Muestra de interior

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capítulos

INDICE PRESENTACIÓN

1 DESEOS DE TRIUNFAR 2 PENSANDO EN GRANDE 3 DEFINE LO QUE QUIERES SER 4 DECÍDETE A ACTUAR 1 VALÓRATE A TI MISMO 5 EXCELENCIA EN TODO 6 VENCIENDO TODA OPOSICIÓN 7 ACTUANDO CON FE 8 EN LA CUMBRE DE TUS SUEÑOS BIBLIOGRAFIA GLOSARIO


«¡ATRÉVETE! a CONQUISTAR tus SUEÑOS» Estás a punto de aventurarte en una narración de la vida de Gonzalo, en ella, se describe la belleza del departamento de Petén, Guatemala. Podrás visualizar los paisajes tropicales con sus montañas, lagos, ríos y la exótica fauna que caracteriza esta impresionante región. Pero lo más importante, se rinde un homenaje a la belleza de la personalidad del ser humano, con sus más altos principios y valores, poseedor de una enorme capacidad intelectual para contribuir al desarrollo social. Es una novela que deja plasmado que nada ni nadie, puede detenernos en la senda del bienestar que un día iniciamos. La prosa aquí escrita, pretende dar pinceladas de ánimo que, pinten de colores positivos el prominente futuro de toda persona. Porque cuando nacimos, Dios creó a un emprendedor con deseos de ser campeón en todas las áreas. El nos dotó de los talentos necesarios, para que mediante el esfuerzo y perseverancia, conquistemos nuestros sueños. Esta novela se desarrolla en las recónditas selvas de Petén, su contexto es la actividad chiclera que por muchos años, fue el motor de la economía en Petén. La extracción de la sabia del árbol de chicozapote para elaboración de la goma de mascar, constituyó la fuente de trabajo para miles de personas. Allí en medio de ése arduo trabajo, extrema pobreza y tragedias familiares, un niño de apenas doce años de edad, empezó a soñar. Quería ser diferente y tener una mejor vida. No fue fácil para Gonzalo, pero cuando en su corazón empezó el deseo de triunfar, nadie lo detuvo.


Porque solamente se conformó hasta que sus sueños se hicieron realidad. Pues de acuerdo a la tradición familiar, estaba destinado a ser chiclero, desafió a su padre al negarse a aprender dicho trabajo. La novela narra las peligrosas aventuras que los chicleros vivieron en el bosque. Pero también, narra las enormes batallas que Gonzalo tuvo que librar para conquistar sus sueños. Cada capítulo constituye un paso que te guiará, a subir los peldaños de la escalera del éxito. El ejemplo de coraje y valentía que Gonzalo nos demuestra, te debe de motivar a continuar luchando, no solo por la superación y bienestar personal, sino que también por el bienestar de toda tu gente: ¡Atrévete! a Conquistar tus sueños.

Nelson Larios.


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Nunca he sentido que algo realmente importase, pero sí la satisfacción de saber que las cosas que apoyaste y en las que creías las habías conseguido de la mejor forma que habías podido. Eleanor Roosevelt b



Deseos de Triunfar

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CAPITULO I

Deseos de Triunfar «La voluntad obedece a los deseos del corazón»

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arado frente a la escuela, viendo a los niños estudiar con alegría, no pudo contener las lágrimas. Su vista recorrió toda la comunidad, le costaba creer que en tan pocos años, su labor como maestro había ayudado al desarrollo de la aldea. Pues apenas no hace mucho tiempo, era simplemente el hijo de la cocinera de los chicleros. Pero ahora, era el respetado maestro de la comunidad. Su sueño de ser profesional y tener una mejor calidad de vida, se convirtió en una realidad. La lucha por conquistar lo que más quería, empezó cuando sintió el deseo de querer triunfar.

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

—¡Tan alto he llegado!— exclamó para sí Gonzalo, suspirando profundamente. No fue tan fácil llegar a esa altura. Su mente volvió al pasado muchos años atrás. A su memoria vinieron penas, tristezas y todos los recuerdos de las etapas que marcaron su existencia. Experiencias que moldearon su vida para llegar a ser lo que ahora es. Chepe su padre, se alistaba para una temporada más de la ardua labor como chiclero. Las primeras lluvias copiosas del invierno, pronosticaban buena temporada para extraer la resina del árbol de chicozapote de donde se elaboraba el chicle. Junio avanzaba rápido, era lunes de la tercera semana; don Carlos el contratista dio el enganche a los chicleros el mismo día que firmaron contrato en Gobernación. Con ello, Chepe compró algunos víveres para llevar y dejó algo para el sustento de su familia. El miércoles en la madrugada saldrían para internarse ocho meses en la selva Petenera. —¡Cuidas bien a los patojos! —Recomendaba siempre Chepe a su esposa Filomena. —¡Miras que Chalito sea obediente! —Le dijo refiriéndose a su hijo mayor Gonzalo, que apenas tenía doce años. —Porque solo espero que tenga quince años y me lo llevo a la montaña, para que aprenda el trabajo del chicle. La familia parecía estar destinada a vivir de la ardua y peligrosa labor del chicle. De generación a generación, éste trabajo lo heredaban los varones. Chepe recordó que su abuelo fue uno de los grandes chicleros de la región. A él le enseñó su padre Ceferino cuando apenas cumplió los doce años, ahora

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quería hacer lo mismo con su hijo, porque según el dicho de los chicleros: «Es en ese trabajo de la montaña, en donde se hacen los verdaderos hombres». Chepe quería hacer de su hijo un hombre valiente y trabajador. A Filomena le entristecía pensar que, muy pronto, su Chalito se internaría en la selva, pero respetaba la decisión de su marido. El pick-up de doble tracción pasó a las tres de la mañana. Chepe se despidió de su esposa e hijos, a quienes vería nuevamente después de ocho meses. La fuerte llovizna obligó a los diez chicleros a acurrucarse bajo la lona del carro, así se alejaron de su pueblo Sabaneta, una vez más, aquellos hombres que dejaban a sus familias para ganarse el sustento diario, mediante el trabajo del chicle. Sus esposas se quedaron preocupadas, sosteniendo la carga de los hijos. Llegaron a San Benito después de cinco horas. Allí estaban listos cuatro cayucos para llevarlos a San Andrés. Diez chicleros más, el capataz y la cocinera se unieron al grupo. Varias familias llegaron a la orilla del lago Petén Itzá a despedir a los chicleros. Las lágrimas se mezclaron con la llovizna que arreciaba. Levantando sus manos, los familiares las ondeaban diciendo adiós, hasta que el grupo de trabajadores se perdió de vista. Algunos chicleros se turnaron para remar, otros sacaron el agua lluvia de los cayucos. Llegaron a San Andrés en una hora, Jorge el arriero ya tenía listas las mulas que transportaría la carga pesada al campamento. —¡Se terminó la vida alegre! —Expresó Tono, uno de los chicleros. —¡Ahora a volar pata! —Añadió en forma jocosa. —¡Saquen las maletas de los cayucos! —Ordenó Manuel el ca11


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pataz—, la carga pesada la colocan en las mulas, pero la carga liviana la dividiremos entre todos. —Concluyó. Cada chiclero arregló una costalía de aproximadamente cincuenta libras. Hicieron mecapales con la cáscara de árbol de majagua. Colocaron la costalía sobre la espalda, agarraron el mecapal con las manos y sosteniéndolo en la frente, los chicleros uno tras otro, se internaron en lo espeso de la selva rumbo al campamento «Paso Caballos». —Creo que éste es el último viaje que hacemos a pie al campamento —comentaba Manuel, mientras caminaban entre el monte. —¿Porqué…?— Preguntaron todos. —Porque dicen que el gobierno y la compañía que compra el chicle, van a hacer pistas de aterrizaje en los campamentos. Así transportaran el chicle en avión. —¡Qué bueno! —Opinó Amílcar— porque también nosotros nos vendremos en avión. «Paso Caballos» era un campamento nuevo, estaba ubicado a orillas de varios nacimientos de aguas cristalinas, que desembocaban en el río San Pedro. El camino era apenas una pequeña brecha que hicieron los que realizaron el reconocimiento del lugar, Jorge tenía que ir cortando bejucos para que las mulas no trabaran la carga en ellos, la maleza era abundante. En las partes bajas, las zarzas y navajuelas herían los brazos de los chicleros. Ixcanales llenos de hormigas y algunas plantaciones de chichicaste dificultaban el caminar en la montaña. Las lluvias ya habían suavizado la tierra, el lodo era pegajoso, aún a las mulas les costaba avanzar en el camino lleno de charcos. Enjambres de zancudos y mosquitos se posaban en la

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cabeza y brazos de los chicleros, insoportables piquetazos se hacían más dolorosos cuando el sudor corría por las heridas. En la medida en que se internaron en la selva virgen, el sol ya no se volvió a ver más, frondosos árboles ocultaron nubes y cielo. El cansancio ya asechaba. Manuel vio el reloj y pasaban de las cuatro de la tarde. Llegaron a orillas de un arroyo. — ¡Pasemos aquí la noche junto a éste arroyo!— Comunicó Manuel a los chicleros. Quitaron de su espalda la costalía, estiraron sus brazos para liberarse del cansancio, descargaron las mulas, y Jorge fue a cortar ramón para darles comida. Pancha la cocinera, sintió alivio cuando bajó de la mula y pudo estirar sus piernas, ya las traía entumidas, inmediatamente juntó fuego para calentar los alimentos. Chepe fue de pesca con Amilcar y tuvieron mucha suerte. Esa noche a los frijoles les acompañaron mojarras asadas. Fabricaron una enramada ligera para que durmiera la cocinera. Cada chiclero buscó el mejor árbol para colgar su hamaca de lona. Los gritos de lechuzas y tecolotes intentaron interrumpir el sueño, pero el demasiado cansancio les hizo dormir profundamente, ni siquiera sintieron los piquetazos de zancudos. —¡Es hora de iniciar la segunda jornada! —Despertó Manuel a la gente. —¡Si le apuramos el paso, estaremos llegando a «Paso caballos» mañana por la tarde!— Les animó. La tarde de ése día descansaron junto a las mansas aguas de una laguna. Cientos de pájaros pelándose en las ramas de los árboles les hicieron compañía. Algunos patos y pijijes nadaban elegantes en busca de un lugar para dormir. Cerca de la orilla 13


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de la laguna, una pareja de lagartos no tan mansos, sacaron sus ojos observando los movimientos de la cuadrilla de chicleros. Cientos de garzas blancas se agruparon en un solo árbol, parecían bolas de algodones sobre las ramas. Varias parejas de guacamayas haciendo gala de su elegancia, cruzaron el firmamento. El día se despidió dejando precioso atardecer, con bellos matices que surgieron de la conjugación de los rayos del sol con el agua, la noche borró el pintoresco cuadro. En la tercera jornada, después del medio día, los gritos constantes de saraguates corriendo de rama en rama, anunciaron torrenciales lluvias, a las tres de la tarde la selva se estremeció con gran tempestad. Los truenos hicieron eco en la montaña y los relámpagos iluminaron lo oscuro del bosque. Eran más de las cinco cuando llegaron al campamento, la lluvia aún continuaba intensa, cortaron palmas de guano para hacer una champa provisional, al menos, para proteger las maletas. En la noche la lluvia continuó, el canto de las ranas y grillos adormeció a los chicleros en su primera noche en el campamento. Los sombrerazos se escuchaban constantes, tratando de espantar a los zancudos. Empapados de agua y con bastante frío, el grupo de trabajadores se quedó dormido. Los rayos del sol penetraron con fuerza en el bosque. Durante la noche la lluvia había sido abundante. Ahora la calma del cielo, daba paso a un día despejado. —¡Aprovecharemos el día para instalar el campamento!— Dijo Manuel a la gente. —¡Debemos de dividirnos el trabajo para terminar pronto!— Recomendó. Diez chicleros se quedaron chapeando el área del campa14


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mento y ayudando a la cocinera a acomodar los víveres, los otros diez fueron a cortar guano y madera para hacer las champas. Pancha junto a otros chicleros, acarrearon agua de los nacimientos. Durante el viaje, habían cazado cuatro armadillos, Pancha los asó en las brazas y disfrutaron de su primer almuerzo en el campamento. —¡Debemos de pelar bien los ojos!, porque en ésta zona dicen que abundan las culebras— Advirtió Nayo. En efecto, cuando Chepe se disponía a cortar palmas de guano, escuchó ruido de una culebra que se encogía entre las hojas mojadas. —¡Es una barba amarilla! —Exclamó asustado. —¡No se muevan!— Alertó a los otros compañeros. Hizo punta a una vara y la ensartó en la cabeza del reptil. Cuando la levantó, medía más de dos metros. Con más cuidado continuaron su labor. Por la tarde acarrearon todo el guano y madera al lugar del campamento. Los otros compañeros iniciaron de inmediato la construcción de las champas. Primero construyeron el dormitorio de la cocinera, después la cocina, luego la bodega para guardar los víveres y las marquetas de chicle; por último, construyeron las champas de sus dormitorios. Tres días les llevó instalar el campamento. El día que terminaron de construir el campamento, hicieron fiesta; entusiasmo y mucha alegría se veía en el rostro de los chicleros, estaban felices por iniciar una temporada más de chicle. La felicidad era aún mayor porque el invierno había iniciado con fuerza. Cuando llueve con intensidad, el trabajo del chicle abunda. Los árboles despiden más sabia. La resina

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se hace rala y con facilidad corre por los cortes que se le hacen al árbol de chicozapote. El día anterior, dos compañeros fueron de cacería, cazaron un venado grande, Pancha hizo una comida especial, almorzaron caldo de venado, acompañado con bollos de coshán. En la hora de la comida pidieron la bendición de Dios para que los protegiera de cualquier peligro de la selva y accidentes. Durante el transcurso de la tarde se dedicaron a preparar sus equipos de trabajo, despalmaron los machetes, afilaron los espolones, prepararon el ropo con que se sostendrían al subirse al chicozapote y examinaron las bolsas de manta enguatadas con parafina, verificando que no tuvieran agujeros. Habiendo preparado todo el equipo necesario, los veinte chicleros estaban listos para salir muy temprano al día siguiente, en busca de los árboles de chicozapote. Mientras Chepe se introducía en la montaña, a muchos kilómetros de distancia, Gonzalo quedó en casa pensativo, se preocupó al escuchar los planes de su padre de llevarlo al chicle cuando cumpliera quince años. Estos planes lo tenían bastante inquieto, pues él quería estudiar, su deseo era ser profesional. Quería ser diferente a su demás familia. No anhelaba seguir los pasos de su padre, porque estaba convencido de que cuando fuera grande, podría ganarse el sustento diario de una mejor manera. Sus sueños y deseos de triunfar eran muy altos, además, sentía tristeza de ver tanta miseria e injusticias entre su gente. «¡Un día podré ayudarles para que tengan una mejor vida!»— pensaba. Pero para ello, tenía que estudiar y sobresalir entre su comunidad. Constantemente le decía a su mamá: —Mami, yo no quiero que mi papá me lleve al chicle. ¡Yo…yo

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quiero estudiar! —Hijo, yo te entiendo, pero esa es decisión de tu papá. —Es que con el chicle nunca vamos a salir de pobres. ¡Cuántos años lleva papá trabajando chicle y cada día estamos peor! —Tenes razón hijo, pero en el chicle se gana dinero, lo que pasa es que los patrones son muy injustos y tu papá toma demasiado. Pero ya me prometió que en ésta temporada no va a chupar. Gonzalo trataba de convencer a su mamá para que lo apoyara, pero parecía que irremediablemente tenía que ser un chiclero más. Aunque todo estaba en su contra, se propuso ser el mejor estudiante para evitar que su papá se lo llevara al chicle. Sus notas académicas pronto lo ubicaron en el primer lugar. Era admirado por los maestros, su conducta también fue ejemplar. En su casa se portó lo más obediente posible y muy colaborador. Cuando su padre regresaba de cada temporada de chicle, siempre preguntaba por su comportamiento y rendimiento académico. Pues constantemente lo amenazaba que si se portaba mal, aunque no tuviera los quince años, se lo llevaría a la montaña. Su sorpresa era que Gonzalo, cada día mejoraba, los maestros felicitaban a Chepe por tener un hijo inteligente y de buena conducta. Aunque se sentía orgulloso por el éxito de su hijo, no dejaba de pensar que lo podía hacer un gran chiclero. Gonzalo había iniciado una batalla en contra de los pensamientos conformistas y tradicionales de su padre, que se había propuesto hacer de su hijo el mejor chiclero de Petén, el en cambio, quería estudiar y poder cambiar la tradición de la familia que hasta ahora, los había mantenido hundidos en la miseria. 17


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APLICACIÓN PERSONAL Gonzalo dio el primer paso que lo llevaría a conquistar sus sueños. «Deseos de triunfar» ese es el inicio para emprender la senda del éxito. El deseo es un sentimiento que se produce en el corazón, siendo éste el centro y motor de nuestras acciones, nos impulsa a esforzarnos para que luchemos por alcanzar los objetivos anhelados, por eso se dice que «la voluntad obedece a los deseos del corazón». Siempre en nuestra vida, tarde o temprano, terminamos haciendo lo que manda el corazón. Este mandato determinará nuestras acciones y comportamiento en la sociedad, y si nuestros deseos no se concretan, viviremos insatisfechos, frustrados y hasta a veces, renegando el don de la vida, por aquellos sueños que nunca se hicieron realidad. Desear: Es la aspiración de lo que más queremos hacer en la vida y todo aquello que nos apasiona por lograr hasta sentirnos realizados como personas. Gonzalo ya dio el primer paso para «conquistar sus sueños», ahora te corresponde a ti, hacerlo. Empieza con querer triunfar en la vida, apasiónate por lo que más te gusta y esos deseos, te impulsarán a luchar con coraje y valentía, para que te… «Atrevas a conquistar tus sueños». La Biblia dice: «Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón» (Salmos 37:4)

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Deseos de Triunfar

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ÂżPodrĂĄ Gonzalo en contra de la voluntad de su padre, hacer realidad sus sueĂąos de estudiar? b

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AUTOEVALUACION 1. ¿Cuál era el deseo más grande de Gonzalo? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 2. ¿Cuál es el deseo más grande de tu vida? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 3. ¿Cuás es el primer paso para conquistar tus sueños? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 4. Escribe el significado de la palabra deseo: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 5. Busca en el glosario el significado de la palabra Chamol: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________

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Pensando en Grande

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CAPITULO 2

CAPITULO II Pensando en Grande «¡Llegarás tan alto como sean tus pensamientos!»

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hepe comenzó a localizar los árboles de chicozapote. Cada vez que se internaba en el verdor la selva, hacía el «picado maestro» que consistía en chapear algunos arbustos por donde caminaba, esa era la señal por donde debía de regresar al campamento y así evitar perderse. Todos los chicleros tenían presente, como que si hubiera sido ayer, el triste fin de Gumersindo. Era uno de los mejores chicleros de un campamento cercano llamado «El Lechugal». Cierto día que salió a su trabajo, ya no regresó. El tiempo estaba nublado con llovizna ligera; su hora de llegar al campamento siempre era a las seis de la

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tarde, pero ese día, pasaron las ocho de la noche y no llegó. El capataz ordenó iniciar su búsqueda de inmediato, los quince chicleros de ese campamento, se dividieron en grupos de tres. Los intensos gritos de ¡Gumersindoooo…! Y el sonido del cuerno, hicieron eco durante toda la noche en la quietud del bosque. Los resultados de la búsqueda fueron negativos, uno y varios días más lo buscaron, los esfuerzos continuaban inútiles. Las sospechas de haber sido devorado por el tigre comenzaron a provocar escalofrío entre sus compañeros, pues una semana antes escucharon intensos bramidos de la fiera. Ocho días más después encontraron desgarradas sus ropas. Las sospechas se encaminaban a la triste realidad. A los quince días de haberse perdido, encontraron parte de su cuerpo despedazado de Gumersindo. La verdad de que el tigre lo devoró, estaba a la vista de todos. Los compañeros juntaron los restos que aún quedaban de su cuerpo y conmovidos por la tristeza los sepultaron ahí mismo. Desde entonces, los chicleros dejaban bien marcado el camino por donde pasaban. A pesar de ello, siempre en cada temporada se perdía más de algún chiclero. Habiendo ubicado cinco árboles, Chepe procedió a treparse a uno de ellos que medía más de veinticinco metros de altura. Primero limpió alrededor del enorme tronco, una cascabel salió huyendo, haciendo sonar su chinchín, quitó las cáscaras secas para colocar al pie del tronco la bolsa aparadora y varios alacranes con la cola levantada, dispuestos a verter su veneno, salieron de su escondite. Chepe se puso las polainas, sujetó en sus canillas los espolones, colocó el ropo alrededor del árbol sosteniéndolo en sus caderas, ensartó los chuzos en la corteza y comenzó a picar el chicozapote con su filudo machete. De 22


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abajo hacia arriba inició las hendiduras zigzagueantes, inmediatamente del árbol empezó a brotar una savia lechosa. Chepe se sintió complacido por la jugosa resina que se deslizaba por las incisiones que dejaba su machete. Algunas gotas pringaron su rostro y suspirando de alegría, sacó la lengua para lamer la dulce resina de sus labios. Ese primer día de trabajo, Chepe picó solo ocho árboles, pues era chiclero que acostumbraba picar hasta doce árboles, pero le tomó tiempo localizar los chicozapotes en la espesa selva. A las cinco de la tarde pasó a recoger la resina que habían destilado los árboles, la echó en la bolsa cargadora y dejó nuevamente las bolsas aparadoras para recoger la resina que destilaría durante la noche. Acomodó la bolsa cargadora en la costalía, la colocó sobre su espalda y regresó al campamento. Entre silbidos y tarareando una canción, llegó a las seis de la tarde. Empezó a llenar su depósito parafinado, en donde cada chiclero en forma individual, guardaba la resina extraída durante la semana. El día domingo, en enormes peroles, la cocinaban entre todos. El primer día de actividad de ésa temporada, había terminado. Atareada, Pancha la cocinera, preparaba cena a los veinte chicleros. Algunos le ayudaron a hacer la masa en el molino de mano. Después de cenar se fueron unos a sus hamacas y otros a sus tapescos para descansar. En la densidad oscura de la noche, con el fondo musical de grillos, zancudos y algunas lechuzas, los chicleros contaban las experiencias del día, también narraban historias de miedo como la del cadejo o de la llorona. Sebastián aporreaba su viejo radio para poder escuchar mejor la ranchera de una emisora. El olor a tabaco y el humo de cigarrillos eran intensos, decían que fumaban, para 23


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liberarse de la tensión al recordar a su familia. Chepe terminó el último cigarrillo de la segunda cajetilla del día y entre tosidos ocasionados por el humo, se quedó dormido. Cuatro meses habían pasado desde que su esposo se fue al chicle, Filomena empezó a sentir la carga de sus seis hijos. La presión económica se hacia sentir cada día que pasaba: los víveres se habían terminado y los patojos ya no tenían zapatos para ir a la escuela, hasta el maíz se les había escaseado. Para solventar algunas necesidades apremiantes, se dedicó a hacer tamales los fines de semana; Gonzalo los vendía en las casas de la comunidad. Así pretendía pasar los cuatro meses restantes, hasta que Chepe regresara. Pero su niña pequeña de apenas ocho meses, enfermó; pensó que era una enfermedad pasajera, le preparó varios remedios caseros, la llevó con doña Juanita para que la sobara de empacho, al ver que la niña no se aliviaba, desesperada acudió con un curandero porque le dijeron que talvés la niña tenía mal espíritu. Su hija cada día empeoraba, decidió entonces llevarla al hospital de San Benito, el cual quedaba a sesenta kilómetros de donde vivía. Muy afligida, Filomena salió la madrugada de un viernes, la casa y los otros niños los dejó al cuidado de Gonzalo. Antes de ir al hospital, se dirigió a ciudad Flores, a la casa de don Carlos el contratista de su esposo. —¡Buenos días, señor patrón! —Saludó nerviosa, sosteniendo a la niña en sus brazos. Don Carlos, viendo por encima de los lentes detenidos en su nariz, expresó al reconocerla — ¡Ah, si sos vos Filomena! ¿Qué es lo que querés? —Preguntó molesto. —Mire pa…patrón, yo…yo…

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—¡Habla rápido y deja de tartamudear! —Interrumpió enojado el patrón. Filomena se asustó al ver la actitud de don Carlos, pero la necesidad le obligó a seguir hablando. —Yo vengo a que me dé unos centavos, a la cuenta del trabajo de mi marido. —¡Me imaginé que a eso venías! Pero Chepe ni si quiera ha sacado chicle para pagar lo que se ha hartado. También tiene pendiente facturas en donde pidió varios paquetes de cigarros, porque tu marido parece chimenea para fumar— sonrió en son de burla. —¡Por favor, patrón, es para mi niña que está enferma!— Suplicaba casi llorando Filomena. —¡Ya te dije que tu marido me debe demasiado y no ha reportado mayor producción de chicle! ¡No me molestes más! Inmisericorde, sin importarle la necesidad humana, don Carlos subió a su vehículo dejando a Filomena destrozada. —¡Viejo sangrón y malvado!— Gritó Filomena en su desesperación. El patrón alcanzó a escuchar tales expresiones. El amor de madre se sobrepuso a la miseria e injusticia. Suspirando miró profundamente a su pequeña, la abrazó fuerte y entre lágrimas expresó: —¡No te morirás hijita! Aunque a nosotros los pobres se nos nieguen los recursos, tenemos un Dios que nos ampara, lucharé por salvarte la vida. Internó a la niña en el hospital. El médico la regañó por haber dejado pasar tanto tiempo, la examinó, de inmediato le aplicó suero. Extendió una receta y le dijo: 25


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—¡Si querés ver a tu hija viva, tenes que comprar con urgencia estos medicamentos! Dejó a la niña internada en el hospital y regresó a Sabaneta, antes, pasó a una radio emisora para que avisaran a Chepe de la gravedad de su hija. Vendió algunos animales domésticos, sus vajillas que por tanto tiempo había guardado, también las vendió. Para completar los gastos médicos, un prestamista del pueblo, le dio dinero con altos intereses mensuales. Con dinero en mano, regresó nuevamente a San Benito, compró las medicinas y de inmediato el médico se las aplicó a la niña. Veinte días después, Filomena regresó a su casa con la niña totalmente recuperada de una severa infección intestinal y avanzada anemia. —¡No importa que nos hayamos endeudado! Por la salud de mi hija, valió la pena cualquier sacrificio­­—expresó Filomena al llegar a su casa—, cuando mi marido baje del chicle, pagaremos todas las deudas—añadió, dándole gracias a Dios por la salud de su hija. —¡Hijo, ya no vas a poder ir a la escuela!— dijo Filomena a Gonzalo. —¿Porqué mamá?—preguntó asombrado. —Porque no tenes zapatos, ni ropa. Y yo no tengo pisto para comprar. —¡Mamá, pero esta semana son las evaluaciones finales! —Quiero que me comprendas, hijo. Con la enfermedad de tu hermanita, me quedé sin dinero. —¡No te preocupes mamá, yo iré descalzo a la escuela! —¡No hijo, se van a burlar de ti! Mejor espera que venga tu papá,

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el otro año continuarás en la escuela. —¡No mamá, no quiero perder ni un día en mis estudios! Además, lo que necesito para estudiar son lapiceros y cuadernos, los zapatos no son necesarios. —¡No seas así, hijo!— Insistía Filomena. —Mamá, yo no quiero atrasarme más en los estudios, deseo graduarme rápido de una profesión, luego trabajaré para ayudar a que estudien mis hermanitos, porque solo los que estudian consiguen buenos trabajos. Teniendo buen trabajo saldremos de tanta pobreza. Cuando esté trabajando —Continuó hablando Gonzalo— Nos iremos a vivir a la ciudad. Yo quiero que mi papá deje de trabajar el chicle, este es un trabajo muy peligroso, además, ni un chiclero ha salido de pobre. Solo los contratistas se están haciendo ricos a costillas de los trabajadores. —¡Ay, hijo! —suspiró Filomena— ¡Estas pensando cosas muy grandes! Nosotros nunca dejaremos de ser pobres. Y tú papá, solo muerto dejará el chicle. Asimismo, añadió Filomena, —Él insiste que cuando cumplas quince años, te llevará a la montaña para enseñarte el trabajo del chicle, ¿para que vas a seguir estudiante, si para ser chiclero no se necesitan estudios? Por más que Filomena intentó desanimar a su hijo, para que no fuera descalzo a la escuela, no lo pudo lograr. Los grandes pensamientos de ser alguien importante en la vida, pudieron más que la vergüenza de ser visto descalzo por sus compañeros de escuela. Gonzalo llegó el día lunes a la escuela, iba descalzo y con su pantalón lleno de remiendos, con gran orgullo llevaba sus

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cuadernos bajo el brazo. En efecto, desde que entró al aula de tercer grado de primaria, sus compañeros fijaron la vista en los descalzos pies, se comenzaron a reír en secreto y quedamente comentaban, señalándole con el dedo índice. El maestro tuvo que llamar seriamente la atención a algunos niños que trataron de humillarlo. Sentado en uno de los pupitres de adelante, Gonzalo ignoraba las críticas de sus compañeros, pensaba únicamente en que un día sería un profesional prestigioso, respetado y admirado. Sus pensamientos volaban hacia un futuro lleno de éxitos, donde el presente sería tan solo una oportunidad para moldear su vida y hacerse más valiente, y más humano ante tanta miseria. Estos grandes pensamientos le motivaron a seguir obteniendo buenos resultados académicos. En medio de extrema pobreza ¿podrá Gonzalo conquistar la altura de sus pensamientos?

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Pensando en Grande

APLICACIÓN PERSONAL Gonzalo dio el segundo paso para «conquistar sus sueños», aquel deseo de querer triunfar que inició en el corazón, ahora subió a su cerebro en donde existen billones de neuronas que le dieron la capacidad de pensar cosas grandes. Su mente comenzó a ejercitarse, percibiendo que podía realizar cosas más allá del presente y de lo ordinario. Entonces, sus pensamientos apuntaron hacia lo extraordinario, hacia todo aquello que los demás no se atreven a hacer; se sintió motivado de llegar tan alto… como fueran sus pensamientos, porque estaba convencido que la grandeza del ser humano se mide de acuerdo a la grandeza de sus pensamientos. Pensar: Es el ejercicio mental que todo individuo realiza, para coordinar el potencial de ideas que posee y determinar lo que desea hacer en la vida. Gonzalo ya dio el segundo paso para «conquistar sus sueños», ahora, te corresponde a ti hacerlo. Aparta un tiempo especial para pensar, ejercita tu mente pensando que tienes la capacidad de lograr metas extraordinarias, si lo haces, tus acciones estarán determinadas de acuerdo a lo que piensas y tu cerebro estará siempre ocupado en los más altos ideales de lo que tanto deseas en la vida. La Biblia dice: «… Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo que es justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» (Filipenses 4:8)

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AUTOEVALUACION 1. Escribe el significado de la palabra pensar: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 2. ¿Cuáles eran los pensamientos más grandes de Gonzalo para su futuro? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 3. ¿Qué actitud tomó Gonzalo cuando sus compañeros de escuela se burlaron por haber asistido descalzo a clases? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 4. De acuerdo al glosario, escribe el significado de la palabra Ixpelón: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 5. ¿Cuáles son los pensamientos más grandes para tu futuro? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________

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Define lo que Quieres Ser

LARGO

CORTO

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CAPITULO 3

Define lo que Quieres Ser «Si sabes lo que quieres, concentrarás tus esfuerzos en el objetivo deseado»

«U

rgentemente, se le avisa al señor José Pedro Caal López que su hija Olivia, se encuentra grave en el hospital de San Benito, Petén». El anuncio lo hace su esposa Filomena— informó el locutor de una radioemisora. Chepe apenas alcanzó a escuchar el anuncio en el radio de Sebastián, la onda radial no se captaba con claridad, otra emisora de mayor potencia interrumpía el anuncio, pero al centrar su atención en las varias veces que radiaron la información, Chepe se convenció de que se trataba de su hija. Quiso abandonar esa misma noche el campamento, pero mejor esperó sin pegar los ojos el amanecer para solicitar permiso al capataz. 31


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—Don Manuel, quiero que me dé permiso para bajar a mi casa.— Solicitó Chepe al capataz. —¿A qué vas a bajar a tu casa?— Preguntó Manuel. —Es que me enteré por la radio, de que mi hija está grave en el hospital. —¡Lo siento por tu hija, Chepe! Pero solo te doy permiso si tenés autorización por escrito de parte del patrón. Chepe lo sabía; las leyes del chicle en ése entonces eran drásticas, ningún chiclero abandonaba el campamento hasta que cumplía con la cuota establecida en el contrato que firmaba con el patrón. Los chicleros que abandonaban el campamento sin autorización del contratista, eran demandados en Gobernación. La policía los capturaba y después de darles dura paliza, los devolvían a la montaña para que fueran a terminar el contrato. Los permisos también estaban restringidos, porque algunos chicleros aprovechando el permiso ya no regresaban al campamento, se iban con otros contratistas sin haber producido chicle para desquitar el enganche. Esto ocasionaba pérdidas al contratista y quedaba mal ante gobernación, quién era la institución que garantizaba a la compañía compradora de chicle, que los contratistas cumplirían con la cuota establecida. Chepe pasó triste y desesperado el resto de la temporada, no había forma de comunicarse con su familia. El no poder ir a ver a su hija enferma, afectó el rendimiento de su trabajo. En medio del bosque, con el consuelo del canto de las aves, llorando, pedía a Dios que hiciera el milagro de sanar a su hija. El precio que los chicleros pagaban era elevado. Durante los ocho meses que pasaban internos en el bosque, muchas cosas

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sucedían en sus hogares, se enteraban de ello, hasta que concluía la temporada. No pasaban las navidades con sus familias, el trabajo los privaba de ver el nacimiento de sus hijos, a veces cuando regresaban, no conocían al niño que ya gateaba. La ternura y cariño que sus hijos necesitaban en la infancia, no se los podían brindar, no disfrutaban de las travesuras y curiosidades propias de los hijos, en la medida en que crecían. Este distanciamiento del padre, causaba el crecimiento de rebeldía, especialmente en los niños adolescentes, pues solo la madre no podía corregir a más de cinco hijos, en la mayoría de hogares. Algunos matrimonios sufrieron infidelidades y con ello se dio la desintegración familiar. Pero la tristeza más grande para un chiclero, era la muerte de un hijo, le llegaba la noticia quince días después de haberlo enterrado. Entre todos los compañeros se encargaban de consolar al padre que lloraba intensamente la muerte del hijo que nunca más volvería a ver. Era domingo, los chicleros se preparaban para cocinar una vez más la resina extraída de los árboles de chicozapote durante la semana. Esta labor la hacían en grupos, pues requería de mucha resistencia en los brazos mover la resina para evitar que se quemara. Juan, uno de los chicleros encendió el fuego en medio de tres grandes piedras; otros compañeros en parejas prepararon las tres pailas, embarraron jabón en el fondo del recipiente para que el chicle no se pegara. También se untaron jabón en los brazos para que cuando la resina estuviera hirviendo y les pringara, no se quedara pegada en la piel. —¡Échale ganas Nicolás!— Animaba el grupo entre gritos y chiflidos.

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—Mete el chamol hasta el fondo de la paila y con fuerzas levantás la resina— Dijo Amilcar. —¡Qué ayude otro!— Recomendó Nato cuando vio a su compañero agotado. Y así, uno tras otro, los chicleros fueron turnándose para cocinar la resina, hasta que adquiriera una resistencia elástica. A pesar de que el trabajo lo hacían en equipo, siempre terminaban rendidos y con varias quemaduras en los brazos y rostro. Aunque se untaran jabón, era inevitable librarse de algunas quemadas. — ¡Hay que esperar que el chicle dé su punto para sacarlo!— Ordenó el capataz, quién era el encargado de verificar la calidad del producto. Para probar que el chicle estaba bien cocinado, Manuel sacaba un pedazo de la paila, lo introducía en un recipiente de agua, ahí lo exprimía y si despedía leche, era señal de que todavía no estaba cocido. El capataz tenía que observar bien la calidad del chicle, porque había chicleros que para que les abundara más el trabajo, mezclaban resina de un árbol llamado cojón, que se parecía a la resina del chicozapote. El árbol cojón producía mayor cantidad de sabia, pero en la cocinada del chicle, se podía detectar si el chicle estaba adulterado. Una vez que el chicle daba su punto, era vaciado en costales de maguey que tendían sobre hojas de guano para que se enfriara. —¡Demos tiempo a que enfríe el chicle y después hacemos las marquetas!—Recomendó Tono. Echaban el chicle en moldes de madera para la elaboración de marquetas de veinticinco libras cada una. En las marquetas,

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el capataz escribía el nombre de cada chiclero a quién pertenecía el chicle. —¡Gracias a Dios!— Agradecía Francisco, quitándose el sombrero para soplarse, al ver su nombre en las marquetas de chicle. Era objeto de orgullo para todo chiclero ver su nombre escrito en el producto final de su arduo trabajo. Esa sensación de placer, les motivaba a continuar en la selva, no importando los peligros y lo lejos que se encontraran de su familia. En costales de cuatro marquetas, acomodaban el chicle sobre el lomo de las mulas. Jorge el arriero, daba la orden a las cinco mulas. Durante tres días de camino, trasladaba el chicle al cayuco que esperaba en San Andrés, después era traslado por agua a Santa Elena, donde el contratista lo embodegaba para ser entregado a personeros de la compañía extranjera que compraba el chicle. Febrero llegaba a su final, las últimas lluvias ya habían cesado. Los chicleros emprendían el regreso a su pueblo al finalizar una temporada más de chicle. Las familias los esperaban con ansiedad, después de ocho meses de ausencia, los extrañaban y deseaban verlos. Pero también las necesidades económicas eran apremiantes. Era de suponerse que al ser liquidado cada chiclero, obtendría buen alcance económico. Cuando llegaron los cayucos a la playa de San Benito, como siempre al final de cada temporada, los chicleros eran recibidos con cohetes. Sus familiares los abrazaban llorando de alegría, las lágrimas goteaban en las aguas del lago Petén Itzá, haciendo pequeños remolinos. Chepe de inmediato abordó un carro que lo llevara a Sabaneta. Decidió regresar al día siguiente para que el pa-

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trón le practicara la liquidación. Le interesaba ver a su familia y saber si su pequeña hija aún vivía. — ¡Gracias a Dios que los vuelvo a ver a todos! —Expresó Chepe abrazando y besando a su familia. — ¡Qué bueno que ya llegó! —Dijo complacida Filomena— Esta temporada si que la sentimos larguísima. —Añadió. Filomena contó a su esposo todo lo sucedido a su niña, y también, de las grandes deudas que tenían. En la tienda les habían suspendido el crédito porque debían demasiado. El prestamista todos los días tocaba la puerta exigiendo los intereses. Necesitaban víveres. Los niños no tenían ropa ni calzado. —¡No te preocupes mujer! ¡Eso no es nada para un chiclero! — Ese era el popular dicho de los chicleros, cuando bajaban de la montaña. —Mañana mismo iré con el patrón para que me haga la liquidación. Entonces, tendremos dinero para pagar todas las deudas — consoló Chepe a su esposa. —¡Pase el siguiente!—Anunció el criado. —¡Buenos días patrón!— Saludó Chepe, quitándose el sombrero en señal de respeto. —¡Te estaba esperando Chepe! Antes de practicarte la liquidación, quiero regañarte para que corrijas a tu mujer, porque me faltó el respeto cuando me vino a pedir dinero. —¡Disculpe patrón! —Respondió apenado Chepe— Es que mi mujer estaba muy afligida, pensó que se le moriría la patoja. —Esas ofensas hacia mi persona, se pagan muy caro— Amenazó don Carlos, viéndolo con prepotencia— ¡Qué nunca se te olvide! 36


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¿Entendiste? —¡Sí…Si patrón!— Contestó Chepe moviendo la cabeza de arriba hacia abajo. —Bueno, vamos a ver cuanto tenes de alcance… Don Carlos tomó un cuaderno que estaba sobre su escritorio. En él había un legajo de papeles. Revisó una por una las facturas, haciendo apuntes en una hoja. — ¡Ala! ¡Qué barbaridad Chepe! Esta temporada si te hartaste demasiado. También fumaste como locomotora. — ¡Mira, casi no alcanzaste nada!—Don Carlos dio las facturas y apuntes para que los viera. Chepe, incrédulo, abrió más sus ojos. Cuando verificó lo poco que alcanzaba, se fue de espaldas, dejándose caer sobre la silla. — ¡Aquí está lo poco que alcanzaste! —El patrón tiró los billetes sobre el escritorio—. Firmá el recibo de la liquidación y recoges tu dinero. Chepe permanecía inmóvil. Asombrado, no podía pronunciar palabras en su defensa. Es cierto que por la enfermedad de su hija, no había producido lo de todas las temporadas. Pero hacía de cuentas que su alcance, era el doble de lo que el patrón le estaba dando. Cuando verificó las facturas de lo que había consumido en el campamento, se dio cuenta de que los precios estaban exageradamente elevados. — ¡Con qué razón tienen dinero, si estafan a los pobres!—Se dijo para si mismo, mientras continuaba viendo los miserables billetes. 37


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—Apúrate Chepe a firmar la liquidación y te llevas tu dinero. No me vas a decir que no estas de acuerdo con tu alcance. Te estoy liquidando conforme a las facturas— sentenció don Carlos. Decepcionado, Chepe salió de la oficina del contratista. En Flores tomó un cayuco que lo trasladó a San Benito. Tenía ganas de demandar al patrón, pero no tenía ninguna prueba en su contra que convenciera al Juez. —¡Tanto que sacrifiqué mi pellejo en la selva, para que ahora el patrón me robe el dinero!— Expresaba muy enojado. Comentó a un compañero que encontró en la playa, su situación. — ¡Ni te atrevas a demandar a don Carlos! Ese señor tiene comprada la justicia— le aconsejó el amigo. —Es que no me pasa lo que me hizo ese viejo. —¡Tenes mucha razón! Pero fíjate que los chicleros que se han atrevido a demandar a un contratista, después ya no consiguen trabajo, se riega la noticia entre los demás contratistas de que es un mal trabajador. Mejor déjale las cosas a Dios. —Terminó recomendándole el amigo. —El contratista nunca pierde— comentaba para si mismo, mientras caminaba por las calles del barrio la Ermita—. Si una mula se le muere, incrementa el valor de los víveres en las facturas de los chicleros para recuperar la perdida. ¡Qué injusticias las que hacen con nosotros los pobres! Lo peor es que uno no puede reclamar sus derechos porque termina en la cárcel por difamar al patrón. Chepe cayó en intensa depresión, sintió que su honor de trabajador había sido pisoteado. Impotente ante la crueldad del explotador, no podía hacer nada más que soportar tales 38


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atropellos a sus derechos. Desesperado por las grandes deudas y condición miserable de su familia ¡No pudo resistir más! Aunque había prometido a su esposa no tomar en ésta temporada, pensó buscar la solución a sus penas en la vía equivocada. Pasando por la sexta avenida, varios de sus compañeros se encontraban en la cantina «la copa del olvido» celebrando el pago. «Al embolarme —Se dijo— me olvido de penas y encuentro consuelo en mis amigos». —¡Aquí viene Chepe, muchá!— Anunció Felipe. —¡Sentate compañero y celebremos la liquidación!—Invitó Alfonso. —¡Otras diez cervezas y ésta tanda la pago yo!— Ordenó Nayo. Chepe entró al ambiente de sus compañeros, la euforia le hizo olvidar la realidad de su vida, él también ordenó tandas de cerveza y olvidando momentáneamente sus penas, celebró con sus amigos el fin de una temporada más de chicle. Derrochando el dinero que tanto les había costado ganar, el grupo de chicleros se sentía feliz ignorando las necesidades familiares. —Ponga otra vez la misma ranchera—Ordenó Juan a la mesera, dándole una moneda para que la introdujera en la rocola. Al bajar al pueblo, los chicleros se sentían en la gloria. Después de tanto trabajo en lo más recóndito de la selva, donde solamente escuchaban el ruido de animales salvajes, soportando la vida más cruel por causa de cientos de insectos y alejados totalmente de la sociedad; pensaban que tomarse algunas cervezas era lo menos que merecían. Filomena comenzó a inquietarse, salía y entraba a su casa al escuchar el ruido de cualquier carro. Estiró el cuello para ver si

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era su esposo el que bajaba en el próximo vehículo, pero entró la noche y Chepe no apareció. Las sospechas de que estaba en una cantina, no se hicieron esperar. Eran ya las ocho de la noche, los niños se fueron a la cama sin comer, Chepe quedó de llevarles comida, juntos en familia, celebrarían su llegada con una cena; pasado de la media noche, el sueño venció a Filomena. A las dos de la madrugada, se escucharon gritos y mucho desorden. —¡Hay yayay! ¡Ya llegó el que andaba ausente!— gritó Chepe. Derribó a empujones la puerta de palos. —¡Vieja, dame de comer!— Exigió a su mujer, somatando la mesa. — ¿Estas son las horas de venir? ¡Mire sus hijos se acostaron con hambre! Usted nunca deja ese maldito vicio. Siempre promete que ya no va a tomar, pero nunca cumple su promesa. Espero que no se haya chupado todo el dinero —regañó Filomena muy molesta. Chepe tambaleándose de un lado para otro, dio vuelta a los bolsillos de su pantalón. No había ni un centavo. —El pa…patrón, me ro…robó todo el dinero que…que alcanzaba. —¡Ni gracia tiene, todo el dinero se chupó!— Le reprochó Filomena—. Y ahora que tenemos tanta necesidad del pisto. ¿Qué será de mis pobres hijos?— Se preguntó, tirándose a la cama llorando acongojada. Ese fue el inicio de un pleito conyugal que duró varios días. Filomena hubiera querido desaparecer de Sabaneta. El prestamista constantemente llegaba a la casa a cobrar. El dueño de la tienda que le dio fiado, se cansó de esperar el pago, perdió la paciencia, incluyó el nombre de Filomena junto a otros en

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un cartel con letras grandes que decía: «Estos son los que se hartan y no pagan». Chepe reconoció su culpa por la situación en que vivían y pidió perdón a Filomena. Unieron sus fuerzas para salir de la crisis económica que atravesaban. En la siguiente temporada de chicle, Chepe firmó contrato con otro contratista que pagaba a mejor precio el quintal de chicle y era más justo. Filomena también fue contratada, pero como cocinera; ganando los dos podían cancelar rápido lo que debían. Para Filomena era gran alivio alejarse del pueblo, pues ya no aguantaba las constantes críticas que por causa de las deudas, eran objetos en Sabaneta. Al siguiente mes, la familia entera emprendía una aventura más en las peligrosas selvas Peteneras. El exuberante bosque les esperaba y no sería tan benevolente, los peligros propios de la selva marcarían para siempre la vida de ésta familia. Gonzalo muy triste por alejarse de la escuela, sin desearlo acompañó a su familia a la selva. Apenas a sus trece años, obligadamente se involucraría en la actividad chiclera. Dejaría sus estudios, y los grandes deseos de ser profesional se alejarían de hacerse realidad. Pero aunque estuviera en la montaña, Gonzalo había definido ser alguien importante en la vida. Sabía bien lo que quería, no tan fácil abandonaría lo que más deseaba y por ello, estaba dispuesto a luchar de ser posible, hasta la muerte. Sus sueños lo mantenían motivado, pensando en que algún día los haría realidad. Con la decisión de sus padres y en medio de los peligros del bosque ¿podrá Gonzalo avanzar en lo que ha definido ser en la vida?

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APLICACIÓN PERSONAL Gonzalo dio el tercer paso para «conquistar sus sueños», el sabía lo que realmente quería, tenía claro sus objetivos y nadie, ni aún su padre, pudieron cambiar lo que definió ser en la vida. En ello concentró todo sus esfuerzos, luchas y energías, hasta lograr lo que se había propuesto. Gonzalo, una vez habiendo definido lo que deseaba, se enfocó en lo que seleccionó y visualizó como que si ya hubiera alcanzado, aquello por lo cual apenas empezaba a luchar. Esta definición le hizo permanecer en el propósito de su vida, caminó con firmeza y seguridad, porque sabía con claridad hacia donde se conducía. Definir: Es fijar con precisión lo que se quiere en la vida y la determinación de decidir o elegir, entre varias opciones que se nos presentan. Gonzalo ya dio el tercer paso para «conquistar sus sueños», ahora te corresponde a ti, definir lo que quieres ser, es necesario para lograr dar éste tercer paso. No seas como algunas personas que no saben lo que quieren, andan desperdiciando su capacidad probando una y otra cosa, dejan a medias lo que han iniciado y cuando todo les sale mal, terminan decepcionados y frustrados. Define lo que quieres ser y concentra tus esfuerzos y energías en ello: ¡Atrévete! a Conquistar tus Sueños. La Biblia dice: «Así que yo de esta manera corro, no como a la aventura; de ésta manera peleo no como quién golpea el aire» (1 Corintios 9:25).

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AUTOEVALUCION 1. ¿Cómo se llamaba la hija de Chepe que se enfermó y de qué enfermó? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 2. ¿Cuál era el vicio que Chepe tenía y cómo afectó ese vicio a la familia? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 3. ¿Qué es lo que Gonzalo había definido ser en la vida? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 4. Escribe el significado de Definir: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 5. Escribe lo que has definido ser en la vida y cómo lo lograrás: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________

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CAPITULO 4

Decídete a Actuar «La decisión que tomes hoy, determinará la felicidad o tristeza de tu vida futura»

E

l avión bimotor puso en movimiento sus hélices, los niños estaban felices de montar avión, Filomena en cambio, tenía bastante miedo. — ¡No tengas miedo mujer! — La animó su esposo. —Es que pienso que se va a caer ésta cosa —dijo, refiriéndose al avión. En quince minutos estarían en Carmelita, una comunidad que se había formado con familias de chicleros mexicanos, estaba ubicada en el corazón de la selva Petenera. Se inició siendo un campamento chiclero, Atilano Cámara fue el primero que llegó del

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estado mexicano de Tabasco, reconoció el área y quedó asombrado de la cantidad de árboles de chicozapotes que existía, fue a traer a otros chicleros, entre ellos, Abel Centeno y Gilberto Martínez. Instalaron el campamento aún sin nombre a orillas de una aguada llena de sibal; pero como les quedaba demasiado lejos regresar con sus familias, mejor las llevaron con ellos en las siguientes temporadas. Así fue como llegaron las familias Machuca, Crasborn, Marroquín entre otras, y se comenzó a poblar de familias el nuevo campamento. En ése campamento, a Atilano le nació una hija, la bautizó con el nombre de Carmen. Cuando el gobierno y la empresa que compraba el chicle estaban haciendo las gestiones para la pista de aterrizaje, exigieron un nombre del nuevo campamento. Entonces Atilano, en honor a su hija, le puso el nombre de Carmelita. Con el correr de los años, por ser Carmelita un área de abundante producción chiclera, muchas familias Peteneras llegaron a vivir ahí. Como las familias de Estanislao Aldana y de Ramón Hernández. Carmelita dejó de ser campamento chiclero y se convirtió en una aldea, los chicleros instalaron varios campamentos a su alrededor, a distancia de dos y tres jornadas de camino. Era la primera temporada que el avión llegaba a Carmelita. Fue de gran alivio para los chicleros, pues se ahorraron caminar más de tres jornadas desde San José, un pueblo ubicado a orillas de lago Petén Itzá. —Volar en avión por cinco quetzales ¡está baratísimo! —Comentó Vicente, mientras se despedía de su familia. Ahora en avión el transporte de personas, víveres y chicle, eran más fáciles, y aun precio cómodo; la comunicación tam-

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bién mejoró, pues el avión llegaba dos veces por semana a recoger la producción de chicle. El avión despegó de Santa Elena, una soleada mañana de Junio; Gonzalo aunque nervioso, tenía curiosidad de cómo se veía la tierra desde arriba. Era la primera vez que viajaba en avión, peleándose con sus hermanitos la ventanilla, logró ver la belleza del lago Petén Itzá, el verdor de la península de Tayazal se reflejaba en el agua cristalina. La isla de Flores parecía un corazón flotando en las aguas con sus casas de láminas pintadas de rojo y paredes blancas de coloché. La catedral emergía del centro sobresaliendo de las otras construcciones, símbolo de bendición y paz para sus habitantes. Segundos después, el avión voló sobre una inmensidad de selva, Gonzalo quedó impresionado de ver todo un mar de bosque, parecía no tener fin la montaña, gigantescos árboles surgían de la abundante vegetación en donde la mano destructora del ser humano aún no había hecho su ingreso. Como gruesos cordones de plata, parecían los ríos culebreándose en medio de serranías. En un claro del bosque se dejó ver una laguna. Los niños iban señalando con sus dedos índice, cuando el avión ingresó a una densa nubosidad, el piloto tuvo que volar más alto para lograr mejor visibilidad, entonces también las nubes ofrecieron su belleza. Juntas parecían como un enorme colchón de algodón, que cubrió de intenso blanco el vacío; instantes más tarde, de nuevo se vio el verdor de la selva. Como casas de juguetes, se dejaron ver varias champas de guano construidas alrededor de un gran extensión limpia. —Ya estamos volando sobre Carmelita —anunció el copiloto—. Dentro de unos segundos estaremos en tierra —afirmó.

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El avión dio una vuelta y de regreso emprendió el aterrizaje, decenas de aves salieron volando de los árboles al escuchar el ruido del avión, varios niños descalzos de la aldea, rodearon el avión, las mujeres en sus casas, detenían sus oficios para espiar a las personas que descendían. Moncho el arriero, ya tenía lista el arrea de mulas para transportar los víveres, equipo de chiclear y a las cocineras, al nuevo campamento llamado «El Arroyón». —El Arroyón está solamente a dos jornadas de camino —comunicó Moncho a los treinta chicleros que acomodaban la carga en las mulas. — ¡Démonos prisa!, así avanzamos bastante de lo que resta del día —ordenó. Ante la mirada de los habitantes de Carmelita, iniciaron la incursión en la selva, eran las diez de la mañana. — ¡Pobre señora con sus hijos! —Comentaban algunas mujeres, refiriéndose a Filomena. — ¡Que Dios los proteja de tanto peligro que hay en la selva! — Decía otra. Filomena subió a la mula, juntamente con sus tres niñas. Chepe cargó al varón más pequeño y Gonzalo llevó de la mano a su hermanito Rubén. Ana, la otra cocinera con su hija Hilda, también subieron en una mula. En los últimos días había llovido bastante en la región, el camino lodoso impedía avanzar rápido, llegaron a un área baja, un zanjón que se había desbordado lleno de agua el camino, la inundación cubrió varias hectáreas alrededor, a las mulas les llegó el agua a la mitad de la panza. Los chicleros con el agua 48


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hasta el pecho, sostenían en alto con sus brazos lo que llevaban en las costalías para que no se mojara. A los niños los pasaron cargados. — ¡Vaya que al fin salimos de ése aguazal! —Dijo Chema el capataz, mientras todos se quitaban las botas de hule para sacarles el agua. — ¡Continuemos el camino! —Ordenó Moncho, cuando ya todos habían exprimido sus ropas. El camino era apenas, una pequeña brecha llena de tupida maleza, constantemente los bejucos hacían retroceder a las mulas, cuando se trababan en la carga, una espina conocida como «aguja del diablo» pasó rozando la oreja de Gonzalo, quién dejó escapar un pequeño quejido por el dolor, tocó la parte afectada y varias gotas de sangre brotaron de la herida. El niño Rubén se tropezó en un tronco, para no caer al suelo rápidamente se agarró del primer árbol que tenía enfrente, para su mala suerte, era un árbol de escobo, varias espinas se incrustaron en la palma de sus manos y lloró del dolor que le ocasionaron las espinas. La oscuridad comenzaba a apoderarse de la montaña, algunos pájaros «tapacaminos» saltaban hacia el monte, manadas de tacuacines asustados subían a los árboles, cientos de luciérnagas iluminaban constantemente el bosque, la primera jornada de ése viaje estaba concluyendo. — ¡Alto ahí! —Gritó Chema—. Pasemos aquí la noche, la oscuridad nos impide avanzar. — ¡Ayuden a descargar las mulas! —Suplicó Moncho— Mientras yo voy a cortar ramón para darles de comer. Descansaron junto a un nacimiento de agua, cuando ya esta-

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ban acostados, escucharon el ruido de alguien que se acercaba hacia ellos. Moncho encendió su lámpara de cacería. ¡Quedó asustado y sin respirar! Una enorme mazacuata de más de cinco metros de largo se disponía a atacar a una de las mulas, pero cuando la mula relinchó, la culebra se detuvo, encogiendo su escamoso cuerpo para después atacar. — ¡Una gran culebra! —Gritó Moncho, habiendo recuperado la respiración. Goyo tomó su escopeta y apuntando a la cabeza del reptil, detonó el arma, el bosque se estremeció con el escopetazo. — ¡Le volé la cabeza! —Gritó emocionado. Al instante, la enorme mazacuata empezó a retorcerse del dolor fatal, todos hicieron rueda para ver su agonía hasta que expiró. A las cinco de la mañana iniciaron la segunda jornada, el canto de las aves armonizó el caminar matutino, pajarillos de varios colores jugaban en los bejucos y ramas de los árboles, dos tucanes con sus llamativos colores y largo pico, volaron de un árbol hacia otro, se escuchó el ruido del pájaro carpintero, con su cabeza roja; afanado haciendo su nido en lo alto de un árbol seco. — ¡Miren un cheje! —Señaló el niño Rubén. Los gorriones, como helicópteros, se detenían en el aire, chupando la miel de las flores silvestres. Cuando llegaron a un riachuelo se escuchó el chillido de cerdos, era una manada de jabalíes que se disputaban los frutos de cocoyoles. Más adelante, una danta haciendo gran ruido en el agua, salió asustada buscando donde esconderse. 50


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— ¡Apresuren más el paso!— Ordenó Chema. —Tenemos que llegar de día para cruzar el arroyo —recomendó. El campamento se encontraba al otro lado de un gran arroyo, por eso le llamaban «El Arroyón». Los niños empezaron a llorar a causa del cansancio, Chepe perdió la paciencia con el niño Rubén cuando se tiró al suelo y ya no quiso caminar. — ¡Levántate porque te voy a dar un coxcorrón! —Le dijo, empuñando la mano derecha y le golpeó la cabeza con los nudillos de los dedos. — ¡Llévate chineado a éste huevón! —Ordenó a Gonzalo. A las cinco de la tarde llegaron al arroyo, un palo rollizo servía de puente para que las personas pasaran. Moncho llevó a las mulas en una parte baja y menos caudalosa. — ¡Pasen con cuidado y sosténganse bien con las varas!—Recomendó Chema. El palo estaba bastante liso, el niño Nato se resbaló y se soltó de la mano de Chepe. — ¡Dios mío...! —Exclamó Chepe, lanzándose al agua tras el niño. Asustados porque el niño era arrastrado por la corriente, otros dos chicleros se lanzaron al agua. Cuando lo sacaron a la orilla la familia estalló en llanto. Nato estaba aguado y no volvía en sí. Todos pensaron en lo peor. — ¡Háganse a un lado! —Dijo Vicente, empujando a la gente—. El niño lo que necesita es que de inmediato le saquemos el agua que tragó.

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Vicente practicó los primeros auxilios presionándole el estómago a Nato. Otros empezaron a darle aire con sombreros. Al instante, el niño vomitó el agua que había tragado, poco a poco volvió en sí, hasta que abrió los ojos. — ¡Gracias Diosito por devolverme a mi hijo! —Agradeció Filomena, levantando sus manos hacia el cielo. Minutos mas tarde a éste suceso, que por poco enluta la temporada chiclera, todos estaban sanos en el arroyón. Filomena juntó fuego y preparó café en una olla grande. Ana con su hija Hilda que tenía ocho años, hicieron un guiso de ziquinché. Cenaron delicioso y descansaron. El sueño fue tan profundo, no sintieron la noche, hasta que unas cojolitas salieron de sus nidos a las cinco de la mañana. El ruido en las ramas de los árboles los despertó. Gonzalo fue de pesca con su hermanito Rubén, en la orilla del arroyo escarbaron lombrices para bocado de los peces. Parado en una rama caída, tiraba el anzuelo una y otra vez, los peces empezaron a llegar para ser presa de su mismo bocado. Mojarras y machacas de tres libras, salían enganchadas en el anzuelo. Rubén emocionado las ensartaba en un bejuco. —Ya no pesques más Gonzalo, ya hay demasiados peces —dijo Rubén a su hermano. Gonzalo lentamente procedió a enrollar el hilo, por unos instantes sin parpadear, quedó viendo el correr del agua; colocándose el puño derecho de su mano en la quijada, se dijo asimismo: — ¡Así como el agua corre veloz sin detenerse, así mismo pasa el tiempo! Deberé aprovecharlo al máximo, porque después podré la-

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mentarme al dejarlo escapar. Inspirado siempre en sus deseos de tener éxito, pensó actuar lo más pronto posible diciendo: —Deberé hoy de tomar la decisión de regresar al pueblo y estudiar, porque cuando quiera hacerlo, puede que sea demasiado tarde, aunque sea en contra de mi padre y no tenga los recursos necesarios, lo importante es tener decisión para actuar. —Concluyó animándose. Por su parte, Chepe estaba contento, pues antes de los quince años, su hijo se involucraría en el trabajo del chicle. Le decía a su mujer: — ¡Mira Filomena! Si el patojo pone de su parte, haré de él, uno de los mejores chicleros. Me sentiré orgulloso cuando vea a mi Chalito trepado en los chicozapotes. —Decía viendo hacia arriba, con mucha ilusión por su hijo. Filomena callaba escuchando a su esposo. Ella sabía muy bien que su hijo no quería ser chiclero y temía una confrontación entre su esposo y su hijo. — ¡Pasen a comer! —Invitó Filomena a su familia, después de haber atendido a los chicleros que tenía a su cargo. Sentados en unos trozos de árboles, la familia cenó los peces que Gonzalo pescó en la mañana; Ahí, Gonzalo tomó la decisión más valiente de su vida, y con firmeza dijo: —Papá, quiero que sepa, que aunque le acompañe a chiclear, yo nunca seré un chiclero, he tomado la decisión de estudiar y ser profesional, a mi me gusta el estudio, aunque aquí no hay escuela, un día tendré la oportunidad de regresar al pueblo y seguiré estudiando. Chepe se molestó y con fuertes palabras recriminó el deseo

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de estudiar de su hijo, diciéndole: — ¡Eres un haragán! No te gustan los trabajos duros, solo querés estar de huevón sentado en la escuela. La escuela nunca te va a dar de comer, en cambio el trabajo del chicle sí. Chepe violentamente se levantó del trozo, se dirigió a su hijo y con los dedos índice y pulgar de su mano derecha, le jaló la oreja tan fuerte que lo paró de donde estaba sentado. — ¡Esto te enseñará a que jamás me hables de querer estudiar! —Lo reprendió. Gonzalo lloró con mucho sentimiento, no comprendía porqué su papá se negaba a que estudiara; pero el había tomado la decisión de mejorar su vida, aunque esta decisión le ocasionara diferencias con su padre, debía de luchar por hacer realidad sus sueños. Albergaba esperanzas diciéndose: —Un día mi papá me dará la razón y me brindará su apoyo. En medio de serias confrontaciones con su padre ¿podrá Gonzalo seguir adelante con la decisión tomada?

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Decídete a Actuar

APLICACIÓN PERSONAL Gonzalo dio el cuarto paso para «Conquistar sus sueños», alejado del pueblo en donde no existía la más mínima posibilidad de continuar estudiando y en contra de la voluntad de su padre, decidió actuar inmediatamente. Era necesario hacerlo porque de lo contrario, el tiempo que es la oportunidad que tenemos de hacer realidad nuestros sueños, se pasaría rápido y después solamente quedarían lamentos. Gonzalo debió elegir entre el conformismo de ser chiclero como los demás, o de ser alguien diferente que aspiraba a lograr mejores oportunidades. Se decidió por la segunda alternativa, aunque para ello, debió de librar ardua lucha porque se propuso hacer lo que otros nunca se atrevieron. Decisión: «Es la determinación que nos lleva a actuar, habiendo elegido lo que mejor nos parece, cuando existen dos o más alternativas». Gonzalo ya dio el cuarto paso para «Conquistar sus sueños», ahora te corresponde a ti actuar lo más pronto posible, en aquello que siempre has querido realizar. Toma la decisión ahora mismo, no dejes que otros decidan por ti, pon manos a la obra, no te conformes con lo que ahora eres, porque tienes un maravillo porvenir. Para ello, debes de ser perseverante y esforzado, pero valdrá la pena porque estarás más cerca de llegar a la cumbre de tus sueños.

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

AUTOEVALUACIÓN 1. ¿Cuál fue la decisión que Gonzalo tomó frente a su padre, cuando él insistía en que fuera chiclero?

________________________________________________ ________________________________________________ ________________________________________________ 2. Escribe los nombre de algunos animales del bosque que se mencionan en éste capítulo:

________________________________________________ ________________________________________________ ________________________________________________ 3. Escribe el significado de la palabra decisión:

________________________________________________ ________________________________________________ ________________________________________________ 4. De acuerdo al glosario escribe el significado de la palabra Mecapal:

________________________________________________ ________________________________________________ ________________________________________________ 1. ¿En qué te vas ha decidir a actuar ahora mismo?

________________________________________________ ________________________________________________ ________________________________________________

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Nunca he sentido que algo realmente importase, pero sí la satisfacción de saber que las cosas que apoyaste y en las que creías las habías conseguido de la mejor forma que habías podido. Eleanor Roosevelt b


Atrévete a Conquistar tus Sueños

Autoestima es...

Lo mejor de tí Quererte

Valórarte Cuidarte Conocerte

Aceptarte 58


Valórate a ti Mismo

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CAPITULO 5

Valórate a ti Mismo «El valor que tengas de ti mismo es fundamental para alcanzar el éxito que deseas»

A

na y Filomena se despertaron a las dos de la madrugada. A esa hora se levantaban todos los días para preparar alimentación a los chicleros. Cada una tenía asignado quince personas. El contratista les pagaba tres quetzales mensuales, por cada chiclero. — ¡Apúrate con la masa mija! —Gritaba Ana a su hija Hilda, mientras soplaba el fuego y se restregaba los ojos a causa del humo. A las cuatro debía de estar listo el desayuno. A cada uno le preparaban también su lonche para que llevara. Los chicleros salían a su trabajo a las cinco de la mañana y regresaban hasta en la tarde. 59


Atrévete a Conquistar tus Sueños

Chepe se veía preocupado esa mañana, caminaba de un lado para otro en busca de algo, con su lámpara alumbraba en los rincones de la champa. —¿Qué le pasa?— Preguntó su esposa. —Es que no encuentro los espolones y juro que aquí los dejé— respondió señalando el horcón de la champa. Moncho el arriero también estaba en apuros, dos de sus mulas no aparecían. —¿Quién desató las mulas?— Preguntó asustado. Nadie respondió. Empezó a buscarlas desesperado. Chema al darse cuenta de los aprietos de los dos compañeros, se carcajeó. Todos pensaron que se estaba burlando, pero en seguida dijo: —¡A que sombrerudo más tremendo!— Mientras consoló a Moncho poniéndole el brazo en el hombro. —¡Muchá no se aflijan! —Expresó—. Lo que pasa es que el duende hizo otra de las suyas. —¿Qué querés decir, Chema?— Preguntó confuso Moncho. —Que una de las tantas bromas que el duende nos hace a los chicleros, es esconder las cosas. —No creo. Eso de duendes y espantos es mentira— argumentó incrédulo Chepe. —Busquen arriba, y verán que los espolones han de estar colgados en la rama de algún árbol. Las mulas estarán amarradas cerca de aquí— aseguró Chema. En efecto, los espolones colgaban de las ramas de un árbol,

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las mulas las encontraron amarradas a orillas del arroyo. Todos se rieron de las travesuras del duende, convirtieron en chiste la aflicción de los dos compañeros. Los chicleros, uno tras otro, se alejaron del campamento para internarse aún más en la selva. Ana y Filomena, después que salieron de sus compromisos, aprovecharon para platicar y conocerse un poco más. Aún continuaban comentando la broma del duende. —¡Y…ay que tener cuidado!— Aconsejó Ana —Porque a nosotras las mujeres por tener el pelo largo, dicen que en las noches el duende nos hace trenzas y uno ni cuenta se da. — ¿Será cierto eso?—Preguntó nerviosa Filomena. —Pues sea cierto o no, por precaución, no debemos de dormir con el pelo suelto —opinó Ana. —Gracias que me lo dijo, por que yo siempre duermo con el pelo suelto —agradeció Filomena. —Y dejando ya lo del duende —prosiguió Ana— ¿por qué se vino usted al chicle con sus patojos? Filomena agachó la cabeza y empezó a narrar sin interrupción su situación; al buen rato, Ana como queriéndola consolar le dijo: — ¡Tiene usted razón! El trabajo del chicle dejaría buen pisto, si los contratistas fueran más concientes. Y también —agregó —si nuestros maridos no tuvieran el vicio del alcohol. —Es por eso que me vine a trabajar de cocinera, para que podamos pagar las deudas, porque dicen que aquí en la montaña, abunda la comida —concluyó Filomena. —Eso sí es cierto, hasta nos aburrimos de comer carne de monte, 61


Atrévete a Conquistar tus Sueños

creo que en eso de la comida, se van a ahorrar algunos centavos — afirmó Ana. —Y usted Ana, ¿desde cuando es cocinera en el campamento? — Preguntó Filomena. A Filomena le pareció extraño verla sola con su hija Hilda. El semblante de Ana entristeció con la pregunta. Hizo un silencio con la mirada fija en la selva. Al término de un tiempo habló: —Cuando nos casamos con mi esposo Pancho, me trajo a vivir a Carmelita para estar más cerca de él. —Y… ¿Quién es su esposo?— Preguntó inquieta Filomena. Entre sollozos, viendo hacia arriba contestó: —Mi…mi esposo es…está con Dios— se lanzó al cuello de Filomena y desahogó sus sentimientos en llanto. —¡No es posible!— Expresó incrédula Filomena. —Sí, así como lo oye: mi marido ya es difunto. —Y… ¿Cómo fue su muerte?— Volvió a preguntar Filomena. —Hace cinco años —empezó a narrar Ana— mi esposo salió del campamento a chiclear, estaba por bajar de la montaña, incluso ya había completado el contrato, pero un día antes por la tarde, descubrió varios árboles de chicozapote. Sus compañeros le rogaron que bajara ése día; él les dijo que se quedaría otros dos días más. — ¿Qué pasó después?— Interrogó una vez más, Filomena. — ¡Pobre mi Pancho! Por hacer unos centavitos más, encontró la muerte… Con el delantal, secó su rostro mojado por las lágrimas y continuó relatando lo sucedido a su esposo. 62


Valórate a ti Mismo

—Ese día que salió ya no regresó al campamento. Como la mayoría de chicleros ya habían bajado a Carmelita, fue hasta el otro día que don Chema salió a buscarlo con otros tres chicleros que todavía permanecían en el campamento. A media jornada de aquí, lo encontraron. Pe…pero mu…muerto —el llanto la interrumpió. — ¿Y que fue lo que le pasó? —Volvió a preguntar Filomena, al mismo tiempo que abrazó a Ana para consolarla. —Tenía una herida en el pescuezo. A pocos metros de distancia, al pie de un árbol de chicozapote, encontraron el machete lleno de sangre. A medio árbol una barba amarilla sin cabeza colgaba, escondiendo parte de su cuerpo en un hueco. Todos llegaron a la conclusión, de que mi marido estaba chicleando, pero cuando llegó a la altura donde estaba un hueco, la culebra salió de su nido y lo atacó mordiéndole el cuello. Don Chema me dijo que, sin duda alguna, Pancho cuando fue atacado le quitó la cabeza a la culebra, después se bajó del árbol, pero ya no le dio tiempo de llegar al campamento. El veneno llegó rápido al corazón. Esa fue la causa de la muerte de mi marido. — ¡Pobrecito su marido!, luchó contra la muerte, pero el veneno de esa culebra, dicen que es peligroso —lamentó Filomena. —Cuando me llegó la noticia a los tres días, yo no lo crecía —continuó relatando Ana—. Me vine de Carmelita, mientras el arriero con otros dos chicleros fueron en mula a dar la noticia al Patrón. Como todavía no llegaba avión, el juez tardó seis días para llegar a levantar el acta. Por lo avanzado del cuerpo, ordenó que lo enterráramos ahí mismo donde murió. ¡Así perdí a mi marido! —Suspiró profundamente, mientras abrazó a su hija Hilda. — Quedé sola con mi nena de tres años. Don Hermelindo el contratista, se mostró bueno con migo, me pagó todo el chicle de Pancho, me dio una indemnización por los cinco años que mi marido trabajó 63


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con él, y me dijo que si yo quería, me daba trabajo de cocinera en el campamento. Como estaba tan triste por la muerte de Pancho y para estar más cerca de su tumba, acepté el trabajo. Desde esa fecha, aquí estoy trabajando de cocinera. Han pasado cinco años de esa tragedia que nos tocó vivir. Hilda mi patoja ya tiene ocho años, ahora ella también me ayuda en la cocina. Filomena quedó eriza, al escuchar el relato de Ana. Durante todo el día, pasó pensando en tantos peligros a los que estaba expuesto su esposo, y ahora también, su Chalito. — ¡Tiene razón mi hijo! —Se decía así mismo —de no querer trabajar en el chicle. El siempre me ha dicho que, ya no quiere que su papá trabaje chicleando. ¿No será que mi hijo tiene algún presentimiento? —Se preguntaba—. Tal vez quiere evitarnos una tragedia familiar — se contestó, mientras pensaba firmemente en apoyar a su hijo para que estudiara. —Voy a apoyar a mi hijo. Intercederé ante su papá para que lo deje estudiar ­—dijo decidida. Los chicleros regresaron al campamento, era su primer día de trabajo de ésa temporada. Gonzalo venía quejándose. Ampollas de sangre se habían formado en sus manos, descargó la costalía llena de resina que pesaba cerca de cincuenta libras y se tiró a la cama demasiado cansado renegando con ya no ir a trabajar. — ¡Desgracia de patojo! Solo a chillar fue a la montaña —protestó Chepe—. Mejor te hubieras quedado echando tortillas en la cocina. No servís para nada. Yo a tu edad, ya me subía a los chicozapotes, pero vos eres un chambón. Estos y tantos regaños más, se escuchaban todas las tardes

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que regresaban del trabajo. Por las noches, Gonzalo se daba ánimo así mismo, diciendo: —Yo no seré chiclero, yo seré un profesional. Tú puedes, Gonzalo, no desmayes en tus deseos de alcanzar el éxito. Muy pronto saldrás de estas montañas para iniciar la senda del triunfo —se animaba así solo. Todas las noches Gonzalo, hacía lo posible de motivarse, porque creía tener la capacidad lograr sueños más altos que ser un chiclero, se daba valor así mismo, pero las situaciones se le complicaban cada día. La necedad de su padre por hacerlo el mejor chiclero de Petén, llegó a los extremos. Utilizó los golpes para hacer entender a su hijo que tenía que ser chiclero como él. — ¡Chepe, deje ya al patojo! —Intervino Filomena, cierta noche que lo golpeaba con el ropo—. Si a Chalito no le gusta el trabajo del chicle, usted no lo puede obligar. — ¡Es que mi obligación es enseñarle a trabajar como hombre! — Expresó furioso Chepe—. ¿O querés que nuestro hijo sea un vago? —Preguntó a su esposa. —Gonzalo lo único que desea es estudiar. Usted siempre se ha opuesto a que estudie —le recordó Filomena. —Eso del estudio es pura tontería. En nuestra familia nadie ha estudiado y nunca nos hemos muerto de hambre —respondió Chepe. —Pero el patojo quiere ser diferente, Chepe. Demos gracias a Dios porque salió inteligente —argumentó Filomena, tratando de que su marido entrara en razón. Pero Chepe en su orgullo machista, dejó clara su prepotencia. Arremetió contra su esposa, exhortándole muy fuerte. 65


Atrévete a Conquistar tus Sueños

— Mujer, ¡no me contradigas! Porque aquí se hace lo que yo digo. Nadie me va a decir lo que tengo qué hacer. En medio de estas serias discusiones, Gonzalo reconcilió el sueño, deseando encontrar una oportunidad de irse al pueblo y continuar sus estudios. Cuatro meses habían pasado de la temporada de chicle, Gonzalo veía remota la posibilidad de regresar a la escuela, sin embargo, mantenía las esperanzas de que la oportunidad llegara un día. —Limpia bien alrededor de los árboles, pero tené cuidado con las culebras, porque les gusta anidar en las gambas —Ordenó Chepe a su hijo. Dedicado a la limpia de los chicozapotes estaba Gonzalo, cuando macheteó un árbol de chechen negro. La resina le pringó en los brazos y en el pecho. Inocente de lo que había sucedido, continuó trabajando sin decir nada a su papá. Por la tarde la piel se le hinchó, tomando un color negro. Chepe se asustó al ver a su hijo. — ¡Cortaste un palo de chechén! —Le dijo preocupado—. Eso es peligroso. Vamos al campamento para que te curemos. La vida de Gonzalo estaba en peligro. El ni siquiera se percataba de lo peligroso que era la resina de chechen negro. A las personas que le caía esa resina, se les infectaba demasiado la piel y pasaban varios días en cama con altas fiebres. En casos anteriores, hubo chicleros que al caerles chechen negro en el rostro, quedaron ciegos. A Gonzalo se le practicó una serie de remedios caseros, pero no tenía alivio. Ya llevaba cinco días de estar en cama, y Ade-

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más de lo hinchado de su piel, en la oreja empezaba a formársele una roncha. Chepe pensó que era por el chechen. Pero Chema lo alertó diciéndole: —Lo que tu patojo tiene en la oreja, es mosca chiclera. — ¿Y qué es eso? —Preguntó Chepe. —Es una mosca que deja la ponzoña en la piel. Uno ni se da cuenta, de repente se empieza a sentir comezón, la roncha avanza en forma de círculo. Si no se aplica remedio de inmediato, se convierte en llaga incurable —explicó Chema. —Hace años en un campamento, la mosca chiclera le comió la nariz a un compañero —añadió Felipe. Pasaron varios días, la salud de Gonzalo se complicó, la roncha de la oreja se hizo más grande. Se comprobó que era mosca chiclera. Le aplicaron varios remedios propios de los chicleros, como raíz machacada de ramón y pasta de puro masticado, pero no tenía curación. Las altas fiebres no se le quitaban y el dolor de la hinchazón de la piel era insoportable. Gonzalo pensó que ése sería su fin, lloraba por que no quería morir sin ver sus sueños hechos realidad. A pesar de su estado de salud, mantenía una actitud positiva, dándose ánimo para que la oportunidad que esperaba, llegara pronto. Don Hermelindo el contratista llegó al campamento a visitar a sus chicleros. Era un patrón muy bueno y justo. Todos hablaban bien de él. Lo apreciaban bastante. Las cocineras hicieron bollos de ixpelón con carne de tepeiscuinte para darle la bienvenida. Reunió a los trabajadores la tarde de un domingo. Le dio a cada uno regalos para estimular su labor. — ¡Animo muchachos! ¡Ustedes son los mejores chicleros de Pe-

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

tén! —Expresó con una sonrisa amistosa. —Trabajen con toda confianza —continúo diciendo —No se preocupen de sus familias, estaré al tanto para que no les haga falta nada. Ustedes son el motor de la actividad chiclera. Sin ustedes no existiera producción de chicle. Los árboles de chicozapote y los chicleros, son lo más importante en éste trabajo —concluyó, motivando a su gente. Con aplausos, los chicleros agradecieron la bondad del patrón. A cada uno los saludó con apretones de manos y abrazos. Don Hermelindo se enteró de la salud de Gonzalo. De inmediato se preocupó. — ¿Qué le pasó a tu patojo Chepe? —Preguntó —Le cayó leche de chechen y tiene mosca chiclera, patrón. —Ese patojo se va a morir, si no hacemos algo—Advirtió don Hermelindo—. Mañana mismo lo llevo al pueblo para curarlo. —No es necesario, patrón, creo que aquí sanará — se negó Chepe a recibir la ayuda, pensando que los gastos de curación se cargarían a su cuenta, como lo hacían los demás contratistas. —No te preocupés, Chepe, yo me haré cargo de todos los gastos de medicina. Chepe, en contra de su voluntad, dejó que don Hermelindo llevara a Gonzalo. Según él por unos días, y que pronto lo tendría de regreso para continuar adiestrándolo como chiclero. Muy grave, casi a punto de morir, Gonzalo salió de la montaña para curarse. ¿Sería ésta la oportunidad que tanto esperaba para continuar sus estudios en el pueblo? 68


Valórate a ti Mismo

APLICACIÓN PERSONAL Gonzalo dio el quinto paso para «conquistar sus sueños». Cuando empezó a valorarse así mismo, se dio cuenta que estaba dotado de las habilidades necesarias para lograr los triunfos que se propusiera. Creyó tener talentos, sabiduría y cualidades de un campeón, no así de un perdedor, por ello, en algunas ocasiones que no lograba los objetivos que se trazaba, vivía inconforme y salía de sus entrañas la valentía del gran vencedor, hasta que se sobreponía a las dificultades que no le permitían conseguir sus propósitos. Gonzalo debió tener alta autoestima, es decir, una imagen positiva de lo que es, solo así pudo salir adelante, aún en circunstancias, en las que parecía que todo estaba perdido. Valor: «Es la calidad con que se conduce todo ser humano y la importancia que se da así mismo, manifestando valentía, coraje, ánimo, fuerza de voluntad, firmeza y perseverancia» Gonzalo ya dio el quinto paso para «conquistar sus sueños», ahora te corresponde a ti, verte así mismo y que descubras el enorme potencial con que está dotada tu existencia. Eres una persona que posees gran valor, no eres menos que los demás, mírate en un espejo, concéntrate en ti y quedarás sorprendido de ver a la persona más valiosa que existe en el planeta tierra. Valórate a ti mismo y… ¡Atrévete! a Conquistar tus Sueños! La biblia dice: «Todo lo puedo en Cristo que fortalece» (Filipenses 4:13).

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

AUTOEVALUACION 2. ¿Qué actitud tenía Gonzalo a pesar de estar enfermo de gravedad? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 3. ¿Cómo fue la muerte del esposo de Ana, la cocinera? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 4. ¿Cuás es el valor que tienes de sí mismo? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 5. Escribe el concepto de valor: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 6. Describe ¿cuáles eran los problemas de salud que tenía Gonzalo? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________

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Nunca he sentido que algo realmente importase, pero sí la satisfacción de saber que las cosas que apoyaste y en las que creías las habías conseguido de la mejor forma que habías podido. Eleanor Roosevelt b


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Actuando con

responsabilidad

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CAPITULO 6

Actuando con responsabilidad «La persona responsable, pronto hace realidad los sueños de su vida»

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onzalo estuvo en tratamiento dos meses. Del chechen no le quedó seña, pero la mosca chiclera le quitó la mitad de la oreja. Cuando ya estuvo recuperado, el patrón le comunicó: —Mañana viene Chema a recoger víveres, te regresarás con él al campamento. Gonzalo sintió que la oportunidad de estudiar se le escapaba y quizá no habría otra; se armó de valor y decidió hablarle al patrón de sus sueños. — ¡Patrón me…me permite unas pa…palabritas! — Dijo tartamudeando.

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

—¡Habla patojo, te escucho! —Contestó amable don Hermelindo. —Es que yo…yo no quiero re…regresar al campamento. —¿Porqué no querés regresar? —Preguntó don Hermelindo, arrugando la frente. —Porque yo no quiero ser chiclero. Yo…yo quiero estudiar, pero mi papá dice que tengo que ser chiclero. —Si estudiar querés, ¡te felicito muchacho! —Lo abrazó palmeándole la espalda—. ¿Y dónde vas a vivir? —Le preguntó. —No tengo en donde vivir. Quiero que usted me ayude —se atrevió a decirle. —Me estás metiendo en serios aprietos, muchacho —se rascó la cabeza el patrón—. Pero voy a ver que hago por ti. —¡Gracias, patrón! Dios se lo va a pagar —agradeció Gonzalo, uniendo sus manos hacia arriba. —Te daré lo que mi hijo Salomón despreció. —¿Qué quiere decir patrón? —Preguntó confuso. El patrón hizo silencio. Inclinó la cabeza y nostálgico comenzó a hablar: —Yo siempre quise que mi hijo Salomón fuera profesional. Lo mandé a la capital a estudiar en los mejores colegios. Como siempre me paso ocupado en el chicle, muy poco me enteraba de lo que hacía. Pero él, cada mes exigía más dinero. Mi esposa y yo estábamos tan seguros que lo gastaba en los estudios. Cierto día lo fuimos a visitar sin avisarle. Llegamos al cuarto de huéspedes. Al tocar la puerta…—los sentimientos lo interrumpieron y se quedó callado un instan-

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te—… al tocar la puerta, te decía— continúo don Hermelindo— nos abrió la puerta un muchacho de cabellos largos desordenados, lentes oscuros y pantalones flojos, tenía un cigarro en los labios y una cerveza en la mano derecha. ¡No lo podíamos creer!, ése era nuestro hijo Salomón. Estaba con sus amigos en una de las tantas fiestas que él organizaba. Al reconocerlo, me dio tanta furia, frente a sus amigos le di dos cachetadas. Sintiéndose humillado, grito que nos odiaba, nos sacó a empujones cerrando la puerta. Alcancé a escuchar que dijo a sus amigos: ¡Aquí no ha pasado nada muchá! ¡Que siga la fiesta, yo pago! Ya no le mandé ni un centavo más. Días después, lo expulsaron del colegio por su mala conducta. Yo todavía lo fui a buscar para que regresara a la casa, él ni siquiera me quiso ver. Con el correr del tiempo, se involucró en una pandilla delincuencial. Se dedicaron a robar y a violar jovencitas de los colegios. Cuando cumplió los dieciocho años, la policía lo capturó en un asalto en donde murieron dos personas. Lo sentenciaron a treinta años de cárcel. Y ahora, ahí en la cárcel…— Suspiró profundo— ahí en la cárcel está mi hijo Salomón pagando su rebeldía—. Don Hermelindo con la manga de la camisa, limpió las lágrimas que le escurrían y se sonó la nariz. —¡Disculpe patrón! No fue mi intención hacerle recordar malos momentos. —Dijo Salomón, apenado. —No tenés porqué pedirme disculpas, fui yo quién te conté lo sucedido a mi hijo. Tus ganas de estudiar me recordaron los deseos que tenía porque mi hijo fuera profesional, pero como él despreció mi apoyo, creo que tú si lo mereces. Cuenta con mi apoyo. — ¡Gracias patrón! Nunca olvidaré todo lo que hará por mí. —Mandaré a decirle a tu papá que ya estás bien, pero que te contraté como mozo de la casa. 75


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Chepe recibió la noticia de su hijo mediante una carta que el patrón envió con Chema, por su puesto, que no fue de su agrado. Al enterase del contenido de la carta, una noche después de cenar, expresó molesto: —¡Te saliste con la tuya Chalito! Su enojo era mayor porque se quedó en el pueblo, sin su permiso. Sentía como que si hubieran pisoteado su autoridad de padre. —Pero un día te iré a buscar y me las pagarás todas juntas. —¡Tranquilícese, Chepe! Deje que el patojo haga su vida —trató de calmarlo Filomena. —¡Mirá mujer! Si un día Gonzalo cae en los vicios, tú me las vas a pagar por alcahueta. —Chalito nunca nos dejará mal. Ya verá, Chepe, un día nos sentiremos orgullosos de nuestro hijo. —¡Ojala tus palabras sean ciertas! Pero lo dudo, porque en el pueblo existe tanta maldad. —¿Te acuerdas del hijo de Tancho? Lo mandó a estudiar a San Benito y resultó siendo marihuano —recordó Chepe. —No sea pesimista, Gonzalo a pesar de que es patojo, tiene buenos planes — Abogó Filomena. —Siempre quise hacer de mi hijo un hombre trabajador, me siento traicionado. Ojala el estudio no arruine a mi hijo —finalizó diciendo Chepe, mientras apagaba la chenca del último cigarrillo. Poco después se quedó dormido. Los chicleros regresaban de su trabajo casi al anochecer, la

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claridad de un día más se disipaba en la oscuridad de la inmensa selva. El último en llegar era Cristóbal, pero ya eran las siete de la noche y no aparecía; dieron las nueve y no había señales de Cristóbal. Entonces Chema se preocupó. Ordenó la búsqueda dividiendo a los chicleros en grupos de cinco. Durante el día, el cielo había estado nublado, algunas lluvias esporádicas cayeron sobre la selva. A esa hora de la noche, la llovizna era más recia. Los chicleros cubriéndose con hojas de guano, salieron en busca de Cristóbal. El pánico invadió sus mentes al recordar la trágica suerte de Gumersindo. Gritos, chiflidos y el sonido del cuerno estremecieron el bosque. La lluvia intensa dificultó la labor de búsqueda. —¡Pobre compañero! —Se lamentó Chema. —¡Ojala no haya caído en las garras del tigre! —Expresó Alfonso. A media noche encontraron algunos árboles que Cristóbal picó durante el día, en la madrugada ya no hubo más pistas. Los grupos de búsqueda, uno por uno, regresaron al amanecer sin llevar noticias alentadoras. —Suspenderemos la actividad de chicle hasta que encontremos al compañero —Ordenó Chema. Tenía esperanzas que tal vez durante el día lo encontrarían con facilidad. Cruzaron ríos y pantanos, subieron a las serranías más altas y dieron aviso a otros chicleros de los campamentos cercanos: Dos lagunas y Uaxactún, mantenían esperanzas que apareciera en alguno de esos campamentos. Pero pasaron diez días y ya no tuvieron noticias de Cristóbal. Chema suspendió en definitivo la búsqueda. Después de tres meses sin saber de su compañero, todos se resignaron a que el 77


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tigre lo había devorado. Román y Enrique salieron de casería un sábado por la mañana, tenían conocimiento de una danta que se bañaba a varios kilómetros arroyo abajo, específicamente en una hondonada que formaba el agua. —Si cazamos esa danta, tendremos carne para toda la semana — platicaba emocionado Román. Caminaron por toda la ribera del arroyo, algunos mapaches escarbando lombrices encontraron a su paso, varias tortugas en fila se asoleaban en las ramas de los árboles que caían al agua. Cuando iban llegando al lugar indicado, escucharon ruido en el arroyo. — ¡Shiiit! —Ordenó Enrique, colocándose el dedo índice en los labios. — ¡Allí está la danta! Prepara la escopeta y le disparas, Román. Román cargó el arma, encorvado caminó entre la maleza, haciendo a un lado el monte que le estorbaba, mentalmente planeaba donde le iba a disparar. Pero cuando tenía en la mira el blanco, palideció; despacio bajó el arma. Quedó estático. — ¿Que te pasa Román? ¿Por qué no disparaste? —Es…es que no es dan…danta —tartamudeó Román. —Entonces, ¿qué es? —Preguntó impaciente Enrique. —Gen…gente es lo que…que está ahí —Señaló hacia el arroyo. Cuando Enrique se dio cuenta que era gente, también palideció, ambos pensaron que se trataba de una burla, de un mal espíritu.

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—Este es un mal espíritu que se está posesionando de nosotros, al hacernos ver a una persona, en vez de la danta —opinó Enrique. La persona se encontraba de espaldas, se agachaba recogiendo agua con las manos para lavarse la cara, estaba semidesnuda, apenas unos harapos cubrían sus partes íntimas. El susto fue mayúsculo cuando la persona se enderezó y dio la cara. — ¡Se pa...parece a Cris…Cristóbal! —Aseguró Román. — ¡No, no es…es po…posible! —Contradijo Enrique, abriendo más sus ojos asombrado por lo que veía. —Des…después de…de tres meses Cris…Cristóbal ya está mu… muerto —Tartamudeó confuso Enrique. Ambos determinaron que no era él, pero se animaron a hablarle. — ¡Cristóbal! —Gritaron a una misma voz, ondeando sus sombreros en alto para que los viera. La persona se les quedó viendo. Dio varios alaridos, cruzó el arroyo y Se escondió en lo espeso del monte. Los chicleros corrieron al campamento a dar la información, el corazón les palpitaba exagerado, casi sin respiración y tartamudeando, dieron la noticia a los compañeros. A todos les costó creer, pero sin más pérdida de tiempo, fueron tras la persecución de Cristóbal. Cruzaron el arroyo por donde se escondió en el monte, caminaron un kilómetro más, dentro de unos jimbales salió corriendo la persona y le dieron alcance en una plantación de cocoyoles. Lo rodearon y se lanzaron encima de él, los atacó con mordidas y araños. Tenía el cabello largo y desordenado, la barba era abundante, sus pies sangraban, en la espalda tenía moretes, varios araños como que eran de tigre 79


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tenía en el pecho. Lo sujetaron a la fuerza, amarrándolo con bejucos. — ¡Pobre compañero! Después de tantos días desaparecido en la selva, perdió la razón —se lamentó Nicolás. El mismo instinto por sobrevivir en la selva, le había dado fuerzas y actitudes parecidas a la de los animales salvajes. A saber cuántas batallas tuvo que librar con fieras para estar con vida. Construyeron una camilla de palos y lo ataron a ella, Ahí lo llevaron directamente hasta Carmelita. El asombro de los habitantes de la aldea fue grande. La gente se agolpó para verlo, le llevaron agua y comida, Cristóbal los rechazó apretando los dientes; retorciéndose hacía fuerzas para liberarse de las ataduras. —Da tristeza ver así al compañero Cristóbal. Ojala le vuelva la razón —comentaban los chicleros. Al día siguiente llegó el avión, subieron amarrado a Cristóbal. Hubo necesidad de que don Hermelindo lo llevara hasta la capital para su total recuperación. Mientras los peligros de la selva sorprendía a los chicleros, Gonzalo se inscribió en la escuela, a sus catorce años todavía estaba en quinto grado de Primaria. No fue tan fácil la decisión de quedarse en el pueblo, varias noches lloró la ausencia de su familia. A veces pensaba mejor regresar con su gente, pero el deseo de superarse era más fuerte que sus sentimientos familiares. Aunque el patrón prometió ayudarle, tenía que hacer muchos trabajos en su casa. Desde un principio, don Hermelindo le dijo: —Muchacho: Si te vas a quedar en mi casa tenés que trabajar.

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Actuando con

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Todo lo bueno cuesta. En la vida las cosas se tienen que ganar, nada nos cae del cielo sin sacrificarnos. Yo me comprometo a apoyarte en los estudios. Espero de tu parte obediencia y responsabilidad. Porque el día que me falles, te regresas a la montaña a chiclear —sentenció. Bajo esa condición, Gonzalo inició una nueva etapa de su vida, en casa del patrón, era un mil usos, a pesar de ello, siempre estuvo atento y a la hora que se le necesitaba, en cada una de las tareas asignadas mostró mucha responsabilidad. Para cumplir con las demandas del trabajo disciplinó su vida, procurando tener tiempo para el estudio. A las cuatro de la mañana, ya se encontraba en los potreros ordeñando vacas, después, en una bicicleta salía a vender la leche en las casas de San Benito, al regresar de la venta, se alistaba para asistir a la escuela. Durante la tarde se ocupaba de oficios domésticos y un sin fin de mandados y a las ocho de la noche realizaba las tareas escolares. Para actuar con responsabilidad en todo lo que hacía, hubo necesidad de aplicar dedicación y esfuerzo. Don Hermelindo estaba admirado de Gonzalo. Por las noches comentaba con Carlota, su esposa: — ¡Qué patojo tan arrecho! Todavía es un niño y ya se desempeña como adulto. Gonzalo cada día se ganaba la confianza y respeto de don Hermelindo, lo llegó a querer como a su propio hijo. Su desempeño tan comprometido en lo que se le solicitaba, le trajo muy buenos resultados. Las oportunidades de subir los peldaños de la escalera del éxito comenzaron a llegar. En las temporadas siguientes, don Hermelindo abrió otros dos campamentos chicleros, el trabajo administrativo se triplicó. El patrón personalmente, con los informes de cada encargado de campamento,

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llevaba el control individual de los chicleros y les practicaba la liquidación al final de cada temporada. Ahora le sería más difícil realizar toda esa labor administrativa, pues eran casi cien personas en los tres campamentos. Entonces, viendo seriedad y responsabilidad en Gonzalo, lo contrató como asistente administrativo. — A partir de mañana —le dijo donde Hermelindo a Gonzalo —dejarás de ordeñar vacas y de hacer oficios domésticos. Te vas a encargar de llevar el control individual de cada chiclero. Les practicarás la liquidación y pagarás sus alcances. Tú eres la persona de mi confianza, con tu inteligencia estoy seguro que harás éste trabajo mejor que como yo lo he venido realizando —lo elogió don Hermelindo. Gonzalo se sintió feliz, pero también la responsabilidad era mayor, sabía que era un cargo de mucha confianza, de los controles que él practicara dependía la ganancia del patrón, por eso tenía que ser ordenado para quedar bien con el patrón y ser justo con lo que a cada chiclero le correspondía. A penas a sus quince años, ya tenía un trabajo de mucha importancia. Cursaba sexto grado de Primaria, su inteligencia y habilidad para hacer cuentas eran sorprendentes. Don Hermelindo le mandó a fabricar un escritorio y lo ubicó en su misma oficina. De aquí en adelante, cualquier asunto administrativo relacionado al chicle, don Hermelindo se lo encargó a Gonzalo y lo autorizó para dar cualquier información de su oficina, también lo delegó para que lo representara en algunas reuniones, Gonzalo, prácticamente era el segundo de mando en esa empresa chiclera. Entonces don Hermelindo se dedicó a otras actividades, especialmente la de hacer contactos comerciales para mejorar el mercado. Sin preocupaciones y con toda confianza,

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Actuando con

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dejó en las manos de Gonzalo todos los asuntos administrativos. Las siguientes temporadas mejoraron en ése aspecto. Gonzalo veía cómo al actuar con responsabilidad se le daban las oportunidades que tanto esperaba y empezaba a disfrutar de los beneficios del éxito. ¿Podrá Gonzalo siendo apenas un adolescente mantener su vida en el camino del éxito?

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APLICACIÓN PERSONAL Gonzalo dio el sexto paso para «conquistar sus sueños». Era necesario actuar con responsabilidad para que se ganara la admiración y respeto de la persona que depositó en él su confianza. Esto le trajo muy buenos resultados, porque cada día se le abrían las oportunidades que tanto deseaba; en cada trabajo que realizó recibió felicitaciones y elogios que lo motivaron hacer responsable en todo. El sabía perfectamente que al mostrar seriedad y puntualidad en las tareas encomendadas, estaría escalando un peldaño más de la escalera del éxito, para ello, debió de disciplinar su vida ocupando bien su tiempo. Gonzalo ya dio el sexto paso para «conquistar sus sueños», ahora te corresponde a ti, actuar con responsabilidad en todo lo que realices. Comprométete aplicando el más alto esfuerzo en la realización de lo que se te encomiende, da lo mejor de ti, poniendo corazón y alma en todos tus compromisos, así serás más productivo y elevarás el nivel de desarrollo de tu propia vida: ¡Atrévete! a Conquistar tus sueños. Responsabilidad: Es la obligación de responder de los actos propios, como consecuencia de una misión encomendada. Responsable: Es la persona que pone cuidado en lo que hace y es diligente para llevar a buen término en el tiempo indicado, lo que se le ha encargado. La Biblia dice: «El alma del perezoso desea y nada alcanza, más el alma de los diligentes será prosperada» (Proverbios 13:4).

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AUTOEVALUACION 1. Escribe algunas áreas en las que Gonzalo mostró responsabilidad cuando trabajó en casa de don Hermelindo: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 2. ¿Cuáles son las áreas de tu vida en donde no has actuado con responsabilidad? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 3. Escribe el significado de la palabra Responsable: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 4. En éste capítulo ¿Qué oportunidad se le abrió a Gonzalo al haber actuado con responsabilidad? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________

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Excelencia en Todo

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CAPITULO 7

Excelencia en Todo «Esfuérzate por ser excelente; lo mediocre no es digno de felicitación»

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l séptimo hijo de Chepe nació en Carmelita en el mes de Octubre, en medio de marquetas de chicle y en un ambiente en donde los peligros constantes de la selva, no le pronosticaban muchos años de vida. La temporada de chicle estaba de lo mejor, los chicleros en lo más recóndito de la selva, estaban entregados en cuerpo y alma a ésa ardua labor. — ¡Te ganaste la gallina! —Dijo Juana la comadrona a Filomena—. ¡Fue un hermoso varón! Toma Filomena. Se lo entregó bañadito y envuelto en unos trapos. Filomena se quedó en Carmelita quince días hacien-

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do la dieta. Ella ya no quería regresar al campamento, estaba asustada de ver tantos peligros en la selva, la vida en las montañas no había sido tan fácil. Sus otros hijos todos habían enfermado de gravedad; a uno le había dado dengue y paludismo, otros se habían llenado de granos debido a la abundante plaga, a dos de ellos se les llenó la cabeza de colmoyotes. Ahora tenía más miedo por su pequeño de apenas días de nacido, como que presentía algo trágico para su hijo. —Chepe, mejor deje el trabajo del chicle. Vamos a vivir a San Benito —suplicaba Filomena a su marido. Chepe estaba ya acostumbrado a la vida de chiclero, creía difícil desempeñarse en otro trabajo, por eso siempre ponía oído sordo a lo que le decía su mujer. A pesar del miedo, Filomena regresó nuevamente al campamento con su pequeño en brazos. Durante dos noches anteriores, se escuchó cerca del campamento el bramido del tigre, los chicleros estuvieron en guardia por si llegaba a atacar. Con hojas secas de guano realizaron grandes fogatas para evitar que se acercara; la tercera noche al no escuchar sus bramidos, se despreocuparon pensando que el tigre se había alejado. Esa noche, cansados por la ardua labor del día, se durmieron temprano; como a eso de la una de la madrugada en forma silenciosa, la fiera entró a la champa de Filomena para arrebatarle al niño. Los gritos de la afligida madre despertaron a los chicleros, Chepe casi tuvo que enfrentar cuerpo a cuerpo al tigre, para evitar que se llevara al niño. No le importó que las filudas garras quedaran marcadas en sus brazos. Ramón al ver la intensa lucha que su compañero estaba librando, tomó su escopeta, decidido apuntó a la cabeza del

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felino, accionó su escopeta haciendo gran ruido la detonación. El tigre se desplomó y pataleó del dolor fatal, sus temidos bramidos se convirtieron en angustiados quejidos. Unos minutos después, la gran fiera expiró. El grupo se acercó alrededor para ver la agonía del tigre. — ¡Qué gran animal! — Dijo admirado Enrique. — Lo que no me explico es, ¿cómo no sentimos cuando llegó a quererse llevar al niño? — Preguntó confuso Chema. — Es que dicen que el tigre apetece a los niños pequeños y es atraído por el olor de la leche materna, y además, el tigre tiene un secreto para adormecerlo a uno — respondió Moncho. — ¿Y cuál es ése secreto? — Preguntaron interesados todos. — El tigre hace dos visitas antes de llevarse al niño. Si se da cuenta de que hay demasiada gente, a la siguiente noche llega en silencio. Orina alrededor del lugar para adormecer a las personas, espera a que todos se duerman y entonces entra a sacar al niño —explicó Moncho. — Entonces eso fue lo que nos pasó muchá. El tigre nos durmió con sus meados —dijo riéndose Tacho. Parecía que cada día los chicleros estaban expuestos a situaciones extrañas. La selva parecía un gran misterio, nadie sabía con precisión, que más les esperaba. Cada suceso constituía una experiencia en la escuela de la vida para los chicleros. Aprendían a ser prudentes, tomando las precauciones necesarias, solo así podían sobrevivir en medio de los peligros aterradores del bosque. —Aquí solo encomendarnos a Papá Dios, porque cualquiera de nosotros puede caer en peligros de muerte —Recomendó Chema. 89


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A pesar de ello, los chicleros eran felices alejados de la sociedad. El ruido del aire al chocar con los árboles y los cantos de aves, les traía completa paz a sus corazones. Mostraban optimismo y confianza en Dios cada vez que subían a los altos árboles de chicozapote. Una temporada más de chicle llegaba a su fin, era la segunda quincena de febrero, las lluvias del intenso invierno ya habían cesado. En los rostro de los chicleros se veía mucha alegría, no solo porque pronto verían a sus familias después de ocho meses, si no porque habían sobrepasado la cuota del contrato y se disponían a recibir un buen alcance económico. — ¡Esta temporada sí estuvo buenísima! —Manifestó emocionado Chepe, cuando Chema le empacó las últimas marquetas. Según los cálculos de Chepe, había producido dos quintales más de la cuota de chicle asignada. Moncho ensilló su mula, cargó las últimas marquetas en las otras mulas. Las cocineras empacaron sus trastes para la próxima temporada, luego subieron a los semovientes respectivos. — ¡Ya estamos listos! —Gritó Chema. Moncho tocó con las espuelas la panza de la mula, esta empezó a caminar al trote, inmediatamente las otras mulas le siguieron. Los chicleros uno tras otro, emprendieron felices el regreso a su pueblo para un merecido descanso. El Arroyón una vez más, se quedaba solo por cuatro meses, y la selva también descansaría de la mano del hombre que para satisfacer sus necesidades, irremediablemente tenía que soportar su destrucción. Filomena se quedó en Carmelita con sus hijos, desde el des-

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canso de la temporada pasada, habían decidido vivir ahí. Chepe viajó a San Benito para que el patrón le practicara la liquidación final de la temporada. —¡Ay se apura, Chepe! No se vaya a chupar el pisto— advirtió Filomena a su marido. El avión aterrizó en la pista de Santa Elena, familias enteras esperaban a los chicleros. Cada fin de temporada que bajaban los chicleros, era suficiente motivo de agradecer a Dios por haberlos regresado con vida. La novedad de su llegada era notoria en el pueblo, se dejaba ver en el movimiento económico, las tiendas se surtían de artículos necesarios. El comercio tenía su época más alta de ventas. Con cohetes y marimba, daban la bienvenida a los «señores de la selva». Abrazos y muchas lágrimas, eran las primeras escenas al bajar del avión. Cada chiclero se iba con su familia. Las mujeres preparaban gallina en caldo, para celebrar la llegada del jefe de la casa. Chepe llegó a la casa del patrón, tuvo que esperar en el corredor porque otros compañeros ya se le habían adelantado. Sus ojos observaron los jardines y ventanas de la casa, le pareció extraño no ver a su hijo haciendo la limpieza. —De plano se portó mal y el patrón lo echó —se dijo con pesimismo. —Si es como yo pienso, hoy mismo me lo llevo a Carmelita, porque aunque no quiera, tiene que ser chiclero —sentenció. Una empleada doméstica interrumpió sus pensamientos negativos. — ¡Pase el siguiente! —Invitó. Chepe quitándose el sombrero entró a la oficina del patrón. Por unos instantes quedó sin hablar y mirando fijo sin parpa-

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dear, no podía creer que el que estaba en el escritorio era su hijo. — ¡Buenas tardes, papá! ¡Pase adelante! —Saludó amable Gonzalo, mientras se levantaba para abrazar a su padre. Después de preguntarle por su mamá y sus hermanitos, le dijo: —¿Usted viene por su liquidación, verdad? —¡Si…si hijo! —Afirmó, sacudiendo la cabeza para librarse de lo perplejo. —Siéntese papá, ahora mismo le hago su liquidación. Gonzalo abrió la gaveta del archivo, sacó un fólder lleno de papeles, introdujo una hoja en la máquina de escribir, pulsando las teclas con los dedos índice y medios de sus manos, el trac…trac… trac…de la vieja máquina se escuchó veloz. En cuestión de minutos, Gonzalo había hecho el trabajo. — ¡Aquí está su liquidación papá! Se la voy a leer para ver si está de acuerdo con lo que alcanza, según sus cálculos personales. Gonzalo comenzó a leer los detalles de la liquidación, en cada lectura, Chepe movía la cabeza de arriba hacia abajo, en señal de aceptación. —¿Está de acuerdo con la liquidación?— Preguntó a su papá. —¡Así es hijo, las cuentas están exactas! Gonzalo abrió la caja fuerte, sacó un fajo de billetes y se los entregó. —Entonces, aquí está el pago de lo que alcanza. ¡Cuéntelo! Chepe se untaba saliva en los dedos índice y pulgar para

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contar mejor el dinero. —Por favor, papá, firme el recibo. Gonzalo alcanzó una almohadilla con tinta. Chepe untó el dedo pulgar y lo estampó en el recibo de la liquidación. — ¡Está usted servido, papá! — ¡Gracias hijo! Permíteme felicitarte y pedirte perdón. Chepe agachó la cabeza. Nostálgico continuó hablando. —Ahora entiendo lo mucho que vale el estudio. Tenías razón al decir que querías estudiar. Yo de terco, siempre estuve en contra de que estudiaras. ¡Perdóname, hijo! Padre e hijo se fundieron en fuerte abrazo. Los sentimientos causaron el brote de varias lágrimas. Chepe caminó por las calles de San Benito, compró algunas cosas necesarias para su familia. Se sentó en el andén de una tienda y pensaba en el éxito que estaba teniendo su hijo, cuando varios compañeros lo encontraron y le dijeron: — ¡Te felicitamos Chepe! ¡Qué chispudo ése tu patojo! Es amable, hace rápido las cuentas y bien echas. Chepe agradecía las felicitaciones, aunque con un poco de remordimiento por no haberlo apoyado en los estudios, se sentía orgulloso de su hijo. Se prometió así mismo, apoyarlo de aquí en adelante. Porque en verdad, ya empezaba a ser alguien importante y los chicleros lo admiraban hablando bien de él. —Tan patojo y el patrón le encomendó la administración de su oficina y el pago de las liquidaciones —comentaban.

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Gonzalo se había propuesto hacer su trabajo buscando la excelencia. Hasta en los asuntos mínimos, talvez de poca importancia, procuraba la calidad. Antes de entregar una liquidación o informe que don Hermelindo le solicitara, minuciosamente se percataba de que estuviera bien hecho; para ello, lo revisaba varias veces, hasta que se convencía de la perfección. Ese mismo método utilizaba en las tareas académicas y lograba obtener la nota más alta. La calidad de su trabajo motivó al patrón a confiarle la administración total de los tres campamentos chicleros. — ¡Qué alivio!— Expresó don Hermelindo, suspirando tranquilidad—. Al fin pude encontrar a una persona excelente en la administración. Gonzalo es la persona que necesitaba desde hace tiempo. Gonzalo comenzó a disfrutar de los beneficios de la excelencia. No solamente era apreciado si no que también tenía el dinero suficiente que necesitaba en sus estudios. Ser alguien importante en la vida, era uno de los deseos que ya se estaban haciendo realidad. En la escuela lo ponían de ejemplo a los demás estudiantes, los maestros al referirse a él, lo hacían con elogios a su persona. Entre los chicleros también su nombre empezaba a ser importante. Todo esto le gustó tanto que de ahí en adelante, se trazó la meta de ser excelente, porque se daba cuenta que le traía muy buenos resultados. Nada hacía a medias o sin ponerle su mayor empeño. Gonzalo siempre se encaminó a la realización de lo mejor, la senda de la perfección era el camino donde se sentía bien. Aunque más adelante, hubo facetas de su vida llenas de tentaciones que casi derribarían los principios para alcanzar el éxito. ¿Cómo pudo Gonzalo ser vencedor? 94


Excelencia en Todo

APLICACIÓN PERSONAL Gonzalo dio el séptimo paso para «conquistar sus sueños». Siempre actuó con excelencia en todo lo que realizó, ninguna labor hizo simplemente por salir del compromiso, le puso el empeño necesario hasta terminarlo con el sello de calidad. Pues estaba consciente que de ahí adelante, ése sería el sello, que garantizaría su futuro y hablaría de la calidad de persona que era. Quedaba satisfecho, hasta que se percataba minuciosamente que el trabajo estaba terminado y bien hecho, no dejó nada a medias, porque el éxito no es de los mediocres, es de los que se esfuerzan hasta llevar a feliz termino lo que inician. Gonzalo ya dio el séptimo paso para «conquistar sus sueños», ahora te corresponde a ti actuar con excelencia en todo lo que realices. Hoy en día hay muchas personas a las que se les cierran las oportunidades, sencillamente porque no muestran calidad en lo que hacen. Lo excelente nunca pasa desapercibido, es digno de admiración, aplausos, felicitación y respeto. ¡Atrévete! a conquistar tus sueños. Excelencia: Es la calidad superior que se muestra en la presentación de una tarea o trabajo que se nos encomienda. La Biblia dice: «… A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Timoteo 3:17).

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

AUTOEVALUACION 1. ¿Cuáles fueron los resultado que obtuvo Gonzalo por hacer su trabajo excelente? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 2. ¿Qué áreas de tu vida crees que tienes que mejorar para ser excelente? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 3. Escribe el significado de la palabra excelencia: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 4. De acuerdo al glosario escribe el significado de la palabra paila: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 5. ¿Qué le sucedió al hermanito más pequeño de Gonzalo? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________

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Venciendo toda Oposición

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CAPITULO 8

Venciendo toda Oposición «El camino del éxito está lleno de adversidades, se requiere actitud de vencedor para triunfar»

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omate una cerveza, Gonzalo, una no es ni una!— Decían los mismos chicleros a Gonzalo.

—¡Queremos brindar por el buen trabajo que estas haciendo!— Insistían. En la misma senda del éxito, también estaba lo opuesto, en donde se requería de coraje, valentía y equilibrio para permanecer en lo deseado. A los quince años Gonzalo recibía constantemente ofertas para iniciar una vida viciosa y desordenada. El alcohol era la tentación más fuerte. La mayoría de chicleros lo invitaban a tomar cerveza, según ellos, era una manera

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de agradecer su buen trabajo, Gonzalo tuvo que ser valiente para vencer tales ofertas. En la escuela sus amigos lo invitaban para que los acompañara a fiestas nocturnas, los cigarrillos también eran tentaciones fuertes, muchas veces Gonzalo tenía que huir para no contaminarse con esos vicios. Pero hubo ocasiones en que la presión del grupo lo atrapó y cedió a ingerir cervezas o fumar cigarros. Lo hizo por compromiso ante la insistencia de sus amigos. Gracias a su dominio propio y estar centrado en lo que deseaba, logró sobreponerse a toda clase de vicios que estorbaran su progreso. Pasó con éxito la edad crítica de la adolescencia. Al convertirse en adulto, su madurez era ejemplar; muy formal y responsable en todo lo que hacía. Se pensaba que ya nadie podía estorbar su caminar exitoso. Gonzalo ya tenía dieciocho años, A esa edad se inscribió en la escuela Normal de Santa Elena, abrazó con muchas perspectivas la carrera de Magisterio, donde libró tantas batallas para poder salir adelante. Por su edad y seriedad, lo bautizaron con el sobre nombre de «El viejo». Era puntual y responsable en la entrega de tareas, respetuoso y colaborador con los catedráticos, no apoyó ningún movimiento de huelga, amó apasionadamente todo lo académico. En cualquier proyecto de superación personal, era el primero en mostrar interés. Gonzalo intentaba ser diferente a muchos de sus compañeros que solo asistían a la escuela a pasar el tiempo, iban a la escuela porque sus padres los obligaban. Por querer implantar tal estilo de vida, Gonzalo se encontró con situaciones adversas, los compañeros se burlaban de él, no perdían cualquier oportunidad para ridiculizarlo, lo trataban

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como un anticuado, cada día tenía menos amigos, hasta las muchachas se distanciaban de él, le hacían chiste por la mitad de la oreja que perdió, a causa de la mosca chiclera. Todo ese ambiente ofensivo a su persona, intentó desanimarle en sus objetivos de superación personal; pero armándose una vez más de valor, empezó a crecer en él una actitud de campeón. Luchó incansablemente contra toda adversidad, no se detuvo ante el desprecio diario de sus compañeros. Levantó su mirada viendo más allá del presente y en medio de tantos obstáculos, se vio así mismo como una persona victoriosa, tomó la actitud de vencedor ante todo aquello que se oponía a sus ilustres ideales. — ¡Mañana viene Gonzalo! —Comunicó Chepe a Filomena. Don Hermelindo dio vacaciones a Gonzalo, era el mes de noviembre; tiempo de descanso que aprovechó para visitar a su familia en el campamento. La noticia de su llegada se regó entre los chicleros. —Dicen que mañana viene el hijo de Chepe —comentaban unos a otros. Los chicleros decidieron recibirlo con un almuerzo, dos de ellos fueron de cacería, cazaron cinco faisanes. El día domingo de su llegada, lo recibieron como que hubiera sido el patrón. Chepe se sentía orgulloso de su hijo, ahora no quería recordar en lo mínimo, los días en que debido a su ignorancia, reprimió los deseos de estudiar. — ¡Qué buen hijo tenés! —Dijo Ana a Filomena, mientras sacaban de la olla las presas de faisán que servían a los chicleros. —Gracias a Dios, salió bueno el patojo —respondió Filomena.

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Todas las miradas se concentraron en Gonzalo. El, queriéndolas esquivar, agachaba la cabeza de vez en cuando, pero hubo una mirada que lo electrizó. Su vista se cruzó con la de Hilda, quién ayudaba a servir la comida. Inertes permanecieron sin parpadear por un instante. «¡Qué grande está! ¡Qué bonita!» —Se dijo para sí. Sus pensamientos se compenetraron en el cuerpo de Hilda, cuando era niña la vio muchas veces, pero ahora era diferente, toda una señorita que atraía las miradas de cualquier joven. Chema interrumpió ese lenguaje de amor que empezaba a brotar en Gonzalo. —Todos queremos felicitarte Gonzalo, por el éxito que has tenido. Sacudiéndose la cabeza, Gonzalo volvió en sí de su idilio momentáneo. — ¡Gra… gracias a ustedes! Por mostrar su aprecio hacia mi persona —respondió amable. —También queremos agradecerte —continuó hablando Chema —porque nos has tratado muy bien cuando realizas nuestras liquidaciones. —No tienen por qué agradecérmelo. Es mi obligación tratarlos bien, cómo ustedes se lo merecen. El almuerzo terminó. Todos se quejaron de lo llenos que habían quedado. Una siesta bajo la arboleda le hizo a Gonzalo soñar, ahora muy diferente. Desde ese día del almuerzo, los pensamientos de Gonzalo se ocuparon en Hilda, ella ya tenía dieciséis años. Era simpática y risueña. Por primera vez, Gonzalo sintió la sensación atractiva del sexo opuesto. Nunca se había enamorado. La tarde de un sábado, bajó al arroyo dispuesto a pescar. Caminaba distraído

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entreteniéndose con mirar unas pericas que revoloteaban en las ramas de los árboles. Pocos metros antes de llegar al arroyo, sus ojos quedaron perplejos, se ocultó en la maleza para evitar ser visto, así pudo contemplar desde su escondite el encanto femenino que se bañaba. Hilda salió del agua, su cuerpo quedó al descubierto unos instantes, presintiendo que alguien la veía, colocó una toalla alrededor de su cuerpo, peinó su larga cabellera que dejó caer sobre los hombros, cambió sus ropas íntimas y se puso un vestido floreado, luego, apresurada, se alejó del arroyo llevando en su cabeza un cántaro lleno de agua. Un escalofrío que recorrió todo su cuerpo sintió Gonzalo cuando Hilda pasó a escasos diez metros de donde se escondía. Suspirando profundamente, estiró sus entumidas canillas y salió de los arbustos. — ¡Uf, que alivio! —Exclamó flotándose las manos—. Qué bueno que ella no me vio y yo sí pude verla —comentó para sí, su dicha. De ahí en adelante, Hilda empezó a ser el motivo de sus sueños. Gonzalo era un gran soñador, pero estos sueños eran totalmente distintos. Serían tan profundos y apasionados, que casi intentarían borrar los sueños de superación personal que se había trazado. Ya no pudieron callar sus sentimientos. La tarde de un domingo, Gonzalo invitó a Hilda a caminar bajo frondosos árboles cerca del arroyo. El silbido del viento meciendo las ramas musicalizó el ambiente, cientos de mariposas de varios colores revoloteaban tratando de beber agua en un charco, varias ardillas jugaban subiendo y bajando de los árboles. Se sentaron

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en las raíces de un enorme cedro, que de sus ramas colgaban decenas de orquídeas, dos guacamayas de espléndidos colores se acariciaban columpiándose en un bejuco; las vieron con atención… En ése instante como inspirado por las aves, Gonzalo tomó las manos de Hilda, se vieron profundamente sin parpadear. La energía del amor como si fuera un imán, los atrajo para sí, y sin poder evitarlo, unieron sus labios en un tierno beso. El ruido de un venadito que salió huyendo, interrumpió la escena de amor. Nervioso, pensando que alguien los había descubierto, Gonzalo pidió a Hilda que fuera su novia; ella, mientras le sonreía y apretaba con fuerzas su mano derecha, aceptó ser su novia. Ya estaba anocheciendo cuando regresaron al campamento. El día siguiente, los chicleros se enteraron del noviazgo, los felicitaron comentando que hacían muy buena pareja. Las vacaciones se le terminaron a Gonzalo, dentro de dos días saldrían con el arriero, ahora ya no quería regresar al pueblo, hubiera querido mejor ser chiclero. Deseaba quedarse en el campamento para estar al lado de Hilda, o al menos, pasar la navidad juntos. El amor trataba de interponerse entre sus altos intereses de ser profesional. La noche anterior la pasó en blanco, no pudo dormir pensando que dejaría en la selva al recién conocido amor de su vida. — ¿Qué hago para no separarme de Hilda? ¿Me la llevo al pueblo? o ¿le digo a mi papá que ahora sí quiero ser chiclero? Muchas preguntas en silencio se hacía Gonzalo, hasta pensó en decirle a don Hermelindo que lo contratara como ayudante del encargado del campamento. — ¡Esto es imposible! —se decía— porque de chicle, no se nada.

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¡Cómo no aprendí cuando mi papá me quiso enseñar! —Se lamentó. — ¡No es posible Gonzalo! —Le reprendió una voz imaginaria, que continuó diciéndole: — «Tú nunca has querido ser chiclero. Siempre has anhelado ser diferente. Es el amor de una mujer que ahora quiere truncar tus más grandes sueños. ¡No es posible que por una mujer, hagas a un lado tus deseos de triunfar! Supera esta otra tentación. Si ambos se aman, van a esperar el tiempo necesario, para llegar a ser lo que tanto has querido, vale la pena cualquier sacrificio. Enamórate primero de tus ideales; después te enamorarás de la mujer con quien vas a compartir tus sueños hechos realidades.» Afirmando con el movimiento de su cabeza, Gonzalo obedeció al interlocutor imaginario. Con fuerza voluntaria de gigante, se prometió superar la crisis por la que atraviesa todo enamorado. Era la oposición más fuerte hasta ahora, adversidad que se dio entre los sentimientos del sexo opuesto y los sentimientos de superación personal. —No podremos salir mañana —anunció Moncho—. Por la radio están anunciando una tormenta tropical. Mejor esperemos a que pase, porque si nos agarra en el camino, es peor —advirtió. Sin imaginar lo que estaba a punto de suceder, Gonzalo sintió alivio. — ¡Qué bueno!, así estoy otros días más con Hilda —dijo. Las tormentas tardaban entre tres a cinco días, los chicleros no fueron a trabajar en espera del fenómeno natural, debían de estar listos para hacerle frente en cualquier momento de su ingreso. El día amaneció nublado con recia llovizna. A medio día, la lluvia comenzó a caer más recia acompañada de fuertes

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vientos, los árboles se mecían como queriéndose abrazar unos a otros. — ¡Debemos abandonar el campamento! —Ordenó Chema—. Es muy peligroso seguir aquí, porque nos puede caer un árbol, salgamos inmediatamente… ¡Lleven sólo lo necesario! — Recomendó. El grupo se encaminó hacia un lugar donde no había árboles grandes, cortaron guano para hacer champas de emergencia. Minutos después de salir, una gran ceiba cayó sobre el campamento, el estruendo fue grande, todos se asustaron porque la tierra tembló como si hubiera sido un terremoto. — Si nos hubiéramos quedado un minuto más, ése árbol habría matado a varios de nosotros — opinó nervioso Catalino. El árbol destruyó varias champas, la cocina y la bodega también sufrieron daños. Una de las mulas se escapó que la alcanzara una rama. Moncho la jaló rápido para evitar que muriera aplastada. Torrenciales lluvias invadieron la selva. En medio de la intensa oscuridad de la noche, ráfagas de relámpagos iluminaban el bosque. El ruido de los truenos era estremecedor, difícilmente la gente se podía proteger del agua; el viento soplaba de todas partes. Empapados y sin poder dormir, los hermanitos de Gonzalo comenzaron a llorar, tenían frío y mucho miedo. Filomena angustiada trataba de cubrirlos con nylon, pero era inútil, la tempestad arreciaba con más fuerza. — ¡Nunca había llovido así! —Exclamó asustado Nicolás. Eran las doce de la noche, la lluvia continuaba intensa. La gente cabeceaba de sueño e intentaban dormir un poco, cuando de pronto, vino lo peor. Del cause superior del arroyo, se escuchó venir un torrente.

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— ¡El arroyo se desbordó! —Gritó Francisco. En minutos, el área donde estaban acampados, se inundó. La aflicción se apoderó de todos, el agua arrastró todas las pertenencias, las baterías de las pocas lámparas se mojaron y ya no dieron luz. En la oscuridad, encandilados por los relámpagos, la gente desesperada caminaba de un lado hacia otro para evitar que la corriente los arrastrara. — ¡No nos desesperemos! —Aconsejó Chema. —Debemos cruzar el arroyo porque creo que al otro lado hay un cerro. Si llegamos allí, estaremos a salvos —animó Moncho. El agua todavía pasaba un metro arriba del árbol que servía de puente, a pesar de ello, se animaron a cruzar el arroyo, porque el nivel del agua subía cada minuto. Cruzando estaban, cuando Moncho gritó desesperado: — ¡Mis mulas, se las llevó la corriente! —En efecto, dos de las mulas fueron arrastradas por el agua. — ¡En fin! Son animales. No podemos arriesgar la vida por dos mulas —respondió Chema. Nadie intentó rescatar a las mulas, perecieron ahogadas lejos de donde se encontraba el grupo. Las primeras personas cruzaron el arroyo, se encaminaron al cerro para chapearlo. Todo parecía que los chicleros, una vez más, vencerían el peligro de la naturaleza. Filomena comenzó a pasar el puente con su niño mas pequeño en brazos, Chepe iba atrás, con otros dos niños. Gonzalo llevaba de la mano a sus tres hermanos más grandes. De pronto vino la tragedia humana, la corriente arrastró a Filomena, el niño se le soltó de los brazos, los desesperados gritos se hicieron escuchar. Cinco chicleros se lanza-

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ron al agua, varios metros abajo rescataron a Filomena. Pero al niño no lo pudieron sacar, la corriente lo arrastró tan rápido, ante la mirada impotente de los chicleros. Minutos después, Ana también lloraba desesperada, Hilda no estaba entre el grupo de personas, el agua también la había arrastrado cuando todos trataban de rescatar a Filomena y su niño. Gonzalo estaba destrozado, primero su hermanito y ahora, el amor de su vida había desaparecido entre las aguas asesinas. Veinte de los chicleros y Gonzalo iniciaron la aventura acuática para rescatar a Hilda y al niño. Amaneció y los resultados fueron negativos. Gonzalo incrédulo a lo sucedido, veía la inmensa agua que le había arrebatado a su novia. Mejor hubiera querido que el agua lo arrastrara a él, y no a Hilda y a su hermanito. Pensando en que pasarían años sin recuperarse de ésta tragedia estaba, cuando dos chicleros dieron la buena noticia. Hilda en su habilidad para nadar y su experiencia en la selva, al ser arrastrada por el agua se logró subir a un árbol y allí paso la noche. La encontraron desmayada a punto de caerse de las ramas del árbol. Gonzalo suspirando profundamente y sintiendo alivio a su tristeza, se lanzó a abrazar a su novia. Ella llorando le expresó: —Dios es tan bueno y no permitió que ni las caudalosas aguas nos separaran. El quiere que nuestro amor sea realidad. El cuerpo del hermanito de Gonzalo nunca lo encontraron. Filomena lloró inconsolable la pérdida de su hijo. La temporada de chicle no solo se vio enlutada, sino que también, los chicleros se quedaron en la calle. Sin víveres, sin ropa y sin los instrumentos de trabajo. En medio de tanta oposición y peligro ¿podrá Gonzalo lograr la realización de su sueño de ser profesional? 106


Venciendo toda Oposición

APLICACIÓN PERSONAL Gonzalo dio el octavo paso para «conquistar sus sueños». Sabía que todos los caminos en la vida están llenos de obstáculos, y el camino al éxito con mayor razón. Se enfrentó a tantas oposiciones, tragedias familiares y peligros constantes, que amenazaron con arrancarle los deseos de éxito que albergaba en su corazón. Pero luchó aguerridamente como un campeón, peleando una y tantas batallas, hasta sobreponerse a toda oposición que atentaba contra sus planes triunfadores. A estas alturas ya había avanzado bastante, le faltaba poco para llegar a cumbre de sus sueños y por eso no existieron vientos ni torrenciales lluvias que lo detuvieran. Gonzalo ya dio el octavo paso para «conquistar sus sueños», ahora te corresponde a ti, vencer toda oposición que encuentres en el caminar hacia una mejor vida. Es posible que la lucha empiece contigo mismo: en tu mente podrán existir pensamientos negativos que te harán creer que todo está perdido o sentimientos que intentarán alejarte del propósito deseado, ante todo esto, debes tener actitud de vencedor: ¡Atrévete! a Conquistar tus Sueños. Oposición: Es todo aquello contrario a la realización de nuestros sueños, es lo que opone a lo que queremos ser en la vida. La Biblia dice: «Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó» (Romanos 8:37).

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

AUTOEVALUACION 1. Escribe algunas de las oposiciones que Gonzalo tuvo para hacer realidad sus sueños: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 2. Escribe el significado de la palabra oposición: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 3. ¿Qué posición estás enfrentando que te impide hacer realidad tus sueños? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 4. ¿Cuás fue la tragedia que se dio en el campamento de los chicleros? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________

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Actuando con Fe

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CAPITULO 9

Actuando con Fe «Cuando actuamos con fe, logramos resultados extraordinarios»

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estrozado por la muerte de su hermanito, Gonzalo subió al avión que lo llevaría de regreso al pueblo, debía de presentarse a su trabajo y finalizar los estudios de maestro. —¡Ni ganas me dan de irme!— Exclamó cuando trepaba la escalerilla. Al llegar a la puerta del avión, se detuvo viendo la aldea. Decenas de niños descalzos y harapientos despedían a los pasajeros ondeando sus manos. Esta escena tocó la profundidad de sus entrañas y quedó pensativo mientras se decía: —¡Pobres niños!, hundidos en la miseria y sin esperan-

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

zas de un mejor futuro, ¿qué será de ellos cuando sean grandes?— se preguntó. Una fuerza de voluntad por querer cambiar lo miserable de la vida de éstos niños, invadió su ser y con la firme decisión de hacer algo, se dijo: — ¡Esto no puede continuar así! En su mente fluyeron las palabras que lo comprometieron con el desarrollo de su gente, durante todo el viaje en el avión, para sí mismo expresó: — «Debo de hacer algo para que mi gente sea diferente. Yo soy el indicado para ayudar a éstos niños, me graduaré de Maestro y vendré a darles clases. Cuando ellos terminen la primaria, buscaré apoyo para becar a los mejores estudiantes, así podrán continuar sus estudios en el pueblo, porque solo la educación los librará de la ignorancia y pobreza. Tengo fe en Dios y en sí mismo de que las cosas cambiarán. Dentro de poco tiempo, veré a Carmelita transformada en una aldea desarrollada.» Con ésta visión puesta en lo más alto de sus ideales, Gonzalo regresó a San Benito para terminar sus estudios de magisterio, era ya el último año. La siguiente temporada, Chepe dejó a su familia en Carmelita. Filomena renunció de cocinera, pues al estar en el campamento, le daría más tristeza recordar la muerte de su niño. — ¡Quisiera que tampoco usted se fuera! —Dijo Filomena a su esposo, emitiendo un suspiro presagioso. Durante el descanso de la temporada, le persuadió para que ya no subiera a la montaña.

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Actuando con Fe

— Mejor busque otro trabajo —Pasó diciéndole. Gonzalo también había mandado a decir a su papá que ya no fuera al chicle, que mejor trabajara la agricultura. Fallidos fueron todos los intentos por detener a Chepe. — ¡Quizá ésta sea la última temporada! — Tranquilizó a su familia. En la madrugada, Chepe se despidió nuevamente de su familia. Se fue con el grupo de chicleros a su última temporada. — ¿Con cuántos quintales te apuntaste ahora, Chepe? —Preguntó asombrado Chema. — Solo con diez quintales. — ¿Por qué tan poco? ¡Si vos eres chiclero de veinte quintales! — Es que en Noviembre bajaré a Carmelita, iremos con mi familia a la graduación de mi hijo. — ¡Es cierto que tu patojo se graduará de Maestro! —Afirmó Chema. — Toda la gente de Carmelita está contenta, porque solicitará su plaza ahí en la aldea — agregó Moncho. — Eso dice mi hijo. El quiere ayudar a los niños para que estudien y sean profesionales — confirmó Chepe. — ¡Qué buenos sentimientos tiene Gonzalo! ¡Es un muchacho a todo dar! —Elogió Moncho. Hilda, sirviendo el café, se detenía para escuchar con agrado los comentarios sobre su novio. Habían hecho planes de que en Marzo se casarían. Suspiraba emocionada, sintiéndose afortunada.

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

— ¡Pronto estaré casada con un maestro! —Expresaba para sí. Hilda era una muchacha esforzada. Ana, su mamá, le había enseñado los oficios de la cocina desde muy pequeña, su futuro suegro la admiraba, creía que sería buena esposa para su hijo. Durante esa temporada, abundaron los comentarios sobre la graduación de Gonzalo, varios chicleros estaban haciendo planes para ir al recibimiento. Amaneció lluvioso ese día, las estaciones de radio anunciaron un temporal de cinco días. Los chicleros tomaron todas las precauciones necesarias, pues no se les olvidaba la tragedia de la temporada pasada, aunque el temporal sería menos intenso. — Será un buen tiempo para que nos abunde el chicle —Opinó Cornelio. — Hay que aprovechar al máximo este tiempo —Añadió Chepe. — ¡Tengan mucho cuidado al subir a los árboles, compañeros! — Recomendó Chema, emitiendo un suspiro, como que si presintiera algo malo. Chepe como de costumbre, salió antes de las cinco de la mañana; ya había cumplido su contrato, pero como faltaban algunos días para la graduación de Gonzalo, decidió seguir trabajando. Durante el día le abundó el trabajo, nunca había picado tantos árboles, a las cuatro de la tarde se disponía regresar al campamento. — ¡Ya hice lo suficiente! —Exclamó satisfecho. Se dejó caer sobre las raíces de una caoba, jaló el tecomate y se empinó toda el agua hasta saciar la sed, pasó recogiendo la resina de las bolsas aparadoras. Cuando se introdujo en un bajío, vio que un hermoso chicozapote elevaba sus ramas sobre 112


Actuando con Fe

los demás árboles. Al llegar al pie del árbol, alzó la cabeza para ver la altura, al mismo tiempo que expresó: — ¡Qué grande! Ha de medir más de treinta metros. Este chicozapote dará muchas marquetas de chicle. No pudo resistirse a la tentación de todo chiclero. Se animó a picar el codicioso árbol. — Será el último que pique del día —dijo, pensando que serraría victorioso la jornada. ¡Realmente, sería su último árbol! Se apresuró a subir. Con ganas lanzó el primer machetazo, la resina brotó como raudal. — ¡Qué lujo de árbol! —Decía en cada machetazo que acertaba. Poco antes de llegar a las primeras ramas, dio el último machetazo. El machetazo que puso fin a su actividad chiclera. Y…desafortunadamente, también puso fin a su vida. ¡Fue fatal! Cuando lanzó el machete contra el árbol, tal vez por el cansancio o por lo mojado que se encontraba el machete, se le deslizó de las manos y cortó el ropo con que se sostenía. ¡Imposible fue detenerse! En términos de segundos, Chepe cayó de espaldas de una altura de más de veinticinco metros. Un grito aterrador: «¡Aaaaaay…!» estremeció la selva. Los bejucos y ramas de árboles pequeños, no lo pudieron sostener. Varios pájaros salieron asustados de su escondite. Se desplomó hasta el suelo y su cabeza se estrelló en una piedra. Allí quedó con el cráneo partido y los ojos abiertos, uno de los mejores chicleros de Petén. La tarde había declinado en su totalidad, eran más de las siete y Chepe seguía sin llegar al campamento, la tardanza in-

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

quietó a Chema, nervioso, paseándose de un lado para otro, veía constantemente el reloj, preocupado dijo a los demás compañeros: — ¡Ya son las nueve de la noche y Chepe no aparece! ¡Ojala no le haya pasado nada malo! Sus buenos deseos eran un presentimiento de lo peor. Ordenó a los chicleros iniciar la búsqueda, la intensa llovizna dificultó la labor para encontrarlo. Fue hasta el amanecer del día siguiente, que se escuchó la voz de alerta, al sonar el cuerno, todos se constituyeron hacia esa dirección; movían la cabeza de un lado para otro, negándose a creer lo que estaban viendo. Enorme tristeza se apoderó de los chicleros al ver sin vida a su compañero, se quitaron los sombreros en señal de respeto al cuerpo de Chepe, algunos religiosos se persignaron varias veces. Profundamente desconsolados, no pudieron contener las lágrimas, con gran sentimiento lloraron a su compañero. Chema pidió a dos chicleros que lo acompañaran, debían de avisar a Filomena y dar parte al patrón de lo sucedido, los demás se quedaron velando el cuerpo. Ignorando lo sucedido a su marido, Filomena preparaba la ropa que se pondrían en la graduación de su hijo, nadie de su familia había recibido un título. Este acto significaba para ellos, un gran acontecimiento. Debían de vestir las mejores ropas. —Ya el domingo es el recibimiento y Chepe no se apura, dijo que vendría el lunes, hoy es martes y no ha llegado— Alegaba Filomena la tardanza de su esposo. Gonzalo en San Benito también impaciente esperaba ése día, el día en que sus padres le entregarían el título, con los dedos contaba los días, le parecía que se alargaban demasiado. 114


Actuando con Fe

— ¡Quisiera que ya mañana fuera mi graduación! —Decía a don Hermelindo. El día en que habían acordado que su familia llegaría; desde muy temprano fue a la pista para esperarlos. Vestía elegante, pues deseaba que su familia lo viera como profesional, quería también impresionar a Hilda, su novia. El avión apagó los motores. La gente comenzó a salir. —¿Qué será que mi familia no sale?— Preguntó al patrón. — Quieren hacerte aguantar las ganas de verlos— Contestó don Hermelindo. Les sorprendió cuando de último, vieron descender a Moncho y a Chema. —¿Qué… que hacen aquí Moncho y Chema? —Se preguntó don Hermelindo— A ellos no les tocaba venir ahora. Algo anda mal en el campamento —Presintió. A pocos metros antes de llegar con el patrón, los chicleros corrieron a dar la triste noticia. — ¡Pa…patrón su…sucedió una tra…tragedia! —Tartamudeó Chema sollozando. — ¿Qué…que decís Chema? —Interrogó perplejo don Hermelindo. — ¡Che…chepe se…se cayó del chi…chicozapote y está…está muerto, Patrón! — ¿Mi…mi papá? —Preguntó Gonzalo, al tiempo que Moncho lo abrazó. — ¡Sí, Gonzalo, desgraciadamente tu papá se murió! —Confir-

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mó Moncho. Gonzalo se tiró sobre unas marquetas de chicle. Lloró desconsolado la muerte de su papá. No entendía porqué en el momento más feliz de su vida, aconteció esa otra tragedia familiar. Don Hermelindo, sin poder creer la muerte de uno de sus mejores chicleros, realizó los trámites de ley correspondientes. En Gobernación, asignaron a dos oficiales para que fueran a levantar el acta. La comisión de gobierno salió hacia Carmelita en el siguiente vuelo, dos días después. Todos los habitantes de la aldea ya sabían la muerte de Chepe. Cuando las autoridades descendieron del avión, no les quitaban los ojos de encima. Tres mulas ensilladas estaban listas para conducirlos al lugar de la tragedia. Filomena permanecía en el campamento siendo consolada por Ana e Hilda. Cuando Gonzalo llegó, una explosión de sentimientos desgarradores cubrió el ambiente. Fue conmovedor el llanto al momento en que madre e hijo se abrazaron. — ¡Tu papá se murió hijo! ¡Dios mío! Ahora ¿qué vamos hacer? —Lamentó Filomena, secándose las lágrimas con el delantal. — Y… ¿Dónde está? ¡Quiero ver a mi papá! —Insistió Gonzalo. Hilda llegó a consolar a su novio. Gonzalo lloró abundantemente sobre sus hombros. — ¡Apresurémonos al lugar de los hechos! —Interrumpió la escena de dolor, uno de los oficiales de Gobernación. Seis días después de fallecido Chepe, se procedió a levantar el acta de rigor. Por la descomposición avanzada del cuerpo, se ordenó sepultarlo en el mismo lugar. Los gritos de los fa-

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miliares y compañeros se escucharon aterradores. No dejaron que la familia se acercara demasiado, pues el hedor y la desfiguración del cadáver, les causarían más dolor. De lejos, con la mano extendida en la boca, Filomena con sus seis hijos vieron como Chepe en una caja rústica de tablas, era introducido en la sepultura. — ¡A…adiós pa…papito! — decían llorando los niños, al despedir a su padre. — ¡Adiós papá! —Alzó la voz Gonzalo— Te fuiste sin que me entregaras el título de maestro. Ya nunca más te volveré a ver. Pero honraré tu nombre ayudando a los chicleros, porque tu… tu…—El llanto lo interrumpió, don Hermelindo se acercó a consolarlo. Filomena sufrió un desmayo. Con agua florida y hojas de ruda, intentaron volverla en sí. — ¡Atiéndanla rápido, porque puede perder al bebé que está esperando! —Exigió Ana. Chepe falleció sin conocer a su octavo hijo, el cual, nacería cinco meses después. En el escenario del teatro estaba un asiento vacío, con letras grandes en el respaldo se leía el nombre «Gonzalo Ismael». No pudo llegar a recibir su título de Maestro de Educación Primaria Rural. Ese día de la graduación, en la selva más recóndita de Petén, él enterró a su padre. Se perdió el glorioso momento de ser coronado de su primer triunfo académico. Además, debido a su ausencia, no tuvo la dicha de que le impusieran la medalla como mejor estudiante de la promoción. — ¡Señores y señoras! ¡Bienvenidos al acto de graduación! —Saludó el maestro que dirigió la ceremonia—. Antes de proseguir

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con la actividad —continuó hablando—, los invito a ponerse de pie. Haremos un minuto de silencio por la muerte del padre de Gonzalo, nuestro alumno distinguido de la promoción. La muerte de Chepe dejó perplejo a Gonzalo, pues su papá ya lo estaba apoyando y se sentía orgulloso de él; sumido en la tristeza, sus pensamientos querían perturbarse, amenazaban con abandonar los ideales trazados. Días enteros pasó contemplando el correr del agua en el arroyo. Algunas ocasiones, sin rumbo, caminó entre la selva quejándose del infortunio que le había tocado vivir. En el amanecer de un lunes, la naturaleza le dio un ímpetu de motivación, que le hizo volver a la conquista de sus sueños. Presenció en la aurora de la mañana, lo rojizo del sol que salía entre el bosque, sus rayos penetraron con fuerza en la montaña, dando vida a todo lo que estaba dormido: Las aves iniciaron un nuevo día, volando de un lado hacia otro; cientos de insectos empezaron a caminar, unos entre las hojas secas y otros en las hojas verdes de los árboles; los venados y coches de monte se desplazaron entre la maleza; las iguanas en las ramas de los árboles comían algunos frutos; los peces saltaban en las aguas del arroyo, una culebra salió huyendo cerca de Gonzalo; varios loros cabeza azul comían hojas verdes. El canto de las chachas y de oropéndolas alegró la mañana. — ¡Qué felices se sienten éstos animales por un nuevo día! —Se dijo, viendo las ganas de vivir que mostraban. En cada movimiento que hacían y cantos que emitía, los animales daban gracias al Creador por darles una oportunidad más de vida. Este cuadro le volvió el ánimo a su vida. Se sentó en una piedra acariciando los largos helechos de una «cola de

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quetzal» que salía de un manaque. Después de profunda reflexión, se dijo: — Si éstos animales están contentos y agradecidos por un nuevo día, yo también con mayor razón debo estar feliz. Los problemas no deben quitarme el ánimo de vivir. Lo que me pase en la vida, debo tomarlo como una experiencia para fortalecer mi ser. Tengo que tener fe en Dios y en sí mismo para poder salir adelante. Haré de la muerte de mi papá, una prueba que me desafiará a tomar nuevas fuerzas para conquistar mis sueños. La prueba no era tan fácil, debía de actuar con fe para lograr los resultados que se había propuesto. ¿Tendrá Gonzalo la fe suficiente para conquistar la altura de sus sueños?

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APLICACIÓN PERSONAL Gonzalo dio el noveno paso para «Conquistar sus sueños», debió de actuar y vivir con fe, en medio de pobrezas y tragedias familiares, en un ambiente remoto de cualquier posibilidad de éxito; se afianzó a esa virtud que le dio seguridad y poder en sí mismo, considerándose superior a cualquier circunstancia negativa por la que estaba atravesando. Aunque la lógica humana daba a entender lo contrario, él mentalmente seguía creyendo que nació para ganar y no para ser un perdedor, ésta actitud le hizo levantarse desde donde se encontraba, hasta lograr sus sueños. Gonzalo ya dio el noveno paso para «conquistar sus sueños», ahora te corresponde a ti, actuar y vivir con fe. La fe es importante para alcanzar los resultados que tanto estás esperando. Debes de tener fe primeramente en Dios, quien te da la fortaleza diaria, luego en ti mismo: en tus capacidades y talentos que posees y por último, en el proyecto de vida que has iniciado: ¡Atrévete¡ a conquistar tus sueños. Fe: Es la virtud de creer, creer que podemos lograr lo que nos hemos propuesto, a pesar de que existan situaciones difíciles que nos impidan avanzar. La Biblia dice: «Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible» (Mateo 9:23).

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Actuando con Fe

AUTOEVALUACION 1. ¿Cuál fue el momento más difícil que le tocó vivir a Gonzalo? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 2. ¿Cómo fue la muerte del papá de Gonzalo? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 3. Escribe la definición de la palabra fe: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 4. ¿Cuál es el momento más difícil de tu vida por el cual estás atravesando? _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ 5. De acuerdo al glosario, escribe la definición de la palabra Ziquinchee: _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________ _________________________________________________________

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

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En la Cumbre de tus Sueños

CAPITULO 10

En la Cumbre de tus Sueños «Cuando llegues a la cumbre de tus sueños, serás la persona más feliz de la tierra»

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léelo!

legó un telegrama del Gobernador para ti —comunicó don Hermelindo a Gonzalo—. ¡Aquí está,

Sorprendido, Gonzalo abrió la correspondencia, impaciente por saber su contenido. «Preséntese éste despacho asunto plaza de Maestro». Gonzalo leyó varias veces el telegrama. No podía creer que el Gobernador personalmente lo mandara a llamar. El día de la audiencia llegó muy presentable, llevando en sus manos el telegrama.

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

— ¡Pase adelante! El Gobernador lo está esperando en su despacho— Invitó la recepcionista después que Gonzalo se presentó. Nunca había estado frente a una autoridad tan importante, comenzó a sentirse nervioso, pero al mismo tiempo feliz de relacionarse con altas autoridades. El Gobernador era un Coronel demasiado estricto y exigente. A su despacho no entraba cualquier persona. — ¡Buenos días mi Coronel! —Saludó Gonzalo ésa mañana de Enero. — ¡Buenos días Maestro! —Respondió el militar, acomodándose los bigotes con los dedos de la mano derecha. Gonzalo se sintió realizado, por primera vez lo llamaron Maestro y fue la más alta autoridad del departamento. — ¡Permítame felicitarlo! —Extendió su mano el Gobernador— Porque fue el alumno que se graduó con honores. Nuestro gobierno desea estimular a los mejores estudiantes. — ¡Gracias, señor Gobernador! —Agradeció Gonzalo, mientras le apretaba la mano. — Creemos que la mejor manera de estimularlo a usted, es con una plaza de Maestro. ¡Aquí está su nombramiento de maestro! —Le entregó un oficio del Ministerio de Educación. Gonzalo pegó los ojos al oficio y leyó rápido la parte conducente, que decía: «Se le nombre como Maestro de tercer grado de primaria, en Escuela Oficial «3 de Abril» de San Benito, Petén». Se sintió contento por la plaza, pero al mismo tiempo, vinieron a su mente los niños de Carmelita. Su semblante de felici124


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dad se convirtió en preocupación. — ¿Qué le sucede, Maestro? ¿Por qué se ha quedado pensativo? —Preguntó el Gobernador. — ¿O no está conforme con su nombramiento de Maestro? —_ Continuó interrogándolo. — ¡Bien, mi Coronel! Pero… — ¿Pero qué? — lo interrumpió. Entonces Gonzalo, aflorando los sentimientos por su gente, le contó los deseos de dar clases a los niños de Carmelita. — Y si yo no voy, Señor Gobernador ¿quién llegará a dar clases a los niños en un lugar tan lejos? Creo que yo soy la persona indicada para impartirles la educación que ellos tanto necesitan. El Gobernador quedó sorprendido. Raras veces había visto tanta compasión humana. Se levantó de su silla y lo abrazó diciéndole: — Ahora lo felicito más, porque veo que le interesa mejor la felicidad de esos niños, que su propio bienestar; pues nadie cambiaría una plaza de maestro en el pueblo para irse a una montaña. El Gobernador realizó los trámites respectivos para cambiar el lugar del nombramiento. Un mes después, Gonzalo recibía su nombramiento como Maestro de Carmelita. Toda la comunidad lo celebró con fiesta. Pues no era para menos, a partir de allí, los niños iniciaron el camino a una vida mejor. La boda Entre Hilda y ahora el maestro Gonzalo, se llevó a cabo la primera semana del mes Enero, fue todo un acontecimiento que unió a muchas familias de chicleros; don Hermelindo llevó una marimba para alegrar el casamiento, algunos 125


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chicleros fueron de casería tres días antes y cazaron varios tepeizcuintes para el almuerzo de la boda. Filomena con otras mujeres de la comunidad, prepararon sabrosos tamales de faisán, el salón comunal lo adornaron con palmas de manaque y xate. La actividad dio inicio a las cuatro de la tarde de un sábado. El acto civil estuvo a cargo de un oficial de gobernación, y la ceremonia religiosa la ofició un sacerdote de San Andrés, Petén. — ¡Qué vivan los novios! —Gritó don Hermelindo. — ¡Qué vivan! —Respondieron a una misma voz todos los presentes. Dos filas de niños a ambos lados, tomados de las manos hicieron valla, los nuevos esposos desfilaron hacia la puerta, nutridos aplausos, cohetes y música de marimba, acompañaron el desfile nupcial. En la puerta, la gente se agolpó queriendo felicitar a los esposos. Abrazos, regalos y muchos elogios de prosperidad recibieron los contrayentes. Gonzalo pudo ver el desborde de cariño de la gente, hasta llegaron chicleros de otros campamentos lejanos, amigos de su papá. Esta manifestación de aprecio hacia su persona, lo comprometió aún más con su gente. Decidió no solo luchar por el desarrollo de Carmelita, sino que también por mejorar las condiciones laborales de los chicleros. Cuando desfilaba tomado del brazo de su esposa, quedó viendo los rostros sonrientes de los niños, Ahí estaban felices, algunos descalzos, otros lucían sus botas de hule, vestidos de pantalones remendados. Mentalmente, se dijo: — Estos niños que están destinados a ser chicleros y vivir todo el tiempo alejados de la sociedad, en lo más profundo y peligroso de la selva, lucharé para cambiar sus destinos, y en vez de ser grandes

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chicleros, serán grandes profesionales. Los esposos iniciaron el baile con el tradicional vals. Después, el salón comunal se llenó de parejas, que tomados de las manos recorrieron todo el espacio moviéndose de un lado a otro. Los tamales y el café empezaron a servirlos, la gente los disfrutó con mucha delicia. La fiesta terminó pasado de las doce de la noche. En la navidad de ése año, Hilda y Gonzalo esperaban a su primer hijo. Un hermoso varón nació la madrugada del veinticinco de Diciembre. — ¡Otro chiclero! —Exclamó jubilosa la comadrona. Ese era el decir cuando nacía un varón en las familias de chicleros. Pero Gonzalo, inmediatamente contestó a la comadrona: — ¡No, mi hijo será otro maestro! Gonzalo terminó el año con la felicidad de ser padre y disfrutando de muchos éxitos, que obtenía cada día como maestro de Carmelita. Seis años habían pasado, Carmelita estaba mejor, Gonzalo en su calidad de maestro, inyectó en los habitantes el deseo de progresar. Juntos lucharon por mejorar sus condiciones de vida. Gonzalo no solamente se limitó a ser maestro, si no que se convirtió en un gran promotor social. Organizó campeonatos de fútbol, los fines de semana se presentaban veladas artísticas y culturales, gestionó la construcción de una escuela y otras ayudas más que llegaron en beneficio de los habitantes. Carmelita era ahora una comunidad alegre, que daban ganas vivir ahí. La primera promoción de sexto egresó de la escuela de Car127


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melita, fue un acto muy motivador que contagió a toda la aldea. La asociación de padres de familia decidió bautizar ésa promoción con el nombre del profesor Gonzalo. — ¡Es un pequeño reconocimiento a su gran labor como maestro! —Expresó el presidente de la Directiva de Padres de Familia, cuando le entregó el acuerdo. En esa actividad, el maestro Gonzalo presentó a los cinco mejores alumnos de sexto grado. Con mucha satisfacción, dijo: — ¡Estos alumnos han demostrado el deseo de superación! Con esfuerzo y perseverancia —continuó el maestro— se conquista cualquier éxito, todo sacrificio tiene su recompensa; por eso hoy, estos estudiantes recibirán una medalla como alumnos distinguidos y, además, obtendrán una beca para continuar sus estudios en el pueblo, brindémosles un caluroso aplauso —concluyó Gonzalo. El salón comunal estalló en nutridos aplausos y gritos de júbilo. El maestro llamó al escenario a las personas que contribuyeron para que las becas fueran una realidad. Todos eran contratistas de chicle, entre ellos, estaba don Hermelindo. Ellos fueron los encargados de colocar las medallas a los estudiantes distinguidos. Este acto de premiación, motivó a todos los estudiantes. De ahí en adelante, las calificaciones de los alumnos mejoraron, todos lucharon por conquistar una de las cinco becas de estudio, que se daban cada año. Gonzalo había conquistado sus sueños. Ahora, se desempeñaba como un profesional de la educación, era alguien importante en la sociedad, todos lo admiraban y lo respetaban, porque estaba contribuyendo a la superación de su gente. Este era tan solo, el principio de una vida exitosa, porque cada sueño que Gonzalo cumplía, traía como consecuencia el inicio de 128


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otra nueva meta. Su vida siempre estaba llena de ideales, saboreando cada día la felicidad de sus triunfos; porque cuando se es una persona útil a la sociedad en cualquier proyecto de desarrollo, se abren las puertas para comenzar un sueño más. Precisamente, eso le sucedió al Maestro Gonzalo. Un movimiento sindical de apoyo a los chicleros había iniciado hacía algunos años. El lugar en donde surgió se llamaba «Plancha de Piedra». La justificación de su creación era mejorar el pago a los chicleros, pues la compañía extranjera compradora pagaba a buen precio el quintal de chicle. La mayoría de contratistas, en cambio, pagaban a los chicleros a menos del cincuenta por ciento el quintal del precio que lo vendían. También, mejorar las condiciones de vida de los chicleros y de sus familias. El maestro Gonzalo, considerado bastante inteligente por los chicleros, fue invitado a colaborar en dicho Sindicato; encontraron en el camino muchas oposiciones. Algunos contratistas los demandaron en los juzgados, pero esto no los detuvo y continuaron en la lucha por mejorar la vida de los chicleros. Lograron el sistema de contratación colectiva por medio del Sindicato, acción que dio seguridad a los chicleros porque cualquier injusticia contra uno de ellos, era el Sindicato que abogaba en su favor. P romovieron centros de atención médica en cada comunidad de chicleros, obligaron a los contratistas a inscribir a sus trabajadores en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGGS). Los incrementos desmedidos en las facturas de víveres disminuyeron. Establecieron fondos para ayudar a las familias de chicleros que morían. Estos y otros más, apenas eran bene129


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ficios mínimos, pero para poder lograr mayores beneficios, se necesitaba que el Congreso de la República emitiera una ley que regulara la explotación y comercialización del chicle. Esto lo consideraban difícil, porque los contratistas en su mayoría adinerados, daban dádivas a los diputados para que no pasara dicha ley. Gonzalo, en memoria de Chepe, su padre, se dedicó a trabajar arduamente defendiendo los derechos de los trabajadores chicleros. Luchó por que se aprobara la ley que tanto esperaban. Organizó varias visitas con los chicleros al Congreso, pidieron audiencias con diputados, ahí tuvo que disertar conmovedores discursos sobre la vida de los chicleros que tocaron la conciencia de los legisladores. Al fin, la ley fue aprobada. Con esta norma legal, a los chicleros se les mejoró el pago del quintal de chicle. Sé les pagó el precio de la humedad, parte del sobre precio y del beneficio cambiario. Con la ley del chicle, el gobierno a través de la empresa FYDEP, administró las temporadas chicleras. Con la intervención directa del gobierno y con la ley aprobada, las explotaciones hacia el trabajador chiclero disminuyeron. Gonzalo había conquistado la altura de sus sueños, se sentía feliz viendo a su gente con una mejor calidad de vida, a pesar de su éxito, siempre fue aquel maestro servicial y humilde, que hasta el último día de su vida en la década de los años 1960, luchó por el desarrollo de su comunidad. En una ocasión, ya en el ocaso de su vida, observando sus éxitos personales y el desarrollo de su aldea, expresó: —Me siento feliz de haber conquistado los sueños de mi vida, ¿qué rápido pasó el tiempo?, si no hace mucho, apenas era el hijo de la co-

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cinera de los chicleros, pero ahora, dejo 茅sta tierra con la satisfacci贸n de haber sido el maestro que luch贸 por el desarrollo de Carmelita y por haber logrado una mejor calidad de vida para los chicleros y sus familias.

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

APLICACIÓN PERSONAL Gonzalo dio el último paso, ahora estaba en la cumbre de sus sueños, era el lugar más alto que se propuso escalar en el correr de la vida cuando apenas tenia doce años. Aquellos sueños de ser alguien importante en la vida, sueños que a su padre le parecieron tonterías y los reprimió drásticamente, después de varios años se convirtieron en realidad. En la cumbre de sus sueños Gonzalo disfrutaba del bienestar que da el éxito y la satisfacción de ayudar al desarrollo de su comunidad y ser útil a la sociedad. A pesar de haber llegado a esa altura, no dejó de ser el maestro humilde y servicial, y siguió soñando hasta el último momento de su existencia. Gonzalo llegó a la cumbre de sus sueños, ése codicioso lugar en donde todos queremos estar un día. Tú también puedes escalar esa cumbre, tienes las capacidades, oportunidades y deseos de lograrlo, eso es suficiente. Que los pasos que se te han presentado en ésta novela, te ayuden a triunfar en la vida, practícalos de inmediato y muy pronto estarás en la cumbre de tus sueños: ¡Atrévete! a conquistar tus sueños. La Biblia dice: «Jehová va delante de ti; El estará contigo, no te dejará ni te desamparará. No temas ni te intimides» (Deuteronomio 31:8).

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En la Cumbre de tus Sueños

AUTOEVALUACION Escribe los títulos de los diez capítulos de ésta novela: 1. __________________________________________________ 2. __________________________________________________ 3. __________________________________________________ 4. __________________________________________________ 5. __________________________________________________ 6. __________________________________________________ 7. __________________________________________________ 8. __________________________________________________ 9. __________________________________________________ 10. __________________________________________________

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CONCLUSIÓN Has terminado de leer la emocionante novela de superación personal «¡ATREVETE! A CONQUISTAR TUS SUEÑOS». Espero que la presente lectura haya dejado en tu paladar un sabor a éxito. Creo con firmeza que si pones en práctica los modestos consejos dados en cada capítulo, los sueños de triunfar que siempre han estado en tu mente, se harán realidad. Que los pasos leídos en esta novela te motiven a seguir luchando; hasta que llegues felizmente a la cumbre de tus sueños. En cada paso existen desafíos que nos retan a batallar por un mejor futuro. Sé positivamente que eres una persona a quién le encantan los desafíos, entonces, después de terminar ésta lectura, sin más tiempo que perder, prosigue con más ganas el lindo caminar hacia la prosperidad. No te detengas ni un minuto en la senda del éxito, pues el tiempo pasa tan veloz, que como agua, se nos escapa de las manos: ¡Aprovéchalo al máximo! Puede ser que existan otros pasos más para alcanzar el éxito. Esta novela de superación no pretende ser la eminencia en el área motivacional, pero sí, es mi deseo despertar en ti, la pasión por ser mejor cada día. Si logro eso en ti, me sentiré la persona más afortunada porque un día no muy lejano, en algún lugar, estrecharé la mano de alguien que mediante ésta lectura se animó a triunfar. Ese día, muy satisfecho te diré: «Bienvenido al club de los triunfadores». ¡Animo! en éste club, siempre habrá lugar para ti. No importa que ahora estés en el anonimato, varios años atrás, nadie sabía nada de Gonzalo, era un «don nadie», pero con el paso del tiempo, mediante la dedicación y perseverancia, llegó a ser la persona más admirada, respetada y querida de la sociedad que le rodeaba. Lo más precioso es que, el éxito y la fama, nunca cambiaron sus principios y valores

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BIBLIOGRAFÍA Gil Muñoz, J. Ángel. Vivir con Éxito. Terrassa, España. Editorial Clie, l998. 208 pp. Rodríguez Macal, Virgilio. El Mundo del Misterio Verde. Guatemala. Editorial Piedra Santa, 2002. 254 pp. Soza, José María. Monografía del Departamento de El Petén. Editorial José de Pineda Ibarra, l970. 352 pp. Vincent Peale, Norman. Porqué algunos pensadores positivos obtienen resultados poderosos. Bogotá, Colombia. Grupo Editorial Norma, 1987. 232 pp. Revista D No.73, Prensa Libre. Guatemala, 2005. 34 pp.

ENTREVISTAS Chicleros: Chan Mis, José Pedro Gómez, Dámaso Ismael Ozaeta Burelo, José María Posadas, Hilda Torres, Alfonso Tzuncal, Felipe Cocineras: Choj, Ana Hernández, Francisca Rodríguez, Francisca Tzuncal, Hilda 136


Habitantes de Carmelita: Centeno, Abel Hernández, Ramón Trujillo, Juan Instituciones: Del Valle, Luís. Gerente del Consejo Nacional del Chicle (CONACHI) Rangel Hernández, Sandra Edelmira. Secretaria General del Sindicato «SUCHILMA» Cooperativa Chiclera «Itzalandia» R. L.

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Atrévete a Conquistar tus Sueños

GLOSARIO Aguada: Porción de agua reunida en pequeñas cantidades en terreno hondonado. Las aguadas se alimentan con el agua que cae durante la temporada lluviosa. Algunas, especialmente las que están en la selva, nunca se secan. Arrea: Se deriva de la palabra arrear, que significa: Estimular a las bestias para que apresuren el paso. En la actividad chiclera una arrea estaba compuesta de cinco mulas de carga y una mula ensillada que montaba el arriero. Bollo: Especie de tamal pequeño. Propio de la tradición Petenera que se sirva en fiestas y actividades especiales. Cocoyol: Árbol que crece en tierras bajas. Sus hojas tienen espinas y se parecen a una palmera. Da un fruto redondo ácido. Cojón: Nombre de un árbol que crece en los bosques de Petén, da un fruto del tamaño de un mango, su interior está lleno de semillas que sirven de alimento a las aves. Este árbol produce abundante resina parecida a la del chicozapote. Coshán: Así le llaman los chicleros al corazón de la palma de guano. Es comestible, su sabor es delicioso. Coshco: Golpe que se le da a alguien en la cabeza, con los nudillos de los dedos al empuñar la mano. Costalía: Saco pequeño que los chicleros colocan en la espalda para llevar su equipo de trabajo y acarrear al campamento la resina extraída durante el día.

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En la Cumbre de tus Sueños Chambón: Persona inútil para realizar alguna cosa. Chamol: Así le llaman los chicleros, al palo rollizo largo con el que mueven la resina cuando se está cocinando. Champa: Casa informal de madera y palmas, que los chicleros construyen en los campamentos. Chapear: Cortar el monte de una manera ligera, dejándolo un poco alto. Chenca: Colilla de los cigarros, cuando ya se han consumido. Chichicaste: Plantación pequeña de hojas redondas, tiene una pelusa que al rozar en la piel, da cierta picazón ocasionando algunas ronchas. Chinear: Llevar cargado a un niño. Chispudo: Persona que actúa con prontitud, en la ejecución de algo que se le ha encomendado. Chupar: Es el acto de ingerir bebidas alcohólicas. Chuzo: Punta filuda del espolón, que los chicleros ensartan en el árbol para subirse. Despalmar: Afilar bien el machete de los chicleros a todo lo largo, hasta la mitad de lo ancho, de tal manera que el filo relumbre. Escobo: Árbol delgado y alto, lleno de grandes espinas en toda la coraza. Sus hojas son pequeñas palmas. Espolón: Pulla de hierro de tres cantos, el cual los chicleros, sujetaban a sus botas de hule con dos correas para poder subir a los árboles. FYDEP: Siglas que significan «Fomento y Desarrollo Económico de Petén»

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Guano: Palma que los chicleros utilizan para hacer sus champas. Huevón: Persona lenta para realizar una cosa. Ixcanal: Arbusto lleno de espinas parecidas a cuernos de una vaca. Ixpelón: Fríjol que está empezando a madurar. Jornada: Así le llaman los chicleros a cada día de trabajo. Lonche: Comida que la cocinera preparaba a los chicleros, para que almorzaran en el lugar donde extraían la resina. Majagua: Árbol de madera suave. Es recto y mide hasta doce metros de altura. De su cáscara los chicleros hacían mecapales. Manaque: Planta de palmas largas. Da un fruto que se llama corozo, del cual, se puede obtener manteca. Mashtate: Pañales que ponen a los bebés, cubriendo únicamente sus partes íntimas. Mecapal: Sostenedor con el cual los chicleros cargaban la costalía. Lo apoyaban en su frente y lo sujetaban con las manos. Navajuela: Planta que crece en lugares húmedos. Sus hojas son filudas como una navaja. Paila: Recipiente grande de metal en donde se cocina el chicle. Plancha de piedra: Así se llamaba a lo que hoy es Ciudad Melchor de Mencos. Polainas: Protector de cuero que los chicleros utilizaban en las espinillas, para que los espolones no les dejaran marcas. Ropo: Lazo de henequén grueso, trenzado de cuatro hilos. Los chicleros lo endosaban para subir a los árboles de chicozapote.

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