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34 / COMUNIDAD VALENCIANA

EL PAÍS, lunes 30 de abril de 2007

Las distintas caras de la ciudad

Arriba, la avenida de Francia con sus signos de modernidad. Abajo, la ermita de Sant Jeroni en una explanada abandonada del barrio de Orriols. / JORDI VICENT

La Valencia del bien y del mal Un recorrido por las zonas flamantes y los espacios abandonados o degradados de la ciudad MIQUEL ALBEROLA,Valencia “Hay varias ciudades en Valencia”, diagnostica Josep Sorribes, mientras se acomoda al volante de su coche para demostrarlo de forma empírica. El profesor de Economía Aplicada especialista en urbanismo arranca y se va calentando como el motor de su Volkswagen a lo largo de la avenida de Primado Reig, que es nuestro punto de partida por un trayecto que previamente ha trazado con rotulador rojo sobre un plano de la ciudad. “No hay una ciudad que ha cambiado completamente, como se insiste desde las instancias oficiales. Hace unos años se decía que había dos Valencias, pero el dualismo ha ido a más y ahora hay varias ciudades”, acentúa. El profesor gira a la izquierda por la calle del Botánico Cavanilles, junto a los Jardines del Real y pone el rumbo hacia Artes Gráficas. Entre la avenida de Blasco Ibáñez y el barrio de la Exposición se extiende “una de las zonas buenas para vivir”. “Ésta es la zona de la pela y de los pijos. A partir de Mestalla cambia el tipo de vivienda y de gente. Se vuelve más popular, pero cada vez lo será menos porque están cambiando muchas de las viviendas”, vaticina. Si hubiera que calificarla entre cero y diez, él le daría un ocho. El coche bordea el edificio de la Tabacalera y se mete en la calle Amadeo de Saboya, una de los mejores, donde se encuentra el Hotel Westin. Es lo

que la alcaldesa Rita Barberá denomina “la Valencia modernista”. “No sé por qué lo dice”, se extraña, “porque no es modernista. Todos estos edificios son de lo que se denomina estilo internacional. Mezclan todos los estilos”, aclara. En la calle Finlandia los edificios se vuelven más populares, para desembocar en la avenida de Aragón. “Ésta es la zona chachi, chachi, chachi”, prorrumpe. Hace apenas unos años la degradación se acumulaba en la calle Antonio Suárez, a pocos metros de esta espaciosa y selecta avenida que conduce hasta el río. “Ésta es la Valencia buena, no la nueva, porque lo es a medias”, subraya. La recuperación del cauce del Turia para la ciudad ha dinamizado en gran parte los barrios de las orillas, entre el antiguo polígono de Ademuz y los espacios del este, que era el objeto del plan general de 1988. Sorribes sin embargo deplora el resultado de la avenida de Les Cortes Valencianes, aunque reconoce que la zona de la avenida de Francia se ha hecho “bastante bien”. El coche entra por la avenida del Puerto, que ahora es de única dirección. “Esta avenida es un desastre, como siempre. Una mezcla de edificios. Le han puesto muchos hoteles y la han urbanizado, pero puestos a meterle mano se podría haber hecho de un modo más civilizado. No es un bulevar, sino una vía de tránsito”, apunta. Psicológicamente continúa siendo

sin embargo que con motivo de la Copa del América no se haya acometido una actuación más atrevida en la manzana de calles entre la avenida del Puerto y Juan Verdaguer. El coche bordea el entorno de la dársena interior del puerto y su vibrante actividad deportiva. La parte de las atarazanas “es una expectativa de destino en lo universal hasta que no se resuelva cómo se va aplicar el concurso de la futura marina”. “Sea lo que sea será bueno”, aventura. También considera que la sutura del puerto Escombros en el antiguo barrio Chino portuario. / J.V de la Copa del América con el paseo la principal vía de acceso al mar, Neptuno se ha resuelto bien: “Coaunque las avenidas dels Taron- necta el paseo Marítimo con el de gers y la de Francia también cum- la dársena. Guay del Paraguay”, plen el mismo cometido. Al llegar califica. Luego señala hacia la exal bulevar de la Serrería, donde las planada que hasta hace cuatro viviendas han sustituido a las in- días era un nido degradado: dustrias, Sorribes señala que “es “Aquí van 250 viviendas de high una zona buena”. “No de high qua- quality”. El profesor explica que lity, pero buena. Con la revaloriza- todo esto es nuevo, pero se pregunción de la parte marítima, vivir en ta cómo afectará “a lo que tiene Serrería ya no es vivir en la perife- por arriba y por abajo”. “Por sí ria”, explica. El profesor lamenta solo genera expectativas, pero sin

una actuación pública sensata se puede quedar así durante mucho tiempo”, previene. Ante el lujoso hotel Las Arenas se acumula la degradación y la miseria. Hay un abismo entre ambas aceras. “Lo quitarán, pero no se sabe cuándo”, observa, mientras conduce por el paseo marítimo hacia El Cabanyal y La Malva-rosa. “El éxito del paseo ha sido espectacular. Podría estar mejor, pero está bien”, evalúa, mientras se mete hacia Eugenia Viñes. “Es una calle que hace años que mira hacia el Ayuntamiento y le dice: hágame algo. No sé a qué están esperando”. El Cabanyal es “un mixing absoluto”, explica Sorribes al llegar a la calle Progreso. “Obsérvese cómo pinta”, señala ante los inequívocos signos de degradación. La calle del Mediterráneo parte el mundo en dos. El profesor advierte de que los edificios de interés en el barrio no pasan de la docena. “Lo importante es la trama urbana, que corre peligro con la ampliación de Blasco Ibáñez”, subraya. El último tramo de la avenida dels Tarongers separa El Cabanyal de La Malva-rosa. Sorribes critica el remate de la avenida junto al mar, taponado por un edificio “sin ningún valor”. Hay dos Malva-rosas: la de la calle Cavite, que es normal, y su anverso, entre las calles San Juan de Dios y San Vicente de la Rueda, que visitaremos después. Pasa a la página 35


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