A media voz
Pandemia y Centros Integrados Ha pasado un año de pandemia provocada por el omnipresente coronavirus. En este periodo se ha manifestado crudamente la necesidad de los cuidados: en la sanidad, las residencias, los barrios, las familias...También en la educación que ante esta nueva situación se ha respondido con un análisis y la ejecución de una serie de respuestas, que en conjunto son lo suficientemente positivas como para provocar la satisfacción del conjunto de los profesionales y de toda la comunidad escolar. Enhorabuena. Ya hace tiempo que, en Aragón, ante la baja natalidad y la escasa población, en los Centros rurales se empezaron a proponer que acogiesen a un alumnado desde los 2 a los 16 años. Este número de nuestra revista lo dedicamos a los centros integrados, en los que se desarrolla su actividad desde las etapas de Infantil, Primaria y ESO. Estos centros comenzaron, de forma experimental el curso 2017-18, motivados por diversas causas, IES saturados, colegios con escasez de alumnado, reducir los transportes escolares… En su desarrollo, surgieron nuevas necesidades de materiales, de espacios y de personal ya que eran diferentes a las que tenían los colegios, unitarias y CRAs. Los retos estaban en el personal docente que debía estar especializado en educación Infantil, Primaria y Secundaria. En el alumnado con un amplio espectro de edades y características, desde niños a adolescentes. Y las familias habituadas a estar muy cerca de la escuela y, generalmente, con un arraigado sentimiento de propiedad, “el colegio de mis niños”.
También hay quejas que reclaman la importancia de los cuidados. Los cuidados son los que nos ligan con las características más básicas de nuestra especie gregaria, como es la familia, la sociedad, pandilla, tribu, barrio, pueblo, ciudad, etc. Así valoraremos la importancia y necesidad del “Estado del bienestar”, que se olvida cuando los recursos son abundantes, pero lo echamos en falta en la enfermedad y cuando escasean los recursos básicos, como así ha sido en esta pandemia del COVID. Esta pandemia ha visualizado que para un importante sector de la población las necesidades sanitarias, de alimentación, vivienda y otros cuidados no estaban cubiertos adecuadamente o ha sido inexistente la atención recibida. Son las carencias de nuestro estado de bienestar: incompleto de recursos y con una gestión mejorable. Estos problemas siempre aparecen con dramatismo, aunque no son nuevos. En un futuro próximo habrá que responder a los efectos perniciosos de la acción de nuestra “sociedad industrial y avanzada”. La contaminación de la atmósfera, suelos y aguas, el calentamiento global, el derroche y despilfarro de recursos naturales, con el agotamiento de algunos de ellos. Los hemos oído, los estamos estudiando, pero parece que nos queremos olvidar de ellos. La experiencia reciente, nos ha permitido constatar que medidas muy drásticas, que han sido necesarias, las estamos cumpliendo, cuando antes difícilmente podíamos creer que las cumpliríamos y que las respetaríamos.
Fórum Aragón, núm. 32, marzo de 2021
En general, determinadas quejas manifestadas por algunos docentes me parecen que surgen para responder al juicio de personas que se les da la categoría de fiscalizadores o de supervisores o simples opinadores que deberían aprobar su labor. Considerando que estos observadores suelen emitir sus reflexiones o propuestas para guiar hacia la perfección el proceso educativo por el camino más eficiente. ¡Pero si no hay un único camino! Pienso que, en la variedad, dentro de los límites establecidos por nuestro entorno y normas democráticas, está el contraste para comparar y elegir, para que se desarrolle una hermosa diferencia de personas y agrupamientos. Así todos podemos seguir aprendiendo a lo largo de la vida. No son muy necesarios los “salvadores o gurús que guíen certeramente la vida”, suelen crear problemas e incluso peligros en el libre desarrollo de las personas.
51