El individuo, la sociedad y la paz

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I. Una perspectiva general

Para investigar, es necesario que haya libertad. Debe resultar bastante obvio a la mayoría de las personas que el mundo necesita una revolución radical, no una revolución de palabras o ideas, ni un cambio en las creencias o los dogmas, sino un cambio radical, una mutación completa del pensamiento. Porque este mundo que es nuestro mundo, el mundo en el que vivimos, el que usted y yo habitamos, las amistades, las relaciones, el trabajo, las ideas, las creencias y los dogmas que defendemos, lo han convertido en un mundo monstruoso, en un mundo conflictivo, de desdicha y de perpetuo sufrimiento; eso es evidente. Sin embargo, a pesar de que todos y cada uno de nosotros seamos conscientes del lamentable estado de la situación del mundo, lo aceptamos como algo normal y lo padecemos día tras día. Nunca investigamos la necesidad, la urgencia de una revolución que no sea económica ni política, sino mucho más verdadera. Y eso es lo que vamos a investigar, abordar y explorar juntos durante estas tres semanas. No obstante, para investigar es necesario que haya libertad, para investigar de manera profunda y duradera, uno no puede depender de los libros, de las ideas, de las tradiciones, porque sin libertad no es posible investigar, si la mente está aferrada a cualquier dogma, tradición, creencia, etc., no es posible investigar. El problema para la mayoría no consiste en que seamos incapaces de inquirir o investigar, sino que, al parecer, no somos capaces de desprendernos realmente de las cosas, de dejarlas de lado y, por tanto, no somos capaces de tener una mente renovada, joven e inocente, que pueda mirar el mundo y todos los terribles acontecimientos que están sucediendo. Para inquirir, para investigar todas las cuestiones que afectan nuestras vidas como la muerte, el nacimiento, el matrimonio, el sexo, la relación, la virtud, si existe o no algo más allá de la acción de la mente, se requiere libertad, libertad para desprenderse, porque sólo cuando uno puede derribar por completo todo aquello que había considerado sagrado, sólido o virtuoso, puede descubrir la verdad. A fin de averiguar lo que es la verdad, vamos a investigarlo todo, a cuestionarlo todo, vamos a desmantelar esa casa que el hombre ha construido a lo largo de los siglos. Para hacerlo se necesita libertad, se requiere una mente capaz de inquirir, una mente seria. Por “seriedad” me refiero a esa cualidad que permite seguir un pensamiento hasta el final, me refiero a cuestionar sin temor a las consecuencias, de lo contrario, no se trata de inquirir, de investigación sino que uno se queda simplemente en la superficie y juega con las palabras y con ideas. Cuando uno observa detenidamente todo lo que está sucediendo, no sólo en el campo mecánico o técnico, sino también en nuestra relación con las demás personas, cuando uno observa que en todo el mundo el progreso niega la libertad, cuando observa la fuerza de la sociedad en la que el individuo ha quedado por completo relegado, y cuando observa cómo las nacionalidades dividen cada vez más, especialmente en este desafortunado país, queda patente que debe producirse una revolución profunda. Como somos seres sociales, tenemos que mirar primero la “sociedad”, ver cuál es su estructura y su naturaleza. No es posible vivir solo, incluso si uno se retira al Himalaya, se vuelve ermitaño o sannyasi, no puede vivir sólo; estamos relacionados unos con otros y esa relación crea esa estructura que llamamos “sociedad”, y esa


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