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Rabadán Honrubia, Francisco “Paco Honrubia”
from Diccionario de toros Tomo 2
by FCTH
rabadáN hONrubia, francisco
Diestro nacido circunstancialmente en Navas de Jorquera (Albacete), localidad de donde era su madre y fue a parirlo al calor de la familia, aunque luego él se crió desde sus primeros días de vida en Valencia y como tal se ha considerado siempre. Su afición al toreo le llegó también de forma circunstancial. Un día que toreaba Manolete en Valencia lo vio llegar en su Pontiac, y al bajarse de él quedó deslumbrado. En ese mismo instante pensó que él también seria torero. Y dicho y hecho. Se inscribió en la Escuela Taurina del Maestro Guerrillero que terminó siendo su primer apoderado, y de su mano debutó como becerrista en Torrente en 1944, tarde en la que gustaron mucho sus maneras. Desde entonces toreó por todos los pueblos de la provincia casi siempre con otro alumno de la Escuela, Benjamín Folgado, que como él, hacia abrigar esperanzas en los aficionados. En 1946, y de forma un tanto precipitada debutó en Madrid en una novillada con picadores el 18 de agoto con novillos de la ganadería de Concha y Sierra que le vino muy grande. Alternó con Ricardo Balderas y Antonio Corona. El balance de su actuación fue de silencio y pitos, y el apoderado, desilusionado le dio a entender que no estaba llamado para ser figura del toreo y lo dejó. Desde aquel día dejó de ir a la Escuela hasta que varias semanas después le avisaron para que estoqueara un novillo muy serio en una charlotada que se iba a celebrar en Teruel. Paco Honrubia le cortó las orejas y el rabo y Guerrillero, nuevamente se reconcilió con él y se prestó a ayudarle. Y de su mano de nuevo volvió a Madrid y triunfó y repitió hasta en once ocasiones a pesar de no cortar orejas, pero si consolidar un gran cartel. Su carrera de novillero se prolongaba en el tiempo, pero sin lograr arrancar con fuerza, algo que complicó aún más la aparición de dos novilleros revelación: Aparicio y Litri, que acapararon la atención de toda la afición de España. Tal era la expectación que despertaban ambos novilleros en las empresas que la feria de Julio de 1950 de Valencia fue toda de novilladas y en dicha feria estuvo incluido Paco Honrubia. Por aquellas fechas un hecho inesperado le cambió la vida. El empresario de la plaza Monumental
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de Méjico, Dr. Gaona, que se encontraba pasando una temporada en España le ofreció un ventajoso contrato para torear en su país tres novilladas a seis mil duros cada una más los pasajes de ida y vuelta. Noventa mil pesetas de las de entonces no era para pensárselo dos veces, y Paco Honrubia aceptó al momento, sin saber que iba para quedarse, porque lo que en principio eran tres novilladas se prolongó nada menos que nueve años. Debutó en la Monumental de Méjico el 11 de julio de 1952 con gran éxito, lo que le valió la repetición cuatro tardes seguidas en las que cortó tres orejas y a la postre ganó la “Oreja de Plata”, trofeo que se concedía al triunfador de la temporada. Aquel éxito le sirvió para torear por todos los estados mejicanos con gran éxito hasta que quedó roto el convenio hispano mejicano y por tanto la participación de españoles en Méjico y de mejicanos en España, aunque los rumores que corrían eran favorables y se esperaba que pronto fuera restablecido, por lo que Paco Honrubia decidió esperar en Méjico. Y en efecto así fue. Se reanudó y se interrumpió varias veces, y en ese tiempo, Paco toreó cuanto pudo en todo Méjico y consolidó su cartel y su espíritu bohemio hizo que hiciera amistad y se relacionara con la comunidad intelectual y artística del país. No faltaba a las fiestas que organizaba Indalecio Prieto y bajo la protección de la familia Armillita y Carlos Arruza por ejemplo, se introdujo en los círculos más selectos, donde conoció a políticos españoles en el exilio, así como a intelectuales y a artistas españoles, entre ellos a Carmen Amaya, con la que llegó a tener gran amistad. Tras una larga y fructífera carrera novilleril, Paco Honrubia decidió tomar la alternativa para regresar a España como matador de toros, efeméride que se produjo en Ciudad Juárez (Chihuahua), Méjico, el 7 de marzo de 1954 de manos de Curro Ortega, mano a mano, que le cedió un toro de la ganadería de “Campo Alegre”. Tras doctorarse comprobó desengañado que todas las promesas que le habían hecho los taurinos españoles para torear en España eran papel mojado, y muy dolorido renunció allí mismo a la alternativa y continuó toreando novilladas hasta 1960, año en el que de nuevo se interrumpió el convenio hispanomejicano y decidió regresar a España. Ya en la península, reinició su carrera novilleril presentándose en Valencia con Santiago Martín “El Viti”, y el granadino Manolo Carra alternando en la lidia de un encierro de Pablo-Romero. El éxito fue máximo, no si lo consideramos por el número de trofeos, que solo cortó una oreja, sino porque aquella tarde puso posiblemente el mejor par de banderillas de su vida y el público pareció enloquecer puesto en pie en la plaza. Ante semejante éxito lo repitieron el domingo siguiente con los también valencianos
Gregorio Garcia y Manolo Herrero, que ese día debutaba con picadores. Los toros eran de Escudero Calvo, hoy, Victorino Martín. Ese día, desgraciadamente Paco Honrubia no estuvo bien y su espíritu bohemio le hizo replantear su vida, y sin pensar que había dedicado toda su juventud al toro, decidió abandonarlo todo y viajar a Paris a divertirse y olvidar. Sin embargo, su destino era ser torero y además importante, y cuando ya llevaba instalado en la ciudad del Sena bastante tiempo, recibió una carta de su paisano el matador de toros Jaime Marco “El Choni”, apoderado del matador de toros mejicano Raúl Contreras “Finito” animándolo a que se hiciese banderillero e ingresase en su cuadrilla. Le hizo ilusión a Paco la propuesta, pues ya llevaba cinco años desde que hiciera su ultimo paseíllo, y aceptó la oferta. Debutó en Barcelona con una corrida del Conde de la Corte. Esa tarde estaba lidiando y a la salida de un par de banderillas fue cogido por un toro que le propinó una paliza tremenda. En la corrida siguiente fue su jefe de filas quien sufrió los rigores del toro español, y decidió volverse a su país, con lo cual, Paco Honrubia quedó sin cuadrilla hasta que su paisano de Oliva, el matador Paco Pastor le propuso incorporarse a la suya para torear en la feria de Julio en la que estaba anunciado con Antonio Bienvenida y Joaquín Bernadó con toros de Miura. Desde entonces no dejaría de torear como banderillero en las mejores cuadrillas hasta su retirada definitiva de los ruedos en Lorca (Murcia), el 13 de noviembre de 1983 a las órdenes de Juan Carlos Vera –uno de sus alumnos favoritos, pues ya era Director de la Escuela Taurina de Valencia–, donde un toro de Atanasio le rompió cinco costillas y le hundió un pómulo. Hasta ese día, Paco Honrubia tuvo una carrera taurina jalonada de tardes de leyenda y de pares de banderillas imposibles casi siempre en competencia con otro grande, Eliseo Capilla, de más facultades que Paco y de un concepto de la lidia diferente. Paco Honrubia cuando reapareció como banderillero lo hizo en calidad de lidiador teniendo en cuenta sus conocimientos adquiridos durante toda su trayectoria y su categoría como torero, pero poco a poco se fue apartando de la disciplina capotera que siempre distinguió a Eliseo Capilla, para ir centrándose cada vez más en sus famosos y arriesgados pares de banderillas. A ambos les llegó la fama en Madrid, o mejor dicho, se consolidaron en Madrid, donde dieron grandes tardes de toros y fueron llamados con muchísima frecuencia para torear en carteles destacados. Por aquellas fechas, casi siempre a las órdenes de Ricardo de Fabra, completando la cuadrilla Félix Guillén. Paco Honrubia redondeó fantásticas tardes como banderillero durante su carrera, pero fueron memorables sobre todo sus actuaciones