El sombrero de tres picos, historia verdadera de un sucedido que anda en romances escrita ahora tal

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«2

-//




OBRAS DE

D.

PEDRO ANTONIO DE ALARCOW DE LA RrAL Academia Espaííola.

EL SOMBRERO DE TRES PICOS,


Es propiedad ¡os depósitos

del Autor,

— Quedan hechos

que marca la ley.


^mf& EL SOMBRERO

DE TRES PICOS HISTORIA VERDADERA

DE UN SUCEDIDO QUE ANDA EN ROMANCES ESCRITA AHORA TAL Y COMO PASÓ

por

D.

PEDRO

A.

Bachiller en Filosofía

DE ALARCON y

Teología, &•., &•.

OCTAVA EDICIÓN

MADRID


6502

57

í>


AL SEÑOR

D.

JOSÉ SALVADOR DE SALVADOR

Dedicó esta obra

P. A. DE

Alarcon.



í^íií^'^g:^

UNA OPINIÓN ACERCA DE ESTE LIBRO

ÍAS

ha, no muchos ciertamen-

te,

que anda de mano en mano y

de periódico en periódico, un libro de re-

ducido volumen y escasas dimensiones,

que leen todos, y todos alaban. Hubiera-

me dado I

á inquirir la razón de tan justo

Entre los muchos artículos

se publicaron en tres picos

,

,

todos laudatorios

,

que

Madrid cuando apareció El Sombrero de

en Julio de 1874, hemos elegido éste para inser-

tarlo aquí por vía de Prólogo.


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

8

agasajo y notable predicamento,

me

fuera

el tal

librejo

no

si

conocido y no co-

nociese á la par los quilates de

bondad que

encierra y las valiosas prendas que le ador-

nan. Porque es, á así

la

verdad

,

extraño que

ocupe, y seduzca, y predomine una

obrilla

que ni fué concebida merced á

,

y prolongados estudios,

largas vigilias

ni

encierra asunto de gravedad, ni acrecienta

con nuevos dones

ral,

de

Por

la ciencia

fe se

y no

enamoran

causa que

y querido

á

ó de la historia.

los sencillos y

del libro,

y hasta mohínos, ra

mo-

duda andan algunos de

ello sin

lectores,

los tesoros de la

sin

así lo

los

que de buena

como dudosos,

dar con

la

verdade-

ha hecho embelesador

mozos y ancianos,

á

matro-

nas y á doncellas. Duélense los tales de

que una producción del ingenio, que sólo

un suceso vulgar y conocido narra y que se presenta con un desenfado y osadía asaz temibles para ciertas angostas y quebradizas conciencias,

haya tomado tan rápido


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

9

vuelo, ganándose tan presto todas

vo-

las

luntades y satisfecho tan cumplidamente todos los gustos.

Y

yo conñeso de buen grado que

libro en

su esencia baladí, y que, ni se

cierne por las regiones etéreas, ni se

de en inexcrutables abismos. lación lisa y llana

,

un

hun-

— Es una

re-

dicha en claro roman-

y engalanada con simples

ce

es el

atavíos por

escritor discreto.

¿Qué demuestra?

¿á qué

tin

se dirige?

¿qué problema expone? ¿qué ventaja reportar

—Amontónanse

las

preguntas como

bandadas de gorriones sobre desparramay todos á una parecen

de

do

alpiste,

las

páginas del libro, amenazando rom-

tirar

perlo ó descabalarlo....

Y

bien, señores míos (digo, rodeado de

un gran corro de dispuestos de

antemano

dida mis razones blico,

auditores benévolos y

;

á aplaudir sin

esto es

,

me-

rodeado del pú-

que aparta con respeto y cariño de

su cabeza

el

sombrero cuando ve ante


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

10 el

de tres picos)

¿qué demuestra?

y bien

:

,

señores míos:

— Demuestra

que no ha

menester un autor español abrevarse en extranjera fuente para obtener

limpio y sazonado,

—Al

fin

perfidia '^

M

—¿A qué

un

fin se dirige?

honesto de mostrar castigada la

y

concupiscencia, siquiera sea

la

pormediosvillanescos yzumbone»!

problema expone?

sin esfuerzos

supremos,

gosos, y ver

si

argumentos,

sin recursos fati-

pueden dar por resultado,

y en

ésta así sucede, recrear

te el

ánimo

del

ni aburrirle.

—¿Qué

— El de escribir novelas

sin intrincados ó terroríficos

fin?

fruto

que

apaciblemen-

la lea, sin

—¿Qué

perturbarle

ventaja reporta, en

— La ventaja, ante todo, de evidenciar

cómo puede

existir la

novela española, y

adquirir formas diversas, y conservar lo

bueno de su antigua progenie, y gozar de una vida lozana y vigorosa, aficionando al

público á este linaje^ano y castizo de

lectura

y á

los autores á esta

cunda corriente

del ingenio.

amplia y

fe-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

I I

Habíanos acostumbrado ha largo tiempo Pedro Antonio de Alarcon en sus novelas, á

un

reconocer su inventiva, su gracia y

espíritu sutil

y encantador, de origen

y educación franceses, que manejaba con

Ahora ha

raro acierto y sin igual soltura.

querido revelarse á nosotros diestro bil

de

las

mejores tradiciones

escuela espaííola, y que ha solido en

ciertos

momentos mojar

vedo en

/

pintor

y de buena casta, fidelísimo y há-

guardador de la

como

la paleta

Y á los cuadros

la

pluma de Que-

de Goya.

de Goya,

más que

á cosa

alguna, semeja ese cuadritode costumbres,

ó de género

y que

,

se titula

Nótase en

él la

como hogaño

se

El Sombrero de frescura

apellida,

tres picos»

y lozanía de color

del artista de los Caprichos y sus maliciosos

y desenvueltos tipos, sus enérgicas acentuaciones de claro-oscuro y

su ligereza

admirable de pincel, que, apenas

man-

chando ellienzo,acusándolealgunas

veces,

reproducía con verdad prodigiosa elnatural.


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

12

En cambio

Alarcon aventájale en

,

la

precisión de las líneas, y aquella difusión

y frecuente incorrección de contornos que encuentra en Goya no aparece en ese

se

El Cor regidor jy la Mo-

divino cuadrho de linera.

Por

bujo firme

contrario, sujétanse á

el

como

llante colorido

el

de un escultor

la suelta

y

engendraron sobre

el

di-

bri-

pincelada que

lienzo tan

el

un

bizarras

manólas y tan apuestos majos. Plácemes

,

pues, sin cuento

galano que, con palabra estilo,

ha vertido

sales

al

escritor

y soberano

fácil

y donaires que

así

regocijan y refrescan en su sabroso cuento

de El Sombrero de tres picos.

No

soy yo de

los

como

de composiciones valecer

pañolas

que

y reinar en ;

que,

al

se trata, sino

que diputan

las

las

esta clase

que deban pre-

modernas

cabo, no

es

letras es-

el

una narración

libro de

picaresca,

á la usanza de algunas novelas de Cervantes

es

ó de Hurtado de Mendoza. Menester

ahora, en nuestro siglo, en

el

que gus-


EL SOMBRERO DE TRES TICOS. tan las gentes de saber cosas,

el

1

por qué de las

y de hallar alguna lección ó ense-

ñanza en

el

fondo de

nos; menester

lo

que han

es, repito,

dará

á las

ma-

estampa

la

obras que más importancia envuelvan y

más trascendencia impliquen. Antójase-

me

,

por

ello

,

que no están precisamente

en lo justo los que á Alarcon encargan y piden que no se aparte de esta nueva vía,

y que restaure con su limpia corriente casi

marchita literatura patria.

En buen hora su

la

feliz

ingenio á

la

creación de cuadros

como

el

que motiva

tan donosos

glones

;

novelas,

aplique de vez en cuando

estos ren-

en buen hora también aparte las

merced á su ejemplo,

del

camino

bastardo que por extranjeras influencias ó esterilidad propia

tiempo ha que siguen.

Holgárameyo como nadie de que Alarcon, al

que tantos beneñcios deben nuestras

letras, les

deparase

el

verles todo su decoro

mayor:

el

y prestigio

de devolsin inge-

rencia ni socorro de ajena ayuda.

Holgá


EL SOMBRERO DE TRKS PICOS.

14

rame, huélgome más bien de esto, repito,

— y dígolo

así,

ha logrado

este

tra

de

porque Alarcon, en efecto, ñn, y con sólo una mues-

ha hecho valer la

las

cuantiosas riquezas

antigua y gloriosa literatura patria;

me

pero harto se

puede

término de su ambición

ser éste el

justísima

,

alcanza que no es ni

y que

el

escribir

un

pasillo

agudo, gracioso y rebosando destreza en el

decir,

ciar á

no supone que ha de renun-

más graves obras, en que su

talento

tendrá adecuado espacio para agitar sus alas.

Porque conozco ó creo conocer pósitos del autor; to vale

porque aprecio en cuan-

El Sombrero de

some de

esta suerte.

aun amigos

los pro-

tres picos, expré

-

Creían adversarios y

del poeta de

Guadix

,

que su

pluma, contaminada de incurable galicis-

mo, no

saldría del círculo

género francés

,

igual

el

y para darles un solemne

mentís ha trazado con

/

que forma

un cuadro

tan

desembarazo

sin

genuínamente espa-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

como

ñol

la gentileza

I

5

de las sevillanas y

^FcaToF^íejfos vinos de Jerez.

Y

vuelvo á mi tema

como

Hase mostrado

:

pintor genial y soberano

fo, ni historiador, ni

:

ni ñlóso-

y

moralista aparece ni

quiere aparecer (no hay que olvidarlo) sino ,

como narrador, y narrador

Y

que

lo

ha conseguido

Más que pluma

empuñó

,

lo

evidente. lo

que

su diestra al destacar sobre el

anuncian.

Hállase

las descripciones del

de la alborada, de retratista

es

ha sido pincel

lienzo de su libro las cosas

que

castizo. y\

,

en

la

personas

las

la

en

el paisajista

molino, de

la tarde,

noche misma

;

al

presentación de las figu-

seña Frasquita

ras de la

y

,

el

Corregidor,

Lucas, Garduña, Mercedes y otras de

se-

gundo término, no menos hábilmente

di-

bujadas; al inventor de efectos en

de

la parra,

Lucas

al

en

la

molino, en

el

lance

entrada nocturna de la

aparatosa función

de desagravios que prepara

la

esposa de

Zúñiga en

al

pintor de

el

corregim.iento;

A


KL SOMBRERO DE TRES PICOS,

l6

género

,

en cada paso;

el

artista

sabio,

acertado y gráfico, en la corxiposición, en todas partes.

En

destacar los tipos y en

agruparlos

en lo que, sobre todo, luce Alarcon en

es

este libro, sobre el cual

ha derramado su

inteligencia tan viva luz,

que sus contras-

claro-oscuro, tienen

tes, ai

encanto que

es

dado

á

la

fuerza y

muy

pocos

el

en-

contrar.

Esperando próximos y lisonjeros productos de la fecunda vena de Alarcon,

como

él

esperar puede seguros y lisonje-

ya

estas deslavazadas

llegar á este

punto, viéneme á

ros triunfos, acabo líneas. las

Al

mientes, algo tarde sin duda, que ha

sido

un

sobre enojoso,

trabajo,

inútil;

pues fuera más breve y eficaz y propio decir

resueltamente

Si,

al lector:

por negligencia criminal ó por des-

gracia remediable, libro de titula

aún no has

leído

ese

Pedro Antonio de Alarcon que

El Sombrero de

se

tres picos, adquié-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS. relo al punto, léelo; trarte á

y después has de mos-

mí poco menos agradecido que

novelista,

que con

tu atención

y

1

tal arte

deleitar tu

al

supo cautivar

ánimo.

Luis Alfonso.



h^ PREFACIO DEL AUTOR.

^

ocos españoles, aun contando á los

menos sabidos y

conocerán

que

sirve de

la

leídos, des-

vulgar

historieta

fundamento

á la

presente

obrilla.

Un

zafio pastor de cabras,

que nunca

había salido de la escondida Cortijada en

que nació

,

otros se la

oímos

fué

el

primero á quien nos-

referir.

— Era

el

tal

de aquellos rústicos sin ningunas

uno

letras,

pero naturalmente ladinos y bufones, que tanto papel hacen en

nuestra literatura


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

20

nacional con

dictado do picaros. Siem-

el

pre que en la Cortijada había

motivo de boda ó bautizo ne

visita

de ios

los juegos

amos

,

,

fiesta

,

con

ó de solem-

tocábale á

él

de chasco y pantomima

poner

,

hacer

payasadas y recitarlos Romances y Re-

las

laciones;

— y precisamente en una ocasión

de éstas (hace ya casi toda una vida...., es decir

,

hace ya más de treinta y cinco

años), tuvo á bien deslumhrar y embelesar cierta

noche nuestra inocencia

con

cuento en verso de El Corregidor

el

(relativa)

Y LA Molinera, ó sea de El Molinero y la

Corregidora, que hoy ofrecemos nosotros al

público bajo

el

nombre más trascen-

dental y filosófico (pues así lo requiere la

gravedad de estos tiempos) de El Sombrero DE TRES PICOS.

Recordamos el

,

por señas

pastor nos dio tan

chachas casaderas ron

muy

allí

buen

,

que cuando rato, las

mu-

reunidas se pusie-

coloradas, de donde sus

ma-

dres dedujeron que la historia era

algo


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

21

verde, por lo cual pusieron ellas al pastor

de oro y azul se

llamaba

el

pero

;

pastor

el

)

no

pobre Repela

(as|

mordió

leni

se

gua, y contestó diciendo

:

la

que no

había|¡

por qué escandalizarse de aquel modo,|

pues nada resultaba de su Relación que^-

no supiesen hasta

las

monjas y hasta

las.

niñas de cuatro años

—Y cabrero

)

¿qué

:

se saca

en claro de

El Corregidor y

toria de

¡Que

no, vamos á ver (preguntó

si

los casados

la

que

,

;

otro

Me pa-

la noticia!....

— ¡Pues madres

y que

,

acomoda que

hombre duerma con su mujer! rece

la his-

Molinera?

duermen juntos

á ningún marido le

el

es

verdad!

oyendo

las

— respondieron carcajadas

las

de sus

hijas.

— La prueba de que

el

razón (observó en esto

el

es

que todos

presentes se

noche,

así

los

tío

Repela tiene

padre del novio),

chicos y grandes aquí

han enterado ya de que

que

se

acabe

el

esta

baile, Juanete


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

22

y Manolilla estrenarán esa hermosa cama de matrimonio que

la tía

Gabriela acaba

de enseñar á nuestras hijas para que ad-

miren

los

bordados de los almohadones...,

— ¡Hay más! hasta en

(dijo el

el libro

de

mismos Sermones

abuelo de

Doctrina y en los

la se

la novia:)

habla á los niños de

todas estas cosas tan naturales, al ponerlos al corriente

de

de

la larga esterilidad

Ana

Nuestra Señora Santa

,

de

la

virtud

del casto José, de la estratagema de Judit,.

y de otros do ahora.

m uchos

— Por

— ¡Nada,

milagros que no recuer-

consiguiente, señores....

nada,

lio

Repela! (exclama-

ron valerosamente

las

muchachas.) ¡Diga

V. otra vez su Relación

que

;

es

muy

di-

vertida!

¡

Y

hasta

muy

decente!

abuelo.) Pues en ella die ni

que

sea

queda

malo

;

no

ni se le

sin castigo el

— ¡Vaya!

i

se

que

repítala V.!

(continuó

el

aconseja á na-

enseña á

serlo;^

lo es....

— dijeron

al

fin^

consistorialmente las madres de familia.


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

El el

23

Repela volvió entonces á recitar

tío

Romance

por todos

y, considerado

;

á la luz

de aquella

ya su texto

crítica tan in-

genua, hallaron que no había pero que ponerle

;

á decir que le

lo cual equivale

concedieron las licencias necesarias.

•k

Andando

los años,

hemos oído muchas

muy diversas versiones de aquella misma aventura de El Molinero y la Corre-

y

gidora, siempre de labios át graciosos át aldea y de cortijo, por

funto Repela letras de

el

y además

,

molde en

orden del ya

la

hemos

diferentes

leído en

Romances de

famoso Romancero

ciego y hasta

en

del inolvidable

D. Agustín Duran.

el

di-

El fondo del asunto resulta idéntico:

tragi-cómico

,

epigramático

,

zumbón y como todas

terriblemente las

/

lecciones


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

24

dramáticas de moral de que se enamora nuestro pueblo

;

pero

nismo accidental, suales

,

,

el

meca-

procedimientos ca-

los

mucho

difieren

forma

la

muchísimo,

,

del

relato de nuestro pastor,

tanto, que éste

no hubiera podido

en

recitar

ninguna de dichas versiones, que corren impresas,

llas

tapasen los oídos las

la

ni

sin

Cortijada

aun aque-

que antes

se

muchachas en estado

ma-

honesto, ó sin exponerse á que sus dres le sacaran los ojos.

— ¡Á

extremado y pervertido nes de otras provincias

tal

punto han

los groseros patael

caso tradicional

que tan sabroso, discreto y pulcro resultaba en la versión del clásico Repela!

Hace, pues, mucho tiempo que concebimos de

el

propósito de restablecer la verdad

las cosas,

historia de ter

,

que

devolviendo á

que

peregrina

se trata su primitivo carác-

que nunca dudamos fuera aquel en salía

mejor librado

¿cómo dudarlo? Esta al

la

rodar por las

el

decoro.

— Ni

clase de Relaciones,

manos

del vulgo,

nunca


EL SOMBRERO DE TRES

25

PICOS.

se desnaturalizan para hacerse

más

bellas,

delicadas y decentes, sino para estropearse

y percudirse la

al

contacto de la ordinariez y

chabacanería.

Tal

es la historia del presente libro....

Conque metámonos ya en decir,

demos comienzo

El Corregidor

harina; quiero

á la Relación de

y la Molinera, no sin es-

perar de tu sano juicio (¡oh respetable público!) que «después de haberla leído

»y héchote más cruces que »visto al

demonio (como

»GoNZÁLEz

al

dijo

si

hubieras

Estebanillo

principiar la suya), la ten-

»drás por digna, y merecedora de haber Msalido á luz.» Julio de

1874.

*^



I.

DE CUANDO SUCEDIÓ LA COSA.

OMENZABA

cstc laFgo Síglo,

va de vencida.

— No

mente el año

sólo consta

:

quc ya

se sabe fija-

que era

después del de 4 y antes del de 8. Reinaba pues todavía en España don ,

,

Carlos

IV de Borbón por ;

la

gracia de

monedas, y por olvido ó según los gracia especial de Bonaparte Dios

,

según

las

,


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

28

boletines franceses.

— Los

demás sobera-

XIV

nos europeos descendientes de Luís

habían perdido ya ellos

la

cabeza) en

que corría

corona

la

la

(

y

de

el Jefe

deshecha borrasca

esta envejecida Parte del

mun-

do desde 1789. Ni paraba aquí

la

en aquellos tiempos. El Soldado

tra patria

de la Revolución,

abogado corso las

singularidad de nues-

,

el

hijo de

un oscuro

vencedor en Rívoli

el

en

,

Pirámides, en Marengo y en otras cien

acababa de ceñirse

batallas,

la

corona de

Garlo-Magno y de transfigurar completamente la Europa, creando y suprimiendo naciones, borrando fronteras, inventando

y haciendo mudar de forma

dinastías

,

de

nombre, de

sitio,

de

pueblos por donde pasaba en

traje á los

de costumbres y hasta

como un terremoto

su corcel de guerra

animado

,

llamaban

ó

como

las

el (.(Antecristo ,»

Potencias del Norte....

embargo, nuestros padres (Dios en su santa Gloria) temerle

,

,

lejos

le

— Sin

los tenga

de odiarlo ó de

complacíanse aún en ponderar

sus descomunales hazañas, tase del

que

como

si

se tra-

héroe de un Libro de Caballerías,


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

29

Ó de cosas que sucedían en otro planeta, sin

que ni por asomos recelasen que pen-

sara

nunca en venir por acá

^

á intentarlas

atrocidades que había hecho en Francia,

Alemania y otros países, Una vez por semana y dos á lo sumo llegaba el Italia,

)

(

correo de Madrid á

mayor

la

poblaciones importantes de llevando algún

tampoco era

número de

diaria), y

por

parte de las

Península,

la la

Gaceta (que sabían las

ella

personas principales (suponiendo que

Gaceta hablase del particular)

si

Estado más ó menos allende si

se

el

existía

la

un

"Pirineo,

había reñido otra batalla en que pe-

ú ocho Reyes y Emperadores, Napoleón se hallaba en Milán, en

leasen seis

y

si

Bruselas ó en Varsovia....

— Por

lo

demás,

nuestros mayores seguían viviendo á la

antigua española,

sumamente

despacio,

apegados á sus rancias costumbres, en paz

y en gracia de Dios y sus Frailes, con igualdad ante

la

,

con su Inquisición su

pintoresca

Ley, con sus

fueros y exenciones

des-

privilegios,

personales,

con su

carencia de toda libertad municipal ó política,

gobernados simultáneamente por

^'


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

3o

Obisposy poderosos Corregidores

insignes

muy

(cuyas respectivas potestades no era deslindar,

fácil

temporal y en

tían en lo

X

pues unos y otros

se

me-

y pa-

lo eterno),

gandc/aiezmos. primicias, alcabalas, subsidios,

mandas y limosnas

forzosas, rentas,

capitaciones, tercias reales, ga-

rentillas,

y hasta, cincuenta trinomenclatura no viene

belas, frutos-civiles,

más^uya

butos á

cuento ahora.

Y aquí

termina todo lo que

historia tiene lítica

que ver con

la presente

la militar

y po-

de aquella época; pues nuestro

co objeto,

al referir lo

mundo, ha

tíni-

que entonces suce-

sido venir á parará

día en

el

que

el

año de que

que

el

de i8o5j imperaba todavía en Es-

paña ras si,

el

de

se trata

(supongamos

antiguo régimen enlodas

la

las esfe-

vida pública y particular,

en medio de tantas novedades y

como tras-

tornos, el Pirineo se hubiese convertido

en otra Muralla de

la

China.


II.

DE COMO vivía ENTONCES LA GENTE.

N Andalucía, por ejemplo (pues

precisamente

aconteció en

una

ciudad de Andalucía lo que vais á oir)

,

las

personas de suposicióri conti-

nuaban levantándose muy temprano; yendo á

la Catedral á

Misa de prima

^

aun-

que no fuese día de pi^ecepto; almorzando, á las nueve,

un huevo frito y una

jicara de


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

32

chocolate con picatostes

comiendo

;

de

,

puchero y principio, si había caza, y, si no, puchero solo; durmiendo la siesta después de comer;

una

á dos de la tarde,

paseando luego por '

campo

el

Rosario, entre dos luces

yendo

;

al

á su respectiva

,

parroquia; tomando otro chocolate á la

Oración

(éste

muy

^os

encopetados á

^ "Corregidor

en

'sidía

,

el

Animas

las

con bizcochos

;

del

Deán

pueblo

;

,

asistiendo

;

)

tertulia

la

del

ó del Título que

retirándose á casa á

cerrando

el

portón antes del

queda\ cenando ensalada y guisado por antonomasia, si no habían

toque de

la

entrado boquerones frescos, y acostándose incontinenti con su señora

nían

)

,

no

(

los

sin hacerse calentar

cama durante nueve meses

que

la te-

primero

la

del año....

¡Dichosísimo tiempo aquel en que nues-

en quieta y pacífica pode todo el sesión de todas las telarañas

tra tierra seguía

,

y^'

polvo, de toda la polilla

,

de todos los res-

petos, de todas las creencias

tradiciones los

,

,

de todas las

de todos los usos y de todos

abusos santificados por los

siglos! ¡Di-

chosísimo tiempo aquel en que había en


ÉL SOMBRERO DE TRES PICOS. la

sociedad

y de costumbres

afectos

tiempo

humana variedad

,

digo....

,

!

¡

de

33

de

clases,

Dichosísimo

para los poetas especial-

mente, que encontraban un entremés, un sainóte

,

una comedia

,

un drama

,

un

^ ;

auto sacramental ó una epopeya detrás de cada esquina, en vez de esta prosaica uni-

formidad y desabrido realismo que nos leeó al cabo la Revolución Francesa

¡Dichosísimo tiempo

Pero esto

,

sí!....

es volver á las

andadas. Basta

ya de generalidades y de circunloquios entremos resueltamente en

Sombrero de

I

tres picos.

,

y

la historia del

j

i



III.

DO UT

DES.

N aquel tiempo, pues, había cerca de

la

ciudad de*** un famoso

lino

situado

como

harinero (que ya no existe), á

un cuarto de legua de

población, entre

el

la

pie de suave colina po-

blada de guindos y cerezos y una

ma

mo-

fertilísi-

huerta que servía de margen (y algu-

ñas veces de lecho) tente

y

al

traicionero río.

titular,

intermi-

/

1^"^


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

36

Por varias y diversas razones, liacía^ya algún tiempo que aquel molino era el prepunto de llegada y descanso de

dilecto

paseantes

más

caracterizados de la

cionada Ciudad.... ducía á

intransitable

contornos. del

que

— En

men-

— Primeramente, con-

un camino

él

los

carretero,

menos

de aquellos

los restantes

segundo lugar, delante

molino había una

plazoletilla

empe-

drada, cubierta por un parral enorme, debajo del cual se

en

el

verano y

ced á

— En 'tercer

un hombre

creto

,

en

el sol

el

bien

el fresco

invierno, mer-

alternada ida y venida de los pám-

la

panos.... era

muy

tomaba

muy

muy

fino,

lugar

Molinero

el

,

respetuoso,

que tenía

lo

muy dis-

que

se lla-

ma don

de gentes, y que obsequiaba á los señorones que soHan honrarlo con su tertulia vespertina

daba

el

,

ofreciéndoles...

loque

tiempo, ora habas verdes, ora ce-

en rama y buenas cuan-

rezas y guindas, ora lechugas sin sazonar

do

se las

aceite

;

(que están

muy

acompaña de macarros de pan de

macarros que

se

encargaban de en-

viar por delante sus señorías)

nes, ora uvas de aquella

,

misma

ora melo-

parra que


EL SOMBRERO DE TKES PICOS.

':>"]

de dosel, ora r.osetas de maíz,

les servía

si

y castañas asadas, y almen-

era invierno,

y nueces y de vez en cuando, en las tardes muy frías, un trago de vino de pul-

dras

,

,

so (dentro ya de la casa

lumbre ), dir

á lo

y

amor de

al

que por Pascuas

se solía

la

aña-

algún pestiño, algún mantecado, algún de jamón

rosco ó alguna lonja

alpuja-

rreño.

—¿Tan rico era

el

Molinero, ó tan im-

prudentes sus tertulianos?

— exclamaréis,

interrumpiéndome.

Ni tenía

uno

lo

un

ni lo otro.

pasar,

delicadeza y

la

El Molinero sólo

y aquellos caballeros eran el

orgullo personificados.

Pero en unos tiempos en que

se

pagaban

cincuenta y tantas contribuciones diferentes á la Iglesia

un

y

al

Estado, poco arriesgaba

rústico de tan_clarasj[.u^es

en tenerse ganada

la

como aquél

voluntad de Regido-

Canónigos, Frailes, Escribanos y demás personas de campanillas. Así es que res,

no

faltaba quien dijese

(tal

era

el

nombre

ba un dineral á todo el

al

que

el

tío^

Lucas

del Molinero) se ahorra-

año á fuerza de agasajar

mundo.

.j-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

,38

—«Vuestra Merced me va

/

puertecilla vieja de la casa

do,»

á uno.

decíale

(decíale á otro) va á

bajen

á dar

qué ha derriba-

— «Vuestra

tribución de

frutos-civiles.»

me

Reverencia

Señoría

mandar que me

subsidio, ó la alcabala

el

una

,

re-

ó la con-

— «Vuestra

va á dejar coger en

la

huerta del Convento una poca hoja para

mis gusanos de seda.» sima

me

— «Vuestra

va á dar permiso para traer

poca leña del monte X.» ternidad

me el

me

— «Vuestra Pa-

va á poner dos letras para que

— «Es menester que me haga

Usarcé una escriturilla que no nada.

»—«

censo.

»

Este año

favor.»

«

Espero que

«

Hoy

tal

le

muía?»

carro

el

á

he dado de bofeta-

cosa de sobra

Usted de algo tal otra?» tar la

cueste

el pleito se falle

por haberme provocado.»

Merced

me

no puedo pagar

das á uno, y creo que debe

el

una

permitan cortar una poca madera en

pinar H.»

mi

Ilustrí-

ir

á la cárcel

— «¿Tendría su

— «¿Le

sirve á

— «¿Me puede pres-

— «¿Tiene ocupado mañana

«¿

Le parece que envíe por

el

burro?....»

Y

estas

canciones se repetían á todas


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

89

horas, obteniendo siempre por contestaciĂłn un generosoy desinteresado.... i.(Como se pide,

yi

Conque ya veis que el tĂ­o Lucas no taba en camino de arruinarse.

es-



IV.

UNA MUJER VISTA POR FUERA.

A Última y acaso la

razón que tenía

-'^

señorío de la

Ciudad para frecuentar por

i¿^

tardes el

molino del

así los clérigos

zando por

tío

como

el Sr.

las

obras

Lucas,

Obispo y

más

era....

los seglares,

dor, podían contemplar

una de

el

más poderosa

las

que,

empe-

Corregí- J^' á sus anchas

el Sr.

allí

bellas

,

graciosas

y


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

42

admirables que hayan salido jamás de

manos de Dios, llamado entonces Supremo por Jovellanos y toda

el

las

Ser

la escuela

afrancesada de nuestro país,...

denominaba «la seña

Esta obra.... se Frasquita.»

Empiezo por responderos de que Frasquita, legítima esposa del

tío

Lucas,

una mujer de bien, y de que

era

seña

la

así

sabían todos los ilustres visitantes del

Digo más

lino.

ninguno de

:

éstos

lo

mo-

daba

muestras de considerarla con ojos de va-

rón ni con trastienda pecaminosa. Admi-

y requebrábanla en ocasiopor supuesnes (delante de su marido rábanla,

sí,

,

to), lo

mismo

los frailes

canónigos que

los

que

los caballeros,

los golillas

,

como un

prodigio de belleza que honraba á su Cria-

V

dor, y

como una

diablesa de travesura

coquetería, que alegraba

más melancólicos.

los espíritus

hermoso animal

mo

Prelado.

— «Es

y

inocentemente

— «Es un

solía decir el virtuosísi-

una

estatua de la anti-

güedad helénica,» observaba un Abogado

muy de

erudito.

Académico correspondiente

la Historia.

— «Es

la

propia estarhpa de


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

Eva,» prorumpía canos.

«

Es una

el

Prior de los Francis-

real

moza

Coronel de milicias.

el

una

un ángel

es

exclamaba

,>^

Es una

«

sierpe,

¡un demonio!», añadía

sirena,

Corregidor.

¿\3

— «Pero ,

una

es

una buena mujer,

es

criatura, es

quilla de cuatro años,

el

»

cir todos, al regresar del

una

chi-

acababan por demolino, atiborra-

dos de uvas ó de nueces, en busca de sus tétricos

La

y metódicos hogares.

chiquilla de cuatro años

,

esto es, la

seña Frasquita, frisaría en los treinta. Tenía

más de dos

varas

recia á proporción

,

de estatura, y era

ó quizás

más gruesa

todavía de lo correspondiente á su arro-

gante

talla.

eso que

un

Parecía una Niobe colosal, y

no había tenido

Hércules....

hijos

parecía

:

hembra; parecía una ma-

trona romana de las que aún hay ejemplares en el Trastevere^-^Pero lo table en ella era la movilidad la

animación,

el

la ligereza,

gracia de su

la

mole. Para ser una estatua, día

,

Académico,

más no-

respetable

como

le faltaba el

preten-

reposo

mo-

numental. Se cimbraba como un junco, giraba

como una

veleta, bailaba

como una

^

'^^


44

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

peonza.

— Su rostro era más

davía, y, por tanto,

movible to-

menos

escultural.

Avivábanlo donosamente hasta cinco hoyuelos otro,

:

dos en una mejilla; otro en otra;

muy chico, cerca

de

la

comisura

quierda de sus rientes labios, y

muy grande, en Añadid

ba.

último,

medio de su redonda

guiños y

bar-

mohines,

á esto los picarescos

los graciosos ras

el

iz-

postu-

las variadas

de cabeza que amenizaban su conver-

sación, y formaréis idea de aquella cara llena

de

sal

y de hermosura y radiante

siempre de salud y alegría.

Ni

la

seña Frasquita ni

el tío

andaluces: ella era navarra y no. Él había ido á la

edad de quince años,

Ciudad

Lucas eran él

murcia-

de***

,

como medio

medio criado del Obispo anterior

á la

paje,

al

que

entonces gobernaba aquella Iglesia. Educábalo su protector para clérigo

,

tal

y

vez

mira y para que no careciese de congrua^ dejóle en su testamento el mo-

con

esta

lino; pero el tío Lucas, te

de

Su

Ilustrísima

que á

la

muer-

no estaba ordenado

más que de menores ahorcó ^

los

hábitos

en aquel punto y hora, y sentó plaza de


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

soldado,

más ganoso de

trigo.

mundo y

ver

co-

que de decir Misa ó de

rrer aventuras

moler

^.5

— En

1793 hizo la

campaña de

Pirineos Occidentales,

como Ordenan-

za del valiente General D.

Ventura Caro;

los

asistió al asalto

de Castillo Piñón, y per-

maneció luego largo tiempo en cias del

Norte, donde tomó

absoluta.

— En

Frasquita

,

Frasquita;

y

se la llevó á

la

licencia

Estella conoció á la seña

que entonces sólo la

las provin-

enamoró;

se

se casó

llamaba

con

ella,

Andalucía en buscade aquel

molino que había de verlos tan pacíficos y dichosos durante

el resto

de su peregri-

nación por este valle de lágrimas y

La seña Frasquita, pues,

risas.

trasladada de

Navarra á aquella soledad^ no había adquirido ningún hábito andaluz, y se diferenciaba

mucho de

las

mujeres campesi-

nas de los contornos. Vestía con cillez

,

lavaba

y

desenfado y elegancia que

más sus

al aire

zos

más

sen-

ellas,

y permitía al sol acariciar sus arremangados bracarnes,

y su descubierta garganta. Usaba, has-

ta cierto

punto,

aquella época,

el traje el

traje

de las señoras de de

las

mujeres de


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

46

Goya si

no

solo

sus

,

,

el

de la reina María Luisa:

traje

falda de

medio paso,

sumamente

menudos

pies

berana pierna

y bajo,

:

al estilo

corta

y

el

,

falda de

que dejaba ver

arranque de su so-

llevaba el escote redondo

de Madrid, donde se de-

tuvo dos meses con su Lucas se

un paso

de Navarra á Andalucía

recogido en lo alto de

;

al trasladar-

todo

pelo

el

la coronilla, lo

cual

dejaba campear la gallardía de su cabeza

y de su

cuello;

sendas arracadas en las

diminutas orejas, y muchas afilados dedos de sus

manos.

— Por

sortijas

en los

duras pero limpias

último:

la

voz de

la

seña

Frasquita tenía todos los tonos del más extenso y melodioso instrumento, y su carcajada era tan alegre y argentina, que parecía

un repique de Sábado de

Retratemos ahora

al tío

Lucas.

Gloria.


V.

UN HOMBRE VISTO POR FUERA Y POR DENTRO,

L tío

Lucas era más feo que Pi-

cio.

Lo había

y ya

tenía cerca de cuarenta años.

sido toda su vida,

Sin embargo, pocos hombres tan simpá-

y agradables habrá echado Dios al mundo. Prendado de su viveza, de su inticos

genio y de su gracia, lo pidió á sus padres,

el

difunto Obispo se

que eran

pastores,


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

48

no de almas, sino de verdaderas

ovejas.

Muerto Su Ilustrísima, y dejado que hubo el mozo el Seminario por el Cuartel, distinguiólo entre todo su Ejército

Caro, y

General

el

hizo su Ordenanza más íntimo,

lo

su verdadero criado de campaña. plido, en fín, el

>

empeño

Lucas rendir

fácil al tío

seña Frasquita, captarse lado.

el

La

navarra,

fácil

corazón de la le

había sido

la

sazón

y era el ojo derecho de mozos de Estella, algunos de ,

continuos donaires

no pudo ,

resistir á ios

á las chistosas

rrencias, á los ojillos de la

el

que tenía á

ellos bastante ricos,

y á

militar, fuéle tan

aprecio del General y del Pre-

veinte abriles

todos los

como

Cum-

ocu-

enamorado mono

bufona y constante sonrisa, llena

de malicia, pero también de dulzura, de aquel murciano tan atrevido, tan locuaz, tan avisado, tan dispuesto, tan valiente

y

tan gracioso, que acabó por trastornar

el

juicio,

no sólo ala codiciada beldad, sino

también á su padre y á su madre. Lucas era en aquel entonces, y seguía

//

siendo en

la

fecha á que nos referimos, de

pequeña estatura

(á lo

menos con

relación


EL SOMBRERO DE TRR> PICOS.

^g

ásu mujer), un poco cargado de espaldas, ^ y muy moreno, barbilampiño, narigón, ore-

judo y picado de viruelas. En cambio, su boca era regular y su dentadura inmejorable. Dijérase

que sólo

la

corteza de

aquel hombre era tosca y fea;

pronto

como empezaba

que tan

tro de él aparecían sus perfecciones, estas perfecciones principiaban tes.

Luego venía

ca^ atractiva ces, dulce

siempre lo

la

voz

den-

á penetrarse

,

y que

en los dien-

vibrante, elásti-

varonil y grave algunas ve-

;

y melosa cuando pedía algo, y de

difícil

Llegaba después

resistir.

que aquella voz decía: todo oportuno,

discreto, ingenioso, persuasivo....

último

,

en

el

valor, lealtad

,

alma

Y

,

por

Lucas había

del tío

honradez, sentido común,

deseo de saber y conocimientos instintivos ó

empíricos de muchas cosas, profun-

do desdén

á los

necios

,

fuese su categoría social,

cualquiera que

y

cierto espíritu

de ironía, de burla y de sarcasmo, que hacían pasar

,

á los ojos

del

le

Académico,

por un D. Francisco dcQuevedoen bruto.

Tal era por dentro y por fuera Lucas.

el

tío

J^



VI

HABILIDADES DE LOS DOS CÓNYUGES.

^{:^

MABA, pues, locamente Frasquita derábase

mundo hijos,

al

al tío la

i

seña

Lucas, y consi-

mujer más

verse adorada por

según que y

la

él.

feliz

No

del

tenían

sabemos, y habíase

consagrado cada uno á cuidar y

mimar

otro con esmero ind-^cible, pero sin

aquella tierna solicitud

ostentase

el

al

que ca-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

32

rácter seniimenial y

empalagoso

por

,

lo

zalamero, de

casi todos

sin sucesión.

Al contrario: tratábanse con

una

una

llaneza,

matrimonios

los

una broma y

alegría,

una confianza semejantes á

las

de aquellos

niños, camaradas de juegos y de diversiones

,

que

se

quieren con toda

decírselo jamás, ni darse á ta

de

lo

el

alma

mismos cuen-

que sienten.

¡Imposible que haya habido sobre tierra

la

molinero mejor peinado, mejor ves-

más regalado en

tido,

sin

mesa, rodeado de

la

más comodidades en su

casa

,

que

el

tío

Lucas! ¡Imposible que ninguna molinera ni

ninguna reina haya sido objeto de tan-

tas atenciones, tas finezas

de tantos agasajos, de tan-

como

posible también

la

seña Frasquita

¡im-

!

que ningún molino haya

encerrado tantas cosas necesarias

,

útiles

agradables, recreativas y hasta superfinas,

como toda /'

el

la

que va

presente historia

Contribuía

de teatro á casi

á servir

mucho

!

á ello

que

la

seña

hacendosa, fuerte y quería y podía saludable navarra, sabía Frasquita,

la

pulcra

,

,

\

guisar, coser, bordar, barrer, hacer dul-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

lavar, planchar

ees,

fregar

el

casa,

la

cobre, amasar, tejer, hacer

dia, cantar, bailar palillos,

blanquear

,

33

jugar á

,

me-

tocar la guitarra y los

ia brisca

y

al tute,

y otras

.muchísimas cosas cuya relación fuera interminable.

— Y contribuía

jnismo resultado

el

que

no menos

el lío

Lucas

al

sabía, ^^

quería y podía dirigir la molienda, culti-

varel

campo

carpintero

,

,

trabajar de

cazar, pescar,

de herrero y de albañil, ayu-

dar á su mujer en iodos los quehaceres de la casa, leer

Y

esto

,

escribir

sin hacer

de lujo, ó sea de

,

contar

,

mención de

etc.

los

,

etc.

ramos

sus habilidades extra-

ordinarias....

Por ejemplo: El

tío

Lucas adoraba

las

mismo que su mujer), y era flotan consumado que había con-

flores (lo

ricultor

,

seguido producir ejemplares nuevos, por

^

medio de laboriosas combinaciones. Tenía algo de Ingeniero natural, y lo había

de-

mostrado construyendo una presa, un

si-

fón y

un acueducto que

agua del molino.

triplicaron

el

Había enseriado á bai-

^

un perro, domesticado una culebra, ^ y hecho que un loro diese la hora por lará


EL SOMBRERO DE TRES PICOS,

54

medio de

un

reloj

gritos,

según

de sol que

zado en una pared Joro daba

ya

las iba

marcando

Molinero había

el

tra-

de cuyas resultas

;

hora con toda precisión

la

en los días nublados y durante

hasta

el

la

noche.

Finalmente

:

en

molino había una

el

huerta, que producía toda clase de frutas

y legumbres; un estanque, encerrado en una especie de kiosko de jazmines, donde Lucas y la seña Frasquita; un jardín; una estufa ó se

bañaban en verano

invernadero para

el

matrimonií^ba

pueblos de

una

las plantas exóticas;

fuente de agua potable

que

tío

el

;

dos burras

á la

las cercanías

;

Ciudad ó

gallinero

,

,

en

á los

palo-

mar, pajarera, criadero de peces; criadero de gusanos de seda jas

;

colmenas, cuyas abe-

libaban en los jazmines; jaraíz ó lagar,

con su bodega correspondiente, ambas cosas en miniatura; horno .taller

de carpintería

,

etc.

,

,

telar,

etc.

;

fragua,

todo ello

reducido á una casa de ocho habitaciones y á dos fanegas de tierra, y tasado en la

cantidad de diez mil reales.

,

/


VIL

EL

FONDO DE LA FELICIDAD.

DORÁBANSE linero

y

,

la

,

locamcnte el

más

él

á él

que

él

-

Molinera, y aun se

hubiera creído que ría

Mo

á ella

,

ella lo

que-

no obstante

ser

tan feo y ella tan hermosa. Dígolo por-

que

la

seña Frasqulta solía tener celos y

pedirle cuentas al tío

tardaba

mucho

Lucas cuando

en regresar de

la

éste

Ciudad ó


EL SOMBKERO DE TRES PICOS

56

de los pueblos adonde mientras que gusto

las

Lucas

el tío

por grano;

iba

veía hasta con

atenciones de que era objeto

la

seña Frasquita por parte de los Señores

que frecuentaban

el

molino;

regocijaba de que á todos les to

como

en

el

á él; y,

aunque comprendía que

fondo del corazón

algunos de

la

envidiaban

como sim-

y hubieran dado

cualquier

menos mujer de bien, enteros sin el menor

cosa porque fuese la

se

codiciaban

ellos, la

ples mortales

ufanaba y agradase tanse

dejaba sola días

cuidado, y nunca

preguntaba luego

le

qué había hecho ni quién había estado

allí

durante su ausencia....

No que

consistía aquello

el

amor

del tío

,

sin

embargo, en

Lucas fuese menos

vo que

el

en que

él tenía

más confianza en

de

que

en la de

ella

él la

de

la

ella

seña Frasquita. Consistía

él;

la virtud

consistía en

que

aventajaba en penetración, y sabía

hasta qué punto era

amado y cuánto

se

misma; y consisprincipalmente en que el tío Lucas era

respetaba su mujer á tía

vi-

todo

un hombre un hombre como :

el

de

Shakespeare, de pocos é indivisibles sentí-


EL SOMBRERO DE TKES

mientos; incapaz de dudas;

moría; que

amaba

l'IGOS.

5/

que

creía ó

ó mataba; que no ad-

mitía gradación ni tránsito entre la supre-

ma

felicidad

Era, en

y

fin,

el

exterminio de su dicha.

un Oteloác Murcia, con

pargatas y montera, en

una tragedia

el

al-

primer acto de

posible....

Pero ¿á qué

estas notas

tonadilla tan alegre?

lúgubres en una

¿A qué

estos relám-

pagos fatídicos en una atmósfera tan seré-

¿A qué estas actitudes melodramáticas en un cuadro de género? na?

Vais á saberlo inmediatamente.

áé^



VIII

EL

HOMBRE DEL SOMBRERO DE TRES

RAN

las

PICOS.

dos de una tarde de

Oc-

tubre.

El esquilón de la Catedral toca-

ba á vísperas

,

lo cual equivale á decir

que ya habían comido todas

las

personas

principales de la Ciudad.

Los Canónigos

se

dirigían al Coro, y

los seglares á sus alcobas

adormir

lasiesta,


EL SOMBRERO DE TUKS PICOS.

6o

sobre todo aquellos que, por razón de cio, V. gr., las

do

la

mañana

Era, pues, lla

ofi-

Autoridades, habían pasaentera trabajando.

muy

de extrañarque á aque-

hora, impropia además para dar

un

paseo, pues todavía hacía demasiado calor, saliese

de

la

Ciudad, á

de un solo alguacil,

el

rregidor de la misma,

pie,

ilustre

y seguido

señor Co-

— á quien

no podía

confundirse con ninguna otra persona ni de día ni de noche,

así

de su sombrero de

tres

por

la

enormidad

y por lo vistoso de su capa de grana, como por lo picos

particularísimo de su grotesco donaire

De

la

capa de grana y del sombrero de

tres picos,

son muchas todavía

perso-

las

nas que pudieran hablar con pleno cono-

cimiento de causa. Nosotros, entre lo

mismo que

Ciudad en Señor

ellas,

todos los nacidos en aquella

las postrimerías del

Don Fernando

ber visto colgados de

VII, recordamos ha-

un

clavo, únicoador-

no de desmantelada pared, en torre de la casa

reinado del

la

que habitó Su

(torre destinada á la

ruinosa

Señoría

sazón á los infantiles

juegos de sus nietos), aquellas dos anti-


EL SOMBllLRO DE TRES PICOS.

6

cuadas prendas, aquella capa y aquel somel negro sombrero encima y la brero,

roja capa debajo

,

— formando una especie

de espectro del Absolutismo, una especie de sudario del Corregidor, una especie de caricatura retrospectiva de su poder, pin-

como

tada con carbón y almagre, otras, la

por

los

tantas

párvulos constitucionales de

de 1837 que

allí

nos reuníamos

especie, en fin, de espanta-pájams

;

una

^

que

en otro tiempo había sido espanta homy que hoy me da miedo de haber contribuido á escarnecer, paseándolo por bres

,

aquella histórica Ciudad, en días de Carnestolendas, en lo alto de

un deshollina-

dor, ó sirviendo de disfraz irrisorio ta

que más hacía

reir á la plebe....

bre principio de autoridad!

puesto los

mismos que hoy

i

Así te

al idio-

— ¡Po-

te

hemos

invocamos

tanto

En cuanto

al

indicado grotesco donaire

del seiior Corregidor, consistía (dicen) en

que era cargado de espaldas...., todavía

más cargado de cas...., casi

espaldas que

el tío

Lu-

jorobado, por decirlo de una

vez; de estatura

menos que mediana

;

en-

^


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

62

deblillo; de

mala salud; con

piernas

las

arqueadas, y una manera de andar

siii

generis (balanceándose de un lado á otro

y de

atrás

hacia adelante)

puede describir con

la

que parecía cojo de

cambio (añade regular, la falta

que sólo

,

absurda fórmula de los

dos

la tradición)

,

pies.

— En

su rostro era

aunque ya bastante arrugado por absoluta de dientes y muelas;

reno verd9so

,

como

el

hijos de/ías Castillas;

despotismo y

la

con grandes ojosos-

lujuria

;

con

la

sión del valor personal, pero

cólera,

finas

que no tenían

viesas facciones,

mo-

de casi todos los

curos/^en que relampagueaban el

se

y

tra-

la

expre-

sí la

de una

malicia artera capaz de todo, y con cierto aire

de satisfacción

medio

libertino

hombre habría tud,

muy

,

medio

,

aristocrático,

que revelaba que aquel

sido

,

en su remota juven-

agradable y acepto á las muje-

no obstante sus piernas y su joroba^ D. Eugenio de Zúñiga y Ponce de León

res,

(que así se llamaba

Su Señoría) había na-

cido en Madrid, de familia ilustre; frisaría á la sazón en los cincuenta

y cinco años,

y llevaba cuatro de Corregidor en

la

Ciu-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

63

dad deque tratamos, donde se casó, á poco de llegar, con

la

principalísima Señora

que diremos más adelante. Las medias de D. Eugenio (única parte que, además de los zapatos, dejaba verde su vestido

la

extensísima capa de grana)

eran blancas, y los zapatos negros, hebilla de

oro^Pero luego que

el

con

calor del

c^rnpo lo obligó á desembozarse, vídose

que llevaba gran corbata de

batista;

de sarga de color de tórtola,

muy

chupa

festonea-

da de ramillos verdes, bordados de realce; calzón corto, negro, de seda; una casaca de la

misma

estofa

que

la

enorme chupa;

espadín con guarnición de acero; bastón

con borlas, y un respetable par de guantes ó quirotecas) de gamuza pajiza, que no (

se

ponía nunca y que empuñaba á guisa

de cetro. El Alguacil

de distancia

,

al

que seguía á veinte pasos señor Corregidor, se

maba Garduña y ,

de su nombre.

lla-

era la propia estampa

Flaco, agilísimo; miran-

do adelante y atrás y á derecha é izquierda al propio tiempo que andaba; de largo cuello; de diminuto y repugnante rostro.

/


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

64

y con dos manos como dos manojos de disciplinas, parecía juntamente un hurón en busca de criminales había de atarlos

nado á su

,

y

el

,

la

cuerda que

instrumento desti-

castigo.

El primer Corregidor que leechóla vista

encima, serás

dijo sin

le

mi verdadero

más informes: alguacil....

^^

«

— Y ya lo

había sido de cuatro Corregidores.

Tenía cuarenta y ocho años, y llevaba sombrero de tres picos, mucho más pe-

queño que que gra

el

el

de su Señor (pues repetimos

de éste era

como

las

descomunal), capa ne-

medias y todo

tón sin borlas, y

una

el traje

especie de

,

bas-

asador

por espada. -^

^

Aquel espantajo negro parecía bra de su vistoso amo.

la

som-


IX.

¡ARRE, BURRA!

OR donde quiera que pasaban

el

personaje y su apéndice, los la-

bradores dejaban sus faenas y se

descubrían hasta los pies, con más miedo

que respeto; después de

lo cual se decían

en voz baja:

i

Temprano

va esta tarde

el

señor Co-

rregidor á ver á la seña Frasquita!

— ¡Temprano,...

y

solo!

— añadían 5

al-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

66

gunos, acostumbrados á verlo siempre dar aquel paseo en compañía de otras varias personas.

— Oye,

Manuel:

tú,

esta tarde el señor

¿

por qué irá solo

Corregidor á ver á

la

navarra?

le

marido,

el

cual la llevaba á grupas en la

preguntó una lugareña á su

bestia.

Y,

mismo tiempo que

al

pregunta,

la

le

hizo cosquillas, por vía de retintín.

¡

No

clamó

seas

mal pensada

,.

Josefa! (ex-

buen hombre.) La seña Fras-

el

quita es incapaz....

— No

digo yo lo contrario....

Pero

el

Corregidor no es por eso incapaz de estar

enamorado de

/

ella....

Yo

he oído decir

que, de todos los que van á las francachelas del

es ese

molino,

el

único que lleva mal

madrileño tan aficionado á

fin

faldas....

— ¿Y qué sabes tú es ó no aficionado — preguntó á su vez el marido. á faldas si

?

—No

lo digo

por mí.... ¡Ya

se

hubiera

guardado, por más Corregidor que sea, de

decirme

los ojos tienes negros!

La que perlativo.

así

hablaba era

fea

en grado su-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

— Pues el

mira, hija,

llamado Manuel.)

cas

hombre de

tiene el tío

— añadió

¡allá ellos! (replicó

Yo no

consentir

fin,

la tía

creo al

Lucas cuando

— Pero, en

67

tío

Lu-

Bonito genio

¡

se enfada!.,..

ve que leconviene!....

|si

Josefa, retorciendo el

ho-

cico.

— El (repuso bien

tío el

Lucas

c

>

hombre de

lugareño); y á

bien....

un hombre de

nunca pueden convenirle

ciertas co-

sas....

— Pues entonces, tienes razón.... ¡Allá — ¡Si yo fuera seña Frasquita!.... — ¡Arre, burra! — gritó marido, para la

ellosl

el

mudar

Y

la

la

conversación.

burra salió

al trote

;

con

pudooirseel resto del diálogo.

^"^^

lo

que no

^



X.

DESDE LA PARRA.

lENTRAS así discurrían los labrie-

gos que saludaban

al

señor Co-

rregidor, la señáFrasquita regaba

y barría cuidadosamente la plazoleiilla empedrada que servía de atrio ó compás al

molino, y colocaba media docena de

sillas

debajo de lo más espeso del empa-

rrado, en ías,

el

cual estaba subido

el tío

Lu-

cortando los mejores racimos y ar-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

yo

una

reglándolos artísticamente en

¡

Pues

Frasquita! (decía

sí,

cas desde lo

alto

de

la

Lu-

el tío

parra)

Corregidor está enamorado de

cesta,

:

ti

el

señor

de

muy

mala manera....

— Ya telo tó la

dije

yo hace tiempo (contes-

mujer del Norte).... Pero

— ¡Cuidado, Lucas, no

que pene!

i

déjalo

te

vayas

á caer!

—Descuida También

le

estoy bien agarrado....

:

gustas

mucho

al señor....

— ¡Mira! ¡no me des más noticias! rrumpió

ella.)

¡Demasiado

gusto y á quién no del

le

(inte-

yo á quién

le

gusto! ¡Ojalá supiera

mismo modo por qué no te gusto á ti! ¡Toma! Porque eres muy fea....

contestó

el tío

— Pues, de subir á

Lucas.

oye.... ¡fea la

y todo, soy capaz

parra y echarte de cabeza al

suelo!....

— Más

sería

fácil

que yo no

te

dejase

bajar de la parra sin comerte viva....

— ¡Eso

es!.

..

¡y

cuando vinieran mis

ga-

lanes y nos viesen ahí, dirían que éramos

un mono y una mona!....

—Y

acertarían; porque

eres

muy


EL SOMíRE^RO DE TRES PICOS.

Jl

mona y muy cionita, y yo parezco un mono con esta joroba.... — Que á mí me gusta muchísimo....

— Entonces rregidor,

que

es

— ¡Vamos!

mayor que

¡Vamos!

¡No tenga V. tantos

más

gustará

te

la

del

me

contrario;

quiera

A

la mía.,..

Sr.

D. Lucas....

celos!....

Celos yo de ese viejo petate

¿

Co-

alegro

?

Al

¡

muchísimo de que

te

!....

— qué? — Porque en ^¿Por

pecado

lleva la peniten-

¡Tú no has de quererlo nunca, y yo

cia.

soy entre tanto de

el

Ciudad

la

— ¡Miren

el

verdadero Corregidor

!

— Pues figúrate que llegase á quererlo.... — ¡Cosas más raras se

vanidoso

el

ven en

el

!

mundo!

— Tampoco me daría gran — Por qué ?

i

— y,

¡

Porque entonces tú no

no siendo tú quien

creo que eres, maldito lo taría

que

te

serías

ya

tú;

como yo que me impor-

eres, ó

llevasen los demonios!

— Pero bien; caso?

cuidado....

¿qué harías en semejante

^^-^^


EL SOMBRERO P'^^í^s

72

Yo ? Mira

¿

lo q^e/í pr-i\....

i

como

PICOS.

'.

Porque,

entonces yo sería otro y no

soy ahora, no puedo figurarme

el

que

que

lo

pensaría....

—¿Y por qué serías entonces otro? —insistió

valientemente

la

seña Frasquita, de-

jando de barrer y poniéndose en jarras para mirar hacia arriba. El

tío

Lucas

escarbara/para sacar de

muy más

como

se rascó la cabeza,

alguna idea

ella

profunda, hasta que

si

al fin dijo

con

seriedad y pulidez que de costumbre:

— Sería otro hombre que

,

porque yo soy ahora un

cree en

ti

como en

mismo,

y que no tiene más vida que esta

fe.

De

consiguiente, al dejar de creer en

ti,

me

moriría ó

hombre; cería

me

convertiría en

viviría de otro

un nuevo

modo; me pare-

que acababa de nacer; tendría

entrañas

!

otras

Ignoro, pues, lo que haría en-

tonces contigo....

Puede que me echara

á reir y te volviera la espalda. ni siquiera te conociese

— Pero ¡vaya

.

.

.

Puede que

Puede

que....

un gusto que tenemos en

ponernos de mal

¿Qué nos importa

humor

sin necesidad!

á nosotros

que

te

quie-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

ran

todos los Corregidores del

¿No

eres tú

,

navarra

,

i

'jZ

mundo?

mi Frasquita?

pedazo de bárbaro! (contestó riendo á más no poder

soy tu Frasquita

mi alma, más

que

el

el

que

es eso de

Yo

\

con más ta-

,

hombres

los

,

pan, y más querido....

que

:

y tú eres mi Lucas de

,

feo

lentoque todos

)

la

más bueno

Ah!

lo

querido cuando bajes de

la

¡

,

parra lo verás

!

¡

más

Prepárate á llevar

bofetadas y pellizcos que pelos tienes en la

cabeza!

— Pero

¡calla!

¿

qué

veo? El señor Corregidor viene

completamente to!....

— Ese

trae plan....

tenías razón ""

solo....

¡

Y

por

allí

tan temprani-

Por

j

que

es lo

lo visto, tú

!....

— Pues aguántate,

y no

toy subido en la parra.

¡

le

digas

que es-

Ese viene á de-

clararse á solas contigo,

creyendo pillarme

durmiendo

la siesta!....

— Quiero divertir-

me oyendo

su explicación.

Así dijo

el tío

Lucas, alargando

la cesta

á su mujer. /

I

No

está

mal pensado

!

(exclamó

lanzando nuevas carcajadas. nio del madrileño!

¿

Qué

se

)

\

El

ella,

demo-

habrá creído


El-

74

que

es

SOMBRERO DE TRES

PICOS.

ua Corregidor para mí?

llega....

— Pero aquí

— Por cierto que Garduña, que lo

seguía á alguna distancia, se ha Sentado

en

la

ramblilla á la sombra....

jadería

!

— Ocúltate tú bien entre los pám-

panos, que nos vamos á

que

¡Qué ma-

reir

más de

lo

te figuras....

Y, dicho

esto, la

pió á cantar familiar

el

como

hermosa navarra rom-

fandango, que ya las

le era

canciones de su

tan

tierra.


XI

BOMBARDEO DE PAMPLONA.

EL

IOS te el

guarde, Frasquita....

Corregidor á media voz

reciendo bajo

dando de

el

— dijo ,

apa-

emparrado y an-

puntillas.

— ¡Tanto bueno, señor Corregidor!

(res-

pondió ella en voz natural, haciéndole mil reverencias.) ¡Usía por aquí á estas horas!

¡Y con

Su

el

calor

que hace! ¡Vaya, siéntese

Señoría.... Esto estáfresquito.

—¿Cómo


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

j6

no ha aguardado Su Señoría á señores

?

Esta tarde esperamos

Obispo en persona

mi Lucas venir

uvas de la p.ura. ñoría?

demás

— Aquí tienen ya preparados sus

asientos....

á

los

¿Cómo

,

á

que

ha prometido

le

probar

—¿Y cómo

está la

señor

al

las

primeras

lo pasa

Señora

Su Se-

?

El Corregidor se había turbado.

— La

ansiada soledad en que encontraba á la

seña Frasquita lazo

que

le

le

parecía

un sueño, ó un

tendía la enemiga suerte para

hacerle caerenel abismo de

Limitóse

— No Serán

es

un desengaño.

pues, á contestar:

,

tan

las tres

temprano como

dices....

y media....

El loro dio en aquel

momento un

chi-

llido.

— Son rra,

dos y cuarto

las

mirando de

Este calló,

nuncia á

,

— dijo la

nava-

hito en hito al madrileño.

como

reo convicto

que

re-

la defensa./

—¿Y Lucas? cabo de un

¿Duerme?

— preguntó

al

rato.

(Debemos

advertir aquí

que

el

Corregi-

mismo que todos los que no tienen dientes hablaba con una pronunciación

dor, lo

,


EL SOMBRERO DE IRKS PICOS. floja

como

sibilante,

y

miendo sus propios

77

se estuviese co-

si

labios.)

— ¡De seguro! (contestóla seña quita.) — En llegando estas horas

Fras-

queda

se

dormido donde primero

— Pues mira.... el

coge,

aunque

borde de un precipicio....

sea en el

clamó

le

¡déjalo dormir!.... (ex-

viejo Corregidor,

pálido de lo que ya era.)

poniéndosemás

— Y tú, mi que-

rida Frasquita, escúchame.... oye.... ven acá....

¡

Siéntate aquí; á mi lado

go muchas cosas que

!....

decirte....

— Ya estoy sentada. — respondió linera,

agarrando una

silla

baja

tándola delante del Corregidor, á

ma

Ten-

la

Mo-

y plancortísi-

distancia de la suya.

Sentado que

se

una pierna sobre

hubo, Frasquita echó

la otra,

inclinó

hacia adelante, apoyó un

el

cuerpo

codo sobre

la

y la fresca y hermosa cara en una de sus manos; y así, con la rodilla cabalgadora,

cabeza un poco ladeada, los labios,

y

la

hoyos en actividad,

los cinco

las serenas pupilas clavadas

rregidor Señoría.

,

aguardó

— Hubiera

sonrisa en

la

en

el

declaración de

Co-

Su

podido comparársela


EL SOMBRERO DK TRES PICOS.

yo

con Pamplona esperando un bombardeo. El pobre

dó con

hombre

fué á hablar, y se que-

boca abierta, embelesado ante

la

aquella grandiosa hermosura, ante aque-

esplendidez de gracias, ante aquella

lla

formidable mujer, de alabastrino color,

de lujosas carnes, de limpia y riente boca, de azules é insondables ojos, que parecía creada por

pincel de Rubens.

el

— ¡Frasquita!.... (murmuró

al fin el

de-

legado del Rey, con acento desfallecido,

mientras que su marchito rostro, cubierto de

sudor

roba,

expresaba una inmensa angustia.)

i

destacándose sobre su

,

jo-

Frasquita!....

¡

Me

rineos).

llamo

(contestó la hija de los Pi-

!

—¿Y qué?

— Lo que tú quieras....— repuso con una ternura

— Pues linera), es

viejo

sin límites.

que yo

lo

el

quiero.,., (dijo la

Mo-

Lo que yo quiero nombre Secretario del Ayun-

ya lo sabe Usía.

que Usía

tamiento de

que tengo en nirse de

la

Ciudad

á

Estella....y

aquellas

un sobrino mío que

así

podrá ve-

montañas, donde

pasando muchos apuros....

está


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

—Te he

que eso

Frasquita,

dicho,

79 es

imposible. El Secretario actual....

— lEs

un ladrón, un borracho y un

bestia

—Ya

lo sé....

Pero tiene buenas aldabas

y yo no acuerdo del Ca-

entre los Regidores Perpetuos

puedo nombrar otro

De

bildo.

— ¡Me

sin

lo contrario,

expongo!....

me

,

expongo....

¡Me expongo!....

¿A qué no nos expondríamos por Vuestra Señoría hasta los gatos de esta casa?

— deó

¿

Me querrías

el

á ese precio?

— tartamu-

Corregidor.

— No,

seííor;

que

lo quiero á

Usía de

balde.

— ¡Mujer, no me des tratamiento! Habíame de V. ó como se antoje.... —¿Conte

que vas

á

quererme? Di.

— ¿No digo á V. que quiero ya? — — No hay pero que valga. ¡Verá V. qué lo

le

Pero....

guapoy quéhombre de bien esmisobrino!

— ¡Tú que eres guapa, Frascuela!.... —¿Le gusto á V.? — ¡Que me ¡No hay musí

si

jer

como

tú!

gustas!....


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

8o

— Pues mire — contestó

Aquí no hay nada

V....

postizo....

la

seña

acabando de arrollar

la

manga de

bón, y mostrando

Corregidor

al

brazo, digno de

de su

Frasquita,

una

su juresto

el

cariátide

y

más blanco que una azucena.

— ¡Que

me

si

gustas!....

¡De

Corregidor.)

(prosiguió el

de noche, á todas

día,

horas, en todas partes, sólo piensoen

— ¡Pues

qué!

^3

ñora Corregidora

?

No

le

gusta á V.

(preguntó

ti!....

se-

la

seña Fras-

la

mal fingida compasión, que

quita con tan

hubiera hecho reirá un hipocondriaco.) i

Qué

tuvo

lástima el

!

Mi Lucas me ha dicho que

gusto de verla y de hablarle cuan-

do fué á componerle á

y que es na y de un trato

alcoba,

¡

No

tanto

!

V.

reloj

el

de la

muy guapa, muy buemuy cariñoso. No tanto — murmuró el !

¡

Corregidor con cierta amargura.

— En cambio, otros me han siguió la Molinera)

genio, que es

tiembla

muy

más que

á

dicho (pro-

que tiene celosa,

una vara

— ¡No tanto, mujer!....

muy

mal

y que V.

le

verde....

(repitió

D. Eu-

genio de Zúñiga y Ponce de León, po-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

8

niéndose colorado). ¡Ni tanto ni tan poco!

La Señora mas de

tiene sus manías,

hacerme temblar, hay mu-

ello á

cha diferencia. ¡Yo soy

— Pero, quiere

en

fin, ¿la

por mejor decir,

Corregidor!....

quiere V., ó no la

pasa,

y

ella

la

que

te vi,

no

sé lo

que

misma conoce que me pasa

algo.... Bástete saber

por ejemplo,

quiero mucho....,

quería antes de co-

la

nocerte. Pero desde

me

el

?

— Te diré....-— Yo ó,

es cierto....:

que hoy...., tomarle,

la cara á

mi mujer me hace

misma operación que si me la tomara á mí propio.... ¡Ya ves que no puedo quererla más ni sentir menos!.... ¡Mientras que por coger esa mano, ese brazo, esa la

cara, esa cinturaj

Y, hablando

así,

daría lo el

que no tengo!

Corregidor trató de

apoderarse del brazo desnudo que le

mente por

los ojos; pero ésta, sin

ponerse, extendió

de Su Señoría con

la

mano, tocó

la pacífica

incontrastable rigidez de

y

seña

estaba refregando material-

Frasquita

elefante,

la

lo tiró

la

descomel

pecho

violencia

é

trompa de un

de espaldas con

todo. 6

silla

y


82

SOMBRERO DE TRES

EL

Ave María Purísima

i

Por

(exclamó en-

!

riéndose á más no po-

tonces la navarra, der.)

PICOS.

visto, esa silla estaba rota....

lo

— ¿Qué pasa ahí — exclamó ?

f^

en esto

el

lío

Lucas, asomando su feo rostro entre

los

pámpanos de

la parra.

El Corregidor estaba todavía en

el

suelo

boca arriba, y miraba con un terror indecible á aquel los aires

hombre que

aparecía en

boca abajo.

Hubiérase dicho que Su Señoría era

el

Diablo, vencido, no por San Miguel, sino

por otro Demonio del infierno.

— ¿Qué ha ponder

la

de pasar?

(se

apresuró á res-

seña Frasquita.) ¡Que

Corregidor puso

la

silla

mecerse, y se ha caído

— ¡Jesús,

el

señor

en vago, fué á

!....

María y José! (exclamó á su

vez el Molinero.

)

¿Y

se

ha hecho daño Su

Señoría? ¿Quiere un poco de agua y nagre

i

?

No me

he hecho nada!

rregidor, levantándose

Y

luego añadió

modo que quita

vi-

:

—dijo

el

Co-

como pudo.

por lo bajo, pero de

pudiera oirlo

la

seña Fras-


SOMBRERO DE TRES

EL

Me la

¡

gúrate, mujer,

Su Señoría me ha (repuso

vida

la

el tío

Lucas

la parra).

— Fi-

que estaba yo aquí

sen-

moverse de

sin

83

pagaréis!

— Pues, en cambio, salvado á

TICOS.

de

lo alto

me

tado contemplando las uvas, cuando

quedé dormido sobre una red

de sar-

mientos y palos que dejaban claros sufiPor cientes para que pasase mi cuerpo

consiguiente,

me

si

de Su Señoría no

la caída

hubiese despertado tan á tiempo, esta

tarde

me

habría yo roto

cabeza contra

la

esas piedras.

/—Conque sí.... gidor.)

me

Corre-

me alegro.... mucho de haber-

Pues ¡vaya, hombre

¡Te digo que

me

¿eh?.... (replicó el

alegro

!

caído!

¡

Me la

pagarás

!

— agregó en

seguida,

dirigiéndose á la Molinera.

Y

pronunció

presión

estas palabras

ex-

tal

de reconcentrada furia, que

seña Frasquita

se

puso

al

la

triste.

Veía claramente que asustó

con

el

Corregidor

principio, creyendo que

el

linero lo había oído todo; pero que,

se

Moper-

suadido ya de que no había oído nada


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

84

(pues la calma y

disimulo del

el

hubieran engañado

al

más

tío

lince)

,

Lucas

empe-

zaba á abandonarse á toda su iracundia y á concebir planes de venganza.

— me

i

Vamos!

Bájate ya de ahí, y ayúda-

¡

á limpiar á

Su Señoría, que

puesto perdido de

polvo

!

ha

se

—exclamó

en-

tonces la Molinera.

Y

,

ella al

mientras

el tío

Lucas bajaba

,

díjole

Corregidor, dándole golpes con

delantal en

la

en

:

las orejas

— El pobre

chupa y alguno que otro

no ha oído

dormido como un

Más que

el

nada.... Estaba

tronco....

estas frases

,

la

circunstancia

de haber sido dichas en voz baja, afectan-

do complicidad y secreto, produjo un

efec-

to maravilloso.

— Pícara ¡

!

¡

Proterva

!

— balbuceó Don

Eugenio de Zúñiga con

un agua, pero gruñendo

—¿Me la

boca hecha

todavía....

guardará Usía rencor?

— replicó

navarra zalameramente.

Viendo le

la

el

Corregidor que

la

severidad

daba buenos resultados, intentó mirar

á la seña Frasquita con

mucha

rabia;


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

pero se encontró con su tentadora

85 risa

sus divinos ojos, en los cuales brillaba caricia de

una

gacha en

la

el

acto, le dijo

más que nunca y muelas

— ¡De

ti

la

en

el tío

con un acento

que

se

descubría

ausencia total de dien-

:

depende, amor mío!

En aquel momento parra

la

súplica, y, derritiéndosele

baboso y sibilante,

tes

y

Lucas.

se

descolgó de la



XII.

DIEZMOS Y PRIMICIAS.

EPUESTO lla, la

el

Corregidor en su

si-

Molinera dirigió una rá-

pida mirada á su esposo, y vió^e,

no

sólo tan sosegado

como

siempre,

sino reventando de ganas de reir por resultas de aquella ocurrencia él

:

cambió con

desde lejos un beso tirado

chando

el

primer descuido de

,

aprove-

Don Euge-


88

SOMBRERO DE TRES

EL

PICOS.

con una voz

nio, y díjole, en fin, á éste

de sirena que patra

:

Ahora va Su Señoría

i

uvas

hubiera envidiado Cleo-

le

á probar

mis

1

Entonces fué de ver á

la

hermosa na-

varra (y así la pintaría yo, pincel de Ticiano

)

,

si

tuviese el

plantada enfrente del

embelesado Corregidor,

fresca

,

magnífica,

formas, con su

incitante, con sus nobles

angosto vestido, con su elevada estatura,

con sus desnudos brazos levantados sobre

y con un transparente racimo en cada mano, diciéndole, entre una sonrisa

la cabeza,

y una mirada suplicante en que titilaba el miedo irresistible

:

—Todavía

no

Son

Obispo....

las

las

ha probado

el

señor

primeras que se cogen

este año....

Parecía una gigantesca

dando

frutos á

un

Pomona,

dios campestre;

brin-

—á un

Sátiro, V. gr.

En leta

esto apareció al

empedrada

diócesis,

el

extremo de

la plazo-

venerable Obispo de la

acompañado

del

Abogado-Aca-

démico y de dos Canónigos de avanzada


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

89

edad, y seguido de su Secretario, de dos familiares y de dos pajes.

Detúvose un rato Su Ilustrísima á contemplar aquel cuadro tan cómico y tan

con

bello, hasta que, por último, dijo

el

reposado acento propio de los Prelados de entonces:

— El Quinto,,., pagar diezmos y primicias d la Iglesia de Dios, nos enséñala

doctrina cristiana gidor,

no

se

;

pero V,, señor Corre-

contenta con administrar

diezmo, sino que también

trata

el

de comer-

se las primicias.

— ¡El

señor Obispo!

Molineros, dejando rriendo á besar

— ¡Dios

se lo

al

—exclamaron

Corregidor y co-

el anillo al

Prelado.

pague á Su Ilustrísima, por

venir á honrar esta pobre choza el tío

Lucas, besando

acento de .

muy

el

(exclamó

después.) serve

— dijo

!

primero, y con

sincera veneración.

— ¡Qué señor Obispo tengo tan

so!

los

la

hermo-

seña Frasquita, besando

¡Dios lo bendiga y

más años que

le

me

conservó

el

lo

con-

suyo á

mi Lucas!

—'¡No sé qué

falta

puedo hacerte, cuan-


SOMBRERO DE TRES

EL

90

me

do tú

PICOS.

echas las bendiciones, en vez de

pedírmelas!

— contestó

riéndose

el

bonda-

doso Pastor. Y, extendiendo dos dedos, bendijo á seña Frasquita y después á los demás

la

cir-

cunstantes.

Aquí

i

tiene Usía Ilustrísima las pri-

micias! (dijo

el

Corregidor, tomando

racimo de manos de

vía

Molinera y presen-

la

tándoselo cortésmente

un

al

no había yo probado

Obispo.)

— Toda-

uvas

las

El Corregidor pronunció estas palabras,

una rápida y cínica miespléndida hermosura de la Mo-

dirigiendo de paso

rada á

la

linera. "~

— ¡Pues

como

las

no

de

la

será

porque estén verdes,

fábula!

— observó

fábula

(expuso

el

Acadé-

mico.

— Las de no estaban

la

el

Obispo)

verdes, señor Licenciado; sino

fuera del alcance de la zorra.

Ni

el

uno

ni el otro

so aludir al Corregidor

habían querido aca;

pero ambas frases

fueron casualmente tan adecuadas á lo

que acababa de suceder

allí

,

que D. Eu-

genio de Zúñiga se puso lívido de cólera,


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

y dijo, besando

— ¡Eso trísimo

es

llamarme zorro

ble severidad de

en

(replicó éste,

señor ilus-

la afa-

diz

que

Exciisatio non petita,

efecto.)

— Pero

con

un Santo, como

accusatio manifesta. oratio.

,

!

—¡Tu dixisti! lo era

Prelado:

del

anillo

el

9

satis

— Qualis

jam

vir^

talis

dictum, niillus es lo

mismo,

dejémonos de latines, y veamos

estas fa-

ultra sit sermo.

Ó,

lo

que

mosas uvas.

Y que

picó.... le

una

sola vez..,, en el racimo

presentaba

— ¡Están

muy

Corregidor.

buenas! (exclamó, mi-

rando aquella uva sela

el

al trasluz

y alargándo-

en seguida á su secretario.)

ma que

á

mí me

sienten mal!

— ¡Lásti-

*~^

El Secretario contempló tambiénlauva; hizo la

un

gesto de cortesana admiración, y

entregó á uno de los familiares.

El familiar repitió

y

el

gesto

del

la

acción del Obispo

Secretario,

propasándose

hasta oler la uva, y luego.... la colocó en la cesta

con escrupuloso cuidado, no sin

decir en voz baja á la concurrencia

— Su Ilustrísima ayuna....

:


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

92 El

con

Lucas, que había seguido

tío

entonces disimulada-

la vista, la cogió

mente, y

se la

comió

Después de

sin

que nadie

lo viera.

sentáronse todos

esto,

uva

la

:

ha-

blóse de la otoñada (que seguía siendo

muy

seca,

no obstante haber pasado

cordonazo de San Francisco)

discurrióse

;

algo sobre la probabilidad de

guerra entre Napoleón y tióse

en

periales

la

una nueva

Austria

el

el

;

insis-

creencia de que las tropas im-

no invadirían nunca

español; quejóse

el

el territorio

Abogado de

lo revuelto

y calamitoso de aquella época, envidiando

los

tranquilos tiempos de sus padres

(como sus padres habrían envidiado de sus abuelos) y, á

una seña

menor de

;

dio las cinco

del

el loro....,

Reverendo Obispo,

los pajes

una magnífica aceite, ría

el

Alguacil)

una hora había

locóse

una

,

sal

,

pan de

que apenas ha-

salido del

mesilla en

misma

y volvió con

torta sobada, de

polvoreada de

el

fué al coche epis-

copal (que se había quedado en la

ramblilla que

los

medio

horno del

:

co-

concur-

so; descuartizóse la torta; se dio su parte

correspondiente, sin embargo deque se re-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

sistieron

mucho,

Frasquita....,

al tío

Lucas y

93

á la seña

y una igualdad verdadera-

mente democrática reinó durante media hora bajo aquellos pámpanos que

ban

filtra-

los últimos resplandores del sol po-

niente....



XIII

LE DIJO EL GRAJO AL CUERVO.

ORA y media después todos ilustres

los

compañeros de merienda

estaban de vuelta en

la

Ciudad.

El señor Obispo y su familia habían llegado con bastante anticipación, gracias al coche,

y hallábanse ya en palacio, don-

de los dejaremos rezando sus devociones. El insigne Abogado (que era

y

los dos

Canónigos

cual

muy seco)

más grueso y


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

96

acompañaron

respetable)

hasta la puerta del

Ayuntamiento (donde

Su Señoría dijo tener que maron luego el camino de guiándose por

casas,

como

cerrado luna, y

que

estaba

los ciegos;

to-

como

— pues ya había

noche; aún no había salido

la el

alumbrado público

allí

en

la

(lo

la

mismo

este siglo) todavía

mente divina.

En cambio, no por algunas calles rolillo

y

sus respectivas estrellas

Jas

demás luces de

las

trabajar),

ó sorteando á tientas las

los navegantes,

esquinas

Corregidor

al

era raro tal

ver discurrir

ó cuál linterna ó

fa-

con que respetuoso servidor alum-

braba á sus magníftcos amos dirigían á la habitual

,

tertulia

quienes se

ó de

visita

á casa de sus parientes....

Cerca de veía

un

se

casi todas las rejas

olfateaba,

por

silencioso bulto negro.

que,

al sentir

bajas se

mejor decir)

— Eran galanes

pasos, habían dejado

por

un momento de pelar la pava.... ¡Somos unos calaveras! (iban di-

ciéndose gos.)

el

Abogado y

los

dos Canóni-

¿Qué pensarán en nuestras

vernos llegar á estas horas?

casas al


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

— Pues

¿

qué dirán

97

que nos encuen-

los

modo, á las siete déla noche, como unos bandoleros

tren en la calle

y pico amparados de

de este

,

las tinieblas?

— Hay que mejorar de conducta.... — ¡Ah! Pero ese dichoso mosí.,.,

i

lino!....

— Mi mujer del

lo tiene

— dijo

estómago

un tono en que á

sentado en el

la

boca

Académico, con

se traslucía

mucho miedo

próxima pelotera conyugal.

— Pues ¿y mi sobrina? (exclamó uno de los

Canónigos, que por cierto era Peniten-

ciario.) tes

— Mi sobrina dice que los sacerdo-

no deben

— Y,

visitar coma^ií^s....

embargo ¡interrumpió su compañero, queera Magistral), lo que allí pasa sin

no puede

ser

más inocente

Toma! Como que

j

¡

va

mismísimo

el

señor Obispo

—Y luego, señores,

Penitenciario.)

(repuso

el

do ayer

los setenta

¡

¡á nuestra edad!....

Es claro!

— Yo he cumpli-

y cinco.

(replicó el Magistral.)

Pero hablemos de otra cosa

:

¡

qué guapa

estaba esta tarde la seña Frasquita! 7

^


SOMBRERO DE TRES

EL

98

¡

Oh, lo que

guapa!

— dijo

PICOS.

como guapa,

es eso....;

es

Abogado, afectando im-

el

parcialidad.

— Muy guapa.... —

-repitió el

rio

Penitencia-

dentro del embozo.

—Y

que

cio)^

si

i

no (añadió se lo

el

Predicador de Ofi-

pregunten

hombre

El pobre

al

Corregidor....

está

enamorado de

ella!....

— la

I

Ya

lo creo

!

— exclamó

el

Confesor de

Catedral.

— ¡De seguro!

(agregó el Académico....

Correspondiente.)

— Conque,

tomo por aquí para

¡Muy buenas

señores,

yo

llegar antes á casa....

noches

— Buenas noches.... —

le

contestaron los

Capitulares.

Y anduvieron algunospasos en

— /

¡

También

le

gusta á ese la Molinera!

— murmuró entonces le

con

el

codo

— ¡Como

Magistral, dándo-

lo viera!

— Conque

qué bruto

es

compañero.

— Que

!

(respondió éste,

puerta de su

la

bien las uvas.

el

al Penitenciario.

si

parándose á

silencio.

le

casa.)

hasta

sienten

á

— ¡Y

mañana, V.

muy


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

— Hasta Que

mañana,

pase V. ¡

muy

Dios quiere....

ya desde

por más señas tenía

llamó á

Una

buena noche.

Buenas noches nos dé Dios

€l Penitenciario,

Y

si

99

farol

!

— rezó

portal,

el

que

y Virgen.

la aldaba.

vez solo en

la calle, el

nigo (que era más ancho que

otro Canóalto,

y que

parecía que rodaba al andar) siguió avan-

zando lentamente hacia su tes

de llegar á

pared cierta

de

falta

ser objeto

dijo al

ella,

cometió contra una

que en

de un

casa; pero, an-

el

porvenir había

bando de

policía,

mismo tiempo, pensando

sin

y duda

en su cofrade de Coro:

— ¡También quita!....

i

te

Y la verdad es

de un momento)

guapa

!

gusta á

que,

ti

la

seña Fras-

(añadió

al

cabo

como guapa,

es



XIV.

LOS CONSEJOS DE GARDUÑA, í..*.'^

NTRE tanto,

subido

al

el

Corregidor había

Ayuntamiento, acom-

pañado de Garduña mantenía hacía nes,

rato,

en

el

una conversación más

,

con quien

salón de sesiofamiliar de lo

correspondiente á persona de su calidad

y

oficio.

— Crea Usía á un perro perdiguero que i


102

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

conoce

la caza

cil.)

(decía el innoble

!

La seña Frasquita

está

Algua-

perdidamente

enamorada de Usía, y todo lo que Usía acaba de contarme contribuye á hacérme-

más

lo ver

Y

claro

que esa

luz....

señalaba á un velón de Lucena

apenas

esclarecía

si

la

,

que

octava parte del

salón.

i

No

Garduña

yo tan seguro como

estoy !

— contestó

tú,

D. Eugenio, suspi-

rando lánguidamente.

— ¡Pues no sé por qué! —Y, no, hablemos con franqueza. — Usía..,, (dicho sea si

con perdón) tiene una tacha en su cuerpo....

i

¿

No

verdad?

es

Bien,

Pero esa tacha cas.

¡

Él

es

(repuso

sí!

la tiene

el

Corregidor.)

también

el tío

más jorobado que yo

— ¡Mucho más

i

¡muchísimo más

comparación de ninguna especie! en cambio

una

(y es á lo

cara de

muy

llama una bella tío

Lucas

Lu-

se

buen

cara....,

parece

que reventó de

que

al

iba)

,

I

¡sin

— Pero,

Usía tiene

que

se

mientras que

el

ver...., lo

sargento Utrera,

feo.

El Corregidor sonrió con cierta ufanía.


EL

SOMBRERO DE TRES

—Además

(prosiguió

PICOS.

i

O3

Alguacil), la

el

seña Frasquita es capaz de tirarse por una

ventana con

tal

de agarrar

el

nombra-

miento de su sobrino....

— Hasta

ahí estamos de acuerdo. ¡Ese

nombramiento

es

mi única esperanza!

— ¡Pues

manos ala obra, señor! Ya le he explicado á Usía mi plan.... ¡No hay más que ponerlo en ejecución esta misma noche!

— ¡Te he dicho muchas veces que nonenesito consejos! — gritó D. Eugenio, acordándose de pronto de que hablaba con

un

inferior.

— Creí que

Usía

me

los

había pedido....

— balbuceó Garduña. — ¡No me repliques! Garduña saludó.

— ¿Conque decías ñiga

,

(prosiguió

volviendo á amansarse)

misma noche puede Pues ¡mira,

hijo!

el

de Zú-

que

esta

arreglarse todo eso?

me

parece bien.

— ¡Qué

diablos! ¡Así saldré pronto de esta cruel in-

certidumbre!

Garduña guardó

silencio.

El Corregidor se dirigió

al

bufete y es-


^^ SOMBRERO DE TRES PICOS.

104

un

cribió algunas líneas en

que

sellado,

pliego de papel

también por su parte,

selló

guardándoselo luego en

— ¡Ya está hecho

la

faltriquera.

nombramiento

el

del

sobrino! (dijo entonces, tomando un polvo

me

de rapé.) ¡Mañana

con

compondré yo con

los Regidores...., y, ó lo ratifican

un acuerdo, ó habrá I

las

No

la

de San Quintín

parece que hago bien

te

— ¡Eso! ¡eso!

!

?

(exclamó Garduña entu-

siasmado, metiendo

la

zarpa en

del Corregidor y arrebatándole

un

la

caja

polvo.)

¡Eso! ¡eso! El antecesor de Usía no paraba tampoco en barras. Cierta

i

Déjate de

bachillerías!

se

vez....

(repuso

el

Corregidor, sacudiéndole una guantada

en

la ratera

bestia,

cuando

vamos

á lo

me que

el

— Mi antecesor era un tuvo de alguacil. — Pero

mano.) te

que importa. Acabas de

decir-

Lucas

perte-

molino del

tío

nece

al

término del lugarciilo inmediato,

y no

al

de esta población.... ¿Estás seguro

de ello?

— ¡Segurísimo Ciudad acaba en

me

!

La la

jurisdicción

de la

ramblilla donde yo

senté esta tarde á esperar que Vuestra


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

Señoría....

— ¡Voto á Lucifer!

IO5

¡Si

yo hu-

Eugenio.)

— ¡Eres

biera estado en su caso!

— ¡Basta! un

insolente!

media

Y, cogiendo

una esquela,

escribió

un

D.

(gritó

pico,

y

cerróla, doblándole

dijo al

(le

me

has

calde del Lugar.

carta »que

ia

de papel,

entregó á Garduña.

se la

—Ahí tienes

cuartilla

mismo tiempo)

pedido para le

que hacer.

ves que sigo tu plan al pie de

Desgraciado de

ti si

Al-

explicarás de pa-

labra todo lo que tiene

í

el

me

— ¡Ya

la letra

!

metes en un ca-

llejón sin salida!

— ¡No hay cuidado! ña.)

(contestó

Gardu-

El señor Juan López tiene

mucho

que temer, y en cuanto vea la firma de Usía, hará todo lo que yo le mande.

{Lo menos al

le

debe mil fanegas de grano

Pósito Real,

y otro tanto

al

Pósito

Pío!. ...Esto último contra toda ley, pues

no

es

ninguna viuda

pobre para recibir ces

ni

ningún labrador

el trigo sin

ni recargo, sino

que

cre-

un jugador, un bo-

rracho y un sin vergüenza, faldas,

abonar

muy amigo

trae escandalizado el

de

pueble-


I06

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

cilio....

Y

aquel

dad!.... ¡Así

anda

— ¡Te

¡

hombre el

mundo!

he dichoque

(bramó

distrayendo!

ejerce autori-

¡Me

calles!

estás-

Corregidor.)

el

Conque vamos al asunto (añadió luego,, mudando de tono). Son las siete y cuarto.... Lo primero que tienes que hacer es á

ir

casa

y advertirle á

no me espere esta ta la

á cenar ni

noche me hora de

la

Señora que

adormir. Dile que

estaré trabajando aquí has-

la

queda, y que después sal-

dré de ronda secreta contigo, á ver

atrapamos á ciertos malhechores.... fin,

engáñala bien para que

descuidada guacil que

— De camino, me

se

si

En

acueste

dile á otro al-

traiga la cena

¡Yo no

me

atrevo á parecer esta noche delante de la

Señora, pues

me

conoce tanto, que

paz de leer en mispensamientos! gale á la cocinera

de los que

la

blanco.

— Encár-

que ponga unos pestiños

se hicieron

hoy, y

dile á Jua-

nete que, sin que lo vea nadie,

gue de

es ca-

me

alar-

taberna medio cuartillo de vino

— En seguida

donde puedes

te

hallarte

ocho y media....

marchas

muy

al

Lugar^

bien á las


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

— ¡A las ocho en punto estoy

IO7

allí!

— ex-

clamó Garduña.

— ¡No me contradigas! — rugió gidor, acordándose otra vez de

el

Corre-

que

lo era.

Garduña saludó. •

—Hemos

dicho (continuó aquel, huma-

nizándose

de nuevo)

punto

en

estás

lino habrá....

el

Yo

que á

ocho en

las

moque habrá una me-

Lugar. Del Lugar creo

al

dia legua....

— Corta. — ¡No me interrumpas! El Alguacil volvió á saludar.

— Corta....

(prosiguió

Por consiguiente, alas que á

— dia

¡

Corregidor.)

el

diez....

¿Crees tú

las diez?....

An tes

de

las diez

!

¡

á las

nueve y me-

puede Usía llamar descuidado á

la

puerta del molino!

— ¡Hombre!

¡No

me

tengo que hacer!....

digas á

— Por

lo

que

supuesto que

tú estarás....

— Yo estaré en todas

partes....

cuartel general será la ramblilla.

me

olvidaba! ...Vaya

lleve linterna....

Pero mi

— ¡Ah,

se

Usía á pié, y no


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

Iü8

¡

Maldita la

falta

que me hacían tam-

poco esos consejos! ¿Si creerás tú que la

es

primera vez que salgo á campaña?

— Perdone Usía.... — ¡Ah! Otra cosa. No llame Usía á

la

puerta grande que da á la

plazoleta del emparrado, sino á la puertecilla

que hay encima del

caz....

— ¿Encima del caz hay otra ¡Mira tú una cosa que nunca

puerta? se

me hu-

biera ocurrido!

— al

La

señor.

Sí,

puertecilla del caz da

mismísimo dormitorio de

ros....,

ca por

y

el tío

ella.

los

Lucas no entra

Moline-

ni sale

De forma que, aunque

nun-

volvie-

se de pronto

— Comprendo,

comprendo....

¡

No me

aturdas más los oídos!

— Por último

:

procure Usía escurrir

bulto antes del amanecer.

nece á

—Ahora

el

ama-

las seis....

— ¡Mira otro consejo

inútil!

co estaré de vuelta en mi bastante

hemos hablado

—A

casa....

ya....

¡

las cin-

— Pero

Quítate de

mi presencia!

— Pues entonces, señor.... buena suer—exclamó Alguacil, alargando latei

te!

el


EL

SOMBRERO DE TRES

IO9

PICOS.

mano al Corregidor y mirando al techo al mismo tiempo. El Corregidor puso en aquella mano una peseta, y Garduña desapareció como raímente una

por ensalmo.

— ¡Por al

vida de!....

(murmuró

cabo de un instante.) ¡Se

me

dado

decirle á ese bachillero

jesen

también una baraja! ¡Con

hubiera entretenido hasta dia,

viendo

si

me

salía

las

que

el

viejo

ha olvi-

me

tra-

ella

me

nueve y me-

aquel solitario ¡..y.

I

^1-i.



XV.

DESPEDIDA EN PROSA.

ERÍAN las nueve de aquella

^ noche cuando

el

tío

misma

Lucas y

la

seña Frasquita, terminadas todas las

haciendas del mclino y de

la casa, se

cenaron una fuente de ensalada de escarola,

una

libreja de carne

guisada con

tomates, y algunas uvas de las que que-

daban en

la

consabida cesta; todo

ello ro


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

112

ciado con

un poco de vino y con grandes

risotadas á costa del Corregidor

:

después

de lo cual miráronse afablemente los dos esposos,

de

como muy

mismos, y

contentos de Dios y

se dijeron, entre

un parda

bostezos que revelaban toda la paz y tran-

quilidad de sus corazones

— Pues,

señor,

:

vamos

á acostarnos,

y

mañana será otro día. En aquel momento sonaron dos

fuertes

y ejecutivos golpes aplicados á

puerta

la

grande del molino. El marido y la

mujer

se

miraron sobre-

saltados.

Era

la

primera vez que oían llamar á su

puerta á semejante hora.

— Voy á

ver...,

— dijo

la

intrépida na-

varra, encaminándose hacia laplazoletilla.

i

el tío

Quita

!

Eso

¡

Lucas con

me

tal

toca á mí! (exclamó

dignidad, que la seña

Frasquita lecedióel paso.)

que no

salgas

viendo que

la

!

— ¡Tehe dicho

— añadió luego con dureza,

obstinada Molinera quería

seguirle.

Ésta obedeció, y se quedó dentro de casa.

la


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

—¿Quién es?— preguntó desde en medio de

— ¡La

II3

Lucas

tío

el

la plazoleta.

una voz

Justicia i^contestó

al

otro lado del portón.

—¿'Qué Justicia? — La del Lugar, — ¡Abra V.

al

señor Al-

calde!

El tío Lucas había aplicado entre tanto

un ojo que de

tenía el portón,

la

muy

á cierta mirilla

luna

al

disimulada

y reconocido

á la luz

rústico Alguacil del

Lugar

inmediato.

— ¡Dirás que Alguacil]

le

— repuso

abra el

al

borrachón del

Molinero, retirando

la tranca.

— Es

lo

mismo.... (contestó

el

de afuera);

pues que traigo una orden escrita de su

—Tenga V. muy buenas noches, Lucas.... — agregó luego entrando, con

Merced! tío

voz menos

como

si

el

esa....

más

te

más gorda,

guarde, Toñuelo! (respon-

murciano.)

— Veamos qué orden

¡Y bien podía

escoger otra hora se á los

baja y

ya fuese otro hombre.

— ¡Dios dió

oficial,

el

es

señor Juan López

más oportuna de dirigir-

hombres de bien

!

— Por supuesto, 8


SOMBRERO DE TRES

EL

114

quela culpa será tuya. te

PICOS.

— ¡Como

si

lo viera,

has estado emborrachando en las huer-

tas del

camino!

—No, señor;

— ¿Quieres un trago? no hay tiempo para nada.

(Tiene V. que seguirme inmediatamente!

Lea V.

la

orden.

—¿Cómo seguirte? penetrando en

cas,

tomar

papel.)

el

el

(exclamó

el tío

Lu-

molino, después de

— ¡A

ver,

Frasquita!

¡alumbra!

La seña Frasquita soltó Una cosa que tenía en la mano, y descolgó el candil. El

tío

Lucas miró rápidamente

el

ob-

que había soltado su mujer, y reco-

jeto

noció su bocacha, ó sea un enorme tra-

buco que calzaba balas de á media libra. El Molinero dirigió entonces á rra

una mirada

ra,

y le dijo, tomándole ¡Cuánto vales!

la

nava-

llena de gratitud y ternula cara

:

La seña

como una

Frasquita, estatua de

leve

i

dedos, sin que

el el

temblor agitase su pulso, y con-

secamente

testó

serena

mármol, levantó

candil, cogido con dos

más

pálida y

Vaya,

lee

:

!


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

La orden «Para

el

decía así

II5

:

mejor servicio de

S.

M.

el

Rey

«Nuestro Señor (Q. D. G.), prevengo á

»Lücas Fernández, molinero, de estos ve«cinos

que tan luego como reciba

,

«presente orden, comparezca ante wtoridad

sin

la

mi au-

excusa ni pretexto alguno;

«advirtiéndole que, por ser asunto reser-

»vado, no lo pondrá en conocimiento de »

nadie

:

todo ello bajo

las

penas corres-

«pondientes, caso de desobediencia.

«Alcalde

— El

:

«Juan López.»

Y

había una cruz en vez de rúbrica.

— Oye, el tio

^sta

tú.

Lucas

¿Yqué al

es esto? ¡le

Alguacil.)

preguntó

¿A qué

viene

orden?

— No

lo sé.... ¡contestó el rústico

bre de unos treinta arios,

cuyo

;

hom-

rostro es-

quinado y avieso, propio de ladrón ó de asesino, daba muy triste idea de su sinceridad.)

Creo que

se trata

algo de brujería, ó de

de averiguar

moneda

falsa....

Pe-


Il6

SOMBRERO DE TRES

EL

ro la cosa no

PICOS.

V

Lo como perito. — En

va con

corno testigo ó

no me he enterado bien El señor Juan López

llamanfin, yo-

del particular se

lo

explicará á

V. con más pelos y señales.

— ¡Corriente que

le

— Tal

Molinero. Di-

el

)

no, señor!.... Tiene V. que ve-

¡

nirse ahora to.

(exclamó

mañana.

iré

— ¡Ca!

!

mismo,

perder un minu-

sin

orden que

es la

me ha dado

el

señor Alcalde.

Hubo un Los

instante de silencio.

ojos de la seña Frasquita

echaban

llamas.

El

tío

suelo,

Lucas no separaba

como

si

al fin,

levantando

po preciso para

una

suyos del

buscara alguna cosa.

— Me concederás cuando mó

los

ir

menos

(excla-

la cabeza) el

á la cuadra

tiem-

y aparejar

burra....

— ¡Qué burra ni qué demontre! (replicó el

Alguacil.)

¡Cualquiera se anda á pie

media legua! La noche y hace

luna....

— Ya he

visto

sa,

yo tengo

los pies

está

que ha

muy

muy

salido....

hermo-

— Pero

hinchados....


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

—Pues entonces no Yole ayudaré

— ¡Hola!

á

Iiy

perdamos tiempo.

V. á aparejar

bestia.

la

¿Temes que me

¡Hola!

es-

cape?

—Yo no temo nada, pondió Toñuelo

Yo

desalmado.)

Y, hablando lo

que dejó ver

con soy

así, el

tío Lucas.... (resla

frialdad de

un

la Justicia.

descansó armas; con retaco que llevaba de-

bajo del capote.

— Pues mira, nera:)

Ya que

Toñuelo.... (dijo

la

Moli-

vas á la cuadra.... á ejercer

tu verdadero oticio..

..,

hazme

el

favor de

aparejar también la otra burra.

— ¿Para

qué?

—interrogó

— ¡Para mí! — Yo — ¡No puede tó

Alguacil.)

el

ser,

el

Molinero.

voy con vosotros. seña Frasquita! (obje-

Tengo orden de llevarme

á su marido de V. nada más, y de impedir que V.

destino y

el

tió el

señor

mos,

tío

Y

me van — En advirpescuezo.» — Así me Juan López. — Conque.... valo siga.

ello

«el

lo

Lucas....

se dirigió hacia la puerta.

— ¡Cosa más rara !— dijo á media voz murciano

sin

moverse.

el

\ y^

X


EL SOMBRERO DE TRES

Il8

— ¡Muy

rara!

— contestó

PICOS. la

seña Fras-

quita.

— Esto

es

algo....

continuó murmurando

modo que no

—¿Quieres (cuchicheó

la

me

que yo el tío

sé....

Lucas, de

pudiese oirlo Toñuelo.

que vaya yo á

la

Ciudad

navarra), y le dé aviso al

Corregidor délo que nos sucede?....

No

¡

cas.)

¡

!

(respondió en alta voz

el tío

La

Eso no!

— Pues ¿qué quieres que haga?— dijo la Molinera con gran ímpetu.

— Queme

mires....

— respondió

el

an-

tiguo soldado. ^

Los dos esposos

y quedaron tan tranquilidad \

gía

que

se

,

la

se

miraron en silencio^

satisfechos

ambos de

la

resolución y la ener-

comunicaron sus almas, que

acabaron por encogerse de hombros y reirse.

Después de

esto, el

tío

Lucas encen-^

dio otro candil y se dirigió á la cuadra,

diciendo

al

paso á Toñuelo con socarro-

nería:

— ¡Vaya, hombre! supuesto que eres

¡Ven y ayúdame....^, tan amable!


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

Toñuelo

lo

II9

una

siguió, canturriando

copla entre dientes.

Pocos minutos después, salía

del

el

tío

Lucas

molino, caballero en una her-

mosa jumenta y seguido del Alguacil. La despedida de los esposos se había reducido á lo siguiente:

— Cierra bien.... — dijo — Embózate, que hace la

el tío

Lucas.

— dijo

fresco

seña Frasquita, cerrando con

llave,

tranca y cerrojo.

Y más

no hubo más abrazo, ni

¿Para qué?

adiós,

ni

más mirada.

más

beso, ni



XVI

UN AVE DE MAL AGÜERO.

iGAMOs por

nuestra parte al tío

Lucas.

Ya habían andado un de legua sin hablar palabra, subido en

la borrica,

y

el

el

cuarto

Molinero

Alguacil arreán-

dola con su bastón de autoridad, cuando divisaron delante de

repecho que hacía

el

sí,

un sombra

en lo alto de

camino,

la

de un enorme pajarraco que se dirigía hacia ellos.

^'


122

EL

SOMBRERO DE TRES

Aquella sombra te

sobre

enérgicamen-

se destacó

esclarecido por la luna^

el cielo,

dibujándose en

que

PICOS.

con tanta precisión,

él

Molinero exclamó en

el

— Toñuelo, sombrero de

el acto:

¡aquel es Garduña, con su tres

picos y' sus

patas de

alambre!

Mas, antes de que contestara

el

interpela-

duda de eludir

do, la sombra, deseosa sin

aquel encuentro, había dejado

el

cami-

no y echado á correr á campo travieso con

velocidad de una verdadera gar-

la

duña.

—No veo á nadie.... — respondió entonces

Toñuelo con

— Ni cas,

Y .

mayor

naturalidad»

yo tampoco, — replicó

comiéndose la

la

el tío

Lu-

la partida.

sospecha que ya se

le

ocurrió en

molino principió á adquirir cuerpo y consistencia en el espíritu receloso del joel

robado.

— Este es

viaje

mío

(díjose interiormente)

una estratagema amorosa

dor.

La

declaración que

le oí esta

desde lo alto del emparrado

que

el

vejete

del Corregi-

tarde

me demuestra

madrileño no puede esperar


EL

SOMBRERO DE TRES PICOS.

más. Indudablemente, esta volver de visita al molino

,

12}

noche va á

y por eso ha

principiado quitándome de en medio....

Pero ¿qué importa? ¡Frasquita es Frasquita....

y no abrirá

peguen fuego ala que

la

abriese

grase, por

;

la

puerta

Digo más

casa!....

aunque

aunque

el

aun-

Corregidor lo-

medio de cualquier ardid,

prender á mi excelente navarra, viejo saldría i

:

con

manos en

las

Frasquita es Frasquita

!

le

— Sin

el

la

sor-

picaro

cabeza,

embargo

un momento), ¡bueno volverme esta noche á casa lo más

(añadió al cabo de será

temprano que pueda! Llegaron con esto cas

y

el

Alguacil,

del señor Alcalde.

al

Lugar

el

tío

Lu-

y dirigiéronse á casa



XVII.

\.

UN ALCALDE DE MONTERILLA.

Juan López, que como par-

L Sr.

ticular

ranía

,

y como Alcalde era la ferocidad

y

el

la

ti-

orgullo

personificados (cuando trataba con sus inferiores), dignábase, sin

embargo, á aque-

llas

horas, después de despachar los asun-

tos

oficiales

pegarle á

su

y

los

de su labranza y de

mujer

la

cotidiana paliza,


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

126

un cántaro de vino en compañía

beberse

del Secretario

y

del Sacristán

,

operación

que iba más de mediada aquella noche

cuando

Molinero compareció en su

el

presencia.

— ¡Hola, dose

la

tío

Lucas!

cabeza para excitar en ella

de los embustes.)

¿Cómo

ver, Secretario; échele

Lucas!

al tío

conserva

¡El

¡

qué bien

Frasquita? ¿Se

¡Ya

he visto

mucho — Pero, homhace

!

ahora

sale

molienda!

la

pan de centeno parece de

deal

!

— Conque.... vaya....

trigo

y

no tene-

,

prisa. ¡

Por mi parte

contestó

el tío

maldita

,

Lucas

no había despegado

,

aquella

!

que hasta entonces

los labios, pero

sospechas eran cada vez mayores el

can-

Siéntese V.,

descanse; que, gracias á Dios

mos

— ¡A

V. un vaso de vino

tan guapa? la

vena

la

va de salud?

— ¿Y la seña

tiempo que no bre....

rascán-

(le dijo,

amistoso recibimiento que se

le

cuyas al

ver

hacía,

después de una orden tan terrible y apremiante.

— Pues entonces, Alcalde)

,

tío

Lucas (continuó

el

supuesto que no tiene V. gran


EL

prisa

SOMBRERO DE TRES

dormirá V. acá

,

esta

PICOS.

1

27

noche, y ma-

ñana temprano despacharemos nuestro asuntillo....

— Me

parece bien.... (respondió

el

tío

Lucas con una ironía y un disimulo que nada tenían que envidiar á la diplomacia

— Supuesto

Juan López.)

del Sr.

cosa no es urgente...., pasaré fuera de

mi

que

la

noche

la

casa.

— Ni urgente, ni de peligro para V. (añadió

Alcalde, engañado por aquel á quien

el

engañar). Puede V. estar comple-

-creía

tamente tranquilo.

— Oye

tú, Toñuelo....

Alarga esa media-fanega, para que

se sien-

te el tío Lucas.

— Entonces.... clamó

el

¡

venga otro trago

!

— ex-

Molinero, sentándose.

— ¡Venga alargándole

de ahí! el

— repuso

el

Alcalde,

vaso lleno.

— Está en buena — ¡Pues, por su

mano,... Médielo V.

— dijo

salud!

ñor Juan López, bebiéndose

la

el

se-

mitad del

vino.

i

Por

de V....

la

plicó el tío Lucas,

i

Á

ver

,

,

señor Alcalde

apurando

Manuela!

(

la otra

!

re-

mitad.

gritó entonces el


128

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

ama que

Alcalde de monterilla.) Dile á tu

Lucas

el tío

le

se

ponga una cabecera en

el

granero....

Ca no.... ¡De ningún modo duermo en el pajar como un rey. !

¡

Que

queda á dormir aquí.

!

— Mire V. que tenemos cabeceras.... — Ya lo creo Pero á qué quiere i

¿

!

incomodar

Yo

á la familia?

Yo

V.

mi ca-

traigo

pote....

— Pues

nuela! dile á tu

— Lo que nuó

el tío

(

conti-

Lucas, bostezando de un

modo

que

,

pegado todavía

¡

va V. á permitirme

los ojos....

Concedido!

mente

¡

me acueste en seguida. Anotenido mucha molienda y no he

atroz) es

che he

como V. guste. Maama que no la ponga....

señor,

,

el

(

Alcalde.)

respondió majestuosa-

— Puede

V.

recogerse

cuando quiera.

— Creo que también recojamos nosotros

mándose lo

al

es

hora de que nos

(dijo el Sacristán, aso-

cántaro de vino para graduar

que quedaba). Yadeben de

ser las diez....

ó poco menos.

— Las diez menos el

cuartillo....

Secretario, después

— notificó

de repartir en los


SOMBRERO DE TRES

EL

vasos

el resto

del vino

PICOS.

1

29

correspondiente á

aquella noche.

— ¡Pues á dormir, caballeros! —exclamó apurando su

el anfitrión,

— Hasta

parte.

mañana, señores,

— añadió

el

Molinero, bebiéndose la suya.

— Espere V. que le alumbren.... — ¡Tonudo! Lleva

— ¡Por

Lucas

al tío

aquí,

tío

al pajar.

ñuelOj llevándose también

quedaban algunas

le

si

— Hasta mañana, gó

el

— dijo

Lucas!

si

To-

cántaro, por

el

gotas.

Dios quiere,— agre-

Sacristán, después de escurrir todos

los vasos.

Y se

marchó, tambaleándose y cantando

alegremente

el

De pro fundís.

— Pues, señor.... cretario

cuando

se

(díjole el

Alcalde

quedaron

solos.)

al

Se-

El tío

Lucas no ha sospechado nada. Nos pode-

mos pro

acostar descansadamente, y... ¡buena le

haga

al

Corregidor

!

9



XVÍÍI.

DONDE

SE

VERÁ aUE EL TÍO LUCAS TENÍA EL SUEÑO MUY LIGERO.

iNCO minutos después,

un hom-

bre se descolgaba por la ventana del pajar del señor Alcalde; ven-

tana que daba á

un corralón y que no

dis-

taría cuatro varas del suelo.

En

el

corralón había

un cobertizo

so-

bre una gran pesebrera, á la cual hallá-

banse atadas

seis

ú ocho

caballerías de di-


SOMBRERO DE TRES PICOS.

EL

132

bien que todas ellas del

versa alcurnia,

sexo débi!.

— Los caballos, mulos y burros formaban rancho aparte

del sexo fuerte

en otro local contiguo. El

hombre

desató

una

cierto estaba aparejada

,

borrica,

y

llevándola del diestro, hacia cofral;

rrojo

cho

retiró la

que

la

la

encaminó, puerta del

tranca y desechó

el ce-

aseguraban; abrióla con

V

tiento,

se

que por

se

mu-

encontró en medio del

campo.

Una

vez

allí,

montó en

tióle los talones,

y

con dirección á

la

el carril

la borrica,

como una flecha Ciudad; — mas no por salió

ordinario, sino atravesando siem-

y cañadas, corneo quien contra algún mal encuentro. bras

Era lino.

me-

el tío

Lucas, que

se

se dirigía á

precave

su mo-


XIX.

VOCES CLAMANTES

IN

DESERTO,

'^

LCALDES á mí, que soy de Arche-

na

I

(iba diciéndose el

murciano.)

Mañana por la mañana señor Obispo, como medida ¡

ver

al

tiva,

do

y

le

esta

contaré todo lo que

noche!

i

me

pasaré á

preven-

ha ocurri-

Llamarme con

tanta

y reserva, á hora tan desusada: decirme que venga solo; hablarme del servicio

prisa


EL

1^4

SOMBRERO DE TRES

Rey, y de moneda

PICOS.

y de brujas, y de duendes, para echarme luego dos vadei

falsa,

y mandarme á dormir!.... La cosa no puede ser más clara! Garduña sos de vino

¡

Lugar

trajo ai

esas instrucciones de parte

del Corregidor,

y

hora en que

esta es la

Corregidor estará ya en campaña con^

el

tra

mi

mujer....

¡Quién sabe

meló

si

en-

contraré llamando ala puerta del molino!

¡Quién sabe tro!....

si

me

lo

encontraré ya den-

— ¡Quién sabe!.... — Pero ¿qué voy

á decir?

¡Dudar de mi

navarra!.... ¡Oh,.

¡Imposible que

esto es ofender á Dios! ella!....

¡Imposible que mi Frasquita!....

¡Imposible!....

— Mas¿qué estoy diciendo?

¿Acaso hay algo imposible en ¿

No

se casó

conmigo, siendo

el

mundo?

ella tan her-

micsa y yo tan feo?

Y,

al

hacer esta última reflexión,

el

po-

bre jorobado se echó á llorar....

Entonces paróla burra para serenarse; se

enjugó

las

lágrimas; suspiró honda-

mente; sacólos avíos de fumar: picó y

lió

un cigarrode tabaco negro empuñó luego ;

pedernal, yescay eslabón

,

y

,

al

cabo de

al-

gunosgolpes consiguió encender candela. ,


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

En

mismo momento

aquel

de pasos hacia '

de

allí

camino,

el

unas trescientas

habré vendido

distaría

varas.

me yo me

(dijo.) ¡Si

la Justicia,

y

lumbre, y

la

ocultándose detrás de

se

apeó,

la borrica.

borrica entendió las cosas de

la

diferente

rumor

echar estas yescas!

al

Escondió, pues,

Pero

sintió

— que

— ¡Qué imprudente soy! andará ya buscando

I35

\

modo, y lanzó un rebuzno de

satisfacción.

j

Maldita seas

!

— exclamó

el tío

Lucas,

>

tratandodecerrarle la boca con las manos.

Al propio tiempo resonó otro robuzno en

el

camino por ,

— ¡Estamos sando el

el

vía de galante respuesta.

aviados!

(prosiguió pen-

Molinero.) ¡Bien dice

mayor mal de

los

males

el

refrán:

es tratar

con

animales!

Y

,

así

discurriendo, volvió á montar,

arreó la bestia, y salió disparado en direc-

ción contraria el

al sitio

en que había sonado

segundo robuzno.

Y

lo

más

que iba en

particular fué el

que

la

persona

jumento interlocutor, debió

de asustarse del

tío

Lucas tanto como

el

j

y


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

136 tío

Lucas

se

había asustado de

digo, porque, apartóse

también del cami-

no, recelando sin duda que fuese guacil ó

un

al-

un malhechor pagado por don

Eugenio, y dos de

Lo

ella.

por los sembra-

salió á escape

la otra

banda.

El murciano, entre tanto, continuó cavilando de este modo:

— ¡Qué

noche!

¡Qué mundo! ¡Qué

vidala mía desde hace una hora ciles

metidos á alcahuetes

;

!

¡Algua-

alcaldes

que

conspiran contra mi honra; burros que

rebuznan cuando no

es

menester; y aquí,

en mi pecho, un miserable corazón que se

ha atrevido á dudar de

la

noble que Dios ha criado!

mujer más

— ¡Oh!

¡Dios

mío, Dios mío! ¡Haz que llegue pronto á

mi

y que encuentre

casa

allí

á

mi Fras-

quita!

Siguió caminando

el tío

Lucas, atrave-

sando siembras y matorrales, hasta que fin, á eso

de

novedad á

la

las

once de

la

al

noche, llegó sin

puerta grande del molino..

..

¡Condenación! ¡La puerta del molino estaba abierta!


XX.

LA DUDA Y LA REALIDAD.

^y^if STABA abierta.... ¡y se,

él, al

marchar-

había oídoá su mujer cerrarla

con

y cerrojo! Por consiguiente, nadie más que su llave, tranca

propia mujer había podido abrirla.

Pero ¿cómo? ¿cuándo? ¿por

¿De

resultas

de un engaño?

cuencia de una orden?

¿A

—¿O bien

qué? consedelibe-


EL

138

SOMBRERO DE TRES

PICOS.

rada y voluntariamente, en virtud de previo

acuerdo con

¿Qué le

Corregidor?

el

iba á ver?

¿Qué ibaá

aguardaba dentro de su casa?

brían robado?

¿

Estaría muerta?

¿Qué

—¿Se ha-

Frasquita?¿Se

bría fugado la seña

la

O

¿

haesta-

en brazos de su rival?

ría

i

saber?

— El Corregidor contaba con que yo no

['X.

podría venir en toda

lúgubremente del

el

tío

la

noche....

(se

dijo

Lucas.) El Alcalde

Lugar tendría orden hasta de encade-

narme, antes que permitirme

volver....

¿Sabía todo esto Frasquita? ¿Estaba en

complot?

—¿Ó ha

sido víctima de

el

un en-

gaño, de una violencia, de una infamia?

No empleó más tiempo

el sin

ventura

en hacer todas estas crueles reflexiones que

que tardó en atravesar emparrado.

el

También casa,

la plazoletilla del

estaba abierta la puerta de la

cuyo primer aposento (como en

to-

das las viviendas rústicas) érala cocina....

Dentro de

la

cocina no había nadie.

Sin embargo, una enorme fogata ardía

en

la chimenea....;

¡chimenea que

apagada, y que no

se

él

dejó

encendía nunca


I39

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

muy entrado

mes de Diciembre! Por último, de uno de los ganchos de

hasta

la espetera

¿Qué

el

pendía un candil encendido....

significaba todo aquello?

¿Y cómo

compadecía semejante aparato de vigi-

se

y de sociedad con

lia

que reinaba en

¿Qué

silencio de

el

muerte

casa?

la

había sido de su mujer?

Entonces, y sólo entonces, reparó

el tío

Lucas en unas ropas que había colgadas en los espaldares de dos ó tas

alrededor de

la

tres sillas pues-

chimenea....

Fijó la vista en aquellas ropas, y lanzó

un rugido

atravesado en sollozo

el

se llevó las

garganta, convertido en

la

mudo y

Creyó

sofocante.

infortunado que

manos

lívido, convulso,

dos,

quedó

tan intenso, que se le

al

ahogaba, y cuello, mientras que,

con

se

los ojos desencaja-

contemplaba aquella vestimenta, po-

seído de tanto horror pilla á

quien

Porque grana,

el

lo

le

como

el

reo en ca-

presentan la hopa.

que

allí

sombrero de

veía era la capa de tres picos,

la casa-

y la chupa de color de tórtola, el calzón de seda negra, las medias blancas, los ca


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

140

zapatos con

hebilla y hasta el bastón,

el

espadín y los guantes del execrable Corregidor....

¡Lo que

su ignominia,

la

allí

veía era

la

hopa de

mortaja de su honra,

sudario de su ventura

el

!

El terrible trabuco seguía en rincón en que dos horas antes

el

mismo

lo dejó la

navarra.,./ El

tío

Lucas dio un

apoderó de

él,

salto

— Sondeó

de

el

y cañón con tigre,

se la

baqueta, y vio que estaba cargado. Miró la piedra,

y halló que estaba en su lugar.

Volvióse entonces hacia

conducía á

mido

la

la escalera

que

cámara en que había dor-

tantos años con la seña Frasquita,

y

murmuró sordamente:

¡Allí están

Avanzó, pues, un paso en aquella en seguida

rección; pero

mirar en torno de

se

y ver

di-

detuvo para si

alguien lo

estaba observando....

— ¡Nadie! Dios....,

y

(dijo

Ese....

Confirmada

mentalmente.)

¡Sólo

ha querido esto

así la

sentencia, fué á dar

otropaso, cuando su errante mirada distin-

guió un pliego que había sobre

la mesa...


EL SOiMBRERO DE TRES PICOS.

Verlo, y haber caído sobre

él,

141

y tener-

entre sus garras, fué todo cosa de

lo

un

segundo. ¡Aquel papel era sobrino de

el

nombramiento

del

seña Frasquita, firmado por

la

D. Eugenio de Zúñiga y Ponce de León!

— ¡Éste ha sido (pensó

en

el tío

precio de la

el

Lucas, metiéndose

venta!

el

papel

boca para sofocar sus gritos y dar

la

alimento á su rabia.) quisiera á su familia

¡No hemos tenido

¡

Siempre

más que

hijos!....

á ¡

recelé

que

mí!— ¡Ah! He aquí la

causa de todo!

Y el

infortunado estuvo á punto de vol-

ver á llorar.

nuevamente, y con un ademán terrible, ya que no

Pero luego dijo

con

la

voz

:

— ¡Arriba! Y empezó á gatas

se enfureció

¡Arriba! á subir la escalera

,

con una mano, llevando

andando el

trabu-

co en la otra, y con el papel infame entre los dientes.

En

corroboración de sus lógicas sospe-

chas, al llegar á la puerta del dormitorio

(que estaba cerrada), vio que salían algu-


SOMBRERO DE TRES

EL

142

nos rayos de luz por

PICOS.

junturas de las

las

y por el ojo de la llave. Aquí están volvió á decir.

tablas

— Y

!

¡

paró un instante,

se

como

para pasar

aquel nuevo trago de amargura.

Luego continuó subiendo.... hasta gar á

la

puerta

Dentro de

i

Si

él

misma no

del dormitorio.

se oía

ningún ruido.

no hubiera nadie!

damente

le dijo

el infeliz

toser dentro del cuarto....

Era

¡

tími-

la esperanza.

Pero en aquel mismo instante

oyó

lle-

la tos

medio asmática

del Corregi-

dor! i

No

cabía

duda

I

¡

No

había tabla de

sal-

vación en aquel naufragio!

El Molinero sonrió en

un modo

\^

horroroso.

las tinieblas de

—¿Cómo no brillan en

la

oscuridad semejantes relámpagos?

es

todo

el

rado con del

c'

Qué

fuego de las tormentas compael

que arde á veces en

el

corazón

hombre?

Sin embargo,

el tío

Lucas

(tal

era su al-

ma, como ya dijimos en otro lugar) principió á tranquilizarse,

su enemigo....

no bien oyóla

tos

de


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

La

menos daño que la anunció él mismo aque-

realidad le hacía

duda,

— Según

le

lia

tarde á la seña Frasquita, desde

to

y horaden que perdía

era vida de su alma, tirse

43

1

empezaba

pun-

el

única

la

que

fe

á conver-

en un hombre nuevo.

Semejante

moro de Venecia

al

con

{

quien ya locomparamosal describir su carácter),

el

desengaño rnataba en

sqlg^olpe todo

el

él

de

un

amor, transfigurando de

paso la índole de su espíritu y haciéndole ver

el

mundo como una

ña á que acabara de rencia consistía en idiosincrasia

ro y

más

que

menos

egoísta

llegar.

el tío

trágico,

que

el

región extra-

La única

dife-

Lucas era por

menos

auste-

insensato sacrifi-

cador de Desdémona. ¡Cosa rara, pero propia de tales situaciones!

La duda, ó

para

caso es lo mismo), volvió todavía

el

á mortificarle

i

Si

me

jSi la tos

En

sea la esperanza (que

un momento....

hubiera equivocado! (pensó.)

hubiese sido de Frasquita!....

la tribulación

/

'

de su infortunio, olvi-

dábasele que había visto las ropas del

Co-

rregidor cerca de la chimenea; que había

,

\^


EL

144

SOMBRERO DE TRES

encontrado abierta

que había leído

la

PICOS.

puerta del molino;

de su infa-

la credencial

mia....

Agachóse, pues, y miró por llave,

el

ojo de la

(temblando de incertidumbre y de

^zozobra. El rayo visual no alcanzaba á descubrir

más que un pequeño triángulo de cama, por

la parte del cabecero....

¡

Pero precisa-

mente en aquel pequeño triángulo

un extremo de almohadas Otra

la

las

se veía

almohadas, y sobre

las

cabeza del Corregidor!

risa diabólica contrajo el rostro del

Molinero. Dijérase que volvía á ser

feliz....

— ¡Soy dueño de verdad!.... ¡Meditemos! — murmuró, irguiéndose tranquilala

mente.

Y volvió á bajar la escalera con el mismo tiento que empleó para subirla....

— El asunto flexionar. todo....

es delicado.... Necesito re-

Tengo tiempo de sobra para

— iba pensando mientras bajaba.

Llegado que hubo á

en medio de las

manos.

ella,

la cocina,

y ocultó

sentóse

la frente

entre


EL

SOMBRERO DE TRES

mucho

Así permaneció

que

golpe que sintió en

un

— ¡No!

pie....

le

hacía aquella es-

¡Te digo que no! (murmuró

Lucas, encarándose con

me

Todo

convienes!

lástima de i

tiempo, hasta

trabuco, que se había deslizado

el

de sus rodillas, y que pecie de seña....//

tío

I45

de su meditación un leve

lo despertó

Era

PICOS.

ellos....

¡y á

el

el

arma.) ¡No

mundo tendría mí me ahorcarían!

el

Se trata de un Corregidor..,., y matará

en España cosa

un Corregidor

es todavía

indisculpable

Dirían que lo maté por in-

fundados

!

y que luego

desnudé y lometíen mi cama.... Dirían, además, que celos,

lo

maté á mi mujer por simples sospechas.

¡Y me ahorcarían! ¡Vaya

—Además, yo

si

.

.

me ahorcarían!

habría dado muestras de

tener

muy

si al

remate de mi vida fuera digno de

poca alma,

compasión! ¡Todos rían

muy

poco talento,

se reirían

que mi desventura era

de mí! ¡Di-

muy

natural,

siendo yo jorobado y Frasquita tan her-

mosa

!

— Nada I

!

j

no Lo que yo necesito !

es

vengarme, y, después de vengarme, triunfar,

despreciar, reir, reírme

mucho, reírme 10


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

146

de todos...., evitando por

tal

medio que

nadie pueda burlarse nunca de esta jiba

que yo he llegado á hacer hasta envidiable,

y que tan grotesca

__Así discurrió

tío

el

sería

en una horca!

Lucas,

tal

vez sin

darse cuenta de ello puntualmente, y, en virtud de semejante

arma en su los

discurso, colocó

el

y principió á pasearse con

sitio,

brazos atrás y la cabeza baja,

como

buscando su venganza en

el

suelo, en la

ruindades de

la

vida, en al-

tierra,

en

las

guna bufonada ignominiosa y ridicula para su mujer y para el Corregidor, lejos de buscar aquella misma venganza en justicia,

en

el

la

desafío, en el perdón, en el

como hubiera hecho en su lugar cualquier otro hombre de condición mecielo....,

nos rebelde que

la

la naturaleza,

de

suya

de

la

á toda imposición

sociedad ó de sus

propios sentimientos.

De

repente,

paráronse sus ojos

en

la

vestimenta del Corregidor....

Luego

se

paró

él

mismo....

Después fué demostrando poco á poco en su semblante una alegría, un gozo,

un

triunfo

indefinibles....

;

hasta

que.


EL SOMBRERO DE TRES

por Último,

se

echó á

PICOS.

1

47

de una manera

reir

formidable...., esto es, á grandes carcaja-

das, pero sin hacer

que no

lo

ningún ruido

(á fin

de

oyesen desde arriba), metién-

dose los puños por los ijares para no reventar, estremeciéndose

como un

todo

y teniendo que concluir por dejarse caer en una silla hasta que le pasó epiléptico,

aquella convulsión de sarcástico regocijo.

— Era

propia risa de Mefistófeles.

la

No

bien se sosegó, principió á desnu-

darse con

una

da su ropa en paba

la

del

celeridad febril las

mismas

Corregidor

prendas pertenecían á patos de hebilla hasta picos

;

ciñóse

capa de grana tes,

y

el ;

salió del

el

que ocu-

púsose cuantas

éste,

espadín

cogió

sillas

;

el

colocó to-

;

desde los za-

sombrero de ;

tres

embozóse en

la

bastón y los guan-

molino y

se

Ciudad, balanceándose de

encaminó á la

propia

la

ma-

nera que solía D. Eugenio de Zúñiga, y diciéndose de vez en cuando esta frase, que

compendiaba su pensamiento

— ¡También

la

:

Corregidora es guapa!!



XXI

¡EN GUARDIA,

CABALLERO!

BANDONEMOs por ahora

al tío

Lu-

y enterémonos de lo que había ocurrido en el molino descas,

de que dejamos

allí

hasta que su

ta

sola á la seña Frasqui-

esposo volvió á

él

y

se

encontró con tan estupendas novedades.

Una hora tío

Lucas

se

habría pasado después que

el

marchó con Toñuelo, cuan-


do

SOMBRERO DE TRES

EL

150

que

afligida navarra,

la

PICOS. se

había pro-

puesto Ro acostarse hasta que regresara su

marido, y que estaba haciendo calceta en su dormitorio, situado en el piso de arriba,

oyó lastimeros

gritos fuera de la casa,

muy

próximo, por

hacia

el

donde

corría el agua del caz.

i

paraje, allí

Socorro, que

me ahogo

el

¡Frasquital

una

¡Frasquita !....— exclamaba

hombre, con

!

voz de

lúgubre acento de

la

des-

esperación.

— ¿Si llena de

será

un

Lucas?

terror

— pensó

la

navarra,

que no necesitamos des-

cribir.

En elmismodormitorio había unapuerde que ya nos habló Garduña, y que daba efectivamente sobre la parte alta tecilla,

del caz.

— Abrióla

más que no hubiera reco-

Frasquita, por

nocido

la

tróse de

sin vacilación la seña

voz que pedía auxilio, y encon-

manos

con

á boca

que en aquel momento rreando de

la

ahogaba!

el

salía

Corregidor,

todo cho-

impetuosísima acequia....

— ¡Dios me perdone (balbuceaba

el

infame

! i

Dios

viejo.)

¡

me perdonef Creí que me


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

— mo

i

Cómo

se

!

¿

Es V.

atreve?

horas?....

? ¿

Qué

¿A qué

I5I

significa

viene V.

Có-

? ¿

á

estas

— gritó la Molinera con más in-

dignación que espanto, pero retrocedien-

do maquinalmente.

— ¡Calla! el

mujer!

¡Calla,

(tartamudeó

Corregidor, colándose en

detrás de ella.)

Yo

el

aposento

estado para ahogarme! ¡El agua

vaba ya como á una pluma

cómo me he puesto

— ¡Fuera,

!

¡

me

lle-

Mira, mira

!

de aquí!

fuera

seña Frasquita con

¡He

te lo diré todo....

mayor

(replicó

la

¡No ¡Dema-

violencia.)

tiene V.

nada que explicarme

siado lo

comprendo todo! ¿Qué me immí que V.

porta á

mado yo

á

¡Para esto ha

marido

V.?

!....

ahogue? ¿Lo he

se

— ¡Ah!

lla-

¡Qué infamia!

mandado V. prender

á

mi

1

— Mujer, escucha.... — ¡No escucho! Márchese i

V. inme-

diatamente, señor Corregidor!.... ¡Márchese V., ó

no respondo de su

vida!..,.

—¿Qué dices? — Lo que V. oye — Mi marido no está ¡

en casa

I

;

pero yo

me

basto para hacerla


SOMBRERO DE TRES

EL

1,52

respetar.

nido,

¡

Márchese V. por donde ha

no quiere que yo

si

PICOS.

le arroje

ve-

otra

vez al agua con mis propias manos!

— ¡Chica, chica no soy sordo

!

¡no grites tanto, que

(exclamó

!....

¡Cuando yo estoy será!.... Vengo á libertar tino.)

el viejo

liber-

aquí, por algo al

tío

Lucas,

quien ha preso por equivocación un

á

alcal-

de de monterilla....— Pero, ante todo, necesito

que

me

seques estas ropas.... Estoy ¡

calado hasta los huesos!

— Le digo á V. que marche! — ¡Calla, tonta!.... ¿Qué sabes se

¡

aquí

Mira....

te

traigo el

tú?

nombramiento

— Enciende lumbre, y demás, mientras hablaremos.... — Por

de tu sobrino....

la

lo

se seca

yo me acostaré en

la ropa,

esta

cama....

¡

Ah, ya! ¿Conque

Conque declara V. que para ha mandado arrestar á mi Lucas?

nía por eso

¿Conque todo? se

declara V. que ve-

i

? ¿

traía

nombramiento y

V. su

Santos y Santas del cielo

habrá figurado de mí

— ¡Frasquita! soy — ¡Aunque fuera V. ¡

este

el el

!

¿

Qué

mamarracho?

Corregidor!

Rey!

A mí, ¿qué?


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

— Yo soy

1

53

mujer de mi marido, y el ama de mi casa! ¿Cree V. que yo me asusto la

i

de los Corregidores?

y el

al fin del

mundo,

Yo

¡

á pedir justicia contra

que

viejo insolente

toridad por los suelos

su au-

así arrastra

Y, sobre todo, yo

!

mañana ponerme

sabré

Madrid,

sé ir á

la mantilla,

é

ir

(repuso

el

á ver á la señora Corregidora....

— ¡No

harás nada de eso!

Corregidor, perdiendo

dando de

porque yo

¡

Un

tiro

!

ó

mu-

harás nada de eso;

un

pegaré

te

no entiendes de

No

táctica.)

la paciencia,

tiro,

veo que

si

razones....

— exclamó la seña Frasquita

con voz sorda.

—Un

tiro, sí....

Y

de

tará perjuicio alguno.

ello

no me resul-

Casualmente he de-

jado dicho en la Ciudad que salía esta no-

che á caza de criminales.... seas necia....

¡

Conque no

y quiéreme.... como yo

te

adoro

— Señor á decir la

atrás

y

el

Corregidor; ¿un tiro?

— volvió

navarra, echando los brazos

cuerpo hacia adelante, como pa-

ra lanzarse sobre su adversario.

— Si

te

empeñas,

te lo

pegaré,

y

así

me


SOMBRERO DE TRES

EL

154

libre de

veré

mosura....

PICOS.

amenazas y de tu her-

tus

— respondió

Corregidor,

el

Ile-

ao de miedo y sacando un par de cachorrillos.

— ¿Conque pistolas otra faltriquera

el

también? ¡Y en

la

nombramiento de mi

sobrino! (dijo la seña Frasquita, movien-

do

la

cabeza de arriba abajo.)

— Pues,

ñor, la elección no es dudosa.

se-

— Espere

Usía un momento; que voy á encender

la

lumbre. Y,

así

hablando,

á la escalera,

y

la

bajó en tres brincos.

y salió deMolinera, temiendo que se es-

El Corregidor cogió trás

de

la

rápidamente

se dirigió

la luz,

mucho más

capara; pero tuvo que bajar

despacio, de cuyas resultas, cuando llegó. á la

cocina, tropezó

con

la

navarra, que

volvía ya en su busca.

—¿Conque decía V. que me iba á pegar un

tiro? (exclamó aquella

jer,

dando un paso

indomable mu-

atrás.)

— Pues,

¡en

guardia, caballero; que yo ya lo estoy! Dijo, y se echó á la cara

el

formidable

trabuco que tanto papel representa en esta historia.


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

— ¡Detente, hacer?

ra....

55

vas á

Corregidor, muerto de sus-

tiro era

una broma.... Mi-

Los cachorrillos están descargados.

— En cambio,

es

verdad lo del nombra-

— Aquí lo tienes....

miento....

Te

¿Qué

desgraciada!

(gritó el

Lo de mi

to.)

1

lo regalo....

Tuyo

es....

Tómalo.,..

de balde, en-

teramente de balde....

Y

temblando sobre

lo colocó

— ¡Ahí está bien Mañana me bre,

cuando

rido.

i

(repuso la navarra.)

le

guise

el

almuerzo á mi ma-

De y. no quiero ya ni

lia, sería

lum-

servirá para encender la

mi sobrino

si

!

mesa.

la

la gloria; y,

viniese alguna vez de Este-

para pisotearle á V.

la fea

mano

con que ha escrito su nombre en ese papel indecente!

de mi casa

ya

se

me

— Ea, lo dicho! ¡Márchese V. — ¡Aire! ¡aire! [pronto!.... ¡que ¡

i

sube

la

pólvora á la cabeza

I

El Corregidor no contestó á este discurso. Habíase puesto lívido, tenía los

mo

ojos torcidos,

casi azul;

y un temblor

co-

de terciana agitaba todo su cuerpo.

Por último dientes,

,

principió á castañetear los

y cayó al suelo, presa de una con-

vulsión espantosa.

y


SOMBRERO DE TRES

EL

156

El susto del caz,

lo

PICOS.

muy

mojadas que

seguían todas sus ropas, la violenta escena

miedo

del dormitorio, y el

que do

apuntaba

le

la

las fuerzas del

— ¡Me en

ahí....

navarra, habían agota-

enfermizo anciano.

muero!

Garduña!....

(balbuceó.)

No pudo

— ¡Llama á

Llamad Garduña, que

— ¡Yo

la ramblilla....

morirme en

trabuco con

al

estará

no debo

esta casa!..,.

continuar. Cerró los ojos, y se

quedó como muerto.

Y

I

morirá como lo dice! (prorum-

se

piólaseñá Frasquita.)~Pues, señor, es la este

mí,

¡esta

más negra! ¿Qué hago yo ahora con hombre en mi casa? ¿Qué dirían de

si

¿Cómo

¿Qué

muriese?

se

diría Lucas?....

podría justificarme, cuando yo

misma le he

abierto lapuerta?

Yo no debo quedarme

— ¡Oh! no....

aquí con

él.

¡Yo

debo buscar á mi marido; yo debo escandalizar

el

mundo

antes de comprometer

mi honra!

Tomada co, fuese

esta resolución, soltó el trabual

quedaba en

modo,

corral, él,

cogió la burra que

la aparejó

de cualquier

abrió la puerta grande de la cerca.


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

montó de un y

1

57

de sus carnes,

salto, á pesar

se dirigió á la ramblilla.

— ¡Garduña!

¡Garduña!

conforme

la navarra,

— iba

gritando

acercaba á aquel

se

sitio.

— ¡Presente!

(respondió al cabo

guacil, apareciendo detrás de

un

el

Al-

seto.)

¿Es V., seña Frasquita?

Sí,

soy

corre á tu

yo.— ¡Ve

amo, que

molino, y so-

al

se está

muriendo

!....

— ¿Qué dice V. — ¡Vaya un maula — Lo que oyes, Garduña.... —;Y V. alma ¿Adonde va á es?

riiía?

,

tas

horas?

—¿Yo?.... — ¡Quita Yo

voy.... á la ciudad

allá

,

badulaque!—

por un médico!

contestó la seña Frasquita,

arreando la

burra con un talonazo y á Garduña con

un puntapié.

Y

tomó....,

no

como acababa de

el

camino de

la

Ciudad,

decir, sino el del

Lugar

inmediato.

Garduña no reparó en

esta

última cir-

cunstancia; pues iba ya dando zancajadas hacia esta

el

molino y discurriendo

manera

al

par de


158

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

— ¡Vapor

un

médico!....

¡La

infeliz

— ¡Pero

él es

un po-

no puede hacer más! bre hombre!

— ¡Famosa

nerse malo!....

no puede

j

Dios

le

ocasión de po-

da^onfitesá quien

roerlos!

#/


XXII

GARDUÑA

SE MULTIPLICA.

UANDO Garduña llegó el

'f

al

molino,

Corregidor principiaba á vol-

ver en

sí,

procurando levantarse

del suelo.

En ba

el

y á su lado, estavelón encendido que bajó Su Señoel

ría del

suelo también,

dormitorio.

—¿Se ha marchado ya?— fué frase

de D. Eugenio.

la

primera


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

l60

—¿Quién?

El demonio!.... Quiero decir, la

i

Mo-

linera....

— Sí, no

señor....

Ya

ha marchado....; y

se

muy buen humor Ay, Garduña Me estoy muriendo..

creo que iba de

— — Pero ¿qué tiene Usía?— ¡Por j

!

..

vida de

los hombres!....

— Me he caído en una

sopa,...

¡

y estoy hecho

el caz,

Los huesos

se

me

parten de

frío!

— Toma, toma! ¡ahora salimos con eso! — ¡Garduña!.... ¡ve que dices!.... —Yo no digo nada, señor.... —Pues bien sácame de apuro.... —Voy volando.,.. Verá Usía quéproni

lo

te

este

:

¡

to lo arreglo

Así dijo

el

todo

Alguacil, y, en

cogió la luz con se

metió

al

!

un periquete,

una mano, y con

Corregidor debajo del brazo:

subiólo al dormitorio acostólo en la

cama;

púsolo en cueros;

;

corrió al jaraíz; re-

unió un brazado de leña; fué á hizo

la otra

una gran lumbre

pas de su

amo;

dedos ó

tres sillas;

;

la cocina;

bajó todas las ro-

colocólas en los espaldares

encendió un candil;


EL SOMBRERO DE TRES PICOS. lo colgó de la espetera, la

y tornó

l6l

á subir á

cámara.

— ¿Qué ces á

tal

vamos?

— preguntóle

enton-

D. Eugenio, levantando en alto

velón para verle mejor

el

el

rostro.

— ¡Admirablemente! ¡Conozco que voy< ahorco, Garduña! á sudar! — ¡Mañana —¿Por qué, señor? — Yte atreves á preguntármelo Crees te

¿

? ¿

tú que, al seguir

el

plan que

me

trazaste,

esperaba yo acostarme solo en esta cama,

después de recibir por segunda vez

cramento del bautismo? te

ahorco

el

sa-

— ¡Mañana mismo

i

— Pero cuénteme Usía algo —¿La

se-

ña Frasquita?....

— La seña Frasquita narme. Es todo

lo

¡

consejos!

por

la

que he

— Te digo que

te

lo

asesi-

grado con tus

ahorco mañana

mañana.

— ¡Algo menos repuso

el

me

será,

señorCorregidor!

Alguacil.

— ¿Porqué que

ha querido

lo

dices,

insolente? ¿Por-

ves aquí postrado?

— No, señor.

Lo

digo porque la

seña

Frasquita no ha debido de mostrarse tan II

\


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

102

inhumana como Usía ido á la

Ciudad

cuenta, cuando ha

un médico....

á buscarle

— ¡Dios santo! ¿Estás seguro de que ha ido ala Ciudad? — exclamó D. Eugenio más

aterrado que nunca.

— A lo menos, eso me ha dicho — Corre, corre, Garduña!—-¡Ah, estoy perdido remedio! — ¿Sabes á qué va ella....

i

sin

la

seña Frasquita á

la

Ciudad

todo á mi mujer!.... aquí!

A

¡

?

decirle

qae estoy

— ¡Oh, Dios mío, Dios mío! ¿Cómo

había yo de figurarme esto? se habría ido al

rido; y,

como

do,

nádame

irse

á la

corre

lo tengo allí á

importaba su

Ciudad!....

¿

Yo

creí

que

buen recauviaje!

— ¡Garduña,

Pero corre,

tú que eres andarín, y evita

,

entre en

i

Lugar en busca de su ma-

perdición! ¡Evita que

A contárselo

¡

mi

la terrible

mi

Molinera

casa!

Y no me ahorcará Usía

si

lo consigo?

— preguntó irónicamente Alguacil. — Al contrario Te regalaré unos zapael

¡

V

-1

(

!

tosen buen uso, que me están grandes. ¡Te regalaré todo lo que quieras!

— Pues

voy volando. Duérmase Usía

tranquilo.

Dentro de media hora estoy


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

aquí de vuelta, después de cárcel á la navarra.

ligero

que una

— ¡Para

163

en

dejar

algo soy

la

más

borrica!

Dijo Garduña, y desapareció por

la es-

calera abajo.

Se cae de su peso que, durante aquella ausencia del Alguacil, fué cuando linero estuvo en

por

el

el

el

vio visiones

al

Corregidor sudando

lecho ajeno, y á Garduña corriendo

hacia la

Ciudad (adonde tan pronto ha-

bía de seguirle

de

Mo-

ojo de la llave.

Dejemos, pues, en

molino y

el

tres picos

el tío

Lucas con sombrero

y capa de grana), y, converti-

dos también nosotros en andarines, vole-

mos con to

de

la

dirección al Lugar, en seguimienvalerosa seña Frasquita.



XXIII.

OTRA VEZ

EL DESIERTO

Y LAS CONSABIDAS

VOCES.

A Única aventura

al

le

ocurrió á el

mo-

lino al pueblo, fué asustarse

un

la

poco

que

navarra en su viaje desde

notar que alguien echaba yescas

en medio de un sembrado.

—¿Si

será

un

esbirro del Corregidor?

¿Si irá á detenerme?

— pensó

la

En esto se oyó un rebuzno mismo lado.

— ¡Burros (siguió

en

pensando

el

campo la

seña

Molinera.

hacia aquel

á estas horas!

Frasquita.)


1

66

Pues

EL

SOMBRERO DE TRES

que

lo

huerta ni

es

PICOS.

por aquí no hay ninguna

cortijo....

i

Vive Dios que los

duendes sejestán despachando á su gusto

rido

!\

Porque

no puede

la

— ¿Qué

ser.,..

te es

— ¡Nada!

un

,

noche

mi ma-

borrica de

Lucas, á media noche

camino?

esta

haría

mi

parado fuera de

¡nada! ¡Indudablemen-

espía!

La burra que montaba

la

seña

F' ras-

quila creyó oportuno rebuznar también

en aquel instante.

— ¡Calla, demonio! — clavándole un

de

alfiler

le

dijo la navarra,^

de á ochavo en mitad

la crii:{.

Y, temiendo algún encuentro que no le conviniese, sacó también su bestia del

camino y

la

fuera

hizo trotar por otros sem-

brados.

Sin más accidente, llegó á del Lugar, á tiempo la

que

noche.

^ Vfc

>í.

las

serían las

puertas

once de


XXIV.

UN REY DE ENTONCES.

ALLÁBASE ya durmiendo el

da

formando

señor Alcalde, vuelta á la

así

la

mona

la espal-

espalda de su mujer (y

con ésta

la

figura de águila

austríaca de dos caberas que dice nuestro

cuando Toñuelo

inmortal Quevedo)

,

cámara nupcial, y avisó

ala puertade

al Sr.

la

lla-

Juan López quela seña Frasquita,

del molino^ quería hablarle.

la


1

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

68

No tenemos

para qué referir todos los

gruñidos y juramentos inherentes al acto de despertar y vestirse el Alcalde de monterilla

y nos trasladamos desde luego

,

al

instante en que la Molinera lo vio llegar,

desperezándosecomo un gimnasta que ejercita la

musculatura, y exclamando en me-

dio de

un bostezo interminable:

— ¡Téngalas V. muy buenas, señáFrasquita!

—¿Qué ?

?¿No

le

quedase en

el

traeá V. por aquí

Toñuelo que

dijo á V.

molino

le

se

¿Así desobedece V. á

la

Auto-

ridad?

— ¡Necesito ver á mi la navarra.) i

Que

le

¡Necesito verlo

le

al

instante!

digan que está aquí su mujer!

— ¡Necesito! se

Lucas! (respondió

olvida

¡necesito!

que

está

— Señora,

i

á V.

hablando con

el

Rey!....

— ¡Déjeme

V. á mí de reyes, Sr. Juan,

que no estoy para sabe V.

lo

que

me

bromas! ¡Demasiado sucede! ¡Demasiado

sabe para qué ha preso á mi marido!

— Yo no

nada, seña Frasquita....

en cuanto á su marido de V., no so, sino

Y

está pre-

durmiendo tranquilamente en

esta


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

5U

y tratado como yo trato á

casa,

personas.

Anda

1

— ¡A ver,

ai pajar,

69 las

Toñuelo! ¡Toñuelo!

y dile

al

tío

Lucas que

se

y venga corriendo.... Conque vamos.... cuénteme V. loque pasa!

despierte

j

¿Ha tenido V. miedo de dormir

No

i

Juan!

me

sola?

V. desvergonzado

,

señor

¡Demasiado sabe V. que á

mino

sea

gustan sus bromas ni sus veras!

que me pasa V. y

unacosa

muy sencilla: que

señor Corregidor han querido per-

el

derme

es

Lo

;

¡pero que se han llevado un so-

lemne chasco! ¡Yo estoy aquí

sin

tener

qué abochonarme, y el señor Corregidor se queda en el molino muriéndose!....

<ie

¡

Muriéndose

Corregidor

el

!

(exclamó

su subordinado.) Señora, ¿sabe V. lo que 56 dice?

— y

i

Loque V. oye Se ha

casi se

!

caído en elcaz,

ha ahogado, ó ha cogido una pul-

monía, ó yo no Corregidora!

¡Esc es cuenta de

Yo vengo

á buscar á

rido, sin perjuicio de salir

para Madrid, donde

— ¡Demonio,

le

i

mi ma-

mañana mismo

contaré

demonio!

señor Juan López.)

la

A ver,

al Rey....

(murmuró

el

Manuela!....


O

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

170

jmuchacha!.... lilla....

^

Anda

— SeñáFrasquita,

¡Desgraciada de V.

daño

i

y aparéjame la

molino voy....

al

ha hecho algún

si le

señor Corregidor!

al

Señor Alcalde, señor Alcalde!

clamó

mu-

(es-

en esto Toñuelo, entrando más

muerto que el pajar.

Su burra no

los pesebres, abierta....

Lucas no

vivo.) El lío

y

la

está en

tampoco en

se halla

puerta del corral está

¡De modo que

el

pájaro se ha

escapado

— ¿Qué estás

diciendo?

—gritó

el

señor

Juan López.

¡

Virgen dei Carmen

en mi casa? (exclamó

la

!

¿

Qué

va á pasar

seña Frasquita)

¡Corramos, señor Alcalde; no perdamos tiempo!....

Mi marido va

á

matar

al

Co-

rregidor al encontrarlo allíá estas horas....

—¿Luego V. cree que en

el

el

tío

Lucas

está

molino?

— ¿Pues no lo he de creer?— Digo más. Cuando yo

venía

sin conocerlo. ¡El

me

he cruzado con

era sin

.

.

él

duda uno' que

echaba yescas en medio de un sembrado!

— Dios mío ¡

!

¡

Cuando

animales tienen

piensa una que los

más entendimiento que


EL SOMBRERO DE TRES PICOS. las

personas!

I7I

— Porque ha de saber V., se-

ñor Juan, que indudablemente nuestras

y

dos burras se reconocieron y se saludaron,

mientras que mi Lucas y yo ni nos saludamos ni nos reconocimos.... ¡Antes bien

huímos

el

uno

tuamente por

— ¡Bueno el

Alcalde.)

del otro,

tomándonos mu-

espías!

está su

— En

Lucas de V.!

(replicó

ñn, vamos andando, y

ya veremos lo que hay que hacer con todos Vds. ¡Conmigo no se juega!

j

Yo soy

elRey !.,.. Perono un Reycomoel queahora

tenemos en Madrid, ó sea en

el

Pardo,

/

(

como aquel que hubo en Sevilla, á quien llamaban D.Pedro el Cruel. ¡A^ sino

|

ver,

Manuela! ¡Tráeme

á tu

ama que me marcho!

Obedeció

la sirvienta

más buena moza de Alcaldesa y á lilla

del Sr.

la

lo

bastón, y dile

(que era por cierto

que convenía á

moral), y,

como

la

la

mu-

Juan López estuviese ya apa-

rejada, la seña Frasquita el

el

y él salieron para

molino, seguidos del indispensable To-

ñuelo.

/^



XXV.

LA ESTRELLA DE GARDUÑA,

RECEDÁMOSLES nOSOtFOS, SUpUCStO

que tenemos carta blanca para andar más de prisa que nadie.

Garduña molino,

ya de vuelta en

el

después de haber buscado á

la

se hallaba

seña Frasquita por todas las calles de la

Ciudad. El astuto Alguacil había tocado de ca-


SOMBRERO DE TRES PICOS.

EL

174

mino en

Corregimiento, donde lo en-

el

contró todo

muy

Las puertas

sosegado.

como en medio

seguían abiertas

según es costumbre cuando

la

está en

sus

ejerciendo

la calle

funciones. Dormitaban en escalera

y en

el

la

del día,

Autoridad sagradas

meseta de

la

recibimiento otros algua-

y ministros, esperando descansadamente á su amo; mas, cuando sintieron

ciles

Garduña, desperezáronse dos ó

llegar á tres

de

ellos,

y

le

preguntaron

su decano y jefe inmediato

al

que era

:

—¿Viene ya señor? — ¡Ni por asomo! — Estaos quietos. el

Vengo

á saber

si

ha habido novedad en

la

casa....

— Ninguna.

—¿Y Señora? — Recogida en sus aposentos. — ¿No ha entrado una mujer la

por estas

puertas hace poco.?

— Nadie ha parecido por aquí en toda

la

noche....

— Pues

no

dejéis entrar á

guna, sea quien sea y diga ¡Al contrario!

Echadle

mano

persona allo al

que

diga.

mismo

lu-


SOMBRERO DE TRES

EL

PICOS.

175

cero del alba que venga á preguntar por el

Señor ó por

Señora,

la

llevadlo á la

y

cárcel.

—¿Parece que

noche

esta

de pájaros de cuenta?

se

anda á caza

— preguntó

uno de

los esbirros.

— ¡Caza mayor! — añadió otro. — ¡Mayúscula! (respondió Garduña solemnemente.) ¡Figuraos delicada

cuando

hacemos

la

Conque.... j

cosa será

la

si

señor Corregidor v vo

el

batida por nosotros mismos!

hasta luego, buenas piezas, y

mucho ojo Vaya V. con !

Dios, señor Bastián,

repusieron todos, saludando á Garduña.

— ¡Mi al

estrella se eclipsa!

me engañan La

mujeres

!

al

Hasta

las

¡

Molinera

se

en-

Lugar en busca de su esposo,

en vez de venirse á

Garduña! ¿Qué fato

éste

del Corregimiento.)

salir

caminó

(murmuró

la

Ciudad.,..

— ¡Pobre

ha hecho de tu

se

ol-

?

Y, discurriendo de

este

modo, tomó

la

vuelta del molino.

Razón

tenía

el

menos su antiguo

Alguacil para echar de olfato,

pues que no

) ,


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

176

venteó á un hombre que se escondía en aquel

momento

detrás de

á poca distancia de

la

unos mimbres,

ramblilla, y

el

cual

exclamó para su capote, ó más bien para su capa de grana:

— {Guarda, Pablo! duña

!....

Era

el

¡

Por

allí

viene Gar-

Es menester que no me tío

vea....

Lucas, vestido de Corregi-

dor, que se dirigía á la Ciudad, repitien-

do de vez en cuando su diabólica

i

También

la

Corregidora

Pasó Garduíía sin verlo, y

es

frase

:

guapa!

el falso

Co-

rregidor dejó su escondite y penetró en la

población .

Poco después llegaba

lino,

el

Alguacil

según dejamos indicado.

al

mo-


XXVL

REACCIÓN.

L Corregidor seguía en

la

cama, tal

y como acababa de verlo el Lucas por el ojo de la llave.

— ¡Qué bien

sudo,

Garduña! ¡Me he

salvado de una enfermedad

luego

como

tancia.)

penetró

el

!

(exclamó tan

Alguacil en la es-

— ¿Y la seña Frasquita?

con

ella?

con

la

tío

¿

Has dado

¿Viene contigo? ¿Ha hablado

Señora? 12


EL SOMBRERO

178

DE TRES PICOS.

— La Molinera, señor

(respondió Gar-

duña con angustiado acento), me engañó como á un pobre hombre pues no se fué ;

á la Ciudad, sino al pueblecillo.... en busca de su esposo.

— Perdóneme Usía

la tor-

peza....

— ¡Mejor! con se

los ojoschispeantes

cárceles

de

con codo, quita,

y

estarán

el

allí se

seca.... se

Antes de que

caminando para

tío

Lucas y

las

atados codo la

seña Fras-

pudrirán sin tener á quien

contarle sus aventuras

Tráeme

!

Inquisición,

la

madrileño,

el

de maldad.) ¡Todo

ha salvado entonces

amanezca >

¡mejor! (dijo

la ropa,

de esta noche.

Garduña, que ya estará

¡Traémela, y vísteme! ¡El amante

va á convertir en Corregidor!....

Garduña bajó

á la cocina por la ropa.


2^^^^^^^^^^

XXVII.

¡

FAVOR AL RHY

NTRE tanto Sr.

el

,

Juan

seña

la

Frasquita,

López y Toñuelo

avanzaban hacia

el

molino

,

al

cual llegaron pocos minutos después.

i

Yo

entraré delante

calde de monterilla.)

Autoridad!

!

la

— Sigúeme,

llame.

el

¡Para algo soy

Alla

Toñuelo, y V.,

seña Frasquita, espérese á

que yo

(exclamó

la

puerta hasta


1

8o

SOMBRERO DE TRES

EL

Penetró, pues,

donde vio

la parra,

hombre el

casi

Sr.

el

PICOS.

Juan López bajo

á la luz de la

jorobado, vestido

luna un

como

solía

Molinero, con chupetín y calzón de pa-

ño pardo,

faja negra,

murciana de

tera

monte

al

medias azules, mon-

felpa,

y

el

capote de

hombre.

— ¡Él es! (gritó Alcalde.) ¡Favor Rey! — Entregúese V., Lucas! el

tío

¡

hombre de

El terse

en

el

la

montera intentó me-

molino.

— ¡Date! —gritó á su vez Toñuelo,

í

tando sobre zo

,

al

él,

aplicándole

cogiéndolo por

una

el

sal-

pescue-

rodilla al espinazo

y

haciéndole rodar por tierra.

Al mismo tiempo, otra especie de

^ J

^

saltó sobre

Toñuelo,

y,

agarrándolo de

cintura, lo tiró sobre el

la

fiera

empedrado y

principió á darle de bofetones.

Era

la

seña Frasquita, que exclamaba:

— ¡Tunante!

¡Deja á mi Lucas!

Pero, en esto, otra persona, que había aparecido llevando del diestro una borrica,

y

metióse resueltamente entre los dos,

trató de salvar á Toñuelo....

Era Garduña, que, tomando

al

Algua-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS. cil

del

Lugar por D. Eugenio de

ie decía á la Molinera

la

Zúfiiga,

:

— ¡Señora, respete V. Y

l8l

mi amo!

á

derribó de espaldas sobre

lu-

el

gareño.

La seña Frasquita

viéndose entredós

,

Garduña

fuegos, descargó entonces á revés en

medio

del

estómago

caer de boca tan largo

Y, con

él,

como

ya eran cuatro

que rodaban por

el

que

,

^

tal

hizo

le

era. las

personas

^

>

J

suelo.

El Sr. Juan López impedía entre tanto levantarse al supuesto tío Lucas, tenién-

dole plantado

un

— ¡Garduña! ¡Yo soy

el

pie sobre los riñones.

¡Socorro!

Corregidor

!

Eugenio, sintiendo que calde, calzada

i

Favor

—gritó la

piel

/

Rey!

al fin

pezuña

con albarca de

al

[

del

don Al-

de toro,

lo reventaba materialmente.

i

El Corregidor!

dijo el

Sr.

¡Pues

es

verdad!

Juan López, lleno de asom-

bro....

— ¡El Corregidor! — repitieron todos. Y

pronto estuvieron de pie los cuatro

derribados.

—¡Todo

el

mundo

ala

cárcel!

(exclamó

\'"\

y


1

82

SOMBRERO DE TRES

EL

PICOS.

D. Eugenio de Zúñiga.) ¡Todo

el

mundo

á la horca

/

— Pero, señor....

(observó

López, poniéndose de ne Usía que

rodillas.}

— ¡Perdo-

haya maltratado!

lo

Juan

Sr.

el

;Cómo

había de conocer á Usía con esa ropa tan ordinaria?

t

¡

Bárbaro

!

(

replicó

el

¡alguna había de ponerme!

me han

robado

la

Corregidor):

¿No

sabes que

mía? ¿No sabes que una

compafíía de ladrones, mandada por

el tío

Lucas....

— Miente V.! —gritó navarra. — Escúcheme V., seña Frasquita la

i

jo

Garduña

llamándola aparte).

,

permiso del señor Corregidor y paña....

— ¡Si

(le

di-

—Con com-

la

V. no arregla esto, nos van

á ahorcará todos,

empezando por

el tío

Lucas!....

—Pues

¿qué ocurre?

— preguntóla seña

Frasquita.

— Que

el lío

Lucas anda á

estas

horas

por la Ciudad vestido de Corregidor...., y

que Dios sabe fraz hasta el

rregidora!

si

habrá llegado con su

propio dormitorio de la

dis-

Co-


SOMBRERO DE TRES

EL

Y

el

Alguacil

PICOS.

183

en cuatro pala-

le refirió

bras todo lo que ya sabemos.

— ¡Jesús! (exclamóla Molinera.) que mi marido que ha ido á

los

me cree deshonrada!

la

mos, vamos á

¡Con-

ciudad á vengarse!

¡Con-

— ¡Va-

Ciudad, y justificadme ojos de mi Lucas la

á

!

— ¡Vamos que hable

á la Ciudad

ese

é

,

impidamos

hombre con mi mujer y

le

cuente todas las majaderías que se haya figurado! (dijo el Corregidor, arrimándose á

una de

las

burras.)— Déme V. un pie

para montar, señor Alcalde.

— Vamos Garduña rregidor,

)

,

á la

Ciudad,

¡y quiera

que

su vestimenta

el tío ,

se

hablarle á la Señora

el

sí....

cielo,

Lucas

,

(añadió

señor Co-

amparado por

haya contentado con !

—¿Qué dices, desgraciado? (prorumpió D. Eugenio de Zúñiga.) ¿Crees tú á ese villano capaz?....

— ¡De todo!— contestó

la

seña Frasquita.

.



XXVIIÍ

AVE MARÍA PURÍSIMA! LAS DOCE Y MEDIA Y SERENO j

i

gritaba por las calles de la Ciu-

dad quien tenía facultades para tanto,"

cuando

la

Molinera y

el

Corregidor, cada cuál en una de las bu-

molino,

rras del

muía, y garon á

el

Sr.

Juan López en su

los dos Alguaciles la

puem

La puerta

andando,

del Corregimiento.

estaba cerrada.

lle-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

l86

Dijérase que para

mo

que para

el

Gobierno,

lo

mis-

gobernados, había con-

los

cluido todo por aquel día.

— Y

i

Malo!

— pensó Garduña.

llamó con

el

aldabón dos ó

tres veces.

Pasó mucho tiempo, y ni abrieron

,

ni

contestaron.

La seña Frasquita

estaba

más amarilla

V -

que

la cera.

El Corregidor se había comido ya todas

(

las

uñas de ambas manos,

i/

Nadie decía una palabra. ¡Pum!.... ¡Pum!....

¡Pum!....

—golpes

y más golpes á la puerta del Corregimiento (aplicados sucesivamente por los dos Alguaciles y por el Sr. Juan López).... Y ¡nada! ¡No respondía nadie! ¡No

abrían

!

¡

No

Sólo se oía

se

movía una mosca

el claro

rumor de

de una fuente que había en

el

los

caños

patio de la

casa.

Y de largos

Al

esta

manera transcurrían minutos,

como

fin

,

eternidades.

cerca de la

tanillo del piso

femenina

una abrióse un ven,

segundo, y dijo una voz


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

— ¿Quién? — Es voz del la

ama

187

— mur-

de leche....

muró Garduña.

— ¡Yo! respondió ñiga.) — ¡Abrid

D. Eugenio de Zú-

(

!

Pasó un instante de silencio.

—¿Y quién

es

V.?

—replicó luego

la

no-

driza.

—¿Pues no el

está

V. oyendo?

— ¡Soy

amo!.... ¡el Corregidor!....

Hubo ^

me

otra pausa.

— ¡Vaya V. mucho con Dios! (repuso buena mujer.) — Mi amo vino hace una ^'"^ acostó en seguida. — Acuéshora, y v^

la

se

que tendrán en

\

Y

la

ventana

el

,

puerta? la

vino

^ ^

cubrió

se

,

q

!

(tronó

el

5

<^^i^^^í<J, el

rostro

AAc

cL

Corregidor, fuera_de. le

digo que abra la

¿No oye V. que soy yo? ¿Quiere V.

ahorque también?

La ventana volvió á abrirse. Pero vamos á ver.... (expuso

¿Quién

el

se cerrój_e_gplp.e.

¿No oye V. que

que

^^^

manos.

las

— ¡Ama! sí.)

y duerman

cuerpo

La seña Frasquita con

^*^

j

tense Vds. también

\y

'^'"

es

el

V. para dar esos gritos?

ama).

\^y y


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

l88

— íSoy —

el

Dale

i

Corregidor! bola!

.

¿

le

digo á V. que

señor Corregidor vino

el

de las

antes

y que yo lo vi con mis propios ojos encerrarse en las habitaciones de la doce....,

Señora? ¿Se quiere V. divertir conmigo?

— ¡Pues

pasa

espere

V

y verá

lo

que

le

!

mismo tiempo

Al

mente

la

puerta, y

se

abrió repentina-

una nube de criados y

ministriles, provistos de_sendos_garrqte§, se lanzó sobre los

furiosamente

/

es el

Á

¡

ver

!

de afuera

,

exclamando

:

¿Dónde

Corregidor?

está ese

¿Dónde

que dice que

está ese

chusco?

¿Dónde^está ese borracho?

Y

se

armó un

en medio de

la

lío

de todos los demonios

oscuridad, sin ^que nadie

pudiera entenderse, y no dejando de bir algunos palos el Corregidor,

reci-

Garduña,

Juan López y Toñuelo. Era la segunoa paliza que le costaba á

el Sr.

y{ D. Eugenio además

del

su aventura de aquella noche,

remojón que

se dio

en

el

caz

del molino.

La seña Frasquita, apartada de aquel


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

189

laberinto, lloraba por la primera vez de su vida....

— ¡Lucas!

¡Lucas

do dudar de mí

!

I

¡Y has

(decía.)

¡Y has podido

en tus brazos á otra

!

— ¡Ah!

ventura no tiene ya remedio

podi-

estrechar

¡nuestra des!

^^y^



XXIX.

POST NUBILA.... DIANA.

uÉ escándalo es este?

una voz

,

resonando enci-

de aquella baraúnda.

Todos levantaron á

al fin

tranquila, majestuosa y de

gracioso timbre

ma

—dijo

una mujer,

vestida

y vieron de negro, asomada al la cabeza,

balcón principal del edificio.

¡

La Señora!

pendiendo

— dijeronlos criados, sus-

la retreta

de palos.


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

192

— ¡Mi mujer! — tartamudeó D. Eugenio. — Que pasen esos — El señor Corregidor dice que permite.... — agregó rústicos....

lo

Corregidora.

la

Los criados cedieron

el

paso,

y

el

de Zú-

ñiga y sus acompañantes penetraron en

el

y tomaron por la escalera arriba. Ningún reo ha subido al patíbulo con

portal

/

paso tan inseguro y semblante tan

dado como

el

demu»

Corregidor subíalas escale-

ras de su casa,

— Sin

embargo,

la

idea de

su deshonra principiaba ya á descollar,

con noble egoísmo, por encima de todos

que había causado y que y sobre las demás ridiculeces

los infortunios

lo afligían

de

A

la situación

en que

se hallaba....

— ¡Antes que todo (iba

pensando), soy

un Zúñiga y un Ponce de León!..,. ¡Ay de aquellos que lo hayan echado en olvido!

¡Ay de mi mujer,

nombre!

si

ha mancillado mi


XXX.

UNA SEÑORA DE CLASE.

A Corregidora recibió á su esposo

y á

la rústica

comitiva en

el

salón

principal del Corregimiento.

Estaba sola, de pie, y con los ojos cla-

vados en

la puerta.

Érase una principalísima dama, bastante

joven todavía, de plácida

y severa her-

mosura, más propia del pincel cristiano 15


EL

194

SOMBRERO DE TRES

que del pincel

PICOS.

y estaba vestida con toda la nobleza y seriedad que consentía el gusto de la época. Su traje, de

mangas huecas y de alepín negro una paño-

y estrecha

corta

subidas, era leta

gentílico,

falda y

:

de blonda blanca, algo amarillenta,

velaba sus admirables hombros, y larguí-

simos maniquetes ó mitones de tul negro cubrían

la

mayorparte de sus alabastrinos

brazos. Abanicábase majestuosamente con

un pericón enorme, lipinas,

traído de las islas Fi-

y empuííaba con

la otra

mano un

pañuelo de encaje, cuyos cuatro picos col-

gabansimétricamente con una regularidad sólo comparable á la de su actitud y

me-

nores movimientos.

Aquella hermosTmujer tenía algo de

y mucho de abadesa, é infundía por ende veneración y miedo á cuantos la mireina

raban. Por lo demás,

el

atildamiento de

su traje á semejante hora, su continente y

alumbraban Corregidora

las

el salón,

se

la

gravedad de

muchas

luces que

demostraban que

habí/ esmerado en dar á

aquella escena una solemnidad teatral

un

tinte

la

y

ceremonioso que contrastasen con


EL SOMBRERO DE TRES PICOS. el

carácter villano

y grosero de

1

95

aventura

la

de su marido. Advertiremos, finalmente, que aquella señora se llamaba doña Mercedes Carrillo

de Albornoz y Espinosa de los Monteros,

y que era hija, nieta, biznieta, tataranieta y hasta vigésima nieta de la Ciudad, como descendiente de sus ilustres conquistadores.

— Su familia, por

mundana,

la

razones de vanidad

había inducido á casarse con ^^^^T^

y acaudalado Corregidor, y ella, que de otro modo hubiera sido monja,

el

viejo

pues su vocación natural al

la iba

llevando

claustro, consintió en aquel doloroso

sacrificio.

A

la

sazón tenía ya dos vastagos del

arriscado madrileño, y

que había

otra vez

Conque volvamos

aun

se

moros en

susurraba

la costa....

á nuestro cuento.



XXXI.

LA PENA DEL TALION,

ERGEDEs! (exclamó al

el

Corregidor

comparecer delante de su

es-

posa.) Necesito saber inmediatamente....

—^¡Hola,

tío

Corregidora rre

,

Lucas! ¿V. por aquí? interrumpiéndole.

alguna desgracia en

¡

Señora

!

¡

el

)

(dijo la

— ¿Ocu-

molino?

no estoy para chanzas

!

(re-

y


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

198

puso

el

Corregidor hecho una

fiera.)

Antes de entrar en explicaciones por mi parte

qué ha sido de mi

necesito saber

,

honor....

¡

Esa no

es

cuenta mía! ¿Acaso

me

lo

ha dejado V. á mí en depósito?

Sí, señora....

genio.)

¡Á

V.

!

(replicó

D. Eu-

— ¡Las mujeresson depositarías del

honor de sus maridos

!

—Pues entonces, mi querido Lucas, pregúntele V. á su mujer.... — Precisatío

mente nos

está

escuchando.

La seña Frasquita, que do á cie

la

había queda-

puerta del salón, lanzó una espe-

de rugido.

— Pase V. la

se

,

señora, y siéntese.

.

..

—añadió

Corregidora, dirigiéndose á la Molinera

con dignidad soberana. Y, por su parte, encaminóse

/La generosa navarra desde luego toda

la

al sofá.

supo comprender

grandeza de

la actitud

de aquella esposa injuriada...., éinjuriada acaso doblemente.... Así es que, alzándose

en

el

acto á igual

dominó

sus na-

y guardó un silencio deEsto sin contar con que la seña

turales ímpetus,

coroso.

altura,


SOMBRERO DE TRES

EL

PICOS.

1

99

Frasquita, segura de su inocencia y de su fuerza, níala,

no

sí,

tenía prisa de defenderse.

de acusar; y mucha!....; pero no

ciertamente ala Corregidora. ella

— Te-

— jCon quien

deseaba ajustar cuentas era con

Lucas no estaba

Lucas...., y el tío

— Seña

dama,

Frasquita....

al ver

que

movido de su

sitio)

puede pasar y

sentarse.

:

le

y^

allí!

noble

(repitió la

Molinera no

la

el tío

se

había

he dicho á V. que

Esta segunda indicación fué hecha con

voz más afectuosa y sentida que ra....

— Dijérase que

la

la

Corregidora había

adivinado también por instinto, en

el

prime-

reposado continente y en

al fijarse

la

varonil

hermosura de aquella mujer, que no iba habérselas con sino quizás

como

ella;

un

y despreciable,

ser bajo

más bien con

otra infortunada

— ¡infortunada,

hecho de haber conocido

á

sí,

al

por

el

solo

Corregidor

!

Cruzaron, pues, sendas miradas de paz

\

y de indulgencia aquellas dos mujeres que se

consideraban dos veces

rivales,

y nota-

ron con gran sorpresa que sus almas se aplacieron

la

hermanas que

una en se

la otra,

reconocen.

como dos

/

/

^


200

SOMBRERO DE TRES

EL

No

de Otro

modo

PICOS.

y saludan á

se divisan

de

lo lejos las castas nieves

las

encumbra»

das montañas.

Saboreando

estas dulces

emociones,

Molinera entró majestuosamente en lón,

A en

en

se sentó

y

su paso por

la

de una

el filo

el

la

el sa-

silla.

molino, previendo que

Ciudad tendría que hacer

visitas

de

importancia, se había arreglado un poco y puéstose una mantilla de franela negra,

con grandes felpones, que

namente.

Por está

sentaba divi-

— Parecía toda una seííora. que toca

lo

le

al

Corregidor, dicho se

que había guardado silencio durante

aquel episodio.

— El rugido

Frasquita y su aparición en

de la

la

seña

escena no

habían podido menos de sobresaltarlo. ¡Aquella mujer

que

la

le

causaba ya más terror

suya propia!

— Conque vamos, guió

Doña Mercedes, Ahí

marido.) ta....

tío

Lucas.... (prosi-

dirigiéndose á su

tiene V. á la seña Frasqui-

¡Puede V. volver á formular su de-

manda

! i

Puede V. preguntarle aquello de

su honra!

— Mercedes,

¡por los clavos de Cristo!


SOMBRERO DE TRES

EL

Corregidor.)

(gritó el

Mira que tú no

¡

bes de lo que soy capaz

conjuro á que dejes

201

PICOS.

la

!

¡

Nuevamente

sa-

broma y me

te

digas

todo lo que ha pasado aquí durante mi ausencia!

—¿Dónde está

—¿Quién?¿Mi

ese

hombre?

marido?....

se está levantando,

Mi marido

y ya no puede tardar

en venir.

— ¡Levantándose! — bramó D.

—¿Se asombra ría

Eugenio.

V.?¿Pues dónde que-

V. que estuviese á estas horas un hom-

bre de bien, sino en su casa, en su cama,

y durmiendo con su como manda Dios?

— jMerceditasi

¡Ve

legítima consorte,

lo

que

te dices!

para en que nos están oyendo!

que soy

i

¡Re-

Repara en

Corregidor!....

el

— ¡A mí no me dé V. voces,

tío

Lucas,

ó mandaré á los Alguaciles que lo lleven á la cárcel!

— replicó

niéndose de

— ¡Yo á de

la

la

pie.

la cárcel!

¡Yo! ¡El Corregidor

Ciudad!

—El

Corregidor de

la

sentante de la Justicia,

Rey

Corregidora, po-

Ciudad, el

el

repre-

apoderado del

(repuso la gran señora con una seve-

V;^


202

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

ridad y

una energía que ahogaron

voz

la

del fingido molinero), llegó á su casa á la

hora debida, á descansar de

las

reas de su oficio, para seguir

parando

la

honra y

nobles ta-

mañana am-

vida de los ciuda-

la

danos, la santidad del hogar y

de

las

el

recato

mujeres, impidiendo de este

modo

que nadie pueda

disfrazado

entrar,

Corregidor ni de ninguna otra cosa, en

de la

alcoba de la mujer ajena

;

da sorprender á

en su descuidado

reposo

;

la virtud

que nadie pue-

que nadie pueda abusar de su

casto sueño....

— ¡Merceditas! ¿Qué es lo que profieres? (silbó el

Corregidor con labios y encías.)

que ha pasado eso en mi

¡Si es verdad casa, diré

da,

una

que

una

eres

picara,

una

pérfi-

licenciosa!

— ¿Con quién habla este hombre? (prorumpió

la

paseando tantes.)

K

Corregidora desdeñosamente, y la vista

¿Quién

sea

es

este loco?

es

creer

un honrado molinero como

el tío

¡

Ni

siquiera

Lucas, á pesar de que llano!

¿Quién

puedo ya

este ebrio?....

que

por todos los circuns-

— Sr. Juan

viste su traje

de vi-

López, créame V. (con-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

encarándose con

tinuó,

Alcalde de

el

monterilla, que estaba aterrado): rido, el Corregidor de la

2O3

mi ma-

Ciudad, llegó á

con su som-

esta su casa hace dos horas,

brero de tres picos, su capa de grana, su

espadín de caballero y su bastón de auto-

Los criados y alguaciles que me

ridad....

escuchan

se levantaron,

verlo pasar por

por

el

el

y

lo

saludaron

portal, por la escalera

al

y

recibimiento. Cerráronse en segui-

y desde entonces no ha penetrado nadie en mi hogar hasta da todas

las puertas,

que llegaron Vds.

ponded

—¿Es esto cierto? — Res-

vosotros....

— ¡Es verdad!

¡Es

muy

verdad!

— con-

testaron la nodriza, los domésticos y los ministriles la

todos los cuales, agrupados á

;

puerta del salón, presenciaban aquella

singular escena.

— ¡Fuera de aquí todo tó

mundo!

(gri-

D. Eugenio, echando espumarajos de

rabia.)

— ¡Garduña!

prende á estos al respeto

la

el

!

¡

viles

Todos

¡Ven y

¡Garduña! que

me están

á la cárcel

!

¡

faltando

Todos

y^ á

horca!

Garduña no

parecía por

ningún lado.


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

204

—Además,

(continuó

señor,...

Doña

Mercedes, cambiando de tono y dignándose ya mirar á su marido y tratarle á

temerosa de que

tal,

las

como

chanzas llega-

ran á irremediables extremos). Suponga-

mos que V. que V.

es

mi

esposo....

Supongamos

D. Eugenio de Zúñiga y Ponce

es

de León....

— ¡Lo soy! — Supongamos,

/

además, que

piese alguna culpa en haber

V.

me

cu-

tomado por

hombre que penetró en mi alcoba

al

vestido de Corregidor....

— ¡Infames! — gritó mano con

el

viejo,

echando

y encontrándose sólo con la faja de molinero

á la espada,

el sitio

ó sea

murciano.

La navarra de

la

se tapó el rostro

con un lado

mantilla para ocultar las llamaradas

de sus

celos.

— Supongamos todo (continuó sibilidad

lo

que V.

Doña Mercedes con una impainexplicable).

ahora, señor mío

:

Pero dígame V.

¿Tendría derecho

á

como fis¿Podría V. sentenciarme como juez?

quejarse? ¿Podría V. acusarme cal?

quiera....


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

2O5

¿Viene V. acaso del sermón? ¿Viene V.

¿Ó

de confesar? ¿Viene V. de oir misa?

dónde viene V. con viene V. con esa

sado V.

— Con

¿De dónde señora? ¿Dónde ha pa-

mitad de

la

de

ese traje?

noche?

la

permiso....

— exclamó

la

seña

poniéndose de pie como em-

Frasquita,

pujada por un resorte, y atravesándose

arrogantemente entre

la

Corregidora y su

marido. Este,

que iba á hablar,

boca abierta

al ver

que

la

se

quedó con

la

navarra entraba

en fuego.

Pero doña Mercedes

— Señora, no mí

se fatigue

explicaciones....

V., ni

¡

Yo no

mucho menos!

se las

pido á

—Allí viene

quien

puede pedírselas á justo dase V. con

gabinete,

cas, vestido

título....

¡

Entién-

él!

Al mismo tiempo

un

y dijo: V. en darme á

se anticipó,

se abrió la

y apareció en

puerta de

ella el tío

Lu-

de Corregidor de pies á cabeza,

y con bastón, guantes y espadín, como si

se presentase

en

las

Salas de Cabildo.



XXXII.

LA FE MUEVE LAS MONTAÑAS.

ENGAN Vds.

muy

— pronunció quitándose

el

el

buenas noches, recién

llegado,

sombrero de

tres

y hablando con la boca sumida, como solía D. Eugenio de Zúñiga.

picos

En

,

seguida se adelantó por

el

salón, ba-

lanceándose en todos sentidos, y fué á besar la

mano

de

la

Corregidora.


208

SOMBRERO DE TRES PICOS.

EL

Todos

quedaron estupefactos.

se

parecido del

Lucas con

tío

el

— El

verdadero

Corregidor era maravilloso. Así es que

mismo tener

Sr.

una

y hasta

,

el

Juan López, no pudieron concarcajada.

D. Eugenio y

servidumbre

la

sintió aquel

se lanzó sobre el tío

nuevo agravio,

Lucas como un ba-

silisco.

Pero

la

seña Frasquita metió

tante, apartando al Corregidor

zo de marras

con

y Su Señoría, en

,

el

monel

bra-

evitación

de otra voltereta y del consiguiente ludibrio, se dejó atropellar sin decir oxte ni

moxte.

— Estaba

visto

que aquella mujer

había nacido para domadora del pobre viejo.

El

muerte ba

;

Lucas

tío

al

se

puso más pálido que

ver que su mujer se le acerca-

pero luego se dominó, y, con una risa

tan horrible qiie tuvo que llevarse la

no

la

al

corazón para que no

pedazos rregidor

,

dijo,

se

le

remedando siempre

ma-

hiciese al

Co-

:

— ¡Dios

te

guarde, Frasquita! ¿Le has

enviado ya á tu sobrino

el

nombramiento?


EL SOMBRERO DE TRES PICOS. ¡

Hubo que

Tiróse

ver entonces á la navarra

mantilla atrás

la

la frente

como

ojos

dos

:

Te

¡

!

y, clavando en

,

Corregidor dos

puñales

levantó

,

con soberanía de leona el falso

209

desprecio, Lucas!

le dijo

en mi-

tad de la cara.

Todos creyeron que ¡Tal gesto,

tal

había escupido.

le

ademán y

acentuaron aquella

tal

tono de voz

frase!

El rostro. del Molinero se transfiguró

Una especie

oir la voz de su mujer.

piración

semejante á

,

la

de

había penetrado en su alma

de luz y de alegría dose por un

con

las

dad en

de ins-

la fe religiosa, ,

inundándola

Así es que, olvidán-

momento de cuanto

y creído ver en

visto

al

el

había

molino, exclamó,

lágrimas en los ojos y

la sinceri-

los labios

— ¿Conque tú eres mi Frasquita? — No respondió la navarra fuera de ¡Yo no soy ya tu Frasquita! — Yo soy.... 1

!

(

sí.)

¡

Pregúntaselo á tus hazañas de esta noche,

y

ellas te

dirán lo que has hecho del cora-

zón que tanto

Y

se

echó á

te quería!....

llorar,

como una montaña 14


210

SOMBRERO DE TRES

EL

PICOS.

de hielo que se hunde y principia á derretirse.

La Corregidora

se

adelantó hacia

poder contenerse, y

sin

brazos con

mayor

el

cía

,

puso entonces á

se

tampoco

sin saber

en sus

la estrechó

cariño.

La seña Frasquita besarla

que

lo

ha-

se

diciéndole entre sus sollozos,

,

ella

como

una niña que busca amparo en su madre:

¡

Señora

,

señora!

i

Qué

desgraciada

soy!

— ¡No tanto

como V.

se figura!

— con-

también

testábale la Corregidora, llorando

generosamente.

Yo sí que soy desgraciado gemía al mismo tiempo el tío Lucas, andando á puñetazos con sus lágrimas, como aver!

¡

gonzado de

— Pues

verterlas.

¿y yo?

(

prorumpió

Don

al fin

Eugenio, sintiéndose ablandado por

el

contagioso lloro de los demás, ó esperan-

do salvarse también por quiero decir, por

yo soy un

picaro!

la vía

húmeda;

la vía del llanto.)

¡un monstruo!

¡

i

un

Ah, ca-

lavera deshecho, que ha llevado su merecido!


EL

Y

rompió

zado á

Y

SOMBRERO DE TRES

la

éste

á berrear tristemente, abra-

barriga del Sr.

y

211

PICOS.

Juan López.

los criados lloraban de

manera, y todo parecía concluido,

embargo, nadie

se

había explicado.

igual y, sin



XXXIII

PUES

L tío

¿

Y TÚ

Lucas fué

salió á flote

?

el

.primero que

en aquel mar de

lá-

grimas.

Era que empezaba á acordarse otra vez de

lo

que había

— ¡Seííores,

visto por el ojo de la llave.

vamos

á cuentas!....

—dijo

de pronto.

—No hay

cuentas que valgan, tío

Lu-


Su mu-

¡

de V. es una bendita!

— Bien.... — ¡Nada de pero!.... sí....;

y

PICOS.

(exclamó la Corregidora).

cas....

jer

SOMBRERO DE TRES

EL

2 14

verá

me

cómo

dio

Déjela V. hablar,

se justifica.

— Desde que

la vi,

corazón que era una santa, á

el

pesar de

pero....

todo lo que V.

me

había con-

tado....

¡

Bueno

que

;

hable!....

— dijo

el

tío

Lucas.

— ¡Yo no hablo! (contestó la Molinera.) ¡El la

que tienequehablar

verdad es que

Y

la

erestú!....

Porque

tú....

seña Frasquita no dijo más, por

impedírselo

invencible respeto que le

el

inspiraba la Corregidora.

— Pues ¿y

tú?

— respondió

perdiendo de nuevo toda

— Ahora

no

se trata

de

el tío

Lucas,

fe.

ella.... (gritó el

Corregidor, tornando también á sus ce-

V. y de esta señora! ¡Ah, Merceditas!.../ ¿Quién había de de-

los),

i

Se

cirme que

tratí\.de

tú?....

'/

— Pues ¿y tú? — repuso midiéndolo con

Y

la

Corregidora,

la vista.

durante algunos momentos,

los

dos


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

matrimonios repitieron cien veces

mas

frases

—¿Y

215 las

mis-

:

tú?

—¿Pues y tú? — ¡Vaya que tú! — ¡No

que tú

!

— Pero ¿cómo has podido

tú?....

Etc., etc., etc.

La la

cosa hubiera sido interminable,

si

Corregidora, revistiéndose de dignidad,

no

dijese por

último á D. Eugenio

:

— ¡Mira, cállate tú ahora! Nuestra cuestión particular

ventilaremos más ade-

Lo que urge en

lante.

devolver

tingo

paz

la

muy

cosa

la

al

al

fácil á

Sr.

momento

este

corazón del

mi

juicio

;

pues

Juan López y

que están saltando por

tío

es

Lucas:

allí

dis-

Toñuelo,

á

justificar á la

seña

Frasquita.

— los

j

Yo no

necesito

queme

hombres! (respondió

justifiquen

ésta.)

— Tengo

dos testigos de mayor crédito, á quienes

nose

dirá que he seducidonisobornado....

—Y

¿

dónde están?

—preguntó

nero.

— Están

abajo, en la puerta....

el

Moli-


2l6

SOMBRERO DE TRES

EL

—Pues

PICOS.

que suban, con permiso

diles

de esta señora.

— Las pobres

y(

— |Ah!

no podrían

subir....

¡Son dos mujeres!.... ¡Vaya un

testimonio fidedigno!

— Tampoco son dos

mujeres. Sólo son

dos hembras....

—i Peor que peor! Serán Hazme el favor de decirme

dos niñas!....

i

sus nombres.

— La una se llama Piñona y

la otra Li-

viana....

— ¡Nuestras dos burras — Frasquita

:¿te

!

estás riendo de

—No

:

mí?

que estoy hablando

Yo puedo

probarte, con

nuestras burras,

muy

formal.

testimonio de

el

que no me hallaba en

molino cuando tú

viste

en

él al

el

señor Co-

rregidor.

—-¡Por

Dios

— ¡Oye,

te

pido que

te

expliques!

y muérete de vergüenza por haber dudado de mi honradez! Lucas....

Mientras tú ibas esta noche desde

gar á nuestra casa, nuestra casa te,

al

yo me

el

Lu-

dirigía desde

Lugar, y, por consiguien-

nos cruzamos en

marchabas fuera de

el

él, ó,

camino. Pero tú por mejor decir,


EL SOMBRERO DE TRES .PíCOS. te

217

,

habías detenido á echar unas yescas en

medio de un sembrado....

— ¡Es verdad queme detuve!.... — Continúa.

— En esto rebuznó tu — ¡Justamente! — Ah

borrica....

¡

,

qué

feliz soy!....

¡Habla, habla; que cada palabra tuya

me

devuelve un año de vida!

— Y á aquel rebuzno el

le

contestó otro en

camino....

— ¡Oh!

sí.... sí....

— ¡Bendita

¡Me

seas!

parece estarlo oyendo!

— Eran Liviana y

Piñona, que

se

ha-

como bue-

bían reconocido y se saludaban

nas amigas, mientras que nosotros dos ni

nos saludamos ni nos reconocimos....

i

No me

digas más!....

¡No me

digas

más!....

— Tan

no nos reconocimos (continuó

la seña Frasquita),

que

los dos

nos asus-

tamos y salimos huyendo en direcciones contrarias.... ¡Conque ya ves que yo no

estaba en el molino!

— Si

ahora por qué encontraste

quieres saber al

señor

Co-

rregidor en nuestra cama, tienta esas ropas

que

llevas puestas,

y que todavía estarán


2l8

EL SOxVlBRERO DE TRES PICOS.

húmedas, y

dirán mejor que yo.

te lo

¡Su Señoría se cayó en

el

caz del molino,

y Garduña lo desnudó y lo acostó Si quieres saber por

qué abrí

fué porque creí qué

me

ahogaba y fin, si to....

por

allí!

la puerta....,

eras tú

el

que

se

llamaba á gritos. Y, en

nombramienPero no tengo más que decir presente. Cuando estemos solos, te

quieres saber lo del

la

de ese y otros particulares....

enteraré

que no debo

referir

delante de esta se-

ñora.

— ¡Todo

lo

que ha dicho

quita es la pura verdad!

seña Fras-

la

—gritó

el

señor

Juan López, deseando congraciarse con

Doña Mercedes, en

el

que

ella

imperaba

Corregimiento.

— ¡Todo! siguiendo

la

— ¡Hasta Corregidor,

¡Todo!

más

dencia.)

Toñuelo,

amo.

ahora...., todo!

— agregó

el

complacido de que

las

muy la

navarra no hubieran

lejos....

— ¡Conque en tanto

— añadió

corriente de su

explicaciones de ido

visto

el tío

eres inocente!

(exclamaba

Lucas, rindiéndose á

— ¡Frasquita

la evi-

mía, Frasquita de


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

mi alma! Perdóname

la inj usticia

¡

ja

que

te

— Esa testó la

219 ,

y de-

dé un abrazo! es

harina de otro

costal....

Molinera, hurtando

Antes de abrazarte, necesito

(con-

cuerpo).

el

oir tus expli-

caciones....

— Yolas daré por

él

y por

mí...

— dijo

Doña Mercedes.

— ¡Hace rando!

una hora que

— profirió

las estoy

espe-

Corregidor, tratando

el

de erguirse.

— Pero no

daré (continuó la Corre-

las

gidora, volviendo

mente res

la

espalda desdeñosa-

á su marido) hasta

hayan descambiado

aun entonces, merezca

se las

estos seño-

vestimentas....; y,

daré tan sólo á quien

oirías.

— Vamos.... (díjole el

que

Vamos

á

descambiar....

murciano á D. Eugenio, ale-

grándose

mucho

de no haberlo asesina-

do, pero mirándolo todavía con

verdaderamente

morisco).—

de Vuestra Señoría

muy

me

ahoga!

j

un odio

El

traje

¡He sido

desgraciado mientras lo he tenido

puesto!....

— ¡Porque no

lo entiendes! (respondió-


220 le el

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

Corregidor.) lYo estoy, en cambio,

deseando ponérmelo, para ahorcarte á

y á medio mundo, si no me exculpaciones de mi mujer!

La Corregidora, que oyó bras, tranquilizó

á la

ti

satisfacen las

estas

pala-

reunión con una

suave sonrisa, propia de aquellos afanados ángeles cuyo ministerio es guardar á los

hombres.

á


XXXIV.

TAMBIÉN LA CORREGIDORA ES GUAPA.

ALiDO que hubieron de la sala el

Corregidor y tóse de el

sofá

;

el

nuevo

Lucas

tío

la

ministriles

los

que obstruían

dijo con afable sencillez

sen-

Corregidora en

colocó á su lado á

quita,y, dirigiéndose á

,

la

seña Fras-

domésticos y la

puerta,

les

:

— ¡Vaya, muchachos!.... Contad ahora


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

222

vosotros á esta excelente mujer todo lo

malo que

sepáis de mí.

Avanzó

ama de

el

que más

como

leche,

alas tenía en la casa

demás

lencio á los

nera

un mismo tiempo;

hablar á

quisieron

pero

cuarto estado, y diez voces

el

y

,

persona

la

impuso

,

dijo de esta

si-

ma-

:

— Ha de

saber V., seña Frasquita, que

estábamos yo y mi señora esta noche

al

cuidado de

si

venía

el

los

niños

,

esperando á ver

amo y rezando

para hacer tiempo

(

tercer Rosario

el

pues

razón traída

la

por Garduña había sido que andaba

el

señor Corregidor detrás de unos facine-

muy

rosos

terribles

,

y no era cosa de

acostarse hasta verlo entrar sin novedad),

cuando sentimos ruido de gente en coba inmediata, que res tienen su

mos

la

es

donde mis seño-

cama de matrimonio. Cogiy fuimos alcoba cuando

luz, muertas de miedo,

á ver quién andaba en la i

la al-

,

ay, Virgen del Carmen!,

al

mos que un hombre,

vestido

ñor, pero que no era

él

(

entrar, vi-

como mi

¡como que

se-

era

su marido de V.!), trataba de esconder-


EL SOiMBRERO DE TRES PICOS.

debajo de

se

cama.

la

^^

223

¡Ladrones

principiamos á gritar desaforadamente

un momento después llena de gente,

y

— Mi

,

y

habitación estaba

sacaban

alguaciles

los

arrastrando de su Corregidor.

la

I ^^

escondite

señora, que,

al

fingido

como

to-

dos, había reconocido al tío Lucas, y que lo vio con aquel traje, temió que hubiese

amo, y empezó á dar unos lamentos que partían las piedras.... <jí¡Á la matado

al

cárcel! ¡A la cárcel!)^ to los la

demás.

,

decíamos entre tan-

¡Ladrón! ¡ AsesÍ7io!», era

(.(

mejor palabra que oía

el tío

Lucas

así es

que estaba como un difunto,

mado

á

mía.

una pared

,

— Pero, viendo

sin

luego que se lo lleva-

que voy á

la cárcel,

petir,

aunque verdaderamente mejor :

dijo....

a

y

arri-

decir esta boca es

ban á

para callado

;

lo

re-

sería

Señora, yo no soy

la-

»drón, ni asesino: elladrón yel asesino

mi honra, está en mi «con mi mujer.»

»de

casa, acostado

— ¡Pobre Lucas! — suspiró la seña Frasquita.

— ¡Pobre

de mí!

— murmuróla

gidora tranquilamente.

Corre-


224

EL

SOMBRERO DE TRES PICOS.

— Eso dijimos todos.... «¡Pobre cas y pobre Señora!» — Porque....

Lu-

tío

la ver-

dad, seña Frasquita, ya teníamos idea de

que mi señor

liabía puesto los ojos en

que

V

— ¡Ama! (exclamó severamente

la

aunque nadie

y^

gidora.)

¡No

se figuraba

V

,

Corre-

siga V. por ase camino!....

— Continuaré yo por

el otro.... (dijo

alguacil, aprovechando aquella

un

coyuntu-

— El

ra

para apoderarse de la palabra).

tío

Lucas (que nos engañó de lo lindo con

manera de andar cuando en-

su traje y sü tró

en

la casa

mos por

el

;

tanto que todos lo toma-

señor Corregidor)

,

no había

venido con

muy

buenas intenciones que

digamos, y

si la

Señora no hubiera

do levantada.,.., figúrese V.

lo

esta-

que habría

sucedido....

— ¡Vamos! rrumpió

más que quita

:

¡Cállate tú

la cocinera.)

tonterías!

el tío

i

también

No

— Pues,

I

(inte-

estás diciendo sí,

seña Fras-

Lucas para explicar su pre,

sencia en la alcoba de

mi ama, tuvo que

confesar las intenciones que traía.... ¡Por cierto

que

al oírlo,

y

pudo contener

la

Señora no

le

arrimó una bofetada en me-

se


SOMBRERO DE TRES

EL

dio de la boca, que

le

dejó la mitad de las

palabras dentro del cuerpo lo llené de insultos

sacarle los ojos....

225

PICOS.

!

— Yo misma

y denuestos, y quise Porque ya conoce V.,

seña Frasquita, que, aunque sea su marido de V., eso de

venir con sus

manos

lavadas....

— ro,

Eres una bachillera

¡

!

poniéndose delante de

(gritó el portela oradora.)

¿Qué más hubieras querido fin,

seña Frasquita, óigame

vamos lo

que

al asunto.

tur....

— En

V. á mí, y

— La Señora hizo y dijo

debía....; pero luego,

calmado ya su

enojo, compadecióse del tío Lucas y paró

mientes en

el

mal proceder

del señor

Co-

rregidor, viniendo á pronunciar estasó pa-

recidas palabras

:

— «Por infame

»ya sido su pensamiento de V.,

que hatío

Lu-

y aunque nunca podré perdonar » tanta insolencia, es menester que su muscas,

V. y mi esposo crean durante al»gunas horas que han sido cogidos en sus

»jer de

«propias redes, y que V., auxiliado por »ese disfraz, «afrenta.

les

ha devuelto afrenta por

¡Ninguna venganza mejor po-

«demos tomar de

ellos

que

este

engaño, 15


'1

220

EL

SOMBRERO DE TRES

PICOS.

»tan fácil de desvanecer cuando nos aco-

>»mode!»

—Adoptada tan graciosa

ción, la Señora

y

resolu-

Lucas nos

el tío

alec-

cionaron á todos de lo que teníamos que hacer y decir cuando volviese

Su Seño-

y por cierto que yo le he pegado á Sebastián Garduña tal palo en la rabadilla,

ría

;

que creo no po

la

das!

se le olvidará

en

mucho

tiem-

noche de San Simón y San Ju-

....

Cuando

el

portero dejó dé hablar, ya

hacía rato que la Corregidora y la Moli-

nera cuchicheaban

al

y besándose

momento, y no pu-

á cada

oído, abrazándose

diendo en ocasiones contener ¡Lástima que no blaban!.,.. sin gran lectora.

— Pero

esfuerzo

el :

y,

se

la risa.

oyera loque ha-

lector se lo si

no

el

figurará

lector,

la


XXXV.

DECRETO IMPERIAL.

EGRESARON en csto á rregidor y

el

la sala el

Lucas

tío

,

Co-

vestido

cada cuál con su propia ropa.

— do

¡

el

Ahora me toca

á

!

—entró dicien-

insigne D. Eugenio de Zúñiga.

Y, después de dar en bastonazos (á

como

el

suelo

un par de

para recobrar su energía

guisa de Anteo oficial, que no se sen-


228 tía

EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

fuerte hasta

caba en

que su caña de Indias to-

la Tierra), díjole á la

Corregidora

con un énfasis y una frescura indescriptibles

:

— ¡Merceditas....,

estoy esperando tus

explicaciones....

Entre tanto, tado y

al

Molinera

le tiraba al tío

de paz, que dolo

la

le

se

había levan-

Lucas un pellizco

hizo ver estrellas, mirán-

mismo tiempo con desenojados y

hechiceros ojos.

El Corregidor, que observara aquella

pantomima, quedóse hecho una pieza, acertar á explicarse

sin

una reconciliación tan

inmotivada,

— Dirigióse, pues, de nuevo á su mujer, y

le dijo,

i

hecho un vinagre

Señora

!

;

Todos

se

:

entienden menos

Sáqueme V. de dudas.... Se lo mando como marido y como Corregidor! nosotros

Y

I

¡

dio otro bastonazo en

—¿Conque

se

el

suelo.

marcha V.? (exclamó

Doña Mercedes, acercándose

á la seña

Frasquita y sin hacer caso de D. Eugenio.)

— Pues vaya V. descuidada,

que

este

escándalo no tendrá ningunas consecuen-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS. cias.

¡

229

Rosa alumbra á estos señores, que !

dicen que se marchan....

— Vaya

V. con

Dios, tío Lucas.

— ¡Oh....

no! (gritó

de Zúñiga, in-

el

terponiéndose.) ¡Lo que es

marcha!

se

¡

El

tío

Lucas no

el tío

Lucas queda arrestado

hastaque sepa yo toda

la

verdad

!

¡

Hola,

alguaciles! ¡Favor al Rey!....

Ni un solo ministro obedeció á D. Eugenio.

— Todos

miraban

á la

Corregi-

dora.

— ¡A ver,

—añadió

hombre! ¡Deja pasando

ésta,

el

paso libre!

casi sobre su

ma-

y despidiendo á todo el mundo con mayor ñnura es decir, con la cabeza

rido, la

;

ladeada, cogiéndose la falda con la punta

de los dedos, y agachándose graciosamente,

hasta completar la reverencia que á la

sazón estaba de moda, y que se llamaba la

pompa.

— Pero yo

...

.

Pero tú.

Pero aquellos....

. . .

Pero nosotros.

— seguía mascujando

. .

el

tirándok á su mujer del vestido y perturbando sus cortesías mejor iniciadas.

vejete,

¡Inútil afán! ¡Nadie

Señoría!

hacía caso de

Su


230

SOMBRERO DE TRES

EL

Marchado que ya en

los

ges, la le á

PICOS.

hubieron todos, y so-

se

salón los desavenidos

el

Corregidora

su esposo, con

dignó

se

cónyu-

al fin decir-

acento que hubiera

el

empleado una Czarina de todas

las

Rusias

para fulminar sobre un Ministro caído la

orden de perpetuo destierro á

— Mil años ha pasado

la

Siberia:

que vivas ignorarás

esta

noche en mi

hubieras estado en

ella,

lo

que

alcoba.... Si

como

era regular^

no tendrías necesidad de preguntárselo á nadie.

— Por lo que á mí toca, no hay ya,

habrá jamás, razón ninguna que

ni

obligue á satisfacerte de

tal

mis

modo, que

hijos, te

ese balcón,

pues

;

arrojaría ahora

como

te

de mi dormitorio.

arrojo

desprecio

te

no fueras

si

me

el

padre de

mismo por

para siempre

— Conque, buenas

no-

ches, caballero.

Pronunciadas

estas palabras,

que Don que

es

asólas no se atrevía con su mujer),

la

Eugenio oyó

sin pestañear (pues lo

Corregidora penetró en

el

gabinete,

y del

gabinete pasó á la alcoba, cerrando las puertas detrás de

;

y

el

pobre hombre

quedó plantado en medio de

la sala,

se

mur-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

murando tes)

23

entre encías (que no entre dien-

y con un cinismo de que no habrá

habido otro ejemplo

:

— ¡Pues, señor no esperaba yo escapar tan bien!.... — ¡Garduña me buscará X ,

acomodo!



XXXVI.

CONCLUSIÓN, MORALEJA Y EPÍLOGO.

lABAN los pajarillos saludando alba, cuando

el tío

Lucas y

la

el

seña

Frasquita salían de la Ciudad con dirección á su molino.

Los esposos iban á ellos

— (le

pie,

y delante de

caminaban apareadas las dos burras. El domingo tienes que ir á confesar

decía la

Molinera á su marido)

;

pues


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

234

necesitas limpiarte de todos tus

y criminales propósitos de

cios

malos

jui-

esta

no-

che....

— Has el

muy

pensado

bien....

(contestó

Molinero). Pero tú, entre tanto, vas á

hacerme otro

favor,

y

es

dar á los pobres

colchones y ropa de nuestra cama,

los

y ponerla toda de nuevo.

— ¡Yo

no

me

acuesto donde ha sudado aquel bicho ve-

nenoso!

— ¡No me la

lo

nombres, Lucas!

seña Frasquita.)

— Conque hablemos de

otra cosa. Quisiera favor. .

A

(replicó

merecerte un segundo

.

— Pide por esa boca.... — El verano que viene vas á llevarme á tomar

baños del Solán de Cabras.

los

— ¿Para —Para

¡

qué?

ver

si

tenemos

Felicísima idea

!

hijos.

— Te llevaré,

si

Dios

nos da vida.

Y con que

esto llegaron al molino, á

el sol, sin

ba ya

las

punto

haber salido todavía, dora-

cúspides de las montañas.


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

A

la tarde,

posos, que

con gran sorpresa de los

no esperaban nuevas

el

de

déla precedente noche, concurrió

molino más señorío que nunca. El ve-

al

muchos Canónigos,

nerable Prelado,

dos Priores de

Jurisconsulto,

otras varias personas

la plazoletilla del

Sólo faltaba

Una

por Su Seño-

empedrado. Corregidor.

el

vez reunida la tertulia,

Obispo tomó

la

el

ciertas cosas

en aquella casa, sus Canónigos y

yendo á

que ni

los

ella lo

mismo que

él

allí

segui-

antes, para

honrados Molineros ni

más personas

señor

palabra, y dijo: que, por

mismo que habían pasado

rían

y

supo

se

ocuparon materialmente

Ilustrísima)

ría

allí

el

frailes

(que luego

habían sido convocadas

lo

visitas

es-

después de un escándalo

altos personajes

como

235

las

de

-

presentes participasen de

la censura pública,

sólomerecida por aquel

que había profanado con su torpe conducta

una reunión tan morigerada y tan ho-

nesta.

Exhortó paternalmente

á la seña

Frasquita para que en lo sucesivo fuese

menos provocativa y tentadora en

sus di

-

chos y ademanes y procurase llevar más


236

EL

SOMBRERO DE TRES

cubiertos los brazos y

más

del jubón: aconsejó al tío interés,

PICOS.

alto el escote

Lucas más des-

mayor circunspección y menos

inmodestia en su trato con los superiores;

y acabó dando

la

bendición á todos y di-

como aquel día no ayunaba, comería con mucho gusto un par de

ciendo: que, se

racimos de uvas.

Lo mismo opinaron de

este

todos....

último particular...., y

la

quedó temblando aquella

tarde.

arrobas de uvas apreció

el

respecto

parra se

— ¡En dos Mo-

gasto el

linero!

Cerca de

tres

años continuaron estas

sa-

1

brosas reuniones, hasta que, contra la pre-

f '

visión de todo

paña la

el

los ejércitos

Guerra de

la

mundo, entraron en

Abogado y

Independencia.

A -/ de

9, 10,

vista

el

murieron los

1 1

armó

de Napoleón y se

El señor Obispo, nitenciario

Es-

Magistral y

año de

el

Pe-

el

8,

y

demás contertulios en

y 12, por no poder

el

los

sufrir la

de los franceses, polacos y otras

alimañas que invadieron aquella tierra ¡y que

fumaban en pipa

,

en

el

Présbite-


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

237

Misa de

la

El Corregidor, que nunca más tornó

al

rio de las Iglesias,

durante

la

tropa

molino, fué destituido por un Mariscal francés,

y murió en

la

Cárcel de Corte,

por no haber querido ni un solo instante (dicho sea en honra suya) transigir con la

dominación extranjera.

Doña Mercedes no

se volvió á

educó perfectamente á sus

casar,

y

hijos, retirán-

dose á la vejez á un convento

donde

,

aca-

bó sus días en opinión de santa.

Garduña

se hizo afrancesado./^

El Sr. Juan López fué guerrillero, y

mandó una

y murió,

partida,

que su alguacil, en

la

lo

mismo

famosa batalla de

Baza, después de haber matado muchísi-

mos

franceses.

Finalmente: el

tío

Lucas y

la

seña Fras-

quita (aunque no llegaron á tener hijos, á

pesar de haber ido

al

Solán de Cabras y

muchos votos y rogativas) siempre amándose del propio

de haber hecho siguieron

modo, y alcanzaron una edad zada, viendo desaparecer

el

muy

avan-

Absolutismo

en 1812 y 1820, y reaparecer en 1814 y

J(^


EL SOMBRERO DE TRES PICOS.

238

1823, hasta que, por último, se estableció

de veras

el

Sistema Constitucional á

muerte del Rey Absoluto, y

ellos

la

pasaron

á mejor vida (precisamente al estallar la

Guerra

mundo

llos

de

délos Siete años), sin que

sombreros de copa que ya usaba todo

los el

Civil

pudiesen hacerles olvidar aque-

tiempos simbolizados por

tres picos.

FIN

*^

el

sombrero


índice

PÁGS.

Una

opinión acerca de este libro

Prefacio I.

II.

De cuándo sucedió la cosa.. De cómo vivía entonces la gente

III.

IV.

V.

Doutdes Una mujer

vista por fuera.

Un hombre visto

VIII.

Habilidades de los cónyuges. El fondo de la felicidad El hombre del sombrero de tres picos

IX.

X. XI. XII. XIII.

XIV.

27 33 35 41

por fuera y

por dentro VI. VII.

7 19

¡Arre, burra!

Desde la parra El bombardeodePamplona. Diezmos y primicias Le dijo el grajo al cuervo.. Los consejos de Garduña...

47 3i 55

59 65 69 75

87 95 loi


s XV.

Despedida en prosa Un ave de mal agüero

XVI. XVIÍ.

Un

alcalde de monterilla.

iii 121 .

XVIII.

Dondese verá que el tío Lucas

XIX.

tenía el sueño muy ligero. Voces clamantes in deserto. La duda y la realidad

XX. XXI. XXII. XXIII.

XXIV.

XXV. XXVI. XXVII. XXVIII.

En

guardia, caballero !. ... Garduña se multiplica Otra vez el desierto y las consabidas voces Un rey de entonces La estrella de Garduña i

Reacción ¡Favor al Rey! Ave María purísima, las doce y media y sereno Post nubila.... Diana

XXX. XXXI.

Una

señora de clase... La pena del Tallón

XXXII. XXXIII.

La

XXXIV.

También

fe

mueve

las

montañas.

XXXVI.

iSy 141

iSg 1

65

167 173 177 179

Pues.... ¿y tú? la

Corregidora

i85 191 193

197 .

207 2i3

es

guapa

XXXV.

i3i i33

¡

!

XXIX.

i25

221

Decreto imperial Conclusión moraleja y epí-

227

,

logo.

233






PQ 6502 S7 1885

Alarcรณn, Pedro Antonio de El sombrero de tres picos 8, ed.

PLEASE

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