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Picazo Izquierdo, Ginés “Ginés Picazo”

rotundo triunfo al cortar a su primer novillo las orejas y al segundo de su lote, una, saliendo a hombros de la plaza. Toreó 4 novilladas en su primera temporada como matador de novillos toros, que ascendieron a 13 en 1991. En 1992 su contratación descendió a 6 novilladas, siendo una de ellas la de su presentación en la plaza de Las Ventas de Madrid, el jueves, 19 de marzo de 1992, con seis novillos de Alejandro Vázquez y Alejandro García, alternando con Raúl Gracia “El Tato” y Luis Delgado, también debutante. Se silenció su labor con el novillo de su debut ante la cátedra madrileña, “Mesonero” de nombre, negro salpicado, marcado con el número 33 y 452 kilos de peso. Poco tiempo estuvo intentando ser torero, porque en 1993 toreó dos novilladas y se le pierde la pista. Anotemos que mientras tanto compaginaba sus estudios universitarios de veterinaria con el toreo. En la actualidad es veterinario y dirige la ganadería familiar. Por último, decir, que el que fuera eminente músico militar, director de orquesta, que honró con su amistad al autor de este libro, compuso un pasodoble a su paisano Francisco Picado “El Portugués: Paco Picado, es un torero/ con el valor y la gallardía del extremeño./ Paco Picado eres torero/...Todo un gran honor.

PicaZO iZquiErdO, ginés

“GINÉS PICAZO”

Matador de toros nacido en Tarazona de la Mancha, Albacete, 8 de noviembre de 1939. Debió comenzar su andadura taurina en los primeros años de la década de los 50 del siglo XX, porque tenemos constancia que en 1956 toreó varios festejos menores, uno de ellos en Ledaña (Cuenca), el 15 de agosto, mano a mano con José Antonio Jiménez Holgada, en la lidia de erales de Rodríguez Heras, figurando como sobresaliente el también albaceteño Pepe Osuna. En 1957 debutó con picadores el 7 de julio en Cuenca, novillada en la que alternó en la lidia de novillos de la ganadería de Saturnino Ángel Ligero, con Victoriano Valencia y José Gómez Cabañero. Ginés Picazo tenía ya veinticinco años de edad y terminó la temporada con 3 festejos y solo pudo torear uno en la temporada de 1958. En 1959 pasó a la historia por ser uno de los diestros que participaron en la inauguración de la plaza de toros de Santa Isabel, en la isla Fernando Poo, que por aquel entonces era la capital de Guinea, colonia española en África. Alternó en aquel memorable acontecimiento con Pedro Santamaría y Antonio Valle “Vallito”. Continuó toreando escaso número de festejos hasta

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1962, año en el que sufrió una grave cornada en la ingle en un tentadero en una finca, “Santa Elena”, de Linares (Jaén). Aún estuvo muchos años toreando corridas –me imagino que picadas y sin picar– hasta que en 1964 tuvo la oportunidad de presentarse en la plaza de toros de Las Ventas ante la afición madrileña, el 20 de septiembre, con Eduardo Ordóñez y Curri de Camas en la lidia de novillos de Higinio Luis Severino y uno de Rodríguez de Arce, que se lidió el 4º. El debutante fue ovacionado en su primero y dio una vuelta al ruedo, y escuchó palmas en el segundo de su lote. El maestro de la crítica taurina Antonio Díaz–Cañabate, de “ABC” escribió la crónica de la novillada en su diario, aparecido el martes, 22 de septiembre, en la edición de la mañana, de la que tomamos solamente un extracto: “Los cinco novillos de don Higinio Luis Severino eran enemigos de dar facilidades a los toreros. Había que torearlos con faenas no de almacén, sino de sastre; esto es, con faenas adecuadas al genio de los novillos, con faenas a la medida de sus condiciones. Y si los toreros de campanillas no van a los sastres, ¿cómo van a ir los novilleros que empiezan? No es justo culparles. El único que se escapó de la quema fue Eduardo Ordóñez, al que le tocó el novillo de D. Ángel Rodríguez, que resultó que ni pintado para los dos pases. Eduardo Ordóñez los incó por la izquierda. ¡Soberbios naturales, tan buenos como los mejores! Los que siguieron después de la pausa y los paseos ya tuvieron menos calidad. Buenos los redondos. En conjunto una faena muy estimable, dentro de la monotonía de la que no supo librarse el torero, que mató muy mal, de un pinchazo y media. Pero como a lo que estamos es a las faenas hechas, cortó una oreja. En el primero que era un distraído, que miraba a todos los lados menos a la muleta y que además achuchaba por el lado izquierdo, toreó con la derecha sin lucimiento y lo mató tan mal como al cuarto, de cinco pinchazos y una estocada. “Curri de Camas” por empeñarse en torear con la faena hecha al segundo, que derrotaba y no doblaba, sufrió una cogida, sin más consecuencias que un desgarrón en la taleguilla. Lo cazó de una estocada baja. En el quinto no supo lo que hacer con el genio del novillo y lo mató fatal, de cinco pinchazos y media. A Ginés Picazo será menester verlo con novillos más bonancibles, pues apunta algunas cosas buenas. Es valiente, y con valor trasteó en sus dos faenas. Mató al tercero de media y al sexto de tres pinchazos y una estocada”. Ese mismo año, que por cierto fue su mejor temporada en la que sumó 8 corridas, se presentó en la plaza de Vistalegre de Carabanchel, obteniendo un gran éxito al cortar una oreja ganándose la repetición en la misma plaza. No tengo constancia de que toreara en otras ocasiones en Las Ventas, y en 1965 le cupo el honor fi-

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