Maestros y costura. Una experiencia en educación infantil Chelo García Piquer Maestra de Educación Infantil del CRA Somontano de Teruel las que se acostumbran, empezando por las más fáciles, como Faja, Calceta, punto de Red, Dechado, Dobladillo, Costura, siguiendo después a coser más fino, bordar, hacer Encajes, y en otros ratos que acomodará la Maestra según su inteligencia, hacer Cofias o Redecillas, sus Borlas, Bolsillos, sus diferentes puntos, Cintas caseras de hilo, de hilaza de seda, Galón, Cinta de Cofias, y todo género de listonería...». En 1816 se ordena que «en todas las escuelas Reales de niños se enseñe a leer y escribir (...) gramática castellana, ortografía y aritmética (...). Y que en las escuelas de niñas se verifique la enseñanza de las labores de manos (...) siendo obligación de las maestras enseñar a leer, y aun a escribir, a las niñas si alguna quisiese dedicarse a ello...» Esta actividad continuó en la escuela de nuestras madres o abuelas, que tuvieron una formación escolar en los años 40 y 50. Ellas, recordarán con añoranza las horas que pasaron aprendiendo a coser o bordar en la escuela, actividad que, por otra parte,
Fórum Aragón, núm. 32, marzo de 2021
Introducción Mucho se ha hablado durante los últimos meses sobre la brecha digital, brecha que ciertamente se ha hecho patente y que ha marcado diferencias entre el alumnado. Yo voy a hablar de otra brecha digital. Esta brecha que abarca varias generaciones y que se merece en mayor medida llamarse “digital”. Esta brecha es, más que una brecha, un abismo y que si nadie lo remedia llegará a ser, si no lo es ya, un agujero negro. ¿A qué brecha me estoy refiriendo? Si buscamos en el diccionario de la R.A.E la definición de “digital” encontramos en su primera definición lo siguiente: Perteneciente o relativo a los dedos. Una de las actividades relativas al uso de los dedos es la costura. La palabra “costura” nos transporta a un tiempo remoto y nos recuerda a una actividad retrograda, pasada de moda y asociada exclusivamente a mujeres. En cualquier caso, una actividad en desuso, poco valorada y con poca o ninguna transcendencia a nivel educativo en la actualidad. Pero, a pesar de esto, la costura, como cualquier otra sabiduría, debe ser transmitida de generación en generación para satisfacer las necesidades de la sociedad. Esta transmisión ha de llevarse a cabo bien de manera formal o no formal. Si nos remontamos a los primeros textos que corroboran esta transmisión en la sociedad española de una manera formal, encontramos que en ellos se regulan las escuelas de niñas, la base de la educación en éstas eran las labores de manos. El Reglamento mandado por Carlos III en 1783 para organizar las escuelas gratuitas de niñas en la Corte puntualiza: «Las labores que las han de enseñar han de ser
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