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Isla invisible Isla Invisible es un proyecto de residencias artísticas en las islas del estuario de Bahía Blanca. Nuestra ciudad toma su nombre de un lugar al que apenas conoce. Para la mayoría de nosotros la Bahía Blanca es, justamente, eso: un espacio en blanco. Un sitio tan ajeno como, pongamos, los mares de la luna, esa luna que mece las mareas que cubren y descubren el enigma de un paisaje tan cercano como remoto, tan a mano como difícil de entender. La isla a la que viajamos no tiene un nombre. Tiene dos. Algunos la conocen como la "Isla de la gaviota cangrejera". Otros, como el "Islote del puerto". Cada denominación recorta un modo muy distinto de mirar el mismo pedazo de tierra. La "Isla de la gaviota" induce a contemplar un santuario de la naturaleza, y a soñar en él con un mundo ajeno a la huella de la historia humana. En cambio, el "Islote del puerto" lleva nuestros ojos hacia las luces del polo petroquímico que, justo ahí enfrente, convierten en día a la noche, y a las aves en criaturas insomnes. 2
Pero, si lo pensamos un poco, tampoco esa bahía que en 1822 los tripulantes de la goleta Warp bautizaron "blanca", parece ser una sola. Es una si, con los últimos pescadores artesanales, la llamamos "ría", y otra cuando, junto a los geólogos, la nominamos "estuario"; otra incluso en la voz del Licenciado en Comercio Internacional que distingue en ella "un puerto de aguas profundas"; y aún otra para quienes, como Ida Muhamed o Juan Carlos Alesoni, fue alguna vez el "patio de su casa". Ninguna de las islas de la bahía es invisible. Figuran en mapas y cartas de navegación desde hace siglos. Sin embargo, resulta difícil establecer a qué prestamos atención en ellas y a qué somos ciegos, cuáles son los intereses que, de manera abierta o solapada, tabican nuestra mirada. A contrapelo de aquellos discursos que pretenden asignarle una identidad y un destino unívocos, "Isla invisible" invita a reimaginar nuestra relación con este territorio, a ampliar el margen de lo que podemos ver, decir y hacer en ese lugar incierto. Nicolás Testoni Ferrowhite museo taller
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“El Islote del Puerto o Islote de la Gaviota Cangrejera alberga una importante población de Gaviotas Cangrejeras (Larus Atlanticus), también conocidas como de Olrog o de cola negra. Este ave es una de las cinco especies de gaviotas en mayor riesgo de extinción en el mundo. El islote se halla a escasos 1000 metros del Puerto de Ingeniero White y de su polo petroquímico. La colonia de Gaviota Cangrejera se encuentra sujeta a disturbios tales como la contaminación sonora y lumínica, la exposición a contaminantes líquidos y gaseosos, la recolección ilegal de sus huevos y pichones y los derrames de hidrocarburos. Además, el islote presenta severas modi caciones debido al depósito de sedimentos extraídos luego de las tareas de dragado llevadas a cabo entre 1989 y 1992, actividad que redujo el área disponible para la cría de la especie, impacto que podría repetirse en un futuro cercano. Cabe destacar que a causa de esta modi cación en el ambiente, las aves dejaron de nidi car a partir del año 1989, para reinstalarse en el año 1999, en los sectores no modi cados, siete años después de que comenzará a producirse el impacto. 4
Debido a su importancia para la conservación de la especie, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires declaró de 'Interés Provincial' las actividades de conservación y protección llevadas a cabo en el Islote del Puerto por Resolución Nº 04/05. En la actualidad, la conservación de la Gaviota Cangrejera requiere de un marco legal de mayor importancia, con un enfoque regional que le otorgue seguridad jurídica. Por otra parte, la ubicación del islote, por su proximidad a uno de los centros urbanos más grandes de la costa argentina, in ere una oportunidad única para la realización de actividades de educación ambiental, a efectos de generar en la comunidad, conciencia y actitudes ambientalmente responsables para la protección de esta especie y de sus hábitats asociados... (...)Además, se encuentran encalladas en el Islote, las ruinas históricas del barco pesquero 'Usurbil', que participara como aliado de nuestro país en el con icto bélico por las Islas Malvinas. Sumando un valor patrimonial e histórico al área natural protegida.” Fragmento de Decreto 469/11 Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires
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La necesidad de una aventura Isla Invisible comenzó hace dos años con la intención de crear una plataforma que nos acerque al estuario de Bahía Blanca. ¿Cómo construir relatos sensibles que nos permitan apreciar el valor ecológico y cultural de un territorio invisibilizado? A partir de esta pregunta organizamos una residencia artística en las islas de la bahía. El proyecto se desarrolla en etapas. A través de una convocatoria se con gura al grupo expedicionario, con la intención de que haya cierto balance entre quienes participan. Luego, viajamos por algunos días a las islas, y se abre un tiempo para la producción de obras. El proceso culmina con el montaje de una muestra y el armado de una pequeña publicación que da testimonio del proceso. Todo el ciclo dura un año. Poner este proyecto en marcha nos ha permitido advertir la necesidad de aventura que hay en el mundo contemporáneo. Ante la desconexión con el cuerpo y la manera mediatizada de habitar que nos proponen las nuevas tecnologías, una aventura resulta un gesto 6
desalienante. Recorrer lugares que desconocemos pone nuestros sentidos en alerta, a nando la percepción y haciendo que la experiencia nos transforme. El ambiente que nos rodea deja de ser un espacio a ocupar, y pasa tener su propio temperamento. Es quien se encarga de que nos encontremos con lxs otrxs. Se arma una comunidad con lógicas propias para poder convivir, seamos humanxs, animales, plantas o fuerzas de la naturaleza. Estos viajes nos han hecho descubrir que estar atentxs a la naturaleza no es ni más ni menos que estar atentxs a nosotrxs mismxs. Nunca estuvimos fuera de ella, pero necesitamos la aventura para recordarlo. Agustín Rodríguez Coordinador Isla Invisible
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Algunas notas sobre Isla Invisible Episodio II - 2018/ 2019
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Suele decirse que segundas partes nunca fueron buenas. Con el guardaparques Martín Sotelo esperábamos que este segundo viaje fuera la excepción. Algunas personas nos preguntaban por qué repetir la experiencia. Desde el vamos, éramos conscientes de que la edición de 2017 de Isla Invisible no había agotado ni los temas, ni el territorio, ni el modo de trabajo a explorar. Habiendo trabajando juntos, podíamos redoblar la apuesta. En mayo, lanzamos una convocatoria nacional. Terminamos armando un equipo formado por cuatro artistas locales (Pepi Amodeo, Martín Baretta, Romina Tejerina y Mariana Torres) y cuatro visitantes (Maia Cosín y Fede Lamas de CABA, Ana Monteiro, portuguesa de paso por Buenos Aires, y el mendocino Dario Exequiel). Tratamos con la selección de armar un grupo lo más heterogéneo posible, tanto en lenguajes como trayectorias previas. A su vez, contaríamos en la isla con el apoyo de Leandro Marbán, biólogo e investigador cuyo trabajo se dedica a estudiar las "especies invasoras" que habitan el islote y di cultan la nidi cación de la gaviota cangrejera. Luego de gestionar pasajes, alimentos y alojamiento, el 21 de septiembre, mientras que muchos estudiantes aprovechaban para besarse y festejar su día, zarpamos desde Puerto Galván rumbo al Islote del Puerto. A pesar de que la isla está cerca del continente, partimos temprano, con el objetivo de circular por el interior del estuario, avistar el Usurbil (un pesquero que fue tomado por las fuerzas armadas para ser espía durante la guerra de Malvinas y permanece desde hace años encallado en la zona) y llegar así a destino a través de un rodeo que nos permitiera apreciar mejor al estuario, la marisma y el contraste que este ecosistema genera respecto al puerto y su polo petroquímico. Luego de 4 horas de travesía, alcanzamos las costas de la isla. El desembarco fue mucho más sencillo que en la edición anterior. Solo hubo que hacerlo con velocidad para evitar que la lancha que nos trajo encalle, pero no hubo mayor problema. La zona de acampe presentaba algunas mejoras. A la mesa que había construído Guillermo 9
Beluzo durante el primer viaje, se sumaba un container que podía funcionar como potencial refugio, aunque aún no estaba acondicionado para alojar otra cosa que herramientas. Hicimos un primer paseo por la parte alta de la isla, desde la cual se ven las miles de gaviotas que identi can al lugar y, a la vez, el puerto del que recibe su otra denominación. Ya estaba atardeciendo, así que poco se pudo hacer a parte de tomar algunas fotos. Regresamos para encender el fogón y levantar campamento. Armamos 3 iglúes medianos y nuestra vieja carpa estructural para diez personas en la que, cómodos, dormimos cinco. Improvisamos una parrilla con unos hierros que había por ahí, comimos asado, tomamos vino caliente y compartimos canciones e ideas de trabajo para el día siguiente. El fogón no sólo sirvió para alimentarnos. En medio de un contexto como el de la isla, donde se cruzan restos de explotaciones portuarias con especies en lucha por sobrevivir, el fogón funcionó como lugar de encuentro y de socialización. Terminada la cena nos fuimos a dormir. La noche se veía calma y clara por la luna llena. Nada permitía prever la tormenta que se largó en plena madrugada y que, a eso de las siete de la mañana, nos obligó a abandonar la carpa grande, porque el viento había doblado los caños y empezaba a ltrarse agua. Así amanecimos, temprano y con una carpa destrozada. Previendo que algo así podía suceder, habíamos traído un par de carpas suplentes y a su vez estaba el refugio así que no difícil resolver el problema, a pesar de la tristeza que nos dió ver a nuestra carpa rota. Con la salida del sol, nos tomamos unos mates y encaramos las tareas previstas para el día. Pepi sacó sus micrófonos parabólicos para capturar los sonidos de gaviotas, cangrejos y espartinas. Maia, Fede, Darío y Mariana buscaron, cada uno por su lado, objetos y locaciones para lmar. Martín B. fotogra aba las cosas que la marea traía, Romi observaba con los binoculares qué aves aparecían y por dónde anidaban, y Ana observaba la sombra que las 10
gaviotas proyectaban sobre la arena. Martín S., Leo y yo, en nuestro rol de acompañantes, íbamos de acá para allá viendo en qué podíamos ayudar. La jornada resultó productiva. El grupo se reunía para las comidas y los mates pero el resto del tiempo se la pasaba juntando data para las futuras obras. Con la noche volvieron la charla y el fogón, acompañados esta vez por un guiso de verduras, vino y canciones. El grupo funcionaba más orgánicamente y las alianzas surgían de manera espontánea. Brindamos felices de estar allí y nos acostamos temprano para aprovechar el último día: íbamos a hacer unos últimos recorridos, el censo de basura, desarmar el campamento y esperar a que llegue la lancha a buscarnos. El censo de basura se organiza en distintos puntos de la costa de la provincia. Tiene por objetivo contar, en un sector determinado, qué tipo de basura se acumula. Para eso se delimita un recorrido y se va haciendo un rastrillaje, donde a medida que vemos algo dentro del área que nos es asignada (cerca de 5 metros lineales), anunciamos que veíamos dentro de las categorías válidas. Cerca del mediodía comenzamos con el censo. Entre todxs íbamos tirando los datos recabados. Se escuchaban gritos que decían “5 plásticos”, "6 metales", cosas por el estilo. Fede tomaba nota en unas planillas que luego se elevarían a la OPDS. El censó duró cerca de una hora, y a diferencia del que se hace en el continente, no incluyó recolección de residuos, ya que con esa carga el reembarque hubiera muy difícil. A Martín S. lo sorprendió el nivel de atención que mantuvimos en el rastrillaje, mucho mayor del que suele ver entre los voluntarios que lo hacen. Pero muchos vivieron la actividad como una performance y si algo requiere la perfo es concentración. Terminado el censo, almorzamos, juntamos las cosas, algunos dieron un último paseo y nos despedimos de la isla. 11
El regreso al continente fue muy arriba. El capitán de la lancha tenía una lista de música disco sonando y nosotros regresamos como si fuéramos de una excursión que pasea turistas por las playas brasileñas. Llegamos a Puerto Galván bailando. De vuelta en Bahía Blanca, nos duchamos y tuvimos una merienda/cena de despedida. Volveríamos a vernos recién seis meses más tarde. El 15 de marzo volvió a juntamos en Ferrowhite, esta vez para montar una muestra en La Casa del Espía. Tomando una frase de Atilio Miglianelli, buzo de la usina y amante de la ría, le pusimos a la muestra Miles de Gaviotas, ya que estas aves se habían hecho muy presentes durante nuestra estadía en la isla. En esta ocasión no pudimos contar con la presencia de Darío, que se quedó en Mendoza, pero mandó a un amigo que estaba viviendo en Bahía a colaborar con el montaje de su obra. A pesar de la logística previa, siempre el montaje tiene su adrenalina. Para materializar las propuestas hubo que gestionar varias pantallas y resolver en sala unos cuantos detalles. Luego de mucho trabajo en poco tiempo, nalmente, el sábado 16, inauguró la muestra. Entrando a La Casa del Espía uno se cruzaba con un cabo de amarre. Con él, Maia buscó conectar el interior con el exterior, la obra que montó en sala con la cercana playa de la usina castillo, el registro en video de una performance, un pequeño libro y una boya que habíamos encontrado en la isla, con la experiencia sensible que motivó esta instalación. Por su parte, Fede presentó Superabsorvente, un "videozine", mezcla de proyección y publicación impresa, cuyas imágenes y textos convierten al estuario en un lugar cargado de misterio. A partir de un trozo de gliptodonte que encontró en sus paseos por el islote, Ana escribió e invitó a escribir haikus que acompañó por imágenes de la isla y de archivo. Pepi presentó Lima2november, un álbum de paisajes sonoros hechos con los 12
sonidos que había recolectado tanto con sus micrófonos profesionales como con otros, experimentales, que puso a prueba en la isla. Martín montó una serie de fotos en blanco y negro sobre botellas, huevos, gaviotas, anclas y otros objetos encontrados que contrastaban con la textura del paisaje del que fueron tomados. Romina plantó un televisor en el piso y lo rodeó con botellas y restos de plástico que se mimetizaban con la espuma del mar que se veía en pantalla. A su vez, sobre el alambre que da al fondo el predio de la usina castillo trenzó también con plástico la frase: "¿De qué está hecha la espuma del mar?". Darío ubicó en sala y en La Rambla de Arrieta unas pantallas rodeadas de varillas de espartina seca que formaban una suerte nido catódico en cuyo interior se mostraban cuerpos arrastrándose en un territorio hostil, con el viento crudo y constante de fondo. Una vez que comenzó la muestra, caminamos hasta la puerta que en los fondos del predio de la usina da al mar. Allí pudimos apreciar mejor la intervención de Romina sobre el alambre perimetral, acompañada por los sonidos que Pepi le puso a la escena. Entonces, bajamos a la marea, para ver como Mariana, con un vestido elaborado con plástico, realizaba a lo lejos una performance que la convertía por momentos en un ave, por momento en un cuerpo arrastrado por el viento, acercándose de a poco hasta terminar su trayectoria entre las plantas de jume que se acumulan en la costa, casi a nuestros pies. Luego, Ana invitó al público a realizar una caminata sonora, un ejercicio de escucha en los alrededores del castillo y la rambla. Se abrió un tiempo para que el público recorra la muestra y la carpa que habíamos montado frente al castillo con obras en proceso. Cuando oscureció, encendimos frente a la carpa una fogata. Martín S y Fede cantaron un par de 13
temas que habían hecho sobre el ostrero, la isla y el no al dragado. Charlamos sobre la experiencia, el por qué estos espacios son invisibles, como el arte puede darles un lugar en lo social y, a su vez, de lo importante de realizar experiencias concretas en territorio. Llevamos bebidas para compartir que no alcanzaron porque, por suerte, fue mucha la gente que se acercó. Al otro día, hicimos un último recorrido por el estuario, esta vez acompañados por el grupo Guardianes del Estuario y algunos compañerxs del equipo Ferrowhite. Volvimos a acercanos al Uzurbil, donde pudimos avistar a la pareja de jotes que suele posarse en su mástil. También vimos una pareja de del nes franciscana, y hasta nos animamos a nadar entre los canales del estuario, a pesar de las picaduras de aguavivas. Este pequeña aventura fue nuestra despedida. Un mes más tarde organizamos una "activación" de la muestra. Aprovechamos la ocasión para presentar la edición impresa de la residencia 2017, Mónica Ortelli y Eva Murari leyeron poemas sobre el estuario, Mariana repitió su perfo, y Romina hizo un pequeño recorrido de reconocimiento de plantas en la salida al mar del museo. Ahora cerramos esta publicación, que espero pueda dar cuenta, al menos parte, de lo que fue esta edición de Isla Invisible. A diferencia del primer viaje, que nos posicionó en el lugar de conquistadores, expedicionarios que fantaseaban con la posibilidad de fundar una nueva sociedad en un territorio que nos era incógnito, este segundo viaje inspiró entre sus integrantes la idea de formar parte de una comunidad que buscó la manera de entenderse con la verdadera protagonista de esta historia: una isla de textura rasposa e indomable que no podíamos conquistar, sino apenas observar, dejándonos, de a poco, habitar por ella, no forzando un lugar que ya ha sido violentado, 14
reconociendo en esa rispidez la tensiĂłn propia de un espacio que se constituye tanto por lo que hace la humanidad explotandolo, como por los modos de habitar que proponen la espartina, el cangrejo, el jume y las gaviotas. AgustĂn RodrĂguez Diciembre 2019
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Maia Cosin (Buenos Aires, 1986)
Estudió en la Escuela Técnica N° 6 “Fernando Fader”, donde aprendió el o cio que en la actualidad es la base de su trabajo en el proyecto artesanal Natascuadernetas Editora. En el 2018 terminó la Diplomatura de encuadernación en la Biblioteca Nacional. En la actualidad se encuentra realizando su tesis de grado en la Licenciatura en Artes Visuales de la UNA. Allí entre el 2013 y el 2016 se desempeñó como ayudante de la cátedra Marotta de Pintura. Realizó varias muestras colectivas y en el 2017 recibió el premio Primera Muestra, otorgado por Panal 361, para llevar adelante su primera exposición individual. Durante el 2016 participó de la Beca de Formación de Cazadores dictada por Sergio Bazán, Inés Armas y Pablo Rotemberg. En el 2012, junto a otros artistas, creó Latomada, un espacio autogestivo de exposición y encuentro de obras y artistas que funcionó hasta nes del año 2014. El proyecto continuó hasta el 2017 como Los jueves de clú. 40
¿Hay algo que se visibiliza con la invisibilidad de otra cosa? (Fragmentos del fanzine) A veces que, Describí cada uno de los objetos encontrados, me miró y con un interés extraño me preguntó - ¿por qué? me entristeció un poco darme cuenta que no iba a poder explicárselo, me parecía tan obvio. Me quedé en silencio, tomé un trago de cerveza, y empecé: los objetos son hermosos y basura, los trajo el agua, son parte de esto donde estamos (o de aquel lugar extraño en el que estuve) Rastros y restos, un paisaje atípico en un lugar inhóspito. Y yo solo tengo restos. La mala jugada del inconsciente Yo sabía que vos sabías que estaba mintiendo. Con cara de nada y cada tanto una sonrisa para disimular, escuchabas mi relato, una y otra vez. ¿Cuántas veces quise contarte y cuantas veces te lo conté? Estaba yo ahí parada, en el medio de la isla que parecía una olla, mi cuerpo desnudo, pero atento, se relajaba con el uir del viento. Me desnudé cuantas veces pude, una contradicción de sensaciones, entre naturaleza salvaje, adrenalina de ser 41
vista, y una necesidad estética. Mi vestuario es mi propia piel. Me saco la ropa y me pongo el traje. Cuando vivía en la isla, había una sensación o una imposibilidad real, de no poder salir, a pesar de que era algo posible. - El agua rodeándote te atrapaba, o era la paja? O la idea de no querer salir nunca de ahí reducir el mundo a algo que podía recorrer caminando, darle la vuelta, conocer todas sus calles y sus mañas. Entonces vuelvo y pierdo la memoria De un golpe abrupto, una ruptura perfecta me deja en blanco, en cero en nada. Pero lo peor de la nada es que me deja en todo. Aquí con todo posible. Las boyas, los caracoles, los cabos, los nudos, las ataduras, la falsa libertad, el sonido, los pinches, las aves, las pajas, los huesos, los tornillos, los videos que no sirven. Claro, porque solo me quedó lo que había descartado que estaba en la memoria de otro. Nunca el recuerdo es el mismo. ¿Pensaste en la torpeza como un gesto del inconsciente? ¿Pensás que es un sabotaje a vos misma para no caer en un lugar fácil? ¿tu cuerpo es tan enroscado que es capaz de hacerse algo así?
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Releí ¿Qué es lo que me hace visible? ¿Mi cuerpo? ¿Lo que hago con él? ¿Los rastros que deja con las acciones que hago? ¿Lo que pienso? ¿Lo que digo que pienso? ¿lo que el otro percibe de eso que hago pienso digo? ¿Lo transparente es invisible? ¿Cuándo tapas u ocultas algo se hace invisible? ¿Hay algo que se visibiliza con la invisibilidad de otra cosa? ¿Cómo se siente el tiempo en el cuerpo? Marzo, 2019
Este texto es parte del fanzine que se puede encontrar en: https://issuu.com/maiacosin/docs/issuu Link al video: https://vimeo.com/372671103
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Ana Monteiro (Coimbra, 1980)
Coreógrafa, performer e investigadora indisciplinada portuguesa que vive en Buenos Aires. Actualmente realiza un doctorado en Estudios Artísticos en la Universidad Nova de Lisboa, becada por la Fundación para La Ciência y Tecnologia. Su investigación concierne a las formas de vida, problematizando las relaciones entre estética y política. Sus propuestas artísticas consisten en performances, dispositivos, prácticas especulativas, caminatas, talleres, remakes, escrituras, videos etc. Su trabajo busca desa ar nociones tradicionales de danza, coreografía y performance. Trabaja en Europa (Francia, Alemania, Estónia, Itália, Portugal, etc.) y América (México, Uruguay, Chile, Argentina y Martinica). Su enfoque principal es la activación de espacios para el pensamiento, la imaginación crítica y la acción colectiva. 46
En la huella de un gliptodonte Se me hace di cil describir la experiencia de haber vivido Isla Invisíble, huellas no faltan: las fechas de partida y llegada, cronogramas, listados de kitpersonal, emails, chats de whatsapp, muchas fotos, videos… El museu Ferrowhite y la reserva ecológica de la Isla de las gaviotas cangrejeras, lugares donde las fronteras entre distintas prácticas se cruzan de maneras poco obvias, entre la confrontación con el impato de los humanes en ese pequeño fragmento del planeta, sus habitantes y la ironia necessária para seguir haciendo cosas. Sin querer romatizar el encuentro de la pequeña comunidad efímera que construímos a lo largo de pocos dias, la vivência encarnada y prosaica de tener de vivir y sobrevivir juntes, me hizo acordar como, capaz una de las estratégias más so sticadas del poder dominante, sigue siendo, aislarnos. Ahora para algunes de nosotres en el ocidente global, ja no manejamos la máquina fordista que hace repetir los mismos movimientos en una coreogra a precisa pero nos encontramos al frente de nuestras computadoras y sus possibilidades in nitas de conectividad. Esta isla no aisló, sino todo el contrário. 47
Nascida en un país con fuerte pasado imperialista y colonial (Portugal) me despierta mucha curiosidad como, paralelamente al desarrollo tecnológico y cientí co del sieglo XVI, basado en el positivismo racionalista, habia todo un conjunto de especulaciones sobre los seres monstruosos del “nuevo mundo”: sirenas, antípodas (criaturas con los pies hacia atrás), cinocéfalos (criaturas con cuerpo humano y cabeza de perro), ciclopes etc…Capaz los desafíos tecnológicos para aquella época son similares a los que tenemos hoy, por ejemplo, en los viajes espaciales. Martin, el guarda parque, encontró un fóssil de Gliptodonte en una visita que nos hizo por la Isla. 10 000 años atrás andavam por allá esses seres grandotes que desapareceram en 200 años de convivência con nuestra espécie. Sin embargo estamos convencidos que nuestro avance técnologico nos possibilita saber como eram ellos. En Wikipédia sale: “El gliptodonte medía cerca de 3 metros de largo y pesaba alrededor de 1,4 toneladas, siendo equivalente en forma, tamaño y peso a un Volkswagen Fusca” Me recuerdo cuando Pepi me contó que unas montañas que veíamos de lejos desde la isla, son hechas de la misma roca que otras montañas en Africa: Pangeia! Una particula muy muy 48
ancestral en mi se emocionó. Ando pensando estes dias que la memória parece ser algo paradojal: será que para poder recordar algo que estava antes hay que olvidar lo que vino despúes? Marzo 2019 Link al video: https://youtu.be/66ge2yvPLu4
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Federico Lamas (Buenos Aires, 1979) La producción de Federico Lamas gira en torno al video, el diseño, la ilustración y la experimentación audiovisual. Esto integra VJ, grá ca, video, narración, publicaciones, ilustración e instalaciones. Su título universitario es Diseñador de Imagen y Sonido en la UBA. Entre sus proyectos y performances se destacan: dirección, puesta de escena y videoproducción para la ópera e raven de Toshio Hosokawa en el CETC del Teatro Colón; su participación en el Festival Videobrasil en 5 oportunidades ganando 2 de ellas; residencias en México, Brasil, Alemania, Canadá y Bolivia; Premio en Obra Barrio Joven en ArteBA'10; el proyecto de ilustración y animación Visión Infernal que incluye libros en varias ediciones, murales, colaboraciones, animaciones, festivales y performances en vivo alrededor del mundo; la exhibición-instalación Banderas de convivencia piezas, de ilustración y video en el CC Matienzo de CABA y en el Oi Flamingo de Rio de Janeiro; Dirección y Post de Video para el Teatro Nacional Cervantes El Hombre que perdió su sombra. La publicación de Decime algo valioso presentada en el Gran Salón México y en Casa Plana, São Paulo, lanzamiento de su video “STRESS LEVEL SAURUS” Quebec, Canadá. Y presentación de VJ Set en el Musée de la Civilisacion de Québec, en la esta BUM en el MAMBA y en el Festival MUTEK en CABA junto a la artista canadiense RAMZi. 52
Superabsorvente Isla Invisible II Lo planeado no ocupa un lugar privilegiado cuando encaro espacios y tiempos de residencias artísticas. Sí, hay urgencias, plásticas o conceptuales que pueden de nir mi manera de proceder con ciertas ideas en una determinada época de mi producción. La anticipación con este proyecto no fue diferente, era terreno totalmente desconocido. Iba con mi cámara de video como herramienta principal en mi mochila. Y con ganas de registrar indiscriminadamente. Y funcionó bien, aunque no dejó de molestar la angustia constante de cómo abarcar un paisaje nuevo, como registrar fragmentos con el contexto necesario. Cómo darle pertenencia a las escenas que capturaba o ccionaba sobre la isla? Creo que fue un grupo ideal y ecléctico y de convivencia perfecta, en donde recordando la energía de esos días, creo que hubo un contagio de con anza desprejuiciada. Había una fascinación coordinada y natural con la isla. Y eso sólo en 2 noches en la isla con sólo una jornada entera de “trabajo”. Elástico es el recuerdo del paso del tiempo en la isla.
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En lo personal aposté a un formato con mi video que condiciona mi registro. Venía experimentando con un formato de videopublicación, un díptico de videos verticales que propone una lectura casi paginada de una narrativa poco clara. Fue un buen limitante lmar con la cámara vertical. Al principio la isla como panorámica en loop que es ,ahogaba un poco la propuesta, y lo inabarcable y parejo del paisaje parecía dar planos vacíos. El plano vertical terminó recortando lo inrecortable y creo que logré darle protagonismos a formas que en un plano horizontal no se hubiesen destacado. Las cortaderas, arbustos mutantes de la isla, terminaron siendo recipientes o incluso objetos casi apoyados en la isla, perdiendo toda dimensión. Sobretodo porque cromáticamente todo apoyaba sobre la misma familia de colores. En la isla peleé con involucrarme en el paisaje, se parte, pero no intervenir. Quería ser parte de lo mismo. Cómo ser una vibración mas de la isla? Después se volvió más sencillo porque la isla no lo era. No lograba ser ISLA, a-islada de los humanos y las consecuencias de sus acciones. Y ahí puede invadir un poco más, siempre perdiendo la batalla en cada intento. Hoy trabajando e interviniendo sobre el video puedo representar esa derrota, como si en esas batallas perdidas la isla me condenara ser parte de ella. Marzo 2019 Link a fragmento del video: https://youtu.be/DK4b3IqlRpY 54
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Martín Baretta (Bahía Blanca, 1977)
Fotógrafo profesional de formación autodidacta y mirada documental. Ha tomado seminarios y talleres con Juan Travnik, Walter Astrada, Eduardo longoni, Jorge Panchoaga, Ataúlfo Pérez Aznar, Lena Szankay, Rosana Schoijett y Rodrigo Illescas entre otros. Profesionalmente se especializa en fotografía de espectáculos y retratos de artistas y en paralelo desarrolla proyectos personales de tipo documental y exploraciones urbanas. Sus trabajos han sido exhibidos en el Festival de la Luz y en muestras individuales y colectivas en Bahía Blanca, Buenos Aires y San Luis. Desde el año 2016 participa de la Bienal Argentina de Fotografía Documental. Al margen de la fotografía es Licenciado en Administración egresado de la U.N.S. y padre. Ha vivido en España, Uruguay y Suecia. 59
Curiosa experiencia resulta participar de una residencia artística a un lugar que casi nadie sabe que existe, con diez perfectos desconocidos, y sin la menor idea de qué vamos a hacer durante tres días. El hecho es que la isla de invisible no tiene nada pero a pesar de estar literalmente a tiro de piedra del puerto resulta de bastante di cil acceso, y como además nos ha tocado vivir en una ciudad a la que bien poco le interesa fomentar que la gente conozca y valore las bellezas del estuario, a fuerza de darle la espalda la llamada Isla del Puerto se ha ido invisibilizando. Antes del viaje, y sin mucha idea de con qué me iba a encontrar en el lugar, me planteé tres ejes posibles para explorar desde la fotografía: La isla en sí misma, las huellas del hombre, y documentar las actividades que se fueran dando en la residencia como hecho artístico en sí mismo. Después de dos días y medio muy intensos quedan para el anecdotario el desembarco en el barro con el agua a la cintura haciendo malabares para que las mochilas no se mojen, levantarse de madrugada en medio de la tormenta para evitar que la carpa se vuele, resolver los inconvenientes que fueron surgiendo con los pocos elementos disponibles y fundamentalmente pasarla muy bien compartiendo con el resto del grupo. Marzo 2019 60
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Mariana Torres (Bahía Blanca, 1971)
Docente y creadora en Danza Contemporánea. Realizó sus estudios en la Escuela de Danzas de Bahía Blanca, obteniendo los títulos de profesora en Danza Contemporánea, Danza Expresión Corporal y en Danza Clásica. Es Licenciada en Arte de la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín). Asistió a clases y talleres de Danza Contemporánea e Improvisación y Performance con maestros nacionales y extranjeros.Cursó el posgrado en Tendencias Contemporáneas de la Danza de la UNA (Universidad Nacional de Artes). Es invitada a bailar y dar talleres a nivel nacional e internacional. Fue integrante de grupos locales de investigación y producción en Danza Contemporánea y Performance realizando obras, intervenciones y performances en espacios convencionales y no convencionales. Es docente en escuelas de nivel Terciario de Educación Artística en Bahía Blanca. 64
Geografía Móvil (o Danza Paisaje) ¿Qué es eso que la vista ya no ve pero continúa estando en alguna parte de nuestro ser? Mi experiencia en la Isla Invisible es algo que mi mente consciente no puede procesar dentro del rango de operaciones conocidas. No entra en la categoría de recuerdo, ni tampoco de sueño difuso. Veo los videos y las fotos que saqué y sé que estuve ahí por esas imágenes. Sé que estuve ahí porque conocí personas, interactué con ellas, nos seguimos mandando mensajes. Si no fuera por todo eso, no sabría a qué lugar interno recurrir para traer al presente esos momentos, no entiendo dónde está almacenado este viaje y sus vivencias. Creo que se formó algo que cognitivamente desde una intelectualidad no soy capaz de formular, apenas me sale con palabras; pero puedo desde el movimiento, confío en la memoria del cuerpo. Saber que por ahora no voy a volver a la isla físicamente es una especie de trauma, y reitero el intento de clasi car la experiencia pero no, no encaja en ningún lado, ni siquiera puedo decir que es algo que olvidé. Es más bien como si hubiera 65
pasado en otra dimensión. Tengo la sensación que me faltó tiempo para estar sólo en estado de contemplación. Entonces me remito al cuerpo movimiento, cierro los ojos y el paisaje aparece en la corporalidad de la danza y se inscribe nuevamente en esa geografía móvil, no como réplica sino como una dinámica habitada. Mis ojos ya no ven la isla, ahora la encuentro en las formas que busca mi cuerpo, ese cuerpo que mientras habitó esa super cie estuvo buscando interactuar; situado en ese espacio tiempo de viento, lluvia, aves, sal, cortaderas, estrellas, mar, sol. Sigo re exionando, la naturaleza es sabia y el cuerpo tiene memoria, la isla permanece en algún lugar desconocido de mi ser y en el caleidoscopio mental de sus imágenes fugaces e intangibles, ella sigue habitando en mí a través de la materialidad del movimiento. Marzo 2019
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Romina Tejerina (Cnel. Dorrego, 1975) Es artista, ambientalista, profesora de yoga, bioconstructora, observadora de aves, entre otras cosas. Pasa mucho tiempo trabajando con las plantas en el patio y en la quinta. En sus prácticas artísticas y en su vida diaria combina todas estas actividades. Cree profundamente en el arte como modo de vida, como revelación, como servicio, como herramienta para el descubrimiento y la evolución. Nació en Cnel. Dorrego, hizo la primaria en Bahía Blanca, la secundaria en Mar del Plata y en 1999 egresó de la Escuela Martín Malharro como Realizadora en Artes Visuales .Vivió en España. Actualmente vive y trabaja en Bahía Blanca. Participó en distintos talleres, clínicas, seminarios y residencias con Nilda Rosemberg, Diana Aisenberg, Alicia Antich, Daniel Fitte, Daniel Joglar, Kekena Corvalán, Diana Ribas, Mariela Scafatti, Eduardo Hofman y Eduardo Medici. Fué parte del Proyecto Cosecha 2017 en los museos MBA-MAC. Realizó varias muestras en la ciudad y la zona y participó en distintos salones obteniendo menciones y premios. Participa en distintos proyectos colaborativos relacionados al activismo ambiental y al arte. Es miembro de Guardianes del Estuario (grupo de trabajo y educación para la conservación del Estuario de Bahía Blanca) y del COA Loica Pampeana (club de observadores de aves). 68
De qué está hecha la espuma del mar Revisando mi cuaderno de notas del Proyecto Cosecha con un trabajo sobre Aves Playeras y el Estuario, alguien me dijo que Agustín se iba a una isla. Encontré este apunte un año después, cuando volví de participar en La Isla Invisible. Pienso en acciones circulares… Fui proyectando trabajar con la ostra japonesa, especie invasora que viene expandiéndose de manera preocupante en el Estuario, por suerte no encontré ninguna, pero fue por de falta de acceso, no podía acercarme a pie a donde estaban. Esto no fue un problema, con é en la isla, tuve la certeza de que el trabajo estaba ahí. Mientras, hice un registro escrito de las aves que iba avistando, unos videos de la espuma del mar, pensándola hermanada con un trabajo textil anterior. El último día, hicimos entre todos los residentes, un censo de basura, y ahí, sin saberlo , apareció…Una enorme cantidad de plástico que arrastra la marea hacia las costas de la isla. Es impactante. Unos meses después salió “de qué está hecha la espuma del mar” una instalación de 22 metros de largo en la marea del Museo Ferrowhite, y el comienzo de un trabajo que todavía continúa en distintos soportes y materiales. 69
Todo fue pasando inmersos en la experiencia de compartir y hacer simbiosis en un entorno geográ co mínimo, con unos cuantos desconocidos con los que formamos, casi de modo automático, una pequeña comunidad. Barro, sal, espartina, jume, sol, viento, mar, lluvia, tormenta, fuego, gaviotas, ostreros, Usurbil… Coincidir, cocinar, caminar, comer, beber, bailar, reírnos, reírnos mucho… La sensación de isla nos quedó varios días en el cuerpo y en el alma. El Estuario, territorio desconocido que se abre, se hace cada vez más grande.
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Dario Exequiel (Mendoza, 1993)
Dario Exequiel es realizador documental / experimental, guionista y director de arte. Actualmente reside en Mendoza donde terminó su carrera de cine en la ERCCV. De manera independiente dirige documentales experimentales y cciones. A su vez como o cio rentado trabaja desde el 2013 desempeñándose en producciones locales y nacionales como director de arte en proyectos de cortometrajes, largometrajes, series, videoclips musicales y publicidades e institucionales para distintas productoras. Desde el 2012, ha realizado cortometrajes y mediometrajes que han sido programados en festivales y muestras de Argentina y otros países como Chile, Uruguay, Brasil, México y Finlandia. 73
Registro fósil Hay una pregunta: Que hacer frente a toda esta muerte? Y alrededor suyo, la vida.
Conducir al momento de un gran silencio. Generar un espacio vacante para la construcción de eso nuevo que surge.
Estar atentxs a creer que ya llegamos, Que ahora si entendimos.
La mayoría de las personas que alguna vez estuvo viva, está ahora muerta. Todos sabemos que algún día moriremos: 74
Qué diferencia hay entre saber que moriremos y en que nuestra especie deje de existir?
“Todo organismo vivo debe morir tarde o temprano, lo mismo ocurre con las especies. Al igual que los individuos, las especies “nacen” (por el proceso de especiación), persisten durante algún tiempo y luego perecen. De hecho, al menos el 99.9% de todas las especies que alguna vez han existido están extintas hoy en día. El curso natural (o el forzado por el error humano) de la evolución es una continua renovación de las especies, a medida que unas surgen y otras se extinguen…”
Notar procesos de descomposición y degradación del tiempo en sí mismo.
Cuerpos encallados entre la naturaleza / seres aferrados con desesperación a sus cuerpos como última instancia de existencia.
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Cuerpo en un equilibrio precario.
Los cuerpos van moviéndose, recorriendo espacios físicos, accionando casi mecánicamente, repitiéndose a sí mismo, una y otra vez, mientras el tiempo que transcurre lo obliga a soportar el peso de su propia carne, pero más aún el de los tiempos muertos, de los que se tiene la sensación de que por acumulación van recogiendo el efecto de algo importante.
Aprender a mirar lo periférico, las líneas que dividen el centro y su contexto: el cuerpo dividido por el límite. Siempre ahí, entre lo que se observa y aquello que no tenemos posibilidad de ver.
Link a los tres videos: https://www.youtube.com/watch?v=ppvQ63v03Bw&t=7s 76
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Martín Pepi Amodeo (Bahía Blanca, 1985)
Doctor en Biología de la Universidad Nacional del Sur (Argentina). Desarrolló una carrera cientí ca vinculada a la ecología y la biología de la conservación. Cursó estudios formales en el Conservatorio de Música de Bahía Blanca, complementando su formación con cursos sobre sonido, electroacústica, análisis musical y composición. Como cientí co y artista sonoro ha desarrollado una pasión por la biodiversidad y los sonidos del mundo natural. La contemplación, grabación de campo, análisis y procesamiento digital son el medio para una re-signi cación de dichos elementos, con la convicción de que la interacción entre ciencia y arte es capaz de promover la valoración y conservación de la biodiversidad y los paisajes sonoros, como elementos clave del patrimonio natural y cultural. 80
Lima2November Album de paisajes sonoros y grabaciones de campo El encuentro de la llanura pampeana con el océano Atlántico da lugar a un ecosistema complejo y dinámico, el estuario de Bahía Blanca. Numerosos a oramientos del continente en el mar conforman islas que de nen una transición entre ecosistemas terrestres y marinos. Este álbum contiene una serie de paisajes sonoros y grabaciones de campo registradas durante la residencia en el Islote de la Gaviota Cangrejera, una isla invisible a una sociedad que se desarrolla a escasos kilómetros. Miles de gaviotas habitan temporalmente las costas de esta isla con el n de reproducirse y, junto a otras aves costeras, conforman una parte clave de su paisaje sonoro. Al anochecer, las estridulaciones de los cangrejos en la zona intermareal dan indicios de otro elemento fundamental del ecosistema. Un grupo formado por artistas, biólogos y guardaparques conforman una fase transitoria en la sonoridad de este territorio. La isla es el ámbito para una interacción muy particular entre elementos biológicos, geofísicos y antrópicos, que en conjunto construyen una identidad 81
sonora Ăşnica: una isla que es invisible a la sociedad pero que recibe permanentemente seĂąales de esta y que posee un rol clave como parte de un ecosistema complejo y amenazado por el cambio global. Estas grabaciones son testimonio de su identidad invisible.
Este ĂĄlbum contiene una serie de paisajes sonoros y grabaciones de campo registradas durante la residencia en el Islote de la Gaviota Cangrejera, una isla invisible a una sociedad que se desarrolla a escasos kilĂłmetros. Miles de gaviotas habitan temporalmente las costas de esta isla con el n de reproducirse y, junto a otras aves costeras, conforman una parte clave de su paisaje sonoro.
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Al anochecer, las estridulaciones de los cangrejos en la zona intermareal dan indicios de otro elemento fundamental del ecosistema.
Un grupo formado por artistas, biรณlogos y guardaparques conforman una fase transitoria en la sonoridad de este territorio.
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Miles de gaviotas levantan vuelo Publicado originalmente el 9/4/19 en el blog de Ferrowhite (http://museotaller.blogspot.com/2019/04/miles-de-gaviotas-levantan-vuelo.html)
Entre las llaves que abren y cierran puertas en este museo hay una que dice "salida al mar". Pero esa "salida" es un poco una apuesta, ese "mar" más bien un anhelo. Cada vez que, como ayer, nos colamos por la pequeña puerta que va a dar a lo inconmensurable, hay que inventarse un camino por el ripio, un sendero más allá de las nociones que intentan cimentar una identidad rme, unívoca y rentable sobre ese suelo anegadizo. "¿De qué está hecha la espuma del mar?" Prendida del alambre, la pregunta de Romina Tejerina invita a saltar los cercos de la usina, a avanzar hacia el linde barroso por el que Mariana Torres peregrina, o baila, con suma cautela, como en una cuerda oja, como si nuestra presencia en este sitio fuera el resultado, siempre provisorio, de hacer equilibrio al borde de la catastrofe. "Bajo el barro se agita / todo un mundo misterioso". "¿Qué es este lugar que del mar sólo tiene el agua?". Para Eva Murari y Mónica Ortelli escribir sobre amencos y cangrejos es escribir sobre todo lo que escapa, sobre seres que en el verso asoman una pinza o un pescuezo y después desaparecen. En esta comarca que unxs llaman 85
"estuario" y otrxs "ría", debería quedar claro que no existe un paisaje al margen de los discursos que modelan su comprensión, ningún territorio a salvo de los intereses a los que, con mayor o menor conciencia, nuestras palabras e imágenes responden. El libro que con caminata y lectura presentamos el domingo puede que no merezca ese nombre. No tiene tapas, no abrocha ni cose sus páginas, es un ramillete de hojitas medio silvestres, la memoria coral de un viaje que encuentra cobijo en el cartón de una caja que juega a ser, ni más ni menos, que una carpa: la residencia portátil de quienes sueñan la vida "como aquello sobre lo que nunca se establece propiedad, sino solamente uso común".
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Participaron de ISLA INVISIBLE / Episodio dos: Darío Exequiel Ambrosio / Martín Amodeo / Martín Baretta / Maia Cosin Federico Lamas / Ana Monteiro / Romina Tejerina / Mariana Torres como artistas seleccionados a participar de la experiencia
Leandro Marbán como colaborador en la estadía en la isla, acercando su conocimiento del territorio y su trabajo de investigación sobre especies invasoras
Servicio de Guardaparques de la Reserva Natural Isla de la Gaviota Cangrejera Daniel Porte y Martín Sotelo -quien además es coordinador del proyectoFerrowhite (museo-taller): Nicolás Testoni en el armado de textos Carlos Mux en el diseño grá co y Agustín Rodríguez como coordinador del proyecto Agradecemos: A Agustín D´Alessandro, Gustavo Carucci y Agustín D´Alessandro de la UNS por la colaboración en la gestión del alojamiento de los artistas visitantes
A la Sociedad Escolar Alemana por su aporte para el desarrollo del proyecto 107
Isla Invisible es un proyecto organizado por Ferrowhite, museo dependiente del Instituto Cultural de la ciudad de Bahía Blanca, y el Servicio de Guardaparques de la Reserva Natural “Islote de la Gaviota Cangrejera”, bajo la coordinación de Agustín Rodríguez y Martín Sotelo. Contacto: Agustín Rodríguez / mail: ferrowhite@gmail.com / tel: (291)155-746077 facebook.com/isla-invisible / instagram-youtube: @islainvisible blog: https://islainvisible.wordpress.com/ Intendente Municipal / Héctor Gay Secretaria de Cultura y Educación / Morena Rossello Directora General de Museos / Marina Fuentes Responsable Ferrowhite / Nicolás Testoni Esta edición se imprimió gracias al apoyo de la Sociedad Escolar Alemana / Diciembre de 2019
Sociedad Escolar Alemana
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