José Manuel Mayorga
José Manuel Mayorga, abogado de profesión, fotógrafo por pasión, desde pequeño se sintió atraído por muchas cosas que en general no interesaban a otros niños. Se dio cuenta que sus gustos y aficiones eran distintos y que lo estético, en sus variadas acepciones, le interesaba, sin imaginar que, en en siglo XXI alternaría su profesión académica con el ejercicio apasionante de la fotografía, y la gestión cultural. Las imágenes fotográficas desde siempre han ejercido sobre Jose Mayorga un poderoso atractivo. De niño lo llevaban al cine, matinales y matinées. Piensa que ahí está el origen de su interés por las artes en general y el arte cinematográfico en particular. Descubrió que la foto fija al mutiplicarse en secuencia produce las imágenes en movimiento y recuerda el poder visual de los fotogramas en la marquesinas antes de entrar a la sala. Para él, era como un imán que, al igual que los afiches o carteles de películas, estimulaba su imaginación. “Las salas de cine fueron mis templos”, comenta. Llegaba a ellas con devoción y respeto.
En la universidad, una compañera lo invitó a colaborar con el Comité de Música del Patronato de Bellas Artes. Así empezó su afinidad e involucramiento con entidades privadas que en distintos momentos han apoyado las artes en el país. Para Mayorga, la vida es un viaje de principio a fin y hay que procurar hacerlo y gozarlo. Su interés por el arte y la cultura lo llevó a recorrer distintos museos del mundo. De Nueva York, recuerda a Irena Rutenberg, escultora polaca sobreviviente del holocausto y maestra de la vida, quien, guiada por su sensibilidad, lo introdujo en magníficos espacios expositivos, propiciado conversaciones y múltiples vinculaciones durante y después de andar por las salas del Museo Metropolitano, MoMA, Whitney y Frick Collection, entre otros. Los recuerdos de Jose Manuel incluyen lo anecdótico, como las visitas nocturnas a Marie’s Crisis, donde, entre copas, cantaban muchas voces acompañadas por un pianista. Para el fotógrafo, viajar da la posibilidad
de conocer otros lugares, idiomas, personas y apreciar distintas culturas. El ser mejor dependerá de lo que cada viajero se permita, de lo que se nutra, de su apertura y encuentro con las nuevas experiencias. El siglo XXI trajo cambios en la vida de Mayorga. Uno de ellos fue independizarse de la oficina de abogados con la que colaboraba. Esto le procuró tiempo para dedicarlo a otras actividades que le interesaban, entre ellas, asistir a la escuela de fotografía de Daniel Chauche en La Antigua Guatemala y continuar visitándole por varios años para practicar en su cuarto oscuro, tener acceso a su biblioteca y conversar. Los temas que este fotógrafo incluye en su repertorio reflejan sus preocupaciones e intereses, sus compromisos con las personas y su entorno, aquí y ahora. Para nombrar las series se nutre de lo que le rodea, ha hecho “guiños” a nombres de películas para titular algunas obras. Una cita literaria, una melodía… lo motivan para
vincular su propuesta con algo más y por ello la referencia es una sugerencia al espectador curioso. Las propuestas fotográficas de Mayorga se caracterizan por los manifiestos que las acompañan. Siempre encontramos el desarrollo de una historia, de un hecho conmovedor y humano. Sobre esta característica, el fotógrafo opina que “la palabra es poderosa, ya que tiene de su lado la potestad de imaginar. Muchas propuestas de arte contemporáneo hacen uso de palabras en correspondencia con lo que hace más de cien años trajeron las vanguardias y luego el arte conceptual. La narrativa que se hace a través de las palabras está en plena forma y constantemente aparecen creadores y autores de interés con novedosos planteamientos, lo que falta es tiempo para poder dedicarse a ellas, conocerlas y experimentarlas”. Mayorga trata de ser selectivo y pulsar el obturador cuando es necesario. Sabe que con la fotografía análoga se es más calculador, cuidadoso y exigente ya que media tiempo entre la toma y
el revelado. Con las imágenes digitales que pueden conocerse al instante, las pulsaciones pueden ser menos calculadas porque al verlas de una vez se van editando, seleccionado y descartando. Esto amarra con su pasión por la fotografía de calle, donde hay rapidez en la acción porque el cambio es inminente, la energía se deja sentir. En cuanto al color o el blanco y negro, considera que “la fotografía monocroma remite a un momento en su historia”, y en su caso, a un momento en el aprendizaje de la técnica, sin que por ello deje de ser su favorita y le cautive su gama de tonos. El artista comenta que puede imaginar el asombro que causó en sus inicios, ver una imagen fija, capturada por la lente, en tonos café, sepia, azul, dorado o grises y, al pasar el tiempo, a mediados del siglo XX, verla a color. Considera que la fotografía en blanco y negro procura cierta atemporalidad y la vincula a la película fotográfica y al ritual del cuarto oscuro. Recuerda a Carlos Monsiváis, refiriéndose a la fotografía en México: “Maravillas que son, sombras que
fueron”; agrega que la foto a color lo remite a una época específica y finaliza con esta pregunta ¿Y cuándo la fotografía coloreada? Jose Manuel Mayorga, expone su trabajo fotográfico durante los meses de septiembre y octubre, en la Galería Rozas-Botrán de la zona 14. Durante estas semanas, tendremos la oportunidad de conocer la obra del guatemalteco soñador, a quien le hubiera gustado acompañar en sus momentos creativos a Catalina de Médici, por las ideas renacentistas que encarnó, la influencia que ejerció que se tradujo en refinamiento, y por haber sentado las bases para el predominio de la cocina francesa. A Mayorga también le habría gustado estar cerca de Grimod de la Reyniere, modelador de la burguesía a través de la gastronomía y acompañarle en su labor periodística. Recordamos la época cuando José Manuel formó parte del equipo del restaurante “Antañona”, que abrió sus puertas en el barrio de La Merced de noviembre de 1995 a
mayo de 1996, en un ambiente mágico, auténtico y acogedor, engarzado dentro de manifestaciones culturales entrañables. Con mucho entusiasmo presentamos la faceta artística de Jose Manuel Mayorga, cofundador del Azar Cultural, un proyecto de divulgación realizado en conjunto con la creativa Ximena Chapero, realizado, según indica “para brindar, con brevedad, información sobre una selección de las actividades artísticas en nuestro medio, apoyando, en la medida de las posibilidades, las diversas iniciativas en complicidad con los artistas y organizadores”. Estamos seguros de que el público que visite la galería y el que transite por nuestras calles digitales, disfrutará profundamente esta muestra fotográfica.
Jose Rozas-Botrán Guatemala, septiembre 2021
Reunited Good Company, 2008, 51 x 67 cm c/u. Captura digital, tintas pigmentadas sobre papel de algodón, edición 1 de 3 + 2 PA USA$2,250.
Gabinete particular, 2021, instalación, medidas variables, 33 capturas digitales, tintas pigmentadas sobre papeles fotográficos, edición 1 de 3 + 2 PA USA$4,000. Todas las impresiones por Ileana Gálvez / Foto Europa Digital
Siguiendo la tradición de los gabinetes de curiosidades o cuartos de maravillas del Renacimiento donde los europeos aficionados a las piezas exóticas exhibían rarezas del Nuevo Mundo, he conformado una instalación fotográfica a base de capturas digitales de portadas de novedades editoriales que me interesan. Se trata de imágenes de 33 publicaciones sobre arte y cultura cuyo hallazgo en junio de 2021 en la librería Strand de Nueva York, me intrigó y me atrajo. Esta librería, que en los tiempos del Kindle pone a disposición de los bibliófilos todo lo que estos pueden tocar, ver y curiosear, desde aquí es el lugar añorado. A manera de ventanas a mundos insospechados configuro esta instalación que ha sido concebida para exhibirse en el espacio cultural de Fundación Rozas Botrán durante el mes de septiembre del 2021, junto a una selección de otras obras de mi autoría. Los libros son archivos de pensamiento que pueden presionar entre sus hojas flores, recuerdos de distinta índole y/o anotaciones en sus páginas que se antojan como tatuajes. La piel de la cubierta de algunos nos hermana aún más y el tráfico de préstamos y comentarios establece un nexo profundo entre sus lectores. Son contenedores de memorias individuales y colectivas, tienen un cuerpo y una presencia que remite a un momento en el tiempo. Son símbolos de poder y de conocimiento, son significado y
significante, son una fuente de consulta, provocan inspiración, procuran experiencias sensoriales e intangibles, facilitan intimidad y privacidad, invitan a viajar con la imaginación, cuentan historias personales y sociales, retratan culturas y, a través suyo se expresan las religiones. Una colección de libros no es una presencia muda, los libros hablan, abren nuevos horizontes y aportan luz para el camino. Gracias a ellos puedo apreciar, por ejemplo, el retrato escrito de Diane Arbus, conocer la manera de mirar de Helen Levitt , sobre las fotos a color de Manuel Álvarez Bravo, los diarios de Keith Haring, la decadencia del simbolismo belga, la pintura de Francis Bacon, la historia gráfica de lo Queer, los dibujos de Tom of Finland, lo relativo al kimono y sobre el arte en las calles. Un libro ejerce en mí una atracción irresistible. Leerlo me afecta, me abre canales de interpretación, me cuestiona, me da significado, me marca, provoca placer y es susceptible de establecer complicidades. Es fuente de belleza y fascinación, es precioso en sí mismo y no un mero depósito de texto e información. Al tomarlo entre mis manos puede cubrir mi rostro mientras me seduce. Hago esta propuesta y escribo sobre mi relación con los libros ya que sentirlos y estar con ellos es la mejor compañía en la soledad derivada de la pandemia. José Manuel Mayorga / Ciudad de Guatemala, agosto 2021
De la serie Blissful Memories, 2019, 28 x 38 cm - 38 x 28 cm, captura digital tintas pigmentadas sobre papel algodón, edición 1 de 3 + 2 PA USA$520 c/u
Vida replicada, Cryptococcus neoformans, 2016. De la serie Blue Moon. 100 x 100 cm Captura digital, tintas pigmentadas sobre papel de algodón, edición 1 de 3 + 2 PA USA$2,000.
COMITÉ ORGANIZADOR Comité organizador Jose Rozas-Botrán, Presidente Mariana Solórzano, directora de Arte Thelma Castillo, directora de Cultura María de Botrán, directora de Organización Ana Lillian To de Asturias, Gerente general Colaboradores Diseño gráfico, María Teresa Fernández de Maul Gestión, Ana Aquil, Alma Hernández © Fundación Rozas-Botrán Guatemala, 2021
@frozasbotran @fundacionrozasbotrangt @frozasbotran fundacionrozasbotran.org (+502) 2366-7123
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