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-//
OBRAS DE
D.
PEDRO ANTONIO DE ALARCOW DE LA RrAL Academia Espaííola.
EL SOMBRERO DE TRES PICOS,
Es propiedad ¡os depósitos
del Autor,
— Quedan hechos
que marca la ley.
^mf& EL SOMBRERO
DE TRES PICOS HISTORIA VERDADERA
DE UN SUCEDIDO QUE ANDA EN ROMANCES ESCRITA AHORA TAL Y COMO PASÓ
por
D.
PEDRO
A.
Bachiller en Filosofía
DE ALARCON y
Teología, &•., &•.
OCTAVA EDICIÓN
MADRID
6502
57
Ã>
AL SEÑOR
D.
JOSÉ SALVADOR DE SALVADOR
Dedicó esta obra
P. A. DE
Alarcon.
í^íií^'^g:^
UNA OPINIÓN ACERCA DE ESTE LIBRO
ÍAS
ha, no muchos ciertamen-
te,
que anda de mano en mano y
de periódico en periódico, un libro de re-
ducido volumen y escasas dimensiones,
que leen todos, y todos alaban. Hubiera-
me dado I
á inquirir la razón de tan justo
Entre los muchos artículos
se publicaron en tres picos
,
,
todos laudatorios
,
que
Madrid cuando apareció El Sombrero de
en Julio de 1874, hemos elegido éste para inser-
tarlo aquí por vía de Prólogo.
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
8
agasajo y notable predicamento,
me
fuera
el tal
librejo
no
si
conocido y no co-
nociese á la par los quilates de
bondad que
encierra y las valiosas prendas que le ador-
nan. Porque es, á así
la
verdad
,
extraño que
ocupe, y seduzca, y predomine una
obrilla
que ni fué concebida merced á
,
y prolongados estudios,
largas vigilias
ni
encierra asunto de gravedad, ni acrecienta
con nuevos dones
ral,
de
Por
la ciencia
fe se
y no
enamoran
causa que
y querido
á
ó de la historia.
los sencillos y
del libro,
y hasta mohínos, ra
mo-
duda andan algunos de
ello sin
lectores,
los tesoros de la
sin
así lo
los
que de buena
como dudosos,
dar con
la
verdade-
ha hecho embelesador
mozos y ancianos,
á
matro-
nas y á doncellas. Duélense los tales de
que una producción del ingenio, que sólo
un suceso vulgar y conocido narra y que se presenta con un desenfado y osadía asaz temibles para ciertas angostas y quebradizas conciencias,
haya tomado tan rápido
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
9
vuelo, ganándose tan presto todas
vo-
las
luntades y satisfecho tan cumplidamente todos los gustos.
Y
yo conñeso de buen grado que
libro en
su esencia baladí, y que, ni se
cierne por las regiones etéreas, ni se
de en inexcrutables abismos. lación lisa y llana
,
un
hun-
— Es una
re-
dicha en claro roman-
y engalanada con simples
ce
es el
atavíos por
escritor discreto.
¿Qué demuestra?
¿á qué
tin
se dirige?
¿qué problema expone? ¿qué ventaja reportar
—Amontónanse
las
preguntas como
bandadas de gorriones sobre desparramay todos á una parecen
de
do
alpiste,
las
páginas del libro, amenazando rom-
tirar
perlo ó descabalarlo....
Y
bien, señores míos (digo, rodeado de
un gran corro de dispuestos de
antemano
dida mis razones blico,
auditores benévolos y
;
á aplaudir sin
esto es
,
me-
rodeado del pú-
que aparta con respeto y cariño de
su cabeza
el
sombrero cuando ve ante
sí
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
10 el
de tres picos)
¿qué demuestra?
y bien
:
,
señores míos:
— Demuestra
que no ha
menester un autor español abrevarse en extranjera fuente para obtener
limpio y sazonado,
—Al
fin
perfidia '^
M
—¿A qué
un
fin se dirige?
honesto de mostrar castigada la
y
concupiscencia, siquiera sea
la
pormediosvillanescos yzumbone»!
problema expone?
sin esfuerzos
supremos,
gosos, y ver
si
argumentos,
sin recursos fati-
pueden dar por resultado,
y en
ésta así sucede, recrear
te el
ánimo
del
ni aburrirle.
—¿Qué
— El de escribir novelas
sin intrincados ó terroríficos
fin?
fruto
que
apaciblemen-
la lea, sin
—¿Qué
perturbarle
ventaja reporta, en
— La ventaja, ante todo, de evidenciar
cómo puede
existir la
novela española, y
adquirir formas diversas, y conservar lo
bueno de su antigua progenie, y gozar de una vida lozana y vigorosa, aficionando al
público á este linaje^ano y castizo de
lectura
y á
los autores á esta
cunda corriente
del ingenio.
amplia y
fe-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
I I
Habíanos acostumbrado ha largo tiempo Pedro Antonio de Alarcon en sus novelas, á
un
reconocer su inventiva, su gracia y
espíritu sutil
y encantador, de origen
y educación franceses, que manejaba con
Ahora ha
raro acierto y sin igual soltura.
querido revelarse á nosotros diestro bil
de
las
mejores tradiciones
escuela espaííola, y que ha solido en
ciertos
momentos mojar
vedo en
/
pintor
y de buena casta, fidelísimo y há-
guardador de la
como
la paleta
Y á los cuadros
la
pluma de Que-
de Goya.
de Goya,
más que
á cosa
alguna, semeja ese cuadritode costumbres,
ó de género
y que
,
se titula
Nótase en
él la
como hogaño
se
El Sombrero de frescura
apellida,
tres picos»
y lozanía de color
del artista de los Caprichos y sus maliciosos
y desenvueltos tipos, sus enérgicas acentuaciones de claro-oscuro y
su ligereza
admirable de pincel, que, apenas
man-
chando ellienzo,acusándolealgunas
veces,
reproducía con verdad prodigiosa elnatural.
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
12
En cambio
Alarcon aventájale en
,
la
precisión de las líneas, y aquella difusión
y frecuente incorrección de contornos que encuentra en Goya no aparece en ese
se
El Cor regidor jy la Mo-
divino cuadrho de linera.
Por
bujo firme
contrario, sujétanse á
el
como
llante colorido
el
de un escultor
la suelta
y
engendraron sobre
el
di-
bri-
pincelada que
lienzo tan
el
un
bizarras
manólas y tan apuestos majos. Plácemes
,
pues, sin cuento
galano que, con palabra estilo,
ha vertido
sales
al
escritor
y soberano
fácil
y donaires que
así
regocijan y refrescan en su sabroso cuento
de El Sombrero de tres picos.
No
soy yo de
los
como
de composiciones valecer
pañolas
que
y reinar en ;
que,
al
se trata, sino
que diputan
las
las
esta clase
que deban pre-
modernas
cabo, no
es
letras es-
el
una narración
libro de
picaresca,
á la usanza de algunas novelas de Cervantes
es
ó de Hurtado de Mendoza. Menester
ahora, en nuestro siglo, en
el
que gus-
EL SOMBRERO DE TRES TICOS. tan las gentes de saber cosas,
el
1
por qué de las
y de hallar alguna lección ó ense-
ñanza en
el
fondo de
nos; menester
lo
que han
es, repito,
dará
á las
ma-
estampa
la
obras que más importancia envuelvan y
más trascendencia impliquen. Antójase-
me
,
por
ello
,
que no están precisamente
en lo justo los que á Alarcon encargan y piden que no se aparte de esta nueva vía,
y que restaure con su limpia corriente casi
marchita literatura patria.
En buen hora su
la
feliz
ingenio á
la
creación de cuadros
como
el
que motiva
tan donosos
glones
;
novelas,
aplique de vez en cuando
estos ren-
en buen hora también aparte las
merced á su ejemplo,
del
camino
bastardo que por extranjeras influencias ó esterilidad propia
tiempo ha que siguen.
Holgárameyo como nadie de que Alarcon, al
que tantos beneñcios deben nuestras
letras, les
deparase
el
verles todo su decoro
mayor:
el
y prestigio
de devolsin inge-
rencia ni socorro de ajena ayuda.
Holgá
EL SOMBRERO DE TRKS PICOS.
14
rame, huélgome más bien de esto, repito,
— y dígolo
así,
ha logrado
este
tra
de
porque Alarcon, en efecto, ñn, y con sólo una mues-
ha hecho valer la
las
cuantiosas riquezas
antigua y gloriosa literatura patria;
me
pero harto se
puede
término de su ambición
ser éste el
justísima
,
alcanza que no es ni
y que
el
escribir
un
pasillo
agudo, gracioso y rebosando destreza en el
decir,
ciar á
no supone que ha de renun-
más graves obras, en que su
talento
tendrá adecuado espacio para agitar sus alas.
Porque conozco ó creo conocer pósitos del autor; to vale
porque aprecio en cuan-
El Sombrero de
some de
esta suerte.
aun amigos
los pro-
tres picos, expré
-
Creían adversarios y
del poeta de
Guadix
,
que su
pluma, contaminada de incurable galicis-
mo, no
saldría del círculo
género francés
,
igual
el
y para darles un solemne
mentís ha trazado con
/
que forma
un cuadro
tan
desembarazo
sin
genuínamente espa-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
como
ñol
la gentileza
I
5
de las sevillanas y
^FcaToF^íejfos vinos de Jerez.
Y
vuelvo á mi tema
como
Hase mostrado
:
pintor genial y soberano
fo, ni historiador, ni
:
ni ñlóso-
y
moralista aparece ni
quiere aparecer (no hay que olvidarlo) sino ,
como narrador, y narrador
Y
que
lo
ha conseguido
Más que pluma
empuñó
,
lo
evidente. lo
que
su diestra al destacar sobre el
anuncian.
Hállase
las descripciones del
de la alborada, de retratista
es
ha sido pincel
lienzo de su libro las cosas
que
castizo. y\
,
en
la
personas
las
la
en
el paisajista
molino, de
la tarde,
noche misma
;
al
presentación de las figu-
seña Frasquita
ras de la
y
,
el
Corregidor,
Lucas, Garduña, Mercedes y otras de
se-
gundo término, no menos hábilmente
di-
bujadas; al inventor de efectos en
de
la parra,
Lucas
al
en
la
molino, en
el
lance
entrada nocturna de la
aparatosa función
de desagravios que prepara
la
esposa de
Zúñiga en
al
pintor de
el
corregim.iento;
A
KL SOMBRERO DE TRES PICOS,
l6
género
,
en cada paso;
el
artista
sabio,
acertado y gráfico, en la corxiposición, en todas partes.
En
destacar los tipos y en
agruparlos
en lo que, sobre todo, luce Alarcon en
es
este libro, sobre el cual
ha derramado su
inteligencia tan viva luz,
que sus contras-
claro-oscuro, tienen
tes, ai
encanto que
es
dado
á
la
fuerza y
muy
pocos
el
en-
contrar.
Esperando próximos y lisonjeros productos de la fecunda vena de Alarcon,
como
él
esperar puede seguros y lisonje-
ya
estas deslavazadas
llegar á este
punto, viéneme á
ros triunfos, acabo líneas. las
Al
mientes, algo tarde sin duda, que ha
sido
un
sobre enojoso,
trabajo,
inútil;
pues fuera más breve y eficaz y propio decir
resueltamente
Si,
al lector:
por negligencia criminal ó por des-
gracia remediable, libro de titula
aún no has
leído
ese
Pedro Antonio de Alarcon que
El Sombrero de
se
tres picos, adquié-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS. relo al punto, léelo; trarte á
y después has de mos-
mí poco menos agradecido que
novelista,
que con
tu atención
y
1
tal arte
deleitar tu
al
supo cautivar
ánimo.
Luis Alfonso.
h^ PREFACIO DEL AUTOR.
^
ocos españoles, aun contando á los
menos sabidos y
conocerán
que
sirve de
la
leídos, des-
vulgar
historieta
fundamento
á la
presente
obrilla.
Un
zafio pastor de cabras,
que nunca
había salido de la escondida Cortijada en
que nació
,
otros se la
oímos
fué
el
primero á quien nos-
referir.
— Era
el
tal
de aquellos rústicos sin ningunas
uno
letras,
pero naturalmente ladinos y bufones, que tanto papel hacen en
nuestra literatura
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
20
nacional con
dictado do picaros. Siem-
el
pre que en la Cortijada había
motivo de boda ó bautizo ne
visita
de ios
los juegos
amos
,
,
fiesta
,
con
ó de solem-
tocábale á
él
de chasco y pantomima
poner
,
hacer
payasadas y recitarlos Romances y Re-
las
laciones;
— y precisamente en una ocasión
de éstas (hace ya casi toda una vida...., es decir
,
hace ya más de treinta y cinco
años), tuvo á bien deslumhrar y embelesar cierta
noche nuestra inocencia
con
cuento en verso de El Corregidor
el
(relativa)
Y LA Molinera, ó sea de El Molinero y la
Corregidora, que hoy ofrecemos nosotros al
público bajo
el
nombre más trascen-
dental y filosófico (pues así lo requiere la
gravedad de estos tiempos) de El Sombrero DE TRES PICOS.
Recordamos el
,
por señas
pastor nos dio tan
chachas casaderas ron
muy
allí
buen
,
que cuando rato, las
mu-
reunidas se pusie-
coloradas, de donde sus
ma-
dres dedujeron que la historia era
algo
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
21
verde, por lo cual pusieron ellas al pastor
de oro y azul se
llamaba
el
pero
;
pastor
el
)
no
pobre Repela
(as|
mordió
leni
se
gua, y contestó diciendo
:
la
que no
había|¡
por qué escandalizarse de aquel modo,|
pues nada resultaba de su Relación que^-
no supiesen hasta
las
monjas y hasta
las.
niñas de cuatro años
—Y cabrero
)
¿qué
:
se saca
en claro de
El Corregidor y
toria de
¡Que
no, vamos á ver (preguntó
si
los casados
la
que
,
—
;
otro
Me pa-
la noticia!....
— ¡Pues madres
y que
,
acomoda que
hombre duerma con su mujer! rece
la his-
Molinera?
duermen juntos
á ningún marido le
el
es
verdad!
oyendo
las
— respondieron carcajadas
las
de sus
hijas.
— La prueba de que
el
razón (observó en esto
el
es
que todos
presentes se
noche,
así
los
tío
Repela tiene
padre del novio),
chicos y grandes aquí
han enterado ya de que
que
se
acabe
el
esta
baile, Juanete
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
22
y Manolilla estrenarán esa hermosa cama de matrimonio que
la tía
Gabriela acaba
de enseñar á nuestras hijas para que ad-
miren
los
bordados de los almohadones...,
— ¡Hay más! hasta en
(dijo el
el libro
de
mismos Sermones
abuelo de
Doctrina y en los
la se
la novia:)
habla á los niños de
todas estas cosas tan naturales, al ponerlos al corriente
de
de
la larga esterilidad
Ana
Nuestra Señora Santa
,
de
la
virtud
del casto José, de la estratagema de Judit,.
y de otros do ahora.
m uchos
— Por
— ¡Nada,
milagros que no recuer-
consiguiente, señores....
nada,
lio
Repela! (exclama-
ron valerosamente
las
muchachas.) ¡Diga
V. otra vez su Relación
que
;
es
muy
di-
vertida!
—
¡
Y
hasta
muy
decente!
abuelo.) Pues en ella die ni
que
sea
queda
malo
;
no
ni se le
sin castigo el
— ¡Vaya!
i
se
que
repítala V.!
(continuó
el
aconseja á na-
enseña á
serlo;^
lo es....
— dijeron
al
fin^
consistorialmente las madres de familia.
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
El el
23
Repela volvió entonces á recitar
tío
Romance
por todos
y, considerado
;
á la luz
de aquella
ya su texto
crítica tan in-
genua, hallaron que no había pero que ponerle
;
á decir que le
lo cual equivale
concedieron las licencias necesarias.
•k
Andando
los años,
hemos oído muchas
muy diversas versiones de aquella misma aventura de El Molinero y la Corre-
y
gidora, siempre de labios át graciosos át aldea y de cortijo, por
funto Repela letras de
el
y además
,
molde en
orden del ya
la
hemos
diferentes
leído en
Romances de
famoso Romancero
ciego y hasta
en
del inolvidable
D. Agustín Duran.
el
di-
El fondo del asunto resulta idéntico:
tragi-cómico
,
epigramático
,
zumbón y como todas
terriblemente las
/
lecciones
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
24
dramáticas de moral de que se enamora nuestro pueblo
;
pero
nismo accidental, suales
,
,
el
meca-
procedimientos ca-
los
mucho
difieren
forma
la
muchísimo,
,
del
relato de nuestro pastor,
tanto, que éste
no hubiera podido
en
recitar
ninguna de dichas versiones, que corren impresas,
llas
tapasen los oídos las
la
ni
sin
Cortijada
aun aque-
que antes
se
muchachas en estado
ma-
honesto, ó sin exponerse á que sus dres le sacaran los ojos.
— ¡Á
extremado y pervertido nes de otras provincias
tal
punto han
los groseros patael
caso tradicional
que tan sabroso, discreto y pulcro resultaba en la versión del clásico Repela!
Hace, pues, mucho tiempo que concebimos de
el
propósito de restablecer la verdad
las cosas,
historia de ter
,
que
devolviendo á
que
peregrina
se trata su primitivo carác-
que nunca dudamos fuera aquel en salía
mejor librado
¿cómo dudarlo? Esta al
la
rodar por las
el
decoro.
— Ni
clase de Relaciones,
manos
del vulgo,
nunca
EL SOMBRERO DE TRES
25
PICOS.
se desnaturalizan para hacerse
más
bellas,
delicadas y decentes, sino para estropearse
y percudirse la
al
contacto de la ordinariez y
chabacanería.
Tal
es la historia del presente libro....
Conque metámonos ya en decir,
demos comienzo
El Corregidor
harina; quiero
á la Relación de
y la Molinera, no sin es-
perar de tu sano juicio (¡oh respetable público!) que «después de haberla leído
»y héchote más cruces que »visto al
demonio (como
»GoNZÁLEz
al
dijo
si
hubieras
Estebanillo
principiar la suya), la ten-
»drás por digna, y merecedora de haber Msalido á luz.» Julio de
1874.
*^
I.
DE CUANDO SUCEDIÓ LA COSA.
OMENZABA
cstc laFgo Síglo,
va de vencida.
— No
mente el año
sólo consta
:
quc ya
se sabe fija-
que era
después del de 4 y antes del de 8. Reinaba pues todavía en España don ,
,
Carlos
IV de Borbón por ;
la
gracia de
monedas, y por olvido ó según los gracia especial de Bonaparte Dios
,
según
las
,
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
28
boletines franceses.
— Los
demás sobera-
XIV
nos europeos descendientes de Luís
habían perdido ya ellos
la
cabeza) en
que corría
corona
la
la
(
y
de
el Jefe
deshecha borrasca
esta envejecida Parte del
mun-
do desde 1789. Ni paraba aquí
la
en aquellos tiempos. El Soldado
tra patria
de la Revolución,
abogado corso las
singularidad de nues-
,
el
hijo de
un oscuro
vencedor en Rívoli
el
en
,
Pirámides, en Marengo y en otras cien
acababa de ceñirse
batallas,
la
corona de
Garlo-Magno y de transfigurar completamente la Europa, creando y suprimiendo naciones, borrando fronteras, inventando
y haciendo mudar de forma
dinastías
,
de
nombre, de
sitio,
de
pueblos por donde pasaba en
traje á los
de costumbres y hasta
como un terremoto
su corcel de guerra
animado
,
llamaban
ó
como
las
el (.(Antecristo ,»
Potencias del Norte....
embargo, nuestros padres (Dios en su santa Gloria) temerle
,
,
lejos
le
— Sin
los tenga
de odiarlo ó de
complacíanse aún en ponderar
sus descomunales hazañas, tase del
que
como
si
se tra-
héroe de un Libro de Caballerías,
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
29
Ó de cosas que sucedían en otro planeta, sin
que ni por asomos recelasen que pen-
sara
nunca en venir por acá
^
á intentarlas
atrocidades que había hecho en Francia,
Alemania y otros países, Una vez por semana y dos á lo sumo llegaba el Italia,
)
(
correo de Madrid á
mayor
la
poblaciones importantes de llevando algún
tampoco era
número de
diaria), y
por
parte de las
Península,
la la
Gaceta (que sabían las
ella
personas principales (suponiendo que
Gaceta hablase del particular)
si
Estado más ó menos allende si
se
el
existía
la
un
"Pirineo,
había reñido otra batalla en que pe-
ú ocho Reyes y Emperadores, Napoleón se hallaba en Milán, en
leasen seis
y
si
Bruselas ó en Varsovia....
— Por
lo
demás,
nuestros mayores seguían viviendo á la
antigua española,
sumamente
despacio,
apegados á sus rancias costumbres, en paz
y en gracia de Dios y sus Frailes, con igualdad ante
la
,
con su Inquisición su
pintoresca
Ley, con sus
fueros y exenciones
des-
privilegios,
personales,
con su
carencia de toda libertad municipal ó política,
gobernados simultáneamente por
^'
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
3o
Obisposy poderosos Corregidores
insignes
muy
(cuyas respectivas potestades no era deslindar,
fácil
temporal y en
tían en lo
X
pues unos y otros
se
me-
y pa-
lo eterno),
gandc/aiezmos. primicias, alcabalas, subsidios,
mandas y limosnas
forzosas, rentas,
capitaciones, tercias reales, ga-
rentillas,
y hasta, cincuenta trinomenclatura no viene
belas, frutos-civiles,
más^uya
butos á
cuento ahora.
Y aquí
termina todo lo que
historia tiene lítica
que ver con
la presente
la militar
y po-
de aquella época; pues nuestro
co objeto,
al referir lo
mundo, ha
tíni-
que entonces suce-
sido venir á parará
día en
el
que
el
año de que
que
el
de i8o5j imperaba todavía en Es-
paña ras si,
el
de
se trata
(supongamos
antiguo régimen enlodas
la
las esfe-
vida pública y particular,
en medio de tantas novedades y
como tras-
tornos, el Pirineo se hubiese convertido
en otra Muralla de
la
China.
II.
DE COMO vivía ENTONCES LA GENTE.
N Andalucía, por ejemplo (pues
precisamente
aconteció en
una
ciudad de Andalucía lo que vais á oir)
,
las
personas de suposicióri conti-
nuaban levantándose muy temprano; yendo á
la Catedral á
Misa de prima
^
aun-
que no fuese día de pi^ecepto; almorzando, á las nueve,
un huevo frito y una
jicara de
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
32
chocolate con picatostes
comiendo
;
de
,
puchero y principio, si había caza, y, si no, puchero solo; durmiendo la siesta después de comer;
una
á dos de la tarde,
paseando luego por '
campo
el
Rosario, entre dos luces
yendo
;
al
á su respectiva
,
parroquia; tomando otro chocolate á la
Oración
(éste
muy
^os
encopetados á
^ "Corregidor
en
'sidía
,
el
Animas
las
con bizcochos
;
del
Deán
pueblo
;
,
asistiendo
;
)
tertulia
la
del
ó del Título que
retirándose á casa á
cerrando
el
portón antes del
queda\ cenando ensalada y guisado por antonomasia, si no habían
toque de
la
entrado boquerones frescos, y acostándose incontinenti con su señora
nían
)
,
no
(
los
sin hacerse calentar
cama durante nueve meses
que
la te-
primero
la
del año....
¡Dichosísimo tiempo aquel en que nues-
en quieta y pacífica pode todo el sesión de todas las telarañas
tra tierra seguía
,
y^'
polvo, de toda la polilla
,
de todos los res-
petos, de todas las creencias
tradiciones los
,
,
de todas las
de todos los usos y de todos
abusos santificados por los
siglos! ¡Di-
chosísimo tiempo aquel en que había en
ÉL SOMBRERO DE TRES PICOS. la
sociedad
y de costumbres
afectos
tiempo
humana variedad
,
digo....
,
!
¡
de
33
de
clases,
Dichosísimo
para los poetas especial-
mente, que encontraban un entremés, un sainóte
,
una comedia
,
un drama
,
un
^ ;
auto sacramental ó una epopeya detrás de cada esquina, en vez de esta prosaica uni-
formidad y desabrido realismo que nos leeó al cabo la Revolución Francesa
¡Dichosísimo tiempo
Pero esto
,
—
sí!....
es volver á las
andadas. Basta
ya de generalidades y de circunloquios entremos resueltamente en
Sombrero de
I
tres picos.
,
y
la historia del
j
i
III.
DO UT
DES.
N aquel tiempo, pues, había cerca de
la
ciudad de*** un famoso
lino
situado
como
harinero (que ya no existe), á
un cuarto de legua de
población, entre
el
la
pie de suave colina po-
blada de guindos y cerezos y una
ma
mo-
fertilísi-
huerta que servía de margen (y algu-
ñas veces de lecho) tente
y
al
traicionero río.
titular,
intermi-
/
1^"^
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
36
Por varias y diversas razones, liacía^ya algún tiempo que aquel molino era el prepunto de llegada y descanso de
dilecto
paseantes
más
caracterizados de la
cionada Ciudad.... ducía á
intransitable
contornos. del
que
— En
men-
— Primeramente, con-
un camino
él
los
carretero,
menos
de aquellos
los restantes
segundo lugar, delante
molino había una
plazoletilla
empe-
drada, cubierta por un parral enorme, debajo del cual se
en
el
verano y
ced á
— En 'tercer
un hombre
creto
,
en
el sol
el
bien
el fresco
invierno, mer-
alternada ida y venida de los pám-
la
panos.... era
muy
tomaba
muy
muy
fino,
lugar
Molinero
el
,
respetuoso,
que tenía
lo
muy dis-
que
se lla-
ma don
de gentes, y que obsequiaba á los señorones que soHan honrarlo con su tertulia vespertina
daba
el
,
ofreciéndoles...
loque
tiempo, ora habas verdes, ora ce-
en rama y buenas cuan-
rezas y guindas, ora lechugas sin sazonar
do
se las
aceite
;
(que están
muy
acompaña de macarros de pan de
macarros que
se
encargaban de en-
viar por delante sus señorías)
nes, ora uvas de aquella
,
misma
ora melo-
parra que
EL SOMBRERO DE TKES PICOS.
':>"]
de dosel, ora r.osetas de maíz,
les servía
si
y castañas asadas, y almen-
era invierno,
y nueces y de vez en cuando, en las tardes muy frías, un trago de vino de pul-
dras
,
,
so (dentro ya de la casa
lumbre ), dir
á lo
y
amor de
al
que por Pascuas
se solía
la
aña-
algún pestiño, algún mantecado, algún de jamón
rosco ó alguna lonja
alpuja-
rreño.
—¿Tan rico era
el
Molinero, ó tan im-
prudentes sus tertulianos?
— exclamaréis,
interrumpiéndome.
Ni tenía
uno
lo
un
ni lo otro.
pasar,
delicadeza y
la
El Molinero sólo
y aquellos caballeros eran el
orgullo personificados.
Pero en unos tiempos en que
se
pagaban
cincuenta y tantas contribuciones diferentes á la Iglesia
un
y
al
Estado, poco arriesgaba
rústico de tan_clarasj[.u^es
en tenerse ganada
la
como aquél
voluntad de Regido-
Canónigos, Frailes, Escribanos y demás personas de campanillas. Así es que res,
no
faltaba quien dijese
(tal
era
el
nombre
ba un dineral á todo el
al
que
el
tío^
Lucas
del Molinero) se ahorra-
año á fuerza de agasajar
mundo.
.j-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
,38
—«Vuestra Merced me va
/
puertecilla vieja de la casa
do,»
á uno.
decíale
(decíale á otro) va á
bajen
á dar
qué ha derriba-
— «Vuestra
tribución de
frutos-civiles.»
me
Reverencia
Señoría
mandar que me
subsidio, ó la alcabala
el
una
,
re-
ó la con-
— «Vuestra
va á dejar coger en
la
huerta del Convento una poca hoja para
mis gusanos de seda.» sima
me
— «Vuestra
va á dar permiso para traer
poca leña del monte X.» ternidad
me el
me
— «Vuestra Pa-
va á poner dos letras para que
— «Es menester que me haga
Usarcé una escriturilla que no nada.
»—«
censo.
»
Este año
—
favor.»
«
Espero que
—
«
Hoy
tal
le
muía?»
carro
?»
—
el
á
he dado de bofeta-
cosa de sobra
Usted de algo tal otra?» tar la
cueste
el pleito se falle
por haberme provocado.»
Merced
me
no puedo pagar
das á uno, y creo que debe
el
una
permitan cortar una poca madera en
pinar H.»
mi
Ilustrí-
ir
á la cárcel
— «¿Tendría su
?»
— «¿Le
sirve á
— «¿Me puede pres-
— «¿Tiene ocupado mañana
«¿
Le parece que envíe por
el
burro?....»
Y
estas
canciones se repetían á todas
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
89
horas, obteniendo siempre por contestaciĂłn un generosoy desinteresado.... i.(Como se pide,
yi
Conque ya veis que el tĂo Lucas no taba en camino de arruinarse.
es-
IV.
UNA MUJER VISTA POR FUERA.
A Última y acaso la
razón que tenía
-'^
señorío de la
Ciudad para frecuentar por
i¿^
tardes el
molino del
así los clérigos
zando por
tío
como
el Sr.
las
obras
Lucas,
Obispo y
más
era....
los seglares,
dor, podían contemplar
una de
el
más poderosa
las
que,
empe-
Corregí- J^' á sus anchas
el Sr.
allí
bellas
,
graciosas
y
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
42
admirables que hayan salido jamás de
manos de Dios, llamado entonces Supremo por Jovellanos y toda
el
las
Ser
la escuela
afrancesada de nuestro país,...
denominaba «la seña
Esta obra.... se Frasquita.»
Empiezo por responderos de que Frasquita, legítima esposa del
tío
Lucas,
una mujer de bien, y de que
era
seña
la
así
sabían todos los ilustres visitantes del
Digo más
lino.
ninguno de
:
éstos
lo
mo-
daba
muestras de considerarla con ojos de va-
rón ni con trastienda pecaminosa. Admi-
y requebrábanla en ocasiopor supuesnes (delante de su marido rábanla,
sí,
,
to), lo
mismo
los frailes
canónigos que
los
que
los caballeros,
los golillas
,
como un
prodigio de belleza que honraba á su Cria-
V
dor, y
como una
diablesa de travesura
coquetería, que alegraba
más melancólicos.
los espíritus
hermoso animal
mo
Prelado.
,«
— «Es
y
inocentemente
— «Es un
solía decir el virtuosísi-
una
estatua de la anti-
güedad helénica,» observaba un Abogado
muy de
erudito.
Académico correspondiente
la Historia.
— «Es
la
propia estarhpa de
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
Eva,» prorumpía canos.
—
«
Es una
el
Prior de los Francis-
real
moza
Coronel de milicias.
el
una
un ángel
es
—
exclamaba
,>^
Es una
«
sierpe,
¡un demonio!», añadía
sirena,
Corregidor.
¿\3
— «Pero ,
una
es
una buena mujer,
es
criatura, es
quilla de cuatro años,
el
»
cir todos, al regresar del
una
chi-
acababan por demolino, atiborra-
dos de uvas ó de nueces, en busca de sus tétricos
La
y metódicos hogares.
chiquilla de cuatro años
,
esto es, la
seña Frasquita, frisaría en los treinta. Tenía
más de dos
varas
recia á proporción
,
de estatura, y era
ó quizás
más gruesa
todavía de lo correspondiente á su arro-
gante
talla.
eso que
un
Parecía una Niobe colosal, y
no había tenido
Hércules....
hijos
parecía
:
hembra; parecía una ma-
trona romana de las que aún hay ejemplares en el Trastevere^-^Pero lo table en ella era la movilidad la
animación,
el
la ligereza,
gracia de su
la
mole. Para ser una estatua, día
,
Académico,
más no-
respetable
como
le faltaba el
preten-
reposo
mo-
numental. Se cimbraba como un junco, giraba
como una
veleta, bailaba
como una
^
'^^
44
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
peonza.
— Su rostro era más
davía, y, por tanto,
movible to-
menos
escultural.
Avivábanlo donosamente hasta cinco hoyuelos otro,
:
dos en una mejilla; otro en otra;
muy chico, cerca
de
la
comisura
quierda de sus rientes labios, y
muy grande, en Añadid
ba.
último,
medio de su redonda
guiños y
bar-
mohines,
á esto los picarescos
los graciosos ras
el
iz-
postu-
las variadas
de cabeza que amenizaban su conver-
sación, y formaréis idea de aquella cara llena
de
sal
y de hermosura y radiante
siempre de salud y alegría.
Ni
la
seña Frasquita ni
el tío
andaluces: ella era navarra y no. Él había ido á la
edad de quince años,
Ciudad
Lucas eran él
murcia-
de***
,
como medio
medio criado del Obispo anterior
á la
paje,
al
que
entonces gobernaba aquella Iglesia. Educábalo su protector para clérigo
,
tal
y
vez
mira y para que no careciese de congrua^ dejóle en su testamento el mo-
con
esta
lino; pero el tío Lucas, te
de
Su
Ilustrísima
que á
la
muer-
no estaba ordenado
más que de menores ahorcó ^
los
hábitos
en aquel punto y hora, y sentó plaza de
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
soldado,
más ganoso de
trigo.
mundo y
ver
co-
que de decir Misa ó de
rrer aventuras
moler
^.5
— En
1793 hizo la
campaña de
Pirineos Occidentales,
como Ordenan-
za del valiente General D.
Ventura Caro;
los
asistió al asalto
de Castillo Piñón, y per-
maneció luego largo tiempo en cias del
Norte, donde tomó
absoluta.
— En
Frasquita
,
Frasquita;
y
se la llevó á
la
licencia
Estella conoció á la seña
que entonces sólo la
las provin-
enamoró;
se
se casó
llamaba
con
ella,
Andalucía en buscade aquel
molino que había de verlos tan pacíficos y dichosos durante
el resto
de su peregri-
nación por este valle de lágrimas y
La seña Frasquita, pues,
risas.
trasladada de
Navarra á aquella soledad^ no había adquirido ningún hábito andaluz, y se diferenciaba
mucho de
las
mujeres campesi-
nas de los contornos. Vestía con cillez
,
lavaba
y
desenfado y elegancia que
más sus
al aire
zos
más
sen-
ellas,
y permitía al sol acariciar sus arremangados bracarnes,
y su descubierta garganta. Usaba, has-
ta cierto
punto,
aquella época,
el traje el
traje
de las señoras de de
las
mujeres de
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
46
Goya si
no
solo
sus
,
,
el
de la reina María Luisa:
traje
falda de
medio paso,
sumamente
menudos
pies
berana pierna
y bajo,
:
al estilo
corta
y
el
,
falda de
que dejaba ver
arranque de su so-
llevaba el escote redondo
de Madrid, donde se de-
tuvo dos meses con su Lucas se
un paso
de Navarra á Andalucía
recogido en lo alto de
;
al trasladar-
todo
pelo
el
la coronilla, lo
cual
dejaba campear la gallardía de su cabeza
y de su
cuello;
sendas arracadas en las
diminutas orejas, y muchas afilados dedos de sus
manos.
— Por
sortijas
en los
duras pero limpias
último:
la
voz de
la
seña
Frasquita tenía todos los tonos del más extenso y melodioso instrumento, y su carcajada era tan alegre y argentina, que parecía
un repique de Sábado de
Retratemos ahora
al tío
Lucas.
Gloria.
V.
UN HOMBRE VISTO POR FUERA Y POR DENTRO,
L tío
Lucas era más feo que Pi-
cio.
Lo había
y ya
tenía cerca de cuarenta años.
sido toda su vida,
Sin embargo, pocos hombres tan simpá-
y agradables habrá echado Dios al mundo. Prendado de su viveza, de su inticos
genio y de su gracia, lo pidió á sus padres,
el
difunto Obispo se
que eran
pastores,
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
48
no de almas, sino de verdaderas
ovejas.
Muerto Su Ilustrísima, y dejado que hubo el mozo el Seminario por el Cuartel, distinguiólo entre todo su Ejército
Caro, y
General
el
hizo su Ordenanza más íntimo,
lo
su verdadero criado de campaña. plido, en fín, el
>
empeño
Lucas rendir
fácil al tío
seña Frasquita, captarse lado.
el
La
navarra,
fácil
corazón de la le
había sido
la
sazón
y era el ojo derecho de mozos de Estella, algunos de ,
continuos donaires
no pudo ,
resistir á ios
á las chistosas
rrencias, á los ojillos de la
el
que tenía á
ellos bastante ricos,
y á
militar, fuéle tan
aprecio del General y del Pre-
veinte abriles
todos los
como
Cum-
ocu-
enamorado mono
bufona y constante sonrisa, llena
de malicia, pero también de dulzura, de aquel murciano tan atrevido, tan locuaz, tan avisado, tan dispuesto, tan valiente
y
tan gracioso, que acabó por trastornar
el
juicio,
no sólo ala codiciada beldad, sino
también á su padre y á su madre. Lucas era en aquel entonces, y seguía
//
siendo en
la
fecha á que nos referimos, de
pequeña estatura
(á lo
menos con
relación
EL SOMBRERO DE TRR> PICOS.
^g
ásu mujer), un poco cargado de espaldas, ^ y muy moreno, barbilampiño, narigón, ore-
—
judo y picado de viruelas. En cambio, su boca era regular y su dentadura inmejorable. Dijérase
que sólo
la
corteza de
aquel hombre era tosca y fea;
pronto
como empezaba
que tan
tro de él aparecían sus perfecciones, estas perfecciones principiaban tes.
Luego venía
ca^ atractiva ces, dulce
siempre lo
la
voz
den-
á penetrarse
,
y que
en los dien-
vibrante, elásti-
varonil y grave algunas ve-
;
y melosa cuando pedía algo, y de
difícil
Llegaba después
resistir.
que aquella voz decía: todo oportuno,
discreto, ingenioso, persuasivo....
último
,
en
el
valor, lealtad
,
alma
Y
,
por
Lucas había
del tío
honradez, sentido común,
deseo de saber y conocimientos instintivos ó
empíricos de muchas cosas, profun-
do desdén
á los
necios
,
fuese su categoría social,
cualquiera que
y
cierto espíritu
de ironía, de burla y de sarcasmo, que hacían pasar
,
á los ojos
del
le
Académico,
por un D. Francisco dcQuevedoen bruto.
Tal era por dentro y por fuera Lucas.
el
tío
J^
VI
HABILIDADES DE LOS DOS CÓNYUGES.
^{:^
MABA, pues, locamente Frasquita derábase
mundo hijos,
al
al tío la
i
seña
Lucas, y consi-
mujer más
verse adorada por
según que y
la
él.
feliz
No
del
tenían
sabemos, y habíase
consagrado cada uno á cuidar y
mimar
otro con esmero ind-^cible, pero sin
aquella tierna solicitud
ostentase
el
al
que ca-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
32
rácter seniimenial y
empalagoso
por
,
lo
zalamero, de
casi todos
sin sucesión.
Al contrario: tratábanse con
una
una
llaneza,
matrimonios
los
una broma y
alegría,
una confianza semejantes á
las
de aquellos
niños, camaradas de juegos y de diversiones
,
que
se
quieren con toda
decírselo jamás, ni darse á ta
de
lo
sí
el
alma
mismos cuen-
que sienten.
¡Imposible que haya habido sobre tierra
la
molinero mejor peinado, mejor ves-
más regalado en
tido,
sin
mesa, rodeado de
la
más comodidades en su
casa
,
que
el
tío
Lucas! ¡Imposible que ninguna molinera ni
ninguna reina haya sido objeto de tan-
tas atenciones, tas finezas
de tantos agasajos, de tan-
como
posible también
la
seña Frasquita
¡im-
!
que ningún molino haya
encerrado tantas cosas necesarias
,
útiles
agradables, recreativas y hasta superfinas,
como toda /'
el
la
que va
presente historia
Contribuía
de teatro á casi
á servir
mucho
!
á ello
que
la
seña
hacendosa, fuerte y quería y podía saludable navarra, sabía Frasquita,
la
pulcra
,
,
\
guisar, coser, bordar, barrer, hacer dul-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
lavar, planchar
ees,
fregar
el
casa,
la
cobre, amasar, tejer, hacer
dia, cantar, bailar palillos,
blanquear
,
33
jugar á
,
me-
tocar la guitarra y los
ia brisca
y
al tute,
y otras
.muchísimas cosas cuya relación fuera interminable.
— Y contribuía
jnismo resultado
el
que
no menos
el lío
Lucas
al
sabía, ^^
quería y podía dirigir la molienda, culti-
varel
campo
carpintero
,
,
trabajar de
cazar, pescar,
de herrero y de albañil, ayu-
dar á su mujer en iodos los quehaceres de la casa, leer
Y
esto
,
escribir
sin hacer
de lujo, ó sea de
,
contar
,
mención de
etc.
los
,
etc.
ramos
sus habilidades extra-
ordinarias....
Por ejemplo: El
tío
Lucas adoraba
las
mismo que su mujer), y era flotan consumado que había con-
flores (lo
ricultor
,
seguido producir ejemplares nuevos, por
^
medio de laboriosas combinaciones. Tenía algo de Ingeniero natural, y lo había
de-
mostrado construyendo una presa, un
si-
fón y
un acueducto que
agua del molino.
triplicaron
el
Había enseriado á bai-
^
un perro, domesticado una culebra, ^ y hecho que un loro diese la hora por lará
EL SOMBRERO DE TRES PICOS,
54
medio de
un
reloj
gritos,
según
de sol que
zado en una pared Joro daba
ya
las iba
marcando
Molinero había
el
tra-
de cuyas resultas
;
hora con toda precisión
la
en los días nublados y durante
hasta
el
la
noche.
Finalmente
:
en
molino había una
el
huerta, que producía toda clase de frutas
y legumbres; un estanque, encerrado en una especie de kiosko de jazmines, donde Lucas y la seña Frasquita; un jardín; una estufa ó se
bañaban en verano
invernadero para
el
matrimonií^ba
pueblos de
una
las plantas exóticas;
fuente de agua potable
que
tío
el
;
dos burras
á la
las cercanías
;
Ciudad ó
gallinero
,
,
en
á los
palo-
mar, pajarera, criadero de peces; criadero de gusanos de seda jas
;
colmenas, cuyas abe-
libaban en los jazmines; jaraíz ó lagar,
con su bodega correspondiente, ambas cosas en miniatura; horno .taller
de carpintería
,
etc.
,
,
telar,
etc.
;
fragua,
todo ello
reducido á una casa de ocho habitaciones y á dos fanegas de tierra, y tasado en la
cantidad de diez mil reales.
,
/
VIL
EL
FONDO DE LA FELICIDAD.
DORÁBANSE linero
y
,
la
sí
,
locamcnte el
más
él
á él
que
él
-
Molinera, y aun se
hubiera creído que ría
Mo
á ella
,
ella lo
que-
no obstante
ser
tan feo y ella tan hermosa. Dígolo por-
que
la
seña Frasqulta solía tener celos y
pedirle cuentas al tío
tardaba
mucho
Lucas cuando
en regresar de
la
éste
Ciudad ó
EL SOMBKERO DE TRES PICOS
56
de los pueblos adonde mientras que gusto
las
Lucas
el tío
por grano;
iba
veía hasta con
atenciones de que era objeto
la
seña Frasquita por parte de los Señores
que frecuentaban
el
molino;
regocijaba de que á todos les to
como
en
el
á él; y,
aunque comprendía que
fondo del corazón
algunos de
la
envidiaban
como sim-
y hubieran dado
cualquier
menos mujer de bien, enteros sin el menor
cosa porque fuese la
se
codiciaban
ellos, la
ples mortales
ufanaba y agradase tanse
dejaba sola días
cuidado, y nunca
preguntaba luego
le
qué había hecho ni quién había estado
allí
durante su ausencia....
No que
consistía aquello
el
amor
del tío
,
sin
embargo, en
Lucas fuese menos
vo que
el
en que
él tenía
más confianza en
de
que
en la de
ella
él la
de
la
ella
seña Frasquita. Consistía
él;
la virtud
consistía en
que
aventajaba en penetración, y sabía
hasta qué punto era
amado y cuánto
se
misma; y consisprincipalmente en que el tío Lucas era
respetaba su mujer á tía
vi-
todo
sí
un hombre un hombre como :
el
de
Shakespeare, de pocos é indivisibles sentí-
EL SOMBRERO DE TKES
mientos; incapaz de dudas;
moría; que
amaba
l'IGOS.
5/
que
creía ó
ó mataba; que no ad-
mitía gradación ni tránsito entre la supre-
ma
felicidad
Era, en
y
fin,
el
exterminio de su dicha.
un Oteloác Murcia, con
pargatas y montera, en
una tragedia
el
al-
primer acto de
posible....
Pero ¿á qué
estas notas
tonadilla tan alegre?
lúgubres en una
¿A qué
estos relám-
pagos fatídicos en una atmósfera tan seré-
¿A qué estas actitudes melodramáticas en un cuadro de género? na?
Vais á saberlo inmediatamente.
áé^
VIII
EL
HOMBRE DEL SOMBRERO DE TRES
RAN
las
PICOS.
dos de una tarde de
Oc-
tubre.
El esquilón de la Catedral toca-
ba á vísperas
,
—
lo cual equivale á decir
que ya habían comido todas
las
personas
principales de la Ciudad.
Los Canónigos
se
dirigían al Coro, y
los seglares á sus alcobas
adormir
lasiesta,
EL SOMBRERO DE TUKS PICOS.
6o
sobre todo aquellos que, por razón de cio, V. gr., las
do
la
mañana
Era, pues, lla
ofi-
Autoridades, habían pasaentera trabajando.
muy
de extrañarque á aque-
hora, impropia además para dar
un
paseo, pues todavía hacía demasiado calor, saliese
de
la
Ciudad, á
de un solo alguacil,
el
rregidor de la misma,
pie,
ilustre
y seguido
señor Co-
— á quien
no podía
confundirse con ninguna otra persona ni de día ni de noche,
así
de su sombrero de
tres
por
la
enormidad
y por lo vistoso de su capa de grana, como por lo picos
particularísimo de su grotesco donaire
De
la
capa de grana y del sombrero de
tres picos,
son muchas todavía
perso-
las
nas que pudieran hablar con pleno cono-
cimiento de causa. Nosotros, entre lo
mismo que
Ciudad en Señor
ellas,
todos los nacidos en aquella
las postrimerías del
Don Fernando
ber visto colgados de
VII, recordamos ha-
un
clavo, únicoador-
no de desmantelada pared, en torre de la casa
reinado del
la
que habitó Su
(torre destinada á la
ruinosa
Señoría
sazón á los infantiles
juegos de sus nietos), aquellas dos anti-
EL SOMBllLRO DE TRES PICOS.
6
cuadas prendas, aquella capa y aquel somel negro sombrero encima y la brero,
—
roja capa debajo
,
— formando una especie
de espectro del Absolutismo, una especie de sudario del Corregidor, una especie de caricatura retrospectiva de su poder, pin-
como
tada con carbón y almagre, otras, la
por
los
tantas
párvulos constitucionales de
de 1837 que
allí
nos reuníamos
especie, en fin, de espanta-pájams
;
una
^
que
en otro tiempo había sido espanta homy que hoy me da miedo de haber contribuido á escarnecer, paseándolo por bres
,
aquella histórica Ciudad, en días de Carnestolendas, en lo alto de
un deshollina-
dor, ó sirviendo de disfraz irrisorio ta
que más hacía
reir á la plebe....
bre principio de autoridad!
puesto los
mismos que hoy
i
Así te
al idio-
— ¡Po-
te
hemos
invocamos
tanto
En cuanto
al
indicado grotesco donaire
del seiior Corregidor, consistía (dicen) en
que era cargado de espaldas...., todavía
más cargado de cas...., casi
espaldas que
el tío
Lu-
jorobado, por decirlo de una
vez; de estatura
menos que mediana
;
en-
^
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
62
deblillo; de
mala salud; con
piernas
las
arqueadas, y una manera de andar
siii
generis (balanceándose de un lado á otro
y de
atrás
hacia adelante)
puede describir con
la
que parecía cojo de
cambio (añade regular, la falta
que sólo
,
absurda fórmula de los
dos
la tradición)
,
pies.
— En
su rostro era
aunque ya bastante arrugado por absoluta de dientes y muelas;
reno verd9so
,
como
el
hijos de/ías Castillas;
despotismo y
la
con grandes ojosos-
lujuria
;
con
la
sión del valor personal, pero
cólera,
finas
que no tenían
viesas facciones,
mo-
de casi todos los
curos/^en que relampagueaban el
se
y
tra-
la
expre-
sí la
de una
malicia artera capaz de todo, y con cierto aire
de satisfacción
medio
libertino
hombre habría tud,
muy
,
medio
,
aristocrático,
que revelaba que aquel
sido
,
en su remota juven-
agradable y acepto á las muje-
no obstante sus piernas y su joroba^ D. Eugenio de Zúñiga y Ponce de León
res,
(que así se llamaba
Su Señoría) había na-
cido en Madrid, de familia ilustre; frisaría á la sazón en los cincuenta
y cinco años,
y llevaba cuatro de Corregidor en
la
Ciu-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
63
dad deque tratamos, donde se casó, á poco de llegar, con
la
principalísima Señora
que diremos más adelante. Las medias de D. Eugenio (única parte que, además de los zapatos, dejaba verde su vestido
la
extensísima capa de grana)
eran blancas, y los zapatos negros, hebilla de
oro^Pero luego que
el
con
calor del
c^rnpo lo obligó á desembozarse, vídose
que llevaba gran corbata de
batista;
de sarga de color de tórtola,
muy
chupa
festonea-
da de ramillos verdes, bordados de realce; calzón corto, negro, de seda; una casaca de la
misma
estofa
que
la
enorme chupa;
espadín con guarnición de acero; bastón
con borlas, y un respetable par de guantes ó quirotecas) de gamuza pajiza, que no (
se
ponía nunca y que empuñaba á guisa
de cetro. El Alguacil
de distancia
,
al
que seguía á veinte pasos señor Corregidor, se
maba Garduña y ,
de su nombre.
—
lla-
era la propia estampa
Flaco, agilísimo; miran-
do adelante y atrás y á derecha é izquierda al propio tiempo que andaba; de largo cuello; de diminuto y repugnante rostro.
/
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
64
y con dos manos como dos manojos de disciplinas, parecía juntamente un hurón en busca de criminales había de atarlos
nado á su
,
y
el
,
la
cuerda que
instrumento desti-
castigo.
El primer Corregidor que leechóla vista
encima, serás
dijo sin
le
mi verdadero
más informes: alguacil....
^^
«
Tú
— Y ya lo
había sido de cuatro Corregidores.
Tenía cuarenta y ocho años, y llevaba sombrero de tres picos, mucho más pe-
queño que que gra
el
el
de su Señor (pues repetimos
de éste era
como
las
descomunal), capa ne-
medias y todo
tón sin borlas, y
una
el traje
especie de
,
bas-
asador
por espada. -^
^
Aquel espantajo negro parecía bra de su vistoso amo.
la
som-
IX.
¡ARRE, BURRA!
OR donde quiera que pasaban
el
personaje y su apéndice, los la-
bradores dejaban sus faenas y se
descubrían hasta los pies, con más miedo
que respeto; después de
lo cual se decían
en voz baja:
—
i
Temprano
va esta tarde
el
señor Co-
rregidor á ver á la seña Frasquita!
— ¡Temprano,...
y
solo!
— añadían 5
al-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
66
gunos, acostumbrados á verlo siempre dar aquel paseo en compañía de otras varias personas.
— Oye,
Manuel:
tú,
esta tarde el señor
¿
por qué irá solo
Corregidor á ver á
la
navarra?
—
le
marido,
el
cual la llevaba á grupas en la
preguntó una lugareña á su
bestia.
Y,
mismo tiempo que
al
pregunta,
la
le
hizo cosquillas, por vía de retintín.
—
¡
No
clamó
seas
mal pensada
,.
Josefa! (ex-
buen hombre.) La seña Fras-
el
quita es incapaz....
— No
digo yo lo contrario....
Pero
el
Corregidor no es por eso incapaz de estar
enamorado de
/
ella....
Yo
he oído decir
que, de todos los que van á las francachelas del
es ese
molino,
el
único que lleva mal
madrileño tan aficionado á
fin
faldas....
— ¿Y qué sabes tú es ó no aficionado — preguntó á su vez el marido. á faldas si
?
—No
lo digo
por mí.... ¡Ya
se
hubiera
guardado, por más Corregidor que sea, de
decirme
los ojos tienes negros!
La que perlativo.
así
hablaba era
fea
en grado su-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
— Pues el
mira, hija,
llamado Manuel.)
cas
hombre de
tiene el tío
— añadió
¡allá ellos! (replicó
Yo no
consentir
fin,
la tía
creo al
—
Lucas cuando
— Pero, en
67
tío
Lu-
Bonito genio
¡
se enfada!.,..
ve que leconviene!....
|si
Josefa, retorciendo el
ho-
cico.
— El (repuso bien
tío el
Lucas
c
>
hombre de
lugareño); y á
bien....
un hombre de
nunca pueden convenirle
ciertas co-
sas....
— Pues entonces, tienes razón.... ¡Allá — ¡Si yo fuera seña Frasquita!.... — ¡Arre, burra! — gritó marido, para la
ellosl
el
mudar
Y
la
la
conversación.
burra salió
al trote
;
con
pudooirseel resto del diálogo.
^"^^
lo
que no
^
X.
DESDE LA PARRA.
lENTRAS así discurrían los labrie-
gos que saludaban
al
señor Co-
rregidor, la señáFrasquita regaba
y barría cuidadosamente la plazoleiilla empedrada que servía de atrio ó compás al
molino, y colocaba media docena de
sillas
debajo de lo más espeso del empa-
rrado, en ías,
el
cual estaba subido
el tío
Lu-
cortando los mejores racimos y ar-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
yo
una
reglándolos artísticamente en
—
¡
Pues
Frasquita! (decía
sí,
cas desde lo
alto
de
la
Lu-
el tío
parra)
Corregidor está enamorado de
cesta,
:
ti
el
señor
de
muy
mala manera....
— Ya telo tó la
dije
yo hace tiempo (contes-
mujer del Norte).... Pero
— ¡Cuidado, Lucas, no
que pene!
i
déjalo
te
vayas
á caer!
—Descuida También
le
estoy bien agarrado....
:
gustas
mucho
al señor....
— ¡Mira! ¡no me des más noticias! rrumpió
ella.)
¡Demasiado
gusto y á quién no del
le
sé
(inte-
yo á quién
le
gusto! ¡Ojalá supiera
mismo modo por qué no te gusto á ti! ¡Toma! Porque eres muy fea....
—
contestó
el tío
— Pues, de subir á
Lucas.
oye.... ¡fea la
y todo, soy capaz
parra y echarte de cabeza al
suelo!....
— Más
sería
fácil
que yo no
te
dejase
bajar de la parra sin comerte viva....
— ¡Eso
es!.
..
¡y
cuando vinieran mis
ga-
lanes y nos viesen ahí, dirían que éramos
un mono y una mona!....
—Y
acertarían; porque
tú
eres
muy
EL SOMíRE^RO DE TRES PICOS.
Jl
mona y muy cionita, y yo parezco un mono con esta joroba.... — Que á mí me gusta muchísimo....
— Entonces rregidor,
que
es
— ¡Vamos!
mayor que
¡Vamos!
¡No tenga V. tantos
—
más
gustará
te
la
del
me
contrario;
quiera
A
la mía.,..
Sr.
D. Lucas....
celos!....
Celos yo de ese viejo petate
¿
Co-
alegro
?
—
Al
¡
muchísimo de que
te
!....
— qué? — Porque en ^¿Por
pecado
lleva la peniten-
¡Tú no has de quererlo nunca, y yo
cia.
soy entre tanto de
el
Ciudad
la
— ¡Miren
el
verdadero Corregidor
!
— Pues figúrate que llegase á quererlo.... — ¡Cosas más raras se
vanidoso
el
ven en
el
!
mundo!
— Tampoco me daría gran — Por qué ?
i
— y,
¡
Porque entonces tú no
no siendo tú quien
creo que eres, maldito lo taría
que
te
serías
ya
tú;
como yo que me impor-
eres, ó
llevasen los demonios!
— Pero bien; caso?
cuidado....
¿qué harías en semejante
^^-^^
EL SOMBRERO P'^^í^s
72
—
Yo ? Mira
¿
lo q^e/í pr-i\....
i
como
PICOS.
'.
Porque,
entonces yo sería otro y no
soy ahora, no puedo figurarme
el
que
que
lo
pensaría....
—¿Y por qué serías entonces otro? —insistió
valientemente
la
seña Frasquita, de-
jando de barrer y poniéndose en jarras para mirar hacia arriba. El
tío
Lucas
escarbara/para sacar de
muy más
como
se rascó la cabeza,
alguna idea
ella
profunda, hasta que
si
al fin dijo
con
seriedad y pulidez que de costumbre:
— Sería otro hombre que
,
porque yo soy ahora un
cree en
ti
como en
mismo,
sí
y que no tiene más vida que esta
fe.
De
consiguiente, al dejar de creer en
ti,
me
moriría ó
hombre; cería
me
convertiría en
viviría de otro
un nuevo
modo; me pare-
que acababa de nacer; tendría
entrañas
!
otras
Ignoro, pues, lo que haría en-
tonces contigo....
Puede que me echara
á reir y te volviera la espalda. ni siquiera te conociese
— Pero ¡vaya
.
.
.
Puede que
Puede
que....
un gusto que tenemos en
ponernos de mal
¿Qué nos importa
humor
sin necesidad!
á nosotros
que
te
quie-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
ran
todos los Corregidores del
¿No
eres tú
—
Sí
,
navarra
,
i
'jZ
mundo?
mi Frasquita?
pedazo de bárbaro! (contestó riendo á más no poder
soy tu Frasquita
mi alma, más
que
bú
el
el
que
es eso de
Yo
\
con más ta-
,
hombres
los
,
pan, y más querido....
que
:
y tú eres mi Lucas de
,
feo
lentoque todos
)
la
más bueno
—
Ah!
lo
querido cuando bajes de
la
¡
,
parra lo verás
!
¡
más
Prepárate á llevar
bofetadas y pellizcos que pelos tienes en la
cabeza!
— Pero
¡calla!
¿
qué
veo? El señor Corregidor viene
completamente to!....
— Ese
trae plan....
tenías razón ""
solo....
¡
Y
—
por
allí
tan temprani-
Por
j
que
es lo
lo visto, tú
!....
— Pues aguántate,
y no
toy subido en la parra.
¡
le
digas
que es-
Ese viene á de-
clararse á solas contigo,
creyendo pillarme
durmiendo
la siesta!....
— Quiero divertir-
me oyendo
su explicación.
Así dijo
el tío
Lucas, alargando
la cesta
á su mujer. /
—
I
No
está
mal pensado
!
(exclamó
lanzando nuevas carcajadas. nio del madrileño!
¿
Qué
se
)
\
El
ella,
demo-
habrá creído
El-
74
que
es
SOMBRERO DE TRES
PICOS.
ua Corregidor para mí?
llega....
— Pero aquí
— Por cierto que Garduña, que lo
seguía á alguna distancia, se ha Sentado
en
la
ramblilla á la sombra....
jadería
!
— Ocúltate tú bien entre los pám-
panos, que nos vamos á
que
¡Qué ma-
reir
más de
lo
te figuras....
Y, dicho
esto, la
pió á cantar familiar
el
como
hermosa navarra rom-
fandango, que ya las
le era
canciones de su
tan
tierra.
XI
BOMBARDEO DE PAMPLONA.
EL
IOS te el
guarde, Frasquita....
Corregidor á media voz
reciendo bajo
dando de
el
— dijo ,
apa-
emparrado y an-
puntillas.
— ¡Tanto bueno, señor Corregidor!
(res-
pondió ella en voz natural, haciéndole mil reverencias.) ¡Usía por aquí á estas horas!
¡Y con
Su
el
calor
que hace! ¡Vaya, siéntese
Señoría.... Esto estáfresquito.
—¿Cómo
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
j6
no ha aguardado Su Señoría á señores
?
Esta tarde esperamos
Obispo en persona
mi Lucas venir
uvas de la p.ura. ñoría?
demás
— Aquí tienen ya preparados sus
asientos....
á
los
¿Cómo
,
á
que
ha prometido
le
probar
—¿Y cómo
está la
señor
al
las
primeras
lo pasa
Señora
Su Se-
?
El Corregidor se había turbado.
— La
ansiada soledad en que encontraba á la
seña Frasquita lazo
que
le
le
parecía
un sueño, ó un
tendía la enemiga suerte para
hacerle caerenel abismo de
Limitóse
— No Serán
es
un desengaño.
pues, á contestar:
,
tan
las tres
temprano como
dices....
y media....
El loro dio en aquel
momento un
chi-
llido.
— Son rra,
dos y cuarto
las
mirando de
Este calló,
nuncia á
,
— dijo la
nava-
hito en hito al madrileño.
como
reo convicto
que
re-
la defensa./
—¿Y Lucas? cabo de un
¿Duerme?
— preguntó
al
rato.
(Debemos
advertir aquí
que
el
Corregi-
mismo que todos los que no tienen dientes hablaba con una pronunciación
dor, lo
,
EL SOMBRERO DE IRKS PICOS. floja
como
sibilante,
y
miendo sus propios
77
se estuviese co-
si
labios.)
— ¡De seguro! (contestóla seña quita.) — En llegando estas horas
Fras-
queda
se
dormido donde primero
— Pues mira.... el
coge,
aunque
borde de un precipicio....
sea en el
clamó
le
¡déjalo dormir!.... (ex-
viejo Corregidor,
pálido de lo que ya era.)
poniéndosemás
— Y tú, mi que-
rida Frasquita, escúchame.... oye.... ven acá....
¡
Siéntate aquí; á mi lado
go muchas cosas que
!....
decirte....
— Ya estoy sentada. — respondió linera,
agarrando una
silla
baja
tándola delante del Corregidor, á
ma
Ten-
la
Mo-
y plancortísi-
distancia de la suya.
Sentado que
se
una pierna sobre
hubo, Frasquita echó
la otra,
inclinó
hacia adelante, apoyó un
el
cuerpo
codo sobre
la
y la fresca y hermosa cara en una de sus manos; y así, con la rodilla cabalgadora,
cabeza un poco ladeada, los labios,
y
la
hoyos en actividad,
los cinco
las serenas pupilas clavadas
rregidor Señoría.
,
aguardó
— Hubiera
sonrisa en
la
en
el
declaración de
Co-
Su
podido comparársela
EL SOMBRERO DK TRES PICOS.
yo
con Pamplona esperando un bombardeo. El pobre
dó con
hombre
fué á hablar, y se que-
boca abierta, embelesado ante
la
aquella grandiosa hermosura, ante aque-
esplendidez de gracias, ante aquella
lla
formidable mujer, de alabastrino color,
de lujosas carnes, de limpia y riente boca, de azules é insondables ojos, que parecía creada por
pincel de Rubens.
el
— ¡Frasquita!.... (murmuró
al fin el
de-
legado del Rey, con acento desfallecido,
mientras que su marchito rostro, cubierto de
sudor
roba,
expresaba una inmensa angustia.)
i
destacándose sobre su
,
jo-
Frasquita!....
—
¡
Me
rineos).
llamo
(contestó la hija de los Pi-
!
—¿Y qué?
— Lo que tú quieras....— repuso con una ternura
— Pues linera), es
viejo
sin límites.
que yo
lo
el
quiero.,., (dijo la
Mo-
Lo que yo quiero nombre Secretario del Ayun-
ya lo sabe Usía.
que Usía
tamiento de
que tengo en nirse de
la
Ciudad
á
Estella....y
aquellas
un sobrino mío que
así
podrá ve-
montañas, donde
pasando muchos apuros....
está
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
—Te he
que eso
Frasquita,
dicho,
79 es
imposible. El Secretario actual....
— lEs
un ladrón, un borracho y un
bestia
—Ya
lo sé....
Pero tiene buenas aldabas
y yo no acuerdo del Ca-
entre los Regidores Perpetuos
puedo nombrar otro
De
bildo.
— ¡Me
sin
lo contrario,
expongo!....
me
,
expongo....
¡Me expongo!....
¿A qué no nos expondríamos por Vuestra Señoría hasta los gatos de esta casa?
— deó
¿
Me querrías
el
á ese precio?
— tartamu-
Corregidor.
— No,
seííor;
que
lo quiero á
Usía de
balde.
— ¡Mujer, no me des tratamiento! Habíame de V. ó como se antoje.... —¿Conte
que vas
á
quererme? Di.
— ¿No digo á V. que quiero ya? — — No hay pero que valga. ¡Verá V. qué lo
le
Pero....
guapoy quéhombre de bien esmisobrino!
— ¡Tú que eres guapa, Frascuela!.... —¿Le gusto á V.? — ¡Que me ¡No hay musí
si
jer
como
tú!
gustas!....
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
8o
— Pues mire — contestó
Aquí no hay nada
V....
postizo....
la
seña
acabando de arrollar
la
manga de
bón, y mostrando
Corregidor
al
brazo, digno de
de su
Frasquita,
una
su juresto
el
cariátide
y
más blanco que una azucena.
— ¡Que
me
si
gustas!....
¡De
Corregidor.)
(prosiguió el
de noche, á todas
día,
horas, en todas partes, sólo piensoen
— ¡Pues
qué!
^3
ñora Corregidora
?
No
le
gusta á V.
(preguntó
ti!....
se-
la
seña Fras-
la
mal fingida compasión, que
quita con tan
hubiera hecho reirá un hipocondriaco.) i
Qué
tuvo
lástima el
!
Mi Lucas me ha dicho que
gusto de verla y de hablarle cuan-
do fué á componerle á
y que es na y de un trato
alcoba,
—
¡
No
tanto
!
V.
reloj
el
de la
muy guapa, muy buemuy cariñoso. No tanto — murmuró el !
¡
Corregidor con cierta amargura.
— En cambio, otros me han siguió la Molinera)
genio, que es
tiembla
muy
más que
á
dicho (pro-
que tiene celosa,
una vara
— ¡No tanto, mujer!....
muy
mal
y que V.
le
verde....
(repitió
D. Eu-
genio de Zúñiga y Ponce de León, po-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
8
niéndose colorado). ¡Ni tanto ni tan poco!
La Señora mas de
tiene sus manías,
hacerme temblar, hay mu-
ello á
cha diferencia. ¡Yo soy
— Pero, quiere
en
fin, ¿la
por mejor decir,
Corregidor!....
quiere V., ó no la
pasa,
y
ella
la
que
te vi,
no
sé lo
que
misma conoce que me pasa
algo.... Bástete saber
por ejemplo,
quiero mucho....,
quería antes de co-
la
nocerte. Pero desde
me
el
?
— Te diré....-— Yo ó,
es cierto....:
que hoy...., tomarle,
la cara á
mi mujer me hace
misma operación que si me la tomara á mí propio.... ¡Ya ves que no puedo quererla más ni sentir menos!.... ¡Mientras que por coger esa mano, ese brazo, esa la
—
—
cara, esa cinturaj
Y, hablando
así,
daría lo el
que no tengo!
Corregidor trató de
apoderarse del brazo desnudo que le
mente por
los ojos; pero ésta, sin
ponerse, extendió
de Su Señoría con
la
mano, tocó
la pacífica
incontrastable rigidez de
y
seña
estaba refregando material-
Frasquita
elefante,
la
lo tiró
la
descomel
pecho
violencia
é
trompa de un
de espaldas con
todo. 6
silla
y
82
SOMBRERO DE TRES
EL
—
Ave María Purísima
i
Por
(exclamó en-
!
riéndose á más no po-
tonces la navarra, der.)
PICOS.
visto, esa silla estaba rota....
lo
— ¿Qué pasa ahí — exclamó ?
f^
en esto
el
lío
Lucas, asomando su feo rostro entre
los
pámpanos de
la parra.
El Corregidor estaba todavía en
el
suelo
boca arriba, y miraba con un terror indecible á aquel los aires
hombre que
aparecía en
boca abajo.
Hubiérase dicho que Su Señoría era
el
Diablo, vencido, no por San Miguel, sino
por otro Demonio del infierno.
— ¿Qué ha ponder
la
de pasar?
(se
apresuró á res-
seña Frasquita.) ¡Que
Corregidor puso
la
silla
mecerse, y se ha caído
— ¡Jesús,
el
señor
en vago, fué á
!....
María y José! (exclamó á su
vez el Molinero.
)
¿Y
se
ha hecho daño Su
Señoría? ¿Quiere un poco de agua y nagre
—
i
?
No me
he hecho nada!
rregidor, levantándose
Y
luego añadió
modo que quita
vi-
:
—dijo
el
Co-
como pudo.
por lo bajo, pero de
pudiera oirlo
la
seña Fras-
SOMBRERO DE TRES
EL
—
Me la
¡
mí
gúrate, mujer,
Su Señoría me ha (repuso
vida
la
el tío
Lucas
la parra).
— Fi-
que estaba yo aquí
sen-
moverse de
sin
83
pagaréis!
— Pues, en cambio, salvado á
TICOS.
de
lo alto
me
tado contemplando las uvas, cuando
quedé dormido sobre una red
de sar-
mientos y palos que dejaban claros sufiPor cientes para que pasase mi cuerpo
—
consiguiente,
me
si
de Su Señoría no
la caída
hubiese despertado tan á tiempo, esta
tarde
me
habría yo roto
cabeza contra
la
esas piedras.
/—Conque sí.... gidor.)
me
Corre-
me alegro.... mucho de haber-
Pues ¡vaya, hombre
¡Te digo que
me
¿eh?.... (replicó el
alegro
!
caído!
—
¡
Me la
pagarás
!
— agregó en
seguida,
dirigiéndose á la Molinera.
Y
pronunció
presión
estas palabras
ex-
tal
de reconcentrada furia, que
seña Frasquita
se
puso
al
la
triste.
Veía claramente que asustó
con
el
Corregidor
principio, creyendo que
el
linero lo había oído todo; pero que,
se
Moper-
suadido ya de que no había oído nada
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
84
(pues la calma y
disimulo del
el
hubieran engañado
al
más
tío
lince)
,
Lucas
empe-
zaba á abandonarse á toda su iracundia y á concebir planes de venganza.
— me
i
Vamos!
Bájate ya de ahí, y ayúda-
¡
á limpiar á
Su Señoría, que
puesto perdido de
polvo
!
ha
se
—exclamó
en-
tonces la Molinera.
Y
,
ella al
mientras
el tío
Lucas bajaba
,
díjole
Corregidor, dándole golpes con
delantal en
la
en
:
las orejas
— El pobre
chupa y alguno que otro
no ha oído
dormido como un
Más que
el
nada.... Estaba
tronco....
estas frases
,
la
circunstancia
de haber sido dichas en voz baja, afectan-
do complicidad y secreto, produjo un
efec-
to maravilloso.
— Pícara ¡
!
¡
Proterva
!
— balbuceó Don
Eugenio de Zúñiga con
un agua, pero gruñendo
—¿Me la
boca hecha
todavía....
guardará Usía rencor?
— replicó
navarra zalameramente.
Viendo le
la
el
Corregidor que
la
severidad
daba buenos resultados, intentó mirar
á la seña Frasquita con
mucha
rabia;
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
pero se encontró con su tentadora
85 risa
sus divinos ojos, en los cuales brillaba caricia de
una
gacha en
la
el
acto, le dijo
más que nunca y muelas
— ¡De
ti
la
en
el tío
con un acento
que
se
descubría
ausencia total de dien-
:
depende, amor mío!
En aquel momento parra
la
súplica, y, derritiéndosele
baboso y sibilante,
tes
y
Lucas.
se
descolgó de la
XII.
DIEZMOS Y PRIMICIAS.
EPUESTO lla, la
el
Corregidor en su
si-
Molinera dirigió una rá-
pida mirada á su esposo, y vió^e,
no
sólo tan sosegado
como
siempre,
sino reventando de ganas de reir por resultas de aquella ocurrencia él
:
cambió con
desde lejos un beso tirado
chando
el
primer descuido de
,
aprove-
Don Euge-
88
SOMBRERO DE TRES
EL
PICOS.
con una voz
nio, y díjole, en fin, á éste
de sirena que patra
—
:
Ahora va Su Señoría
i
uvas
hubiera envidiado Cleo-
le
á probar
mis
1
Entonces fué de ver á
la
hermosa na-
varra (y así la pintaría yo, pincel de Ticiano
)
,
si
tuviese el
plantada enfrente del
embelesado Corregidor,
fresca
,
magnífica,
formas, con su
incitante, con sus nobles
angosto vestido, con su elevada estatura,
con sus desnudos brazos levantados sobre
y con un transparente racimo en cada mano, diciéndole, entre una sonrisa
la cabeza,
y una mirada suplicante en que titilaba el miedo irresistible
:
—Todavía
no
Son
Obispo....
las
las
ha probado
el
señor
primeras que se cogen
este año....
Parecía una gigantesca
dando
frutos á
un
Pomona,
dios campestre;
brin-
—á un
Sátiro, V. gr.
En leta
esto apareció al
empedrada
diócesis,
el
extremo de
la plazo-
venerable Obispo de la
acompañado
del
Abogado-Aca-
démico y de dos Canónigos de avanzada
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
89
edad, y seguido de su Secretario, de dos familiares y de dos pajes.
Detúvose un rato Su Ilustrísima á contemplar aquel cuadro tan cómico y tan
con
bello, hasta que, por último, dijo
el
reposado acento propio de los Prelados de entonces:
— El Quinto,,., pagar diezmos y primicias d la Iglesia de Dios, nos enséñala
doctrina cristiana gidor,
no
se
;
pero V,, señor Corre-
contenta con administrar
diezmo, sino que también
trata
el
de comer-
se las primicias.
— ¡El
señor Obispo!
Molineros, dejando rriendo á besar
— ¡Dios
se lo
al
—exclamaron
Corregidor y co-
el anillo al
Prelado.
pague á Su Ilustrísima, por
venir á honrar esta pobre choza el tío
Lucas, besando
acento de .
muy
el
(exclamó
después.) serve
— dijo
!
primero, y con
sincera veneración.
— ¡Qué señor Obispo tengo tan
so!
los
la
hermo-
seña Frasquita, besando
¡Dios lo bendiga y
más años que
le
me
conservó
el
lo
con-
suyo á
mi Lucas!
—'¡No sé qué
falta
puedo hacerte, cuan-
SOMBRERO DE TRES
EL
90
me
do tú
PICOS.
echas las bendiciones, en vez de
pedírmelas!
— contestó
riéndose
el
bonda-
doso Pastor. Y, extendiendo dos dedos, bendijo á seña Frasquita y después á los demás
la
cir-
cunstantes.
—
Aquí
i
tiene Usía Ilustrísima las pri-
micias! (dijo
el
Corregidor, tomando
racimo de manos de
vía
Molinera y presen-
la
tándoselo cortésmente
un
al
no había yo probado
Obispo.)
— Toda-
uvas
las
El Corregidor pronunció estas palabras,
una rápida y cínica miespléndida hermosura de la Mo-
dirigiendo de paso
rada á
la
linera. "~
— ¡Pues
como
las
no
de
la
será
porque estén verdes,
fábula!
— observó
fábula
(expuso
el
Acadé-
mico.
— Las de no estaban
la
el
Obispo)
verdes, señor Licenciado; sino
fuera del alcance de la zorra.
Ni
el
uno
ni el otro
so aludir al Corregidor
habían querido aca;
pero ambas frases
fueron casualmente tan adecuadas á lo
que acababa de suceder
allí
,
que D. Eu-
genio de Zúñiga se puso lívido de cólera,
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
y dijo, besando
— ¡Eso trísimo
es
llamarme zorro
ble severidad de
en
(replicó éste,
señor ilus-
la afa-
diz
que
Exciisatio non petita,
efecto.)
— Pero
con
un Santo, como
accusatio manifesta. oratio.
,
!
—¡Tu dixisti! lo era
Prelado:
del
anillo
el
9
satis
— Qualis
jam
vir^
talis
dictum, niillus es lo
mismo,
dejémonos de latines, y veamos
estas fa-
ultra sit sermo.
Ó,
lo
que
mosas uvas.
Y que
picó.... le
una
sola vez..,, en el racimo
presentaba
— ¡Están
muy
Corregidor.
buenas! (exclamó, mi-
rando aquella uva sela
el
al trasluz
y alargándo-
en seguida á su secretario.)
ma que
á
mí me
sienten mal!
— ¡Lásti-
*~^
El Secretario contempló tambiénlauva; hizo la
un
gesto de cortesana admiración, y
entregó á uno de los familiares.
El familiar repitió
y
el
gesto
del
la
acción del Obispo
Secretario,
propasándose
hasta oler la uva, y luego.... la colocó en la cesta
con escrupuloso cuidado, no sin
decir en voz baja á la concurrencia
— Su Ilustrísima ayuna....
:
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
92 El
con
Lucas, que había seguido
tío
entonces disimulada-
la vista, la cogió
mente, y
se la
comió
Después de
sin
que nadie
lo viera.
sentáronse todos
esto,
uva
la
:
ha-
blóse de la otoñada (que seguía siendo
muy
seca,
no obstante haber pasado
cordonazo de San Francisco)
discurrióse
;
algo sobre la probabilidad de
guerra entre Napoleón y tióse
en
periales
la
una nueva
Austria
el
el
;
insis-
creencia de que las tropas im-
no invadirían nunca
español; quejóse
el
el territorio
Abogado de
lo revuelto
y calamitoso de aquella época, envidiando
los
tranquilos tiempos de sus padres
(como sus padres habrían envidiado de sus abuelos) y, á
una seña
menor de
;
dio las cinco
del
el loro....,
Reverendo Obispo,
los pajes
una magnífica aceite, ría
el
Alguacil)
una hora había
locóse
una
,
sal
,
pan de
que apenas ha-
salido del
mesilla en
misma
y volvió con
torta sobada, de
polvoreada de
el
fué al coche epis-
copal (que se había quedado en la
ramblilla que
los
medio
horno del
:
co-
concur-
so; descuartizóse la torta; se dio su parte
correspondiente, sin embargo deque se re-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
sistieron
mucho,
Frasquita....,
al tío
Lucas y
93
á la seña
y una igualdad verdadera-
mente democrática reinó durante media hora bajo aquellos pámpanos que
ban
filtra-
los últimos resplandores del sol po-
niente....
XIII
LE DIJO EL GRAJO AL CUERVO.
ORA y media después todos ilustres
los
compañeros de merienda
estaban de vuelta en
la
Ciudad.
El señor Obispo y su familia habían llegado con bastante anticipación, gracias al coche,
y hallábanse ya en palacio, don-
de los dejaremos rezando sus devociones. El insigne Abogado (que era
y
los dos
Canónigos
(á
cual
muy seco)
más grueso y
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
96
acompañaron
respetable)
hasta la puerta del
Ayuntamiento (donde
Su Señoría dijo tener que maron luego el camino de guiándose por
casas,
como
cerrado luna, y
que
estaba
los ciegos;
to-
como
— pues ya había
noche; aún no había salido
la el
alumbrado público
allí
en
la
(lo
la
mismo
este siglo) todavía
mente divina.
En cambio, no por algunas calles rolillo
y
sus respectivas estrellas
Jas
demás luces de
las
trabajar),
ó sorteando á tientas las
los navegantes,
esquinas
Corregidor
al
era raro tal
ver discurrir
ó cuál linterna ó
fa-
con que respetuoso servidor alum-
braba á sus magníftcos amos dirigían á la habitual
,
tertulia
quienes se
ó de
visita
á casa de sus parientes....
Cerca de veía
un
(ó
se
casi todas las rejas
olfateaba,
por
silencioso bulto negro.
que,
al sentir
bajas se
mejor decir)
— Eran galanes
pasos, habían dejado
por
un momento de pelar la pava.... ¡Somos unos calaveras! (iban di-
—
ciéndose gos.)
el
Abogado y
los
dos Canóni-
¿Qué pensarán en nuestras
vernos llegar á estas horas?
casas al
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
— Pues
¿
qué dirán
97
que nos encuen-
los
modo, á las siete déla noche, como unos bandoleros
tren en la calle
y pico amparados de
de este
,
las tinieblas?
— Hay que mejorar de conducta.... — ¡Ah! Pero ese dichoso mosí.,.,
i
lino!....
— Mi mujer del
lo tiene
— dijo
estómago
un tono en que á
sentado en el
la
boca
Académico, con
se traslucía
mucho miedo
próxima pelotera conyugal.
— Pues ¿y mi sobrina? (exclamó uno de los
Canónigos, que por cierto era Peniten-
ciario.) tes
— Mi sobrina dice que los sacerdo-
no deben
— Y,
visitar coma^ií^s....
embargo ¡interrumpió su compañero, queera Magistral), lo que allí pasa sin
no puede
—
ser
más inocente
Toma! Como que
j
¡
—
va
mismísimo
el
señor Obispo
—Y luego, señores,
Penitenciario.)
(repuso
el
do ayer
los setenta
—
¡
¡á nuestra edad!....
Es claro!
— Yo he cumpli-
y cinco.
(replicó el Magistral.)
Pero hablemos de otra cosa
:
¡
—
qué guapa
estaba esta tarde la seña Frasquita! 7
^
SOMBRERO DE TRES
EL
98
—
¡
Oh, lo que
guapa!
— dijo
PICOS.
como guapa,
es eso....;
es
Abogado, afectando im-
el
parcialidad.
— Muy guapa.... —
-repitió el
rio
Penitencia-
dentro del embozo.
—Y
que
cio)^
—
si
i
no (añadió se lo
el
Predicador de Ofi-
pregunten
hombre
El pobre
al
Corregidor....
está
enamorado de
ella!....
— la
I
Ya
lo creo
!
— exclamó
el
Confesor de
Catedral.
— ¡De seguro!
(agregó el Académico....
Correspondiente.)
— Conque,
tomo por aquí para
¡Muy buenas
señores,
yo
llegar antes á casa....
noches
— Buenas noches.... —
le
contestaron los
Capitulares.
Y anduvieron algunospasos en
— /
¡
También
le
gusta á ese la Molinera!
— murmuró entonces le
con
el
codo
— ¡Como
Magistral, dándo-
lo viera!
— Conque
qué bruto
es
compañero.
— Que
!
(respondió éste,
puerta de su
la
bien las uvas.
el
al Penitenciario.
si
parándose á
silencio.
le
casa.)
hasta
sienten
á
— ¡Y
mañana, V.
muy
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
— Hasta Que
—
mañana,
pase V. ¡
muy
Dios quiere....
ya desde
por más señas tenía
llamó á
Una
—
buena noche.
Buenas noches nos dé Dios
€l Penitenciario,
Y
si
99
farol
!
— rezó
portal,
el
que
y Virgen.
la aldaba.
vez solo en
la calle, el
nigo (que era más ancho que
otro Canóalto,
y que
parecía que rodaba al andar) siguió avan-
zando lentamente hacia su tes
de llegar á
pared cierta
de
falta
ser objeto
dijo al
ella,
cometió contra una
que en
de un
casa; pero, an-
el
porvenir había
bando de
policía,
mismo tiempo, pensando
sin
y duda
en su cofrade de Coro:
— ¡También quita!....
—
i
te
Y la verdad es
de un momento)
guapa
!
gusta á
que,
ti
la
seña Fras-
(añadió
al
cabo
como guapa,
es
XIV.
LOS CONSEJOS DE GARDUÑA, í..*.'^
NTRE tanto,
subido
al
el
Corregidor había
Ayuntamiento, acom-
pañado de Garduña mantenía hacía nes,
rato,
en
el
una conversación más
,
con quien
salón de sesiofamiliar de lo
correspondiente á persona de su calidad
y
oficio.
— Crea Usía á un perro perdiguero que i
102
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
conoce
la caza
cil.)
(decía el innoble
!
La seña Frasquita
está
Algua-
perdidamente
enamorada de Usía, y todo lo que Usía acaba de contarme contribuye á hacérme-
más
lo ver
Y
claro
que esa
luz....
señalaba á un velón de Lucena
apenas
esclarecía
si
la
,
que
octava parte del
salón.
—
i
No
Garduña
yo tan seguro como
estoy !
— contestó
tú,
D. Eugenio, suspi-
rando lánguidamente.
— ¡Pues no sé por qué! —Y, no, hablemos con franqueza. — Usía..,, (dicho sea si
con perdón) tiene una tacha en su cuerpo....
—
i
¿
No
verdad?
es
Bien,
Pero esa tacha cas.
¡
Él
es
(repuso
sí!
la tiene
el
Corregidor.)
también
el tío
más jorobado que yo
— ¡Mucho más
i
¡muchísimo más
comparación de ninguna especie! en cambio
una
(y es á lo
cara de
muy
llama una bella tío
Lucas
Lu-
se
buen
cara....,
parece
que reventó de
que
al
iba)
,
I
¡sin
— Pero,
Usía tiene
que
se
mientras que
el
ver...., lo
sargento Utrera,
feo.
El Corregidor sonrió con cierta ufanía.
EL
SOMBRERO DE TRES
—Además
(prosiguió
PICOS.
i
O3
Alguacil), la
el
seña Frasquita es capaz de tirarse por una
ventana con
tal
de agarrar
el
nombra-
miento de su sobrino....
— Hasta
ahí estamos de acuerdo. ¡Ese
nombramiento
es
mi única esperanza!
— ¡Pues
manos ala obra, señor! Ya le he explicado á Usía mi plan.... ¡No hay más que ponerlo en ejecución esta misma noche!
— ¡Te he dicho muchas veces que nonenesito consejos! — gritó D. Eugenio, acordándose de pronto de que hablaba con
un
inferior.
— Creí que
Usía
me
los
había pedido....
— balbuceó Garduña. — ¡No me repliques! Garduña saludó.
— ¿Conque decías ñiga
,
(prosiguió
volviendo á amansarse)
misma noche puede Pues ¡mira,
hijo!
el
de Zú-
que
esta
arreglarse todo eso?
me
parece bien.
— ¡Qué
diablos! ¡Así saldré pronto de esta cruel in-
certidumbre!
Garduña guardó
silencio.
El Corregidor se dirigió
al
bufete y es-
^^ SOMBRERO DE TRES PICOS.
104
un
cribió algunas líneas en
que
sellado,
pliego de papel
también por su parte,
selló
guardándoselo luego en
— ¡Ya está hecho
la
faltriquera.
nombramiento
el
del
sobrino! (dijo entonces, tomando un polvo
me
de rapé.) ¡Mañana
con
compondré yo con
los Regidores...., y, ó lo ratifican
un acuerdo, ó habrá I
las
No
la
de San Quintín
parece que hago bien
te
— ¡Eso! ¡eso!
!
?
(exclamó Garduña entu-
siasmado, metiendo
la
zarpa en
del Corregidor y arrebatándole
un
la
caja
polvo.)
¡Eso! ¡eso! El antecesor de Usía no paraba tampoco en barras. Cierta
—
i
Déjate de
bachillerías!
se
vez....
(repuso
el
Corregidor, sacudiéndole una guantada
en
la ratera
bestia,
cuando
vamos
á lo
me que
el
— Mi antecesor era un tuvo de alguacil. — Pero
mano.) te
que importa. Acabas de
decir-
Lucas
perte-
molino del
tío
nece
al
término del lugarciilo inmediato,
y no
al
de esta población.... ¿Estás seguro
de ello?
— ¡Segurísimo Ciudad acaba en
me
!
La la
jurisdicción
de la
ramblilla donde yo
senté esta tarde á esperar que Vuestra
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
Señoría....
— ¡Voto á Lucifer!
IO5
¡Si
yo hu-
Eugenio.)
— ¡Eres
biera estado en su caso!
— ¡Basta! un
insolente!
media
Y, cogiendo
una esquela,
escribió
un
D.
(gritó
pico,
y
cerróla, doblándole
dijo al
(le
me
has
calde del Lugar.
Tú
carta »que
ia
de papel,
entregó á Garduña.
se la
—Ahí tienes
cuartilla
mismo tiempo)
pedido para le
que hacer.
ves que sigo tu plan al pie de
Desgraciado de
ti si
Al-
explicarás de pa-
labra todo lo que tiene
í
el
me
— ¡Ya
la letra
!
metes en un ca-
llejón sin salida!
— ¡No hay cuidado! ña.)
(contestó
Gardu-
El señor Juan López tiene
mucho
que temer, y en cuanto vea la firma de Usía, hará todo lo que yo le mande.
{Lo menos al
le
debe mil fanegas de grano
Pósito Real,
y otro tanto
al
Pósito
Pío!. ...Esto último contra toda ley, pues
no
es
ninguna viuda
pobre para recibir ces
ni
ningún labrador
el trigo sin
ni recargo, sino
que
cre-
un jugador, un bo-
rracho y un sin vergüenza, faldas,
abonar
muy amigo
trae escandalizado el
de
pueble-
I06
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
cilio....
—
Y
aquel
dad!.... ¡Así
anda
— ¡Te
¡
hombre el
mundo!
he dichoque
(bramó
distrayendo!
ejerce autori-
¡Me
calles!
estás-
Corregidor.)
el
Conque vamos al asunto (añadió luego,, mudando de tono). Son las siete y cuarto.... Lo primero que tienes que hacer es á
ir
casa
y advertirle á
no me espere esta ta la
á cenar ni
noche me hora de
la
Señora que
adormir. Dile que
estaré trabajando aquí has-
la
queda, y que después sal-
dré de ronda secreta contigo, á ver
atrapamos á ciertos malhechores.... fin,
engáñala bien para que
descuidada guacil que
— De camino, me
se
si
En
acueste
dile á otro al-
traiga la cena
¡Yo no
me
atrevo á parecer esta noche delante de la
Señora, pues
me
conoce tanto, que
paz de leer en mispensamientos! gale á la cocinera
de los que
la
blanco.
— Encár-
que ponga unos pestiños
se hicieron
hoy, y
dile á Jua-
nete que, sin que lo vea nadie,
gue de
es ca-
me
alar-
taberna medio cuartillo de vino
— En seguida
donde puedes
te
hallarte
ocho y media....
marchas
muy
al
Lugar^
bien á las
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
— ¡A las ocho en punto estoy
IO7
allí!
— ex-
clamó Garduña.
— ¡No me contradigas! — rugió gidor, acordándose otra vez de
el
Corre-
que
lo era.
—
Garduña saludó. •
—Hemos
dicho (continuó aquel, huma-
nizándose
de nuevo)
punto
en
estás
lino habrá....
el
Yo
que á
ocho en
las
moque habrá una me-
Lugar. Del Lugar creo
al
dia legua....
— Corta. — ¡No me interrumpas! El Alguacil volvió á saludar.
— Corta....
(prosiguió
Por consiguiente, alas que á
— dia
¡
Corregidor.)
el
diez....
¿Crees tú
las diez?....
An tes
de
las diez
!
¡
á las
nueve y me-
puede Usía llamar descuidado á
la
puerta del molino!
— ¡Hombre!
¡No
me
tengo que hacer!....
digas á
— Por
mí
lo
que
supuesto que
tú estarás....
— Yo estaré en todas
partes....
cuartel general será la ramblilla.
me
olvidaba! ...Vaya
lleve linterna....
Pero mi
— ¡Ah,
se
Usía á pié, y no
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
Iü8
—
¡
Maldita la
falta
que me hacían tam-
poco esos consejos! ¿Si creerás tú que la
es
primera vez que salgo á campaña?
— Perdone Usía.... — ¡Ah! Otra cosa. No llame Usía á
la
puerta grande que da á la
plazoleta del emparrado, sino á la puertecilla
que hay encima del
caz....
— ¿Encima del caz hay otra ¡Mira tú una cosa que nunca
puerta? se
—
me hu-
biera ocurrido!
— al
La
señor.
Sí,
puertecilla del caz da
mismísimo dormitorio de
ros....,
ca por
y
el tío
ella.
los
Lucas no entra
Moline-
ni sale
De forma que, aunque
nun-
volvie-
se de pronto
— Comprendo,
comprendo....
¡
No me
aturdas más los oídos!
— Por último
:
procure Usía escurrir
bulto antes del amanecer.
nece á
—Ahora
el
ama-
las seis....
— ¡Mira otro consejo
inútil!
co estaré de vuelta en mi bastante
hemos hablado
—A
casa....
ya....
¡
las cin-
— Pero
Quítate de
mi presencia!
— Pues entonces, señor.... buena suer—exclamó Alguacil, alargando latei
te!
el
EL
SOMBRERO DE TRES
IO9
PICOS.
mano al Corregidor y mirando al techo al mismo tiempo. El Corregidor puso en aquella mano una peseta, y Garduña desapareció como raímente una
por ensalmo.
— ¡Por al
vida de!....
(murmuró
cabo de un instante.) ¡Se
me
dado
decirle á ese bachillero
jesen
también una baraja! ¡Con
hubiera entretenido hasta dia,
viendo
si
me
salía
las
que
el
viejo
ha olvi-
me
tra-
ella
me
nueve y me-
aquel solitario ¡..y.
I
^1-i.
XV.
DESPEDIDA EN PROSA.
ERÍAN las nueve de aquella
^ noche cuando
el
tío
misma
Lucas y
la
seña Frasquita, terminadas todas las
haciendas del mclino y de
la casa, se
cenaron una fuente de ensalada de escarola,
una
libreja de carne
guisada con
tomates, y algunas uvas de las que que-
daban en
la
consabida cesta; todo
ello ro
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
112
ciado con
un poco de vino y con grandes
risotadas á costa del Corregidor
:
después
de lo cual miráronse afablemente los dos esposos,
de
sí
como muy
mismos, y
contentos de Dios y
se dijeron, entre
un parda
bostezos que revelaban toda la paz y tran-
quilidad de sus corazones
— Pues,
señor,
:
vamos
á acostarnos,
y
mañana será otro día. En aquel momento sonaron dos
fuertes
y ejecutivos golpes aplicados á
puerta
la
grande del molino. El marido y la
mujer
se
miraron sobre-
saltados.
Era
la
primera vez que oían llamar á su
puerta á semejante hora.
— Voy á
ver...,
— dijo
la
intrépida na-
varra, encaminándose hacia laplazoletilla.
—
i
el tío
Quita
!
Eso
¡
Lucas con
me
tal
toca á mí! (exclamó
dignidad, que la seña
Frasquita lecedióel paso.)
que no
salgas
viendo que
la
!
— ¡Tehe dicho
— añadió luego con dureza,
obstinada Molinera quería
seguirle.
Ésta obedeció, y se quedó dentro de casa.
la
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
—¿Quién es?— preguntó desde en medio de
— ¡La
II3
Lucas
tío
el
la plazoleta.
una voz
Justicia i^contestó
al
otro lado del portón.
—¿'Qué Justicia? — La del Lugar, — ¡Abra V.
al
señor Al-
calde!
El tío Lucas había aplicado entre tanto
un ojo que de
tenía el portón,
la
muy
á cierta mirilla
luna
al
disimulada
y reconocido
á la luz
rústico Alguacil del
Lugar
inmediato.
— ¡Dirás que Alguacil]
le
— repuso
abra el
al
borrachón del
Molinero, retirando
la tranca.
— Es
lo
mismo.... (contestó
el
de afuera);
pues que traigo una orden escrita de su
—Tenga V. muy buenas noches, Lucas.... — agregó luego entrando, con
Merced! tío
voz menos
como
si
el
esa....
más
te
más gorda,
guarde, Toñuelo! (respon-
murciano.)
— Veamos qué orden
¡Y bien podía
escoger otra hora se á los
baja y
ya fuese otro hombre.
— ¡Dios dió
oficial,
el
es
señor Juan López
más oportuna de dirigir-
hombres de bien
!
— Por supuesto, 8
SOMBRERO DE TRES
EL
114
quela culpa será tuya. te
PICOS.
— ¡Como
si
lo viera,
has estado emborrachando en las huer-
tas del
camino!
—No, señor;
— ¿Quieres un trago? no hay tiempo para nada.
(Tiene V. que seguirme inmediatamente!
Lea V.
la
orden.
—¿Cómo seguirte? penetrando en
cas,
tomar
papel.)
el
el
(exclamó
el tío
Lu-
molino, después de
— ¡A
ver,
Frasquita!
¡alumbra!
La seña Frasquita soltó Una cosa que tenía en la mano, y descolgó el candil. El
tío
Lucas miró rápidamente
el
ob-
que había soltado su mujer, y reco-
jeto
noció su bocacha, ó sea un enorme tra-
buco que calzaba balas de á media libra. El Molinero dirigió entonces á rra
una mirada
ra,
y le dijo, tomándole ¡Cuánto vales!
la
nava-
llena de gratitud y ternula cara
:
—
La seña
como una
Frasquita, estatua de
leve
—
i
dedos, sin que
el el
temblor agitase su pulso, y con-
secamente
testó
serena
mármol, levantó
candil, cogido con dos
más
pálida y
Vaya,
lee
:
!
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
La orden «Para
el
decía así
II5
:
mejor servicio de
S.
M.
el
Rey
«Nuestro Señor (Q. D. G.), prevengo á
»Lücas Fernández, molinero, de estos ve«cinos
que tan luego como reciba
,
«presente orden, comparezca ante wtoridad
sin
la
mi au-
excusa ni pretexto alguno;
«advirtiéndole que, por ser asunto reser-
»vado, no lo pondrá en conocimiento de »
nadie
:
todo ello bajo
las
penas corres-
«pondientes, caso de desobediencia.
«Alcalde
— El
:
«Juan López.»
Y
había una cruz en vez de rúbrica.
— Oye, el tio
^sta
tú.
Lucas
¿Yqué al
es esto? ¡le
Alguacil.)
preguntó
¿A qué
viene
orden?
— No
lo sé.... ¡contestó el rústico
bre de unos treinta arios,
cuyo
;
hom-
rostro es-
quinado y avieso, propio de ladrón ó de asesino, daba muy triste idea de su sinceridad.)
Creo que
se trata
algo de brujería, ó de
de averiguar
moneda
falsa....
Pe-
Il6
SOMBRERO DE TRES
EL
ro la cosa no
PICOS.
V
Lo como perito. — En
va con
corno testigo ó
no me he enterado bien El señor Juan López
llamanfin, yo-
del particular se
lo
explicará á
V. con más pelos y señales.
— ¡Corriente que
le
— Tal
Molinero. Di-
el
)
no, señor!.... Tiene V. que ve-
¡
nirse ahora to.
(exclamó
mañana.
iré
— ¡Ca!
!
mismo,
perder un minu-
sin
orden que
es la
me ha dado
el
señor Alcalde.
Hubo un Los
instante de silencio.
ojos de la seña Frasquita
echaban
llamas.
El
tío
suelo,
Lucas no separaba
como
si
al fin,
levantando
po preciso para
una
suyos del
buscara alguna cosa.
— Me concederás cuando mó
los
ir
menos
(excla-
la cabeza) el
á la cuadra
tiem-
y aparejar
burra....
— ¡Qué burra ni qué demontre! (replicó el
Alguacil.)
¡Cualquiera se anda á pie
media legua! La noche y hace
luna....
— Ya he
visto
sa,
yo tengo
los pies
está
que ha
muy
muy
salido....
hermo-
— Pero
hinchados....
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
—Pues entonces no Yole ayudaré
— ¡Hola!
á
Iiy
perdamos tiempo.
V. á aparejar
bestia.
la
¿Temes que me
¡Hola!
es-
cape?
—Yo no temo nada, pondió Toñuelo
Yo
desalmado.)
Y, hablando lo
que dejó ver
con soy
así, el
tío Lucas.... (resla
frialdad de
un
la Justicia.
descansó armas; con retaco que llevaba de-
bajo del capote.
— Pues mira, nera:)
Ya que
Toñuelo.... (dijo
la
Moli-
vas á la cuadra.... á ejercer
tu verdadero oticio..
..,
hazme
el
favor de
aparejar también la otra burra.
— ¿Para
qué?
—interrogó
— ¡Para mí! — Yo — ¡No puede tó
Alguacil.)
el
ser,
el
Molinero.
voy con vosotros. seña Frasquita! (obje-
Tengo orden de llevarme
á su marido de V. nada más, y de impedir que V.
destino y
el
tió el
señor
mos,
tío
Y
me van — En advirpescuezo.» — Así me Juan López. — Conque.... valo siga.
ello
«el
lo
Lucas....
se dirigió hacia la puerta.
— ¡Cosa más rara !— dijo á media voz murciano
sin
moverse.
el
\ y^
X
EL SOMBRERO DE TRES
Il8
— ¡Muy
rara!
— contestó
PICOS. la
seña Fras-
quita.
— Esto
es
algo....
continuó murmurando
modo que no
—¿Quieres (cuchicheó
la
me
que yo el tío
sé....
Lucas, de
pudiese oirlo Toñuelo.
que vaya yo á
la
Ciudad
navarra), y le dé aviso al
Corregidor délo que nos sucede?....
—
No
¡
cas.)
¡
!
(respondió en alta voz
el tío
La
Eso no!
— Pues ¿qué quieres que haga?— dijo la Molinera con gran ímpetu.
— Queme
mires....
— respondió
el
an-
tiguo soldado. ^
Los dos esposos
y quedaron tan tranquilidad \
gía
que
se
,
la
se
miraron en silencio^
satisfechos
ambos de
la
resolución y la ener-
comunicaron sus almas, que
acabaron por encogerse de hombros y reirse.
Después de
esto, el
tío
Lucas encen-^
dio otro candil y se dirigió á la cuadra,
diciendo
al
paso á Toñuelo con socarro-
nería:
— ¡Vaya, hombre! supuesto que eres
¡Ven y ayúdame....^, tan amable!
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
Toñuelo
lo
II9
una
siguió, canturriando
copla entre dientes.
Pocos minutos después, salía
del
el
tío
Lucas
molino, caballero en una her-
mosa jumenta y seguido del Alguacil. La despedida de los esposos se había reducido á lo siguiente:
— Cierra bien.... — dijo — Embózate, que hace la
el tío
Lucas.
— dijo
fresco
seña Frasquita, cerrando con
llave,
tranca y cerrojo.
Y más
no hubo más abrazo, ni
¿Para qué?
adiós,
ni
más mirada.
más
beso, ni
XVI
UN AVE DE MAL AGÜERO.
iGAMOs por
nuestra parte al tío
Lucas.
Ya habían andado un de legua sin hablar palabra, subido en
la borrica,
y
el
el
cuarto
Molinero
Alguacil arreán-
dola con su bastón de autoridad, cuando divisaron delante de
repecho que hacía
el
sí,
un sombra
en lo alto de
camino,
la
de un enorme pajarraco que se dirigía hacia ellos.
^'
122
EL
SOMBRERO DE TRES
Aquella sombra te
sobre
enérgicamen-
se destacó
esclarecido por la luna^
el cielo,
dibujándose en
que
PICOS.
con tanta precisión,
él
Molinero exclamó en
el
— Toñuelo, sombrero de
el acto:
¡aquel es Garduña, con su tres
picos y' sus
patas de
alambre!
Mas, antes de que contestara
el
interpela-
duda de eludir
do, la sombra, deseosa sin
aquel encuentro, había dejado
el
cami-
no y echado á correr á campo travieso con
velocidad de una verdadera gar-
la
duña.
—No veo á nadie.... — respondió entonces
Toñuelo con
— Ni cas,
Y .
mayor
naturalidad»
yo tampoco, — replicó
comiéndose la
la
el tío
Lu-
la partida.
sospecha que ya se
le
ocurrió en
molino principió á adquirir cuerpo y consistencia en el espíritu receloso del joel
robado.
— Este es
viaje
mío
(díjose interiormente)
una estratagema amorosa
dor.
La
declaración que
le oí esta
desde lo alto del emparrado
que
el
vejete
del Corregi-
tarde
me demuestra
madrileño no puede esperar
EL
SOMBRERO DE TRES PICOS.
más. Indudablemente, esta volver de visita al molino
,
12}
noche va á
y por eso ha
principiado quitándome de en medio....
Pero ¿qué importa? ¡Frasquita es Frasquita....
y no abrirá
peguen fuego ala que
la
abriese
grase, por
;
la
puerta
Digo más
casa!....
aunque
aunque
el
aun-
Corregidor lo-
medio de cualquier ardid,
prender á mi excelente navarra, viejo saldría i
:
con
manos en
las
Frasquita es Frasquita
!
le
— Sin
el
la
sor-
picaro
cabeza,
embargo
un momento), ¡bueno volverme esta noche á casa lo más
(añadió al cabo de será
temprano que pueda! Llegaron con esto cas
y
el
Alguacil,
del señor Alcalde.
al
Lugar
el
tío
Lu-
y dirigiéronse á casa
XVII.
\.
UN ALCALDE DE MONTERILLA.
Juan López, que como par-
L Sr.
ticular
ranía
,
y como Alcalde era la ferocidad
y
el
la
ti-
orgullo
personificados (cuando trataba con sus inferiores), dignábase, sin
embargo, á aque-
llas
horas, después de despachar los asun-
tos
oficiales
pegarle á
su
y
los
de su labranza y de
mujer
la
cotidiana paliza,
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
126
un cántaro de vino en compañía
beberse
del Secretario
y
del Sacristán
,
operación
que iba más de mediada aquella noche
cuando
Molinero compareció en su
el
presencia.
— ¡Hola, dose
la
tío
Lucas!
cabeza para excitar en ella
de los embustes.)
¿Cómo
ver, Secretario; échele
Lucas!
al tío
conserva
¡El
¡
qué bien
Frasquita? ¿Se
¡Ya
he visto
mucho — Pero, homhace
!
ahora
sale
molienda!
la
pan de centeno parece de
deal
!
— Conque.... vaya....
—
trigo
y
no tene-
,
prisa. ¡
Por mi parte
contestó
el tío
maldita
,
Lucas
no había despegado
,
aquella
!
que hasta entonces
los labios, pero
sospechas eran cada vez mayores el
can-
Siéntese V.,
descanse; que, gracias á Dios
mos
— ¡A
V. un vaso de vino
tan guapa? la
vena
la
va de salud?
— ¿Y la seña
tiempo que no bre....
rascán-
(le dijo,
amistoso recibimiento que se
le
cuyas al
ver
hacía,
después de una orden tan terrible y apremiante.
— Pues entonces, Alcalde)
,
tío
Lucas (continuó
el
supuesto que no tiene V. gran
EL
prisa
SOMBRERO DE TRES
dormirá V. acá
,
esta
PICOS.
1
27
noche, y ma-
ñana temprano despacharemos nuestro asuntillo....
— Me
parece bien.... (respondió
el
tío
Lucas con una ironía y un disimulo que nada tenían que envidiar á la diplomacia
— Supuesto
Juan López.)
del Sr.
cosa no es urgente...., pasaré fuera de
mi
que
la
noche
la
casa.
— Ni urgente, ni de peligro para V. (añadió
Alcalde, engañado por aquel á quien
el
engañar). Puede V. estar comple-
-creía
tamente tranquilo.
— Oye
tú, Toñuelo....
Alarga esa media-fanega, para que
se sien-
te el tío Lucas.
— Entonces.... clamó
el
¡
venga otro trago
!
— ex-
Molinero, sentándose.
— ¡Venga alargándole
de ahí! el
— repuso
el
Alcalde,
vaso lleno.
— Está en buena — ¡Pues, por su
mano,... Médielo V.
— dijo
salud!
ñor Juan López, bebiéndose
la
el
se-
mitad del
vino.
—
i
Por
de V....
la
plicó el tío Lucas,
—
i
Á
ver
,
,
señor Alcalde
apurando
Manuela!
(
la otra
!
—
re-
mitad.
gritó entonces el
128
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
ama que
Alcalde de monterilla.) Dile á tu
Lucas
el tío
le
se
ponga una cabecera en
—
el
granero....
Ca no.... ¡De ningún modo duermo en el pajar como un rey. !
¡
Que
queda á dormir aquí.
!
— Mire V. que tenemos cabeceras.... — Ya lo creo Pero á qué quiere i
¿
!
incomodar
Yo
á la familia?
Yo
V.
mi ca-
traigo
pote....
— Pues
nuela! dile á tu
— Lo que nuó
el tío
(
conti-
Lucas, bostezando de un
modo
sí
que
,
pegado todavía
—
¡
va V. á permitirme
los ojos....
Concedido!
mente
¡
me acueste en seguida. Anotenido mucha molienda y no he
atroz) es
che he
—
como V. guste. Maama que no la ponga....
señor,
,
el
(
Alcalde.)
respondió majestuosa-
— Puede
V.
recogerse
cuando quiera.
— Creo que también recojamos nosotros
mándose lo
al
es
hora de que nos
(dijo el Sacristán, aso-
cántaro de vino para graduar
que quedaba). Yadeben de
ser las diez....
ó poco menos.
— Las diez menos el
cuartillo....
Secretario, después
— notificó
de repartir en los
SOMBRERO DE TRES
EL
vasos
el resto
del vino
PICOS.
1
29
correspondiente á
aquella noche.
— ¡Pues á dormir, caballeros! —exclamó apurando su
el anfitrión,
— Hasta
parte.
mañana, señores,
— añadió
el
Molinero, bebiéndose la suya.
— Espere V. que le alumbren.... — ¡Tonudo! Lleva
— ¡Por
Lucas
al tío
aquí,
tío
al pajar.
ñuelOj llevándose también
quedaban algunas
le
si
— Hasta mañana, gó
el
— dijo
Lucas!
si
To-
cántaro, por
el
gotas.
Dios quiere,— agre-
Sacristán, después de escurrir todos
los vasos.
Y se
marchó, tambaleándose y cantando
alegremente
el
De pro fundís.
— Pues, señor.... cretario
cuando
se
(díjole el
Alcalde
quedaron
solos.)
al
Se-
El tío
Lucas no ha sospechado nada. Nos pode-
mos pro
acostar descansadamente, y... ¡buena le
haga
al
Corregidor
!
9
XVÍÍI.
DONDE
SE
VERÁ aUE EL TÍO LUCAS TENÍA EL SUEÑO MUY LIGERO.
iNCO minutos después,
un hom-
bre se descolgaba por la ventana del pajar del señor Alcalde; ven-
tana que daba á
un corralón y que no
dis-
taría cuatro varas del suelo.
En
el
corralón había
un cobertizo
so-
bre una gran pesebrera, á la cual hallá-
banse atadas
seis
ú ocho
caballerías de di-
SOMBRERO DE TRES PICOS.
EL
132
bien que todas ellas del
versa alcurnia,
sexo débi!.
— Los caballos, mulos y burros formaban rancho aparte
del sexo fuerte
en otro local contiguo. El
hombre
desató
una
cierto estaba aparejada
,
borrica,
y
llevándola del diestro, hacia cofral;
rrojo
cho
retiró la
que
la
la
encaminó, puerta del
tranca y desechó
el ce-
aseguraban; abrióla con
V
tiento,
se
que por
se
mu-
encontró en medio del
campo.
Una
vez
allí,
montó en
tióle los talones,
y
con dirección á
la
el carril
la borrica,
como una flecha Ciudad; — mas no por salió
ordinario, sino atravesando siem-
y cañadas, corneo quien contra algún mal encuentro. bras
Era lino.
me-
el tío
Lucas, que
se
se dirigía á
precave
su mo-
XIX.
VOCES CLAMANTES
IN
DESERTO,
'^
LCALDES á mí, que soy de Arche-
na
I
(iba diciéndose el
murciano.)
Mañana por la mañana señor Obispo, como medida ¡
ver
al
tiva,
do
y
le
esta
contaré todo lo que
noche!
—
i
me
pasaré á
preven-
ha ocurri-
Llamarme con
tanta
y reserva, á hora tan desusada: decirme que venga solo; hablarme del servicio
prisa
EL
1^4
SOMBRERO DE TRES
Rey, y de moneda
PICOS.
y de brujas, y de duendes, para echarme luego dos vadei
falsa,
y mandarme á dormir!.... La cosa no puede ser más clara! Garduña sos de vino
¡
Lugar
trajo ai
esas instrucciones de parte
del Corregidor,
y
hora en que
esta es la
Corregidor estará ya en campaña con^
el
tra
mi
mujer....
¡Quién sabe
meló
si
en-
contraré llamando ala puerta del molino!
¡Quién sabe tro!....
si
me
lo
encontraré ya den-
— ¡Quién sabe!.... — Pero ¿qué voy
á decir?
¡Dudar de mi
navarra!.... ¡Oh,.
¡Imposible que
esto es ofender á Dios! ella!....
¡Imposible que mi Frasquita!....
¡Imposible!....
— Mas¿qué estoy diciendo?
¿Acaso hay algo imposible en ¿
No
se casó
conmigo, siendo
el
mundo?
ella tan her-
micsa y yo tan feo?
Y,
al
hacer esta última reflexión,
el
po-
bre jorobado se echó á llorar....
Entonces paróla burra para serenarse; se
enjugó
las
lágrimas; suspiró honda-
mente; sacólos avíos de fumar: picó y
lió
un cigarrode tabaco negro empuñó luego ;
pedernal, yescay eslabón
,
y
,
al
cabo de
al-
gunosgolpes consiguió encender candela. ,
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
En
mismo momento
aquel
de pasos hacia '
de
allí
camino,
el
unas trescientas
habré vendido
distaría
varas.
me yo me
(dijo.) ¡Si
la Justicia,
y
lumbre, y
la
ocultándose detrás de
se
apeó,
la borrica.
borrica entendió las cosas de
la
diferente
rumor
echar estas yescas!
al
Escondió, pues,
Pero
sintió
— que
— ¡Qué imprudente soy! andará ya buscando
I35
\
modo, y lanzó un rebuzno de
satisfacción.
—
j
Maldita seas
!
— exclamó
el tío
Lucas,
>
tratandodecerrarle la boca con las manos.
Al propio tiempo resonó otro robuzno en
el
camino por ,
— ¡Estamos sando el
el
vía de galante respuesta.
aviados!
(prosiguió pen-
Molinero.) ¡Bien dice
mayor mal de
los
males
el
refrán:
es tratar
con
animales!
Y
,
así
discurriendo, volvió á montar,
arreó la bestia, y salió disparado en direc-
ción contraria el
al sitio
en que había sonado
segundo robuzno.
Y
lo
más
que iba en
particular fué el
que
la
persona
jumento interlocutor, debió
de asustarse del
tío
Lucas tanto como
el
j
y
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
136 tío
Lucas
se
había asustado de
digo, porque, apartóse
también del cami-
no, recelando sin duda que fuese guacil ó
un
al-
un malhechor pagado por don
Eugenio, y dos de
Lo
ella.
por los sembra-
salió á escape
la otra
banda.
El murciano, entre tanto, continuó cavilando de este modo:
— ¡Qué
noche!
¡Qué mundo! ¡Qué
vidala mía desde hace una hora ciles
metidos á alcahuetes
;
!
¡Algua-
alcaldes
que
conspiran contra mi honra; burros que
rebuznan cuando no
es
menester; y aquí,
en mi pecho, un miserable corazón que se
ha atrevido á dudar de
la
noble que Dios ha criado!
mujer más
— ¡Oh!
¡Dios
mío, Dios mío! ¡Haz que llegue pronto á
mi
y que encuentre
casa
allí
á
mi Fras-
quita!
Siguió caminando
el tío
Lucas, atrave-
sando siembras y matorrales, hasta que fin, á eso
de
novedad á
la
las
once de
la
al
noche, llegó sin
puerta grande del molino..
..
¡Condenación! ¡La puerta del molino estaba abierta!
XX.
LA DUDA Y LA REALIDAD.
^y^if STABA abierta.... ¡y se,
él, al
marchar-
había oídoá su mujer cerrarla
con
y cerrojo! Por consiguiente, nadie más que su llave, tranca
propia mujer había podido abrirla.
Pero ¿cómo? ¿cuándo? ¿por
¿De
resultas
de un engaño?
cuencia de una orden?
¿A
—¿O bien
qué? consedelibe-
EL
138
SOMBRERO DE TRES
PICOS.
rada y voluntariamente, en virtud de previo
acuerdo con
¿Qué le
Corregidor?
el
iba á ver?
¿Qué ibaá
aguardaba dentro de su casa?
brían robado?
¿
Estaría muerta?
¿Qué
—¿Se ha-
Frasquita?¿Se
bría fugado la seña
—
la
O
¿
haesta-
en brazos de su rival?
ría
i
saber?
— El Corregidor contaba con que yo no
['X.
podría venir en toda
lúgubremente del
el
tío
la
noche....
(se
dijo
Lucas.) El Alcalde
Lugar tendría orden hasta de encade-
narme, antes que permitirme
volver....
¿Sabía todo esto Frasquita? ¿Estaba en
complot?
—¿Ó ha
sido víctima de
el
un en-
gaño, de una violencia, de una infamia?
No empleó más tiempo
el sin
ventura
en hacer todas estas crueles reflexiones que
que tardó en atravesar emparrado.
el
También casa,
la plazoletilla del
estaba abierta la puerta de la
cuyo primer aposento (como en
to-
das las viviendas rústicas) érala cocina....
Dentro de
la
cocina no había nadie.
Sin embargo, una enorme fogata ardía
en
la chimenea....;
¡chimenea que
apagada, y que no
se
él
dejó
encendía nunca
I39
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
muy entrado
mes de Diciembre! Por último, de uno de los ganchos de
hasta
la espetera
¿Qué
el
pendía un candil encendido....
significaba todo aquello?
¿Y cómo
compadecía semejante aparato de vigi-
se
y de sociedad con
lia
que reinaba en
¿Qué
silencio de
el
muerte
casa?
la
había sido de su mujer?
Entonces, y sólo entonces, reparó
el tío
Lucas en unas ropas que había colgadas en los espaldares de dos ó tas
alrededor de
la
tres sillas pues-
chimenea....
Fijó la vista en aquellas ropas, y lanzó
un rugido
atravesado en sollozo
el
se llevó las
garganta, convertido en
la
mudo y
Creyó
sofocante.
infortunado que
manos
lívido, convulso,
dos,
quedó
tan intenso, que se le
al
ahogaba, y cuello, mientras que,
con
se
los ojos desencaja-
contemplaba aquella vestimenta, po-
seído de tanto horror pilla á
quien
Porque grana,
el
lo
le
como
el
reo en ca-
presentan la hopa.
que
allí
sombrero de
veía era la capa de tres picos,
la casa-
y la chupa de color de tórtola, el calzón de seda negra, las medias blancas, los ca
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
140
zapatos con
hebilla y hasta el bastón,
el
espadín y los guantes del execrable Corregidor....
¡Lo que
su ignominia,
la
allí
veía era
la
hopa de
mortaja de su honra,
sudario de su ventura
el
!
El terrible trabuco seguía en rincón en que dos horas antes
el
mismo
lo dejó la
navarra.,./ El
tío
Lucas dio un
apoderó de
él,
salto
— Sondeó
de
el
y cañón con tigre,
se la
baqueta, y vio que estaba cargado. Miró la piedra,
y halló que estaba en su lugar.
Volvióse entonces hacia
conducía á
mido
la
la escalera
que
cámara en que había dor-
tantos años con la seña Frasquita,
y
murmuró sordamente:
—
¡Allí están
Avanzó, pues, un paso en aquella en seguida
rección; pero
mirar en torno de
sí
se
y ver
di-
detuvo para si
alguien lo
estaba observando....
— ¡Nadie! Dios....,
y
(dijo
Ese....
Confirmada
mentalmente.)
¡Sólo
ha querido esto
así la
sentencia, fué á dar
otropaso, cuando su errante mirada distin-
guió un pliego que había sobre
la mesa...
EL SOiMBRERO DE TRES PICOS.
Verlo, y haber caído sobre
él,
141
y tener-
entre sus garras, fué todo cosa de
lo
un
segundo. ¡Aquel papel era sobrino de
el
nombramiento
del
seña Frasquita, firmado por
la
D. Eugenio de Zúñiga y Ponce de León!
— ¡Éste ha sido (pensó
en
el tío
precio de la
el
Lucas, metiéndose
venta!
el
papel
boca para sofocar sus gritos y dar
la
alimento á su rabia.) quisiera á su familia
¡No hemos tenido
¡
Siempre
más que
hijos!....
á ¡
recelé
que
mí!— ¡Ah! He aquí la
causa de todo!
Y el
infortunado estuvo á punto de vol-
ver á llorar.
nuevamente, y con un ademán terrible, ya que no
Pero luego dijo
con
la
voz
:
— ¡Arriba! Y empezó á gatas
se enfureció
¡Arriba! á subir la escalera
,
con una mano, llevando
andando el
trabu-
co en la otra, y con el papel infame entre los dientes.
En
corroboración de sus lógicas sospe-
chas, al llegar á la puerta del dormitorio
(que estaba cerrada), vio que salían algu-
SOMBRERO DE TRES
EL
142
nos rayos de luz por
PICOS.
junturas de las
las
y por el ojo de la llave. Aquí están volvió á decir.
tablas
— Y
!
¡
—
paró un instante,
se
como
para pasar
aquel nuevo trago de amargura.
Luego continuó subiendo.... hasta gar á
la
puerta
Dentro de
—
i
Si
él
misma no
del dormitorio.
se oía
ningún ruido.
no hubiera nadie!
damente
—
le dijo
el infeliz
toser dentro del cuarto....
Era
¡
tími-
la esperanza.
Pero en aquel mismo instante
oyó
lle-
la tos
medio asmática
del Corregi-
dor! i
No
cabía
duda
I
¡
No
había tabla de
sal-
vación en aquel naufragio!
El Molinero sonrió en
un modo
\^
horroroso.
las tinieblas de
—¿Cómo no brillan en
la
oscuridad semejantes relámpagos?
es
todo
el
rado con del
c'
Qué
fuego de las tormentas compael
que arde á veces en
el
corazón
hombre?
Sin embargo,
el tío
Lucas
(tal
era su al-
ma, como ya dijimos en otro lugar) principió á tranquilizarse,
su enemigo....
no bien oyóla
tos
de
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
La
menos daño que la anunció él mismo aque-
realidad le hacía
duda,
— Según
le
lia
tarde á la seña Frasquita, desde
to
y horaden que perdía
era vida de su alma, tirse
43
1
empezaba
pun-
el
única
la
que
fe
á conver-
en un hombre nuevo.
Semejante
moro de Venecia
al
con
{
quien ya locomparamosal describir su carácter),
el
desengaño rnataba en
sqlg^olpe todo
el
él
de
un
amor, transfigurando de
paso la índole de su espíritu y haciéndole ver
el
mundo como una
ña á que acabara de rencia consistía en idiosincrasia
ro y
más
que
menos
egoísta
llegar.
el tío
trágico,
que
el
región extra-
La única
dife-
Lucas era por
menos
auste-
insensato sacrifi-
cador de Desdémona. ¡Cosa rara, pero propia de tales situaciones!
La duda, ó
para
caso es lo mismo), volvió todavía
el
á mortificarle
—
i
Si
me
jSi la tos
En
sea la esperanza (que
un momento....
hubiera equivocado! (pensó.)
hubiese sido de Frasquita!....
la tribulación
/
'
de su infortunio, olvi-
dábasele que había visto las ropas del
Co-
rregidor cerca de la chimenea; que había
,
\^
EL
144
SOMBRERO DE TRES
encontrado abierta
que había leído
la
PICOS.
puerta del molino;
de su infa-
la credencial
mia....
Agachóse, pues, y miró por llave,
el
ojo de la
(temblando de incertidumbre y de
^zozobra. El rayo visual no alcanzaba á descubrir
más que un pequeño triángulo de cama, por
la parte del cabecero....
¡
Pero precisa-
mente en aquel pequeño triángulo
un extremo de almohadas Otra
la
las
se veía
almohadas, y sobre
las
cabeza del Corregidor!
risa diabólica contrajo el rostro del
Molinero. Dijérase que volvía á ser
feliz....
— ¡Soy dueño de verdad!.... ¡Meditemos! — murmuró, irguiéndose tranquilala
mente.
Y volvió á bajar la escalera con el mismo tiento que empleó para subirla....
— El asunto flexionar. todo....
es delicado.... Necesito re-
Tengo tiempo de sobra para
— iba pensando mientras bajaba.
Llegado que hubo á
en medio de las
manos.
ella,
la cocina,
y ocultó
sentóse
la frente
entre
EL
SOMBRERO DE TRES
mucho
Así permaneció
que
golpe que sintió en
un
— ¡No!
pie....
le
hacía aquella es-
¡Te digo que no! (murmuró
Lucas, encarándose con
me
Todo
convienes!
lástima de i
tiempo, hasta
trabuco, que se había deslizado
el
de sus rodillas, y que pecie de seña....//
tío
I45
de su meditación un leve
lo despertó
Era
PICOS.
ellos....
¡y á
el
el
arma.) ¡No
mundo tendría mí me ahorcarían!
el
Se trata de un Corregidor..,., y matará
en España cosa
un Corregidor
es todavía
indisculpable
Dirían que lo maté por in-
fundados
!
y que luego
desnudé y lometíen mi cama.... Dirían, además, que celos,
lo
maté á mi mujer por simples sospechas.
¡Y me ahorcarían! ¡Vaya
—Además, yo
si
.
.
me ahorcarían!
habría dado muestras de
tener
muy
si al
remate de mi vida fuera digno de
poca alma,
compasión! ¡Todos rían
muy
poco talento,
se reirían
que mi desventura era
de mí! ¡Di-
muy
natural,
siendo yo jorobado y Frasquita tan her-
mosa
!
— Nada I
!
j
no Lo que yo necesito !
es
vengarme, y, después de vengarme, triunfar,
despreciar, reir, reírme
mucho, reírme 10
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
146
de todos...., evitando por
tal
medio que
nadie pueda burlarse nunca de esta jiba
que yo he llegado á hacer hasta envidiable,
y que tan grotesca
__Así discurrió
tío
el
sería
en una horca!
Lucas,
tal
vez sin
darse cuenta de ello puntualmente, y, en virtud de semejante
arma en su los
discurso, colocó
el
y principió á pasearse con
sitio,
brazos atrás y la cabeza baja,
como
buscando su venganza en
el
suelo, en la
ruindades de
la
vida, en al-
tierra,
en
las
guna bufonada ignominiosa y ridicula para su mujer y para el Corregidor, lejos de buscar aquella misma venganza en justicia,
en
el
la
desafío, en el perdón, en el
como hubiera hecho en su lugar cualquier otro hombre de condición mecielo....,
nos rebelde que
la
la naturaleza,
de
suya
de
la
á toda imposición
sociedad ó de sus
propios sentimientos.
De
repente,
paráronse sus ojos
en
la
vestimenta del Corregidor....
Luego
se
paró
él
mismo....
Después fué demostrando poco á poco en su semblante una alegría, un gozo,
un
triunfo
indefinibles....
;
hasta
que.
EL SOMBRERO DE TRES
por Último,
se
echó á
PICOS.
1
47
de una manera
reir
formidable...., esto es, á grandes carcaja-
das, pero sin hacer
que no
lo
ningún ruido
(á fin
de
oyesen desde arriba), metién-
dose los puños por los ijares para no reventar, estremeciéndose
como un
todo
y teniendo que concluir por dejarse caer en una silla hasta que le pasó epiléptico,
aquella convulsión de sarcástico regocijo.
— Era
propia risa de Mefistófeles.
la
No
bien se sosegó, principió á desnu-
darse con
una
da su ropa en paba
la
del
celeridad febril las
mismas
Corregidor
prendas pertenecían á patos de hebilla hasta picos
;
ciñóse
capa de grana tes,
y
el ;
salió del
el
que ocu-
púsose cuantas
éste,
espadín
cogió
sillas
;
el
colocó to-
;
desde los za-
sombrero de ;
tres
embozóse en
la
bastón y los guan-
molino y
se
Ciudad, balanceándose de
encaminó á la
propia
la
ma-
nera que solía D. Eugenio de Zúñiga, y diciéndose de vez en cuando esta frase, que
compendiaba su pensamiento
— ¡También
la
:
Corregidora es guapa!!
XXI
¡EN GUARDIA,
CABALLERO!
BANDONEMOs por ahora
al tío
Lu-
y enterémonos de lo que había ocurrido en el molino descas,
de que dejamos
allí
hasta que su
ta
sola á la seña Frasqui-
esposo volvió á
él
y
se
encontró con tan estupendas novedades.
Una hora tío
Lucas
se
habría pasado después que
el
marchó con Toñuelo, cuan-
do
SOMBRERO DE TRES
EL
150
que
afligida navarra,
la
PICOS. se
había pro-
puesto Ro acostarse hasta que regresara su
marido, y que estaba haciendo calceta en su dormitorio, situado en el piso de arriba,
oyó lastimeros
gritos fuera de la casa,
muy
próximo, por
hacia
el
donde
corría el agua del caz.
—
i
paraje, allí
Socorro, que
me ahogo
el
¡Frasquital
una
¡Frasquita !....— exclamaba
hombre, con
!
voz de
lúgubre acento de
la
des-
esperación.
— ¿Si llena de
será
un
Lucas?
terror
— pensó
la
navarra,
que no necesitamos des-
cribir.
En elmismodormitorio había unapuerde que ya nos habló Garduña, y que daba efectivamente sobre la parte alta tecilla,
del caz.
— Abrióla
más que no hubiera reco-
Frasquita, por
nocido
la
tróse de
sin vacilación la seña
voz que pedía auxilio, y encon-
manos
con
á boca
que en aquel momento rreando de
la
ahogaba!
el
salía
Corregidor,
todo cho-
impetuosísima acequia....
— ¡Dios me perdone (balbuceaba
el
infame
! i
Dios
viejo.)
¡
me perdonef Creí que me
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
— mo
i
Cómo
se
!
¿
Es V.
atreve?
horas?....
? ¿
Qué
¿A qué
I5I
significa
viene V.
Có-
? ¿
á
estas
— gritó la Molinera con más in-
dignación que espanto, pero retrocedien-
do maquinalmente.
— ¡Calla! el
mujer!
¡Calla,
(tartamudeó
Corregidor, colándose en
detrás de ella.)
Yo
el
aposento
estado para ahogarme! ¡El agua
vaba ya como á una pluma
cómo me he puesto
— ¡Fuera,
!
—
¡
me
lle-
Mira, mira
!
de aquí!
fuera
seña Frasquita con
¡He
te lo diré todo....
mayor
(replicó
la
¡No ¡Dema-
violencia.)
tiene V.
nada que explicarme
siado lo
comprendo todo! ¿Qué me immí que V.
porta á
mado yo
á
¡Para esto ha
marido
V.?
!....
ahogue? ¿Lo he
se
— ¡Ah!
lla-
¡Qué infamia!
mandado V. prender
á
mi
1
— Mujer, escucha.... — ¡No escucho! Márchese i
V. inme-
diatamente, señor Corregidor!.... ¡Márchese V., ó
no respondo de su
vida!..,.
—¿Qué dices? — Lo que V. oye — Mi marido no está ¡
en casa
I
;
pero yo
me
basto para hacerla
SOMBRERO DE TRES
EL
1,52
respetar.
nido,
¡
Márchese V. por donde ha
no quiere que yo
si
PICOS.
le arroje
ve-
otra
vez al agua con mis propias manos!
— ¡Chica, chica no soy sordo
!
¡no grites tanto, que
(exclamó
!....
¡Cuando yo estoy será!.... Vengo á libertar tino.)
el viejo
liber-
aquí, por algo al
tío
Lucas,
quien ha preso por equivocación un
á
alcal-
de de monterilla....— Pero, ante todo, necesito
que
me
seques estas ropas.... Estoy ¡
calado hasta los huesos!
— Le digo á V. que marche! — ¡Calla, tonta!.... ¿Qué sabes se
¡
aquí
Mira....
te
traigo el
tú?
nombramiento
— Enciende lumbre, y demás, mientras hablaremos.... — Por
de tu sobrino....
la
lo
se seca
yo me acostaré en
la ropa,
esta
cama....
—
¡
Ah, ya! ¿Conque
Conque declara V. que para ha mandado arrestar á mi Lucas?
nía por eso
mí
¿Conque todo? se
declara V. que ve-
—
i
? ¿
traía
nombramiento y
V. su
Santos y Santas del cielo
habrá figurado de mí
— ¡Frasquita! soy — ¡Aunque fuera V. ¡
este
el el
!
¿
Qué
mamarracho?
Corregidor!
Rey!
A mí, ¿qué?
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
— Yo soy
1
53
mujer de mi marido, y el ama de mi casa! ¿Cree V. que yo me asusto la
i
—
de los Corregidores?
y el
al fin del
mundo,
Yo
¡
á pedir justicia contra
que
viejo insolente
toridad por los suelos
su au-
así arrastra
Y, sobre todo, yo
!
mañana ponerme
sabré
Madrid,
sé ir á
la mantilla,
é
ir
(repuso
el
á ver á la señora Corregidora....
— ¡No
harás nada de eso!
Corregidor, perdiendo
dando de
porque yo
¡
Un
tiro
!
ó
mu-
harás nada de eso;
un
pegaré
te
no entiendes de
—
No
táctica.)
la paciencia,
tiro,
veo que
si
razones....
— exclamó la seña Frasquita
con voz sorda.
—Un
tiro, sí....
Y
de
tará perjuicio alguno.
ello
no me resul-
Casualmente he de-
jado dicho en la Ciudad que salía esta no-
che á caza de criminales.... seas necia....
—
¡
Conque no
y quiéreme.... como yo
te
adoro
— Señor á decir la
atrás
y
el
Corregidor; ¿un tiro?
— volvió
navarra, echando los brazos
cuerpo hacia adelante, como pa-
ra lanzarse sobre su adversario.
— Si
te
empeñas,
te lo
pegaré,
y
así
me
SOMBRERO DE TRES
EL
154
libre de
veré
mosura....
PICOS.
amenazas y de tu her-
tus
— respondió
Corregidor,
el
Ile-
ao de miedo y sacando un par de cachorrillos.
— ¿Conque pistolas otra faltriquera
el
también? ¡Y en
la
nombramiento de mi
sobrino! (dijo la seña Frasquita, movien-
do
la
cabeza de arriba abajo.)
— Pues,
ñor, la elección no es dudosa.
se-
— Espere
Usía un momento; que voy á encender
la
lumbre. Y,
así
hablando,
á la escalera,
y
la
bajó en tres brincos.
y salió deMolinera, temiendo que se es-
El Corregidor cogió trás
de
la
rápidamente
se dirigió
la luz,
mucho más
capara; pero tuvo que bajar
despacio, de cuyas resultas, cuando llegó. á la
cocina, tropezó
con
la
navarra, que
volvía ya en su busca.
—¿Conque decía V. que me iba á pegar un
tiro? (exclamó aquella
jer,
dando un paso
indomable mu-
atrás.)
— Pues,
¡en
guardia, caballero; que yo ya lo estoy! Dijo, y se echó á la cara
el
formidable
trabuco que tanto papel representa en esta historia.
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
— ¡Detente, hacer?
ra....
55
vas á
Corregidor, muerto de sus-
tiro era
una broma.... Mi-
Los cachorrillos están descargados.
— En cambio,
es
verdad lo del nombra-
— Aquí lo tienes....
miento....
Te
¿Qué
desgraciada!
(gritó el
Lo de mi
to.)
1
lo regalo....
Tuyo
es....
Tómalo.,..
de balde, en-
teramente de balde....
Y
temblando sobre
lo colocó
— ¡Ahí está bien Mañana me bre,
cuando
rido.
—
i
(repuso la navarra.)
le
guise
el
almuerzo á mi ma-
De y. no quiero ya ni
lia, sería
lum-
servirá para encender la
mi sobrino
si
!
mesa.
la
la gloria; y,
viniese alguna vez de Este-
para pisotearle á V.
la fea
mano
con que ha escrito su nombre en ese papel indecente!
de mi casa
ya
se
me
— Ea, lo dicho! ¡Márchese V. — ¡Aire! ¡aire! [pronto!.... ¡que ¡
i
sube
la
pólvora á la cabeza
I
El Corregidor no contestó á este discurso. Habíase puesto lívido, tenía los
mo
ojos torcidos,
casi azul;
y un temblor
co-
de terciana agitaba todo su cuerpo.
Por último dientes,
,
principió á castañetear los
y cayó al suelo, presa de una con-
vulsión espantosa.
y
SOMBRERO DE TRES
EL
156
El susto del caz,
lo
PICOS.
muy
mojadas que
seguían todas sus ropas, la violenta escena
miedo
del dormitorio, y el
que do
apuntaba
le
la
las fuerzas del
— ¡Me en
ahí....
navarra, habían agota-
enfermizo anciano.
muero!
Garduña!....
(balbuceó.)
No pudo
— ¡Llama á
Llamad Garduña, que
— ¡Yo
la ramblilla....
morirme en
trabuco con
al
estará
no debo
esta casa!..,.
continuar. Cerró los ojos, y se
quedó como muerto.
—
Y
I
morirá como lo dice! (prorum-
se
piólaseñá Frasquita.)~Pues, señor, es la este
mí,
¡esta
más negra! ¿Qué hago yo ahora con hombre en mi casa? ¿Qué dirían de
si
¿Cómo
¿Qué
muriese?
se
diría Lucas?....
podría justificarme, cuando yo
misma le he
abierto lapuerta?
Yo no debo quedarme
— ¡Oh! no....
aquí con
él.
¡Yo
debo buscar á mi marido; yo debo escandalizar
el
mundo
antes de comprometer
mi honra!
Tomada co, fuese
esta resolución, soltó el trabual
quedaba en
modo,
corral, él,
cogió la burra que
la aparejó
de cualquier
abrió la puerta grande de la cerca.
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
montó de un y
1
57
de sus carnes,
salto, á pesar
se dirigió á la ramblilla.
— ¡Garduña!
¡Garduña!
conforme
la navarra,
— iba
gritando
acercaba á aquel
se
sitio.
— ¡Presente!
(respondió al cabo
guacil, apareciendo detrás de
un
el
Al-
seto.)
¿Es V., seña Frasquita?
—
Sí,
soy
corre á tu
yo.— ¡Ve
amo, que
molino, y so-
al
se está
muriendo
!....
— ¿Qué dice V. — ¡Vaya un maula — Lo que oyes, Garduña.... —;Y V. alma ¿Adonde va á es?
riiía?
,
tas
horas?
—¿Yo?.... — ¡Quita Yo
voy.... á la ciudad
allá
,
badulaque!—
por un médico!
contestó la seña Frasquita,
arreando la
burra con un talonazo y á Garduña con
un puntapié.
Y
tomó....,
no
como acababa de
el
camino de
la
Ciudad,
decir, sino el del
Lugar
inmediato.
Garduña no reparó en
esta
última cir-
cunstancia; pues iba ya dando zancajadas hacia esta
el
molino y discurriendo
manera
al
par de
158
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
— ¡Vapor
un
médico!....
¡La
infeliz
— ¡Pero
él es
un po-
no puede hacer más! bre hombre!
— ¡Famosa
nerse malo!....
no puede
j
Dios
le
ocasión de po-
da^onfitesá quien
roerlos!
#/
XXII
GARDUÑA
SE MULTIPLICA.
UANDO Garduña llegó el
'f
al
molino,
Corregidor principiaba á vol-
ver en
sí,
procurando levantarse
del suelo.
En ba
el
y á su lado, estavelón encendido que bajó Su Señoel
ría del
suelo también,
dormitorio.
—¿Se ha marchado ya?— fué frase
de D. Eugenio.
la
primera
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
l60
—¿Quién?
—
El demonio!.... Quiero decir, la
i
Mo-
linera....
— Sí, no
señor....
Ya
ha marchado....; y
se
muy buen humor Ay, Garduña Me estoy muriendo..
creo que iba de
— — Pero ¿qué tiene Usía?— ¡Por j
!
..
vida de
los hombres!....
— Me he caído en una
sopa,...
¡
y estoy hecho
el caz,
Los huesos
se
me
parten de
frío!
— Toma, toma! ¡ahora salimos con eso! — ¡Garduña!.... ¡ve que dices!.... —Yo no digo nada, señor.... —Pues bien sácame de apuro.... —Voy volando.,.. Verá Usía quéproni
lo
te
este
:
¡
to lo arreglo
Así dijo
el
todo
Alguacil, y, en
cogió la luz con se
metió
al
!
un periquete,
una mano, y con
Corregidor debajo del brazo:
subiólo al dormitorio acostólo en la
cama;
púsolo en cueros;
;
corrió al jaraíz; re-
unió un brazado de leña; fué á hizo
la otra
una gran lumbre
pas de su
amo;
dedos ó
tres sillas;
;
la cocina;
bajó todas las ro-
colocólas en los espaldares
encendió un candil;
EL SOMBRERO DE TRES PICOS. lo colgó de la espetera, la
y tornó
l6l
á subir á
cámara.
— ¿Qué ces á
tal
vamos?
— preguntóle
enton-
D. Eugenio, levantando en alto
velón para verle mejor
el
el
rostro.
— ¡Admirablemente! ¡Conozco que voy< ahorco, Garduña! á sudar! — ¡Mañana —¿Por qué, señor? — Yte atreves á preguntármelo Crees te
¿
? ¿
tú que, al seguir
el
plan que
me
trazaste,
esperaba yo acostarme solo en esta cama,
después de recibir por segunda vez
cramento del bautismo? te
ahorco
el
sa-
— ¡Mañana mismo
i
— Pero cuénteme Usía algo —¿La
se-
ña Frasquita?....
— La seña Frasquita narme. Es todo
lo
¡
consejos!
por
la
que he
— Te digo que
te
lo
asesi-
grado con tus
ahorco mañana
mañana.
— ¡Algo menos repuso
el
me
será,
señorCorregidor!
Alguacil.
— ¿Porqué que
ha querido
lo
dices,
insolente? ¿Por-
ves aquí postrado?
— No, señor.
Lo
digo porque la
seña
Frasquita no ha debido de mostrarse tan II
\
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
102
inhumana como Usía ido á la
Ciudad
cuenta, cuando ha
un médico....
á buscarle
— ¡Dios santo! ¿Estás seguro de que ha ido ala Ciudad? — exclamó D. Eugenio más
aterrado que nunca.
— A lo menos, eso me ha dicho — Corre, corre, Garduña!—-¡Ah, estoy perdido remedio! — ¿Sabes á qué va ella....
i
sin
la
seña Frasquita á
la
Ciudad
todo á mi mujer!.... aquí!
A
¡
?
decirle
qae estoy
— ¡Oh, Dios mío, Dios mío! ¿Cómo
había yo de figurarme esto? se habría ido al
rido; y,
como
do,
nádame
irse
á la
corre
lo tengo allí á
importaba su
Ciudad!....
¿
Yo
creí
que
buen recauviaje!
— ¡Garduña,
Pero corre,
tú que eres andarín, y evita
,
entre en
i
Lugar en busca de su ma-
perdición! ¡Evita que
—
A contárselo
¡
mi
la terrible
mi
Molinera
casa!
Y no me ahorcará Usía
si
lo consigo?
— preguntó irónicamente Alguacil. — Al contrario Te regalaré unos zapael
¡
V
-1
(
!
tosen buen uso, que me están grandes. ¡Te regalaré todo lo que quieras!
— Pues
voy volando. Duérmase Usía
tranquilo.
Dentro de media hora estoy
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
aquí de vuelta, después de cárcel á la navarra.
ligero
que una
— ¡Para
163
en
dejar
algo soy
la
más
borrica!
Dijo Garduña, y desapareció por
la es-
calera abajo.
Se cae de su peso que, durante aquella ausencia del Alguacil, fué cuando linero estuvo en
por
el
el
el
vio visiones
al
Corregidor sudando
lecho ajeno, y á Garduña corriendo
hacia la
Ciudad (adonde tan pronto ha-
bía de seguirle
de
Mo-
ojo de la llave.
Dejemos, pues, en
molino y
el
tres picos
el tío
Lucas con sombrero
y capa de grana), y, converti-
dos también nosotros en andarines, vole-
mos con to
de
la
dirección al Lugar, en seguimienvalerosa seña Frasquita.
XXIII.
OTRA VEZ
EL DESIERTO
Y LAS CONSABIDAS
VOCES.
A Única aventura
al
le
ocurrió á el
mo-
lino al pueblo, fué asustarse
un
la
poco
que
navarra en su viaje desde
notar que alguien echaba yescas
en medio de un sembrado.
—¿Si
será
un
esbirro del Corregidor?
¿Si irá á detenerme?
— pensó
la
En esto se oyó un rebuzno mismo lado.
— ¡Burros (siguió
en
pensando
el
campo la
seña
Molinera.
hacia aquel
á estas horas!
Frasquita.)
—
1
66
Pues
EL
SOMBRERO DE TRES
que
lo
huerta ni
es
PICOS.
por aquí no hay ninguna
cortijo....
—
i
Vive Dios que los
duendes sejestán despachando á su gusto
rido
!\
Porque
no puede
la
— ¿Qué
ser.,..
te es
— ¡Nada!
un
,
noche
mi ma-
borrica de
Lucas, á media noche
camino?
esta
haría
mi
parado fuera de
¡nada! ¡Indudablemen-
espía!
La burra que montaba
la
seña
F' ras-
quila creyó oportuno rebuznar también
en aquel instante.
— ¡Calla, demonio! — clavándole un
de
alfiler
le
dijo la navarra,^
de á ochavo en mitad
la crii:{.
Y, temiendo algún encuentro que no le conviniese, sacó también su bestia del
camino y
la
fuera
hizo trotar por otros sem-
brados.
Sin más accidente, llegó á del Lugar, á tiempo la
que
noche.
^ Vfc
>í.
las
serían las
puertas
once de
XXIV.
UN REY DE ENTONCES.
ALLÁBASE ya durmiendo el
da
formando
señor Alcalde, vuelta á la
así
la
mona
la espal-
espalda de su mujer (y
con ésta
la
figura de águila
austríaca de dos caberas que dice nuestro
cuando Toñuelo
inmortal Quevedo)
,
mó
cámara nupcial, y avisó
ala puertade
al Sr.
la
lla-
Juan López quela seña Frasquita,
del molino^ quería hablarle.
la
1
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
68
No tenemos
para qué referir todos los
gruñidos y juramentos inherentes al acto de despertar y vestirse el Alcalde de monterilla
y nos trasladamos desde luego
,
al
instante en que la Molinera lo vio llegar,
desperezándosecomo un gimnasta que ejercita la
musculatura, y exclamando en me-
dio de
un bostezo interminable:
— ¡Téngalas V. muy buenas, señáFrasquita!
—¿Qué ?
?¿No
le
quedase en
el
traeá V. por aquí
Toñuelo que
dijo á V.
molino
le
se
¿Así desobedece V. á
la
Auto-
ridad?
— ¡Necesito ver á mi la navarra.) i
Que
le
¡Necesito verlo
le
al
instante!
—
digan que está aquí su mujer!
— ¡Necesito! se
Lucas! (respondió
olvida
¡necesito!
que
está
— Señora,
i
á V.
hablando con
el
Rey!....
— ¡Déjeme
V. á mí de reyes, Sr. Juan,
que no estoy para sabe V.
lo
que
me
bromas! ¡Demasiado sucede! ¡Demasiado
sabe para qué ha preso á mi marido!
— Yo no
sé
nada, seña Frasquita....
en cuanto á su marido de V., no so, sino
Y
está pre-
durmiendo tranquilamente en
esta
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
5U
y tratado como yo trato á
casa,
personas.
Anda
1
— ¡A ver,
ai pajar,
69 las
Toñuelo! ¡Toñuelo!
y dile
al
tío
Lucas que
se
—
y venga corriendo.... Conque vamos.... cuénteme V. loque pasa!
despierte
j
¿Ha tenido V. miedo de dormir
—
No
i
Juan!
me
sola?
V. desvergonzado
,
señor
¡Demasiado sabe V. que á
mino
sea
gustan sus bromas ni sus veras!
que me pasa V. y
unacosa
muy sencilla: que
señor Corregidor han querido per-
el
derme
es
Lo
;
¡pero que se han llevado un so-
lemne chasco! ¡Yo estoy aquí
sin
tener
qué abochonarme, y el señor Corregidor se queda en el molino muriéndose!....
<ie
—
¡
Muriéndose
Corregidor
el
!
(exclamó
su subordinado.) Señora, ¿sabe V. lo que 56 dice?
— y
i
Loque V. oye Se ha
casi se
!
caído en elcaz,
ha ahogado, ó ha cogido una pul-
monía, ó yo no Corregidora!
¡Esc es cuenta de
sé
Yo vengo
á buscar á
rido, sin perjuicio de salir
para Madrid, donde
— ¡Demonio,
le
—
i
mi ma-
mañana mismo
contaré
demonio!
señor Juan López.)
la
A ver,
al Rey....
(murmuró
el
Manuela!....
O
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
170
jmuchacha!.... lilla....
^
Anda
— SeñáFrasquita,
¡Desgraciada de V.
daño
—
i
y aparéjame la
molino voy....
al
ha hecho algún
si le
señor Corregidor!
al
Señor Alcalde, señor Alcalde!
clamó
mu-
(es-
en esto Toñuelo, entrando más
muerto que el pajar.
Su burra no
los pesebres, abierta....
Lucas no
vivo.) El lío
y
la
está en
tampoco en
se halla
puerta del corral está
¡De modo que
el
pájaro se ha
escapado
— ¿Qué estás
diciendo?
—gritó
el
señor
Juan López.
—
¡
Virgen dei Carmen
en mi casa? (exclamó
la
!
¿
Qué
va á pasar
seña Frasquita)
¡Corramos, señor Alcalde; no perdamos tiempo!....
Mi marido va
á
matar
al
Co-
rregidor al encontrarlo allíá estas horas....
—¿Luego V. cree que en
el
el
tío
Lucas
está
molino?
— ¿Pues no lo he de creer?— Digo más. Cuando yo
venía
sin conocerlo. ¡El
me
he cruzado con
era sin
.
.
él
duda uno' que
echaba yescas en medio de un sembrado!
— Dios mío ¡
!
¡
Cuando
animales tienen
piensa una que los
más entendimiento que
EL SOMBRERO DE TRES PICOS. las
personas!
I7I
— Porque ha de saber V., se-
ñor Juan, que indudablemente nuestras
y
dos burras se reconocieron y se saludaron,
mientras que mi Lucas y yo ni nos saludamos ni nos reconocimos.... ¡Antes bien
huímos
el
uno
tuamente por
— ¡Bueno el
Alcalde.)
del otro,
tomándonos mu-
espías!
está su
— En
Lucas de V.!
(replicó
ñn, vamos andando, y
ya veremos lo que hay que hacer con todos Vds. ¡Conmigo no se juega!
j
Yo soy
elRey !.,.. Perono un Reycomoel queahora
tenemos en Madrid, ó sea en
el
Pardo,
/
(
como aquel que hubo en Sevilla, á quien llamaban D.Pedro el Cruel. ¡A^ sino
|
—
ver,
Manuela! ¡Tráeme
á tu
ama que me marcho!
Obedeció
la sirvienta
más buena moza de Alcaldesa y á lilla
del Sr.
la
lo
bastón, y dile
(que era por cierto
que convenía á
moral), y,
como
la
la
mu-
Juan López estuviese ya apa-
rejada, la seña Frasquita el
el
y él salieron para
molino, seguidos del indispensable To-
ñuelo.
/^
XXV.
LA ESTRELLA DE GARDUÑA,
RECEDÁMOSLES nOSOtFOS, SUpUCStO
que tenemos carta blanca para andar más de prisa que nadie.
Garduña molino,
ya de vuelta en
el
después de haber buscado á
la
se hallaba
seña Frasquita por todas las calles de la
Ciudad. El astuto Alguacil había tocado de ca-
SOMBRERO DE TRES PICOS.
EL
174
mino en
Corregimiento, donde lo en-
el
contró todo
muy
Las puertas
sosegado.
como en medio
seguían abiertas
según es costumbre cuando
la
está en
sus
ejerciendo
la calle
funciones. Dormitaban en escalera
y en
el
la
del día,
Autoridad sagradas
meseta de
la
recibimiento otros algua-
y ministros, esperando descansadamente á su amo; mas, cuando sintieron
ciles
Garduña, desperezáronse dos ó
llegar á tres
de
ellos,
y
le
preguntaron
su decano y jefe inmediato
al
que era
:
—¿Viene ya señor? — ¡Ni por asomo! — Estaos quietos. el
Vengo
á saber
si
ha habido novedad en
la
casa....
— Ninguna.
—¿Y Señora? — Recogida en sus aposentos. — ¿No ha entrado una mujer la
por estas
puertas hace poco.?
— Nadie ha parecido por aquí en toda
la
noche....
— Pues
no
dejéis entrar á
guna, sea quien sea y diga ¡Al contrario!
Echadle
mano
persona allo al
que
diga.
mismo
lu-
SOMBRERO DE TRES
EL
PICOS.
175
cero del alba que venga á preguntar por el
Señor ó por
Señora,
la
llevadlo á la
y
cárcel.
—¿Parece que
noche
esta
de pájaros de cuenta?
se
anda á caza
— preguntó
uno de
los esbirros.
— ¡Caza mayor! — añadió otro. — ¡Mayúscula! (respondió Garduña solemnemente.) ¡Figuraos delicada
cuando
hacemos
la
Conque.... j
cosa será
la
si
señor Corregidor v vo
el
batida por nosotros mismos!
hasta luego, buenas piezas, y
mucho ojo Vaya V. con !
—
Dios, señor Bastián,
repusieron todos, saludando á Garduña.
— ¡Mi al
estrella se eclipsa!
me engañan La
mujeres
!
al
Hasta
las
¡
Molinera
se
en-
Lugar en busca de su esposo,
en vez de venirse á
Garduña! ¿Qué fato
éste
del Corregimiento.)
salir
caminó
(murmuró
la
Ciudad.,..
— ¡Pobre
ha hecho de tu
se
ol-
?
Y, discurriendo de
este
modo, tomó
la
vuelta del molino.
Razón
tenía
el
menos su antiguo
Alguacil para echar de olfato,
pues que no
) ,
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
176
venteó á un hombre que se escondía en aquel
momento
detrás de
á poca distancia de
la
unos mimbres,
ramblilla, y
el
cual
exclamó para su capote, ó más bien para su capa de grana:
— {Guarda, Pablo! duña
!....
Era
el
¡
Por
allí
viene Gar-
Es menester que no me tío
vea....
Lucas, vestido de Corregi-
dor, que se dirigía á la Ciudad, repitien-
do de vez en cuando su diabólica
—
i
También
la
Corregidora
Pasó Garduíía sin verlo, y
es
frase
:
guapa!
el falso
Co-
rregidor dejó su escondite y penetró en la
población .
Poco después llegaba
lino,
el
Alguacil
según dejamos indicado.
al
mo-
XXVL
REACCIÓN.
L Corregidor seguía en
la
cama, tal
y como acababa de verlo el Lucas por el ojo de la llave.
— ¡Qué bien
sudo,
Garduña! ¡Me he
salvado de una enfermedad
luego
como
tancia.)
penetró
el
!
(exclamó tan
Alguacil en la es-
— ¿Y la seña Frasquita?
con
ella?
con
la
tío
¿
Has dado
¿Viene contigo? ¿Ha hablado
Señora? 12
EL SOMBRERO
178
DE TRES PICOS.
— La Molinera, señor
(respondió Gar-
duña con angustiado acento), me engañó como á un pobre hombre pues no se fué ;
á la Ciudad, sino al pueblecillo.... en busca de su esposo.
— Perdóneme Usía
la tor-
peza....
— ¡Mejor! con se
los ojoschispeantes
cárceles
de
con codo, quita,
y
estarán
el
allí se
seca.... se
Antes de que
caminando para
tío
Lucas y
las
atados codo la
seña Fras-
pudrirán sin tener á quien
contarle sus aventuras
Tráeme
!
Inquisición,
la
madrileño,
el
de maldad.) ¡Todo
ha salvado entonces
amanezca >
¡mejor! (dijo
la ropa,
de esta noche.
Garduña, que ya estará
¡Traémela, y vísteme! ¡El amante
va á convertir en Corregidor!....
Garduña bajó
á la cocina por la ropa.
2^^^^^^^^^^
XXVII.
¡
FAVOR AL RHY
NTRE tanto Sr.
el
,
Juan
seña
la
Frasquita,
López y Toñuelo
avanzaban hacia
el
molino
,
al
cual llegaron pocos minutos después.
—
i
Yo
entraré delante
calde de monterilla.)
Autoridad!
!
la
— Sigúeme,
llame.
el
¡Para algo soy
Alla
Toñuelo, y V.,
seña Frasquita, espérese á
que yo
(exclamó
la
puerta hasta
1
8o
SOMBRERO DE TRES
EL
Penetró, pues,
donde vio
la parra,
hombre el
casi
Sr.
el
PICOS.
Juan López bajo
á la luz de la
jorobado, vestido
luna un
como
solía
Molinero, con chupetín y calzón de pa-
ño pardo,
faja negra,
murciana de
tera
monte
al
medias azules, mon-
felpa,
y
el
capote de
hombre.
— ¡Él es! (gritó Alcalde.) ¡Favor Rey! — Entregúese V., Lucas! el
tío
¡
hombre de
El terse
en
el
la
montera intentó me-
molino.
— ¡Date! —gritó á su vez Toñuelo,
í
tando sobre zo
,
al
él,
aplicándole
cogiéndolo por
una
el
sal-
pescue-
rodilla al espinazo
y
haciéndole rodar por tierra.
Al mismo tiempo, otra especie de
^ J
^
saltó sobre
Toñuelo,
y,
agarrándolo de
cintura, lo tiró sobre el
la
fiera
empedrado y
principió á darle de bofetones.
Era
la
seña Frasquita, que exclamaba:
— ¡Tunante!
¡Deja á mi Lucas!
Pero, en esto, otra persona, que había aparecido llevando del diestro una borrica,
y
metióse resueltamente entre los dos,
trató de salvar á Toñuelo....
Era Garduña, que, tomando
al
Algua-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS. cil
del
Lugar por D. Eugenio de
ie decía á la Molinera
la
Zúfiiga,
:
— ¡Señora, respete V. Y
l8l
mi amo!
á
derribó de espaldas sobre
lu-
el
gareño.
La seña Frasquita
viéndose entredós
,
Garduña
fuegos, descargó entonces á revés en
medio
del
estómago
caer de boca tan largo
Y, con
él,
como
ya eran cuatro
que rodaban por
el
que
,
^
tal
hizo
le
era. las
personas
^
>
J
suelo.
El Sr. Juan López impedía entre tanto levantarse al supuesto tío Lucas, tenién-
dole plantado
un
— ¡Garduña! ¡Yo soy
el
pie sobre los riñones.
¡Socorro!
Corregidor
!
Eugenio, sintiendo que calde, calzada
i
Favor
—gritó la
piel
/
Rey!
al fin
pezuña
con albarca de
al
[
del
don Al-
de toro,
lo reventaba materialmente.
—
i
El Corregidor!
dijo el
Sr.
¡Pues
es
verdad!
—
Juan López, lleno de asom-
bro....
— ¡El Corregidor! — repitieron todos. Y
pronto estuvieron de pie los cuatro
derribados.
—¡Todo
el
mundo
ala
cárcel!
(exclamó
\'"\
y
1
82
SOMBRERO DE TRES
EL
PICOS.
D. Eugenio de Zúñiga.) ¡Todo
el
mundo
á la horca
/
— Pero, señor....
(observó
López, poniéndose de ne Usía que
rodillas.}
— ¡Perdo-
haya maltratado!
lo
Juan
Sr.
el
;Cómo
había de conocer á Usía con esa ropa tan ordinaria?
—
t
¡
Bárbaro
!
(
replicó
el
¡alguna había de ponerme!
me han
robado
la
Corregidor):
¿No
sabes que
mía? ¿No sabes que una
compafíía de ladrones, mandada por
el tío
Lucas....
— Miente V.! —gritó navarra. — Escúcheme V., seña Frasquita la
i
jo
Garduña
llamándola aparte).
,
permiso del señor Corregidor y paña....
— ¡Si
(le
di-
—Con com-
la
V. no arregla esto, nos van
á ahorcará todos,
empezando por
el tío
Lucas!....
—Pues
¿qué ocurre?
— preguntóla seña
Frasquita.
— Que
el lío
Lucas anda á
estas
horas
por la Ciudad vestido de Corregidor...., y
que Dios sabe fraz hasta el
rregidora!
si
habrá llegado con su
propio dormitorio de la
dis-
Co-
SOMBRERO DE TRES
EL
Y
el
Alguacil
PICOS.
183
en cuatro pala-
le refirió
bras todo lo que ya sabemos.
— ¡Jesús! (exclamóla Molinera.) que mi marido que ha ido á
los
me cree deshonrada!
la
mos, vamos á
¡Con-
ciudad á vengarse!
¡Con-
— ¡Va-
Ciudad, y justificadme ojos de mi Lucas la
á
!
— ¡Vamos que hable
á la Ciudad
ese
é
,
impidamos
hombre con mi mujer y
le
cuente todas las majaderías que se haya figurado! (dijo el Corregidor, arrimándose á
una de
las
burras.)— Déme V. un pie
para montar, señor Alcalde.
— Vamos Garduña rregidor,
)
,
á la
Ciudad,
¡y quiera
que
su vestimenta
el tío ,
se
hablarle á la Señora
el
sí....
cielo,
Lucas
,
(añadió
señor Co-
amparado por
haya contentado con !
—¿Qué dices, desgraciado? (prorumpió D. Eugenio de Zúñiga.) ¿Crees tú á ese villano capaz?....
— ¡De todo!— contestó
la
seña Frasquita.
.
XXVIIÍ
AVE MARÍA PURÍSIMA! LAS DOCE Y MEDIA Y SERENO j
i
SÍ
gritaba por las calles de la Ciu-
dad quien tenía facultades para tanto,"
cuando
la
Molinera y
el
Corregidor, cada cuál en una de las bu-
molino,
rras del
muía, y garon á
el
Sr.
Juan López en su
los dos Alguaciles la
puem
La puerta
andando,
del Corregimiento.
estaba cerrada.
lle-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
l86
Dijérase que para
mo
que para
el
Gobierno,
lo
mis-
gobernados, había con-
los
cluido todo por aquel día.
— Y
i
Malo!
— pensó Garduña.
llamó con
el
aldabón dos ó
tres veces.
Pasó mucho tiempo, y ni abrieron
,
ni
contestaron.
La seña Frasquita
estaba
más amarilla
V -
que
la cera.
El Corregidor se había comido ya todas
(
las
uñas de ambas manos,
i/
Nadie decía una palabra. ¡Pum!.... ¡Pum!....
¡Pum!....
—golpes
y más golpes á la puerta del Corregimiento (aplicados sucesivamente por los dos Alguaciles y por el Sr. Juan López).... Y ¡nada! ¡No respondía nadie! ¡No
—
abrían
!
¡
No
Sólo se oía
se
movía una mosca
el claro
rumor de
de una fuente que había en
el
los
caños
patio de la
casa.
Y de largos
Al
esta
manera transcurrían minutos,
como
fin
,
eternidades.
cerca de la
tanillo del piso
femenina
una abrióse un ven,
segundo, y dijo una voz
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
— ¿Quién? — Es voz del la
ama
187
— mur-
de leche....
muró Garduña.
— ¡Yo! respondió ñiga.) — ¡Abrid
D. Eugenio de Zú-
(
!
Pasó un instante de silencio.
—¿Y quién
es
V.?
—replicó luego
la
no-
driza.
—¿Pues no el
está
V. oyendo?
— ¡Soy
amo!.... ¡el Corregidor!....
Hubo ^
me
otra pausa.
— ¡Vaya V. mucho con Dios! (repuso buena mujer.) — Mi amo vino hace una ^'"^ acostó en seguida. — Acuéshora, y v^
la
se
que tendrán en
\
Y
la
ventana
el
,
puerta? la
vino
^ ^
cubrió
se
,
q
!
(tronó
el
5
<^^i^^^í<J, el
rostro
AAc
cL
Corregidor, fuera_de. le
digo que abra la
¿No oye V. que soy yo? ¿Quiere V.
ahorque también?
La ventana volvió á abrirse. Pero vamos á ver.... (expuso
—
¿Quién
el
se cerrój_e_gplp.e.
¿No oye V. que
que
^^^
manos.
las
— ¡Ama! sí.)
y duerman
cuerpo
La seña Frasquita con
^*^
j
tense Vds. también
\y
'^'"
es
el
V. para dar esos gritos?
ama).
\^y y
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
l88
— íSoy —
el
Dale
i
Corregidor! bola!
.
Nó
¿
le
digo á V. que
señor Corregidor vino
el
de las
antes
y que yo lo vi con mis propios ojos encerrarse en las habitaciones de la doce....,
Señora? ¿Se quiere V. divertir conmigo?
— ¡Pues
pasa
espere
V
y verá
lo
que
le
!
mismo tiempo
Al
mente
la
puerta, y
se
abrió repentina-
una nube de criados y
ministriles, provistos de_sendos_garrqte§, se lanzó sobre los
furiosamente
—
/
es el
Á
¡
ver
!
de afuera
,
exclamando
:
¿Dónde
Corregidor?
está ese
¿Dónde
que dice que
está ese
chusco?
¿Dónde^está ese borracho?
Y
se
armó un
en medio de
la
lío
de todos los demonios
oscuridad, sin ^que nadie
pudiera entenderse, y no dejando de bir algunos palos el Corregidor,
reci-
Garduña,
Juan López y Toñuelo. Era la segunoa paliza que le costaba á
el Sr.
y{ D. Eugenio además
del
su aventura de aquella noche,
remojón que
se dio
en
el
caz
del molino.
La seña Frasquita, apartada de aquel
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
189
laberinto, lloraba por la primera vez de su vida....
— ¡Lucas!
¡Lucas
do dudar de mí
!
I
¡Y has
(decía.)
¡Y has podido
en tus brazos á otra
!
— ¡Ah!
ventura no tiene ya remedio
podi-
estrechar
¡nuestra des!
^^y^
XXIX.
POST NUBILA.... DIANA.
uÉ escándalo es este?
una voz
,
resonando enci-
de aquella baraúnda.
Todos levantaron á
al fin
tranquila, majestuosa y de
gracioso timbre
ma
—dijo
una mujer,
vestida
y vieron de negro, asomada al la cabeza,
balcón principal del edificio.
—
¡
La Señora!
pendiendo
— dijeronlos criados, sus-
la retreta
de palos.
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
192
— ¡Mi mujer! — tartamudeó D. Eugenio. — Que pasen esos — El señor Corregidor dice que permite.... — agregó rústicos....
lo
Corregidora.
la
Los criados cedieron
el
paso,
y
el
de Zú-
ñiga y sus acompañantes penetraron en
el
y tomaron por la escalera arriba. Ningún reo ha subido al patíbulo con
portal
/
paso tan inseguro y semblante tan
dado como
el
demu»
Corregidor subíalas escale-
ras de su casa,
— Sin
embargo,
la
idea de
su deshonra principiaba ya á descollar,
con noble egoísmo, por encima de todos
que había causado y que y sobre las demás ridiculeces
los infortunios
lo afligían
de
A
la situación
en que
se hallaba....
— ¡Antes que todo (iba
pensando), soy
un Zúñiga y un Ponce de León!..,. ¡Ay de aquellos que lo hayan echado en olvido!
¡Ay de mi mujer,
nombre!
si
ha mancillado mi
XXX.
UNA SEÑORA DE CLASE.
A Corregidora recibió á su esposo
y á
la rústica
comitiva en
el
salón
principal del Corregimiento.
Estaba sola, de pie, y con los ojos cla-
vados en
la puerta.
Érase una principalísima dama, bastante
joven todavía, de plácida
y severa her-
mosura, más propia del pincel cristiano 15
EL
194
SOMBRERO DE TRES
que del pincel
PICOS.
y estaba vestida con toda la nobleza y seriedad que consentía el gusto de la época. Su traje, de
mangas huecas y de alepín negro una paño-
y estrecha
corta
subidas, era leta
gentílico,
falda y
:
de blonda blanca, algo amarillenta,
velaba sus admirables hombros, y larguí-
simos maniquetes ó mitones de tul negro cubrían
la
mayorparte de sus alabastrinos
brazos. Abanicábase majestuosamente con
un pericón enorme, lipinas,
traído de las islas Fi-
y empuííaba con
la otra
mano un
pañuelo de encaje, cuyos cuatro picos col-
gabansimétricamente con una regularidad sólo comparable á la de su actitud y
me-
nores movimientos.
Aquella hermosTmujer tenía algo de
y mucho de abadesa, é infundía por ende veneración y miedo á cuantos la mireina
raban. Por lo demás,
el
atildamiento de
su traje á semejante hora, su continente y
alumbraban Corregidora
las
el salón,
se
la
gravedad de
muchas
luces que
demostraban que
habí/ esmerado en dar á
aquella escena una solemnidad teatral
un
tinte
la
y
ceremonioso que contrastasen con
EL SOMBRERO DE TRES PICOS. el
carácter villano
y grosero de
1
95
aventura
la
de su marido. Advertiremos, finalmente, que aquella señora se llamaba doña Mercedes Carrillo
de Albornoz y Espinosa de los Monteros,
y que era hija, nieta, biznieta, tataranieta y hasta vigésima nieta de la Ciudad, como descendiente de sus ilustres conquistadores.
— Su familia, por
mundana,
la
razones de vanidad
había inducido á casarse con ^^^^T^
y acaudalado Corregidor, y ella, que de otro modo hubiera sido monja,
el
viejo
pues su vocación natural al
la iba
llevando
claustro, consintió en aquel doloroso
sacrificio.
A
la
sazón tenía ya dos vastagos del
arriscado madrileño, y
que había
otra vez
Conque volvamos
aun
se
moros en
susurraba
la costa....
á nuestro cuento.
XXXI.
LA PENA DEL TALION,
ERGEDEs! (exclamó al
el
Corregidor
comparecer delante de su
es-
posa.) Necesito saber inmediatamente....
—^¡Hola,
tío
Corregidora rre
,
Lucas! ¿V. por aquí? interrumpiéndole.
alguna desgracia en
—
¡
Señora
!
¡
el
)
(dijo la
— ¿Ocu-
molino?
no estoy para chanzas
!
(re-
y
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
198
puso
el
Corregidor hecho una
fiera.)
Antes de entrar en explicaciones por mi parte
qué ha sido de mi
necesito saber
,
honor....
—
¡
Esa no
es
cuenta mía! ¿Acaso
me
lo
ha dejado V. á mí en depósito?
—
Sí, señora....
genio.)
¡Á
V.
!
(replicó
D. Eu-
— ¡Las mujeresson depositarías del
honor de sus maridos
!
—Pues entonces, mi querido Lucas, pregúntele V. á su mujer.... — Precisatío
mente nos
está
escuchando.
La seña Frasquita, que do á cie
la
había queda-
puerta del salón, lanzó una espe-
de rugido.
— Pase V. la
se
,
señora, y siéntese.
.
..
—añadió
Corregidora, dirigiéndose á la Molinera
con dignidad soberana. Y, por su parte, encaminóse
/La generosa navarra desde luego toda
la
al sofá.
supo comprender
grandeza de
la actitud
de aquella esposa injuriada...., éinjuriada acaso doblemente.... Así es que, alzándose
en
el
acto á igual
—
dominó
sus na-
y guardó un silencio deEsto sin contar con que la seña
turales ímpetus,
coroso.
altura,
SOMBRERO DE TRES
EL
PICOS.
1
99
Frasquita, segura de su inocencia y de su fuerza, níala,
no
sí,
tenía prisa de defenderse.
de acusar; y mucha!....; pero no
ciertamente ala Corregidora. ella
— Te-
— jCon quien
deseaba ajustar cuentas era con
Lucas no estaba
Lucas...., y el tío
— Seña
dama,
Frasquita....
al ver
que
movido de su
sitio)
puede pasar y
sentarse.
:
le
y^
allí!
noble
(repitió la
Molinera no
la
el tío
se
había
he dicho á V. que
Esta segunda indicación fué hecha con
voz más afectuosa y sentida que ra....
— Dijérase que
la
la
Corregidora había
adivinado también por instinto, en
el
prime-
reposado continente y en
al fijarse
la
varonil
hermosura de aquella mujer, que no iba habérselas con sino quizás
como
ella;
un
y despreciable,
ser bajo
más bien con
otra infortunada
— ¡infortunada,
hecho de haber conocido
á
sí,
al
por
el
solo
Corregidor
!
Cruzaron, pues, sendas miradas de paz
\
y de indulgencia aquellas dos mujeres que se
consideraban dos veces
rivales,
y nota-
ron con gran sorpresa que sus almas se aplacieron
la
hermanas que
una en se
la otra,
reconocen.
como dos
/
/
^
200
SOMBRERO DE TRES
EL
No
de Otro
modo
PICOS.
y saludan á
se divisan
de
lo lejos las castas nieves
las
encumbra»
das montañas.
Saboreando
estas dulces
emociones,
Molinera entró majestuosamente en lón,
A en
en
se sentó
y
su paso por
la
de una
el filo
el
la
el sa-
silla.
molino, previendo que
Ciudad tendría que hacer
visitas
de
importancia, se había arreglado un poco y puéstose una mantilla de franela negra,
con grandes felpones, que
namente.
Por está
sentaba divi-
— Parecía toda una seííora. que toca
lo
le
al
Corregidor, dicho se
que había guardado silencio durante
aquel episodio.
— El rugido
Frasquita y su aparición en
de la
la
seña
escena no
habían podido menos de sobresaltarlo. ¡Aquella mujer
que
la
le
causaba ya más terror
suya propia!
— Conque vamos, guió
Doña Mercedes, Ahí
marido.) ta....
tío
Lucas.... (prosi-
dirigiéndose á su
tiene V. á la seña Frasqui-
¡Puede V. volver á formular su de-
manda
! i
Puede V. preguntarle aquello de
su honra!
— Mercedes,
¡por los clavos de Cristo!
SOMBRERO DE TRES
EL
Corregidor.)
(gritó el
Mira que tú no
¡
bes de lo que soy capaz
conjuro á que dejes
201
PICOS.
la
!
¡
Nuevamente
sa-
broma y me
te
digas
todo lo que ha pasado aquí durante mi ausencia!
—¿Dónde está
—¿Quién?¿Mi
ese
hombre?
marido?....
se está levantando,
Mi marido
y ya no puede tardar
en venir.
— ¡Levantándose! — bramó D.
—¿Se asombra ría
Eugenio.
V.?¿Pues dónde que-
V. que estuviese á estas horas un hom-
bre de bien, sino en su casa, en su cama,
y durmiendo con su como manda Dios?
— jMerceditasi
¡Ve
legítima consorte,
lo
que
te dices!
para en que nos están oyendo!
que soy
i
¡Re-
Repara en
Corregidor!....
el
— ¡A mí no me dé V. voces,
tío
Lucas,
ó mandaré á los Alguaciles que lo lleven á la cárcel!
— replicó
niéndose de
— ¡Yo á de
la
la
pie.
la cárcel!
¡Yo! ¡El Corregidor
Ciudad!
—El
Corregidor de
la
sentante de la Justicia,
Rey
Corregidora, po-
Ciudad, el
el
repre-
apoderado del
(repuso la gran señora con una seve-
V;^
202
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
ridad y
una energía que ahogaron
voz
la
del fingido molinero), llegó á su casa á la
hora debida, á descansar de
las
reas de su oficio, para seguir
parando
la
honra y
nobles ta-
mañana am-
vida de los ciuda-
la
danos, la santidad del hogar y
de
las
el
recato
mujeres, impidiendo de este
modo
que nadie pueda
disfrazado
entrar,
Corregidor ni de ninguna otra cosa, en
de la
alcoba de la mujer ajena
;
da sorprender á
en su descuidado
reposo
;
la virtud
que nadie pue-
que nadie pueda abusar de su
casto sueño....
— ¡Merceditas! ¿Qué es lo que profieres? (silbó el
Corregidor con labios y encías.)
que ha pasado eso en mi
¡Si es verdad casa, diré
da,
una
que
una
eres
picara,
una
pérfi-
licenciosa!
— ¿Con quién habla este hombre? (prorumpió
la
paseando tantes.)
K
Corregidora desdeñosamente, y la vista
¿Quién
sea
es
este loco?
es
creer
un honrado molinero como
el tío
¡
Ni
siquiera
Lucas, á pesar de que llano!
¿Quién
puedo ya
este ebrio?....
que
por todos los circuns-
— Sr. Juan
viste su traje
de vi-
López, créame V. (con-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
encarándose con
tinuó,
Alcalde de
el
monterilla, que estaba aterrado): rido, el Corregidor de la
2O3
mi ma-
Ciudad, llegó á
con su som-
esta su casa hace dos horas,
brero de tres picos, su capa de grana, su
espadín de caballero y su bastón de auto-
Los criados y alguaciles que me
ridad....
escuchan
se levantaron,
verlo pasar por
por
el
el
y
lo
saludaron
portal, por la escalera
al
y
recibimiento. Cerráronse en segui-
y desde entonces no ha penetrado nadie en mi hogar hasta da todas
las puertas,
que llegaron Vds.
ponded
—¿Es esto cierto? — Res-
vosotros....
— ¡Es verdad!
¡Es
muy
verdad!
— con-
testaron la nodriza, los domésticos y los ministriles la
todos los cuales, agrupados á
;
puerta del salón, presenciaban aquella
singular escena.
— ¡Fuera de aquí todo tó
mundo!
(gri-
D. Eugenio, echando espumarajos de
rabia.)
— ¡Garduña!
prende á estos al respeto
la
el
!
¡
viles
Todos
¡Ven y
¡Garduña! que
me están
á la cárcel
!
¡
faltando
Todos
y^ á
horca!
Garduña no
parecía por
ningún lado.
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
204
—Además,
(continuó
señor,...
Doña
Mercedes, cambiando de tono y dignándose ya mirar á su marido y tratarle á
temerosa de que
tal,
las
como
chanzas llega-
ran á irremediables extremos). Suponga-
mos que V. que V.
es
mi
esposo....
Supongamos
D. Eugenio de Zúñiga y Ponce
es
de León....
— ¡Lo soy! — Supongamos,
/
además, que
piese alguna culpa en haber
V.
me
cu-
tomado por
hombre que penetró en mi alcoba
al
vestido de Corregidor....
— ¡Infames! — gritó mano con
el
viejo,
echando
y encontrándose sólo con la faja de molinero
á la espada,
el sitio
ó sea
murciano.
La navarra de
la
se tapó el rostro
con un lado
mantilla para ocultar las llamaradas
de sus
celos.
— Supongamos todo (continuó sibilidad
lo
que V.
Doña Mercedes con una impainexplicable).
ahora, señor mío
:
Pero dígame V.
¿Tendría derecho
á
como fis¿Podría V. sentenciarme como juez?
quejarse? ¿Podría V. acusarme cal?
quiera....
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
2O5
¿Viene V. acaso del sermón? ¿Viene V.
¿Ó
de confesar? ¿Viene V. de oir misa?
dónde viene V. con viene V. con esa
sado V.
— Con
¿De dónde señora? ¿Dónde ha pa-
mitad de
la
de
ese traje?
noche?
la
permiso....
— exclamó
la
seña
poniéndose de pie como em-
Frasquita,
pujada por un resorte, y atravesándose
arrogantemente entre
la
Corregidora y su
marido. Este,
que iba á hablar,
boca abierta
al ver
que
la
se
quedó con
la
navarra entraba
en fuego.
Pero doña Mercedes
— Señora, no mí
se fatigue
explicaciones....
V., ni
¡
Yo no
mucho menos!
se las
pido á
—Allí viene
quien
puede pedírselas á justo dase V. con
gabinete,
cas, vestido
título....
¡
Entién-
él!
Al mismo tiempo
un
y dijo: V. en darme á
se anticipó,
se abrió la
y apareció en
puerta de
ella el tío
Lu-
de Corregidor de pies á cabeza,
y con bastón, guantes y espadín, como si
se presentase
en
las
Salas de Cabildo.
XXXII.
LA FE MUEVE LAS MONTAÑAS.
ENGAN Vds.
muy
— pronunció quitándose
el
el
buenas noches, recién
llegado,
sombrero de
tres
y hablando con la boca sumida, como solía D. Eugenio de Zúñiga.
picos
En
,
seguida se adelantó por
el
salón, ba-
lanceándose en todos sentidos, y fué á besar la
mano
de
la
Corregidora.
208
SOMBRERO DE TRES PICOS.
EL
Todos
quedaron estupefactos.
se
parecido del
Lucas con
tío
el
— El
verdadero
Corregidor era maravilloso. Así es que
mismo tener
Sr.
una
y hasta
,
el
Juan López, no pudieron concarcajada.
D. Eugenio y
servidumbre
la
sintió aquel
se lanzó sobre el tío
nuevo agravio,
Lucas como un ba-
silisco.
Pero
la
seña Frasquita metió
tante, apartando al Corregidor
zo de marras
con
y Su Señoría, en
,
el
monel
bra-
evitación
de otra voltereta y del consiguiente ludibrio, se dejó atropellar sin decir oxte ni
moxte.
— Estaba
visto
que aquella mujer
había nacido para domadora del pobre viejo.
El
muerte ba
;
Lucas
tío
al
se
puso más pálido que
ver que su mujer se le acerca-
pero luego se dominó, y, con una risa
tan horrible qiie tuvo que llevarse la
no
la
al
corazón para que no
pedazos rregidor
,
dijo,
se
le
remedando siempre
ma-
hiciese al
Co-
:
— ¡Dios
te
guarde, Frasquita! ¿Le has
enviado ya á tu sobrino
el
nombramiento?
EL SOMBRERO DE TRES PICOS. ¡
Hubo que
Tiróse
ver entonces á la navarra
mantilla atrás
la
la frente
como
ojos
dos
:
Te
¡
!
y, clavando en
,
Corregidor dos
puñales
—
levantó
,
con soberanía de leona el falso
209
desprecio, Lucas!
—
le dijo
en mi-
tad de la cara.
Todos creyeron que ¡Tal gesto,
tal
había escupido.
le
ademán y
acentuaron aquella
tal
tono de voz
frase!
El rostro. del Molinero se transfiguró
Una especie
oir la voz de su mujer.
piración
semejante á
,
la
de
había penetrado en su alma
de luz y de alegría dose por un
con
las
dad en
de ins-
la fe religiosa, ,
inundándola
Así es que, olvidán-
momento de cuanto
y creído ver en
visto
al
el
había
molino, exclamó,
lágrimas en los ojos y
la sinceri-
los labios
— ¿Conque tú eres mi Frasquita? — No respondió la navarra fuera de ¡Yo no soy ya tu Frasquita! — Yo soy.... 1
!
(
sí.)
¡
Pregúntaselo á tus hazañas de esta noche,
y
ellas te
dirán lo que has hecho del cora-
zón que tanto
Y
se
echó á
te quería!....
llorar,
como una montaña 14
210
SOMBRERO DE TRES
EL
PICOS.
de hielo que se hunde y principia á derretirse.
La Corregidora
se
adelantó hacia
poder contenerse, y
sin
brazos con
mayor
el
cía
,
puso entonces á
se
tampoco
sin saber
en sus
la estrechó
cariño.
La seña Frasquita besarla
que
lo
ha-
se
diciéndole entre sus sollozos,
,
ella
como
una niña que busca amparo en su madre:
—
¡
Señora
,
señora!
i
Qué
desgraciada
soy!
— ¡No tanto
como V.
se figura!
— con-
también
testábale la Corregidora, llorando
generosamente.
—
—
Yo sí que soy desgraciado gemía al mismo tiempo el tío Lucas, andando á puñetazos con sus lágrimas, como aver!
¡
gonzado de
— Pues
verterlas.
¿y yo?
(
prorumpió
Don
al fin
Eugenio, sintiéndose ablandado por
el
contagioso lloro de los demás, ó esperan-
do salvarse también por quiero decir, por
yo soy un
picaro!
la vía
húmeda;
la vía del llanto.)
¡un monstruo!
¡
—
i
un
Ah, ca-
lavera deshecho, que ha llevado su merecido!
EL
Y
rompió
zado á
Y
SOMBRERO DE TRES
la
éste
á berrear tristemente, abra-
barriga del Sr.
y
211
PICOS.
Juan López.
los criados lloraban de
manera, y todo parecía concluido,
embargo, nadie
se
había explicado.
igual y, sin
XXXIII
PUES
L tío
¿
Y TÚ
Lucas fué
salió á flote
?
el
.primero que
en aquel mar de
lá-
grimas.
Era que empezaba á acordarse otra vez de
lo
que había
— ¡Seííores,
visto por el ojo de la llave.
vamos
á cuentas!....
—dijo
de pronto.
—No hay
cuentas que valgan, tío
Lu-
—
Su mu-
¡
de V. es una bendita!
— Bien.... — ¡Nada de pero!.... sí....;
y
PICOS.
(exclamó la Corregidora).
cas....
jer
SOMBRERO DE TRES
EL
2 14
verá
me
cómo
dio
Déjela V. hablar,
se justifica.
— Desde que
la vi,
corazón que era una santa, á
el
pesar de
pero....
todo lo que V.
me
había con-
tado....
—
¡
Bueno
que
;
hable!....
— dijo
el
tío
Lucas.
— ¡Yo no hablo! (contestó la Molinera.) ¡El la
que tienequehablar
verdad es que
Y
la
erestú!....
Porque
tú....
seña Frasquita no dijo más, por
impedírselo
invencible respeto que le
el
inspiraba la Corregidora.
— Pues ¿y
tú?
— respondió
perdiendo de nuevo toda
— Ahora
no
se trata
de
el tío
Lucas,
fe.
ella.... (gritó el
Corregidor, tornando también á sus ce-
—
V. y de esta señora! ¡Ah, Merceditas!.../ ¿Quién había de de-
los),
i
Se
cirme que
tratí\.de
tú?....
'/
— Pues ¿y tú? — repuso midiéndolo con
Y
la
Corregidora,
la vista.
durante algunos momentos,
los
dos
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
matrimonios repitieron cien veces
mas
frases
—¿Y
215 las
mis-
:
tú?
—¿Pues y tú? — ¡Vaya que tú! — ¡No
que tú
!
— Pero ¿cómo has podido
tú?....
Etc., etc., etc.
La la
cosa hubiera sido interminable,
si
Corregidora, revistiéndose de dignidad,
no
dijese por
último á D. Eugenio
:
— ¡Mira, cállate tú ahora! Nuestra cuestión particular
ventilaremos más ade-
Lo que urge en
lante.
devolver
tingo
paz
la
muy
cosa
la
al
al
fácil á
Sr.
momento
este
corazón del
mi
juicio
;
pues
Juan López y
que están saltando por
tío
es
Lucas:
allí
dis-
Toñuelo,
á
justificar á la
seña
Frasquita.
— los
j
Yo no
necesito
queme
hombres! (respondió
justifiquen
ésta.)
— Tengo
dos testigos de mayor crédito, á quienes
nose
dirá que he seducidonisobornado....
—Y
¿
dónde están?
—preguntó
nero.
— Están
abajo, en la puerta....
el
Moli-
2l6
SOMBRERO DE TRES
EL
—Pues
PICOS.
que suban, con permiso
diles
de esta señora.
— Las pobres
y(
— |Ah!
no podrían
subir....
¡Son dos mujeres!.... ¡Vaya un
testimonio fidedigno!
— Tampoco son dos
mujeres. Sólo son
dos hembras....
—i Peor que peor! Serán Hazme el favor de decirme
dos niñas!....
i
sus nombres.
— La una se llama Piñona y
la otra Li-
viana....
— ¡Nuestras dos burras — Frasquita
:¿te
!
estás riendo de
—No
:
mí?
que estoy hablando
Yo puedo
probarte, con
nuestras burras,
muy
formal.
testimonio de
el
que no me hallaba en
molino cuando tú
viste
en
él al
el
señor Co-
rregidor.
—-¡Por
Dios
— ¡Oye,
te
pido que
te
expliques!
y muérete de vergüenza por haber dudado de mi honradez! Lucas....
Mientras tú ibas esta noche desde
gar á nuestra casa, nuestra casa te,
al
yo me
el
Lu-
dirigía desde
Lugar, y, por consiguien-
nos cruzamos en
marchabas fuera de
el
él, ó,
camino. Pero tú por mejor decir,
EL SOMBRERO DE TRES .PíCOS. te
217
,
habías detenido á echar unas yescas en
medio de un sembrado....
— ¡Es verdad queme detuve!.... — Continúa.
— En esto rebuznó tu — ¡Justamente! — Ah
borrica....
¡
,
qué
feliz soy!....
¡Habla, habla; que cada palabra tuya
me
devuelve un año de vida!
— Y á aquel rebuzno el
le
contestó otro en
camino....
— ¡Oh!
sí.... sí....
— ¡Bendita
¡Me
seas!
parece estarlo oyendo!
— Eran Liviana y
Piñona, que
se
ha-
como bue-
bían reconocido y se saludaban
nas amigas, mientras que nosotros dos ni
nos saludamos ni nos reconocimos....
—
i
No me
digas más!....
¡No me
digas
más!....
— Tan
no nos reconocimos (continuó
la seña Frasquita),
que
los dos
nos asus-
tamos y salimos huyendo en direcciones contrarias.... ¡Conque ya ves que yo no
—
estaba en el molino!
— Si
ahora por qué encontraste
quieres saber al
señor
Co-
rregidor en nuestra cama, tienta esas ropas
que
llevas puestas,
y que todavía estarán
2l8
EL SOxVlBRERO DE TRES PICOS.
húmedas, y
dirán mejor que yo.
te lo
¡Su Señoría se cayó en
el
caz del molino,
y Garduña lo desnudó y lo acostó Si quieres saber por
qué abrí
fué porque creí qué
me
ahogaba y fin, si to....
por
allí!
la puerta....,
eras tú
el
que
se
llamaba á gritos. Y, en
nombramienPero no tengo más que decir presente. Cuando estemos solos, te
quieres saber lo del
—
la
de ese y otros particulares....
enteraré
que no debo
referir
delante de esta se-
ñora.
— ¡Todo
lo
que ha dicho
quita es la pura verdad!
seña Fras-
la
—gritó
el
señor
Juan López, deseando congraciarse con
Doña Mercedes, en
el
que
ella
imperaba
Corregimiento.
— ¡Todo! siguiendo
la
— ¡Hasta Corregidor,
¡Todo!
más
dencia.)
Toñuelo,
amo.
ahora...., todo!
— agregó
el
complacido de que
las
muy la
navarra no hubieran
lejos....
— ¡Conque en tanto
— añadió
corriente de su
explicaciones de ido
visto
el tío
eres inocente!
(exclamaba
Lucas, rindiéndose á
— ¡Frasquita
la evi-
mía, Frasquita de
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
mi alma! Perdóname
la inj usticia
¡
ja
que
te
— Esa testó la
219 ,
y de-
dé un abrazo! es
harina de otro
costal....
Molinera, hurtando
Antes de abrazarte, necesito
(con-
cuerpo).
el
oir tus expli-
caciones....
— Yolas daré por
él
y por
mí...
— dijo
Doña Mercedes.
— ¡Hace rando!
una hora que
— profirió
las estoy
espe-
Corregidor, tratando
el
de erguirse.
— Pero no
daré (continuó la Corre-
las
gidora, volviendo
mente res
la
espalda desdeñosa-
á su marido) hasta
hayan descambiado
aun entonces, merezca
se las
estos seño-
vestimentas....; y,
daré tan sólo á quien
oirías.
— Vamos.... (díjole el
que
Vamos
á
descambiar....
murciano á D. Eugenio, ale-
grándose
mucho
de no haberlo asesina-
do, pero mirándolo todavía con
verdaderamente
morisco).—
de Vuestra Señoría
muy
me
ahoga!
j
un odio
El
traje
¡He sido
desgraciado mientras lo he tenido
puesto!....
— ¡Porque no
lo entiendes! (respondió-
220 le el
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
Corregidor.) lYo estoy, en cambio,
deseando ponérmelo, para ahorcarte á
y á medio mundo, si no me exculpaciones de mi mujer!
La Corregidora, que oyó bras, tranquilizó
á la
ti
satisfacen las
estas
pala-
reunión con una
suave sonrisa, propia de aquellos afanados ángeles cuyo ministerio es guardar á los
hombres.
á
XXXIV.
TAMBIÉN LA CORREGIDORA ES GUAPA.
ALiDO que hubieron de la sala el
Corregidor y tóse de el
sofá
;
el
nuevo
Lucas
tío
la
ministriles
los
que obstruían
dijo con afable sencillez
sen-
Corregidora en
colocó á su lado á
quita,y, dirigiéndose á
,
la
seña Fras-
domésticos y la
puerta,
les
:
— ¡Vaya, muchachos!.... Contad ahora
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
222
vosotros á esta excelente mujer todo lo
malo que
sepáis de mí.
Avanzó
ama de
el
que más
como
leche,
alas tenía en la casa
demás
lencio á los
nera
un mismo tiempo;
hablar á
quisieron
pero
cuarto estado, y diez voces
el
y
,
persona
la
impuso
,
dijo de esta
si-
ma-
:
— Ha de
saber V., seña Frasquita, que
estábamos yo y mi señora esta noche
al
cuidado de
si
venía
el
los
niños
,
esperando á ver
amo y rezando
para hacer tiempo
(
tercer Rosario
el
pues
razón traída
la
por Garduña había sido que andaba
el
señor Corregidor detrás de unos facine-
muy
rosos
terribles
,
y no era cosa de
acostarse hasta verlo entrar sin novedad),
cuando sentimos ruido de gente en coba inmediata, que res tienen su
mos
la
es
donde mis seño-
cama de matrimonio. Cogiy fuimos alcoba cuando
luz, muertas de miedo,
á ver quién andaba en la i
la al-
,
ay, Virgen del Carmen!,
al
mos que un hombre,
vestido
ñor, pero que no era
él
(
entrar, vi-
como mi
¡como que
se-
era
su marido de V.!), trataba de esconder-
EL SOiMBRERO DE TRES PICOS.
debajo de
se
cama.
la
^^
223
¡Ladrones
principiamos á gritar desaforadamente
un momento después llena de gente,
y
— Mi
,
y
habitación estaba
sacaban
alguaciles
los
arrastrando de su Corregidor.
la
I ^^
escondite
señora, que,
al
fingido
como
to-
dos, había reconocido al tío Lucas, y que lo vio con aquel traje, temió que hubiese
amo, y empezó á dar unos lamentos que partían las piedras.... <jí¡Á la matado
al
cárcel! ¡A la cárcel!)^ to los la
demás.
,
decíamos entre tan-
¡Ladrón! ¡ AsesÍ7io!», era
(.(
mejor palabra que oía
el tío
Lucas
así es
que estaba como un difunto,
mado
á
mía.
una pared
,
— Pero, viendo
sin
luego que se lo lleva-
que voy á
la cárcel,
petir,
aunque verdaderamente mejor :
—
dijo....
a
y
arri-
decir esta boca es
ban á
para callado
;
lo
re-
sería
Señora, yo no soy
la-
»drón, ni asesino: elladrón yel asesino
mi honra, está en mi «con mi mujer.»
»de
casa, acostado
— ¡Pobre Lucas! — suspiró la seña Frasquita.
— ¡Pobre
de mí!
— murmuróla
gidora tranquilamente.
Corre-
224
EL
SOMBRERO DE TRES PICOS.
— Eso dijimos todos.... «¡Pobre cas y pobre Señora!» — Porque....
Lu-
tío
la ver-
dad, seña Frasquita, ya teníamos idea de
que mi señor
liabía puesto los ojos en
que
V
— ¡Ama! (exclamó severamente
la
aunque nadie
y^
gidora.)
¡No
se figuraba
V
,
Corre-
siga V. por ase camino!....
— Continuaré yo por
el otro.... (dijo
alguacil, aprovechando aquella
un
coyuntu-
— El
ra
para apoderarse de la palabra).
tío
Lucas (que nos engañó de lo lindo con
manera de andar cuando en-
su traje y sü tró
en
la casa
mos por
el
;
tanto que todos lo toma-
señor Corregidor)
,
no había
venido con
muy
buenas intenciones que
digamos, y
si la
Señora no hubiera
do levantada.,.., figúrese V.
lo
esta-
que habría
sucedido....
— ¡Vamos! rrumpió
más que quita
:
¡Cállate tú
la cocinera.)
tonterías!
el tío
—
i
también
No
— Pues,
I
(inte-
estás diciendo sí,
seña Fras-
Lucas para explicar su pre,
sencia en la alcoba de
mi ama, tuvo que
confesar las intenciones que traía.... ¡Por cierto
que
al oírlo,
y
pudo contener
la
Señora no
le
arrimó una bofetada en me-
se
SOMBRERO DE TRES
EL
dio de la boca, que
le
dejó la mitad de las
palabras dentro del cuerpo lo llené de insultos
sacarle los ojos....
—
225
PICOS.
!
— Yo misma
y denuestos, y quise Porque ya conoce V.,
seña Frasquita, que, aunque sea su marido de V., eso de
venir con sus
manos
lavadas....
— ro,
Eres una bachillera
¡
!
poniéndose delante de
(gritó el portela oradora.)
¿Qué más hubieras querido fin,
seña Frasquita, óigame
vamos lo
que
al asunto.
tur....
— En
V. á mí, y
— La Señora hizo y dijo
debía....; pero luego,
calmado ya su
enojo, compadecióse del tío Lucas y paró
mientes en
el
mal proceder
del señor
Co-
rregidor, viniendo á pronunciar estasó pa-
recidas palabras
:
— «Por infame
»ya sido su pensamiento de V.,
que hatío
Lu-
y aunque nunca podré perdonar » tanta insolencia, es menester que su muscas,
V. y mi esposo crean durante al»gunas horas que han sido cogidos en sus
»jer de
«propias redes, y que V., auxiliado por »ese disfraz, «afrenta.
les
ha devuelto afrenta por
¡Ninguna venganza mejor po-
«demos tomar de
ellos
que
este
engaño, 15
'1
220
EL
SOMBRERO DE TRES
PICOS.
»tan fácil de desvanecer cuando nos aco-
>»mode!»
—Adoptada tan graciosa
ción, la Señora
y
resolu-
Lucas nos
el tío
alec-
cionaron á todos de lo que teníamos que hacer y decir cuando volviese
Su Seño-
y por cierto que yo le he pegado á Sebastián Garduña tal palo en la rabadilla,
ría
;
que creo no po
la
das!
se le olvidará
en
mucho
tiem-
noche de San Simón y San Ju-
....
Cuando
el
portero dejó dé hablar, ya
hacía rato que la Corregidora y la Moli-
nera cuchicheaban
al
y besándose
momento, y no pu-
á cada
oído, abrazándose
diendo en ocasiones contener ¡Lástima que no blaban!.,.. sin gran lectora.
— Pero
esfuerzo
el :
y,
se
la risa.
oyera loque ha-
lector se lo si
no
el
figurará
lector,
la
XXXV.
DECRETO IMPERIAL.
EGRESARON en csto á rregidor y
el
la sala el
Lucas
tío
,
Co-
vestido
cada cuál con su propia ropa.
— do
¡
el
Ahora me toca
á
!
—entró dicien-
insigne D. Eugenio de Zúñiga.
Y, después de dar en bastonazos (á
mí
como
el
suelo
un par de
para recobrar su energía
guisa de Anteo oficial, que no se sen-
228 tía
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
fuerte hasta
caba en
que su caña de Indias to-
la Tierra), díjole á la
Corregidora
con un énfasis y una frescura indescriptibles
:
— ¡Merceditas....,
estoy esperando tus
explicaciones....
Entre tanto, tado y
al
Molinera
le tiraba al tío
de paz, que dolo
la
le
se
había levan-
Lucas un pellizco
hizo ver estrellas, mirán-
mismo tiempo con desenojados y
hechiceros ojos.
El Corregidor, que observara aquella
pantomima, quedóse hecho una pieza, acertar á explicarse
sin
una reconciliación tan
inmotivada,
— Dirigióse, pues, de nuevo á su mujer, y
le dijo,
—
i
hecho un vinagre
Señora
!
;
Todos
se
:
entienden menos
Sáqueme V. de dudas.... Se lo mando como marido y como Corregidor! nosotros
Y
I
¡
dio otro bastonazo en
—¿Conque
se
el
suelo.
marcha V.? (exclamó
Doña Mercedes, acercándose
á la seña
Frasquita y sin hacer caso de D. Eugenio.)
— Pues vaya V. descuidada,
que
este
escándalo no tendrá ningunas consecuen-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS. cias.
—
¡
229
Rosa alumbra á estos señores, que !
dicen que se marchan....
— Vaya
V. con
Dios, tío Lucas.
— ¡Oh....
no! (gritó
de Zúñiga, in-
el
terponiéndose.) ¡Lo que es
marcha!
se
¡
El
tío
Lucas no
el tío
Lucas queda arrestado
hastaque sepa yo toda
la
verdad
!
—
¡
Hola,
alguaciles! ¡Favor al Rey!....
Ni un solo ministro obedeció á D. Eugenio.
— Todos
miraban
á la
Corregi-
dora.
— ¡A ver,
—añadió
hombre! ¡Deja pasando
ésta,
el
paso libre!
casi sobre su
ma-
y despidiendo á todo el mundo con mayor ñnura es decir, con la cabeza
rido, la
;
ladeada, cogiéndose la falda con la punta
de los dedos, y agachándose graciosamente,
hasta completar la reverencia que á la
sazón estaba de moda, y que se llamaba la
pompa.
— Pero yo
...
.
Pero tú.
Pero aquellos....
. . .
Pero nosotros.
— seguía mascujando
. .
el
tirándok á su mujer del vestido y perturbando sus cortesías mejor iniciadas.
vejete,
¡Inútil afán! ¡Nadie
Señoría!
hacía caso de
Su
230
SOMBRERO DE TRES
EL
Marchado que ya en
los
ges, la le á
PICOS.
hubieron todos, y so-
se
salón los desavenidos
el
Corregidora
su esposo, con
dignó
se
cónyu-
al fin decir-
acento que hubiera
el
empleado una Czarina de todas
las
Rusias
para fulminar sobre un Ministro caído la
orden de perpetuo destierro á
— Mil años ha pasado
la
Siberia:
que vivas ignorarás
esta
noche en mi
hubieras estado en
ella,
lo
que
alcoba.... Si
como
era regular^
no tendrías necesidad de preguntárselo á nadie.
— Por lo que á mí toca, no hay ya,
habrá jamás, razón ninguna que
ni
obligue á satisfacerte de
tal
mis
modo, que
hijos, te
ese balcón,
pues
;
arrojaría ahora
como
te
de mi dormitorio.
arrojo
desprecio
te
no fueras
si
me
el
padre de
mismo por
para siempre
— Conque, buenas
no-
ches, caballero.
Pronunciadas
estas palabras,
que Don que
es
asólas no se atrevía con su mujer),
la
Eugenio oyó
sin pestañear (pues lo
Corregidora penetró en
el
gabinete,
y del
gabinete pasó á la alcoba, cerrando las puertas detrás de
sí
;
y
el
pobre hombre
quedó plantado en medio de
la sala,
se
mur-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
murando tes)
23
entre encías (que no entre dien-
y con un cinismo de que no habrá
habido otro ejemplo
:
— ¡Pues, señor no esperaba yo escapar tan bien!.... — ¡Garduña me buscará X ,
acomodo!
XXXVI.
CONCLUSIÓN, MORALEJA Y EPÍLOGO.
lABAN los pajarillos saludando alba, cuando
el tío
Lucas y
la
el
seña
Frasquita salían de la Ciudad con dirección á su molino.
Los esposos iban á ellos
— (le
pie,
y delante de
caminaban apareadas las dos burras. El domingo tienes que ir á confesar
decía la
Molinera á su marido)
;
pues
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
234
necesitas limpiarte de todos tus
y criminales propósitos de
cios
malos
jui-
esta
no-
che....
— Has el
muy
pensado
bien....
(contestó
Molinero). Pero tú, entre tanto, vas á
hacerme otro
favor,
y
es
dar á los pobres
colchones y ropa de nuestra cama,
los
y ponerla toda de nuevo.
— ¡Yo
no
me
acuesto donde ha sudado aquel bicho ve-
nenoso!
— ¡No me la
lo
nombres, Lucas!
seña Frasquita.)
— Conque hablemos de
otra cosa. Quisiera favor. .
A
(replicó
merecerte un segundo
.
— Pide por esa boca.... — El verano que viene vas á llevarme á tomar
baños del Solán de Cabras.
los
— ¿Para —Para
—
¡
qué?
ver
si
tenemos
Felicísima idea
!
hijos.
— Te llevaré,
si
Dios
nos da vida.
Y con que
esto llegaron al molino, á
el sol, sin
ba ya
las
punto
haber salido todavía, dora-
cúspides de las montañas.
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
A
la tarde,
posos, que
con gran sorpresa de los
no esperaban nuevas
el
de
déla precedente noche, concurrió
molino más señorío que nunca. El ve-
al
muchos Canónigos,
nerable Prelado,
dos Priores de
Jurisconsulto,
otras varias personas
la plazoletilla del
Sólo faltaba
Una
por Su Seño-
empedrado. Corregidor.
el
vez reunida la tertulia,
Obispo tomó
la
el
ciertas cosas
en aquella casa, sus Canónigos y
yendo á
que ni
los
ella lo
mismo que
él
allí
segui-
antes, para
honrados Molineros ni
más personas
señor
palabra, y dijo: que, por
mismo que habían pasado
rían
y
supo
se
ocuparon materialmente
Ilustrísima)
ría
allí
el
frailes
(que luego
habían sido convocadas
lo
visitas
es-
después de un escándalo
altos personajes
como
235
las
de
-
presentes participasen de
la censura pública,
sólomerecida por aquel
que había profanado con su torpe conducta
una reunión tan morigerada y tan ho-
nesta.
Exhortó paternalmente
á la seña
Frasquita para que en lo sucesivo fuese
menos provocativa y tentadora en
sus di
-
chos y ademanes y procurase llevar más
236
EL
SOMBRERO DE TRES
cubiertos los brazos y
más
del jubón: aconsejó al tío interés,
PICOS.
alto el escote
Lucas más des-
mayor circunspección y menos
inmodestia en su trato con los superiores;
y acabó dando
la
bendición á todos y di-
como aquel día no ayunaba, comería con mucho gusto un par de
ciendo: que, se
racimos de uvas.
Lo mismo opinaron de
este
todos....
último particular...., y
la
quedó temblando aquella
tarde.
arrobas de uvas apreció
el
respecto
parra se
— ¡En dos Mo-
gasto el
linero!
Cerca de
tres
años continuaron estas
sa-
1
brosas reuniones, hasta que, contra la pre-
f '
visión de todo
paña la
el
los ejércitos
Guerra de
la
mundo, entraron en
Abogado y
Independencia.
A -/ de
9, 10,
vista
el
murieron los
1 1
armó
de Napoleón y se
El señor Obispo, nitenciario
Es-
Magistral y
año de
el
Pe-
el
8,
y
demás contertulios en
y 12, por no poder
el
los
sufrir la
de los franceses, polacos y otras
alimañas que invadieron aquella tierra ¡y que
fumaban en pipa
,
en
el
Présbite-
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
237
Misa de
la
El Corregidor, que nunca más tornó
al
rio de las Iglesias,
durante
la
tropa
molino, fué destituido por un Mariscal francés,
y murió en
la
Cárcel de Corte,
por no haber querido ni un solo instante (dicho sea en honra suya) transigir con la
dominación extranjera.
Doña Mercedes no
se volvió á
educó perfectamente á sus
casar,
y
hijos, retirán-
dose á la vejez á un convento
donde
,
aca-
bó sus días en opinión de santa.
Garduña
se hizo afrancesado./^
El Sr. Juan López fué guerrillero, y
mandó una
y murió,
partida,
que su alguacil, en
la
lo
mismo
famosa batalla de
Baza, después de haber matado muchísi-
mos
franceses.
Finalmente: el
tío
Lucas y
la
seña Fras-
quita (aunque no llegaron á tener hijos, á
pesar de haber ido
al
Solán de Cabras y
muchos votos y rogativas) siempre amándose del propio
de haber hecho siguieron
modo, y alcanzaron una edad zada, viendo desaparecer
el
muy
avan-
Absolutismo
en 1812 y 1820, y reaparecer en 1814 y
J(^
EL SOMBRERO DE TRES PICOS.
238
1823, hasta que, por último, se estableció
de veras
el
Sistema Constitucional á
muerte del Rey Absoluto, y
ellos
la
pasaron
á mejor vida (precisamente al estallar la
Guerra
mundo
llos
de
délos Siete años), sin que
sombreros de copa que ya usaba todo
los el
Civil
pudiesen hacerles olvidar aque-
tiempos simbolizados por
tres picos.
FIN
*^
el
sombrero
índice
PÁGS.
Una
opinión acerca de este libro
Prefacio I.
II.
De cuándo sucedió la cosa.. De cómo vivía entonces la gente
III.
IV.
V.
Doutdes Una mujer
vista por fuera.
Un hombre visto
VIII.
Habilidades de los cónyuges. El fondo de la felicidad El hombre del sombrero de tres picos
IX.
X. XI. XII. XIII.
XIV.
27 33 35 41
por fuera y
por dentro VI. VII.
7 19
¡Arre, burra!
Desde la parra El bombardeodePamplona. Diezmos y primicias Le dijo el grajo al cuervo.. Los consejos de Garduña...
47 3i 55
59 65 69 75
87 95 loi
s XV.
Despedida en prosa Un ave de mal agüero
XVI. XVIÍ.
Un
alcalde de monterilla.
iii 121 .
XVIII.
Dondese verá que el tío Lucas
XIX.
tenía el sueño muy ligero. Voces clamantes in deserto. La duda y la realidad
XX. XXI. XXII. XXIII.
XXIV.
XXV. XXVI. XXVII. XXVIII.
En
guardia, caballero !. ... Garduña se multiplica Otra vez el desierto y las consabidas voces Un rey de entonces La estrella de Garduña i
Reacción ¡Favor al Rey! Ave María purísima, las doce y media y sereno Post nubila.... Diana
XXX. XXXI.
Una
señora de clase... La pena del Tallón
XXXII. XXXIII.
La
XXXIV.
También
fe
mueve
las
montañas.
XXXVI.
iSy 141
iSg 1
65
167 173 177 179
Pues.... ¿y tú? la
Corregidora
i85 191 193
197 .
207 2i3
es
guapa
XXXV.
i3i i33
¡
!
XXIX.
i25
221
Decreto imperial Conclusión moraleja y epí-
227
,
logo.
233
PQ 6502 S7 1885
Alarcรณn, Pedro Antonio de El sombrero de tres picos 8, ed.
PLEASE
CARDS OR
DO NOT REMOVE
SLIPS
UNIVERSITY
FROM
THIS
OF TORONTO
LIBRARY