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nuevas a la pacificación del Perú

preparará cuatro arcos triunfales. Para el último (fig.15), culminación del proyecto, eligió el orden jónico que, a decir de Serlio, habiendo servido en la antigüedad a Júpiter, Marte o Hércules, debía emplearse, después de la venida de Cristo, para erigir templos a figuras como el apóstol Santiago y, en general, a todos aquellos santos" cuya profession, no sólo aya sido de hombres de guerra [ ... sino también] fuerte y robusto, en poner la vida por la fee de Christo [ ... ] y, en quanto a los hombres, si algun cavallero muy esfon:;ado o persona muy valerosa, como seria si fuesse general o capitan de un exercito". Inspirado en un modelo del propio Serlio 34, el arco diseñado por Romano estará rematado con la efigie de Carlos V sobre un caballo encabritado con la espada desenvainada derribando a los enemigos de la fe: un berberisco, un turco y un indio americano. Se significaba así que había "descubierto y vencido" al Nuevo Mundo 35• Pese al marco clásico, se erige al monarca en un doble del apóstol que comparte y prolonga su misión en una dimensión universal que ya no es únicamente ibérica o mediterránea. La alteridad religiosa políticamente significativa ya no se reduce a los musulmanes.

Atahua/pa o el vencido triunfante: la cabeza del inca, de las Leyes nuevas a la pacificación del Perú

La entrada en Milán, que transformaba a Carlos V en guerrero victorioso de los indios idólatras, coincide significativamente (debe tratarse de una compensación simbólica o de un gesto de apología polémica) con la culminación del cuestionamiento que en su propio terreno se hacía de la legitimidad de sus títulos sobre América. Francisco de Vitoria había minado las bases del requerimiento y de la dación papal y Bartolomé de las Casas había denunciado su falta de autoridad para ceder la soberanía conseguida sobre los habitantes del Nuevo Mundo,que como tales debían ser tenidos por súbditos libres suyos, convirtiéndolos en siervos de los encomenderos en quienes había, además, delegado sus responsabilidades políticas de protección y religiosas de conversión.Al no haber cumplido con su misión y permitido las violencias y alienaciones injustificadas de la conquista, estaba en la obligación moral de restituir los bienes y posesiones mal habidos. El proyecto de reforma establecido por las Leyes nuevas en 1542 en respuesta a esos reclamos era sin embargo mucho menos radical. No contemplaba la posibilidad de una restitución política, sólo frenar los abusos cometidos contra los indios cuestionando exclusivamente la autoridad concedida a los encomenderos. La corona, recuperando ésta para sí, aprovechaba la autocrítica parcial para intentar asumir directamente el papel que le correspondía en el gobierno y la administración, lo que le permitiría disfrutar con mayor provecho del excedente indígena. Se creaba así el virreinato del Perú que constituía el territorio en una verdadera unidad político-administrativa. Pero la conquista había sido una empresa privada y los privilegios de que gozaban los conquistadores eran entendidos como la contraparte que les correspondía por su contribución a la expansión de los dominios de Castilla, se rebelaron pues contra la supresión de las encomiendas que los habían izado al rango de señores otorgándoles honor y riqueza. Las guerras civiles rozaron la ruptura con la presentida coronación de Gonzalo Pizarra como rey del Perú. Luego, la deserción de sus tropas, que dio la victoria al pacificador La Gasea en Xaquixahuana, marcó el punto de inflexión en favor del poder regio. El deseo de autonomía que animaba las agitaciones, contribuyó a ver el Perú como un estado posible. Fueron necesarias distintas acciones simbólicas para restituir el orden, apaciguar los ánimos y reintegrar el reino a la corona de Castilla restaurando públicamente las fidelidades que habían claudicado.Así, entre 1549 y 1551, comenzará en muchos ámbitos (económico, político, administrativo, religioso) un proceso de refundación.

._ Fig. 17. Escudo de la ciudad de Potosí.

Felipe Guarnan Poma de Ayala. Nueva coránica y buen gobierno. 1615. Folio [1066] del manuscrito en la Biblioteca Real de Copenhague, Dinamarca. La fiesta que abre esta nueva etapa, reanudando públicamente el reconocimiento de la autoridad metropolitana y asegurando la delicada reconciliación con aquellos que habían colaborado con el rebelde, es la que celebra la entrada de La Gasea en Lima el 17 de septiembre de 1548, luego de su victoria en Xaquixahuana y de haberle cortado la cabeza a Gonzalo Pizarra, para fundar la real audiencia. En ella el sello real, que representaba la persona misma del rey y su justicia, recibiría el homenaje y acatamiento de rigor antes de ser entregado a los oidores que cumplirían gracias a él sus funciones en su nombre. Cada ciudad del reino estaba simbolizada por un arco decorado con imágenes, versos, flores y acompañado por danzantes españoles, uno de los cuales cantaba la letra correspondiente ratificando la fidelidad de la población que personificaba. En uno de estos arcos

[ ... ] estava pintada en él la gran cibdad del Cuzco, como cabec;a y señora que fue de aquel antiguo ymperio, y estava en él pintado el Guasear Inga y gran señor de todas aquellas provincias, de cómo estava descabec;ado, que dos capitanes del gran Atagualipa, Señor de Quito, le cortavan la cabec;a [ ... ]36 •

En el correspondiente a Quito aparecía en cambio triunfante "el potente Rey Atagualipa, que en la mano derecha tenia una caxa grande llena de muchos y grandes thesoros, que parescia que los enseñava a sus capitanes y vasallos,, 3r Esta primera representación documentada de tema incaico en el ámbito de las fiestas políticas coloniales es altamente significativa. Primeramente, por la rapidez con que los españoles se apropian y se identifican con los personajes incaicos. Segundo, porque los incas comienzan a multiplicarse. La guerra civil que dividía el imperio a la llegada de los conquistadores podía evocar la de éstos contra la corona. Los incas hermanos despertaban una serie de analogías entre Carlos V triunfante (cuya fuente de legitimidad era Atahualpa] y Gonzalo Pizarra (su antagonista recientemente decapitado en el Cuzco]. Así, el vencido Atahualpa pasaba a ser el vencedor. En vez de ofrecer su rescate (como en el escudo de Pizarra], recibía el trofeo de su hermano. Lograba concentrar así la representatividad de ambos, lo que era útil pero peligroso. Un detalle neutralizaba el riesgo de su triunfo: se lo separaba del Cuzco. No es sólo que la visión local de las cosas hiciera inverosímil un Atahualpa rey cuzqueño, su cuerpo invicto y su corona coincidían con la cabeza del imperio política pero ya no físicamente. Se instituía el desplazamiento definitivo del centro geopolítico del reino. Con la instalación de la audiencia en Lima, el Cuzco -"cabeza de estos reinos11 como indican sistemáticamente los documentos por más de un siglo todavía- quedaba definitivamente degollado al perder su condición de capital. El mensaje era también para los encomenderos de esa ciudad cuya pacificación era aún frágil. Finalmente, convertir a Atahualpa en vencedor (la lógica y la imagen que el propio Carlos V había aplicado reiteradamente a sí mismo] se había vuelto indispensable para transformarlo en el detentar legítimo y efectivo de la hegemonía peruana que el emperador católico (de quien se celebraba el reconocimiento y la restauración de la soberanía] debía tomar para sí. Bajo la modalidad de "el poderoso Atahualpa11 volverá a aparecer en las fiestas de Potosí en 1551 38• Su mascapaycha indicaba ahora claramente

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