2 minute read

La sociedad educadora: estrategias para una propuesta plural

En la pospandemia se articulan nuevas estrategias para mejorar la educación. Una de ellas se refiere a la «ecología del aprendizaje», que es una nueva tendencia que intenta entender y participar en modelos diferentes de escuela integrados a las comunidades.

Existen cuatro ejes fundamentales de un sistema educativo de avanzada: la calidad con equidad; la cobertura —con hincapié en la superación de las causas de la deserción escolar; la gestión del currículo abierto y flexible, según las necesidades de aprendizaje de los estudiantes; y la gobernanza, en la que se inscribe la necesidad de construir una sociedad educadora—.

Advertisement

En este artículo, se esbozarán algunos aspectos de la sociedad educadora, como propósito y estrategia para incluir a la comunidad de aprendizaje —los centros educativos— para apoyar, contribuir y desarrollar espacios de participación integrados a la familia, la salud, la cultura, la historia, el ambiente y la conectividad en el entorno citadino, rural o urbano-marginal.

Precisiones

La gobernanza —vocablo aparecido en 1990— es un término amplio y polisémico. En el ámbito educativo, la gobernanza es un concepto «estelar», en tanto se refiere a la aplicación de los principios y objetivos rectores de la política educativa pública. Tiene varias implicaciones, como diferentes son los escenarios o contextos.

Un aspecto relevante de la gobernanza reivindica la relación entre el Estado y la ciudadanía; es decir, entre la sociedad jurídicamente organizada, a través de las instituciones, y los ciudadanos. En el caso de la educación, la figura de gobernanza permite no solo la colaboración de los padres de familia —tradicional en nuestros países—, sino la participación activa de otros agentes o actores, relacionados, por ejemplo, con la salud y nutrición, la seguridad, la cultura, el ambiente y el empleo, que se vinculan con los índices de desarrollo humano, que, en la práctica, podrían incluir mecanismos de autorregulación y rendición de cuentas, mediante redes constituidas que regulen estas interacciones.

Tejido institucional

La sociedad educadora surge, entonces, como resultado de un tejido de relaciones que potencian los aprendizajes de la comunidad escolar —que no se centra exclusiva y excluyentemente en la aplicación de un currículo rígido dentro de las cuatro paredes de un aula—, sino que plantea una apertura real hacia lo comunitario, mediante acciones que forman parte de la «ecología del aprendizaje»: identificar los problemas reales de cotidianidad —la ciudad, el barrio, la ciudadela, el campo—, con la generación de espacios para los aprendizajes, con los conflictos, el diálogo social, la prevención, la conversación y la unión de esfuerzos para solucionar esos problemas.

La escuela tradicional, dentro de esta perspectiva, ya no sería el «templo» del aprendizaje, sino un espacio, entre otros, para elevar el nivel de vida de sus habitantes, superar las causas de la pobreza con solidaridad, y lograr cambios progresivos a través de la intersección de intereses individuales y, sobre todo, colectivos.

Nuevos roles y funciones

El docente —dentro de este nuevo paradigma— es un actor que vive, siente y actúa con la comunidad de aprendizaje, y no un mero transmisor de informaciones. «Dictar» clase sería una acción pedagógica, y no la primera. Porque el docente, que quiere construir una sociedad educadora, ejerce liderazgos sociales que van más allá del «didactismo». Por eso, las nuevas funciones del docente necesitan competencias investigativas, unidas a las pedagógicas y psicológicas; diseño y desarrollo de procesos de descentralización y autonomía escolar; evaluación de desempeño, rendición de cuentas, así como la búsqueda de nuevos métodos y sistemas metodológicos y tecnológicos que superen las debilidades actuales del sistema educativo, con pensamiento crítico plural y ética civil.

Sofía García-Bullé . Institute for the Future of Education

This article is from: