nada menos que desde la Edad Media. Uno de los momentos decisivos y nefastos para nuestra cultura -según el articulista- había sido aquel en que tras la derrota de los comuneros en Villalar, la monarquía feudal y la iglesia se habían sentido vencedores para siempre. Desde entonces, escritores y obras literarias habían estado perseguidos. Alrededor del siglo xix, una burguesía tardía, influida por la revolución francesa, se identificará con el pueblo. Sender veía en la Iglesia a uno de los brazos más férreos del Estado autoritario. Esa misma burguesía liberal sufrirá en su propia carne los ataques de su propio espíritu de renovación. Y ahora, con la República, (da auténtica burguesía española, que no ha hecho su "revolución", suspira al lado de A z a ñ a ~ .
Revistas culturales republicanas durante la guerra civil Si en Hoja Literaria tuvo lugar el primer encuentro de la célula que constituiría Hora de España, segundo cruce se produce en El Buque Rojo, ((boletín de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la defensa de la cultura^. Su tamaño era el de un periódico. Solamente salió un número. El consejo de redacción estaba formado por Arturo Souto, Miguel Prieto, Rodríguez Luna, Ramón Gaya, Juan GilAlbert, Rafael Dieste y Antonio Sánchez Barbudo. Sale en Valencia el jueves 3 de diciembre del año 1936. El Buque Rojo hacía referencia a la ayuda llegada desde Rusia, así lo manifestaba en su editorial. Rafael Dieste publicaba un poema en su portada, titulado Barco amigo, y en la contraportada Juan Gil-Albert daba a conocer su Romance del Buque Rojo. Tres son las más importantes revistas culturales y literarias con que se cierra esta década y el período de la guerra civil: El mono azul (1936), Hora de España (1936) y Madrid ((Cuadernos de la Casa de la Cultura)) (1937-38). El mono azul se denominaba también ((Hoja semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la defensa de la cultura)). Esta publicación trataba de comprometer a los intelectuales con la causa popular. El principal promotor de la misma fue Rafael Alberti. Se publicó desde 1936 hasta 1939. Entre los colaboradores espafioles y extranjeros se encuentran Aleixandre, Cernuda, Gil-Albert, Octavio
Paz, Sánchez Barbudo, Pablo Neruda, Antonio Machado, César Vallejo, Sender, Miguel Hernández, etc. Esta publicación abarcaba todos los géneros literarios. José Monle6n en su libro El mono azul, teatro de urgencia y romancero de la guerra civil, los resume: ((1 .O) Artículos, documentos, editoriales, de naturaleza estrictamente política o en torno a los compromisos del escritor. 2.O) Poesía especialmente integrada dentro del Romancero de la guerra civil. 3.') Trabajos relacionados con la sección teatral de la Alianza.. . 4 . O ) Narraciones. 5.O) Artículos de crítica literaria.)) María Zambrano al referirse a la misma, y al significado de su título, explicaba en uno de sus artículos, recogido posteriormente en su libro Los intelectuales en el drama de Espafia: ((la inteligencia vistió este traje sencillo de la guerra, este uniforme espontáneo del ejército popular)). De la línea más popular, más accesible de El mono azul, se paso a la creación de una revista en donde participaran todos los intelectuales del país adheridos a la causa republicana, ofreciendo cada uno de ellos lo mejor de su ciencia. Con esto, cara al exterior, se deseaba dar una muestra de continuidad creadora a pesar de los difíciles momentos. Hora de España surge en enero de 1937 y dura hasta 1938. Su consejo directivo estaba formado por escritores como León Felipe, José Bergamín, Rafael Alberti, Antonio Machado, Moreno Villa, y artistas como Rodolfo Halffter, Alberto, Ángel Ferrant, Tomás Navarro Tomás, Dámaso Alonso, José Gaos, Fernández Montesinos, etc. Su equipo redactor lo compon'an Sánchez Barbudo, Arturo Serrano Plaja, Rafael Dieste, Juan Gil-Albert, Ramón Gaya. Ya en 1937 se reforzaría la redacción con Arturo Serrano Plaja y María Zambrano. También participan Manuel Altolaguirre y Ángel Gaos. Habría que incluir, además, a Lorenzo Varela. Hora de Espada se autocalificaba como revista mensual. Ensayos. Poesía. Crítica. Al servicio de la causa popular^. Llegó a publicar 23 números, y su formato era de 24 por 16,5. Manuel Altolaguirre fue quien se encargo de su aspecto físico. La revista se publicó con una subvención del Ministerio de propaganda que acababa de constituirse, y a cuyo cargo estaba Carlos Esplá. Juan Gil-Albert, Rafael Dieste, Ramón Gaya y Sánchez Barbudo fueron los promotores de la idea y quienes involucraron a Moreno Villa y a Bergamín para que les sirvieran de intermediarios ante esta entidad pública. En el número 7 (julio de 1937), Antonio Sánchez Barbudo, en su
artículo titulado ((La adhesión de los intelectuales a la causa popul a r ~explica , mejor que nadie cuáles eran las intenciones de esta publicación: ((Creemos en la necesidad de un arte de propaganda, y para ayudar a este arte que sirve a la lucha, a la guerra, debemos poner todos nuestros conocimientos y medios técnicos, lo mismo que en otro momento podemos combatir con las armas de fuego de los demds soldados, si arte puede llamársele, sea el único, el exclusivo y propio de la revolución y de los revolucionario s.^ De alguna manera se contestaba así al artículo de Guillermo de Torre çLiteratura individual frente a literatura dirigida))(Sur, Buenos Aires, número 30, marzo de 1937). Como no podía ser menos en un polemista nato como Guillermo de Torre, éste volvió a contestar en el número 36 de la misma publicación bonaerense. Retorna sobre los mismos temas en el libro Minorias y masas en la cultura y el arte contemporáneo. También era sumamente aclaratorio el editorial del número 1, propósito^. Destaco aquí un fragmento del mismo: ((Es cierto que esta hora se viene reflejando en los diarios, proclamas, carteles y hojas volanderas que día a día flotan en las ciudades. Pero todas esas publicaciones que son en cierto modo artículos de primera necesidad, platos fuertes, se expresan en tonos agudos y gestos crispados. Y es forzoso que tras ellos vengan publicaciones de otro tono y otro gesto, publicaciones que, desbordando el área nacional, puedan ser entendidas por los camaradas o simpatizantes esparcidos por el mundo, gentes que no entienden por gritos como los familiares de casa, hispanófilos, en fin, que recibirán inmensa alegría al ver que Espafia prosigue su vida intelectual o de creación artística en medio del conflicto gigantesco en que se debate.)) Los çpropósitos~de Hora de España estaban claros. No imponía ningún tipo de criterio, cada intelectual y artista podía expresarse libremente. Era suficiente ya -en otro contexto- su respaldo a la causa republicana. Pero ello no implicaba que su obra tuviera que renunciar a sí misma. De ahí los criterios provenientes de otras revistas que, de alguna manera, obligaban al escritor a realizar un tipo de literatura comprometida^, v circunstancial^. Ya hemos visto el caso de Nueva Cultura. Serge Salaün en Creacidn y público en la literatura espaíiola, al referirse a Hora de Espafia, la califica como la çrevista de la alta intelectualidad espafiolan. Cosa que sólo es relativamente cierta, dado que precisamente no hay una imposicih de criterios, sino sólo 236
la calidad e independencia que se les suponía a cada uno de los colaboradores. Más adelante, Salaün afirma: ((Marca una ruptura significativa con las tendencias populares de la poesía española que imperan en otros lugares del país. Aunque próximos por su conciencia política y social a los destinos de la República y sus defensores, los çcultos~han recuperado plenamente sus posiciones anteriores a la guerra)). No creo que exista tal ruptura, sino otra forma de ver o enfrentarse con la cultura en aquellos años. Esto engarza con algunas publicaciones de los años veinte y treinta, ahora detenidas o finiquitadas a causa de la guerra. Los matices políticos, dentro de la izquierda, también se observan en las publicaciones de estos años, sin por ello empañar o hacerse la competencia, ya que el enemigo común es el mismo. En las últimas líneas de referencia, Salaün le da al poeta la ((voz de los espíritus selectos)), y añade: ((Una individualidad privilegiada, aureolada por su numen casi divino y, por tanto, marginada en relación con el resto del país que sigue siendo presa de las realidades de la guerra.)) Yo creo que esto es erróneo, dado que la mayoría de los colaboradores de Hora de Espaiia desempeñaron diferentes funciones prácticas, además de la de supuestos escritores ajenos a la realidad de su país. Los sufrimientos de la contienda afectaron tanto a unos como a otros, e igualmente el exilio. Vuelvo a insistir en que precisamente la grandeza de Hora de España estuvo en la libertad creativa, la multiplicidad cultural y lingüística, así como la ideológica. Lo mismo sucede con la intercomunicación generacional. Francisco Caudet, en el estudio preliminar a la edición facsímil y a la Antología, aclara esto todavía más al afirmar con toda razón que en ella escribieron juntos ((en castellano y catalán, mayores y jóvenes, republicanos, comunistas, anarquistas, socialistas, filomarxistas, católicos, se. fardita~,conservadores, hispanoamericanos, extranjeros, e t c . ~Caudet se refiere también a la opinión muy justa de Waldo Frank, al comentar que ((Horade Esparla fue el mayor esfuerzo literario nacido de una guerra)). Lo que hacían otras publicaciones, como Nueva Cultura, era inclinarse por un arte y una literatura de propaganda temporal. En Hora de Espafia se pretende normalizar la situación creadora del escritor no sólo presionándole para que se identifique con su tiempo, sino dándole opción para que vuelva sobre su propio estilo creativo. Hora de España fue una revista cultural en el m& amplio sentido de la pala-
bra. En ella se recogió la creación poética, teatral, el ensayismo, la crítica literaria y de arte, además de otros apartados dedicados a la información cultural, política, etc. J. Lechner, en El compromiso de la poesía española del siglo XX, se ocupó ampliamente. Ese aspecto intergeneracional se observa aquí con mayor ejemplaridad. El grupo del 27 estaba presente a través de Cernuda, Altolaguirre, Moreno Villa, Quiroga Pla, Prados, Bergamh, Alberti, Rosa Chacel, E. de Champourcín, Hernández, Concha Méndez, y, además, estaban Serrano Plaja, Gil-Albert, Rafael Dieste. De las generaciones anteriores hubo colaboraciones de Machado, Unamuno (ya había muerto), Benavente (temeroso) y Canedo. Retrotayéndose más atrás también se incluyen poemas de Rosalía de Castro. A todos estos diversos estratos generacionales españoles (en castellano), había que añadirles las firmas de catalanes, hispanoamericanos y extranjeros. De entre los primeros, destacaría el nombre de Pere Quart, y de entre los segundos, los mejicanos Octavio Paz, Xavier Villaurrutia y el peruano César Vallejo. La presencia de autores extranjeros (contemporáneos o no) es diversa. Están desde S. Spender o T. Tzara hasta Wordsworth o Puschkin. En el campo del ensayismo hay que destacar la colaboración de Dámaso Alonso, que publicó ((La injusticia social en la literatura española~,recogido posteriormente en ((Pobres y ricos en los libros de Buen amor y de Miseria de omnen, en De los siglos oscuros al de Oro. En el género teatral, Hora de España publicó piezas cortas como ~ N u e vo retablo de las maravillas^ (numero 1) y ((Al amanecer)) (numero 15) de Rafael Dieste. Otros cultivadores de este género fueron Max Aub, Manuel Altolaguirre y Concha Méndez. En la prosa, el propio Max Aub, Salas Viu, Herrera Petere, Sánchez Barbudo, etc. El numero 8 estuvo dedicado íntegramente al Congreso de escritores. Se puso en duda la existencia del numero 23, pero quedó definitivamente aclarada por Caudet. La polémica que en el campo literario se entablara entre Hora de España y Nueva Cultura trasciende también al campo del arte. Ramón Gaya, por parte de la primera, y Renau de la otra. Ambos disputan sobre el papel de los pintores y cartelistas en ese momento. Los artículos de Gaya son: ((Carta de un pintor a un cartelista~(numero 1) y contestación a José R e n a u ~(numero 3); el de Renau ~Contestación a Ramón Gaya)) (numero 2). Gaya afirmaba que ((para que
un artista esté con el pueblo y trabaje por la causa popular no es imprescindible que el pueblo entienda o guste su obran. Gaya ponía como ejemplo a Picasso. Hora de España funcionaba de una manera colectiva. Se tomaban las decisiones a través de ese grupo fundacional. Sánchez Barbudo fue su primer secretario. Trasladado al frente siguió apareciendo su nombre hasta que, en enero de 1938, se trasladó la redacción a Barcelona y Gil-Albert fue nombrado para este cargo. A partir del verano de 1938 se formó un Comité directivo en el que se encontraban Rafael Alberti, María Zambrano, José María Quiroga Pla y Emilio Prados. De Madrid, ((Cuadernos de la Casa de la Cultura)), aparecieron solamente tres números, en donde artistas y escritores llevaron adelante una empresa nada común. En el año 1937, reorganizada la Casa de la Cultura de Valencia, después de unas largas y complicadas vicisitudes (Robert Marrast se refiere a ello en el prólogo a la edición facsímil), ésta continuó sus actividades. Una de las mismas fue la publicación de esta revista que se diferenciaba de sus otras compañeras por la gran cantidad de ilustraciones y colaboraciones gráficas, así como por la inclusión de láminas en colores. Su tamaño era de cuarto mayor (30 por 23 cm.). Según se desprende de los comentarios de Manuel Azaña en las Obras Completas, fue'Enrique Diez-Canedo quien se encargó de la dirección de la misma, mientras que del tercer número lo haría María Zambrano, ya que Canedo se ausentara camino de México. El primer número salió en febrero de 1937, el segundo en mayo y el tercero en el mismo mes del año siguiente. Madrid se encontraba en la línea de Hora de Espafia, aunque en el editorial de su número 1 se decía que ((esta revista carece de precedentes~.En el mismo escrito se resaltaba el carácter insólito por aglutinar en sus páginas trabajos tan dispares y a la vez tan complementarios como los relacionados con las ciencias exactas, la medicina, la historia, la literatura y las artes plásticas. Más adelante se decía: los hombres que colaboran aquí jamás se hubieran visto reunidos para vivir bajo un mismo techo si no sobreviene la guerra y no concibe el Gobierno español ese acuerdo magnánimo y significativo de poner a salvo a las personalidades que, con sus obras, contribuían al prestigio espiritual de la nación)). La cabecera de Madrid era un homenaje a