Hora de España

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Hora de España

Cinco meses bastaron, desde la rebelión militar de julio del 36, para que se gestara la revista Hora de España, aparecida en Valencia, en enero de 1937, Aquel primer número se abría con una glosa del titulo ("Estamos viviendo una hora de España de trascendencia incalculable") y el claro propósito de mostrar "que España prosigue su vida intelectual o de creación m'stica en medio del conflicto gigantesco en que se debate", una vida, eso sí, "al filo de las circunstancias, teñid[al por el color de la hora". Se presenta, ba así como una revista cultural de urgencia que no dimitía de su deber de continuidad con empresas como Revista de Occidente o Cmz y Raya. Aquel número inicial, ilustrado por Ramón Gaya, ofrecía unas sentencias de los machadianos Juan dt Mairena y Abel Martín y detrás traía escritos de Rosa Chacel, Bergam'n, Moreno Villa, Juan Gil-Albert, Sánchez Barbudo, Altolaguime y Rafael Dieste, nómina bastante representativa del equipo que iba a mantener en pie Hora de España hasta su extinción, ya en Barcelona, en noviembre de 1938, en un número que fue póstumo porque se imprimió en enero de 1939 pero quedó "entenado vivo" (la expresión es de Mm'a Zambrano) en los talleres de impresión y no pudo ser legible hasta la reedición facsimilar de 1977. A lo largo de esos casi dos años, a las páginas de los veintidós números que vieron la luz, fueron asomando nombres conspicuos de las letras de la República. Enseguida los de Rafael Alberti y Emilio Prados (en el número 2), quienes acabm'an, con Mm'a Zambrano y José Mm'a Quiroga Pla, en el comité directivo; dese

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pués los de Pablo Neruda (que evoca a Lorca conmocionado por su asesinato), un elegíaco Luis Cernuda, Arturo Serrano Plaja o León Felipe, cuyos nombres empiezan a dibujar el mapa de una inminente diáspora. Para que nadie se llamara a engaño, la primera página advertía de que los "ensayos, poesía, crítica" estaban "al sewicio de la causa popular", eran, pues, literatura partidaria, aunque no necesaria y exclusivamente de combate (no lo son, pongamos, las contribuciones de Dámaso Alonso o Domenchina). A pesar de que el estruendo del combate contra el fascismo lo domina todo. Por eso dedicó todo un número al 11 Congreso Internacional de Escritores convocado por la Alianza Internacional de Intelectuales Antifascistas (el octavo), con la transcripción de la mayoría de las ponencias. A finales de 1937 se incorporan como colaboradores Juan José Domenchina, Ernestina de Champourcín o un joven Julián Marías, que escribe sobre el emperador Marco Aurelio. Tras ellos, el reputado crítico Enrique Diez Canedo, el musicólogo Adolfo Salazar, Sebastih Gasch, el agudo crítico de arte catalán y cofirmante en 1928 del célebre Mangest groc, Max Aub o Benjamín Jarnés, y algunos autores hispanoamericanos solidarios de la causa leal, como los cubanos Xavier Villaumtia u Octavio Paz o los cubanos Nicolás Guillén, Juan Marinello y Lino Novás Calvo, y el inmensurable César Vallejo, cuyos versos (66Niñosdel mundo, 1 si cae España -digo, es un decir- 1 si cae.,.") quedaron aprisionados en el impreso y no distribuido número veintitrés.


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Ramón Gaya, autorretrato con el primer homenaje al cubismo

Si no fuera exagerar, podría afirmarse estuviera dirigida al pueblo. El que Hora de España fue la primera renivel de abstracción conceptual de vista del exilio republicano español, pasus colaboraciones era demasiado radójicamente escrita, impresa y distrielevado como para ser bien entenbuida todavía en España. O mejor sería dido por campesinos y obreros. describirla como la última de las granJuan de Mairena presupone el codes publicaciones culturales de los feranocimiento de Benedetto Croce por ces años veinte y treinta, punto de enparte de sus imaginarios alumnos, cuentro entre el proyecto ilustrado que y Dámaso Alonso publica sus subyacía a las empresas periodísticas de apuntes sobre la injusticia en la Ortega y las revistas de izquierda como literatura española remontándose a Nueva Cultura (José Renau, por ejemJuan Ruiz o al Libro de miseria de plo, pasó, como redactor, de ésta a omne. Ciertamente, el tono medio aquélla), para comprobar cómo, conforde la revista estaba lejos del de María Zumbrano me pasan los meses, desde el optimisEl mono azul y recordaba el de mo impulsivo de quien cree hacedera la las grandes publicaciones del victoria se va discurriendo imperceptiblemente hacia decenio anterior, cuyo público había sido objetivael doloroso convencimiento de que todo está perdido. mente minoritario. Así, Hora de España representó el Y todo es todo, aunque a algunos el exilio les devolúltimo esfuerzo por preservar la dignidad y excelenviera a medias lo que habían pretendido ser. cia del trabajo int.electua1en la hora trágica de la sinFue revista "popular" pero es difícil sostener que razón R l QUIMERA 43


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