CIENCIA FICCIÓN

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CIENCIA FICCIÓN


Portada Luis Alfonso Martín / Hergé


CIENCIA FICCIÓN


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CONSIGNA DEL DOMINGO 25 DE ENERO DE 2015 Tema

CIENCIA FICCIÓN

Ponente

EDUARDO MIZRAHI

Esta vez, la propuesta tiene que ver con el género: escribir un relato de ciencia ficción. Copio parte de la definición de Wikipedia de ciencia ficción: “Es un género especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un marco puramente imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales y sociales. La acción puede girar en torno a un abanico grande de posibilidades (viajes interestelares, conquista del espacio, consecuencias de una hecatombe terrestre o cósmica, evolución humana a causa de mutaciones, evolución de los robots, realidad virtual, existencia de civilizaciones alienígenas, etc.). Esta acción puede tener lugar en un tiempo pasado, presente o futuro, o, incluso, en tiempos alternativos ajenos a la realidad conocida, y tener por escenario espacios físicos (reales o imaginarios, terrestres o extraterrestres) o el espacio interno de la mente. Los personajes son igualmente diversos: a partir del patrón natural humano, recorre y explota modelos antropomórficos hasta desembocar en la creación de entidades artificiales de forma humana (robot, androide, cíborg) o en criaturas no antropomórficas, dotadas de inteligencia.” ¡Buena semana para todos!

Eduardo Mizrahi

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Eduardo Mizrahi

TAN LEJOS DE CASA, TAN CERCA DE...

1 No quieran saber qué hacía yo en la galaxia UDF23. (En rigor de verdad, ese no es asunto que les pueda develar.) El tema es que había llegado allí, luego surcar los diez años luz que la separan de nuestra querida Vía Láctea. Me dirigía yo hacia una de las tantas colonias mineras diseminadas a lo largo del universo. La misión era confidencial, secreta, ambigua, riesgosa. Bah, nada del otro mundo. Nada nuevo bajo el sol. Tengo una vasta experiencia en esa clase de misiones. Ustedes jamás lo sabrán, porque esas cosas no se dicen, jamás se hacen públicas las operaciones secretas de la Autoridad Imperial Universal. Mi especialidad es la ejecución de elementos perturbadores. Y soy un investigador de primera. ¿Mi rango? No, eso es información confidencial. No pretendan de mí indiscreciones no pertinentes. Lo que no puedo decir, no lo voy a decir. Soy un soldado. Y un soldado siempre cumple las órdenes que le imparte la superioridad. Bueno, no soy un soldado. A un soldado no se le encomienda esta clase de misiones. Y jamás tendría las capacidades necesarias para llevarla a cabo, ustedes me entienden. Mejor dejémoslo ahí. No les conviene saber más de mí, se los aseguro. Valoren su vida, háganme caso, por favor.

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2 La nave era una Falstaff 46. Ustedes saben que esa clase de naves fueron retiradas del mercado misteriosamente, en medio de una fuerte polémica y un cruce de acusaciones que nunca fueron esclarecidas con la suficiente contundencia. Uno de los motivos de semejante escándalo relacionado con la historia que les voy a narrar.

está

íntimamente

Esas naves aparentaban ser la culminación de todos los desarrollos previos en la industria espacial. Parecían perfectas, insuperables, destinadas a permanecer en servicio hasta el fin de los tiempos. Sin embargo, tenían un defecto. Y ese defecto casi me cuesta la vida. No es que me ande preocupando demasiado por mi fecha de expiración material, de ninguna manera. Cuando uno se dedica a esta clase de oficios, sabe que todo es efímero, fugaz, perenne. No somos más que un destello en el firmamento, a la espera de ser percibidos varios años después en alguna lejana galaxia, por algún desconocido a quien no le representemos absolutamente nada más allá del concepto de luz y de estrella. Que ya de por sí presenta complicaciones inmanejables, de acuerdo el estado actual de la vortofísica compleja. No soy un científico. Repito: soy un soldado. Y como tal no tengo por qué dominar la ciencia del espacio. Si mandan, obedezco. Si hay que hacer, hago. Soy un servidor público. Eso sí: de los bravos.

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3 Y el problema era, claro está, el sistema operativo. Fui atraído por una fuente de energía desconocida hacia un sistema solar inexplorado, situado en los márgenes de la galaxia. Nada pude hacer para evitarlo, los controles no me respondían. Estaba a merced de los alienígenas y al borde del ataque de nervios. ¿Miedo? No, de ninguna manera. No sé lo que es el miedo. Fui previsor, como siempre. Antes de ingresar en la atmósfera, que debía resultar irrespirable de acuerdo a todos los indicadores de la nave, me introduje en el traje espacial de combate. El intercomunicador externo había quedado mudo hacía un largo rato, así que nadie sabía lo que estaba pasando. El descenso fue tan brusco como lo esperaba. Sobre el final, se activaron los retrocohetes de amortiguación de impacto. Preparé el láser desintegrador con un movimiento sereno y enfilé rumbo a la escotilla externa. Esperé hasta que se abrió con el cañón listo para la descarga. Nada indicaban los sensores del traje. Lo único que se veía era polvo y luz naranja. Comencé el descenso por la rampa, llegué hasta la superficie del planeta. El cañón láser huyó de mis manos al instante. Me preparé para el fin de la historia, con algo de pena pero ya sin esperanza. Y entonces apareció un ser celestial, indescriptible. Con tres pequeños seres alrededor, tomados de la mano. Y enseguida comprendí lo que estaba pasando... tan lejos de casa y a la vez tan cerca de algún lugar infinito en el espacio.

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M Pilar López O.

VIAJE A LA PLAYA

Dos, ajma, neurodiarío. Mio.

− A ver, Linnibel, deja tu neuroconector ahí, sabes que no puedes llevarlo. Esto es agotador, en qué hora se me ocurrió hacer un viaje familiar para celebrar mi ascenso. Raniel preferiría quedarse viendo los partidos de zombiball, los gemelos quieren llevarse sus clones, Linnibel está enganchada al nuevo reality y nos vamos a gastar una fortuna en psicoanime para los cuervos a nuestra vuelta. Odian quedarse al margen, pero es imposible llevarlos con nosotros y lo saben perfectamente.

− ¿Acaso no podrías tener una mascota con la que viajar? ¿Y si me reduzco un poco? Klaj y yo cabemos perfectamente en un pastillero.

− ¡Ya lo hemos hablado, Akji!, No pasaríamos los controles. Os traeré un libro a cada uno, ilustrado ¿Qué más puedo hacer? − No dejarnos en casa. Ya no puedo devolver los billetes,...si no, hubiera ido sola. El pasillo rápido está averiado otra vez, así que tenemos que coger el interflash y siempre me marea toda esa gente pasando a través de mí durante un minuto entero. ¡Buff!

− ¡Otra vez, mamá! ¿Por qué nunca nos dejas subir solos? − Porque es peligroso, y no pienso quitaros el inhibidor hasta que tengáis 7 años, os lo he dicho mil trillones de veces. Raniel no dice nada, claro, es partidario de dejarles cometer sus propios errores, pero ya hemos tenido que usar sus memorias virtuales un par de veces y no estoy dispuesta a pagar otra fortuna en reparaciones corporales. Son absolutamente suicidas si les dejamos solos.

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Martials me recomendó un nuevo neuralizador, pero no me convence el diseño web, prefiero seguir con mi conexión prisma. Les desconecto cuando no podemos vigilarles y ya está. Bueno, ya hemos llegado, presentamos las credenciales, nos hacen un barrido, le confiscan un minibit a Linnibel y nos inyectan el vial de vacunación estándar, suficiente, espero. La ropa es divertida, a todos nos ha encantado, aunque es un poco raro vernos sin tatuajes y símil piel decorativa de repente. Me siento desnuda sin mis orejas tirtenianas y Raniel parece tan blandito sin sus ojos frijquianos... Bueno, es sólo camuflaje transitorio, y es absolutamente necesario no llamar la atención. Subimos al transtrail simio. Ya estamos, ¡por fin podré visitar las playas caribeñas del siglo XX! El viaje lo he pagado yo, así que pienso disfrutarlo al máximo. Y cuando salimos de la estación, hasta Linnibel se queda con la boca abierta. ¡El olor a mar limpio es tan maravilloso! Es lo malo de vivir en el cinturón de asteroides, por muchas comodidades que tengamos, esto es otra cosa. Y el siglo XX tenía sus aspectos buenos, las playas son absolutamente magníficas ¡y sin viasjairanos, qué placer!

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Aitor Arjol

ASUNTOS DE CIENCIA FICCIÓN DESDE UNA AZOTEA

El tipo miraba. Fruncía el ceño como si la luz le hiciera tanto o más daño que una bala de plata incrustada en su pecho. Le encantaban las bromas pesadas. La sátira del terror. Imaginábase a sí mismo con cara de hombre lobo. Qué mejor entonces que soñar que le disparaban una la alargada sombra grisácea para salvarle del pérfido efecto que le esperaba cada noche de luna llena. Y la seguía mirando. Más blanca que ninguna. Huraña e impertérrita. Con sus claroscuros. Con una simiente de cráteres de forma que una luna podía padecer de sarampión extraño. Y la seguía mirando como si de esta a otra parte tuviera que buscar algún bicho de cuatro patas caminando por cualquiera de sus mares, pues llevaba a rastras ese secreto que, como escritor, le acuciaba. Algo sobre la ciencia ficción. Algo improbable, rodeado de gentes de mente oscura, en un futuro próximo, que podía ser más o menos apocalíptico, con antenas verdes y mujeres con media docena de pechos, con carros interestelares y una guardia de élite al servicio del más payaso o del más tirano, con agujeros de gusano pero no de aquellos que dejan cuevas sobre el piso del jardín, o con una pléyade de sujetos robóticos que tuvieran censurada la conciencia. Y allí no encontraba nada. En la luna, me refiero. Únicamente el destello temprano o una luciérnaga en forma de vuelo nocturno que se acercaba poco a poco al aeropuerto durante su glorioso descenso. Maldita azotea sin nubes. Pensaba. Ahora que la tengo delante mío y no se muestra tal y como espero. Yo quería un poco de su ciencia inverosímil. Un puñado de su harina esférica. Ni siquiera me salió pelo en el pecho de forma alocada ni los colmillos se me alargaron hasta alcanzarte el cuello, aunque el cuello es de vampiros y a mí me duele el canal de tus pechos, por lo que sería un hombre lobo más carnal y elaborado. Así que ciencia ficción. Una luna. Un cohete tomado de la imaginación. Luna que se esconderá en cuatro horas. Y la azotea. Y mi libreta. Y los puntos suspensivos. Pero allá la vida no existe. Y si la ficción es aquello que no existe y ni siquiera es susceptible de vaticinar que ocurra, con cualquier sueño me basta. Qué te parece. Y el perro, levanta el hocico de su sueño, con una expresión de aparente comprensión, y vuelve a dormirse, como si la luna le fuera ajena. Éste no debe soñar con ovejas eléctricas, piensa.

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Carmen Navajas Rodriguez de Mondelo

CIENCIA FICCIÓN (ILUSTRACIÓN CONTADA)

Sentada en el jardín de las chinas, veo con asombro una piedra preciosa. Me quedo hipnotizada mirándola... Salto, soy un pez en un mar de colores. Una gran ola multicolor se aproxima, me revuelca... me adentro en su interior. De un segundo a otro paso de ver nubes aborregadas. Me adentro en la atmósfera. El cielo cambia de color, de rojo a morado y a negro profundo. Por fin veo las estrellas en todo su esplendor. Miro hacia abajo... Veo la tierra. Aparece tan serena que cuesta creer que la gente en otro tiempo derramara su sangre luchando en guerras desencadenadas por disputas entre fronteras. Es una era en que la comunicación es instantánea y omnipresente. Estoy atravesando el espacio interestelar, constelaciones resplandeciendo en la distancia.

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No soy yo... ¿Soy un chip? ¿Soy una nanonave?... Soy un ser minúsculo, una partícula vivaracha nadando en una aguada de pigmentos. Veo un universo de color, un arco iris de algodones multicolor me arropa y me traslada por todo el espacio interestelar. Soy infinitamente pequeña, tan pequeña que no tengo materia, soy invisible. Soy información y voy danzando. Soy una onda. Un elfo de luz me entrega su guardado secreto. Me convierto en un ser iluminado y viajo a mi microcosmos. Es allí donde me doy cuenta de que lo que mis ojos ven es tan solo una ilusión óptica e imaginaria, y

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únicamente se hace visible cuando la luz deja un rastro a su paso. Eso que veía no era y lo que es no tiene nombre. TODO ES LUZ, SOMOS LUZ y no hay otra cosa sino LUZ.

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Antonio Lendínez Milla

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Tiempo hace ya que dejamos de mirar fuera buscando la felicidad, persiguiendo la zanahoria. Desmontamos al poder que nos esclavizaba. Al que seguíamos obedientes sin cuestionarnos nada. Andábamos callados, es verdad, no nos fiábamos de nadie. Todo eran miedos. Recordábamos todo el sufrimiento, por el que habíamos pasado, y no sabíamos cómo reaccionar; estábamos paralizados, rechazábamos al poder, porque sabíamos que terminaba siempre esclavizándonos. Pero no nos movíamos. Así es, tuvimos que darnos cuenta que el poder estaba dentro de nosotros, en cada uno. Todo fue percatarse que la única revolución, que no se había dado en la historia de nuestra civilización, era la Revolución Individual. Costó mucho cambiar, es verdad. Darse cuenta de cómo funcionaba todo. Toda aquella matriz esclavizante y obediente. Todo estaba escrito, antes ya se había dicho. Estaba manifestado desde el principio, pero no nos dábamos cuenta, andábamos dormidos sin entender nada. Empoderábamos al poder, nos sometíamos como borregos. Todo lo dejábamos en sus manos. Tuvimos que darnos cuenta de que luchar contra el otro y los otros, no servía para nada más que, para perpetuar el modelo de sometimiento y obediencia. Tuvimos que aprender a no alterarnos, alejarnos de los problemas para convencernos de que la respuesta tenía que ser individual, cada uno de nosotros frente a su consciencia. La unión de todas las células había formado el cuerpo desarrollado que nos conformaba, así nos habíamos unido para crear un cuerpo, desarrollarnos y evolucionar. Nuestro organismo era un claro ejemplo, todo funcionaba en perfecta coordinación y equilibrio. El cambio, por fin nos dimos cuenta, estaba en cada uno. Dejamos de poner nuestro poder en el otro. Pudimos liberarnos. Tomamos el poder de nuestra propia fuerza, a la que despreciábamos. Comenzamos a respetarnos a nosotros mismos.

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Cambiamos de estrategia, la del enfrentamiento. Nos dimos cuenta que sosteníamos con nuestra oposición y crítica a lo que nos mantenía subyugados. Aprendimos a discrepar desde la no acción atenta. Nuestro silencio crítico nos hizo fuertes. Era nuestra oposición la que había mantenido la estructura del edificio, que se estaba deteriorando. Dejamos de apuntalarlo. Cayó, cuando dejamos de sostenerlo, de alimentarlo con nuestra oposición. Así es, aprendimos de nuestros errores: cuando nos dimos cuenta, que la percepción individual en el sistema, y la suma de esos criterios, creaba una masa crítica que cambió todo aquel tinglado que sostenía un modelo esclavizante. Fue la conciencia individual, su ecuanimidad, y, el respeto a todo al incorporar la sombra, ese reconocimiento, lo que permitió la suma de todos los elementos sanos que transformaron aquel mundo. Fueron años de respeto, educación y atención. Ganas personales de avanzar en algo muy distinto de lo que habíamos venido haciendo. Nos dimos cuenta de que la aniquilación del adversario nos mataba a todos. Erradicar las guerras y su negocio, respetar al otro, cambiar todo aquel modelo costó todavía mucho sufrimiento y muerte. Cada nuevo nacimiento era la esperanza de un nuevo cambio individual, que transformaría la sociedad hasta llegar a dónde estamos. Seres poderosos, autónomos, completos, seguros y valientes, nuevos hombres y mujeres, Diosas y Dioses los que han resurgido en este nuevo mundo, en dónde cada individuo crea y se recrea, al conjunto y a sí mismo.

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Fer Iñarra Iraegui

ROBAR LA LUNA

Acostados en el pasto panza arriba, pasaban horas hablando de la vida. A su edad eran más las preguntas que se hacían, que las cosas que sabían. Ranas y grillos cantaban a su lado y el clima cálido los envolvía. La noche acompañaba sus encuentros, cubriendo con estrellas sus salidas. Era la luna un tema recurrente, su dulce luz embriagadora conocían y despiertos soñaban con tenerla entre sus ropas algún día escondida. Llevarla consigo al campamento para que ella iluminara su guarida y leer historias de fantasmas sin sobresaltos ni miedos, a hurtadillas. Adentro del baúl de los tesoros la dejarían envuelta entre frazadas para que nadie pudiera sorprenderlos y lograra rescatarla. Sería su tesoro más preciado y no compartirían de ella ni la más mínima tajada. Planearon atraparla con las redes que mariposas fácilmente conseguían. Pensaron en pescarla con el balde cuando en las tranquilas aguas del arroyo ella dormía. Tal vez cerrando la ventana, aprovechando que en la mesa de vidrio se veía. O en el espejo del ropero de la abuela, donde coqueta noche a noche se reconocía. ¿Quién se daría cuenta de su picardía? ¿Qué pistas podrían quedar a la deriva, si cuando en la noche ella ya no brillara… nadie vería? Y se imaginaron inocentes esas noches tan largas, tan oscuras y tan frías. En los sueños que sin rumbo volarían, en los duendes que confusos estarían. Los caminos enredados llevarían a los viajeros lejos del hogar… se perderían. Los barcos navegando entre tinieblas, asustados las costas no hallarían. Y pensaron en las cosas impensadas cuando robar la luna era una idea que surgía Pensando allá en el pasto fresco y acolchado, donde los dos pequeños el tiempo transcurrían, decidieron que no era tan buena aquella travesura porque la luna es el faro de la vida.

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Y la empezaron a mirar con otros ojos porque crecieron esa noche de charla y risas. Ella los bañó con maternal luz y complacida, brilló toda la noche agradecida. Brilló para el viajero y para el barco, para los conejos, los búhos y las ninfas. Se miró en el espejo de la abuela y durmió en el arroyo, como siempre hacía. El verano terminó y aquellos niños volvieron con desgano a su rutina No fueron los mismos desde entonces, y recuerdan esa noche cada día. ¡Cómo olvidar la noche en que la luna por un instante creyeron que les pertenecía!

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Fer Iñarra Iraegui

ESTO SÍ ES CIENCIA FICCIÓN

Tendida en el piso, respiraba sutilmente mientras las imágenes se sucedían en mi mente quieta. Cada centímetro de mi cuerpo pasaba información de dónde estaba apoyado, la presión que ejercía, la tensión de la superficie donde se encontraba. El aire entraba y salía por mis fosas nasales con natural ritmo, acompasadamente oxigenaba mi cuerpo inerte. Mientras música oriental nos invitaba a volar, yo me dejaba llevar. De pronto, en una fracción de segundo, la sensación cambió. Ya no sentía más el peso de ese cuerpo que hasta recién me retenía contra la superficie violeta. Mi mente, mi alma(¿?) Era yo, simplemente era yo la que se alejaba de esa habitación hacia otro espacio más abierto, cálido, luminoso y aireado. El canal abierto en mi iniciación al Reiki hacía sólo dos días se llenaba de luz, y me dirigía hacia una luminosa superficie celeste como un tobogán de cristalitos de gel y me sentía como en una suave rampa pero hacia arriba (¿?). No tenía miedo ni curiosidad por saber hacia dónde me dirigía. Ignoraba si iba hacia algún lado por decisión propia o llamada por otro ser pero no pensé en esos momentos. Realmente nada me importaba. No sé cuánto tiempo llevó mi viaje estelar o interior. Fue tranquilo y placentero. No vi a nadie, no reconocí nada. Fue un solo fluir y dejarse llevar hasta que escuché la voz de mi profesora de yoga que nos invitaba a volver de la relajación. Me sobresalté, esta vez sí, porque sentí que había estado tanto tiempo afuera que creí haberme dormido y pasado el tiempo estipulado y no quería quedarme sola durmiendo mientras mis compañeras agradecían la clase y saludaban con Namasté. No hubo rayos laser, ni gente verde, ni cerebros flotando en mi viaje pero fue… ¡de ciencia ficción!

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Andy Pecas

CIENCIA FICCIÓN

"No sé escribir sobre ciencia ficción", comento en voz alta luego de leer en el móvil la nueva consigna. Mi compañero de asiento se rasca un ojo y asiente. Se rasca su único ojo, el que tiene en el antebrazo. Prefiero mirar por la ventanilla. Me hace sentir rara esa cara sin ojos pero con nariz aguileña y labios carnosos. "Si tuviera dos fetas de salame, se las pondría a guisa de ojos", pienso divertida. Pero intuyo que lee mi pensamiento porque su ojo (el del antebrazo) me está mirando con desconocida ferocidad y se acerca peligrosamente a mi cuello. Todo se vuelve oscuro. Y ahora, solo recuerdo apenas los rasgos de mi cara, cuando todo estaba en su lugar, cuando no tenía que mirar como Cíclope a la gente por mi antebrazo. Apenas recuerdo eso. Y la frase: No sé escribir sobre ciencia ficción.

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Julio Fernando Affif

UN ENCUENTRO EN LA PAMPA

La imponente figura del ranquel se me apareció repentinamente y su fiera mirada parecía destellar malignamente en la noche sin luna que atravesaba la pampa bonaerense. “Matau huinca”, creí escuchar de esa boca que gesticulaba pero no emitía sonido y que era acompañada con gestos amenazantes con la lanza en alto. El poncho negro con dibujos y ribetes blancos realzaba notoriamente la escena, con el caballo parado en sus patas traseras, relinchando con la misma fiereza que su dueño. Una inmensa bola de fuego cruzó fugazmente el firmamento como un estallido gigantesco pero silencioso, iluminando el desierto bonaerense, inundado por millones de chispas incandescentes que salpicaron el paisaje nocturno. Parado en dos patas, el corcel del guerrero insinuaba un ataque que nunca se concretaría y en ese breve instante pude ver, a través de su transparencia, una fila larga de ancianos, mujeres y niños con dirección al sudoeste, seguramente en busca de refugio en alguna región de difícil acceso. Y entonces comprendí la fiereza del indio blandiendo la tacuara adornada con crines negras. “No pasau”, era la consigna y se jugaría hasta con el mismo “huecuvú” en defensa de su gente. Quienes no han atravesado la Ruta del Desierto no pueden entender cuán cerrada puede ser la noche en esos confines, con abrumadoras constelaciones desconocidas para los habitantes de una gran ciudad, el bullicio ensordecedor del silencio más absoluto y la persistente soledad que nos impone la inmensidad. Fue sólo un instante, o me pareció un instante, hasta que las luces del auto se encendieron nuevamente y pude distinguir la línea demarcatoria de las vías en la cinta asfáltica que se perdía en la noche. Fue sólo un instante.

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¿O lo imaginé? Pero poco antes de que mi automóvil volviera a funcionar, un trueno potente y ensordecedor desdibujó la figura del aborigen, que se perdió en las indefiniciones del tiempo sin comprender lo que había visto, posiblemente aterrado e indefenso ante lo que supondría el gualicho. Y la breve estela verde claro que dejó dejó la esfera achatada y luminosa perdiéndose en segundos en el más infinito infinito de los infinitos, generó en mí la creencia de la unidad universal, material, espiritual y atemporal.

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Roxana Conti

EL HOMBRE TATUADO

Entre los trillones de ondas de comunicación transgaláctica, ocurrió un día, que las frecuencias y amplitudes se alinearon, y lograron ponerse a vibrar en concordancia con el espín en que vibran los positrones de los pigmentos bajo la piel. Estos pigmentos, que difunden libremente en una sustancia acuosa, lograron en su viaje la misma oscilación. Así de simple. Era obvio que un día ocurriría. Y les ocurrió a los humanos de ese futuro. Los pigmentos aparentemente quietos en las pieles de esos humanos, que nacían incompletos, con pieles desnudas y poco a poco iban cubriendo cada palmo de su cuerpo con tatuajes, no reconocían ya esa quietud. En su difusión habían logrado entrar en concordancia con las ondas que surcaban el espacio exterior a sus cuerpos y los tatuajes comenzaron a cobrar vida. Lo interesante es que cada despertar era aleatorio. El problema es que nadie lo podía controlar. Ni predecir. El dragón en el pectoral derecho despertaba y te llevaba consigo en un viaje de fuegos y rugidos, vuelos entre castillos y cavernas tenebrosas y lagos de lúgubres riberas. Un viaje a un tiempo medieval inmemorial, del que sólo se tiene certeza de su existencia por historias guardadas en ancestrales chips, ahora en desuso. Cuando los alacranes de un tobillo entraban en tal vibración, podía, quien los portaba, sentir la roca caliente sobre la cual se deslizaba, el sol inquebrantable y el veneno penetrar en quienes clavaba su aguijón en un orgásmico sinfín de malignas sensaciones. Las hadas y bailarinas de un cuello podían también despertar a su debido tiempo y proporcionar un caudal de luces de colores y dulces melodías que llevaban al desdichado dueño de ese cuerpo, a vagar por un tiempo incontable en túneles de pastosidad melífera. También despertaban las pulposas sirenas, con cola de pez o piernas humanas, plenas de redondeces y belleza y vulvas carnosas, que dejaban a sus dueños sumidos, al despertar, en un delicioso letargo luego de tanto trajín.

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Había también malos viajes. Aquellos tatuajes indescifrables, con un revoltijo de ojos, letras de ignotos alfabetos y símbolos extraños. Tales viajes sumergían a quien los padecía en una espiral descendente hacia un infierno indescriptible del que casi era imposible salir. Los viajes eran la adicción de aquella especie. Sus tatuajes, el vehículo que los garantizaba. Cada viaje creaba las ansias para el próximo y no dejaban centímetro de piel sin tatuar, buscando más colores, más pigmentos, más arte y más creatividad en sus pieles. El problema era el control, la tecnología de ese mundo aun no les permitía vaticinar cuando despertarían en el próximo viaje. Esa era la sed. Y esperaban el futuro.

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Horacio Petre

RETROPLAGIO

New Jersey, verano de 2013. Christopher Markoulos pone a punto su máquina del tiempo. Hace quince años que viene perfeccionándola, manteniendo en secreto su artefacto. Ya hizo algunas pruebas en menor escala. Viajó al pasado un par de veces y, si bien con algunos pequeños inconvenientes (muy menores), pudo volver a su momento histórico perfectamente. Christopher es viudo, sin hijos. Su padre, ex agente de la CIA, vive sin contacto con casi nadie en su departamento de Brooklyn. Se ven una vez cada dos años, a veces menos. Pensando en su proyecto, y sin que le cueste demasiado, Christopher se ha ido desvinculando de toda amistad, de toda relación importante... Y es en aquel verano de aquel 2013 que se dispone a llevar a cabo su plan. Aparte de científico es músico, y setea su viaje temporal a la década del 30, a Nueva York, su propósito es triunfar en el Music-Hall compitiendo con autores de la talla de Gershwin o Porter, pero, eso sí, con ayudita… Lleva en su cabeza la mayoría de las canciones más exitosas de Lennon y McCartney.

Manhattan, invierno de 1935. Con dólares viejos del abuelo de su padre que conservaba en un viejo álbum, consigue un cuarto de hotel; lleva puesta ropa antigua, que no llama demasiado la atención. Su máquina del tiempo queda oculta en un sótano de un viejo galpón abandonado frente al Hudson River. Una vez superado el time lag se pone a mostrar sus versiones para solo piano de “Eleanor Rigby”, “In my life”, “Yesterday”, “And I love her”, “Because”… Incomprensiblemente nadie ve nada maravilloso en esas melodías... Luego de semanas de deambular por teatros, bares y todo tipo de lugares, se encuentra con Sam Johnston, un productor y músico también, que encuentra un potencial en las melodías que Christopher se empeña en mostrar por todos lados.

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Sam, se hace amigo de Christopher, quien le repasa casi todo el repertorio beatle. El neoyorquino no puede creer la vivacidad y colorido de esas armonías, le pide a Christopher que transcriba esas partituras, y éste, agobiado por el tiempo que lleva intentando ser escuchado accede solícitamente... En pocas semanas tiene varios pilones de partituras con más de cincuenta canciones, y lo llama entusiasmado al empresario y músico. Sam lo va a ver al hotel, observa las transcripciones y acto seguido le clava un puñal a Christopher, quien muere sin comprender absolutamente nada. El cadáver del viajero en el tiempo reposa en el fondo del East River, al tiempo que su máquina del tiempo queda abandonada en el sótano del Hudson River. Nadie jamás se entera ni de la máquina ni de la peculiar identidad de Christopher Markoulos... Diez años después se derriba todo, ignorando lo que allí había, levantando en el lugar un nuevo edificio. Mientras tanto, Sam decide probar suerte en Inglaterra. Viaja allí y le muestra su material original a un tal Jim McCartney, director de una banda de jazz, que ve un potencial en esas partituras. El neoyorquino se las deja a Jim para que las revise, y esa misma tarde muere en un accidente de tráfico. Jim se queda con el material, que le resulta interesante, pero él está en búsqueda de otra cosa para su banda y muy pronto se olvida de las partituras guardándolas en el altillo.

Veinte años más tarde, su hijo adolescente Paul, con su amigo John, buscando un lugar donde esconder sus anfetaminas se encuentran con las partituras…

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Cecilia Mosto

CIENCIA FICCIÓN

Eran las 7 p.m. del miércoles, día en que habitualmente Marta va al gimnasio después de su trabajo en el autoservicio en Tapiales. Era una rutina obligatoria recomendada por su médico de cabecera de OSECAC, debido al malestar en la cintura consecuencia de su trabajo durante tres años como empleada doméstica. Haciendo equilibrio como siempre, levanta los sobres deslizados por debajo de la puerta de su departamento. Sin sobresaltos abre la factura del impuesto inmobiliario que, aún siendo abultada después del último ajuste, le parece absolutamente justa, ya que en Tapiales todo funciona de maravilla. Marta se siente muy bien pagándole al Estado lo que corresponde porque, sin dudas, la retribución en servicios lo compensa con creces. De golpe se detiene, le cuesta recordar... pero haciendo memoria se asombra del paso del tiempo y anota en la heladera, para no olvidarse, que ese año hay elecciones y que sin duda votará al actual intendente por su enorme gestión. Decide entonces cruzar el pasillo y tocar el timbre del departamento F para saludarlo, ya que son vecinos hace años y se conocen de chicos. “Sólo un minuto”, le advierte, porque sus hijos fueron a visitar a su abuela a Laferrere y el 557 llega a las 20:35 hs. a la parada más próxima a su casa (a unas 5 cuadras). Se despide de Alfonso a las 20:40 hs. “Voy a echar los fideos que ya están por llegar los chicos”. “Chau Alfonso, nos vemos”. 20:47 hs. Los chicos abren la puerta, que siempre queda abierta, y van corriendo a saludar a su mamá. “Mami, mira lo que hicimos con la abuela”, y llenan a Marta de dibujos con corazoncitos casi sin arrugas, porque viajaron sentados en el 557. Ella, encantada con sus retoños, les promete dejarlos quedarse en la casa de su mamá hasta un poco más tarde la próxima, total por Laferrer y Tapiales de noche no pasa nada.

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Guillermina Silva D’Herbil

CIENCIA FICCIÓN

Acababa de de divorciarme y necesitaba desesperadamente trabajar, no sólo por los apremios económicos, que ya me habían puesto la soga al cuello, sino también porque el tiempo vacío y silencioso me estaba matando el alma. Mis hijos ya habían crecido y por suerte los veía a cada uno forjando su destino, y obviamente yo quedaba afuera. Fue en ese momento de desesperanza cuando una antigua amiga me habló de la posibilidad de conseguir un trabajo en las oficinas administrativas de un Instituto de Investigaciones. Todo muy vago y levemente misterioso. No quiero aburrir con detalles; conseguí el trabajo, supuse yo que suplía mi falta de experiencia con mi buena predisposición, mis buenos modos y también, por qué no decirlo, mi simpatía y serenidad. Si bien la actividad era bastante tediosa y rutinaria, fue el comienzo de una etapa casi feliz. Fue en el ascensor del instituto donde lo conocí. Él era un científico hecho y derecho, pero su aspecto demostraba que además era un hombre sano, fuerte, y su piel bronceada dejaba adivinar que además pasaba sus fines de semana al aire libre, que tenía una vida fuera del misterioso laboratorio. Así fue que comenzó esta historia; nos enamoramos, eso creí, pero él tenía una familia. Pero cuando ahora miro hacia atrás, no me arrepiento de nada, porque él me devolvió la sensación de estar viva, él hizo que volviera a sentir. Pero no es ésta la historia que quería contar. Hacía muchos años que él dirigía un grupo de investigación; qué era lo que investigaban era algo que se mantenía en el más profundo de los silencios.

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Pasaron varios meses antes de que, entre sus brazos, empezara a saber de su trabajo. Habían descubierto la forma de transportar materia a través del tiempo. Por supuesto, me habló de vectores, ecuaciones, choque de partículas, vibraciones de neutrones, volatilización de protones... cosas incomprensibles para mí, pero yo le hubiera creído aunque no me hubiese explicado nada. Me aseguró que ya habían logrado transportar objetos, y hasta animales... había que probarlo con seres humanos. Creo que le supliqué, quería ser yo esa persona. Pocos días después firmé un contrato de confidencialidad, jamás podría revelar nada de lo que sucediera. Pude elegir la fecha a la que quería volver. No lo dudé, elegí la noche previa a la muerte de mi madre, no me había podido despedir de ella, y ya casi no recordaba ni su cara ni su voz. Recuerdo que viví esos días con una mezcla de pánico y ansiedad, pero mi vida ya no era ni tediosa ni aburrida y cuando llegó el día me sentía sorprendida por mi propia tranquilidad. No voy a explayarme en detalles, ya que no quiero aburrirlos y además no los recuerdo. Sé que me acosté en una camilla que parecía flotar en el centro de una habitación. Lo primero que sentí fueron miles de pequeños pinchazos, una sensación de intenso calor, un cosquilleo por todo mi cuerpo y de pronto... Estaba en la casa de mi infancia, en el cuarto de mi madre, el que recordaba más grande; me envolvía el aroma de esa casa, que ya ni recordaba desde hacía mucho. Giré lentamente y miré hacia la cama, en la que dormía mi mamá. La vi tan joven, mucho más joven que yo, tan frágil, tan linda... Abrió sus ojos que no veían y se corrió para que me acueste a su lado. Me acurruqué contra su cuerpo y me dejé abrazar sin decir una palabra. Me quedé entre sus brazos sintiendo el latido de su corazón. Ya no recordaba lo que siente un chico mientras lo abriga el calor de su mamá y volví a sentirlo, ya no recordaba lo que es no tener miedo, porque entre sus brazos nada malo te puede pasar.

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No sé cuánto tiempo pasó, sólo puedo decir que sólo sentí amor, un amor que me envolvió con tanta intensidad como nunca, ni antes ni después, sentí. Volví a sentir los miles de pinchazos, el intenso calor, el cosquilleo, y al abrir los ojos, estaba nuevamente sobre la camilla que flotaba en la habitación. Miré el reloj que colgaba de la pared, único testigo de lo que ahí había sucedido: apenas un minuto había avanzado el minutero. De esto pasaron muchos, muchísimos años y nunca, jamás, lo conté, nadie me hubiese creído. A él nunca más lo vi, sospecho que fui un engranaje de una maquinaria, que nada fue casual, ni el ofrecimiento del trabajo, ni el encuentro en el ascensor, ni nada de todo lo que pasó después, pero aún así, sólo siento gratitud, fui feliz sintiéndome viva.

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Aitor Arjol

EL CABELLO SALVAJE

Alguna vez se han encontrado ustedes con un cabello salvaje. Sí. Dije bien. Un cabello salvaje. Un corcel alargado. Uno de esos tantos que sobrelleva tu espalda hasta adentrarse en el vacío. Un cabello que no admitiera mayor trámite que vagar libremente por mis labios. Porque de tanto pudor, o de tanta frase, o de tanta rebelión corpórea, a todos los cabellos les da por huir de su propio lecho, por ahuyentarse de sí mismos e ir cayendo sobre otro pecho, o sobre donde cuadre la libertad de los amantes. Un cabello es como una estrella sin domesticar. A ratos se monta en la luna y otras desciende con el vértigo del beso. Y cuando no va solo, sino que le acompaña toda la lujuria de sus vástagos, hermanos, tíos y abuelos, lo salvaje se eleva hasta lo indómito y crea una película de ciencia inmoral o ardiente ficción. Imaginen entonces no ya el cabello que viví, sino todos los que me abdujeron aquella noche, en que una luna encabezada por tus pechos me atravesó de parte a parte y vine a terminar aquí, a este sueño, a este agujero negro del amor.

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Mauricio Castello

CIENCIA FICCION

La larga y adinerada estirpe de los Peckshotboys estaba llegando a su final, conjuntamente con toda la vida en el planeta Tierra. Mientras que Sophia, la hermana mayor, volcó su existencia a la investigación en pos de detener el inexplicable avance de la degradación de toda materia orgánica que se daba de norte a sur, William Henry dilapidaba su fortuna en experimentar variadísimas prácticas onanistas. W. H. Peckshotboy, mundialmente conocido como Junior, consideró que había agotado las diversas y más difundidas maneras de masturbarse, por lo que decidió que su prioridad sería planear y ejecutar descargas seminales inusuales, a saber: hizo cerrar el Museo del Louvre para eyacular sobre las más prestigiosas obras de arte incluida la Gioconda, regó desde la cima de las pirámides de Keops, Kefren y Micerino, barnizó la Gran Muralla China y cuando parecía que el mundo no bastaba para sus andanzas, contrató un viaje al espacio para botar su semen al infinito mediante un exclusivo sistema que crearon para esa ocasión. Cuando los cálculos de Sophia le dieron al planeta menos de un año de subsistencia, ya era tarde para encarar ambiciosos proyectos de éxodo interplanetario. Se abocaron las principales mentes a la creación y desarrollo de sistemas de neutralización del fenómeno infructuosamente. La evolución de la muerte absoluta fue implacable. La única esperanza de la humanidad reside en que una civilización avanzada encuentre ese líquido blancuzco vagando en el universo.

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Eduardo Mizrahi

UN HALLAZGO MEMORABLE

1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla

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Siguiendo con mi costumbre, mi voluntad imperial, y mi aburrimiento soberano. Gozando como siempre de la maldición eterna de Nuestra Bestialidad Suprema. Comparto con ustedes una transcripción holográfica de una sesión de la Asamblea del Universo. De la época en que nuestros antepasados llegaron a creer que esa estúpida operación cerebral había cambiado para siempre los destinos de la humanidad entera. A mí me divierte mucho y pretendo que ustedes también se diviertan. Trata sobre el memorable hallazgo que cambió el curso de la historia universal, del inicio del fin de esa sociedad frígida y afeminada. Como siempre, transmito telepáticamente. Ya sé que es un procedimiento vetusto, pero eso me permite dañar a los que no estén de acuerdo conmigo ni festejen mis ocurrencias... ustedes saben que eso es parte de mi divertimento. Y que en realidad es lo único que me importa... eso y molestarlos a ustedes.

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Den gracias que me tomo la molestia de administrar este universo de mierda para que no colapsen todas las entropías y ustedes sean fagocitados por la materia oscura. ¡¡¡Desagradecidos!!! ¡¡¡Granos del culo!!! Hoy pienso introducir una variante escatológica con la obvia intención de molestarlos más a ustedes. Entre parte y parte del relato les haré llegar una recopilación de los eructos más potentes y las flatulencias más apestosas que mis asistentes han encontrado. Suenan fuerte y huelen pésimo, ya lo sentirán apropiadamente. Espero que lo disfruten, cuanto más les moleste mas satisfacción sentiré... ya ustedes me conocen de sobra. Arranco con un pedo de mi cosecha. Bien. ¿Qué les parece? Aceptable, ¿no? ¿Asqueroso? Esperen a ver los que vienen... bueno. Arranco con la anécdota. Del diario de sesiones del Parlamento Universal del año 532 de nuestra era... esa época de pelotudos operados que se creían que habían llegado a la perfección del hombre y por eso mismo no pudieron ver que lo perfecto era lo contrario (y yo su encarnación suprema.) ¡¡¡Sientan esto, imbéciles, comienzo!!!

2 1048:16 Observé con regocijo a mi discípulo. Hay placeres que debieran ser eternos. 1048:21 No es el primer emperador que ha gobernado en mi nombre, eso es totalmente cierto. Sin embargo, éste... es una maravilla. 1048:22

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atisfecho estuve con varios. Nerón, Calígula, Adolf...


1048:26 Parado con su capa fosforecente, inhalando sin cesar del más sabroso birkuzz, rodeado de esclavas encadenadas para ocuparse de las fellatios... ¿qué más puedo pedir? 1048:32

La espera no ha sido en vano...

No es sólo que esté feliz... estoy completo.

¿FIN?

3 El magistrado apoyó las palmas de sus manos en el estrado. Observó detenidamente los rostros expectantes de sus colegas... (Todos sabían que se trataba de una sesión histórica.) El silencio era absoluto... respiró y dijo: "Hoy nos es complicado comprender el extraño proceder de nuestros antecesores. Sus cerebros funcionaban de modo diferente al nuestro. Estoy hablando de cuando no se conocía la cirugía cerebral conformativa. Es fácil para nosotros describirlos como animales, como presas de sentimientos indescifrables... como seres irracionales a la deriva del comportamiento. Lo concreto es que nuestra racionalidad actual es adquirida por vía mecánica... y nos impide la comprensión de este singular fenómeno. Cuando abandonamos nuestro planeta de origen, decidimos a la vez olvidarnos de nuestro pasado... teníamos nuestros motivos. La construcción de una nueva humanidad debía prescindir de las tendencias belicosas e inhumanas de la organización económica, social y política de nuestros antepasados... Que estaban condicionados por aquello incomprensible, su modo de pensamiento.

que

hoy

nos

resulta

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Por consiguiente, para construir un universo sustentable prescindimos de nuestro pasado. Y fuimos exitosos (qué duda cabe). Pero hoy es imposible repetir los viejos errores, jamás tendrán lugar en nuestro cerebro tal cual ha sido modificado. Agradezcamos a nuestros científicos por esto. Pero todo lo que estoy describiendo ustedes ya lo saben, no pretendo ni por un instante abusar de vuestro precioso tiempo. Vayamos a lo concreto. El Consejo Honorífico de la Ciencia ha emitido su veredicto. Todos sabemos que es inapelable y perfecto. La evolución de nuestra sociedad y nuestra ciencia determina que es imposible retroceder de nuestro estadio de perfección organizativa... Se ha cerrado una etapa, otra se abre. Estamos finalmente en condiciones de comenzar a desarrollar las investigaciones pertinentes referidas a los extraños fenómenos que aquejaron a nuestros antecesores, sus dolencias... sus pensamientos. Con ese fin hemos despachado una expedición a nuestro planeta de origen... su nombre es Tierra. Sé que es la primera vez que escuchan ese nombre... entiendo el desasosiego que ha generado la información revelada. ¡No se inquieten! Pero lo que sigue es más perturbador todavía. Nuestro planeta de origen fue devastado por una sucesión de estallidos nucleares medianamente simultáneos (y globales) que eliminaron a la totalidad de su población en cuestión de días... o de meses. Un porcentaje ínfimo de la misma logró sobrevivir algunos años, pero el cambio climático y los efectos residuales terminaron por definir el asunto. Muchos años después resurgió cierta vida vegetal y determinados insectos, pero hasta el día de hoy no se observan rastros de vida animal en el planeta.

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Hemos investigado ruinas de ciudades, algunas relativamente populosas... no quedan seres humanos, si es posible definir a los que hicieron semejante desastre con ese planeta como pertenecientes al género humano. Cuando analizamos los motivos de la hecatombe, tomamos en cuenta todos los aspectos. Si bien nos es inconcebible una desidia semejante, no descartamos motivos relacionados a la impericia técnica o al sabotaje... que sería algo así como generar problemas en los sistemas operativos deliberadamente para generar algún tipo de daño que perjudique al dañado, pero beneficie a quien lo daña. ¡Silencio, por favor! Ya sé que les resulta imposible pensar que tal conducta es posible... no pierdan de vista que estos hombres no estaban operados. Funcionaban de otra manera. El Concejo Honorífico de la Ciencia concluye que tal actitud (a todas luces reprobable) es posible que existiera. Las proyecciones comportométricas heptodimensionales proyectan un índice de probabilidad del 67,82%. Y sin embargo... creemos que el motivo fue otro..."

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− ¿Y cuál fue el motivo?

5 "Estos individuos estaban divididos en diferentes circunscripciones administrativas... determinados aspectos nos hacen sospechar que se habrían autopercibido como diferentes. (Nosotros no entendemos el motivo.) ¿Habrán escaseado los recursos? ¿Se habrá debido a algún conflicto de intereses?

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No pierdan de vista lo siguiente: aquel mundo estaba organizado en función de los sentimientos... y el desprecio por el semejante pudo haber existido. ¡Silencio, por favor! (¡Que ahora viene lo peor!) Creemos que esos estallidos fueron intencionales... por favor, silencio... ¡Silencio! ¡¡Silencio!! Les ruego me dejen proseguir con el resumen. Gracias por su comprensión. Gracias. Silencio. Nuestros equipos de rastreo han intentado infructuosamente recabar algún archivo en cualquier soporte imaginable (o inimaginable) que arrojara luz sobre nuestra oscuridad cognoscitiva acerca de la cultura de este singular planeta... Debo reconocer que (como siempre) la labor ha sido llevada a cabo con meticulosidad y rigor científico extremos... pero los resultados han sido nulos. (Nada significativo queda.) Y sin embargo... hemos encontrado un artefacto curioso... llamativo. Se encontraba en una construcción subterránea relativamente profunda, que evidentemente permaneció sellada durante todo este tiempo... Es un conjunto de láminas de corteza vegetal unidas (entre sí) con algún pegamento de origen químico... Sobre las mismas alguien ha pintarrajeado de manera artesanal una serie de caracteres que seguimos descifrando... próximamente estableceremos el significado de la totalidad del texto. (Poco falta para terminar esa tarea.) Si bien estamos seguros de que es un relato atribuible a diferentes narradores, lo que nos sorprende es la inverosimilitud de los sucesos narrados. Obviamente es una ficción, y de calidad y congruencia menos que mediana.

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Aparece hasta el hartazgo una entidad ficticia acerca de la cual desconocemos su origen... una curiosidad interesante. Creemos que tiene algún valor científico... especialmente considerando que es el único registro disponible de aquella extinta cultura. En breves instantes estará a vuestro alcance la versión holográfica completa traducida a nuestro idioma. (Sé que la van a disfrutar, es un hallazgo memorable.) Antes de levantar la sesión, procedo a recitarles sus primeras palabras:

1:1

En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

1:2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 1:3

Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

Se levanta la sesión. Gracias."

FIN

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Aviso legal:

Toda la obra depositada en custodia en la Dirección Nacional del derecho de autor. Número de expediente: 5189550. Fecha: 25 de agosto de 2014 Todos los derechos reservados.

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Luis Alfonso Martín Delgado

DO SPACEMEN PASS DEAD SOULS ON THEIR WAY TO THE MOON?

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Si se hubieran tomado en serio el control de la natalidad y la educación hacia la planificación demográfica no se habría llegado a este extremo. Pero la incultura individual, promovida por el ansia de poder de las castas dominantes favoreció el seguir manteniendo legiones de mano de obra barata e inculta en amplias zonas del planeta para facilitar la rápida generación de beneficios en un ambiente incontestable. Cuando comenzaron los primeros síntomas del problema no se dieron cuenta de su magnitud, porque aún no se había demostrado con certeza la aplicación de las teorías sobre la conservación de la energía iniciadas en el siglo XX. No fue hasta el siglo XXII en que estudios realizados sobre individuos de determinadas sectas religiosas violentas mostraron el camino que había de llevar a la casación de esas teorías con la de la inmortalidad de las almas, como fragmentación individualizada del todo energético al que pertenecemos. En ese siglo, la población del planeta sobrepasaba ya los límites de riesgo y los enfrentamientos violentos por la posesión de las materias primas que garantizaban la supervivencia ya eran terribles. Sólo la guerra y el hambre funcionaban como controles de la población y eran manejadas y provocadas según los intereses de los poderosos. A partir de esa premisa, los primeros experimentos realizados durante el siglo XXIV en el espacio exterior a nuestro sistema solar demostraron que esas pequeñas concentraciones de energía retornaban al espacio holístico una vez que abandonaban su alojamiento corpóreo y vagaban por él hasta que su dinámica orbital les hacía volver a in-corporarse durante unos años a una de esas masas celulares desechables que es un cuerpo humano, aunque el ritmo temporal de órbita espacial y vida corporal no era el mismo para todas.

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No había escrito nada sobre la consigna anterior y no quería que ésta pasara lo mismo, pero no me resultaba fácil encontrar un tema que desarrollar según la consigna propuesta por Eduardo. No sé por qué, se me vino a la mente el título de una canción que aparecía en el primer disco que grabó Art Garfunkel en solitario y que me permitiría cumplir en un solo texto con las dos consignas.

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Una vez descubiertos los mecanismos de identificación de las almas orbitales, se tardó algo más de un siglo en desarrollar las técnicas de análisis energético por espectrografometría sensorial, que permitieron identificar la cualidad, procedencia y antecedentes del alma analizada, lo que constituyó un gran paso para posibilitar su clasificación, selección y almacenamiento, bases del experimento que hoy nos congrega aquí, en este almacén almario espacial experimental. A nosotros, los científicos reunidos en estos laboratorios, nos corresponde en este año 2525 la tremenda responsabilidad de investigar si es posible la implantación selectiva de un alma en el embrión de un ser humano, adecuando cada selección a las características del entorno en el que se presume que va a desarrollar su tiempo de vida dicho ser humano. Este experimento es considerado fundamental para poder influir externamente en el desarrollo de las comunidades menos desarrolladas, así como para evitar que sigan retornando a in-corporarse a cuerpos inadecuados almas que no tienen el nivel de desarrollo suficiente. De esta forma se pretende evitar la re-in-corporación en comunidades desarrolladas de almas que aún no han sobrepasado el nivel cromagnon, lo que ya ha dado lugar en siglos anteriores y tiempos no tan lejanos a poner en manos de seres con instintos primitivos herramientas sofisticadas con un alto poder de destrucción, tanto físico como mental. Esto, unido a las políticas de control demográfico que ya se llevan a cabo en la mayoría de las regiones del planeta, suponemos que podrá permitir reducir el número de individuos y grupos violentos del planeta y, por lo tanto, iniciar el proceso de erradicación de la guerra como única solución a los problemas convivenciales de los individuos de este planeta de mierda llamado Tierra.

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Profe Ballán

EL FIN DEL TIEMPO

Nos habíamos reunido en el departamento de René casi una docena de chicos de veintitantos, casi todos de la facultad. Las chicas después de la picadita y los tragos se iban a bailar. Parecían quintillizas, todas delgadas, en sus jeans, zapatos elegantes, cabellos planchados, con el color perfecto, sonrisa permanente, el gesto justo. Cuatrillizas en realidad, porque Kim -de origen chino- era bien diferente. Sus rasgos eran duros, su cabello liso natural no tenía coloración, sonreía poco, y era hábil con el dinero y en la cocina. Entre las 20:15 y las 20:20 Kim ya tenía todo listo: además de lo infaltable en un copetín había incluido unos bastoncitos fritos que no quisimos preguntar de qué eran. Como a René ella le gustaba solía invitarla entre semana y ella se sentía como en casa. Algo pasó en el lavabo que el agua comenzó a inundar el baño, y hubo que cerrar la llave de paso para evitar que se llene de agua todo el departamento. No eran las 23:00 cuando Silvina nos enmudeció queriendo contarnos algo muy secreto, que la avergonzaba pero que no podía dejar de decírnoslo porque advertía que de a poco nosotros también teníamos algo de eso. Me fui a la cocina a preparar unos tragos, y al buscar hielo las cubeteras estaban a la mitad. Abro la canilla para aflojar los cubitos y un silbido invade las tuberías. Habíamos cortado el agua. Demoré mucho, los tragos quedaron tibios, y al llegar el relato había terminado y todos estaban sumidos en un silencio aterrador. El clima se tornó tan frío que Sofía tuvo que ponerse un saco de hilo. Se hizo más tarde de lo habitual; a las 3:00 de la madrugada, Franco empezó a criticar a los musulmanes. Lejos de ser racista, gritaba que manejaban el dinero del país, al que habían llenado de mezquitas, y anhelaban restringir las libertades occidentales de las mujeres. Era un psicobolche desprolijo que gustaba de asistir a las marchas callejeras; era el único no universitario del grupo. A las 4:00, Gustavo (hermano de Angelina, la mayor del grupo) sacó de su morral una ampolla y una jeringa. Estudiaba enfermería con René y siempre nos contabas secretos para mantenernos sanos. Pero esta vez dijo que lo que tenía podía evitar contagiarse cualquier enfermedad

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conocida. Salvo René y Gustavo, todos reímos a carcajadas, pero nadie se animó a recibir una dosis. Al llegar a las 6:00, les dije que iba a dejar la Casa. Nunca había salido, Angelina me advirtió que no lo haga, que era peligroso, que podía hacerme daño y hacerles daño a todos. Me sentí como Jim Carrey en The Truman Show, a punto de dar el gran paso, con todos diciéndome qué hacer. Pero a diferencia de lo que pasa en la película todos me decían que no salga, que me quede en ese mundo, que no dé ese paso. Parafraseando la película les dije: “por si no nos vemos, ¡buenos días, buenas tardes y buenas noches!” y seguidamente rompí el límite del Universo abriendo un túnel de absoluta oscuridad y silencio, y caminando hacia adentro se fue marcando el fin del tiempo y del Universo.

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Cecilia Gómez Nale

EL DÍA QUE MICHAEL COLLINS PISÓ LA LUNA

Imaginemos realidades múltiples, que transcurren paralelas por momentos y que se curvan para acercarse hasta rozar e incluso fundirse con la que percibimos con los cinco sentidos. En ese espaciotiempo pluridimensional ocurren situaciones tan disímiles entre sí como parecidas y conviven todas ellas simultáneamente. A veces, cuando dormimos, se manifiestan a destiempo: concluimos con otros finales los sucesos ya vividos, así como anticipamos momentos por vivir. Cambiamos colores, aromas, texturas, personas y paisajes; y en definitiva, nos resultan familiares porque contienen resabios de lo conocido. Algunos ejemplos: El hombre que manchó su camisa con café en el desayuno, en la realidad que vemos fue a su habitación a cambiársela por una limpia, y cuando vio a su esposa soñolienta en la cama, en un rapto de deseo decidió abrazarla. En ese encuentro fugaz y fortuito que devino en sexo apresurado se concibió un hijo. Y en otra de las tantas realidades, pocos segundos después de mancharse se pasó un trapo húmedo por la camisa y concluyó que al ser invierno y con el sweater puesto no valía la pena cambiarla. En esa dimensión hubo un ser humano menos en el mundo. Lady Di no murió accidentalmente en París con su novio egipcio, a bordo de un auto conducido por un borracho que escapaba de los paparazzi porque nunca se separó del Príncipe Carlos, pese a las reiteradas infidelidades de ambos y el amor constante de éste por Camilla. Y Colón nunca llegó a América, porque en un error de interpretación, al pretender expresarse en la lengua española con su italiano atravesado, los Reyes Católicos lo encarcelaron por hereje y loco. Con lo cual, para cuando un barco a la deriva llegó a este continente, el avance tecnológico de los incas era tal que todos los que vivían amontonados en Europa -y siguen superpoblándola- se vieron amenazados por ojivas nucleares. Y así infinitamente, sin solución de continuidad, tanto para anónimos como para los que también trascendieron en algunos de aquellos universos que no contemplamos.

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Fue entonces, en una de las tantas e ignotas dimensiones que Michael Collins, el tercer astronauta de la Apollo 11, aquél que se quedó orbitando en el módulo de mando Columbia mientras sus compañeros Armstrong y Aldrin eran los primeros seres humanos en poner un pie en la luna, tuvo la oportunidad de hacer lo propio algunos años después en una misión ultra secreta que planificó la NASA. Se desconoce quiénes participaron, tanto desde el control en Tierra como los tripulantes que lo acompañaron, y tampoco se le dio un nombre a la misión. Los colaboradores se refieren a ella como TNEM: The NonExistent Moon Mission. Esta vez, el módulo lunar llevó un solo pasajero, lo cual facilitó la tarea de alunizaje en la zona del Océano de las Tormentas; mientras que los otros dos tripulantes quedaron en órbita hasta tanto concluyera la aventura de Collins sobre la superficie del satélite. Poco se sabe de lo ocurrido en esos días, puesto que los archivos fueron destruidos en su totalidad para evitar la filtración de contenidos que pudieran comprometer el carácter secreto de la misión. No obstante, Collins, que una vez retirado de su actividad profesional se dedicó a la escritura, cuenta entre sus obras con narraciones de ficción en las que se infiere que este evento efectivamente ocurrió. A continuación, un fragmento que forma parte de un libro de misceláneas de su autoría: (…) El primer contacto fue leve e impreciso, como si ese movimiento entrañara cierto espíritu de profanación, como si me estuviera adueñando de algo que no me pertenecía cuando en realidad ella era parte de un todo del que nadie podía ejercer título de propiedad. ¿Quién posee los derechos sobre la luna…? En definitiva, ni siquiera es patrimonio de la humanidad, pensé, de la misma manera que nuestro propio planeta azul tampoco nos pertenece. Eso me animó, al momento de poner el segundo pie sobre su superficie, porque al fin y al cabo nadie podría contar las huellas. Y además, el módulo en el que me había transportado hasta ahí difería de los anteriores, en los que el sector de alunizaje dejaba su rastro, mientras que el de despegue volvía a acoplarse con el de mando, en órbita y a la espera. Se habían cuidado los detalles a tal punto de que toda la investigación pudiera ser clasificada y solo unos pocos supiéramos de ella. Di mis primeros pasos con cierta torpeza, pese a la extensa práctica en Tierra, acostumbrándome a la escasa gravedad reinante, al compás de la

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extraña música de la sangre corriendo a contratiempo por mis arterias y mis venas y atento al sincopado ritmo que producían el respirar con los latidos del corazón. El traje y el casco actuaban como una caja de resonancia perfecta. Me detuve para observar el paisaje imperfecto de lomas, hondonadas y cráteres; cicatrices formadas a partir de los impactos y roces de otros cuerpos celestes, impiadosas evidencias de la desprotección de un satélite con una atmósfera demasiado tenue para un universo tan alocado y dinámico. El contraste entre la luna blanca y brillante de la infancia, aquella a la que miraba con ojos de niño que pretendía alcanzarla, aunque más no fuera en la fantasía más absurda, con esta luna gris y opaca resultó menos agresivo de lo que hubiera creído. De hecho, me invadió un sentimiento de gratitud por permitírseme acceder a esta intimidad de la que pocos hombres pudieron ser testigos. Una de las alarmas me arrancó de la ensoñación para recordarme que contaba con apenas tres horas de aire en los tanques, por lo que me dediqué afanosamente a tomar muestras de la superficie y a efectuar las mediciones para las que se me había enviado en esta expedición. Cuando la tercera alarma indicó que el tiempo se estaba acabando eché un último vistazo: el sol se veía casi en la misma posición de cuando se produjo el alunizaje; de un amanecer lunar a otro pasan casi veintinueve días terrestres. Y se me ocurrió que desde allí, un atardecer romántico al lado de una mujer sería una gloria, tal el tiempo con el que contaría para seducirla. Me despedí en una ceremonia íntima, acariciando el suelo con suavidad y cerrando los ojos con fuerza para evitar que las lágrimas empañaran el visor del casco. Me sentí feliz. Ya con los motores encendidos para el despegue y en contacto con el módulo y con la Tierra me llamó la atención una piedra recogida en la superficie Supe en ese momento que querría llevarme ese pedazo de luna a casa. (…)

Nota: Desde aquel día y hasta hoy, no se realizaron más misiones tripuladas a la Luna.

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Cecilia Gómez Nale

LEX INTER DIMENSIONEM

Los viajes interdimensionales se convirtieron en un problema cuando la ciencia avanzó lo suficiente como para que cualquier persona pudiera cambiar de dimensión sin que eso conllevara ningún riesgo ni consecuencia alguna para la propia integridad. Al principio no fue mayor inconveniente, ya que eran pocas las dimensiones en las que se había llegado a conocer los métodos para llevar a cabo los intercambios y los acuerdos se realizaban de palabra entre los yoes involucrados: duración, época y lugar. Por ejemplo, estaba prácticamente estandarizado que las estancias no podían superar el mes calendario y que si ambos estaban de acuerdo, ese lapso podía alargarse o acortarse según las circunstancias. Todo era cuestión de que se re pautaran las condiciones y cada uno volvía a su dimensión en tiempo y forma. Es bien sabido que la coexistencia de dos o más yoes en una dimensión es físicamente imposible, ya que eso altera por defecto la dinámica de la dimensión y todos los sucesos que se conectan en red en sí mismas y con las otras. Sobre todo, desde que se descubrió que las dimensiones no son realidades paralelas, sino que muchas veces se producen desvíos que hacen que dos o más de ellas se fusionen en una nueva dimensión resultante de dicho fenómeno. Consistente con este punto, es menester considerar la aceleración y/o desaceleración de la temporalidad, en el caso de que el intercambio se realice en diferentes épocas, ya que por determinadas singularidades de las que las dimensiones son susceptibles, ocurre que el tiempo parece correr más rápido o más lentamente. Sin embargo, las irregularidades no se dieron tanto por las cuestiones físicas de las dimensiones -que por otro lado, suelen ser predictiblessino más bien por la imprevisibilidad de algunos usuarios en cuanto a cambios de permanencia e itinerarios. Por caso, algún yo aquerenciado con la dimensión visitada se rebelaba a respetar las condiciones contractuales; incluso hubo situaciones en las que un yo ajeno a una dimensión dada intercambió con otro yo a espaldas del habitante original, lo que terminó desencadenando infinidad de jurisprudencias y nuevas legislaciones que hasta tanto acuerden entre las dimensiones involucradas se ha determinado que los viajes interdimensionales estén prohibidos hasta nuevo aviso.

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Horacio Tort

CIENCIA FICCIÓN

1 Señores Almacenes y Grandes Tiendas Espaciales A quien corresponda: Ante todo, me presento para que sepa usted quien le escribe. Mi nombre es Lucho y soy el Navegante Interespacial Solitario puesto en funciones a partir de enero de 2014 y hasta enero del 2016. Imagino que sabrá usted, y si no le cuento, que he sido asignado por mi país, Argentina, a la exploración de planetas en búsqueda de vida animal o vegetal y con la anuencia del Comité Intergaláctico Sudamericano con sede en Canelones, Uruguay. Como podrá usted imaginar, mi misión es de vital importancia ya que la posibilidad de encontrar lo que buscamos es de una en un montón, y este planeta en que vivimos, pobrecito, se encuentra en las diez de ultima y vaya usted a saber cuánto falta para que se harte de nosotros por el maltrato al cual lo exponemos y explote de pura rabia nomás. Es decir que el tiempo premia como se dice vulgarmente. Ahora que, usted, Sr A quien corresponda, al menos sabe quién soy y la importancia de mi misión, quisiera pasar a comentarle el motivo de esta carta. Solo quiero ponerlo en conocimiento que ya he reclamado en reiteradas ocasiones la provisión de un nuevo traje intergaláctico ya que el mío se encuentra en condiciones lamentables luego de haber explorado 171 planetas el año pasado en distintas galaxias. Y como asumo que usted sabe, por contrato me corresponde uno por año de trabajado y son ustedes quienes deben proveerlo. Así que por favor, háganmelo llegar de inmediato, no sea cosa que tenga suerte y encuentre un plante habitado y tenga que presentarme con esta apariencia andrajosa. Adjunto a la presente encontrará usted el formulario donde explico los motivos del requerimiento. Podrá usted leer que al natural desgaste que tiene en traje espacial en el SMP (Salto Molecular Programado) por el desmoleculado y posterior moleculado que implica el salto entre planetas, el cual le aseguro no es moco de pavo, el traje ha sido sujeto a distintos entornos agresivos. Así fue como en un planeta, que ya no

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recuerdo cual fue, caí en medio de un charco y me enterré hasta la rodilla, en otro el viento me llenó de extrañas plumas que se adherían al traje, y hasta en otro pisé un excremento que olía espantoso, por contarle solo algunas de las inclemencias a las que he tenido que enfrentar en estos planetas inhabitados y sin ningún vestigio de vida vegetal o animal. Yo seguiré firme en mi misión, encarada con el profesionalismo de siempre, hasta encontrar un planeta habitable donde la humanidad pueda ser acogida cuando sea necesario abandonar nuestra querida Tierra. De ustedes depende que me vea presentable cuando ello suceda Saluda cordialmente Lucho NIS (Navegante Interespacial Solitario)

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Horacio Tort

CIENCIA FICCIÓN

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“A lo largo de la historia, el mundo entero fue testigo de la aparición de todo tipo de profetas y adivinos, que entre otras cosas, lanzaron profecías sobre el fin del mundo. Pero el mundo sigue en pie desmintiendo la veracidad de estos sucesos”. Dan Ruskin, Science Bureau President, UN 31 de diciembre, 2014, Kampala, Uganda. Elu, niño de la tribu buganda, de 8 años, entra en trance y comienza a repetir un puñado de frases en un idioma extraño que, semanas después, un lingüista consultado identifica como sumerio. 31 de diciembre, 2014, Nepal. Gamesh, un pequeño lama de 8 años entra en trance y comienza a repetir un puñado de frases en un idioma extraño que se supone se emparenta con el elamita. 31 de diciembre, 2014, Amazonia, Brasil. Un niño de 8 años de la tribu Huni Kui entra en trance y comienza a repetir un puñado de frases en un idioma extraño que aparentemente tiene raíces en común con el acadio. Similares hechos suceden en la misma fecha en Alaska, Filipinas y Siberia, siempre niños de 8 años, siempre la repetición de unas pocas frases expresadas en lenguas muertas, pero no las mismas. Se identificaron el hitita, copto y sanscrito 11 de enero, 2015. Andreas Korakakis se encontraba en su casa. Arqueólogo griego de 60 años y uno de los más reconocidos lingüistas a nivel mundial, especializado en lenguas muertas, autor de numerosos papers y conferencista de fama mundial, era la persona a consultar cuando de lenguas muertas se trata. Esa noche Andreas se encontraba tomando un whisky y viendo la luna sobre el mar cuando escuchó un auto que

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se acercaba hasta su casa, lo cual le resultó extraño dada la hora. Eran las 11 de la noche. Su casa estaba muy apartada, en una península de la isla de Mykonos. Para llegar desde Hora había que conducir un buen rato hasta llegar al Royal Mykonian Resort & Thalasso, frente a Elia Beach, y a partir de ahí a los visitantes le esperaba lo peor, unos cuarenta minutos de camino de tierra, angosto, mal señalizado y bordeando el desfiladero. Es por eso que nadie lo hacía de noche. Para que llegaran a esta hora solo había dos opciones, o era por algo importante o estaba en peligro. Fue este ultimo pensamiento el que le hizo abril le cajón de su escritorio donde guardaba una Glock con su cargador completo. Solo se tranquilizó cuando vio que se trataba del Land Rover del consulado americano y a Brandon Skyrios, el agregado militar, bajar con un maletín y acompañado por una mujer a la que no reconoció. Conocía a Brandon de algunas reuniones sociales a las que no tuvo más remedio que asistir. Y hubiera recordado a esa mujer de haberla visto antes, de eso estaba seguro. Luego de darles la bienvenida Skyros le presentó a su acompañante. Se trataba de la Dra. Eleonora Peyton, una morocha de unos 45 años, muy bonita y de esplendida figura, y astrónoma y exobióloga de prestigio mundial. Luego de servirles un café y una copa con agua, se sentaron en los sillones del living y Brandon le contó de los extraños sucesos que se habían dado en distintas partes del mundo, de cómo el Comité de Investigación Científica de la ONU había tomado el control de inmediato en cuanto los lingüistas locales los pusieron en conocimiento de sus hipótesis, de cómo pasaron de no darle importancia un niño en trance, a estar realmente preocupados a medida que, con el paso de los días, se iban enterando de similares sucesos en distintas partes del mundo. También le comentó que les habían exigido, a los lingüistas que reportaron los sucesos, mantenerlo en total secreto hasta tanto se tuviera más información. Luego le explicó lo poco que sabían hasta ahora, donde habían ocurrido los sucesos, las coincidencias de fechas y en las edades de los niños, que todos ellos eran varones, sanos, normales hasta entrar en trance, provenientes de familias cuyo árbol genealógico se remontaba a los orígenes de cada etnia. También le explicó que si bien habían podido identificar las lenguas muertas y cuáles eran, o al menos creían haberlo hecho, necesitaban de sus conocimientos para traducir los mensajes ya que abrigaban la presunción, en virtud de las similares duraciones de los mensajes, de que todos ellos podían estar diciendo lo mismo, lo que hacía imperioso el saber de qué se trataba. Luego de escucharlos a Andreas le quedaba muy claro porque tenían que recurrir a él y de qué manera podría ayudarlos, pero no creía

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entender que papel jugaba una astrónoma y exobióloga como la Dra. Peyton en esta situación. Por supuesto, su curiosidad le hizo preguntar al respecto, luego de acceder a ayudar en lo que estuviera a su alcance. Brandon y la Dra. se miraron por un breve instante y fue ella quien tomo la palabra. Explicó que lo único que podía decirle en ese momento era que habían detectado actividad inusual en la galaxia de Andrómeda que podría afectar al planeta en el futuro. Que esa actividad inusual había comenzado al mismo tiempo que los trances de estos niños y que no podían descartar la hipótesis, por extraña o descabellada que parezca, que ambos sucesos puedan estar vinculados. La idea de trabajar en equipo con la Dra. Peyton no le molestó en lo más mínimo y pusieron manos la obra. Brandon abrió el maletín y extrajo 6 estuches y los puso sobre la mesa ratona alrededor de la cual habían estado conversando. Cada estuche tenía una portada en la cual se detallaba la ciudad, país, nombre del niño, edad, información familiar y del contexto social donde se desenvolvía y la lengua muerta que Andreas debería traducir. Al abrirlo había una filmación del niño en pleno trance y su entorno y grabaciones de audio. Se notaba que no eran caseras sino que habían sido relevadas por profesionales. Brandon consultó si necesitaba de mucho tiempo para traducir los seis mensajes. Andreas notó que instintivamente Brandon había usado la palabra mensaje pero no hizo ningún comentario al respecto. Luego de mirar los seis estuches, Andreas tomó el de Boris, un niño siberiano que al parecer hablaba en sánscrito o al menos una lengua emparentada. El sánscrito era una lengua que el dominaba por su uso en escritos teológicos y le pareció correcto partir de allí. Los invitó a pasar a su escritorio para ver la filmación y escuchar la grabación, luego de lo cual podría darles una idea del tiempo que le llevaría el resto de los materiales, siempre asumiendo duraciones similares y distintas complejidades de traducción. Explicó, a modo de ejemplo, que su dominio del hitita y el acadio era algo más limitado y que podían llevarle más tiempo que las otras lenguas. Puso el CD con la filmación en su laptop, la conectó con una pantalla de 42 pulgadas que tenía en la pared el escritorio y vieron la filmación que sólo duraba 7 minutos, en los cuales Boris repetía las mismas oraciones doce veces. Andreas fue traduciendo mentalmente algunos pedazos de frases, algunas palabras sueltas lo que le dio la idea de que si se trataba de un mensaje, pero no quiso anticiparles nada hasta tanto tener la traducción completa. Puso el CD con el audio en su equipo de audio Bang & Olufsen y antes de poner play se acercó a un carrito bar desde donde les ofreció algo de tomar. Brandon optó por un Jack Daniels; Eleonora, porque para ese entonces ya era Eleonora, eligió tomar Ouzo, y él se sirvió un single malt. Apretó play y se sentó en su escritorio y tomó un lápiz y unas hojas de la impresora a su lado. Repitió la grabación tres veces. Las notas que tomó, si bien no representaban la traducción completa, lo

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dejaron perplejo. Eran palabras sueltas o pedazos de frases aun inconexas, pero preocupantes. Hablaban de un “viaje en el tiempo”, de “colonización”, de “libre albedrío”, de “guerras”, “hambre”, y lo que más le preocupó a Andreas, de “regreso pactado”, “examen final” y “castigo”.

− Necesitaré más tiempo para traducirlo completamente. Sólo puedo adelantarles que esto no se ve bien.

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Daniel Goldenberg

EL ÚLTIMO

El más antiguo de los cuatro obeliscos atravesaba, como una daga blanca, el corazón en ruinas de la Ciudad Vieja. La motoesfera se deslizaba impasible, a través de la densa nube de vapor que cubría la enorme e inmunda extensión del Gran Canal, hasta sus confines con el Mar Pantano. Sobre cada azotea aún en pie, emergían desafiantes, diferentes micromundos: los unos, repletos de alimañas indescriptibles; los otros, de pequeños grupos de infames; inevitablemente reunidos alrededor de algún fuego casi extinto bajo el mismo humo negro que emanaba de aquellos minúsculos basurales en llamas. A la vista de la motoesfera, la mayoría de los infames buscaba refugio en el interior de los edificios, pero algunos pocos, más audaces, arrojaban inútilmente restos de escombros y otras porquerías; maldiciendo con puños repletos de impotencia, la presencia inconmovible que los amenazaba desde el aire. Sobre una de las terrazas que apenas emergían al comienzo del Mar Pantano, el biolocalizador detectó su señal: ella estaba viva. Suspendí la motoesfera en gravitación pasiva a unos treinta metros de altura y descendí sobre la azotea de un solo salto, amortiguado por las bondades hidráulicas de mi viejo exoesqueleto Moebius-M30. Un puñado de infames salió a mi encuentro con sus rostros tiznados de furia, arrojándome una andanada de objetos de lo más variado, que no hacían más que rebotar inofensivos sobre mi fiel armadura de grafeno. Ella se abrió paso entre el pequeño grupo de miserables y extendió sus brazos en señal de alto el fuego. Los infames detuvieron de inmediato la lluvia de absurdos misiles, sin sospechar que acatando aquella orden, habían salvado sus propias y desdichadas vidas. Bajé el arma y la enfundé en un gesto visible y ampuloso.

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Ella vestía, aún, su uniforme negro. Sin decir una sola palabra, tomó mi mano y me llevó por una pequeña puerta, escaleras abajo. Sorteando escombro tras escombro, accedimos a una terraza interior, iluminada por la luz proveniente de un magnífico ventanal de cara al Mar Pantano. El intenso resplandor me impedía discernir las formas concretas que me sugería la enorme silueta a contraluz, erguida como un dios antiguo en medio de la estancia desbordada de sol. Aún tomado de su mano, ella me acercó hasta la base de aquel objeto maravilloso:

− Es por esto, que no regresé a Nueva Buenos Aires − me susurró al oído, casi como una disculpa. Acaricié con ambas palmas la delicada rugosidad de aquella superficie mágica, deteniéndome, con las manos aún temblando, sobre el frágil brote que apenas asomaba desde lo profundo de un bello y antiguo nudo.

−¿Está vivo? − pregunté al tiempo que caía de rodillas ante la mirada compasiva de ella, como única respuesta.

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Gisela Krapf

CIENCIA FICCIÓN

No voy a ahondar en la historia de ellos, no quiero explicar cómo fue que todo terminó de esa forma, ni mucho menos voy a juzgar si estuvo o no bien lo que ocurrió. Me limitaré a explicar por qué se conocieron y cómo, ya que es importante que ustedes solamente sepan eso para fijarse en cómo van a vivir la vida que el MAO (Ministerio de Asuntos Oníricos) les ordena llevar. El mundo antes era diferente. La gente, cuando dormía, no se conectaba a las computadoras de disminución de ondas cerebrales, que nos hacen descansar tan bien, sino que soñaban, lo que significa que se representaban en la fantasía, imágenes o sucesos, producidos por algo llamado subconsciente, que creían que existía, pero es muy complejo describir esa tontería en este momento. Cuando el MAO comenzó con esta mejora de evitar el sueño, para que nosotros descansáramos mejor, pues está comprobado que al imaginar esas sinrazones, el cuerpo no aprovechaba al máximo el reposo, hubo un grupo de personas que decidieron escaparse a vivir lejos del control, en condiciones infrahumanas, sin higiene, ni protección, casi de manera salvaje. Claro que llegó un momento en el cual la supervivencia se les hizo imposible sin mezclarse con la civilización, por lo que tuvieron que encontrar la manera de conseguir alimentos, medicación y otros tipos de insumos que todo ser vivo requiere. Crearon así lo que se conoció como la RIO, que sería la Representante de Imágenes Oníricas. Esta peculiar máquina, no más grande que una mano, la llevaban a las casas de quienes los contrataban. Sí, esa parte me la salté. Ellos se alquilaban para soñar: se conectaban los decodificadores de imágenes en la cabeza, y se mostraba en la pantalla todo ello que soñaban, para que quien los hubiese contratado, viera y casi viviera esos sueños. Era una conducta condenada con la muerte por el MAO, y era necesario que no se los descubriera. Cobraban por ese servicio una cantidad determinada de alimentos y otros menesteres. Fue así como se conocieron Alma y Lacio, ella se alquiló, el la contrató y dicen, quienes conocen mejor que yo la historia, que ella soñó que lo conocía a él en otro ámbito, como en el pasado, cuando los seres humanos aún soñaban, se amaban, sonreían, y de hecho, podían casi, casi, hacer de su vida lo que quisieran ¿Se imaginan semejante rebeldía?

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Federico Cahn Costa

CIENCIA FICCIÓN

Algunas preguntas sobre la Ciencia Ficción que no logro dilucidar o la Cajita Feliz de los alienígenas: ¿Por qué suponemos que el pasado fue luminoso y el futuro oscuro? Quizás el pasado fue peor y lo luminoso sea el futuro. ¿Qué sucedería si en el futuro encontramos un planeta habitado por pollos? ¿Qué sucedería si los alienígenas un día nos encuentran y deciden que nosotros somos pollos? ¿La epidemia de hiperobesidad que invade algunos países será parte de un plan? ¿McDonald's será propiedad de los aliens? ¿Cómo los convencemos de que la soja es mejor y más rica? Y si les damos de comer políticos, ¿no descubrirán que son duros, viejos, amargos, desagradables, asquerosos y que una sobredosis da diarrea? ¿Que son como la comida chatarra? ¿Que en la fotografía se ve bien pero luego no alimenta, la porción es pequeña, fría y poco nutritiva? En una de esas en este sendero encontramos la solución de muchos males. Y recuerden que de todas las novedades de Star Trek la única que aún no está disponible es la de la Teletransportación.

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Mariángeles Soules

CIENCIA FICCIÓN

20 de septiembre de 3047. Hoy cumplo 90 años y soy la primera de esta comunidad, de haber nacido bajo la superficie de la tierra. Mis padres, al igual que los de todos mis amigos, fueron visionarios de lo iba a suceder en nuestro planeta y decidieron construir una ciudad subterránea en la zona a la que nuestros antepasados la llamaban Cuzco. Ellos aseguraban que allí podríamos sobrevivir a la guerra nuclear que se avecinaba. Aquí tenemos todo lo necesario para la subsistencia, nos alimentamos exclusivamente a base de pescado y vegetales, con ellos elaboramos todo tipo de comidas y telas para confeccionar nuestra vestimenta. Los pioneros, como así los llamamos, diseñaron una quinta tan sofisticada en la que tenemos gran variedad de frutas y verduras las que, además de alimentarnos y vestirnos, elaboran el oxígeno para respirar y los deshechos se aprovechan para alimentación de los peces, el abono de las plantas y la elaboración de energía. En el acuario hay diferentes clases de peces en distintas y gigantescas piscinas separados por especie y tamaño. Tenemos una biblioteca con miles de libros para nuestros ratos de ocio y grabaciones de lo que era la vida en la superficie, con las cuales recordamos que estamos mejor acá. Ninguno de nosotros conoce el sol, no sabemos si hay o no gente sobre la faz de la tierra ya que desde que nuestros padres ingresaron a este refugio nunca más se abrió la entrada, que se encuentra al fondo de una caverna muy profunda, y la que se selló para salvaguardarnos de lo que pudiese suceder cuando empezó la guerra. Aquí somos todos hermanos, nos organizamos a través de un Consejo de mayores, que son todos aquellos que ya cumplieron los 65 años pero que no hayan pasado los 75, los demás simplemente hacemos lo que se decide. No sé cuánto tiempo más me queda de vida, pero antes de morir me gustaría conocer el calor y la luz del sol, caminar descalza por el pasto y

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la arena y sentir la brisa del mar sobre mi cara, porque según me contaba mi madre esas eran las cosas que extrañaba porque le daban un placer incomparable. Quizás algún día alguien encuentre entre mis pertenencias esta carta, hoy me despido con el anhelo de que a donde vaya después de mi partida encuentre esas cosas que nunca conocí. Esperanza Rodríguez

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Maribel Martínez

DE OTROS SITIOS TRANSPLANETARIOS

El sitio es todo de un acero plateado traslúcido. Mi ser se eleva a dimensiones infinitas. Nuestra hermandad posee la posibilidad de restituir órganos vitales desde la oscilación de chacras de alta superioridad. Nos interconectamos más allá de la vía láctea. Existen multiplicaciones de ellas. Se comandan naves azules de alta velocidad. Las leyes de intercambio de dones y poderes, se articulan cada seis lunas. No hay tiempo ni espacio limitado. Aromas congelados emanan olores nuevos, exquisitos. Y la vegetación en estado experimental, nos da vitalidad. Aun así la sobrevivencia es óptima.

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Cecilia Pérez

CIENCIA FICCIÓN

El Consorcio Universal no salía de su asombro. Intra y Extraterrestres habíamos definido a cara o seca un método que los antiguos utilizaban frente a toda duda. No como los modernos, que resolvían declarando guerras. ¡¡¡Ganamos!!! Por la extinción masiva e instantánea de la especie. ¡Y fue justicia! Ellos, los extra, venían de vacaciones al Planeta; los intra no teníamos esa posibilidad. Nos tildaron de torpes, locos, insanos... ¿Qué destino correrían la belleza, la alegría, el amor? El mismo que el dolor, las miserias, la enfermedad y el odio... NINGUNO, contestamos. Y juntos cerramos los ojos, a esperar la NADA.

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María Guerra Alves

VIAJE AL PASADO

Mayo de 1995. Faltaban pocas horas para mi cumpleaños. Los últimos meses habían sido muy duros. La muerte de mi primo nos había marcado. Para todo aquel que había tenido la suerte de conocerlo, había sido la mejor persona de la Tierra. También nos afectó el fallecimiento de su novia, a la que tratamos durante poco tiempo, pero el suficiente para poder asegurar que era la mujer que él estaba esperando. Una pareja perfecta, como la de una novela. Se fueron juntos, en el mismo instante. Un asesino al volante les había quitado la vida, una soleada tarde de septiembre. Ellos perdieron sus sueños. Él, sólo el registro de conducir. Jamás supo lo que significa estar en prisión. Aquella noche estaba agotada. Demasiado trabajo, que requería una energía que ya no tenía. Sonrisas dibujadas, sólo para disimular el dolor, ante criaturas que reclamaban mi atención. Cuando desperté me sentí extraña. Me di una ducha rápida. Preparé un café bien cargado, en una taza grande y salí. Las calles de la ciudad se veían diferentes. Me detuve en un kiosco de revistas. Los titulares de los diarios transformaron mi cara. El comerciante me preguntó si me sentía bien. Mentí. No, no podía ser. Decía Mayo de 1989. Volví a fijar la vista en uno y otro periódico. Mis ojos no me estaban engañando. Continué caminando. Me crucé con un alumno. Disimulé saludándolo como si nada hubiera sucedido. Sin planificarlo, llegué a la casa de mi primo. Me recibió con la misma amabilidad de siempre. Fuimos a la cocina. Sacó de la heladera un exquisito postre elaborado por mi tía y una botella de gaseosa. Le dije que venía de 1995. Le conté todas las novedades familiares y de amigos, con lujo de detalles, excepto su muerte y la de su novia. También le comenté acerca de los cambios tecnológicos de los últimos años. Creyó cada una de mis palabras y prometió mantener el secreto. Le dije algo que siempre sentí y que nunca había exteriorizado: “Sos el hermano que

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nunca tuve”. Nos despedimos con un fuerte abrazo que tal vez jamás hayamos tenido. Regresé a mi casa. En realidad, la de mis padres. Estaba el primo hermano de mi mamá, tío paterno de mi primo. Actué con naturalidad. No podía adelantarles semejante noticia. Llegó la noche. No me podía dormir pensando cómo hacer para evitar la muerte de Omar y Verónica. Miles de imágenes invadieron mi mente. Lo único claro era que yo no me convertiría en una asesina. No le quitaría la vida a ese ser despreciable. Pero haría todo lo que estuviera a mi alcance para que ese 18 de septiembre no fuera el peor día de mi existencia. Desperté en otra cama, en otra casa, en otro tiempo, en otro estado. Mayo de 1995. Mi primer regalo del cumpleaños número veintinueve: el reencuentro con mi primo. Dios quiso que así fuera. A partir de entonces, espero ansiosa el mes de mi nacimiento, con la ilusión de volver a recibir el mismo obsequio.

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Daniel Dionisi

L R B (CAJA DE RESERVA DE MIRADAS EN SU SIGLA INGLESA)

Ya sé. Ya te lo conté. ¿Te acordás? Vos tenías ganas de verme, de conocerme más, de volver a encontrarme. Y yo también quería verte, volver a besarte. Porque no te olvides, a los 9 minutos de conocerte te besé en la boca. Entonces vos me dijiste por chat, ¿te acordás del chat? Me dijiste “Sí, me caíste bien”. ¡Me caíste bien! “Me caíste bien” y te había encantado que te besé en la boca a los nueve minutos de conocernos. Nunca nadie te había besado en la boca a los nueve minutos. Entonces yo te dije que estabas "pasteurizando" la frase. Y cuando me disponía a subtitularte lo de “pasteurizando”, me paraste en seco con la mejor risa del mundo y me dijiste "Bueno, tenés razón, no pasteurizo nada, me encantó". Una mujer que en tres palabras te exhibe con impudicia su inteligencia, te enamora. Ya conocía tu boca y al poco tiempo conocí tu piel ¿te acordás? ¿Cuánto hace de eso? Ya pasó un siglo. Creo que chateábamos por celular. Los buenos tiempos, ¿no? Hoy me invadieron todos los recuerdos ¿Te acordás de mi LRB? No la usé nunca desde que te fuiste. Lo pensé muchas veces pero me daba miedo. Es una LRB vieja, de las que venían sin filtros de emociones. Vos tenías una igual, me pregunto si la conservarás todavía. Me costó mucho. Vos sabés que ni siquiera miro tus 3D holográficas. Te llevo en el alma pero no quería ver tu cara. Sin embargo hoy me animé. Me decidí a usar la Caja de Reserva de Miradas. ¿Te acordás que tengo varias miradas tuyas guardadas? Hasta una del día que te fuiste. Poco a poco tus miradas se fueron encendiendo. Al principio aparecieron las miradas firmes y plácidas, las que muestran tu integridad. Creo que una era del día que nació Manuel. Esas miradas irradian una luz tenue y muy blanca que ya me empezó a generar la sensación de bienestar que siempre me produce tu cercanía. El programador de la caja estaba en automático y enseguida disparó la

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música justa para esas miradas. La trompeta lánguida de "Islands". Sí, música vieja, viejísima. Mi viejo tenía ese disco de King Crimson. Empecé a bailar solo. La verdad, y lo digo sin vanidad, cuando bailo bajo tu mirada me muevo realmente bien. Casi diría que soy un gran bailarín. A medida que avanzaba la noche tus miradas se encendieron y aparecieron los colores. La música cambió. Una mirada de fuego iluminó la pared de ladrillos líquidos con una luz muy naranja, otra se estrelló contra el techo de plasma y encendió una vieja película casera. Ahí te vi. Te vi desnuda, de espaldas pero mirándome con el rabillo del ojo. Esa mirada se estrellaba con la otra, con la que iluminaba la pared, y saltaban chispas. Tu espalda era naranja. De pronto sentí una explosión y la casa se convirtió en un estallido de maravillas. Y justo ahí apareció la mirada más intensa, la más encendida de todas, la que me persigue desde que te fuiste, la que me hace volar. Apareció la mirada que contiene todos los colores. El arco iris cruzó mi cama. Creí que te sentía, que vibrabas, que todos los colores te penetraban. Como ayer, como antes, como siempre. Creí que estallábamos juntos y que tus miradas se fundían con las mías generando la luz más intensa, iluminando nuestras vidas. Creí. De golpe volvió el silencio. Se apagaron los colores. La batería de mi viejo LRB está muy gastada. El ambiente retomó la calma oscura. No te puedo mirar, no te puedo tocar. Desde que te fuiste vivo tibio, pasteurizado (¿te acordás?) Estoy viejo, solo. Te extraño.

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María Gabriela Failletaz

ESPERANZA II

Frente a mí, yace el espejo devolviéndome la imagen como todas las mañanas. Ambos cuernitos equidistantes, simétricos, sobre los pabellones en asa de las orejas. Las órbitas oculares renegridas enmarcando los huecos profundos. El apéndice olfatorio en pan de pancho bien ubicado en la línea media de la esfera de mi cabeza. El maxilar retraído con la boca desdentada lineal y diminuta casi desdibujada. Por entre las circunvoluciones del occipital aflora mi único mechón de pelo verde, el que modelo en forma de bucle. Abrocho un collar de luces intermitentes alrededor de mi cuello. Solo resta colocarme el traje dorado nuevo y calzarme las botas de resortes Salgo al espacio exterior. Extiendo mis extremidades aún replegadas por la modorra. Debo viajar años luz para llegar al asteroide de mi despacho. Allí me espera la pila de expedientes de los turbados e incorregibles humanos que aguardan la intervención de mi justo criterio y de la ética del código transplanetario para resolver las severas y catastróficas consecuencias de sus desprolijas conductas.

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EDICIONES LIPE DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2015


LIPE LIPE


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