Revista Cuaderno 80

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Índice: 4 8 12 14 16 18 19 22 23 26 29 32 35 38 41 42

Carlos Droguett: Escribir para olvidar Por qué Escribo Sobre la Literatura Chilena Matar a los Viejos Patas de perro Sobre la ausencia Premio Pablo Neruda de Poesía Joven: Ernesto González Barnert Biblioteca de Poesía Chilena Elvira Hernández Elicura Chihuailaf Carmen Berenguer José Ángel Cuevas Christian Formoso LEA Mi Canto No Termina Anne Carson

Director: Fernando Sáez / Editor General: Tamym Maulén / Diseño, Diagramación & Fotografías: Maximiliano Andrade / Colaboradores: Roberto Contreras / Ernesto González Barnert / Fernando Sáez / Felipe Poblete/ Fundación Pablo Neruda: Fernando Márquez de la Plata 0192, Providencia, Santiago de Chile / www.fundacionneruda.org / Teléfono (56-2) 2777 87 41 / Derechos reservados © Impreso en Valparaíso por Impresos Libra, que actúa solo como impresor / Representante legal: Raúl Bulnes Calderón / Abril 2019


Especial Carlos Droguett Hay muchos escritores chilenos olvidados e importantes. Carlos Droguett debe ser uno de los primeros de esa larga lista. Comprometido con sus ideales socialistas y con su escritura, sus libros y su vida fueron reflejando su mirada y su destino. Su carácter fuerte y decidido lo llevó a no tener una relación cómoda con lo establecido ni dar su brazo a torcer. Sus novelas Eloy y Patas de perro, dieron un vuelco a la escritura en Chile, pero hay mucho más que saber sobre el hombre y sus libros. Es lo que hemos tratado de conseguir en este pequeño rescate.

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arlos Droguett C (Santiago de Chile, 1912 – Berna, Suiza, 1996)

Escribir para olvidar La escritura de Carlos Droguett puso fin al Naturalismo y superó el Realismo Social de la Generación del 38, para así inaugurar lo que podría denominarse “narrativa contemporánea”, cuando a nadie se le había ocurrido aún pensar en un boom de la literatura a este lado del continente. Escritor por oficio, cursó estudios de Derecho en la Universidad de Chile e Inglés en el Instituto Pedagógico. Dedicó parte de sus inicios al periodismo, entregado a las crónicas, reseñas y artículos. Su primer cuento, “La pared”, fue publicado en 1933. Pero sería la matanza del Seguro Obrero, en 1939, el hecho que lo marcó profundamente y, en sus palabras, lo hizo conocer su capacidad de odiar: “Traté de trabajar entonces con las dos manos para no perder detalle ni hilo, para recoger toda la sangre”, advierte en el prólogo de su libro de 1940. Droguett encarna en su obra, la honesta definición que una literatura radical, sin superficies, extraída de lo más genuino de la propia vida. La naturaleza de sus personajes son un correlato existencial y profundo donde la acción describe sus mayores pasiones: la memoria, el crimen, la violencia, la traición, logrando conjugar sin concesiones lo peor del ser humano, pero a la vez lo mejor de la humanidad. Un autor de escritura versátil, afiebrada, fértil y veloz: Patas de perro fue redactada en un mes, durante unas vacaciones; Eloy, en una semana. Se cuenta que había ideado una suerte de 4

arnés con correas donde colgaba su máquina de escribir, para conseguir pasearse por su habitación. De ese modo dio a luz a seres entrañables –un niño monstruoso nacido en el Matadero; la pontificación del crimen en el puerto; un compadre alcohólico y su redención; crónica de un asaltante de caminos acechado por la policía; el militar autoritario encerrado como bestia de circo, entre tantos otros– que hoy, tras una lenta reedición de sus libros, han pasado a formar parte del “canon olvidado” de la literatura chilena. Esto en Chile, pues muy tempranamente había tenido cierto reconocimiento en otras latitudes. El Premio Nacional de Literatura del año 1970 recae en Droguett, tras competir con Alberto Romero, María Luisa Bombal, Fernando Alegría y Volodia Teitelboim. El año anterior el premio lo había recibido Nicanor Parra, declarado enemigo público de Droguett tras la bullada taza de té del antipoeta con Pat, la mujer de Nixon, mientras la invasión a Indochina se intensificaba y la represión a los intelectuales, estudiantes y obreros en los Estados Unidos era instituida como política de Estado. Droguett, el acalorado defensor del Socialismo Revolucionario, lo acusaría de “vendido”; Parra arremetería diciendo que era robot manejado por la izquierda partidista. La polémica trazaría una zanja infranqueable entre ambos escritores, pero a su vez definiría con mayor nitidez, su tacha de incendiario e indomable.


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En 1971 obtiene el primer premio Alfaguara de España, con su novela Todas esas muertes. Para entonces no era un aparecido en la Península, ya en 1959 su inquietante y rupturista novela Eloy había resultado finalista del Premio Seix Barral, y publicada en Barcelona al año siguiente, recibiendo los elogios de los lectores y la crítica especializada, confirmando la expansión de su carrera en el resto de América y Europa. Sería publicado en México, en Argentina, Francia, Italia, Alemania, Checoslovaquia, Dinamarca y con gran expectación en Cuba, donde colaboraba periódicamente en “Casa de las Américas”. Para septiembre de 1973 Droguett era vicepresidente del Instituto Chileno-Cubano de Cultura. Dado su cargo, debía dirigirse a la prensa, asistía a programas radiales, a televisión, participaba de asambleas en teatros y sindicatos, llevaba una vida activa políticamente. La mañana del martes 11 de septiembre el Instituto fue allanado. Su hijo mayor Carlos, que trabajaba en la Universidad Católica, fue expulsado sin previo aviso. Peor suerte corrió su hijo menor, Marcelo, estudiante de medicina, acusado de participar en hospitales clandestinos, será detenido y llevado a Isla Teja en Valdivia. Droguett tenía estudios completos de Derecho, había ejercido durante un tiempo en una pequeña oficina del centro, mientras terminaba su tesis Ideas sociales en Chile durante la Colonia, descubre el “infierno colonial” de abusos, saqueos, atropellos, el crimen histórico que había bañado de sangre América. De ese modo, buscando documentos para defender su título saldría con el material literario con que daría forma a sus llamadas novelas históricas: Supay el cristiano (1968), 100 gotas de sangre y 200 de sudor (1961), El hombre que trasladaba las ciudades (1973). Con el tiempo recordaría que antes de recibirse de abogado, a sus veinte años, terminó titulado de escritor. En agosto de 1974 Droguett decide comenzar a colaborar en una organización humanitaria dependiente del Arzobispado, surgida después del golpe de estado como apoyo a las víctimas de la represión. Se encargaba de redactar, en base a

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los testimonios entregados por los familiares o testigos, las solicitudes de recursos de amparo o protección, que se enviaban con escasa esperanza a la Corte de Apelaciones. Por esas mismas fechas, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) asigna para su protección a Ignacio Ossa, quien aparte de su militancia, también había forjado una carrera académica y literaria, como profesor de Literatura de la Universidad Católica, además de profesor de Castellano en un liceo nocturno. En julio de 1975 ambos graban una extensa entrevista en una casa sitiada por la policía. En septiembre Ossa consigue sacar del país a Droguett junto a su mujer con rumbo a Europa. Un mes más tarde su amigo es secuestrado por la Dirección de Inteligencia Militar (DINA), su cuerpo aparece desfigurado en una fosa común, a raíz de las torturas en Villa Grimaldi. Carlos Droguett pasa sus últimos veinte años en un departamento de Wabern, en Berna, capital de Suiza. Lleva una vida alejada de las vicisitudes de la escena literaria local: “En un país de pusilánimes y genuflexos no es raro que yo tenga fama de escritor agresivo”. Aunque se supone, siempre estuvo trabajando, a la luz del vasto archivo “Fondo Carlos Droguett” –artículos, entrevistas, manuscritos, originales mecanografiados, novelas, cuentos inéditos– que se encuentra digitalizado en Poitiers, Francia. En julio de 1996, mientras visita con su familia el Museo de Sherlock Holmes, sufre un accidente al precipitarse en una escalera. Es operado de urgencia, pero el desarrollo de una embolia pulmonar le quita la vida fines de ese mes. Tenía 83 años. Había jurado jamás volver a Chile, mientras continuara el régimen de gorilas y asesinos, como afirmara en la entrevista póstuma aparecida en revista Punto Final. Un año antes a una corresponsal de El Mercurio, había dicho: “Tengo nauseas de Chile. Tendría que decir todo lo que pienso de ese diario y no me lo publicarían”. Roberto Contreras Santiago, marzo de 2019.


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Por qué escribo No podría explicar por qué escribo. ¿Por qué bebe el alcohólico? Él diría porque no lo puede evitar. Yo tampoco, y como él, no lo considero una desgracia. Es más bien una fatalidad, tomando la expresión en su significado esencial. Tampoco puedo explicar mi estilo; tengo sólo presentimientos en lo que se refiere a él. El estilo nace, o torna, cuando un tema me interesa. Si algo no toca profundamente mi sensibilidad, si no me conmueve entrañablemente, no me interesa y no tengo estilo. Cuando imagino o recojo una historia siento a mis personajes como si ellos fueron yo mismo; inconscientemente los incorporo a mi sangre; sus aventuras son mías; conozco no sólo su ámbito espiritual, sino su cuerpo, sus pensamientos, su soledad; son seres míos como los hijos de mi carne que yo he hecho. Pero, a veces, diría que siempre, tengo la impresión de que el lenguaje, las palabras, se interponen entre ellos y yo, y suprimiendo torrencialmente puntos, comas, explicaciones obvias, descripciones inútiles, los acerco en bloque a mi terror, soy como un ciego debatiéndome entre las alambradas de púa del idioma, entre manos, ojos, pies, bocas, pautas, preceptos, camisas que quieren incorporarme o hundirme, pugnando por salir o, más bien, por acercarme a mis personajes. Tal vez este deseo y esta fiebre dan la sensación de vertiginosidad, de totalidad, a un estilo que quiere abarcarlo todo de una sola vez. Estilo angustioso, acezante no por afán de improvisación, sino por necesidad de profundidad, es decir de realidad. Porque todo arte que no refleja su tiempo presente está condenado a morir mañana o pasado mañana, no atravesará el tiempo, como deseaba Proust para todo arte verdadero. Mi ideal sería llegar a escribir como respiro, con la extrema sencillez que lo hace esa estupenda improvisadora que es la vida. “Prólogo” de Los mejores cuentos de Carlos Droguett, Editorial Zig-Zag, 1967. ***

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LOS LIBROS SON ARMAS QUE EXPLOTAN

BORRADOR DE UN REPORTAJE

Yo siempre he pensado que, el ser escritor, en mi caso, y el ser hombre, son cosas que no son separables en este mundo, ni en otro mundo, son en términos médicos inoperables. Se es escritor en cuanto hombre y se es hombre en cuanto escritor. Ese es mi punto de vista, y ese era mi punto de vista cuando yo era mucho más ignorante que ahora, y muchísimo más joven que ahora. Recuerdo desde mi época de estudiante de humanidades y aun de mi época de infancia, que yo me enfrentaba al mundo sin darme cuenta por supuesto, y ahora intuyo que era así, como un probable tema, como un tema que me era obligatorio tratar o recoger, y por supuesto hacer lo posible por expresarlo con autenticidad, con veracidad, sin mentiras. No sé si usted se acaba de referir en su larga pregunta, y si no lo recuerdo, está bueno que ya se vaya diciendo, que yo siempre he pensando que toda novela es realista, que sólo existe la literatura realista. Es decir, la literatura extraída de la vida, la literatura que es expresión de la vida y que no es fuga de la vida; que no es una tergiversación de la felicidad, de la desgracia, la alegría, de la aventura, de la desventura. En ese sentido, tal vez usted tenga razón, al decir que en mis novelas mis personajes aparecen como seres golpeados por el destino, o por los hombres que manejan este destino, por la naturaleza o por los hombres que se aprovechan de la naturaleza […] El escritor se transforma en bomba, porque para mí la palabra es una explosión. Para mí si los militares, los gorilas matan a los escritores o queman sus libros están procediendo de acuerdo a su sicología de gorilas, porque un libro es en realidad un arma peligrosa.

¿Usted desea saber qué cosas estoy escribiendo o preparando? Bueno, esto ya lo he contestado, creo. Sí, efectivamente, había madera, nunca tabla sobrada desde la lejana época en que quise dibujar unos muebles. Me estropeé la mano, manché con la sangre la camisa, mi mujer se afligía y se iba borrando, parece que estoy embarazada, dijo, vino el médico y aprovechamos para que me examinara los dedos. Nos sonreímos, la madera se quedó arrumbada, callada durante años, guardando toda esa energía llena de olvido. ¿Qué hacer ahora? ¿Cortaré una novela o aserrucharé media docena de cuentos? De repente coges el serrucho y te encuentras con nudos y de repente coges el tema y te encuentras con nudos […] Por lo demás, el tema no importa. Prefiero el camino a la posada, dijo el manco y me parece que esto es también un precepto de técnica artesanal. No me va a creer si le digo que aquella vez que me puse a hacer una mesa para el comedor me resultó un paragüero. Lo colocamos a la entrada del comedor, es claro.

“Los libros son armas que explotan”, entrevista clandestina (05 de julio de 1975) recogida en el libro Sobre la ausencia, edición de Roberto Contreras, Lanzallamas Libros, 2009. 10

“Borrador de un reportaje”, en: El cementerio de los elefantes (Cuentos), Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, Argentina, 1971.


INFANCIA

ELOY

Mi memoria no se interesa por la pasión puesta en los gestos y sólo ve los gestos. Así, veo a los hombres moviendo los bultos y los miro como si ellos fueran bultos para mover los bultos. A través del tiempo veo libertado el gesto de ellos. Mi memoria piensa en eso vagamente, ya lo he dicho antes –hace muchos años que ocurrían estas cosas– y ella era también una memoria niña. Sólo eso veo, oigo y palpo; una noche negra, luminosa, bajo un cielo radioso, de estrellas grandes, y la gente levantada caminando con prisa, trabajando entre la madera y los vidrios y dentro de una pieza alguien golpeando con un martillo sobre un cajón enorme. Era que nos íbamos, nos estábamos yendo, y yo sentía pena, estaba cansado y tenía sueño y sabía que pronto iríamos viajando en el tren. Irse era no sólo dejar la casa, el patio, la calle, el ruido del mar. Era irnos también nosotros mismos.

Si vienen para matarme, rescataré mi vida pedacito a pedacito, como un muerto de hambre y un avaro, les arrancaré la muerte que me traen servida en sus carabinas, les haré pedazos, los haré pedazos, pelearé como no lo sueñan ni imaginan, les arrebataré mi muerte para dejarla más viva y peligrosa, más audaz y arrogante que yo mismo, eso me sustenta y me sostiene, seguiré vivo mientras sea capaz de herir y aterrorizar, sin pensar en nada más, en el amor y el odio, el amor te torna suave, justiciero y peliculero, el odio te hace odioso y te deja sordo y ciego de nacimiento, mientras desee estar vivo no puedo morir, sin vienen para acabarme y liquidarme van a tener una espantosa fiesta […] están esperando que me muera lentamente, para ellos estoy gravemente enfermo, atacado de un mal incurable que se llama la vida, la necesidad de vida, desahuciado por las balas, murmuraba desaprensivo, sonriendo sin tristeza, vegetativamente […] hay que salir de esta celda, de la celda en la que me estoy convirtiendo, se entristeció mirando la noche por la ventana abierta, esperando que encendieran en ella luces y ruidos, pero la ventana y la noche estaban vacías.

“Infancia” (1935), Los mejores cuentos de Carlos Droguett, Selección de Alfonso Calderón, Editorial, Zig-Zag, 1966.

Eloy, Seix-Barral, España, 1960

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SOBRE LA LITERATURA CHILENA ¿Qué ha ocurrido en la literatura chilena en los últimos veinte años? La respuesta es tajante y definitiva, o definitoria más bien. No ha ocurrido nada. Hay excepciones admirables, es verdad, auténticas islas, pero ellas no forman un continente ni lo justifican. Esta afirmación la hago afirmado en una perspectiva más ambiciosa y más exigente que la actualidad pasajera y caduca del tiempo presente, del día que pasa ahí afuera y que nos ignora y al cual lo que es mucho más grave e imperdonable, nosotros también ignoramos. Lo he dicho muchas veces, en foros, en la TV, en la radio y en la prensa, en el país y en el extranjero, que a mí modo de ver la literatura chilena actual es la más mala de América. Poesía, novela, cuento, ensayo, forman parte del cuerpo total de una literatura y, por lo tanto, nosotros los escritores, o los que queremos serlo, somos responsables de ella, de nuestra respiración, de nuestra literatura, de su mejor o de su peor calidad o inexistencia. Opino, pues, reiteradamente, que la literatura chilena, y en esto también me incluyo en la parte que me corresponda, es frívola, espiritualmente pequeña, irresponsable, no tiene garra, no tiene coraje, no tiene imaginación, profundidad ni estilo, vive de espaldas a la realidad chilena, no sólo la realidad histórica sino la realidad no escrita, desgraciadamente no escrita, que pasa por ahí afuera en estos momentos o que pasará mañana o esta noche cuando baje el viento de los cerros. “La literatura chilena de espaldas a la realidad nacional”. Separata revista Mensaje, Santiago, Nº 202-203, septiembre-octubre de 1971. ***


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MATAR A LOS VIEJOS Está de uniforme, pero a pie pelado, dentro de una jaula. El uniforme es apenas reconocible por su color indefinido y sus andrajos. En cuanto oscurece el día se encienden los focos y entonces llega más gente a mirarlo. En el día vienen también, pero son más escasas, provincianas y nerviosas, es evidente, todavía tienen miedo. En la rotunda luz del verano, en la somnolienta luz del invierno, parece a ratos lo que en un tiempo fantástico, tan largo, tan corto, fue, un milico tartamudo en su lengua y en su mirada, que después en ceremonias públicas y en pichangas, se escondía y refugiaba dentro de unos anteojos oscuros, como un ciego sifilítico terminado hasta arriba o un animal enfermo y aterrorizado. En el día, en el fulgurante día, sólo vienen, además, perros a orinarse en los barrotes y ni siquiera se cuidan de él. A él le gustaría que, por lo menos, ellos lo miraran, los abarca en silencio, esperando humilde una mirada, una palabra, una mano, si les habla con dulzura le ladran una o dos veces, sin insistir demasiado, ignorándolo, extendiendo con la lengua un trotecito para deslizarse por él. Una sola tarde, que no olvida, un perro especial se acercó novedoso o amistoso a la jaula. Era un vagabundo, un botado por la vida y por los recuerdos, pero su manera digna de moverse, de enfocar señorialmente el olfato, explorando la basura, de sentarse en su cola y extenderla en la alfombra de las piedras, le hizo imaginar que, en otra época, cuando él mismo era menos viejo, menos harapiento, menos visiblemente nauseabundo, había sido perro de gran clase y gran familia, desvanecida entre las ruinas, agotada como un manantial del tiempo la familia, tal vez emigrados todos, fusilados todos, desaparecidos todos, enumeró lentamente sus pensamientos, esos pensamientos que no parecían pertenecerle. El perro parecía cansado y hastiado, él se inclinó hacia afuera para hablarle y acariciarle, para acercarse, a través de esa piel sucia y gastada, a la vida que bullía

de todas maneras allá abajo, pues tú matas a los vivos, a todos los vivos, pero no a la vida, ella siempre regresa, y súbitamente, traidoramente, el perro lo mordió. Se sentó en el suelo con desgana o cansancio, el rostro hirsuto, carcomido, de largas barbas limosneras, tenía un relumbre de reminiscencia y ansiedad, mientras se miraba los dedos heridos y encogidos y después los alrededores, donde se adelgazaba el sol y rugían algunas bestias en sus jaulas. Sintiendo ese menudeado silencio, ese derramado y apacible ruido, atrajo hacia sí sus rodillas y empezó a lamerse frugalmente la mano, las escasas gotas de sangre, su gesto era de pasividad, de conformidad o alegre descubrimiento. Cuando no salía ya más sangre, se quedó boquiabierto y primitivo, mirando con sorpresa y desconfianza, arrugando el ceño, estafado u ofendido, se rascó una ceja, el pecho velludo, canoso, grasiento, echó una mirada lenta y cautelosa hacia la tarde nublada y tibia, después al poco cielo. El crepúsculo había iluminado las nubes y la luz se derramaba despaciosa y lechosa hacia él. Se inspeccionó detenidamente la mano, la alzó en el cielo y la movió en el aire como un cascabel o una alcancía, pero sólo sintió el silencio. Se paseó la lengua sedienta por los labios y el bigote ahogado en las barbas salvajes, retozó diseminado y pleno, mostró los dientes salpicados, amarillos, malolientes, los ojos desencajados y hambrientos y trató de morderse con odio, con furia, con descomedida impaciencia, la mano, pero no lo hizo, se le iluminó retrasada la mirada, después las arrugas, que se arrugaron más, se sonrió inspirado, se rió cuidadosamente enloquecido. Eso. Mañana, pasado mañana, cuando el quiltro regresara, le conversaría cariñoso y empalagoso, después torcido e imperdonable, lo ofendería, lo insultaría al chuchas de su madre, podría lanzarle un puntazo, una puñalada traicionera en las verijas o en los ojos, para enfurecerlo, y después le pasaría en bandeja la mano agradecida y pedigüeña. Matar a los viejos, LOM Ediciones, 2001.

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atas de perro P Escribo para olvidar, esto es un hecho, necesito meter un poco de tranquilidad en mi alma, necesito descansar, necesito dormir, Dios sabe, sólo Dios sabe que hace diez meses que no duermo, aunque él tampoco dormía, bien lo recuerdo. No puedo dormir, no puedo olvidar, no puedo olvidarlo, sólo por eso escribo, para echarlo de mi memoria, para borrarlo de mi corazón, tal vez después decida morirme o no vivir, porque él, su figura menuda y pálida, con ese aspecto sucio del sufrimiento, era lo único que me ataba a este mundo, a esta silla, a este trozo de madera en que escribo, pero lo olvidaré, escribo para olvidarlo, sé que lo destruiré totalmente, como él me destruyó sólo con salir corriendo aquella tarde. Él bien sabía que yo lo necesitaba, sabía, como lo sé yo y me lo digo a veces, que él me necesitaba, que yo era su mundo, como él era el mío. ¿Por qué salió huyendo, entonces, sin siquiera entregarme su mano, sin rozar su rostro fugaz, su puñado asustado de pecas contra mi barba canosa? Yo sabía que él estaba llorando ahí afuera, lo presentía, más bien, mientras sentía mis propias lágrimas, días más tarde creía oírlo sollozar todavía en el suelo frío de la cocina, ahí, en ese rincón amable que él limpió con el roce de sus piernas durante muchas noches. Llegó como se fue, sin motivo, sin explicaciones, casi sin lágrimas, sin sollozos, una soledad lo trajo y otra soledad se lo llevó, me he quedado solo, completamente solo, porque ahí está el gastado rincón de baldosas donde dormía, pues nunca quiso usar la cama que juntos fuimos a comprar a la feria, ahí está su plato, duro y hostil de puro inservible, como si él jamás hubiera pasado por el pasadizo, golpeado la puerta de la calle […] Claro que en momentos de calma, en las tardes antes de comer, los domingos por la mañana cuando regresábamos del matadero, me contaba su preferencia por los perros, por mirarlos, por verlos caminar, por observarlos cuando, al encontrarse una 16

piara de perros vagabundos en la calle, se huelen con fruición, con verdadera ciencia y verdadero arte, abarcándose totalmente, reconociéndose, recordándose, sin gruñir, sin mostrarse los dientes, sólo esgrimiendo los olfatos como una lupa para buscarse y encontrarse y recordar calles, plazas, basurales, conventillos, zaguanes, cementerios, huertos, mendigos, ciegos, refugios, hospitales, líneas de tren, orillas de río, casas cerradas, puertas cerradas, ventanas cerradas, cerrojos, candados, cadenas, alambradas, espinares, collares, lazos, bozales, balas, botas, laques, cuerdas, horcas, insultos, escándalos, maldiciones, trozos de pan duro, toses, llantos, aullidos, nubes, lloviznas, barro, ciudades, aldeas, humos que se van volando, humaredas, llamas que se arrastran, gritos, insultos, alaridos, rezos, procesiones, banderas, lavaza, ollas, huesos, huesos, hocicos abiertos, colas que se van huyendo, patas que se van cojeando, tarros, vidrios, sangre, ropas mojadas, ropas duras, esqueletos, arañas, gallinas, gallos violentos, hombres furiosos, mujeres lúbricas, dormitorios, espejos, leche, leche, papeles, papeles oliendo a carne, papeles oliendo a pescado, papeles oliendo a remedio, vino, borrachos, pacos, pitidos, sirenas, bomberos, escombros, derrumbes, ayes solitarios, gritos sin boca, cuerdas sin perro, balas sin revólver, zapatos, zapatos, zapatos, pies desnudos, gatos, gatos engrifados, viejas engrifadas, escobas, moribundos, camisas de dormir, duelos, guitarras, bailes, guaguas en el suelo, guaguas en el cementerio, frailes, frascos, luces, campanas, campanillas, palmatorias, velas encendidas, velas apagadas, cerros, cerros, cerros, calles solas, árboles, árboles rotos, árboles aplastados, potreros, ahí se separan, unos tornan a la ciudad, otros tornan a las patadas y los gritos, se van aplastando, se van solos, me explicaba Bobi. Patas de perro, Editorial Zig-Zag, 1965.


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Lanzallamas, 2009

Sobre la ausencia, de Carlos Droguett (Chile, 1912Suiza, 1996), lleva como subtítulo “Una conversación clandestina. Un relato censurado”. Ambos son materiales inéditos que vienen a instalar en la escena literaria a este Premio Nacional de Literatura 197l, admirador de Allende, el Ché y de Cristo. Reconocido furibundo polemista, escritor amargo y subversivo, desesperanzado y escéptico del destino de la humanidad. Uno de los últimos sobrevivientes de esa escritura comprometida que jamás escondió la cara a la realidad. En agosto de 1974 Droguett comienza a colaborar voluntariamente con una organización humanitaria surgida

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después del golpe de estado. Por esas mismas fechas un grupo de revolucionarios de izquierda asignará a uno de sus miembros como encargado de su protección. En Julio de 1975 ambos grabarán una extensa entrevista en una casa sitiada por la policía secreta de Pinochet. Droguett conseguiría salir del país, junto a su mujer, con destino a Suiza en septiembre de 1975. Un mes más tarde su amigo sería secuestrado y muerto por las torturas en Villa Grimaldi. En 1976 Droguett termina de escribir, a modo de homenaje, un relato descarnado sobre los primeros días de la Junta de Gobierno. La edición y prólogo de este volumen, estuvo a cargo de Roberto Contreras.

Roberto Contreras, editor del libro.

Sobre la ausencia


Ernesto González Barnert Premio Pablo Neruda de Poesía Joven 2018 19


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oemas de Ernesto González Barnert Del libro de aforismos inédito: “Una hoja de laurel en una olla de agua hirviendo.”

La poesía es la etiqueta en el dedo gordo de un cadáver. Por supuesto, de un cuerpo a esta altura irreconocible a simple vista.

Aparearse es un poema en la punta de la lengua.

*

La “realidad” es un vampiro al que le incrustamos medio a medio del corazón una estaca de plata llamada imaginación o fantasía, con los ojos abiertos, jamás por la espalda.

El poema es un halcón que vuelve al puño del cazador. * Soy un gladiador con sobrepeso, pero igual de aguerrido. * Escribir es un perro al que le lanzamos palos cada vez más lejos para que los vaya a buscar pero cuando despertamos ya no hay perro y el palo lo vamos a recoger de mala gana. *

* Durante largo tiempo Playlist llevó este epígrafe de Alex Turner, vocalista de los Monos Árticos y que me simpatiza mucho más desde que sé que no terminó la enseñanza escolar obligatoria: “Puse mi corazón afligido en una canción pop. No pude cogerle el ritmo a la poesía”. *

Okey, córtate la oreja. Pero retrátate vendado.

En Coto de caza me sentía un gladiador con sobrepeso, pero igual de aguerrido. En Playlist un esclavo griego cultivado al servicio de un amo romano abusador.

*

*

El corazón es un jaguar, varios días sin comer, observando un caimán a la orilla del río.

Me ví en El Tratado de Poesía de Friedrich von Hausen, tirando un trineo como un husky, como un samoyedo blanco jugueteando en la nieve con una hermosa mujer bárbara o un san bernardo con su barrilito de whisky al cuello esperando una avalancha, crezca esta bola de nieve, para ir en el auxilio de usted, hipócrita lector.

* El pájaro no vuela libre, sigue el instinto. Apúntalo. * Un verso condenadamente bueno es un automóvil que choca contra un poste del alumbrado público y deja toda una manzana de poemas sin electricidad cuando es conciso, claro y bello. Un cuerpo muerto, a distancia del accidente, que no ha perdido sus entrañas.

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*

* Hay que escribir del mismo modo en que los astrónomos se han desembarazado de los astrólogos y los químicos de los alquimistas.


La poesía como dice Johnny Cash se trata de una madre diciéndote sé un buen mocoso, no juegues con armas, pero años más tarde le disparas a un hombre en Reno, solo para verlo morir. * La “realidad” como manda escribir siempre entre comillas Nabokov merece un esfuerzo más rico y complejo que la sola denuncia contra el acto de poder o estar de acuerdo con las ideas generales de la época sobre lo bueno y lo malo. Hay que hacer lo posible, dentro de nuestra intransferible posición cuando la descubrimos, por menor y anecdótica que sea, en el flujo líquido de los grandes y pequeños hechos del día a día, revelándose a nuestra mirada, por abrir una transformación dentro del medio, con más colaboración que revolución muchas veces, dentro de nosotros mismos también, no solo a nivel crítico, sino que desde la ternura y la risa. * Admiro a los poetas que sienten ardor por lo que hacen y articulan una visión personal. No me importa si un poeta comparte o no mi estética, sino que sea coherente con sus propias convicciones. La elegancia es la coherencia. Si no sabemos mirarnos nunca lograremos ser coherentes. Somos lo que somos, no lo que nos gustaría. La elegancia, por otra parte, no es cosa de ser notado, sino de volverse inolvidable, lo más silenciosamente posible ahora que el poema es un zorrito que come de nuestra mano pero no se deja acariciar. Un animalito no lejos del mar que borra a todos la huella o el corazón que hacemos en la orilla de su lenguaje. * La poesía siempre está más al norte del norte. * La muerte y la poesía saben irse de nuestra fiesta sin despedirse. * Cada libro de poesía que leo, funciona como un esnórquel, para sumergirme en las aguas profundas, oscuras, frías, de la costa chilena.

La vida literaria se parece mucho a baldear el piso de un submarino alemán en la segunda guerra mundial o reírse a carcajadas de los poetas que creen en la efectividad de los kamikazes como método para cambiar el curso de la guerra a nuestro favor. Por supuesto, esos poetas no son los que se suben con nosotros al kamikaze. * Un poema es una madeja a desenredar, no la bufanda que tejes. * No sé si el futuro de Chile está más cerca de la taxidermia o del embalsamiento. * Avanza la muerte por lo que amamos. Tarde o temprano se lleva a los amigos que entraron a nuestra casa. Esos sureños que sin inclinarse o miedo, escribieron y soñaron en mi lengua, con las uñas. Ahí Montealegre, Marín, Reyes, Saldivia Manquilef, no soportaron su chirrido y la miraron desafiantes. Nos abrazaron para que estuviésemos a salvo. * Las ovejas tienen una ventaja sobre el lobo. No tienen miedo morir. La desventaja de la oveja negra es querer sobrevivir. * Una melodía secreta nos separa del deseo de silencio. Y suena difícil de desmenuzar esto que si lo vieras sería algo así como un plato de tallarines, sin pomodoro, en una mesa sin nadie más, en un restaurante donde eres el único cliente, mientras la cajera coquetea con el mozo en voz baja, el chef salió corriendo a casa sin dar explicación. * Un libro es una hoja de laurel en una olla de agua hirviendo.

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Nueva colección

BIBLIOTECA DE POESÍA CHILENA

Fundación Pablo Neruda con el compromiso de apoyar y difundir el arte y la cultura, crea la colección “Biblioteca de Poesía Chilena Pablo Neruda”. Libros de autores contemporáneos en plena vigencia, accesibles al público. La identidad de un país está en sus artistas y creadores, en la poesía de su gente. Con este convencimiento, ofrecemos esta publicación, disponible en librerías de todo Chile. A continuación, presentamos a los 5 poetas que dan inicio a la colección.


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SE ACABÓ LA MAGIA

pintarrajeada rajeada

la chicha de quelguén

empielada una y otra vez con tintes

el ñachi dulce de animal amigo.

raspada

Y en la traguilla del recto

desconchada

el tabaco bienhechor.

sucia

basureada

llena de humos como una mujer burguesa Pasaron ya las horas de la siesta.

me doy en arriendo por la noche me tapan los periódicos el cadáver

Acurrucados en el enrucado trecho de muslos y codos. La greda enloquecida bajo los boldos. Y un latido de pez acabado en las aguas.

por la noche me ocupan los vagabundos me meten fierro se ocultan por mis cuatro costados abiertos mis forados son cueva de ratas allí se caen los hombres muertos

No hablará ya la luna por más que

resucito a los impotentes que caminan la noche

se acuchillen caballos en la boca oscura

a los que se levantan en vela y apagados

de la noche. Ya no reiremos degustadores de la euforia el ángel azul se ha ido de la tierra.

en la mañana a todos les doy un aire un agarrón son cosa mía su madre soy

Pasó el tiempo.

LA CIUDAD QUE LOS NUTRE

Los grandes laboratorios tienen hoy el festival la pepa de oro de la consolación. *

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*


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EL BOSQUE DE LA MEMORIA

SABIDURÍA

Soy el bosque y este es el Azul

El conocimiento viene de la Tierra

de mi corazón ¿escuchas su latido de agua? Hija, hijo, hermana, hermano ¿me reconoces? Aún vivo, porque soy la casa de la mujer y del hombre de los pájaros y de los animales de las piedras y de los insectos de los hongos y de las vertientes En mí habita la brisa de vuestro espíritu Entre las hojas y las raíces de mis aromas crece la enredadera de la luz ¿Ves como florece su conversación con las sombras? Es el canto de mis árboles

(desde sus Sueños de infinito) Una sonrisa alumbrando nuestros pensamientos que observan enternecidos la danza del verdor Nos dice: ¿Escuchan la música de las palabras que navegan en el aire, rielan en el agua y se hacen fuego en el corazón del mar? Y nos revelan nombres de seres visibles e invisibles Seres vivos y aquellos aparentemente inanimados Cantos, cantos / tristeza y alegría

en los que resplandecen los Sueños

de almas que estuvieron o estarán

de las nubes y de las mariposas

y cada noche, cada día, habitan nuestros Sueños

Mírame, estoy aquí porque todavía tú no vuelves a caminar entre las estrellas

Sí, el conocimiento es un camino una huella, una pregunta, me dicen ¿O es un río?, me está diciendo un pez.

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LENGUA OSA VERBA

SANTIAGO PUNK

La moza lengua osa verba El ojo rumoroso oja loba El monte rojo verbo mozo La turbulenta rosa agua Tiembla el lengua labios Labia fino oído la mieda Fiero ojo acecha loba malva

1

Turba el ojo salado las aguas Rocosa fiel piel loba mar Amarilla espuma suave pelaje olas El ojo artificila espuma puma gaviota Temblorosa verba lengua dulce palabra Tronco dulce ramaje hoja fina lengua Flota pluma del ojo ciervo Lengüita trino Rosa espina sangra lengua Palabra trunca acecha labio Fiel anodina temblorosa moza Efímera la rosa verba Presiona labio furioso presa El lodo atunes y colores Según aguas verdosas rosas espinas Ojo malva salva y rito La fuente verba lengua ojo salva malva Palabra retina de los aullidos lengua Espina corona ardiente fuente lasciva Marchito penacho verba de mis ardores. (Huellas de siglo, 1986)

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Punk, Punk War, war. Der Krieg, Der Krieg Bailecito color obispo La libertad pechitos al aire Jeans, sweaters de cachemira Punk artesanal made in Chile Punk de paz La democracia de pelito corto Punk, Punk, Der Krieg, Der Krieg Beau monde. Jet-set rightists Jet-set leftists Pantaloncitos bomba Pañuelito hindú Chaquetitas negras, Carlotitos Liberalismo Taiwan 
Balitas trazadoras para mantenerte Ca che marihuanero. 2 FMI, la horca chilito en prietas Tanguito revolucionario Punk, Punk, paz Der Krieg Whiskicito arrabalero Un autito por cabeza Y una cabeza por un autito (BMW, Toyota, Corolla Japan) Japonés en onda La onda provi on the rocks
 Rapaditos Hare Krishna Hare Hare Sudoroso mormón en bicicleta Aleluya la paz Patitas de chancho Caldo de cabeza.


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A mi ya no me importa nada la vida de los ricos / ni sus palacetes Malls / Cajeros Automáticos Tarjetas de Crédito Ni la Cajita Feliz del McDonald’s. NADA. Pero miro hacia La Dehesa a veces ¿Cómo son? Quizás chocan sus autos o no son cultivados. La autocracia como otrora sus abuelos / bisabuelos. ¿Los ricos valen la pena como personas? Aparte del modo de hablar con fuerza cuica / gestos de mando ¿Adónde van? Me pregunto. ¿A qué restaurantes ¿A Sta. María del Mar? ¿A Cachagua? ¿Zapallar? Santiago enfermo de los nervios McDonald’s / las Tarjetas de Crédito.

Oiga, compadre siga nomás entre estas calles descalabradas siga con su pedazo de imagen. No se castigue ni se dé puñaladas.

¿El país ¿les debe algo? Son dueños de todo. Cierto, OK.

Hable de Chile de nunca olvidar a los Torturados de la Patria.

Pero para la televisión / que es toda de ellos contratan a profesionales que arman la parte teórica Jarpa / Guzmán / Karadima / Novoa. Cuando se tomaron Todo Chile. Pero ni siquiera conocen las calles del Centro. ¿Leen a Bolaño / De Rokha / Parra / Neruda? ¿Qué? Nada de nada.

Sea feliz como hace tanto tiempo. Goce de lo pequeño. La distancia entre el humo y las luces lejanas. Porque ahora no está en nada. No tiene ningún amor. ¡Qué importa que no esté en la Estación Central entre los basurales / árboles y acequias / con sus tres hijos pequeños! Está bien. OK. Su tarea está cumplida.

Está bien.OK. ¿Pero qué de los campos y hospitales? No siente gran cosa / es su habla. Sé que vive en una pieza hace más de 15 años o quizás en un Valle que le habla en silencio. Oiga, piense en los demás en quienes lo perdieron Todo. Siga su camino / gaste su poca plata su porción de vida que le queda. ¿Y qué?

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Vale.


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FOTOGRAFÍA ANTES DEL VIAJE 1 La pregunta es el ciervo de los andes. Si aún escucha ese aire que no escucho. No pasan sus racimos consentidos, ni los frutos dan bostezos espinosos, ni su lecho cogido en la mañana, ni el letargo de ciervo desterrado. Me alejo y me acerco. Quiero ver si mi ciervo allega esos aires que tomaban mi mano, o si mi mano es distinta y ya el aire no alcanza a coger sus harapos. La pregunta y el ciervo a poco andar se hacen murmullo. La hierba reemplaza los belfos enternecidos.

2 Si la pregunta es el ciervo, qué hace el ciervo sobre el pasto, qué hago yo en medio del pasto. Y si aún escucho el aire de los natales cuando partí cuando me hice ciervo y avena. Y si fueron mis tristezas cortadas para tu boca dejo pastando en mi boca los ecos punteados de tu reloj para herirme sin decirme la hora. Ahora, afuera escucho no el pasto sino la luz que se desliza sobre el pasto. Adentro los serbales dan bayas rojas, los calafates azules, las nubes son blancas. ¿Cuál es la pregunta?

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LEA

La palabra y su perro. Carlos Trujillo. Editorial Mago.

Este volumen reúne la poesía del chilote Carlos Trujillo entre 1996 y 2007, recientemente galardonado con el Premio a la Trayectoria 2017 Pablo Neruda. El poeta, asentado en Chiloé, tras vivir largos años en EEUU como profesor universitario, por el Golpe, nos lega una obra mayor, articulada alrededor de la palabra, el texto, el lenguaje, la escritura, como un perro. Donde el poeta ha hecho su casa y ha constituido los pilares de su propia biografía. Así la cuida con esmero y atención, cuidando su misterio. Sin ladrar, con seguridad en su oficio y manteniendo a lo largo de 240 páginas de una reflexión profunda, inteligente y devota con la materialidad y el espíritu de la palabra, con la poesía como su lengua. Bienvenido a Chile, a este poeta, uno de sus más excelsos guardianes y amigos. EGB

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Oscuros ríos. Juan Carlos Villavicencio. Descontexto Editores. Adentrarse en oscuros ríos es navegar, sumergirse y fluir no solo en el oscuro río de la vida y su reverso: la muerte. Una obra-río constituida por esas corazonadas que son la marca registrada de Villavicencio. Me refiero a composiciones abruptas, visiones fragmentadas, oníricas, cargadas en su herida y reflejo de lo que es, somos, sueña, soñamos y avisoramos en la nave de los locos de la poesía. Hermoso libro a contramano de lo que se lee hoy pero que se busca siempre, una llamarada húmeda en los orígenes, un monólogo abisal en la noche oscura del alma, no lejos del río heracliteano en el que somos y no somos el mismo cuando nos reflejamos en nuestro destino y tiempo, con las antorchas y las estrellas de espalda mientras remamos conscientes de lo que pervive bajo las piedras y lo que canta –no sin dolor– astillado. EGB


La Llama. Leonard Cohen. Editorial Salamandra.

El Orden del día. Éric Vuillard. Editorial Tusquets.

Reuniendo letras de canciones, dibujos y poemas inéditos, fue el mismo Cohen quién organizó el libro antes de morir, aunque no alcanzó a ver el resultado, Para quienes lo admiramos en todas sus facetas, es un testimonio esclarecedor de su genio, y quienes sin conocerlo se acerquen a su lectura, descubrirán a un hombre íntegro y escéptico que supo dar rienda suelta a todas sus talentos. Incluye también el discurso que dio al ganar el Premio Príncipe de Asturias 2011, que es realmente conmovedor. FSG

Pareciera que el tema de Hitler y sus maldades no tiene límites y tienta a muchos escritores. Pero esta vez, la escritura, el punto de vista y la especial mirada del autor, hacen, en pocas páginas, verdaderas proezas. No solo dibuja con maestría a varios personajes menos conocidos, sino que otorga al mismísimo Adolf una veta de malicia que se sale por completo de la brocha gorda. Apasionante lectura que hace admirar a Vuillard en su único libro traducido al español. Esta novela ganó el Premio Goncourt en 2017, lo que revela que aún los premios pueden dar grandes sorpresas. FSG

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Corazón. Leo Lobos. Editorial Mago. Es un poemario más cerca del corazón que de la tinta, como decían nuestros próceres literarios, en el siglo XX. Un volumen donde late la pasión apenas contenida del vate por su amada y la hace latir por ella en cada una de las pinceladas de versos, efusivos, delicados, sutiles, con que desarrolla el poemario amoroso, la experiencia sentimental, el eco de lo amado, el eros, tanto en su evocación libertadora como de deseo. Un libro de lances efusivos, breves y líricos, lleno de luciérnagas, intensos, breves. Trazo simples que delinean el corazón de un poeta amoroso, que como Fernando Pessoa, que tradujo hace poco, nos trae un poemario a flor de piel, donde se piensa con la sensibilidad y se siente con el pensamiento. Un libro energético, que empapa, vibra en la luz. EGB

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La Materia del Sueño. Francisca Santibáñez Marambio. Cerrojo Ediciones. Lo onírico, sí, pero además la material sensualidad de las cosas vistas y oídas, percibidas, es aquello que palpita en este libro. Alusiones a Safo, Lilith, Dafne u Ofelia contribuyen a esculpir un concierto de voces, que son susurros o son caricias, entre los poemas donde el crecimiento de la flor del cerezo humilla a la muerte. Delicadamente se elaboran jardines que son laberintos en la sangre que golpea como una ola de sueños quebrados, sagrados secretos que el sueño revela aquí: los sonidos se palpan, el color sabe a fruta y la luz huele a infancia: La Materia del Sueño ajusta una veintena de poemas trazando una constelación mental para “la más blanca desolación”. FPR


Mi canto no termina

Presentación de la Antología Mi canto no termina, que recopila a los ganadores de los 5 años del Concurso Juvenil de Poesía Pablo Neruda 2013 - 2018, con más de 40 autores.


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La poeta norteamericana Anne Carson visita la Casa-Museo La Chascona, octubre 2018.

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Carlos Droguett Escribir para olvidar • Por qué escribo Los libros son armas que explotan Infancia • Eloy • Sobre la literatura chilena Matar a los viejos • Patas de perro Sobre la ausencia Premio Pablo Neruda de Poesía Joven 2018 Ernesto González Barnert Biblioteca de Poesía Chilena Elvira Hernández • Carmen Berenguer Elicura Chihuailaf • José Ángel Cuevas Christián Formoso

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Proyecto financiado por el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, Convocatoria 2019 del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio


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