Francisco Clavijo Viรณzquez
Tras pasar unos días en la Provenza, el sábado, 30 de julio de 2011, la
dejamos para dirigirnos a la ciudad medieval por excelencia: Carcasona.
Localización Carcasona se encuentra en el Languedoc-Roussillon, a 60 km. del Mediterráneo, a los pies de los Pirineos, en una colina que se levanta sobre el valle del río Aude. Referencias históricas Desde el siglo VI antes de J.C., un “oppidum” (ciudad fortificada) se estableció sobre una punta rocosa a lo alto del valle de Aude. Ese sitio se convierte en el cruce entre el Atlántico y el Mediterráneo, y entre la Península Ibérica y el resto de Europa. Inclusive en el imperio romano en el siglo I antes de J.C., la ciudad recibe el título de “Colonia Iulia Carcaso” en 27 antes de J.C. El circulo de fortificaciones se reforzó en los siglos IV y V por los Visigodos de la región del Danubio, los cuales se instalaron en la región del Languedoc. Conservaron Carcasona hasta el año 725, fecha en la cual la ciudad fue tomada por los Sarracenos. La dominación sarracena termina en 759 cuando Pépin le Bref vence a los Moros en territorio franco y los despoja de Carcasona. Entre 1082 y 1209, bajo el régimen feudal de los Trencavel, la ciudad de Carcasona tiene una inmensa influencia y se opone al Papa, ofreciendo asilo a los "heréticos albigeos", los Cátaros. En el siglo XII, los Sres. de Trencavel comienzan la construcción del castillo condal, en la parte oeste de los vestigios de las murallas romanas. A pesar de esas obras defensivas, Carcasona cae bajo la dominación Papal después de haber estado ocupada durante dos semanas durante la cruzada del Papa Inocente III en 1209. La toma de la ciudad marca a la vez la caída de los Trencavel y el fin de los Cátaros. Luego, Carcasona es anexada al dominio real y rodeada de recintos exteriores que transforman al sitio casi inexpugnable. Esta apariencia de fortaleza medieval a finales del siglo XIII, caracteriza aún hoy en día el perfil de Carcasona.
Carcasona, convertida en un fuerte real inexpugnable, no será más tomada. Las batallas de la guerra de los Cien Años y los ataques de los Huguenotes en el siglo XVI no llegarán a tocarla. Al pie de la ciudadfortaleza nace un nuevo pueblo llamado "Bastide Saint-Louis". Bajo el antiguo régimen y durante la Revolución, Carcasona constituye un verdadero arsenal. Sin embargo, retirada de la lista de las fortalezas militares en 1820, el lugar se convierte en un simple terreno de explotación de piedra. En 1850, la destrucción de Carcasona es evidente cuando el arqueólogo e historiador Jean-Pierre Cros-Mayrevieille, apoyado por Prosper Mérimée, promueven las primeras medidas de salvaguardia. EugèneEmmanuel Viollet-le-Duc, gran restaurador francés de monumentos, realiza su restauración y hace de Carcasona su "obra maestra" de reconstrucción, en la cual trabaja hasta su muerte en 1879. La restauración controvertida se termina en 1910. Carcasona comienza entonces a atraer numerosos visitantes, que son impresionados por su extraordinaria apariencia medieval.
Morfología urbana Carcasona se divide en dos partes, la "ciudad baja" situada al borde del Aude y la "ciudad" fortificada. Esta última dispone de un doble círculo de defensa que se extiende sobre 3 km. El recinto interior posee 26 torres, entre las que se encuentra la imponente Puerta Narbonesa, que sigue en gran parte el trazado de las murallas romanas. La base de las murallas, en las cuales la albañilería data de la Edad Media, es reforzada por almenas del siglo XIII eregidas, al momento de la construcción del recinto exterior. Las 19 torres están abiertas al interior para impedir que un enemigo eventual se resguarde. Además, una fosa protege las murallas interiores. El castillo condal reposa contra el muro interior oeste y dispone de sus propios recintos y torres de defensa que sirven para proteger su cuerpo de viviendas. Se encuentran en las murallas algunos elementos de murallas romanas. La iglesia dedicada a San Nazaro y a San Celso se erige en la parte norte del sitio. Una nave romana se armoniza con una nave transversal gótica del siglo XIII. Esta basílica, designada monumento histórico en 1840, fue restaurada en gran parte por Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc. Considerando que la iglesia forma parte del sistema de fortificaciones, posee algunos elementos de defensa en la fachada oeste. El conjunto de trabajos de restauración de Viollet-le-Duc salva a la ciudad de su desaparición. Sin embargo, su reconstrucción "bastante perfecta" ha sido objeto de controversias.
Itinerario
Arles —- Carcasona
Distancia en km. 226 km
Carcasona —- Ribes de Freser
262 km
Cuenca —- Castellar
326 km
Ribes de Freser —- Cuenca
Total recorrido:
Carcassonne
Hotel Bristol
7 Avenue du Marechal Fox Chemin des Ourtets
Plateau Narbonnise Chemin des Anglais
649 km 1.463 km
Sábado, 30 de julio de 2011 Atascos en la autopista con dirección a España. En Narbona cogemos la autopista hacia Toulouse y aunque está más descargada también hay retenciones. Total, un viaje que se esperaba de un par de horas, se ha
convertido en cuatro. Llegamos a Carcasona cerca de las cinco de la tarde.
El hotel Bristol está situado enla Av. du Maréchal Foch, frente al Canal
Midi, donde hay
atracadas varias barcazas.
Nuestra habitación tiene este balcón con excelentes
vistas del Canal.
Tras instalarnos, nos dicen en recepción que la Cité (Ciudadela) está a una media hora andando y nos decidimos a visitarla.
La Ciudad Baja de
Carcasona no nos atrae demasiado, pero al
llegar al Pont Vieux la vista es magnífica. El Puente Viejo se
remonta a la época en que fue construida la Ciudad Baja, en
tiempos de San Luís, hacia 1250.
Tiene 12 arcos.
El tiempo parece cristalizarse.
Olvidamos los
automóviles y el estrés.
La Ciudadela
aparece allá en lo alto, coronada de
torres puntiagudas.
No me canso de contemplar estas torres y estas murallas en las que parecen resonar rumores de batalla, relinchos de corceles y zumbidos de ballestas. Imagino que en cualquier momento aparecerán caballeros al galope por esas puertas.
Accedemos a la Cité por la Barbacana de San Luís que da paso a la ciudad amurallada a través del puente levadizo que se encuentra bajo las dos torres de la Puerta Narbonesa.
Pero antes,
Juani en el Paseo de las Lizas. El recorrido por este espacio
que se encuentra entre las dos murallas permite contemplar las 52 torres de las dos
murallas concĂŠntricas,
un total de tres kilĂłmetros de recinto amurallado.
Las defensas exteriores
de la puerta eran el foso, El puente levadizo y la
barbacana cuya entrada al bies, obligaba a los asaltantes a
exponer el flanco. Una gama
completa de las obras defensivas del siglo XIII.
Nieves y yo en el puente levadizo.
DespuĂŠs de salvar el foso, hoy seco, pasamos por la Puerta Narbonesa. Las dos potentes torres que se erigen a ambos lados dan una idea de cuĂĄn inexpugnable fue esta ciudad-fortaleza.
Mis caballeros medievales se esfuman. La calle Cros-Mayrevielle, flanqueada de tiendas , es un rĂo de turistas.
Al llegar a la plazuela donde termina (Place du Château) nos encontramos con la Barbacana del Castillo Comtal que decido visitarlo mañana.
Por la Rue Saint Louis,
también repleta de tiendas, llegamos a la Place Saint Nazaire. Juani, Reyes y
Nieves entran en una tienda y yo lo hago en la Basílica.
Al entrar la nave es románica, pero la cabecera y el brazo
pequeño de la cruz latina es gótico. Me impresionan las vidrieras y la luz que ilumina el crucero. Como son las seis y media y
estarán a punto de cerrarla, corro a avisar a Juani y las chiquillas que no deben perdérsela.
Ya no recordaba que Reyes ya la conocía de un viaje anterior.
Al salir reponemos fuerzas con
unos crepes rellenos de chocolate y, el mío, recubierto de nata. ¡¡¡Deliciosos!!!
Seguimos callejeando y, aunque cansados, recorremos toda la Ciudadela. A cada paso descubrimos un nuevo rincón digno de admirarse.
Al fondo el Castillo Condal. En el pasaje,
mi preciosa Juanita.
Agotados emprendemos el largo camino hacia el hotel.
Cerca de ĂŠl, en un McDonald , nos comemos unas ensaladas y nos
acostamos temprano, deseando volver a la CitĂŠ a la maĂąana siguiente.
Domingo, 31 de julio de 2011 Nos levantamos temprano, dejamos el hotel y volvemos con el coche.
Aparcamos en un parking de pago que se encuentra al lado de la Ciudadela.
Poco después de las nueve de la mañana
volvemos a encontrarnos ante la Barbacana de San Luís y, aprovechando que el sol la
ilumina ya que está orientada al Este, nos
echamos unas fotos ante la efigie de Carcass, la princesa sarracena que, según la
leyenda, abanderó la defensa de la ciudad contra el ejército de Carlomagno. Por cierto
que la efigie parece estar recién restaurada.
En Carcasona, frente a la puerta de Narbona, encontramos el Busto de la Dama Carcas. Cuenta la tradición que el nombre de la ciudad de Carcasona proviene, por vía de derivación, del nombre de la princesa sarracena Carcas, personaje central de la anécdota cuya historia es leyenda. El relato nos ubica y se remonta a principios del S.VIII, en los tiempos de la ocupación musulmana y del emperador Carlomagno. El emperador asedia Carcasona. El rey musulmán, BALLAK, murió y como consecuencia lo sucede su esposa "Dama Carcás" la cual decide dirigir la batalla. Tras 5 años de asedio, el hambre vence a los últimos defensores. Sola, protegida por las murallas, Dama Carcás vigila; coloca muñecos de paja; lanza flechas de ballesta contra el ejército sitiador para hacer creer que la guardia sigue siendo numerosa. En la ciudad, sólo queda un cochinillo y una ración de trigo para dar de comer a toda la población. Entonces, Dama Carcás ceba el cochinillo con el resto de trigo y lo lanza desde lo alto de la muralla. Una vez al suelo, el cochinillo explota y desde sus tripas salen gran cantidad de cereales. En seguida, Carlomagno levantó el sitio ya inútil: ¡Carcasona tenía tanto trigo que hasta los puercos se lo comían! Viendo que el ejército imperial se movilizaba en retirada, la dama Carcas ordenó que se hicieran sonar todas las campanas de la ciudad. En ese momento, uno de los hombres de Carlomagno exclamó: “¡Carcas sona!”
Volvemos a pasar la Puerta Narbonesa y, como el hambre aprieta,
nos metemos a desayunar en el primer restaurante que hay a mano derecha en la calle Cros-Mayrevieille
Place Marceau, Llena de
restaurantes. Ya hay turistas,
aunque no en la
cantidad de ayer tarde, lo que nos
permite disfrutar cada rincรณn con
mรกs tranquilidad.
La BasĂlica de St. Nazaire al fondo
Place St. Nazaire.
Y volvemos a visitar,
con mĂĄs tranquilidad la BasĂlica.
Ellas se van de tiendas y yo me voy al castillo. La entrada cuesta 8,50 € pero , con el carnet de profesora, Mª Reyes me la consigue por 5 €.
Barbacana, foso y puerta guardada por dos imponentes torres. ¡Una fortaleza dentro de una fortaleza!
En el Castillo vivieron los vizcondes de Trencavel y fue allí donde murió
prisionero Raymond Roger Trencavel en 1209. Más tarde, Simón de Montfort estableció su cuartel general en la Cruzada contra los Albigenses.
Entro en sus dos patios interiores. Recorro los matacanes de madera que reconstruyรณ Violet le Duc, la torre Pinte y la muralla interior.
Desde sus torres las vistas son espectaculares.
A los pies del castillo, la iglesia de Saint Gimer. Al fondo, la nueva Carcasona.
Asisto a una proyecciรณn donde se cuenta la historia de la fortaleza, su estado en ruinas y cรณmo fue restaurada.
Alabastros Siglo XIV
Virgen Sonriente o del pajarito.
La cabeza del Niño no es la original.
Visito su museo repartido en varias salas. Sala románica con Fuente para abluciones, de mármol, s.XII. Sarcófago paleo-cristiano.
Siglo XIV
Calvario de
Villaniêre con Ecce Homo. Siglo XVI
Arquería del s. XIV proveniente de la casa Grassalio de la Ciudad Baja.
Figura yacente de un caballero. Al salir
compruebo que Juani y las
chiquillas han comprado más cosas.
No sé en qué
Parte del coche las vamos a meter.
Comemos unos platos combinados, compramos
unos dulces y nos vamos a tomar café al mismo restaurante donde desayunamos.
Torre del Tesoro
En fin, ir a a Carcasona es revivir el ambiente auténtico de una ciudad que ha conservado su sabor medieval con toda autenticidad en sus calles,
edificios y monumentos: el Puente Viejo (donde se encuentra Juani) desde el que se obtiene una vista magnífica e impresionante de la ciudadela; las torres y murallas; el Castillo Condal; las laberínticas
callejuelas; y, para mí, su joya, la Basílica de Saint Nazaire. Carcasona bien merece una visita.
Cerca de las dos salimos con destino a Ribes de
Freser, en los Pirineos.