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Marcelo Birmajer (Argentina
Marcelo Birmajer
Argentina
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Mi nombre es Marcelo Birmajer y me siento viejo desde los 20 años. No creo que ser joven sea una cuestión de espíritu: se es joven hasta los 33 años, como bien señaló Julio Iglesias. Si Julio dejó de ser joven a los 33, nadie puede serlo después de esa edad. Pero sí se puede ser viejo a cualquier edad, y yo soy viejo desde los 20. Publiqué mi primer libro a los 22 años y escribo desde que tengo memoria. Desde el primario hasta hoy, siempre hice lo mismo: inventar historias.
He trabajado en un centenar de medios gráficos, he publicado más de treinta libros, escribí el guión de una película, El abrazo partido, que ganó el Oso de Plata en Berlín, pero no soy rico ni famoso. Todos los días debo concurrir a mi oficina para trabajar, si es que quiero llegar a fin de mes. Soy mi propio jefe, pero también mi propio empleado. Me gusta el sashimi, los libros de Henry Kissinger y de Isaac Bashevis Singer. Mi película favorita es Érase una vez en América. Me gusta ser judío, me gusta ser argentino y me gusta ser de clase media. Pero no siento especial aprecio por mí mismo. No creo que en la autoestima esté el secreto de nada. En cambio, creo que debemos trabajar y ser buenos. Mi ideología son Los diez mandamientos. Si todos nos encargáramos de cumplirlos, no necesitaríamos milagros.
Diez consejos para escritores
1. No declame que escribir lo hace sufrir. En tal caso, abandone la escritura. Hay escritores de sobra, y en los últimos años, gracias al fundamentalismo islámico, tampoco faltan mártires. De modo que no precisamos de ninguna de sus dos condiciones. 2. Si no escribe para los lectores ni para la crítica, no publique. Envíele sus escritos por mail a su abuela. ¿Para qué molestar a correctores, diseñadores y editores, si a usted no le interesa salir de su casa? En cualquier caso, no repita más que escribe sólo para usted mismo. Ya lo dijo Borges, y tampoco resultó verosímil. 3. No repita que la novela se ha agotado como género. Es su imaginación la que se ha agotado. 4. No continúe culpando al mercado, ni a los tiempos que corren, de que nadie quiera leerlo. A usted no lo leerían ni en una sociedad autoritaria que obligara a los niños a leer sus textos, so pena de muerte. Al menos, festeje el hecho de que, si bien no le prestan atención, tampoco lo mandan a matar. 5. No se queje de la única adaptación al cine que se ha hecho de su ignota obra. A nadie le ha importado su novela, pero mucho menos su opinión respecto de la película. 6. No insista con que los personajes se le aparecen en el toilette, en la cocina y en la cama. Todos sabemos que miente. 7. En lo posible, procure no llevar un diario íntimo. Dicho implemento se ha convertido en un engañoso género literario. Si quiere publicar sus intimidades, hágalo deliberadamente; pero no obligue a sus herederos a sentirse culpables por revelar secretos que usted indudablemente registró para continuar siendo atendido después de muerto. 8. No declame que no le gusta escribir en computador. Abomine de la tinta, esculpa las letras en piedra, deje su testimonio pintado con sangre de mamut en una caverna. Pero háganos un favor: no siga repitiendo que no le gusta escribir en computador. 9. Nos parece muy bien que abandone la escritura. Pero no lo anuncie. Hágalo directamente, en silencio. 10. No abandone a su esposa por una más joven luego de su primer éxito. Espere al menos a dos o tres éxitos, no sea cosa de que tenga que volver corriendo.