4 minute read

El mercado patas arriba

La crisis que comenzó en el 2008 y tuvo su máximo en el año 2013 generó un descenso en la venta de maquinaria de más del 90%, con la consiguiente desbandada de técnicos y profesionales a otros sectores más estables, el cierre de numerosos distribuidores y el desasosiego de importadores y fabricantes. A partir del año 2013 la tendencia de la curva comenzó a cambiar y hasta principios de 2020 la propensión era ascendente, aunque con una pendiente demasiado débil para lo que sería necesario y esperado en un país como España.

A comienzos de 2020 entra en la ecuación algo desconocido incluso para los más viejos del lugar: una pandemia que azotó a todo el planeta y que dos años más tarde todavía sigue coleando. Esto supuso una cierta paralización de los mercados y un desconcierto para el sector, sobre todo por lo que ocasionó en el comercio mundial. Retrasos en la fabricación de equipos, como consecuencia de los paros obligados por la pandemia y por la ausencia de determinados componentes; demoras en la recepción de piezas debido al desorden y carencia de fletes a nivel mundial; y un encarecimiento de las materias primas, que ha puesto en jaque a importadores y distribuidores a la hora de ofertar a sus clientes finales, como consecuencia de incrementos incluso semanales en el precio de equipos, piezas y componentes.

Advertisement

Todo esto ha llevado a que los retrasos en las entregas de determinadas máquinas sean de varios meses con una importante fluctuación entre los precios ofertados de origen y los costes a los que finalmente llegan los equipos. Pese a todo, el mercado sigue moviéndose, cogiendo un gran protagonismo la maquinaria de segunda mano.

Paralelamente a todos estos problemas de índole mundial, se suma otro, también global, que es la falta de personal cualificado a todos los niveles. La jubilación anticipada causada por el Covid, la reducción de trabajadores como consecuencia del descenso de natalidad en las últimas décadas, los trabajadores más jóvenes que buscan otro modelo de trabajo y la tendencia de muchos operarios que prefieren calidad de vida, y por ello tienden a trabajos a tiempo parcial, está generando un importante problema tanto en los oficios como en los puestos técnicos y superiores, difícilmente solucionable incluso con los inmigrantes.

Y se complica todavía más la ecuación con la incorporación de una guerra, algo impensable en pleno siglo XXI,

una atrocidad que implica la ocupación de un país soberano, la destrucción indiscriminada y la matanza de civiles, algo que puede terminar de cualquier manera o desencadenar una guerra mundial que coloque a la economía global en la casilla de salida.

Más allá de esta locura humana, la ocupación de Ucrania está generando un gran problema en Europa en lo que al abastecimiento de recursos energéticos se refiere. La dependencia de terceros está llevando a una escalada de los precios del gas, petróleo y electricidad que afecta de una forma directa a todos los niveles de la economía, industria y sociedad. El incremento de los precios de la energía influye en la extracción de las materias primas, su transformación y, por supuesto, en el valor final. Esta situación se está sintiendo en todo, afectando incluso al precio del pan, el alimento base de la sociedad europea. Mientras la mayoría de los países europeos han tomado medidas para que dicha situación influya de una forma moderada a sus ciudadanos, España sigue retrasando sus decisiones, subiendo impuestos y enfadando a sus colectivos y ciudadanos. Agricultores, ganaderos, cazadores y transportistas fueron los primeros que salieron a la calle para intentar hacer ver a este absurdo e irracional Gobierno que así no se puede continuar, que su estupidez y su falta de previsión está llevando al país a un endeudamiento,

a un descrédito y a convertirse en el hazme reír de toda Europa.

La inferencia más inminente de esta situación está siendo el desabastecimiento como consecuencia de las diferentes huelgas que se están sucediendo. Prácticamente todos los sectores están sufriendo ya en sus carnes la falta de materias primas, componentes o piezas, lo que está obligando a modificar los procesos de fabricación y a tomar decisiones respecto a regulaciones temporales o definitivas de los trabajadores.

En definitiva, la situación actual mundial se encuentra en una tesitura difícil de evaluar. A la locura de un dictador ruso se une la enajenación de un gobernante español, lo que está generando en España una tormenta perfecta con consecuencias imprevisibles. Las próximas semanas van a ser decisivas para saber qué depara lo que queda de año y los próximos ejercicios.

Mientras la mayoría de los países europeos han tomado medidas para que dicha situación influya de una forma moderada a sus ciudadanos, España sigue retrasando sus decisiones, subiendo impuestos y enfadando a sus colectivos y ciudadanos. Agricultores, ganaderos, cazadores y transportistas fueron los primeros que salieron a la calle para intentar hacer ver a este absurdo e irracional Gobierno que así no se puede continuar, que su estupidez y su falta de previsión está llevando al país a un endeudamiento, a un descrédito y a convertirse en el hazme reír de toda Europa

This article is from: