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Paradas Román, José “José Paradas”
from Diccionario de toros Tomo 2
by FCTH
las ganaderías de Manuel Martín Peñato (1º, 2º, 3º) y tres de José y Francisco Ortega Sánchez (4º, 5º, 6º), alternando con Pascual Gómez Jaén “El Catraleño” y Pedro Santiponce sin que tuviera opción al lucimiento, pero aun así no defraudó a la afición y repitió paseíllo el domingo 16 de octubre, con Sánchez Marcos y Jorge Hernán Mena Clavijo “Paco Mena”, que hacía su presentación como novillero en Madrid, y novillos de Carmen Espinal de Blázquez. Tampoco destacó en esta corrida Tomás Pallín y fue la última vez que pisó el ruedo de la monumental madrileña. Con muy reducido número de corridas por temporada decidió doctorarse en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), el 24 de agosto de 1985 de manos de su paisano Juan José que en presencia de Tomás Campuzano le cedió el toro “Grillito”, número 46 de la ganadería de “Valverde”, al que el toricantano cortó un trofeo auricular. Solamente toreó esta corrida, y ante estas expectativas, en 1987 decidió cambiar el oro por la plata y volver a los ruedos como banderillero, perteneciendo entre otras a las cuadrillas de José Luis Ramos hasta 1991, en 1992 fue con el espada vallisoletano Manolo Sánchez, aunque actuase al mismo tiempo con otros espadas como Rodolfo Pascual, David Luguillano, Vicente Moro, Jorge Manrique, Javier Vázquez, Niño de Leganés, El Puchi, etc.
Paradas rOmáN, José
Matador de toros, y posteriormente banderillero, nacido en Madrid, el 17 de abril de 1899 en la calle del Amparo, y fallecido en la misma ciudad el 16 de noviembre de 1951. En cuanto tuvo edad para aprender un oficio, su padre quiso que siguiera la tradición familiar y fuese sastre, pero el chico, picado ya por el “gusanillo” de la afición, y habiéndose trasladado a vivir a Barcelona con su familia, tuvo la oportunidad de asistir a las clases de la Escuela Taurina de “El Tortero”, donde también figuraban como alumnos aventajados Pedrucho de Eibar, Civil, y Mella, entre otros. Cuando contaba diecinueve años decidió marcharse a vivir a la casa de un tío suyo, anticuario de profesión, que era amigo de la familia Gómez Ortega, los hijos del Señor Fernando “El Gallo”, ya fallecido, quienes lo animaron a continuar con la profesión que había emprendido. Y por fin, y con gran alegría, pudo vestir por primera vez el terno de luces en público, el día del Santo Patrón madrileño, San Isidro, en 1918, en un festejo en el que alternaron Fausto Barajas, Parrondo, Muñoz y el mejicano Frontana, en cuya cuadrilla debu-
tó nuestro biografiado, que pese a la dureza de los toros se mantuvo firme y valiente. La segunda vez que toreó fue el 21 de agosto, suplantando a un banderillero que se “descolgó” del cartel, pero tan bien le salió la argucia que ya fue uno de los banderilleros habituales en la plaza de Tetuán de las Victorias. En 1919 pudo figurar contratado por seis duros en la primera novillada nocturna que se celebró en la plaza de Madrid como banderillero en la cuadrilla de un novillero llamado Adolfo Guerra, que con otros dos tendrían que lidiar cuatro novillos del Duque de Tovar. Tuvo la mala fortuna de que su compañero Martitos solo supiera banderillear por el lado derecho, por lo que él tuvo que hacerlo por el izquierdo, con tan mala suerte, de que el toro estaba tuerto de ese ojo, y Paradas sudó la gota gorda pasando en falso una y otra vez ante el escándalo del público que le dedicó una bronca descomunal. Este “borrón” en su incipiente carrera lo dejó parado sin que nadie se acordase de él. De nuevo fue su tío quien pudo hablar con el empresario de la plaza y consiguió que lo pusiera en una corrida al final de la temporada en la que toreaban José Zarco, Eugenio Ventodrá y Uriarte lidiando toros de la ganadería de Miura. Ese día, José Paradas estuvo brillante en su cometido y a partir de ahí su carrera taurina remontó el vuelo, no dejando de torear de banderillero en las cuadrillas de los diestros más afamados de su tiempo hasta la temporada de 1922, que decidió probar fortuna con la espada en la plaza de toros de Carabanchel donde debutó el 23 de marzo de dicho año, alternando en la lidia de novillos de Ceballos, con Eladio Amorós y Lorenzo Latorre. Triunfó y sorprendió al respetable que lo sacó a hombros de la plaza, por lo que la empresa lo repitió el domingo siguiente, esa vez con Lorenzo Latorre mano a mano, en la lidia de tres astados de Vicente Martinez y tres de Ceballos. Volvió a triunfar Paradas, y tras reiterados éxitos en la misma plaza, lo decidieron a presentarse como novillero en Madrid, el 24 de julio de 1923, alternando con José Belmonte y Martín Agüero. El primer novillo que estoqueó fue “Carapelo”, de la ganadería de Esteban Hernández. Le fueron bien las cosas, pues obtuvo un clamoroso éxito, y decidió tomar la alternativa cinco días después, el 29 de julio de 1923 en San Sebastián de manos de Saleri II y Juan Anlló “Nacional II” de testigo, con toros de los herederos de Vicente Martínez. Terminó la temporada con un docena de corridas aproximadamente, que hubieran sido más si no hubiese perdido algunos contratos por la grave cogida que sufrió en Guadalajara por el cuarto toro de la corrida, de los Herederos de Félix Gómez, que le produjo una herida de 15 centímetros de longitud “desde el arco cigomático derecho hasta la sutura fronto-parietal del mismo
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lado, atravesando toda la fosa temporal, dejando al descubierto el cráneo, con rotura de la arteria temporal”, según parte facultativo facilitado por el Dr. del Río, cirujano de la plaza. Recuperado de tan grave cogida, toreó en la temporada de 1924, 20 corridas de toros, una de ellas la de su confirmación de alternativa en Madrid, de manos de José Roger “Valencia” y Antonio Márquez de segundo espada, el 4 de mayo. Sin embargo, no pudo celebrarse la cesión de trastos, porque Paradas fue cogido por su primer toro al lancearlo a la verónica, sufriendo un puntazo en la axila izquierda y varios varetazos, por lo que tuvo que entrar a la enfermería de donde no pudo salir y por tanto, no pudo revalidar su doctorado. Afortunadamente, el 27 del mismo mes pudo volver a torear y alternó con Juan Anlló “Nacional II”, Antonio Marquez y Gregorio Lalanda en la corrida que se celebró a beneficio de la restauración de los frescos de la ermita de San Antonio de la Florida, de Francisco de Goya. Triunfó en sus dos toros y ese mismo año, al finalizar su temporada española viajó a ultramar y toreó en Perú seis corridas y otras seis en Venezuela. De regreso a España en 1925 solamente toreó 6 corridas de toros, por lo que de nuevo viajó a las repúblicas americanas donde toreó en Lima, Arequipa y Caracas. En total 7 corridas de toros, las mimas que torearía en España a su regreso en la temporada de 1926 y 1927. En vista de que su carrera no levantaba el vuelo, marcho de nuevo a tierras americanas donde tenía muy buen cartel y estuvo toreando con frecuencia y éxito, no regresando a España hasta comenzada la temporada de 1930, en la que volvió a sumar 7 corridas, todas ellas en Francia. Desanimado por el mal trato que recibía de las empresas españolas, decidió renunciar a su alternativa de matador de toros y volver a torear novilladas, faceta en la que tampoco le acompañó la suerte, y depuse de torear sin éxito algunas novilladas en Madrid, decidió volver a vestir de plata y continuar en los ruedos como banderillero. En este campo triunfó como no lo había hecho de matador, porque figuró en las mejores cuadrillas de su época por su excelente crédito ganado a pulso como eficaz peón de brega y fácil banderillero por ambos lados. Ángel Carmona “Camisero” dijo de él en su libro ¡Así los vi yo!: “Comenzó de banderillero, fue matador de novillos, tomó la alternativa y renunció, y por último, ha vuelto a los rehiletes. Cuando el simpático Pepe así lo ha determinado huelga nuestra opinión”.