El viaje bibliográfico de Pere Salvá / Romà Seguí

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El Viaje Bibliográfico de Pere Salvá Romà Seguí

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El Viaje Bibliográfico de Pere Salvá

visita para un bibliófilo en todos los sentidos: sería un monumento de la Bibliografía y un repertorio comercial. El esfuerzo de tantos años, la selección de toda una vida, se iría al traste una vez muriese. Lo sabe, y el testimonio se manifiesta en la redacción de una singular obra de consulta.

1. Introducción

El Catálogo de la Biblioteca de Salvá inventaría una selección de obras que van más allá del Gallardo o del Brunet. A diferencia de estos impecables bibliógrafos, Pere Salvá no recensa, de forma universal, los libros que describe: él contempla su colección como universal, dentro de los límites que después se verán, y piensa que, a partir de lo que le pertenece, puede establecer las relaciones con lo que deseó

El 13 de noviembre de 1870 muere Pere Salvá en la ciudad de Valencia. Su vida no ha sido fácil. Las calamidades han conformado su existencia, y la más grande de todas, la que acaba por hacerlo mártir, fue la de no ver publicado el Catálogo de la Biblioteca de Salvá. Años antes, había redactado unas instrucciones que debían ser una guía para sus herederos: “Como desgraciadamente ninguno de mis hijos ha mostrado afección a las letras procuraré deshacerme de esta preciocísima y querida joya antes de terminar mis días para evitar a mis herederos, que desconocen su valor, el que se les engañe abusando de su falta de conocimientos; pero antes de venderla necesito publicar el Catálogo tanto por el gusto de dejar a la posteridad una memoria de este riquísimo y selecto depósito, como para dar a conocer las alhajas que encierra, facilitando también de este modo su más ventajosa enajenación. Pudiera suceder sin embargo que antes de terminar esta obra magna ocurriera mi fallecimiento, para este caso pues dejo las siguientes instrucciones que recomiendo a mi mujer e hijos tengan presentes”. Tuvo razón, y murió antes de publicarse la obra. Adivinó que el catálogo sería la mejor tarjeta de

tener. Gallardo o Brunet recopilan fichas, anotaciones, comentarios de lo que han visto, da igual que sea en una biblioteca privada, en una pública o en la de cualquier per1


sona o institución. Los dos hacen una entrada por cada registro que han memorizado, a partir de la redacción de una noticia que parece la escritura de un notario, un documento de validez absoluta porque contiene la rareza y la autentificación del texto: es extraño observar cómo nunca dejan de lado el contenido, aunque se fijan, y mucho, en el aspecto formal del libro. Gallardo y Brunet evalúan los significados y significantes, leen los libros y los respetan, sacan las enseñanzas que deben, y se dedican a realizar unas obras capitales donde embuten el conocimiento de toda una vida, con un sentido de la investigación que hoy puede exasperarnos.

colección real, la que se levanta como un canon extremo de conocimiento bibliográfico y bibliofílico. Más allá de la racionalización absoluta, más allá del manual que pretende acabar en joya, más allá de la redacción seca de los comerciantes, el Catálogo manifiesta el estado de un fondo que sobrepasa las fronteras de una biblioteca, porque la descripción se acompaña de comentarios acerca del ejemplar, los cuales inciden, reinciden y explican cualquier noticia de interés. En las notas, como un catalogador con sentido común, resume lo que se debe saber, y se desbarata cuando no ha podido contrastar los datos, cuando reconoce la importancia de un autor, cuando recuerda los hechos vividos, y mucho, por su familia. El itinerario vital de Pere Salvá se materializa en este repertorio: la experiencia se mezcla con la investigación, los sentimientos con la razón, las memorias con el estudio.

Pere Salvá elaboró su repertorio de otra manera: mientras que Gallardo y Brunet reflejan sus viajes bibliográficos en el conjunto de sus trabajos, contemplando cada documento como un registro separado, e incluyen tanto obras que les pertenecen como no, Pere Salvá parte del inventario de su colección para alcanzar la universalidad que Gallardo y Brunet lograron. La inducción es su método de investigación. No es una resolución analítica, donde se inventarían los títulos como entradas principales y los comentarios hablan del ejemplar que se recensa; Salvá señala sus ejemplares como punto de partida, porque las entradas siempre indican un ejemplar de su fondo. Gallardo y Brunet realizan investigaciones de primera mano: es raro que los libros que comentan no los hayan visto físicamente al mismo tiempo que los proponen como una unidad abstracta que describen; Salvá hace un Catálogo en el sentido biblioteconómico clásico, donde el repertorio responde a una

2. La venta de la Biblioteca de Salvá El mes de mayo de 1899, en la ciudad de París, se celebra una subasta. Se publicita como el Catalogue de livres espagnols rares et précieux (París : [s.n], 1899) 2 vol., donde aparecen volúmenes con el super-libris de Salvá y el ex-libris del marqués de Heredia. Han pasado pocos años desde la subasta de la Biblioteca Salvá-Heredia, cuando la colección se dispersó en lotes, cuando el Catálogo pasó a ser una obra fundamental de la Bibliofília y Bibliografía. 2


El día 27 de julio de 1785, Francesc Pérez Baier hizo donación de su biblioteca particular a la Universidad de Valencia. Si leemos las noticias de los coetáneos, quizá entendamos la importancia del suceso: “La Biblioteca de la Universidad se componía de la que el Sr. Bayer dió a la Ciudad, patrona de la escuela … y de varias adquisiciones … El número de sus volúmenes ascendería a veinte y siete mil, de los cuales pertenecían a la Biblioteca Bayeriana veinte mil. Se distinguía ésta por la elección, por el gusto, y por el lujo en ediciones y encuadernaciones. Era abundantísima la colección de Biblias, pues además de las políglotas de Cisneros, Arias Montano, Lejay y de Walton, se encontraban doce Biblias españolas, desde las dos de Ferrara primitivas, hasta la última hebreo-española de Amsterdam, las tres de Roma de 1592, 93 y 98, y una colección muy apreciable de hebreas, griegas, arábicas, siriaca y arménica, y de versiones en las lenguas principales de Europa, como en la francesa, italiana, inglesa, portuguesa, holandesa, alemana, sueca y grisona; siendo apreciable esta última, por el idioma en que está escrita, que tiene mucho parentesco con el lemosín o antiguo valenciano, de cuyo idioma se conservaba una versión de los salmos hecha por Juan Ruiz de Corella”. La donación de Pérez Baier fue celebrada como se debe, y se entonó incluso un Te Deum de acción de gracias. El erudito valenciano tenía la licencia para leer y comprar libros prohibidos, y no es de extrañar que figuren obras proscritas como la Biblia de Ferrara. Coleccionaba todo lo que consideraba de interés: “Estos dos días, desocupado de mi oficio y misa, me fui embozado en mi capote por las librerías de Lisboa … En casa de

La Historia, con mayúsculas, había sido complicada para Pere Salvá, y el relato de este episodio manifiesta una injusticia cultural que no la merece nadie. Eduardo Pérez Puyol, en 1872, Magnífico Rector de la Universidad de Valencia, se entera por la prensa que los herederos de Pere Salvá quieren vender la Biblioteca. La noticia le alerta. Ha sido un mal siglo para la institución, y pide un ejemplar del Catálogo. Lo mira y lo repasa, y más Magnífico que nunca, decide entrevistarse con los herederos. 3


un librero portugués hallé y compré dos libros: Salón, Vida de santo Thomás de Villanueva. Madrid, 4º, 1670 (no había jamás visto esta impresión); y Fr. José Anglés … Flores Theologicas Quaestionum … Después compré los libros cavallerescos siguientes: Amadís de Gaula … Tal vez parecerá a algunos que empleé mal mi dinero en estos libros ridículos. Ni me costaron caros … Además de que importa que se conserven estos libros para que se vea el modo de pensar de nuestros antiguos y el gusto del vulgo de España aún en el siglo XVI, en que florecieron en ella tantos sabios. Conviene especialmente estos libros en una librería [biblioteca] pública, y yo holgaría mucho tener los que faltan para contemplar la colección”. Como siempre, una a Dios, otra al Diablo. Francesc Pérez Baier recogía los títulos con un criterio amplio, y reafirma la tradición bibliofílica y bibliográfica valenciana entendiendo la cultura de una forma diferente.

perecieron en la misma época las bibliotecas preciosas de Santo Domingo, San Agustín y otros conventos, de las cuales a duras penas se han podido recoger algunas miserables reliquias”. El asunto fue escandaloso, y la Guerra contra el Francés tuvo consecuencias horrorosas para las bibliotecas. Gallardo lo lamentaba, y de verdad, y explicaba que esta guerra, la napoleónica, había sido la peor de todas: “ de dos-mil pasan las Bibliotecas, entre públicas y particulares, desmanteladas y destruidas... El mismo fin lastimoso tuvieron en Valencia la del Arzobispado y la de la Universidad, donde perecieron más de 18 volúmenes de Obras inéditas del Bartelemí Español, el sabio Valenciano Bayer”. El desastre llegó a ser enorme, y todos eran conscientes. Eduardo Pérez Puyol cita a los herederos de Salvá. El lujo del Catálogo le deja asombrado. Sabe que la Universidad no tiene dinero, y que las otras instituciones pueden ayudar a que esta joya de biblioteca no se vaya de Valencia. Sólo se entrevista con los hijos de Pere y alcanza algunos compromisos, planteando una estrategia ilustre y osada: la Biblioteca no ha de salir de Valencia, como primera providencia; y, en caso contrario, tampoco del Estado español. Se ha de reconocer que el Rector lo intentó con todo su ánimo.

El gozo de recibir un fondo de estas características duró poco: “Valencia que era la Cariath Sepher de España, perdió sus bibliotecas en solo un día, cuando los franceses la sitiaron y bombardearon en los principios de Enero de 1812. Una granada incendiaria prendió fuego en la biblioteca arzobispal, que contaba más de 50.000 volúmenes, los que perecieron con el edificio y con los departamentos anexos de antigüedades romanas. Igual desgracia sufrió la de la universidad, dádiva de D. Francisco Pérez Bayer, que gastó toda su vida, su saber y dinero en recogerla para honrar a su academia con la reunión de los libros más raros, más útiles, y de ediciones más escogidas. También

Pérez Puyol envía el 18 de noviembre de 1872 una carta a la Diputación de Valencia, donde explica que, antes de dirigirse al Gobierno, ha considerado oportuno comunicar a las corporaciones locales la venta de la Biblioteca. 4


El rector, buen negociador, ha sacado de la entrevista con los herederos de Salvá una promesa impensable: “Los herederos por su parte contribuirán también a tan patriótico pensamiento moderando sus exigencias si los libros que constituyen su patrimonio no saliesen de esta ciudad y así aunando los esfuerzos de todos se conseguirán realizar, lo que no dudo en decir que es la aspiración de todos los amantes de Valencia”. La compra deberá realizarse antes del 24 de enero de 1783, y la colección debería ingresar en la biblioteca de la Universidad, entonces biblioteca provincial. El Ayuntamiento y la Diputación de Valencia responden que no pueden disponer de ninguna partida presupuestaria para la adquisición del fondo de Salvá. Eduardo Pérez Puyol no se desanima, y toma las medidas necesarias para que la biblioteca permanezca en la ciudad de Valencia. Envía una carta al Gobierno, y le responden que les parece interesante la compra, aunque afirman que el fondo no permanecería nunca en nuestra Universidad. El Estado español había realizado adquisiciones de bibliotecas particulares, cuyo destino era la Biblioteca Nacional de Madrid, y un buen ejemplo es la operación que se realizó con la colección de Agustín Durán, que con 9.000 duros pasó a ser propiedad estatal el año 1863. Es injusto pensar que los herederos de Salvá sólo pedían 3.000, aun sabiendo que su patrimonio era único.

extranjeras, pero han dado su palabra, y el rector describe: “pero ostigados por compradores extrangeros que les ofrecen mayor suma, necesitan con urgencia una resolución decisiva, y fíjase como condición el pago inmediato y al contado”. El 16 de enero de 1873, la institución dictamina que la caja provincial no tiene ningún tipo de liquidez “circunstancia por la que se hallan desatendidos los importantes servicios de carreteras y otros muchos”. Aun así, el rector recibiendo esta resolución decide presionar y envía una comunicación el 18 de enero: ruega que unan los esfuerzos el Ayuntamiento y la Diputación. Eduardo Pérez Puyol se siente solo: el 24 de enero acaba el plazo. Nunca recibirá respuesta.

Eduardo Pérez Puyol es incombustible, y vuelve a escribir a la Diputación. Los herederos reciben ofertas de casas 5


En Madrid, y fuera de plazo, el diputado valenciano Soriano Plasent, el 14 de febrero en la Asamblea Nacional, presenta una proposición de ley, mediante la cual se autoriza al Gobierno para que adquiera la biblioteca de Pere Salvá, incluyendo una partida presupuestaria creada para la ocasión. Pero hace unos días, el 11 de febrero, que Amadeo I de Saboya ha abdicado, y empieza la Primera República. La situación es muy difícil. Si la vida de Vicent y Pere Salvá había estado atravesada por las Cortes de Cádiz, los Cien Mil Hijos de San Luís o el exilio, su obra acaba mal por otro suceso político.

silencio y consideran que pueden disponer de su patrimonio con libertad absoluta. Pérez Puyol lo comunica “por si aún es tiempo de hacer un esfuerzo supremo para que no salga de nuestro país la repetida biblioteca”. La colección Salvá se fue a París.

3. El Catálogo de la Biblioteca de Salvá 3.1. Análisis bibliográfico 3.1.1. Contenido y alcance El Catálogo de la Biblioteca de Salvá es una bibliografía selectiva de libros impresos raros y curiosos de ámbito ibérico, cuyo período cronológico abarca desde la aparición de la imprenta hasta el siglo XIX. La definición de la expresión “libro raro y curioso” la podemos encontrar en el prólogo de la obra que nos ocupa. Pere Salvá advierte: “1.ª Son de primera rareza aquellos libros que se sabe de fijo ó se sospecha que han sido impresos, y sin embargo no se tiene noticia de que exista ejemplar alguno de ellos …” Y cita la Biblia Valenciana, el primer volumen de la Crónica de Martí de Viciana o el Buscapié de Cervantes.

Los herederos dejan pasar más tiempo del establecido como condición. El 26 de febrero, el rector escribe a la Diputación, y expresa la decisión que han tomado los herederos: ellos no han recibido más respuesta que el

“2.ª Entran en un segundo lugar aquellos otros de que no se sabe exista más que uno ó pocos ejemplares …” Aquí el 6


autor alude a Les trobes e obres o al Tirant lo Blanc, y añade que a estos libros los llama “rarísimos ó excesivamente raros”.

Bajo estas premisas, Vicent y Pere Salvá recogen todo un fondo que será el que aparecerá en el Catálogo. Es importante advertir que los ejemplos que se utilizan en el prólogo responderán al criterio de selección: por “raros y curiosos” se entenderá tanto la literatura de cordel como ediciones de El Quijote, La Celestina, o Els Furs. Es decir, se considera que la bibliofília ha de primar los aspectos externos, o fortuitos, de obras cuyo contenido es de importancia. La forma tendrá interés siempre que el fondo sea de calidad.

“3.ª Vienen en tercer grado los libros que solo de mui de tarde en tarde aparece algún ejemplar en venta, ó que son mui pocos los aficionados que los poseen”. Y lo ejemplifica con novelas de caballerías, colecciones de romances impresos u obras completas de autores del Siglo de Oro español. “4.ª En cuarto grado de rareza deben contarse, porque efectivamente no se halla con facilidad ocasión de adquirirlas, casi todas las ediciones de nuestros Poetas, Novelistas y Autores dramáticos posteriores á 1560 y anteriores á 1610”.

3.1.2. Organización La obra se presenta como un conjunto de registros ordenados por materias. Cada entrada responde, generalmente, a una obra, y el registro empieza por un número identificativo que define esa entrada, el escritor o el título resumido, en el caso de obras anónimas, y sigue por la descripción del título, tal cual aparece en la portada -respetando hasta los errores, aunque los indica utilizando caracteres en cursiva-, para acabar con el pie de imprenta y la descripción física. Los registros se acompañan con unas notas bibliográficas sobre la importancia del ejemplar o sobre títulos o autores que tengan alguna relación con la obra estudiada.

“5.ª Se reputan como escasos los libros cuyas ediciones, aunque más recientes, ó se han tirado en corto número ó se hallan del todo agotadas, y de consiguiente suelen encontrarse por casualidad”. “6.ª Tienen un valor ocho ó diez veces mayor comparativamente los ejemplares impresos en vitela ó pergamino, y de un doble por lo menos sobre dicho valor los de gran papel”. “7.ª En todas estas clases, también respectivamente, gozan de mayor aprecio bibliográfico los libros en lemosín y vascuence, ó los escritos en algunos de los dialectos de América”.

Las materias, hoy en día, pueden parecernos extrañas, pero responden a la concepción decimonónica de Pere Salvá, y no hay que olvidar que su profesión era la de librero y editor, y vivía de vender libros, lo que implica que esos apar7


tados responden a un criterio comercial que se correspondía con las demandas que le llegaban de sus clientes.

doble tinta -negra y roja-. Los fascímiles se realizaron con papel de calco de forma manual, y los originales aún se conservan en la Biblioteca Serrano Morales del Ayuntamiento de Valencia, ya que Gonzalo Salvá, hijo de Pere, tuvo la deferencia de regalárselos a otro gran bibliófilo valenciano: Don José Enrique Serrano y Morales.

Dentro de cada materia, los registros se ordenan alfabéticamente por autor o título, y al final del segundo volumen se encuentra un índice de autores y de títulos de obras anónimas, donde se incluyen las personas que se citan en las notas bibliográficas.

La imprenta de Ferrer de Orga, bajo todas estas condiciones, acometió la empresa y dejó a la posteridad uno de los mejores títulos que salieron de la imprenta valenciana en el siglo XIX, tanto por la calidad formal que se obtuvo como por el cuidado con el que se trató el contenido de la obra. La mejor prueba del trabajo bien realizado es que se han hecho diferentes ediciones fascímiles impresas del Catálogo, y ahora la que se ofrece en versión CD-Rom.

3.1.3. Aspectos formales El Catálogo lo imprime Ferrer de Orga, en aquellos tiempos el mejor impresor de la ciudad de Valencia y heredero de la tradición de Benito Monfort. Tiene fama de destruir trabajo hecho, si no le satisface el resultado final. El Catálogo es una prueba de fuego. Ha de elaborar una bibliografía a dos columnas y con diversos tipos de caracteres, que han de respetar, por un lado, la disposición de las noticias que contienen una descripción del volumen, con un cuerpo de letra grande, y unas anotaciones, que deberán diferenciarse con un cuerpo menor, y por otro, se tiene que considerar que, dentro de la transcripción calcográfica realizada de cada portada, se utilizarán caracteres que reproducen las abreviaturas que aparecen en el original.

3.1.4. Ejemplar El ejemplar que se presenta contiene el ex-libris de Nicolau Primitiu, escritor y bibliófilo valenciano que logró reunir una de las mejores y más selectas bibliotecas privadas que han existido en Valencia, y cuya donación ha sido la base para la creación de la Biblioteca Valenciana. El lema del ex-libris -Treballar, persistir, esperar- define bastante el carácter del propietario.

Pere Salvá pensó que, para redondear el producto, se debían incluir fascímiles de portadas o de ilustraciones que acompañaran el texto de la bibliografía, muchos de ellos a

La encuadernación es de “batalla”, como le hubiese gustado a Pere Salvá. Él pensaba que las obras de constante consulta debían llevar unas cubiertas fuertes para permitir su uso. 8


4. Conclusiones

5.2. Monografías

La vigencia del Catálogo de Salvá reside en la peculiaridad de ser el canon de la Biblioteca del XIX. Su importancia radica en haber seleccionado ejemplares “raros y curiosos” atendiendo a criterios de contenido. Pere Salvá sabía que su colección era única, y que respetaba tradiciones literarias como la valenciana. La redacción del repertorio le ocupó los últimos años de su vida. Él había alcanzado la madurez, y sabía que sus conocimientos desaparecerían si no se plasmaban en una obra. Y buena muestra de ello es que se han realizado diferentes ediciones fascimilares en papel.

Almela i Vives, Francesc. Pomell de bibliòfils valencians. Castelló : Societat Castellonenca de Cultura, 1929. Almela i Vives, Francesc. Ramillete de bibliófilos valencianos. Valencia : Castalia, 1950. Reig Salvá, Carola. Vicente Salvá : un valenciano de prestigio internacional. Valencia : CSIC, 1972. Vindel, Francisco. Los bibliófilos y sus bibliotecas. Madrid : [s.n.], 1934.

Hoy en día, sólo nos queda la memoria de su Biblioteca. Sin embargo, la técnica de la digitalización nos permitirá la reconstrucción de un fondo que nunca debió salir de Valencia.

5.3. Artículos de revista Seguí i Francès, Romá. Vicent i Pere Salvá o la memòria de la Biblioteca del XIX. Métodos de Información, Nº 31. Julio - 1999. Página 25.

5. Bibliografía Romà Seguí i Francès es bibliotecario y presidente de la Associació Valenciana d’Especialistes en Informació.

5.1. Material de archivo

La correspondencia entre el Rector de la Universidad de Valencia y la Diputación de Valencia se conserva en el Archivo de la Diputación bajo la signatura E.08.02/C.6, Exp. 15. 9


Documentos de trabajo Faximil Ediciones Digitales faximil.com l 01/2001 / El Viaje Bibliográfico de Pere Salvá, por Romà Seguí i Francés.

10/2004 / La obra botánica de Cavanilles, por Jose María López Piñero.

02/2001 / Cavanilles, una vida azarosa, una obra fundamental, por Francesc Ferrando Vila.

11/2004 / Bibliografía de Antonio José Cavanilles (1745-1804) y de los estudios sobre su obra (3ª edición revisada y actualizada), por Jose María López Piñero y María Luz López Terrada.

03/2001 / El viaje literario de los hermanos Villanueva, por Emilio Soler Pascual.

12/2004 / ARQVITECTURAS BIS, diecinueve años después del fin de la primera serie, por Amando Llopis.

04/2002 / Cuadernos de Ruedo Ibérico: Exilio, oposición y memoria, por Arantxa Sarriá Buil.

13/2005 / La hora manda: Apuntes y bosquejos sobre la revista Hora de España, por Pau Rausell.

05/2002 / La estética gráfica de Cuadernos de Ruedo Ibérico en el contexto del arte español de los años setenta, por Carlos Pérez.

14/2005 / Índices de la revista Hora de España (1937-1938), por Alfonso Moreira.

06/2003 / L’Espill de Fuster (1979-1991), una utopia gramsciana, per Josep Sorribes Monrabal.

15/2005 / Un somni trencat del nacionalisme valencià: La República de les Lletres, per Romà Seguí i Francés.

07/2003 / Los saberes morfológicos y la ilustración anatómica desde el Renacimiento al Siglo XX, por Jose María López Piñero.

16/2005 / Índexs de La República de les Lletres (1934-1936), por Alfonso Moreira.

08/2003 / La imagen del cuerpo humano a través de las técnicas del arte gráfico: Siglos XVI-XX, por Felipe Jerez Moliner. 09/2004 / Valencia 138 a. C.-1929: De la fundación de la ciudad romana a la configuración y colmatación de la ciudad burguesa, por Amando Llopis, Luis Perdigón y Francisco Taberner.

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