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Pérez Herrero, Julio “El Vito”

no volvería a torear el resto de mi vida y se me cayeron las lágrimas. Me dejaron para hacer una vida regular”. Nunca llegan bien las cornadas, pero esta truncó las ilusiones de El Madrileño, porque esa temporada iba a entrar en la cuadrilla de una figura del toreo. “Creo que iba a entrar con una figura del toreo. Era un sueño y no pudo ser”. Y continúa el diestro sus reflexiones a Alejandro Marín en la entrevista a Mundotoro.com: “El toreo es un viaje muy caro donde solo unos pocos hemos cobrado. Pasas de cien a cero. La gente se olvida de ti y nadie te ofrece nada. No me hicieron ni un reconocimiento, ni un festival. Cosa que nunca pediré, pero son cosas que desilusionan. Actualmente tengo una pensioncita y me he ubicado donde me han respetado. Llevo siete años sin torear y estoy dando clases para formar buenos aficionados. Creamos la Asociación Taurina Amigos de Jesús Pérez El Madrileño”. Diremos para rematar su epígrafe que estuvo diez años como matador de toros sin que le llegara la fortuna en los momentos más importantes de su carrera, porque facultades no le faltaban, siendo considerado como uno de los alumnos más destacados de su promoción.

PérEZ hErrEra, Julio manuel

“VITO”

Matador de toros y posteriormente banderillero de Sevilla, nacido en Camas, el 24 de enero de 1928, hijo del matador de toros y posteriormente banderillero Manuel Pérez Gómez que popularizó el apodo que luego adoptó su hijo. “Mi abuelo fue Julio Herrera, hombre de confianza de las ganaderías de Miura y Pablo-Romero, y mi padre Manuel Pérez “Vito”, matador de toros y luego banderillero de Pastor, Belmonte, Maera, Bienvenida y Manolo Litri, que lo mató un toro en Málaga. Yo me llamo Julio Manuel por el pobrecito Litri, al que mi padre tenía un gran cariño”. Llegó a los ruedos con las mismas ilusiones que tantos muchachos que quieren ser toreros y aunque no recuerda donde debutó, si en Ubrique (Cádiz), o en Cabeza de Vaca, lo que no olvidaría jamás es que en Ubrique triunfó a lo grande y le dieron cinco pesetas y un jamón. Hizo su presentación de novillero en Madrid el 14 de abril de 1946 con novillos de la ganadería de Jordán de Urries, alternando con Manuel Perea, hermano de El Boni, y Luis de la Cruz Parra “Parrita”, que resultó herido. El Vito, dio una vuelta al ruedo tras la muerte de cada uno de los dos novillos de su lote y se destacó como uno de los novilleros más importantes de esa temporada desde

ese momento por lo que determinó doctorarse, cosa que llevó a efecto el 1 de septiembre siguiente en Valencia, con toros de Felipe Bartolomé junto con Carlos Arruza y Jaime Marco “El Choni” como compañeros de cartel, que fueron además padrino y testigo de la ceremonia respectivamente. El toricantano, de heliotropo y oro, escucho división de opiniones en el toro de la ceremonia, “Sorillero”, nº 134, negro, y se silenció su labor en el que cerró plaza. En cambio, sus compañeros de cartel cortaron cada uno dos orejas, una a cada uno de sus toros, y salieron a hombros por la puerta grande. “Pronto me di cuenta que la alternativa fue prematura. Noté mucho el cambio del novillo al toro. Visto desde hoy, hubiera sido mejor continuar un año más como novillero. Empezaron a llegar las cornadas, que fueron muchas y fuertes, la peor en Jaén, al entrar a matar”. De aquella y de otras experiencias posteriores aprendió que “a los toros, incluso a los peores, hay que matarlos en corto, aunque si hay peligro haya que echarse fuera. La cornada de Jaén fue precisamente por perfilarme de largo”. En 1947 debutó en Bayona (Francia), fue el 3 de agosto con toros de Pinto Barreiro alternando con Emiliano de la Casa “Morenito de Talavera” y Agustín Parra “Parrita”, con el refuerzo ecuestre de Conchita Cintrón. En esta ocasión Julio Pérez “El Vito”, de salmón y oro, fue aplaudido en el de su presentación y dio la vuelta al ruedo en el segundo de su lote. El triunfador del festejo fue Parrita, que salió a hombros de la plaza. El 3 de octubre de 1948 se la confirmó en Madrid Curro Caro ante Carlos Arruza, que dio fe del acto. Además, rejoneó Pepe Anastasio. Los toros fueron 5 de Felipe Bartolomé y uno, el 6º, de José María Soto. Julio, vestido de heliotropo y oro, el mismo vestido de su alternativa, circunvaló el ruedo en el toro de su revalida, “Corderillo”, nº 37, negro, y fue ovacionado en el segundo de su lote. “Tenía una afición terrible y de novillero tuve grandes éxitos. También los tuve como matador, aunque las cornadas me llegaron muy seguidas y muy graves. Una en Jaén y otra en Sevilla me marcaron mucho. Los aficionados me recuerdan como banderillero, sin embargo, desde que tomé la alternativa en 1946 hasta que comencé a vestir de plata en 1951 tuve el honor de compartir cartel con todas las figuras de la época, como Domingo Ortega, Gitanillo, El Andaluz, los Bienvenida, Pepe Luis, Luis Miguel, su hermano Pepe, Manolo González, Rovira...Con el que no llegué a torear fue con Manolete, sin embargo, en septiembre de 1947 estaba anunciado con él en Albacete y Valladolid, pero en agosto ocurrió lo de Linares”. Fue un diestro muy castigado por los toros, que poco a poco le fueron mermando la voluntad, por lo que determinó hacerse banderillero, campo en el que triunfó sobradamente, y en

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el que permaneció en activo hasta 1967. Lo dejó en Barcelona y empezó una nueva andadura en el toreo vestido de plata en la que llegó al lugar de privilegio que muy pocos lograron alcanzar a las órdenes de todas las grandes figuras del momento. “Comencé esa nueva etapa con Juanito Posada. Luego me coloqué con Manolo Vázquez, hasta que en 1953 me llamó Litri. Pero cuando Miguel decidió retirarse por primera vez me llamó Jaime Ostos, hasta que Litri volvió de nuevo y ya estuve con él hasta el final. En su cuadrilla tuve grandes tardes, porque tenía un sitio extraordinario y lo veía muy claro. Me encantaba banderillear andando, algo que hoy es muy difícil de ver... Hice pareja con Luis González, un monstruo como torero y como persona. Viví momentos maravillosos, pero con cuarenta años decidí retirarme. Me marché en el mejor momento, pero creí que mi etapa de torero había pasado y me fui siendo figura de los banderilleros”. El mismo manifestó en una entrevista como había que hacer para banderillear bien: “Hay que situarse ni muy cerca, ni muy lejos; a uso diez o doce metros del toro. Y cuanto éste se fije en uno, ir hacia él para que sea el toro el que se venga hacia uno. Un poquito antes de la reunión, se saca el par de abajo y se clava en todo lo alto. Cuando por el impacto el animal queda paralizado una décima de segundo, se gira y se sale de su cara, despacito, con arte, con torería. (...) A banderillear me empezó a enseñar mi padre, que siempre me decía que al toro hay que ir paso a paso, provocar la arrancada, reunir bien y salir despacio. (...) Pocos toreros habrá que hayan sido tan atletas como yo. He tenido una preparación física como nadie. He corrido tanto en coche como en moto, he boxeado, he nadado en piscina olímpica, he practicado el salto de trampolín desde los 15 metros, y no sé lo que he pedaleado…” Después de retirado de los ruedos continuó ligado al mundo de los toros, como veedor de toros en el campo, tarea a la que dedicó más de cuarenta años, porque el mundo del toro ha sido su mundo, su vida, hasta tal punto de celebrar su ochenta cumpleaños dándole unos pases a una becerra en la finca de su amigo Litri, porque según él, “ser torero es lo más grande que hay. Fíjate que antes de decidirme por vestir de luces monté en moto, gané algún concurso de salto de trampolín, hice mis pinitos como boxeador...pues nada es comparable a ser torero”. Como matador actuó en 56 corridas de toros. En 1983 en una entrevista concedida a la revista “Aplausos” hizo unas declaraciones de las que extraemos algunos párrafos por su interés para conocer mejor su personalidad: “No lo debía decir, pero lo tengo que decir: yo le andaba a los toros y me iba de ellos como si saliese bailando. Salía andando. Y claro, a un toro que se te ha arrancado con fuerza, porque yo que-

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