140629 EL Y ELLA

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EL / ELLA


Ilustraci贸n de portada L. Alfonso Mart铆n Delgado


ÉL Y ELLA / ELLA Y ÉL


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CONSIGNA DEL DOMINGO 22 / JUN / 2014

Y ÉL / ELLA VEÍA...

Él veía colores; ella situaciones. Él perspectivas; ella historias. Él enemigos; ella sobrevivientes.... La consigna de la semana tiene que ver el "el ver"; ver diferente, no poder ver lo mismo; si se quiere con desencuentros; con puntos de vista; con enriquecerse al ver lo que otro ve; o con tener ojos diferentes. Los perros, ¿ven como nosotros? ¿Un ciego ve algo, recuerda cómo es ver? ¿Cuánto llega a ver un corto de vista? ¿Por qué él no puede verme, no puede verlo, no puede verse? Ver como entender, como aceptar; ver como interpretar, ver como registrar... Él (ella) veia. La consigna para esta semana. Feliz domingo para todos.

Silvina Scheiner 3


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Aitor Arjol

Las ruedas de ella. Las mías. Las de él. Él ve sobre ruedas. Yo veo con ellas. Él ve que sueña. Yo veo que ruedo. Yo hablo. Él parece que también. Yo no debería. Ella tampoco. Pero ambas hablamos. Ruedas en vez de dientes. Así, apiñados. Él no lo sabe. Nosotras sí lo sabemos. Lunes. Martes. Miércoles. De memoria. Aunque él lo ignora. Yo lo sé. Ella también. Contamos los días marcando una muesca en la pared del dormitorio, pero también...

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Mariano Durlach

Cuadro de situación: el hijo adolescente tiene pulmonía. Se va el doctor prescribiendo antibióticos, reposo y no salir por una semana... A los dos días empieza una mejoría y sensación de bienestar. Hijo adolescente dice: "Ya me siento bien... mañana voy al cole y a la tarde a lo de mi novia." Progenitor 1: "Vos no vas nada; el doctor dijo una semana así que te quedás haciendo reposo." Hijo: "Ni pienso... Ya me siento bien, estoy embolado y no me importa lo que haya dicho el doctor. Ya me siento bien y no estoy enfermo." Progenitor 1: "Estás enfermo, con tos y hace frío... ¡Te prohíbo que salgas!" Un buen rato después... Progenitor 2: "Ya sé y veo que por suerte te sentís mejor y estás más animado... Me imagino lo aburrido que debés de estar..." Hijo: "Estoy embolado y ya me siento perfecto." Progenitor 2: "...Seguro y es lo que esperaba que pasara producto de los remedios... Pero es importante que cumplas con el tiempo de reposo para que los antibióticos terminen de trabajar bien. Si llegás a tener una recaída es peor porque seguramente haya que internarte y ahí sí que vas a sentir el embole... ¿Te puedo pedir que te cuides y que te quedes en casa?”

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Fer Iñarra Iraegui

¿A VOS PARA QUÉ TE SIRVIÓ LA COLIMBA?

El aire campero flotaba dulzón en las luminosas mañanas, aunque la escarcha crepitara a cada paso, y llenaba su pecho cuando respiraba a los cuatro vientos en aquella esquina. Un perfecto horizonte recortaba entre el cielo y la tierra, la silueta delgada de un círculo que decían era hasta donde la tierra llegaba. Sus ojos podían ver cada punto si sobre sus pequeños piecitos giraba. Era nada lo que se veía y era todo lo que ellos tenían. Vivir en un pueblo en el campo, era duro pero era lo único que conocía. En muchos lugares, más de los que uno imagina, más de los que uno quisiera, ir todos los días el colegio no es un derecho, ni tampoco un deber, es un lujo al que no todos pueden acceder. Carlos Casares no era la excepción, para algunos el colegio era sólo primer grado porque después ya había que salir a trabajar, desde chico. No te preguntaban ni te daban a elegir, aún así lejos de ser una deshonra, uno lo hacía por la familia, por el pan, ¡porque lo tenías que hacer! Si podías vender flores, se vendían... El campo tenía muchas y tan hermosas como coloridas. Si tenías suerte conseguías un puesto de diarios en una estratégica esquina y vendías apenas sabiendo leer, las noticias que otros con tu misma suerte se arreglaban para leer de camino a casa después de una larga jornada de trabajo, con las manos ajadas, las alpargatas en hilachas y el poncho sobre los hombros. Esas monedas hacían la diferencia y ayudaban a que día a día un plato de comida o un mate cocido y un pan, los reuniera en esos pocos momentos que compartían como familia... Con picardía y avidez por aprender, los chicos van aprovechando oportunidades que otros no supieron ver, haciéndose un lugar, inventándose un trabajo para salir adelante. Salen adelante y tropiezan, se levantan y vuelven a empezar, con fuerza, aunque vuelvan a tropezar, se levantan una y otra vez, con un objetivo claro que es el de no darse por vencido porque tiene que haber algo mejor. Pasan de canillita y vendedor de flores a aprendiz, escalando así posiciones y cuando parece que ya suben el siguiente escalón, el deber los llama... ¡la colimba!

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- Pero Señor, ¡soy único sostén de madre viuda! Además de ser una cruda realidad, la excusa perfecta porque está contemplado que siendo así no debería hacerla... Sin embargo, por ser él, harán una excepción y no sólo va a hacer la colimba sino que también le toca... ¡Marina! En ese entonces, la única fuerza que te tenía adentro dos largos años. Así fue como aquel pequeño que estaba en esa esquina de pronto se encontró devenido en joven. Joven que resignado entró a la Marina, a hacer lo que mejor sabía hacer, lo que "tenía que hacer". Aprendió, obedeció, trotó, disparó, saltó, marchó, barrió, hizo guardia... Una noche mientras hacía guardia, con un fusil al hombro, un ruido lo puso en alerta. El ruido se acercaba y a pesar de la voz de alto y de que preguntara quién era, con voz clara y fuerte nadie contestaba. Presa de terror, tuvo que disparar ese fusil que llevaba. Un estrépito sacudió la noche, seguido de un silencio tan profundo que lo dejó sordo y sin aliento. El ruido que antes lo acechaba cesó, ¡pero el miedo no! A la mañana siguiente, todo se veía con escalofriante claridad... el burro de un pescador yacía sin vida entre los matorrales y esto le valió al marinero de guardia una semana de arresto. Cómo iba a saber? ¡El burro no dijo ni mu! Pero lo más increíble que aprendió, también a fuerza de pasarse una semana preso, fue cuando lo mandaron a hacerle señales a otro barco, con las banderitas de colores. Ser banderillero, era un puesto muy importante ya que ayudaba a los barcos que quisieran hacer maniobras, a no chocarse con otras embarcaciones, puesto que tal vez caiga en desuso por el avance de la tecnología, los radares... Pero en ese momento, era algo serio. Un montón de banderitas todas de diferentes colores y se movían para acá o para allá en un idioma que se veía a lo lejos, como las señales de humo en las películas de cowboys. Hete aquí que el marinero, lleno de orgullo y bizarría y siguiendo al pie de la letra lo que sus superiores le indicaran, en ágiles pero estudiados y artísticos movimientos hizo flamear una y otra vez las banderitas de colores. Lamentablemente un pequeño detalle desconocido para todos los allí presentes ocasionó la colisión de la embarcación que acataba las señales. Esto fue posible por un imperceptible desarreglo genético denominado daltonismo, que nuestro valiente marinero ignoraba que tenía. Y sí, fue preso igual.

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Y sí, se podría haber salvado por eso también, de haberlo sabido, de los dos largos años que tuvo que pasarse en la Marina. Y sí, otros "únicos sostén de familia", no tuvieron la misma suerte. ♪♫Manolo fue marinero, su hijo también lo fue ♪♫ y los nietos por suerte llegaron a tiempo de que no hubiera más "servicio militar obligatorio" porque... ¡lo que se hereda, no se roba!

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Roberta Garibotti

A veces quisiera perderme de vista un rato, olvidar mis propios lamentos, tomarme en chiste las preocupaciones cotidianas, sólo ver soles, mitades llenas de vasos medio vacíos, ver más allá del miedo y el fracaso.

Pero no soy así.

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Cristian del Rosario

VEO VEO

- Veo veo... que no te puedo ver, pero me hubiera gustado verte porque sos versero. - ¿Qué ves, Molla, cuando me ves? ¿Me ves versero? Cero verso soy. - Una cosa... entendéme si te veo, capaz que te deseo, y entonces mejor no... ahora estoy con él. - ¿¿¿Qué cosa??? No te entiendo. - Maravillosa... debería ser la cosa, es que me gustaría verte pero ahora no... ¿En otra década? ¿En otra vida? Hace dos años atrás... justo ahora no... igual cuando me viste hace poco ni bola me diste… pero ahora soy fiel y... ya me hiciste equivocar, le tengo que avisar que lo voy a ver a él y en vez de eso te escribí a vos. - ¿De qué color me dibujo... ahora?... decime… - ¿Color? ¿Color me preguntaste? Bermellón... - ¡¡Verme yo… .con vos!! - ¡¡No, verme nada!! Ya te dije hubiera sido lindo vernos...pero no... - Ok... ¿Bermellón me dijiste? Tus pecas. - Si..., qué turro sos, ¿cómo sabés de mis pecas?

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Eduardo Mizrahi

UN HALLAZGO MEMORABLE.

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1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla 1 Siguiendo con mi costumbre, mi voluntad imperial, y mi aburrimiento soberano, hoy les comparto una transcripción holográfica de una sesión de la Asamblea del Universo, de la época en que nuestros antepasados llegaron a creer que esa estúpida operación cerebral había cambiado para siempre los destinos de la humanidad entera. A mí me divierte mucho y pretendo que ustedes también se diviertan. Trata sobre el memorable hallazgo que cambió el curso de la cultura universal, del inicio del fin de esa sociedad frígida y afeminada. Como siempre, transmito telepáticamente. Ya sé que es un procedimiento vetusto, pero eso me permite dañar a los que no estén de acuerdo conmigo ni festejen mis ocurrencias. Ustedes saben que eso es parte de mi divertimento. Y que en realidad es lo único que me importa. Eso y molestarlos a ustedes. Den gracias que me tomo la molestia de administrar este universo de mierda para que no colapsen todas las entropías y ustedes sean fagocitados por la materia oscura. ¡Desagradecidos! ¡Granos del culo! Hoy pienso introducir una variante escatológica con la obvia intención de molestarlos más a ustedes. Entre parte y parte del relato les haré llegar una recopilación de los eructos más potentes y las flatulencias más apestosas que mis asistentes han encontrado. Suenan fuerte y huelen pésimo, ya lo sentirán apropiadamente. Espero que lo disfruten, cuanto más les moleste mas satisfacción sentiré, ya ustedes me conocen de sobra. Arranco con un pedo de mi cosecha. ¿Qué les parece? Aceptable, ¿no? ¿Asqueroso? Esperen a ver los que vienen... Bueno, arranco con la anécdota. Del diario de sesiones del Parlamento Universal del año 532 de nuestra era, esa época de pelotudos operados que se creían que habían llegado a la perfección del hombre y por eso 1

Más o menos cumple con la consigna, me parece. Escribirlo me quemó todas las neuronas que me quedaban para la semana, así que bueno...es lo que hay. Perdón por lo extenso.

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mismo no pudieron ver que lo perfecto era lo contrario y yo su encarnación suprema. Sientan esto, imbéciles, ¡comienzo! 2 1048:16 Observé con regocijo a mi discípulo. Hay placeres que debieran ser eternos. 1048:21 No es el primer emperador que ha gobernado en mi nombre, eso es totalmente cierto. Sin embargo, éste... es una maravilla. 1048:22

Satisfecho estuve con varios. Nerón, Calígula, Adolf...

1048:26 Parado con su capa fosforescente, inhalando sin cesar del más sabroso birkuzz, rodeado de esclavas encadenadas para ocuparse de las fellatios... ¿qué más puedo pedir? 1048:32 La espera no ha sido en vano. No es sólo que esté feliz... estoy completo. 3 El magistrado apoyó las palmas de sus manos en el estrado. Observó detenidamente los rostros expectantes de sus colegas. Todos sabían que se trataba de una sesión histórica. El silencio era absoluto. Respiró, y dijo: "Hoy nos es complicado comprender el extraño proceder de nuestros antecesores. Sus cerebros funcionaban de modo diferente al nuestro, estoy hablando de cuando no se conocía la cirugía cerebral conformativa. Es fácil para nosotros describirlos como animales, como presas de sentimientos indescifrables, como seres irracionales a la deriva del comportamiento. Lo concreto es que nuestra racionalidad actual es adquirida por vía mecánica y nos impide la comprensión de este singular fenómeno. Cuando abandonamos nuestro planeta de origen decidimos a la vez olvidarnos de nuestro pasado. Teníamos nuestros motivos. La construcción de una nueva humanidad debía prescindir de las tendencias belicosas e inhumanas de la organización económica, social y política de nuestros antepasados, que estaban condicionados por aquello que hoy nos resulta incomprensible, su modo de pensamiento. Por consiguiente, para construir un universo sustentable, prescindimos de nuestro pasado. Y fuimos exitosos, qué duda cabe. Pero hoy es imposible repetir los viejos errores, jamás tendrán lugar en nuestro cerebro tal cual ha sido modificado. Agradezcamos a nuestros científicos por esto. Pero todo lo que estoy describiendo ustedes ya lo saben, no pretendo ni por un instante abusar de su tiempo. Vayamos a lo concreto. El Consejo Honorífico de la Ciencia ha emitido su veredicto. Todos sabemos que es inapelable y perfecto. La evolución de nuestra sociedad y

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nuestra ciencia determina que es imposible retroceder de nuestro estadio de perfección organizativa. Se ha cerrado una etapa y se abre otra. Estamos finalmente en condiciones de comenzar a estudiar los extraños fenómenos que aquejaron a nuestros antecesores, sus dolencias, sus pensamientos. Con ese fin hemos despachado una expedición a nuestro planeta de origen. Su nombre es Tierra. Sé que es la primera vez que escuchan su nombre, entiendo el revuelo que ha generado lo que les acabo de revelar. No se inquieten, pero lo que sigue es más perturbador todavía. Nuestro planeta de origen fue devastado por una sucesión de estallidos nucleares medianamente simultáneos y globales que eliminaron a la totalidad de su población en cuestión de días, o de meses. Un porcentaje ínfimo de la misma logró sobrevivir algunos años pero el cambio climático y los efectos residuales terminaron por definir el asunto. Muchos años después resurgió cierta vida vegetal y determinados insectos, pero hasta el día de hoy no se observan rastros de vida animal en el planeta. Hemos investigado ruinas de ciudades, algunas relativamente populosas. No quedan seres humanos, si es posible definir a los que hicieron eso con ese planeta como humanos. Cuando analizamos los motivos de la hecatombe, tomamos en cuenta todos los aspectos. Si bien nos es inconcebible una desidia semejante, no descartamos motivos relacionados a la impericia técnica o al sabotaje. Que sería algo así como generar problemas en los sistemas operativos deliberadamente para generar algún tipo de daño que perjudique al dañado pero beneficie a quien lo daña. Silencio, por favor. Ya sé que les resulta imposible pensar que tal conducta es posible. No pierdan de vista que estos hombres no estaban operados. Funcionaban de otra manera. El Concejo Honorífico de la Ciencia concluye que tal actitud, a todas luces reprobable, es posible que existiera. Las proyecciones comportométricas heptodimensionales proyectan un índice de probabilidad del 67,82%. Y sin embargo... creemos que el motivo fue otro”. 4 “Estos individuos estaban divididos en diferentes circunscripciones administrativas. Determinados aspectos nos hacen sospechar que se habrían autopercibido como diferentes. Nosotros no entendemos el motivo. ¿Habrán escaseado los recursos? ¿Se habrá debido a algún conflicto de intereses? No pierdan de vista que aquel mundo estaba organizado en función de los sentimientos, y el desprecio por el semejante puede haber existido. Silencio, por favor, que ahora viene lo peor. Creemos que esos estallidos fueron intencionales... Por favor, silencio, silencio. Les ruego me dejen proseguir con el resumen. Gracias por su comprensión. Gracias. Silencio.

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Nuestros equipos de rastreo han intentado infructuosamente recabar algún archivo en cualquier soporte imaginable o inimaginable que arrojara luz sobre nuestra oscuridad cognoscitiva acerca de la cultura de este singular planeta. Debo reconocer que como siempre, la labor ha sido llevada a cabo con meticulosidad y rigor científico extremo. Pero los resultados han sido nulos. Nada significativo queda. Y sin embargo... hemos encontrado un artefacto curioso, llamativo. Estaba en una construcción subterránea relativamente profunda, que evidentemente permaneció sellada durante todo este tiempo. Es un conjunto de láminas de corteza vegetal unidas entre sí con algún pegamento de origen químico. Sobre las mismas han pintado de manera artesanal una serie de caracteres que seguimos descifrando, próximamente estableceremos el significado de la totalidad del texto. Poco falta para terminar esa tarea. Si bien estamos seguros de que es un relato atribuible a diferentes narradores, lo que nos sorprende es la inverosimilitud de los sucesos narrados. Obviamente es una ficción, y de calidad y congruencia menos que mediana. Aparece hasta el hartazgo una entidad ficticia acerca de la cual desconocemos su origen, una curiosidad interesante. Creemos que tiene algún valor científico, especialmente considerando que es el único registro disponible de aquella extinta cultura. En breves instantes estará a vuestro alcance la versión holográfica completa traducida a nuestro idioma. Sé que la van a disfrutar, es un hallazgo memorable. Antes de levantar la sesión, procedo a recitarles sus primeras palabras: 1:1

En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

1:2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 1:3

Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

Se levanta la sesión. Gracias."

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Javier Cárdenas

MABEL VIENE A CENAR

Jorge se afeita la barba del día, procurando no cortarse. Sus ojos cansados, por la jornada laboral, controlan la tarea desde el reflejo del espejo. La maquinita de afeitar, va dejando surcos anchos en su mejilla, cubierta de espuma. Recuerda vagamente el día en que su padre le enseñó a afeitarse. Piensa en él bastante seguido, últimamente. Está seguro de que no aprobaría lo que hace, de ninguna manera. Con su madre, sería distinto, siempre lo fue. Pero, a su padre, también le debe el oficio, reconoce, mientras se enjuaga la cara. Sin su adoctrinamiento, hoy, no tendría el taller mecánico. Era un hombre duro, riguroso. Nada que ver con su madre, que cubrió la cuota de afecto que él no le prodigaba. Quizás, a ella, le hubiera gustado que formara una familia, que tuviera hijos. Pero él, bueno, él era así. Se seca la cara y comienza a maquillarse. Desde chico se codeó con hombres toscos, brutos y fuertes. Actualmente lo hace, no han cambiado mucho, con el tiempo, los mecánicos. A veces, en los autos que repara, encuentra alguna pintura de uñas bajo el asiento, un aro, una pulsera. Los va atesorando, para realzar su belleza. Paulatinamente, Mabel se presenta ante sus ojos. De labios rojos, pestañas largas, peluca rubia y rubor en las mejillas. Sale del baño, se para frente al espejo de la sala y aprecia su vestido y sus zapatos de taco alto. Sonríe, plenamente feliz. - Está hermosa - dice Jorge. - Como siempre - contesta Mabel.

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Daniel Goldenberg

OXÍMORON

Interrumpían sin piedad la eternidad. Pero sólo de a ratos. Callaban a gritos sus propios silencios. Dirigían sin rumbo sus trancos inmóviles, con la audacia cobarde de la espontaneidad meditada. Tiraban horizontes por la borda, incendiaban el mar. No dejaban en pie ningún mañana que los volviese recuerdo. Percibían ausencias, ahuyentaban motivos. Resistían la gracia. Repetían su oxímoron: "nosotros". Pero sólo de a ratos.

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Mariangeles Soules

Se enamoraron a primera vista, los presentó una tía de ella. A partir de ese momento parecía que nunca más se iban a separar, todo lo veían maravilloso y lo veían del mismo modo, pero, claro, eran adolescentes y soñadores, nada les preocupaba, iban a bailar, salían con sus amigos y ambos abandonaron la escuela, parecía que lo más importante, no, no, lo único importante era estar juntos. Fue entonces que ella quedó embarazada y a los dos les pareció maravilloso tener un hijo. Pero ahora se presentaba un problema los padres de ninguno de los dos quería que el otro fuese a vivir a su casa, porque sabían perfectamente que tenerlos juntos significaba mantenerlos de por vida. Bueno, no importa, decían, igual vamos a seguir juntos, claro juntos hasta que nació el bebé y fue ahí cuando cada uno de ellos empezó a ver las cosas diferentes. Ella tenía que hacerse cargo del pequeño y ya no le prestaba tanta atención, a pesar de que lo amaba con toda el alma, y él se sentía desplazado por esa pequeña criaturita que le ocupaba todo el tiempo a su amada. Fue entonces cuando él empezó a salir con sus amigos los fines de semana y comenzó a alejarse lentamente de ella. Los dos sentían una gran atracción el uno por el otro pero los dos ya no veían la vida ni el futuro de la misma manera. Ella maduró, quería estudiar, trabajar y forjarse un porvenir para darle lo mejor a su hijito y él siguió siendo un eterno adolescente, inmaduro, al cual nada le interesaba más que salir con sus amigos a divertirse, en realidad no tenía una visión de futuro y comenzó a verla como a una verdadera extraña.

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Cecilia Gómez Nale

I Más que un fade out a grises es un fade out a marrones. Opaco, triste. Sucio. El otoño es una estación sucia. Sucia de hojas; sucia de tierra y polvo si no llueve y sucia de barro en cuanto cae un poco de agua. Rosales con rosas mustias, esperando el mes sin “r” que permita que se los desnude y los obligue a un frío feroz sin cobijo. Algunos árboles adquieren figuras fantasmagóricas sin su follaje y otros exponen mutilaciones de podas que los deforman hasta el asco. Las mañanas neblinosas, pegajosas, tapando lo lindo y lo feo de la geografía y el paisaje. Sepultada de ropa por las mañanas que me pesa al mediodía y tampoco me abriga cuando anochece. Vientos que me obligan a bajar la mirada y veo más hojas, más tierra, más baldosas rotas, más mugre. II Se tiñe de morados, rojos, naranjas y amarillos. Colores cálidos que brillan anunciando un frío vigorizante que se aproxima. El suelo se viste de alfombras que me permiten volver a jugar. ¿Dónde hay un roble cuyas hojas reposadas pueda patear? El sol acaricia sin lastimar y las gotas de lluvia calman mi sed. Es tiempo de violas y pensamientos, coloridos hasta lo imposible. Brotan las fresias y los narcisos. Todavía falta para los tulipanes. Algunos árboles muestran sus yemas que hacia finales de agosto darán lugar al “new spring green”. Qué curioso que haya expresiones que no admitan traducciones con su misma poesía. Y está bien que así sea. Me encanta no ver más allá de mi nariz. Da la sensación de que cuando salga de casa, seguiré mirando a través de mi café dulce, espumoso y humeante hasta llegar a mi lugar de trabajo. Disfruto adivinar las figuras que surgen de entre la niebla otoñal y esperar a que se disipe y encontrar el primer pedazo de cielo azul de cada día. Al mediodía me despojo de a poquito de la ropa que me puse a la mañana y que me protege al atardecer. Si sopla viento, que me despeine. Quizás hasta me voltee y mire hacia abajo para encontrarme con el regalo de una hoja de liquidámbar de color violeta.

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Ana Lia Monfazani

ÉL Son las 11:00 y entro al ACA de Palermo. Voy a sacar el registro. Estoy apurado porque quedé en encontrarme con ella a la 1:00. Rindo el examen práctico pronto. Luego me toca una serie de pruebas de rutina: copiar un dibujo, responder un absurdo test psicológico, escuchar pitidos cada vez más débiles con cada oído y decir para qué lado apunta la letra E en una pantalla blanca transiluminada. Voy pasando de estación en estación en automático. Mi cabeza está en otra parte. Los burócratas se me ocurren más sombríos que nunca. No tengo mucho margen porque a las 3 cursamos. Me sacan la foto. Horrible. Pienso que voy a seguir viéndome con esta cara durante los cinco años de validez que tiene el registro. Y en cinco años quién sabe dónde estaré, pero me voy a acordar de que en el momento de la foto estaba nervioso porque poco después me encontraría con ella para ir a un telo juntos por primera vez. Terminó el trámite. Tengo registro y salgo manejando. La llamo para decirle que estoy en camino. Checklist: tengo en el bolso dos cajitas de forros y un porro armado. Paro en un kiosko y compro una Cepita grande y un Milka aireado. No puede fallar. Espero ansioso en la esquina en la que acordamos. Pienso en ella: barrio, pop y literatura inglesa. Linda pero común. Y un poco insoportable. Todo junto me intimida, me confunde y me gusta al mismo tiempo. ¿Y si no se me para? Respiro. Yo manejo el auto y eso es un alivio.

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ELLA Martes 11:00 am. Tengo dos horas. Ya pensé todo: hasta la bombacha, divina, con estampado de replicantes en homenaje a Blade Runner. ¿Se dará cuenta? No hay detalle librado al azar ni pelo fuera de su lugar. Sé que cuando salga del examen para sacar el registro me va a llamar. Miro fijamente el teléfono, pero lo único que puedo hacer es esperar. Trato de aprovechar el tiempo y estudiar un poco. Las palabras desfilan delante de mis ojos pero no retengo nada. Recurro a un resaltador. Mismo resultado. Páginas enteras de color naranja que no llegan a mi cerebro. Tengo hambre. ¿Y si como algo? Como quedamos en encontrarnos a la 1:00 quizás almorzamos. Pero un almuerzo arruinaría todo el plan. No, no vamos a comer pero tampoco es correcto que almuerce antes, porque seguro que él no almorzó. ¿Y si por no comer tengo mal aliento? Sería espantoso. Irreversible. Me voy a lavar los dientes. ¡Semejante cosa por este pibe! Si no pegamos para nada. Un heavy metal de San Isidro, hijo de una familia numerosa y católica. Tan alto que cuando caminamos juntos tengo que flexionar un poco el brazo hacia arriba para alcanzar su manaza. Y eso se siente maravillosamente. Dale, ¡llamá!

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Caro Barba

ELLA, ÉL Y JUANI

Juani: - ¿Hay sol? Ella:

- Hoy el cielo está calentito.

Él: - ¿Calentito? Explicale bien como son las cosas. Hijo, hoy está nublado. Ella: - Está calentito como tus tostadas y las nubes crujen con cada rayito de sol. Juani: - Y la gente, ¿por qué camina tan rápido? Ella: día.

- Porque no quieren perderse nada de lo que les tiene preparado el

Él:

- Caminan rápido porque si no pierden el colectivo hijo.

Juani: - ¿Por qué la señora de al lado no saluda en el ascensor? Ella: - Porque todavía tiene mucho sueño y le falta un poquito para empezar su día. Él:

- Porque es una maleducada... a las cosas por su nombre.

Juani: - Ayer Manu me dibujó mi trabajito y no me gustó. Ella: - Tal vez es su manera de decirte que quiere jugar con vos y no se anima a decirlo de otra forma. Él: - La próxima vez, decile que si te lo vuelve hacer, vos le vas a tirar el suyo. Juani: - La combi tarda mucho en llegar al colegio, me aburro. Ella: - Van Gogh decía: "encuentra bello todo lo que puedas". Cuando estés aburrido, abrí grandes los ojos y tratá de encontrar todas las cosas lindas que puedas durante el viaje. Él:

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- Yo que vos me duermo hasta llegar al colegio.


Ese día Juani tomó su leche con tostadas como todas las mañanas y esta vez sus tostadas crujían como las nubes de su cielo. Salió al balcón y levantó su dedo índice como lo hacía siempre para saber de dónde venía el viento y se detuvo al lado del malvón para saludar a los que caminaban rápido debajo de su edificio. Tomó el ascensor con mamá y papá y saludó como todos los días a su vecina. Después de un beso eterno que le dieron sus papás, se subió a la combi naranja, la de la señora Inés “qué suerte tenía de tener tantos asientos para ella sola cuando todos se bajaran”. En el primer semáforo ya estaba aburrido pero recordó eso que decía un señor Van Gogh y convirtió sus manitos en una gran cámara de fotos para fotografiar todo lo lindo que encontrara en el camino. Ese día, Manu se sentó cerca suyo y volvió a dibujarle su trabajo. Juani al principio se enojó y después de un ratito, le preguntó si quería jugar con él cuando salieran al parque.

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Alejandra Vitale

ELLA VEÍA… ÉL VE

- ¿Viste qué pasó?… mejor dicho, ¿qué me pasó? - ¿Qué pasó? - Se fue, Mariano. Mientras yo estaba pasando el fin de semana en la casa de su hermana, arregló sus cosas, armó unas valijas y se fue. Imaginaba que en ese tiempo lo iba a concretar. Todo tranquilo, pero me parece muy raro, veo que estaba muy premeditado. Yo sé que esta situación es muy común hoy por hoy, es un fenómeno de época, soy un clásico, veo que muchos hombres se van de la casa a los 50 años y sin importar los 30, como en mi caso, que estuvimos juntos y cuatro hijos. Ya grandes, pero chicos al fin, para mí lo serán siempre, al margen, hay dos, que desde que se fue Mariano, empezaron a decir que tal vez a fin de año se mudan también. Al final como que nos desintegramos, nos deshacemos. Y bueno, tendremos que ver otra foto. Un cambio muy grande… Mirá vos, hay algo que no me cierra. Me defraudó, eso, sí eso, me siento desilusionada, decepcionada. No fue directo conmigo. Él no alquiló un departamento como se acostumbra hacer en una primera instancia, según veo en otros casos. Un tiempo para pensar, un intermedio. Él, no sólo compró un departamento, dice que es una inversión para los chicos, sino que además, me enteré que ¡hasta lavarropas y plasma ya tenía!, es raro… Me duele, y a veces hasta me da bronca, creo que lo viene planeando desde hace tiempo. Me siento una estúpida, no me di cuenta. Siempre tuvimos la misma visión de las cosas. Reitero, todo muy tranquilo, dice que me quiere pero que no podemos vivir juntos. Me asegura que seguirá haciéndose cargo de todo lo de la casa, como hasta ahora, pero no compartiremos el mismo techo. Tampoco me habló de divorcio… ah, eso sí, creo no voy a acceder, ahí puedo decidir algo.

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Después de los hechos, analizando, en esas largas noches en vela, cuando ni la pastilla me ayuda a descansar, creo que todo empezó hace dos años. Ahí dejamos de ver lo mismo y parece que la diferencia mereció un castigo. Le prometí que no iba a ver más diferente, pero nunca más fue lo mismo, - ¿Qué pasó? Fue un día cuando llegó del trabajo, yo estaba muy alarmada, pensé que se lo tenía que contar, sino a quién. Mariano es la persona en la que siempre más confié, era el indicado. Le dije que quería hablar y que vayamos al parque urgente, ¡con cuidado, que es peligroso! Que debíamos cuidarnos. Decidí por el parque, porque temía que pudieran estar activadas las cámaras que ESOS MALDITOS instalaron por toda, toda, toda la casa…

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Guillermina Silva D’Herbil

EL VER O EL NO VER

Una rara enfermedad, tan rara que ni nombre tenía, la dejó sin poder ver. No ver no es sólo no ver. Es depender, es necesitar, es estar tan vulnerable y desprotegido como un bebé. Ella tenía un marido que no pudo o no supo cómo cuidarla y tenía cuatro hijitos que crecieron con la enfermedad de su mamá. Ellos fueron sus ojos. Ellos le contaron el mundo y la vida como ellos la veían. Ellos le leyeron lo que ellos leían, le contaron las películas que ellos veían. Ellos le decían cómo era cada uno. Y quizás por eso, porque vio todo como lo ven los chicos fue que durante los pocos años que vivió, nadie la escuchó nunca quejarse de su suerte y sólo transmitió optimismo y alegría de vivir.

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María Gabriela Failletaz

EL /ELLA VEIA

Vos te quedás en el ocho, y me decís que te piso. Me agarrás muy de abajo y entonces, que me inclino. No marcás el taconeo y me reclamás que me pierdo. No te soltás y me criticás: ¡que no me dejo llevar! No respetás los tiempos y protestás: ¡estás tensa! Perdés el compás del firulete y me dejás sin quiebre. ¡Nene! A mí me apasiona y lo sabés. Vos no le ponés onda y pensás que sí. Yo llego a horario y vos a veces ni vas. Le pregunto siempre al profesor y vos te quedás lleno de dudas. ¿Decís que morís por participar del torneo? Yo creo que no estás preparado... ¡Chau gil, me busco un compañero con mi punto de vista!

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Mirta Linda Saiegh

ÉL/ELLA VEÍAN

Cuando Él comienza a hablar no se detiene, su modo de conversar la aburre, es un monólogo, discursea, se oye y ocupa de sí mismo. Cada palabra que agrega la sofoca, la asfixia, cree que siempre está por poner un punto final y no, sus argumentos son infinitamente extensos, la cansa. Si por lo menos la sorprendiera, la reiteración la irrita, le fastidia. Él supone que su charla la seduce. Ella va sintiendo lo que él dice como un cúmulo de palabras agónicas, vacuas, tristes, solitarias, petisas, tirantes. Le parece que notificara cuando habla, usa un sin fin de palabras ajadas, gastadas, transpiradas, empleadas repetidamente. Sí, Ella quiere palabras, las necesita como el aire para respirar, pero no éstas. Soporta, sostiene, hace muecas de asentimiento, piensa en otra cosa. Está ahí pero hace rato que se fue. Navega en su fantasía imaginando otro tipo de conversación, queriendo encontrar palabras que abrasen. Va sintiendo de su lado (el de ella) un silencio que aúlla, que va subiendo por las paredes del cuerpo sin permiso, que repta desde los pies hasta la garganta, que le tironea desde las axilas, que la enmudece por desilusión. ¡Sí, Ella quiere palabras! Las necesita como el aire. Se esfuerza por conseguirlas. Las espera que le lleguen como palabras valientes, que corran, que dancen, que se tiren al vuelo sobre sus compañeras, que no pidan permiso, que sean irreverentes, palabras cómplices. Palabras que se eleven y la eleven en punta de pie. Una conversación hecha de coreografía sutil. Palabras para jugar, para intercambiar, para guardar. Busca y espera palabras para taconear con ellas hasta gastarlas y volverlas a usar en un día cualquiera.

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Sí, Ella quiere palabras, las busca como el aire, pero no éstas. Quiere sospechar que alguien pueda tener para Ella palabras que tiemblen como una hoja, que le lleguen desnudas, descalzas, silenciosas. Divertidas palabras, en corso, formando una comparsa, diálogos que se vuelvan un hormigueo hilarante, que la alcancen saltando en un pié, como a la rayuela, atiborrándola de asombro.

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Fer Iñarra Iraegui

FLORES SILVESTRES

Lo vi venir desde la otra esquina. Sus pasos tranquilos que me enamoran. Estaba tan buen mozo, con esa ropa informal que le queda pintada; hasta podía percibir su suave y masculino perfume mientras venía hacia mí con su ramo de flores. - ¿Flores? ¿Para mí? ¡Ay, gracias, qué galante! Son preciosas. Me encanta que me regalen flores silvestres. ¿Cómo supiste? La verdad es que no sé cómo tomarlo; prácticamente no nos conocemos. ¿Estás enamorado de mí? ¿En serio? ¡Salí! Si ni me conoces. ¿Sos así de impulsivo para todo? ¿Una mirada y te tirás a la pileta? Por favor, me hacés poner colorada con esos ojos negros y embriagadores que parecen tener rayos X! ¡Qué tonta, estoy temblando! Está bien, SÍ, acepto. Me escapo con vos a vivir la mejor aventura, que el amor y la locura nos envuelvan, dejémonos llevar. No puedo dejar pasar este momento, con el que soñé toda mi vida. ¡¡Yo también te amo y sé que vamos a ser tan, tan felices!! Sus ojos negros se posaron en los de ella. - Disculpá, ¿la calle Junín? - Seguís por esta misma, dos cuadras para allá. Junín corre transversal a ésta. (Sííííi, tenía perfume, ¡qué bombonazo!) De nada.

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Dicky Schefer

AM / FM

No me hacés feliz /………….. Nunca te sacrificas por mi / ………….. Me abandonaste / ¿Cuándo?... Te fuiste a jugar al tenis toda la tarde / Me divierte, trabajo mucho. Sos un hijo de puta / Pará un poco... ¿Y esa minita del banco? / Ni idea… No te hablo, te hablo / Bueno… Andate / Bueno… ………….. / Hacete feliz…

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Roberta Garibotti

NO LA PUEDO VER

No la puedo ver. No me gusta su andar sobre plataformas deformantes de la más noble feminidad. Me molesta su hablar apresurado; soliloquio a gritos que obliga a enmudecer al que desearía ser interlocutor. La expresión de sus labios apretados, gesticulando y dando forma a un apuro inventado, mentiroso y actuado, me enerva. No deseo escucharla, observarla; sentirla cerca me hace mal. No puedo sentir nada agradable hacia ella, aun insistiendo y proponiéndomelo. Su locuacidad exagerada, llena de expresiones lastimosas, queriendo dar pena inútilmente, marcando los límites del otro, porque ella los carece, me produce furia, me irrita, me jode, me prende fuego, me daña, me aleja, me enoja, me condena a las más feas emociones. Sus manitas gordas de dedos inquietos y juguetones de anillos que aprietan, sus formas, su cabello, su piel maquillada al extremo, los dedos de sus pies inmunes ante tanto pesar, su vida, su todo me disgustan. No la puedo ni la quiero ver.

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Sanchu De Raedemaeker

Él veía un lugar divertido; yo rincones en sepia. Su nariz cerrada en permanencia; yo huelo el pasado. Me dice reina cuando me siento la peor de las plebeyas. Él recuerda a medida que yo olvido; él abre y yo cierro. Su curiosidad me es indiferente y se enoja cuando yo río. Adora las multitudes en mi agorafobia, es un volcán que indaga en el frío. Cuando canto gesticula al cielo, y cuando hace el swing ridículo lo admiro. Cela lo inconcebible, es cobarde cuando me siento fuerte. Es fuerte dentro de mis males. Él me ve, me mira, me observa, me espía en forma permanente. Yo juego, me hago la dormida y él me despierta con la almohada en la cabeza. Quiero ser mujer y no me deja, me lleva de los pelos a ser niño.

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Eduardo Mizrahi

VACÍO. "El perro se mete con el gato encerrado entre sus artificios..." I CHING Él veía videos musicales. Ella escuchaba sonidos. Él veía películas iraníes. Ella se dormía. Él leía a Borges. Ella no leía. Él salía todas las mañanas a buscar el sustento. Ella lo esperaba en el hogar compartido. El se internaba cada día más lejos en las tinieblas de lo desconocido. Ella temía por su destino. Él llegaba cada noche con nuevas cicatrices. Ella lamía sus heridas. Él se levantó de la mesa presuroso, dejando un vacío. Ella cenó con su destino. Él regresó del baño y se tomó la cabeza. Ella lo miró sorprendida. El pensó en reprocharle algo. Ella dijo sin hablar - No he sido yo quien se ha ido. Él esbozó una sonrisa. Ella subió a su sillón y se hizo un ovillo.

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Gustavo Pedace

MIRADAS

Debe ser de día. Es sólo un triangulito, una esquina luminosa como no recuerdo haber visto antes. Mi vestido gastado, la punta del zapato y el tablado. Tengo sensación de altura. Mientras recorro y memorizo el triangulito también estoy segura que es lo último que voy a ver. El mundo es eso que apenas veo ahora. Es una tela áspera. Pica. Una especie de malla apretada, inviolable. Adivino entretelas hermanadas con precisión insoportable, que de tan buenas, no dejan pasar ni un solo destello. Algo a lo que mi retina se acostumbre y le permita el maravilloso ejercicio del recuerdo. Por eso el triangulito es poderoso. Lastima tanto. Me escucho respirar ahora, y el ritmo, ese ahogo y ese sonido, encajan perfecto con lo poco que alcanzo a ver. Se acompañan y renuevan como esos discos que ponían sentido a tantas cosas. Oscuridad absoluta y luminosidad plena en una esquina abajo, y mi respiración y esa sensación de pretender que el sol, el que adivino por el triangulito, me da de pleno en la cara. Mary Surrat, acusada y sentenciada a morir en la horca por el asesinato del presidente Abraham Lincoln, primera mujer ejecutada por el gobierno federal el 7 de julio de 1865 Hacía tanto que esta zona no se inundaba de sol. De rayos que entibian. Que no lo recordaba. Tengo que hacer visera con la mano para poder acomodar y enfocar al tablado en el que en unos pocos minutos se llevará a cabo la sentencia. Veo a la gente animada, los oigo discutir, no distingo a nadie a causa del sol que me encandila. Sólo ellos allá arriba, y entre ellos Mary y su pelo rubio rubio que apenas asoma por una punta de la capucha. No pude salvarla, que Dios se apiade de su alma.

Reverdy Johnson, abogado de Mary Surrat

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Diego Albé

Se conocieron una noche, pero para él siempre fueron tardes. Caminaron siete cuadras, pero para ella fueron horas bajo el agua. Cada uno guardaba en sus bolsillos, papeles arrugados con lluvias de otros tiempos. Ella cruzaba los puentes sin mirar hacia abajo y él veía túneles. Algunas veces coincidían. Los besos eran jardines llenos de estatuas sin rostro, esperando vientos fuertes para correr hacia la niebla en donde todo se confunde. Sin decírselo, ambos soñaban con una mesa llena de papeles de colores para doblarlos juntos. Una noche, ella no quiso ver más. Y él comenzó a ser sus ojos.

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Antonio Lendínez Milla

ÉL Y ELLA. O... ELLA Y ÉL.

- No entiendo cómo te sientas y en calma te tranquilizas, mirando al mar y a ese cielo, con lo que hay que hacer, vida mía.

- ¿No ves que si no me aquieto, amor, si no en mí siento esa brisa, no sabría ni quién soy, ni andar podría esta vida?

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Horacio Petre

HETERÓNIMOS

Catalina llegó a la fiesta enfundada en sus calzas y una remera fucsia, saludó a sus amigas y quedó traspasada cuando vio a Nicolás, el primo de su amiga y anfitriona. Alejandra (la amiga en cuestión) se dio cuenta enseguida y los presentó. Cata no pudo evitar un estremecimiento al darse un ligero beso en la mejilla con Nico… Él inició la charla, muy formal y seguro de sí mismo, mientras le servía un Fernet y ella no podía dejar de abismarse ante su masculinidad, delicadeza y elegancia. Nico le hablaba de la música que sonaba, y de cómo en alguna medida lo llevaba a rememorar una película de un director europeo. Continuó mencionando una palabra irreproducible en alemán, traduciéndole a Cata su sentido: el hombre en función del mundo y de cómo se ve a sí mismo y su tiempo. Catalina asentía con monosílabos, sin poder sacar sus ojos de la tez bronceada, el flequillo negrísimo y los ojos verdes de Nico. (Papito, que fuerte que estás, y la putaqueloparió), pensaba para sus adentros ella, cuando Nico la sorprende preguntándole por sus estudios. Cata fingiendo desinterés y como distante le cuenta sobre los últimos exámenes y prácticas en el profesorado (¿Qué hago hablando de estas boludeces con este yeguo que está más bueno que comer pollo con la mano…?), lo que es de sumo interés para Nico, ya que él, él no sólo es un brillante estudiante de derecho e intelectual de fuste, sino que además es sumamente cortés y educado. Mencionando el excesivo volumen de la música la invita al parque a charlar más cómodos (¡Ay! me mmme mmuero mmuerta… daleeeée, llevamme, cosssitademmmammita… seee, seeeee… cémetuya…), y al pasar el pórtico que da al jardín, él le deja espacio para que pase mientras apoya delicadamente su mano en su espalda (Daále, bajá, bajá… mi dios, no me la creo que me estoy por empernar al moncho este…). Lentamente se alejan del living lleno de gente y ruidos para acercarse a la piscina, detrás de los pinos. Nico le pregunta si alguna vez viajó, Catalina, intentando contener su excitación le dice que sólo estuvo una vez en Portugal cuando viajó con el equipo de hockey…

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Bastó que ella mencionara ese país para que él le citara a un poeta por ella ignorado, y que según Nico era la voz más vibrante en la poesía del siglo XX… (Miá morrr… Soy tu poema, haceme tuya, ¿qué esperás papito…? ¡Te dejo seco…!). Nico, vivamente emocionado por la posibilidad de recitar a su autor favorito, se saca el saco y la corbata (No podés… ¡Guacho…! no podés estar tan fuerte… ¡Mi dios! un despelote…) y comienza a explicarle a Cata la noción del poeta acerca del sujeto que abandona su referencia identitaria para transformarse en reducto abismático, evanescente e insustancial. Cata asiente todo el perorar de Nico, sumida en sus cavilaciones, cuando en un instante apoya la punta de su índice en el pecho de él. Nico la mira, ella muerde su labio inferior abriendo vivamente sus ojos ante el estupor de él, sintiendo como con la otra mano Catalina le palpa suavemente su abdomen, bajando hacia la ingle… Nico da un paso para atrás y absorto le dice… - ¿Qué? ¿No te gusta Pessoa?

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Roxana Conti

ÉL PIENSA ACÁ Y AHORA; ELLA VUELA.

Él compra un e-book, precioso chiche, y a los dos días lo quema con un cigarrillo, ahí está el e-book con el borde todo chamuscado. Ella se muere si le pasa algo así, de hecho jamás le pasaría. Él cocina dejando un verdadero desastre en la cocina, pilas para lavar y cacharros por todas partes. Ella cocina y mientras va lavando y poniendo todo en un relativo orden, sin exagerar. Él anda con los pantalones llenos de pelos del perro, ella se ataca si ve un solo pelo del perro en uno de sus pantalones. Odia los pelos del perro en la ropa. El auto de él es un desastre, le faltan partes, tiene un bollo en el costado y sobra decir que está lleno de pelos del perro. Además nunca se lava ni va al taller. El auto de ella está impecable, además de nuevo y flamante, ella se ocupa de hacerle puntualmente el service correspondiente y está en todos los detalles. Si van de viaje él se sube al auto y arranca sin mapa ni nada, aunque vaya a manejar 4.000 km. Ella estudia la situación, toma reservas previas, sabe quién la espera y en qué lugar, tiene un mapa o lo estudió en Google maps al detalle, lleva teléfonos para eventuales emergencias y tiene todo organizado, pensó en la ropa para diferentes climas, entretenimientos y necesidades familiares de todo tipo. Él es un intelectual apasionado, hermoso y culto, lee a Benjamin y a Adorno y libros de los que ella no puede pasar de la primera página sin morir de aburrimiento. A ella le interesa la salud pública, la crianza con apego, la puericultura, el neurodesarrollo, también la jardinería y una larga lista de cosas diversas que él no entiende ni de qué se tratan. La casa de él tiene pilas de libros y de papeles por todas partes, pilas de apuntes en la mesa de la cocina, en el escritorio, en el living y en el dormitorio. La casa de ella tiene también muchísimos libros pero en un cierto orden y trata de mantenerlos en las bibliotecas. Él compra cosas y a los dos días ni se acuerda de ellas. Ella compra vajilla antigua y la atesora en vitrinas de cristal.

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Él quiere leer y descansar los fines de semana. Prefiere estar en casa y dormir la siesta. Ella está siempre en movimiento, proponiendo actividades al aire libre y no tolera un día de sol adentro de su casa. Él mira películas donde la sangre chorrea y los pedazos de cuerpos vuelan o son comidos por otros. O los autos vuelan, o algún animal desconocido y de otra galaxia devora a la raza humana, o los zombies deambulan por la pantalla. Horror. Ella sólo se sienta frente al televisor si la propuesta es buena y alimenta el alma y el espíritu, si no, no pierde su tiempo. Y no tolera nada violento ni el volumen alto. Él deja todo tirado por todas partes, nunca encuentra los documentos, ni los anteojos, ni los papeles o las llaves del auto, y los perdió varias veces. Ella sabe exactamente donde esta cada papel importante, y usaría la cédula que se hizo a los dieciséis si no hubiera sido obligatorio cambiarla. Él no tolera las melosidades romanticonas. Ella tampoco. Él es malhumorado, medio neurótico y ermitaño aunque tierno bajo varias capas de acero. Ella es alegre y sociable y siempre ríe con ganas. Ella ve en él al hombre más hermoso de este universo y él la ve a ella con ojos de amor. Y la ve la más bella también.

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María Guerra Alves

DIFERENCIAS ENTRE ELLA Y ÉL

Él prometió, ella creyó; él habló, ella escuchó; él pidió, ella aceptó; él se equivocó, ella perdonó. Ella dio, él agradeció; ella luchó, él descansó; ella sufrió, él no lo vio; ella amó, él la admiró. Él no cumplió, ella comprendió; él explicó, ella se resignó; él no arriesgó, ella no exigió. Ella creció, él no cambió; ella se cansó, él no entendió; ella cortó, él no aprendió.

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Javier Russo

“Porque hay dos maneras de cerrar los ojos ¿viste? Los cerrás para ver o los cerrás para no ver…” Cuando me dijiste estas palabras, tenía todos mis sentidos saturados de tu esencia. Sentía que tu cuerpo se deslizaba bajo mis manos y que el mío se deslizaba bajo las tuyas; como dándonos forma mutuamente. Mis oídos escucharon tus sonidos, tanto los que eran palabras como no, y se juntaron todos en una vibración especial que es solo tuya. Mis ojos (abiertos) vieron a los tuyos (abiertos) y fijos en los míos buscando la intensidad de la unidad, entonces tu ser se grabó en mí. Mis ojos (cerrados) vieron ése espacio distinto, tan bello como confuso, difícil de asimilar en la soledad. Tus ojos (cerrados) vieron lo mismo y en el instante en que fuimos uno pudimos entender (aunque no explicar) el universo como un todo hermoso inconmensurable. Me despedí y te dejé en penumbras. Caminé bajo el sol de la tarde de los demás que era nuestro amanecer. La luz me lastimaba un poco. Mis ojos abiertos ahora veían cosas parecidas a mis ojos cerrados. Desde aquel día en que compartimos el "ver con los ojos cerrados" dejé de sentirme solo; ese día supe que hay alguien más que ve lo que yo cuando cierra sus ojos para ver.

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EDICIONES LIPE DOMINGO 29 DE JUNIO DE 2014



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