EXPECTATIVA VERSUS REALIDAD

Page 1

EXPECTATIVA VERSUS

REALIDAD


Portada L. Alfonso MartĂ­n / Liniers


EXPECTATIVA VERSUS

REALIDAD


2


CONSIGNA DEL DOMINGO 21 DE SEPTIEMBRE DE 2014 Tema

EXPECTATIVA VERSUS REALIDAD

Ponente

DANIEL GOLDENBERG

La cosa va de contrastar, en un breve relato, la carga de expectativas que nos genera la proximidad de un hecho concreto o de un futuro deseado, frente al cumplimiento, la superación, la conformidad o la desilusión que nos regala la realidad posterior según el caso. Pueden ser experiencias personales, de terceros, de índole general y menos personal, reales, ficticias, etc. Ejemplos: la nula expectativa del amante pesimista frente a la sorpresa de una noche memorable; o la inversa, el fracaso del casanova que se sabía la mina entregada en bandeja... la familia Ingalls que tanto soñaste para terminar de protagonista en Kramer vs. Kramer... de chico querías ser astronauta y ahora sos oficinista... la vida, la ciudad, el país, el mundo que imaginabas versus en el que te toca vivir...etc. Como siempre, o casi siempre, el carácter y tono del texto quedan a criterio del escritor. Podrán hacernos reír, llorar, reflexionar según sus expectativas o en contra de ellas. Buena semana para todos. Daniela Acher

3


4


1

Maribel Martínez

EXPECTATIVA VERSUS REALIDAD

Eran las 15 horas, la plaza colmada, para que todos los estudiantes festejemos entre alborotos, emociones y algarabía juvenil. María Paula era mi amiga en ese entonces, 18 añitos, preciosa, introvertida y silenciosa, sin hacerse casi notar, se acercó a él, Mauricio. Él chico era el amor de mis sueños, mi príncipe total, componía y cantaba como los dioses. Mas el miró a mi dulce y tímida amiga con una forma que connotaba todo lo que soñaba yo, la típica rubiecita de ojos celestes que quemaban ese día de sol al propio cielo espejado. No obstante, Mauricio le regaló una margarita divina a mi amiga, que para ese entonces se la veía comunicativa y espléndida. Yo lo escuché a Mauri decirle feliz Primavera, ¿me acompañas a escuchar el grupo musical que ya toca? Y yo, María Alma del Río, tal mi nombre, sólo y apenas escuché la banda con mis amigotes escolares, entre empujones y ansiedad para acercarse al palco, allí me dirigí, ya sin sueños de príncipes, pero conmemorando con mis fieles compañeros el día de la primavera.

5


2

Paula Ancery

EXPECTATIVA VS REALIDAD

Para una mujer ya grandecita, pero soltera y sin hijos, hay un solo compromiso social peor que un casamiento: una fiesta de cumpleaños infantil. Créanme, son ocasiones que están concebidas para asistir en pareja y, en el segundo caso, portando por lo menos un niño. Por eso, ya hace unos años –cuando mis amigos empezaron a casarse en segundas nupcias- avisé que mi religión me impide ir a fiestas de casamiento; que yo los acompaño de otra manera: los ayudo a organizar, les hago un regalo un poquito mejor, cualquier cosa; pero a la fiesta no voy. Y desde hace algo menos, avisé lo mismo sobre los cumpleaños de los hijos de mis amigos. Pero no puedo no ir al cumpleaños de mi sobrina. Tengo una sola sobrina, no veinte. Y ella tiene sólo dos tías, no cuarenta. Así que hacia allí parto, dándome a todos los demonios, aprovechando todo el viaje – que es larguísimo, porque mi hermana alquiló un saloncito en un lugar recóndito incluso para mí– para poner cara de culo, así cuando llego no me cuesta tanto la cara de “feliz cumpleaños”. Llego y deposito mi regalo en una especie de arcón que hay a la entrada, que es lo que se usa, cosa de que la criatura no sepa quién le regaló qué y por lo tanto, yo no sepa si a mi sobrina le gustó el juguete que le elegí. Mi sobrina está jugando en el espacio destinado a los niños, otra cosa que me revienta de las fiestas infantiles actuales: si lo único que me motiva para pasar por ese mal trance es el amor por mi sobrina, ¿por qué no puedo estar con ella, ni siquiera verla? No; hay que esperar a que haga su aparición en el momento de soplar las velitas. ‘Tá bien. Busco un lugarcito en la mesa de los adultos (sí, llegué una hora después de la convocatoria, así el mal momento me dura menos), preparada para escuchar apasionantes conversaciones sobre puericultura, rendimientos escolares, valor de las cuotas de cada colegio, sufrimientos y orgullos maternales, maneras de compatibilizar el trabajo con la crianza y perder indefectiblemente en el intento, lugares de vacaciones adecuados o no para llevar a los pibes. Nadie fue a ver una película o un recital, nadie tiene tiempo para leer ni siquiera el diario; de política no se habla y de temas metafísicos, en el medio de ese quilombo, menos todavía. Huelga decir que en un ambiente tan familiar tampoco nadie tiene disyuntivas sentimentales que someter a

6


debate. Podríamos hablar del tiempo, pero el salón de fiestas cuenta con una importante superficie cubierta, así que ése tampoco es un tema. En síntesis: para lo que estoy preparada es para escuchar lo mismo de todos los años sin poder hacer ningún aporte a la conversación. Lo que me pone de peor humor es que éste es el séptimo cumpleaños de mi sobrina, y en los seis anteriores mi situación era la misma, así que todos lo saben. A nadie le sorprende que yo asienta a todo lo que se dice con una sonrisa bobalicona, pero sin hablar; ya nadie me pregunta si yo tengo hijos ni si conocí a algún muchacho. Por suerte, porque este año tampoco conocí a ningún muchacho. Las mesas para los adultos están dispuestas todas juntas, formando un chorizo; cada uno que llega tiene que sentarse en la primera silla de la hilera que esté libre. Así lo hago, y lo que me queda más cerca son tres hombres. El que está a mi lado habla a los gritos y se ríe a las risotadas; no puedo creer que esté borracho en una fiesta de pibes. Pero lo observo durante un rato, y está tomando una cerveza con toda parsimonia. Entonces pienso que está loco o es un reverendo boludo. Pero lo escucho con detenimiento (no puedo hacer más que escuchar), y tampoco: lo que está es excitadísimo… porque se fue de su casa. No es que haya abandonado a su familia: su esposa está por ahí y sus retoños también, pero él no cabe en sí de gozo porque, al menos por unas horas, está bajo un techo que no es el de su hogar. Hoy es domingo y parece que su sábado fue un suplicio, porque sus hijos estaban insoportables (ahora están en el área de niños, al cuidado de las animadoras) y en consecuencia, su mujer también estaba insoportable.

−Estaba contando los minutos para atrás, esperando que se hiciera la hora de venir acá-, les cuenta a los otros padres que tenemos cerca. –Al mediodía, me llamó por teléfono un compañero de laburo, y yo te juro que la pensé, decirle “¿cómo? ¿y está muy grave? ¡voy para allá!”, como que tenía que salir rajando al hospital porque se había accidentado un conocido. No lo hice porque ya estábamos comiendo y bueno, después veníamos a la fiesta. Y se reía como loco, y los otros, además de reírse, asentían como diciendo “yo también lo he pensado, y en cualquier momento lo hago”. Uno le contesta que más de una vez no fraguó una excusa, pero se mandó mudar de su casa por motivos que en realidad no lo requerían, sólo para abstraerse por un rato de las delicias de la vida familiar. El tercero abunda: el principal motivo por el que su casa es un infierno es que ahora está haciendo una ampliación, porque ya con tres pibes la vivienda les quedó chica; pero si la vida de ese matrimonio ya era poco apacible con tres hijos chicos, ahora, conviviendo con los albañiles, y con el perro que se escapa aprovechando las aberturas nuevas, directamente es como morar en una trinchera. Los otros dos asienten,

7


porque también están en refacciones. Los tres padres de familia empiezan a hacer planes para mandarse mudar un fin de semana todos juntos, a pescar. Los dejo en el momento en que están tratando de decidir si conceden llevar con ellos a sus vástagos –sólo los varoncitoso no. Yo todavía no estoy entendiendo muy bien lo que estoy presenciando, así que mis pensamientos van para el mismo lado que suelen transitar en estas ocasiones: ya los escuché hablar de cómo consiguieron el crédito para comprarse la casa propia, ahora la están ampliando, claro: los años pasan, los chicos se suman y crecen; y yo sigo sin progenie e inquilina. Decido hacerme un hueco a la fuerza en el sector donde están las mujeres (me llevó un buen rato darme cuenta de que, este año, los dos sexos se ubicaron en lugares totalmente aparte), a ver si por casualidad están hablando de pilchas, por lo menos. Pero no. Probablemente sin sospecharlo, están teniendo una conversación completamente simétrica con la que acabo de escuchar.

−Ya van varias veces que le digo: me voy a alquilar un departamento para estar sola. No me voy a ir a vivir ahí, no me quiero separar, ¡pero quiero tener un rato en el día para estar sola y tranquila! – dice una que puede ser o no la esposa del de la cerveza, porque nunca individualicé bien a nadie en ese ambiente multitudinario. –Me daría bronca tirar la plata en un alquiler, pero como tenerla, la tengo. Y si no me hago un espacio para mí y para mis cosas, me voy a volver loca. Ellos ya están grandes. −Yo tengo una compañera de trabajo que lo hizo, dice mi hermana. −¡¿Y?! , le preguntan todas al unísono, con la misma curiosidad urgente con que mis amigas podríamos preguntárselo a alguna que acabe de anunciar que tuvo sexo con, digamos, Hugh Laurie.

−Bueno, ella tampoco se separó. Volvía todos los días a su casa para ocuparse de la comida y las cosas de los chicos, y mantenerla en marcha. Pero cuando terminaba, se iba a su departamento. Uno de los problemas era que el marido no le daba ni la hora. Cuando ella se “fue”, el marido cambió totalmente. Otra vez era atento con ella, salían juntos y charlaban. Así que ella empezó a quedarse de nuevo algunas noches a dormir con el marido en su casa. Pero entonces el marido se acostumbró, y otra vez cambió totalmente, y volvió a ser como era antes. Entonces ella se volvió a dormir a su departamento todas las noches y, no sé… Sigue yendo a la casa todos los días a ocuparse de los chicos, pero para mí que con el marido están separados.

−“Oooooh”, suspiran todas juntas, con decepción. Pero una y otra y otra empiezan a decir que, si les alcanzara el dinero, ellas también tendrían

8


un pied-à-terre; aunque, claro, ¿en qué momento lo usarían, si entre el trabajo rentado y el trabajo de madres y amas de casa ya les queda el día tan corto? Antes de que puedan profundizar en estas elucubraciones, detecto entre ellas miradas con las que se llaman mutuamente a silencio. Es evidente que no conviene abundar sobre el tema delante de una de las presentes en particular, que creo ser yo, como siempre. Pero de pronto reparo en una que se quedó callada y con mi sonrisa bobalicona, y me acuerdo: mi hermana me había advertido que su cuñada acababa de separarse. Le telegrafío un mensaje de empatía: “sé que la estás pasando mal, pero por lo menos miralo así: no sos la única en esta reunión que no tiene marido, como lo fui yo todos estos años”. Ella no lo capta. Como todavía no nos habíamos saludado, me hace la pregunta anual sobre “cómo me va en el laburo”, y nos quedamos sin nada más que decirnos, porque yo no puedo decirle “¿así que te separaste?”, porque no sé si se supone que yo lo sé, y porque igual quedaría feo. Me levanto también de ahí y me voy a dar una vuelta por el sector de los pibes, a ver en qué andan, un servicio que siempre es apreciado por las madres que están hartas de vigilar que no se lastimen, no se peleen, no lloren ni se queden solos en un rincón. Los chicos están en la misma de siempre: siendo arengados por animadoras que les pautan lo que tienen que hacer minuto a minuto, como si estuvieran en un cuartel, aunque con muy buenos modales, eso sí. Ahora tomamos la leche. Ahora bailamos el baile del caballo. Ahora tienen que salir del pelotero porque va a empezar el mago y acá solo no te podés quedar porque si te lastimás es culpa mía. Si querés tomar Coca, te sentás. Los pocos que oponen resistencia, lo hacen con argumentos. Yo pienso que mañana tienen que ir a la escuela, pobrecitos. Pero, de nuevo, parece que soy la única que piensa así. Dos veces me encuentro con madres que también están de ronda, y las dos se quejan de lo mismo: “¡cómo gritan estos chicos!” Yo les digo que no me parece que griten tanto, que son muchos y están tratando de jugar; que, después de todo, eso es una fiesta infantil. “Sí, pero igual, ¡cómo gritan!”, se quejan. Hasta mi hermana, que es la anfitriona, viene y se duele de lo mismo.

−Pero, Vero, es una fiesta, prácticamente no los dejan hacer nada, ¿querés que además se queden callados? ¿Para eso hiciste una fiesta? −¡No sé, pero cuando yo era chica y me decían que no gritara, yo hacía caso!, me grita. Y ahora me dan más lástima las madres que los pibes. No quiero imaginar el decibel promedio que toleran sus oídos todos los días.

9


Llega el momento culminante. A la velocidad del rayo, se suceden la torta y la piñata o a la inversa, nunca me acuerdo. Me pongo para la foto, de modo de dejar constancia de mi presencia; y le doy a mi sobrina, que no me registra, el único beso que tengo oportunidad de darle en las dos horas y pico que llevo en ese lugar. Y me mando mudar (tengo la suerte de ser adulta y no tener que esperar que mis padres vengan a buscarme) madurando la confusa idea de que TODA esa gente me envidiaría si reparara en mí. El camino que a la ida se me había hecho interminable, a la vuelta me resulta ameno, con los auriculares puestos a todo lo que dan, escuchando pop ochentoso y con cara, ahora sí, de feliz cumpleaños. Llego a casa y como siempre, lo primero que hago es revolear los zapatos y relojear el contestador automático: tengo un mensaje, a lo mejor esta vez sí es Rhett Butler. Lo escucho. Era un telemarketer, pero ¿quién me saca la ilusión de que la próxima vez sea Rhett Butler? Por lo menos no estoy viviendo con un sujeto que esté desesperado por evadirse del techo que compartimos: es un buen comienzo. Me saco los pantalones y también los revoleo en cualquier lado, porque no tengo niños a quienes darles el ejemplo, porque si soy yo quien tiene que guardarlos, los guardo cuando quiero. Abro la heladera a ver qué me voy a cocinar para la cena, pero saco el cartón de leche y la cierro como si la puerta me quemara. Voy a cenar leche con Nesquick y con pepas por la sencilla razón de que se me da la gana, porque no tengo ni hijos ni marido que alimentar, porque mis padres no están aquí para decirme que eso no es una cena. Y la misma música pop que venía escuchando en el tren la conecto a los parlantes del equipo de audio y la vuelvo a poner bien alta, así bailo en bombacha y descalza mientras revuelvo la leche. ¿Qué me importa parecerme a un flan con un ataque de pánico sacudiéndome así, si total nadie me ve? Sobre todo, a mí no me molestan los decibeles. Y si se me da la gana dejar de escuchar música para ponerme a leer o a mirar la tele, no hay animadoras que me digan que ahora es el momento de hacer otra actividad. No fue la única vez que en lugar de sentirme sola me sentí libre, muy al contrario. Pero esta vez fue especial, porque lo sentí en la comparación con esos padres, esas madres y esos hijos. Siempre que yo me comparaba –bien dicen que las comparaciones no son recomendablesen ese tipo de situaciones me sentía una especie de menesterosa, o de paria social, por no tener pareja ni hijos que me convalidaran frente a las personas para quienes tenerlos o no tenerlos es una divisoria de aguas. Trataba de que no me pesara; pero lo cierto es que la mayor parte de las veces, como mínimo, me incomodaba la incomprensión, la mirada de censura o directamente de lástima. Es improbable que alguien en ese cumpleaños se haya detenido a pensarlo; ya me tenían clasificada desde hacía demasiado tiempo. Pero con estupor me di cuenta de que yo tenía algo que anhelaban esas esposas, esos maridos

10


y hasta esos chicos. Y si ya desde siempre encontraba motivos para agradecerlo y disfrutarlo, porque después de todo yo lo había elegido – entre las opciones que tenía– esa tarde estaba directamente eufórica. Esto fue a principios de abril. Antes de mayo, empecé a salir con el muchacho que hoy es mi pareja. No puedo evitar la sensación de que ese cumpleaños de mi sobrina fue una especie de presagio.

11


3

Gustavo Pedace

EXPECTATIVA VS REALIDAD. BREVE RELATO EMPAPADO

Le dijo al oído que así, debajo del paraguas, caminando por esa calle contra el viento y la lluvia que entraba por todos los costados, se sentía en medio de una película. Le dijo que él la hacía sentir así. Doctor Zhivago, le dijo. Y él, que no había visto la película y todavía no tenía idea de quién era Omar Shariff, lo tomó como una invitación a conocerla, a acercarse a ella. Buen comienzo, se dijo para sí. No preguntó nada por miedo a romper la magia. Porque intuía más magia en las calles que seguían. Quería algo de magia después de tanto tiempo solo. Se limitó a caminar junto a ella, a sortear charcos, a imponer una sutil habilidad evitalluvias, a pensar y repensar con cuidado cada una de las palabras que le iba a decir más tarde. Cómo se las iba a decir. Qué entonación les iba a dar. Con qué gestos iba a acompañarlas. Sabía que esa escena que esperaba vendría pronto, que se aceleraban los latidos de su corazón a medida que la lluvia se hacía más y más violenta, y para guarecerse era necesario apretarse cada vez más. Y toda esa sensación de proximidad húmeda, de necesidad mutua, de intimidad al aire libre, lo hacía sentir importante, gigante. “Es acá” dijo ella. “Gracias por traerme, perdoná por el paraguas, me lo tenés que devolver, es de una amiga y si se lo pierdo me mata, es de Armani…”

12


Beso corto en la mejilla ya empapada (le caía el agua en picada directo del sombrero). Más lluvia, más viento, ¿más Zhivago? No más palabras por hoy, no más películas, no más…

13


4

M Pilar López O

EL TRÁNSITO DE DOÑA ENGRACIA DE PAREDES, RÍGIDA Y DEVOTA DAMA QUE EN VIDA REZÓ MUCHO E FIZO LA VIDA IMPOSIBLE A TODO SU ENTORNO.

Se murió Doña Engracia justo a las 7 de un domingo, e inmediatamente hallóse en el consabido túnel que desembocaba en la esperada luz resplandeciente. Justo allí la saludó un atractivo ángel (Demasiado guapo, ¿me ha mirado apreciativamente?). La reprobación le salió por los ojos instantánea. Sufrió un pasajero desconcierto. (¿Lo habré imaginado?...) Rápido lo apartó, encantada de no ver a sus padres. “Aún en el Purgatorio, claro”, se dijo satisfecha, “y eso con suerte, si mis sacrificios bastaron para salvarlos de su tibieza y escaso rigor”. El ángel la guió hasta el fondo de un enorme salón de pulido suelo alabastrino. Allí les aguardaba un anciano con ojos vivos y luenga barba nívea.

−Bienvenida, Doña Engracia, felices estamos de contar con vos entre nosotros. Ella sonrió con suficiencia. !Ah, la esperaban ya! Lo sabía. Se miró de reojo en la brillante pared, rostro juvenil de nuevo, figura esbelta, gesto firme, ¡bien!, el cielo cumplía sus expectativas, otra vez joven, y la esperaban, claro está, ¡allí era reconocida!

−Bien− continuó el anciano, −¿qué instrumento elegís? −¿Instrumento? −Quizá preferiríais cantar, pero de momento tenemos cubiertas todas las plazas de contralto. −¡Ah, no! ¡Yo soy soprano!. El anciano negó con cierta ironía.

14


−No, aquí, los coros celestiales son muy especializados y agudos para cantantes meramente aficionadas. ¿Qué instrumento entonces? Doña Engracia estaba empezando a encontrarse muy incómoda, con ese bulle-bulle interno que siempre desembocaba en una helada réplica hiriente... que no soltó, ¡estás en el Cielo, tranquila!, un malentendido.

−No sé tocar ningún instrumento, siempre lo consideré muy frívolo. −¿No sabéis tocar?, qué decepcionante... En fin, tiene solución. No nos preocupemos. El arpa servirá. Aquí tenéis, un par de métodos, DVDs, y tutoriales para que practiquéis. En un par de años supongo que estaréis a punto para los primeros exámenes. Doña Engracia empezó a temblar de rabia, ¿cómo que tutoriales, cómo que métodos, cómo que exámenes? No pudo abrir la boca.

−Podéis instalaros en esa nubecilla de ahí al lado, tranquila, con 10 o 12 horas diarias de práctica, no tardaréis mucho en poder entrar a formar parte del grupo inicial; en 20 ó 30 años, ¡arpista suplente de la tercera fanfarria en la quinta cohorte provisional! Y se desvaneció sin más, dejándola allí, con un paquete bien envuelto con lacitos azules y un arpa dorada. Un poco más al fondo, escondidos tras una nube opaca, dos diablillos se tronchaban de risa viendo su gesto de absoluto desconcierto virando rápidamente a furia desatada.

−¿Cuándo le vamos a decir dónde está realmente? −Más tarde, no hay prisa, quiero ver su cara cuando sepa que los nuevos sacan brillo a los instrumentos y barren y pulen los salones en las 12 horas restantes del día”.

15


5

Antonio Lendínez Milla

EXPECTATIVAS VERSUS REALIDAD

I Nos debatimos continuamente entre nuestras expectativas sobre algo o alguien, y lo que resulta de nuestra acción cuando nos enfrentamos a ello. Es el eterno dilema en el que se encuentra la mente. Es la respuesta que se produce como consecuencia, de nuestra actitud frente al otro, sea ésta una persona, situación o unos hechos concretos. Tenemos un montón de esperanzas, de ideas preconcebidas que, si no se cumplen, alterarán ese ideal que habíamos imaginado. Todas nuestras estrategias mentales, en la mayoría de los casos, están en nuestra mente ordenadas para que resulten como lo teníamos pensado. Mas la realidad nos suele poner a todos, muchas veces, en una situación incómoda. La que no habíamos planificado. Y la mente, que le gusta el orden -es un ordenador, no lo olvidemos-, comienza a ponerse incómoda, cuando se le altera lo que tenía pensado.

−Esto que me está pasando a mí, no debería de ser así, nos decimos… El monólogo se pone en acción. No aceptamos la realidad. La consecuencia de nuestra reacción frente a lo que nos estamos relacionando. Estamos, muchas veces, tan mediatizados por la expectativa puesta, que no sabemos reaccionar con flexibilidad, cuando ésta no se presenta como queríamos. Comenzamos a ponernos nerviosos, nos alteramos. Perdemos el dominio sobre nosotros mismos. Nos desequilibramos. Nos descentramos. Nos damos cuenta de que todas esas ideas preconcebidas, expectantes, se vienen abajo. Y nos derrumbamos culpabilizándonos o comenzamos a echarle la culpa al otro. Hemos sido enseñados y educados en la consecución de objetivos. Expectativas que queremos que se cumplan. Es lo que la sociedad espera de nosotros; utilizamos esas mismas ante hechos y personas; obedientes, seguimos ese patrón. El ideal de la perfección acaba siendo el objetivo. Es inalcanzable y aunque ya sabemos que nadie es perfecto, nos empeñamos en que todo lo sea. No sabemos actuar ante lo inesperado. La imperfección forma parte de la belleza. “La arruga es bella”, decía el lema de un modisto. Pero no aceptamos esa forma de apreciarla. Todo está en un imperfecto equilibrio asimétrico, aunque nos parezca paradójico.

16


El reto está en afrontar y aceptar la realidad, lo que se presenta en cada instante tal como es, y relacionarse con la realidad con lo que está pasando ahora, como en un baile, en un armónico vaivén. Nos olvidamos del compás en el baile, pero seguimos sus variaciones en el movimiento. Escuchamos la música que se toca en ese momento y así comenzamos a bailar en ese preciso instante. Apartamos, pues, cualquier expectativa, para comenzar a transformar en movimiento lo que estamos oyendo, comenzamos a danzar. Damos nuestra mejor respuesta cuando interferimos esa realidad con presencia; dando una contestación original y propia, la de cada cual. Sosegada, firme y respetuosa. Estamos en nuestro centro. Para eso hay que estar en ese instante preciso, ni antes, ni después. Aquí y ahora, donde con nuestra actuación podemos comenzar a cambiar la realidad. Son infinitas las posibilidades que se abren a nuestra comprensión y ejecución en cada instante. Será esencial nuestro estado de ánimo. Cuanto más conscientes y serenos estemos, mejor será la respuesta a cada momento. Afortunadamente, la interpretación de la realidad con atención supera cualquier expectativa previa.

17


II Hacía tiempo que quería acercarse y hablar con ella. Su timidez se lo impedía.

−Y, si me dice que no. No sé si merezco alguien así. −¿Y quién te ha dicho que tú no la mereces? ¿Te lo ha dicho ella? Deja de pensar, te pasas el tiempo pensando. Para qué te servirá tanto pensar. Actúa de una vez. Decídete. Armándose de valor, se dirigió hacia ella. Y con la voz segura, mirándola a los ojos le dijo:

−¿Quieres bailar conmigo? −Sí, le respondió decidida. −Me imponía tu belleza, y nunca me atrevía a dirigirme a ti. −Hace tiempo que te veía, y, me decía a mi misma: ¿Por qué no se atreverá acercarse para hablarme. No deja de mirarme y cuando le miro, aparta de mí la vista. Te sorprendía en tus miradas, y tú no podías sostener las mías.

−¿Por qué no te acercaste, pues, insinuante? −Eso te correspondía a ti. El primer paso tenías que darlo tú. La elección es cuenta mía. La mujer puede insinuarse, pero no toma la iniciativa. −Otras mujeres lo hacen. −Sí, tienes razón, a mí no me gusta hacerlo. Puede que yo sea como tú, y nos parezcamos más de lo que ambos creemos. Puede que yo también sea tímida. ¿No lo has pensado?

−Así es, no había pensado que tú también lo fueras. −Pero lo que no entiendo es que si el no ya lo tenías, por qué no te atrevías a hacerlo.

−Hay dos cosas de las mujeres que me fascinan y me intimidan al mismo tiempo. Una es la belleza y la otra la inteligencia.

−Pero, ¿crees tú que no tienes también esas dos cualidades, las que en nosotras las mujeres admiras tanto… que careces de ellas? Tienes baja tu autoestima.

−Puede que tengas razón.

18


−Es una falsa concepción que tienes de ti mismo. Te estás haciendo mucho daño, y no te estás dando cuenta. ¿Lo pillas?

−Sí, es verdad. −Sé por mis amigas que tú no eres así. Tienes una mala imagen de ti mismo. De tu físico y, lo que es aún peor, de tu intelecto. Te advierto que si no te crees inteligente es que no te conoces. Las mujeres, algunas transcendemos eso, el aspecto físico. Y vosotros con el tiempo aprendéis a hacerlo; también es verdad, no todos. Si vuestra área cerebral más desarrollada es la visual y orientativa, la nuestra, la de la mujer es la verbal y relacional. Aunque también hay excepciones, que, como para todo, confirman la regla… Pero, ¿quién te dijo y cuándo, que tú no eras inteligente? Míralo, y destruye esa imagen que alimentas. Déjate llevar por lo que sientes, por lo que te diga el corazón, y exprésalo con tus palabras. Deja de censurarte y di con libertad lo que piensas. Expresa lo que llevas dentro, como lo estás haciendo ahora. Sí, Juan, que tú eres valiente. −Me halagas, María, con tus palabras. Tienes unas manos largas, finas y elegantes; como tú eres. Me gustan los pies y las manos, me fijo en ellos muchas veces. −Me gusta cómo te presentas; cuando estás seguro de ti, con naturalidad, se transforma tu figura. Siento de verdad quién eres.

19


6

Daniel Dionisi

VÍSPERAS “Siempre es mejor la víspera que el feriado” (Saber popular)

El tiene cincuentaypocos. Ella cincuentaylargos. Se encontraron en el atardecer de un viernes, en ese momento especial en el que todo está por hacerse. Esa hora mágica en que somos tan pero tan jóvenes, que nos atrevemos a cualquier construcción. Fue en un bar del centro. Sus miradas se cruzaron por sobre una mesa tilinga plagada de gritos afterhour. Inquietos, se leyeron los ojos durante un buen rato. Él cruzó el Rubicón y se conocieron las voces. Pocas palabras, algunas señales y un dato preciso. Al día siguiente él fue a su oficina vacía (jamás iba los sábados) y la llamó. Ella, relajada en la casa extrañamente silenciosa, atendió. Llenaron las fichas, hablaron de música, de películas. Y justo cuando la conversación entraba en el irreversible túnel del tedio, él le elogio las botas del viernes. Ella le contó que las usaba para gustar. Entonces la conversación creció. Se encendió. No midieron las palabras y les encantó. Los dos gozaron con un crescendo impúdico y sexual. Cortaron. Ella se quedó tirada boca arriba en la cama y tuvo un impulso pero lo reprimió. Se guardó. Él secó la transpiración y volvió apurado a su casa. El domingo a la tarde se juntaron en un rincón de la ciudad. Se miraron una vez más, se tocaron, se besaron con toda la boca. Con toda la lengua. Se calentaron mucho y volaron en la misma alfombra. Encontraron ese lugar irresponsable en el que solo importa el placer. Y estallaron. Ya pasó un mes del encuentro. A ella se le eriza la piel cuando recuerda las miradas inaugurales del viernes. Él se excita reviviendo el cruce telefónico del sábado. Los dos ignoran el orgasmo del domingo crepuscular. Es que no era una buena víspera. Solo la mísera antesala de otro lunes aciago.

20


7

Cristian del Rosario

TRABAJO DE CAMPO SOBRE LAS EXPECTATIVAS Y REALIDADES DE CONJUNTO A Y B

1

Propósito del trabajo

El propósito una pareja expectativas declaradas y

del presente estudio es observar los comportamientos de en sus años de convivencia y la relación entre las manifestadas por cada individuo, las expectativas no luego comparar ellas con la situación fáctica de la misma.

Medios: Se han colocado mini neurotransmisores en las capas cerebrales de cada individuo y se les ha manifestado que los mismos emitirán registros biológicos (temperatura, ritmo cardiaco, presión) cuando, en realidad, los mismos son más sofisticados y emitirán datos sensoriales y de los pensamientos, de cada uno de los individuos, los que nos permitirán obtener con cierta certeza, sus deseos y lo que piensan. Se ha ocultado esta información para no influir en sus pareceres. Realizaremos también, entrevistas periódicas. 2

Sujetos

El presente estudio se ha realizado sobre una pareja de individuos que mantienen una relación estable hace 2 años y que han decidido convivir previo casamiento formal. El conjunto AB (denominado “pareja”) está compuesto por el sujeto femenino A, denominado en adelante como Ana. Reciente psicóloga, recibida con honores- educada en una familia católica de clase media alta, con pocas relaciones sentimentales anteriores, las que le han dado poca a nula satisfacción sexual, hija menor de 4 hermanos, todos varones. El sujeto masculino B, denominado en adelante como Beto. Educación técnica completa, con habilidades para la promoción de medicamentos en clínicas y hospitales, registra varias, bastantes para la media, relaciones anteriores que, si bien dice le han sido muy satisfactorias en cuanto a “piel” (sic), han sido poco estables, pues tiende a compararlas con su figura femenina fuerte -su madre- y en las que no encuentra los atributos de esta figura en esas parejas, las que, dice, si encontró en Ana. Es además el quinto hermano de siete, 4 varones y 3 mujeres, todos casados.

21


3

Año Cero

Expectativa manifiesta de Ana (EM): El matrimonio y la convivencia con Beto es la culminación de un proyecto de pareja y de independencia individual en mi vida, esta última -en especial- respecto de mi hogar donde siempre, por ser la menor, han cuidado mucho de mí, tal vez demasiado. Por ello aspiro a lograr un ámbito de independencia y autonomía propia y -a la vez- de formación de mi propia familia. Expectativa oculta de Ana (EO): Beto, si bien no es Brad Pitt, está bueno, me quiere, es vivo para los negocios, me la pone bien y encima me voy de los insoportables de mi viejos y los cuidas de mis hermanos, que no me dejaron salir ni a la esquina en los 22 años de vida que tengo. Expectativa manifiesta de Beto (EM): Aspiro a formar una familia con Ana, que sea madre de mis hijos, y juntos formemos una unión, como la de mis padres y mis abuelos. Con muchos hijos. Expectativa oculta de Beto (EO): Ana tiene las mejores tetas de Floresta y además no es nada trola, es más, creo que es virgen y encima hace el mismo asado al horno que mi vieja. ¿Qué más puedo pedir?

4

Año cinco

En este periodo se destaca una profusa actividad sexual de los sujetos AB que han dado a la pareja -pese a los cuidados (más de Ana que de Beto)- tres hijos, que han quedado bajo el cuidado y educación casi exclusiva de Ana. Se ha consolidado su matrimonio mediante el relativo éxito económico basado, por un lado, en las habilidades de Beto y por otro en mencionado apoyo de Ana, quien se hace prácticamente cargo del resto de las obligaciones y demandas de la familia, que no sean el ingreso de recursos económicos. Ana EM: Mis hijos son adorables, tengo un matrimonio feliz y pongo mis energías para que los mismos crezcan en un ambiente de independencia distinto al que yo crecí. ¿Si tengo ganas de hacer mi práctica de mis estudios? Aún no, sé que hay tiempo, más adelante tal vez. EO: Diooosss… quiero dormir....una noche, una noche pido, sólo una, que uno de los tres no llore, no se enferme, no vea la tele a todo volumen... y que Beto tampoco quiera tener sexo; no entienden, los

22


cuatro, que mis tetas son humanas ¡pueden dejarlas tranquilas! Otra cosa, tengo las bolas llenas de hacer asado al horno dos veces por semana… que nunca me sale como “su mamá”. Sí, extraño un poco mi vida anterior, poco… pero extraño. Beto EM: Ana es todo lo soñado, excelente madre y compañera. Mis hijos son hermosos, el mayor ya muestra sus dotes para el deporte y la más chiquita tiene los ojos de su tía, mi hermana. Soy feliz y en los negocios me va bárbaro. No, para nada, no creo que Ana ni mis hijos tenga de que quejarse y yo no tengo nada que decir de ellos, al contrario, son mi orgullo y a ellos nos le falta nada. EO: Ana cada vez tiene mejor las tetas… cada vez que se embaraza están más buenas. Lo único, que es media boluda con el asado al horno; si bien le sale rico, no es como el de mi vieja… Le dije que le pregunte cómo lo hace, así le sale igual. El mayor es un crack. Con 4 años maneja las dos piernas; pero el del medio me salió medio trolo… no le gusta el fútbol. Está bien, tiene casi 3, pero... Y la más chica tiene los ojos de la tía, pero me parece que... mira mucho a los varones, el pediatra me dijo que es absurdo, con un año y medio, pero no sé...

5

Año Diez

El matrimonio tuvo dos hijos más en los primeros dos años de este periodo. Ana, después del segundo hijo, ha reducido, por su voluntad, la actividad sexual del conjunto AB a un coito mensual, que -al no acceder Beto a la vasectomía que le ha pedido- se hace bajo extremos cuidados contra el embarazo, en que se suman los siguientes métodos anticonceptivos: preservativos, DIU, pastillas, coito interruptus y la tabla periódica recomendada por las autoridades de la Iglesia Apostólica Romana. Así, sólo bajo esas condiciones, Ana accede a tener relaciones. Es tema de discusión frecuente en la pareja el deseo de Ana de retomar su actividad profesional, que ella denomina “tener una vida”, y la negativa de Beto que manifiesta “¿para qué? si no te falta nada”. En ese sentido el progreso económico sigue en la pareja. Beto ha empezado a tener ocasionales relaciones extramatrimoniales. Ana EM: Creo que la educación y atención de mis hijos es primordial. Tanto Juan, como Alberto, Micaela, ehh... cómo se llama el cuarto... ah, sí... Damián -gracias- y Carlitos, el más chico; es mi prioridad. Pero, sin

23


embargo, creo que es tiempo de retomar mis estudios y el contacto social que ello genera. EO: Creo que hace diez años que no duermo más cinco horas seguidas, adquirí el entrenamiento de un comando militar, para resistir más de 72 horas sin dormir y mantener el estado de alerta. Amo mis hijos... pero a veces -lo admito- invoco a Herodes como Santo Patrón y Barreda ahora me cae simpático. Hace 3 años dejé de hacer asado al horno. Previamente le dije a la muchacha que lo haga, pero antes que le pregunte a la yegua de mi suegra cómo carajo lo hace, fue la única forma que el boludo que tengo de esposo me deja de romper las bolas con eso. Hace días abrí mi cuenta de Facebook... así me conecto con mis amigas y amigos de facultad… en especial con Damián (ah, sí, igual que mi cuarto hijo, qué casualidad ¿no?... ¿Eh? ¿Que si como psicóloga no me llama la atención ello? No, no… ¿por?). Beto EM: Ana es la madre de mis hijos, nadie los puede cuidar como ella. Los nenes son divinos… casi todos deportistas. La nena es mis ojos, cada día más linda, dejó de mirar a los varones y le gusta encerrarse en el cuarto a jugar con sus primos, es refamiliera. Me va cada vez mejor en los negocios. Tengo la familia perfecta. EO: ¿Qué carajo le pasa a Ana? Ya casi no cogemos, ya ni cocina... se la pasa en la compu... Los nenes los cuida la muchacha (que, a propósito, tiene unas tetas divinas y hace el asado al horno -ésta sí- igual igual al de mi vieja).

6

Año 20

Luego de muchas peleas del conjunto AB, en el año 18 formalizó la separación. Ana se separó de Beto. Si bien no convive, tiene desde hace un año y medio una relación con Damián, su ex compañero de facultad, quien posee hijos de un matrimonio anterior. Duerme 10 horas al día, está haciendo un posgrado de psicología. Previo a esta etapa tuvo un periodo de dos meses, que hemos designado por los colegas de este estudio de “puertas abiertas”, donde ha tenido sexo con 30 sujetos de distinta edad, raza, sexo, religión, en numeroso promedio de sujetos; en cada encuentro, de 2,8. Beto ha vuelto a formar familia rápidamente con el sujeto femenino C, que denominaremos Cathy, ex doméstica de la familia, quien se encuentra embarazada de gemelos.

24


Ana EM: Luego de una dolorosa separación me he encontrado con mí misma. Si bien tengo hoy una pareja estable más compatible con mi actual estado personal, soy atea (sic) a las relaciones definitivas. Los chicos más chicos están conmigo y los más grandes con el padre, aunque me visitan asiduamente, siendo ejemplo de familias ensambladas. Hoy puedo decir que soy Cathy, perdón, casi feliz. (¿Fallido? No... Tenía un scon en la boca... no sea tonto, me manifiesta con voz seductora en la entrevista, mientras me toca la pierna). EO: Me gusta mi carrera, en la que estoy en el medio de un posgrado, pero me estresan un poco los parciales. Damián es súper copado, respetuoso, inteligente.. pero no me coge como Beto hay que decir la verdad, y extraño eso... La única vez que sentí algo parecido fue esa noche con esos dos camioneros del Ceamse. Y vi que los domingos, cuando nos juntamos con él y la muqui de Cathy... esa parda que eligió como esposa, a comer asado al horno... si cocina ella... él me mira, creo, con ganas. (El resto de los datos sensoriales obtenidos no se reproducen por involucrar a este entrevistador). Beto EM: Creí que nunca iba a formar una nueva familia, pero vi en la humildad de Catalina la mujer que, tal vez, imaginé en Ana. Los chicos la adoran, en especial los más chicos, que se quedan con ella los días que me toca tenerlos a mi cargo. Nadie tiene nada de qué quejarse, ni mis chicos, ni mi ex, ni mi actual esposa. EO: Cathy es medio pelotuda… seeee, coge bien... pero no sé… Además, tengo las bolas llenas de que me haga asado al horno todos los días (¡¡¡siempre igual!!!). Extraño a Ana... y la conchadelalora... qué buena se puso... para mí, el pelotudo de Damián… (es medio puto para mí) no la coge bien, creo que ella me mira con ganas.

Fin del estudio

25


8

María Gabriela Failletaz

LA CARRERA DEL ESPERMATOZOIDE

¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! A ver... ¡Corriéndose compañeros! ¡Hagan el favor!... ¡Hey! ¡No molesten che! ...¡Ya me ubiqué señores! Lo siento por ustedes. Listo, logré la primera fila otra vez. ¡Uf ! no me alcanza el aire. ¡Pero miren a este gil de la derecha! ¡Con ese rabo de conejo no llegás a ninguna parte chabón! ¿Por qué no te relojeás un poco la mía y comparás? Soy un delfín de Sea World. ¡El Halley, me dicen a mí! ¡Abran paso muchachos! Ni lo sueñen. ¡La gordita es mía! ¿Y éste ridículo que se vino de chaqué blanco? Ahora le hago un tacle y que la correntada lo lleve para atrás. ¡Tomá! ¡Por pelotudo! Es que éramos muchos, flaco... ¡Uh! ¿Otro nabo más? ¿Nos alquilamos traje de rana, maestro? ¡Retoma el camino at home, papá! ¡Y si te perdés... recalculá! ¡Jua! Acá viene un narigón. A este le imprimo un coletazo. No sea cosa que lo puntiagudo le dé ventaja. ¿Se piensan que me voy a dejar vencer? ¡Manga de inmaduros! ¡Púberes! Con lo que me entrené yo, por allá, en los mares fríos del sur. Ella es mi meta. Me la quiero ganar yo. ¡Ah! Ya me la estoy imaginando: acolchonadita, jugosa, tiernita. ¡Mamita! Que me deje entrar, que me atrape, que me asfixie si quiere, que me envuelva y me encierre y no me suelte nunca más. ¡Qué me importa si quedo casoriado! Ella tiene 23 y yo también. Es mi media naranja, la colorada. ¡Sólo me acomodo un poco y podemos compartir juntos toda una vida! Siempre viví a medias yo. En el fondo soy un fracasado. Ahora me propuse llegar y juro que lo voy a lograr. ¡Estoy lleno de energía!

26


¿Y éste? ¡A un lado, cabezón! ¿A dónde pensás que vas tan apuradito? ¡Pescado! Andate a competir a los olímpicos si te crees tan winner! ¡La suerte que tuviste de conseguir gorrita para semejante cabeza! Bue… ¡Ya estoy llegando! ¡Uf! ¡Qué cansado estoy! Pero todavía me queda un restito. ¡Allá voy, hermosa! ¡Para vos mi amor! ¡Guau! ¡Ahora sí! Sólo un poquito de fuerza y voy entrando. ¡Vamos, bonitaaa…! ¡Dejame entrar, linda…! ¡Aflojando un poquito más, que no tenemos todo el día! ¡Vamos, que podemos! ¡Ah, ah, ah!… ¡Ahhh! ¡Uff…! ¡Listo! Completamente entradito. ¿Qué tal? ¿Todo bien, preciosa? Ya me tenés aca todo para vos. No lo sabías, pero yo te lo había prometido. ¡Un placer! Y qué feliz me siento. Ahora sí. Somos dos en uno, princesa. Pero antes que nada, a descansar un ratito, que estoy Mort. ¡No sabes lo que hay que remar! Ni te das una idea... Vos también estarás cansada. Mucha expectativa ¿no? ¿Nos echamos un sueñito, ¿sí? Encima de mullidito, se está calentito acá. ¡Esto sí que es vida! ¿Que, qué? ¿Cómo? ¿Escuché mal? ¿Me estás jodiendo? ¿Tengo que seguir laburando? ¿Ahora? ¿Estás loca? ¡Pero estoy hecho mierda, vieja. ¡Con todo el esfuerzo que me mandé para llegar hasta acá! ¿Células cuántas son? ¿De diferentes tamaños y formas también? Cromo... ¿QUÉ? ¿Encima todas de 46? ¡Vamos, vamos! ¡Un respirito! Ok, Ok... ya va, ya va... Pero ¿seguro que no puedo tirarme un ratito aunque sea y la seguimos mañana? Ta bien... Ta bien... Ta bien... ¡Un bodrio al final esto, loco! Las mujeres no te pueden ver quieto. Encima me estoy asando acá. ¡Soy un boludo! Me hubiera quedado allá abajo, solterito, tranquilo y fresquito, y me la pasaba mejor.

27


9

Cecilia Pérez Hillar

La Femy era una expectorante expecta de aquéllas. Tooodo lo esperaba así, como regalos. A veces celebraba, como cuando le tocaba en el bondi el asiento para uno, con pisito para apoyar los pies. A veces no, El Colo era más de hacer y toooodo lo que le sucedía tenía su explicación muy razonable, muy es lo que hay, un real importante. Se estrolaba menos y festejaba menos también, si. Se conocieron en el chino, cuando ambos fueron a agarrar el último dulce de leche de oferta. Ella expectó enseguidita un destino en ello; él se dijo que sería de poco caballero no cederle... Y así andan desde entonces, esta mañana los vi. Cuando ella expectativea mucho, él le aprieta un botón que tiene en la nuca y ella baja. Cuando el realidea demasiado, ella le baja una palanquita que tiene en la frente, y él ve señales de las buenas, por todos lados.

28


10

Horacio Petre

CLARABOYA

Hace unos cuantos años, promediando los noventa, Vale (que era mi novia entonces), me propuso como salida de sábado ir a ver a la banda de rock de su primo Javier. El grupo tocaba en un local de Belgrano que se llamaba Betty Blues, en el que por una módica suma te podías ver a cinco o seis grupos ignotos en una noche, mientras te tomabas unas cervezas. La propuesta no me resultó enormemente tentadora de entrada, debo admitirlo… Conocía a Javi de reuniones familiares, lo había escuchado cantar tangos, algo de Gershwin y algún aria del repertorio clásico, pero no conocía en profundidad sus gustos musicales. Si bien lo que le había escuchado era muy correcto no me imaginaba su correlato rockero en banda y por algún motivo imaginé una suerte de remedo a la Sui Generis, o banda de covers al tono, curtiendo clásicos rockeros no demasiado complicados de tocar… qué sé yo, Creedence, los Rolling, los temas de tres tonos de los Beatles… Mi mayor/La mayor, Mi mayor/La mayor… después sube a Si mayor y así todo… Finalmente encaramos hacia Betty Blues, sin saber yo que aquella noche que se asomaba tranquila, sería el preludio de mi ingreso en una frecuencia demencial e insospechada. Llegamos cuando ya había pasado la primera banda y nos encontramos a Javi y el resto de los músicos, entre los que estaba el otro primo de Vale, Andrés, hermano de Javier. Nos saludamos muy someramente, y algo me llamó la atención inesperadamente… Javier tenía una máscara de látex, mezcla de demonio del altiplano boliviano con las que usaba Peter Gabriel en Génesis. Raro, pensé... Dejamos a los músicos preparando las cosas para su set, y nos sentamos en una mesa a metros de la banda que tocaba en ese momento. Rockitos sencillos, cantados a grito pelado y desafinados. El previsible sonido garajero de los músicos que aún no terminaron su formación, carecen de un criterio estético medianamente informado o están secos de ideas originales como para inventar. Las cervezas y el maní estaban muy bien, eso sí.

29


Pasó hora y pico y dos o tres bandas más, yo me comía un flor de embole, alterado por los ataques de vergüenza ajena cuando algún músico de alguna de las bandas pifiaba demasiado… Hasta que finalmente llegó el momento del grupo de Javi. Subieron muy modestos, casi vergonzosos al escenario y montaron sus instrumentos… El guitarrista, Carlos, era un muchacho grandote, de físico exuberante y rollizo. Aunque cara aniñada, tenía una Strato roja que le quedaba de llavero y me llamó la atención cuando desplegó su pedalera… No me daban la sensación de hacer Sui Generis con ese equipo... Julio se acomodó el bajo y ya al ver como lo tomaba, uno sentía que había algo distinto, completaban el grupo el baterista y los primos de Vale, Andrés con un teclado y Javi en la voz y frontman. Par de acoples, miradas entre los músicos, Vale, yo y un par de amigos de la banda expectantes mientras todo el resto de la gente charlaba a los gritos sin prestar demasiada atención… Contaron cuatro, y la banda arrancó. Literalmente fue como si un gigante hubiera sacado con sus manos el techo del local y todas las estrellas del universo se hubieran colado en Betty Blues… Una tromba de sonido poderosísimo, con disonancias, riffs, ritmos funky y vocalizaciones rayanas en la locura yuxtapuestas al más fino lirismo melódico tomaron por asalto el lugar… La música tenía cortes y cambios de ritmo, y en los microsegundos de respiro sonoro, uno se daba cuenta que no volaba una mosca y todas las miradas, orejas y corazones estaban puestos allí en el escenario. Lo primero que me pasó, del shock fue directamente un ataque de risa. Nos mirábamos con Vale y nos moríamos de emoción y alegría al no creer el impacto sonoro y poético de la banda… Letras que hablaban de los morlocks (seres salidos de “La máquina del tiempo” de Wells), de duendes incomprensibles y paisajes inexistentes. Canciones con bases apocalípticas, cruces insólitos de acordes y una guitarra, que pasaba a primer plano como si nada y te llevaba de viaje interplanetario a velocidades supersónicas. Allí estábamos en ese tugurio asistiendo a un impensado recital llevado adelante por cinco tipos que habían llegado al lugar como quien va a la tintorería a retirar un vestido de la jermu. Javier se puso las máscaras que le había visto, y junto con sus vocalizaciones armaba saltos y bailes inconcebibles, gestando una escena-ROCK de altísimo voltaje. Hasta hicieron un cover de James Brown (I feel good), y ahí se cayó la tribuna. Eran muy pocos sus conocidos, la mayoría de la gente estaba por otras bandas allí y todos gritaban y aplaudían como no lo habían hecho con ninguno de los otros grupos.

30


Luego del tercer bis, no hubo más remedio que bajar del escenario, pues quedaban algunas otras bandas por tocar… Yo no tenía ganas de escuchar ninguna otra cosa, pero alcancé a ver la cara de los que subían inmediatamente después, más parecidos a los cristianos que iban a la arena con los leones que a cualquier músico que se dispone a tocar… Era como si yo hubiera tenido que ir a cantar en un cumpleaños karaoké, luego de que Michael Bublé les hubiera cantado un par de canciones a los presentes… Mi frenesí post concierto al ir a saludar a los músicos los tomó por sorpresa… Me agradecían con humildad, casi con curiosidad, como si no hubieran tenido nada que ver con lo que habían generado… Así fue que conocí a Claraboya, una de las más espectaculares bandas de rock que escuché. Me hice muy fan de ellos, tocaron en un par de presentaciones del fanzín de historietas que yo hacía y la gente que venía (muchos músicos o gente que escribía sobre rock) salía sin dar crédito a lo que escuchaban y veían… No había Youtube ni MP3 aún, siguieron juntos un par de años sin poder romper el cerco de éxitofracaso, y se disolvieron, lamentablemente, antes de la llegada del nuevo milenio. Pero aquella noche… ESA noche de invierno del noventa y seis en que los conocí, luego de una llegada sin expectativas, figura entre una de las más preciadas, insólitas y gustosas de mi vida. Brindo por esa sorpresa indómita, por ese tarascón de vida que nos deja sin bastón en el medio de la pista. Brindo por Claraboya, claramente…

31


11

Mariano Durlach

DE LOS LIBROS A LA REALIDAD

[Tiempo estimado de lectura: 1m:30ss / 362 palabras / 8 párrafos antes de llegar al de destino / lectura sin cargo o a cargo de cada uno / final sin remate humorístico ni nada espectacular / opciones y alternativas a esta lectura: varias dentro de LIPE. El que avisa no traiciona.] Durante toda mi carrera de arquitecto soñaba con el momento en que pudiera estar disfrutando en directo de la Capilla Sixtina. También otras obras como San Pedro y el Panteón de Roma me provocaban casi la misma atracción y deseo de conocerlos, de estar ahí, de sentir su energía envolviéndome; sin embargo la Capilla Sixtina vaya a saber por qué estaba en pole position. Cada vez que veía en las revistas y libros ilustraciones de las imágenes de Miguel Angel, me extasiaba imaginándome un día disfrutándolas en vivo y en directo… En el año 97 ó 98, unos cinco después de haber abandonado la profesión, califico nuevamente a una Convención de Ventas y por esa cuestión de las escalas aéreas, puedo quedarme unos días en Roma. Destino cantado: el Vaticano. Europa es muy linda para hacer turismo. La única contra que le veo es que está llena de turistas. Y me parece que ese día había una convención internacional de turistas y todos de visita en el Vaticano, porque para avanzar una vez dentro del Palacio sólo lo podías hacer como cuando hacés pica-pica: de a un pie delante de otro… No puedo recordar, ni llevé registro de la cantidad de salones que tuvimos que atravesar para llegar a la Capilla, sólo recuerdo que en cada uno de ellos, entrabas por una puerta y veías en la otra punta del salón un cartelito con una flecha que indicaba “Capilla Sixtina” y en cada uno de ellos me ilusionaba pensando que al trasponer esa puerta llegaba al paraíso arquitectónico anhelado. En cada acercamiento a una puerta, la excitación se incrementaba y nuevamente la frustración al trasponerla encontrando un nuevo salón abarrotado de los malditos turistas con el cartelito esperanzador en el otro extremo…

32


Recuerden e imaginen: caminando a pasito de equilibrista, rodeado como en el subte en hora pico y encima ni siquiera pudiendo disfrutar de las obras de arte de cada salón porque la multitud te tapaba… Cuando llegué a la anhelada Capilla, apretado entre la multitud que además te sigue empujando pensé lo mismo que estarás pensando vos ahora: ¿llegué hasta acá para esto?

33


12

Daniel Goldenberg

PRIMAVERA TARDÍA

−¡Qué bien la vamos a pasar hoy! −¡¡¡Sí!!! −¡Feliz primavera! ¡Feliz primavera! −¡Un aplauso para Juan y su combi! ¡Nuestro chofer oficial! −¡¡¡Sí!!! ¡Bravo! ¡Bravo! −¡Juan! ¡Juan! ¡Juan! −¡Chofer! ¡Chofer! ¡Apure ese motor…! −¡Hoy es el cumpleaños de Alberto! −¡¡¡Sí!!! −¡Alberto! ¡Alberto! ¡Alberto! −¡Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas, Alberto..! −¡Un aplauso para Alberto! −¡Tirón de orejas! ¡Tirón de orejas! −¡Que diga cuántos! ¡Que diga cuántos! −¡No quiere decir! ¡No quiere decir cuántos cumple! −¡Ay, qué coqueto este Alberto! −¡¡¡Sí!!! ¡Coqueto! ¡Coqueto! −¡Dale! ¡Si estás hecho un pibe! −¡Que hable! ¡Que hable!

34


−¡¡¡Sí!!! ¡Que hable! ¡Que hable! −¡Te trajimos la torta Alberto! −¡¡¡Sí!!! ¡Torta! ¡Torta! ¡Torta! −¡A ver Juan si manejas más despacio para poder cortar la torta! −¡Torta! ¡Torta! ¡Torta! −¿Alguna de las chicas trajo mate? −¡¡¡¡Sí!!! ¡Mate! ¡Mate! ¡Mate! −¡A ver! ¡Con “A”! ¡La mar astaba sarana… sarana astaba la mar…!

La cabeza de Juan osciló sutilmente entre el desprecio y la compasión, dibujando un imperceptible “no” frente al espejo retrovisor de la combi, que le devolvía el triste espectáculo de aquellos pobres niños atrapados irremediablemente en sus cuerpos ancianos. Sus manos giraron bruscamente el volante hacia la izquierda, al tiempo en que en su mente resonaba la orden de “¡Todo a babor!”, y el rostro al viento de Errol Flynn, le sonreía con el mismo gesto pícaro que el aterrorizado camionero pudo alcanzar a percibir en la cara de Juan, un segundo antes de estrellarse de frente contra su Scania 111.

35


13

Diego Ramón Peralta

EXÉGESIS DE LA AMISTAD

En primer lugar diré: ¡Gracias! Admito que es una buena consigna. Porque festeja una paradoja metafísica que ha desvelado a más de un filósofo, también al profano. Entre la expectativa y la realidad, siempre ha ganado lo inasible. No obstante, entre ellas, la más real es la expectativa. Sobre la realidad, sólo poseo dudas. Lo cual no obstaculizó haga de mi vida una verdadera mentira. La expectativa como causa sui, es vil profanadora de la realidad, so ese mesías que pretende asirse de un futuro a mi imagen y semejanza. En la dialéctica del Amo y el Esclavo, según la interpretación de Alexandre Kojéve: “Para Hegel la historia comienza cuando se enfrentan dos deseos”. Agregando que “el deseo humano a diferencia del deseo animal, desea deseos”. Que bien podría ser explicado como: “el deseo que jamás encontrará límites a la satisfacción humana, ni aun encontrando lo deseado o incluso el no deseo”. En otras palabras, el deseo del hombre es el deseo de que el otro lo reconozca, aunque no invoca sólo el deseo de otro hombre, sino que se adentra en la otredad de uno mismo. Algo así como encontrar el propio reconocimiento del alter ego. En cuyo caso, ese deseo es arquitrabe de los deseos inmanentes al ser en cuanto a su ser, donde el “Único” intenta sodomizar al otro yo, estableciendo como argamasa un vínculo de amor/odio para con uno mismo, y para con el resto de los hombres. Esa relación de amo y esclavo -dualista- es una constante esencial en el hombre solitario y se introyecta por dentro del tejido social que lo condiciona. Existe en el mundo un único camino por el que nadie sino tú puede transitar: ¿A dónde conduce? (...) no preguntes, ¡síguelo! ¿Quién fue el que pronunció la sentencia: un hombre no llega nunca tan alto como cuando desconoce a dónde puede conducirlo su camino? Visto desde otro ángulo, el hombre al igual que el animal, desea cosas, pero esas cosas no se vinculan de la misma manera, pues el hombre es el único animal que tiene la capacidad de simbolizar y encriptar esas cosas en cuanto al ser, según sus sentimientos y emociones. Dicho de otra manera, el hombre hace del acto más simple algo complejo, so ante cada solución regenera nuevos y más sutiles problemas. No por algo Maslow estableció una pirámide de deseos increscente que se elevan en la manera que satisfacemos los deseos inmediatamente anteriores de la

36


escala. Visto de otro modo menos fenomenológico, el hombre busca más deseos sobre los escombros de pretéritos deseos, en forma de carrera neurótica y alocada, como proyecto in eternum hacia adelante. La expectativa nace sobre las exequias de las expectativas póstumas, como aquella mítica pescadilla que muerde su propia cola. El deseo es conciencia en la cosificación de sus interrelaciones sociales, pero es inconsciente en su control y planificación. La vida por ende, es perpetua superveniencia en los deseos de los deseos. Ni siquiera podemos estar seguros de que en ese devenir de exteriorización del deseo por el deseo del otro, haya cierta dosis de conciencia del deseo, como un todo absoluto. Y si tuviera asidero que “el hombre desea deseos en otros hombres”, también debería tenerlo el silogismo: “el hombre desea no desear”. Porque el condicionante rector de la proposición gira en el sentido de la necesidad de satisfacer el propio deseo de reconocimiento, lo cual se logra buscándolo o prescindiendo de la necesidad. Nadie desea lo que no necesita. ¿Será esto así?... Las expectativas son el peor enemigo de la amistad. Y si la amistad no fuera parte de la realidad, sin duda lo sería de la necesidad humana. La duda, como piedra angular de la anti-filosofía, me insta a reemplazar la expectativa por la confianza que emerge del aprecio irracional, espontáneo, absurdo, suicida. Pero la apreciación es una cualidad redentora y extremadamente humana, justamente por el rol hegemónico que juegan los sentimientos en nuestra vida. Llegué a LIPE, sin expectativa alguna; porque intuyendo el carácter hermenéutico de la realidad, decidí confiar en la palabra de Eduardo Mizrahi..., él es mi amigo. Es hermoso el riesgo de ser feliz, aunque se trate de una realidad inventada.

37


14

Dicky Schefer

ESPECTATIVA VERSUS REALIDAD (VERSIÓN EXPERIENCIA DE ÍNDOLE GENERAL)

Hay muchas cosas cuyos precios desconocemos. Hay que descubrirlos mediante un proceso análogo a un remate, con la diferencia de la simultaneidad. Tu casa, tu auto, el cuadro que dejó un abuelo, el almacén de enfrente. Aclaremos que estamos hablando del precio como expresión del valor que la gente le adjudica a algo, no del valor subjetivo. Obviamente, una vieja carta de mi padre tiene un valor enorme para mí, pero nada para la gente. Nadie pagaría un céntimo por ella. El valor de la gente técnicamente se llama de mercado, pero es lo mismo. Aclarado esto, me refiero al fenómeno económico-social de los precios de los insumos - commodities - y de las acciones de empresas y de bonos. La ventaja de elegir estos es que son precios que sí conocemos con sólo mirar el diario o cliquear el maus-ratón. Con una aclaración, lo que un aviso pide por una vivienda no es un precio - precio es el que efectivamente se transa. A mucha gente le sorprenden las subas y bajas, histéricas a veces, de los valores mobiliarios cotizantes en bolsas. Suelen adjudicárselas a especulaciones colectivas, efectos manada, complots, histerias irracionales, y todo un zoológico de causas, difíciles de probar, obviamente. Esto último es lo que hace tan fácil exponer cualquier motivo de esta clase: es casi imposible probar su falsedad. Léase cualquier comentario de cualquier diario del mundo explicando por qué subió o bajó el petróleo o las acciones algún día sin mayores novedades y se encontrarán cosas como este titular de anteayer de un medio internacional muy prestigioso: “cayó el apetito por el riesgo”. Ríanse, es así. Que hay efectos manada, burbujas, y efectos psicológicos es muy posible, pero también difícil de probar seriamente. Se está trabajando en eso, pero como en todo, los avances son lentos. Respecto de la idea generalizada que alguien ‘maneja’ el mercado, mencionamos que su mero tamaño lo hace prácticamente inviable. En general, los precios de la vivienda y de los valores mobiliarios que suben y bajan son una respuesta a la discrepancia entre lo esperado y lo ocurrido. Ejemplo hipotético: se esperan grandes ganancias de Apple por las ventas del iPhone y demás chiches. Si eventualmente, cuando el

38


anuncio del balance desmiente esa expectativa, su precio caerá en un suspiro. Si se invirtió en departamentos o casas esperando determinada renta anual, y luego ocurre una recesión y la renta resulta menor, su precio cae. La reacción ante lo esperado versus lo ocurrido la podemos observar a diario mirando entonces la cotizaciones. Mejor que lo esperado, subas, peor, bajas. Tenemos aquí entonces un gran problema de riesgo, porque sabemos poco de lo que ocurrirá. La vida es aleatoria, o parece serlo, y por tanto los cambios en los precios también lo son. Lo que estamos estudiando algunos es cómo nosotros tomamos decisiones frente a esa perspectiva incierta, comparado con cómo debiéramos tomarlas. A los que siguen despiertos, espero les sirva.

39


15

Guillermina Silva D’Herbil

EXPECTATIVA VS REALIDAD

Qué lindos son los viernes, el mejor día de la semana. Me levanto para ir a trabajar como todos los días, pero me levanto contenta.... ¡¡¡es viernes!!! No me visto de cualquier forma, porque siempre cabe la posibilidad de que él me llame para hacer algo después del trabajo, y tengo que estar preparada. Así que elijo muy bien mi ropa. Bueno, ya son las 12, y miré el teléfono más o menos veinte veces... nada. Las horas se hacen un poco largas, es que estoy medio ansiosa, no quiero hacerlo, pero me fijo a qué hora fue la última vez que miró su WhatsApp. Y... lo miró recién, pero a lo mejor está ocupado... ya me va a llamar. Seguro. Es la hora de salida, que hago... Le mando un mensaje. Hola!!!!!!!! .............................................. Bueno, me voy a casa... seguro me llama mañana. Qué lindos son los sábados, ¡¡¡me levanto a la hora que quiero!!! Suena el celular, corro a atenderlo, seguro es él para que hagamos algo esta noche. Ah, no… es Florencia. Aaaahhhhh, no sé, porque a lo mejor iba a hacer algo con él, viste... cualquier cosa te llamo. Beso, gracias.

40


Ya son las siete de la tarde... Le mando un mensaje. Hola!!!!!!!! ..............................................

Hola, Flor, ¿vamos al cine? Sí, sí… ya sé que son las diez de la noche, pero... Ahhh, ya arreglaste… Bueno... Que te diviertas. Beso.

¡Qué domingo de mierda!

41


16

Mariangeles Soules

Estaba cansado de vivir, hacía 19 años que trabajaba en un Estudio Jurídico porque había cursado tres años en la Facultad de Derecho, era muy eficiente en lo que hacía, pero nadie se lo reconocía jamás. Se sentía un fracasado ante sus jefes que lo menospreciaban por no ser uno de sus colegas, pero que dependían de él para todo el papelerío de sus casos. Cuando llegaba a su casa después de nueve o diez horas de trabajo, porque no había un horario fijo, sino que tenía que quedarse todo el tiempo que los Doctores lo necesitasen, entonces lo único que buscaba era un poco de paz, pero no, allí no la hallaba porque su casa más que un paraíso era el mismo infierno. Su mujer le reprochaba todo el tiempo el hecho de vivir en la casa de la madre, el no tener intimidad, el no tener un auto nuevo, no poder mandar a los chicos a natación, ingles, plástica y cuantas cosas a ella se le ocurrían. Y la suegra, bueno, la suegra era el mismísimo demonio, tratándolo de inútil todo el tiempo y reprochándole que la hija no tenía la vida que merecía por haberse casado con un fracasado. Por supuesto que los hijos no lo respetaban pues se habían acostumbrado a que su padre era el hazmerreir de toda la familia. Una mañana, mientras miraba los clasificados en internet, vio un anuncio donde requerían una persona responsable con experiencia en estudio jurídico para vivir en la ciudad de Mar del Plata, donde ofrecían un sueldo bastante superior al que él ganaba y vivienda. Ni siquiera lo pensó, inmediatamente envió un curriculum y una nota donde aclaraba que estaba dispuesto a viajar enseguida, que nada lo retenía en la Ciudad de La Plata. Pocos días después recibió una respuesta donde lo citaban para una entrevista personal en el Centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ese lunes a la mañana se vistió con su mejor traje, dijo a la esposa que tenía que hacer trámites en Buenos Aires y que no lo llamase a la oficina porque no sabía a qué hora iba a volver y desde una cabina telefónica pidió a una empleada que se hiciese pasar por la esposa avisando en el trabajo que estaba muy enfermo, que no iba a poder ir, que más tarde se acercaría hasta la Clínica a ver un médico y que luego si se sentía mejor iría, aunque sea a la tarde. Tenía todo planeado si le salía todo bien, se iba lejos de los jefes y, sobre todo, lejos de la familia. Lo entrevistaron ese mediodía un Abogado y un Contador, y les causó muy buena impresión. Le dijeron que le iban a avisar en esa misma semana porque tenían que ver a otras personas y decidir a quién le daban el puesto de trabajo.

42


Lo llamaron el viernes a la tarde diciéndole que había sido el elegido para el puesto, no cabía dentro de sí de la alegría que sintió y preguntó cuando tendría que viajar, le respondieron que si le era posible el próximo martes y le pasaron la dirección de la vivienda y de la oficina de Mar del Plata. Al rato uno de sus jefes le dijo que le alcance un expediente y le respondió: “¿Por qué no te lo buscas vos, que dependés todo de mí y no me reconocés el trabajo que hago, sos reverendo imbécil y te la das de gran señor”. Con la misma se levantó y le dijo: “Andá buscándote otro esclavo porque yo me voy y no vuelvo y no me vengas con que tengo que avisar con 30 días de anticipación porque conozco muy bien mis derechos y ustedes me deben una fortuna en aportes sociales”. Así, tomó todas sus cosas del escritorio y se fue a la casa, cuando llegó no dio explicaciones de la razón de haber llegado tan temprano, se preparó una maleta con la ropa que le gustaba, llamó a su primo y le dijo si podía quedarse con él todo el fin de semana. Cuando se iba le gritó a la suegra que ahora le podía buscar el proveedor de divisas adecuado para la bruja de la hija y que las dos juntas podían arder en el infierno, dando un portazo se fue. El fin de semana pasó hablando con su primo y haciendo planes para una nueva vida, era la primera vez en años que se sentía tan feliz, tan libre, que nadie le gritaba. Si bien el primo sabía el infierno en el que estaba inmerso, le preguntó si no era demasiado romper con la familia, más que nada por los chicos, pero a él no le importaba ya más nada, sabía que nadie lo extrañaría por lo que él era como ser humano, así que respondió que en realidad aquéllos no eran su familia, que eran sus carceleros. El lunes a la noche viajó a Mar del Plata lleno de expectativas de la buena vida que iba a tener de ahora en adelante. Cuando llegó la vivienda que le habían prometido no era más que una habitación en una pensión de mala muerte, pero pensó que de todas formas era mejor que soportar a la mujer y a la suegra. Dejó todas sus pertenencias y se encaminó a la oficina, feliz radiante con muchas ganas de salir adelante, de cambiar de vida. La oficina no existía, quiso llamar al celular que le habían dado para comunicarse y estaba apagado. No sabía qué hacer, volvió a la pensión y le habían robado la ropa. Llamó a la casa y lo atendió un hombre, cuando le preguntó quién era, le respondió: “El novio de tu mujer, estúpido. Te creíste el cuento de la oferta laboral, ja,ja, nos salió tal como lo planeamos. Ah, y te aviso que no aparezcas por acá, ya hicimos la denuncia de abandono de hogar y ya llegó el telegrama de tu despido”. Desorientado salió a caminar sin rumbo, llegó al muelle, se sentó largo rato allí, luego se tiró al mar.

43


17

Fer Iñarra Iraegui

REALIDAD...

Se habían conocido en la facultad. Se entendieron desde el primer momento. Fue un flechazo tierno y armonioso, con una pasión casi infantil y llena de juegos inocentes que los llevaron al inevitable y tan esperado desenlace que fue, enamorarse por primera vez. Ella vivía en Lomas, él en La Lucila, así que tres horas más o menos los enlazaban o separaban, de acuerdo al día. La facu a mitad de camino los había ayudado a encontrarse, a su manera. Empezaron a viajar menos y a quedarse a dormir en casa de uno u otro para estar más tiempo juntos. Comenzaron a aprender distintas costumbres, probar nuevos sabores, conocer gente nueva. Se fueron abriendo, amando, contando sus historias y descubrieron que tenían bastantes cosas en común, otras que los complementaban y otras… en las que tenían mucho por hablar porque eran diametralmente opuestos. Entre esas tantas historias, anécdotas y profundas reflexiones, salió el tema y descubrieron asombrados que los dos habían sido adoptados. Él quería descubrir sus raíces, escuchar la otra campana, encontrar a los que lo trajeron a este mundo, para agradecer, para saber, para poder construir con esos pedazos que ignoraba, ese piso que a veces sentía que le faltaba bajo sus pies. Ella, en cambio, prefería vivir en el limbo para no arruinar esta vida color de rosa que la había llevado hasta donde estaba. A pesar de su postura, ella lo acompañó todo el tiempo y juntos buscaron en internet, en grupos que aportaban ayuda a los que estaban en este tipo de búsqueda y se alegraban los dos de cada mínimo avance que tenía su peregrinar. No era fácil, ¡faltaban tantos datos! Pero después de dos años juntos, dos años de compartir avances y retrocesos, una luz apareció en el camino. Parecía que estaban en la última etapa del recorrido. Encontraron en Salta a una señora que podía ser la madre que estaban buscando. Partieron hacia allá en micro, dispuestos a disfrutar del viaje y hacerse pocas ilusiones, por las dudas, para no sufrir como ya tantas veces, el desencanto que tanto dolía.

44


Fueron horas y horas de viaje, donde no pudieron casi dormir porque el corazón tendía a salirse de su sitio, las manos no dejaban de temblar, la garganta se cerraba y no había voz, y los ojos no paraban de llorar. Salta los recibió en sus maternales brazos y se sintieron bienvenidos. Los cerros teñidos de increíbles colores, de calidez y belleza eran el paisaje perfecto para esa gente tranquila y amistosa que les abría su casa y les brindaba un lugar donde cobijarse. Llegaron al registro civil, el juzgado, la casa importante del pueblo, una sola casa que reunía todo en ella y eso hacía que fuera más simple el trámite, eso los alegró. Se presentaron, miraron papeles, les desplegaron carpetas y sí, los datos coincidían, era prácticamente seguro que habían encontrado a la mamá de él. Prontamente los acercaron hasta una casita alejada del pueblo donde una mujer les contó su historia. Sí, ella había tenido varios hijos y no estaba en condiciones de criarlos a todos, aquella asistente social la había convencido de que si ella los daba en adopción, aunque si más no fuera a algunos, esos chicos iban a tener un futuro mejor. Ella quería y siempre había querido un futuro mejor para sus chicos y por eso los había entregado, a la asistente que la visitaba siempre. Y tres de sus chicos se fueron para Buenos Aires, las mellizas y el varón. Volvieron al juzgado a mirar más papeles, con las manos llenas de emoción. Entre papeles y carpetas, partidas y expedientes, la fecha del nacimiento de las mellizas comenzó a hacer cada vez más ruido y a abrir un capítulo para el que no estaban preparados para encarar. Con incrédulo asombro descubrieron que una de esas mellizas era ELLA, la novia enamorada que estaba allí por amor a su pareja, acompañándolo en su emprendimiento; al amor de su vida. Su hermano.

45


18

Elena Herrero Navamuel

EXPECTATIVAS VERSUS REALIDAD

Miro las facturas de los teléfonos. El propio, el de los chicos, el de casa… Increíble lo que suman. Pero es que necesito más cobertura. Necesito uno sólo para el negocio, pero que derive las llamadas que recibo en el personal… Y además, los canales de la TV y Ale necesita (¿necesita?) conexión a internet… Bueno, sí, tiene razón, porque si anda por ahí con los amigos, yo quiero poder contactar con él. Y fotos. Necesito poder enviar fotos, al momento, para los talleres, para comparar terminaciones. E información, inmediata, en tiempo real, al momento. Eso implica más megas, más velocidad, más… Aquí tengo las ofertas. Son buenas… Con éste me ahorraría una pasta al mes. Me incluye todo. Móvil, con derivaciones, más dos extensiones, más TV con cuatrocientos mil canales (más de los que nunca podré llegar a ver juntando tres o cuatro vidas…), wifi potentísimo, teléfono fijo con llamadas gratuitas nacionales… Ducha, café, hilo musical (Ah, no, eso no)... Tengo que llamar. Tengo que hacerlo. Ya sé que perderé una semana de mi vida, más mi confianza en el ser humano, más las uñas de las mano y posiblemente las de los pies, consumiré todas las existencias de Hemicraneal de todas las farmacias a la redonda y pasaré cuatro o cinco noches sin dormir… Pero merece la pena. Venga, vamos, ¡¡¡tú puedes…!!! …… …… −Buenos días, mire, quiero anular mi cuenta con mi antiguo operador y darme de alta con ustedes…. −…… −Sí, naturalmente, le paso mis datos. −…… −¿Seguro?

46


−…… −¿Nada más? −…… −Oiga, ¿está usted seguro de que esto sería todo? ¿No necesita mi seguro médico, ni mi grupo sanguíneo, ni mi pureza de sangre, ni mi arbol genealógico…? −…… −Ya. Bueno. Pues gracias. Muchas gracias. Miles de gracias.

47


19

María Ester Arnejo

UNA EXPECTATIVA DOS REALIDADES

Antonio Dal Masseto cuenta magistralmente en su relato “El padre” la gran brecha entre expectativas y realidad. Recuerda a su padre en Italia, por entonces en guerra, como un valiente, un héroe, enseñándole a pescar, a cazar, cortando un pino para llevarlo como árbol de Navidad; siendo un experto en injertos, lograba la maravilla de que en una misma planta encontraba flores de diferentes colores, ciruelas amarillas y ciruelas rojas. Su padre, desafiando toques de queda y volviendo a dormir en su cama. Su padre decía que dormir es su cama no se impedirían ni Hitler ni Mussolini. Su padre, que le enseñaba como había que afeitarse, allí parado frente a un espejito colgado en una planta. Su padre, que le enseñaba a cazar, a manejar la escopeta. Ésa era su realidad hasta los diez años. Por entonces el padre vino a la Argentina tentado por la oferta de un hermano que había puesto una carnicería en Salto, provincia de Buenos Aires. Dos años más tarde vino toda la familia con la expectativa de hacer la América, lejos de la guerra, del hambre. La llegada al puerto, el recibimiento de su padre, el viaje en tren atravesando tanta llanura. El brazo de su padre rodeando su espalda y apoyado en su hombro y, por fin, llegar a Salto y al día siguiente a la carnicera. Allí la realidad fue muy distinta de la de Italia; además del idioma que no entendía, lo más fuerte fue ver a su padre, tan complaciente con su hermano, sintiéndose siempre en deuda, manso, resignado. Algunas veces sentía que esa deuda lo alcanzaba a él también. Aún en la carnicería se sentía un extranjero. La expectativa de recuperar y de reencontrarse con ese padre que todo lo podía allá, atrás de los mares, se dio con la realidad de una vida con el deseo permanente de volver a Italia. Dal Massetto se pregunta por qué si tiene tantos lindos recuerdos de su padre de antes de venir a Salto, cuando piensa en él, se le viene la imagen de las vueltas a casa, de noche, pedaleando por la calle de tierra, en silencio, un cono de luz de la lamparita de la bicicleta marcando el camino, y de fondo el bullicio y el murmullos de los aprontes para la cena desde las casas a su paso. ¿Cómo se sentiría su padre acompañado por él? ¿Le alegraría su presencia? Hacía tanto que no hablaba. ¿Cuáles serían sus sueños, tendría expectativas? ¿O se había conformado con esa realidad?

48


20

Jorge Pailhé

EXPECTATIVAS VS REALIDAD

“Tenemos que tomarnos un par de días”, dijimos a coro. Eran las nueve de una noche pesada, húmeda, que caía implacable sobre una Buenos Aires agonizante y aturdida. Interminables jornadas de trabajo habían hecho de nosotros dos despojos humanos incapaces de decir tres palabras seguidas, mucho menos dedicarnos una mirada, una sonrisa... Encontramos en internet la oportunidad justa: una estancia alejada pero no tanto, atendida por gente simple y afectuosa que prometía en su oferta comidas criollas y dulces caseros; atardeceres límpidos y paseos a caballo. Noches estrelladas. El sábado el reloj sonó a las 5,30 pero nos levantamos con todas las pilas, felices por la posibilidad de disfrutar de semejante fin de semana. Preparamos el termo y el equipo de mate y salimos en esa hora mágica en la que la noche deja lugar al día. La ruta estaba casi desierta, hecho que tomamos como una buena señal. Y lo fue, pero sólo hasta que se nos quedó el auto y nos dimos cuenta que por esos parajes no pasaba ni el loro. Abrí el capot y la enorme columna de humo que emergió del carburador prácticamente me desmayó. Intenté abrir la tapa. Hervía. Volví al auto puteando, con mis dedos igualmente hervidos, y encontré a Graciela mirando fascinada el horizonte, con el mate en la mano, y me di cuenta que no debía hacerme problemas, alguien ya pasaría por allí y nos ayudaría o al menos avisaría en el próximo peaje de nuestro percance. Y ocurrió, nomás... una hora y media después. Para entonces no sólo se había acabado el agua del mate sino también -un poco- mi paciencia. El otro poco se me acabó tratando de hacerme entender con un viejo que pasó con su rastrojero y tuvo la delicadeza de detenerse, pero no entendía que para avisar de nuestra emergencia tenía que pasar sí o sí por el peaje, cuando sus planes originales eran evitarlo por un camino lateral y de tierra. La gente de la estancia -que por mail y facebook se había mostrado muy amable y hasta afectuosa- no pudo disimular cierto malestar por nuestra llegada con seis horas de retraso, producto del arreglo del auto (que dicho sea de paso nos dejó con la mitad del dinero que

49


llevábamos). Después de unos saludos más bien fríos, don Orestes se fue mascullando algo que a mí me sonó como “porteños del orto...” Estuve a punto de preguntarle qué había dicho, pero se ve que Graciela también lo había escuchado y adivinaba mi intención, porque me pegó un codazo en la zona hepática para aventar cualquier tipo de discusión. Doña Elvira, un poco más solícita, nos acompañó a nuestra habitación, que, como siempre ocurre, nos pareció más chica y más oscura que la que habíamos visto en la web, y nos explicó que la mejor hora para bañarse era durante la madrugada, porque el agua salía más caliente. Es decir, no es que durante el día no hubiera servicio, sino que la caldera tal vez no diera abasto para tantas prestaciones. En cuanto la buena mujer se fue, Graciela tuvo una pequeña crisis de nervios porque ansiaba darse un buen baño para sacarse toda la tierra que se nos había pegado durante el percance. Pude tranquilizarla diciéndole que todo iba a estar bien, lo cual fue peor, porque después tuve que escuchar sus interminables puteadas mientras se congelaba bajo el agua. Para entonces ya eran las seis de la tarde y habíamos almorzado apenas un alfajor mientras esperábamos que el mecánico terminara su trabajo. Después de apaciguar nuestros ánimos y prometernos disfrutar de ese hermoso paisaje campestre que nos esperaba, fuimos al comedor dispuestos a devorarnos la merienda. Don Orestes nos recibió esta vez con mejor ánimo y nos dio a elegir entre té con leche, café con leche o mate cosido y entre panes de campo, masas o galletas, pero antes que le respondiéramos vino doña Elvira y corrigió: a esta hora sólo queda mate cosido y alguna que otra galleta, ustedes saben, es tarde, estamos en el campo... Me pareció que no estaría de más ponernos un poco duros y reclamar el servicio que nos habían prometido y ya habíamos pagado, pero don y doña parecieron no escuchar mi reclamo-lamento y se desentendieron de la situación rápidamente. En fin, no creo que convenga atormentarlos a ustedes con muchos más detalles. A la noche las mantas no alcanzaron para evitar un frío polar (según la particular percepción de Graciela); la cama rechinaba, incansable, ante el mínimo movimiento (mínimo porque nuestro ánimo no preanunciaba ningún tipo de goce sexual), y el domingo a la mañana, luego de que me caí de un caballo chúcaro y bastante hijo de puta, soportamos un almuerzo que prometía un asado criollo pero que se constituía de un par de chorizos y un trozo de carne bastante quemado que parecía lamentar su destino en la parrilla.

50


DespuĂŠs nos fuimos en silencio, varias horas antes de lo previsto, pero al menos llegamos a casa sin nuevos percances mecĂĄnicos.

51


21

Pablo Miguel

Esta semana estuve barajando varias ideas para cumplir con la consigna. Algunas parecían interesantes pero no prosperaron, otras las descarté de entrada por poco atractivas. Después de todo, pensé, nadie me obliga a participar todas las semanas. Así, finalmente, decidí saltearme ésta. Esta tarde estaba bastante ocupado en el trabajo, resolviendo varios quilombos simultáneos, cuando sonó mi celular. Era el número del geriátrico donde está mi mamá. Nunca me llaman. Podrán imaginar cuál fue mi primera (y casi única) conjetura. “Todo bien, calmate -me dijo el encargado- sólo llamo para avisarte que tu mamá empezó a usar pañales, porque no retiene y se hace encima”. ¡Uf, qué alivio! Mi mamá simplemente usa pañales, ¡enormísima felicidad! “¡La vieja se caga encima!” saldría gritando Sandrini por los pasillos de la empresa... Es indudable cómo nuestras expectativas, optimistas o pesimistas, cambian diametralmente el enfoque a través del cual evaluamos la realidad subsiguiente.

52


22

Diego Albé

ANTESALAS

Huyendo hacia los confines de sí mismo andaba Sepúlveda, en uno de sus tantos viajes emprendidos con severa anticipación. Tenía una colección de estos momentos, todos clasificados según época del año, temperaturas, ánimos. Nada escapaba a su visión cosmogónica y anterior de las cosas. Todo era meticulosamente estudiado antes de que, como se decía él, se dibujaran los sucesos. Empujado por una fuerza de voluntad atlántica y una memoria prodigiosa, cada detalle era ordenado en su mente segmentada como panal. Atesoraba sin importar el orden o el lugar, reflejos de realidades que según la esdrújula visión de Sepúlveda, podían condicionar el resultado de los hechos y por ende, influir en sus expectativas. Así desfilaban como carrozas en los senderos de su mente los gestos de reprobación de una madre a su hijo en el viaje en tren que lo llevaba a una entrevista de trabajo, augurando un seguro fracaso; las manos de una mujer rascando nerviosamente su brazo mientras él hacía esfuerzos para mirarla a los ojos sin parpadear, imaginando una noche menos fría; el anillo con iniciales del colectivero brillando como un sol, hiriendo sus ojos cuando viajaba a buscar los resultados de su análisis de HIV. Todo, absolutamente todo, quedaba registrado confundiendo presagios con expectativas. Así la vida se había transformado en un concierto de antesalas, en una suerte de descansos previos a posibles infiernos y algún que otro paraíso. Porque Sepúlveda tampoco era el hombre más positivo de esta tierra. No señor. Lo supo cuando en cuarto grado la tiza se rompió en el pizarrón, antes de que la maestra terminara de copiar la oración del día que entregaban el maldito boletín. Lo confirmó el aliento agrio del médico de cuidados intensivos al hablarle de la endeble salud de su madre, una tarde lluviosa de agosto. Esta noche, Sepúlveda fue en pos de sus expectativas tratando de no pensar en nada. Esta noche, a las 23:00 hora Argentina, llega el vuelo que trae a su hermano de Escocia, después de más de veinte años de ausencia. Piensa en el próximo encuentro, abrazos fundidos, manos acariciando los rostros envejecidos, alegría. Sonríe Sepúlveda, esdrújulamente sonríe. Faltando minutos para que el avión aterrice, sentado en el lobby del aeropuerto, una niña lo mira fijo canturreando una canción de Neil Diamond mientras se orina encima, su madre la reprende y la niña sigue oscureciéndolo todo con sus ojos negrísimos. La torre de control envía ambulancias.

53


23

Eduardo Mizrahi

SALUDO Y ME VOY

Me dicen que somos seres con deseos. −Bien, esto es no sólo posible, tal vez sea cierto. ¿Usted desea, señor? −Bien, yo también. ¿Y entonces? ¿Qué hacemos? ¿Un menage a deux en el que nos entremezclemos en nuestro anhelos del placer que emana de nuestra constitución en tanto individuos? ¿Ésa es la solución que me propone, señor? −Yo creo que no. (Entonces, saludo y me voy).

54


24

Cecilia Gómez Nale

−Seychelles, Tulum, Serengueti (Kenia), Galápagos, Costa Oeste y ¿Las Vegas?, Cuba, Noruega (aurora boreal y trineo), Hawaii, Uruguay. A uno por año, ya vamos a haber estado juntos hasta los 52, así que, o repetimos o vamos agregando unos cuantos. Vos estabas allá, lejos. Y yo acá, cerca. Propusiste esos destinos como parte de nuestro viaje en común. Si hubieras podido elegir, habrías querido el primer encuentro en Tulum. Fue en nuestro Buenos Aires,: más o menos querido, según la circunstancia. Y yo planteé:

−Me encantó agregar Las Vegas a la Costa Oeste. Y acordate de que es en convertible... Con el motorhome, ¿qué hacemos? Quizás no te resulte atractivo -por ahora- pero una alternativa, es recorrer la costa de Australia y/o Sur de Chile. ¿Turquía? Tiene lindas playitas, también... ¿Polinesia quedó afuera?, Fernando de Noronha, Machu Picchu, Tailandia, India. Por ahora se me ocurren estos y llegamos a los 60. Quizás en el transcurso nos pinta algún otro, o repetimos en los que más nos gustaron... Pasaron casi cuatro años y, sí, nos encontramos en Tulum. Pero antes pasé por tu Madrid por adopción. Y siempre nos quedará París, aunque en esos días no paramos de pelearnos y putearnos. Extraño al de skype, te dije, en nuestra escapada a Saint-Germain-en-Laye.

−Magia y detalles. Ésa es la clave para que funcione una relación. Compré. Creí. Aposté.

−¿A vos te dicen India? −Sí, ¿por…? −A mí me dicen Indio ¿Desde el colegio? A mí me dieron ese apodo en el colegio. −Yo me lo gané en Bariloche. “India malarreada” era, en realidad. Era una salvaje esquiando. Indio sabor pomelo. India sabor chocolate y frutilla.

55


−Vamos a bailar muchos lentos y a darnos chupones. Y la primera vez que viniste conectaste el equipo y los bailamos. Y nos chuponeamos. A la “Old fashioned way” que cantaba Aznavour. −Vos sos “She”. Vos sos mi “She”. También la versión de Aznavour, por supuesto. Y aunque en esa peli sonaba en la voz de Costello, también fui tu Anna Scott de “Notting Hill”: “I’m just a girl, standing in front of a boy, asking him to love her.”

−Acá, justo acá te saqué la foto. Y me posicionaste en el lugar exacto, en la escalinata de la izquierda de la entrada al colegio. Y yo seguía sin acordarme del día en que me pediste permiso para sacarme esa foto que nunca vi con la cámara de tu amigo. Y seguí hurgando en vano en mi memoria para rescatar tu recuerdo de ese día. Cada vez que venías íbamos al colegio de noche, me hacías parar en ese lugar y me volvías a sacar la foto. Y luego me besabas como hubieras querido hacer en ese 5° o 6° año. Y finalmente, garabateamos un graffiti en una pared del costado: tu nombre y el mío, 1985; como para que no quedaran dudas de que lo nuestro iba a ser eterno. Aunque nos habíamos descubierto a los 43 años, fijamos como punto de inicio el año en que egresamos del colegio. Después de todo, fue en la reunión por los 25 años de egresados, en la que me contaron que estabas enloquecido conmigo esos años. En ese evento vos todavía estabas allá, lejos. Y yo estaba acá, cerca.

−Cada vez que nos vemos, después es un post-parto para mí. No sé cómo se resuelve, esto. No lo sé… Y te rogaba que buscáramos una fecha cierta, una nueva fecha de encuentro; eso nos bajaba la ansiedad y la angustia. Sin tomar decisiones apresuradas, de a poco. Hasta que yo terminara de resolver mi bodrio de acá y vos encontraras un laburo, también acá, que te trajera de vuelta definitivamente y te diera seguridad.

−Una pérgola con glicinas. Y muchas flores violetitas. Lavandas, por ejemplo. Y jazmines, aunque sean blancos. Diseñábamos nuestro jardín y hasta fantaseamos con un hijo.

56


−Para tus hijas un hermanito va a ser como su muñeco (porque sé que va a ser varón). Me gustaría ponerle Juan. Y yo tengo ahora la pérgola con glicinas. Y sigo teniendo los mismos jazmines de siempre. No hubo Juan. No voy a transitar un embarazo a los 43 años sola, por más fabulosos que hayan sido mis dos embarazos previos, te avisé, para eso tenés que instalarte acá. Pero vos estabas allá, lejos. La magia se fue diluyendo y cada vez hubo menos detalles. Bailamos un “Saturday night fever” la última vez que nos vimos; ya no eran lentos. Y qué hablar de los chupones. Apenas nos besamos. El abrazo de despedida fue terrible: llorabas como una criatura, abrazándome con todas tus fuerzas. Ese día te volvías a Madrid y yo me distraía en una cena con mis nuevos amigos del taller de escritura. Vos te quedaste allá. Lejos. Muy lejos. Inalcanzable. Y yo sigo estando acá. Cerca.

57


25

Roxana Conti

EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR

Aquel domingo hicimos la mudanza de lo imprescindible. Después de tres meses de obra, todo acordado entre los dos como una solución a nuestra difícil convivencia. Entre viaje y viaje me sentaba en el living aún vacío a llorar. Finalmente nos estábamos separando. Al atardecer nos despedimos con un abrazo y la promesa mutua de tratar de estar mejor. La sensación de tranquilidad y paz luego de la ansiada separación después de veinticinco años juntos me duró pocos días. Hasta que comenzó el desasosiego. Él siempre estuvo pendiente de cada necesidad. Llamando a diario para ver cómo andaba todo. El domingo siguiente tocó el timbre sin previo aviso con un paquete de facturas en la mano. “Vengo a tomar unos mates”. Y así seguimos. Yo: “Preparé pollito como te gusta, te guarde un poco”. “Bueno, no puedo sola con todo, vení y arreglá la puerta del horno, no voy a llamar al gasista por esa tontería”. O un día cualquiera a las 7 a.m. un mensaje diciendo: “Hace mucho frío, no salgas desabrigado”. Él: “Hice un montón de mermelada de ciruela, te traje un frasco”. “Te llamaba para saber cómo te fue con la presentación”. O hablándole a sus hijas mientras me miraba bajar la escalera: “Tu vieja está cada día más linda”. Cada vez que venía a buscar a las chicas, o a traerlas, o a buscar al perro, que también compartíamos, traía un chocolate para cada una. Y siempre había alguna excusa para quedarse un rato y también para terminar peleando por cualquier cosa. Fui adornando y organizando mi casa, organizándome interiormente a medida que vaciaba cajas que él iba trayendo de la que era nuestra antigua casa y ahora era su casa. Un orden interior, un proceso que me dio serenidad, que me llevó a encontrarme con la esencia de muchas cosas. Cosas que antes ocupaban lugares que me ahogaban, al punto de sentir que las paredes de mi antigua casa se me venían encima. Intentamos acabar con todo. Él, empecinándose en llamarme su “ex”, remarcándolo cada vez que podía. Lastimándonos mutuamente. Me fui de viaje con un novio. No funcionó. Entre otras cosas porque no dejé un solo día de escribirle y recibir también sus mensajes. Cuando me enteré que él salía con alguien, enloquecí. Ni yo entendía por qué tenía una actitud tan absurda y me enojaba conmigo misma.

58


Contra todos nuestros esfuerzos de separarnos y construir cada uno una vida sin el otro, nos encontramos un día en un abrazo donde nos reencontramos las almas y nos miramos a los ojos después de mucho tiempo. Las batallas siguieron pero ahora lográbamos hablar sobre ellas y también algunos acuerdos. No hablábamos de reconstrucción, porque no es posible reconstruir sobre aquello que tuvimos. Hablábamos, más bien, de construir algo nuevo. Hoy sabemos que lo intentamos y que no pudimos romper lo que nos une. Hoy, contra todos los vaticinios, nuestra vida es infinitamente mejor que lo que teníamos en aquel momento. Hace tres años que cada uno vive en su casa. No lo veía entonces, ni lo planeamos. Fue la búsqueda de algo mejor lo que nos trajo hasta acá.

59


26

Horacio Tort

HAY EXPECTATIVAS Y EXPECTATIVAS...

A Ramiro le habían dado 25 años por violar una menor de edad. Salió en libertad condicional, cuatro años después, luego de que un psicólogo, basándose en su buena conducta en el penal, recomendara su reinserción a la sociedad. Tardó dos meses en volver a violar a una niña de 14 años. Como ésta se resistió, la estranguló hasta matarla. Ahí se dieron cuenta que en el penal no había riesgo, eran todos hombres y a Ramiro le gustaban las nenas rubias y de cabello rizado. Qué pena que no se dieron cuenta antes de este detalle.

Pedro tenía 15 años, había largado el colegio y decidió que trabajar era para pelotudos, que con un laburo honesto apenas si te alcanzaba para subsistir. Se conchabó con el turco para vender el paco que él le daba y se quedaba con una jugosa comisión. Así fue enganchando a sus amigos del potrero donde jugaban al fútbol y a los ex compañeros de colegio. A fuerza de insistencias, todos fueron cayendo en el consumo y ellos le arrimaron a otros. Así fue como, sin mucho esfuerzo, en poco tiempo ganaba mucha guita, mucho más que su madre que trabajaba de empleada doméstica en una casa de San Isidro de lunes a sábado. Ella había intentado convencerlo de que no largue el colegio, que no se meta en cosas raras, que si no quería estudiar se busque un trabajo honesto, pero él no la escuchaba. Padre no tenía, ella no estaba en toda la semana, no había como controlarlo ni contenerlo. Billetera mata verso, le decía a su vieja y le mostraba un enorme fajo de billetes de 100. El problema fue que, no conforme con vender, empezó a consumir, desoyendo el consejo del turco. Y el consumo lo volvió descuidado. Así fue como cayó preso, un par de veces, las cuales zafó por la edad y por poner unos pesos en las manos adecuadas. El turco lo cagó a pedos la primera vez y le puso un gancho de derecha la segunda. Y lo amenazó con matarlo si no se dejaba de joder con el paco y se ocupaba más de venderlo que de consumirlo. Pedro, lejos de asustarse, se consiguió una 22. La tercera vez que Pedro se mandó una cagada y lo agarraron drogado y dormido junto a un pibe de 10 años muerto por sobredosis, lo citó una noche en una esquina de Fiorito para charlar y antes de que Pedro pueda disparar su 22 cuando se la vio venir, le metió 2 tiros como había prometido. Ya tenía apalabrado a otro pibe del potrero para que lo reemplace en la venta.

60


Lucia tenía 14 años y un cabello rubio y rizado. Era buena alumna del colegio estatal que quedaba a 6 cuadras de su casa. Esa tarde, a pesar de la lluvia, volvía feliz porque era viernes y al día siguiente los padres la habían autorizado a ir a una fiesta de 15 e iba a estrenar un vestido rosa con una cinta blanca en la cintura. Al pasar por la esquina de una cortada por la que pasaba siempre, no se dio cuenta que Ramiro, aprovechando que no había nadie en la calle por la lluvia, la estaba siguiendo sigilosamente a pocos pasos. Al llegar al callejón la tomó del cogote, le tapó la boca y la arrastró hasta atrás de un container. Ella se resistió todo lo que pudo, pataleó, se sacudió, rasguñó, pero Ramiro era mucho más grande y fuerte y terminó violada y estrangulada. Ya no estrenaría su vestido ni bailaría en la fiesta con ese chico de cuarto que tanto le gustaba.

Mariana, tenía 27 años, se había recibido de abogada y quería cambiar el mundo. Vegetariana, ecologista, sentía que lo que hacía trabajando en el estudio de su tío no era suficiente. Así fue como entró en la filial argentina de Amnesty International. Su trabajo era velar por el trato a los presos que no tenían recursos. Así fue como se puso en contacto con Ramiro e intercedió por él en muchas audiencias. Cuando salió libre bajo fianza ella lo vio como un logro y una satisfacción. Lo mismo cuando sacó al pibe ese de 15 años de la comisaría donde lo habían agarrado dormido junto a un chico muerto por sobredosis de paco. Evitó que corroboraran que él se la había dado y no tuvieron más remedio de dejarlo libre. Eran seres humanos y merecían una nueva oportunidad. Al tiempo se enteró de la muerte de Pedro y le dio pena que muchos de estos chicos no aprovechen las oportunidades. Igual cuando Ramiro cayó preso por violación y asesinato. Leyó en el diario que Lucía era un alumna ejemplar y un hija adorable, y sintió pena que haya estado en el lugar equivocado en el momento menos indicado. Sólo eso. Recibió un llamado de AI donde le pedían que se haga cargo de un motochorro que había baleado a dos señoras para robarles la cartera. Mientras iba para la comisaría pensó que, con que uno de los que ella sacaba de prisión reencauzara su vida, sus expectativas estarían cumplidas.

La vida está llena de expectativas no cumplidas. Pese a ello, vale la pena vivirla.

61


27

Viviana Goldman

EXPECTATIVAS Y REALIDADES

“Déjeme que le cuente una historia, le digo. Una vez estuve internado en un hospital, en Varsovia. Inmóvil, sin poder valerme de mi cuerpo, acompañado por otra melancólica serie de inválidos. Tedio, monotonía, introspección. Una larga sala blanca, una hilera de camas, era como estar en la cárcel. Había una sola ventana, al fondo. Uno de los enfermos, un tipo huesudo, afiebrado, consumido por el cáncer, un hijo de franceses llamado Guy, había tenido la suerte de caer cerca de ese agujero. Desde allí, incorporándose apenas, podía mirar hacia afuera, ver la calle. ¡Qué espectáculo! Una plaza, agua, palomas, gente que pasa. Otro mundo. Se aferraba con desesperación a ese lugar y nos contaba lo que veía. Era un privilegiado. Lo detestábamos. Esperábamos, voy a ser franco, que se muriera para poder sustituirlo. Hacíamos cálculos. Por fin, murió. Después de complicadas maniobras y sobornos conseguí que me trasladaran a esa cama al final de la sala y pude ocupar su sitio. Bien, le digo a Renzi. Bien. Desde la ventana sólo se alcanzaba a ver un muro gris y un fragmento de cielo sucio. Yo también, por supuesto, empecé a contarles a los demás sobre la plaza y sobre las palomas y sobre el movimiento de la calle.” 1 Este texto me estuvo dando vueltas en la cabeza toda la semana y lo quise compartir con ustedes. Leí este libro hace un tiempo y me encontré varias veces volviendo a leer esta parte. Me parece terrible la anécdota, una metáfora de la vida, como dice más adelante el texto, “una versión polaca de la caverna de Platón”. A veces las expectativas son lo que nos sostiene en la vida. Y menos son las veces en que las realizaciones están a la altura de las expectativas. Triste. Probablemente, estas afirmaciones podrían invertirse, en un día de sol.

1

Extracto de Respiración Artificial, de Ricardo Piglia.

62


28

Javier Russo

EXPECTATIVAS Y REALIDADES

Él: la expectativa. Ése día se sentía feliz. Se bañó se empilchó, perfumó y se dirigió a la cochera para subirse a su flamante Audi. ¡Al fin había llegado a tener su preciado tesoro! “Hoy la rompo, con ésta máquina no va a haber mina que se me resista”, pensó. Su entusiasmo no tenía límite. Se sentía el predador de los predadores. Fue para La Recoleta manejando con cuidado su “pasaporte al placer” con la total convicción de que la simple portación de la llave de un Audi garantizaba una mujer a sus pies. Absorto en elegir por cual boliche comenzaría la faena, no se percató de que lo seguían. No vio venir a los dos tipos que aprovecharon un semáforo para bajarse del auto que lo seguía. Tampoco vio como le abrían la puerta ni vio venir el culatazo en la nuca y mucho menos el de la boca.

Él: la realidad. Despertó tirado en el pavimento rodeado de gente mientras se preguntaba. “¿En qué carajo estaba pensando cuando me subí al auto que no cerré las puertas?”

−No te movás. −Lamen al 107. −Llamen al 911. “Llamen a la sensatez que perdí”, se dijo a sí mismo saboreando su propia sangre mientras chequeaba con la lengua el desastre odontológico que le había dejado el segundo golpe.

63


Ella: la expectativa. Esperaba al último paciente del día. Pero hoy su cabeza estaba en su novio. En realidad, su cabeza y su cuerpo porque sólo pensar en él la estremecía. Ansiaba llegar a su casa cuanto antes. Estaba en medio de sus pensamientos cachondos interrumpió la recepcionista entrando al consultorio.

cuando

la

−Permiso, doctora, el último paciente avisó que no viene. −¿En serio? ¡Qué pena!, fingió. “Qué bueno”, pensó. Salió rauda y veloz al encuentro de su pasión, de su deseo, del hombre que amaba. Se sentía una leona. Tomaría por asalto a su presa sexual. Iba a sorprender a su amor. Llegó una hora y media antes.

Ella: la realidad. Entró sigilosa, se sacó los zapatos y ni bien traspuso la puerta escuchó gemidos y gritos que provenían de la planta alta de la casa. Al principio se alertó, pero su alerta se tornó en furia cuando entre los gemidos y los gritos escuchaba las mismas palabras y frases que su novio le decía cuando hacían el amor. No sabía si gritar y después subir o subir y después gritar. No hizo ninguna de las dos cosas. Se sentó en el living a esperar. Dejó que terminaran. Se dieron cuenta de su presencia cuando llegaban al pie de la escalera. No hubo discusión alguna. Su novio puso una sonrisa idiota y la mujer que estaba con él le dirigió una mirada despectiva. Ella sólo dijo una frase: −Andáte ahora de mi casa.

64


Dos Realidades sin Expectativas. La relación paciente-doctora fue extensa en el tiempo e intensa en dolor (para el paciente, claro está). Él pudo encontrar en ella no sólo a la profesional que le arreglaba la boca, sino a la persona que podía escuchar “toda la verdad de su historia” por vergonzosa que ésta fuera. Ella se conmovió con su sinceridad, abrió su corazón y le relató como él había participado, involuntariamente, de su separación. Ambos pudieron reírse un poco de sus realidades. Ambos aprendieron de sí mismos y también del otro. Trabaron una linda amistad de esas que algunas personas califican como imposibles.

65


29

Sanchu De Raedemaeker

EXPECTATIVA VS REALIDAD

La expectativa se llamaba Pedro, Octavio y Bautista, y la realidad Victoria, Sol y Pía. Crecen en la panza y uno se la cree, y la vida me dio lo mejor, lo inesperado. Mientras, iban desapareciendo las anclas en 17 mudanzas. Mamá, te confieso algo, soy gay. Mamá, me quiero ir del país a los 18. Mamá, no sabrás lo que quiero, hasta que yo lo sepa. Y así fue que la realidad fue haciéndose amiga, mientras me tragaba sapos en una sala de terapia. Todos necesitamos que “eso” que miramos más allá, se concrete pero lo cierto es, que no sé que voy a almorzar. Entonces, o me adapto a lo novedoso, y otras, pretendiendo no saber ni, de las cosas felices. Simplemente me quedo en la meseta, pero jamás en el abismo. La expectativa a través del tiempo es una canción, a la que le cambiamos las rimas, cada día. Después de varias escuelas de todo tipo, asumí que tengo que amar amando, vivir viviendo, y atrás “la que se quedó sentada chupando un palo, sobre una calabaza”. Palpando la realidad como una novedad y una gracia, de la que somos bastante indiferentes. La vida.

66


30

Luis Alfonso Martín Delgado

SOBRE EXPECTATIVAS Y REALIDADES

−¿Recuerdas que te dije que me apunté a un grupo de escritura que han creado mis amigos los dibujantes argentinos en Facebook? Pues te he invitado para que participes. (Ay, no, por favor, otro invento nuevo no…)

−Se trata de escribir cada semana sobre un tema que propone la administradora. (Vaya, como si eso fuera nuevo… Si ya lo hacíamos en el último curso del colegio, en la clase de Lingüística de Antonio Linares. Pero entonces no sólo había que ceñirse al tema, sino también a una determinada función del lenguaje.) 2

−Ya verás, va a ser muy divertido. Hay gente muy interesante y se escribe con total libertad. (Ya sólo me faltaba eso. Otra obligación más.) …//..

−Hay que ver que no participas nada en el grupo. Yo no sé para qué que apunté. Mira qué cosas tan graciosas escribe éste… (Joder, esto parece una terapia de grupo en la red. ¿Cómo voy yo ponerme a contar aquí mis temas personales si eso no le interesa a nadie? Aunque lleva razón en que esto está muy bien escrito y es muy interesante.) …//… (¿No te jode? Ahora que me decido a enviar algo no me dejan subirlo directamente y tiene que darle el visto bueno la administradora. Esto es el colmo…)

2

http://aprendelenguaje.blogspot.com.es/2007/03/las-funciones-del-lenguaje-segnroman.html

67


−Acabo de ver lo que has colgado sobre Pepe El Hijoputa y es muy divertido… A ver si te animas y sigues subiendo cosas. (Si, muy divertido, pero a la primera va un imbécil que yo no sé quién se ha creído que es y me dice que Pepe El Hijoputa soy yo. Vaya recibimiento… Bueno, en el fondo, pensándolo bien, es cachondo el asunto. Incluso es una forma simpática de acercamiento.) …//… (Parece que a la gente le va gustando lo que voy aportando para las consignas. Incluso los montajes de fotos están quedando bien. Está empezando a divertirme esto de escribir cada semana. En realidad, cuando lo hacía en el colegio me lo pasaba genial escribiendo. Y el profe y los compañeros también lo pasaban muy bien cuando me tocaba leer mi parte. Pero eso era en 1974. Ahora, 40 años después, parece que le estoy volviendo a coger el tranquillo… Pero aquí hay gente muy buena, no sé si acabaré encajando… Lo malo es que escriben directamente en el Facebook o desde un teléfono y eso hace que los textos estén llenos de faltas de ortografía, puntuación o sintaxis. Así no se puede disfrutar de los textos, aunque sean buenos, algunos muy buenos… Pero parece que esto a la gente no le importa mucho, porque los comentarios son muy halagadores, siempre positivos, jamás negativos. Y eso me gusta.) …//…

−Oye, qué bueno esto que has subido esta semana. ¿Me ayudas a revisar mi texto? Prefiero que le eches un vistazo para que no lleve ninguna falta que se me haya escapado. (Me podía haber callado… Ya sé qué voy a hacer. Voy a copiar todos los textos en un archivo de Word y voy a revisarlos para poder leerlos bien y disfrutarlos más. La verdad es que merece la pena hacerlo, porque al leerlos directamente en el grupo me cuesta pasar por alto los errores. Y eso que la gente escribe bastante bien y enfoca muy bien los temas. Y si además pudiéramos hacer una edición virtual de los textos de cada consigna… Creo que he visto algún programilla que lo hace fácil…) …//…

− ¡Qué bien ha quedado la edición del relato colectivo! Me gusta… (Creo que ha merecido la pena el trabajo, sobre todo por todo lo que me ha hecho aprender… No, si al final va a gustarme todo este lío en el que me he metido. Y además la gente es cojonuda, por lo menos el núcleo de los fijos, los que escriben cada semana.)

68


…//… (¡Cagoenlaleche…! Ya se me ha colgado otra vez la red… Verás cómo esta semana no llego a tiempo de escribir nada para LIPE… Y ni siquiera voy a poder leer los textos de los demás… Es que ya no puedo ni descuidarme un domingo… ¡Mierda!) …//… ¿Que si quiero ser co-administrador del grupo? Pues claro, faltaría más, todo lo que sea echar una mano, contad conmigo…

69


70


EDICIONES LIPE DOMINGO 28 DE SEPTIEMBRE DE 2014



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.