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Hora de España, colofón de un período literario excepcional En esta publicación, aparecida en Valencia en enero de 1937, colaboraron muchos grandes escritores Vicente Muñoz Puelles

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l primer número de Hora de España apareció en Valencia en enero de 1937, cuando la exaltación inicial en la España republicana se había estabilizado, para dar paso a una visión más serena del conflicto. Juan Gil-Albert lo cuenta así en Memorabilia (1975): "Dos reuniones [en mi casa] merecen ser reseñadas. De una de ellas surgió 'Hora de España, cuya idea 'mater' se debe a Dieste; el título a Moreno Villa que, con Bergamín, dio su asentimiento a la idea. El Ministerio de Propaganda, cuyo titular era entonces un alicantino, Carlos Esplá, financió el proyecto, y la revista quedó en nuestras manos —en las de los que pasaban por ser la última promoción literaria—, sin que hubiéramos de quejarnos depresión alguna que menguara la libertad de que disponíamos, aunque, entre bastidores, las irremediables pugnas partidistas nos tacharan de esto y de aquello, y así, si unos nos tenían por estetas, otros por comunistas, aunque los propios comunistas, si tomaban partido en la cuestión, lo hacían colocándonos el marchamo del trotskismo, que servía entonces para designar algo vago, heterodoxo y condenable. "

La dirección tipográfica de Altolaguirre La versión de Moreno Villa no es muy diferente: "Unos literatos jóvenes, Gil-Albert, Dieste, Gaya y Barbudo me pidieron que fuese a ver con ellos al director de <r Hora de España dedicó su número 8 al Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. (A)

Propaganda para hacer otra revista. Fue inútil que les dijera que yo no tenía ni amistades ni influencia. Me aseguraron que al director le bastaba con que yo diese mi respaldo, es decir, que quería una persona mayor para apoyar la empresa. Así se fundó Hora de España', donde tantas cosas buenas publicó Antonio Machado. De la presentación o dirección tipográfica se encargó el acreditado en estas faenas, poeta Manuel Altolaguirre". Y es que Altolaguirre había publicado ya cuatro revistas de creación literaria y alta calidad tipográfica, aparecidas entre 1930 y 1936: Poesía, Héroe, 1616 y Caballo Verde para la poesía. En cuanto a sus compañeros, varios de ellos habían colaborado en Hoja literaria (Madrid, 1933) y en el único número de El buque rojo (Valencia, diciembre de 1936), boletín de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, donde Juan Gil-Albert había dado a conocer su Romance del buque rojo. Al grupo juvenil de Sánchez Barbudo, Rafael Dieste, Altolaguirre, Gil-Albert y Gaya, que constituía la redacción, se fueron añadiendo en sucesivos números los nombres de Arturo Serrano Plaja, Ángel Gaos y María Zambrano, entre otros. En el Consejo de Colaboración figuraron nombres acrisolados, como los de León Felipe, Antonio Machado, José Bergamín, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Luis Cernuda y Corpus Barga. Hora de España estaba domiciliada en el número 12 de la avenida de Pablo Iglesias, hoy María Cristina, y se imprimió en Artes Gráficas Soler, en la calle de Avellanas hasta que se trasladó a Barcelona.


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LA G R A N

HISTORIA

DE LA C O M U N I T A T

VALENCIANA

ENTRE

LAS U R N A S

Y LOS

FUSILES

lar, Sánchez Barbudo explicaba: "Creemos en la necesidad de un arte de propaganda, y para ayudar a este arte que sirve a la lucha, a la guerra, debemos poner todos nuestros conocimientos y medios técnicos, [.. .J pero nunca creeremos que este arte de propaganda, si arte puede llamársele, sea el único, el exclusivo y propio de la revolución y los revolucionarios."

Elevar la cultura popular Así pues, el arte no tenía que ser necesariamente utilizado para convencer al pueblo, como se pedía desde otras publicaciones. Era el pueblo quien debía ser conducido hacia él. Se trataba de elevar la cultura popular, no de reducir las exigencias del arte y la literatura. No es de extrañar que algunos, como Manuel Azaña, presidente de la República, dudaran de la efectividad de la empresa: "Entre las demás visitas —escribió el 22 de junio de 1937—, [he recibido a] una comisión de jóvenes poetas, presididos por León Felipe. Forman la redacción, o parte importante de ella, de 'Hora de España'. [...] Simpatía de la juventud, entusiasmo, ilusiones. Mantienen el fuego sagrado. Algunos se esfuerzan en componer y declarar la teoría moral de esta guerra del Cartel de Hora de España realizado por Ramón Gaya. El primer número de esta revista apareció en Valencia en enero de 1937. (A) pueblo. El estilo nuevo (relativamente) de hacer versos se ha abierto poco camino entre el público lector, y es todavía menos a propósito para llegar al corazón de las muEl editorial que encabezaba su primer número exponía ya las intenciones de la revista: "Estamos vivien- chedumbres. " Pero cuando Azaña redactó estas notas, el 22 de judo una hora de España de trascendencia incalculable. nio de 1937, Hora de España sólo había publicado seis Acaso su hora más importante. [...] Es cierto que esta hora se viene reflejando en los diarios, proclamas, carteles números. Seis números más y, en enero de 1938, la y hojas volanderas que día por día flotan en las ciudades. redacción fue trasladada a Barcelona siguiendo al GoPero todas esas publicaciones son en cierto modo artículos bierno, que temía quedarse aislado si permanecía en de necesidad, platos fuertes, se expresan en tonos agudos y Valencia. gestos crispados. Y es forzoso que tras ellos vengan otras publicaciones de otro tono y otro gesto, publicaciones que, desbordando el área nacional, puedan ser entendidas por los camaradas o simpatizantes esparcidos por el mundo, [...] que recibirán inmensa alegría al ver que España prosigue su vida intelectual o de creación artística en medio del conflicto gigantesco en que se debate. " Los redactores insinuaban así el propósito de enlaHabían aparecido 22 números y se había acabado zar con la tradición cultural anterior a la Guerra Civil, de imprimir con retraso el 23, correspondiente al mes la que representaban revistas como Revista de Occide noviembre de 1938, cuando las tropas del general dente o índice literario, fundadas por José Ortega y Yagüe tomaron la ciudad, la imprenta fue requisada y Gasset y Pedro Salinas, respectivamente, y que destala edición completamente destruida, al menos en apacaban por su talante básicamente liberal. riencia. Todos los ejemplares se daban por perdidos En el número 7 de la revista, de julio de 1937, en su artículo La adhesión de los intelectuales a la causa popu- cuando, 34 años después, se localizó uno y luego otros

Hora de España es un soberbio documento de aportación intelectual al movimiento internacional antifascista


HORA DE ESPAÑA, COLOFÓN DE UN PERÍODO LITERARIO EXCEPCIONAL

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Max Aub en el aeropuerto de Barajas la segunda vez que vino a España después de la guerra civil, en marzo de 1972. Este intelectual fue uno de los numerosos colaboradores de Hora de España. (Fundación Max Aub)

más, lo que posibilitó que los 23 números de Hora de España pudieran ser reeditados corv}\intam.ervte. Mientras duró, las páginas de la revista estuvieron abiertas para autores tan dispares como Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández, Pía y Beltrán, Rosa Chacel y Max Aub, y también para las voces de los autores hispanoamericanos que sentían nuestra guerra como suya: César Vallejo, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Nicolás Guillen u Octavio Paz. Hora de España dedicó un número al Segundo Congreso Internacional de Escritores, celebrado parcialmente en Valencia, y publicó colaboraciones de los autores extranjeros que habían asistido, como Tristan Tzara y Stephen Spender. Cada número se abría siempre con los trabajos de Antonio Machado, que vivía en Rocafon. Habitualmente eran notas y recuerdos de su heterónimo Juan de Mairena (1865-1909), pero también había poemas como Amanecer en Valencia (Desde una torre) o La muerte del niño herido. En Hora de España aparecieron, entre otros muchos, los versos de Capital de la gloria, de Rafael Alberti; Elegía española, de Luis Cernuda; La insignia: Alocución poemática, de León Felipe; y, en su último número,

tres de los 15 poemas de España, aparta de mí ese cáliz-, de César VaWejo, que ya había muerto en París. "De cualquier modo que fuera", escribió mucho más tarde Juan Gil-Albert, "realizamos una labor que, penetrada del espíritu de aquellos días combatientes, trazaba un puente provisional, estoy hablando desde el punto de vista de la vida del espíritu, entre el pasado, que se quedaba irremediablemente atrás, y el futuro del que, aunque esperanzado, nadie hubiera podido asegurar su forma. Durante algo más de dos años, la revista salía de la imprenta cada primero de mes. [...] Su portada, plena de nobleza, y las viñetas de Gaya, que consiguieron popularizar un estilo extraselecto de improvisación, seguirán dando la nota dominante de lo que quisimos salvar a través de la tolvanera de tanta pasión legítima y tanto error humano. "

El colofón de un período excepcional Los autores de aquella revista hicieron mucho más que eso. Hora de España es un soberbio documento de aportación intelectual al movimiento internacional antifascista de los años treinta, y representa a la perfección el aliento y la generosidad de un período excepcional de las letras españolas, al que en cierto modo sirve como colofón y digna despedida.


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