´ por el bien del projimo entrevista a la Dra.
Juana Ceballos
perfil
Una infatigable trabajadora social
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Juana Ceballos es abogada, asesora jurídica en temas de vivienda social, vicedirectora de Cáritas Buenos Aires y una de las autoridades del Foro Ecuménico y Social. Es viuda, tiene una hija y una nieta.
“La Universidad de Jerusalén, lo mismo que la de Michigan y la Escuela de Salud Pública en España, midieron qué pasa en el cerebro de la gente que hace cosas por otras en forma sistemática. Un empresario que pone el alma en desarrollar en su empresa la RSE hace cosas por los demás; un profesor que también trabaja haciendo cosas por los demás, en fin, gente que, a través de la ocupación que tiene, está en el mundo haciéndose responsable del otro. Se ha demostrado que tienen menos estrés, menos úlcera, menos ataques cardíacos y viven más años. Juana Ceballos, de Caritas, un emporio de bien, es el ejemplo vivo de lo que estoy diciendo”. Estas frases son un fragmento de la exposición que Bernardo Kliksberg pronunció en Madrid, en 2006, durante el Coloquio "La RSE y ONG en su vínculo con la sociedad".
Han pasado cuatro años desde que dijo esas palabras y “Juanita”, como todos la llaman, sigue hoy, con 80 años, más activa que nunca, con una vitalidad y rapidez mental admirables. Juanita es abogada y una de las precursoras en temas de vivienda social. También constituye uno de los pilares de Cáritas Nacional y del Foro Ecuménico Social, asociación sin fines de lucro que tiene como objetivos impulsar y difundir conceptos y acciones de RSE y ONGS y resaltar la importancia de las organizaciones de la sociedad civil y de los empresarios en la transformación del país.
´ mo Juana Ceballos por el bien del proji P: ¿Qué la impulsó a dedicar gran parte de su tiempo a cuestiones sociales?
- R: Siempre tuve en mira la cuestión social. Y la motivación fundamental creo que fue devolver a la comunidad todo lo que había recibido gratuitamente, porque si. Nací en un hogar feliz. Estudié en un colegio privado. Fui a la facultad del Estado porque en ese momento no había privadas. Tuve vacaciones, veraneos, fiestas, en fin, todo, lo que a una joven le gusta. No tuve que trabajar para costear estudios y, si bien mi padre afrontó todos los gastos -la universidad era gratuita, pagada por todos- aunque la beneficiaria era yo. Allí decidí que parte de mi trabajo seria gratuito, para quienes lo necesitaran. Por eso atendí durante años en la villa 1-11-14, participé en planes de capacitación en salud, costura industrial, talleres de participación ciudadana.
P: ¿Y cómo comenzó?
- R: Si para el tren, yo lo tomo. Cuando me quedé viuda después de dos años y medio de casada y una beba de meses, decidí terminar mis estudios de abogacía. Al enviudar, mi madre me dijo: “no te metas en esas cosas raras que te metés vos” porque de soltera yo había trabajado en el leprosario. Un día, el marido de una amiga me llamó para avisarme que iban a erradicar una villa y, como yo era abogada, me contactó con un cura que necesitaba asesoramiento para los habitantes del lugar. El profesional que solía ayudarlos estaba asustado porque le había desaparecido un hermano y tenía miedo. Era una época difícil.
P.¿En todos estos años, qué actividad relacionada con la responsabilidad social le ha dado mayores satisfacciones? - R: Evidentemente los planes de vivienda de interés social. Estuve en ellos desde 1978, en una ONG de voluntarios que hizo dos barrios y tres planes de lotes y servicios con más de 2000 viviendas. Participé en un plan de Caritas que dio respuesta a las inundaciones producidas por el fenómeno climatológico El Niño a fines de los ‘90 y, actualmente, en un programa que se lleva a cabo con fondos del Ministerio de Infraestructura desde el año 2004, que ya está iniciando la quinta etapa con un total de 4000 viviendas. Todo ello por autoconstrucción asistida. Es que un plan de viviendas es un eje alrededor del cual pueden realizarse muchos otros programas, significando un cambio de vida que es fundamental para los destinatarios. Pero también es importante para los que, de alguna manera, están involucrados: los profesionales de la construcción que aprenden a trabajar con personal no capacitado y que tienen que capacitar atendiendo a la cuestión social ya que una casa no es solamente eso sino es un hogar; las Caritas locales que tienen que afrontar una tarea nueva y coordinar los planes; para las mujeres que descubren que pueden, y para los varones que deben aceptar esa participación en la obra que no era lo común y que adquieren un nuevo respeto en el trabajo común.
P: ¿Qué consejo le podría dar a una persona que está empezando a hacer trabajos sociales? - R: Que emprendan los trabajos con alegría, entusiasmo, con fe en los destinatarios que tienen ideas muy claras de lo que quieren o necesitan aunque, a veces, no sepan expresarlo. Con respeto y con sinceridad, en el convencimiento de lo que hacen. Que no se desanimen ante los inconvenientes –que los tendrán- y traten de superarlos. --
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