Boletín mensual (19) Noviembre 2015
Espacio de reflexión ¿Qué sentido tienen los encuentros Krishnamurti? Recientemente, la FKL organizó un encuentro de 2 días en Valencia, España. Habían acudido a la cita unas 18 personas, todas ellas interesadas en explorar cuestiones fundamentales: cómo vivimos, qué significa cambiar y si es posible hacerlo. Era un grupo muy heterogéneo: había una artista, profesores, médicos, un psicólogo de la guardia civil, un financiero, terapeutas, ingenieros, jubilados, amas de casa, de todo un poco. Cada uno de ellos venía de un lugar, con su cultura, su pasado, su realidad, su experiencia de vida. A primera vista, todo parecía separarnos ––la apariencia física, nacionalidad, edad, cultura, idioma, hábitos alimenticios, etc. –– pero a medida que empezamos a explorar, estas diferencias fueron perdiendo protagonismo y empezó a aflorar lo que todos tenemos en común. Investigando juntos, nos dimos cuenta de que compartimos mucho más de lo esperado, no en la superficie donde todo parece diferente, sino en lo más profundo. Vimos por ejemplo que el motor que marca el ritmo de nuestra vida era exactamente el mismo en cada uno de nosotros. Nos dimos cuenta de que exceptuando ciertas acciones como el comer, dormir, respirar, que son propias de la inteligencia del cuerpo, casi todas las demás (por no decir todas) tienen su origen en una creencia, una conclusión, una idea, una opinión, etc. Vimos, por ejemplo, cómo
llevamos a nuestros hijos a tal colegio porque lo consideramos mejor, más creativo, con más nivel, etc.; vimos cómo estudiamos una carrera en función de lo que creemos nos reportará, que decidimos nuestra dieta en función de nuestras ideas y nuestros conocimientos al respecto, y así con todo. Básicamente nos dimos cuenta de que no somos más que distintas ramas de un mismo árbol que se alimenta del pensamiento y sus derivados, o sea, las ideas, conclusiones, conocimientos, etc. Vimos cómo funciona todo esto, que al fin y al cabo es nuestra vida, tratando de comprender cómo se origina este caos, este conflicto y sufrimiento interno que todos padecemos y que se refleja en lo externo. Dicho así pareciera muy poca cosa, y sin embargo, que un grupo de personas vea eso ––lo cual es muy diferente a que se lo cuenten––, eso tiene un inmenso valor, porque significa que hacen el viaje juntas. A menudo en los encuentros no se viaja, sino más bien cada uno de los participantes cuenta su viaje individual. Comparte sus fotos, sus anécdotas, describe lo que ha visto, intenta convencer a otro, a mostrar que su viaje es mejor, más completo, discrepa con quienes cuentan su propio viaje, etc. A veces incluso, algún osado (o inconsciente) se atreve a explicar a los demás cómo viajar o describe todo lo que ha visto, como si esto, en el caso de que fuera verdad --lo cual es cuestionable-- tuviera algún valor para quien lo recibe, los demás integrantes del grupo. Eso es exactamente lo que hacen todos los que participan de la corriente de la autoayuda y los gurús, o los coachs, que son los nuevos gurús, los nuevos sacerdotes. En la fundación, en cambio, no entendemos así nuestro mandato ni los encuentros. De hecho, pensamos que un encuentro en el que los participantes se limitan a describir el viaje, aunque transcurra amistosamente ––lo cual no sucede siempre porque las opiniones siempre dividen–– no le hace justicia al reto que nos lanza Krishnamurti en cada una de sus charlas cuando nos insta a descubrir lo que es, y a hacerlo por nosotros mismos. Descubrir es viajar, no se puede descubrir sin viajar, esto es una ilusión por no decir un engaño. Ya sé que ahora en la era de Internet parece que uno puede descubrirlo todo sin moverse de casa, pero es falso, el contacto virtual no vale para descubrir. No se puede descubrir París viendo las fotos y las
descripciones de otros, ni leyendo toda la información de Google, Wikipedia, etc. Para descubrir París de verdad, hay que ir a París, y esa es la propuesta de la Fundación: viajar, viajar juntos. No importa si vamos lejos o cerca, solo importa hacerlo y hacerlo juntos. Y este viaje empieza sin duda en uno mismo. Paloma Salvador, (FKL)
Noticias Encuentro en Valencia, España
Testimonios de los participantes “Indudablemente, a partir de la fructífera investigación que hemos podido compartir, quisiera expresar, ya de entrada con mucha gratitud, unas reflexiones en las que por supuesto han insistido los síndicos de la Fundación Krishnamurti Latinoamericana, y que personalmente me parecen muy importantes. La cuestión inicial y para mi fundamental ha sido: ¿Qué es la investigación? Descubrir este arte de investigar, tras descartar todo el movimiento de nuestra estructura psicológica, que está basado en el conocimiento acumulado, en el pasado, que inevitablemente genera un pensamiento limitado y fragmentado, supone realmente la base primordial de la propuesta que nos brindó Krishnamurti de forma insistente durante toda su vida. Investigar profundamente por nosotros mismos, como muy bien hemos descubierto, nos permite la posibilidad de contactar directamente con los hechos, con la realidad de lo que es. Y ciertamente, esta investigación de los hechos se ha dado claramente durante el encuentro, y además, también se ha producido algo a veces difícil de conseguir, lo hemos realizado conjuntamente. El descubrimiento ha florecido en un verdadero y profundo diálogo de investigación.” ––Juan García Armengol. “De nuevo gracias a cada uno de vosotros, todo fue perfecto. Hemos logrado algo muy difícil, la transcendencia del pensamiento al unísono. Ha sido un encuentro luminoso que ha dejado un halo esperanzador...y muy bonito.” ––Deva Sand.
Encuentro de la Fundación en Uruguay Unas 26 personas participaron en las dos reuniones de diálogo en Montevideo, Uruguay, organizadas en colaboración con el grupo Krishnamurti Uruguay. Hemos podido constatar la receptividad y el profundo interés de los participantes. Los diálogos expresaron la necesidad de continuar con las actividades de investigación por ver su importancia en el campo del conocimiento propio.
Texto de Krishnamurti Este es un tesoro sagrado Krishnamurti: Cuando K muera, todas las Fundaciones serán responsables de que ustedes florezcan. ¿Se ayudarán activamente las Fundaciones, unas a otras, a florecer en las enseñanzas, y aportarán a los Centros esta percepción de “lo otro”? ¿Se comprometerán ustedes a hacer todo eso? Ayer fuimos a San Francisco a visitar a una señora que está muy enferma. La conozco desde el año 1925 y siempre hemos estado en contacto. Supongamos que yo no estuviera. ¿Qué diría de las Fundaciones, o más bien de una Fundación que tiene una Escuela, un Centro? ¿Diría: “Dios mío, esto ya no tiene sentido”? O, tal vez preguntaría: “¿Hay alguien aquí que sostenga esto, que florezca, que crezca? ¿Hay alguien que esté dispuesto a hablar conmigo de todo esto?” Cuando nos vimos la última vez, hablamos sobre la culpabilidad: un gran tema con muchas implicaciones. Cuando se plantee una cuestión de este tipo, ¿serán ustedes capaces de enfocarla como lo haría K, como lo harían las enseñanzas? ¿Cómo lo harán? ¿Serán capaces los Centros de atender a esta señora, de manera que ella pueda decir: “Sí, veo que siguen yendo en la dirección correcta y que sus iniciativas siguen siendo buenas”? Este es el punto. Creo que no nos exigimos a nosotros mismos el máximo. Seguimos diciendo: “Nosotros no podemos hacerlo; eso es cosa suya. Nosotros explicaremos su enseñanza; velaremos por que no se contamine. Es suya, y como es suya, no se contaminará”. ¿Cómo podríamos abordar esto? El propósito de K es muy sencillo. Lo que él dice es: “Vengan ustedes aquí y beban tanto como puedan. Investiguen, profundicen, lo máximo que puedan; participen sin reservas”. Y lo que yo creo es que ustedes dicen: “Eso es demasiado; no sabemos cómo”. ¿Cuando ustedes están
en el Centro con alguien que dice: “Me gustaría investigar esto con todo detalle”, le responderán: “Perdone...”; o bien serán capaces de atenderle, y además lo harán de una manera impersonal? Después de todo, las Fundaciones se han reunido aquí para ver lo que vamos a hacer cuando K se haya ido. Por eso les pedí que nos reuniéramos. ¿Han resuelto ustedes este problema? ¿O no tiene solución? A finales de la semana próxima tengo que iniciar un largo viaje y, por extraño que parezca, esto se ha convertido en una obligación. ¿Qué podemos hacer? Vamos a hablar un poco de este asunto. Uno puede ver que a través de la historia todo declina hasta convertirse en una pequeña y mezquina secta o templo. Se convierte en algo horrible. A través de la historia, en todos los casos, eso es lo que ha ocurrido. Y lo que decimos aquí es que eso no debe sucedernos de ninguna manera, bajo ningún concepto. Puede que, mientras vivamos juntos, todo vaya bien, porque nos conocemos, pero cuando ustedes hayan muerto, ¿qué ocurrirá? ¿Van a invitar a gente más joven a que se incorpore a las Fundaciones? ¿Los meterán ustedes mismos dentro de las Fundaciones? Síndico: Krishnaji, lo que me preocupa es que yo tenía muy claro lo que teníamos que transmitir: lo que usted nos está transmitiendo. Alguien, el otro día, planteó muy bien el asunto, cuando dijo: “Siempre estamos hablando de las enseñanzas, de las enseñanzas de K. ¿Tenemos claro qué son?” ¿Qué es lo que usted nos transmite, y que nosotros hemos de transmitir a nuestra vez? ¿Qué es eso que está tan vivo? Yo no lo tengo claro. No es una cuestión de meter aquí a gente más joven, sino qué es eso en sí mismo. K: Tras todos estos años, si me permiten la pregunta –no emplearé la palabra comprender– , ¿no viven en una mina?, ¿no entran en ella, escarban y disfrutan descubriendo cada vez más oro? ¿O lo que ustedes dicen es: “Lo siento, para mí eso es muy difícil; me desborda; me es imposible”? ¿Se bloquean ustedes, adelantan un paso y se vuelven a bloquear? ¿Qué pueden hacer?
La persona que ha mostrado estas enseñanzas no tiene ninguna importancia. Las enseñanzas son lo importante, y estas enseñanzas cubren la totalidad de la vida. De lo contrario no tendría sentido. En el pasado las enseñanzas se mancillaron y se destrozaron, pero ahora tenemos los libros, los originales de las cintas, etcétera. ¿Es eso todo? “Todo” en el sentido de si aquellos que han conocido al que trajo estas enseñanzas no han tenido relación con esa persona y con esas enseñanzas. ¿Cuál es esa relación? ¿Son meros oyentes, exploradores que van sólo un ratito a la mina? Alguien ha ido un poquito a la mina, a por oro o lo que sea, y dice: “Venid a ver qué filón tan extraordinario; es inagotable”. ¿Qué dirán ustedes, entonces? ¿“Lo siento...”, y se detendrán a la entrada de la mina?, ¿o, como miembros de la Fundación, se adentrarán hasta el mismo fondo? Ahora ya hemos resuelto, más o menos, todo lo relacionado con las publicaciones y las cuestiones administrativas. Por lo que a mí se refiere está resuelto. Si ustedes se quejan, no les haré caso. He acabado con todo eso y no entraré más en ese juego. Perdonen que lo simplifique de esta manera, pero es para que quede muy claro para todos. Aclarado este punto, al menos por lo que a mí se refiere, ahora quiero saber lo que van a hacer ustedes con esa mina que tiene tanto oro. Ese es el principal motivo de habernos reunido. Todos los motivos secundarios felizmente se han arreglado, en lo que ha mí se refiere. El punto principal sigue ahí, de una manera vaga. ¿Serán los Centros focos de luz, centros de algo inmensamente grande? Para mí lo son. No los vamos a llamar centros de adultos, eso suena muy mal. Realmente son centros de la humanidad. Me gusta la palabra Centro, podemos aceptarla. K se ha ido y él les ha dejado todo esto. ¿Qué va a ocurrir? Durante los próximos diez años todo irá bien porque K es muy probable que viva esos diez años o más. Pero, ¿y luego? En los viejos tiempos, los maestros decían, “Tú eres mi discípulo y te voy a enseñar. No lo utilices mal, no lo interpretes y no lo estropees”, y el discípulo decía, “Maestro, así lo haré”. Pero tenía su propia idiosincrasia , adoración y devoción. Luego decían, “Ah, es que él hizo milagros”, y así lo distorsionaban
todo. ¿Qué va a ocurrir con nosotros? Quizá no lo hayamos resuelto cuando acabe la semana, pero yo voy a seguir adelante con todo esto, junto a las Fundaciones, mientras me quede vida. No porque ustedes, o yo, seamos personas especiales, no; sino porque da la casualidad de que estamos juntos. Estamos juntos por una casualidad; no importa, pero así ha ocurrido y mi tarea está muy clara. Durante los próximos diez años, siempre que nos reunamos, voy a sacar este tema. ¿Cuál es su responsabilidad... sin sentirse culpables? Si ustedes no cumplen con esa responsabilidad, todo desaparecerá. ¿Cuál es su “dharma”? Esta es una buena palabra, pero también se ha corrompido. Su significado es preservar lo original. Lo original; no mi original o el suyo. Lo original significa algo muy diferente. Permítanme usar esta palabra con una gran vacilación, pues es muy poco entendida, incluso en la India, y, desde luego, mucho menos en Occidente. La palabra “dharma” significa mantener lo original. No la voy a usar porque nos conduciría a... Bien, ¿qué harán ustedes cuando K ya no esté? Durante los próximos diez años dedicará su vida a esto y lo discutirá con ustedes. Luego, adiós. ¿Qué va a ocurrir? Él utiliza la palabra sagrado y les dice: “Este es un tesoro sagrado. Esta es una mina en la que hay cantidades inmensas de oro que es sagrado; y yo se lo dejaré a ustedes”. ¿Qué harán ustedes con ella? Pónganse en esa situación, desde hoy, y véanlo. La contabilidad y todas esas cosas se las pueden pasar a algún profesional y con eso se acabó. Pero, ¿qué van a hacer todos ustedes en Inglaterra, en Ojai y en la India? Yo veo mi dharma, veo lo que tengo que hacer. En esta reunión me ha quedado muy claro, a mí, a K; algo que antes no estaba tan claro. ¿Les ha quedado claro a ustedes también? Ahora la tarea de K, durante los próximos quince años, aparte de las charlas públicas, es estar con los síndicos de la Fundación en la India, aquí y en Canadá, y empujarlos, arrastrarlos, llevarlos a la mina. Eso está muy claro y es lo que haré. Estoy absolutamente convencido y les ruego que lo acepten. Estoy convencido con toda seriedad. ¿Qué pasará? ¿Qué harán ustedes de aquí a diez o quince años?
Síndico: Creo que una de las dificultades aquí es que, cada vez que nos vemos los síndicos de las Fundaciones, estamos siempre ocupados con algún asunto. Da la impresión de que no tenemos tiempo para tratar temas más profundos. K: Eso ya se ha acabado. ¿Es eso lo que se ha estado haciendo en la India, en Canadá, en Brockwood y aquí? ¿Van a entrar en la mina, van a cavar, van a encontrar más lingotes, más cosas? ¿Van a ayudar a sus profesores a investigar más a K? ¿Vamos a hacer lo mismo en todas partes? J. Krishnamurti en Ojai, 20 de marzo de 1977
Boletín 58 (2002) de la Fundación Krishnamurti Latinoamericana