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Elpidia García (México

Elpidia García

México

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Nací en un rancho del estado de Chihuahua. No había cumplido el año cuando x me trajeron a Ciudad Juárez. Desde entonces, vivo aquí, en este lugar de ventoleras, remolinos y cerros grises. En esta frontera de gente trabajadora, noble y tan cálida como sus veranos. De niña viví cerca del cementerio, ese fue mi patio de juegos. A los quince años, trabajar en la maquila era la opción para salir de la miseria. Trabajé hasta los 45, cuando la empresa quebró, y luego empecé a escribir, cuando pude salir de las cuatro paredes de las fábricas.

Los cuentos de mi primer libro Ellos saben si soy o no soy transcurren en ese ambiente maquilero, tratan de los avatares de la gente con salarios exiguos. Mi segundo libro, Polvareda, comprende cuentos sobre la maquila y algunos otros temas, policiacos, alguno fantástico. Los talleres, la lectura, la autodidaxia y el cine, me han formado como narradora. He publicado en diversas antologías y revistas impresas y digitales, obtuve becas y premios para publicar mis libros. Pertenezco al Colectivo de narradores y poetas juarenses Zurdo Mendieta. Mi más reciente libro, ganador del Premio Bellas Artes de cuento Amparo Dávila 2018, se titula El hombre que mató a Dedos Fríos.

Siete. Escribo cuentos sobre historias que me duelen o me afectan. Entre más genuino mi sentimiento al escribirlos, mejor transmito esa emoción a mis lectores. Dos. Voy a la caza de historias, no espero que vengan a mí. Me apropio de ellas y las aderezo con mi manera de contarlas. Hablo con las mujeres de la limpieza, entrevisto a las chicas de la estética, pido a los viejos que me cuenten sus experiencias. Cinco. Mi motivación para escribir casi siempre es sacar algo incómodo en mi interior, algo que es necesario exponer a la luz. Las ideas de mis cuentos me rondaron y molestaron durante un tiempo. Hasta que pude escribirlas me dejaron en paz. Ocho. Escribo principalmente sobre lo que conozco. Mi primer libro de cuentos es sobre trabajadores de la maquiladora, donde trabajé más de tres décadas. Me inclino por reivindicar a los indigentes, los inmigrantes, los indígenas, los obreros, y las víctimas de las violencias. Ello no impide que también escriba sobre brujas, hadas y fantasmas. Uno. En ocasiones recurro a la mitología, la historia o a los cuentos clásicos para encontrar la forma de narrar. Investigar sobre los personajes es fundamental para un buen cuento. Seis. Escribir un buen cuento es para un escritor lo que para un arquero: acertar en el centro de la diana. Hay que apuntar con gran concentración y tensar bien el arco para dar en ese pequeño punto central. Quizá después de tirar mil veces y errar, lo logre. Mi objetivo es que mis cuentos se conviertan en flecha y enamoren a los lectores. Tres. Sin buena lectura no hay buena escritura. Leer como una experiencia íntima y decisiva. Leo de forma que aprovecho al máximo las destrezas de la lectura, no solo para conocer, sino para aprehender y aprender de los y las mejores cuentistas. Del cine, las series y el autoestudio también se aprenden técnicas narrativas. Nueve. El cuento es un milagro, una maravilla que raras veces se alcanza, pero eso no me desanima, al contrario, disfruto del viaje que me lleva hasta ese destino prodigioso. Una buena historia y un final que revele algo escondido, personajes bien construidos y atmósferas adecuadas, son clave para llegar al final del camino amarillo. Cuatro. Ser escritor requiere convicción y obsesión. Escribir es producir con constancia y disciplina las ficciones de la imaginación, si se quiere llegar a ser buen cuentista o novelista. Conlleva aislamiento y soledad, envidias, críticas y más trabajo, aunque también tiene sus placeres. Diez. Aprendo de los maestros escritores que ya tienen un largo camino recorrido en la literatura. Asisto a sus talleres, encuentros y presentaciones, los leo. Si quiero escribir bien, hay que empaparse del cuento, vivir del cuento. Nunca terminaré de aprender, corregir, volver a empezar.

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