El Matavenados No. 1

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Art Party: El arte como fiesta La cultura no es un tema resuelto, y hablar del arte como producto cultural es siempre sinónimo de controversia y malformación, tanto ideológica como de principios. Pero, ante el panorama que vivimos en la actualidad, no sólo en México sino en el resto del mundo -donde los países se disputan el capital para sus más íntimos intereses y los fondos destinados a la producción, desarrollo, exposición, diálogo, manifestación y aprendizaje artístico y cultural termina siendo el tema más contaminado dentro de la esfera política y empresarial, no podemos quedarnos esperando. Si algo conocemos de primera mano, tanto quienes desarrollamos este tipo de proyectos como los que participan en él, es la dificultad de encontrar una retroalimentación artística gratificante y honesta que no sólo sirva para comunicarnos unidireccionalmente, sino para crear una base colectiva de diálogo y aprendizaje conjunto. Eso es lo que El Matavenados pretende: ser una plataforma capaz de incentivar y alimentar el ánimo no lucrativo pero sí creativo de los artistas que en él participen. Pero, ¿cómo podemos lograr esa difícil utopía? Sabiendo que, como dijo uno de los grandes intelectuales de México, Gabriel Zaid,“Lo ideal es que todas responsan al sentido último de la cultura: la revelación, el asombro, las ganas o la furia de vivir, el amor al arte, la pasión de entender, la inspiración creadora, la plenitud personal y colectiva. “Todavía hoy, la cultura puede ser como una fiesta de amigos, en la que todos contribuyan con sus propios recursos de imaginación, talento, iniciativa…”. ¡Promover el arte como una fiesta de exploración, esencialmente humana, con el único fin y propósito de hacer arte!, lo que es, al fin y al cabo, el principio creativo de todas las manifestaciones humanas.



FANTASMA WANNABE Esta noche quisiera salirme descalza, cuando todos duerman.Y sentir la tierra y el frío entrar por la planta de mis pies mientras danzo por la carretera hasta dar con mi banca favorita. Quiero sentarme y pararme y volverme a sentar en ella, mirar a la luna de frente, dedicarle un poema y unas lágrimas con mis canciones favoritas. Llorar para enjuagar el dolor, llorar para partirme en dos. Mirar mi reloj y recordar algo especial que hice alguna vez a esa hora, perderme en unos ojos, sonreírle al cielo con esmero, tocar una piel con las puntas de mis dedos. Ya quiero que todos se duerman para salirme corriendo y llorar y reír en silencio. Irme brincando de techo en techo. Quedarme sola, sola y no volver nunca para siempre jamás.


ART PARTY



Este verso es una fotografĂ­a de un coito silvestre. Es la espalda aterrada que golpeabas sobre el llano mientras me calentaba el cielo ardiente. La chicharra canta, canta el grillo, hasta el pĂĄjaro cansado llega a cantar algĂşn canto universal. Su palabra es el sentimiento. Tu palabra es tu mano, tu lengua y tu miembro.





La realidad jamás recuperó su sentido. Las personas siguen apareciendo por todas partes. Hacen toda clase de ruidos, me buscan desde todas las distancias. Vivos y lejanos. Cada uno con sus demandas. Se fuga la mañana, huye de la cercanía de las personas. No tiene nada que decir y no quiere escuchar nada.

La mañana no es persona, es sólo un poco de luz ordinaria, irrepetible e inhumana. La mañana no es un hombre, ni siquiera un camino, ni tiempo que avanza, más que río es un estanque, que huye y que no tiene explicación. A veces trata de inventar una pero no se le ocurre nada pues desconoce la palabra, que no es otra cosa que la idea en el aire: el fantasma de la idea, fragmento de espíritu que logra alcanzar otro cuerpo, habitándolo tanto como al primero.

Se va pero se queda, de alguna manera se suma. Las ideas tienen sentido, es el mismo del tiempo, positivo. Momento exacto cuando la realidad ocurre, de alguna manera con sentido, de alguna manera sin sentido. Pasan las calles por las personas viviéndolas como las personas viven la vida, creyendo que todo es lo único.

Grito de avenidas locas y en problemas. Fuegos que nacen con la noche. La magnífica evidencia, madre de la lluvia, novia de la luna. Nunca quiso hacer ruido, este es gracias a la violencia de la materia, que torpemente abre las puertas de la conversación.

Ágilmente se interponen en nuestro camino con su ronca voz de muerte diciendo algo que no es necesario seguir diciendo.

La química se vuelve cada vez más compleja hasta que alcanza la Metaquímica, el siguiente paso en el camino de la complejidad. Nunca nada fue descriptible, las cosas no fueron hechas para eso. De hecho las cosas no están hechas, es el momento quien alucina la forma que se contradice y nulifica. Nada, la ironía favorita de la filosofía.



Intermitencia Somos cazadores de cuerpos intermitentes. Coleccionamos piernas fantasmas, senos paranoicos, manos de peluche; cavamos pozos perpetuos de insatisfacción y ni si quiera podemos llegar a China. Buscamos cadáveres que resucitar y nos clavamos en intimidades aterradas, para darnos a la fuga en cuanto se torne peligroso el asunto. Somos nosotros los intermitentes; quienes están y no están; quienes desean y dicen te amo; quienes se borran el rostro, para que nuestra víctima no encuentre ni la estela de nuestro último beso. ¡Huimos desnudos por los tejidos de esta ciudad como voyeristas vegetales, con el puño en la infertilidad del corazón, anhelantes de chingarnos otra carne, antes de que el ojo de la ausencia nos arrebate lo que nunca tuvimos! Tengo terror en los dedos de los pies y asfixia en la lengua. ¿Cuántas mujeres no han sido o serán la fosa común de este cósmico espíritu? Siempre, somos líquidos desparramados en las sabanas, porque por mi parte, soy las lágrimas de un pequeño niño en una construcción enferma del amor… Violencia cada vez que tú sin ti, y yo sin mí, y también sin ti. Alguien colapsó mi memoria. ¿Me amas?




VOZ DE ROBOT VOZ DE ROBOT

Se me escapan las palabras en el peor momento igual que a ti. Esta obsesión ridícula por el sexo me está secando. De noche soy tuya para siempre. Tu voz de robot dice lo mismo año tras año. No hay nada que esconder. Mi lenguaje se tropieza, se detiene un segundo, busca en todas las habitaciones algún rastro de ti. Pero mis palabras se olvidan fácilmente. No soy enemiga de nadie. Aún no me registro en la historia. Quizás duerma con todo un pueblo, incauto monstruo hecho de miles de monstruos que sueñan junto al mar nocturno.


ESTAS SON LAS PALABRAS DE UN POETA QUE SE AUTOCOMPLACE Puedo ver en tus ojos el último emblema de la nada, que es todo, una mariposa que mancilla el marfil explosivo del silencio en tu boca. Como una llama que brota del Xitle, el Iztaccihuatl o el Popocatepetl: vapor dorado emerge de tu vientre en su estado más esplendoroso. Un relieve volcánico que se fija en la esférica cumbre del inalcanzable cielo acuazul, espacio abierto al vértice; falda de cometa, porque la libertad es tierra, y ella, polvo que se desvanece. Estas son las palabras de un poeta que se auto-complace: materialidad-percepción-eternidad-oblicuidad, un camino sin apariencia: territorio iridiscente. Esa es tu flor, insaciable y anárquica, pero también sublime.





¿Qué sería de nosotros sin Platón?

Ventrílocuo de tus imaginaciones, ave azul de mis esperanzas doy a este carruaje perdido en estas calles fantasmas el continuo de mis resplandores lo volátil de mis ilusiones. Ventrílocuo de 7 cantos y dos auroras verde revuelta que damos a los labios vacíos Nos damos nosotros al vacío del amor sedado el amor pasivo, el amor de adultos. Nos damos, incrédulos niños, al letargo de la monotonía matrimonial mientras en los sueños más profundos y privados está platón que saca una trágica lágrima y un suspiro de ceniza. Platón es mi ventrílocuo Platón de un tercio de treinta años Lo simultáneamente posible y absolutamente lejano. Mis átomos constantes Mi vida eterna en este mundo tan rápido El gerundio en la poesía, con único indulto para el maestro. Inalcanzable para nosotros




Entre la desorbitada plenitud del paisaje se traza la fugacidad de la vida, el crujido incandescente de una estrella ante la permanencia mortal del universo, un fulgor silencioso, de una orgasmia luminiscente en todas sus facetas.




FUGA DE HIJO DE LOBO El hijo del lobo dejó de ser lobo, falló en lo lobo. No conoció las viejas leyendas de cuatro patas. Vuelven las viejas palabras en lo blanco del invierno. De la nieve se fue al desierto Dejó de ver todo lo que se quedó. Se fue y no supo no supo cómo vivió sólo con lo que supo fue una piedra en la base de la pirámide.




Pasarán las horas Las ondas que emana el calor de tu piel me atacan como mosquitos de una selva que habita dentro de un cuarto. Yo aquí, intacto, y tú dormida. Si supieras qué tan inquietante es este escenario, donde el refugio de mis brazos ansía ser tu refugio. ¡Maldigo este metro de distancia entre nosotros! Semisueños y delirios míos cabalgan hacia tu auxilio, pero debido a que nacieron ciegos culminan en un barranco. Una jauría de espermas se retuerce en su prisión. Desesperados por el calor que los incita a la libertad, chocan sus cabezas contra el concreto, caen desvalidos, se observan fijamente entre sí, se apoyan entre ellos para levantarse pero, por último, aceptan su situación con una infinita nostalgia. Pasarán las horas, yo aquí, intacto, y tu dormida, el sol me dará una golpiza al amanecer, pero permaneceré firme esperando ver tu sonrisa cuando despiertes. Querida amiga.


Herencia Agárrate de mí, puesto que al parecer unos extraños, después de hurtar y encerrar el amor en una cámara de congelación, lo descuartizaron y lanzaron sus miembros a los drenajes de la red, hasta que este se disolvió casi por completo. Se escuchan rumores que afirman que se tuvieron que contratar a ejércitos de detectives privados, para que abrieran investigaciones en torno a dónde pudieron haber desembocado estos restos. Tengo que contarte que alguna vez deposité mi Fe en altos y bajos cielos, en santos, dioses, vírgenes no tan vírgenes, infiernos e inframundos, que en un bochornoso instante comenzaron a multiplicarse y a contradecirse tan furiosamente, en cuanto me dejaron de quedar los zapatos de mi niñez. No es tu culpa que tu padre sólo sea el alter ego de un superhéroe, que sigue combatiendo con monstruos de existencialismos de una adolescencia aún no terminada. Agárrate de mí; de las manos, de la espalda, de los brazos, o del poco peso de mis años, ya que ahora a los profetas les han instalado metralletas en los huesos y les han arropado la mirada con anuncios publicitarios. Infinita tristeza que nazcas en un planeta, donde con el solo hecho de meter la mano en uno de los bolsillos del pantalón, se hallen docenas de apocalipsis que ahora además de estar enredados con mi nombre, maldita sea, han alcanzado tu nombre. Agárrate de mí, hijo, lo más fuerte que puedas, pues aunque todo esto sea una sonrisa perversa, yo te guiaré en un teatro de sombras donde los guías que alguna vez brillaron, después de todo, se han suicidado.




Amigo del fuego febrero robot. días de métodos perdidos semanas de horas abstractas composiciones viciadas semanas de tiempos a destiempo días de reencuentros afortunados días de desencuentros en el pensamiento Febrero de truncadas expectativas de puntos incompletos febrero de desasosiego escuchando canciones que son punzadas fiambres del pasado no mío arrebata en febrero mi castillo de cristal fuegos artificiales en la garganta Febrero templo del pasado ajeno suspiros de agua tacto sudoroso calcetín frío


n_u fan de e-book





LA CIENCIA ES LA NUEVA POESÍA Los indios usaban la música, tenían su dios pop, dios de sombra y percusión, silencio y grito elegante que embriaga dulcemente los corazones prisioneros de la luz, temerosos de la oscuridad. No alcanzaron a llegar al presente, se hundieron en el pasado, solo les resta ser un homenaje cansado y sin propósito, un no olvido tierno pero absurdo. La música electrónica se convierte en noche y los indios no dejan de bailar, son pájaros que por la noche se convierten en humanos que bailan, inventores de historias mágicas que se repiten día tras día, año tras año. Nunca los animales dejan de ser quien son. Digamos que pierde sentido su vida, el símbolo de su existencia se borra del tiempo y no queda más que la misma canción de siempre, ese lamento hermoso del tiempo. Debió haber tenido nombre en algún momento. No un vocablo, no un ladrido sino una fórmula, algo que fuera imposible interpretar de una manera distinta, algo así cómo una clave sónica. Una llave que no evoluciona, que alcanzó la perfección en el primer milisegundo de su existencia, es más, de la explosión de su existencia nacieron los segundos.

Los indios siempre repiten lo mismo. Yo no. Yo ya no. Yo ya no. Yo ya no. Yo ya no.

Eterna canción, el ritmo muerto y oscuro de la noche, llena de inteligencia viva y ardiente, de pasiones extraterrestres que tienen la costumbre de hacernos olvidar nuestra animalidad. La noche es lo que más genera, la noche es nuestra verdadera madre, el sol sólo es el violador. El que no sabe nada. No existe, muere enfermo y solo, viejo y helado, blanco como una estrella insignificante.

La ciencia es la nueva poesía.



LA CIUDAD NUNCA HA ESTADO VIVA La ciudad nunca ha estado viva. En ningún momento la expectativa ha funcionado. En ninguna civilización, en ninguna civilización natural. Ningún animal logra la felicidad completa. Ni Grecia ni las ardillas han gozado jamás de un segundo entero de utopía (aunque ambas conservaron la ridícula esperanza de orden). La música no es dios, se parece más al diablo, detiene el progreso, crea culto, avanza de espaldas. Sintetizadores, la audio humillación del siglo 22. Torpes humanos perdidos en el sonido, en la búsqueda absurda de posiblidades. Nada nunca germina completamente .

Promesas hay muchas, y todas son honestas, pero también los ladridos injustos de los perros son honestos. Hay algo de la civilización que los animales simplemente no entienden. Hay miles de historias terribles, pero prefiero mejor intentarles cantar una canción a partir de este texto efímero que seguramente ahorita yace en alguna oscuridad urbana. Todas las carreteras son mi casa, mi muerte, la prueba infinita de mi amor.


ART

PARTY


Sus ojos Son una caja fuerte, son una extensa muralla, el reflector que provoca mi ceguera. Se que detrás de ellos, oculta lo que no sé, ni supe, ni sabré. Son cortina de humo, en ellos, se funde como dos lagos revueltos indescifrables, la mirada coqueta, la tristeza, la ira, la alegría, la valentía, el temor, el perdón, la muerte y el amor.

Un día creí atravesar por poco su mirada, y sentí vislumbrar entre la cascada de su frialdad y su cálido amor, la pequeña sombra de una niña, la que esperaba desierta, la que amarraba su inocencia y lloraba en penumbra.

Parece que sus ojos son la tinta que escribió muchas historias, en las que ella fue mar y sirena, tormenta y luna, flor y cometa.

Fue justo en ese momento que quise sujetarla entre mis brazos, protegerla ante cualquier espectro, ya sea adentro o fuera de ella, deseaba darle mi aliento, darle mi vida, pero de nuevo, dentro de su castillo cerró sus ojos, cerró sus puertas, me dejó fuera en la tormenta, ¡cerró sus pinches puertas!, soltó a los lobos, me dejó afuera.

Un día…

Hay veces, en que los lobos me despedazan.


CANCIÓN PERDIDA Canción perdida, tengo una canción perdida en el pensamiento, entre ojos bellos y caracteres errados. Poco a poco se está alejando, y yo sólo repaso lo que me va quedando. Tengo una canción perdida que quiere ser relato, pero cada que me acerco de mis manos brotan monstruos negros y morados; entonces no me mira, corre, y yo me quedo llorando. Alguna vez fue perfecta, muchas veces moví el mundo y las nubes sólo para estar con ella. Acariciaba mis oídos y yo le amaba en la cintura de su melodía de estrellas. Amanecíamos juntas y ella posada en mi alma, me sonreía en la ducha y me tallaba la espalda. Hoy la invoco y la busco entre mis campos de flores y las noches espectrales. Me deja escucharla una vez más hasta arrullarme, me deja descansar entre los huequitos de sus espirales.



LA VIDA NUEVA Octavio nació para ser pobre, entre un bosque que desaparecía y una ciudad que ya no era la más pequeña. Dos kilos y setecientos gramos, ojos oscuros que no mucho después se hundieron y decidieron no hablar más de sí. Delgado en extremo, de abdomen en desproporción con su cuerpo (niño lombriciento, le decían), piernas arqueadas, más huesos que carne, pies planos como para sostener sin movimiento a su humanidad; brazos cortos, manos grandes con uñas casi cóncavas, piel blanca desprovista de vellos. Padeció, entre muchas otras calamidades, la de tener conciencia de sí, de su realidad; siempre fue propenso a enfermar: presentó cuadros clásicos de gripe (con complicaciones atroces que lo tiraban por semanas), desnutrición, fiebre reumática, cirrosis hepática entre otras, pero nada sufrió más que el herpes genital que nunca supo en qué baño adquirió. Odiaba el trabajo pero no pudo evitarlo: era ayudante de albañil y como nadie hacía los muros más derechos (tenía la obsesión de alinear las cosas: un retrato en la pared, la pila de revistas o las fichas de dominó…), pero era lento y no memorizaba más de dos órdenes seguidas. Estudió hasta el segundo año de primaria, lo que le bastó para aprender a contar, sumar y restar, y leer con una lentitud que pasaba por sesuda, cuando en realidad presentaban problemas dos consonantes juntas, sin embargo ojeaba con soltura cualquier historieta o revista que llegaba a sus manos y con facilidad se enamoraba de una mujer del viejo oeste, de una policía de Nueva York, o mujer pública, o una recatada ama de casa.


Esa fue su vida amorosa; su madre murió cuando él tenía tres años, y la mujer que él idealizaba eran trozos de otras mujeres: un poco de Lorena, un poco de Patricia, un poco de alguna vecina, un poco de lo que él lograba inventar (casi nada, anatomía básica con ligeras exageraciones). Algunas tardes, los domingos en especial, algo ponía a Octavio frente al espejo, lo hacía untarse brillantina, exprimir sus espinillas que prometían barros enormes, ponerse la camisa menos sucia y salir al parque a buscar algo que no sabía con certeza qué era, pero siempre regresaba con el ánimo despeinado y con el cabello sombrío.Todo el tiempo vivió con un hermano, amigo o perro, todo el tiempo convivió con el olor a pies de alguien, con las noches sin cena, con la lluvia que encontraba entre las láminas un camino, con las pulgas, con los piojos y las mañanas de luz deslumbrante, con los días largos, con las noches de ladridos interminables de los perros, con la televisión prendida que le decía que existía un mundo que él no tenía (reía con el Chavo del ocho, quizá ese era su programa preferido, y aún ese barril parecía mejor que nada). Octavio bebió desde los 13 años: pasó de la cerveza a la charanda y terminó con alcohol de caña, agua y canela; había algo en su alcoholismo que le sabía a optimismo, a alegría u olvido, algo que no alcanzaba a entender. Cuando murió, a los 45 años, tras el paredón de una casa que construían, al pie de un cerro pelón, ebrio y consciente, evitó recordar su vida y encontró que la ilusión de una vida nueva, un paraíso terrenal, vivía de alguna manera en él, y soñó, y deseo la gracia de Dios, la alegría eterna… Pero el dolor agudo en su vientre fue más, y pereció para renacer en él, una y otra vez.


Temazcal Tantra Primera parte


Su idea de la fiesta ha cambiado, en situaciones sociales se dedica generalmente a observar con el deleite de un voyeour especializado en ver gente feliz, Iván T Gaona razona que se entra en un estado especial durante una fiesta. Caras y cuerpos emiten una luz dorada y húmeda, a veces empapada por la respiración que parece lubricar la coreografía e interacción de amigos y conocidos, en un espacio lleno de música y lenguajes corpóreos intrigantes. Es cuando los vocabularios son ágiles, las risas y su secuencia denotan cierto ritmo, casi exacto; cuando se decide en silencio de quién sería fácil enamorarse. En ese contexto, Rula, reina como dama de misterios, poetisa sexy a quienes todos conocen, la gran combinación de inteligencia, corte de pelo interesante y una actitud un tanto desafiante. Era inevitable conocerse ambos, se posan en un cómodo sofá de almohadones, al lado del tazón del ponche hecho de vodka Absolut. Rula: Te observo observar la gente. Iván: Sí pues. R: ¿Son tus amigos? I: Me colé, caminaba en la cuadra y me atrajo la música. R: Estás algo fuera de lugar, pero ya me acostumbre a tu presencia. I: ¿Lo dices porque la mayoría son la mitad de mi edad? R: No te claves, aquí lo que importa es que todos somos gente peligrosa. I: ¿Qué quieres decir con “peligrosa”? R: Tenemos efectos irreversibles en quienes conocemos. I: Eso no me asusta, me asusta llegar a una fiesta y que me aburra, o que no haya cerveza, pero por lo visto aquí rola de todo. R: Yo no le pongo a nada, pero soy adicta a algo. I: Sexo… R: No mames, cualquier tonto es adicto al sexo… algo mejor.Te puedo explicar, vamos a mi depa, a una cuadra.

I: ¿No te parece imprudente que nos vayamos tan de repente, ni nos conocemos, por lo general no salgo con desconocidas, me lo prohibió mi madre… R: ¿Tú qué haces, cómo te llamas? I: Iván. R: ¿El terrible? I: No soy terrible, soy tierno, colecciono bicicletas y navajas de rasurar… pero vamos a tu casa…


R: ¿Palomitas? I: Ok. R: Te quiero invitar a algo importante, que va a cambiar tu vida. I: ¿Qué es? R: Un temazcal. I: No me gustan, me sofoco. R: Este es especial y secreto, insisto que vayas conmigo, es mañana en el día, por ahora relájate, veamos una película, no me digas la historia de tu vida porque me la imagino. Pone Solaris de Tarkovsky. I: Que extraño, justo estaba pensando en esa peli, que jamás la termino. R: De seguro tampoco hoy verás el final… Se duermen, sin querer. Son las dos de la mañana, Iván despierta y se da cuenta que rara vez se duerme en casa ajena de esa manera, ella no está, ya no hay micros. En el quemador de incienso ve una extraña ceniza, se quemó algo aromático, ¿sería una droga, donde esta Rula?

<<Pensé que podía controlar el desenlace de mis noches, la experiencia se ha tornado extraña, ¿quién es esta persona?>>, piensa. Se arregla el traje y corbata, se adentra al baño, en el espejo una nota: “Ven a 229 Pasaje Coral, detrás del Gigante, a las 12 del día puntual, soy Sonia, ya es hora”. <<Ah cabrón, ¡qué diablos!>>. Sonia fue su mujer, un amor importante hace 7 años, vive en California, tiene cáncer. <<¿Qué jueguito es este?>>. Tocan la puerta. -¿El Sr. Iván T Gaona? I: Sí. -Soy chofer de taxi, vengo a llevarlo a desayunar y después a la Colonia Burócratas, para su cita con Sonia. I: Pero… -Lamentablemente tengo órdenes de llevarlo contra su voluntad, si se rehúsa…



COLABORACIONES JOSEFINA LEN len@hotmail.com Voz de Robot (18) La ciencia es la nueva poesía (41) La ciudad nunca ha estado viva (43) GRACIELA LUCA gracielaluca@hotmail.com Trabajo (3) Paternidad (16) Mundo (28) Intelectuales (34) Infancia (42) CINTHIA GUZMÁN cinthiajazz@facebook.com Fantasma Wannabe (6) Canción perdida (46) HERANDY ROJAS herandyrojas@hotmail.com Poesía sin título (9) Estas son las palabras de un poeta que se auto complace (19) La desorbitada plenitud del paisaje (26) MOKSA MSHUEZZ Droga! (11) You’ll remember me (17) Droga (27) TV (38)

MAX HARRIET harrietmax@gmail.com Metaquímica (13) DAMIÁN FUENTES Intermitencia (15) Pasarán las horas (32) Herencias (33) Sus ojos (45) ESTRELLA ESTRADA estrella.estrada@gmail.com ¿Que sería de nosotros sin Platón? (23) Amigo del fuego (36) KARLA MAX karlamax3@hotmail.com Dormida Online (39,40) JESÚS ADRIÁN FELIX Cíclope (47) ÓSCAR ÁNGELES todoestodo@gmail.com La vida nueva (48-49) SERGIO ZENTENO g.ficha@gmail.com Temazcal Tantra (50-53)



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