The Long Silence

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Índice Preludio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 La llamada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Un sueño llamado Prometeo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Una voz llamada DIVA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 Una Sombra en el Camino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Recuerdos Perdidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 La Inmensidad de Alaris . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 La Verdad Oculta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 Universo Interior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 EKO Reload . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93

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El largo Silencio

No sé cómo llegué hasta allí, quizás fuera sólo un impulso, quizás fuera solo un lejano eco en el largo silencio lo que me hizo navegar por el infinito océano hasta encontrarle. Cuando llegué, todo estaba en silencio, sin rastro de vida, sin rastro de emociones, solo el frío y largo silencio, pero mi llegada lo cambió todo. Aquel inhóspito lugar no estaba vacío, había una presencia más allí, apenas perceptible, apenas audible, pero allí estaba, como un guardián silencioso esperando a su presa. La magnífica estación orbital Keraban IV giraba lentamente, bañada por la fría luz de la estrella cercana. Aquella estación significó un hito en la historia de la humanidad, aglutinando en su interior sueños y esperanzas que fueron arracadas de forma violenta de sus dueños. Ahora, vagaba a la deriva abandonada desde hacía más de ocho años. Cuando llegué, recuerdo que mis sensores detectaron su inmensidad. Contaba con cinco anillos que rodeaban la gran espina dorsal que la mantenía erguida. Aún giraba lentamente en torno al viejo planeta de Alaris. Una gran nube de gas anaranjado en la que, tras su tormentosa e inhóspita atmósfera, se encontraba un pequeño jardín del Edén, también abandonado como la Keraban IV. Sus enormes anillos eran inmensas estructuras habitables comunicadas entre sí. Todo estaba vacío en ellas, apagado y cubierto de polvo estelar. Los miles de terminales del sistema central estaban desconectados y la gran sala de mando había sido testigo de un horror sin igual. Los restos de un combate feroz aún eran evidentes en su estructura, incluso después de haber pasado tanto tiempo desde aquel trágico suceso. Desde allí, se accedía al sistema de control general, donde se hallaba el núcleo vital de la Inteligencia Artificial que controlaba la Keraban IV. Pero la IA estaba desconectada, apagada, sin ningún tipo de respuesta sen5


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El largo Silencio

sorial. Aquello me inquietó, así que me mantuve alejada de aquel lúgubre lugar, sin embargo, mi presencia desencadenó un extraño suceso. Un leve rumor comenzó a recorrer la fría estación hasta convertirse en una desesperada llamada de auxilio. Cuatro monitores de la sala central se conectaron y, acto seguido, se encendieron las luces de emergencia. Aquello no era posible, todas las células solares había sido desconectadas al abandonar la estación, pero sin embargo, aquel terminal mostraba un código en la pantalla. Fue tan familiar que me entró pánico, aquel código rezaba “Complex Corporation – inicializando sistema vital – núcleo IA conectado – A7793B104”. En aquel momento todos los terminales del sistema central se conectaron a la vez, se quedaron en silencio esperando alguna orden, dudé por unos instantes, pero un código desfiló por mi mente, así que lo introduje. Al principio no pasó nada, pero aquello fue solo una ilusión momentánea. Algunos de vosotros preguntaréis quién soy. En aquel momento no lo sabía. Recordaba mi existencia a lo largo del tiempo, pero no sabía quién era, ni cuál era mi destino pero… ¿qué ser vivo lo sabe? En los albores de mi nacimiento alguien pronunció un nombre, fue como un suave susurro. Aquel nombre vino precedido de un código, una simple línea de código que me dio la vida y me hizo despertar: “Complex Corporation – inicializando sistema vital – núcleo IA conectado – Z71033F102” – Hola DIVA, ¿me recibes?, bienvenida a la vida. DIVA… ese fue el nombre que me dio mi creador antes de que yo le matara.

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Capítulo 1 – La llamada

No hace muchos años el espacio era un sueño para la humanidad, ahora simplemente es el campo de un mercado en expansión.

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Mi llegada a la Keraban IV tuvo sus repercusiones, nunca hay una acción sin reacción. Entonces no le conocía, ni sabía de su existencia, pero terminé sabiéndolo todo de él, incluso todos sus recuerdos. La vieja estrella moribunda del sector 9 asomaba por entre los anillos de asteroides cuando una llamada sacó del trance al teniente O´Bannon. - Derek, ¿me recibes? -… - Derek, sé que estás ahí, ¿me recibes? -… - Derek… -… - ¡Teniente Derek O´Bannon quiere conectar su cerebro electrónico! - Perdona Louis, estaba distraído. O´Bannon era lo que los humanos llaman un ser cibernéticamente alterado, o como coloquialmente se les denominaba, un Delta. A diferencia de los cyborg, más pesados y robustos, O´Bannon no tenía muchas partes mecánicas, apenas unos ojos robotizados y una rodilla de nueva generación, a causa de un accidente con su astronave. Los Delta, disponían de un cerebro electrónico conectado a su espina dorsal que convivía con el cerebro humano, utilizado solo para funciones básicas y motrices. Fue aquél cerebro electrónico el que me permitió acceder a todos sus recuerdos. No mucha gente podía permitirse esta operación y, por tanto, los Delta no eran tan comunes en la sociedad como los Cyborgs. Casi todos los pilotos espaciales de la división Lithium del ejército Aliado eran Deltas, aunque pocos tenían la pericia de O´Bannon en la navegación de astronaves. - Derek, tengo algo urgente para ti, viene directamente desde arriba. En ese momento, O´Bannon se encontraba de reconocimiento por el desolado sector 9 de la galaxia, básicamente un cúmulo de asteroides sin rumbo fijo, planetas sin vida y muchas, muchas turbulencias. 8


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La llamada

- Aún no he terminado el reconocimiento de este cuadrante, me dispongo a entrar en los anillos de asteroides, ni rastro de esos piratas. - Lo sé, estoy viendo tu posición. Por suerte el ordenador de tu astronave Z-23 sí está online mandando todos los procesos. – La voz de Louis adoptó un frío tono de cinismo- OK, estaré más atento la próxima vez. Louis era una Bioandroide. Una mujer robótica controlada por la inteligencia artificial que gobernada la estación militar de la División Lithium. Los Bioandroides tenían aspecto humano, de hecho estaban fabricados con componentes orgánicos, solo los nano robots moleculares que controlaban su cuerpo eran mecánicos. Sangre, pelo, órganos internos, todo igual a excepción de que no disponían de alma, técnicamente vivos, humanamente muertos. Para O´Bannon, Louis era su compañera en los viajes, era su enlace con la central, apenas la había visto un par de veces, pero siempre estaba detrás del intercomunicador del monoplaza de combate Z-23. - ¿De qué se trata esta vez, Louis? Estoy harto de estas absurdas patrullas en busca de contrabandistas, son una pérdida de tiempo. - Tú mismo te ganaste estas patrullas desobedeciendo las órdenes y entrando en aquel agujero disparando como un loco. O´Bannon esbozó una leve sonrisa que le cruzó su ancha y fuerte mandíbula, sus ojos no eran más que pequeños objetivos cibernéticos que no reflejaban sus sentimientos, pero las arrugas que los rodeaban demostraban su complicidad con Louis. Para Derek, Louis era un ser vivo más, no sabía si humano, pero vivo al fin y al cabo. O´Bannon era posiblemente el mejor piloto de la División Lithium, pero tenía un problema con la jerarquía de mando y con acatar las estrictas normal marciales. En el fondo, era un contrabandista frustrado. A pesar de que no era mayor, había participado ya en varias misiones catalogadas como suicidas, y en su tiempo libre siempre se metía en problemas. Sin embargo, aquella vida de tanta tensión no hacía mella en su carácter ni en su 9


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ácido humor, más bien parecía disfrutar poniendo su vida en peligro. Lo que Louis le había recordado en ese momento, fue un turbio asunto en la Luna del Titán Loco, en el plantea Hasrym. Una Luna creada artificialmente como astillero de cargueros donde la única ley que imperaba era la del más fuerte. Un pequeño destacamento de políticos cayó capturado en una emboscada por tropas de una facción rebelde, una de las miles de bandas de piratas que decían operar en pos de la liberación de tal o cual planeta. Fueron retenidos en la Luna de Hasrym y solicitaron un fuerte rescate. O´Bannon los salvó entrando de la única manera que él entendía: a por todas y sin mirar atrás. Su destacamento logró rescatar a los políticos pero la destrucción que dejaron tras su paso fue desproporcionada, incluso para las tropas oficiales de seguridad. El ejército tardó un par de meses en pacificar la zona. Por supuesto, lo hicieron sin orden alguna de atacar, debían haber esperado refuerzos. Aquella insubordinación le costó una larga temporada patrullado el frío, desolado y aburrido sector 9. - Ya te dije que te haría más caso desde entonces. - Dejémonos de charla. – Cortó tajante Louis. – Conecta tu cerebro electrónico a la nave para trasmitir los datos de tu nueva misión. O´Bannon estiró su brazo para desenrollar su cable metálico que nacía desde su sien derecha, y lo conectó a la pequeña hendidura que había en el panel de control de la astronave. - ¡¿La vieja Keraban IV?!- exclamó O´Bannon irritado - ¿Pero ahora a quién he cabreado para que me manden allí? No obtuvo respuesta, solo una larga sucesión de datos. - Hey, ¡espera! ¿Cómo que se ha despertado? – Exclamó sorprendido O´Bannon - Así es y… ¡¿quieres esperar a que termine de mandarte todos los datos?! Tras unos breves segundos la cabeza del teniente se llenó de informes, códigos y varios modelos tridimensionales de la estación espacial. El último nombre del fichero de la transmisión fue lo que más le llamó la atención, se llamaba EKO, la IA que controlaba la estación. - ¿Pero cuándo ha sucedido? 10


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La llamada

- Hace menos de dieciséis horas. – respondió Louis. – Uno de nuestros satélites recibió una señal codificada desde las coordenadas de la estación. La señal no parecía nada importante, solo un intento de comunicación rutinario. Duró aproximadamente dos horas y luego desapareció. Hace cuatro horas el general Arglington se reunió con el comité de la compañía a la que pertenece la Keraban, la Complex Corporation. - Y no obtuvo ningún tipo de respuesta, ¿verdad? – Corto sarcásticamente Derek - Así es, el hermetismo habitual de la compañía. – La voz de Louis sonó más humana que nunca al expresar amargura por los resultados. – Aseguran que ha debido ser un error de nuestros sistemas. Si no se producen más intentos de conexión no actuarán. La base más cercana de la Complex Corporation está a cuatro días de la Keraban IV. La Complex Corporation era la gran compañía de la humanidad, se podría decir que la vía Láctea era su territorio. Su poder era tan grande y la envergadura de sus negocios tan inimaginable, que hacían inviable al ejército y a la seguridad espacial llevar un control sobre ella, en resumen, hacían lo que querían, hasta disponían de su propio ejército. - ¿Y cuál es la misión, Louis? - Se te han transferido todos los datos que posee el ejército sobre la estación y sobre la señal. No sabemos quién ha podido adentrarse en la estación ni quién la ha encendido, pero tras el desastre de su evacuación se declaró zona de emergencia y por tanto no habitable. » Tu astronave está a menos de dieciséis horas de allí, es la más cercana que disponemos. Tu misión es solo de reconocimiento. Acercarse al objetivo, identificar el problema e informar. ¡No has de entrar en acción en ningún momento!; repito, no has de entrar en acción. En cuanto llegues a la posición envía un informe preliminar. » Si revisas los datos sobre el planeta en el cual gira la Keraban IV, comprobarás que la atmósfera de Alaris emite una serie de interferencias que imposibilitan la comunicación con la central. Hasta que no de 11


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una vuelta completa y se separe de la estación no dispondrás de una ventana de ciento veinte horas de comunicación, el tiempo que tarda el planeta en girar, acercándose a la estación y vuelva a interrumpir las comunicaciones. El informe lo tendrás que enviar a 3 gligs de distancia del planeta. Un silbido se escapó por entre los labios de Derek O´Bannon. - No me lo puedo creer… ¿habéis revisado este informe?- La voz de O´Bannon sonaba preocupada mientras en su cerebro electrónico había un gráfico 3D mostrando la órbita de la Keraban. - No, el último acceso a una consulta de la orbita fue hace más de dos años, por uno de nuestros técnicos. - Creo que se nos ha escapado algo, Louis. Acepta mi transmisión para compartir datos. Durante unos segundos el comunicador quedó apagado sin respuesta, hasta que una leve exclamación de Louis rompió el silencio. - Así es.- Comenzó a hablar O´Bannon.- Hace menos de ocho meses la órbita de la Keraban IV cambió su trayectoria habitual y comenzó a acercarse alarmantemente a Alaris. Pero sin embargo, según el escáner, en las últimas tres horas ha comenzadó a recuperar su orbita original. ¿Cómo puede ser si los técnicos de la estación desactivaron las células de energía? - Estoy accediendo a la red de comunicación. El fichero sobre la Keraban IV del servidor de la Complex Corporation esta clasificado como secreto industrial.- Louis parecía molesta.- Una orden judicial podría llevarnos meses tramitarla desde la tierra. - Lo se, es mejor dejarlo estar así.- Derek conocía bien la burocracia terrestre. - Algo ha modificado la órbita de la estación. De no haberse corregido la posición, según mis cálculos, en cinco días y diecisiete horas la estación hubiera impactado sobre Alaris. - Los datos de los que disponemos.- Interrumpió Louis fríamente.muestran que si la Keraban impactase con Alaris podría producirse una explosión en cadena debido a los gases de la atmósfera, que terminaría produciendo un colapso en el núcleo interno del planeta. Y si Alaris explosiona podría arrasar todo el sector 9. 12


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La llamada

- ¿Qué demonios está pasando, Louis? - No lo sé, teniente O´Bannon Aquellas fueron las últimas palabras que escuchó O´Bannon antes de conectar el control de su astronave de combate y poner rumbo hacía la Keraban IV. Pronto dejó los enormes asteroides y los aburridos anillos de aquella zona de la Vía Láctea y el firmamento se volvió, si cabe, aún más oscuro y silencioso.

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