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ETIQUETA POST MORTEM
from Huma Magazine
La desigualdad social en Ecuador es un problema que afecta día a día, el trato que recibe cada persona va a depender de cual sea su posición social o económica, y esto se puede evidenciar desde el trato en un restaurante, hasta los servicios de salud que recibe una persona. El claro ejemplo esta en los hospitales, quién tiene el privilegio y la posibilidad de contar con un seguro privado, tiene la suerte de poder acudir a un hospital privado donde le brindarán una atención más rápida y eficaz. Mientras que, el que no tiene las mismas posibilidades tendrá que acudir a un centro médico o a un hospital público, en el cuál es muy probable que le lleve más tiempo incluso conseguir una cita para una consulta con un médico general, y qué decir al momento de tratarse de una emergencia.
Visitando los cementerios de Quito, me vi en la necesidad de registrar la desigualdad que existe incluso después de la muerte. Desde la estructura, hasta las comodidades o facilidades que pueden llegar a recibir los familiares del difunto en su proceso de duelo. Y como esto determina la posición social o económica tanto del difunto como de su familia. Lastimosamente vivimos en un mundo de etiquetas, que ni siquiera una vez que morimos nos liberamos de prejuicios y desigualdades.
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En los cementerios privados se manifiestan distintos comportamientos a los anteriores y tiene un ambiente más familiar, las oportunidades de intervenir en la tumba contrastan bastante con las condiciones y homogeneidad que se puede distinguir con los cementerios más alejados del centro de la ciudad, llega a tal extremo en el caso de Monteolivo, que incluso se podría llegar a percibir como una casa de campo o una hacienda con un jardín muy amplio, la distribución de las tumbas y su ubicación en pendientes brinda una vista espectacular al pueblo Nayón y a los Valles, lo que favorece a la sensación de un l ugar acogedor.
El hecho de que cementerios como El Tejar y Cotocollao se encuentren dentro de los barrios más populares y antiguos de la ciudad influye tanto en la infraestructura como en la cantidad de tumbas que podemos encontrar. La distancia entre tumbas sugiere distintas acciones; en espacios más abiertos y separados las personas pueden permitirse estar parados alrededor, mientras que, en espacios más limitados la agrupación de lápidas interrumpe un momento completamente íntimo, con posibles intervenciones ajenas. Es por eso que estas características no aportan necesariamente a un ambiente agradable sino a uno más pesado e incluso se podría llegar a decir tétrico.
El olvido y la memoria
¿Cuándo somos olvidados? ¿El olvido y la memoria dependen de un estado social? Como podemos ver a continuación existe un contraste muy fuerte entre ambas lápidas, la que se encuentra al lado izquierdo es la primera en llamar la atención, no solo por el color rojo de la etiqueta, sino por lo que dice. Vemos a alguien que ha sido olvidado, mientras que del lado derecho tenemos algo completamente diferente, una lápida llena de cartas donde destaca la palabra “Mamá”, además de algunas flores alrededor.
El olvido y la memoria no dependen de un estado social, sin embargo, es un factor que si puede llegar a afectar con el paso del tiempo, la tumba que vemos a nuestra izquierda demuestra la falta de mantenimiento, lo que indirectamente nos puede dar a entender que este abandono se debe a la falta de recursos para mantener la tumba.