Ficción La Revista/9

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F I C C I Ó N R E V I S T A LA


Una publicación de

© Saúl Alvarez Lara saulalvarezlara@gmail.com www.lamarginalia.com © Ficción La Editorial

Edición Ficción La Editorial

Diseño Ficción La Editorial

Obra en portada Sofía Rodríguez De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020

Se permite la reproducción de esta obra o su transmisión por cualquier medio electrónico siempre y cuando se respete el diseño y se cite la fuente de origen acompañada de los créditos respectivos. Ficción La Editorial no se hace responsable por el contenido de los textos publicados, cada uno es el reflejo del imaginario de su autor.

Medellín, octubre 2020


El equipaje Presentación

5

Escribir y pintar Saúl Álvarez Lara

7

Salir así Sofía Rodríguez

9

Equipaje con cajita de música y chicas Pin-Up Reinaldo Spitaletta

13

Las valijas de Teresa Verónica Villa Agudelo

17

Poemas del viaje Heriberto López

25

Fragmentos de equipaje Marta Cecilia Cadavid Moreno

29

Dos maletas Memo Ánjel

33

La muerte y las cosas Paloma Pérez Sastre

37

Mi equipaje es lo que veo William Rouge

41

Equipaje abierto Ángela María Gaviria Rico

49

Por su equipaje los reconoceréis Julián Estrada Ochoa

53

La caja negra Dora Maya

57

Equipaje de experiencias Claudia Restrepo Ruiz

61

Equipaje al fin del mundo Paula Andrea Gaviria

69

Una valija Paola RegoRahal

73

¿Equipaje? ¿cuál? ¿dónde? Saúl Álvarez Lara

77

Obras

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Portada Ficción La Revista / De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


El equipaje

Lo llevamos a todas partes. Aun si creemos que no va

objetos de los maletines de su madre y su tío. Paloma Pérez

con nosotros. Visible en maletines, bolsos, morrales, pero

evoca el morir que, quizá, también es “desprenderse”.

también intangible, en lo que somos, sabemos, hemos

“Equipaje abierto” el título del texto de Ángela María Gaviria

aprendido, nos gusta, vemos y en ocasiones no vemos, es

inicia así: …En esta madrugada acomodarás el equipaje de

entonces cuando lo perdemos.

ayer en tu maleta… La “Caja negra” de Dora Maya narra

En este número de Ficción La Revista, quince escritores,

la carga de un camión que arrancará liviano. En “Equipaje

habitantes de Medellín, la mayoría; acompañados por

de experiencias”, Claudia Restrepo Ruiz no se pregunta

Sofía Rodríguez poeta y pintora mexicana, y por Heriberto

por qué no llegó el equipaje donde no solo venían regalos.

López, poeta y filósofo colombiano residente en Bruselas,

“El equipaje al fin del mundo” de Paula Andrea Gaviria se

abordan “El equipaje” desde miradas y sentires diferentes.

acerca a los equipajes perdidos, quizá cuerpos extraviados.

El poema “Salir así” y la obra gráfica de Sofía Rodríguez,

Paola RegoRahal, descubre que en una valija nunca se lleva

como en una exposición virtual, hacen parte del equipaje

lo necesario. En “¿Equipaje?¿cuál? ¿dónde?” Saúl Álvarez

editorial de este número. “Me armo el equipaje con lo

Lara escribe que equipaje no es solo lo que llevamos en

que veo…”, escribe William Rouge. “Por su equipaje los

maletas, morrales, bolsos o carteras.

reconoceréis” es el título del texto de Julián Estrada. En

El amor, la muerte, el cuerpo, el olvido, los recuerdos

“Dos maletas”, un cuento, Memo Ánjel narra el viaje y los

de familia, los viajes, lo que alguna vez escuchamos, la

encuentros de Shmuel Baruj. Como … sueños enrollados

búsqueda del significado de aquello que llevamos con

en las ondas de su pelo… Marta Cecilia Cadavid une

nosotros, son algunos de los bártulos que vienen en el

“Fragmentos de equipaje”. En “Poemas de viaje” Heriberto

equipaje de este número.

López …viaja sin dar el paso… o quizá dando todos los pasos. En “Las valijas de Teresa” Verónica Villa narra los ires y venires de su abuela contrabandista. Reinaldo Spitaletta Ficción La Revista

nos cuenta el contenido rebosante de plantas y otros 5


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De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


Escribir y pintar Escribir es, para mí, lo mismo que dibujar: anudar las líneas de tal suerte que se transformen en escritura, o desanudarlas de tal suerte que la escritura devenga dibujo… Jean Cocteau Opio

… O, pintar y escribir, el orden no altera el significado.

Entonces nos propusimos imaginar un número de Ficción

Es lo que hace Sofía Rodríguez, antropóloga, poeta y

La Revista con pinturas de Sofía Rodríguez, de portada

pintora mexicana con amplia trayectoria y publicaciones.

a portada, como una manera de alcanzar la unión entre

Quizá por el orden que propone en su reseña personal,

imágenes y textos a pesar de que trazos, colores y formas

primero escribe y luego pinta; me atrevería a decir que

no fuesen ilustraciones de los textos propuestos por los

pinta y escribe a la vez.

escritores invitados. Entre pintura y escritura se creó en

Fue durante el mes de mayo de este año veinte veinte

nuestras páginas un espacio en el cual los equipajes se

que conocí a Sofía, vale decir, conocí su obra en el número

mezclan con los trazos hasta convertirse en aquel que

ocho de Ficción La Revista donde participó con un poema

llevamos a todas partes.

y una pintura. La posibilidad de ver en aquellas espirales

A manera de exposición virtual la mirada de página a

de colores, “Escritura asémica” es su título, pasajes del

página sobre la obra de Sofía Rodríguez es una suerte de

poema que nos envió, “Leer entre días”, fue una revelación.

introducción a dos útiles que, con identidad propia, su-

Aquella unión entre texto, trazo y color, era la expresión del

gieren resultados fascinantes: letras y pinceles.

sentimiento que pintura y escritura, como un movimiento único a pesar de la diversidad de sus elementos, producía

Saúl Álvarez Lara

en ella.

Ficción La Revista

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De la serie “Presente imaginado” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


Salir así

Sofía del Carmen Rodríguez Fernández*

I

Mi cuerpo es una casa de habitaciones diversas donde todas las puertas son la misma puerta,

El espacio entre sus hojas su manera de volar y permanecer.

II

¿Cuánto queda en el nido y con manos de bosque sostiene lo incierto?

el suspiro detrás de ellas, el golpe que llama al otro lado.

La luna recorre mi sangre estremecida sin desfallecer. Permanezco en el nido, mi santuario suave fango para dormir.

¿Cuánto de lo adormecido sueña o es soñado, gotea pródigo a los labios y se va?

Mi equipaje al viento en el puño del corazón. *

Antropóloga, poeta y pintora. Vive y trabaja en México.

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III

gigantesco que obstruye simultáneamente las posibles salidas.

El cuerpo atado, mi equipaje. Difícil hacer el nudo y tener todo a la mano, huyo en mi cuerpo de árbol

El mapa es territorio y el territorio es mapa.

me escondo, leo en las ramas el juego con el viento, mi escritura la caída de mis hojas suave alfombra que humedece los nuevos brotes, y a las aves que son también mías aunque picoteen en la carne.

¿En dónde continuar un viaje al que no se ha partido? Los miedos se apilan como paquetes con itinerario inconcluso se resguardan bajo asientos vacíos en una improbable terminal de la noche, donde se confunde guardar con ser guardado, todo se desbarata y se hace polvo sin interrupción.

IV Moverse andar mucho correr desesperadamente para alcanzar un tren que no existe.

¿De qué se huye cuando sólo se quiere huir? Tal vez sea esa maleta de piel dura, la que siempre siempre echa a perder la huida.

VI

VII

El polvo me devuelve su mirada ausente caricia que alcanza todas las cosas.

V

Manos de muerte que arrastran mi equipaje por la vida resquebrajándose saturándolo de polvo, mensajero eterno de la adversidad.

El pájaro que fui cabe en mi mano el que soy no tiene memoria el que podré ser se reconoce ya sin alas, la identidad es un muro 10


VIII

me lleve. En la maleta alguna foto, un poco de ropa y mi cuerpo, llave de esa casa que me espera.

Mi deseo mi equipaje rueda de movimiento perpetuo que me entrega cada día a conectar, invocar respuestas a encontrar los pasos.

X

Salir así sin el equipaje necesario para ir y volver como es debido, mi pincel aún flota en el agua junto a varios cuadros sin terminar, donde alguien observa el té ya frío que estaba por beber y encuentra el valor necesario para tirarlo descolgar mi ropa elegir un vestido hacer una pausa para leer el polvillo de mis cuadernos, lugar donde con toda probabilidad aún me encuentro.

Olores despiertos coexisten en él paquetes esperan pero mi maleta no está aquí, el viaje es otro. ¿Cómo se reconoce el propio equipaje?

IX

Mi equipaje acaricia las ausencias notas fugaces para encontrar lo que un día quise ser. Dejaré que el azar me guíe de regreso a casa, dejaré que mi cuerpo

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De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


Equipaje

Los divergentes maletines de un cartagenero

con cajita de música y una paisita de tierra fría

y chicas Pin-Up Reinaldo Spitaletta*

De la finca La India, en una vereda de Rionegro, mamá

porque debía dejar espacio para traer las plantas, con las

llegaba a casa, en Bello, con un maletín rebosado de

que solía preparar infusiones, por lo que nuestra casa,

albahaca, romero y cidrón, algunas chirimoyas y uno que

casi siempre, se envolvía en un olor a bebidas aromáticas.

otro ornamento antiguo que sacaba de un escaparate

De vez en cuando, extraía de su escaparate colosal uno

enorme, de dos cuerpos, con espejo, que era de sus

que otro prendedor, fotos de su adolescencia en la que

tiempos de juventud. El aroma de las plantas se sentía

aparecía como una bella muchacha, con trenzas, sentada

a una cuadra. “Ya viene mamá”, decíamos. “Sí, como

en un corredor con begonias y geranios, y algún chal,

siempre, con su cargamento de hierbas”, se agregaba

que ella llamaba pañolón. El que más recuerdo era uno a

en una suerte de polifonía familiar. Lo más atractivo que

cuadros, con flequillos, que duró años sin que ella lo usara

logró empacar en sus retornos fueron una cajita antigua

hasta que desapareció de casa no se sabe cómo.

de música, un viejo libro sobre enfermedades de la piel

Su equipaje de ida era ligero. El de vuelta, voluminoso. Así,

con fotos espeluznantes y una muñeca de sololoy a la que

durante no sé cuántos años, apareció con los cofres de

le faltaba una mano.

libritos miniatura de los cuentos de Callejas, que venían

En cambio, les llevaba como presente a su padre y su

de Barcelona; con fotografías de sus hermanos, su mamá

madrastra, parvas exquisitas y alguna torta que compraba

muerta, su padre el zarco que en el blanco y negro no

en una repostería de la Plazuela Uribe Uribe. Y casi nada de

se le notaba el azul de los ojos, y cuanta cosa inútil se le

ropas en el maletín de cuero, negro, con taches dorados,

atravesaba, como botones dorados, dedales envejecidos,

* Escritor y caminante. Vive y trabaja en Medellín.

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agujas capoteras, husos textiles, pinceles de pelo de marta

o sus fracciones metálicas, para que los sustrajéramos

y libros de Historia Antigua y Geografía universal, que

y fuera parte de una contenta celebración a la que,

hicieron parte de sus útiles cuando estudió con las monjas

después, se sumaba la mesada con la que iríamos al

de La Presentación, que ella denominaba “las gorronas” y

cine matinal y a las tiendas vecinas. “¡Vino papá, vino

a las que siempre se refería con una mezcla de desdén y

papá!”, proclamábamos en coro los cuatro hermanos. De

rabia contenida.

vez en cuando se le colaban cajas con confites ingleses,

Cuando alguno de nosotros la acompañaba (era una

almanaques de la Grace Line y láminas con chicas Pin-up

especie de castigo ir al monte, así decíamos) no se animaba

de poses sugestivas y que nos producían sensaciones

a traer ninguna pieza arqueológica de las que nutrían su

insospechadas y una particular curiosidad por sus

armatoste de caoba, el cual, con los años, no supimos

curvaturas y caras bonitas.

dónde fue a parar, pero, eso sí, no perdonaba su herbario.

A veces, aparecía con algún gabán o un capote con

Y en esos viajes, por una polvorienta carretera curvilínea,

mangas y capuchón, y le daba por hablar de Humphrey

los coloridos buses de escalera de la flota Chachafruto y

Bogart. El maletín de papá fue, durante un tiempo, el de la

de la Rionegro, con su fogonero y sus pinturas en la parte

infancia y principios de la adolescencia, una especie de

de atrás, eran para nosotros lo único medio emocionante

festividad familiar y una expectativa. Cuando se devolvía

de aquel tour esporádico a la finca del abuelo.

a su trabajo, empacaba sobre todo fijadores y otras

En cambio, el maletín de papá era siempre una sorpresa.

cremas de peinar. Y, claro, sus guayaberas y pantalones

Él, que trabajaba en lejanías, por lo regular en compañías

de gabardina.

gringas, como la que construyó la represa de Miraflores, y

Después, cuando ya no eran muchos sus viajes, nos decía,

luego estuvo por otras dispersas en la geografía nacional,

en tono filosófico, como el de alguien que ha acumulado

tardaba a veces uno o dos meses para aparecer en casa.

experiencias y está ya curtido por “ires y venires”, que

Lo esperábamos con ansiedad, tras leer el telegrama con

el equipaje sustancial e importante era el que se llevaba

la noticia de su regreso.

adentro, el invisible, el que no requisaba ninguna aduana

Era un tipo práctico (como suelen ser los del Caribe),

ni era posible que algún malhechor lo robara: el de las

de poco equipaje, con máquina de afeitar, cuchillas,

experiencias, los saberes, las lecturas, el pensamiento.

desodorantes, algún agua de colonia y lo que él

Él, que voló, carreteó, se desplazó en chalupas y otras

denominaba “lo estrictamente necesario”. En su maletín

embarcaciones por ríos, que más joven, cuando llegó

mediano no sé cómo hacía para introducir tantas cosas, en

de su natal Cartagena a Medellín trabajó de intérprete

apariencia inútiles. Era un espectáculo. O así nos parecía.

en el entonces más elegante hotel de la ciudad, el

Venían periódicos viejos en inglés, revistas brasileñas

Nutibara, nunca se atiborró de maletas. Era alguien que se

como O Cruzeiro, números de Selecciones del Readers

acostumbró a viajar con muy pocas cosas.

Digest, en algún bolsillo no faltaba un ejemplar de Playboy

Tras muchos años de correrías, volvió a su ciudad

y, sí, alguna vez descubrimos una cajita de condones que

nativa, la misma del Tuerto López, y se dedicó a guiar

alguno de mis hermanos confundió con globos inflables y

estadounidenses y otros extranjeros por el Corralito de

fue toda una piñata improvisada y medio inocentona.

Piedra, a los que les contaba historias de piratas, la vida

Dejaba con intención, en algunos bolsillos internos,

y milagros de Pedro Claver y el valor de Blas de Leso para

monedas y billetes nacionales, con uno que otro dólar

enfrentar a la flota británica de Edward Vernon, con una 14


narrativa que había aprendido de niño en los alrededores

del romero, el cidrón, el limoncillo y la albahaca y, con

e interior del castillo de San Felipe, en Bocachica y en la

aires nostálgicos, decía: “La mona (así la llamaba) solo traía

Popa.

hierbas y cosas viejas”, como una manera de producir

En sus últimos viajes de Cartagena a Bello, con un maletín

entre sus hijos alguna risotada. O, más bien, en medio de

que no recordaba en nada a los de los viejos tiempos,

la hilaridad, la aparición de una furtiva lágrima.

siempre introducía bollos, ñames, queso costeño y algún

Los equipajes de ambos eran como un alto contraste, un

caracol de los mismos que en otros días hubo en casa

blanco y negro, sin zonas grises. Hoy, tanto tiempo después

para cuñar puertas y escuchar los sonidos del mar. Mamá

de sus ausencias, queda una memoria feliz de manivelas y

había muerto hacía tiempos cuando él, al llegar a la casa

torniquetes sonoros y de manoseadas revistas extranjeras

en la que habitamos más tiempo, recordaba los aromas

con imágenes de muchachas bonitas.

… En su maletín mediano no sé cómo hacía para introducir tantas cosas, en apariencia inútiles. Era un espectáculo…

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De la serie “Cuerpecillos salvajes” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


Las valijas de Teresa “Quiero que quien esto lea se detenga un segundo, y trate de imaginar lo que supone, para un niño o para un adulto, para cualquiera, tener que elegir entre lo poco que tiene, hacer un mínimo equipaje, salir con él de su casa por última vez, camino de la incertidumbre y con una única convicción: que jamás volverá”. Fernando Marías Zara y el librero de Bagdag

Verónica Villa Agudelo*

proveer de comida, techo, estudio y una vida honrada a los

Mi abuela era una contrabandista. Y aunque sus caderas si eran un poco anchas, lo parecían aún más porque

hijos que llenarían su hogar.

en su falda de vuelos estilo campana escondía los relojes,

Sin herencias que reclamar, principalmente por lo que

perfumes, joyas, cremas faciales, sedas, peinetas de nácar

algunos calificaban como orgullo derivado de rencillas

y perla que compraba libre de impuestos en San Andrés

familiares, pero que siempre fue justificado como dignidad,

para, a su regreso a Medellín, venderlos a las señoras que

la pareja eventualmente creó su capital desde cero,

le hacían encargos o se permitían alguna indulgencia. Pero

estableciendo en Medellín la fábrica de zapatos DOSFEL

sobre Teresa y el equipaje que dejó atrás ya se hablará

—Durables, Originales, Sobresalientes, Finos, Elegantes

más adelante.

y Lujosos— que serviría como medio de sustento para la

Gerardo, mi abuelo, un paisa de tez morena y un corazón

que prometía ser una descendencia numerosa.

tan grande como su estatura y su buen humor, contrajo

Se hicieron a una casa con el tamaño suficiente para

matrimonio con esta inteligente manizaleña de cabellos

acomodar un almacén, una fábrica y a las seis primeras

dorados, piel pálida y personalidad aguerrida. Él sabía

niñas que además de atracar la cocina en busca de

de cuero y marroquinería; ella de cocina, ventas y cómo

golosinas y galletas recién horneadas, perseguir al perro,

relacionarse con la alta sociedad. Ambos fueron excelentes

trepar por los techos, molestar a los vecinos y entrenar

comerciantes y durante el tiempo que permanecieron

al gato para hacer sus necesidades en el baño al final del

unidos mantuvieron un solo interés en alma y corazón:

corredor, llenaban el espacio de vida y de risas enérgicas,

* Escritora y guionista. Vive y trabaja en Medellín.

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pero también de reclamos y lágrimas cuando los castigos

administrar un hogar, una fábrica, un almacén y a ocho

por sus travesuras eran implacablemente impartidos por

niños para hacerse socios de un pequeño hotel y abrir un

Teresa y Gerardo.

restaurante de comida antioqueña en San Andrés.

La parte anterior de la casona estaba destinada para el

El concepto para el restaurante, bautizado en aquel

almacén de miscelánea donde las señoras de modo

entonces como Rincón Antioqueño, sería hacer sentir

encontraban sus accesorios de piel y todo tipo de detalles

en casa a los paisanos del interior que, aunque decidían

y adornos para acicalarse, ellas y sus casas; mientras

remojar durante algunos días sus pálidos dedos en las

que en la parte de atrás se encontraba la fábrica, un

aguas cristalinas del mar de los siete colores, no estaban

espacio amplio con olor a cuero curtido, cubierto por el

dispuestos a dejar atrás las tradiciones culinarias propias

polvillo color pastel que desprendían las tizas de sastre,

de la montaña; y el hotel, llamado El Edén, hizo honor

y decorado con las tijeras, hilos, agujas, moldes, suelas,

a su nombre al convertirse en el refugio para turistas

herrajes, leznas y sacabocados que se repartían a lo largo

colombianos y otros provenientes de países cercanos,

y ancho del taller.

especialmente de Costa Rica, que deseaban disfrutar del

“Nosotros servimos”, era el lema de la Asociación Inter-

paraíso durante sus vacaciones.

nacional de Clubes de Leones a la que orgullosamente

Y entonces, cuando los negocios tomaron vuelo, debió

perteneció Gerardo; y no solo lo aplicaba a su modo de

establecerse una nueva rutina en la familia. Gerardo se

llevar los negocios, con justicia, dignidad y honestidad,

asentó de forma casi permanente en la isla para administrar

sino que esta consigna se irradió a la vida cotidiana de

el restaurante y el hotel, mientras que de domingo a viernes

la familia, donde Teresa también formaba parte activa de

Teresa lidiaba con todo lo que permanecía en Medellín. Así,

fundaciones solidarias y voluntariados promovidos por la

de sábado a martes, las mellizas, la flaquita, la introvertida,

iglesia. Ambos tenían la fiel convicción de que valía más un

la cómplice, la traviesa, Tacho y la chiquita se quedaban

buen nombre labrado a partir del trabajo honrado, el trato

al cuidado de su abuela Soledad, una mujer de cabello

justo a sus empleados y el servicio a la comunidad, que la

trenzado, blanco y largo hasta la cintura cuya inverosímil

obtención de dinero a como diera lugar.

historia merecerá en algún momento un capítulo aparte.

Cuando San Andrés fue declarado puerto libre en 1953,

Mientras los niños creaban peculiares recuerdos en la

comenzó a gestarse en Teresa no solo la vida del que

finca de sus abuelos paternos, Teresa transportaba a la

sería su único hijo varón, sino también la idea de crear

isla todo lo necesario para recrear la comida tradicional

un negocio en la isla. Y aunque la iniciativa se expandía

antioqueña. Sus maletas se llenaban de maíz fresco que

inconteniblemente en su mente, su familia también

sería amasado y convertido en arepas o mazamorra pilada,

continuaba creciendo, obligándola a posponer su plan.

y otro compartimento era reservado para los granos de

Finalmente, con el nacimiento de la rubiecita, esa beba

fríjol cargamanto, ingrediente sin el cual la bandeja paisa

con cara de ángel, el singular paquete de hermanos quedo

perdería todo sentido.

completo y el nuevo proyecto pudo ver la luz.

Los plátanos que viajaban tenían que ser de procedencia

Las puertas de la isla se abrieron gracias al ímpetu de

quindiana, esos de color rosado y sabor dulce que nunca

Teresa y a la hermandad entre los miembros leones del

podrían ser reemplazados por los amarillos de Urabá;

Club al que pertenecía Gerardo. Con el camino libre, la

y los ingredientes más complejos, como la carne de

pareja acudió a las mismas habilidades que les permitían

cerdo y especialmente el tocino troceado para fritar los 18


chicharrones, se empacaban cuidadosamente y a último

Finalizando el año escolar, Gerardo llegó a la isla con

momento en hojas de papel periódico que conservaban

una de las mellizas y la flaquita. Mientras tanto, Teresa

su frescura, traducida finalmente en una garra seca y

dejaría todo organizado en Medellín, surtiría el almacén

crujiente.

con mercancías para la temporada navideña y viajaría de

Los chorizos, la morcilla, los bocadillos de

guayaba, la panela y el queso fresco se beneficiaban del

regreso con los seis hijos restantes. Ese era el plan.

empaque en hojas de bijao, que además de protegerlos

Pero como el destino tiende a ser caprichoso, durante la

contra las eventualidades del viaje, les impregnaba ese

navidad de 1959 todo cambió. Aquel ocho de diciembre,

saborcito típico que caracterizaba la comida de fiambre.

día en que tradicionalmente se celebra en Colombia la

A su llegada a la isla, Teresa terminaba de comprar

inmaculada concepción de la Santa Madre María, ese día

directamente a vecinos y proveedores locales alimentos

de fiesta y reunión familiar, Teresa regresaría a Medellín

como la leche, los huevos, la mantequilla o el arroz, sin

para pasarlo con sus hijos y encendería las velitas

desaprovechar la gran oferta de dulces autóctonos como

como signo de agradecimiento a la Virgen del Perpetuo

las cocadas, la natilla de maíz y la torta de coco que ofrecía

Socorro de la cual era devota. Pero ella no era la única

como cortesía a los huéspedes del hotel o como postre

con necesidad de viajar. El vuelo San Andrés – Cartagena

a los comensales que visitaban el restaurante. Con los

– Medellín que saldría del Aeropuerto Sesquicentenario

ingredientes listos en la cocina, las valijas quedaban libres

estaba totalmente vendido.

para su regreso a la capital antioqueña.

Su convincente discurso fue el que consiguió que una

Los lunes los destinaba a visitar los comercios para

mujer que trabajaba como empleada de contabilidad en

aperarse, sin pagar impuestos, de todas las novedades

Medellín le vendiera su asiento por $50 pesos de la época

importadas que sabría les fascinarían a sus clientas en

y así, a las 11 de la mañana de aquel martes decembrino,

Medellín. Licores, sábanas de algodón egipcio, cubiertos

abordó el HK 515 de la Sociedad Aeronáutica de Medellín

de plata, manteles bordados en hilo, adornos de porcelana

(SAM), desconociendo que la silla que logró comprar sería

y juegos de té ocupaban las maletas de regreso.

la última donde su cuerpo reposaría.

Elementos más pequeños y normalmente más costosos,

Lo último que se conoció del bimotor Curtis C–46 de

como relojes, joyas de oro y perfumes, eran encaletados

fabricación inglesa, unos cincuenta minutos después de

dentro de los bolsillos cosidos minuciosamente por Teresa

su despegue, fue el reporte de rutina que el piloto Ricardo

en el forro interno de sus faldas acampanadas o en los

Fehrenbach envió en uno de los puntos de chequeo a la

turbantes y sombreros que lucía elegantemente durante

torre de control. Después de esta comunicación, nada

los vuelos. Omitir que llevaba cantidades superiores a las

más se supo de este avión que además de engullir las

permitidas, mientras declaraba frontalmente buena parte

vidas de sus 46 ocupantes, segó la posibilidad de que sus

de la mercancía, no constituía, para ella, delito alguno y el

familias compartieran con ellos una última navidad.

contrabando se convirtió en costumbre durante sus viajes

Teresa nunca regresó a Medellín, y en su lugar llegó la

de regreso a casa.

noticia de un avión desaparecido que conmovió al país

Lo que se volvió insostenible fue tener que dividirse entre

entero, una noticia que confrontó a los seis hermanitos

dos ciudades, así que Gerardo y Teresa decidieron que

varados en Medellín con la brutal realidad de que su

era el momento para que todos sus hijos volaran a San

mamá nunca regresaría por ellos. Entender la naturaleza

Andrés y se establecieran definitivamente en el paraíso.

de lo que había sucedido no fue fácil ni para los niños 19


ni para Gerardo, especialmente porque las causas de la

Lo único que los peritos asignados al caso encontraron,

desaparición nunca fueron esclarecidas y en cambio,

fue una llanta de la aeronave que pudo ser identificada

surgieron rumores de todo calibre que involucraron desde

con precisión y que apareció en una playa del archipiélago

el Triángulo de las Bermudas hasta la posibilidad de un

de San Blas en Panamá junto a algunas zapatillas, telas y

secuestro político atribuido a la revolución cubana recién

prendas que supuestamente venían en el equipaje de los

liderada por Castro.

pasajeros y que ahora estaban desperdigadas en la arena

La casa donde alguna vez retumbaron las risas y los

o en posesión de algunos indígenas Guna que habitaban

juegos infantiles se llenó de silencio e incertidumbre. La

la zona. Hoy, a 60 años de la tragedia, ningún cuerpo fue

música decembrina fue reemplazada por los murmullos

hallado.

de los vecinos, familiares y amigos que acudían para

Mientras que una parte del contenido de las valijas de

elevar plegarias que ayudaran a dar con el paradero

Teresa quedó en manos de extraños y otra fracción

de la aeronave y mientras en el día Gerardo intentaba

permaneció sumergida en el océano, Gerardo debió

reconfortar a todos sus hijos, desde las mellizas de doce

hacerse cargo del equipaje más importante que su amada

años hasta la bebita de dos, reservaba la noche para llorar

dejó atrás, siete niñas y un niño que apenas comenzaban

por Teresa.

a vivir. Su coraje y honor le permitieron recoger las piezas

El jueves 24 de marzo de 1960, casi cuatro meses después

y solo puedo imaginar que las promesas de boda y la

de la tragedia, la Aeronáutica Civil determinó que el

premisa de su respetado Club de Leones —mantened viva

accidente se debió a “causas indeterminadas” y que

la llama de la perseverancia— le ayudaron a mantener la

después de las investigaciones no había elementos de

entereza y fortaleza necesarias para ofrecerles a sus hijos

juicio que permitieran determinar el origen de la tragedia.

el mejor futuro posible.

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… Teresa nunca regresó a Medellín, y en su lugar llegó la noticia de un avión desaparecido que conmovió al país entero, una noticia que confrontó a los seis hermanitos varados en Medellín…

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22

De la serie “El sueño de la eternidad” / Acuarela sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


23

De la serie “El sueño de la eternidad” / Acuarela sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


24

De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


Poemas del viaje Los poemas del viaje incluyen cuatro lugares, Caucasia, Amagá, Turbo y El Dorado y fueron escritos hace algún tiempo. Los otros son del año pasado y del mismo viaje.

Heriberto López*

I

por un ahí sin gracia

Al final polvo de los nombres queridos

Viajar sin dar el paso.

II

Arrastraba eso inmóvil de bronce cuando venían a mirar su paso por el mundo el vaho del piso subía

El primer autor fue el indio hizo los caminos después vino el agua la ocarina el jeroglifo y la carne de conejo

suspiro seco de tanto andar sin ruta y

Dueño del viento cantó

esperaba en la línea de llegada la memoria Fondas tiples muchachas de esas vendiendo el pasa tiempo *

Las hojas del coro hicieron caminos en amores.

Filósofo, escritor, poeta. Vive y trabaja en Bruselas.

25


III

VII

El camino es ya el viaje los pasos testigos de las huellas

Por la puerta que da al solar salieron los años Del zarzo cayeron palabras de la telaraña

todo rastro silencioso vigía de polvo

cierren el postigo! la talanquera! el roto y la tranca!

Lejana la partida la llegada viaja en camino, va con su andar.

gritó Cosme frente a la poceta seca y las lagartijas

IV

Que cierren los postigos carajo! el olvido se está comiendo la casa el reloj de la torre de la iglesia perdió las manecillas

Caminar por amor extravío y búsqueda todo sendero se bifurca

Cierren los postigos carajo! las tapias derruidas cierren los postigos....

su rumbo es el deseo la senda brida del amar.

Que cierren los postigos carajo!.... la vida de la casa se fue de viaje.

V

VIII

El camino del Indio vuelo de pájaro sin fin

En Amagá el camino va por dentro en el fondo oscuro yesca y coque gota seca el camino del grisú sin fondo en el abismo

Viaja el viaje sin llegar sin partir.

VI Los pasos tras el viento del pájaro hacen camino en el aire

caminar hacia el fondo como quien busca la nada oscuro camino sin llegada.

De las partidas sale el llegar y camina el caminar. 26


IX

XII

En Caucasia el río es camposanto.

El camino de El Dorado es un cuento que vale más que el oro El camino de El Dorado acumuló sus ganancias en la ilusión del interés la rata el beneficio y ahí estamos caminando sin ruta hacia ningún final

Boga, solo abrumado por el agua y los moncholos y los bocachicos bucean en un limo de cloaca derivando desnudo el río cala de alma.

X

Camino del Dorado que va hacia el origen, equivocado.

Turbo esa cosa del horizonte marcado en el punto de distancia plátano y sangre la cosa disimulada en la cosa y el silencio

XIII Camino de la noche en la canícula de las sábanas sus muslos de plata velaban como lámparas

con esa lágrima gramatical la vela al viento.

Iba quieta navegando en su propia agua. Su pelo tenía eso de escamas eróticas

XI La idea del viaje traza el camino el guijarro en el pantano la trocha del oso van antes del invento del cemento marcando el rumbo por donde encontramos lo que hemos sido y al final seremos camino del viaje es todo lo que somos y el viaje nos camina igual a un sueño.

y yo de rémora abrazaba su talle con esa sombra de deseos la cabalgaba hasta el alba en que ella decía solo quedan migas de tu cena y me escondía entre sus senos para no perder la noche que me caminaba. 27


28

De la serie “Presente imaginado” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


Fragmentos de equipaje

Marta Cecilia Cadavid Moreno*

En cuero de vaca, con puntadas desiguales de lanas

sus perfumes y desbaratarle los hermosos sombreros

de colores, un pedazo de cartón en el fondo y dos asas de

de época para utilizar las plumas como adornos en sus

lana triple tejida, la valija es su mayor orgullo desde que

vestidos. Soltó en el camino los dolores de la cirugía para

aprendió a coser. Escondida debajo de la cama, contiene

corregir su pie corto, una historia de alcoholes y engaños,

toda clase de bártulos: una servilleta arrugada: nos vemos

una bebé muerta en sus brazos, la demencia de su

a las ocho, en la esquina; dos flores disecadas; una muñeca

madre… en un bolsillo semioculto, un vestidito color rosa

de porcelana regalo de su tía Elvira; escrito en una hoja de

con la letra A bordada en el pecho.

cuaderno: … pasaste ayer y mi alma tembló, solo pude

Y llegó el tiempo de hacer una purga en su equipaje. Hoy,

mirarte de lejos y nada más… Letras de tangos, zarzuelas,

nuevos bolsillos albergan manojos de alegrías, amigas y

operetas, música colombiana. Sueños enrollados en las

naipes, coloquios con Catalina de Rusia, Simón Bolívar,

ondas de su pelo.

María Antonieta y otros más, a través de los caracteres

Emilia teje y desteje para hilvanar recuerdos nuevos. Atrás

en negrilla que saltan de los pálidos folios, fotografías que

quedan los anhelos de infancia borrados por una historia

testimonian el amor por sus nietos y montones de lanas

de veinte años de silencio entre sus padres, por la partida

con las que teje bufandas de esperanza, suéteres de

de sus hermanas, por su cojera. Ahora el equipaje lo hace

cariño y gorros de protección.

el momento: en la valija reposa el recuerdo de cuánto

Emilia convirtió el dolor en risas, la desesperanza

disfrutaba esculcar los cajones de su hermana mayor, usar

en fortaleza, el fracaso en canciones, en pocillos de

* Escritora. Poeta con publicaciones individuales y en antologías. Vive y trabaja en Medellín.

29


humeante café que sirve de un termo en su nochero y en

veces, me dejaba tomar el caldo. ¡Delicioso! Así protegió

el infaltable Pielroja, que aprietan sus labios la mayor parte

las cuatro esquinas delanteras. Para las esquinas de atrás,

del tiempo. Lo inhala con fruición y en sus volutas libera su

me hacía chocolatinas con panela y chocolate Luker, el

alma enérgica, tesonera, atemporal y, según sus palabras,

que venía en pasta. Sacaba un pedazo de chocolate y otro

‘contemporizadora’. En tanto lo dice, la brasa se consume

de panela, los ponía juntos y los envolvía en un papel o

lenta. Es un cigarrillo que dilata el tiempo y hace que el

en un trapo limpio para golpearlos y volverlos una masa.

café conserve su calor.

¡Quedaba lista la chocolatina! Los bolsillos mágicos me

Esta era una maleta rectangular de cartón grueso, café,

permitían viajar: uno, para visitar las constelaciones que

con manijas y cierre arriba. La usó una viajera incansable,

me mostraba en las noches: Orión, Sirio, El Cangrejo;

que adquirió otra más moderna. La vieja, fue a parar a

otro, que abrió mi mente al hipnotismo, la reencarnación,

las manos de mi padre. Estamos hechos de las maletas

la astrología y la quiromancia; y uno más, en el que me

que otros nos legaron, incluso, de aquellas que perdemos

remonté en la aurora, ardí con los rayos del sol, fui una

en el camino. La maleta era de él, pero también del que

florecilla del campo o un hermoso pájaro tricolor. No he

necesitara lo que allí coleccionaba. Solía caminar mirando

olvidado las manijas: de catorce años fui a San Andrés con

al piso en busca de cosas inútiles: un pedazo de caucho,

mi madrina y cuando llegué, mi padre me recibió con este

una tuerca oxidada, uno que otro tornillo viejo, clavos de

poema:

varios tamaños, incluso torcidos, porque los enderezaba

Te tuve, te quise, te adoré. La ausencia es una

con el martillo, aros de plástico de algún objeto ya

revelación, nada de lo que existe podrá ser ni

inexistente y otros cachivaches. Con los años, aquella

valer, si no existes tú. No existe el vacío, existes

maleta se convirtió en un preciado bien, cuando algún

tú. Sin embargo, tu alcoba…vacía. ¿La piensas

objeto se dañaba, acudíamos allí para encontrar la pieza

llenar? Te espera el vacío ¡y te espero yo!

que resolvería el problema. Mi padre habría encontrado

Hizo el equipaje de su vida con un etílico fluido que permeó

lo que necesitaba para destorcer su vida. Tenía también

la mayor parte de sus instantes. De espíritu andariego,

una maleta auxiliar, que usaba en sus largas y frecuentes

conversador y agudo, yace allí el día en que abandonó el

caminatas: sus bolsillos, ya fueran del pantalón, de la

hogar lleno de pobreza y demasiados hijos. Estudiaba en la

camisa, o de ambos.

biblioteca y trabajaba en la cantina en la noche. Se enamoró

Hizo para mí una maleta con fragmentos de sobriedad

de las estrellas y los planetas, de las yerbas y la magia, de

en medio de su alcoholismo. Aunque no muchos, fueron

la quiromancia y la astrología, de las ciencias herméticas…

suficientes para crear un marco fuerte con fondo y bolsillos

Se convirtió en autodidacta. Mala fortuna la suya, se

tan finos, que aún perduran en mí.

aficionó al licor. La botella de aguardiente que guardaba

Construyó, con la ayuda de su imaginación y locuacidad,

en el bolsillo, se mueve inquieta adentro. Arrumados en

formó todo el marco de la maleta con una cualidad:

un costado, los libros de hipnotismo, reencarnación, y

expandible. Protegió las esquinas con momentos íntimos,

metafísica, se esconden avergonzados. Veo la pálida

como cuando me enseñó a disfrutar del tomate. Hacía

fotografía de una mujer de cabello ensortijado y sonrisa

una ceremonia en la cocina: los partía en casquitos, les

franca; las perlas en sus orejas parecen llorar. Un letrero

espolvoreaba sal, los dejaba reposar unos momentos

metálico, oxidado, reza: Adivino y Quiromántico. La maleta

para que soltaran su jugo, y luego, me daba a probar. A

está a reventar: botellas de aguardiente vacías, pastillas de 30


Mejoral y cigarrillos impregnados de ceniza y anís. Delirium

¿Qué sucede en medio de estos traslados? ¿Cuántas

tremens. Soledad, miseria. Cirrosis. En la gastada billetera,

transformaciones podrían ocurrirme en la travesía y

un boleto de lotería con ‘el número ganador’ y un trozo de

cuánto de lo que inicia el viaje, llega al final del camino?

papel con la nota de suicidio de su hermano Óscar.

¿Qué decir del que hizo mi corazón hacia el anhelo de ver

Las experiencias que acumulamos, las vivencias, forman

a mi nieto que nunca llegó, o la desilusión cuando estiré

nuestro equipaje de vida. Al hacer las maletas, ordenamos

mis brazos hacia alguien y me extendió su mano? Viajes

nuestro mundo, viajamos a través de las memorias de

frustrados. ¿Viajes perdidos?

quienes marcaron nuestra vida y nos legaron pedazos de

En la valija incluiré el intento de un viaje hacia mi interior.

su equipaje.

¿Cómo emprenderlo? ¿Quién hace el viaje? ¿Mi ego?

Hice una maleta para registrar nuevas formas de

¿Mi mente? ¿Mi consciencia? Podría ser un viaje de

desplazamiento, e imaginé guardar en ella el recuerdo

recordación o regresión, desandar lo vivido. Le pediré a La

del viaje que realizó mi cuerpo para encontrarme con mi

Dama de la Memoria que despliegue el pergamino de mis

primer amor, o el trayecto que recorrieron los brazos de mi

recuerdos. Que, como una cámara indiscreta, incursione

hija para estrechar los míos. Guardaría también, el camino

en mi interior y repase los caminos hollados en busca de

que hizo mi pensamiento angustiado hasta la anciana que

explosiones de dolor, tristeza, duda o asombro. Que el zoom

agonizaba en la acera; cabría el impulso apasionado de

de su lente escudriñe y halle lo que provocó la expresión

besar a uno de mis amantes, o el viaje que hicieron mis

desmesurada, la ira en mis ojos, el llanto, el abandono, que

lágrimas, cuando mi perrita falleció. También el de las aves

me revele algún momento feliz de mi infancia y congele el

en vuelo, que me hace sonreír, o el tránsito que hace la

recuerdo. Encontrará sitios oscuros y pasará de largo. Hay

imagen de un bebé hasta mis ojos y me llena de alegría.

cuartos que no se dejan ver.

Viajes de la emoción. Incluso el armonioso recorrido de

Este será el viaje más difícil. Mi equipaje guarda memorias,

las olas hacia la playa que me transforma cada vez que lo

vivencias, oscuridades. La valija está presta para seguir

observo.

llenándose. Quedo en deuda conmigo.

… Te tuve, te quise, te adoré. La ausencia es una revelación, nada de lo que existe podrá ser ni valer, si no existes tú. No existe el vacío, existes tú. Sin embargo, tu alcoba…vacía. ¿La piensas llenar? Te espera el vacío ¡y te espero yo!…

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32

De la serie “Cuerpecillos salvajes” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


dos maletas Memo Anjel*

Por esos días la gente bajaba de los barcos después

bailó con ella en la proa, se amaron en un camarote pobre

de un viaje en el que perdían una tierra vieja y peligrosa y

y antes de que él llegara a Barranquilla, ella se quedó en

ganaban otra de la que se sabía poco o nada. Abrían mucho

La Guaira. Allí, al bajarse, la acompañaron unos hombres

los ojos cuando veían tanto verde y gente de colores

de barba y sombrero negro grande. Nunca supo si judíos

diversos. Las guías de viaje mencionaban más hombres

ortodoxos o de algún grupo protestante. Shmuel Baruj no

con maracas y mujeres de pollera que puertos que hervían

habló de religión con la mujer y prefirió decirle que sus

debido al calor y el movimiento. Pero sea como fuera, el

ojos eran como soles y que le podía adivinar la suerte en

mundo estaba revuelto, los barcos seguían llegando a

la palma de la mano. Ella se dejó y él le dijo: vas a ser una

estas tierras y se devolvían con las bodegas repletas de

buena mujer. Ese día se amaron lento, como si ella fuera

banano, plátano, carbón y cobre. Y en esto de barcos con

una geografía que él se estuviera aprendiendo. Después,

gente que desembarcaba y se ponía nerviosa, Shmuel

cuando la vio bajar en el puerto de la Guaira, arrastrando

Baruj bajó de un paquebote que atravesó el mar en casi

un pequeño baúl con ruedas, le dijo lo mismo. La mujer

cuatro semanas. Mucha agua, mucha gente distinta con

vestía un traje de flores que le quedaba un poco amplio

su pequeña carga al lado: maletas, sacos, pequeñas cajas.

y largo, y se había quitado el maquillaje de la cara. Ya no

Los puertos se multiplicaron en este viaje y él, que venía de

era la mujer alegre del barco sino alguien que cumpliría

Hamburgo en segunda clase y con dos maletas de tamaño

muchos deberes. Bastante calor, eso sintió Shmuel Baruj

mediano, conoció los colores del agua, los movimientos

cuando ella se perdió por entre las calles del puerto, detrás

de los marineros por la cubierta y la casa de máquinas, el

de esos hombres que parecían cuervos cansados. Todos

ir y venir de las olas y a muchas personas que no querían

terminamos perdidos, se dijo él. Apoyado en la barda,

hablar de lo que había pasado y preferían charlar sobre

miraba el mar y las casas, el vuelo de los pájaros y el cielo

las noticias, el tiempo o la baraja con la que jugaban. Las

sin una nube, azul e infinito. A su lado y a la altura de las

preguntas sobre el pasado, rebotaban contra las caras. Y

rodillas, permanecían sus dos maletas.

en ese barco en el que unos jugaban a las cartas, otros

Shmuel Baruj, antes de que le dieran la visa, había pulido

leían libros sagrados y los demás no paraban de mirarse

metales en un taller de Hannover, vendido abrigos

y luego bajar los ojos, Shmuel Baruj conoció a una mujer,

recosidos en Bremen, arreglado relojes y motores en Bonn

* Profesor universitario, escritor y habitante, por azar, en el mundo de la virtualidad. Ya no sé si existo. Vivo y trabajo en Medellín.

33


y al fin, después de un recorrido loco en bicicleta huyendo

delantal, pues siempre llevó un delantal y un trozo de pan

de unas deudas que no eran las suyas, terminó recibiendo

que mordisqueaba. Con ella, Shmuel bailó el tango, en los

ayudas de unos y otros en un campo de refugiados en

días y en las noches, hasta que la vio montar a un camión

Frankfurt, al que llegó con una mano machacada (se la

que la llevaría al puerto y luego a Israel, que ya se había

había mordido un motor), enfermo de los pulmones, con

fundado y recibía gente de los campos. La mujer llevaba

la circulación de la sangre mala entre los codos y los

una maleta amarilla y una bandera, y se sentó entre dos

hombros, y vencido. Y entonces quiso morirse. Pero no

hombres que parecían dormidos. Él también pudo estar

murió, la tos se le redujo con pastillas de penicilina, igual

con ella, pero Shmuel Baruj no había querido inscribirse

que los calambres en los brazos con pomadas, la mano

con los de la Agencia Judía, asegurando que una hermana

le secó bien y acabó como habitante de ese campo que

le estaba buscando visa para la Argentina. Mintió y la mujer

no fue de tiendas militares sino de calles estrechas y

que lloraba se encogió de hombros. No era fea, se le veía

casas semi derruidas en los que unos esperaban irse a

bien la ropa y las medias dobladas a la altura del tobillo,

los Estados Unidos, a Palestina, Bolivia o Argentina, donde

el delantal le daba un aire de muy limpia, sus manos eran

tenían familias o decían tenerlas, y otros simplemente

finas y tenía los ojos muy redondos. Pero lloraba y los lloros

estaban clavados allí habitando el azar, fumando en las

le duraban una tarde entera y a veces hasta una noche.

esquinas, leyendo periódicos y avisos pegados en las

Después de la guerra siguieron otras pequeñas guerras, y

paredes, bebiendo una mala vodka en los bares, jugando

en una de ellas Shmuel Baruj consiguió un pasaporte de la

a las cartas y mirando a las mujeres que se prostituían.

Cruz Roja. Paria, decía ahí. Y estaba bien, un paria no tiene

Tres de ellas eran enanas y las llamaban el ejército. Shmuel

historia.

Baruj fumaba con ellas, les contaba chistes y, como se

Hacía un calor intenso cuando Shmuel Baruj pisó Puerto

rumoró por ahí, les enseñó algunos trucos de magia para

Colombia. Paisaje azul de muchos tonos, hombres y

alucinar clientes. Cuando las enanas no estaban (o sí

mujeres negras, casas de paredes blancas, mercadillos

estaban, pero en su oficio), el hombre recogía periódicos,

de frutas y carnes secas, gringos de vestidos de lino y

ayudaba a atender bares, cargaba alimentos para llevar a

sombrero panamá, barcos pequeños entrando y saliendo

las bodegas, jugó algún partido de fútbol y se dejó acoger

del puerto y la bahía, monjas caminando en fila hacia algún

por una mujer que lloraba cada vez que oía el nombre de

convento y él, ahí, pensando que nadie hablaría alemán ni

Abraham, que pudo ser el de su padre o su marido, pero

yidish1 en ese lugar al que había llegado porque sí, como

nunca dijo nada y nadie se inquietó por eso. Los que habían

si un dibbuck2 lo hubiera tomado de los pies y tirado por

salido la guerra no abrían la boca más de lo necesario.

los aires hasta caer en el paquebote donde llegó con sus

Decían sí, no, está bien, me gusta, podría ser más tarde, no

maletas. El caso era que ya estaba en puerto Colombia y

más. Y los demás entendían: con estar de pie, beber una

le gustó el sonido del nombre de la ciudad, le gustó que

cerveza o ir hasta la pared donde ponían los avisos, tenían.

estuviera en el Caribe, le gustó la cara de la mujer gorda

La mujer a veces leía avisos, miraba los nombres tachados

que estaba detrás del policía que le selló el pasaporte.

y los sin tachar. Y mientras miraba, sacaba la lengua y se

Todo le gustó porque lo que viniera sería ganancia, incluido

la mordía un poco. Luego se humedecía los labios y salía

el tener que volver a salir si las cosas se complicaban. En

a caminar con las manos metidas entre los bolsillos del

el barco había sabido de mosquitos, fiebres, mordeduras

1. Idioma de los judíos de Europa oriental. Es una especie de alemán medieval mezclado con palabras locales. 2. Pequeño duende travieso que hace parte del folclor de los judíos de Europa oriental.

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de serpiente, delirios debido al exceso de sol, de selvas

donde a más de la cama y una bacinilla, una jarra con agua

que se comían a los hombres y sus canoas porque los ríos

y un vaso sobre el nochero, un foco que colgaba del techo,

se ampliaban y cerraban como una boca. Le dijeron cosas

un taburete con una toalla encima y un abanico que daba

como salidas de libros y él no hizo más que sonreír. Y ya

vueltas lentas sin refrescar, había también un almanaque

estaba aquí. Acabó en un pequeño hotel que olía a pintura

de cerveza Águila y una página de revista, enmarcada, de

de aceite, en una habitación con un abanico que mal

una mujer al lado de una piscina. Shmuel Baruj sonrió: la

revolvía el aire y tenía una ventana que daba a un campo

tierra son muchas cosas. Se quitó el saco, la camisa y los

de tierra roja. Y allí se quedó dormido con los zapatos

zapatos. Luego tomó una de las maletas y la abrió sobre

puestos, abrazando una de las maletas.

la cama: contenía destornilladores, pequeñas tenazas,

Una semana completa, recibiendo el sol, comiendo

puntillas, tornillos, algunos martillos finos, un par de reglas

bocachico con patacón y bebiendo cerveza, pasó Shmuel

y trozos de terciopelo de variados colores, un termómetro

Baruj en Puerto Colombia. En el hotel le cambiaron unos

y dos tubos de ensayo, acompañados de unas bolsitas con

dólares por pesos, se encamó con una negra de caderas

anilina. Aquí está mi negocio se dijo. Bebió un poco de agua

grandes y conoció a un médico alemán, que resultó siendo

y abrió la otra maleta: un par de camisas, un abrigo que

un mero enfermero y en lugar de ejercer en algún hospital,

no usaría en estos calores, algunos interiores y medias,

tenía una finca de bananos y venía cada tanto al puerto

tres pantalones (uno de trabajo), una cartera con dólares

para recibir mercancías y correspondencia, eso dijo. La

y marcos, un libro del Zohar3 que no llegaría a leer porque

negra caderona los presentó y el alemán, que era chico

estaba en arameo, un Sidur4 con las hojas grasosas, un

y gordo y había llegado antes de la guerra, le escribió en

espejo, una maquinillas de afeitar, un juego de peines, una

un cuaderno cien palabras en español. Entre ellas había

candela marca Ronson, un par de zapatos combinados,

vulgaridades, por si te pisan o te empujan, le dijo. Y no lo

un clarinete, el libro de Los Hermanos Karamazov en

volvió a ver, porque dos días después Shmuel Baruj tomó

alemán, tres fotografías de familia y algunas cartas sin

un bus hacia Barranquilla y cerca de donde lo dejó el bus

abrir. Y aquí estoy yo. Soy lo único que queda, murmuró.

encontró una pensión. Allí usó dos palabras en español:

Fue hasta el taburete, se sentó y miró el almanaque: cinco

dormir, comer. Lo atendió una mujer que no paraba de reír,

de abril de 1952. El abanico que se movía en el techo no

con las manos llenas de pulseras y las uñas muy rojas.

cortaba el aire caliente. Por debajo de la puerta entraba

Quiso ayudarle con las maletas, pero Shmuel Baruj no lo

la música de trompetas y se oían las risas de la mujer

permitió. Al fondo de la pensión, en un patio de baldosas

que lo había atendido. Shmuel Baruj comenzó a rezar, se

amarillas, unos pájaros de picos grandes, encerrados en

pasó un pañuelo por la frente y sintió su sudor. De aquí

una jaula, picoteaban un plátano gordo. Olía a comino esa

en adelante amén a todo, se dijo. Se paró del taburete y

pensión y de algún lugar llegaba una música de trompetas.

se miró al espejo. No se veía mal con el sombrero que

El sol pegaba con furia contra las ventanas. En la habitación,

llevaba puesto.

3. Zohar, el libro de los resplandores, escrito por Moshé de León en el siglo XIII. Se dice que es el más importante de toda la literatura cabalística judía. 4. Libro de rezos que se usa en la sinagoga y la intimidad.

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36

De la serie “El sueño de la eternidad” / Acuarela sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


La muerte y las cosas Paloma Pérez Sastre*

Ahora todos me recuerdan la edad para frenar mi

Muerte es vacío. El vacío que se abrirá algún día en mi lado

impulso andariego. Parece necesario exacerbar el miedo a

de la cama; y el que aprovechará el gato pequeño, para

morir; hay que admitir que una peste agrega posibilidades.

adueñarse de la silla de mi escritorio.

Pienso en ese cliché de libro de autoayuda, según el cual

En la Edad Media, el baúl era el mueble por excelencia. Los

cuando morimos “no nos llevamos nada”, para justificar

muebles eran “muebles”; no porque se pudieran mover,

otro cliché: el imperativo de “desprenderse”. ¿Despojarse

sino porque de hecho se movían (y varias veces al día),

sin más? Quien no aspira a la vida eterna no se sacrifica.

según la actividad doméstica del momento: ahora vamos a

Los predicadores del desprendimiento cobran diezmos

comer, y la estancia se convierte en un comedor; si vamos

para procurarse lujos.

a dormir, se corre la mesa hacia la pared y aparece la cama

Somos seres culturales, constructores de herramientas

inmensa. El baúl, fácil de arrinconar, servía de silla, mesa y

y pertrechos; imposible vivir sin ellos. Son bienvenidos

recipiente; y cuando se viajaba, se llevaba consigo. Como

si contribuyen a la buena vida; pero otra cosa es vivir al

quien dice, vivían con el equipaje listo.

servicio de los bienes. Más allá de clichés y metáforas,

Mis pertenencias no caben en un baúl, pero voy a suponer

para mí morirse no significa irse. Y, si uno no se va, ¿cómo

que debo meter en un baúl mis haberes más preciados.

va a llevarse algo? Ni los faraones. Cuando alguien muere,

¿Qué escoger? Se puede dar por sentado que lo que ha

sus pertenencias se desinflan, pierden vida y lustre. Tendrá

sobrevivido a más de doce cambios de casa se valora.

que venir un viviente a restaurarlas y darles nuevo sentido.

Pero no. He cargado con cosas que no me he atrevido a

* Escritora. Vive y trabaja en Medellín.

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botar y que, por haber pertenecido a otros y por viejas,

misal de la primera comunión: soy atea. Una virgencita

adquirieron una dignidad incómoda y perturbadora.

desconchada de mi abuela paterna: nunca me vio ni me

¿Cómo voy a dejarles semejante fardo a mis herederos?

quiso. Un collar de filigrana de Santa Fe de Antioquia:

La sola idea de hacer una lista me da pereza. Las cartas

Quizá. Es bonito y no ocupa espacio.

que se escribieron mis padres cuando se enamoraron: no

Qué encarte. Voy a probar otro escenario: sobrevivo a la

quiero llorar, ni sentirme avergonzada de entrometerme

peste. Debo tomar un vuelo de bajo costo, con un morral.

en asuntos ajenos, bien hacían en el siglo XIX quemando

Como sigo siendo cuerpo frágil y desnudo, llevaré abrigo.

de inmediato las cartas de quienes morían. Los libros

¿Qué más? Medio pan y un libro. ¿Qué libro? Ummm.

que llegaron con mi mamá de España: pesan mucho. El

Mejor una libreta. De papel blanco y liviana.

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… El baúl, fácil de arrinconar, servía de silla, mesa y recipiente; y cuando se viajaba, se llevaba consigo. Como quien dice, vivían con el equipaje listo…

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40

De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


Mi equipaje es lo que veo Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba. Elena Poniatowska El recado

William Rouge* abriendo las calles, el cielo de Medellín es un taladro. Me

Uno Y voy a poner Te quiero, voy a ponerme así, en Te quiero

acomodo los ríos, aunque pavimenten las calles. Es 1989

me pongo mejor, me cuadro el retrato, tal vez mejore en Te

y hay mucha tierra en las aceras. Me acomodo muchacha

quiero, si aprendo a esperar desde mi infancia, quizás la

la esquina por donde vas, que no usás para el porvenir. Me

divinidad me hable un día, quizás me hable en una canción

pongo a mirar las vueltas del mundo cuando caminás hacia

del Gran Combo de Puerto Rico. Me pongo a ordenar lo

el colegio. El barrio sereno se vuelve violento. Me pongo

visto. Me armo el equipaje con lo que veo. Es que mis

los vuelos de tu falda de trece años y los cuadritos me

ojos están llenos de huellas. Me pondré en el modo que

acomodarán las palabras en el cuaderno de matemáticas,

me sientas. Me pongo en superficie profunda desde la

mucho cuadro para escribirme los recuerdos del porvenir,

segunda línea. Me escribo un viernes de 1989. Ya estamos

como si el viento y el sol fueran un recuadro donde se

en la tormenta, el nubarrón ya es el cielo, te hacés luz en

pinta el mar. También se me adentran los cuadros de tu

mi pensamiento y salgo a caminar para buscarte los ríos,

ventana, como si mi asunto con la vida fuera un problema

ya se alborota mi pecho latiendo. Casi soy un buzo para

de encuadre. Voy a sentarme en el segundo renglón de

navegarte en el Te quiero de un renglón que se me tuerce

mi infancia para ver un día antes de tus dieciséis años.

cuando escribo en inglés, pero me pongo tu calle en el

Intentaré cuadrarme el corazón hacia donde te abotonas

corazón. Es 1989 y los ríos se desbordan, me los pongo

el sol. Te arrimaré muchacha bajo tu puerta la música que

en los ojos para cuando puedas verme. Es 1989 y están

no fue para nosotros. Caminaré mucho barrio en tu calle

* Poeta, docente universitario y profesor de creación literaria. Vive y trabaja en Medellín.

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para pedirte la arrimada, recogeré las noticias de lo por

para vos. Cuando voy por la calle me empaco algunas

venir y arrimaré mi boca al cuaderno donde te empaco,

voces, recojo casi todas las que son buenas, las que me

donde te llevo la creciente. Puedo empacarme la lluvia

sirven para algún renglón. Son bonitas las palabras que

que me hizo el barrio donde te recorro. Yo puedo hacerte

me empaco en los ojos porque las vi por tu calle. Son

la creciente. Camino cien veces los doscientos pasos de

muy nuevas las palabras que almaceno porque están en

la salsamentaria hasta la tienda donde venden buñuelos

canciones, en películas y no en los libros del colegio.

y empanadas, calladamente, con walkman rezo hasta tu Tres

puerta: … como si fuera la primavera yo muriendo…, … como si fuera la primavera yo muriendo…, como si fuera

Cuando voy por la calle cuento balcones parecidos al

la… en cambio, qué espiritual sería que vos desabotonaras

tuyo, si pudieras verme, tendría un inventario de palabras

el sol y así yo muriendo.

nuevas, nombres y números que pueden alumbrarme cuando tengas que irte del barrio y ya no sepa en qué noche de mi cuaderno estaba el corazón. Pero me

Dos No es que me canse, es que ya casi salís, así que

regalaron en un trasteo un directorio telefónico, pesado y

regreso al atrio de la iglesia y ensalmo los ojos, me dejás

viejo, no importa porque en la tienda me dijeron que ahí

sin vista, y vos me hiciste brujería y la misa no me sirve,

uno encuentra gente, hasta busco el nombre Amanda, mi

serán tus ojitos o tal vez tu caminao o quizás esas cositas

mamá aún no aparece. A lo mejor en otro año, en una vida

que en tu casa no me has da’o. Caminás rápido, en 1989

sin tantas misas y enfermos, en una canción.

yo no puedo detenerme. Ser alguien cómo se hace, en el

Mi amigo Jaime toca guitarra, su abuelo le enseñó solo

barrio, en la calle, en el Sur, ser alguien cómo se hace. No es

canciones de serenatas y yo le dije que estaba escribiendo

que me canse, pero muchacha la vida dónde lo hace a uno,

un poema para vos sobre lo que se me ocurre cuando

en qué cañada, en qué bus, en qué balcón, en qué música.

camino por tu calle. Esta semana pasamos tres veces

No sé si sos vos o Medellín, no sé si sos vos o la poesía,

mientras consultabas el Algebra de Baldor y me dijo que

pero debo alcanzarlas, no puedo detenerme, debo atajar

es amigo de tu abuelo, que es poeta con canciones y

las pelotas más envenenadas, soy el guardameta que

que vos cantás igual de bonito que él, que ganás todos

corre detrás de la infancia, en mi cuaderno siempre estoy

los concursos de canto del colegio. Jaime me dice que se

corriendo, si te veo no puedo detenerme. No sé si sos vos

nota que no te gusto, que no te arrimarás a mi boca, que

o Medellín, no sé si sos vos o la poesía, pero no me detiene

no nos cuadraremos ni siquiera en un retrato, que no me

nadie, atraparé el balón un día, una noche te alcanzo, te

darás la arrimada, porque la poesía tuya tiene luz propia

llego, atraparé un globo de mecha incandescente de los

y que no me vas a ver, aunque pase todos los días por tu

de diciembre, de alguna cosa del cielo me aferro, no puedo

calle. Creo que tiene razón porque todos los días pasan

detenerme. Yo soy la creciente. Un día tu boca me hará

muchas cosas, llegan patrullas de la policía, saludan a

ser alguien. Cómo se hace una casa corriendo tanto. Vos

los del combo de la esquina, reciben algún paquete, se

también caminás rápido antes de las siete, ya están en

toman una gaseosa y se van, llegan camiones vacíos y al

clase de Estadística y aún no llegás a la sumatoria del Te

rato se van con dos o tres familias para un barrio alto, muy

quiero, al café que tendré para vos en tres décadas. Ya

lejos, muy arriba en la montaña de lucecitas, cerca de la

me empaco en el oído cinco palabras nuevas que tengo

quebrada Santa Elena. Mucho equipaje por tu calle, mucho 42


trasteo y a veces me piden que ayude y a mí solo me gusta

que si yo supiera poesía vos podrías verme bien, que nadie

cargar los discos grandes, hay discos con muchachas en la

se iría, ni siquiera uno, porque a los doce años solo se tiene

carátula, de perfil, de frente, de espaldas, sentaditas, muy

morral o mochila, pero maletas no, maletas grandes no se

rubias en El Disco del año y siempre en bikini, muchachas

tienen a esta edad. Jaime dice que si supiera poesía todo

que no son como vos, muchachas sin gracia, sin memoria,

sería mío, que la gente se queda en las canciones, en el

sin el cielo radiante que yo te he visto, sin los ríos que yo te

cine y en los poemas, que hasta mi papá puede volver, que

empaco en mis ojos. A Jaime le digo que mis ojos suenan.

los padres regresan si uno sabe escribir, si uno sabe leer y

Tienen sabor, tienen tumbao, mis ojos en swing, mis ojos

que todo lo que uno debe aprender está en alguna canción

en salsa. Jaime dice que lo que pasa es que estoy tragao,

y que aprenda poesía para que sepa lo que es bueno. Tal

que me tragué de vos, que Medellín me traga, y también

vez con alguna canción, con una película o un poema,

las lomas del Sur me están tragando, el barrio Guayabal

así como dice Jaime, puedas verme. Acelerá el paso casi

San Rafael se tragó a todo el mundo. A Jaime le pregunto

como si estuvieras bailando salsa brava, porque las calles

de dónde son los poetas. Él dice que los poetas son de la

están bravas y es Medellín el charco que pisamos, acelerá

loma. Que los poetas casi siempre son de la loma para

porque un día tendremos Un verano en Nueva York en mi

poder echarse a correr cuando se cae el cielo, que son

cuaderno de inglés que no conjuga futuro, poco Will, poco

los que atajan lucecitas, los que van por el cielo cuando

Going to, poco auxiliar a la hora de salvarnos cruzando la

sale rodando, los que aprenden de los ríos que bajan.

avenida, los bomberos aunque pasemos por su Estación,

Dice Jaime que, si yo supiera escribir, cantaría en el llano

no vendrán, es que a veces al medio día hay fuego en

el son de la loma, ya verás, tú verás, en tres décadas ya

la Calle 23, no se puede estar tranquilo, hay fuego en La

verás. Voy a ponerme canciones en el sitio donde estaba

Carrera 65, y no son sagrados los fuegos que se traga

el corazón. Voy a ponerme cuerda. Me pongo un carrito

Medellín, y no se sabe cómo apagarlos, si con aguardiente

en el sitio del corazón. Voy a darle cuerda a un carrito que

o con agua bendita, solo sé que con pitos y sirenas del

explota cuando escribo País en la noche de mi cuaderno. Y

camión de bomberos nos educarán los oídos. No hay

en tres décadas ya verás.

manguera que alcance las partes más altas de la ciudad, no hay Dios en la montaña donde todo arde. Aseguro que

Cuatro

un día tendremos veintitrés fuegos, que haremos fuego

La gente se está yendo, muchas maletas en lo que

bajo tu piel, nadie te apaga, nadie vendrá a extinguir el

veo por tu calle, me parece que hasta se llevan las flores

fuego que abotonaste mientras mordías una naranja en

de cada antejardín. La calle está peligrosa y la gente se

la ventana, ni siquiera Rubén Blades vendrá, porque todo

está yendo. Nunca pasamos dos veces por la misma calle.

el barrio sabe la verdad: jugamos al porvenir sin tener

Nadie sube dos veces la misma loma. Cuando camino por

cuidado. Nos van a buscar el amor para hacerle la vuelta,

tu calle tengo miedo de que en el próximo trasteo tenga

desaparecerlo. Caminá más rápido porque vienen por vos

que cargar los discos de tu abuelo, los discos donde se

los muchachos de la esquina y yo no tengo cuerpo para

renueva la memoria. Jaime me dice que esas cosas que

salvarte, caminá rápido para alcanzar el recreo, lleváme

copio en la noche de mi cuaderno, sirven para canciones,

con vos porque una moto nos quiere torcer el corazón

que si yo supiera escribir hasta vos no te irías, que nadie

antes de entrar a clase de francés y hoy pronunciarás

se iría, ni los papás y los abuelos de uno, es que Jaime dice

Notre Père como si hubiera padre cuando vienen por uno, 43


como si hubiera abuelo cuando vienen a arrancarnos de

le devuelva su belleza. Todas las noches subo a la terraza

algún renglón.

recojo nubes, subo a preguntarle a las luces de los aviones si te han visto pasar por alguna calle, por las calles más Cinco

arriba por donde te hacés bruma y te alejás de la noche de

Me pongo a ordenar lo visto. Empaco sonidos para

mi cuaderno donde aún yo digo que sí, que con salsaludos

hacerme el equipaje. Me sintonizo el porvenir y siento una

el poema que escriba te encuentre la parte más alta, la

voz que me dice: “Si te quieres divertir escuchá 100.9”. La

parte de arriba donde no puedo ir, la parte más lejana de

calle está peligrosa y la gente se está yendo, si te quieres

las tumbas del Cementerio de Campos de Paz donde atajo

divertir, hoy te puedo hacer la marejada feliz. Escuchá esta

las pelotas más endiabladas. Mientras juego un picadito en

noche Latina Stereo porque te haré un poema de cien

el cementerio del barrio, vos estás bailando y la grabadora,

salsaludos desde todos los barrios que te alejan los días.

los discos y los casetes ya son tu equipaje. Ya se empacaron

Si te quieres divertir como cuando ibas a ese parque sin

tu casa y vos estás bailando. Las maletas están cerradas,

carrusel, al parque junto al Aeropuerto Olaya Herrera al

pero el cuerpo no, tenés mucha salsa ardiendo en tus pies

que le ponían candado y tenías que esperar con tu madre

y los Reebok rojos no los volveré a ver. Empacaron tu casa

a que viniera alguien con la llave, y así te digo que es la

mientras me estiraba evitando un gol. De equipaje tengo lo

vida, solo que la llave a veces se pierde. Te escribo un

que veo, muchos autogoles, pero algún baúl en la mirada.

viernes de 1989 mientras cargo las maletas de gente que

Vos tenés El Llano en Llamas para una tarea de español y

va a morir en otro barrio. Me acomodo toda la gente que

a mí me falta poco para Cien años de soledad. Las tareas

se está yendo por El Hueco, le amontono las maletas a los

que no haremos juntos van en el fondo de tus maletas.

que salen para la USA, pero sigo tirando paso, subiendo

Cuando escriba el poema lo bueno lo pondré encima, en

materas, ollas y un equipo de sonido de los que se pagan

superficie profunda me pongo mejor. Cuando sepa poesía

por cuotas. Muchacha, sintonizá el porvenir y escuchá una

como dice Jaime, la salsa la pondré arriba, en la parte alta

voz que te dice que en treinta y dos renglones todavía

del poema, para entrenarme en subidas y así rodar bueno,

pienso en ti, aunque tú amor siga lejano de mi cuaderno.

rapidito, muerto de tanto bailar, rodando hasta llegar al río

Más al Sur de Medellín, más abajo aún yo digo que sí, que

con algún salsaludo para el mar.

todavía tengo treinta y dos renglones sollozando como un

Pero volvé muchacha, pasá por mí 100.9 veces porque voy

niño. Mi infancia es como un árbol que espera que el sol

a hacer Radio para transmitir que todavía pienso en vos…

44


… No hay manguera que alcance las partes más altas de la ciudad, no hay Dios en la montaña donde todo arde. Aseguro que un día tendremos veintitrés fuegos, que haremos fuego bajo tu piel, nadie te apaga…

45


46

De la serie “Jardín al fondo” / Acuarela sobre papel / 27.9 x 35.5 cm. / Año 2020


47

De la serie “El sueño de la eternidad” / Acuarela sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


48

De la serie “Cuerpecillos salvajes” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


equipaje abierto

Ángela María Gaviria Rico*

En esta madrugada acomodarás el equipaje de ayer

Ahora abres tu maleta, el cierre es fino, como lo que irás

en tu maleta. Tus manos se deslizan por la blusa de flores,

guardando en ella, la maleta donde te guardas. Meterás en

comienzas a abotonarla, es una prenda más para guardar.

ella los nudos ocultos para desatarlos cuando la vuelvas

Sabes que estás guardando las manos que se deslizaban

a abrir. Lograrás que se abra tu garganta, expulsarás el

suavemente por la tela, tu piel la estrenó. También

pasado. Saldrán memorias, saltarán por tu piel, por los

guardarás en tu equipaje todas las risas, las palabras de

huesos, por la cabeza. Volverás a recorrerte.

los invitados, de los amigos y también de los otros, los

Te sorprenderás de todo lo guardado. Esculcarás con tus

que nunca celebraron tus años, hacían simulacros de

manos el equipaje, se enredarán en tus dedos las horas.

felicitaciones, de regalos rimbombantes, empacados en

Sabrás que algunos ya salieron.

papeles sedosos que luego se arrugaban. Tus cuarenta

Te miras al espejo, adviertes cómo el peso de tu maleta

años quedarán en la maleta, la compraste cuando viajaste

inclina tu figura. Buscas la llave del candado, por fin la

a Buenos Aires, estaba en la vitrina, te gustó el color, entre

encuentras, la habías cambiado de lugar, estaba guardada

marrón y naranja, colores vivos, siempre te atraían, la

en la cajita japonesa, la tomas, está desteñida, pero tu

elegiste por su brillo, por su olor, también te gustaron sus

memoria la recuerda con su brillo, con sus colores.

herrajes, el cierre blanco, con dientes anchos. Te atrapaban

Volverás a abrir tu equipaje, desfilarán todos: Los nom-

cierres, candados, lo que se podía abrir, cerrar, brillar, oler

bres, las figuras, los sonidos, los olores, y mientras los

y oxidar.

miras, pones las manos en el cierre, los recorres, diente

* Escritora. Especialista en técnicas de meditación. Vive y trabaja en Medellín.

49


por diente, te das cuenta de que algunos están gastados.

tuviste la ocurrencia de cortar la punta de tu zapato

El cierre te avisa todo lo que has guardado en ella.

derecho, por fin saldría una foto diferente.

Cada diente se asemeja a las cicatrices que se fueron

Continuarás viendo cómo salen de tu maleta los muertos.

instalando en tu piel, observas cómo algunos de sus

Tomas la foto del tío José que llegaba a tu casa con su

dientes resisten.

acordeón en la mano, cantando, de su boca salían palabras

Cuando eras pequeña tomabas los candados que

y olor a ron, te quedabas mirándolo, lo escuchabas y lo

guardaba tu padre en una bolsa de cuero de color marrón,

olías, era tu héroe de los 10 años; siempre te dijiste, quiero

era una aventura verlos, jugabas, elegías las llaves, los

cantar, quiero beber y vivir como el tío José.

abrías, los cerrabas, y comenzaban tus viajes imaginarios.

Descubres las fotos de cuando cumplió 15 años tu

Cuando llegabas al mar, lo primero que hacías era oler sus

hermana mayor, sentirás cómo te dolió la cabeza cuando

olas, cerrabas tus ojos, sentías la humedad en los pies,

hicieron en la peluquería un nido en ella, creías que iban

sabías que el agua del mar era diferente a la de la poceta

a aterrizar muchos pájaros, te dolió tu cabeza, te dolieron

de tu casa cuando la llenabas con sal. Hacías tus barquitos

los pies, fueron obligados a usar los zapatos para la fiesta,

rojos y los ponías a navegar, viajabas con ellos, pegabas

no te podías poner los tenis rojos. Lograste bailar, así te

plastilina por debajo para que resistieran tus viajes.

picara tu piel, el vestido lleno de encajes te dio alergia,

Entonces te preguntabas cuántos mares hay, cuánta gente

igual que tus ojos maquillados, se hizo una goma, como

se ha bañado en ellos, quiero conocerlos todos, voy a oler

si se hubieran mezclado en acuarela azul, tus pestañas ya

todas sus olas.

no eran las tuyas, parecían embetunadas, no se movían,

Recordarás tus sueños, te recordarás salvaje, intrépida.

ni siquiera con la música, pero lograste bailar, solo que tus

Saltarán tus mochilas, las que llenaste por tanto tiempo

medias al dar un giro se rasgaron y sigilosamente te fuiste

de poemas, de carcajadas, de música, de papeles blancos

para el baño, te sentiste libre al quitártelas, las arrojaste

para llenarlos en la noche.

en la papelera. Tu pelo se soltó en otro giro de tu ritmo,

Se fugarán los olores de tu maleta que hacían su recorrido

quedaste de nuevo desatada, como si tuvieras puesto tus

en las noches, con los tenis rojos, que nunca limpiabas,

tenis rojos, recordando al tío José cuando cantaba y olía

no era posible desparecer los olores. Cómo desaparecer

a ron.

los días, las calles, la lluvia, cómo desaparecer tu figura, tu

Te darás cuenta qué tan urgente era que salieran los

pelo, los tenis rojos remojados de vida. Cómo desaparecer

muertos, a los que mataste como lo hiciste con el

los olores de tu ciudad.

entrenador de futbol de tu hijo, fue fácil para ti, él se lo

No podrías desaparecer los nombres de quienes amaste,

buscó, lo echó, lo chutó como una pelota, a él se le

había que dejarlos guardados, atraparlos, ya estaban

olvidaron sus goles, pero tú lo mataste, quedaste dormida,

muertos. Dejaste sus últimas horas. Vuelves a recorrer sus

el sueño llegó y tomaste el destornillador de mango

nombres, a tenerlos vivos.

amarillo, lo enterraste en el ombligo de aquel hombre que

Brincarán los rostros amarillentos de las fotos, te verás

destrozaba su sueño.

cuando aún no habías crecido. Recuerdas cuando cortabas

Verás que se instalaban las memorias de otros que

la punta de tu zapato derecho, no te gustaba salir con

ampliaron tu equipaje, en él cabían hasta los zancudos

tus hermanas en las fotos, vestidas igual, paradas igual,

que se reventaban de tanto picar, se filtraron hasta el

entonces el día de la primera comunión de tu hermano,

fondo, ocuparon las esquinas de tu maleta, quedaban 50


espacios para otros. Se llenó tu equipaje de cumbias, de

tocaba tu tío José, quizás por eso solías cantar muchas

cantos gregorianos, de tangos, boleros y sambas para

veces Tío Alberto, solo que cambiaba su nombre.

olvidar. Épocas marcadas por guerras externas, por tus

Pero al fin de cuentas en tu mochila cabían los parques,

guerras internas. Guerras como las de tu país. Todo estaba

ibas con tu uniforme de colegio. En tu mochila siempre

expuesto a contaminarse.

llevabas papeles en blanco, un lápiz rojo y el libro para leer

Se iluminará la noche como los cucullos que atrapabas

y no ir a clase. La clase te la dabas tú, la ciudad. Era tiempo

en tu niñez, recordarás que llegabas a casa y solo decías,

de leer la vida.

conseguí quién me ilumine la noche y triunfante sacabas

Entonces saltarán de nuevo tus nombres, llegará tu

el libro con sigilo, ya tenías luz, ya podías leer. Verás esas

memoria, cuando te llamaban Eulalia, María, saltarán

noches donde todos dormían menos tú.

las noches en que te llamaban Mariana, y ahora cuando

Escucharás otra vez el galopar de tu hijo en tu vientre.

reviente el cierre de tu maleta, lograrás verte, saldrá un

Los tangos y las milongas, todos los grillos, los pájaros y

nuevo nombre.

murciélagos estarán los músicos de la calle, las tertulias

Te darás cuenta de que tu maleta quedó abierta como tu

nocturnas que aún suenan como las maracas que también

vida.

… Saltarán tus mochilas, las que llenaste por tanto tiempo de poemas, de carcajadas, de música, de papeles blancos para llenarlos en la noche…

51


52

De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


Por su equipaje los reconoceréis

Julián Estrada Ochoa*

Mi profesor de literatura en épocas de bachillerato,

la historia de occidente pregona la osada habilidad de

endosó a Thomas Mann este breve y mordaz comentario

Helenos y Fenicios para organizar viajes con intenciones

sobre la caracterización de las clases sociales en Alemania:

muy determinadas: expediciones de conquista y periplos

por sus zapatos los reconoceréis. Titulé parafraseando al

de intercambio comercial;

señor Mann, porque considero que el equipaje, igual que

destacan un par de viajeros cuyos descubrimientos

los zapatos, cumple similar reflejo sobre la personalidad y

obnubilan a sus coterráneos, ellos son: Heródoto (siglo IV

otras tantas características que se endosan a la condición

a.C) y Alejandro Magno (siglo III a.C) y milenios más tarde,

humana de un pueblo. Desde épocas milenarias el

finalizando la Edad Media aparecerá Marco Polo (siglo XII);

hombre se desplaza de un lugar a otro –costumbre innata

para quien precisamente su equipaje de regreso será el

y universal de la especie– y dichos desplazamientos han

responsable de su fama universal. En la actualidad viajar

sido estudiados por la arqueología y la historia con el

es una actividad que se hace con poca reflexión, dadas las

propósito de plantear conspicuas tesis sobre su devenir

facilidades científicas y tecnológicas del transporte, razón

histórico. Desde el neolítico el homus viajerus observa

por la cual el viajero del siglo XXI no alcanza a imaginar lo

y simula la trashumancia de los animales en manada

que significaba viajar en épocas neolíticas, como tampoco

y termina por adaptarse al nomadismo, cuya mayor

imagina lo que significó hace mil o quinientos o dos-

característica es la practicidad de su equipaje. Superado

cientos años organizar expediciones intercontinentales,

el neolítico, unos pocos siglos antes de la era cristiana,

las cuales exigían una planeación que duraba décadas

* Antropólogo culinario, periodista gastronómico, profesor universitario. Vive y trabaja en El Retiro, Antioquia.

53

por aquellos tiempos se


(léase: haciendo su equipaje) y cuyas repercusiones

finalizada la segunda guerra mundial cuando se convierte

históricas, culturales y económicas, hoy denominamos

en un fenómeno masivo, logrando permear amplios

geopolítica. Así, el mapamundi contemporáneo es el

sectores de población norteamericana; viajar a hoteles

resultado de muchos viajes emprendidos por diversos

de lujo y a playas del mediterraneo y el caribe deja de

personajes, algunos eran monárquicos, otros avesados

ser exclusividad de reyes, aristócratas y artistas; bastó

navegantes, otros despóticos militares, no faltaron opor-

con tener el equipaje adecuado para entrar en un mundo

tunistas banqueros, apasionados científicos, serenos

de fantasía y fatuas apariencias. Durante la segunda

filósofos y claro está, auténticos cartógrafos; quede

mitad del siglo XX viajar se convierte en una aparente

claro: es gracias a sus viajes y sus equipajes que hoy

manifestación de igualdad democrática, el equipaje es

conocemos detalladamente los cinco continentes, sus

propio de pobres y ricos, y aparecen expertos fabricantes

mares, océanos, desiertos, selvas, montañas, etnias,

quienes ofrecen una maleta para cada ocasión y por ello

idiomas, creencias y costumbres; fueron épocas donde

la variedad de estilos, formas, materiales y los nombres de

se consolidaron históricos procesos de conquista y

los accesorios se multiplica, se habla de arcones, baúles,

colonización que aun hoy siguen siendo materia de

cofres, maletas, maletines, tulas, morrales, mochilas,

discusión y de acciones políticas contundentes; una

alforjas, chuspas, paquetes, canastos, sombrereras y

breve lista de dichos personajes la componen: Colón,

estuches, seguramente unos más utilitarios que otros,

Magallanes, Cook, Levigstone, Ali Bey, Humboldt, Darwin,

pero en su momento todos llegan a formar un mínimo

H.M.Stanley, John Speke, y Falcon Scott. ¿Total? equipaje

equipaje. La cultura del viaje se hace evidente, las maletas

y viaje tienen un significado intrínseco, existiendo entre

pasan a ser un activo más del patrimonio familiar y gozan

ellos una reciprocidad que dependerá de la especificidad

de espacios específicos en casas, buses, aeropuertos,

del viajero, de su acervo cultural y del entorno social desde

terminales de transportes y hoteles. Y es en esta referida

donde inicia su periplo. Insistimos: viaje y equipaje son un

cultura del viaje, donde el equipaje se convierte en santo

todo lleno de circunstancias, símbolos y significaciones,

y seña de oficios, personalidades, actividades y algunas

donde accesorios, espacios, destinos, climas, profesiones

otras manifestaciones de la vida en sociedad; sin lugar

aportan insumos para analizar el espectro de temas que

a dudas, una terminal de transporte, un aeropuerto o

gravitan a su alrededor.

el lobby de un hotel constituyen espacios donde los

Veamos: el turismo que hoy conocemos en todo el

equipajes por sus formas, sus colores, sus materiales y

mundo, tuvo sus orígenes a finales de los años 30 del siglo

sus dueños permiten imaginar mundos desconocidos

pasado, resultado de la popularización del automóvil en

que invitan a unas silenciosa especulación sociológica.

las clases medias europeas y a la numerosa construcción

Allí llega la longeva y pintorreteada actriz, cuyo equipaje

de carreteras que durante más de un siglo fue una tarea

delata su larga experiencia de viajera permanente;

permanente en casi todos los países de ese mismo

también aparece el mochilero con morral y atuendos

continente; de igual manera, la aparición de diferentes

propios de un caminante sin destino y sin afán; a su lado

modos de transporte con acceso para todas las clases

con maleta de marca esta un afanoso ejecutivo moldeado

sociales (barcos, trenes, aviones) permitieron transitar

en wall-street; sentadas con opaca actitud y silencioso

en un solo día distancias jamás imaginadas. Si bien el

dialogo se acompañan dos monjas de discreto equipaje y

turismo se practica desde principios del siglo XIX, es

no falta la caja de cartón de aquel viajero que se empeña 54


en empacar lo que seguramente no va a llegar a su

todos los idiomas y en los 4 puntos cardinales de la tierra,

destino final.

el hombre coincide con esta sabia sentencia: ¡La vida

Precisemos: la analogía entre la vida y el viajar es una

es un viaje! … y luego acota: hay que aprender a viajar

idea universal que se hace manifiesta en todas las

liviano de equipaje.

civilizaciones y pueblos del mundo; en algunas, deriva de sus principios religiosos, en otras es pragmática expresión oral de la sabiduría popular alrededor de la existencia. En

El Retiro, septiembre 8 de 2020

… equipaje y viaje tienen un significado intrínseco, existiendo entre ellos una reciprocidad que dependerá de la especificidad del viajero, de su acervo cultural y del entorno social desde donde inicia su periplo…

55


56

De la serie “Cuerpecillos salvajes” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


La caja negra

Dora Maya*

El conductor cerró la puerta, pasó la aldaba metálica

otra foto familiar distraída y sincera, de cuando la risa de

con facilidad, la aseguró, pero advirtiendo mucho peso

los niños en la playa, la misma playa, todos los años, era el

adentro. Extraño, porque era el último viaje y el camión no

dique que contenía el derrumbe del hogar que quiso ser.

estaba lleno. Encendió por fin luego de varios intentos y

No hubo ninguna foto para evocarlo, pero recordó cómo

vueltas de la llave, hasta ponerlo en marcha con alguna

el hijo pequeño deshacía las moñas con que recogía su

dificultad; incluso antes de llegar a la portada ya se había

pelo negro, y tiraba al suelo las bandas de colores que

detenido la primera vez.

lo sujetaban, para meter la nariz entre su cabeza hasta

La casa quedó vacía. Los rectángulos limpios resaltaban

quedarse dormido. Caprichos de la nostalgia.

en el blanco restante más curtido, dejando en las paredes,

A su manera y a fuerza de esperanzas, las familias des-

siluetas insinuadas con años de cicatrices: hubo un reloj

truidas acumulan momentos memorables.

al que cualquier día no volvieron a darle cuerda siendo

En las esquinas, adheridos, insectos secos que revolo-

siempre las nueve y diez; un armario grande y pesado,

tearon en invierno. En un rincón del primer piso, un palo

herencia de la casa de los abuelos, con botellas de licor a

de escoba que reforzaba la ventana desde la noche que

medias consumidas; hubo una foto matrimonial exhibiendo

entraron los ladrones. Restos de cinta adherente, una tapa

sonrisas extrañas de otros tiempos, que de tanto pesarle

que nadie sabe de qué es, pero que luce necesaria. Los

circunstancias no dejan evocar el origen de la felicidad;

puntos negros donde antes hubo un clavo, un tornillo, el

* Abogada interesada en arte y literatura. Madre de dos hijas. Vive y trabaja en Medellín.

57


mecanismo que accionaba las cortinas, cables sueltos

marcha y volvió a detenerse apenas a metros del arranque,

saliendo de las paredes como gusanos de una fruta vieja,

esta vez parecía que las ruedas iban a salirse del eje. Está

hilos suspendidos de telarañas vencidas. Las humedades

forzado de motor, gritaron. Bajaron las cajas que decían

dejaron en el techo mapas de continentes imaginarios, y

cocina, las que más pesaban; volvió a detenerse; así cada

los derrames mal limpiados, restos de goteras lagrimeando

cien o doscientos metros bajaban cajas y cajas con libros,

en las paredes. Lo que alguna vez fue nuevo, brillante,

camas, sillas, y el camión apenas se movía.

homogéneo y con olor a pintura, es hoy opaco, curtido,

Lo que fue su hogar quedó derramado a lo largo de tres

llorado. Vivido.

calles, a la vista de esos vecinos molestos que a toda hora

El sonido de los espacios vacíos cambiando el eco, hacía

querían averiguar los motivos de tanto hermetismo, su

evidente la soledad, la necesidad de abandonar la casa;

huida de años atrás, el silencio de los niños en el parque,

mientras, el olor que permanecía impregnado la llenaba de

el origen del dinero. Se asomaban por las ventanas, con

melancolía. Abandonar las tristezas prolongadas también

más deleite que asombro, ante esa imagen de venta de

requiere valentía.

garaje. Cajas, camas desarmadas, armarios, mesas, sillas,

El segundo pensamiento desde que le anunciaron que

jarrones, percheros, adornos dispuestos en una fila sobre

había quedado viuda, fue la inminencia de una mudanza.

cada punto de la calle en que el trasteo se detenía.

La casa la había soñado con lo que a ella le interesaba.

Al final, quedaba solo en el fondo, en la bodega del camión,

Quería un primer piso para que nunca tuviera que salir

una caja. Cerrada con cinta y reforzada con las cuerdas

escaleras abajo huyendo de un terremoto, de un incendio

de sus medallas del colegio, se las la había entregado el

o un disgusto. También necesitaba un jardín, donde ver

niño con un poco de duda y ceremonia, advirtiendo que

salir la flor.

la cuidaran mucho. No quiso irse con nadie hasta que el

Para ese esposo siempre fue molesto tener que en-

último viaje llevara su tesoro a la casa nueva, y le dijo al

cargarse de las refacciones, y aunque él hubiera

conductor que se la debería entregar a él directamente.

preferido algo diferente, rápido entendió que la casa y

Hubo que bajarla.

los hijos la entretenían. En la fábrica sobraban señores

La madre se sentó en el muro del jardín, y ante la mirada

que le ayudarían a llevar un hogar con decoro, pintando,

luminosa del niño, desató los nudos, examinó el contenido

arreglando luces, sembrando plantas, reparando el techo.

de la pequeña caja con la parsimonia y reflexión de quien

Los señores de hoy, los del trasteo, pertenecen al mismo

tiene todo el tiempo por delante.

contingente que ayudó toda la vida en la casa. Miran todo

Como si se tratara de aquella broma en la que aparece la

con una indiferencia premeditada, discreta, y por eso,

cabeza de un payaso en tirabuzón al abrirla, el contenido

molesta. Ella quiere abrazarlos y llorar, pero sabe, será

excedía infinitamente el volumen que parecía resistir:

una solidaridad pasajera y respetuosa que no compensa

trece medias impares; dos de hombre, una azul elegante y

la humillación. Prefieren aplicarse con diligencia en las

otra deportiva; cuatro de la madre, incluida la estampada

labores, para no detenerse ante silencios incómodos.

de sandías que había comprado en Italia años atrás; el

El camión se negó a seguir la marcha y bajaron el armario

pendiente de amatista largo que descompletó el juego

de roble que había requerido tres trabajadores para

desde que la abuela murió, setenta y tres bandas para

subirlo; lo dejaron al lado de la acera para llevarlo después.

amarrar el pelo, en diferente estado de uso, cinco peines

Al cerrar volvieron los contratiempos, los esfuerzos para la

de nácar en juego con los espejitos, nueve separadores 58


de libros que algún día dejaron de recordar una página,

El resto de papel contenía la imagen de su esposo son-

cuatro billetes de distinta denominación, una docena de

riente, que rompió despacio y con cuidado, pocos instantes

botones bonitos, la caja metálica vacía donde su madre

después de que apareció el primer pensamiento, ese que

guardaba los dulces que le daba para calmar el llanto y

vino con la llamada del hospital, cuando supo, aun sin

probablemente unos veinte objetos más que algún día se

comprender, que aquel con quien un día quiso construir

echaron en falta.

un hogar, acababa de fallecer.

Debajo de todos aquellos tesoros la madre halló el pedazo

En la calle, los trabajadores de la mudanza subieron nueva-

de foto rasgada. La del primer aniversario, que siempre

mente el resto de cosas que habían abandonado antes en

estuvo en la habitación al lado de la mesa de noche,

la acera, frente a la mirada serena de la madre y su hijo,

enmarcada en el portarretratos de plata.

que abrazaban la caja negra. El camión arrancó liviano.

… El sonido de los espacios vacíos cambiando el eco, hacía evidente la soledad, la necesidad de abandonar la casa; mientras, el olor que permanecía impregnado la llenaba de melancolía…

59


60

De la serie “El sueño de la eternidad” / Acuarela sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


Equipaje de experiencias

Claudia Restrepo Ruiz*

Después de un viaje de doce horas aterrizó en Estambul

de ir al hotel se bajaron en el puente de Gálata y tuvieron la

sin saber cómo sería Oriente y si algo tendría de la ruta de

primera panorámica de la ciudad. Lo antiguo de la ciudad

la seda de Alexandro Baricco. Moría por comprar especias

se conservaba de una manera increíble, era como si una

y visitar la Mezquita Azul.

abuela hubiera vertido un poco de la laca de su cabello a

Su asiento: el 22 D, la había llevado incómoda esas doce

los templos y monasterios para conservarlos en el tiempo.

horas. Pararse y caminar por el pasillo sin llegar hasta la

El hotel Leonel resultó fantástico. Pudo hacer la siesta a

cabina no había sido suficiente para aceitar sus piernas

pesar de estar contraindicado para adaptarse a las horas

de hojalata. Al bajar del avión la seleccionaron para una

de diferencia. A las tres, la despertaron unos cánticos que

requisa de equipaje de mano sin mediar palabra y ella

jamás había escuchado y se asomó a la ventana, pero no

esperó que esculcaran. Cuando recibió de vuelta su

vio a nadie. Por fin se decidió a abrir su equipaje y notó

equipaje sintió que no cargaba solo con sus cosas sino

que había dejado la melancolía en inmigración en Bogotá.

con la duda de aquella funcionaria. Intentó sacarla, pero

Por más que buscó, no la encontró y sonrío ante tal logro.

ya estaba incrustada allí, con el estigma de su rostro y su

Abrió la nevera de la habitación y bebió con gusto su

procedencia.

acostumbrada cola. Se sintió sucia y se metió a la ducha a

El aeropuerto era monumental, propio de un país que

quitarse el Jet lag que ya había comenzado. No se dejaría

puede darse el lujo de tener a Asia a un lado y Europa al

amedrentar por él. Según el itinerario estarían tan solo

otro. Cuando llegaron al bus respiró un aire nuevo. Antes

dos días en la ciudad antes de viajar a San Petersburgo

* Magister en literatura. Lectora de libros y personas. Amante de la poesía y su lectura en voz alta. Escribe para sobrevivirse. Vive y trabaja en Medellín.

61


para luego regresar, así que de la maleta solo extrajo dos

con otro y comprendió que sus ojos almendrados la hacían

mudas de ropa y su piyama. Su compañero estaba en el

pasar por una mujer árabe sin ningún problema, lo único

bar porque la resaca se le quitaba con un poco más de

que la delataba era su vestuario de mujer occidental.

licor y aún no había probado el té, único y exquisito, casi

Cuando se subieron al avión con destino Rusia, se alegró

ritual, de la puerta de Oriente.

al saber que el viaje tan solo duraría tres horas y media.

En su equipaje tampoco venía su hijo. Lo había dejado

En su equipaje de mano llevaba los libros de emergencia y

enfadado por ese capricho de viaje que había formulado

aunque los pensó todo el tiempo no hubo momento para

de un mes a otro. Se sentía bien ser madre a distancia. Por

ellos. Estaba de viaje por el mundo.

fin tenía tiempo para sí misma. Tiempo y silencio. Se vistió

San Petersburgo la recibió con una mezcla de aristocracia

con ropa fresca -diferente a las dos mudas- y bajó al Lobby.

y dulzura. Sus palacetes, el Hermitage, el río Neva y toda

Preguntó en un inglés perfecto dónde quedaba el bar y

la ciudad le parecieron dignas de una novela fantástica.

siguió las instrucciones. Su compañero aun no podía creer

Tuvo que comprar una maleta de mano en Estambul

que estaban en la mitad del mundo. ¿Te vas a duchar? No,

porque se dio cuenta de que había llevado muchas

no lo sé. El tour comienza en media hora. Espera subo a

cosas que no necesitaba y que compraría las que se le

lavarme los dientes. Mejor te acompaño.

antojaran.

Cuando cerraron la puerta y encendieron las luces con la

Si de ella hubiera dependido habría guardado la cúpula

llave-tarjeta se miraron con deseo y abandono. Ella corrió

de una de las mezquitas, los conos arquitectónicos de la

hacia sus brazos y le dio un beso incapaz de quitarle la

plaza roja que en fotos parecían el decorado de una torta y

resaca, pero mágico para encender la pasión necesaria

algunos de los monumentos del metro de Moscú.

para desnudarse de prisa y hacer el amor sobre las

Después de una semana en Rusia regresaron a Estambul.

sábanas mientras las cortinas semiabiertas pudieron servir

La Capadocia esperaba con los globos que constituyen la

de señuelo para un voyeur amateur. El decidió ducharse,

atracción principal de la región y decidió: no ir. Prefirió un

ella no. Tenía semillas del origen de la civilización en su

día libre para descansar del trajín de una excursión que se

vientre y las iba dejar buscar el tesoro conjurado tras el

dejaba llevar hasta los tejedores de los famosos tapetes

velo de una ligadura de trompas.

persas cuando ninguno podía costearlos. Para ella, tan

Se subieron al bus y se prepararon para visitar la Mezquita

irreverente, era mejor quedarse en la piscina del hotel que

Azul que por desgracia estaba en restauración y fue

resultó fría y refrescante como un manantial de agua pura.

superada con creces por la Mezquita Verde. Ella tuvo que

Sabía viajar, pero no lo hacía sola. Hacía mucho tiempo

cubrir su cabello como cualquier mujer islámica para

había escuchado “cuando viajes, hazlo con alguien que

entrar y lo hizo con una pañoleta de colores. Se tomó

ames” y esa había sido su consigna. Amar y viajar… Toda

una fotografía y entró a observar con detenimiento los

su cosmogonía se reestructuraba tras una pintura de

mosaicos, el tapete rojo, los divanes extravagantes y la luz

Caravaggio en El Hermitage o en el mural con peticiones

comiéndose los vitrales.

en la casa de María y el apóstol Juan.

No encontró ni un solo ícono religioso cuando esperaba

Perderse era inevitable y cuando se viaja en grupo puede

al menos ver al arcángel Gabriel que tanto habló con

causar grandes disgustos y ella era especialista en eso,

Mahoma. No había rastro de ninguno. Salió al jardín y una

en perderse tal vez porque le gustaba la sensación de ser

mujer árabe le dijo que era hermosa. Respondió al cumplido

encontrada. 62


El bus cruzó el desierto con venta de agua helada y el

De regreso al hotel estuvo callada, se preguntó si algún

primer puesto, el panorámico, le otorgó la mejor vista de

día tendría el chance de describir las emociones que le

la carretera sin casas ni edificios. Se detuvieron en las

despertaba Oriente y si la vida sería tan generosa como

primeras catatumbas cristianas y el sol era implacable.

para permitirle volver, ya no en tour sino en solitario

Compró una gorra roja y sus sandalias resistieron los

como lo hizo Agatha Christie para escribir su “Expreso de

kilómetros a pie recorridos aquel día sin causarle ninguna

Oriente”.

ampolla.

El sol de Pammukale se tragó los días que faltaban y

En uno de los hoteles notó que tendría que empezar a

llegó el momento de regresar a casa. Cuando fue a

llenar el equipaje de mano. ¿Pero si no he comprado

empacar notó que faltaban los pesebres, las bufandas,

tanto? –pensó. Entonces miró las Matruskas y las lámparas

algunas camisas y sus lentes. Pero… ¿a quién culpar?

y pronto la maleta engordó o ella la embarazó y se iba de

En silencio empacó todo con una pulcritud absoluta y

bruces cuando la soltaba.

se cercioró de que al menos los regalos importantes

En la banda transportadora solo iría lo que trajo y en

fueran con ella. Nunca descubrió al ladrón, pero supo

la pequeña valija, lo que compró. Un riesgo enorme

qué hacía parte de la excursión porque había comprado

si perdía su equipaje, pero no se preocupó. Lamentó

una imitación de un huevo Fabergé en Moscú e iba en

ver su maleta violentada luego de cuatro días bajo la

su cartera y el huevo no llegó. Desconfío hasta de su

estricta vigilancia de dos turquís en el hotel. El candado

compañero y sintió rabia por cosas que no eran para

estaba forzado y cuando la abrió no pudo identificar qué

ella sino para las personas que más quería. Y aunque su

faltaba.

padre siempre le había insistido que no se viajaba para

Fueron varias cosas. Por fortuna y precaución el anillo de

comprar nada, ella cuando viajaba tenía una excusa para

zafiro que había comprado para su nuera que cumplía

comprar un detalle a sus seres queridos y decirles…

quince años estaba con ella. Desde que lo compró, lo

aquí o allí estuve pensando en ti.

llevaba en su cartera. Que conste que las mujeres gastan

En efecto, tomaron el avión desde Estambul sin escala en

más porque tienen más donde guardar: equipaje, maleta

Panamá y sintió ansiedad de llegar a casa. Veinte días era

de mano, morral y cartera.

el tiempo sin ver a su hijo y esperaba que las camisetas

Éfeso la deslumbró por su historia, otra abuelita mágica

que le llevaba le gustaran al igual que el anillo que era un

había vertido laca en los anfiteatros, el ágora y solo un

regalo único.

poco en la biblioteca de Alejandría. Había gatos por todas

Cuando desembarcaron buscó su maleta negra, la

partes y se preguntó si Hemingway había visitado Oriente

importante, en la banda transportadora, y no la encontró

antes de adoptar su pandilla felina para vivir en Key West.

por ningún lado.

Tomó tantas fotografías como pudo y se sorprendió al

–Venga conmigo señora– le dijo un agente de la aerolínea

ver en su teléfono que había caminado nueve kilómetros

y comenzó a preocuparse. Es posible que el equipaje haya

aquel día. Pammukale y sus termales también la habían

sido desviado, necesitamos su información de contacto

seducido a pesar del inmenso riesgo de caída que tenía

para hacérselo llegar tan pronto lo encontremos.

su superficie mohosa y tibia. El atardecer que les regaló

No supo qué decir. Los errores humanos son lumbre diaria.

aquel día fue uno de los más bellos que jamás había visto,

Accedió con la cabeza y salió por el esperado abrazo de

parecía un eclipse naranja.

su hijo. 63


– ¿Qué ocurrió?

aguas del Bósforo, los mosaicos en las cúpulas de las

– No llegó la maleta.

mezquitas, las especias, el té, el jugo de manzana que bebió

– ¿Y qué traías ahí?

más que gaseosa, las velas que encendió en la primera

– Todo. Casi todos los regalos.

iglesia cristiana de occidente y la de la casa de María donde

Por fortuna las camisetas y los búhos estaban en el

solo pensó en su madre. El gato recostado sobre la piedra

equipaje grande.

tallada en honor a Hermes en Éfeso donde el guía dijo que

Vamos le dijo tan pronto se subió al carro, no mamá,

además de mensajero de los dioses, era considerado un

primero muéstrame el anillo. Entonces extrajo de su cartera

ladrón, los huevos custodiados por Artemisa, la danza del

que hacía las veces de caja fuerte, una cajita blanca.

vientre y los siete velos, el ballet de Moscú y en especial

– ¡Mamá!

el departamento de Fiodor Dostoievsky que se sentía tan

Aún faltaban meses para los quince y lo difícil sería

lúgubre como la mirada del autor en la famosa y única

guardarlo sin desesperar.

fotografía que se tiene de él.

Entonces tuvo una epifanía. Comprendió por qué no había

Su equipaje no llegaría. Tenía la certeza. Cuando la llamaron

llegado el equipaje. En él no solo venían regalos, venía el

a darle las malas noticias no se alteró. Lo importante llegó

lomo del delfín que había visto mientras navegaban las

con ella.

64


… Entonces tuvo una epifanía. Comprendió por qué no había llegado el equipaje. En él no solo venían regalos, venía el lomo del delfín que había visto mientras navegaban las aguas del Bósforo…

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66

De la serie “Presente imaginado” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


67

De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


68

De la serie “Presente imaginado” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


Equipaje al fin del mundo Hacer una maleta es guardarse en épocas y deshacerla vaciar el tiempo que se ha hecho:

suciedad, recuerdo, espera, olvido. Porque no hacemos un equipaje para un viaje, lo hacemos para huir del vacío que conlleva ser viajero. Paula Andrea Gaviria

Paula Andrea Gaviria* Un avión alza vuelo y retengo aquellos equipajes que

todo, desdoblar, clasificar y ritualizar febriles aficiones,

perdí, que llegaron a un destino diferente del acto de la

supe que cada objeto sumaba abandono. Mi ritmo de

entrega. Me hice en ellos paisaje, cosas del ayer, cuerpo

cargar era un demonio que me cortejaba, con un abrigo

extraviado, el remate exiguo en una subasta de equipajes

ataviado de destierro. De golpe, estaba ahí, dócil ante

perdidos. Me encontré en mi propia sala de espera,

un lenguaje vacío. Observo esta relación enfermiza de

trazando el próximo vuelo donde aguardaba esa que no

descubrirme en un jardín de maletas, que como hiedras

soy, sin una sonrisa. Me avergoncé de despertar en medio

e insectos rodeaban mi árbol de miedos. Infierno ganado

de un parque, en algún camino de aquella ciudad a la que

después del beso de un amante celoso. Lo escucho a

nunca llegué en primavera. Allí enmudecí en el descuido

diario en una canción al viejo estilo de Rubén, porque aún

del tiempo y deshacerme en equipaje empezó a parecerse

voy “buscando guayabas” sembradas en las maletas:

a un trozo de soledad. El doblez de la ropa abrió la puerta

“Mucho he viajado por todo el mundo

a una mujer con arrugas, que debajo de esta duerme en

y nunca, nunca pude encontrar

somníferos envueltos de despedida.

una guayaba que me gustara

Las pantallas electrónicas anuncian salida para México,

y detuviera mi caminar”

Madrid, New York, donde soñé llegar de niña. Desde que

Siempre la sombra de los detalles que acosan, como el

entendí en los 90´s cómo el equipaje significa deshacerlo

último amor descarriado en braguetas abiertas que me

* Escritora. Poeta. Ha realizado su proceso creativo desde la danza y el teatro. Vive y trabaja en Medellín.

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llevaba a perder una noche o semanas. Cuántas guayabas

ataca, también dibujo algún garabato donde me hallo con

tuve en mis manos donde los gusanos sacaban su cabeza

una copa de vino divisando el mar del Pacífico, en la cima

blanca e inofensiva, eran alimento natural, pero yo prefería

de alguna montaña de los Andes o perdida en una calle de

esculcar la guayaba hasta el fondo, incluso la última larva

Cali. “No, allá no”, no quiero encontrar a Andrés Caicedo

invisible y solo quedaba esa pulpa tropical anidada de

diciéndome: “Odio todo lo que tengo de cielo para mirar,

semillas, con su terrible olor frutal, a mordiscos el equipaje

sí, todo lo que alcanzo, porque nunca he podido encontrar

se iba desapareciendo en cada una de las mujeres que

en él la parte exacta donde habita Dios.” Si lo escuchara,

soy.

gritaría con él “¡Que viva la música!” y me vería envuelta

Mas allá, cruzo el Duty Free, su arrogancia de perfumes,

en ese goce pagano de la salsa y dejaría en la puerta del

gafas de sol, relojes, aparatos electrónicos y souvenirs atan

antro las maletas para que escucharan lo sagrado de una

mis brazos a regalos de último momento. Llené mi equipaje

mujer prohibida.

de emociones baratas para pregonar en tonos luminosos

Camino por cada sala de espera hasta encontrar el número

mi llegada a casa. Jamás emociones compradas, de

correcto, informan un cambio repentino y estamos en

ninguna manera oí a madre en sus faenas diarias anhelar

el lugar equivocado, es necesario correr para no perder

hacerse equipaje, pero sí pensar “si tomara una maleta no

el vuelo, correr arrastrando equipaje, correr para ser

regresaría a esta misma vida”. La escucho cómo retumba

primeros, correr. Qué tonto correr detrás de un retorno

en cada objeto que cae en esa bóveda de mi equipaje, ella

que se diluye.

permanece como un diente de león, sedoso volando por

“Uno debe estar mosca por donde quiera”, retumbaba en

el aire, diseminando cada palabra, oigo sus oraciones y

la calle, agúzate morena, el equipaje se ha hecho fuego

los equipajes me embriagan como alguien que perdió su

y te llevan a otro lugar; detrás de bambalinas el amor

rumbo.

sacude a la noche y los pies pierden los zapatos, abajo,

En las nubes, miro la línea dejada por un avión al pasar y

la crítica de cine reclama que alguien conjugue el verbo

más arriba de ellas otros nubarrones forman rostros y

besar, retomo esta película de moverme y dejar a Andrés

monstruos que creí olvidados. Al bajar la mirada, aún cargo

empantanándose hasta los cogotes con los angelitos en

un equipaje de mano, no sé por qué lo conservo, sin este,

su equipaje.

podría regresar a casa en un trance veloz con un corazón

Miro la pista atestada de pájaros mecánicos, soportan en

latiendo a ritmo de viajero y encender la tele y discutir con

su vientre el equipaje, que como huevos contienen la vida

mi amante por el deseo perdido o visitar ese bar donde

de otros. En letra fuerte escribo tener un equipaje en la

tantas veces me vi, allá abajo en el sótano, en plena avenida

mitad de la playa contemplando la buena suerte del mar

setenta y bailar hasta que los pies exploten de felicidad.

o frente a una ventana añorando el regreso de su dueño.

Bajo las escaleras eléctricas y al lado de un café otra

En instantes abogo por las maletas que se hallan en una

pantalla anuncia los vuelos cancelados. Un eco de quejidos

sala de psiquiatría o en el cuarto de un desahuciado.

empuja las maletas que regresan sin ser abiertas.

Pero al otro lado del papel, vi a la abuela Tulia empacar

En esta inseguridad de viajar, la protesta se aviva frente

una docena de hijos, la misma cantidad de nietos y pocos

a una empleada de la aerolínea, recuerdo anotar lo inútil

bisnietos, echarles agua bendita, caminar alrededor de

que es, no empacar objetos cortopunzantes o explosivos

la cuadra, varias veces, arrastrando superstición detrás

para abrirse paso ante la mala educación de la jauría que

de un deseo cada treinta y uno de diciembre, toda vuelta 70


era una celebración de llegada, un logro sin sentido, hasta

Llego al counter de registro. Me preguntan: con cuál de

que ya no podía más, soltaba las maletas y abatida se

las rutas ofrecidas deseo cambiar el vuelo. Repaso mi

desmayaba en un sofá, miraba con sus ojos de mujer

agenda. La espera se hace larga. Cierro los ojos y suelto

recia y decía: “pobre niña, prepara ya tu propia mochila,

mi equipaje de mano. En la fila todos revisan sus celulares

entre más pequeña mejor, porque entonces harás un viaje

y exigen rapidez con sus gestos. La funcionaria tras el

largo, yo no puedo llevarte en mi próximo éxodo. A ese,

counter simula no acosarme. La miro sin expresión, pero

voy sola”. Lo que no sabía, era que yo amaba ayudarle a

mi cuerpo es una danza de posturas, hasta que veo la

esa valiente mujer, para que hiciera el camino y regresara

banda transportadora pasar con mi equipaje de bodega.

con una expresión de conquista por haber descubierto

Una maleta es como una mirada, no termina de expresar

el mundo en una cuadra. Después de abrir su equipaje,

lo que tiene para decir, hace que un aullido estoico

nunca más tuvimos a Tulia.

resuene dentro de mí. Para mí. Le pregunto a la joven

Las flores doradas que engalanaban su única maleta aún

que atiende: “¿Cuál es el tiempo de un equipaje antes

no han dejado de rodar. Y la evoco:

de morir?, ¿Por qué un equipaje en su vida obedece a

“Se fue la madre y no volverá

fugas?” Ella me observa con sorpresa y cubre su boca de

se fue con su equipaje cargado de hijos

hojas secas. No la pierdo de vista, retiro con mi mudez las

se fue la marea con su rostro pintado…de amores,

hojas de su rostro y le digo:

soledades

Deme un tiquete al fin del mundo…

dime dónde, en que edén están

Sin equipaje…

sus rezos que susurran olvido.”

Sin boleto de regreso…

… “Mucho he viajado por todo el mundo y nunca, nunca pude encontrar una guayaba que me gustara y detuviera mi caminar”…

71


72

De la serie “Jardín al fondo” / Acuarela sobre papel / 27.9 x 35.5 cm. / Año 2020


Una valijA

Paola RegoRahal*

El 3 de junio de 1952 salieron hacia Beirut. Tara, Lidia y

confundidas y emocionadas. Tara estaba ennoviada y no

Beth eran los nombres de las tres hermanas que abordaron

quería viajar, así que su padre la convenció de comprar

ese barco llenas de ilusión y angustia desde el puerto de

allí su ajuar de casadera. Las pijamas y la ropa interior de

Buenaventura. El trayecto contemplaba la travesía por el

encaje que solo se conseguía en Europa, los brasieres

Canal de Panamá, la escala en algunas islas del Caribe:

Leonisa de de tela enmallada, parecían dos embudos.

Aruba, Martinica, Saint Martin. Caracas, Isla Margarita y

Pensar en su traje de novia la ilusionó y olvidó el tiempo

luego el mar abierto por dos semanas más. El Estrecho de

que estaría separada de su amado Raymond. Lidia tomó su

Gibraltar, la Costa Mediterránea hasta Barcelona, Marsella,

tarea muy a pecho, quería empacar sus cosas en un baúl

Roma, Nápoles, Venecia, Atenas, Chipre, con destino final

de cuero verde con refuerzos metálicos dorados en las

Beirut. No cabía en sus cabezas el mapa, por más geografía

cuatro esquinas que se sellaba con un candado enorme

que hubieran estudiado, el trayecto les parecía un viaje

en el aldabón central. La madre la detuvo. No hija, la moda

hasta los confines de la tierra, con la incertidumbre de

es diferente en Beirut. Nada de lo que llevas te va a servir

un mar en zozobra, las tormentas que en ocasiones las

allí. Piensa solo en lo que usarás en el barco y guíate por la

obligaron a permanecer en el camarote y la visión de

etiqueta. Le pasó una cartilla que contenía las reglas para

nuevas ciudades que sólo habían visto en libros y revistas.

seguir a bordo.

En el momento en que recibieron el anuncio de la partida

“La valija: Se rige un protocolo a bordo de ropa formal.

hacia el país de origen de su familia, las hermanas estaban

Para el día se sugiere traje sencillo de una sola pieza, la

* Filosofa. Especializada en Gestión Publica e Instituciones Administrativas. Vive en Envigado.

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moda marinera con falda en pliegues y blusa holgada.

llevó el trofeo y eso implicaba más escenario para las

Para la noche se exigen al menos dos trajes de etiqueta,

tres hermanas. Las cenas en la mesa del Capitán y las

uno será usado en la cena de Gala - Salón Majestic, en la

vespertinas en cubierta al aire libre con orquestas de jazz

cual se hará la presentación del Capitán y su tripulación y,

en las que La Reina era el centro de las miradas exigían el

otro para el baile de despedida la noche antes de arribar

uso de vestido largo, por lo que se los intercambiaban entre

al lugar de destino. Se exige traje largo para las damas y

ellas para no parecer monótonas. Todo el consumo era por

esmoquin para los caballeros…” Así se iban definiendo

cuenta de la compañía del crucero. Hoy vamos a bajarnos

cada una de las formas de vestir, además se advertía de

en Roma, dijo Tara. Ay sí, visitar el Vaticano y acercarnos a

transitar con cuidado por la cubierta por el exceso de agua,

la Fontana de Trevi, comentó Beth. Tenemos que decirle a

a pesar de los cuidados del departamento de limpieza del

Albert que nos acompañe, no podemos bajarnos del barco

barco. Con los detalles las decisiones en lugar de aligerar

solas. Era la voz de Lidia.

se complicaban más. No hay otra cosa qué hacer, dijo

Albert accedió, pero debían aceptar su recorrido. Había

Lidia, vamos a “La flor del campo” el almacén de telas y

conseguido un mapa de la ciudad y planeó una ruta, que

confección de Tulia Scaf, seguro que ella nos podría dar luz

no tuvo en cuenta el tiempo que pasa rápido cuando se

sobre el baúl y su relleno.

está feliz. Se alejaron de Ostia en el transportador que las

La visita llevó más de lo esperado mientras elegían las

llevaría a la ciudad con la condición de volver a las 5 pm

telas y los modelos de la revista Burda que elaborarían

para embarcar. La ruta prevista por Albert contemplaba

las costureras. Estas llegaban con retraso a la ciudad,

el Panteón, el Vaticano, la Avenida del Corso hasta el

pero con la esperanza de que la moda no avanzara tan

Capitolino y un helado.

rápido eligieron la sencillez. Nada más lejos de la realidad.

Hicieron el recorrido tal como lo iba dirigiendo Albert.

En el barco correrían a comprar en las tiendas pulseras

Degustaron il gellatto de amarena o cereza negra tan

y collares para complementar su extremada simpleza

famoso entre los romanos y aprovecharon para perderse

y se lamentarían de no hacerle caso a Tulia cuando les

por las callejuelas de la ciudad, Hasta que en realidad se

recomendó el bordado en canutillos y perlas para resaltar

extraviaron a la hora de regresar al barco.

sus figuras.

¿Qué vamos a hacer?, gritaba Albert, el hermano menor de

Era el Américo Vespucio, un barco italiano de la Societá

doce años que habían embaucado en esta aventura para

di Navigazione di Italia, así que tampoco habían contado

que sus padres las dejaran bajar del barco ¡Qué vamos

con el acento latino y las pieles morenas. Los marineros

a hacer ¡Ya con gritos desesperados al verse perdido en

eran un atractivo que no imaginaban. En sus planes no

una ciudad desconocida, así estuviera con sus hermanas

se vislumbraba esa postal de uniformes azules y blancos

mayores! ¡Correr! –dijo Tara y tomaron el tren que los

con su gorra, su porte y sus bigotes tan de moda en el

llevaría de nuevo a Ostia– rezando todas las oraciones

momento, apostados en la escalerilla del barco haciendo

aprendidas con las monjas del internado del Colegio de

corte a la entrada de los pasajeros. Desde el Capitán hasta

la Enseñanza, durante el camino como si esto pudiera

los grumetes, eran atractivos y atentos, muy atentos.

imprimir velocidad contra el paso de los minutos. Llegaron

Era la costumbre al iniciar el viaje, realizar un reinado entre

sin aire al puerto ya con el barco pitando en repetidas

las jovencitas. Los marinos elegían La Reina, La Regina,

ocasiones y un grupo de marineros en espontánea

coronada en la Cena del Capitán: “La Regina”. Lidia se

manifestación gritaban desde las barandas: ¡La Regina! 74


¡La Regina!, ¡La Regina! Recuperaron el resuello cuando

manteniendo el español solo para hablar dentro de la

se dieron cuenta de la importancia de haber nombrado a

casa; la alimentación, las amistades y las costumbres

Lidia reina del barco, pues sin ella no zarparían.

también habían cambiado. Los trajes, los sombreros, las

Al desembarcar en Beirut se amontonaron alrededor de

pamelas y los guantes hicieron parte del guardarropa. La

los viajeros la familia, primos, tíos y parientes lejanos.

lectura de revistas y periódicos franceses como Le Figaro

Gritaban sus nombres propios y ajenos, hablaban en un

y Le Monde, y aquellos que hablaban del Jet Set europeo,

idioma que solo los padres entendían.

Le Paris Match que tenían reportajes de todos los artistas

– ¡Hallo, Hallo I´m Pierre!

de la época y los que visitaban Beirut, los cruceros

– Je suis Fadia ton cousin

anclados en el muelle, las fiestas, los casinos y los paseos

– Mi ser Armand su tío. – Yo soy José – otro más.

a la playa, o a las montañas. Sidón, Biblos, Joune, Tiro,

– Yo soy Elías–. Los que sabían español y hacia algún

las montañas nevadas desde donde se veía la playa

tiempo habían regresado al país desde Colombia. A estos

fueron los paisajes que reemplazaron a los cafetales

los reconocieron y se abrazaron con cariño.

colombianos, el Nevado del Ruíz en Manizales, las aguas

Los abrazaban y recibían de sus manos los bolsos, las

termales de Santa Rosa o el Hotel Mariscal de Cartago, las

carteras y el equipaje dirigiendo al porteador hacia los

mulas en los caminos con las cargas agrícolas, los yipaos

vehículos. Al día siguiente tenían ya programadas las

de los pueblos caldenses y las verbenas de los pueblos

clases de francés y de comportamiento dentro de esta

con retreta los domingos.

nueva forma de vida. Esta familia tan cercana y lejana en

En alguna ocasión cuando sus padres ya habían regresado

costumbres que reconocían al padre y la madre y que se

a América, Lidia se encontró con el baúl que la trajera al

apuraban a que sus hijos asumieran como la nueva verdad

confín del mundo en donde había decidido a quedarse,

de la existencia. Ellos tan latinos, tan americanos, tan

casarse con Pierre y conformar una familia. Aún conservaba

pueblerinos, tan provincianos de alguna manera, nunca

adentro el traje de coronación. Recordó el día que fuera

habían conocido la opulencia y la brillantez de ese país del

elegida reina y que le permitió salvar a sus hermanos de

cual decían que era el origen. El lujo, los automóviles, los

perderse en Roma. Vació el baúl y revisó uno a uno los

casinos, las galas y las joyas se convertirían en la pasarela

trajes, alguno de sus hermanas se quedó anclado con ella

para esta nueva etapa de la vida.

en Beirut. Sonrió y una lágrima de nostalgia la atrapó por

La familia se adaptó a vivir esta experiencia primero

un instante. Tomó el teléfono: operadora, una llamada a

como unas vacaciones con todas las invitaciones que las

Pereira Colombia con el número 4223. Diez mil kilómetros

buenas costumbres indicaban, los llenaron de atenciones

de distancia para escuchar a su madre y decirle: Cuánta

y de abrumadores festejos. Después de dos años, la

razón madre, tenías cuando me detuviste. En el equipaje

vida transcurrió dentro de una normal cotidianidad en

nunca se lleva lo necesario. Siempre será lo superfluo y tus

la cual habían cambiado el idioma para relacionarse,

recuerdos, lo banal y el goce, lo rescatable.

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De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” / Acuarela y tinta sobre papel / 22.9 x 30.5 cm. / Año 2020


¿equipaje? ¿cuál? ¿dónde? Saúl Álvarez Lara*

… Y una voz dijo a mi oído ¿el equipaje?, ¿está?,

los leen, los llevan a pasear, como el escritor que va al

¿dónde? No respondí, dudé y sin mirar el lugar de donde

comedor del hotel a la hora del desayuno con una novela

venía la voz me dije: mi equipaje va conmigo. Pero el silencio

que no ha leído debajo del brazo, como una suerte de

no apaciguó mi duda, apagó la voz pero avivó la duda, ¿y

equipaje, y no la leerá. Conocí un fotógrafo que llevaba

si tuviera que llevar un equipaje? en sentido estricto. Dudé

a todas partes una cámara pesada pero profesional con

por segunda vez, ¿qué llevaría? no lo sé. De ida llevaría

sus lentes intercambiables y nunca la sacaba del estuche.

ropa limpia y bien doblada, recién lavada, en una maleta

Equipaje es también aquello que la señora, en el bus o en

organizada por prendas y momentos de uso; y de regreso,

el metro, carga en la cartera demasiado pequeña para la

traería la misma ropa en la misma maleta, desorganizada y

cantidad de cosas que según ella, necesita; la dificultad

ya no tan limpia. Es lo que hubiera podido responder pero

mayor es el equilibrio en movimiento, porque debe sacar

es lo primero que respondería cualquiera. Por la intención y

lo que estorba y dejarlo sobre su regazo hasta llegar al

el tono, como escondido, era posible que la voz preguntara

rincón más profundo, entre dos costuras, donde está la

por otro equipaje. ¿Otro equipaje?, ¿cuál? ¿No se trata de

pastilla que no puede olvidar. Equipaje es el recipiente

sacos, camisas, pantalones, medias, ropa interior, zapatos

hermético con el almuerzo del día que empleados y

y cartucheras con cosméticos o útiles de higiene? o en

trabajadores llevan mezclado con las cosas que necesitan

el mejor de los casos ¿libros? Hay gente que lleva libros

o creen que van a necesitar durante el día. Dicho esto, un

en su equipaje y por lo que he podido comprobar pocos

celular también hace parte del equipaje, quienes no lo

* Narrador de ficciones en el mundo llamado “real”. Vive y trabaja en Medellín.

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llevan bajo los ojos lo llevan pegado al oído, en el morral o

el que llevo a todas partes, no es causa de exceso de

en el bolsillo de atrás.

peso que además nadie o solo algunos presienten. Mi

Si me atengo a lo escrito hasta ahora, equipaje es todo

equipaje ha pasado de estar anclado en la necesidad de

lo que llevamos durante las veinticuatro horas, visible

ver con precisión, de ver más o menos pero en detalle

o invisible, casi siempre por seguridad. La memoria es

y representarlo con líneas de tinta y pluma; y también a

también equipaje que llevamos a todas partes; como la

narrar lo que veo con el mismo apego al detalle. He ahí

del dibujante que por obligación abandonó los dibujos

dos momentos de mi equipaje invisible, la mayor parte de

realizados durante años en un lugar al que no volvería;

la veces imaginario, sin olvidar por supuesto las maletas,

sin embargo, con la memoria como único equipaje que

los maletines o incluso el morral que me acompaña

pudo sacar de aquel lugar, los redibujó uno a uno y con

a todas partes. Sin embargo, a pesar de que los dos

ellos narró su historia. Equipaje es todo. Pero si vuelvo al

equipajes, el visible y el invisible van siempre juntos y se

comienzo, a la voz que preguntó, me doy cuenta de que

complementan, entonces constato que el visible cambia

su pregunta me absorbió y no he vuelto a escucharla. Si

con frecuencia mientras el invisible no, es el mismo en

de nuevo ha preguntado solo ha encontrado el silencio

permanente ebullición. Hace pocos días terminé un dibujo,

por respuesta y entonces supongo que no me ha vuelto

pequeño, lo mostré a una persona cercana, lo miró y

a hablar porque nota el desasosiego que causó y decidió

preguntó: ¿cuándo lo hiciste? No encontré una respuesta

esperar. Pero la duda se mantiene en el aire y no puedo

más apropiada que esta: llevo toda la vida haciéndolo. Es

evitar volver al equipaje. Si equipaje no es solo lo que

mi equipaje. ¿Debería haber respondido lo mismo a la voz

llevamos en maletas, morrales, bolsos o carteras, su

aquella: lo llevo conmigo, encima, adentro, a un lado, desde

versión invisible es misteriosa y tangible solo a algunos,

siempre?

más no a todos. Es evidente que al equipaje no siempre lo

Confirmo entonces que, al menos para mí, la ebullición

llaman equipaje, también lo llaman intención, curiosidad

del equipaje invisible es constante. En este momento,

o conocimiento que se puede asociar con experiencia y,

mi equipaje, el que llevo a todas partes y nadie ve, viene

por supuesto, con memoria, paciencia, intuición, ingenio.

cargado con un sartal de ficciones. Algunas esquivas, difícil

¿Todo esto será equipaje? Menuda pregunta la que cayó

encontrarles el lado; otras amigables pero con la tendencia

de no sé dónde y seguramente no me abandonará hasta

a caer en la repetición y por supuesto, si conservan esa

cuando logre aligerar su peso porque si por algo distingue

esencia de ficción, se repetirán distinto; y otras, que cuando

el equipaje, en sentido estricto, es por su peso. Algo, sin

salen a la superficie son francamente conmovedoras

embargo, se mantiene en la superficie y es claro: equipaje

porque solo hacen parte de un deseo y el deseo es

es lo que llevamos, visible o invisible, además de nosotros.

volátil. La ficción también es volátil. Vivimos estimulados

Equipaje es, como decía mi tía, el agregado; aseguraba que

por ficciones que nos alientan el día o imaginamos en

llegamos a este valle sin nada, empelotas y el resto, visible

permanencia y de tanto hacerlo las convertimos en hechos

o invisible, que cargamos además del cuerpo y llega con el

cumplidos. La ficción no es nada distinto al imaginario

tiempo es agregado.

que llevamos a todas partes; ahora recuerdo que el papá

Pero entrando en el detalle de mi equipaje que puede

Chaplin decía a su hijo Charles que el mejor juguete, quizá

ser igual al de otros o completamente distinto, diré, para

porque el niño pedía juguetes, lo llevamos aquí y con ese

abreviar y responder así a la voz aquella, que mi equipaje,

aquí señalaba el lugar donde comúnmente decimos que 78


está la inteligencia, la imaginación, la memoria. Hay quienes

trabajador de la unidad residencial donde vivía pasaba a

narran sus imaginarios, quienes los dibujan, quienes los

recogerlos. El detective notó el cambio del sospechoso

convierten en ideas, en formas de vida o de relación con

porque las bolsas de basura cambiaron de tamaño, de

otros; hay también quienes los convierten en guerras

forma y cada vez fueron más pequeñas, cada vez tuvieron

y violencias; y también hay quienes no hacen nada con

una apariencia más ligera, como si quien las dejara allí

ellos. En alguna de las ficciones con las que me he cruzado

estuviera cambiando sus costumbres, eran los desechos

en los últimos tiempos, el personaje central, un detective

de alguien que estaba cambiando de vida y posiblemente

seguramente, identificó los cambios en la personalidad de

abandonando el lugar. Cuando el detective cayó en la

un sospechoso a quien seguía de cerca para comprobar su

cuenta ya era tarde, el sospechoso había partido. Antes

participación en hechos aun oscuros porque, poco a poco,

de desaparecer, había cambiado de equipaje. El equipaje

sin que se notara demasiado, el contenido de las bolsas de

también está en lo que, visible o invisible, desechamos por

basura que sacaba cada día al lugar dedicado para dejarlas,

inservible, por desactualizado o por pesado.

había cambiado en las últimas semanas. El detective tenía

La voz que me interrogó calló, quizá a la espera de una

montada una vigilancia veinticuatro / siete a la casa del

respuesta más enfática, más corta, más decisiva. Sin

sospechoso pero nunca lo veía, la única prueba de que

embargo si por alguna razón reaparece y hace la pregunta

estaba allí eran las bolsas de basura que cada dos días

le pasaré este texto que, lo espere o no, hace parte del

aparecían al comienzo de la mañana en el lugar donde un

equipaje que va conmigo a todas partes…

… equipaje es todo lo que llevamos durante las veinticuatro horas, visible o invisible…

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1.

2.

3.

4.

5.

6.

1. De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” 2. De la serie “Presente imaginado” 3. De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” 4. De la serie “Cuerpecillos salvajes” 5. De la serie “El sueño de la eternidad” 6. De la serie “El sueño de la eternidad” 7. De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar”

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7.


8.

9.

10.

11.

12.

13.

8.

De la serie “Presente imaginado”

9. De la serie “Cuerpecillos salvajes” 10. De la serie “El sueño de la eternidad” 11. De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” 12. De la serie “Jardín al fondo” 13. De la serie “El sueño de la eternidad” 14. De la serie “Cuerpecillos salvajes”

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14.


15.

16.

17.

18.

19.

20.

15. De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” 16. De la serie “Cuerpecillos salvajes” 17. De la serie “El sueño de la eternidad” 18. De la serie “Presente imaginado” 19. De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar” 20. De la serie “Presente imaginado” 21. De la serie “Jardín al fondo” 22. De la serie “Frontera de mi cuerpo el mar”

21.

82

22.


El número nueve de Ficción la Revista se terminó de diseñar en Medellín el treinta de septiembre del año veinte veinte. La obra gráfica de Sofía Rodríguez pintora y poeta mexicana ilustró, a manera de exposición virtual, esta edición. Quince escritores la enriquecieron con sus equipajes. Se utilizaron las fuentes: Vectora Ligth Condensed para el texto en columna y Penumbra MM para la titulación. Medellín, Colombia 3 de octubre de 2020.


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