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Pericás Ripoll, Gabriel “Gabriel Pericás”
from Diccionario de toros Tomo 2
by FCTH
PEricás riPOll, gabriel “GABRIEL PERICÁS”
Matador de toros hijo del banderillero Gabriel Pericás Jaume apodado “El Marino”, y hermano del también matador de toros, Jaime, y como éste, nacido en Palma de Mallorca, con fecha de 23 de agosto de 1928. Respecto al padre de estos toreros es conveniente aclarar que en su juventud fue novillero con el nombre artístico de “Chico de la Plaza”, y como tal actuó en las plazas mallorquinas entre los años 1924 y 1929, para pasar después a ser torero cómico con el apodo de “El Marino Charlot”, que cuando se hizo banderillero, acortó dejándolo solo en la primera parte: “El Marino”. Con el ambiente taurino que vivió desde pequeño en familia, con su padre y su hermano que estaba en su mejor momento, no fue extraño que el pequeño Gabriel anunciase su intención de ser torero. Así pues, después del lógico aprendizaje en el que tuvieron mucho que ver su padre y su hermano, se presentó en público cuando tenía trece años de edad en la plaza de Inca en 1941 el primer domingo del mes de marzo, en un festival benéfico en el que actuó mano a mano con su hermano Jaime. Apuntó buenas maneras, y eso le facilitó para que un mes después se presentase en el Coliseo Balear de Palma, también vestido de corto, toreando después varias becerradas y festivales más ante el beneplácito de la afición que veían en el muchacho muchas posibilidades de ser torero de los buenos. En 1942 vistió por primera vez el terno de luces en Burgos, y tres años después, en 1945, debutó con picadores en Palma de Mallorca, con Curro Vidal y José Guerra, a beneficio de los damnificados de Santander. Ese mismo año también se presentó en Barcelona, el 26 de agosto, con el mejicano Tacho Campos, Antonio Corona, de Melilla, y el sevillano Pepe Hillo, que se enfrentaron a ocho utreros que lucían la divisa de José Escobar. Gabriel Pericás hizo muy buenas faenas, sobre todo al segundo de su lote, el que cerraba plaza, al que veroniqueó magistralmente y estuvo espectacular en quites por chicuelinas. En 1946 triunfó a lo grande en la plaza de Inca (Baleares), al cortar las orejas a sus dos novillos, alternando con Ramón Arasa “Fuentes” y Eduardo Liceaga, de México, y novillos de Escudero Calvo (hoy, Victorino Martín). Lo más importante es que en el publicó dejó la impronta de ser un torero poderoso y de gran valor. Animado por ese gran éxito, se presentó ante la afición de Las Ventas de Madrid el día de San Pedro, 29 de junio, lidiando novillos de Garro y Díaz Guerra con Cayetano Ordóñez “El Niño de la Palma” (hijo) y Eduardo Liceaga. Pese a no haber sido el balance de
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su actuación muy brillante –ovación y silencio–, dejó su cartel muy sólidamente afianzado en aquella entendida afición que vio en Gabriel Pericás, si no a un torero fino, si a un diestro poderoso en todos los tercios de la lidia, y sobre todo de gran pundonor. Transcribo la crítica que el crítico “Ventolera” del diario “ABC” le dedicó en el número del domingo 30 de junio: “Produjo muy buena impresión el mallorquín Gabriel Pericás por lo que le vimos en unos lances sueltos y en la faena de muleta al tercero. Es un torerito que dentro de la línea moderna tiene del toreo un concepto fino. Con pases ceñidos y una elegante faena de muleta, ganó el aplauso del público. Maneja la muleta con la izquierda, aguantó los achuchones sin descomponerse y a la hora de matar miró al morrillo y entró con ganas por dos veces. El toro se amorcilló y la lentitud de su muerte restó efecto al buen conjunto de la faena. Le aplaudieron y salió a saludar. En el novillo último, metida ya la lidia en el corre-corre que “favorecido” por el viento se inició en el cuarto. Pericás dio unos banderazos y mató de un pinchazo y media estocada. Hubo palmas”. Apoya cuanto decimos el hecho de que en tres temporadas de novillero, desde el día de su presentación, hizo el paseíllo en 11 actuaciones. Sin embargo, y pese a tan buenos augurios, las frecuentes y graves cogidas que sufrió mermaron su ánimo y su brillante y prometedora carrera entró en un bache, sobre todo a partir del 8 de mayo de 1947, toreando en Madrid, cuando un toro de la ganadería de Sánchez Tabernero le dio una grave cornada en el muslo derecho. Ese año toreó en plazas tan importantes como las de Bilbao, Barcelona, Salamanca, Zaragoza, Valencia, Murcia, y de nuevo en Madrid, que fue la del fatídico día en que aquel toro se cruzó en su camino para cambiar el rumbo de su vida. Deseoso de tomar la alternativa, quizás solo por ver cumplido su sueño de ser matador de toros, recibió la investidura de doctor en tauromaquia de manos de su hermano Jaime, el 5 de junio de 1949, que en presencia de Antonio Caro, le cedió el toro “Veleto”, negro, número 86, de la ganadería de la Viuda e Hijos de Félix Gómez en el Coliseo Balear de su ciudad natal, y el aditamento ecuestre de la gentil rejoneadora Conchita Cintrón. Si bien el balance de su actuación no fue todo lo brillante que el joven diestro hubiese deseado (silencio y aplausos), lo cierto es que su alternativa supuso un acontecimiento social en la isla por la gran expectación que produjo su ascenso al escalafón superior. Sin embargo, poco provecho le sacó, porque tras la corrida toreó un festival que organizó el Club Taurino de Mallorca, y dos meses después, el 18 de octubre, toreó su segunda corrida de matador de toros en Zaragoza, con toros de varias ganaderías, limpieza de corrales,