Exposición: Hermana de la Muerte en el MBA. Caracas,Venezuela

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nte la finitud de la vida, el enigma de la muerte plantea interrogantes que desafían la comprensión humana. Esta condición intrínseca de la existencia pone en evidencia las limitaciones del conocimiento frente a la inevitable mortalidad de los seres vivos.

Desde sus orígenes el hombre ha desarrollado comportamientos, costumbres y tradiciones que develan no solo la necesidad de asimilar esta experiencia, sino satisfacer un anhelo de trascendencia. Numerosos estudios comparativos intentan explicar estas prácticas en diferentes épocas y civilizaciones, a través del análisis de manifestaciones artísticas, monumentos, ceremonias, rituales, sacrificios, ofrendas; además de la actitud ante otros episodios trágicos como guerras, genocidios y crímenes. Esta cultura de la muerte, no obstante, ha ampliado sus horizontes en las últimas décadas al incluir temáticas referidas a la supervivencia del planeta, relacionadas con el calentamiento global, la conservación del medio ambiente y la extinción de las especies, entre otros sucesos. Por otra parte, la reciente propagación de pandemias, como el Covid-19, ha transformado la amenaza de la muerte en una vivencia cotidiana. Desde esta perspectiva, el Museo de Bellas Artes presenta la exposición La hermana del sueño, la cual reúne obras pertenecientes a la colección de la Fundación Museos Nacionales, que abordan este tema desde distintos puntos de vista. Esta muestra contó con los auspicios de la Embajada de México en nuestro país, cuyo generoso aporte hizo posible la culminación de este proyecto.

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Imagen y mortalidad En el ejercicio discursivo de la plástica, las referencias sobre la muerte abarcan distintas facetas que testimonian épocas, sucesos y tendencias. Con este propósito la exposición La hermana del sueño reúne un conjunto de obras, cuyos contenidos van desde la concepción mágico-religiosa, plasmada en las piezas arqueológicas egipcias y africanas, hasta los lenguajes contemporáneos. En este sentido, lo ritual y ceremonial da paso a los modelos de representación visual propios de la tradición occidental. Algunos ejemplos puntuales sintetizan parte del recorrido curatorial, el cual muestra la diversidad de planteamientos e ideas vinculadas a la mortalidad. De este modo, las crónicas sobre asesinatos se vislumbran en las estampas de Goya y la pintura de Belkin. Las escenas de entierros y funerales son registradas por López y Coronel. En cambio, la gráfica de Posada relata jocosas anécdotas, así como emblemáticos sucesos de la cotidianidad mexicana. Camnitzer, por su parte, conceptualiza el significado original que encierra el epitafio. Estas y otras composiciones de la colección, colocan al espectador en una posición contemplativa ante la incógnita de la muerte, una temática recurrente que invita a la reflexión en torno a la transitoriedad y finitud de la vida. Gladys Yunes

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“Los hombres no viven una vez con el propósito de desvanecerse para siempre. Viven vidas diferentes en distintos lugares, pero no siempre en este mundo, y entre cada vida hay un velo de sombras”. (El libro de los muertos, Papiro Ani, Egipto)

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Estatuilla de Osiris. ca. 664-100 a.C

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Parte baja de una estatua de Intefiqer hijo de Nebit


Escultura en bloque de Samut, vigilante de la puerta de Amón

Imperio Nuevo, Dinastía xviii, ca. 1550-1352 a.C.

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Francisco José de Goya y Lucientes (España, 1746 – Francia, 1828) Desastres de la guerra es un testimonio visual de las atrocidades que tuvieron lugar en España, durante las luchas de Independencia (1808-1814). En esta serie de grabados la mirada crítica de Goya devela los ámbitos más oscuros de ese período: violencia, miseria y desesperación son algunos de los episodios protagónicos, en los que un pueblo vencido y humillado es víctima de los abusos de poder. En su conjunto, estas imágenes tratan la temática de la “muerte” en sus distintas connotaciones: física, moral, espiritual y simbólica. En la serie Caprichos el artista satiriza las creencias y costumbres de la época, mediante escenas en las que la ignorancia, la insensatez y la corrupción se manifiestan como signos claros de una sociedad en crisis.

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José Guadalupe Posada (México, 1852 – 1913)

La Calavera del Catrín o Catrina tiene su origen en La Calavera Garbancera, creada por José Guadalupe Posada para criticar a aquellos que copiaban los modelos europeos, negando sus raíces indígenas. El nombre “garbancera” se refiere a las vendedoras de garbanza que imitaban a sus patronas españolas o francesas, quienes comían garbanzos en vez de frijoles. La ilustración fue publicada en un suplemento titulado Remate de calaveras alegres y sandungueras, con versos satíricos alusivos a la muerte: Las que hoy son empolvadas GARBANCERAS pararán en deformes calaveras. Hay hermosas garbanceras De corsé y alto tacón; Pero han de ser calaveras, Calaveras del montón. ……………. Gata que te pintas chapas Con ladrillo o bermellón: La muerte dirá: “no escapas”, “Eres cráneo del montón.”

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…………… Un examen voy a hacer, Con gran justificación, Y en él han de aparecer Muchos cráneos del montón.


José Guadalupe Posada (México, 1852 – 1913) Calavera del catrín, 1900-13

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José Guadalupe Posada (México, 1852 – 1913) Mujer que mata a un hombre, 1892

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José Guadalupe Posada (México, 1852 – 1913)

Muerte de Aurelio Caballero a causa del vómito negro, 1892

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Aprender a morir, aprender a vivir Tanto las evidencias arqueológicas como los estudios etnográficos, han demostrado que el humano no abandona a sus muertos, al menos no los abandona sin prácticas rituales. Estas prácticas penetran la finitud de la vida que debe trascender y alcanzar la inmortalidad. En las sociedades originarias la muerte se concibe como una forma de vida que se prolonga. Algunos autores han estudiado la muerte desde un punto de vista simbólico y antropológico y han señalado que el hombre la niega y al mismo tiempo la reconoce; la niega en tanto que pasa a la nada y la reconoce como un acontecimiento inevitable. De manera que las “sociedades arcaicas”, impresionadas por la contagiosidad de la muerte, concibieron en el plano imaginario una multiplicidad de mitos y ritos que favorecen el pasaje de los muertos al mundo de los espíritus. Estas formas imaginarias dan respuesta a interrogantes que el límite de conocimientos no alcanza a contestar. El mundo de los indios muertos es una metáfora de la vida, es un viaje, un sueño que da entrada al lugar de los antepasados. La idea de la muerte definitiva se transforma en muerte-nacimiento, como una unidad dialéctica indisoluble de causa-efecto. La energía vital no se desvanece, sino que se somete a un constante proceso de transformaciones. De allí que los desaparecidos vivan, en el más allá, una vida que se perpetua en la muerte, para lo cual es necesario un conjunto de ritos y creencias y un ajuar, que la acompañe. Lelia Delgado

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Foto: Lelia Delgado


La muerte en las culturas originarias Tanto las evidencias arqueológicas como los estudios etnográficos, han demostrado que el humano no abandona a sus muertos, al menos no los abandona sin prácticas rituales. Estas prácticas penetran la finitud de la vida que debe trascender y alcanzar la inmortalidad. En las sociedades originarias la muerte se concibe como una forma de vida que se prolonga. Algunos autores han estudiado la muerte desde un punto de vista simbólico y antropológico y han señalado que el hombre niega y al mismo tiempo reconoce la muerte; la niega en tanto que paso a la nada y la reconoce, como un acontecimiento inevitable. De manera que las “sociedades arcaicas”, impresionadas por la contagiosidad de la muerte, concibieron en el plano imaginario una multiplicidad de mitos y ritos que favorecen el pasaje de los muertos al mundo de los espíritus. Estas formas imaginarias dan respuesta a interrogantes que el límite de conocimientos no alcanza a contestar. El mundo de los indios muertos es una metáfora de la vida, es un viaje, un sueño que da entrada al lugar de los antepasados. La idea de la muerte definitiva se transforma en muerte-nacimiento, como una unidad dialéctica indisoluble de causa-efecto. La energía vital no desaparece, sino que se somete a un constante proceso de transformaciones. De allí que los desaparecidos vivan, en el más allá, una vida que se perpetua en la muerte, para lo cual es necesario un conjunto de ritos y creencias y un ajuar, que la acompañe.

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Edgar Moreno Nama Sayangul , s/f Colección FMN Museo de Bellas Artes

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La máscara y la muerte El campo expresivo de la máscara parece estéticamente privilegiado en relación con otras ofrendas funerarias, si tomamos en cuenta que cualquiera que haya sido su destino: mortuorio, retrato, objeto sagrado, atuendo ceremonial, festivo, etc.; ella tiende a producir una metamorfosis en la identidad de su portador, constituyendo una abstracción, una forma visual, una imagen. Lelia Delgado

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Máscara antropomorfa Espíritu de madre muerta

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Culto a los gemelos Entre el pueblo yoruba a los gemelos se les considera mágicos, protegidos por una deidad llamada Shangó. Si un gemelo muere, representa la mala fortuna, por lo tanto, los padres encargan, a un babalawo para tallar un ibeji que represente los gemelos fallecidos, los padres cuidan de la figura como si se tratara de una persona real. Lelia Delgado

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Figuras Yoruba Gemelos

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Arnold Belkin

(Canadá, 1930 – México, 1992)

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Arturo Michelena (Venezuela, 1863 – 1898) Cardenal, ca. 1884

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Nacho López

(México, 1923 – 1986) Sin título, Anenecuilco, Morelos, 1950

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Jacobo Borges

Todos a la fiesta - del canto a la muerte, 1962

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Anónimo

(Boliviano) Exvoto El ahorcado, siglo xvii

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Vladimir Velickovic

(Serbia, 1935 – Croacia, 2019) Dibujo N° 00173, 1981

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Antonio Saura Crucifixión, 1959

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Cristóbal Rojas

(Venezuela, 1858 – 1890) El faisán, 1889

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Teófilo Allain (Perú, 1913 – 1976) El hijo muerto, 1946

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Nelson Garrido

(Venezuela, 1952) Rintintin después del ataque comanche, s.f.

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Eugene Biel-Bienne

(Austria, 1902 – Estados Unidos, 1969) Todas las grandezas, todas las glorias de este mundo se convierten en polvo, 1954-55

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Rafael Coronel (México, 1932 – 2019) Funeral, 1972

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Juan Antonio Roda

(España, 1921 – Colombia, 2003) Delirio de las monjas muertas 2, 1973

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Arnaldo Roche-Rabell

La Moira déjenla suelta, 1995

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Jean-Paul Laurens

(Francia, 1838 – 1921) Estudio para La muerte de Santa Genoveva, 1880

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Miguel von Dangel

(Alemania, 1946 – Venezuela, 2021) Corona de espinas (Becerro), 1994

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Ministerio del Poder Popular para la Cultura Jesús Ernesto Villegas Poljak / Ministro Alejandro López / Vice-Ministro de Identidad y Patrimonio Fundación Museos Nacionales / Clemente Martínez Mirena / Presidente

Museo de Bellas Artes Zacarías García Director Marisela De la Hoz Director Ejecutiva Museografía Clemente Martínez Mirena Curaduría Gladys Yunes Lelia Delgado Imagen gráfica, diseño del catálogo y fotografías Francisco Arteaga Ch

Museo de Bellas Artes

Plaza de los Museos, Parque Los Caobos. Caracas, Venezuela. +58 212 5711602 Síguenos: @Fundacionmuseos / @amigosmuseodebellasartes / www.fmn.gob.ve


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