ISLANDIA
LA TIERRA DE
MAYO 2017
HIELO Y FUEGO
Islandia. TierRa de hielo y fuego. De glaciares y volcanes. Cascadas y géiseres. Oxímoros. Una naturaleza apabulLante, torRencial, relajante e intimidante. TierRa de vikingos y exóticos contrastes. Un mundo perdido en el que la aventura acecha a la vuelta de cada montaña, de cada cabo, laguna, meandro o camino. bPor: Fco. Javier González U Fotos: Gonzalo Manerac
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uidado con las fotos del país que tenéis idealizadas en la cabeza de paisajes soleados, con dobles arco-iris y sin turistas. No son fáciles de ver”. Son las palabras de Xavi, nuestro guía de la agencia Tierras Polares en la reunión previa a comenzar nuestra andadura de una semana por el sureste de Islandia. Y en ellas se esconden varios conceptos interesantes: por un lado la meteorología extremadamente inestable del país, y que confirma el dicho local de "si no te gusta el tiempo que hace, espera cinco minutos". Por otro lado, efectivamente el número de turistas en Islandia está creciendo a un ritmo inusitado ¡del 20%!, lo que hace muy difícil no verse rodeado de palos de selfie en muchos de los atractivos naturales más famosos de la isla. Pero tranquilos: es fácil de evitar con simplemente salirse un poco del camino trazado… Un abarrotado vuelo de cuatro horas de Icelandair nos lleva desde los 35º de Madrid hasta los 11º Reikiavik. Es fácil reconocer a los
islandeses porque no les impide seguir en manga corta. Islandia tiene algo más de 320 mil habitantes, y dos terceras partes se concentran en la capital y los alrededores, mientras que el resto se reparte sobre todo por la costa, y la zona central de la isla permanece prácticamente deshabitada. La consanguinidad de sus habitantes ha hecho triunfar una aplicación móvil para detectar si la persona a la que acabas de conocer es tu primo. Otro dato: Alicante es la segunda comunidad de islandeses del mundo. Apenas hay carreteras asfaltadas. La 1 da la vuelta completa a la isla, y el resto son prácticamente todas pistas de tierra. La única autopista une el aeropuerto con la capital. Unas amenazantes nubes negras parece que van a caer sobre nuestras cabezas. Una lluvia hace torrencial acto de presencia. Tierra negra volcánica. Señales que indican “pueblos de vikingos”. Desde esta isla partió Leif Erikson, considerado el primer europeo en pisar el continente americano. Comprobado. Sólo cinco minutos después el sol acaricia nuestras caras.
KRYSUVIK
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Unos hedientos esqueletos de bacalao capturan nuestra atención colgados sobre la estructura de madera de un secadero. La cultura maderera de los vikingos esquilmó una isla en la que es muy raro ver árboles y bosques. El paisaje se accidenta y reverdece cuando pasamos a una carretera de grava, en la que nos cruzamos con varios esforzados cicloturistas que luchan contra el viento mientras progresan por un terreno tan precioso como duro para pedalear. Tierra de mitos y leyendas. Elfos y trolls. De camino al área geotermal de Krysuvik nos detenemos en el lago Kleifarvatn, donde habita un legendario monstruo con forma de gusano y el tamaño de una ballena. El paisaje es árido. Tierras ocres y playas de arena negra. Ni rastro del monstruo. Pequeñas columnas de vapor salen de las montañas anunciando la proximidad de la zona geotérmica de Seltún. La dorsal Mesoatlántica, que atraviesa por el sureste la isla justo por la zona que pisamos, propicia una mayor actividad volcánica. Con un intenso olor a azufre caminamos por un sendero marcado que recorre la zona entre fumarolas y burbujeantes charcos de barros y aguas calientes, rodeados de arenas amarillas, marrones y rojas.
ROAD-MOVIE Apenas ha comenzado nuestro periplo y ya siento cómo la simple observación de la naturaleza va poco a poco reconectándome con mis emociones interiores. Las personas observadoras saben que la naturaleza nos brinda infinitas posibilidades de aprender y reflexionar sobre la vida. Me invade una sensación de estar alejado de todo, en un cosmos tan exótico y particular que da la sensación de estar en otro planeta. Ahora entiendo que Julio Verne se basase en los paisajes islandeses para su “Viaje al centro de la Tierra”. Cerca del mar los líquenes tornan a blancos, puro contraste con la roca volcánica. Numerosas gaviotas sobrevuelan la costa, que intuimos gracias a las olas que chocan contra los acantilados. Casas y granjas aisladas frente a la penetrante profundidad de la extensión del mar. Una ermita se recorta en el horizonte después de un pequeño faro. El paisaje torna en grandes praderas con pacas de hierba esperando el invierno, y pequeñas cabañas con humeantes fumarolas y caballos pastando. Las granjas y casas aprovechan la actividad geotérmica para uso privado: agua caliente y electricidad. Toda la isla se abastece de energías renovables, gratis para sus habitantes. Muchas granjas se están adaptando al auge del turismo y alquilan habitaciones con rutas a caballo. Se calcula que en el país hay cien mil caballos de raza autóctona, el poni islandés, pequeños y dóciles aunque capaces de soportar condiciones muy adversas gracias al entorno en el que se han criado. Me recuerdan a los asturcones. Kilómetros y kilómetros sin nada más que paisaje despoblado, cambiante en pequeños detalles: una planta, un color, un relieve, un árbol.
THINGVELLIR Una perspectiva de moles montañosas con abundantes neveros se dibuja más allá de las llanuras de pastos y rocas que recorremos. Entramos en el Parque Nacional de Thingvellir, lugar en el que se constituyó la primera institución parlamentaria de Islandia alrededor del año 930, quizás también una de las primeras del mundo. En estas llanuras –abundantes en recursos y fácilmente accesibles a caballo desde cualquier parte de la isla- se reunían una vez al año los 48 jefes tribales de la isla para debatir leyes, dirimir disputas e incluso castigar a los culpables de delitos ahogándolos en la Drekkingarhylur, o piscina de los ahogamientos, en el cauce del río Öxará que atraviesa el Parque. Al interés histórico de la zona se le unen las especiales características tectónicas. Por aquí pasa la falla que divide Europa de América, cuyas enormes dimensiones impresionan tanto como saber que ambas placas se separan a un ritmo de dos centímetros al año, aunque el volumen de turistas allá donde se mire lo desvirtúa un poco. También se puede bucear en el lago Pingvallavatn y disfrutar de la falla en solitario. Sólo llevamos media jornada y ya estoy enamorado del país. “En el sur hay más atractivos naturales, es perfecto para un viaje de una semana.”, me dice nuestro guía Xavi mientras nos prepara un curioso picnic mezcla de productos islandeses y españoles. “Además, estáis viendo tantos turistas porque todavía no nos hemos salido de la ruta del Círculo de Oro, que es la más famosa del país y por tanto la más masificada”.
GEYSIR Uno de los grandes atractivos del Círculo de Oro es la zona geotérmica de Geysir, nombrada así en honor al géiser que ha dado el nombre común al resto de las fuentes termales del mundo que emiten periódicamente columnas de agua caliente y vapor. Su significado en islandés sería equivalente a “surtidor”. En el parque de Haukadalur se encuentran un total de seis géiseres. Stori-Geysir –que era el más famoso y el segundo más alto del mundo con casi 80 metros de altura- cesó su actividad en 1916, en parte por la acumulación de piedras y objetos introducidos en su interior por los humanos. Ahora la atracción principal es su hermano pequeño Strokkur (la Batidora), cuyo chorro de agua alcanza entre veinte y treinta metros y erupciona cada siete minutos más o menos. Cuidado: la temperatura del agua puede llegar a los 100º. “Es muy bonito, pero hay demasiada gente”, escucho a una señora que termina su visita a la par que nosotros. “Nosotros también somos gente”, contesto amablemente para remarcar que muchas veces nos creemos no formar parte del mismo grupo de turistas que invade cada lugar que visitamos. Por su gesto, no le ha hecho gracia.
GULLFOSS Hace mucho tiempo un granjero llamado Gýgur tenía grandes cantidades de oro, y no soportaba la idea de que al morir fuese a para a las manos de otro. Para evitarlo, metió todo el oro en un cofre y lo lanzó a las cascadas… Esta es una de las leyendas sobre la etimología de Gullfoss, la cascada de oro. Otras más simples lo explican por el tono dorado que adquieren sus aguas o por el usual arco iris que se forma en un atardecer soleado. En cualquier caso es innegable que las dos cascadas, una superior de 11 metros y otra inferior de 21, son realmente imponentes. Un brutal volumen de agua y un cautivador paisaje hacen de ellas un atractivo de primer orden. Y claro, no esperéis demasiada intimidad en ninguno de los miradores. La estatua de una mujer recuerda el tesón con el que defendió las cascadas de ser ultrajadas por una central hidroeléctrica.
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personas observadoras naturaleza infinitas aprender y reflexionar sobre la vida
Las saben que la nos brinda posibilidades de
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La 1 es una carretera 100% escénica. Pocos coches, abundantes autocaravanas y algunos autoestopistas. Mi ventanilla es como la pantalla de un cine en el que ponen un documental de naturaleza cuyo guión cambia según en qué dirección mires. La luz, a veces cruda, a veces bucólica, parece mutar por momentos los cautivadores paisajes de una geografía formada por la interacción de lava y glaciares. Montañas y fiordos. Ríos de aguas sedimentadas listos para ser descendidos en balsas de rafting, o incluso -los más aguerridos palistas- en kayaks. Pasamos sobre el poderoso río Thjórsá, el más largo de Islandia. Un restaurante etíope en medio de un pueblo perdido. Bandadas de pájaros que migran. Carteles con letras arcanas. Vestigios de otros tiempos en los que la isla estaba completamente aislada de influencias culturales exteriores. Vemos al famoso Eyjafjallajökull, el glaciar más pequeño de la isla que sin embargo cubre al volcán cuya erupción provocó en 2010 la que ha sido probablemente la mayor crisis aeronáutica de la historia. Cruzamos un espejismo manchego. En la lejanía, las islas Vessman - de los hombres del oeste- esconden en sus afilados perfiles viejas historias de piratas argelinos que secuestraron a sus habitantes.
SELJALANDFOSS
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Cómo desearía que estuvieses aquí… suena Pink Floyd en mi cabeza mientras la áurea luz del crepúsculo incide sobre el torrente de agua que se desploma en Seljalandfoss, la cascada del oro líquido. La magia del instante preciso. Imperdonable no visitar la Cascada Escondida, a tan sólo 200 metros y -como su nombre indica- oculta tras un estrecho pasadizo que da paso a una espectacular sala en la que el agua cae. Justo entre las dos, una bucólica zona de acampada, austera y sencilla, pero con privilegiadas vistas a ambas cascadas. La acampada es libre en todo el país salvo en algunos lugares en Parques Nacionales. Los colores del ocaso tiñen el paisaje de dulces tonos. Las ovejas pastan en grupo monoparentales de tres ya que, al no haber depredadores, no necesitan del rebaño. Vislumbramos glaciares bajo el cielo de nubes rosadas, y un perfil infinito hacia el mar que acaricia los acantilados de la costa. Esta tierra es un paraíso para los fotógrafos de naturaleza, en la que se dan combinaciones imposibles, oxímoros naturales, signos de transformaciones de otras épocas en las que las montañas eran islas, y las llanuras el mar. Cuando la meteorología se endurece, el ánimo muda en oscuro e inquietante. Si apareciese un grupo de triceratops, no desentonarían en el primigenio paisaje.
LA PLAYA NEGRA El frailecillo es una simpática especie de ave caradriforme que se ha convertido en uno de los símbolos de la isla. Patosos volando, pero muy hábiles nadando, pueden bucear hasta más de veinte metros. Estamos en Reynisfjara, la playa negra, una zona de anidación de frailecillos en la que el basalto, un mineral común en zonas volcánicas, es el protagonista que tiñe de negro las perfectas formas hexagonales cristalizadas en las altas paredes que flanquean la costa. Olas pequeñas pero poderosas golpean los negros guijarros de la orilla, de la que sobresalen dos colosales diedros afilados sobre el mar bravío. Un dramático decorado digno de películas de piratas, hoy personificados en forma de turistas a la caza de su próximo “me gusta” en Instagram. Al otro lado, unos tenues rayos de sol iluminan lejanos islotes de superficie verde. El viento es tan potente que rompe una puerta de la furgoneta. Marismas y acantilados, decadentes granjas de uralita y sobrios chalets de madera. Una pequeña iglesia. Ovejas pastando y tractores. En algunos restaurantes aún sirven frailecillos.
dramático decorado digno piratas, hoy caza de su próximo Instagram
Un de películas de turistas a la “me gusta” en SKÓGAFOSS
¿Cuánto tiempo tardarán en cobrar por ver esta cascada y otros “monumentos” del país? Pienso en ello mientras esquivo turistas para lograr una instantánea libre de gente en una de las cascadas más famosas del país: Skógafoss, que ya desde lejos se intuye muy poderosa. Un arco iris nos recibe para lograr una bonita foto de portada, y ascendemos al punto panorámico más alto en busca de nuevos encuadres que capten las albricias de los pájaros jugando con el agua. ¡Atención! Todos los años hay accidentes (y muertes) por despeños, sobre todo porque hay mucho viento ¡y por los selfies! Una vez más, sólo hay que ponerse a caminar un poco para alejarse del gentío, y poco más de tres kilómetros bastan para que sólo las ovejas nos acompañen en el camino que sigue el curso del río Skóga entre cañones, meandros, saltos de agua y cascadas ¡muchas cascadas! El trekking no es demasiado técnico, y los hipnóticos paisajes facilitan el trabajo de las piernas, ya que logran que te olvides del esfuerzo de los músculos. A la vuelta nos acercamos hasta la base de la cascada para sentir el poderoso e impresionante espray de agua. Si esta misma mañana alguien apuesta conmigo a que va a salir el sol, pierdo seguro. Es por ello que en la mochila hay que llevar todo tipo de prendas y capas: en un mismo paseo puedes poner, quitar y cambiarlas en varias ocasiones. Eso sí, hay que estar, sí o sí, muy bien equipados contra la lluvia y el viento.
FJADRÁRGLJÚFUR Islandia enamora. Incluso los panoramas más llanos y áridos esconden cierto magnetismo. Bajo un trágico cielo que augura tormenta atravesamos la colada más grande del mundo: 500 km2 provenientes de la erupción en 1785 del volcán Laki. Aparte de matar a prácticamente toda la población de la isla, se dice que afectó tanto al clima, que Europa tuvo tres inviernos seguidos de malas cosechas, hambrunas y plagas. Justo en 1789 la Revolución francesa, ¿coincidencia? La pregunta nos deja pensando hasta que llegamos al cañón de Fjadrárgljúfur, formado durante la última Edad de Hielo. Islandia es un edén para geólogos, vulcanólogos, glaciólogos y demás científicos interesados en las señas visibles de multitud de procesos geológicos. Caminando por los serpenteantes senderos que siguen su curso, pienso que la naturaleza es muy abusona: una cascada cualquiera de Islandia sería un gran atractivo turístico en muchos otros países. Y, por cierto, para atractivo turístico… las auroras boreales. Al amanecer comprobamos que el mismo cielo que anoche nos recibió completamente encapotado está ahora despejado. Anoche, nos confirman, se vieron auroras. Pero, ¿quién lo hubiese pensado bajo la lluvia de anoche? Hay que ser un verdadero cazador de auroras ¡e ir a por ello! ¿Cuánto estás dispuesto a esperar para poder verlas?
INTERSTELLAR “Hay pocos días así en Islandia”, nos dice Xavi. La aparición de una morrena nos sorprende, sobre todo porque es una formación que tenemos asociada a alta montaña, y aquí las ves con el mar al
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EL GLACIAR QUE MIRA A LAS ISLAS
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LA PLAYA DE LOS DIAMANTES Paramos en un merendero cerca del lugar que ocupaba un poblado antes de ser destruido por varias erupciones volcánicas. Acongoja pensar en los colonos de una tierra tan dura e inmisericorde, aislados en tiempos tan lejanos. Los témpanos de hielo desperdigados por la pequeña laguna de Fjallsárlón nos saludan mientras miramos atónitos la titánica envergadura del glaciar Vatnajökull. Decía un maestro zen que establecer contacto con la belleza de la naturaleza hace la vida mucho más hermosa, mucho más real. Me concentro en sus palabras buscando el secreto del esplendor que me rodea. “Cuanto más atento y concentrado contemples la puesta de sol, más profundamente se te revelará." Un turista cualquiera se sube a un gran témpano en la desembocadura de la poderosa corriente de agua que expulsa el glaciar Jökulsárlón hacia el mar. Esta es la famosa Playa de los Diamantes, un auténtico cementerio de icebergs del cercano glaciar que se depositan en la arena de la playa, y que la acción de las mareas y las olas esculpen para formar gemas de hielo de distintos tamaños y formas. Un lugar cuya magia sólo rompemos –una vez más- la ingente cantidad de turistas tratando de inmortalizar cada ángulo con nuestras cámaras y teléfonos. De repente, el anónimo turista grita de miedo al comprobar que la corriente arrastra el témpano -con él encima- hacia el mar. El resto nos debatimos entre la preocupación por una situación que puede volverse peligrosa, y el evidente tono cómico de la escena.
VATNAJÖKULL “Estoy muy resacoso, no me vendría mal una cerveza”, me dice el conductor de la zodiac que nos pasea por el Jökulsárlón, el mayor y más conocido lago glaciar de Islandia. Como aficionado al kayak me siento un traidor sentado en la embarcación a motor que en una hora recorre lo que paleando serían ocho o más horas. Acercarse al frente glaciar es como medirse ante un monstruo de la naturaleza. Cuando ruge, aunque sea a lo lejos, sabes que es una fuerza ingobernable y de una colosal potencia. Las caprichosas formas y colores de los icebergs nos embelesan mientras el conductor nos explica la forma de saber la edad del hielo en función del color, así como interpretar algunas formas en función de cómo ha interactuado con el agua. Un par de focas nos saludan en un ambiente polar y lunar a la par. Que los glaciares se extinguen, ya no es noticia. Comprobarlo sobre el terreno, es escalofriante. Este, en concreto, ha retrocedido tres kilómetros de largo y cuatro de ancho en los últimos 25 años. “En 1980 desde la playa el hielo no permitía ver las montañas”, me dice el conductor. "Un estudio aventura que en el 2050 no quedarán glaciares en Islandia", le contesto. “Bueno, supongo que tendremos que cambiarle el nombre al país”. Un reno pasta frente a nosotros mientras estamos en el arcén. Aparece una gran cadena montañosa, larga y afilada, de la que todavía surgen lenguas glaciales que rodeamos por el sureste. Se podría hacer surf con vistas al glaciar, o trekking en el glaciar con vistas al mar. Las olas azotan valientes la costa, tanto que la espuma se eleva cual geiseres. Nos dirigimos a Skofta, el primer Parque Nacional de Islandia, y el más grande de Europa. Paramos en Höfn, un pueblo portuario, a tomar una cerveza en un restaurante famoso por su sopa de langosta. 8 pavos la birra.
TAKE A WALK IN THE WILD SIDE Es imposible no enamorarse de esta geografía grandilocuente, que además es una invitación a aventurarse a terrenos más indómitos que se intuyen a poca distancia de las carreteras y caminos más transitados. Grandes nubes acarician las cimas, y sus sombras se desplazan por laderas y neveros al ritmo del viento. Al otro lado el mar parece haberse calmado, aunque seguramente sólo espera un nuevo arrebato del Atlántico. Marismas y glaciares. Playas de arena y hielo. Altas cascadas escupen agua de los glaciares por escarpadas paredes volcánicas similares a geografías tan lejanas como Tehaupoo. Es como asistir al génesis. Lou Reed nos invita a darnos un paseo por el lado salvaje.
LA CASCADA (Y LA MUERTE) NEGRA Es curioso cómo lo que es exótico para unos no lo es para otros. Y para un islandés, una zona de monte bajo y abedules nórdicos es algo a lo que no están nada acostumbrados. Recorremos un sendero que lleva hasta la Cascada Negra. Setas y arándanos. Por el camino nos esquivan corredores de montaña en plena competición. Desde lejos, la cascada negra no parece gran cosa. Ese es el problema de un país tan
contacto con la belLeza de la naturaleza hace la vida mucho más hermosa, mucho más real Establecer
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otro lado. El fondo contrasta con la árida pradera de hierba amarillenta bajo la luz de un sol impetuoso. Algunos cisnes descansan en la cuneta de esta hermosa y solitaria carretera que cruza parte del desierto volcánico de Sendur. A estas alturas ya no sabes a qué paisaje atenerte. La carretera bordea una enorme pared que dicen es el gigante que guarda Islandia. El glaciar es el de mayor volumen de Europa: 8 mil Km2, como la Comunidad de Madrid de grande. La carretera se desliza directa hacia el macizo en un policromático plano de lava negra, praderas verdes, crestas grises, glaciares blancos y cielo azul. La fuerza de la naturaleza nos pone en nuestro sitio al ver por el camino los restos de un puente destrozado por una gran riada, consecuencia de la erupción de un volcán en pleno glaciar en 1994. El Svínafellsjökull –el glaciar de la granja de cerdos- es una lengua de su padre Vatnajoküll, pero con entidad suficiente como para ser una auténtica atracción en sí mismo. A medida que nos acercamos, el glaciar nos muestra sus arrugadas formas y temibles grietas. Encontramos algunos bloques erráticos, y nos maravillamos ante la enorme lengua helada que se desliza verticalmente por la ladera de la montaña. Entre otros picos de la zona, estamos cerca del Hvannadalshnjúkur, que con 2.110 metros es el más alto de Islandia. Suena el Blitzkrieg Bop en mi cabeza mientras me embadurno de protección 50 y me ajusto el arnés, los crampones y el casco. El guía se esfuerza en explicarnos diversas formaciones y procesos glaciales, pero nuestra ansia por comenzar puede con su paciencia. Un pequeño sendero nos descubre poco a poco una panorámica digna de otro planeta que efectivamente sirvió de escenario en la película "Interstellar". Un ligero viento catabático nos enfría mientras progresamos por el hielo cada vez menos sedimentado, cada vez más azul, más glauco. El laberíntico mar de dunas de hielo y grietas exige saber orientarse, para lo que incluso el guía necesita hacer marcas en el hielo con el piolet cada cierto tiempo. A paso lento pero firme avanzamos hasta una cueva que se introduce de lleno en el glaciar, que de vez en cuando me asusta al tañer atávicas sinfonías desde sus oscuras entrañas.
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persuasivo, que algunos atractivos pierden atractivo. La cascada gana en las distancias cortas, gracias a la curiosa pared de basalto negro con forma de órgano de iglesia. Se dice que la iglesia más famosa de Reykjavik está basada en la estructura de esta cascada, y que una podría encajar perfectamente en la otra. La llanura del desierto muestra perfectos reflejos de meandros que serpentean hacia el mar. Una bandada de pájaros vuela hacia el noreste. Nubes cumulonimbiformes en el horizonte. La venta del alcohol en Islandia está limitada, y sólo se puede comprar en tiendas del gobierno llamadas Vinbudin. Nos hacemos con packs de cervezas con vikingos dibujados en las latas y una botella de Brennevin: la legendaria bebida nacional en Islandia, elaborada con la pulpa de patata fermentada, y aromatizada con comino, semillas de alcaravea o angelica. Se denomina de forma popular como la “muerte negra”.
EL CAÑÓN DE FUEGO
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Tornamos al interior. A pesar de que sólo estamos a 500 metros de altitud se consideran ya las Tierras Altas. El acceso por pistas sólo se puede hacer en 4x4. Más aislados, menos gente. Nos acercamos a Eldgjá, el cañón de fuego, formado por un río de lava en la mayor erupción volcánica de la tierra en el último milenio, en el año 934. El cañón tiene 8 km de largo, 400 m de ancho y 150 m de altura. Caminar por él es como hacerlo por la superficie de una luna de regadío en la que han crecido musgos y líquenes. Hay senderos de distinta dificultad; el más -fácil de 1 hora- llega hasta una bonita cascada después de recorrer el cañón que sigue el cauce de un río. El más largo –de 14,5 km- asciende hasta la cima del Gjátindur. La luz del sol lucha por abrirse paso entre espesas nubes, y el liquen parece brillar. A pesar del agua y del verde, la sensación es de pisar una tierra cruel e inmisericorde. El azar meteorológico: o la suerte de estar en los momentos justos en los sitios justos. A veces ganas, a veces pierdes. Pero incluso perdiendo merece la pena jugar. Kilómetros y kilómetros sin cruzarnos con nada ni nadie. Neveros desperdigados, grandes rocas negras desprendidas. Ríos que atraviesan la carretera. Cuanto más al interior más salvaje, indómito y técnico se vuelve el territorio: pendiente de grandes aventuras. Un ondulante paisaje al que las nubes y la lluvia imprimen aún más carácter si cabe. Sin duda un mal sitio para quedarse tirado. La cercanía del volcán Hekla, que cada quince años anuncia la puerta del infierno con sus erupciones, me inquieta. Un cartel nos avisa de que los gases son mucho más peligrosos que la lava, y que en caso de erupción, una antena enviará un aviso a todos los móviles de la zona. Cada día que pasa percibo mas sincronía entre la música de Sigur Ros y los paisajes de su tierra natal.
LANDMANNALAUGAR Después de vadear un buen par de ríos llegamos a una especie de complejo en una gran explanada, con numerosas tiendas de campaña, tres construcciones de madera, y lluvia, mucha lluvia esperándonos desde ese preciso momento. Hemos llegado al punto de inicio del trekking más famosos de Islandia: el Landmannalaugar. Los idiomas se entremezclan en el amplio refugio, que es necesario reservar desde casi un año antes. La cantidad de botas de montaña en el recibidor (en Islandia no se entra en las casas calzado) da una idea de toda la gente que hay. Un numeroso grupo de montañeros germanos comienza a dar síntomas de embriaguez en el comedor mientras nuestro guía enciende la barbacoa bajo el lluvia para asar patatas y filetes de cordero. Al día siguiente la borrasca se intensifica, pero aun así somos de los pocos grupos que se anima a salir al camino. ¿No tenemos ropa técnica para eso? Un refugio de comienzos del siglo pasado sigue en pie como testigo de tiempos en los que a la zona sólo subían pastores y montañeros pioneros. El camino serpentea un leve desnivel antes de adentrarse en una laberíntica senda a través de una enorme colada, en el que se pueden ver abundantes y enormes bloques de obsidiana, algo poco común, como tantas otras cosas en esta tierra de imposibles. A pesar de las nubes, podemos ver pequeñas y grandes fumarolas en una extensión conocida como las Montañas de Colores. El viento mueve el humo con olor a azufre produciendo fantasmagóricos fotogramas, y a pesar de la creciente mojadura nos dejamos llevar por el maravilloso a la vez que inquietante y magnético paisaje. De vuelta nos topamos con un río de aguas teñidas de dorado por las piedras amarillas y el azufre del cauce. Piedra negra, liquen verde, agua amarilla, nubes grises: un crisol de tonos de ciencia ficción. De vuelta al refugio nos ponemos el bañador para disfrutar de las termas naturales bajo el chaparrón. El camino de madera nos guía bajo la lluvia hasta el agua caliente que templa nuestros cuerpos después de una dura jornada de frío y humedad. La visión de las gotas de lluvia caer sobre el agua mientras te bañas en cálidas aguas es impagable. El primer refugio de montaña con parrilla ¡y spa gratuito!
AFANGAGIL Con mucha dificultad la furgoneta supera un pronunciado desnivel que desemboca en un espectacular mirador al cráter Ljoeitollur, en el que algunos líquenes naranjas y amarillos dan el toque exótico a un ambiente alienígena. Unas ovejas preceden la llegada a Afangagil, una solitaria casa en medio de ninguna parte, sin electricidad, que será donde pasemos la noche. Secamos nuestras ropas en la estufa de gas, preparamos té y nos disponemos a pasar la noche a la luz de las velas. Es reconfortante no tener wifi.
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fffGUÍA8PRÁCTICAfff TIERRAS POLARES
¿CON QUIÉN VOLAR?
La aerolínea Icelandair oferta varios vuelos semanales en temporada de verano desde Madrid y Barcelona sin escalas hasta Reikiavik. Desde Barcelona operan del 3 de junio al 2 de septiembre, con salidas los sábados a las 23:45 del aeropuerto de El Prat. Desde Madrid operan dos salidas, los miércoles y sábados del 28 de junio al 9 de septiembre, y con una única salida los sábados del 10 al 24 de junio, así como el 16 de septiembre, en todos los casos desde el aeropuerto de Barajas. 93 217 9142 icelandair.es
Icelandair es la aerolínea de bandera islandesa y ofrece 3 clases de servicio a bordo. Economy, con uno de los mayores espacios entre asientos a nivel europeo, equipaje facturado incluido, pantallas individuales en cada asiento y bebidas a bordo; Economy Comfort, clase superior que ofrece más espacio al pasajeros bloqueando el asiento central de la cabina además de 2 piezas de equipaje facturado incluido y menú a bordo; Y Saga Class, la clase Business de Icelandair, que ofrece todos los beneficios de las clases anteriores además de cómodos butacones, menú y bebidas alcohólicas incluidas.
La agencia Tierras Polares es especialista en viajes y expediciones en Islandia, con variados programas de distinta duración, nivel y estilo de viaje, y en distintas épocas del año. De entre todos, el más curioso es Islandia al revés, que aprovecha el solsticio de verano para programar todas las actividades a partir de las 8 de la tarde. 91 364 16 89 tierraspolares.es
MÁS INFORMACIÓN
La web de la oficina de Turismo de Islandia dispone información de distintas regiones de la isla, transporte y alojamiento, y propuestas de actividades. Y además ¡en español! es.visiticeland.com
Puedes ver un vídeo de nuestro viaje en revistaoxigeno.es