Cuaderno 71

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Nยบ 71 - PRIMAVERA 2014

Julio Cortรกzar

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4 Julio Cortázar en Chile: El Quinto Beatle 10 Rayuela: una muestra para armar 12 Julio Cortázar y el Jazz 13 Julio, una lista de reproducción 14 El fanático más famoso de Cortázar 16 Nicomedes Guzmán: La sangre y la Esperanza 18 Cuaderno de Composición: Rolando Martínez 20 20 Poemas de Amor y una Canción desesperada en el Metro 22 Los artefactos de Nicanor Parra, entrevista a J. G. Tejeda 26 Leer la Naturaleza, entrevista a Clara Budnik 30 ¡Basta de Leer! por Martín Kohan 32 La ciudad de los Libros por Alone 34 Leer por Alan Pauls 36 La voz extraña por Fabián Casas 38 La Lectura se contagia, entrevista a Rosabetty Muñoz 40 LEA! (recomendaciones de libros) 41 WWW (recomendaciones digitales) 42

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JULIO CORTÁZAR Julio Cortázar en Chile Rayuela: una muestra para armar Julio Cortázar y el Jazz Julio, una lista de reproducción El fanático más famoso de Cortázar

Julio Cortázar

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en Chile

El quinto beatle

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antiago, primavera de 1970. De sus viajes a Chile, fue el más expuesto, masivo y anti hebdomadario que se recuerde. En el historial de artistas mundiales que han visitado Chile -asumiendo la amplitud del concepto- se cuentan cantantes arrolladores como Jorge Negrete, quien desbordó la Estación Mapocho cuando llegó a la capital en tren; o Louis Armstrong, quien animó los primeros días de competencia durante la Copa de Fútbol 1962. Son presencias divulgadas, registradas y enmarcadas en giras promocionales y eventos acaparadores de atención planetaria. Un caso excepcional es Julio Cortázar. El autor argentino vino cuatro veces a nuestro país, al menos es lo que se sabe en la esfera pública. Sus primeros viajes fueron por trabajo y las actividades que realizó se justifican por esos desempeños laborales. La visita de noviembre de 1970 fue la más expuesta y participativa. “Estuve en Chile cuando Salvador Allende tomó la presidencia porque quise solidarizarme con la venida popular, y me pareció que había que estar físicamente presente”, recordó tres años después en radio Continental de Buenos Aires. Desde que pisó suelo nacional, el autor fue tratado como un ídolo popular juvenil. “Su fama iba en aumento, como su cuerpo, que no cesaba de crecer, como su prodigiosa obra literaria, que no dejaba de asombrar”, aporta Mario Valdovinos, uno de los testigos de este paso expuesto y omnipresente. Durante la semana que duró su estadía se alojó en un hotel céntrico de Santiago, dio entrevistas para la televisión, se entregó a pataches de mantel largo invitado por intelectuales, artistas y escritores, y convocó a unos tres mil estudiantes en el Pedagógico. En sus desplazamientos por la capital fue acompañado por

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Julio Cortázar


Julio Cortázar

París, 1967. Fotografía: Sara Facio.

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miembros del séquito literato criollo, enfiestados y entusiasmados por la presencia del creador trasandino, quien por esos años ya estaba radicado en París. Jaime Quezada ha recordado su rol de anfitrión cuando recogió a Cortázar en el centro. “Íbamos en una citroneta conducida por Federico Schopf. Cortázar vestido con un traje safari, llevaba zapatos de gamuza de color azul. Era la primera vez que veía zapatos de ese color en los pies de un hombre. Con su metro y noventa el novelista apenas si cabía en el pequeño vehículo con patente de Valdivia”, escribió Quezada en un artículo. Los calzados que usó Cortázar generaron más atención. Mempo Giardinelli, haciendo sus primeras armas en el periodismo, se lo encontró en esa primavera santiaguina. “Es joven y alto, de larga barba y cabellera negras, y viste una guayabera crema que le cae como una túnica de la que asoman, abajo, los pantalones negros y unos enormes zapatos de suela Gomicuer”, describió en enero de este año en la contratapa del diario Página 12. Tras el trayecto en citrola por Providencia y Ñuñoa, arribó al Pedagógico. “Apareció en el auditorio de matemáticas y deslumbró en una cátedra viva con su inteligencia, ingenio, humor y carisma”, detalla Valdovinos. El revuelo se parecía a lo que provocaba una estrella de la canción o un actor famoso de figuración mundial, como Negrete o Armstrong. En cierta manera, Cortázar era una estrella transversal. “Se paseaba con la naturalidad de la respiración por el jazz y la política; el marxismo y el hipismo; sus libros y las mujeres; los viajes y su amor por Buenos Aires y París; Rayuela y la literatura indigenista; sus cuentos y la revolución cubana”, repasa Valdovinos estrujando su memoria. Las preguntas se acumulaban y Cortázar intentaba mostrar agilidad en las respuestas. “El mayor número de consultas se refirió, era la época, al compromiso social del escritor”, acentúa Valdovinos. La ritualidad de los discursos ideológicos experimentó un sorpresivo vuelco. Habla Valdovinos: “La intervención de un compañero, genuino representante de la juventud con aspiraciones, sacudió al auditorio con una pregunta que dejó el aire detenido y al propio escritor sin habla. Y tú, Julio, ¿qué piensas de lo inefable? Ante lo cual el Cronopio quedó atrapado en una pausa para balbucear, segundos eternos después: –No opino nada, absolutamente nada”. El tumulto después de la audiencia se concentró en rodear a la estrella. Estudiantes y admiradores, y sobre todo admiradoras, lo seguían paso a paso, como si el objetivo fuera no dejarlo avanzar. Valdovinos estaba ahí, probablemente con más ganas de salir que de formar parte de la masa amorfa. “Yo era un adolescente mudo por aquel tiempo, y debido al azar, que hace tan bien las cosas, quedamos juntos, codo con codo. Esta es la mía, pensé y me dirigí a él preguntándole algo cuya respuesta sabía, pero esa oportunidad no podía perderla”, repasa el académico. -¿Un escritor debe vivir más o leer más? -Mirá, se pueden compatibilizar ambas cosas.

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París, 1968. Fotografía: Sara Facio.


Cortázar se inclinó para darse a entender y fue lo último que le escuchó Valdovinos. “Hasta allí llegó el diálogo porque los fans, entre los que había preciosas muchachas que le entregaban flores y le pedían firmara libros, se lo llevaron a otro lugar”, concluye Valdovinos. Ese destino incierto es precisado por Jaime Quezada en su artículo, aunque el dato se aleja de la atracción universitaria y el arrastre popular masivo. “Después nos fuimos a beber unas copas de vino tinto con frutillas”, aporta el escritor. En uno de esos primaverales días, el escritor argentino Mempo Giardinelli, enviado por el semanario bonaerense Siete Días, coincide en el ascensor del hotel con Cortázar. El autor de “Luna Caliente” le pide una entrevista, él pregunta de qué medio, el chaqueño le contesta. “Me responde que no, que lo siente pero no piensa hablar con ningún hebdomadario argentino porque todos son colaboracionistas con el gobierno militar. En eso se abren las puertas y él sale primero, sin saludar y dejándonos petrificados. Y yo sin saber qué quiso decirnos, lo cual dilucido un rato después, cuando pregunto a colegas veteranos y me explican que ‘hebdomadario’ es una palabra francesa que significa revista semanal”, complementa Giardinelli. En testimonios posteriores, Cortázar repasa su estadía en Santiago. En una cadena epistolar con la poeta cubana Isel Rivero, una de sus grandes amigas, describe que el periplo sudamericano “fue bello y horrible a la vez, me sentí a la fuerza ese otro que soy allá, el autor cé-le-bre, el tipo que no puede salir a la calle sin que se le echen encima para pedirle autógrafos -el quinto Beatle, qué horror-“. Puntualiza que su paso por Chile lo asumió como “un nuevo capítulo del acoso, del amor barato del público”. por

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Fabián LLanca


Julio Cortázar

París, 1968. Fotografía: Sara Facio.

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Una muestra para armar

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ay libros que inauguran una época. Así pasó con Rayuela. Su autor, hombre de aventuras literarias, pensó que no debía llamarse “novela” para que el lector no espere una narración tradicional. Prefiere ir por los caminos de la ironía, el juego y la elusión de narrativas totales. Una obra abierta, que intenta no clausurar el sentido. Cortázar piensa la obra como conjunto de fragmentos, como collage o almanaque –en el sentido de compilación de hechos o misceláneas. Publicado en 1963, Rayuela fue un libro central del boom de la literatura latinoamericana: autores de todo el continente comenzaron a ser muy leídos en sus países y en Europa. En las cartas, Cortázar cuenta que no fueron los lectores de su generación los que comprendieron o valoraron la obra, sino los más jóvenes, que encontraron en ella un desafío y una perspectiva irreverente. Entusiastas con la apuesta lúdica y con la idea de un viaje en el que la aventura cosmopolita se articulaba con la búsqueda existencial y el descubrimiento erótico. Cortázar, esquivo ante la forma novela, pensó que ésta podría llamarse Juego, Mandala o Laberinto místico. O, como finalmente decidió. Esta muestra homenajea esa vocación lúdica y propone al visitante distintos recorridos: el que le dicte la habitual distribución del espacio; el que propone el tablero con las estaciones numeradas o el que le sugieran sus ganas y curiosidad. Si Julio Cortázar imaginó su Rayuela como contranovela, nosotros fantaseamos nuestra muestra como una invención antimuseo. Al menos, de un museo tradicional, más clásico que cualquiera de los existentes. Elegimos Rayuela por muchas razones, institucionales y políticas. Pero fundamentalmente por el modo en que esa obra se había inscripto en nuestras propias vidas, en nuestra memoria emotiva cuando jóvenes lectores, en los entusiasmos compartidos. Para muchas personas y distintas generaciones, el libro interpela sus juventudes. O cierta idea de juventud, la que aparece ligada a la aventura, el viaje y el descubrimiento pasional. Rayuela es una novela de educación sentimental: la tragedia amorosa y la pasión erótica son algunos de sus pulsos fundamentales. Otro es la discusión sobre estética y literatura, presente en las morellianas y en las fantasmáticas excursiones del Club de la serpiente por la cultura de su tiempo. Extranjeros, inmigrantes, los integrantes del Club encuentran en París la capital cultural del siglo XX. Es obra de vanguardia y relato sentimental; juego con la lengua y las formas y anclaje en la narración que conmoverá a miles de lectores. Popular y vanguardista. Todo eso es Rayuela. Novela y contranovela, en los términos de Cortázar. Obra fundamental de la literatura latinoamericana, para nosotros.

María Pia López Directora del Museo del libro y de la lengua de la Biblioteca Nacional, Argentina. 10

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Rayuela: Una muestra para armar. Fecha: Desde el 12 de Junio al 10 de Noviembre de 2014. Lugar: Museo del libro y de la lengua de la Biblioteca Nacional. Av. Las Heras 2555, Buenos Aires, Argentina.

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¿Q

ué busca el perseguidor? Dejar de ser perseguido por el tiempo, siempre el tiempo. Y si algo aprendemos de la lectura de Julio Cortázar es que el jazz y la literatura son fundamentales para engañar a ese tirano. Sea el caso de El perseguidor, donde su protagonista, Johnny Carter (alter ego del genio jazzista Charlie Parker y estupendo saxofonista), asegura: “Esto lo estoy tocando mañana”, luego de dejar embelesados a los músicos de la orquesta, incluido el propio Miles Davis. En este cuento de Cortázar, Johnny Carter acaba de grabar Amorous, donde se reconoce inmediatamente Lover Man de Charlie Parker. Pruebe escuchar el disco luego de leer el cuento, no se arrepentirá.

Por Tamym Maulén

y

Juan Ignacio Domínguez

Huyendo del tiempo y de toda forma, escribe Rayuela, hija de El perseguidor: las mismas preguntas, las mismas no respuestas que comparte con el lector. Gran fuente literaria y musical, donde el jazz es eje: marca ritmo en la novela, es parte de la escena de los personajes. Algunos se inclinan por Louis Armstrong, otros por Duke Ellington, otros por Bessie Smith. Rayuela es una novela musical: Rayuela es puro jazz. Gabriel García Márquez cuenta que en un viaje en tren de París hacia Praga, a Carlos Fuentes se le ocurre preguntarle a Cortázar por la inclusión del piano en la orquesta del jazz. Una pregunta sencilla que fue respondida en casi una cátedra: “Entre enormes vasos de cerveza y salchichas de perro con papas heladas, Cortázar nos hizo una recomposición histórica y estética del jazz con una versación y una sencillez apenas creíbles”. ¿Cómo huir de nuestro enemigo el tiempo? Julio Cortázar, melómano apasionado que admitió tocar la trompeta por desahogo y pésimamente, nos introduce en el ritmo vertiginoso de su escritura, donde libertad e improvisación son los compases. Su obra entera está llena de guiños al jazz y el pulso de su máquina de escribir podría sonar como el piano de Theloniuos Monk. No por nada escribió en Rayuela: “Música, melancólico alimento para los que vivimos del amor”.

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Una Lista de Reproducción Louis Armstrong (1901 – 1971) Trompetista, cantante, compositor y director de orquesta neoyorquino. Su fraseo y su sentido del ritmo cimentaron el jazz clásico y es un artista inevitable para todo amante del Jazz. Escuche: Yellow Dog Blues

Bessie Smith (1895 – 1937) La emperatriz del Blues. El sonido de su voz podía evocar un coro bautista o el rugido de una trompeta. Su manera de entonar las palabras de doble sentido producía una sensación sensual que la hacía inigualable, lo que le llevó a cosechar un gran éxito. Escuche: Baby Doll

Charlie Parker (1920 – 1955) Saxofonista y compositor nacido en Kansas City. Apodado Bird y Yardbird, es considerado uno de los mejores intérpretes de saxofón alto de la historia de jazz. Uno de los iniciadores del bebop, estilo rompe con el del swing y se basa en la improvisación. Escuche: Anthropology

Duke Ellington (1899 – 1974) Virtuoso pianista y prolífico compositor oriundo de Washington. Siempre innovador, su música sigue siendo un referente. Creó más de tres mil piezas musicales. Escuche: Hot and Bothered

Billie Holiday (1915 – 1959) Cantante estadounidense de jazz. Junto con Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald, considerada entre las más importantes e influyentes voces femeninas del jazz. Escuche: Strange fruit

Thelonious Monk (1917 – 1982) Pianista y compositor estadounidense. Su estilo único de improvisación desafiaba toda norma convencional, al punto de ser considerado uno de los más grandes pianistas de la historia del jazz. Escuche: Round about midnight

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EL FANÁTICO MÁS FAMOSO DE

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e lectores que leen a lectores surgen los más candorosos amores y rechazos; muchos de los que otean con desconfianza a Cortázar (sí, a Cortázar más que a los libros que escribió) se valen de los desencuentros con cortazaristas que quieren parecerse a la Maga o a Oliveira, escuchan a Coltrane y se adscriben a la autodenominada izquierda latinoamericana. Son fanáticos –los cortazaristas, porque los cortazarianos ni siquiera se inmutan de que lo son– y, por tanto, los peores enemigos del hombre que firmó Los premios.

Por Andrés Felipe Escovar

La devoción de multitudes –aunque en el caso de la literatura debemos hablar de “multitud”, puesto que refiere a una cantidad de personas muy inferior a la que se puede entender en un contexto futbolístico o de realities televisivos– profesada hacia el escritor argentino fue anunciada por su amigo Gabriel García Márquez pocos días después de que Julio hubiese fallecido: el colombiano la avizoró mediante la sentencia de que fue el argentino que se hizo querer de todo el mundo, como si esa fuera una característica excluyente de Cortázar. Uno no sabe si eso fue un homenaje o un insulto subrepticio para con el resto de los argentinos. En ese mismo texto, García Márquez afirma que cuando grande quiere escribir como Cortázar y exalta sus manos, sus gestos, sus ojos separados. Sólo dice dos o tres cosas sobre los relatos del argentino con un laconismo que lo acerca más a un escritor proveniente de la tradición rioplatense que del desboque caribeño: “uno de los cuentos mejor acabados”. García Márquez fue un devoto de Cortázar y, como tal, cumplió con muchas de las características generales que advierten los lectores de lectores: quiso parecerse a Julio o a sus personajes y su adoración tornó al autor de El perseguidor en un sujeto prepotente, se adscribió a las autodenominadas izquierdas y si no escuchó con fervor a Coltrane fue porque quiso sofisticar al bolero y el vallenato con mecanismos cortazaristas. Algunos fanáticos llaman a Cortázar Cronopio Mayor. Uno no sabe si eso es un elogio o un insulto.

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La Sangre y la Esperanza Este es el titulo de una de las novelas más reconocidas del escritor chileno Nicomedes Guzmán (1914-1964), título que guarda distintas significancias que persisten hasta hoy y que se expanden como terreno fértil en el campo de la literatura chilena. Es así como podemos apreciar de manera infranqueable una visión crítica ante las injusticias sociales y el impacto de la pobreza en Chile a comienzos del siglo XX, dando forma a historias de vida en los conventillos y a las problemáticas de los trabajadores junto al cotidiano mundo de la solidaridad y los afectos. Este año 2014 se cumplen 100 años del nacimiento de Oscar Nicomedes Vásquez Guzmán, conocido en el mundo literario como Nicomedes Guzmán de la publicación de su primer libro La ceniza y el sueño (1938). Su hijo Pablo Vásquez, presidiendo el Comité NG100, ha querido honrar la vida y obra de su padre liderando diversas actividades como ferias del libro, charlas, proyección de documentales, publicaciones y la creación de un sitio web con valiosa información acerca del autor nacido el 25 de junio de 1914. Acercarse a las historias que nos relata Nicomedes Guzmán no solo nos lleva a conocer y adquirir un acervo histórico impensado, sino que también es palpar la esencia de un hombre formado en las calles de Santiago, que supo ver en sus colegas y en la gente humilde que lo rodeaba, un sino de vida y de comprensión ante las cosas. Ejemplo de este estandarte de vida es la dedicatoria que da inicio al libro Los hombres oscuros (1939): A mi padre, heladero ambulante y a mi madre, obrera doméstica.

Por Raúl Hernández

Autor de variados libros, entre poemas, crónicas y narraciones, Nicomedes Guzmán alcanzaría reconocimiento con su novela La sangre y la esperanza (1943), libro con el cual obtuvo el Premio Municipal de Santiago (1944) y que fue publicado en Argentina el año 1947. Actualmente La sangre y la esperanza es un libro esencial en la lectura de los estudiantes de enseñanza media y este año ha sido reeditada, junto con Los hombres oscuros, por LOM Ediciones. El perfume de las calles que protagonizan sus libros aun se puede sentir en Santiago al caminar por los barrios de Mapocho, Yungay y Quinta Normal. Mas información: www.nicomedesguzman.cl Ex Libris: Isaías Cabezón

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100 años de Nicomedes Guzmán


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II III

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I. Nicomedes en el conventillo de Mapocho 2490. Fotografía: Baltazar Robles, 1954. II. Prólogo de Neruda al libro La ceniza y el sueño (Segunda edición. 1960). III. Con Pablo Neruda y Darío (hijo de Nicomedes). La Chascona, 1954.


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Texto In茅dito

Cuaderno de Composici贸n


Fotografía: Alina Saavedra

Rolando Martínez Trabucco, 2014


A 90 años de la publicación primera de 20 Poemas

de Amor y una Canción Desesperada En el Metro

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de Amor y Una Canción Desesperada, Metro de Santiago, Consejo Nacional del Libro y Fundación Pablo Neruda han seleccionado a 22 artistas chilenos para esta conmemoración. Con el apoyo de Plop! Galería se ha dado una nueva mirada a la ilustración de estos poemas, que quedarán plasmados junto a los textos en un tren de siete carros que desde septiembre de 2014 circulará por la Línea 2.



Por Tamym Maulén

LOS ARTEFACTOS DE

Entrevista a Juan Guillermo Tejeda Acaba de publicar el libro Trabajo Inútil, bajo un sello editorial que él mismo inventó. Moviéndose entre el diseño, el dibujo, la pintura, la escritura, la opinión republicana, Juan Guillermo Tejeda, inclasificable “artista de cosas diversas”, diseñó los Artefactos de Nicanor Parra en 1972. Rindiéndole un homenaje al antipoeta en sus 100 años, Tejeda nos cuenta la historia de ese proceso que realizó cuando él era muy joven.

Un poco de historia Hice los Artefactos el año 1971 y se publicaron en 1972. Yo era un joven de veinticuatro años que no sabía bien quién era Nicanor Parra. Me trajeron una carpeta llena de epigramas para que los diseñara. Propuse hacer postales y comencé a diseñarlos. Me dieron total libertad: hice distintos estilos dentro de una cierta coherencia; dibujos, grabados, collages, todo en blanco y negro. Nicanor iba enviando sus textos por entregas. De eso salió una serie de tarjetas presentadas en una caja de cartón que se llamaron los Artefactos. Fue un trabajo que disfruté mucho. Me sentí con mucha afinidad con los textos de Parra. Nunca lo conocí en persona, mi primer encuentro con él fue recién treinta años después.

La poesía de Parra Realizando los Artefactos comencé a empaparme de la poesía de Nicanor. Él se distingue por su lenguaje coloquial, eso me identifica mucho: hace una poesía sin mayúsculas, una poesía del día a día, donde cada uno le va agregando cosas, por eso me parece muy fácil ilustrar. Cada uno puede acomodarse a él, es una poesía participativa, sin solemnidades. Él habla de la tribu, como él mismo la definió. Parra expresa las preocupaciones universales a través de un lenguaje sencillo: con cosas simples de cada día se pueden decir asuntos muy complejos. Los Artefactos son algo muy pop en que lo cotidiano está muy presente.

Artefactos incómodos Nadie pescó los Artefactos. En ese momento histórico estábamos luchando por la vida, vivíamos en una coyuntura complicada. Parra, por su parte, siempre ha sido una persona libre, y no se alineaba con ningún

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bando: no estaba para que lo dividieran en dos. Entonces, se encontraba en una posición incómoda: Parra hizo una poesía que hablaba de todo y eso era incómodo. Por otro lado, siempre ha estado en contra del capitalismo, pero tampoco le gustaba lo que los comunistas proponían. Y entre medio estaba esta “caja “ que nadie la entendía. La gente quería saber si era a favor o en contra y ese fue uno de los problemas que tuvo. El Almirante Jorge Swett, que fue el rector delegado de la Universidad Católica en esos años, hizo sacar de circulación los Artefactos. Los metió en una bodega en la Casa Central porque los consideraba algo subversivo, medio comunista, en fin, una cosa rara. Por otra parte, los comunistas los veían como algo contra Allende, porque eran muy ambiguos. Nicanor Parra simplemente los hizo, no tenía un plan. Él podía haber hecho infinitos artefactos y yo diseñárselos durante toda la existencia.

Benditos artefactos Me estaba yendo súper bien: había hecho los Artefactos, era director de arte de la Revista Ramona, trabaja en la Revista Paula, en la Revista Hoy y hacía diseño para la Universidad Católica. Y de repente, luego del golpe militar, me tuve que ir al exilio. Los Artefactos de Parra me abrieron muchas puertas. Me llevé un par de ejemplares y me contrataban de inmediato: había una cierta simpatía con los chilenos. Tanto en Italia como en España me contrataron mirando los Artefactos. Con el tiempo logré rehacerme, pero fue tremendo que me echaran de mi propio país, eso lo encontraba atroz. Cuando estuve en Europa y sentía tristeza por mi país, leía a Neruda y Nicanor Parra. Ellos, aunque muy distintos, me traían de vuelta a Chile.

Poesía promiscua Los Artefactos son para mí una obra un poco irresponsable de mi juventud. Algo que hice alegremente y, en algunos casos, sin tener la habilidad técnica necesaria. En general, quedé conforme con el resultado final: es un trabajo limpio y bien estructurado que puede tener vigencia hasta hoy. Hubo una especie de “piano a cuatro manos” entre el poeta y yo, y esto gracias a que la poesía de Parra es una poesía promiscua, que busca al interlocutor siempre. Una poesía de complicidades que te habla con los dichos que tú ya conoces, con los detalles que los chilenos ya nos conocemos. Esa interlocución de Parra provoca un efecto contaminante.

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Así como lo producía Neruda de alguna manera (todos hablan lento, soñoliento y con las mismas metáforas), con Parra se produce ese mismo efecto, distinto eso sí al de Neruda, quien -por así decirlo- imponía su verbo. Nicanor Parra es mucho más tímido, no impone nada. Es un seductor. Junta las palabras de nuestro habla cotidiana de una manera que es poética y va al fondo de los temas últimos del ser humano.

Artefactos infinitos Yo traté de llevar esa cotidianeidad a lo visual, con una cierta mirada personal para cada artefacto. Por cierto, siento que los Artefactos toleran muchas otras visualidades: creo que un buen ejercicio sería mandar a hacer la misma caja de artefactos a cien artistas diferentes. Estoy seguro que cada uno haría su propia versión sin perder la esencia, porque los textos de Parra son como el graffiti que aguanta cualquier superficie, cualquier muralla, cualquier vecindad. No es una poesía solemne que se encasilla a un solo formato. Así, lo que hice no pretende ser el único diseño de esos Artefactos, sino que es uno de los tantos diseños posibles.

Parra, el alquimista Luego de conocernos, me hice amigo con Nicanor. Descubrí que vivíamos cerca y por la tarde me invitaba a su casa. Yo me deprimía mucho por esa época, quería hablar con alguien y entonces conversaba con Parra. Hablábamos mucho. Es un tipo muy culto y debajo de su aparente tono campesino, él es un hombre muy cultivado, tiene una cultura sólida. Fui varias veces. Nunca hicimos nada muy productivo, excepto un libro que casi nadie tiene: La Sagrada Familia. Hicimos cincuenta ejemplares impresos en una fotocopiadora. Él lo escribió y yo le ayudé con el diseño. Parra es un artista. Decir “artista”, para mí, es más grande que decir poeta: él convierte el lenguaje en emoción. Nicanor Parra es una parte muy importante de Chile, Parra es un pedazo de Chile. Y lo más impresionante es que es un artista de clase media, creo que no hay nada más complicado que eso. Santiago de Chile, Invierno de 2014.

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Por Tamym Maulén

LEER LA

Entrevista a Clara Budnik

Bibliotecas sin muros, cajas viajeras, bibliolanchas, bicilibros, carreta con libros, bibliobuses, redes de bibliotecas y centros de documentación, entre muchas otras iniciativas, pueden nombrarse como obras lideradas por la chilena Clara Budnik. Con una vasta y destacada trayectoria en el extranjero, ejerció como directora del Sistema de Bibliotecas Públicas en Chile, para asumir luego como directora de la Dibam. Hoy, a cargo del innovador proyecto Bibliotecas para tu acción ciudadana, conversa en exclusiva con Revista Cuaderno.

¿Qué iniciativas destacarías como exitosas en cuanto al fomento de la lectura en Chile? Algo que resultó muy bien son las bibliotecas abiertas, cercanas, tipo centros culturales. Te pongo como ejemplo la Biblioteca de Santiago: allí hay espacios para niños, estantería absolutamente abierta, gente que no te pregunta, que no te interroga. Tú puedes leer el libro cuantas veces quieras, puedes dejarlo y no te sientes evaluado. Por otra parte, creo que el Bibliometro ha sido una experiencia muy exitosa porque está al paso de la gente. Es decir, los libros salieron a buscar a la gente y la encontraron. Y otra experiencia exitosa es un proyecto piloto –yo no sé si sigue o no, pero que para mi gusto lo extendería a todo Chile- que se llamó “Los caseros del libro”. Los caseros del libro eran puestos de préstamos de lectura en las ferias libres: esto permitía que mucha gente que nunca entraría a una biblioteca (porque no se atrevían), pedía un libro. Y muchos señores que tú sabías que pedían libros para los nietos, en realidad los solicitaban para ellos. Ese proyecto, si se implementara en todas las ferias de Chile – es un proyecto barato, además- podría hacer que la gente se sintiera más cerca de la lectura de libros y leyera más. En el extranjero, ¿qué experiencias has visto que han dado buenos resultados? Los países escandinavos, en términos de bibliotecas públicas, están muy adelantados. Tienen bibliotecas muy abiertas, equipadas, con muchas actividades que confluyen. Mejores o peores, pero con mucha comunicación con los ciudadanos y muy abiertas a ellos. En España, hace años, se hizo una excelente campaña de lectura y en Venezuela también. Estas campañas tenían documentales, libros e incluían varias piezas

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de lectura. Si queremos mejorar nuestro sistema de bibliotecas, tenemos que estar muy empapados a eso. Saber qué es lo que hay, tener los mejores libros para niños. En Chile, en estos momentos, los hay. Antes no había, ahora los hay. Pero creo que estamos muy encerrados en el libro todavía, muy encerrados en medir la comprensión lectora. Siento que se ha limitado el campo de la lectura de decir: “leí este libro”. Creo que la gente está leyendo mucho más de los que sospechamos porque hay mucho: está internet, por ejemplo. Se están leyendo videos. Hay miles de maneras de acercarse a la lectura que nosotros estamos desconociendo. Para ser un buen lector debes iniciarte en eso desde pequeño, desde niño. Los que hemos tenido la posibilidad de tener libros alrededor somos privilegiados, pero hay mucha gente que no ha tenido esa posibilidad. ¿Ahí es donde realmente se tienen que jugar las fichas, con los niños? Hay que jugársela antes, desde más pequeños, incluso. Es cierto: no podemos pedirle a una madre que llega cansada que le cuente cuentos a sus hijos, pero a lo mejor tiene una tía, una abuela, una vecina que sí puede hacerlo. Tampoco podemos pedirle a una madre que sepa leer, pero sí les puede contar algo desde la tradición oral. Eso es muy importante. Desde pequeños que estén las palabras dando vueltas en la vida de un niño. Exacto. Que los niños sepan que hay historias y que esas historias pueden ser orales, escritas o imaginadas. Que sepan que eso existe. Y que desde muy pequeños, desde su nacimiento, se vean rodeados de historias. Hay proyectos, en otros países, en que a las madres embarazadas les entregan libros en los consultorios. La idea es que cuando nazcan sus hijos tengan dos o tres libros, por lo menos, libros muy lindos. Entonces, no es que le enseño a esa madre cómo cuidar a su hijo, sino que los libros son para que el niño los vea, los toque, los muerda. En este momento hay que dejarse llevar por el placer de la ilustración, del video, de la película. Se puede “leer” mucho en estos materiales.

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Si tuvieras la oportunidad de generar una política de Estado, ¿qué crees tú que se debería implementar o cuál debería ser el gran plan de lectura hoy en día? Yo partiría de lo micro a lo macro. Por ejemplo, una iniciativa que tuvo un éxito fantástico, fue la de los cuentacuentos en los parques. Que hayan buenos cuentacuentos, una buena escuela de cuentacuentos -como fue la escuela de cuentacuentos de Cuba, que después se exportó a Colombia y a Venezuela- que te intriguen, te inviten, te dejen con ganas de ingresar a un mundo mágico. Y eso te lleva a leer. Es muy importante que cualquier campaña de lectura sea libre. Es decir, que haga que la lectura, en cualquiera de sus formas, llegue a la gente. Sería fantástico que esta micro lectura, además de tener libros, pudiera tener videos. Tú lees los videos. Por último, ¿no crees que existen muchos modos de lectura? Por supuesto. Te quiero contar algo que me hizo pensar mucho por qué hay tantos modos de lectura. Fue un ciego que me contó su historia. Me dijo que había tenido la suerte de estar en una escuela para ciegos, con un profesor muy maravilloso que les había enseñado a leer la naturaleza. Y yo le pregunté cómo y me dijo: “nos tomaba de la mano y nos llevaba al Parque Forestal: nos hacía leer la primavera, el otoño, el invierno y el verano”. Y cuando me lo dijo yo pensé lo restringidos que somos nosotros para entender la lectura. ¡Existen miles de otras maneras de leer! Los niños, por ejemplo, leen de otras maneras, lo que pasa es que nosotros no estamos sabiendo cómo leen. Santiago De Chile, Invierno de 2014.

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Martín Kohan

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os discursos moralistas están en franco repliegue. La admonición, el sermoneo, la prédica aleccionadora, declinan bajo el progreso de la elastización de las costumbres y la ampliación de criterios tan propios de la sociedad contemporánea. Juntos con la moralina retrocede, se diría que por necesidad, su aliada inseparable, su virtual hermana siamesa: la hipocresía total. Porque una regla frecuente, y de tan frecuente casi infaltable, ha solido ser que por detrás de los parloteos más rígidos y más estrictos, se ocultan los procederes más abyectos y retorcidos. O al menos, en todo caso, esta simple verificación: que entre aquellos más proclives a sentenciar reglas acerca de lo que se debe hacer, escasea el cumplimiento de esas mismas reglas que imparten. Curiosamente es la lectura, un hábito tan restringido, un asunto en torno del cual los discursos del moralismo perduran. Se oye por todas partes, se oye casi a cada momento, sobre lo bueno que es leer y lo preocupante que es que se lea tan poco. En la televisión, en las conversaciones de oficina, en las reuniones de padres de los colegios, en las mesas redondas de las ferias del libro, aflora ese machacar: el lamento porque “los chicos no leen”, el consejo de que lean, las promesas fehacientes sobre los beneficios que la lectura por sí misma deparará a los jóvenes (la inteligencia, el conocimiento, el florecimiento de la imaginación, la erradicación de los errores de ortografía). Aclaro que mi opinión personal es en general favorable a la lectura (aunque entrando en particularidades, podría llegar a vacilar). Desconfío, sin embargo, de los apostrofamientos al uso, de todo lo que se enuncie con tonalidades de púlpito (haciendo brillar virtudes y haciendo tronar escarmientos). Por eso, acabo de citar así: “los chicos no leen, los chicos no leen”; apuntando a la manera en que los desvelos por este tema tienden a encuadrarlo como un problema de adolescentes, de hijos o de alumnos, un flagelo juvenil. No obstante, si así se dice, si se dice que el problema es que “los chicos no leen”, no es sino para favorecer la impresión de que en cambio los grandes sí, que en cambio los padres sí, que en cambio los profesores sí. Rara vez se plantea esta cuestión, la del déficit de lecturas en la sociedad actual, sin enumerar cuáles son los enemigos a conjurar. A la lista estable de otrora, compuesta por la televisión, el flipper y el teléfono en el propio cuarto vinieron a agregarse posteriormente la computadora, la play station y el celular. Pero es raro que en estos catálogos de los males de la bibliofobia aparezca eso que es, a mi entender, el princi-

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¡Basta de Leer!


pal obstáculo, el principal impedimento, el opositor cabal, cuando se trata de “que los chicos lean”; esto es: los padres. Los padres dicen infatigablemente que quieren que sus hijos lean cuando saben, y porque saben, que tal cosa no va a suceder. Descuentan esa imposibilidad y entonces, al amparo de esta garantía subyacente, peroran. Pero si por ventura llegara a acontecer que ese hijo del que habla diera en convertirse en un verdadero lector, lector de pasión y constancia, lector de voracidad y esmero, sus padres, ante tal cosa, no harían otra cosa que consternarse. Entonces sí se preocuparían, pero se preocuparían de verdad. Y se abocarían sin duda, con la presteza del caso, a disuadir a su retoño, a boicotear el flamante hábito, a enderezar eso que les parecerá un desvío fatal hacia la soledad, el aislamiento y la rareza. “¡Basta de leer!”, exclamarán muy pronto, tratando de normalizar la conducta del hijo antes de tener que recurrir a un psicólogo. Hace mucho tiempo, cuando contaba entre mis trabajos el de profesor de literatura en colegios secundarios, propuse el siguiente ejercicio a mis estudiantes de cuarto año: que el sábado a la tarde, después de comer en sus casas, se tiraran en la cama y se pusieran a leer un libro (o bien que fingieran hacerlo, si leerlo de verdad no podían); que se mostraran gozosamente dispuestos a pasarse así la tarde entera y aun las tardes subsiguientes, y que probaran establecer cuánto tiempo llegaba a transcurrir antes de que a la puerta de su habitación se asomara mamá, o antes de que a la puerta de su habitación se asomara papá, a preguntarles, no sin angustia, si algo acaso les pasaba, si algo los tenía mal, si había algo que quisiesen contar, si precisaban ayuda por algo. Los lectores sabemos bien que la vida no está hecha para que podamos leer. El lector pleno, el lector feliz, el lector fluido que sabe darle cabida a su placer, suscita cuanto menos intriga: suscita curiosidad. El goce verdadero del verdadero lector provocará, si no una imitación mecánica, al menos una atención expectante, quizás cierta sugestión. Pero el verdadero lector es justamente el que puede prescindir por completo de sermones y moralinas. Hace lo que le parece bien, hace lo que le resulta bien; no precisa levantar la voz, no precisa levantar el dedo. ¡Basta de Leer!

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por

Alone

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l Pedagógico, y también la Universidad, y además la Sorbona y el colegio de Francia están, para mí, en otra parte; en un sitio recóndito, silencioso, donde se piensa y se sueña rápidamente, con grande intensidad, pero no se habla; en un bosque sin fin, propicio a las caminatas solitarias, acompañado de seres invisibles; fuente de aguas profundas donde es posible hundirse, y nadar, y hasta ahogarse y perderse, si se quiere, sin miedo de llegar al término ni dar con la frente en la orilla. Ya se comprenderá que hablo de la Biblioteca Nacional. Paraíso de mi juventud, la “ciudad de los libros” continúa siendo todavía, a mis ojos, uno de esos sitios privilegiados donde “el espíritu sopla”. No hay otro, en todo caso, mejor para poner a prueba las vacaciones literarias, sea aventándolas como polvo o dándoles impulso de velamen tendido. Entre el que sufre la tentación de escribir por esas galerías interiores amuralladas de libros; mire a uno y otro lado lomos y más lomos de volúmenes y más volúmenes; pase de un piso a otro por esos subterráneos y catacumbas revestidos de anaqueles, y vaya leyendo, en los mínimos nichos, miles y millones de nombres, de títulos, de fechas que guardan, en esa colectiva inmovilidad, aquel incontable número de páginas en cada una de las cuales alguien, en algún tiempo, desde los más remotos hasta los más recientes, depositó un poco su alma, con esperanzas e ilusiones tan parecidas a las del que, fantasma entre fantasmas, circula entre ellos, dándoles al pasar una mirada rápida. Si la carrera literaria constituyera una orden militar o religiosa –y harto tiene de ambas disciplinas-, ¡qué sitio para llevar al postulante y someterlo a las pruebas de iniciación! ¿Cuántos resistirían? Pero en vez de ayudar a vencerla, despliega la Biblioteca Nacional poderosos recursos para robustecer la tentación de las letras.

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La Ciudad de los Libros


No deja penetrar en sus entrañas sepulcrales sino a pocos; la inmensa mayoría, simples lectores, quedan flotando sobre las superficies de las salas de lectura, embriagados, beatíficos, ilusorios. Allí están, juntos y solitarios, reunidos y aislados. Vedles. Uno sonríe suavemente y aprueba con la cabeza; el otro, cejijunto, preocupado, frunce la boca y voltea nervioso las páginas; el de más allá parece a punto de dormirse, de disolverse en el aire, mientras un jovencito enrojece y dirige a un lado y otro ojos brillantes. Ninguno dice nada; pero una vida silenciosa circula y la atmósfera está cargada de corrientes. Imposible olvidar un tiempo en que la imagen de la suprema dicha consistía, para nosotros, en vivir cerca de la Biblioteca Nacional, penetrar rápidamente en su enorme sala de lectura, pedir un libro, obtenerlo y, sin perder minuto, sentarse a leer frente a una mesa, bajo una lámpara. Allí, sin duda, en vez de la traica, se bebe el tócigo. Pero, ¿qué hacerle? Lo que ha de suceder que suceda. Una de las preguntas esenciales que deben dirigirse al atacado por el microbio literario es: “si no se siente capaz de resistir; si el asunto es, para él, de vida o muerte; si no ve en el vasto mundo nada más atrayente, más agradable, más tentador que la perspectiva de escribir y publicar”. Si responde tres veces que sí, entonces, ¡vaya a la Biblioteca Nacional y lea! Fragmento de Leer y escribir, de Alone. Selección y prólogo de Enrique Espinoza. Editorial Zig-Zag, 1962.

La Ciudad de los Libros

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por

Alan Pauls

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uchos escritores empezaron a escribir por una razón muy simple: para que los dejaran leer en paz. Es un problema que cualquier niño lector conoce bien. Por sensible que sea a los valores de la cultura, el gremio de los adultos suele estar formateado por las mitologías de la acción, la “actividad“, la producción, y pocas imágenes le resultan tan escandalosas como la de un chico leyendo quieto, en silencio, en un rincón. Hay en esa imagen dos impertinencias, dos desafíos intolerables: una, la soberanía absoluta del niño (que no parece necesitar a nadie, ni nada que no sea su libro, y que se guarda para sí todo lo que absorbe al leerlo); dos, la evidencia de que no hay encanto en el mundo capaz de competir con el que irradian esos signos negros desde las páginas. Un niño lector es un problema siempre, incluso, o sobre todo, para aquellos adultos que se quejan de que los niños —con su hiperquinesia, su descontrol, su condición dependiente— les hacen la vida imposible. No bien descubran el vértigo inmóvil de la lectura, sus padres les saltarán encima para hacerles la vida imposible. De ahí la gran bête noire que atormenta al niño lector: la interrupción. Incapaz de oponerse abiertamente a la lectura (¿quién afrontará el costo de un comportamiento políticamente tan incorrecto?), el gremio adulto se dedica a interferirla. Las técnicas de sabotaje son variadas y van del falso interés (“¿Qué estás leyendo?“) al simulacro de cuidado (“¿Tenés buena luz?“), pasando por la alarma ortopédica (“Si vas a leer, al menos sentate derecho“) o la oftalmológica (“Si seguís así, te vas a quemar las pestañas“). Todo niño lector es un experto en autoblindaje o un escapista magistral. O un escritor. Porque —a diferencia de leer— escribir cosas sobre un papel es algo que se ve; es un hacer, una actividad, algo parecido a esa combinación de movimiento y gasto que los adultos identifican con el trabajo, y por eso es disculpable y se tolera, aun cuando implique grados de abstracción, silencio y secreta satisfacción muy parecidos a los que implica la lectura. Así, reconocido como escritor (como trabajador), el niño lector puede leer tranquilo, reapropiándose para su propio provecho el razonamiento que adivina en los adultos: “Ya no lee porque sí; lee para poder escribir“.

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Sala de Lectura, Biblioteca Nacional de Chile. Santiago, 2014


por

Fabián Casas

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cabo de cumplir cuarenta y cuatro años y desde los diez que escribo. Al principio escribía historietas que también dibujaba y que armaba en unas hojas de papel que mi papá me compraba en una cartonería que estaba en frente de mi casa. Mi papá compraba el papel y mi padrino —que vivía con nosotros en una casa inmensa y pobre— cortaba las largas hojas hasta que estas quedaban del tamaño de una revista. Ahora se habla mucho sobre el futuro del libro, si va a mutar definitivamente hasta convertirse en una pura realidad virtual. Los chicos que nacen con Internet pueden acumular toda la obra de Tolstoi en un pequeño archivo. Y leerla en sus computadoras. Sin embargo, me cuesta creer que vamos a poder dejar de tocar el papel, de olerlo. De conservar un libro en el abrigo. Cuando mi mamá enfermó y murió en un hospital de la obra social de mi viejo, yo paseaba por los pasillos con una edición pocket de Trópico de Cáncer. Como una petaca, lo tenía en el bolsillo de mi sobretodo. Eran los años ochenta y algunos jóvenes usábamos sobretodos negros y zapatones negros. En medio de esos días tan desgraciados, sacaba el libro y le empinaba un trago. La voz de Miller me daba fuerzas. Aún sé de memoria ese comienzo increíble: “No tengo ni dinero ni recursos ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo. Hace un año, hace seis meses, pensaba que era un artista, ya no lo pienso, yo soy. Todo lo que era literatura se ha desprendido de mí. No hay más libros que escribir. ¿Entonces esto qué es? No es un libro. Es un libelo, una difamación. Es un prolongado insulto, en escupitajo arrojado a la cara del arte, un puntapié en el culo de Dios, del hombre, del destino, del tiempo, del amor, de la belleza…” . La voz extraña que le había dictado esos poemas tan increíbles a Rimbaud volvía a hablar en la boca de un expatriado frenético que a los cuarenta años se rebelaba ante el cliché que es nuestra vida. Uno nace e inmediatamente es arrullado o conmovido por la voz de nuestros mayores, por la voz cansada de los locutores de TV y la voz matutina de nuestros maestros. Pero, paralelo a estos sonidos, se engendra otro tipo de diálogo. Hay alguien hablándonos desde los comienzos de los tiempos, pero pocas veces intercepta nuestros destinos. Cuando eso sucede, el mundo se convierte en un lugar oscuro y peligroso, donde también está la salvación. A esto, que voy a llamar la Voz Extraña, no se lo puede definir, pero se lo reconoce. Tiene las características de la poesía. Y a veces se la puede aislar del cuchicheo incesante de nuestro ego. Desde que nos levantamos hasta que nos dormimos, la máquina se pone en marcha y se activa nuestro diálogo interno. Ese diálogo construye el mundo en el que vivimos. Nos dice quiénes somos, qué cosas tenemos que conseguir y trata de que lo sigamos al pie de la letra. Quiere que seamos lo que todos esperan que seamos, y que nos reproduzcamos y listo. Una vez conseguido esto, nos abandona con las cuentas impagas y el matrimonio en el horno. Es la Voluntad Ciega que está acá sólo para seguir estando y nos hace muy desdichados. Nos hace esclavos.

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La Voz Extraña


Cuando escribo algo, tengo como mínimo dos sensaciones: una, que es algo escrito por mí, que me satisface y me representa. Tengo, después de un largo tiempo haciéndolo, cierto oficio. Cualquiera adquiere una habilidad si se empecina en eso. El periodismo, por ejemplo, es puro oficio. Pero resulta que uno siente que el escritor debe ir siempre en contra de su habilidad. De manera que esos textos que parecen tan redondos y buenos son en realidad falsos amigos. Así que los dejo de lado o los intervengo hasta que escapan a mi control y empiezan a drenar la Voz Extraña. Entonces los relatos o los poemas me empiezan a dar vergüenza ajena, incertidumbre y todas esas sensaciones con las que es más difícil convivir. Ahí sé que —más allá de los logros— estoy, como quería Kerouac, en el camino. Vladimir Nabokov decía que la literatura empezó un día en que un pastor entró en la aldea gritando que venía el lobo, sabiendo que eso no era verdad. Es una buena definición pero está sostenida en un registro moral que me molesta. Asocia la literatura a la mentira. Un libro de ensayos de Vargas Llosa sobre autores que lo conmovieron se llama La verdad de las mentiras. Sigue en la misma línea de flotación. Hace muchos años volví del colegio y le dije a mi madre que había un chico con unas orejas de burro ortopédicas. Mi mamá me dijo que era porque no estudiaba. Todavía hoy recuerdo la cara de ese chico que nunca existió. Tenía pelo marrón, dientes grandes, un guardapolvo que le quedaba apretado y estaba de pie en la puerta de entrada del Martina Silva de Gurruchaga, justo donde pegaba el sol. Le brillaba el armazón de metal que sostenía las orejas de burro inmensas, que eran de piel. Como ustedes comprobarán, yo no estaba mintiendo: simplemente, como en la Edad Media, como muchos otros chicos del mundo, tenía visiones. Antes de aprender a leer, ya tenía revistas de Batman. Estaban editadas por la editorial mexicana Novaro. Recuerdo una especial en la que en la tapa Batman se posaba por encima de una gran claraboya de vidrio. Debajo, mirándolo asustado, estaba el Guasón. De la boca de Batman salía un globo blanco de texto. Creo que pasé tardes larguísimas imaginando qué le estaba diciendo al Joker. Aún hoy, cuando voy al Parque Rivadavia a buscar libros viejos, me fijo entre esas revistas mexicanas que ahora son material de coleccionista, para ver si doy con la dichosa tapa. Poco antes de terminar la primaria me pasé las mañanas viendo un programa donde el mago Fantasio realizaba trucos en vivo, en un estudio repleto de chicos. Tenía un truco especial que me volvía loco. Juntaba chicos que seleccionaba del público y los ponía a sus costados. Acto seguido, decía, “ahora voy a pesar 200 kilos”. Y se tiraba al piso y los chicos no lo podían ni sostener ni levantar. Repetía esto varias veces pero bajando cada vez más de peso, hasta que decía: “ahora voy a pesar 20 kilos” y cuando se tiraba al piso, los chicos no sólo lo sostenían sino que lo hacían flamear. Le pedí a mi papá que me comprara la caja de trucos de Fantasio, pero el Gran Truco no estaba. Podías hacer desaparecer un pañuelo, fingir que cortabas un dedo y lo volvías a poner en el mismo lugar, pero nada del Gran Truco. Pasaron algunos años y coincidí en la colonia de vacaciones con un chico que había sostenido a Fantasio en el programa. Me lo comentó mientras nos cambiábamos en el vestuario para entrar a la pileta. Le pregunté, impaciente y nervioso, si todo estaba arreglado con el mago, eso de tirarse y no sostenerlo, etc. Él me dijo: “No. Era increíble. ¡De pronto el tipo no pesaba nada!” Eso me mató. Sentí que en algún lugar había una estafa, pero que era en realidad encantadora. Ese mismo poder de extrañeza encontré después en la literatura. La Voz Extraña, de Fabián Casas.

Ediciones UDP, 2014.

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Por Tamym Maulén

Desde su titulación como Profesora de Castellano, Rosabetty Muñoz (Ancud, 1960) ha ejercido labores de docencia en distintos establecimientos educacionales de Chiloé y participado activamente del desarrollo cultural del sur de Chile. Un reconocimiento público a su obra como poeta lo recibió en 2013 al obtener el Premio Altazor. Para ella, convertir un libro en un objeto de deseo y contar historias como lo hacían antiguamente las abuelas, son maneras imprescindibles de contagiar la lectura.

En tu experiencia como profesora (maestra): cuéntanos lo positivo que ha sido incentivar la lectura en tus alumnos. Durante los años que llevo haciendo clases y talleres literarios, la experiencia que considero más valiosa es presenciar cómo le cambia la vida a un niño, a un joven, cuando se encuentra con la lectura justa. He visto la excitación maravillada, el silencio cargado, la alegría intensa, la desazón íntima, la búsqueda; tanto, que parece necesario que cada vez más tengan la posibilidad de asomarse a otra forma de vivir, sobre todo ahora en que los objetos tecnológicos simulan redes comunitarias que les ocupan gran parte del tiempo habitando la virtualidad sin ver, sentir ni oír nuestro entorno inmediato. Curiosamente, los buenos libros nos empujan a todo lo contrario: aquilatar la vida personal y concreta armados con el espejo de otros seres humanos que bucean en las profundidades. ¿Cuáles son las fallas en el nivel de comprensión en los niños frente a la lectura donde tú haces clases? ¿Es este un problema del sistema educacional, de nuestro país, de las propias familias y el entorno donde los niños crecen? No se trata de fallas menores. Estamos hablando de una fractura en la forma de habitar con otros, de hacer comunidad. La información / mensajes que día a día se comparten es tragada sin tiempo para sedimentar, incorporar; por la velocidad también se simplifican las formas y con ella, los procesos mentales. Si una familia tiene al televisor en el lugar más destacado de la casa y dejo que las voces (muchas veces iletradas, insulsas, deformantes) tele eduquen a sus niños, no es sólo su culpa, también lo es de la sociedad completa que ha permitido que los medios masivos de comunicación se conviertan en alienación. Para leer y comprender, se necesita una disposición mental abierta; voluntad para desentrañar misterios; seriedad para buscar lo propio de lo humano y respeto por el conocimiento acumulado, por todos los que fueron, pensaron, hicieron. Y capacidad de soñar, claro.

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La Lectura se Contagia


¿Cómo se puede mejorar este problema, partiendo por las etapas más primarias de educación en los niños? Tengo que decir que hay dos palabras que me provocan escozor por su uso general hoy por hoy, y en torno a lectura en particular: entretención y gusto. Es evidente que en el campo del divertimento hay muchos otros medios que llevan ventaja; no parece lógico que se trate, a toda costa, de imponer a los libros la función de entretener como la más relevante. Escoger libros según “el gusto” de los jóvenes es una peligrosa senda en las que han caído muchos profesores y padres. ¿Cómo saben qué les gusta si no conocen? La cantidad de hojas, la acción veloz en las primeras páginas, la infantilización de los contenidos, no pueden seguir siendo pautas para seleccionar. Convertir un libro en objeto de deseo es un desafío para los padres y profesores, pero una forma bastante simple sigue siendo la imitación: el placer de la lectura se contagia. Conversar de libros, de historias, contar historias como lo hacían desde los primeros tiempos las abuelas, las madres. Hasta en los grupos más difíciles, un cuento bien contado, atrapa y conste…un cuento bueno, no es necesariamente “entretenido”. Los profesores, los padres tienen que darle, primero, un lugar en su vida a los libros y luego, encantar a los niños.

La Lectura se Contagia

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1. Random de Daniel Rojas Pachas. Narrativa joven chilena. 2. La sangre y la esperanza de Nicomedes Guzmán. Reedición de una clásica novela nacional. 3. Cuando hablábamos con los muertos de Mariana Enriquez. Relatos de terror desde Argentina. 4. 14 de Jean Echenoz. La Primera Guerra Mundial en un nuevo concentrado de este escritor francés. 5. Nascimento de Felipe Reyes. Biografía del editor de los chilenos. 6. Carver Country de Raymond Carver. Textos y fotografías del gran autor norteamericano. 7. Editado en Chile. Comentarios de libros editados entre 1889 y 2004. 8. El margen de la propia vida de Carlos Cociña. Recopilación de este fundamental poeta de los ochentas. 9. Cortázar de la A a la Z. Un álbum biográfico del autor argentino. 10. Temporal de Nicanor Parra. Última publicación del antipoeta. 11. Actas Urbe de Elvira Hernández. Premio de la Crítica 2014, Mención Poesía. 12.Tránsitos de Alberto Fuguet. Una cartografía literaria del autor de Sobredosis.



JULIO JULI JU LIIO C CORTÁZAR O TÁ OR TÁZA ZAR ZA R Escr Es crit cr itor it or a arg rgen rg enti en t no ti n . Naci Na aci c ó en B Bru ruse ru sela las, la s Bél s, B éllgi g ca ca,, en 1 91 14 y mu muri rió ri ó en nP arís ar ís e en n 19 1 84 4. Co Cons nssid der erad do un u o de d llos oss e s ri sc rito t re to es ar arge rge gent nttin inos os m más áss iimportantes mp po orrta t nt n es e d e Escritor argentino. Nació Bruselas, Bélgica, 1914 murió París 1984. Considerado uno escritores argentinos de tto odo d s los lo os tiempos. t em ti mpo poss. s. E n re ssus nt uss o bras br a d as esta es taca ta can: ca n Be n: esttia iari rio ri o (1951); ( 95 (1 951) 1);; Fi 1) Fina nall del na deel Juego d Jueg Ju ego eg o (1956); ((19 1956 1956 19 56); ); Los Los Pr P Prem rem mio os (1960); ((19 19 1 960 0); Historia H st Hi stor o ia de or de Cronopios Cron Cr onop on o io op ioss y de Famas F Fam amas am ass (1962); (19 1962 6 ));; todos Entre obras destacan: Bestiario Final Premios Rayuela Armar Autonautas dee la Cosmopista Rayyu Rayu Ra uel ela a (1963); ((19 19 963 3));; 62 Modelo Mod M odel od e o para el para aA rm marr (1968); ((19 1 68 19 6 ); Libro Libr Li b o de Manuel br Ma an nue u l (1973); (19 1973 73); 73 ); Los Los Au uto ona aut utas as d la C ossmo m pi pisstta (1982). ((19 1982 19 82 2). )

NICOMEDES N CO NI OME M DE DES S GUZMÁN GU G UZM MÁN Á Escritor Hombres Esscrrit Escr itor o chileno. or chi h le l no n . Nació Na N aci c ó en e Santiago San S anti an tiag ti ag a go en e 1914. 191 1 9 4. 91 4 Entre Enttre sus sus u obras obr bras a destacan: as des esta ta aca can: n La Ceniza n: Cen eniz i a y el Sueño iz SSue ueño (1938); ue ueño ((19 1938 19 3 ); Los 38 Lo os Ho Homb mbre mb ress Oscuros re O cu Os uro os (1939); ((19 1939 19 3 );; 39 La Sangre San angr ngr gree y la a Esperanza Esp sper eran er a za (1943). an ((19 19 943 43). ).

ROLANDO MARTÍNEZ TRABUCCO R LA RO L ND DO MA M RTÍN RT ÍN ÍNEZ NEZ EZ T R BU RA BUCC CCO CC O Poeta chileno. Nació en 1979. Ha publicado los libros Chicha (2009) Chicha Poet Po eta et a ch hil ilen en no. o. Nac N ació ac ió e ió n Arica A icca en Ar e 1 197 97 79. 9 H ap pu ubl b ic i ad ado o lo os li libr bros br os Ch hicha iccha Mundial Mun u di d al ((20 20 009 9) y Sa SSalmo Salm alm mo a la C Chi hich hi ch ha ((2012). 20 012 12). ).

NICANOR PARRA N CA NI ANO OR PA PARR RR RA Poeta chileno. Nació en Fabián Alico, de Chillán, en 1914. Obtuvo ell Pr Premio Cervantes ell añ año 2011. Entre obras destacan: Poemas Antipoemas Po oet eta a ch hil ilen eno. eno. en o N Nac acció e a n Sa San n Fa Fabi b án d bi de e Al A ico, ic o ccerca o, e ca er ca d e Ch C i lá il lán, n e n, n 19 1914 14.. Ob 14 Obtu tu uvo vo e Prem emio em io C e va er vant ntes nt es e ño 20 2011 1 . En 11 E t e su tr suss ob obra ra as de dest stac st accan an:: Po oem emas a yA as ntip nt ipoe ip oema oe ma as (1954); Obra Gruesa (1969); Artefactos (1972); Sermones Prédicas Cristo Elqui Hojas Parra Poemas para Combatir Calvicie (1992); Temporal (195 (1 954) 95 4);; Ob 4) O ra aG ru ues e a ((19 1969 19 69); 69 ); Ar A teefa fact c os ((19 ct 1 72 19 7 ); ) Se Serm rm mon o es y P réédi rédi dica cass de ca de C rist ri s o de st dell El lqu ui (1 ((1977); 977) 97 7)); Ho H jass de P ja arra ar ra ((1985); 19 985 5); ); Po P e as em a p arra Co omb ba attir lla a Calv Ca alv lviicciee ((19 lvic 1 92 19 92); );; T Te emp mpor orral a (2014). (2 201 0 4) 4).. GUILLERMO TEJEDA JJUAN JU AN NG U LL UI LER RMO OT EJED EJ ED EDA DA Artista escritor Nació Santiago 1947. Realizó ilustraciones de Artefactos Nicanor Parra en 1972. Entre destacan A Ar tiistta y es scr c it itor orr cchileno. hile hile hi eno no. Na aci c ó en e San an nti t ag a o en 194 94 47. 7 R ea izó eali ó las ass iilu lust lu sttraci ciion cion nes es d e lo loss Ar A teefa act ctos de eN ican ic an anor norr P a ra ar r e n 19 1972 972 7 . En E ntr tre su tr suss li llibros ibrros d esta es t ca ta c n Fábrica Trabajo (2014). La aF ábri áb rica ri ca a ((2008) 20 008 08)) y Tr T rab a aj ab ajo o In IInútil nút ú ilil ((20 2014 20 4). ) CLAR CL LAR RA BU B DN NIK CLARA BUDNIK Bi iblio bliote bl io ote tecó cólo có loga lo ga cchilena. h lle hi ena a. Na Naci ció ci ó en 1 938. 93 8 E 8. ntre nt re 1 993 99 3 y 20 000 0 e j rc je rció ió ó com omo o Dire r ctora de d isttem ema a de d B ib bliot o ec ecas as P úbli úb lica cass en C hile hi ep ara as ar sum mir, ir ir Bibliotecóloga Nació 1938. Entre 1993 2000 ejerció como Directora dell Si Sistema Bibliotecas Públicas Chile para asumir, e en tre 2000 tr 200 20 00 0y2 0 6, 00 6 ccomo omo om oD Di ire rect ccttorra de e lla a Di Diba bam. ba m Es m. Es Pr Pres essid esid iden e te en t d e la aF un nda daci ciión ó Museo o Preco olo ombino o y Di ire ector o a Ej jecutiva de d lla a Fu F ndac nd ació ac iió ón entre 2006, Directora Dibam. Presidente de Fundación Precolombino Directora Ejecutiva Fundación De em mo ocrac crrac acia ia y D ia esar es arrro rollo. lllo. o Democracia Desarrollo. MA M ART R ÍN NK O AN OH N MARTÍN KOHAN E Es crit cr itor it o arg or aargentino. rgen rg gen e ti tino no.. Na no N c ó en ci nB ue eno n s Ai A r s, re s e en n 19 1 6 . En 67 Entr trre su ssuss no nove vela ve as de dest sttac acan: La aP Pér érrdi d da d Laur ura ur a (1 (199 99 93) 3);; El Inf nfor o me ((1997); 1 97 19 97); ); Do Doss Ve V cee Junio (20 ces 2 02 02); 2 Escritor Nació Buenos Aires, 1967. Entre novelas destacan: Pérdida dee La Laura (1993); Informe Veces (2002); Se egu gund nd dos os A fuer fu e a ((2005); er 20 005 05); ) Ci ); C e ciiass M en orral ales les ((2007); 2 07 20 0 ); ) Cu C enta en tass Pe Pend nd die i nttess ((2010); 20 010); Ba Bahí ía Bl B lan anca an ca a (2 ((2012). 201 12) 2. Segundos Afuera Ciencias Morales Cuentas Pendientes Bahía Blanca A AL ON NE ALONE C Crít Cr ríttiicco li lite tte era rari rio ri o ch chil i en il eno. o. N ació ac ió e n Sa S nttia iago g e go n 18 1 91 y m 91 mur urió ur ió e n es e a mi mism s a ci sm iud udad e n 19 984 84.. Su v e da er d dero n o br om bre fu ffue e He Hern rnán rn án D íaz Ar Arri rieta. a Crítico literario chileno. Nació en Santiago en 1891 murió en esa misma ciudad en 1984. verdadero nombre Hernán Díaz Arrieta. Co C onssid de errad ado o co como m e mo máss in influ flu uye y nt nte e cr ccrítico ític ít ico ic o li lliterario tera te ra ariio ch chil illen eno, o ffue o, ue u una n p na per e so sona n lliida na dad d im impr prres esci cn ci nd dib ble d e la l e sccen e a cu ultturrall cchi h le hi ena ad el ssiglo el ig glo oX X. X. Considerado ell má influyente chileno, personalidad imprescindible de escena cultural chilena del XX. AL LAN P PAU AU UL LS S ALAN PAULS Escr Es c itor cr ittorr a arg rrg gen enti t no ti o. Na Naci ciió en B ue eno noss A Ai ire es en 1 95 59. 9 E ntre nt re ssus us o bras br as d des esta es t ca ta an:: El E p pud u or d ud el P ornó or nógr nó graf gr afo af o ((1984); 19 1 984 4);; Wa Wasa s bi sa b (1 199 994) 4 ; El E P assad asad a o ((2003); 2 03 20 3); ) Escritor argentino. Nació Buenos Aires 1959. Entre obras destacan: pudor del Pornógrafo Wasabi (1994); Pasado La ttrilogía La r lo ri l gí gía a co comp m ue mp est sta a po or: Hi Hist stor st orria d ell LLlanto lant la nto nt o (2 200 007) 7);; Hi ist s or oria ia ad el P e o ((2010); el 2010 20 10 0); Hi Hist stor st oria or ia d el D Din iner erro ((20 2013 20 1 ). 13 compuesta por: Historia del (2007); Historia del Pelo Historia del Dinero (2013).

FA F AB BIIÁN C A AS AS FABIÁN CASAS P Po oet e aye et es scr crittor o arg aargentino. rg gen enti t no n . Na Naci cciió e en nB ueno ue noss Ai no A ress en 196 re 1 96 9 65. 5. E n re nt r ssus us obr o brras as d essta taca ca an: Tu Tuca ca (1 199 9 0) 0 ; Ell SSalmón a mó al món n (1 199 96) 6 ; El E SSpl plee een ee n de d B o do oe d (2 ((2004); 200 00 04) 4); Poeta escritor Nació Buenos Aires 1965. Entre obras destacan: (1990); (1996); Spleen Boedo E Ensa En nsa sayo yos Bo B ons nsai aii ((2007); 2007 20 007 7));; La a SSup upre up reem ma ací cía a To T lssto toii ((20 2 13 20 13). ) ). Ensayos Bonsai Supremacía Tolstoi (2013). ROSABETTY RO R OSA OSA SABE BE ET TT TY MU M MUÑOZ ÑO Ñ OZ Poet Po etta y pr rofes offes esor esor ora chil ora ch hillen ena. ena. a. N ació e ac n An A cud, cu d C d, h lo hi loé, é, e n 19 96 60 0. En E trre su us pu p bliccac bl blic a io one n s de esttac a an a : Ca C nto nt o dee una una na Oveja Ove v ja j del dell Rebaño Reb bañ ño ((1981); 1 81 19 81); ) ); Poeta profesora chilena. Nació en Ancud, Chiloé, en 1960. Entre sus publicaciones destacan: Canto E Lugar En Lug ugar arr de a de Morir Mo M oriir (1987); (1 198 987); 987) 7)); Baile Ba aille de d Señoritas Señ ñor orit rit i ass (1994); (19 994 9 ); ) La L Santa, Sa an nta ta,, Historia Hist Hi stor st o iia or a de de su s Elevación Eleeva vaci ciió ón n (1998); (19 1998 98); 98 ) Ratada ); Ra atta ada d (2005); ( 00 (2 05) 5 ; En n nom om ombr mb brrree de N in ngu g na n (2008); (20 2008 08); 08 ) ); nombre Ninguna Polvo Po P olvo lvvo de de Huesos Hue uesso os ((2012). 20 012 12). ) ).

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