ยกร RASE UNA VEZ... U NA BR JA! U
Ilustraciones: Marcella Briotto
Resultado del taller realizado el 1 de diciembre de 2017 a las 18 horas
Agradecemos inmensamente a Ana Luelmo, Mario Carreón, Alfredo Roagui y Gustavo Arámbula por la realización de los seis talleres basados en nuestro libro ¡Érase una vez ... una Bruja! en la FIL Niños 2017, parte integrante de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El libro, escrito por Carla Chaubet e ilustrado por Marcella Briotto, propone que el personaje principal cree su propia historia. Y fue exactamente eso que los niños hicieron: con escenarios, personajes y elementos adicionales, como escoba de bruja, polvo magico, fuego y otros, cada grupo de niños creó una historia para nuestra bruja, componiendo texto y escenarios que reproducimos en los seis libros de esa colección.
© 2017 Editora Pipoca® Todos los derechos reservados Producción gráfica y editorial: Editora Pipoca® Ilustraciones: Marcella Briotto ISBN: 978-85-5446-049-5 São Roque — SP www.editorapipoca.com.br contato@editorapipoca.com.br
Taller realizado a partir de la lectura del libro ¡Érase una vez... una bruja!, de Carla Chaubet, ilustrado por Marcella Briotto.
ยกร RASE UNA VEZ... U NA BR JA! U
Ilustraciones: Marcella Briotto
Resultado del taller realizado el 1 de diciembre de 2017 a las 18 horas
La bruja salió montada en su escoba a visitar a su madre, una mujer muy adinerada, una poderosa hechicera jubilada que pasaba las tardes haciendo Tai-Chi y cocinando pasteles de lechuga. La chica llego a la puerta del imponente castillo y tocó con fuerza. –Madre, madre soy yo, Margo, tu hija, ¿estás ahí? –Sí mijita, estoy haciendo Tai-Chi, ¡pasa, pasa! –La madre le invitó a pasar. –Madre, qué gusto que estas en casa, necesito que me ayudes a crear un hechizo nuevo, tengo que experimentar...
La mama entonces le ofreció enseñarle un nuevo hechizo siempre y cuando le permitiera terminar su entrenamiento. Una vez que terminó su Tai-Chi la madre le ofreció enseñarle el hechizo de doppelgänger para poder tomar la apariencia de otras personas. Margo aprendió rápidamente luego de un par de horas y su madre la felicitó dándole una bolsa de polvos mágicos por ser tan aplicada.
Subieron a la torre para admirar el atardecer. Margo estaba muy contenta por estar con su madre cuando de pronto escucharon un toquido en la puerta... toc toc toc sonaba y sonaba, toc toc toc, sonaba desesperado. –Soy Juanito Tomate, el Leñador, y le he traído leña para su caldero. –Pasa Juanito, y por favor deja la leña cerca del caldero –dijo la anciana– y ayúdame a encender un poco. Un rugido se escuchó muy de cerca y el leñador asustado tomó una espada que encontró a un lado de una armadura del castillo y salió de la habitación muy a prisa. –Debe ser Pimienta, mi dragón –dijo la madre de Margo–. Mi dragón siempre se acerca cuando escucha que encenderemos fuego.
El Leñador decidido salió dispuesto a matar al dragón, pero él no sabía que en sus manos sostenía una espada mágica... El dragón, al ver al diminuto hombre, soltó una gran llamarada para calcinar al envalentonado leñador. El fuego se partió en dos al llegar a la espada y el hombre salió ileso. –¡Pimienta Mala, Pimienta Mala! –gritó la anciana bruja desde el balcón–, ¡es Juanito el que me trae la leña! El dragón regañado huyó al bosque. –Y tú, Juanito, no deberías hacer tanto alarde cuando escuchas algo… es sólo mi mascota Pimienta –regañó la madre de Margo al pobre Juanito, que estaba temblando todavía.
La anciana bruja le pidió entonces a su hija que fuera a buscar a su dragón al bosque, pero Pimienta es como un gato asustadizo que huye de ella… Estaba a punto de agarrarlo en una ocasión, cuando un gran tornado se acercó desde el oeste. El tornado traía a una princesa que parecía mareada, así que la bruja primero rescató a la princesa y le contó cómo necesitaba atrapar a la mascota de su madre. –Muy bien, yo puedo ayudarte –dijo la princesa– yo hablo Dragollano y puedo rastrearlo... Anduvieron por ahí un rato hasta que la princesa escuchó un ruido conocido, la bruja sólo vio cómo la princesa comenzó a hablar en un extraño idioma. –Ven aquí criaturita –dijo la princesa en esa extraña lengua. Esto tranquilizó a Pimienta y acto seguido lograron colocarle su correa.
La bruja le agradeció a la princesa y juntas hicieron un campamento pues ya era muy tarde y debían descansar. Pimienta pasó la noche acurrucado con su cola alrededor del campamento. Al día siguiente llevarían al dragón de regreso con la Madre de Margo. Estaban contentas de haberse conocido, Pimienta les ayudo a encender una fogata para cocinar bombones.
Y colorĂn colorado, este cuento se ha acabado.
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