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Rodríguez López, Francisco “Paco Rodríguez”

toreando con picadores, generalmente en plazas malagueñas y en corto número, decidió tomar la alternativa el 25 de julio de 1999 en Benalmádena (Málaga), de salmón y oro, con Luis de Pauloba y Joselillo de Colombia como compañeros de cartel, que actuaron respectivamente de padrino y testigo de la ceremonia de cesión de trastos y del toro “Violetero”, negro, número 54, de “El Campillo”, con el que el toricantano fue muy ovacionado y cortó las orejas al que cerró plaza, saliendo a hombros con sus compañeros. Solamente toreó la corrida de su doctorado en dicha temporada, y en la de 2000 no se vistió de luces. En 2001 se vistió de luces en dos ocasiones: Marbella y Benalmádena, y en 2002, no toreó. En 2003 se vistió de luces en 4 ocasiones obteniendo dos triunfos importantes en Estepona, donde cortó las orejas a un toro de Joaquín Buendía; y en Fuengirola, cortó dos orejas, una a cada toro de su lote de la ganadería de Javier Molina. Toreó su última corrida en Benalmádena (Málaga), el 17 de agosto de 2003, alternando en la lidia de toros de los Hnos. Arenas e Isaías y Tulio Vázquez, con Fernández Pineda, mano a mano. Miguelín de Marbella, fue aplaudido en su primero y dio una vuelta al ruedo tras acabar con el segundo de su lote. Hasta el momento había toreado 29 novilladas picadas y 9 corridas de toros, y ante las pocas expectativas que se le presentaban para prosperar como matador de toros, decidió cambiar el oro por la plata e ingresar en el escalafón de los banderilleros en 2006, toreando generalmente en las plazas malagueñas.

rOdríguEZ lóPEZ, francisco

“PACO RODRÍGUEZ”

Matador de toros nacido en Granada, en la Cuesta de Gomerez, hijo de un afamado desbravador de caballos, Joaquín Rodríguez, que poseía su picadero en la céntrica plaza de los Campos de la ciudad. Hombre adelantado a su tiempo, tenía además en el mismo lugar una guardería canina, establecimiento tan de moda en nuestros tiempos, donde la buena sociedad de la época dejaba sus perros. Paquito Rodríguez, como se le empezó a conocer, fue como su padre un gran caballista, y en su época de matador de novillos llegó a alcanzar gran predicamento entre la afición de Granada. No puedo precisar exactamente cuándo comenzó su carrera ni el momento en que debutó ante sus paisanos, pero encuentro la primera referencia en la época en que debía estar dando sus primeros pasos en el oficio. La primera vez que encuentro su nombre en letra impresa es con ocasión de haber toreado el 6

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de septiembre de 1925 en la plaza de toros de El Triunfo de Granada con erales de la ganadería de Surga acompañado por Manolo Perete en un festejo en el que con cuatro novillos-toros de la misma divisa alternaron Zapaterito y Ricardo González, que tuvieron una actuación bastante gris. En cambio, los becerristas causaron muy buena impresión a la concurrencia. Esto le valió la repetición el inmediato día 13 con el mismo compañero de la vez anterior, acompañados por los novilleros Eduardo Pérez “Niño de la Venta” y José Campos “Gitanillo de Málaga”, con reses de Antonio Guerra, que se prestaron al lucimiento. Esta vez los que se llevaron el gato al agua fueron los noveles, que cortaron orejas. La gente hablaba y no paraba de Paco Rodríguez y Manolo Perete. No es de extrañar pues que los organizadores del festejo de la Asociación de la Prensa, los pusieran en el festival que se celebró el 11 de octubre con dos erales de Antonio Guerra, y cuatro novillos de la misma ganadería para los novilleros Carlos Sussoni, Luis Sánchez Mejías, Ángel Vivas “Baturrico” y Jesús Pintado. Como dato anecdótico cabe señalar que había un trofeo en liza para el matador que quedase más destacado, consistente en una medalla de la Virgen de las Angustias, que ganó Baturrico. El tiempo no acompañó y la asistencia del personal fue deficiente. Aún harían estos dos becerristas inseparables otro paseíllo en la temporada. Fue el 8 de noviembre, y en esta ocasión el tiempo tampoco ayudó, porque llovió. El festejo fue mixto y actuaron Perete y Paquito Rodríguez con erales de la vacada de Antonio Guerra, y con cuatro utreros del mismo ganadero, Ricardo González y José Avía, que pasaron sin pena ni gloria. En cambio, los becerristas estuvieron francamente bien. Perete cortó una oreja y Paco Rodríguez fue aplaudido. El 25 de abril de 1926 con lleno hasta la bandera, dato que habla por sí solo del atractivo que tenía Paquito Rodríguez para sus paisanos, toreó acompañado de Joselé de Sevilla y Baldomero Sola con novillos de Surga, que salieron muy nobles y bravos. Paquito Rodríguez no pasó de voluntarioso, mientras que su compañero Baldomero Sola se alzaba en claro triunfador al cortar dos orejas y un rabo, siendo repetido el siguiente 9 de mayo. Joselé, ni fu ni fa. El 8 de mayo de 1927 volvió al coso granadino con casi tres cuartos de su aforo cubiertos, acompañando a Manuel Zarco “Perete” y a Joseíto de Granada que habían sido los triunfadores del festejo celebrado el 1 de mayo. Perete había cortado cuatro orejas y dos rabos, y Joseíto, bien, aunque evidenciando su falta de oficio. En esta ocasión Paquito Rodríguez fue ovacionado, mientras que su rival Perete se erigió nuevamente en el triunfador de la tarde al cortar dos orejas y un rabo. Joseíto de Granada tuvo la cara y la cruz de la fiesta, porque tras acabar con

el primero de su lote, el público le pidió la oreja, que el presidente no concedió, y en el otro, escuchó los tres avisos viendo como su novillo era conducido por los cabestros al corral. La verdad es que no se sobrepuso a la impresión que le causó ver como su novillo cogía de forma espeluznante a un espontáneo. Resultó ser José Zarco González, de 19 años, natural del cercano pueblo de Maracena, que trabajaba en el matadero y fábrica de embutidos de la familia Cañabate, de la misma localidad. Esa misma noche falleció en el Hospital de San Juan de Dios. Como siempre hay que culpar a alguien de lo sucedido, los banderilleros Rosalito de Granada y Manuel Alemán fueron acusados de negligencia y sancionados con cien pesetas cada uno. El 29 de mayo siguiente tenía que haber actuado con su compañero de siempre, Manolo Perete, lidiando reses de Felipe Bartolomé, pero ambos se descolgaron del cartel aduciendo que el ganado era demasiado grande para ser lidiados en festejo sin picadores. En su puesto fueron contratados Baturrico, Atarfeño y Joseíto de Granada. Tres cuartos de plaza. El 14 de agosto siguiente alternó con Atarfeño en la ciudad natal de éste, con dos novillos de Pelayo, obteniendo un señalado triunfo, y al día siguiente se repitió el mismo cartel, incluida la ganadería, en Gor, y de nuevo los dos novilleros quedaron muy bien. El 12 de octubre fue contratado para el festival que el Ayuntamiento de Granada organizó a beneficio de los soldados licenciados de la guerra de África. Actuó mano a mano con Jesús Fandila, que mató un novillo; Paquito Rodríguez, dos. Damos un salto en el tiempo y lo encontramos el 12 de mayo de 1929 en la corrida inaugural de la temporada de la plaza de El Triunfo –Granada ya tenía dos plazas–, una novillada picada con reses portuguesas, con Manolo Perete y Joseíto de Granada. Paquito Rodríguez, que actuó en tercer lugar, cortó orejas y rabo, igual que Perete. El 9 de junio siguiente debutó en la plaza de toros nueva en la novillada picada que cerraba el ciclo ferial. Novillos de Murube, con Atarfeño y Perete, que cortaron cada uno dos orejas y rabo. Este éxito animó a la empresa a organizar otro festejo picado, esta vez, con novillos de la ganadería de Pérez de la Concha, que a la postre estuvieron por encima de los espadas, que fueron Aldeano, Manolo Perete y Paquito Rodríguez, que cortó una oreja. En 1930 también toreó Paquito Rodríguez la novillada picada de feria, celebrada el domingo 29 de junio, con reses de Esteban Hernández, alternando igual que en el año anterior, con Atarfeño y Perete, resultando el festejo un auténtico fiasco. El 7 de septiembre del mismo año hizo el paseíllo en el mismo ruedo en novillada picada, alternando en la lidia de reses de Romualdo Jiménez, con Fuentes Bejarano y Niño de la Alhambra, que no era de La Alhambra, sino de Sevilla. El fes-

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tejo se fue al traste por culpa del ganado, y el público se aburrió como una ostra. Aun así, debió gustar Paquito Rodríguez, porque fue contratado de nuevo para actuar en la novillada picada que se celebró el día 12 de octubre en la misma plaza, donde actuarían con ocho novillos de Terrones, los novilleros Atarfeño, Perete, Paco Rodríguez y Elías Álvarez Pelayo, el hijo de Tabernerito, que fue el triunfador de la tarde al cortar al novillo que cerraba plaza las dos orejas y el rabo, ganando así el Primer Trofeo “Virgen de las Angustias” que estaba en juego. El 26 de octubre hizo el paseíllo en la otra plaza, la de El Triunfo, en un mano a mano con Atarfeño, que obtuvo un clamoroso éxito al cortar cuatro orejas y un rabo. Paquito Rodríguez no pasó de discreto y fue ovacionado. El ganado: limpieza de corrales. El 2 de noviembre hizo nuevamente el paseíllo en la plaza de El Triunfo para estoquear novillos de Guadalest. (Según Manuel J. Anguita Castillo, se trataba de una corrida de toros que había sido desechada en Jaén y que tenían que haber lidiado Marcial Lalanda, Cagancho y Manolo Bienvenida). El caso es que Atarfeño, Perete y Paco Rodríguez los mataron a pesar de haber salido con mucho poder. No hubo trofeos, pero el público se divirtió. Y aún lo vería la afición granadina torear ese año dos veces más; el 30 de noviembre, en la plaza de El Triunfo, en el festival organizado por la Masa Coral de Granada, en el que se lidiaron cuatro novillos de Anastasio Martín por Atarfeño y Paco Rodríguez mano a mano. Atarfeño fue el triunfador del festejo al cortar las orejas y el rabo a uno de sus oponentes; y el 3 de diciembre, último festejo de la temporada, en el festival organizado por el cuartel de Artillería en la Plaza de Toros Nueva, con el mismo cartel. Tanto Atarfeño, que banderilleó al quiebro, como Paco Rodríguez, cortaron los máximos trofeos a sus novillos. Ese año terminó la temporada muy bien clasificado en número de festejos, tras Atarfeño y Perete. En 1931 se anuncian a “los cuatro niños de Granada”: Atarfeño, Perete, Paco Rodríguez y Elías Álvarez Pelayo, en la plaza de toros nueva con novillos de la ganadería de Villamarta. Fue el 21 de junio, y por orden de actuación, cortaron respectivamente dos orejas y un rabo, cuatro orejas y dos rabos y aplausos los dos últimos actuantes. El 27 de mayo de 1932 la plaza de toros de El Triunfo inauguró la temporada con una novillada con picadores en la que, con novillos de la ganadería de Moreno Santamaría alternaron Atarfeño, Perete, que resultó cogido de consideración, y Paco Rodríguez. El festejo resultó muy aburrido por la falta de colaboración de los astados. Como dato para el recuerdo, cabe señalar que diez días antes, el 17, a las cinco de la madrugada, falleció en el Sanatorio de Toreros de Madrid Elías Álvarez Pelayo, como consecuencias de las heridas

que le produjo un novillo en la plaza de toros de Madrid el día de su presentación como novillero, 6 del mismo mes. La afición de Granada perdía una de sus más firmes promesas. En cuanto a Rodríguez, aunque toreaba mucho, ya se apreciaba una disminución en el número de los festejos ajustados. En 1934 se produjo un hecho luctuoso cuando aún no se había recuperado la afición granadina de la tragedia de Elías Álvarez Pelayo en Madrid. Miguel Morilla Espinar “Atarfeño”, con el que tantas veces había compartido cartel Paco Rodríguez, fue corneado y muerto por el toro Estrellito, de la ganadería de Moreno Santamaría, el día 2 de septiembre. El día 30 del mismo mes se organizó en la plaza nueva un festival a beneficio del hijo del diestro y de su viuda, con un éxito total tanto en lo artístico como en lo económico, ya que dio un balance positivo de 30.000 pesetas. En él actuaron Antonio Posada, Niño de la Palma, El Niño de la Audiencia, Rafael Vega “Gitanillo de Triana III”, Diego Gómez Laínez, Perete, Paco Rodríguez y Atarfeño Chico, sobrino del finado. Como ha ocurrido tantas veces con muchachos que hicieron abrigar esperanzas por sus buenas maneras y formas de concebir el toreo, Paquito Rodríguez se fue disipando en la memoria de los empresarios y aficionados, terminando por retirarse. Pero antes, había viajado a América, donde tomó la alternativa de matador de toros en Bogotá, el 4 de agosto de 1946, de manos del almeriense Juan Luis de la Rosa. No puedo asegurar cuantas corridas toreó en las repúblicas americanas, pero sí que el 14 de agosto del mismo año toreó en la plaza de Bogotá (Colombia) alternando con Luciano Contreras y Leopoldo Ramos López “Ahijado del Matadero”, que debutaba en dicha plaza, y que se había doctorado en Ciudad Juárez (México), el 16 de noviembre de 1944. Durante su estancia en América sufrió una tremenda cornada que puso su vida en peligro y le tuvo en cama durante un mes. Al cabo, regresó a España, y no volvió a vestir jamás el terno de luces. Así pues, aunque nunca revalidó su doctorado americano en España, lo considero como matador de toros por haber actuado como tal y haber mediado cesión de trastos, como hice en los casos de Pepe Luis Álvarez Pelayo, El Malagueño y Juan Iglesias Rivillo, independientemente de que la legislación de la época considerase los doctorados fuera de España válidos o no, tema que a mí particularmente, no me interesa para este trabajo. Sí actuó sin embargo en público en algunos festivales benéficos como rejoneador, ya que el amor que había heredado de su padre por los caballos, unido a la destreza que tenía para la equitación le indujo a hacer algunas incursiones como caballero en plaza, más por afición que con ánimos de dedicarse de lleno a esa actividad. Como dato anecdótico, cabe señalar que el día 14 de

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