cual exige la presencia de un patio, a lo que en principio se oponía Cerda. A pesar de ello la estructura de manzana abierta y la gran anchura del espacio interior de la manzana (60 mts.) permitía, además de la penetración de luz y ventilación, la posibilidad de un doble acceso a la vivienda (por la calle y por el espacio interior de la manzana) proporcionándole una gran flexibilidad. La dinámica de los hechos habría de imponer, sin embargo, una realidad muy distinta a la prefigurada por Cerda.

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Tipología de casas artesanas: planta baja y piso. Crecimiento de Barcelona: ocupación del Ensanche

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La evolución del Ensanche y el Plan Jaussely

67.200 m?

+ 18 944.41 m?

+126.323,20 m 3

+ 29.440 m?

+ 52.864 m3

= 294.771.61 mí

Densificación de la manzana.

Evolución de las tipologías y aumento de la densidad demográfica.

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En 1860 tras la aprobación definitiva del Plan Cerda, la ciudad de Barcelona comenzó rápidamente a extenderse por las zonas contiguas al antiguo casco (las Rondas), ocupadas hasta entonces por las murallas, y a lo largo del eje que unía la ciudad con la villa de Gracia, en aquel momento la población de mayor vitalidad de cuantas se asentaban en el llano de Barcelona. Dicho eje (el Paseo de Gracia) al unirse con la ciudad medieval a través de la Plaza de Cataluña se constituyó en el centro representativo y comercial del Ensanche. De esta manera, la total homogeneidad prevista por Cerda, desapareció ya en las primeras fases de su construcción, debido a que mientras en el eje central se concentraba el equipamiento, el resto del equipo que debía distribuirse regularmente en el Ensanche (escuelas, mercados, etc.), era sustituido por zonas de vivienda, a la vez que las zonas previstas como parque urbano eran ocupadas en muchos casos por grandes equipamientos como el Templo de la Sagrada Familia, el Matadero, el Hospital Clínico, la Cárcel Modelo, la Estación del Norte, etc., sin que la administración municipal ejerciese la función gestora que podría haber asegurado el cumplimiento del Plan. Otro punto sustancial es que de haberse conservado la densidad prevista por Cerda, Barcelona posiblemente hubiera ocupado toda la extensión del Ensanche en 1900. La densidad propuesta en el Plan frente a la especulación que afectaba a las zonas de crecimiento preferente, condujo a la grave decisión de construir las manzanas a cuatro lados y repercutió en su considerable densificación. Esto supuso no sólo un cambio cuantitativo en su capacidad, sino también un cambio cualitativo en la morfología urbana, una alteración con respecto a la unidad morfológica del Plan: de la manzana abierta como espacio urbano, se pasó a la calle continua formada por una sucesión de casas entre medianeras que representaban al único espacio público existente, la calle, una pantalla de fachadas representativas. Para Cerda el ferrocarril no tenía las connotaciones de suciedad y degradación que tiene ahora para nosotros. Así, al ser concebido acríticamente, con una carga de exaltación maquinista (9), como medio de comunicación ideal, potenció el crecimiento de zonas mixtas de industria y vivienda en los municipios del llano de Barcelona por los que atravesaba (Pueblo Nuevo, San Andrés, Sants, etc.). Estos al no aceptar legalmente el plan del Ensanche hasta fechas tardías (10), crecieron de manera anárquica formando una barrera que entorpeció su posterior desarrollo. De este modo el Ensanche siguió densificándose hasta principios de siglo alrededor del Paseo de Gracia y tendió a prolongarse hacia la parte alta de la ciudad (11). El crecimiento simultáneo del Ensanche (polarizado alrededor de un eje) y de los municipios vecinos (apoyados en los cascos de las antiguas poblaciones), corresponde pues a las características de crecimiento típicas de la ciudad burguesa. Ya el Plan de Rovira i Trías habia formalizado un esquema radial, que preveía tan sólo el crecimiento en torno al casco antiguo, según unas dimensiones adecuadas al asentamiento de la burguesía y aptas para la especulación y dejaba el resto del llano expuesto al crecimiento incontrolado de los viejos pueblos. Cerda no pensaba en un Ensanche que ubicase tan sólo a la clase dominante, pero su Plan fue progresivamente desvirtuado en la forma más conveniente a los intereses de aquella. Ya desde el inicio, el proceso de realización del Plan Cerda coincide con el de su degradación. Con el Plan Jaussely esta situación adquiere carácter oficial. En efecto, el Ayuntamiento barcelonés al aprobar en 1905

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terciario vivienda de lujo

"

media

MEDITERRÁNEO »

obrera

Crecimiento de Barcelona: calificación del suelo. 34

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industria (ligera Va pesada)


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Las manzanas densificadas en 1928. A partir del carbio de las ordenan de la postguerra se aumentará aún más la altura y la profundidad edificables con los áticos y los sobreáticos. Fotos de Segarra y Torrens.

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Perspectiva de Jaussely centrada en la Plaza de las Glorias Catalanas y que formaba parte de los planes del anteproyecto ganador. Foto 1MH. Plan Jaussely. Parques y jardincillos. Foto IMH.

Foto

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Confluencia de Sants con el Ensanche en la Plaza de España, en el centro, año 1926, antes de la urbanización de la Exposición Universal de 1929. Archivo A. Jardí.

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— degradación de grandes zonas del casco antiguo de la ciudad, — excesiva densificación del Ensanche, que precisa una remodelación, — existencia de una muralla de trama anárquica que rodea el Ensanche y que puede compararse a las fortificacio38

nes militares que en el siglo XIX impedían el crecimiento de la ciudad. Para afrontar la solución de estos p r o b l e m a s , el G.A.T.C.P.A.C. junto con Le Corbusier, proponía en 1932 el Plan Maciá, que significa un cambio de escala en la planificación urbana. En la segunda parte de este artículo nos referiremos a la última etapa de la evolución de la ciudad, a partir del análisis de esta importante propuesta.

1. A título de ejemplo recuérdese que en 1760 trabajaban en telares manuales 10.000 obreros y que el telar mecánico hizo su aparición en Cataluña en 1832. A partir de entonces la industria textil creció impetuosamente: de los 231 telares mecánicos existentes en 1840, se pasa en 1850 a los 4.000 y a los 9.000 en 1860. 2. En 1843 se produjo una manifestación popular, que encabezada por las autoridades se dirigió procesionalmente a la Ciudadela, donde al grito de «Comencem» proferido por el síndico del Ayuntamiento a la manera en que se solían iniciar las sesiones corporativas, se dio comienzo a la demolición. Los boquetes abiertos en esta ocasión fueron vueltos a tapar a los pocos días por fuerzas del Ejército. 3. Véase a este respecto el artículo «De la Barcelona amurallada a la del ensanche Cerda» de Vicente Martirell Portes en «Historia del urbanismo en Barcelona». Fabián Estapé en el tomo III de la «Teoría general de la urbanización» desarrolla exhaustivamente toda esta temática, sobre todo en los capítulos, «El derribo de las murallas de Barcelona» (pág. 115) y «La revolución de julio y el bienio liberal (54-56) (pág. 153). 4. Leonardo Benévolo, «Orígenes de la urbanística moderna». 5. Aldo Rossi, «L'idea de citta socialista in árchitettura» (en el libro colectivo «L'analisi urbana e al progettazione architettonica» editado por el Politécnico de Milán) (pág. 58). 6. Cerda recogió en su preparación del Plan de Ensanche para Barcelona, una serie de importantes datos estadísticos, entre ellos los referidos a la mortalidad de la población. La vida media oscilaba, debido a la desmesurada mortalidad infantil; entre los 36 años para la clase rica y los 23 para la clase obrera. Esta constatación influirá después en la formalización de su propuesta. 7. «..las vías de la ciudad mercantil e industrial .. por lo común obedecerán a un sistema octogonal que es el que más puede acercarse a la igualdad entre todas las familias y para todos los servicios». Cerda. Teoría General de la Urbanización. 8. «Per primera vegada, segurament, el pía ortogonal contradiu la definició del mateix Mumford segons la qual la unitat essencial urbana no era pas el barri, sino Tilla, en funció d'una arteria de tráfic. Cerda sap superposar a la xarxa rectangular la intricada compleixitat orgánica d'una ciutat feta per la integració de barris». Oriol Bohiqas, «Barcelona entre el pía Cerda i el barraquisme». Ed. 62 (pág. 91). 9. « ..de manera que tal vez no se encontraría un solo hombre urbano que no quisiese ver la locomotora funcionando por el interior de las urbes, por todas las calles, por enfrente de su casa para tenerla constantemente a su disposición.» Teoría General de la Urbanización, tomo I. 10. Los municipios del llano se adhieren a Barcelona en 1897, a excepción de Horta que lo hace en 1903 y Sarria en 1921. 11. Es revelador el hecho de que el primer ferrocarril urbano, el de Sarria, tenga su trazado paralelo al eje del Paseo de Gracia, por las calles de Balmes, y prolongándose hacia las zonas de veraneo de las clases burguesas (San Gervasio, Tres Torres, Sarria). Estos lugares se convertirían más tarde en zonas de residencia fija de las clases altas. 12. «Fora com una realisació provisional de la Barcelona proyectada per l'arquitecte tolosí premiat en el concurs d'enllassos i fora'l camí per a fer de Barcelona una ciutat gran, donan-li el caient d'un París y trayent-li per sempre mes aquest aire d'America cursi de la quadrícula que s'extén al infinit com una erupció geométrica». Puig i Cadafalch, Proclama electoral para la elección de concejales publicada en «La veu de Catalunya» del 1 de noviembre de 1905. 13. Estos ataques tomarían el grado máximo de incivilidad cuando Puig i Cadafalch encargaría la destrucción de todos los ejemplares existentes a las librerías de viejo de la «Teoría General de la Urbanización» de I. Cerda.

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el «Anteproyecto de enlace de la zona de Ensanche y de los pueblos agregados entre sí y con el resto del término municipal de Sarria y Horta», presentado por el arquitecto francés León Jaussely al concurso convocado en 1903, adoptaba definitivamente una idea de ciudad que se había ido gestando con la Restauración y el comienzo del Modernismo. Las declaraciones del arquitecto Puig i Cadafalch (12), miembro del jurado de dicho concurso, hacen patente el carácter de abierta, destructiva oposición a la trama Cerda que estaba en la base de la propuesta premiada y que constituye un eslabón más en la cadena de ataques sistemáticos de que el Plan Cerda había sido objeto (13). El Plan Jaussely con su carga académica y monumentalista, su teoría de grandes trazados escenográficos, su carácter formalista, etc., ejemplifica perfectamente el modelo de ciudad burguesa por excelencia, que como ha señalado Quaroni tiene en la triangulación su más peculiar característica morfológica. En este punto, tal vez vale la pena hacer algunas precisiones sobre el tema de las relaciones entre el modelo urbano de Jaussely y la concepción modernista de la ciudad. Una de las constantes de la actitud modernista frente al hecho urbano es su voluntad de operar a una escala limitada, controlable visualmente, cerrada en su propio contexto. Si bien es cierto que este modo de hacer se ajusta perfectamente a los intereses de la propiedad privada, por cuando se circunscribe a la parcela sin poner en cuestión el carácter aislado e individual de las intervenciones, cabe buscar en este aspecto, como contrapartida, la causa de algunas virtudes de lo que entendemos por Ensanche. En efecto, de esta voluntaria limitación se ha derivado la capacidad de la arquitectura modernista de convertir el Ensanche burgués de Barcelona, en una parte específica, caracterizada, de la realización del Plan Cerda. Es decir, el modernismo a pesar de haber modificado los móviles ideológicos de la trama Cerda, supo introducir en ella unos significados culturales e históricos que, aunque distintos, son reconocibles por todos, forman parte de la memoria colectiva. Sin embargo, fuera de la tutela geométrica de Cerda, la concepción urbana modernista salvo pocas excepciones manifiesta una insoslayable carga académica, una irreprimible tendencia hacia la monumentalidad y los efectos perspectivos. Puede decirse, en una primera aproximación al tema, que el Plan Jaussely ejemplifica este aspecto académico del modernismo. Sobre la directriz general del Plan Jaussely se estableció más tarde el «Plano General de Enlaces y Espacios Libres» aprobado en 1917, el cual ha configurado el anillo que rodea actualmente el Ensanche, proponiendo la triangulación de la malla ortogonal en las zonas de Ensanche que no habían sido aún construidas e introduciendo un cinturón periférico muy parecido al actual 1.er Cinturón de Ronda. Este plan se concreta en grandes avenidas de enlace entre municipios sobre los antiguos límites jurisdiccionales y en un desarrollo urbanístico impulsado por actuaciones puntuales como la Exposición Universal del año 1929. Los resultados de este tipo de planteamiento son analizados en 1932 precisa y escuetamente por el G.A.T.C.P.A.C. y se resumen en los siguientes puntos:


DEENSA DEL PATRIMONIO

Demolición de los Halles de París. Junio 1971. Foto Daniele Schwartz.

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Hechos recientes a nivel internacional y nacional como la demolición de los Halles de París, el proyecto de construir un hotel de lujo en la zona del Park Güell, así como la demolición del Puente de Molins de Rei, han servido para plantear ante la opinión pública el problema de la sistemática y progresiva destrucción del patrimonio cultural por parte de los grandes grupos económicos que ponen «las manos sobre la ciudad» como si de algo propio y exclusivo se tratara. La defensa de estos bienes culturales a través de la denuncia que como respuesta a estas situaciones concretas y aisladas se han realizado, no es más que un primer paso de una estrategia previsora que hay que desarrollar, de la cual los dos documentos que a continuación publicamos no son más que los primeros elementos de esta nueva situación. El primero es la Declaración de Praga que amplía, por primera vez, el campo de los valores a proteger a las obras comprendidas desde 1800 hasta nuestros días. La Declaración de Palma de Mallorca, de mayor repercusión a nivel nacional, es la primera toma de posición a nivel global de los organismos profesionales de los arquitectos. Dichos Colegios pueden desarrollar una función de acicate y de estímulo a esta misión que comoetiendo primeramente a la Dirección General de Bellas Artes, no debe ser abandonada por cuantos organismos, asociaciones y ciudadanos tengan en estima su propia identidad histórica y cultural que el patrimonio artístico representa.

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Resolución para la protección de los monumentos culturales de los siglos XIX y XX

Los participantes en el Symposium sobre protección de los monumentos artísticos de los siglos XIX y XX, organizado por el Centro de Praga de la Protección del Estado de los Monumentos y la Naturaleza, en colaboración con la Unesco, y bajo el patrocinio del Ministro de Cultura de la República Socialista Checa y el Alcalde de Praga; y celebrado, con participación internacional, del 5 al 8 de octubre de 1971, en Praga. Acogen la iniciativa de los organizadores (el Centro de Protección) de convocar esta importante reunión, que constituye la primera ocasión de intercambiar experiencias y opiniones sobre la protección de los monumentos artísticos y culturales contemporáneos, así como de otros monumentos, y que ha contribuido a aclarar los puntos de vista y los objetivos. Los participantes en el Symposium, entre ellos numerosos representantes de los Comités Nacionales del ICOMOS y especialistas de 11 países europeos, considerando la protección de los monumentos culturales de los siglos XIX y XX como urgente, han adoptado, por unanimidad, las conclusiones siguientes, con el fin de apoyar la realización de dicha protección: 1. Considerar como tarea urgente, el reforzamiento de la protección de los monumentos arquitectónicos, artísticos, técnicos o de otra importancia cultural de los siglos XIX y XX, pues constituye, a escala mundial, un problema real. 2. Las experiencias existentes, demuestran que los monumentos culturales de esta época se encuentran considerablemente amenazados, sobre todo en razón de frecuentes reutilizaciones, que van en contra de su importancia cultural. Todo aplazamiento de la protección representaría una posibilidad más para su destrucción y para la pérdida irreparable de documentos importantes de la evolución histórica y la desaparición de sus efectos estéticos, en tanto que ejemplos de las creaciones artísticas de la época en que fueron construidos. 3. Con el tiempo y la evolución de los conocimientos, nuevos criterios para la evaluación de las obras del pasado, en tanto que monumentos culturales, han sido creados. Cada obra cultural, correspondiente a su época, representa un documento, un testimonio vivo y una manifestación de las capacidades creadoras y de la vida de una sociedad, todos ellos hechos irrepetibles e irremplazables en su originalidad. No se puede negar a ninguna etapa de la evolución social el haber creado valores artísticos, científicos, técnicos o de otro tipo, de gran importancia. 4. La arquitectura, así como la jardinería y las obras artísticas, técnicas o de otro tipo de la época mencionada, representan valores creadores que deben ser protegidos, de la misma forma que las creaciones de épocas precedentes. Es preciso, que la evolución de las construcciones, en relación a sus valores, esté sistemáticamente unida a la protección de 40

los valores ya creados, y es preciso encontrar ia correlación óptima de la conservación, de la restauración y de la adaptación de los monumentos culturales, también de los siglos XIX y XX, con las necesidades de la sociedad contemporánea. 5. Es también necesario proteger los monumentos de valor artístico, histórico y documental o de otro valor cultural tales como los conjuntos urbanos, las obras de arte de la jardinería, las fortificaciones, las fábricas, las obras técnicas, etc. Entre los diferentes objetivos arquitectónicos escogidos para la protección, es preciso señalar su estructura constructiva y su distribución, sus ornamentos y detalles, así como la pureza del estilo de los interiores. 6. Al lado de la arquitectura y sus conjuntos, así como de las áreas verdes protegidas, un gran número de obras de gran valor cultural, continúan utilizándose práctica, efectiva y materialmente durante largo tiempo, contribuyendo a la creación del medio de vida del hombre. A fin de mantener el nivel cualitativo de este medio, es necesario que el mantenimiento, las adaptaciones y las modernizaciones, incluso de los objetos de menor importancia, sean realizados tomando en consideración la manifestación del estilo de la época en relación con la concepción del conjunto. 7. En el marco de los cuidados dedicados a los monumentos arquitectónicos y de otro tipo de los siglos XIX y XX, es preciso difundir entre la opinión pública la noción de sus valores, y velar por la aplicación práctica de su función socio-cultural y educativa. Para la puesta en práctica de estos principios y puntos de vista sobre la protección de los monumentos, los participantes en el Symposium, recomiendan al Comité Ejecutivo del ICOMOS: I. Dirigirse a la UNESCO, proponiendo la integración de la problemática de la protección de los monumentos de los siglos XIX y XX y de los conjuntos de estos monumentos, en el programa de protección de los bienes culturales. II. Presentar a la UNESCO la iniciativa de invitar a los estados miembros a desarrollar la búsqueda, el inventario, la protección, la conservación y la restauración, así como la utilización socialmente adecuada de estos monumentos y, si es necesario, elaborar con la ayuda del ICOMOS una Recomendación Internacional dirigida a los Estados miembros en este sentido. III. Constituir en el marco de estos organismos, una Comisión Internacional de Trabajo, para asegurar el estudio multilateral y la solución de la problemática de la protección de los monumentos de los siglos XIX y XX y contribuir a desarrollar la colaboración internacional coordinada y el intercambio de experiencias en este campo. Tomando en consideración la iniciativa de la que Checoslovaquia ha dado pruebas en este sector, esta Comisión Internacional de Trabajo, debería constituirse en el seno del Comité Checoslovaco del ICOMOS.

La Comisión de Resolución. Praga, 8 de octubre de 1971.

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DECLARACIÓN DE PRAGA


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Proyecto de hotel de lujo que se pretende construir en el solar se単alado en la zona del Park G端ell. Agosto 1971.

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lo, ingerencia de los intereses privados en la decisiones del poder público y una mercantilización de la cultura basada en el prestigio académico o en la mixtificación de los valores populares— tienen un alcance global que desborda cualquier actuación sectorial y limitada. Esta resolución global no es alcanzable sino con transformaciones de carácter estructural, por lo que no se oculta la inevitable contradicción en la que se moverán las acciones de defensa del patrimonio arquitectónico, urbanístico y ambiental, en tanto se produzcan en el actual marco social. 1.2. Afirmamos, sin embargo, el valor permanente de la arquitectura, como hecho de creatividad y como manifestación física de la vida social del hombre. Estos valores constituyen un patrimonio cuya supervivencia es una necesidad inalienable y una responsabilidad colectiva. 1.3. La explícita función social encomendada a los Colegios de Arquitectos no puede quedar ajena a la realidad de estos fenómenos. Su compromiso deberá producirse, en primer lugar, asumiendo un papel crítico que clarifique y oriente los términos de esta problemática, cuya responsabilidad recae explícitamente en nuestra profesión. En segundo lugar, se advierte la necesidad de una función docente —una actividad de reciclage— que los Colegios deben asumir como concienciación y formación de los profesionales a lo largo de toda su vida, a fin de mantener un nivel de competencia profesional acorde con las exigencias progresivas del desarollo de la cultura moderna. En tercer lugar, aún cuando los Colegios de Arquitectos no deben descargar a la Administración de sus responsabilidades y funciones en la defensa de este patrimonio, pueden, en cambio —junto a su función crítica— ofrecer y desarrollar experiencias piloto que ilustren diversas posibilidades de resolución de la problemática planteada.

Promovido por el «Archivo Histórico» y el «Centro Guillem Sagrera» del Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña y Baleares y patrocinado por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España se han reunido en Palma de Mallorca durante los días 4, 5 y 6 de mayo de 1972, representantes de todos los servicios culturales y Archivos Históricos de los Colegios Oficiales de Arquitectos de España, estableciendo las siguientes conclusiones:

1.

Consideraciones generales 1.1. Ante la expansión incontrolada de las ciudades y el deterioro y destrucción de la riqueza cultural, arquitectónica y ambiental del patrimonio nacional, se ha puesto de manifiesto la incapacidad de los organismos de la Administración para hacer frente a este proceso. Asimismo los profesionales de la arquitectura han perdido toda capacidad de intervención ordenadora en dicho crecimiento, apareciendo estos hechos como una característica más de la crisis de la forma liberal de la profesión. Las causas profundas que provocan esta situación —especulación del sue-

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2.

Exigencias ante la Administración 2.1. A causa de la dimensión urbana de la arquitectura, solo a través de la integración funcional, espacial y democrática de los sitios, conjuntos y monumentos en la ciudad será como se podrá asegurar su protección y puesta en valor.

Frente a la concepción académica de la defensa del patrimonio entendida como restauración más o menos arqueológica o pintoresca, en función de una cultura de prestigio oficial o bajo las fuertes solicitaciones de una demanda de consumo turístico evasivo, planteamos la necesidad de una concepción que parta de la reutilización social de los monumentos y sitios desempeñando un papel activo en la vida cultural de la ciudad. 2.2. Será necesario que la Administración en su política de planeamiento tenga ya en cuenta desde el momento de la concepción de los planes, el establecimiento y coordinación de estudios concertados con los organismos interesados en la protección del patrimonio a nivel nacional, regional y local. 2.3. Por todo ello, la protección del patrimonio debe constituir definitivamente y de ahora en adelante, uno de los elementos determinantes de una auténtica política de planeamiento urbano y territorial. 2.4. En cuanto al aspecto legislativo, vista la ineficacia y la transgresión frecuente de las leyes vigentes, consideramos necesario: a) la aplicación estricta e insoslayable de dicha legislación vigente, aportando la fuerza necesaria para respaldar la obligatoriedad de su cumplimiento, sin que ello impida la necesaria actualibación de los aspectos anacrónicos o inexistentes. b) que se arbitren las previsiones fiscales, financieras y administrativas para su real puesta en práctica. c) que se establezca una organización regional y local eficaz, dotada con personal competente y medios financieros, a fin de garantizar una gestión descentralizada y coherente con la diversidad de necesidades de las distintas culturas del país.

3.

Exigencias de los Colegios de Arquitectos

A partir de las anteriores consideraciones los Colegios de Arquitectos deberán tomar las medidas concretas que respondiendo a los presupuestos enunciados se concretan en los siguientes extremos: 3.1. La creación de organismos del tipo de los llamados «Archivos Históricos» ensayados ya en algunas demarcaciones colegiales que tengan

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DECLARACIÓN DE PALMA


como finalidad específica la defensa del patrimonio y la investigación histórica. 3.2. A tenor de las diversas características que la defensa del patrimonio implica en cada región, parece necesario plantear estos servicios con la flexibilidad suficiente para la consecución de aquellos objetivos. 3.3. La consecución de una coordinación entre todos los «Archivos Históricos» así como la elaboración de una política general, constituye el objetivo de la próxima etapa a desarrollar en reuniones sucesivas. 3.4. La garantía de continuidad y profundidad de estos trabajos solo puede asegurarse mediante dotación presupuestaria adecuada. A tal efecto, se ha podido evaluar que para un mínimo de profesionalidad y consistencia de la labor a desarrollar, deben estimarse los recursos por lo menos en un 2 % de los presupuestos globales de cada Colegio. 3.5. La creación de estos servicios colegiales deberá plantearse como una forma de trabajo profesional y no solo como marginal actividad complemen-

taria. Esta profesionalización será, por otro lado, la garantía más efectiva de materializar aquella función docente que para los Colegios se reclamaba. 3.6. Esta función protectora no puede desarrollarse sin una base de investigación suficiente sobre la temática de la historia de la arquitectura entendida como apoyo científico de esta labor. 3.7. Será, por otra parte, necesario que los Colegios para dar cumpimiento a la presente Declaración incluyan como norma deontológica la correcta y cualificada intervención de los profesionales en monumentos, sitios y conjuntos, arbitrando para ello formas específicas de control en el visado y responsabilizándose de la actuación de los profesionales de la administración que trabajen en los campos de la defensa del patrimonio. 3.8. Para la consecución de estos fines es imprescindible la utilización de los medios de comunicación (prensa, recursos legales ante la administración, actividades culturales tales como conferencias, exposiciones, publicaciones, etc.), para conseguir estados de

opinión pública y sensibilización general que aclaren los objetivos propuestos. De igual importancia será la concurrencia de los Colegios en los procesos administrativos que afecten a la defensa del patrimonio a través del ejercicio de recursos legales y de cuantos procedimientos permita la legislación vigente. No puede ignorarse que en las actuales circunstancias estas formas de actuación aparecen como las únicas que garantizan la eficacia de la función social deseada. Por todo ello acordamos remitir estas conclusiones a los Colegios Oficiales de Arquitectos de España, a los organismos competentes de la Administración y a la opinión pública para que con carácter de urgencia se adopten todas las medidas necesarias para la puesta en marcha de cuanto se ha señalado.

Palma de Mallorca, 6 de mayo de 1972.

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Demolición del Puente de Molins de Rei. Marzo-Abril 1972.

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CONCURSO EN SANTIAGO DE CHILE

1.

DESARROLLO HISTÓRICO DE SANTIAGO

Santiago del Nuevo Extremo fue fundado el 12 de febrero de 1541, por el capitán don Pedro de Valdivia, quien al mando de 150 peninsulares había llegado al Valle Central chileno desde el Perú. El trazado de sus calles y la situación de los principales edificios se hizo teniendo como base las normas que señalaba el Código de Indias, dictado por Carlos V. La ciudad surgió como una cuadrícula colocada a los pies de una pequeña colina —«Huelen» en lenguaje indio, hoy Cerro Santa Lucía— y en un lugar con características de una isla, por la bifurcación del río Mapocho. Pedro de Valdivia fue siempre un profundo enamorado de estos lugares y así, por ejemplo, le escribió a su monarca: «esta tierra es tal, que para vivir en ella y perpetuarse no la hay mejor en el mundo...» «parece que Dios la creó a posta para poder tenerlo todo a mano». La ciudad hasta mediados del siglo pasado tuvo un desarrollo y expansión muy lentos. Terremotos, inundaciones y ataques de indios —al principio de la Conquista—, contribuyeron a ello. En 1818, año de la Independencia, la ciudad tenía 45.000 habitantes, este número había subido a 110.000 en 1850 y en 1890 tenía ya 220.000. Los cambios psicológicos, morales y materiales se producen realmente entre 1870 y 1890, y dos acontecimientos históricos fundamentales para la vida del país influyen en ellos: la Guerra contra Perú y Bolivia (1879), y la Guerra Civil en 1891. En 1910, con motivo del Centenario de la Independencia se ejecutan importantes edificios públicos y obras que contribuyen a dar nuevos impulsos al desarrollo de la ciudad.

2.1.

SANTIAGO ACTUAL Y SU PROBLEMÁTICA A NIVEL HISPANOAMERICANO Población y área ocupada

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2.

Santiago tiene 3 millones de habitantes y ocupa una superficie de unas 30.000 Ha. En su centro» de 55 Km.2, viven alrededor 44


de 800.000 personas y allí se concentra la casi totalidad del aparato administrativo, judicial, cultural, comercial y de equipamiento comunitario. En el Gran Santiago vive un tercio de la población del país y su ritmo de crecimiento en el período 1960-70, ha sido el 3,1 por ciento (contra el 2,4 por ciento del promedio nacional). El 26 por ciento de esta población es de origen inmigracional y ha duplicado su número en los últimos 20 años. Los crecimientos de la población del país y de su Capital en el período 1920-70, son los siguientes: \ÑO 1920 1930 1940 1952 1960 1970

POBLACIÓN DEL PAÍS

POBLACIÓN DE SANTIAGO

3.715.000 4.287.000 5.063.000 6.299.000 7.374.135 8.834.820

581.000 808.000 1.075.000 1.614.000 2.060.042 2.779.490

Si se considera efectiva la descentralización propuesta por ODEPLAN (Oficina de Planificación Nacional), se estima que en 1990, Santiago tendrá una población de 5.500.000 y su parque de automóviles podrá crecer de sus modestos 150.000 actuales a no menos de 800.000.

2.2. Densidad urbana Santiago tiene 17 Ayuntamientos y en 1970 la densidad urbana promedio de ellos era de 90 habitantes/h., en 1960 se calculaba en 96 habitantes/h. En el decenio 1960-70 ha habido una demanda de unas 1.000 Ha. anuales para utilizarlas en el sector vivienda. 2.3.

Concentración cultural y educacional

En Santiago se concentra el 80 % de las matrícula's universitarias, el 82 % de los libros disponibles en bibliotecas públicas y el 75 % de los periódicos de todo el país. 2.4.

Concentración económica

(1) En Brasilia aparece este fenómeno en términos realmente dramáticos, ya que de sus 400.000 habitantes, la mitad vive actualmente en chabolas.

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Existe, lógicamente una fuerte concentración de los recursos económicos, es así como la zona metropolitana (provincia de Santiago) absorbe el 43 % del producto geográfico bruto del país. Un 73 % del sectorial del producto geográfico bruto corresponde al Sector Servicios. En 1964 Santiago absorbió el 23 % de la Inversión Nacional y existe un 60,3 % del empleo industrial del país en la capital. Santiago es en la actualidad una ciudad representativa de las metrópolis latinoamericanas y básicamente presenta las mismas características de éstas: 1. Gran concentración urbana (Buenos Aires tiene 8 millones de habitantes, es decir el 30 % de la población del país y La Habana tiene el 45 % de la población de Cuba). 2. Rápido aumento de la población. 3. Déficit creciente de servicios y viviendas. (En Chile faltan alrededor de 518.000 viviendas). 4. Surgimiento de poblaciones marginales («chabolas» en España, «callampas» en Chile», «villas-miserias» en Argentina y «favelas» en Brasil) (1).

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3.

CONCURSO INTERNACIONAL DE IDEAS

La importancia que tiene para el desarrollo urbano de Santiago esta política de Remodelaciones, ha motivado al Gobierno para convocar a un Concurso Internacional de Ideas (con el auspicio de la UIA), para un sector de unas 20 Ha. próximas al Centro de la ciudad. Esta zona se considerará piloto y sus lineamientos podrán extenderse en el futuro. La magnitud de las metas propuestas, así como el alto fin humanista que ellas envuelven, creemos que justifican el llamado a los especialistas de todo el mundo, dispuestos a solidarizar y contribuir con sus conocimientos a lograr un resultado óptimo en un país como Chile, en vías de desarrollo. 4

EXPOSICIÓN INTERNACIONAL DE LA VIVIENDA

En abril de este año, Santiago de Chile ha sido Sede de la Tercera Conferencia Mundial de la UNCTAD (Comisión de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo), en la que estuvieron representados 137 países. Paralelamente a esta Conferencia el Gobierno chileno había preparado una Exposición y Encuentro Internacionales de la Vivienda además del Concurso ya señalado en el párrafo anterior. Por razones de mejor funcionamiento y debido a la entusiasta acogida de las naciones invitadas, se ha debido postergar estos eventos para el mes de setiembre próximo. Los objetivos principales de la Exposición y Encuentro son: a) Conocer e intercambiar experiencias en políticas de participación de la Comunidad para la solución del problema de la vivienda y habitat. b) Exponer nuevas tecnologías de racionalización e industrialización de los procesos constructivos, a fin de promover el conocimiento y difusión mundial en la producción masiva de viviendas. c) Confrontar los avances de la investigación en el campo del diseño, la vivienda y el equipamiento.

* A través de estas líneas la Embajada de Chile en España tiene el honor de invitar a participar en estos eventos a todos los medios profesionales españoles vinculados al quehacer habitacional y urbanístico. Para cualquier información e ruega dirigirse al Embajador don Osear Agüero C. Calle de Villanueva 16, Madrid. Vista aérea de Santiago de Chile.

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ÓSCAR BARAHONA

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PREMIO BRAUN PARA DISEÑO INDUSTRIAL

M . A., Oslo, y el Profesor Herbert Lindinger, Frankfurt/Main. Este jurado examinará especialmente la pertinencia social de los proyectos de solicitud. La fecha tope para la participación es el día 10 de Julio de 1972. Los dos anteriores concursos Braun en 1968 y 1970 tuvieron como resultado la solicitud de 16 países y una respuesta global. Las presentaciones de los mejores proyectos se expusieron en Alemania y fuera de ella. Llamaron sumamente la atención tanto de los expertos como del público, Más detalles para la participación pueden pedirse a Braun A. G., D 6242 Kronberg/Ts. y al Gestaltkreis im Bundesverband der Deutschen Industrie, D 5000 Kóln/Rhein, 84 Oberlánder Ufer.

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En 1972, se ha concedido por tercera vez el Premio Braun para Diseño Industrial. Los jóvenes diseñadores industriales y los técnicos de todos los países están invitados a participar en dicho concurso, y nuevamente se ofrece una suma total de 500.000 Ptas por las excelentes soluciones en cuanto a problemas de diseño. El patrocinador del premio es Braun AG., Frankfurt/Main, que ya ha conseguido varios premios por el diseño de sus productos. El premio internacional será otra vez concedido en colaboración con el Gestaltkreis im Bundesverband der Deutschen Industrie (Design Group in the Federal Association of Germán Industry). El mismo no está limitado al programa de producción Braun. El jurado para el concurso de este año se compone de Dr. Fritz Eichler, Kronberg/Taunus, Alf Boe,

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