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E n e r o
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F I C C I Ó N R E V I S T A LA
Una publicación de
© Saúl Alvarez Lara saulalvarezlara@gmail.com www.lamarginalia.com © Ficción La Editorial
Edición Ficción La Editorial
Diseño Ficción La Editorial
Obra en portada Jorge Alonso Zapata Atardecer / 83 cms x 113 cms / Acrílico sobre tela / 2016
Se permite la reproducción de esta obra o su transmisión por cualquier medio electrónico siempre y cuando se respete el diseño y se cite la fuente de origen acompañada de los créditos respectivos. Ficción La Editorial no se hace responsable por el contenido de los textos publicados, cada uno es el reflejo del imaginario de su autor.
Medellín, enero de 2021
Lo primero Presentación
5
Narrar lo pintado Ficción la Editorial
7
El trapo rojo Reinaldo Spitaletta
9
“Bien cuidadito patrón” Emilio Alberto Restrepo
13
Desde la ventana Memo Ánjel
17
Hostal París Claudia Restrepo Ruiz
21
¿Qué quién soy yo? William Rouge
25
¿Dónde está Mélani? Carlos Mario Gallego
31
Del hotel al Palacio María Isabel Naranjo
35
Dayana Marta Cecilia Cadavid
39
Los guardianes Paula Andrea Gaviria
41
Pausa y presencia Emperatriz Muñoz Pérez
45
… Pero los minutos pasan Saúl Álvarez Lara
49
Obras Jorge Alonso Zapata
52
La Mejor Esquina (Tríptico) / 37.5 cms. x 14.5 cms. c/u / Acrílico sobre madera / 2019 4
LOPRIMERO
Esta edición, la número 10 de Ficción La Revista, propone una alianza entre artes plásticas y literatura. Las obras del pintor Jorge Alonso Zapata narradas por Reinaldo Spitaletta, Claudia Restrepo, Emilio Alberto Restrepo, Memo Anjel, William Rouge, Paula Gaviria, Carlos Mario Gallego, María Isabel Naranjo, Marta Cecilia Cadavid, Emperatriz Muñoz Pérez y Saúl Alvarez Lara, se presentan como una exposición en el marco virtual de una publicación literaria. Las artes plásticas y la literatura se unen en la virtualidad de Ficción La Revista gracias a la participación de Teresita Rivera, gestora cultural, y al apoyo de la Cooperativa Confiar y el Museo Maja de Jericó.
5
Krisna en el Perio / 35 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2010 6
NARRARLOPINTADO Jorge Alonso Zapata dibuja y pinta con línea firme
mujer, por ejemplo, son una y todo a la vez, deseo incluido.
y colores relucientes, las calles y las gentes del
¿Que quién soy yo? se preguntará la misma de siempre a
centro de Medellín. Cada obra es un cruce con historia. Los
pesar de que sabe que así es la calle, plena de intensidad
personajes van y vienen, se repiten, se hablan, se llaman,
y deseo. […] Y Mélani, ¿dónde está Mélani? Debe estar en
conversan, se conocen desde siempre porque siempre es
algún lugar entre el gentío, es una respuesta posible.
ya, hoy; un minuto o dos, semanas o meses es suficiente y
Mélani aparece y desaparece, pero cuando aparece, lo
si no se han visto nunca, la esquina, la acera, el semáforo,
hace con sorpresa incluida. […] Los encuentros son
la chaza o el sancocho los acerca y también, es posible, los
sorpresas, los hay que llevan a crónicas, a historias que
aleja. De momentos así el pintor crea una imagen, una
son lo que son porque en el Palacio los personajes del
situación, una historia con la intensidad narrativa que
Hotel y la calle, se salen de los cuadros y se muestran a
distingue su obra y frente a ella cada espectador inventa
Jorge y a la cronista. […] Dayana es uno de aquellos
su historia. Once escritores crearon y narraron para Ficción
personajes con la posibilidad única de ser mujer y a la vez
La Revista las historias que las pinturas les inspiraron.
pintura. La mujer está, sufre la calle y sus avatares; la
Once historias con origen en las calles y los personajes del
pintura y sus colores, como una tabla de salvación le
Medellín que Jorge Zapata pinta… Entre ellos el limpiador
proponen la posibilidad de ausentarse a lugares soñados
de carros con el trapo rojo en la cabeza, debía llevar una
[…] Claro está, el sueño de dibujar en vivo y en directo lo
gorra, también roja, como la camiseta del equipo del alma
que el mundo deja ver de él no se presenta cada día. Pero
que solo ha escuchado en el “radiecito”, nunca en vivo y
cada vez que se presenta lleva una carga de historias que
en directo, ¿por qué? porque así es la vida ¿cierto que sí?,
es necesario desmenuzar a punta de trazos y palabras
afirma mientras limpia un parabrisas. […] También trabajan
para comprender la calle y sus ficciones. […] Todo esto
aquellos que cuidan los mismos carros que el limpiador
sucede en las pinturas hasta que, de un momento a otro, la
del trapo rojo; solo que su oficio sugiere tres posiciones:
pausa cargada de aceptación o rechazo, de gozo o de
desde afuera, desde el límite, desde adentro. Tres puntos
infortunio, aparece. Momentos únicos que se toman como
para el cruce. […] Pero no todo es trabajo, también hay
vienen, sin la intención de evadirlos; haciéndoles frente,
fiesta y amores furtivos. Desde la ventana, entre los
hasta que se detengan, hasta que el tiempo los detenga.
desajustes de la madera y las cortinas, Amanda espía la
[…] Pero los minutos no se detienen, pasan. Arturo,
calle, el baile, los coqueteos alrededor del sancocho y los
vendedor de frutas y aguacates bajo del árbol frente a la
puestos de comida. Los vecinos se toman sus cervezas y
casa amarilla los ofrece a doscientos en el aviso pegado a
disfrutan de las bellezas que pasan. […] Por allí debe estar
una rama, pero minutos no son papayas, mangos, bananos
Maryori la del Hostal París que vive en la calle. Trabaja en la
o aguacates que la gente acaricia y se venden. […]
calle, no tiene familia y no sabe de dónde viene. Y como no
En general primero es el texto y después la imagen
lo sabe, un día el Darío del Hostal hizo coincidir dos hechos
que lo ilustra. En esta edición de Ficción la Revista primero
que cambiaron su vida. […] En la calle sucede todo; calle y
fueron las imágenes y después los textos que las narran. 7
Limpiador de carros / 35 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2013 8
ELTRAPOROJO Reinaldo Spitaletta*
Qué raro que el trapo rojo me haya quedado en
poco, no soy perdedor en todo caso, como con burla me lo
la cabeza cuando no recuerdo habérmelo puesto,
tiró una vez una señora emperifollada que si toda la vida
porque es una herramienta principal, mi dulceabrigo, ajado
me iba a quedar de limpiavidrios, cuidacarros, de esos que
y todo, descolorido un tantico por el mugrero de los carros
solo saben decir ¡dele!, ¡dele!, ¡déjelo áhi!, ay, ahí, ayayai,
pero todavía con buena capacidá para limpiar vidrios y si
¡ojo atrás!, enderézcalo pues…
se quiere capós y ventanillas que no siempre piden los
Digo otra vez por qué será qu’el trapo rojo apareció
que paran y acetan de mala leche que uno les deje todo
en mi cabeza, que nunca hice tal jugada raronga, como si
limpiecito, melito, como nuevo para que puedan ver mejor
fuera un árabe, o no sé qué de por allá lejos, y de pronto
por el panorámico este mundo agitado, de carros y pitos y
lo vi de reojo y estaba más coloretudo, más rojo, como si
tantas motos que me zumban al lado, ve, no sé dónde fue
le hubieran hecho un tratamiento, un teñido especial, muy
a parar mi cachucha, tan rojita siempre, sin destiñes, que
bonito, como si estuviera estrenando, cuando creo que
nadie me hubiera podido decir “gorra vieja”, porque es que
ya este tenía su largo tiempo, uno se va encariñando del
yo quiero mis trapos así como a mi equipo, el rojo, sí, el
dulceabrigo, del trabajo, del rebusque diario, o casi, porque
poderosito que me mantiene vivo pese a las tristezas que
a veces no podía salir a la avenida porque uno también
me ha dado y hasta de vez en cuando triunfos que cuando
se toma sus tragos y amanecía con el mundo dándome
se dan me hacen pasar bien toda la semana y trabajar con
vueltas y así, pero qué descuadre, en esto tiene uno que
más verraquera, porque ganar es mejor que perder, así me
estar piloso, no fallar si quiere tener monedas para los
parezca a Pambelé, o al que dijo que perder era ganar un
golpes diarios y para la pieza, este lavadero puede ser duro
* Escritor y caminante. Vive y trabaja en Medellín.
9
… tengo cariño por el trapo rojo, la cachucha roja, que es que también uno piensa en el partido que viene no tanto para ir al estadio, que yo nunca he entrado, pero sí para escuchar por el radiecito el partido, que uno se mete en lo que están diciendo y ve las jugadas y grita con verraquera si es el equipo amado el que marca gol… por el sol, por la lluvia, por el humo, por el olor a gasolina,
hacer, no hay caso, porque si no abren su corazón y su
por el ruido, pero es lo que Dios me dio, y yo no puedo
bondad para darle camellito a uno, ahí no hay nada, y uno
irme en contra de su voluntad, solo bendiciones para él…
de una tenía antes de que el semáforo cambiara ir donde el
y para mí también, y digo que no he tirado filo, no, nunca
otro, el del carril de adentro, porque así uno quedaba más
me he acostado con solo una aguapanela, o aguadulce
cerquita a la orilla que en la avenida como son tres carriles,
que decía mamá que Dios la tenga en su seno, siempre
hay que analizar todo, las luces, los cambios, los que uno
he tenido con qué, porque, sí, claro, he sido juiciosito, pese
sabe que se pasarán en rojo, uno aprende a culebriar, a
a que a uno al pasar por ciertas cantinas lo atrae el olor a
meterse entre los autos, a hacerles el quite como si fueran
guaro, a pola, aunque no he sido pues un tomatrago, un
toros muy embestidores, y así, que es un oficio el mío de
degenerado, tampoco así, solo que de vez en cuando sí me
mucha inquietud, uno es como un relojito, sabe cuántas
los bogué todos, y por eso a veces no salí a camellar con
veces hay que pasar el trapo por el vidrio, cuánto jabón y
mi trapo rojo, la estopa, un baldecito y jabón, mi cachucha
agua hay que echar, está uno como una maquinita y todo
bacana y mi sonrisa con la clientela, que se lo dejo brillante,
va saliendo justo, soy bueno y hay que serlo en lo que uno
caballero, le quitamos el polvo, lo sobamos bueno y bonito
haga y más si tengo cariño por el trapo rojo, la cachucha
a su carro, que eso es lo que se merece esta máquina tan
roja, que es que también uno piensa en el partido que
cachesuda, ah, sí, miren las bombitas de jabón, el carro
viene no tanto para ir al estadio, que yo nunca he entrado,
se ríe, es que hace calor y le gusta refrescarse, y a veces
pero sí para escuchar por el radiecito el partido, que uno se
con mis bobadas el conductor tiraba caja y acetaba, las
mete en lo que están diciendo y ve las jugadas y grita con
que más me decían que sí eran las señoras, al principio se
verraquera si es el equipo amado el que marca gol.
les notaba la inseguridad, a lo mejor pensarían que yo las
Home, home, no sé qué es lo que está pasando, por
iba a asaltar pero cuando me soltaba mi carreta, como la
qué estos vidrios como espejos, no recuerdo nada de lo
de los políticos, se suavizaban, qué lindas, tan generosas
que pudo haber ocurrido cuando todo iba muy bien, no sé
algunas.
ahora que medio me doy cuenta de dónde salió, como si
Los más tocados, casi siempre con cara de malacara,
cayera del cielo, y no tuve tiempo de nada, nada, solo creo
se hacen los bravones, son los de los taxis, no todos,
que yo iba por los aires y me aferré al trapo y eso es, como
claro que no, pero muchos me dicen no, no, no qué va, lo
si fuera, como cuando alguien se está ahogando y ve una
acabo de sacar del lavadero, no ves que está el parabrisas
tablita, sí, el trapo rojo no me abandona, aunque no sé si
brillante, y en verdad era un mugrerío, y qué se le va a
la gorra se perdió, porque todo fue muy ligero, solo oigo 10
gritos y chirridos y así fue como de pronto estaba viendo el
Me gusta que mi trapo rojo, que todavía no sé cómo
pavimento muy pegado de la cabeza y todo desapareció,
es que se montó a mi torre de control, se haya salvado, es
menos mi trapo, el rojito, el que me acompaña, sí, usted
parte mía y de la banderita que nunca llevé al estadio, claro
debe saber porque tiene cara de dotor, ¿cierto?, que me
porque nunca he entrado y ahora parece que va a ser más
estoy yendo a buscar la gorra, a buscar a mamá que me
difícil que vaya a ver un partido de mi equipo del alma, que
está llamando, vea pues, cuando mejor me había ido hoy
cómo fue que se montó a mi cabeza y ahora todo lo veo
con los carros, casi todos dijeron que sí, hágale a ver,
rojo, que es mi color…color de dulceabrigo, color sangre
limpie pues, todos muy queridos, lo que nunca, así es la
que es la que da vida..., la vida, ¿cierto que sí?
vida, te quita y te da como dice una salsa.
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Cuidador de carros / 18 cms. x 20 cms. / Acrílico sobre cartón / 2013 12
“BIENCUIDADITOPATRÓN” Estampas de un cuidador de carros Emilio Alberto Restrepo* Estampa 1. Infiltrado Esto no es fácil, eso de estar todo un día y media noche con la pupila abierta y los oídos despiertos para que no se me escape ni un detalle, al sol y al agua, tomando nota de todos los movimientos, registrando hasta el último visaje. Honestamente pensé que era cosa de pocas semanas, el famoso trabajo de campo de que tanto se ufana el jefe…juepucha, así es muy fácil, él pone las ideas y las estrategias y uno pone los huesos, el cuero y la carne, al que le meten el balazo es a uno, pero el que manda, manda y ya creo que me falta poco, he podido recopilar datos, nombres, he tomado mil fotografías con la cámara encubierta, tengo el expediente casi cerrado, creo que si todo sale bien, la saco del estadio y me agendo un buen ascenso; esto de estar en pleno pavimento toreando gamines, jíbaros y ratas no es para nada divertido, pero es cierto que desde el entrenamiento en la escuela nos dijeron e insistieron que la calle era dura, que estas misiones de inmersión eran peligrosas pero muy eficaces para aquello de controlar la delincuencia urbana. Sí, mi esposa tiene razón, eso de ser policía infiltrado no es para nada mamey, eso de estar a toda hora con un trapo rojo, sin afeitarse, con la misma ropa sucia y maloliente, pareciendo poco menos que un desechable para pasar desapercibido, pero falta poco, estoy cerca…¡epa!…a este no lo había visto por estar pensando güevonadas “… déle patrón, déle… bien cuidadito, vaya tranquilo que yo le pongo cuidado, no se preocupe… déle… déle… con cuidado… pare… pare… déjelo ahí…” * Médico, escritor de ficciones urbanas y novela negra. Vive y trabaja en Medellín.
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Estampa 2. Campanero ¿Sabe qué, mi llave?, no me alborote el parche, déjeme tranquilo que yo la tengo clara, yo sé cómo manejo mi clientela, desde aquí uno se las pilla todas, uno sabe por dónde va el agua al molino, en esta vitrina a uno no se le escapa nada, que la cucha tales se escapa al escondido con el doctor fulano, el de la camioneta plateada, para eso que las secretarias no pueden ver una corbata o una billetera gruesa porque las agarra una calentura que ni le cuento, pero póngame cuidado, unas buenas foticos bien comprometedoras y con seguridad que usted lo baja de un billete largo y le tengo otro, el peladito ese del Mazda azul la está regalando a diario, está más que botado, no le falta sino dejar las llaves pegadas, usted sabrá cómo le cae, creo que esa vuelta es súper-fácil, pero el mejor es el gordo de las cadenas, ¡qué aires se da ese payaso!, piensa que por ser mejicano puede estar andando por ahí mostrando joyas y un Rolex como si nada, ¿quién se creerá ese carajo?, está pasado de que le hagan un buen cargamontón y le quiten todo por picado y mostrón, gordo marica, se cree que puede estar por ahí luciendo en pleno centro oro 18 por toneladas en su cuerpo, como si nada. Ese está fijo, mi llave, yo le hago la señal, cuando esté parqueando yo lo llevo con la doble, le digo que deje el carro ahí, que yo se lo cuido, le pongo el cartón para el sol para que no sospeche y ustedes le caen y lo despelucan y si puede le mete un buen varillazo por visajoso y farandulero, pero nada de cuchillo, la sangre atrae a los tombos y me calientan la esquina y de pronto me tengo que abrir de aquí. Pero yo le aviso, esté pendiente…eso sí, no se olvide de la liguita, usted sabe que con las propinas es que uno se va cuadrando la quincena y con la última que le canté, usted, ¡qué calambre home, se pasó de chichipato!, pero yo sé que en esta oportunidad se desquita y se faja conmigo, hágale tranquilo que yo le aviso, yo estoy pendiente para cuándo el gordo nos dé papaya…
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… pero no me importa, este es mi espacio y mientras no cambien las condiciones yo de aquí no me muevo, porque esta es mi esquina, este es mi parche, no importa que nadie me vea, no importa que llueva o que haga sol…
Estampa 3. Infierno en la calle De un momento para otro no me volvió a afectar ni el sol, ni la lluvia, ni el cansancio, es como si nada me tocara, como si todo me traspasara, ya no me impaciento, si no me pagan no me afecta, de todas maneras el carro les queda bien cuidado, porque mi cuadra es mi territorio, y aunque ni me miren ni me determinen, no me muevo ni les quito la mirada de encima y ya no peleo con nadie, eso no conduce a nada, al final se gana uno su buena puñalada y lo pasan a uno al papayo, yo sé de lo que estoy hablando, por cosas que no valen la pena, rabiando por bobadas, como me pasó a mí, peliando por ñervo, pero no me importa, este es mi espacio y mientras no cambien las condiciones yo de aquí no me muevo, porque esta es mi esquina, este es mi parche, no importa que nadie me vea, no importa que llueva o que haga sol, la ventaja es que ya no me da frio ni hambre, ya nadie me hace reclamos ni me jode más la vida, ni la policía abusa de mí, ni las bandas me cobran protección, ni nadie me hace el asco, total, qué más me da, esa es la ventaja de mi estado, esas cosas ya me resbalan, lo único que interesa a la final es que los carros a mi cuidado queden bien vigilados, yo ya estoy por encima del bien y del mal, a uno ya muerto no le afectan esas cosas, a mí que nadie me venga a jorobar, esos asuntos me rebotan y el que me la vaya a montar se puede ir de una vez a los infiernos, aquí hay espacio para todos, todos cabemos, eso se los puedo asegurar…
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Sancocho popular / 35 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2011 16
DESDELAVENTANA Memo Ánjel*
El hombre llamado Rolando subió las escaleras
Más cierto que la religión, Amandita, soltó el Rolando y
saltando y le tiró un beso a la vecina que barría
desapareció por la puerta. La mujer se apoyó en el palo de
el balcón. Fueron cinco escalones de cemento en solo
la escoba y retuvo la imagen del mecánico con su overol
dos movimientos y así pasó de la acera a la puerta de su
grasoso y los zapatos industriales, ya muy torcidos. Pudo
casa. La mujer a la que le tiró el beso, vivía enseguida. Y
haberle llegado el olor del hombre. Luego estuvo mirando la
a esas horas de la mañana tenía cogido el pelo, lucía una
calle por un rato. Casas con puertas y ventanas de colores,
camiseta verde floja y estaría descalza, supuso Rolando. Le
dos señoras gordas hablando, unos hombres instalando
gustaban los pies de la mujer.
un aparato de sonido, alguien arreglando las tejas de un
Amanda, esta noche vamos a tirar paso. Pura Sonora,
techo, tres niños en bicicleta y el sol calentando. En poco
muñeca, Rolando le puso tono a la frase. Era un coqueto
pasaría el carro de la basura y se llevaría las bolsas negras
y trabajaba en un taller de motos. Gran descarbonador de
que había en la esquina. Amanda reinició el barrido cuando
mofles, rápido y preciso, siempre contento. Bajo su nariz,
llegó el camión con cervezas a la tienda de don Arturo. Ese
lucía un bigotito delgado. Te parecés a Nelson Pinedo, le
tipo le gustaba poco: la miraba como con hambre y con
habían dicho.
boca de mico.
Ojalá sea cierto, le dijo mimosa la mujer que barría el
•••
balcón, que lo miró y le picó el ojo. Tenía 30 años y un marido en la USA, en New Jersey, en esos fríos. Pero
Rolando durmió toda la mañana y no oyó ni el canto de
hablaba inglés; todos lo habían oído hablar antes de irse.
los sinsontes del patio ni a su madre conversando por
* Profesor universitario, escritor y habitante, por azar, en el mundo de la virtualidad. Ya no sé si existo. Vivo y trabajo en Medellín.
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teléfono, ni tuvo ningún sueño. Ni siquiera se levantó
¡Amanda, doña Amanda!, volvió a gritar Rolando. Lo
para ir al sanitario. La noche anterior habían adelantado
hizo por tres veces. De la casa de ella se abrió una ventana
trabajo en el taller y ahí estuvieron hasta que amaneció
y se cerró de nuevo. La está llamando el marido, se dijo
entre olores a grasa y a gasolina, martillando y ajustando,
el mecánico. Pura clave. Y se movió entre su camisa y
oyendo música tropical para resistir y bebiendo agua con
las flores parecieron bajo un aguacero. La sensación de
aspirina para no dormirse. Dos días de ventaja se ganaron
frescura le vino bien al Rolando, que fue hasta la tienda de
esa noche y el dueño del taller les puso de a tres billetes
Arturo y pidió una cerveza. El tendero lo miró por encima
de a cincuenta en los bolsillos de las camisas. Los espero
del hombro. Doña Amanda se fue, dijo don Arturo, mintiendo. Por
el sábado al medio día, para pagarles el sueldo y la prima,
entre su boca de mico se movía un palillo.
les dijo. Lo de los bolsillos es el regalo de un cliente. Los cinco hombres que amanecieron en el taller dijeron que
Le quería dar una razón, dijo Rolando dándose un
si y se imaginaron al cliente. Una semana antes el cielo se
trago a pico de botella. Bajo el bigotito se vio una estela de
había inundado de voladores. Un duro. El dueño del taller
espuma. De la calle llegó el porro Tolú. Yo se la doy, dijo por entre el palillo el tendero. El bolsillo
también lo fue en sus tiempos, pero ya no y mejor estaba dedicado a engordar. Muchas balas, dijo. Era un negro
bajo de su delantal estaba muy sucio.
de esos bonitos, de ojos azules. Don Alberto, había que
Decile que la Virgen la acompañe.
llamarlo don Alberto.
Esa no es una razón.
Cuando Rolando volvió a salir de la casa, ya caía la
Entonces, decítelo vos, soltó el Rolando y comenzó
tarde. Lucía una camisa ancha de flores y unos zapatos
a bailarse el porro con la cerveza en la mano, saliendo
de suela delgada, olía a loción y le brillaba el pelo crespo.
a la acera para saludar a los que estaban armando la
Por el parlante que habían instalado se oía Ay cosita linda.
fiesta. Vio a su mamá en la puerta de su casa, sentada en
Merecumbé, merecumbé, cantó-gritó Rolando, saltó por
un taburete con la jaula de sinsontes a su lado. Pájaros
las escaleras y, desde la acera, miró al balcón de Amanda.
rumberos, se rio el mecánico. Una mujer de nalgas
Estaba vacío. Una hilera de pequeñas luces se encendía y
temblantes subió los cinco escalones y se instaló al
apagaba. El olor a empanadas y chorizos se fue tomando la
lado de esa mamá que lucía unos cachetes colorados y
calle. Cerca de la acera, unas mujeres encendían un fogón
unas pantuflas doradas. De la casa de Amanda se abrió
usando listones de madera. La calle la habían cerrado y las
y cerró la ventana. El porro Tolú había sido reemplazado
banderolas de papel que la cruzaban daban la dirección
por Salsipuedes y sonaba más duro. Por la calle pasó
del viento. El que venía del norte era el más frío.
Teresa, la hija mayor de don Alberto. Pura carne forrada 18
Dame un chorizo con pan, Patricia, le dijo a una
en rojo. Iba con el novio, un tipo serio que trabajaba en la
muchacha que atendía unos fritos.
Gobernación.
Te queda muy linda la camisa, le dijo coqueta la tal
Dame otras tres cervezas, pero al clima. Las voy a
Patricia. No estaba mal. El escote y las nalgas hablaban
poner en la nevera, le pidió Rolando al tendero.
por ella. También la boca muy roja.
Te las podés beber aquí, soltó el don Arturo. Dos niños
Vos me quedás mejor, ahora nos bailamos una, dijo
entraron a comprar dulces. Son para el guayabo de mañana, murmuró el Rolando,
Rolando dando un mordisco.
poniendo un billete de cincuenta sobre el mostrador. El
Siempre decís lo mismo.
tendero se las entregó y después lo vio subir a su casa,
Hoy te cumplo, tengo que salir de un apuro, soltó el
pasar por encima de la jaula de los sinsontes y desaparecer.
mecánico y le sobó la cadera a la muchacha mirándola a
Y pudo poner más atención, pero llegaron unos clientes
los ojos.
a pedir cervezas. Ya los sancochos comenzaron a hervir,
Rolando, que si querés natilla, le dijo un muchachito.
dijo uno. Yo tengo guaro en la casa para cuando la cosa se
Decíles que me guarden, que ahora voy por ella, le dijo
ponga mejor, dijo otro. Todos rieron, sabían que era guaro
al niño sobándole la cabeza. Y a la muchacha le anotó,
casero. Ya la música bailaba por ellos y las mujeres que
vos sos mi natilla, ricura. Miró al balcón de Amanda, oyó
cuidaban las ollas se reían a las carcajadas. Hacía calor y
cantar a los sinsontes por entre la música, vio a su mamá
ellas espantaban el humo.
conversando; al frente de la tienda de Arturo bailaban y ya no había día sino muchos focos de colores encendidos.
•••
Hasta que te barra, pensó Rolando y sonrió. Se imaginó a Amanda mirándolo por la rendija de la ventana.
Dentro de la casa, Rolando guardó las cervezas en la nevera y fue al patio de atrás. Amanda debió tirarle algo,
Te ves muy lindo con esa sonrisa, con ese bigotico
por eso abrió y cerró la ventana. Y si, ahí había un pedazo
de muñeco fino. Sos un papi. ¿Sabías?, le dijo la Patricia
de papel: no puedo salir, mi marido pagó para que me
tocándolo con las caderas. Bailemos aquí mientras atiendo
vigilaran. Imagínate que bailo con vos, imagínate lo que
el negocio.
querás, imagínate cosas ricas. Rolando picó el papel y tiró
Te voy a barrer, soltó Rolando. Amanda tenía que estar
los trocitos a la cañería del lavadero. Te voy a imaginar,
mirándolo detrás de la ventana. Rolando escuchó a su
mamita. Se dijo. Y salió de nuevo a la calle, que ya hervía
mamá que soltó una risa, seguro un chisme que le contaba
como los sancochos.
la vecina.
… Rolando guardó las cervezas en la nevera y fue al patio de atrás. Amanda debió tirarle algo, por eso abrió y cerró la ventana. Y si, ahí había un pedazo de papel: no puedo salir, mi marido pagó para que me vigilaran. Imagínate que bailo con vos, imagínate lo que querás, imagínate cosas ricas… 19
Bajo París / 32 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2009 20
HOSTALPARIS Claudia Restrepo Ruiz*
Después de dieciocho años Pablo aún vive en
a un mundo así. Ella está en la calle desde los dieciséis
los muros vecinos del Hostal París. Patrón, así
cuando su propia madre la llevó para ser descorchada
solían decirle. Por fortuna la letra es pequeña y se puede
en un burdel. Desde entonces es dama de compañía
confundir con cualquier otro Pablo.
de hombres un poco más dignos, pero igual de sucios y perversos. Le teme a la acera, a la calle y a los muros con
Es de madrugada y ya pasa el joven de oficios varios
mensajes ordinarios como “No orinar aquí”.
limpiando una calle que nunca está aseada. Cuando Maryori sale del Hostal cree que aún es de
Tuvo un amor, pero era muy joven. El resto han sido
noche cuando ya amaneció y los últimos habitantes de la
hombres de una noche, máximo dos. Perdió a su madre en
calle procuran reservar su puesto para la próxima noche.
una pelea callejera y nunca supo quién era su padre.
Maryory se imagina cómo es vivir en la calle y dormir en
Después del hostal, donde pudo darse una ducha
algo diferente a un colchón. La indigencia la horroriza,
decente salió a buscar comida en la calle de arriba junto a
quizás porque su tío terminó en la calle después de largas
la iglesia. Pasaría el día de iglesia en iglesia viendo dónde
deliberaciones familiares y murió de pulmonía bajo el
podía hurtar algo de diezmo para completar y tener dónde
puente de San Juan.
dormir en caso de que ningún cliente apareciera. En la
Recién atendía a un cliente que pagó bien y se portó
calle del Hostal París le decían La Rumba por su cabello
decentemente. Por un momento hace cálculos de cuándo
desordenado y el contonear de sus caderas cuando
fue su último período y al no haber certeza decide comprar
alguna grabadora estaba cerca y la salsa o el merengue la
y tomar la pastilla del día después. No traería a ningún niño
motivaban a olvidar la soledad con un par de pasos y notas.
* Magister en literatura. Lectora de libros y personas. Amante de la poesía y su lectura en voz alta. Escribe para sobrevivirse. Vive y trabaja en Medellín.
21
… Mientras pudiera regresar al Hostal París… Un día, el conserje se quedó hasta tarde y la vio llegar de la mano de un tipo de la peor calaña y cuando iba a salir, la llamó por su nombre, ¡Maryori! Extrañada regresó la mirada y vió como el conserje la llamaba a su lado… Al Hostal, le disgustaba su presencia, su arrojo, su
Y entonces se dijo: ¿por qué no? A la otra vida podré
actitud desafiante, pero agradecía los clientes que llevaba
regresar siempre, a esta solo tengo una oportunidad.
hasta allí. En la calle Maturín. Había noches que entraban
El día siguiente lo invirtió comprando ropa decente y
dos chicas y no se atrevían a cobrarle doble por temor a
arreglándose el cabello para que no le dijeran más la loca
que se fuera con su sexo y sus clientes.
y causar buena impresión.
Del Hostal, lo que más le gustaba eran las sobrecamas.
Cuando el conserje llegó, se alegró al verla. Bien
Tenían un color verdoso aterciopelado que la hacían sentir
Maryori, por tu presencia siento que mi propuesta tiene
como una princesa por breves momentos de trago y
un sí como respuesta. Sí señor, así es. ¿Qué tengo que
euforia.
hacer? Asear las habitaciones según los estándares,
Nunca llevaba pepas consigo. Eso se lo dejaba al
recoger la ropa de cama, cambiarla… cosas que apren-
cliente porque no le gustaba trabarse y de ser requisada
derás con el oficio. ¿Y cuánto es mi salario? La cifra era
saldría ilesa. Toda esa mierda de noche tras noche, la
nimia comparada con lo que se hacía en una semana.
pasaba a secas. Ya tenía veintitrés y pronto dejaría de ser
Un mínimo. Sé lo que estás pensando Maryori, pero tú
atractiva ante hombres que buscaban mujeres jóvenes y
no eres para esa vida, aquí tendrías prestaciones, salud,
carnes dóciles.
pensión… ¿Y quién le dijo a usted que voy a vivir tanto?
Mientras pudiera regresar al Hostal París… Un día, el
¿Por qué no habrías de hacerlo? Porque temo una larga
conserje se quedó hasta tarde y la vio llegar de la mano
y solitaria vida. La calle y los hombres son lo único que
de un tipo de la peor calaña y cuando iba a salir, la llamó
conozco. Su oferta es más de lo que merezco, pero es
por su nombre, ¡Maryori! Extrañada regresó la mirada y vió
menos de lo que me gano.
como el conserje la llamaba a su lado. Temió porque fuera
El conserje decepcionado la dejó terminar su primer
un cliente insatisfecho, pero en realidad el conserje quería
y único día para continuar viendo como se marchitaba
hablarle de su oficio y de hasta cuándo iba a seguir así.
noche tras noche, día tras día. La pastilla fue demasiado
Le ofrezco un puesto aquí, en El Hostal París. Maryori,
tarde, estaba en cinta y como no le bajaba la regla,
algo aturdida, no supo que contestar. Le dijo: lo pensaré y
consiguió una prueba y se la hizo y en efecto, dio positivo.
se fue a su recorrido eclesial. ¿Trabajar en El Hostal París?
Fue entonces cuando su cosmogonía cambió. No pensaba
Por un momento un destello alumbró sus ojos. No tendría
abortar una quinta vez y sería madre. Cuando terminó el
que abrirle las piernas a nadie más ni fingir orgasmos ni
día de labores en el hostal buscó al conserje y le dijo que
abrir su boca para cosas que no le gustaban. Podría llevar
sí, que su propuesta era perfecta pero que tendrían que
una vida, pagar una pieza, no volver a atracar ofrendas.
buscar un moisés porque pronto sería madre. 22
El conserje la ayudó a buscar un lugar decente
cada vez más y más deplorable. La chatarrería Nancy tenía
donde vivir y sin darse cuenta se sintió atraído por ella.
todo menos a Nancy. Había muchas figuras en bronce en la
Incapaz de revelarle sus sentimientos siguió el proceso
pared, desde llaves y vírgenes hasta herraduras.
de readaptación de la antigua Maryori. El conserje se
Cuando llegó a la pieza donde vivía agradeció el giro
vio involucrado desde el sentimiento, la acompañó a las
que había dado su vida y en silencio pensó en la bondad
ecografías e incluso tomó su mano. Y Maryori que no
del conserje y sus consejos. Se acercaba su cumpleaños y
conocía el amor, empezó a tener sentir algo por él. Era
quería sorprenderlo con algo. Siempre vestía de corbata y
un poco mayor que ella y tenía bastón como rezago de
ese accesorio le parecía el regalo perfecto. En eso estaba
un accidente antiguo. Siempre lucía impecable y tenía las
cuando reventó fuente. Tenía la pañalera lista desde la
mejores maneras para tratar a las personas.
semana treinta seis. La tomó y corrió al hospital. Su celular no tenía minutos, no había modo de avisar.
Maryori pronto comenzó a sentir al bebé y cuando quiso mostrarle a su conserje, el contacto de aquella mano
La pasaron a una camilla y el parto comenzó. Sólo
en su vientre la hizo llorar. Mi hijo no tendrá padre, ¿qué
pujó dos veces y el niño salió sin llorar, así que tuvieron
va a pensar de mí cuando crezca? Que fuiste una mujer
que darle una nalgada para confirmar que respiraba y así
valiente e hiciste todo por él.
era. Lo pusieron en brazos de Maryori y en un segundo se imaginó una vida limpia y sana para ella.
En un arrebato de ternura ella acarició su rostro y se fue antes de ver su reacción. Al salir a la calle, la vio de
El conserje preocupado timbró y timbró y al ver que
otro modo. La jungla de la supervivencia estaba colmada
no llegaba se fue hasta su casa donde una comadre le dijo
de viciosos y se sentía en el aire un aroma nauseabundo
que había comenzado trabajo de parto. Fue a la clínica a la que tantas veces la había
que sumado a sus síntomas de embarazo la hizo vomitar
acompañado y la encontró en la habitación con el niño
en una gran caneca verde.
en brazos. ¿Cómo piensas llamarlo? ¿Cómo más? Darío,
“El rubio” con el que alguna vez tuvo algo más que
como tú.
sexo, ni siquiera notó su panza y vio como la calle lucía
23
La Calle del deseo / 50 cms. x 70 cms. / AcrĂlico sobre tela / 2007 24
¿QUEQUIÉNSOYYO? “…Mala mujer no tiene corazón Mátala, mátala, mátala, mátala No tiene corazón mala mujer Mátala, mátala, mátala, mátala No tiene corazón mala mujer...” Canción de la Sonora Matancera. (Compositores: José Antonio Morillas y Juan Carmona Arrebola).
William Rouge*
Si me va a pintar, no pregunte tanto. ¿Que quién
subieron a los colmillos de las bestias. Los buñuelos para
soy? Soy la mujer bombillo rojo… Soy la mujer
la abuela rodaron, pude encontrar dos, eran mis ojos. En
escala. Soy la mujer calle del deseo. Soy la mujer telaraña.
la cañada encontré unos tacones verdes, con ellos iba yo
Soy hotelucho baño privado y televisión. Soy termo con
a bailar vallenatos del Binomio de Oro en los bares de la
tintos. Soy minuto nacional a 250 pesos. Soy mujer que
calle del deseo. Si me va a pintar, no pregunte tanto. ¿Que
dice: “por aquí, por aquí, pase que yo lo atiendo”. Soy
quién quería ser yo? Más tarde le cuento. Yo no como de
mujer andén. Mujer alcantarilla. Mujer que conversa con
nada. Hasta el bon bon bum rojo fresa se me perdió en
otras alcantarillas. Mujer colchón. Mujer grito. Mujer que no
el desfiladero. Desde ese día de las velitas a veces soy
come de nada. Soy la que iba a ser. Soy la paloma blanca
invisible. Ese día mataron marrano en la cuadra. Llegué sin
que coquetea con el pantano. Soy el semáforo donde se
natilla donde la abuela. Pínteme pues y no pregunte tanto. Detrás de mí corren policías vestidos de negro, en el
detienen los perros.
camino sus huesos.
A veces soy invisible. El cielo ya no me muerde. La primavera del centro de Medellín chuza mi cráneo. Cada
Digo que tengo hambre, un tamal, una arepa, una
mirada es un dardo desde que tenía ocho años y me
empanada, un pastel de pollo, algo, cualquier piedra en la
hicieron la primera comunión. Me bajaron a la cañada. Me
que venga algún dios. Tengo hambre de mí misma. Hembra
* Poeta, docente universitario y profesor de creación literaria. Vive y trabaja en Medellín.
25
… Una mujer es toda agua. Toda agua es mujer. Soy mujer que vigila. Soy mujer que se cuida sola. Soy mujer que cuida de todas. Soy mujer río que no calla. Soy la que iba a ser…
de mis vísceras. Hembra de mis huesos, tengo hambre. Mis
Soy la calle del deseo. Mujer torbellino. Mujer a la
cartílagos y nervios tienen hambre de la niña que dejó caer
deriva. Una mujer flotante. No soy divina, pero fascino y
del puente su muñeca de trapo vestida de azul.
me domino el corazón. Soy mulata, no soy cielo, soy prieta,
Le digo que ya sacaron los chuzos de rata. Mire pues,
no soy divina mujer.
ya están vendiendo los chorizos y las arepas de queso.
Una mujer es toda agua. Toda agua es mujer. Soy mujer
Invíteme algo. Si me va a pintar, tráigame una cerveza. No
que vigila. Soy mujer que se cuida sola. Soy mujer que
pregunte tanto.
cuida de todas. Soy mujer río que no calla. Soy la que iba
Soy casa de empeño. Es que me empeño en no
a ser.
asomarme al río. Todo es fugaz si paso por el Río Medellín.
¿Qué le cuente más mientras usted descansa de
Solo paso el puente y no miro abajo. El río se lleva los
pintar?
huesos. Nosotras flotamos.
Otra bestia, otro diciembre me dijo:
¿Qué quién soy? Soy la que iba a ser. Me pusieron calle
Te voy a hacer una estatua mami, en el parque central,
del deseo. Yo quería aprender a montar en bus, subirme
para que pueda todita la gente, pasar por allí e irte a mirar.
a todos los buses, hacerle las vueltas a mi mamá en el
Pero yo no iba a ser estatua. Con este tumbao me le
centro. Pagar los clubes, empeñar el anillo de grados, ver
escapé a esa bestia. A mí me tienen que aprender a mirar.
películas de aventura en los cines de Junín, comprarme
¡Míreme bien! No pregunte tanto.
discos de Soda Stereo y Bon Jovi. Yo iba a tener mucha
Ya estoy cansada, pero le voy a contar que algunas nos
calle. En inglés iba a cantar todos mis deseos. No iba a
llamamos Marilyn, a veces Shirley, algunas veces somos
tener novio para poder ir al Pequeño Teatro sola. Pínteme
Paula y Paola según el dolor, nos canjeamos nombres.
bien porque soy una actriz. Yo me represento.
Nos gusta ser Patricia a la hora de correr sin tacones. Nos
Soy mujer candela. Me encandelo la lengua con
llamamos Marta sin h cuando se nos acaba la noche. Nos
aguardiente mientras grito: “pasen por aquí”, “pasen por
llaman María los que nos conocen las entrañas. A veces
aquí señores y yo les enseño la perra que lame y que
soy Yasmín pintándome las cicatrices, pero me gusta
muerde la espalda de concreto”, “pasen señores que ya no
más ser Mar y ahogarme en ellas. Ser mar y ahogarme y
muerdo testículos”, porque es simple, no hay, testículos no
llenarme de todas: ser marchita un poco, marcharme más
he visto. Sólo he visto canciones de despecho, las mismas
arriba del Metrocable. Me gusta marcarme nombres en las
canciones de barrio triste. Testículos no he visto, algunas
piernas, Tal vez así pueda correr mucho más sin tacones,
rosas sí. No soy tanto mar. No estoy más marchita que una
pero me gusta mucho llamarme martes porque miércoles
señora de bien.
me espera en la Estación San Antonio, luego soy Marcela 26
en El Salón Málaga. Víctor me invita a media botella de
conmigo al río. El Río Medellín esconde huesos y él tiene
aguardiente y canto tangos, pasillos y bambucos como en
miedo.
el colegio antes de llamarme otra vez Marta sin h. Víctor
Me gusta marcarme con todas la cara, las tengo a
baila porro muy bueno, con eso tengo para olvidarme de la
todas en la boca, donde yo escupa puede nacer otra loba,
calle del deseo. Crecimos en el mismo barrio. Él es profesor
otra canción, otra ciudad como nosotras.
y hasta sale en televisión. Me gusta que me cuente cómo
Cómo hago para regresar tanto amor. Cómo hago para
empezó Medellín. Un día voy a traer a Mariela para que
regresarme. Mujer flotante. Mujer pez púrpura. Tatuada
se aprenda los cuentos de Víctor y del viejo Guayaquil.
con saliva. Dígame cómo hago para volver a empezar mi
A veces jugamos a ser novios, pero no ha querido bajar
historia. Usted que parece que estudió en Bellas Artes,
27
dígame cómo se pinta uno si el río se lo chupa todo. Cómo
a ser dentista y no hotelucho. Yo quería que todos los
me pinto si el Río Medellín se nos lleva los huesos. El río se
hombres me abrieran la boca para volverles a meter hasta
nos llevó las llaves y las puertas.
el cielo. Volverles a meter el desfiladero. Yo les hubiera
Parece que una cerveza es poca para todo lo que
ordenado los huesos a todos los hombres que me abrieran
puedo contarle, pero siga pintando, que yo no como de
su boca: les hubiera hecho una fogata adentro con sus
nada. Toda mujer es puerta. Toda puerta se abre al patio
huesos.
de una mujer. Yo me tiendo. Yo me extiendo. Me lavo en
Soy mujer que cuida de todas. Soy mujer río que
mí misma, yo soy río. Soy sábana blanca secándose en el
no calla. Soy la que iba a ser. Soy la que sabe. Soy boca
tendedero de la calle del deseo. A las cuatro de la tarde
sagrada, abierta para la luna, abierta para guardar los
casi me seco. Soy la que se escurre, la que no se aplancha.
huesos de todas. Mejor un tinto. No traiga más cervezas.
Los tatuajes no se me secan nunca. Tengo una loba gris
Pínteme el cabello bien mono y cortito. Descanse un rato.
en la espalda, tiene los mismos ojos que me sacaron a los
Mejor un tinto doble, oscuro y sin azúcar. Pínteme y yo le
ocho años: ella sabe mirar a las fieras. Se las come con la
sigo contando de bestias.
mirada.
En diciembre yo veía muchas cosas. El día de las velitas
Yo no como de nada. Una mañana me quito los tacones
una se hacía como invisible. Yo le digo una cosa. Todas las
verdes y bajo al Río Medellín por los huesos de nosotras.
bocas son equivocadas. No hay bocas correctas. Estrellas
Camino vendiendo perfumes de Avon y me quedo con
no he visto, solo noche adentro de cada boca, en una boca
las muestras, voy a oler tan bueno, un día vamos a oler
me perdí por andar solita, adentro vi que don Federico
como si no nos persiguiera el río. Es que me empeño en
mataba a su mujer, la hacía picadillo, la freía en la sartén,
no asomarme al Río Medellín. Solo paso el puente y no
los señores que pasaban olían como si todo estuviera
miro abajo.
bien, mientras una niña hacía arepitas para papá porque
Una mujer es toda agua. Toda agua es mujer. Soy mujer
al otro día se iba para Bogotá y el lobo estaba adentro de
que vigila. Soy mujer que se cuida sola. Soy mujer que
esa boca y se puso los zapatos de papá. Adentro de esa
cuida de todas. Soy mujer río que no calla. Soy la que iba a
boca aprendí a hacer arroz con leche para que se casaran
ser. Soy la que sabe. ¿Si está pintando los tacones verdes?
conmigo, ya sabía coser, bordar y abrir la puerta para ir a
Pínteme las piernas y las nalgas con el tumbao con el que
jugar, con este sí, con este no, con este buen muchacho
bailo salsa.
quise casarme yo: muchachito, muchachito caliéntame
Recuerdo que yo quería que todos los hombres me
un poquito, hombrecito, hombrecito quiéreme un poquito
abrieran su boca. Se las hubiera escarbado hasta sacarles
por hoy por mañana y por toda la cama, luna lunera
la madre. Era bueno que al acercarme abrieran la boca
cascabelera que este hombre no me mate hoy.
mientras yo les metiera mis instrumentos mágicos hasta la
Sería bueno antes de misa haberle abierto la boca con
faringe. Les hubiera metido todas las botellas para que se
un taladro al menos a una bestia, así sabríamos cuántas de
saciaran por fin, que por fin fueran aguardiente, hombres
nosotras se tragaron.
ardiendo, naciendo a penas y sin pena. Yo hubiera sido
Fíjese pintor que Mariela no ha vuelto a las escalas
Odontóloga y me llamaría Camila, la doctora que entraría
ni al semáforo, yo le debo una empanada y un tinto. Le
a la boca de todos los hombres para sacarles todos sus
marcamos a 250 pesos el minuto, nos contestan ladridos.
secretos. Yo iba a ser Odontóloga y no semáforo. Yo iba
Mariela tenía una faldita de cuadros, como si estuviera 28
siempre en clase de español. Mariela escribía cuentos. Se
de tragarme al río. Un día nos iremos de la calle del deseo
volaba a prestar libros de la biblioteca. Leía cosas raras.
por la autopista norte, pero no bajaremos al río. Me las
Un man pecosito, pelirrojo y tartamudo le traía cartas. Le
llevaré a todas lejos de las fieras. La costeña dice que el mar
marcamos a 250 pesos el minuto, nos responden gritos.
está al norte y que por allá las bestias no irán a buscarnos.
Los minutos chillan. Yo hago las tareas de Mariela. A mí
Soy todas y vamos al mar. Buscaremos a Mariela, al sol, un
también me gusta escribir cosas. Yo no como de nada y
barco, una cumbia, lejos de la calle del deseo. Soy todas y
vuelvo a marcar a 250 pesos el minuto. Me pregunto si
tendremos vida en alta mar. Buscaremos nuestros huesos.
Mariela ya estará por Girardota o por Barbosa. Los minutos
Las peladas a veces regresan. Las muchachas vuelven
rugen. Los minutos truenan. Bajaremos por ella.
a casa. A las muchachas las regresa el mar. Hay mujeres como yo que no comen de nada.
Una mujer es toda agua. Toda agua es mujer. Soy mujer que vigila. Soy mujer que se cuida sola. Soy mujer que
A veces las peladas regresan. El Río Medellín se lleva a
cuida de todas. Soy mujer río que no calla. Soy la que iba a
las muchachas. No, no es el río. Es la jauría. Son las bestias.
ser. Soy la que sabe.
Si regresa, yo lo invito a un tinto muy oscuro y sin
No me pinte los ojos. Hágame un favor, busque un
azúcar, pero traiga a un fotógrafo contra el olvido. Otro día termina conmigo, no me pinte más. ¡Oiga pintor! si regresa,
fotógrafo para no olvidar lo que vivimos. Usted que estudió en Bellas Artes, búsqueme un
traiga un fotógrafo que camine con nosotras. Traiga un
fotógrafo que se ponga en los huesos de nosotras. No me
fotógrafo que revele nuestros nombres. Soy Marcela y un
pinte lo ojos.
día me iré con todas. Soy Marcela y las tengo a todas. Soy Mar, soy capaz de
Yo no como de nada. Soy Marcela y un día me iré con
tragarme al río. Soy la que iba a ser.
todas. Soy Marcela y las tengo a todas. Soy Mar, soy capaz
29
Barbacoas / 37 cms. x 28 cms. / Acrílico sobre cartón / 2016 30
¿DÓNDEESTÁMÉLANI? Carlos Mario Gallego* Uy, parce, en esta pintura del maestro Zapata está
que la quería mirar, pero ella se negó, me fascina al oscuro,
Mélani.
tarrao… Sentí que se desnudó y con la linterna de mi celular la
¿Cuál Mélani? Una vieja que conocí… espere le tiro el rollo completo, dijo
alumbré: ¡era un macho, parce! Prendí la luz y le dije que
mi amigo y pidió otras dos amargas en el bar La Serenata,
me respetara, que yo era un varón, que me devolviera la
junto a Barbacoas.
plata. Me respondió que plata no devolvía, que si quería me daba un bono para que alguno de mis amigos lo hiciera
Resulta y sucede que fui con unos amigos a ver un
efectivo.
partido de la selección Colombia en un bar del centro. El ambiente estaba del putas porque Colombia empezó
Le insistí que me entregara la plata, que lo suyo era
ganando. Éramos puros manes en la mesa y en la barra
publicidad engañosa, y me dijo que no, que ella pensó que
estaban dos chicas lo más de chimbitas. Entre madrazos
yo me había dado cuenta a qué me atenía. ¿O no le llamó la atención mi voz ronca?, me dijo
porque fulano se comió un gol y gritos porque el portero
Mélani.
atajó un penal, una de las dos nenas me clavó el ojo y me
Sí, pero creí que era de gritar en el partido.
peló el diente. El partido se acabó, mis amigos se fueron y me quedé
No le puedo devolver su plata porque es el “nombre de
solo en la mesa. Entonces invité a las dos mamacitas y
Dios”, me dijo dulce y triste. No gané un peso en todo el
pedí una botella. Hablamos pendejadas y nos reímos,
santo día y con esto llevo comida a mi casa. Me contó que
hasta que el mesero nos dijo: “me colaboran con la salida”
por ser “así” no conseguía trabajo y que vivía de los tipos
y entonces Mélani me agarró la mano y me convidó para
generosos “como usted mor”. Y en ese “mor” sentí una
su dizque apartamento, por ahí cerca. Cuál apartamento,
ternura brusca que me desarmó. Me senté en la cama, miré la hora y le pregunté si podía
llave, era una pieza de dudoso destino en una residencia
quedarme mientras amanecía y abrían el metro. Entonces
de dudosa reputación. Pero ya entrado en gastos...
me recosté en un lado de la cama, dando la espalda, y
Yo llegué muy arrecho y de una empecé a desvestirla,
ella… o él, ni sé, se acostó también.
pero Mélani me contuvo y me advirtió que el rato costaba 30 mil. Me sorprendí porque creía que le gustaba y que
Hasta las mañanitas, susurró y me cobijó.
me lo iba a dar de puro parche, pero nanay cucas, me
Terminado su relato, mi amigo pidió “otras dos polochas bien frías, mostro”.
tocó entregarle la plata. Se persignó con los billetes, los
Y a mí lo único que se me ocurrió decir fue: ¿y el bono?
encaletó y apagó la luz. Yo le pedí que la dejara prendida,
* Comunicador, periodista y humorista.
31
La Chaza / 35 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2014 32
El Yogurt / 35 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2009 33
Hotel / 42 cms. x 59 cms. / AcrĂlico sobre madera / 2008 34
DELHOTELALPALACIO La ciudad deviene obra de arte por medio de los ciudadanos. Lefebvre (1973)
María Isabel Naranjo*
Nathaniel Hawthorne escribió la siguiente idea
donde él había trabajado antes le regalaron un pendón y
para un cuento en su cuaderno de apuntes en 1836:
cien afiches de invitación a su inauguración con la frase
“Dos personas esperan en la calle un acontecimiento y
“Obras que se ven en las calles, calles que se ven en una
la aparición de los principales actores. El acontecimiento
obra”. Esa noche no hubo vino, pero entre todos recogieron
ya está ocurriendo y ellos son los actores”. Esa anotación
cincuenta mil pesos para comprar los tintos del Cachaco,
que hice un día en mi libreta, hoy me recuerda una historia
que repartieron en carritos después de la presentación
particular que me contó Jorge Alonso Zapata hace diez
del Parcero del Popular No.8 y de Sabas Mandinga entre
años sobre una exposición suya en el Palacio de la Cultura.
la gente de la calle que llegó a felicitar a el “Pintor”, como
Transcurría el año 2008 y para ese entonces las iniciales de
le decían al extraño de saco, imagino azul, en Barbacoas
su nombre jota-a-zeta, juntas, ya nombraban un personaje
desde el primer día que llegó a dibujarlos a principios de
que se había inventado, un artista que pintaba la calle a la
este siglo. Al verlos regados por los corredores del palacio,
manera de un cronista que escribe lo que ve. Con personas
me dijo Jorge Alonso aquella vez, le pareció como si los
y situaciones reales. Ese año JAZ convenció a los jurados
personajes de las obras hubieran salido caminando de los
del Salón Departamental de Artes Visuales con la serie
cuadros.
de Crónicas urbanas y ganó en la categoría Autodidacta.
•••
Orgullosos de contar entre los suyos a un artista que
Si alguien hiciera el experimento de quedarse mirando las
exponía obras en un palacio, los amigos de las litografías
obras juntas de JAZ en su taller mucho rato, como hice yo
* Comunicadora y escritora.
35
un día que le pedí que me dejara acompañarlo, comenzaría
los que seguramente no habría podido sentir ninguna
a escuchar el palpitar sonoro de algunas piezas. En unas
pena cuando se esfumaron de su mente.
gritan ¡Cóoojanlo! En otras hay palmadas que anuncian
•••
en las puertas de los antros ¡Solo show! ¡Solo show! Ese
Digamos que es un jueves cualquiera del año pasado. El
murmullo sonoro del Centro que imaginamos fácilmente
pintor salió de su casa en Belén montado en una bicicleta
los que alguna vez convertimos sus calles en vecindarios
de niño rumbo al centro de la ciudad, como todas las
porque hacen parte de nuestra cotidianidad. De su obra
tardes, a las cuatro. En una maleta empacó sus vinilos y
todo me llamaba la atención. Los colores vivos que
el saco azul que usó la primera vez, sin anticipar en ese
animan a los humanos sin perspectiva, la superposición
momento que sería con el tiempo su ropa de trabajo. Se
de los planos, pero sobre todo, lo que más me atraía,
despidió de la vecina que cuidará a Noemí hasta su regreso.
eran las situaciones de intercambio que los personajes
La tarde está recalentada por miles de motores, carros,
representaban. No sé si les pase lo mismo que a mí, pero
moviéndose lentamente. El pintor que va en la bicicleta
nunca me he sentido cómoda mirando vitrinas.
de niño vadea los artistas en los semáforos, esquiva las
•••
corrientes de vendedores ambulantes en las estaciones
El día que fuimos juntos al taller salimos de la casa de su tía
del Metro y después de media hora llega a la acera donde
Noemí en Belén. Ella era una maestra de escuela jubilada
está la casa del Cachaco. Saluda fraternalmente desde la
y enferma de alzheimer a la que Jorge Alonso cuidaba.
ventana a la gente que hay adentro y mira como llenan
Después de comernos una arepa con quesito y jugo de
los termos de tinto que venden luego los carretilleros en
tomate de árbol que ella nos sirvió gustosamente, aunque
los alrededores del Parque de Bolívar. Se antoja de uno.
no podía disimular la amargura que le producía que su
El Cachaco le pregunta dos cosas sin importancia para
sobrino le hablara a una mujer desconocida de lo que
llevar la conversación hasta que alguien trae el vasito con
ella opinaba de sus dibujos que tenía que ver arrumados
tinto. Lo recibe y pasa con cuidado de no regar el café
en todos los rincones de su casa. Eran… palabras más,
en la mitad de la calle, se acomoda junto al poste donde
palabras menos… una reverenda cochinada, una total
siempre se hace, se pone el saco azul, recorta una hoja en
falta de respeto. En el momento en que escribo este texto
ocho pedacitos, mira al frente en diagonal y comienza a
supe que Noemí murió el año pasado, así que me permitiré
pintar lo que ve.
una pequeña ficción de lo que vi ese día después de que
•••
salimos de su casa para conocer en carne y hueso a los
El arquitecto dibuja edificios, el urbanista compone planos
personajes de los cuadros de su sobrino. Recuerdos por
sobre el papel. Los dos ven desde arriba y desde lejos la 36
ciudad que representan, pero un artista, ¿qué es lo que
la otra vende sexo. Frente a ellas un mendigo con un perro
ve? La ciudad de Tamara le decía a Italo Calvino todo lo
y otro con sombrero piden, también, cada uno según su
que debía pensar. Él mismo dice que era ella quien dirigía
necesidad. El perro camina al lado de un hombre dormido
su mirada por sobre todas las cosas como si fueran
en el suelo, tirado sobre unos cartones, en la entrada
páginas escritas y lo obligaba a registrar nombres como si
del segundo piso del edificio rosado, donde dos cuerpos
al hacerlo pudiera definirla. Así mismo la mente del pintor
voluptuosos aguardan por más clientes en las escalas. En
capta la masa viviente de la calle Barbacoas creando para
el plano siguiente un carro rojo está detenido en la mitad
ellos una doble existencia: en la vida y en los cuadros.
de la calle. Adentro hay dos hombres. Uno negro, otro
Los leyentes de este escrito tendrán en sus manos, o
blanco. El blanco, gordo y calvo tiene las manos afuera con
en sus pantallas, una revista con estas palabras y en algún
una candela encendiendo algo que queda oculto detrás
lugar de la página impresa o virtual la imagen de
del cuerpo de una mujer, medio vestida con un top que
una obra llamada Hotel.
le deja ver la piel morena y un trébol tatuado en la parte
Miremos el cuadro
baja de la espalda. A su lado, una rubia semidesnuda, con
Medellín. Escena típica del siglo XXI.
gafitas negras al estilo de John Lennon, ligueros y tacones
Calle Barbacoas. Centro histórico.
rosados juega con una chupetica verde por la calle como
Cielo azul. Día despejado. Todo está acumulado. No
si fuera una perrita incitando con lascivia a los transeúntes.
describiré con exhaustividad lo que estamos viendo, pero
En el primer plano otro tipo de mercancías se exhiben.
quisiera llamar la atención sobre algunos elementos. En el
Sobre unos cajones de madera hay puestas una piña, una
plano del fondo hay cinco sábanas blancas, como las dos
sandía, un banano, un par de aguacates, varias cajas de
nubes en el cielo azul, secándose al aire en un tendedero
cigarrillos y los chuzos que vende un hombre sereno, de
de palos y alambre en la terraza de un edificio donde
gorra azul y barba. A su lado, una negra de tetas grandes
funciona una oficina de abogados. Siguiente plano. En la
se está comiendo uno de los chorizos con deleite, después
entrada del segundo piso, pintado de amarillo, se lee el
de ganarse el pan con el sudor de su frente, como manda
anuncio de un hotel. ¿Hotel Hace Sol?… Hace Sex…o. Ya.
la sacrosanta tradición antioqueña.
Hotel Hace Sexo. Una mujer con una toalla en el pelo sale
Tal vez ahora podamos imaginar la mirada perpleja que
por el balcón gritando a alguien o pidiendo algo que señala
tuvo el pintor el día de la inauguración cuando vio a los
con su dedo. En la entrada dos mujeres atienden cada una
personajes de sus obras caminando por los corredores del
su puesto de mecatos. La una vende minutos y cigarrillos y
palacio. Como en la vida real.
… dos hombres. Uno negro, otro blanco. El blanco, gordo y calvo tiene las manos afuera con una candela encendiendo algo que queda oculto detrás del cuerpo de una mujer, medio vestida con un top que le deja ver la piel morena y un trébol tatuado en la parte baja de la espalda… 37
Pensativa / 25 cms. x 35 cms. / Acrílico sobre cartón / 2018 38
DAYANA Marta Cecilia Cadavid* Camino entre sombras, arrastro las calles, las
Un travieso pincel impregna de Siena quemado tu rostro,
respiro, inundo mis ojos de búho con imágenes que
cuello, hombros y brazos; el derecho, descansa suave
rezuman angustia, dolor y muerte. Registro la vida que la
sobre el muslo, el otro se dobla, para sostener tu cabeza.
ciudad no quiere ver.
Se enreda ahora en mis dedos un pincel más fino para
En medio de la algarabía de proxenetas, travestis y
dibujar tus ojos negros, que miran abiertos el mañana.
homosexuales, las puertas entreabiertas del “triángulo del
Está caliente el cuerpo, alborozado con las vibraciones
amor” incitan mi curiosidad. La de color amarillo, atrae mi
cromáticas. Viéndote tan absorta, llamé al Amarillo cadmio
atención: veo a una mujer recostada en la pared con hambre
para teñir tus cabellos e iluminar tu rostro. El Rojo cereza se
en los ojos, deseo en los labios y el cuerpo sumiso. La calle del
desliza por tus labios que guardan besos cálidos, húmedos
vicio la signó con su marca de ignominia: de cara macilenta
y largos. Esperas, como Odalisca primeriza, la oportunidad
y senos blandos que gimen en la trusa que a duras penas
de complacer.
los cubre. Parece de cuarenta años. Sus dedos se aferran a
Pinceles, dedos y colores atraparon tus formas, Maja
mi chaqueta con desespero, con morbidez. ¡Por un trago…
desnuda de vuelos, Aprendiz de concubina, Mujer de
por algo de comer… por lo que sea, señor! musita, en tanto
sueños encarcelados, Princesa de reinos inexistentes.
los lagrimones irrumpen en su boca. ¿Cuántos años tiene?
Te veo respirando el aire veranero en el Central Park,
Quince, responde llevándome de la mano a un rectángulo
transitando por la Quinta Avenida, o impresa en los muros
de metro y medio por dos. Levanta sus flácidos brazos para
de Coney Island. “Espérame en Londres, o aguárdame en
quitarse la diminuta trusa, y la detengo.
París”, pareces decirme.
La vida está en otra parte, aquí solo hay vicio y muerte, le
La Torre del Reloj, con sus silentes campanas, se eleva
digo, mirándola a los ojos. ¡Escoja vivir! le grito, mientras
en el horizonte. Un airecillo cálido mece las aguas del
le entrego varios billetes, y huyo impotente. Su imagen
Támesis y estremece el ambiente. El delicado pincel de
refulge en mi memoria.
marta despierta juguetón y se apresta para delinear tus
Desde mi fluido recinto te enmarco, Dayana. A lo lejos, el
desnudos tobillos y pies, que colorean de Siena mis
Arco del Triunfo desafía mis manos y se disuelve en nubes
emocionados dedos. Con el último trazo, dibuja sandalias
de cobalto. Te veo, y danza el Rojo cadmio asentándose en tu
Rojas de elevados tacones.
lecho. Se agitan mis dedos con tus redondeces: el Cyan y el
Ya no aguardarás más… hay un extraño brillo en tus ojos.
Azul oscuro salpican tus caderas, que se exhiben generosas
Ilusionada, sacudes tu melena con la gracia de una ola, y
en tus apretados jeans; brotan después el Magenta, Morado
te levantas. El Amarillo cadmio iluminó tus pensamientos,
y Azul cerúleo, coloreando la coqueta trusa que acunará tus
has roto las barras del encierro y decidida, ¡te sales del
fecundas colinas, nidos de pájaros hambrientos.
marco!
* Escritora. Poeta con publicaciones individuales y en antologías. Vive y trabaja en Medellín.
39
El bajo París / 21 cms. x 16 cms. / Acrílico sobre cartón / 2012 40
LOSGUARDIANES Vivía como quien ya no tiene la posibilidad de hablar con nadie, pero sí de callar con los demás. Sándor Márai
Paula Andrea Gaviria*
Nunca había ido a El bajo París, ni me había
personajes inusuales que me encantaba dibujar en mi
rodeado de la fiesta oculta de las calles de Medellín,
libreta, hace tres años había descubierto que dibujar
pero desde hace un año como quien va a un culto,
personas era lo que realmente me apasionaba. Mi vida
comencé a ir religiosamente al café La Noche Roja que no
como funcionario público haciendo pasar la gente de una
aparece registrado en ninguna App de búsqueda, un poco
fila a otra para que llenaran formularios, había llegado a su
clandestino para el gusto de muchos, solo llegas allí si de
fin, la rutina de un cubículo me estaba desquiciando, un día
verdad deambulas las calles o con el voz a voz de los que
tomé mis cosas y no regresé. Fue ese el primer momento
siempre buscan lugares inusuales. Al entrar encontrabas
donde vi lo radiante que es la vida en la calle. Comencé a
a los mal llamados marginales de la ciudad, te podrías
trazar poses y gestos de esos seres invisibles pero únicos.
chocar con un viejo profesor de matemáticas escribiendo
La Noche Roja está ubicado en una de las esquinas más
cálculos de ecuaciones, tratando de resolver un no sé qué,
concurridas de la zona de tolerancia y al frente quedaba El
un sé cuándo; o veías al poeta maldito consumido por la
bajo París. Para entrar a este bar había que tener agallas,
bohemia recitando poemas que nadie entiende, pero que
nunca se sabía si al entrar podrías salir de nuevo. Podrían
al final del verso te hacen derramar alguna lágrima; o a
pasar los días sin que te dieras cuenta, como un maldito
una mujer conversando de mesa en mesa, feliz, haciendo
agujero negro donde te pierdes y no sabes si de verdad
entrevistas para artículos que no se sabe si serán alguna
aún existes. Era un verdadero antro, pero otros pensarían
vez publicados. En aquel café deambulaban ese tipo de
que era el paraíso. Yo quería ir a ese paraíso y dibujar cada
* Escritora. Poeta. Ha realizado su proceso creativo desde la danza y el teatro. Vive y trabaja en Medellín.
41
detalle de lo que sucedía allí adentro, pero no tenía el valor
las últimas…, dijo, nadie logra imaginarse. Y a veces hay
o mejor el control de mis miedos; entonces llegué hasta el
cosas que superan la realidad, prosiguió, meneando la
café, el lugar más próximo al bar, solo diez metros; cuando
cabeza. A él no le iba mal, era un joven con ganas de vivir.
me decidiera ingresar solo tendría que dar unos pocos
Pero este barrio no era nada recomendable de hecho
pasos para descender al inframundo.
era francamente autodestructivo, hay sitios que mejor se
Al entrar al café estaba un joven de unos veinte años,
evitan, dijo.
recibiendo a los clientes, de ese tipo de estudiantes que
No te entiendo, dije con voz de extrañeza, ¿qué quieres
vienen de un pueblo y se rebuscan el dinero donde sea.
pedirme?
Me llamo Felipe, dijo. ¿Qué quiere tomar?
Él me volvió a señalar la entrada al El bajo París y fue
Ah, sí..., dije. Ah, sí, dame un tinto envenenado, hice un
cuando por primera vez con detalle vi aquella pareja.
gesto de entiendes qué te quiero decir. Él se fue y en pocos
Sí, los veo, una pareja habitante de calle, le dije.
minutos me trajo un tinto envenenado que en el fondo no
Él me miró sin sonreír; llevaba el cabello desordenado,
era más que un aguardiente con café amargo, ácido al
la cara pálida, una camiseta de Metálica; un joven normal.
paladar. Con el tiempo me he vuelto más sensible a los
Dudó unos segundo antes de decir en voz aguda, un poco
sabores y ni qué decir de mi nariz, identifico con facilidad
ronca por culpa de la timidez:
un nuevo tipo de aroma, no solo los olores simples, sino
Ellos son los guardianes y son mis padres.
compuestos. El matiz y la profundidad de un buen café
No se me ocurrió qué responderle; me pareció extraño
eran mi primer impulso para abrir bien los ojos, afilar mis
que me contara ese secreto familiar. Los Guardianes eran
lápices, tomar las libretas y comenzar con líneas sutiles a
una pareja inusual, adornos perfectos en las afueras del
esbozar manchas de lo que sucedía en la entrada al bar, el
bar, la cara de una ciudad despintada, dos perros furiosos
refugio ordinario de ociosos e indigentes. Ese día comencé
esperando a su dueño con un toque fino en su mirada,
a dibujar con detalle las puertas del bar El bajo París.
brillaban en la suciedad de la calle.
No quiero molestarte, dijo Felipe, solo quiero pedirle
Estudio Medicina, continuó Felipe. Fui criado por mi
algo.
abuela y durante muchos años busqué a mis padres hasta
No me molesta, dije, de hecho, ya nada me molesta.
que los encontré. Ellos ya no me reconocen y se hacen
Él asintió con la cabeza como si lo entendiera,
llamar los Guardianes de El bajo París, mi padre siempre
detuvo su mirada en mis libretas de dibujo. Seguro ya
tiene esa mirada perdida y mi madre tiene demencia, cree
estaba evaluando qué tan buen dibujante era, quizá él
que es la reina del paraíso.
entendiera un poco este arte. Tras unos segundos me
Me quedé revolviendo mis emociones para encontrar
señaló la entrada a El bajo París. Hay gente que vive en
una respuesta apropiada. Debería haberle dicho que era 42
… saqué un cuaderno de mi mochila de cuero, arranqué una hoja y comencé a dibujarlos rápidamente. Miré el pedazo de papel antes de dejarlo sobre la mesa, lo firmé en la esquina superior izquierda. Nunca olvidaré el detalle con el que los dibujé… un triunfador que le había ganado a la vida. Al final opté
la Olympia de Manet, la silenciosa apatía en su rostro,
por un “Ajá…” con el que intenté comunicar que la vida era
su cuerpo poco voluptuoso, y su desprecio por los que
así. Esto no pareció bastarle.
no comparten sus vicios a dos manos. La antítesis de la
Bueno, dijo, al cabo de unos pocos segundos y se
sensual y atractiva Venus de Urbino enfrentada con la
dirigió a mí con voz muy suave:
cruda realidad de una mujer prostituyéndose a la vida en
Me voy a ir de la ciudad en pocos días. Tengo unos
su trono negro; no hace parte de los finos oleos o de la
amigos que me están buscando un trabajo en Bogotá. De
gama de colores vivos, sino un poco más de la ciudad de
todas formas, ya no me queda mucho qué hacer por ellos
las pulgas y el insomnio, concluyó pensativo.
y mi abuela murió el año pasado.
Sí, ver el mundo por sí mismo ya en sí es un sufrimiento.
Yo dejé que escapara un suspiro de comprensión.
¡El que tenga ojos para ver que vea! Grite.
En Bogotá hay más oportunidades…, complementé;
Solo quiero pedirle un favor, dijo por fin. Podría usted
fue lo único que se me ocurrió decir de Bogotá, pero
dibujarlos. Temo en el fondo olvidar sus rostros y es posible
aquella respuesta no pareció alentarlo.
que cuando regrese ya no estén vivos.
Ya no me queda familia y sé que los guardianes
Yo levanté las manos en señal de afirmación.
nunca volverán hacer los mismos, siguió con una tristeza
Se llaman Ángela y Rafael, dijo en voz baja. Ellos son
contenida. No solo están perdidos en el vicio de las drogas,
los guardianes del paraíso terrenal, aunque él no es un rey
encima están detenidos en el tiempo, nunca aceptarán
y ella no es una reina.
alejarse de El bajo Paris. Quisiera saber qué es lo que
Podríamos volver a vernos en Bogotá…, dije.
aman tanto de ese lugar, que prefirieron entregar a su hijo
¿Sí?, contestó con un silencio en sus ojos.
y perderlo. Hace diez años mi padre salió al centro de la
No dije nada, me conformé con verlo alejarse. En cierto
ciudad, desde entonces nunca volvió, y mi madre fue a
momento estuve a punto de decir: Sería una pena que…,
buscarlo, regresó por algunos electrodomésticos, me dio
pero no recuerdo haberlo dicho en voz alta.
un beso en la frente y jamás volví a escuchar su voz.
Luego saqué un cuaderno de mi mochila de cuero,
¿Entonces, es verdad que quien entra al Bajo París no
arranqué una hoja y comencé a dibujarlos rápidamente.
regresa? Pregunté con voz suave.
Miré el pedazo de papel antes de dejarlo sobre la mesa, lo
Uhm… véalo usted mismo. Mi madre, una reina
firmé en la esquina superior izquierda. Nunca olvidaré el
exhibiendo sus caderas con la pose de las musas, su
detalle con el que los dibujé. Salí del café y crucé la calle
mirada fría y descaradamente directa como si tuviéramos
rumbo a El bajo París.
43
Descanso / 35 cms. x 27 cms. / Acrílico sobre Cartón / 2011 44
PAUSAYPRESENCIA “Queda mucho por andar Y que mañana será un día nuevo bajo el sol Volver a empezar” Alejandro Lerner
Emperatriz Muñoz Pérez *
La vida está hecha de momentos, reza el dicho
la escena, parece alimentar con más vigor su carácter
popular. No es el tiempo el que domina en esta
incómodo. Como tampoco es posible, cuando invadidos
afirmación, es lo que hacemos en él, lo que nos acontece.
por un fuerte optimismo, por una sensación de plenitud
Una sentencia que, al pronunciarse en la situación correcta,
ante una circunstancia específica, procuramos extender
encierra una verdad irrefutable. Su uso es invaluable al
la sensación y con ella la circunstancia que la disparó. En
momento de resolver tanto las grandes dificultades como
este esfuerzo, y con el conocimiento de su transitoriedad,
las estruendosas alegrías. Hay cierto fatalismo en él que al
lo que podría ser un gozo, termina por convertirse en un
final termina por consolar. Si se pronuncia en medio de las
momento de tristeza. En este sentido, la idea de apurar
dificultades, es un anuncio de que, como momento, como
o apresar no le aporta nada al momento, solo nos queda
acontecimiento temporal, pasará; igual si es en la alegría.
vivirlo tal y como se presenta; es decir, sin evasiones. Pero lo cierto es que, a pesar de vivir en medio de la
No hay remedio, todo pasará. El dicho, además de informarnos lo temporal, nos
convulsión de acontecimientos –y tal vez por esa misma
invita, sin esta obviedad con que pretendo expresarlo,
razón–, no siempre alcanzamos a hacerlos conscientes, a
a que, como momento, debe ser vivido a plenitud, sin
estar atentos completa y sinceramente en ellos. Es más
evasiones. Hay ciertos acontecimientos en la vida que no
común que pasen de largo, que ni siquiera los registremos
es posible ignorar, están ahí y nos aguijonean, nos sacuden
en la memoria. De ahí que sea más fácil encontrar vacíos
e incomodan; desear que pasen rápido, que abandonen
en afirmaciones como: “He hecho lo mismo de siempre”,
* Escritora, lectora, gerontóloga. Vive y trabaja en Medellín.
45
“No ha ocurrido nada diferente”, aunque la variedad
extraordinarios que nos obligan a vernos en ellos, a sentir
exista, aunque en ningún caso sea lo mismo. Byung-Chul
que es a nosotros a quienes nos ocurre, y en vagar en los
en su ensayo La sociedad del cansancio afirma que: “Los
habituales, sin una presencia real de nuestra parte.
recientes desarrollos sociales y el cambio de estructura de
No obstante, en medio de lo extraordinario y lo
la atención provocan que la sociedad humana se acerque
habitual, existe un momento en el que estamos por
más al salvajismo”. Dice que la sobre estimulación que
elección, por decisión, nos elegimos en él; es el momento
el hombre recibe del medio, se parece mucho al animal
de la interrupción, el del descanso. Es el llamado que nos
que tiene que estar atento a todo para hacer posible la
hacemos para detener la convulsión de acontecimientos,
sobrevivencia. De ahí que la atención en nosotros y en
para hacernos uno con ellos y adoptar otras formas: pausa
lo que hacemos se encuentre fragmentada, que el acto
para escuchar una melodía, tomar un café, ver por la
contemplativo no ocurra.
ventana, sentir el cuerpo en reposo o en movimiento; sea cual sea la forma, para asentarnos en nosotros mismos.
La ausencia de atención en lo que hacemos convierte nuestros momentos en repetición, en rutina. Al parecer
Es cierto que cuando decidimos descansar, cuando nos
la atención ante el momento que vivimos exige la
lo proponemos, estamos reconociendo que hay algo pesado
concurrencia de lo extraordinario, que nos saque a relucir
en nosotros que requiere volverse liviano y recurrimos a
una de esas emociones poderosas que nos cambian el
aquellas expresiones que lo hacen posible. Así, lo que está
panorama, dígase una tremenda alegría –la consecución
agitado en nosotros cede cuando, al crear las condiciones
de un anhelo– o una profunda tristeza –un duelo–. El
necesarias para que acontezca, decidimos aplacarlo. No
resto parece un tiempo muerto, sin acontecimientos,
importa la forma que se elija, no es necesariamente la
sin ocurrencias, sin nuestra presencia, aunque sea
quietud del cuerpo, el reposo o el silencio; es la presencia,
por nosotros y con nosotros. Me atrevo a decir que la
el estar al mando, el asistir con todos nuestros sentidos
mayoría de las veces nos movemos en medio de estos
a aquello que da al momento el signficado de descanso.
dos momentos, que la vida se nos va en rastrear los
Tampoco importa el tiempo que invirtamos, es la disposición, 46
… Detrás de los hastíos y los hondos pesares Que abruman con su peso la neblinosa vida, ¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!…
la capacidad de ordenar todos los elementos para que, al
tener que darnos permiso para el descanso, pero pasa
confluir, creen la atmósfera necesaria.
con mayor frecuencia que sentimos cierta culpa, cierta desazón cuando nos lo permitimos. Adoptamos la idea
Decisión, presencia y disposición dotan al
del descanso como algo por lo que tenemos que pagar,
descanso de su naturaleza.
como tiempo comprado, porque de lo contrario sería un
Es así como el descansar, desde el propósito
momento robado; como si en lo mucho que hay por hacer,
consciente y decidido, permite la atención en aquello que
descansar restara. Baudelaire, en su poema “Elevación”,
hemos elegido: la melodía, la conversación, el caminar,
enaltece a aquel que con arrojo se entrega a su momento
acaso bailar. Dejar que lo que nos ocurre esté cerca y de
de descanso:
paso revitalice la existencia, para abandonar el salvajismo
Detrás de los hastíos y los hondos pesares
que fragmenta nuestra atención y que resalta Byung-Chul.
Que abruman con su peso la neblinosa vida,
De manera que, para no ser embestidos por las
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
circunstancias, por los acontecimientos ruidosos o por
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!
aquellos que pasan inadvertidos, transformados en rutina, se requiere de la interrupción consciente, del momento
En la forma en que vivimos ahora, presos del afán y del
de descanso en el que nos sintamos dueños de nuestro
agotamiento por el exceso de estímulos, no queda nada
espacio, de nuestro tiempo.
mal afirmar que la vida está hecha de momentos, pero no
Si bien cada vez son menos estos momentos, es
solo como recurso para resolver las grandes emociones,
nuestro deber administrarlos con mayor rigurosidad
sino para abrir el espacio necesario al descanso y así
para retornar a nosotros mismos; es decir, a vernos en
retomar, con fuerzas renovadas, la presencia necesaria y
lo que nos ocurre, a ganar presencia. Parece absurdo
aportar luz a la neblinosa vida de Baudelaire.
47
Vendedor de frutas / 21 cms. x 16 cms. / Acrílico sobre cartón / 2013 48
…PEROLOSMINUTOSPASAN…
Saúl Alvarez Lara*
Una noche, Flor la mujer de Arturo, el del puesto
mercancía, papayas, mangos, bananos y lo que encuentre,
de frutas debajo del árbol, que no era su mujer sino
los monta en el Renault 4 que le vendió José el hermano de Flor.
la mamá de los dos muchachos que dormían en la pieza del lado y no eran de él, pero arreglaba la pieza y hacía
A las seis o seis y media, se prenden las luces de la
la comida mientras él atendía el puesto, se dio cuenta
casa amarilla. Después de descargar, Arturo organiza la
de que el temor a llegar tarde a la Minorista por falta de
mercancía, separa las frutas de los aguacates porque son
despertador lo tenía desvelado. “… Y qué tal si le ponemos
lo que más se vende; al lado de los maduros, que debe
tecnología. No tenés que madrugar tanto…”, le murmuró
vender antes del medio día porque se pasan, coloca los
al oído. Pero él se hizo el dormido. Entonces agregó: “…
pintones, que tienen menos afán pero también hay que
muchos necesitan minutos para hablar, si ponés un celular
salir de ellos, y decide la promoción del día: dos aguacates
en el puesto, mientras ellos deciden si comprar frutas o
de buena presencia, listos para el almuerzo, ocho mil
aguacates, hablan y vos les cobrás por minuto… “¿sí?, o
pesos. Tres de menos presencia, con algunas manchas,
¡qué!…”
pero también maduros y apenas para el sancocho, cinco
Arturo vende frutas y aguacates en la esquina debajo
o, hasta cuatro mil pesos. El precio varía según el cliente.
del árbol frente a la casa amarilla. Todos los días antes de
Entonces abre el puesto al pie del árbol. Así es todos los
las cuatro de la mañana recoge los criollos, aguacates
días y los domingos también. Solo que los domingos abre
de Santa Bárbara, en la Minorista y con el resto de la
a las siete y media y no va a la Minorista.
* Narrador de ficciones en el mundo llamado “real”. Vive y trabaja en Medellín.
49
A las ocho y veinte de la mañana, lleva más de cien
minuto, le dijo un amigo, se pueden decir sesenta palabras.
minutos en el puesto, se ha tomado dos cafés que José, el
En sesenta segundos, a paso rápido, una señora atraviesa
cuñado, le lleva porque él no puede abandonar el trabajo.
una avenida de cuatro carriles y le sobra tiempo. En el
De José, el hermano de Flor, solo sé que es el dueño de
mismo minuto se compromete uno en matrimonio. Un
la cafetería en el primer piso de la casa amarilla y vive en
minuto puede ser demasiado, recordó Arturo que le dijo
el segundo piso; él es el de camisa verde que mira por
el amigo, una eternidad. Una mandarina se come en un
la ventana. Arturo es el que está debajo del árbol con
minuto, un aguacate no.
camisa azul, gorra roja y bluyín desteñido, como todo el
Arturo me mira con la voz de Flor en los oídos, quizá
mundo. Podría pasar desapercibido en cualquier esquina,
pensando que lo único que se consigue hoy por doscientos
pero pasar desapercibido no es un don; mientras trabaja
es un minuto, nada más. Como no compro ni hablo, solo
tiene que ser visible sino el negocio desaparece con él.
miro, Arturo espera que me decida por el aguacate, los
Por eso la idea de agregarle la venta de minutos al puesto
mangos o el minuto. Dos mujeres que discuten cómo hacer
se le ocurrió a la de pantaloncitos cortos y blusa morada
una ensalada compran tres aguacates. Arturo dice el precio
con escote y pechos saltones, al lado de la bicicleta. Ella
con voz esquiva. Me doy cuenta de que parado ahí, frente
es Flor. Los otros no sé quiénes son, vecinos o clientes,
al negocio de Arturo estorbo el paso de los compradores
hay de todo. Yo soy el de camisa verde agua que está a
que acarician los mangos como si fueran aguacates y los
punto de acariciar un aguacate a pesar de que fui a buscar
aguacates como si fueran mangos, busco en las cercanías
mangos pintones.
un lugar donde tomar un café. Seguramente José presiente
Cuando llegué al lado de Arturo aquella mañana, cerca
mi movimiento porque aparece con un café caliente en
de las nueve, como si fuera a comprar un aguacate, Flor
desechable para Arturo, lo deja sobre los cajones al lado
venía de instalar el aviso color naranja con letras negras,
de los bananos y vuelve a su negocio. Voy tras él y ocupo
bien visible, en una de las ramas del árbol: “Minuto Nal 200”.
una mesa cerca de la ventana en el primer piso de la casa
Arturo se quedó mirándola como si pensara: ¿Doscientos
amarilla. Desde allí veo la esquina, veo a Arturo, veo a Flor
el minuto?, ¿qué se puede hacer en un minuto? Limpiar y
y sobre todo veo la gente que pasa, acaricia los aguacates,
acomodar menos de la mitad de las mercancía; organizar
las papayas o los mangos; a veces compran, a veces no.
y escoger los aguacates toma más de un minuto porque
Nadie, hasta ese momento, ha querido comprarse un
se venden más que el resto, por eso hay que ponerlos bien
minuto o dos para hacer una cita, poner una queja, buscar
visibles y eso toma tiempo; el problema es que después
lo que no se le ha perdido, decir que está en otra parte o
de la hora del almuerzo hay que rebajarles el precio. En un
gastar tiempo. 50
Como Arturo no tiene ayudantes José aparece cuando
en desorden. El hombre se va, camina hasta la esquina,
calcula que tiene sed o ganas de orinar. A esa hora, minutos
duda y regresa, compra dos aguacates, la papaya que
más minutos menos cerca de las diez, cuando José me ve
llamó su atención y parte de nuevo calle abajo con la bolsa
en la mesa después de llevar el café en desechable, le pido
de plástico y el cartapacio de papeles desordenados en la
un café. Me dice que se demora unos minutos porque
misma mano.
el último lo acaba de llevar al de las frutas que está allá
La mujer que entra en la cafetería de José me mira;
y señala a Arturo, visible desde mi puesto. Pido entonces
en el mismo minuto, once menos cuarto, una pareja se
una malta y me la ofrece con un pastel de pollo. Acepto.
acerca al puesto y pregunta algo, no son marido y mujer
Un hombre que nunca he visto entra al café, pasa al lado
quizá son madre e hijo, Arturo responde y ellos se van sin
de mi mesa, va hasta José que se encuentra detrás del
aguacates, sin bananos y sin minutos. La mujer que entró
mostrador y compra algo que no veo, espera, y sale con
a la cafetería me mira con insistencia, va acompañada de
su compra en la misma bolsa de plástico donde lleva dos
un anciano que la empuja para que se acerque donde me
bananos, una mandarina y un aguacate para el almuerzo.
encuentro. No los miro, me concentro en lo que sucede con
Cuando el hombre parte José me mira como si me hubiera
Arturo. Pasan hombres solos, mujeres solas; parejas con y
comido el pastel y espera que le compre otro.
sin niños; pasan gentes que dudan, acarician o intentan
Cada que un cliente se lleva un aguacate, un mango
acariciar la mercancía. Una mujer en carro se detiene, abre
o una papaya, Arturo reacomoda la mercancía. Los
la ventanilla y habla, parece perdida.
clientes se detienen, acarician los aguacates o los mangos
A esa hora, once y diez, llevo más de ciento veinte
y preguntan. Arturo dice el precio del día, ayuda en la
minutos observando el movimiento alrededor de Arturo.
elección y empaca la venta en bolsas de plástico. Lo único
La mujer y el anciano se acercan a la mesa y me ofrecen
que no tiene necesidad de empacar en bolsas de plástico
una boleta para la rifa de un apartamento de ciento veinte
son los minutos, pero no ha vendido ni uno.
metros por setenta mil pesos. No compro la boleta. Arturo
Dos mujeres en ropa deportiva compran dos aguacates.
sigue atendiendo clientes, pero no ha vendido un solo
Un hombre con sombrero y camisa a cuadros azules y
minuto; los que han pasado desde que abrió el puesto,
morados mira las papayas; como lleva un cartapacio de
doscientos setenta, han pasado sin venderse.
papeles debajo del brazo no alcanza, en un primer intento,
A las doce y cinco Arturo cuenta los aguacates, las
a tocar los aguacates. En un segundo intento el cartapacio
papayas y los bananos. Hubiera querido contar los minutos
cae y los papeles sin anillar se riegan por el piso. El hombre
vendidos pero no ha vendido ninguno, más de trescientos
se apura, Arturo le ayuda y entre ambos recogen las hojas.
sesenta pasaron desde que abrió el negocio esa mañana y
Se nota, por la mirada de desconsuelo que las recogieron
nadie preguntó por ellos…
… Hubiera querido contar los minutos vendidos pero no ha vendido ninguno, más de trescientos sesenta pasaron desde que abrió el negocio esa mañana y nadie preguntó por ellos… 51
LAOBRA
Jorge Alonso Zapata* Al mirar como investigador la ciudad y la gente
tiene la habilidad para escribirlas. Esos seres humanos
que la habita, la economía informal y otros
que por razones ajenas a su propia circunstancia se vieron
modos de subsistencia, Jorge Zapata se encontró con una
abocados a habitar la ciudad en medio del caos que genera
situación dolorosa, evidencia misma de una problemática
su propia vida: desplazamientos o situaciones familiares,
de desarrollo que genera desplazamiento intraurbano
permitieron al pintor descubrir una problemática social
y rechazo del sistema. Fue aquí donde el pintor halló
que narra con trazos y estética contemporánea. El color
historias para contar en su obra gráfica, pues, dice, no
en sus obras, es un llamado a la vida.
1.
3.
2.
4.
5.
* Pintor, cronista visual. Vive y trabaja en Medellín. Sus obras hacen parte colecciones públicas y privadas. Su trabajo ha sido expuesto en el país y fuera de él.
52
7.
6.
8.
9.
10.
Obras página 52 1. Portada. Atardecer / 83 cms x 113 cms / Acrílico sobre tela / 2016 2. La mejor esquina (Tríptico) / 37.5 cms. x 14.5 cms. c/u / Acrílico sobre madera / 2019 3. Krisna en el Perio / 35 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2010 4. Limpiador de carros / 35 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2013 5. Cuidador de carros (fragmento) / 18 cms. x 20 cms. / Acrílico sobre cartón / 2013 Obras página 53 6. Sancocho popular / 35 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2011 7. Bajo París / 32 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2009 8. La calle del deseo (fragmento) / 50 cms. x 70 cms. / Acrílico sobre tela / 2007 9. Barbacoas / 37 cms. x 28 cms. / Acrílico sobre cartón / 2016 10. La chaza / 35 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2014 11. El yogurt / 35 cms. x 25 cms. / Acrílico sobre cartón / 2009 53
11.
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14.
13.
15.
16.
12. Hotel / 42 cms. x 59 cms. / Acrílico sobre madera / 2008 13. Pensativa (fragmento) / 25 cms. x 35 cms. / Acrílico sobre cartón / 2018 14. El bajo París / 21 cms. x 16 cms. / Acrílico sobre cartón / 2012 15. Descanso / 35 cms. x 27 cms. / Acrílico sobre Cartón / 2011 16. Vendedor de frutas / 21 cms. x 16 cms. / Acrílico sobre cartón / 2013
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El número diez de Ficción la Revista se terminó de diseñar en Medellín el veinte de enero del año veinte veintiuno. La obra gráfica Jorge Alonso Zapata ilustra, a manera de exposición virtual, esta edición. Once escritores la enriquecieron con textos inspirados en sus obras. Se utilizaron las fuentes: Vectora Ligth Condensed para el texto en columna y Berthold Akzidenz Grotesk Ligth para la titulación. Medellín, Colombia 20 de enero de 2021.
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