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Rubio y Rubio, Rafael “Rodalito”

26 de octubre de 1906 con su investigación sobre la “Etiología y Pronóstico de las Hemorragias Retinianas”, estudio con el que obtuvo una notas de sobresaliente por el tribunal. Ese mismo año fue condecorado como Caballero de la Orden de Alfonso XII “Como premio a sus trabajos científicos”. Fue además de importante investigador y conferenciante, fundador de una Clínica Oftalmológica en Madrid, y el inventor de un sistema capaz de mejorar los problemas relacionados con el nervio óptico, en 1908. Pero no solo destacó José Rovirosa por compaginar su profesión taurina con su carrera de médico, sino que, además, como haría también Ignacio Sánchez Mejías, destacó por su dedicación a la literatura, haciendo una incursión como dramaturgo con mucho éxito, ya que en 1927 escribió una obra de teatro “Cegar para ver”, comedia dramática en tres actos, en los que el Dr. Rovirosa ponía de manifiesto sus conocimientos como medito oftalmólogo. Se estrenó en el teatro Fuencarral de Madrid, protagonizada por el actor Francisco Portes. La revista “Blanco y Negro” de 23 de enero de 1927 se hizo eco del estreno: “Don José Rovirosa viene al mundo luminoso de las bambalinas con el acopio de ciencia experimental amasado en su tentativa de inferencia entre uno y otro campo a base de este escepticismo: “La vida sólo puede soportarse en el misterio de la ceguera, y esta obscuridad dilata los horizontes serenos del espíritu”; apotegma desconsolador desde el más grosero punto de vista escénico: el de la taquilla, a menos que la civilización no encuentre para un teatro ciego mayores posibilidades. Pese a su título paradójico, Cegar para ver fue comprendida y reiteradamente aplaudida por el público de Fuencarral”. Casado con Doña Dolores González Dalmau, falleció en Madrid el 1 de noviembre de 1935. De su matrimonio nacieron siete hijos, uno de ellos también eminente oftalmólogo barcelonés, José Rovirosa Dalmau.

rubiO Oltra, rafael

“RODALITO”

Matador de toros y posteriormente banderillero tras renunciar a su doctorado de 1922 Natural de La Roda (Albacete), nació el 20 de noviembre de 1894, y cuando decidió ser torero adoptó el gentilicio de su pueblo natal para darse a conocer en los ruedos. Su nombre comenzó a verse en los carteles a partir de 1913 en novilladas modestas de las plazas manchegas, hasta que dos años más tarde se presentó en Madrid en un festejo nocturno celebrado el 5 de agosto de 1916, de verde y oro, alternando con Luis Mauro “Corchaito

II” y Vicente García “Mellaito”, también nuevo en la plaza. Si primer novillo fue de Cobaleda, sin que hiciera nada meritorio. Sin embargo, su presentación formal en la plaza de Madrid fue el 9 de marzo de 1919 con José Roger “Valencia” y Emilio Méndez, alternando en la lidia de reses de López Plata, sin que su actuación pasara de regular. Aún así, terminó la temporada con 36 corridas. En 1920 su contratación fue menor y toreó 27 novilladas, que bajaron a 20 en 1921. Ese año viajó a Venezuela, donde debutó en Caracas y sumó 7 corridas. De regreso a España, toreó en la temporada de 1922 veinte novilladas, y viéndose ya “muy gastado”, en el escalafón novilleril decidió dar el paso al escalafón superior, recibiendo la alternativa en Yecla, Murcia, el 1 de octubre del mismo año, de manos del mejicano Luis Freg, que le cedió el toro “Inspector”, de la ganadería de Pérez de la Concha. Emilio Méndez testificó el acto. No fue exitosa la corrida de su doctorado, y tras su primera campaña como matador de toros, marchó a tierras americanas, donde toreó en todas las Plazas de la América Española, presentándose en la plaza de El Toreo, de México (Distrito Federal), el 4 de marzo de 1923, en la corrida de la Prensa. Sumó una docena de corridas, y en 1924 solo toreó 9, en una de ellas en Lisboa, otra en Ceret (Francia), y las otras en Barcelona, Albacete, Barbastro y Colmenar, y cuatro corridas en Roma con gran expectación y éxito, permaneciendo durante dos meses en aquella ciudad, recibiendo agasajos y homenajes por el Gobierno, la aristocracia y el pueblo. En una de esas fiestas aristocráticas conoció a la que sería su esposa, hija de los Condes de Vulpini. “Antes de ir yo, acompañado de Pedro Basauri “Pedrucho”, se habían hecho en Roma varios simulacros taurinos. Pero en las corridas en las que nosotros tomamos parte fueron de verdad. Se celebraron en el estadio Framinio, capaz para cincuenta mil personas, y las cuatro tardes registró la plaza, es un decir, un lleno rebosante. Los cuatro festejos se celebraron a beneficio de los mutilados de guerra”. Ese mismo año toreó en Guatemala durante el invierno, cobrando unos honorarios que hasta entonces nunca había ganado. Él mismo lo cuenta: “El empresario no quería organizarme un beneficio, cosa muy corriente entonces, y lo monté yo. Alternó conmigo Fausto Barajas, y gané trescientas mil pesetas. En Bogotá, en otra corrida, en honor de Limberg, el famoso aviador, logramos José Paradas y yo, una ganancia de ocho mil dólares cada uno. Para que el público pudiera ver bien al aviador norteamericano mandé construir un palco encima de la meseta de toriles”. En 1925 toreó 5 corridas de toros, una de ellas la de su revalida de alternativa en Madrid el 23 de agosto de manos de Larita que ante el azteca Juan Silveti, que actuó de testigo, le cedió el

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